# Miguel de Cervantes's "Don Quijote" - 1605 and 1615 parts.
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# Baseado en la edición de Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla
# Gráficas Reunidas, S. A., Madrid 1928, 1931, 1935, 1941
# Copyright © 1928 Rodolfo Schevill
# Texto electrónico por Fred F. Jehle
# Volumes I and II last updated on Nov. 22, 2000, 3:10 p.m.
# Volumes III and IV last updated on February 3, 1998, 10:55 a.m.
# Copyright © 1996 Fred F. Jehle & Purdue Research Foundation
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# [Modern material]

# DON QVIXOTE DE LA MANCHA

# MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

#   Edición publicada por Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla
#   Texto electrónico por Fred F. Jehle

#   A DON JUAN C. CEBRIAN
#   SU DEVOTO R. S.

# PRÓLOGO

#   El nombre de mi colaborador y hermano del alma, Adolfo Bonilla y San
#   Martín (q. e. p. d.), debe ir al principio de este prólogo con el
#   que reanudo solo y con profundo dolor la publicación de estas
#   obras cervantinas. La pérdida de mi amigo fraternal me hizo
#   patente desde luego cuán débiles habían de resultar mis propias
#   fuerzas para la continuación de una empresa tan grande. Pero al
#   darme cuenta de que él no habría cejado en seguir esta faena en la
#   cual los dos habíamos puesto tanto cariño y tantas horas de
#   felicidad, cobré nuevamente valor y tomé la resolución de
#   dedicarme, en cuanto me fuera posible, y hasta donde cupiera en la
#   disposición del cielo, a la tarea de dar fin a esta edición. De
#   tal manera, anhelaba pagar un tributo forzosamente defectuoso y
#   nada proporcionado a la amistad que durante veinticinco años llenó
#   de luz y hermosura espiritual nuestra vida, y al genio de trabajo
#   concienzudo y desinteresado que inspiró a Adolfo Bonilla la
#   creación de tantas publicaciones duraderas, entre las cuales él
#   quería dejar el primer lugar a las obras de Cervantes.

#   Con esta edición del QUIJOTE ofrezco al lector una reproducción
#   del texto original, evitando en cuanto me parecía justificado toda
#   enmienda, y conservando, conforme a lo que pide la crítica
#   rigurosa de hoy, las lecciones de la primera edición: ésta se ha
#   de reverenciar como si fuera el manuscrito que se refleja y
#   reproduce en ella. En tal proceder me ha alentado antes de todo el
#   deseo de dar a la propia obra de Cervantes la forma que, hasta
#   cierto punto, se pudiera acercar lo más posible a un texto
#   definitivo. A cada paso me he percatado de que más vale conservar
#   una sola palabra, una frase o un giro cervantino que sustituir una
#   enmienda, la cual, por acertada que pareciese, claro es, había de
#   responder más a reglas de hoy que al estilo o lenguaje del siglo
#   XVI.

#   He tomado como base científica la primera edición (señalada con
#   A), examinando y cotejando varios ejemplares de la misma (en
#   España, Londres y Nueva York), y notando en ellos algunas
#   variantes que se pueden dividir en tres clases: (1) discrepancias
#   de tipografía tales como {i}ta~{/i}-{i}tan{/i},
#   {i}tie~po{/i}-{i}tiempo{/i}, {i}fè{/i}-{i}fê{/i}-{i}fee{/i}; (2)
#   erratas subsanadas en algunos ejemplares, dejadas sin corregir en
#   otros, y (3) contadísimas lecciones diferentes como {i}en
#   su{/i}-{i}en el su{/i}. Todas estas diferencias pueden atribuírse
#   a cambios hechos mientras se tiraban los pliegos del libro. Sobre
#   este último proceder escribe Antonio López de Vega en su prólogo
#   {i}a los pocos cuerdos y desengañados varones:{/i} ``Pónense en
#   las erratas sólo los yerros más considerables. Y aunque a algunos
#   se acudió en parte de la impresión, según el tiempo en que se
#   reconocieron, como quedó la otra parte con ellos, a mayor cautela
#   de los tomos comprendidos y por la dificultad de la excepción de
#   los preservados, se pone el defecto como general. El a quien
#   cupiere la suerte de tomo corregido, por el trabajo que se le
#   excusa, perdone la acusación falsa. Al que la hallare verdadera,
#   le ruego no lea sin enmendar; i, a todos, que sea en la lección
#   deste libro vuestra primera curiosidad el examinar en esto, i
#   corregir el que a cada uno le tocare: governándoos por la buena
#   razón, para lo mismo en lo que halláredes que dexó de
#   corregirse.'' {i}Heráclito i Demócrito de nuestro siglo etc.{/i}
#   {i}Diálogos morales etc{/i}. Madrid, 1641.

#   Por lo tanto, las enmiendas realizadas durante la impresión
#   representan una costumbre tradicional y carecen de trascendencia
#   en cuanto a los ejemplares de la misma tirada. De todos modos me
#   he limitado en las notas a señalar, de las tres clases de
#   variantes ya mencionadas, solamente las lecciones distintas y las
#   erratas de la primera edición, dejando sin notar variantes tales
#   como {i}que{/i}-{i}q~{/i}, {i}don{/i}-{i}dó{/i}, que no
#   representan sino caprichos tipográficos. En cambio, las erratas
#   pueden reflejar bastante a menudo descuidos correspondientes al
#   mismo manuscrito, además de darnos una idea más clara del carácter
#   de la impresión; y, tratándose de una obra de universal renombre,
#   cada detalle de la primera edición es muy digno de ser notado.

#   Infiero que el original se dictaba al cajista: primero, por la
#   omisión o repetición mecánica de vocales o de sílabas enteras;
#   segundo, por bastantes erratas peculiares: verbigracia, cuando se
#   oyó {i}ansi{/i} por {i}aun si{/i}, {i}el oydo{/i} por {i}he
#   leydo{/i}, y, por fin, por algunas palabras como {i}tambien{/i},
#   {i}simpar{/i}, por {i}tan bien{/i} y {i}sin par{/i}. Ya se sabe
#   que en dichas condiciones el cajista se fija antes en el sonido
#   que en el sentido del dictado, lo cual explica muchos detalles del
#   texto original. Señalo en las notas las peculiaridades
#   ortográficas sin subsanarlas en el texto, porque el rectificarlas
#   a cada paso parece desnaturalizar la primera edición, dándole un
#   aspecto pulido que desdice enteramente de su carácter. Si se
#   encontrasen estos rasgos en el manuscrito de Cervantes, nadie se
#   atrevería a tocarlos, y, aunque ignoramos con qué fidelidad la
#   primera edición refleja la ortografía del manuscrito, ya que no
#   poseemos éste (vale repetirlo), no es lícito entregarnos a cambios
#   de mero antojo por más limado que resultara el texto.

#   Doy las variantes intencionales (no las erratas tipográficas) de
#   la segunda edición de Cuesta, 1605 (señalada con B); de la tercera
#   de Cuesta, 1608 (señalada con C); y de la de Bruselas, 1607
#   (señalada con Br), que tomó por base la segunda (B). De las
#   ediciones de Cuesta, porque se imprimieron en Madrid en vida de
#   Cervantes; de la de Bruselas también por su fecha, y porque, de
#   cuantas ediciones vieron la luz fuera de España en la primera
#   mitad del siglo XVII, parece ser la impresa con más esmero y con
#   mayor discreción en las enmiendas. No señalo variantes como
#   {i}dexais{/i}-{i}dexays{/i}, {i}de essa{/i}-{i}dessa{/i},
#   {i}nube{/i}-{i}nuue{/i}, {i}asentó{/i}-{i}assentó{/i}; en cambio,
#   {i}mismo{/i}-{i}mesmo{/i}, {i}assí{/i}-{i}ansí{/i} tienen
#   importancia. Creo definitivos los indicios de que Cervantes no
#   intervino para nada en ninguna edición, ni en A, ni después de
#   impresa A; esto da a las variantes señaladas solamente el valor de
#   una lección distinta contemporánea, la cual, por consiguiente,
#   tiene derecho a un lugar en el léxico del idioma. El que Cervantes
#   no hubiese de corregir nada en B ni en otras ediciones me parece
#   patente por el proceder disparatado y poco lógico del que
#   enmendaba el texto, dejando a cada paso de corregir palabras o
#   giros que pedían a gritos enmiendas que el propio autor no hubiera
#   podido dejar de hacer. Una prueba convincente de esta aseveración,
#   sacada de las propias palabras de Cervantes, se encuentra en la
#   segunda parte del QUIJOTE. Cuando el autor alude (II, caps. 3 y 4)
#   a los reparos que se le hacían por haber omitido de su relato la
#   pérdida y el hallazgo del Rucio, no sabe ``qué responder, sino que
#   el historiador se engañó, o ya sería descuido del impresor''. Y
#   también dice Sancho que hizo ``una lamentación, que si no la puso
#   el autor de nuestra historia, puede hacer cuenta que no puso cosa
#   buena''. ``Yo tendré cuidado'', le contesta Carrasco, ``de acusar
#   al autor de la historia, que {i}si otra vez la imprimiere{/i} no
#   se le olvide esto que el buen Sancho ha dicho.'' Y en el capítulo
#   27 de la segunda parte el autor vuelve a hablar del hurto del
#   Rucio ``que por no haberse puesto el cómo ni el cuándo en la
#   primera parte por culpa de los {i}impresores{/i}, ha dado en que
#   entender a muchos, que atribuían a poca memoria del autor la falta
#   de imprenta''. Si Cervantes conocía B, no parece posible que
#   hubiera escrito estas palabras sin añadir que se habían suplido
#   las faltas de A por las enmiendas de B. Tampoco ignoraba Cervantes
#   que la historia de Don Quijote se estaba imprimiendo en varios
#   países (cap. 3), pero no dice ni una palabra de una edición
#   corregida. En efecto, está claro que muchas segundas ediciones se
#   hacían a menudo, sin consultar al autor, a raíz de agotarse la
#   primera, y las enmiendas introducidas se hacían sin razonarlas, y
#   a gran prisa, poco antes de la impresión. Entre los ejemplares de
#   B no hay, si no me equivoco, tantas discrepancias como entre los
#   de A.

#   Se ha exagerado algo el descuido con que se imprimió A. Comparado
#   con otras primeras ediciones, v. gr., las de {i}El Buscón{/i},
#   {i}Guzmán de Alfarache{/i} y {i}El Peregrino en su Patria{/i}, no
#   parece digna de tanto desprecio. En cambio, nada peor que las dos
#   ediciones del QUIJOTE de Lisboa (1605), que carecen de todo valor
#   para un estudio crítico del texto. Las dos ediciones de Valencia
#   (me inclino a creer que no representan tiradas distintas), tampoco
#   merecen mucha consideración. Corrigen algunas erratas de A,
#   introducen bastantes nuevas y hacen unas contadas enmiendas dignas
#   de notar y que se hallan también más tarde en ediciones de Madrid
#   (v. gr., las de 1637 y 1647) y en la de Tonson (Londres, 1738).

#   En mi texto resuelvo las abreviaturas de A, tales como
#   {i}tie~po{/i}, {i}q~{/i}, {i}a~ql{/i}, {i}V. M.{/i}; sigo en la
#   puntuación el proceder adoptado en los tomos anteriores, y pongo
#   el acento en algunos vocablos homónimos, de más de una sílaba (v.
#   gr., en la 1.ª y 3.ª persona del singular del pretérito de la 1.ª
#   conjugación en los verbos regulares: {i}alabé{/i}, {i}alabó{/i}, y
#   no {i}acorde{/i} ni {i}acordo{/i}, en la 1.ª y 2.ª persona del
#   singular y en la 3.ª del singular y plural del futuro, como
#   {i}alabaré{/i}, {i}alabarás{/i}, {i}alabará{/i}, {i}alabarán{/i},
#   etc.; y añado el acento a los pronombres interrogativos
#   {i}quién{/i}, {i}qué{/i}, {i}cuál{/i}; {i}cúyo{/i}, adj.), para
#   facilitar la lectura.

#   He tratado de tener en cuenta, hasta donde me ha sido posible, los
#   trabajos de investigación y los comentarios escritos hasta la
#   fecha para las obras cervantinas. Las notas de los principales
#   cervantistas que me parecieron dignas de consideración se señalan
#   en las de esta edición. Cierto es que hace falta un estudio
#   comparativo de las principales investigaciones que se han
#   publicado sobre el QUIJOTE desde Vicente de los Ríos (1780) hasta
#   la última edición del Sr. D. Francisco Rodríguez Marín (1928). Es
#   una lista muy extensa y de un valor sumamente desigual, siendo las
#   más significantes las de Juan Bowle (1781), Pellicer (1797),
#   Navarrete ({i}Vida{/i} de Cervantes, 1819), García Arrieta (1826),
#   Bastús (1832-4), Clemencín (1833-9), Hartzenbusch y La Barrera
#   (1863), León Máinez (1876-8), Benjumea (1880), Ormsby (1885),
#   Fitzmaurice-Kelly (1898, 1901), Cortejón (1905-13), Cejador ({i}La
#   Lengua de Cervantes{/i}, 1905-6) y Rodríguez Marín (1916-17). De
#   todas éstas se destacan principalmente las de Rodríguez Marín,
#   Clemencín, Cortejón y Cejador, a quienes debemos el que podamos
#   entender mejor muchísimos pasos difíciles de la obra.

#   Pero cualquier comentario refleja, no sólo la época, sino los
#   conocimientos peculiares y las cualidades personalísimas del
#   comentador. En Clemencín, que, disfrutando de una erudición
#   vastísima, sobre todo en la materia de los libros de caballerías,
#   arrojó a cada paso mucha luz sobre frases obscuras, y aclaró
#   múltiples alusiones literarias e históricas, tenemos un ejemplo
#   admirable de crítico unilateral; nada sirve, por lo tanto,
#   ponderar su concepto estrecho de la gramática, ni su falta de
#   sentido histórico del lenguaje, cuya evolución a través de los
#   siglos parece que le fué una ciencia enteramente desconocida.
#   Muchas observaciones de Cortejón, por acertadas y valiosas que
#   sean, están obscurecidas o ahogadas entre extensas notas de poco
#   valor literario o científico; el inmenso cuadro de las variantes
#   que añadió da la misma trascendencia a las insignificantes que a
#   las que merecen ser consideradas; y es de sentir también que su
#   sistema mal organizado acarrease muchas equivocaciones. Los dos
#   tomos aludidos de Cejador (que comprenden una {i}Gramática{/i} y
#   {i}Diccionario{/i}) son de gran utilidad; pero es lástima que se
#   fundasen en la tercera edición de Cuesta, lo cual hace carecer
#   algunas lecciones de la autoridad que se deriva únicamente de la
#   primera. A Rodríguez Marín, patriarca de los cervantistas por una
#   existencia entera noblemente dedicada al estudio de la vida y las
#   obras de Cervantes, debemos el comentario más trascendental de
#   cuantos se hayan emprendido para diversas obras de Cervantes. Le
#   debemos el que se puedan entender por primera vez una infinidad de
#   pasajes, de giros y palabras que antes nadie había acertado a
#   explicar. Con su caudal inmenso de conocimientos en materia de la
#   literatura y de las costumbres del siglo XVI, Rodríguez Marín
#   relaciona a Cervantes íntimamente con el lenguaje y la cultura del
#   Renacimiento; si bien la crítica ha señalado que este admirable
#   investigador ha forzado un tanto la nota con sus deseos de
#   amenizar su comentario, acaso para no pecar de erudito seco; esta
#   objeción, puede, sin embargo, pasarse por alto, ya que dicha
#   amenidad le debió de hacer soportables tantas y tantas horas de
#   abrumadores trabajos.

#   Está justificado el que ninguno de estos comentadores se haya
#   ocupado en hacer un estudio detallado lingüístico del glosario
#   cervantino, ni de infinitos detalles de la sintaxis que todavía
#   piden una aclaración. La ciencia de hoy día exige un trabajo
#   definitivo, el cual no se puede hacer comprensivamente sin (a) un
#   texto modelo y uniforme de todas las obras de Cervantes, ni sin
#   (b) un diccionario de las voces que el gran escritor empleó; éstas
#   se podrían reunir con más exactitud por medio de unas
#   concordancias de sus escritos, siguiendo los dechados del género
#   que existen para ciertas obras clásicas, y, en inglés, para la
#   Biblia, para Shakespeare y otros escritores famosos. Excusa decir
#   que un estudio definitivo sobre el lenguaje del siglo XVI, tal
#   como se refleja en las obras cervantinas, sería uno de los
#   capítulos más trascendentales en la historia de la evolución del
#   idioma.

#   A cada paso se notan en Cervantes palabras y giros difíciles de
#   explicar, y toda solución está hecha a medias si no toma en cuenta
#   todo el caudal del lenguaje cervantino (tanto de sus versos como
#   de su prosa), además del léxico usado por sus contemporáneos. De
#   lo cual se sigue que muchas observaciones lingüísticas abultarían
#   desproporcionadamente en un comentario que va con el texto, sin
#   dejar de ser deficientes por falta de trabajos fundamentales. Hay
#   todavía muchos vocablos cuyo origen no se ha estudiado bastante,
#   v. gr., {i}estricote{/i} (página 42-14), y hasta ``frases
#   hechas'', dichos y refranes nacidos de una tradición antigua, que
#   se van dilucidando lentamente por medio de las indagaciones de los
#   eruditos y con la luz de citas sacadas de un sinnúmero de autores.
#   Para facilitar el estudio de la bibliografía de las obras
#   relacionadas con los escritos de Cervantes hacen falta catálogos
#   de los libros españoles que se custodian en las bibliotecas
#   principales de Europa y América (v. gr., Viena, Berlín, Munich,
#   Friburgo (bibl. de Schaeffer), Gotinga, París, Nueva York, etc.),
#   por el estilo del pequeño libro utilísimo del erudito hispanista
#   Dr. Henry Thomas, sobre los libros españoles que se hallan en el
#   Museo Británico.

#   En vista de la importancia que ha de darse únicamente al texto de
#   Cervantes, he procurado evitar toda erudición que pudiera parecer
#   excesiva, y tampoco he querido meterme en ninguna crítica de
#   índole literaria o estética, para la cual tendré más valor una vez
#   terminada esta edición cervantina. Sigo creyendo en un Cervantes
#   cuya ``invención'' natural (la palabra es suya) superaba
#   inmensamente a su educación y a sus conocimientos escolásticos;
#   cuyo genio, avivado y madurado por las propias experiencias de una
#   vida de acción y perfeccionado por un don sin par de entender
#   {i}omne humanum{/i}, supo expresarse en un lenguaje y estilo que
#   seguirán siendo la maravilla de los tiempos venideros. El espíritu
#   nuevo de la crítica estética parece querer ocuparse cada vez más
#   de Cervantes artista, consciente de cada belleza de estilo, y
#   trabajando como un arquitecto en la construcción de su obra de
#   arte inmortal; pero podría desorientar al lector, si lo hiciera a
#   costa de la inspiración inconsciente y espontánea del novelista.

#   Los detalles que relacionan al QUIJOTE con otros libros de su
#   género, sus fuentes, las huellas que dejó en obras posteriores, la
#   contribución inmensa de Cervantes, en resumidas cuentas, a la
#   historia novelística, haría un tomo por sí misma. En efecto, una
#   biografía razonada del propio Cervantes coincidiría con un estudio
#   detallado de la literatura y del lenguaje españoles del siglo XVI,
#   llegando hasta integrarse en una historia fundamental de las ideas
#   estéticas del Renacimiento.

#   Algunos giros extraños se me habrán deslizado en el discurso de
#   mis observaciones o comentarios, pero no me han de cortar la mano
#   con que los escribí. Si el lector me averigua faltas, errores e
#   ignorancias, tendré que contestarle con toda franqueza: ¡pero si
#   usted no puede figurarse cuántas cosas ignoro!, y no será fácil
#   ocultar el triste hecho a pesar del tiempo y del cariño que he
#   invertido en una faena que por fuerza ha de quedar deficiente. El
#   comentario puesto a una obra inmortal no puede aspirar a ser más
#   que una pequeña piedra añadida a un edificio que se ha de levantar
#   con el transcurso de los siglos. De todos modos agradeceré
#   cualquier reparo que se le ocurra al lector, y trataré de
#   aprovecharlo con tal que hiciere más aceptable el texto
#   cervantino.

#   De lo más esencial ha de carecer el comentario sin la erudición
#   vastísima de mi amigo Adolfo Bonilla, que dotado de una memoria
#   sobrenatural no dejó casi nunca por escrito apuntes o notas para
#   los trabajos que pensaba emprender. Pero confío en la indulgencia
#   del lector, convencido de que únicamente con ella tendré valor
#   para terminar esta edición de las obras de Cervantes.

#   A mi querido amigo, el Dr. Ludwig Pfandl, de Munich, doy aquí mis
#   más expresivas gracias por haberse tomado la molestia de leer las
#   pruebas del texto, y a mi estimado colega D. Homero Serís por
#   haber leído las pruebas de las notas.

#   RODOLFO SCHEVILL.
#   Madrid, Otoño de 1928.

#   (*) Logré ver la edición de 1928 sólo después
#   de impresas ya mis notas.

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# part a prologue

## <a003>
# chapter   3 titlepage
# unit T title
EL INGENIOSO
HIDALGO DON QVIXOTE
DE LA MANCHA
# unit A author
Compuesto por Miguel de Ceruantes Saauedra.
# unit D dedication
DIRIGIDO AL DVQVE DE BEIAR,
Marques de Gibraleon, Conde de Benalcaçar Bañares,
Vizconde de la Puebla de Alcozer, Señor de
las villas de Capilla, Curiel y Burguillos.


# Escudo del impresor: una mano, sobre la cual hay un halcón, puesto
# el capirote; debajo un león echado; la leyenda dice:

# unit L latinphrase
Post tenebras spero lvcem

# unit V date
Año 1605
# unit W printer
CON PRIVILEGIO
EN MADRID
Por Iuan de la Cuesta.

# unit Z bookseller
Vendese en casa de Francisco de Robles,
librero del Rey nuestro señor.


## <a004>
# chapter   4 taxes
# unit T title
TASSA
# unit P text
Yo, Iuan Gallo de Andrada, escriuano de
Camara del Rey nuestro señor, de los que residen
en su Consejo, certifico y doy fe: que,
auiendo visto por los señores del vn libro
intitulado El ingenioso hidalgo de la Mancha,
compuesto por Miguel de Ceruantes Saauedra,
tassaron cada pliego del dicho libro a tres
marauedis y medio, el qual tiene ochenta y
tres pliegos, que al dicho precio monta el dicho
libro docientos y nouenta marauedis y
medio, en que se ha de vender en papel, y dieron
licencia para que a este precio se pueda
vender; y mandaron que esta tassa se ponga al
principio del dicho libro, y no se pueda
vender sin ella. Y para que dello conste, di
la presente, en Valladolid, a veinte dias del
mes de Deziembre de mil y seyscientos y
quatro años.

# unit S signature
Iuan Gallo de Andrada.


## <a005>
# chapter   5 erratas
# unit T title
TESTIMONIO DE LAS ERRATAS
# unit P text
Este Libro no tiene cosa digna de notar
que no corresponda a su original. En testimonio
de lo auer correcto di esta fee, en el
Colegio de la Madre de Dios de los Teologos de
la Vniuersidad de Alcala, en primero de
Diziembre de 1604 años.

# unit S signature
El Licenciado Francisco Murcia de la Llana.


## <a006>
# chapter   6 privilege
# unit T title
EL REY
# unit P text
Por quanto por parte de vos, Miguel de
Ceruantes, nos fue fecha relacion que auiades
compuesto vn libro intitulado El ingenioso
Hidalgo de la Mancha, el qual os auia costado
mucho trabajo, y era muy vtil y prouechoso,
y nos pedistes y suplicastes os mandassemos
dar licencia y facultad para le poder imprimir,
y preuilegio por el tiempo que fuessemos
seruidos, o como la nuestra merced fuesse, lo
qual, visto por los del nuestro Consejo, por
quanto en el dicho libro se hizieron las
diligencias que la prematica vltimamente por nos
fecha sobre la impression de los libros
dispone, fue acordado que deuiamos mandar dar
esta nuestra cedula para vos, en la dicha
razon, y nos tuuimoslo por bien.

Por la qual, por os hazer bien y merced,
os damos licencia y facultad para que vos, o
la persona que vuestro poder huuiere, y no
otra alguna, podays imprimir el dicho libro,
intitulado El ingenioso Hidalgo de la Mancha,
que de suso se haze mencion, en todos estos
nuestros Reynos de Castilla, por tiempo y
espacio de diez años, que corran y se cuenten
desde el dicho dia de la data desta nuestra
cedula; so pena que la persona, o personas,
que sin tener vuestro poder lo imprimiere o
vendiere, o hiziere imprimir o vender, por el
mesmo caso pierda la impression que hiziere,
con los moldes y aparejos della, y mas incurra
en pena de cincuenta mil marauedis cada vez
que lo contrario hiziere. La qual dicha pena
sea la tercia parte para la persona que lo
acusare, y la otra tercia parte para nuestra
Camara, y la otra tercia parte para el juez que lo
sentenciare. Con tanto, que todas las vezes que
huuieredes de hazer imprimir el dicho libro
durante el tiempo de los dichos diez años, le
traygais al nuestro Consejo, juntamente con el
original que en el fue visto, que va rubricado
cada plana, y firmado al fin del, de Iuan Gallo
de Andrada, nuestro escriuano de Camara, de
los que en el residen, para saber si la dicha
impression está conforme el original; o traygays
fe en publica forma de como por corretor
nombrado por nuestro mandado, se vio y corrigio
la dicha impression por el original y se
imprimio conforme a el, y quedan impressas las
erratas por el apuntadas, para cada vn libro
de los que assi fueren impressos, para que se
tasse el precio que por cada volumen
huuieredes de auer.

Y mandamos al impressor que assi imprimiere
el dicho libro, no imprima el principio,
ni el primer pliego del, ni entregue mas de vn
solo libro, con el original, al autor o persona
a cuya costa lo imprimiere, ni otro alguno,
para efeto de la dicha correcion y tassa, hasta
que antes y primero el dicho libro esté
corregido y tassado por los del nuestro Consejo;
y estando hecho, y no de otra manera, pueda
imprimir el dicho principio y primer pliego, y
sucessiuamente ponga esta nuestra cedula, y
la aprouacion, tassa y erratas, so pena de caer
e incurrir en las penas contenidas en las leyes
y prematicas destos nuestros Reynos.

Y mandamos a los del nuestro Consejo, y
a otras qualesquier justicias dellos, guarden y
cumplan esta nuestra cedula y lo en ella
contenido.

Fecha en Valladolid, a veynte y seys dias
del mes de Setiembre de mil y seyscientos y
quatro años.

# unit S signature
YO EL REY
# unit P text
Por mandado del Rey nuestro señor,
# unit S signature
Iuan de Amezqueta.


## <a007>
# chapter   7 dedication
# unit T title
AL DVQVE DE BEIAR, MARQVES DE
Gibraleon, Conde de Benalcaçar y
Bañares, Vizconde de la Puebla de
Alcozer, Señor de las villas
de Capilla, Curiel y
Burguillos.

# unit P text
En fe del buen acogimiento y honra que
haze Vuestra Excelencia a toda suerte de libros,
como Principe tan inclinado a fauorecer las
buenas artes, mayormente las que por su nobleza
no se abaten al seruicio y grangerias del
vulgo, he determinado de sacar a luz al
Ingenioso Hidalgo don Quixote de la Mancha, al
abrigo del clarissimo nombre de vuestra
Excelencia, a quien, con el acatamiento que deuo
a tanta grandeza, suplico le reciba agradablemente
en su proteccion, para que a su sombra,
aunque desnudo de aquel precioso ornamento
de elegancia y erudicion de que suelen andar
vestidas las obras que se componen en las
casas de los hombres que saben, ose parecer
seguramente en el juyzio de algunos que,
no continiendose en los limites de su
ignorancia, suelen condenar con mas rigor y
menos justicia los trabajos agenos; que, poniendo
los ojos la prudencia de vuestra Excelencia
en mi buen desseo, fio que no desdeñará
la cortedad de tan humilde seruicio.

# unit S signature
Miguel de Ceruantes Saauedra.

# part b Volume_1_Prologue

## <b001>
# chapter   1 authorprologue
# unit T title
PROLOGO
# unit P text
Desocupado lector: sin juramento me podras
creer que quisiera que este libro, como
hijo del entendimiento, fuera el mas hermoso,
el mas gallardo y mas discreto que pudiera
imaginarse; pero no he podido yo contrauenir
al orden de naturaleza, que en ella cada cosa
engendra su semejante. Y assi, ¿qué podra
engendrar el esteril y mal cultiuado ingenio
mio, sino la historia de vn hijo seco, auellanado,
antojadizo y lleno de pensamientos varios,
y nunca imaginados de otro alguno, bien
como quien se engendró en vna carcel, donde
toda incomodidad tiene su assiento y donde
todo triste ruydo haze su habitacion? El
sossiego, el lugar apazible, la amenidad de los
campos, la serenidad de los cielos, el murmurar
de las fuentes, la quietud del espiritu, son
grande parte para que las musas mas esteriles se
muestren fecundas y ofrezcan partos al mundo
que le colmen de marauilla y de contento.

Acontece tener vn padre vn hijo feo y sin
gracia alguna, y el amor que le tiene le pone
vna venda en los ojos para que no vea sus faltas,
antes las juzga por discreciones y lindezas,
y las cuenta a sus amigos por agudezas y
donayres. Pero yo, que, aunque parezco padre,
soy padrastro de don Quixote, no quiero yrme
con la corriente del vso, ni suplicarte, casi con
las lagrimas en los ojos, como otros hazen,
lector carissimo, que perdones o dissimules las
faltas que en este mi hijo vieres; y ni eres
su pariente, ni su amigo, y tienes tu alma en
tu cuerpo, y tu libre aluedrio, como el mas
pintado, y estás en tu casa, donde eres señor
della, como el Rey de sus alcaualas, y sabes
lo que comunmente se dize, que debaxo de mi
manto al Rey mato. Todo lo qual te essenta
y haze libre de todo respecto y obligacion, y
assi puedes dezir de la historia todo aquello
que te pareciere, sin temor que te calunien
por el mal, ni te premien por el bien que
dixeres della.

Solo quisiera dartela monda y desnuda, sin
el hornato de Prologo, ni de la inumerabilidad
y catalogo de los acostumbrados sonetos,
epigramas y elogios que al principio de los libros
suelen ponerse. Porque te se dezir, que,
aunque me costo algun trabajo componerla,
ninguno tuue por mayor que hazer esta prefacion
que vas leyendo. Muchas vezes tomé la pluma
para escriuille, y muchas la dexé, por no saber
lo que escriuiria; y estando vna suspenso,
con el papel delante, la pluma en la oreja,
el codo en el bufete y la mano en la mexilla,
pensando lo que diria, entró a deshora vn
amigo mio, gracioso y bien entendido, el qual,
viendome tan imaginatiuo, me preguntó la
causa, y no encubriendosela yo, le dixe que
pensaua en el Prologo que auia de hazer a la
historia de don Quixote, y que me tenia de
suerte que ni queria hazerle, ni menos sacar
a luz las hazañas de tan noble cauallero.

``Porque ¿cómo quereis vos que no me
tenga confuso el que dirá el antiguo legislador
que llaman vulgo, quando vea que al cabo
de tantos años como ha que duermo en el
silencio del oluido, salgo aora, con todos mis
años a cuestas, con vna leyenda seca como
vn esparto, agena de inuencion, menguada
de estilo, pobre de concetos y falta de toda
erudicion y doctrina; sin acotaciones en las
margenes y sin anotaciones en el fin del libro,
como veo que estan otros libros, aunque sean
fabulosos y profanos, tan llenos de sentencias
de Aristoteles, de Platon y de toda la caterua
de filosofos, que admiran a los leyentes, y
tienen a sus autores por hombres leydos,
eruditos y eloquentes? ¡Pues qué, quando citan la
Diuina Escritura, no diran sino que son vnos
Santos Tomases y otros Doctores de la Yglesia,
guardando en esto vn decoro tan ingenioso,
que en vn renglon han pintado vn enamorado
destraydo, y en otro hazen vn sermonzico
christiano, que es vn contento y vn regalo
oylle, o leelle! De todo esto ha de carecer
mi libro, porque ni tengo qué acotar en el
margen, ni qué anotar en el fin, ni menos se qué
autores sigo en el, para ponerlos al principio,
como hazen todos, por las letras del A B C,
començando en Aristoteles y acabando en
Xenofonte y en Zoylo, o Zeuxis, aunque
fue maldiciente el vno y pintor el otro.
Tambien ha de carecer mi libro de sonetos al
principio, a lo menos de sonetos cuyos autores
sean duques, marqueses, condes, obispos,
damas o poetas celeberrimos. Aunque si yo los
pidiesse a dos o tres oficiales amigos, yo se
que me los darian, y tales, que no les
ygualassen los de aquellos que tienen mas nombre
en nuestra España.

''En fin, señor y amigo mio -- prosegui -- yo
determino que el señor don Quixote se quede
sepultado en sus archiuos en la Mancha, hasta
que el cielo depare quien le adorne de tantas
cosas como le faltan, porque yo me hallo
incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y
pocas letras, y porque naturalmente soy
poltron y perezoso de andarme buscando autores
que digan lo que yo me se dezir sin ellos. De
aqui nace la suspension y eleuamiento, amigo,
en que me hallastes, bastante causa
para ponerme en ella la que de mi aueys oydo.''

Oyendo lo qual, mi amigo, dandose vna
palmada en la frente y disparando en vna carga
de risa, me dixo:

``Por Dios, hermano, que agora me acabo
de desengañar de vn engaño en que he estado
todo el mucho tiempo que ha que os conozco,
en el qual siempre os he tenido por discreto
y prudente en todas vuestras aciones. Pero
agora veo que estays tan lexos de serlo
como lo está el cielo de la tierra. ¿Cómo que
es possible que cosas de tan poco momento, y
tan faciles de remediar, puedan tener fuerças
de suspender y absortar vn ingenio tan maduro
como el vuestro, y tan hecho a romper y atropellar
por otras dificultades mayores? A la fe,
esto no nace de falta de abilidad, sino de
sobra de pereza y penuria de discurso. ¿Quereys
ver si es verdad lo que digo? Pues estadme
atento y vereys como en vn abrir y cerrar
de ojos confundo todas vuestras dificultades,
y remedio todas las faltas que dezis que os
suspenden y acobardan para dexar de sacar
a la luz del mundo la historia de vuestro
famoso don Quixote, luz y espejo de toda la
caualleria andante.''

``Dezid'', le repliqué yo, oyendo lo que me
dezia: ``¿de qué modo pensays llenar el vazio
de mi temor, y reduzir a claridad el caos de
mi confusion?''

A lo qual el dixo:

``Lo primero, en que reparays de los sonetos,
epigramas o elogios que os faltan para
el principio, y que sean de personages graues
y de titulo, se puede remediar en que vos
mesmo tomeys algun trabajo en hazerlos, y
despues los podeys bautizar y poner el nombre
que quisieredes, ahijandolos al Preste Iuan de
las Indias, o al Emperador de Trapisonda, de
quien yo se que ay noticia que fueron famosos
poetas, y quando no lo ayan sido, y vuiere
algunos pedantes y bachilleres que por
detras os muerdan y murmuren desta verdad, no
se os de dos marauedis, porque ya que os
aueriguen la mentira, no os han de cortar la mano
con que lo escriuistes.

''En lo de citar en las margenes los libros y
autores de donde sacaredes las sentencias y
dichos que pusieredes en vuestra historia, no
ay mas sino hazer de manera que vengan a
pelo algunas sentencias, o latines, que vos
sepays de memoria, o, a lo menos, que os cuesten
poco trabajo el buscalle, como sera poner,
tratando de libertad y cautiuerio:
# unit L latinphrase
Non bene pro toto libertas venditur auro;
# unit P text
y luego en el
margen citar a Oracio, o a quien lo dixo. Si
trataredes del poder de la muerte, acudir
luego con
# unit L latinverse
Pallida Mors oequo pulsat pede pauperum tabernas
regumque turres.
# unit P text
Si de la amistad y amor que Dios manda que
se tenga al enemigo, entraros luego al punto
por la Escritura Diuina, que lo podeys hazer
con tantico de curiosidad, y dezir las palabras,
por lo menos, del mismo Dios:
# unit L latinphrase
Ego autem dico vobis, diligite inimicos vestros.
# unit P text
Si trataredes
de malos pensamientos, acudid con el Euangelio:
# unit L latinphrase
De corde exeunt cogitationes malae.
# unit P text
Si de la instabilidad de los amigos, ahi está
Caton, que os dara su distico:
# unit L latinverse
Donec eris felix, multos numerabis amicos,
tempora si fuerint nubila, solus eris.
# unit P text
Y con estos latinicos, y otros tales, os tendran
siquiera por gramatico; que el serlo no es de
poca honra y prouecho el dia de oy.

''En lo que toca al poner anotaciones al fin
del libro, seguramente lo podeys hazer desta
manera; si nombrais algun gigante en vuestro
libro, hazelde que sea el gigante Golias, y con
solo esto, que os costará casi nada, teneys vna
grande anotacion, pues podeys poner: El gigante
Golias, o Goliat, fue vn filisteo a quien el
pastor Dauid mató de vna gran pedrada en el
valle de Terebinto, segun se cuenta en el libro
de los Reyes, en el capitulo que vos hallaredes
que se escriue. Tras esto, para mostraros
hombre erudito en letras humanas y cosmografo,
hazed de modo como en vuestra historia
se nombre el rio Tajo, y vereysos luego con
otra famosa anotacion, poniendo: El rio Tajo
fue assi dicho por vn Rey de las Españas; tiene
su nacimiento en tal lugar y muere en el mar
Oceano, besando los muros de la famosa ciudad
de Lisboa, y es opinion que tiene las arenas
de oro, &c. Si trataredes de ladrones, yo os
dire la historia de Caco, que la se de coro;
si de mugeres rameras, ahi está el Obispo de
Mondoñedo, que os prestará a Lamia, Layda y
Flora, cuya anotacion os dara gran credito;
si de crueles, Ouidio os entregará a Medea; si
de encantadores y hechizeras, Homero tiene
a Calipso, y Virgilio a Circe; si de capitanes
valerosos, el mesmo Iulio Cesar os prestará
a si mismo en sus Comentarios, y Plutarco
os dara mil Alexandros. Si trataredes de amores,
con dos onças que sepays de la lengua toscana,
topareys con Leon Hebreo, que os hincha
las medidas. Y si no quereys andaros por
tierras estrañas, en vuestra casa teneys a
Fonseca, Del amor de Dios, donde se cifra todo
lo que vos y el mas ingenioso acertare a
dessear en tal materia. En resolucion, no ay mas
sino que vos procureys nombrar estos nombres,
o tocar estas historias en la vuestra, que
aqui he dicho, y dexadme a mi el cargo de
poner las anotaciones y acotaciones; que yo
os voto a tal de llenaros las margenes y de
gastar quatro pliegos en el fin del libro.

''Vengamos aora a la citacion de los autores
que los otros libros tienen, que en el vuestro
os faltan. El remedio que esto tiene es muy
facil, porque no aueys de hazer otra cosa que
buscar vn libro que los acote todos, desde la A
hasta la Z, como vos dezis. Pues esse mismo
abecedario pondreys vos en vuestro libro; que,
puesto que a la clara se vea la mentira, por la
poca necessidad que vos teniades de aprouecharos
dellos, no importa nada, y quiça alguno
aura tan simple que crea que de todos os aueys
aprouechado en la simple y senzilla historia
vuestra. Y quando no sirua de otra cosa, por
lo menos seruira aquel largo catalogo de
autores a dar de improuiso autoridad al libro.
Y mas, que no aura quien se ponga a aueriguar
si los seguistes o no los seguistes, no
yendole nada en ello; quanto mas que, si
bien caygo en la cuenta, este vuestro libro no
tiene necessidad de ninguna cosa de aquellas
que vos dezis que le falta, porque todo el es
vna inuectiua contra los libros de cauallerias,
de quien nunca se acordo Aristoteles, ni dixo
nada San Basilio, ni alcançó Ciceron. Ni caen
debaxo de la cuenta de sus fabulosos disparates
las puntualidades de la verdad, ni las
obseruaciones de la astrologia, ni le son de
importancia las medidas geometricas, ni la
confutacion de los argumentos de quien se sirue
la retorica, ni tiene para que predicar a
ninguno, mezclando lo humano con lo diuino,
que es vn genero de mezcla de quien no se
ha de vestir ningun christiano entendimiento.

''Solo tiene que aprouecharse de la imitacion
en lo que fuere escriuiendo; que quanto
ella fuere mas perfecta, tanto mejor sera lo que
se escriuiere. Y pues esta vuestra escritura no
mira a mas que a deshazer la autoridad y
cabida que en el mundo y en el vulgo tienen los
libros de cauallerias, no ay para que andeys
mendigando sentencias de filosofos, consejos
de la Diuina Escritura, fabulas de poetas,
oraciones de retoricos, milagros de santos, sino
procurar que a la llana, con palabras significantes,
honestas y bien colocadas, salga vuestra
oracion y periodo sonoro y festiuo; pintando
en todo lo que alcançaredes y fuere possible,
vuestra intencion, dando a entender vuestros
conceptos, sin intricarlos y escurecerlos.
Procurad tambien que, leyendo vuestra historia,
el melancolico se mueua a risa, el risueño la
acreciente, el simple no se enfade, el discreto
se admire de la inuencion, el graue no la
desprecie, ni el prudente dexe de alabarla. En
efecto, lleuad la mira puesta a derribar la
maquina mal fundada destos cauallerescos libros,
aborrecidos de tantos y alabados de muchos
mas; que, si esto alcançassedes, no auriades
alcançado poco.''

Con silencio grande estuue escuchando lo
que mi amigo me dezia, y de tal manera se
imprimieron en mi sus razones, que, sin ponerlas
en disputa, las aproue por buenas, y de
ellas mismas quise hazer este Prologo; en el
qual veras, lector suaue, la discrecion de mi
amigo, la buena ventura mia en hallar en tiempo
tan necessitado tal consegero, y el aliuio
tuyo en hallar tan sinzera y tan sin rebueltas la
historia del famoso don Quixote de la Mancha,
de quien ay opinion por todos los habitadores
del distrito del campo de Montiel, que fue el
mas casto enamorado y el mas valiente cauallero
que de muchos años a esta parte se vio
en aquellos contornos. Yo no quiero encarecerte
el seruicio que te hago en darte a conocer
tan noble y tan honrado cauallero; pero
quiero que me agradezcas el conocimiento que
tendras del famoso Sancho Pança, su escudero,
en quien, a mi parecer, te doy cifradas todas
las gracias escuderiles que en la caterua de los
libros vanos de cauallerias estan esparzidas.
Y con esto, Dios te de salud, y a mi no oluide.
Vale.

## <b002>
# chapter   2 dedicpoem
# unit T title
AL LIBRO DE DON QVIXOTE DE LA MANCHA
# unit A author
VRGANDA LA DESCONOCIDA
# unit Q spanishverse
Si de llegarte a los bue-, ÷
libro, fueres con letu-, ÷
no te dira el boquirru- ÷
que no pones bien los de-. ÷
Mas si el pan no se te cue- ÷
por yr a manos de idio-, ÷
veras, de manos a bo-, ÷
aun no dar vna en el cla-; ÷
si bien se comen las ma- ÷
por mostrar que son curio-.

Y, pues la espiriencia ense- ÷
que el que a buen arbol se arri- ÷
buena sombra le cobi-, ÷
en Bexar tu buena estre- ÷
vn arbol real te ofre- ÷
que da Principes par fru-, ÷
en el qual florecio vn Du- ÷
que es nueuo Alexandro Ma-; ÷
llega a su sombra: que a osa- ÷
fauorece la fortu-.

De vn noble hidalgo manche- ÷
contarás las auentu-, ÷
a quien ociosas letu- ÷
trastornaron la cabe-. ÷
Damas, armas, caualle- ÷
le prouocaron de mo- ÷
que, qual Orlando furio-, ÷
templado a lo enamora-, ÷
alcançó a fuerça de bra- ÷
a Dulzinea del Tobo-.

No indiscretos hierogli- ÷
estampes en el escu-; ÷
que, quando es todo figu-, ÷
con ruynes puntos se embi-. ÷
Si en la direccion te humi-, ÷
no dira mofante algu-: ÷
«¡Qué don Aluaro de Lu-, ÷
qué Anibal el de Carta-, ÷
qué Rey Francisco en Espa- ÷
se quexa de la fortu-!»

Pues al cielo no le plu- ÷
que saliesses tan ladi- ÷
como el negro Iuan Lati-, ÷
hablar latines rehu- ÷
No me despuntes de agu-, ÷
ni me alegues con filo-; ÷
porque torziendo la bo-, ÷
dira el que entiende la le-, ÷
no vn palmo de las ore-: ÷
«¿Para que conmigo flo-?»

No te metas en dibu-, ÷
ni en saber vidas age-; ÷
que en lo que no va ni vie- ÷
passar de largo es cordu-. ÷
Que suelen en caperu- ÷
darles a los que grace-; ÷
mas tu quemate las ce- ÷
solo en cobrar buena fa-; ÷
que el que imprime neceda- ÷
dalas a censo perpe-.

Aduierte que es desati-, ÷
siendo de vidrio el teja-, ÷
tomar piedras en las ma- ÷
para tirar al vezi-. ÷
Dexa que el hombre de juy- ÷
en las obras que compo- ÷
se vaya con pies de plo-; ÷
que el que saca a luz pape- ÷
para entretener donze-, ÷
escriue a tontas y a lo-.


## <b003>
# chapter   3 dedicpoem
# unit A author
AMADIS DE GAVLA
# unit T title
A DON QVIXOTE DE LA MANCHA
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Tu, que imitaste la llorosa vida ÷
que tuue, ausente y desdeñado, sobre ÷
el gran ribaço de la Peña Pobre, ÷
de alegre a penitencia reduzida;

tu, a quien los ojos dieron la beuida ÷
de abundante licor, aunque salobre, ÷
y, alçandote la plata, estaño y cobre, ÷
te dio la tierra en tierra la comida;

biue seguro de que eternamente, ÷
en tanto, al menos, que en la quarta esfera ÷
sus cauallos aguije el rubio Apolo,

tendras claro renombre de valiente, ÷
tu patria sera en todas la primera, ÷
tu sabio autor, al mundo vnico y solo.


## <b004>
# chapter   4 dedicpoem
# unit A author
DON BELIANIS DE GRECIA
# unit T title
A DON QVIXOTE DE LA MANCHA
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Rompi, corté, abollé, y dixe, y hize ÷
mas que en el orbe cauallero andante; ÷
fuy diestro, fuy valiente, fuy arrogante; ÷
mil agrauios vengué, cien mil deshize.

Hazañas di a la fama que eternize; ÷
fuy comedido y regalado amante; ÷
fue enano para mi todo gigante, ÷
y al duelo en qualquier punto satisfize.

Tuue a mis pies postrada la fortuna, ÷
y traxo del copete mi cordura ÷
a la calua ocasion al estricote.

Mas, aunque sobre el cuerno de la luna ÷
siempre se vio encumbrada mi ventura, ÷
tus proezas embidio, ¡o, gran Quixote!


## <b005>
# chapter   5 dedicpoem
# unit A author
LA SEÑORA ORIANA
# unit T title
A DVLZINEA DEL TOBOSO
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
¡O, quien tuuiera, hermosa Dulzinea, ÷
por mas comodidad y mas reposo, ÷
a Miraflores puesto en el Toboso, ÷
y trocara sus Londres con tu aldea!

¡O, quien de tus desseos y librea ÷
alma y cuerpo adornara, y del famoso ÷
cauallero, que hiziste venturoso, ÷
mirara alguna desigual pelea!

¡O, quien tan castamente se escapara ÷
del señor Amadis, como tu hiziste ÷
del comedido hidalgo don Quixote!

Que assi, embidiada fuera, y no embidiara, ÷
y fuera alegre el tiempo que fue triste, ÷
y gozara los gustos sin escote.


## <b006>
# chapter   6 dedicpoem
# unit A author
GANDALIN, ESCVDERO DE AMADIS DE GAVLA,
# unit T title
A SANCHO PANÇA, ESCVDERO DE DON QVIXOTE
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Salue, varon famoso, a quien fortuna, ÷
quando en el trato escuderil te puso, ÷
tan blanda y cuerdamente lo dispuso, ÷
que lo passaste sin desgracia alguna.

Ya la açada o la hoz poco repugna ÷
al andante exercicio; ya está en vso ÷
la llaneza escudera, con que acuso ÷
al soberuio que intenta hollar la luna.

Embidio a tu jumento, y a tu nombre, ÷
y a tus alforjas ygualmente imbidio, ÷
que mostraron tu cuerda prouidencia.

Salue otra vez, ¡o, Sancho! tan buen hombre, ÷
que a solo tu nuestro español Ouidio ÷
con buzcorona te haze reberencia.


## <b007>
# chapter   7 dedicpoem
# unit A author
DEL DONOSO POETA ENTREVERADO
# unit T title
A SANCHO PANÇA Y ROZINANTE
# unit Q spanishverse
Soy Sancho Pança, escude- ÷
del manchego don Quixo-; ÷
puse pies en poluoro- ÷
por viuir a lo discre-; ÷
que el tacito Villadie- ÷
toda su razon de esta- ÷
cifró en vna retira-, ÷
segun siente Celesti-, ÷
libro, en mi opinion, diui-, ÷
si encubriera mas lo huma-.


## <b008>
# chapter   8 dedicpoem
# unit T title
A ROZINANTE
# unit Q spanishverse
Soy Rozinante el famo-, ÷
bisnieto del gran Babie-; ÷
por pecados de flaque- ÷
fuy a poder de vn don Quixo-. ÷
Parejas corri a lo flo-, ÷
mas por vña de caua- ÷
no se me escapó ceua-; ÷
que esto saqué a Lazari- ÷
quando, para hurtar el vi- ÷
al ciego, le di la pa-.


## <b009>
# chapter   9 dedicpoem
# unit A author
ORLANDO FVRIOSO
# unit T title
A DON QVIXOTE DE LA MANCHA
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Si no eres par, tampoco le has tenido; ÷
que par pudieras ser entre mil pares, ÷
ni puede auerle donde tu te hallares, ÷
inuito vencedor, jamas vencido.

Orlando soy, Quixote, que, perdido ÷
por Angelica, vi remotos mares, ÷
ofreciendo a la fama en sus altares ÷
aquel valor que respetó el oluido.

No puedo ser tu ygual, que este decoro ÷
se deue a tus proezas y a tu fama, ÷
puesto que, como yo, perdiste el seso.

Mas serlo has mio, si al soberuio Moro ÷
y Cita fiero domas, que oy nos llama ÷
yguales en amor con mal sucesso.


## <b010>
# chapter  10 dedicpoem
# unit A author
EL CAVALLERO DEL FEBO
# unit T title
A DON QVIXOTE DE LA MANCHA
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
A vuestra espada no ygualó la mia, ÷
Phebo español, curioso cortesano, ÷
ni a la alta gloria de valor mi mano, ÷
que rayo fue do nace y muere el dia.

Imperios desprecié; la monarquia ÷
que me ofrecio el Oriente roxo en vano ÷
dexé, por ver el rostro soberano ÷
de Claridiana, aurora hermosa mia.

Amela por milagro vnico y raro, ÷
y, ausente en su desgracia, el propio infierno ÷
temio mi braço, que domó su rabia.

Mas vos, godo Quixote, ilustre y claro, ÷
por Dulzinea soys al mundo eterno, ÷
y ella por vos famosa, honesta y sabia.


## <b011>
# chapter  11 dedicpoem
# unit A author
DE SOLISDAN
# unit T title
A DON QVIXOTE DE LA MANCHA
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Maguer, señor Quixote, que sandezes ÷
vos tengan el cerbelo derrumbado, ÷
nunca sereys de alguno reprochado ÷
por home de obras viles y soezes.

Seran vuessas fazañas los joezes, ÷
pues tuertos desfaziendo aueys andado, ÷
siendo vegadas mil apaleado ÷
por follones cautiuos y rahezes.

Y si la vuessa linda Dulzinea ÷
dessaguisado contra vos comete, ÷
ni a vuessas cuytas muestra buen talante,

en tal desman, vuesso conorte sea ÷
que Sancho Pança fue mal alcaguete, ÷
necio el, dura ella, y vos no amante.


## <b012>
# chapter  12 dedicpoem
# unit T title
DIALOGO ENTRE BABIECA Y ROZINANTE
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
B. ¿Cómo estays, Rozinante, tan delgado? ÷
R. Porque nunca se come, y se trabaja. ÷
B. Pues ¿qué es de la ceuada y de la paja? ÷
R. No me dexa mi amo ni vn bocado. ÷
B. Andá, señor, que estays muy mal criado, ÷
pues vuestra lengua de asno al amo vltraja. ÷
R. Asno se es de la cuna a la mortaja. ÷
¿Quereyslo ver? Miraldo enamorado. ÷
B. ¿Es necedad amar? ÷
R. No es gran prudencia. ÷
B. Metafisico estays. ÷
R. Es que no como. ÷
B. Quexaos del escudero. ÷
R. No es bastante. ÷
¿Cómo me he de quexar en mi dolencia, ÷
si el amo y escudero o majordomo ÷
son tan rozines como Rozinante?

# part c Volume_1_Parte_1

## <c000>
# chapter   0 parttitle
# unit T title
PRIMERA PARTE DEL INGENIOSO
hidalgo don Quixote de
la Mancha.

## <c001>
# chapter   1 Primero
# unit N chapternum
Capitulo Primero
# unit T title
Que trata de la condicion y exercicio del famoso
hidalgo don Quixote de la Mancha.
# unit P text
En vn lugar de la Mancha, de cuyo nombre
no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que
viuia vn hidalgo de los de lança en astillero,
adarga antigua, rozin flaco y galgo corredor.
Vna olla de algo mas vaca que carnero,
salpicon las mas noches, duelos y quebrantos
los sabados, lantejas los viernes, algun
palomino de añadidura los domingos, consumian
las tres partes de su hazienda. El resto
della concluian sayo de velarte, calças de
velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo
mesmo, y los dias de entre semana se honraua
con su vellori de lo mas fino.

Tenia en su casa vna ama que passaua de
los quarenta, y vna sobrina que no llegaua a
los veynte, y vn moço de campo y plaça, que
assi ensillaua el rozin como tomaua la
podadera. Frisaua la edad de nuestro hidalgo con
los cinquenta años. Era de complexion rezia,
seco de carnes, enjuto de rostro, gran
madrugador y amigo de la caça. Quieren dezir que
tenia el sobrenombre de Quixada, o Quesada,
que en esto ay alguna diferencia en los autores
que deste caso escriuen, aunque por conjeturas
verosimiles se dexa entender que se
llamaua Quexana. Pero esto importa poco
a nuestro cuento; basta que en la narracion
del no se salga vn punto de la verdad.

Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo,
los ratos que estaua ocioso, que eran los
mas del año, se daua a leer libros de cauallerias,
con tanta aficion y gusto, que oluidó casi
de todo punto el exercicio de la caça, y aun la
administracion de su hazienda; y llegó a tanto
su curiosidad y desatino en esto, que vendio
muchas hanegas de tierra de sembradura para
comprar libros de cauallerias en que leer, y
assi lleuó a su casa todos quantos pudo auer
dellos, y, de todos, ningunos le parecian tambien
como los que compuso el famoso Feliciano
de Silua; porque la claridad de su prosa,
y aquellas entricadas razones suyas le
parecian de perlas; y mas quando llegaua a leer
aquellos requiebros y cartas de desafios, donde
en muchas partes hallaua escrito: La razon
de la sinrazon que a mi razon se haze, de tal
manera mi razon enflaqueze, que con razon
me quexo de la vuestra fermosura. Y tambien
quando leia: Los altos cielos que de vuestra
diuinidad diuinamente con las estrellas os
fortifican, y os hazen merecedora del merecimiento
que merece la vuestra grandeza. Con estas
razones perdia el pobre cauallero el juyzio, y
desuelauase por entenderlas y desentrañarles
el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera
el mesmo Aristoteles, si resucitara
para solo ello.

No estaua muy bien con las heridas que don
Belianis daua y recebia, porque se imaginaua
que, por grandes maestros que le huuiessen
curado, no dexaria de tener el rostro y todo el
cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con
todo, alabaua en su autor aquel acabar su libro
con la promessa de aquella inacabable auentura,
y muchas vezes le vino desseo de tomar
la pluma y dalle fin al pie de la letra, como alli
se promete; y sin duda alguna lo hiziera, y aun
saliera con ello, si otros mayores y continuos
pensamientos no se lo estoruaran.

Tuuo muchas vezes competencia con el cura
de su lugar, que era hombre docto, graduado
en Ciguença, sobre quál auia sido mejor
cauallero, Palmerin de Ingalaterra o Amadis
de Gaula; mas Maese Nicolas, barbero del
mesmo pueblo, dezia que ninguno llegaua al
Cauallero del Febo, y que si alguno se le podia
comparar, era don Galaor, hermano de Amadis
de Gaula, porque tenia muy acomodada condicion
para todo; que no era cauallero melindroso,
ni tan lloron como su hermano, y que
en lo de la valentia no le yua en çaga.

En resolucion, el se enfrascó tanto en su
letura, que se le passauan las noches leyendo de
claro en claro, y los dias de turbio en turbio;
y, assi, del poco dormir y del mucho leer, se
le secó el celebro de manera que vino a perder
el juyzio. Llenosele la fantasia de todo aquello
que leia en los libros, assi de encantamentos
como de pendencias, batallas, desafios, heridas,
requiebros, amores, tormentas y disparates
impossibles. Y assentosele de tal modo en
la imaginacion que era verdad toda aquella
maquina de aquellas sonadas soñadas
inuenciones que leia, que para el no auia otra
historia mas cierta en el mundo. Dezia el, que
el Cid Ruydiaz auia sido muy buen cauallero;
pero que no tenia que ver con el Cauallero de
la Ardiente Espada, que de solo vn reues
auia partido por medio dos fieros y descomunales
gigantes. Mejor estaua con Bernardo del
Carpio, porque en Ronçesualles auia muerto
a Roldan el encantado, valiendose de la industria
de Hercules, quando ahogó a Anteo, el
hijo de la Tierra, entre los braços. Dezia mucho
bien del gigante Morgante porque, con ser
de aquella generacion gigantea, que todos
son soberuios y descomedidos, el solo era
afable y bien criado. Pero sobre todos estaua
bien con Reynaldos de Montaluan, y mas
quando le veia salir de su castillo, y robar
quantos topaua, y quando en allende robó
aquel idolo de Mahoma, que era todo de oro,
segun dize su historia. Diera el, por dar vna
mano de cozes al traydor de Galalon, al ama
que tenia, y aun a su sobrina de añadidura.

En efeto, rematado ya su juyzio, vino a dar
en el mas estraño pensamiento que jamas
dio loco en el mundo, y fue, que le parecio
conuenible y necessario, assi para el aumento
de su honra como para el seruicio de su
republica, hazerse cauallero andante, y yrse por
todo el mundo con sus armas y cauallo, a buscar
las auenturas, y a exercitarse en todo aquello
que el auia leydo que los caualleros andantes
se exercitauan, deshaziendo todo genero
de agrauio, y poniendose en ocasiones y
peligros, donde, acabandolos, cobrase eterno
nombre y fama. Ymaginauase el pobre ya
coronado por el valor de su braço, por lo menos
del imperio de Trapisonda, y, assi, con estos
tan agradables pensamientos, lleuado del estraño
gusto que en ellos sentia, se dio priessa
a poner en efeto lo que desseaua.

Y lo primero que hizo fue limpiar vnas armas
que auian sido de sus visabuelos, que,
tomadas de orin y llenas de moho, luengos
siglos auia que estauan puestas y oluidadas
en vn rincon. Limpiolas y adereçolas lo mejor
que pudo; pero vio que tenian vna gran falta,
y era que no tenian zelada de encaxe, sino
morrion simple; mas a esto suplio su industria,
porque de cartones hizo vn modo de media
zelada, que, encaxada con el morrion, hazian
vna apariencia de zelada entera. Es verdad
que para prouar si era fuerte y podia estar al
riesgo de vna cuchillada, sacó su espada y le
dio dos golpes, y con el primero y en vn
punto deshizo lo que auia hecho en vna semana;
y no dexó de parecerle mal la facilidad con
que la auia hecho pedaços, y, por assegurarse
deste peligro, la tornó a hazer de nueuo,
poniendole vnas barras de hierro por de dentro,
de tal manera, que el quedó satisfecho de su
fortaleza, y, sin querer hazer nueua experiencia
della, la diputó y tuuo por zelada finissima de
encaxe.

Fue luego a ver su rozin, y, aunque tenia
mas quartos que vn real y mas tachas que el
cauallo de Gonela, que
# unit L latinphrase
tantum pellis & ossa fuit,
# unit P text
le parecio que ni el Buzefalo de
Alexandro, ni Babieca el del Cid con el se
ygualauan. Quatro dias se le passaron en imaginar
qué nombre le pondria, porque, segun se dezia
el a si mesmo, no era razon que cauallo de
cauallero tan famoso, y tan bueno el por si,
estuuiesse sin nombre conocido, y, ansi,
procuraua acomodarsele de manera que declarasse
quien auia sido antes que fuesse de cauallero
andante, y lo que era entonces; pues estaua
muy puesto en razon que, mudando su señor
estado, mudasse el tambien el nombre, y le
cobrasse famoso y de estruendo, como conuenia
a la nueua orden y al nueuo exercicio
que ya professaua; y assi, despues de muchos
nombres que formó, borró y quitó, añadio,
deshizo y tornó a hazer en su memoria e
imaginacion, al fin le vino a llamar Rozinante,
nombre, a su parecer, alto, sonoro y significatiuo
de lo que auia sido quando fue rozin,
antes de lo que aora era, que era antes y
primero de todos los rozines del mundo.

Puesto nombre, y tan a su gusto, a su cauallo,
quiso ponersele a si mismo, y en este pensamiento
duró otros ocho dias, y al cabo se vino
a llamar don Quixote; de donde, como queda
dicho, tomaron ocasion los autores desta
tan verdadera historia que, sin duda, se deuia
de llamar Quixada, y no Quesada, como otros
quisieron dezir. Pero acordandose que el
valeroso Amadis, no solo se auia contentado con
llamarse Amadis a secas, sino que añadio el
nombre de su reyno y patria por hazerla
famosa, y se llamó Amadis de Gaula, assi
quiso, como buen cauallero, añadir al suyo el
nombre de la suya y llamarse don Quixote de
la Mancha, con que, a su parecer, declaraua
muy al viuo su linage y patria, y la honraua
con tomar el sobrenombre della.

Limpias, pues, sus armas, hecho del morrion
zelada, puesto nombre a su rozin y confirmandose
a si mismo, se dio a entender que no
le faltaua otra cosa sino buscar vna dama de
quien enamorarse; porque el cauallero andante
sin amores era arbol sin hojas y sin fruto, y
cuerpo sin alma. Deziase el a si: ``Si yo por
malos de mis pecados, o por mi buena
suerte, me encuentro por ahi con algun gigante,
como de ordinario les acontece a los caualleros
andantes, y le derribo de vn encuentro, o
le parto por mitad del cuerpo, o, finalmente, le
venço y le rindo, ¿no sera bien tener a quien
embiarle presentado, y que entre y se hinque
de rodillas ante mi dulce señora, y diga con
voz humilde, y rendido: «Yo, señora, soy
el gigante Caraculiambro, señor de la insula
Malindrania, a quien vencio en singular
batalla el jamas como se deue alabado
cauallero don Quixote de la Mancha, el qual me
mandó que me presentasse ante vuestra
merced para que la vuestra grandeza
disponga de mi a su talante?»''

¡O, cómo se holgo nuestro buen cauallero
quando huuo hecho este discurso, y mas quando
halló a quien dar nombre de su dama! Y fue,
a lo que se cree, que en vn lugar cerca del suyo
auia vna moça labradora de muy buen parecer,
de quien el vn tiempo anduuo enamorado,
aunque, segun se entiende, ella jamas lo supo
ni se dio cata dello. Llamauase Aldonça
Lorenço, y a esta le parecio ser bien darle titulo
de señora de sus pensamientos; y, buscandole
nombre que no desdixesse mucho del suyo, y
que tirasse y se encaminasse al de princesa y
gran señora, vino a llamarla Dulcinea del
Toboso, porque era natural del Toboso; nombre,
a su parecer, musico y peregrino, y significatiuo,
como todos los demas que a el y a
sus cosas auia puesto.


## <c002>
# chapter   2 II
# unit N chapternum
Capitulo II
# unit T title
Que trata de la primera salida que de su tierra
hizo el ingenioso don Quixote.
# unit P text
Hechas, pues, estas preuenciones, no quiso
aguardar mas tiempo a poner en efeto su
pensamiento, apretandole a ello la falta que el
pensaua que hazia en el mundo su tardança, segun
eran los agrauios que pensaua deshazer, tuertos
que endereçar, sinrazones que emendar,
y abusos que mejorar, y deudas que satisfazer.
Y assi, sin dar parte a persona alguna de su
intencion y sin que nadie le viesse, vna mañana,
antes del dia, que era vno de los calurosos del
mes de Iulio, se armó de todas sus armas, subio
sobre Rocinante, puesta su mal compuesta
zelada, embraçó su adarga, tomó su lança, y, por
la puerta falsa de vn corral, salio al campo con
grandissimo contento y alboroço de ver con
quánta facilidad auia dado principio a su buen
desseo.

Mas apenas se vio en el campo quando le
assaltó vn pensamiento terrible, y tal, que por
poco le hiziera dexar la començada empresa;
y fue, que le vino a la memoria que no era
armado cauallero, y que, conforme a ley de
caualleria, ni podia ni deuia tomar armas con
ningun cauallero; y, puesto que lo fuera, auia de
lleuar armas blancas, como nouel cauallero, sin
empresa en el escudo, hasta que por su esfuerço
la ganasse. Estos pensamientos le hizieron
titubear en su proposito; mas, pudiendo mas su
locura que otra razon alguna, propuso de
hazerse armar cauallero del primero que topasse,
a imitacion de otros muchos que assi lo hizieron,
segun el auia leydo en los libros que tal le
tenian. En lo de las armas blancas, pensaua
limpiarlas de manera, en teniendo lugar, que
lo fuessen mas que vn armiño; y con esto
se quietó y prosiguio su camino, sin lleuar otro
que aquel que su cauallo queria, creyendo que
en aquello consistia la fuerça de las auenturas.

Yendo, pues, caminando nuestro flamante
auenturero, yua hablando consigo mesmo,
y diziendo: ``¿Quién duda, sino que en los
venideros tiempos, quando salga a luz la verdadera
historia de mis famosos hechos, que el sabio
que los escriuiere no ponga, quando llegue a
contar esta mi primera salida tan de mañana,
desta manera?: «Apenas auia el rubicundo Apolo
tendido por la faz de la ancha y espaciosa
tierra las doradas hebras de sus hermosos
cabellos, y apenas los pequeños y pintados
paxarillos con sus harpadas lenguas auian
saludado con dulce y meliflua armonia la venida
de la rosada Aurora, que, dexando la blanda
cama del zeloso marido, por las puertas y
balcones del manchego orizonte a los mortales
se mostraua, quando el famoso cauallero don
Quixote de la Mancha, dexando las ociosas
plumas, subio sobre su famoso cauallo
Rozinante, y començo a caminar por el antiguo y
conocido campo de Montiel.»'' Y era la
verdad que por el caminaua; y añadio diziendo:
``Dichosa edad, y siglo dichoso, aquel adonde
saldran a luz las famosas hazañas mias, dignas
de entallarse en bronzes, esculpirse en marmoles
y pintarse en tablas, para memoria en lo
futuro. ¡O tu, sabio encantador, quien quiera
que seas, a quien ha de tocar el ser coronista
desta peregrina historia, ruegote que no te
oluides de mi buen Rozinante, compañero eterno
mio en todos mis caminos y carreras!'' Luego
boluia diziendo, como si verdaderamente fuera
enamorado: ``¡O princesa Dulcinea, señora deste
cautiuo coraçon!, mucho agrauio me auedes
fecho en despedirme y reprocharme con el
riguroso afincamiento de mandarme no parecer
ante la vuestra fermosura. Plegaos, señora,
de membraros deste vuestro sujeto coraçon, que
tantas cuytas por vuestro amor padece.'' Con
estos yua ensartando otros disparates, todos al
modo de los que sus libros le auian enseñado,
imitando en quanto podia su lenguaje. Con
esto caminaua tan despacio, y el sol entraua
tan apriesa y con tanto ardor, que fuera bastante
a derretirle los sesos, si algunos tuuiera.

Casi todo aquel dia caminó sin acontecerle
cosa que de contar fuesse, de lo qual se
desesperaua, porque quisiera topar luego luego,
con quien hazer experiencia del valor de su
fuerte braço. Autores ay que dizen que la
primera auentura que le auino fue la del puerto
Lapice, otros dizen que la de los molinos
de viento; pero lo que yo he podido aueriguar
en este caso, y lo que he hallado escrito en
los Anales de la Mancha, es que el anduuo
todo aquel dia, y al anochecer, su rozin y el se
hallaron cansados y muertos de hambre; y que,
mirando a todas partes por ver si descubriria
algun castillo o alguna majada de pastores
donde recogerse, y adonde pudiesse remediar
su mucha hambre y necessidad, vio, no
lexos del camino por donde yua, vna venta,
que fue como si viera vna estrella que no
a los portales, sino a los alcaçares de su
redencion le encaminaua. Diose priessa a
caminar, y llegó a ella a tiempo que anochecia.

Estauan acaso a la puerta dos mugeres moças,
destas que llaman del partido, las quales
yuan a Seuilla con vnos harrieros que en
la venta aquella noche acertaron a hazer
jornada; y como a nuestro auenturero todo quanto
pensaua, veia o imaginaua, le parecia ser hecho
y passar al modo de lo que auia leydo, luego
que vio la venta se le representó que era vn
castillo con sus quatro torres y chapiteles de
luziente plata, sin faltarle su puente leuadiza
y honda caua, con todos aquellos aderentes
que semejantes castillos se pintan.

Fues(s)e llegando a la venta que a el le
parecia castillo, y a poco trecho della detuuo las
riendas a Rozinante, esperando que algun enano
se pusiesse entre las almenas, a dar señal
con alguna trompeta de que llegaua cauallero
al castillo. Pero como vio que se tardauan y
que Rozinante se daua priessa por llegar a la
caualleriza, se llegó a la puerta de la venta, y
vio a las dos destraydas moças que alli
estauan, que a el le parecieron dos hermosas
donzellas o dos graciosas damas, que delante de
la puerta del castillo se estauan solazando. En
esto sucedio acaso que vn porquero, que
andaua recogiendo de vnos rastrojos vna manada
de puercos, que, sin perdon, assi se llaman,
tocó vn cuerno, a cuya señal ellos se recogen,
y al instante se le representó a don Quixote lo
que desseaua, que era que algun enano hazia
señal de su venida; y assi, con estraño contento,
llegó a la venta y a las damas. Las quales,
como vieron venir vn hombre de aquella suerte
armado, y con lança y adarga, llenas de miedo
se yuan a entrar en la venta; pero don Quixote,
coligiendo por su huyda su miedo, alçandose
la visera de papelon, y descubriendo su seco y
poluoroso rostro, con gentil talante y voz
reposada les dixo:

``No fuyan las vuestras mercedes ni teman
desaguisado alguno, ca a la orden de caualleria
que professo non toca ni atañe fazerle a
ninguno, quanto mas a tan altas donzellas como
vuestras presencias demuestran.''

Mirauanle las moças, y andauan con los
ojos buscandole el rostro, que la mala visera
le encubria; mas como se oyeron llamar
donzellas, cosa tan fuera de su profession, no
pudieron tener la risa, y fue de manera que don
Quixote vino a correrse y a dezirles:

``Bien parece la mesura en las fermosas, y
es mucha sandez, ademas, la risa que de leue
causa procede; pero non vos lo digo porque os
acuytedes ni mostredes mal talante, que el mio
non es de al que de seruiros.''

El lenguaje, no entendido de las señoras, y
el mal talle de nuestro cauallero acrecentaua en
ellas la risa, y en el el enojo, y passara muy
adelante si a aquel punto no saliera el ventero,
hombre que, por ser muy gordo, era muy pacifico;
el qual, viendo aquella figura contrahecha,
armada de armas tan desiguales como eran la
brida, lança, adarga y coselete, no estuuo en
nada en acompañar a las donzellas en las
muestras de su contento. Mas, en efeto,
temiendo la maquina de tantos pertrechos,
determinó de hablarle comedidamente, y assi
le dixo:

``Si vuestra merced, señor cauallero, busca
posada, amen del lecho, porque en esta venta
no ay ninguno, todo lo demas se hallará en
ella en mucha abundancia.''

Viendo don Quixote la humildad del alcayde
de la fortaleza, que tal le parecio a el el
ventero y la venta, respondio:

``Para mi, señor castellano, qualquiera cosa
basta, porque ÷
# unit Q spanishverse
mis arreos son las armas, ÷
mi descanso el pelear, &c.'' ÷
# unit P text
Penso el huesped que el auerle llamado
castellano auia sido por auerle parecido de los
sanos de Castilla, aunque el era andaluz, y
de los de la Playa de San Lucar, no menos
ladron que Caco, ni menos maleante que
estudiantado paje; y, assi, le respondio:

``Segun esso, las camas de vuestra merced
seran duras peñas, y su dormir, siempre velar;
y, siendo assi, bien se puede apear, con
seguridad de hallar en esta choça ocasion y
ocasiones para no dormir en todo vn año, quanto
mas en vna noche.''

Y, diziendo esto, fue a tener el estribo a
don Quixote, el qual se apeó con mucha dificultad
y trabaxo, como aquel que en todo aquel
dia no se auia desayunado. Dixo luego al
huesped que le tuuiesse mucho cuydado de su
cauallo, porque era la mejor pieça que comia pan
en el mundo. Mirole el ventero, y no le parecio
tan bueno como don Quixote dezia, ni aun la
mitad; y acomodandole en la caualleriza, boluio
a ver lo que su huesped mandaua, al qual estauan
desarmando las donzellas, que ya se auian
reconciliado con el; las quales, aunque le auian
quitado el peto y el espaldar, jamas supieron
ni pudieron desencaxarle la gola, ni quitalle
la contrahecha zelada que traia atada con vnas
cintas verdes, y era menester cortarlas por no
poderse quitar los ñudos; mas el no lo quiso
consentir en ninguna manera, y, assi, se quedó
toda aquella noche con la zelada puesta, que
era la mas graciosa y estraña figura que se
pudiera pensar. Y al desarmarle, como el se
imaginaua que aquellas traydas y lleuadas que
le desarmauan eran algunas principales señoras
y damas de aquel castillo, les dixo con
mucho donayre:

# unit Q spanishverse
``Nunca fuera cauallero ÷
de damas tambien seruido, ÷
como fuera don Quixote ÷
quando de su aldea vino: ÷
donzellas curauan del, ÷
princesas del su rozino.

# unit P text
''O Rozinante; que este es el nombre, señoras
mias, de mi cauallo, y don Quixote de la Mancha
el mio; que, puesto que no quisiera descubrirme
fasta que las fazañas fechas en vuestro
seruicio y pro me descubrieran, la fuerça de
acomodar al proposito presente este romance
viejo de Lançarote ha sido causa que sepays
mi nombre antes de toda sazon; pero tiempo
vendra en que las vuestras señorias me
manden, y yo obedezca, y el valor de mi braço
descubra el desseo que tengo de seruiros.''

Las moças, que no estauan hechas a oyr
semejantes retoricas, no respondian palabra;
solo le preguntaron si queria comer alguna
cosa.

``Qualquiera yantaria yo'', respondio don
Quixote, ``porque a lo que entiendo me haria
mucho al caso.''

A dicha acerto a ser viernes aquel dia, y no
auia en toda la venta sino vnas raciones de
vn pescado que en Castilla llaman abadexo, y
en Andaluzia bacallao, y en otras partes
curadillo, y en otras truchuela. Preguntaronle si,
por ventura, comeria su merced truchuela; que
no auia otro pescado que dalle a comer.

``Como aya muchas truchuelas'', respondio
don Quixote, ``podran seruir de vna trucha;
porque esso se me da que me den ocho reales
en senzillos, que en vna pieça de a ocho.
Quanto mas que podria ser que fuessen estas
truchuelas como la ternera, que es mejor que
la vaca, y el cabrito que el cabron. Pero, sea
lo que fuere, venga luego, que el trabajo y
peso de las armas no se puede lleuar sin el
gouierno de las tripas.''

Pusieronle la mesa a la puerta de la venta
por el fresco, y truxole el huesped vna porcion
del mal remojado y peor cozido bacallao, y vn
pan tan negro y mugriento como sus armas;
pero era materia de grande risa verle comer,
porque, como tenia puesta la zelada y alçada la
visera, no podia poner nada en la boca con
sus manos si otro no se lo daua y ponia, y
ansi, vna de aquellas señoras seruia deste
menester. Mas al darle de beuer, no fue possible,
ni lo fuera, si el ventero no horadara vna
caña, y, puesto el vn cabo en la boca, por el
otro le yua echando el vino; y todo esto lo
recebia en paciencia, a trueco de no romper las
cintas de la zelada.

Estando en esto, llegó acaso a la venta vn
castrador de puercos, y assi como llegó, sono
su siluato de cañas quatro o cinco vezes, con
lo qual acabó de confirmar don Quixote que
estaua en algun famoso castillo, y que le
seruian con musica, y que el abadexo eran
truchas, el pan candeal, y las rameras damas,
y el ventero castellano del castillo; y con esto
daua por bien empleada su determinacion y
salida. Mas lo que mas le fatigaua era el no
verse armado cauallero, por parecerle que no
se podria poner legitimamente en auentura
alguna, sin recebir la orden de caualleria.


## <c003>
# chapter   3 III
# unit N chapternum
Capitulo III
# unit T title
Donde se cuenta la graciosa manera que tuuo
don Quixote en armarse cauallero.
# unit P text
Y assi, fatigado deste pensamiento, abreuió
su venteril y limitada cena. La qual acabada,
llamó al ventero, y, encerrandose con el en la
caualleriza, se hincó de rodillas ante el,
diziendole:

``No me leuantaré jamas de donde estoy,
valeroso cauallero, fasta que la vuestra
cortesia me otorgue vn don que pedirle quiero, el
qual redundará en alabança vuestra y en pro
del genero humano.''

El ventero, que vio a su huesped a sus pies
y oyo semejantes razones, estaua confuso
mirandole sin saber qué hazerse ni dezirle, y
porfiaua con el que se leuantase, y jamas
quiso, hasta que le huuo de dezir que el le
otorgaua el don que le pedia.

``No esperaua yo menos de la gran magnificencia
vuestra, señor mio'', respondio don
Quixote, ``y assi os digo que el don que os
he pedido, y de vuestra liberalidad me ha sido
otorgado, es que mañana, en aquel dia, me
aueys de armar cauallero, y esta noche en la
capilla deste vuestro castillo velaré las armas,
y mañana, como tengo dicho, se cumplira lo
que tanto desseo, para poder, como se deue,
yr por todas las quatro partes del mundo
buscando las auenturas en pro de los
menesterosos, como está a cargo de la caualleria y
de los caualleros andantes, como yo soy, cuyo
desseo a semejantes fazañas es inclinado.''

El ventero, que, como está dicho, era vn poco
socarron, y ya tenia algunos barruntos de la
falta de juyzio de su huesped, acabó de creerlo
quando acabó de oyrle semejantes razones,
y, por tener que reyr aquella noche, determinó
de seguirle el humor; y, assi, le dixo que andaua
muy acertado en lo que desseaua y pedia,
y que tal prosupuesto era propio y natural de
los caualleros tan principales como el parecia
y como su gallarda presencia mostraua; y que
el, ansi mesmo, en los años de su mocedad,
se auia dado a aquel honroso exercicio,
andando por diuersas partes del mundo buscando
sus auenturas, sin que huuiesse dexado los
percheles de Malaga, islas de Riaran,
Compas de Seuilla, Azoguejo de Segouia, la
Oliuera de Valencia, Rondilla de Granada, Playa de
San Lucar, Potro de Cordoua y las Ventillas
de Toledo, y otras diuersas partes, donde
auia exercitado la ligereza de sus pies,
sutileza de sus manos, haziendo muchos tuertos,
requestando muchas viudas, deshaziendo
algunas donzellas y engañando a algunos
pupilos, y, finalmente, dandose a conocer por
quantas audiencias y tribunales ay casi en toda
España; y que, a lo vltimo, se auia venido a
recoger a aquel su castillo, donde viuia con
su hazienda y con las agenas, recogiendo en el
a todos los caualleros andantes, de qualquiera
calidad y condicion que fuessen, solo por la
mucha aficion que les tenia, y porque partiessen
con el de sus aueres en pago de su buen
desseo.

Dixole tambien que en aquel su castillo no
auia capilla alguna donde poder velar las
armas, porque estaua derribada para hazerla de
nueuo; pero que, en caso de necessidad, el
sabia que se podian velar donde quiera, y que
aquella noche las podria velar en vn patio del
castillo; que a la mañana, siendo Dios seruido,
se harian las deuidas ceremonias, de manera
que el quedasse armado cauallero, y tan
cauallero, que no pudiesse ser mas en el mundo.

Preguntole si traia dineros; respondio don
Quixote que no traia blanca, porque el nunca
auia leydo en las historias de los caualleros
andantes que ninguno los huuiesse traydo.
A esto dixo el ventero que se engañaua; que,
puesto caso que en las historias no se escriuia,
por auerles parecido a los autores dellas que
no era menester escreuir vna cosa tan clara
y tan necessaria de traerse, como eran dineros
y camisas limpias, no por esso se auia de
creer que no los truxeron; y assi, tuuiesse por
cierto y aueriguado que todos los caualleros
andantes, de que tantos libros estan llenos y
atestados, lleuauan bien herradas las bolsas
por lo que pudiesse sucederles, y que assi
mismo lleuauan camisas y vna arqueta pequeña
llena de vnguentos para curar las heridas que
recebian, porque no todas vezes en los campos
y desiertos, donde se combatian y salian
heridos, auia quien los curasse, si ya no era que
tenian algun sabio encantador por amigo, que
luego los socorria, trayendo por el ayre, en
alguna nuue, alguna donzella o enano con
alguna redoma de agua de tal virtud que, en
gustando alguna gota della, luego al punto
quedauan sanos de sus llagas y heridas, como
si mal alguno huuiessen tenido; mas que, en
tanto que esto no huuiesse, tuuieron los
passados caualleros por cosa acertada que sus
escuderos fuessen proueydos de dineros y de otras
cosas necessarias, como eran hilas y vnguentos
para curarse; y quando sucedia que los tales
caualleros no tenian escuderos, que eran pocas
y raras vezes, ellos mesmos lo lleuauan
todo en vnas alforjas muy sutiles, que casi no
se parecian, a las ancas del cauallo, como que
era otra cosa de mas importancia; porque, no
siendo por ocasion semejante, esto de lleuar
alforjas no fue muy admitido entre los caualleros
andantes, y por esto le daua por consejo,
pues aun se lo podia mandar como a su ahijado,
que tan presto lo auia de ser, que no caminasse
de alli adelante sin dineros y sin las
preuenciones referidas, y que veria quan bien
se hallaua con ellas, quando menos se pensase.

Prometiole don Quixote de hazer lo que se
le aconsejaua con toda puntualidad. Y, assi, se
dio luego orden como velasse las armas en vn
corral grande que a vn lado de la venta estaua,
y, recogiendolas don Quixote todas, las puso
sobre vna pila que junto a vn pozo estaua. Y,
embraçando su adarga, asio de su lança, y con
gentil continente se començo a passear delante
de la pila, y quando començo el passeo
començaua a cerrar la noche.

Conto el ventero a todos quantos estauan en
la venta la locura de su huesped, la vela de las
armas y la armazon de caualleria que esperaua.
Admiraronse de tan estraño genero de
locura, y fueronselo a mirar desde lexos, y
vieron que, con sossegado ademan, vnas vezes se
passeaua, otras, arrimado a su lança, ponia los
ojos en las armas, sin quitarlos por vn buen
espacio dellas. Acabó de cerrar la noche, pero
con tanta claridad de la luna, que podia competir
con el que se la prestaua; de manera, que
quanto el nouel cauallero hazia era bien visto
de todos.

Antojosele en esto a vno de los harrieros que
estauan en la venta yr a dar agua a su requa,
y fue menester quitar las armas de don
Quixote, que estauan sobre la pila, el qual,
viendole llegar, en voz alta le dixo:

``¡O tu, quien quiera que seas, atreuido
cauallero, que llegas a tocar las armas del mas
valeroso andante que jamas se ciño espada, mira
lo que hazes y no las toques, si no quieres
dexar la vida en pago de tu atreuimiento!''

No se curó el harriero destas razones, y fuera
mejor que se curara, porque fuera curarse en
salud; antes, trauando de las correas, las arrojó
gran trecho de si. Lo qual visto por don
Quixote, alçó los ojos al cielo, y puesto el
pensamiento, a lo que parecio, en su señora
Dulzinea, dixo:

``Acorredme, señora mia, en esta primera
afrenta que a este vuestro auassallado pecho
se le ofrece; no me desfallezca en este primero
trance vuestro fauor y amparo.''

Y, diziendo estas y otras semejantes razones,
soltando la adarga, alçó la lança a dos manos,
y dio con ella tan gran golpe al harriero en la
cabeça, que le derribó en el suelo tan
maltrecho, que, si segundara con otro, no tuuiera
necessidad de maestro que le curara. Hecho esto,
recogio sus armas y tornó a passearse con el
mismo reposo que primero.

Desde alli a poco, sin saberse lo que auia
passado, porque aun estaua aturdido el
harriero, llegó otro con la mesma intencion de
dar agua a sus mulos, y, llegando a quitar las
armas para desembaraçar la pila, sin hablar
don Quixote palabra, y sin pedir fauor a nadie,
solto otra vez la adarga, y alçó otra vez la
lança, y sin hazerla pedaços, hizo mas de tres la
cabeça del segundo harriero, porque se la abrio
por quatro. Al ruydo acudio toda la gente de la
venta, y entre ellos el ventero. Viendo esto don
Quixote, embraçó su adarga, y, puesta mano a
su espada, dixo:

``¡O señora de la fermosura, esfuerço y vigor
del debilitado coraçon mio, aora es tiempo que
bueluas los ojos de tu grandeza a este tu
cautiuo cauallero, que tamaña auentura está
atendiendo!''

Con esto cobró, a su parecer, tanto animo,
que si le acometieran todos los harrieros del
mundo no boluiera el pie atras. Los compañeros
de los heridos, que tales los vieron, començaron
desde lexos a llouer piedras sobre don
Quixote, el qual, lo mejor que podia, se
reparaua con su adarga, y no se osaua apartar de
la pila por no desamparar las armas. El ventero
daua vozes que le dexassen, porque ya les
auia dicho como era loco, y que por loco se
libraria aunque los matasse a todos. Tambien
don Quixote las daua, mayores, llamandolos de
aleuosos y traydores, y que el señor del castillo
era vn follon y mal nacido cauallero, pues de
tal manera consentia que se tratassen los
andantes caualleros, y que si el huuiera recebido
la orden de caualleria, que el le diera a entender
su aleuosia: ``Pero de vosotros, soez y baxa
canalla, no hago caso alguno. ¡Tirad, llegad,
venid y ofendedme en quanto pudieredes;
que vosotros vereys el pago que lleuays de
vuestra sandez y demasia!''

Dezia esto con tanto brio y denuedo, que
infundio vn terrible temor en los que le acometian,
y, assi, por esto, como por las persuasiones
del ventero, le dexaron de tirar, y el dexó
retirar a los heridos, y tornó a la vela de sus
armas con la misma quietud y sossiego que
primero.

No le parecieron bien al ventero las burlas
de su huesped, y determinó abreuiar y darle la
negra orden de caualleria luego, antes que otra
desgracia sucediesse. Y assi, llegandose a el, se
desculpó de la insolencia que aquella gente
baxa con el auia vsado, sin que el supiesse
cosa alguna, pero que bien castigados quedauan
de su atreuimiento. Dixole, como ya le
auia dicho, que en aquel castillo no auia capilla,
y para lo que restaua de hazer tampoco era
necessaria; que todo el toque de quedar armado
cauallero consistia en la pescoçada y en el
espaldarazo, segun el tenia noticia del ceremonial
de la orden, y que aquello en mitad de vn
campo se podia hazer, y que ya auia cumplido
con lo que tocaua al velar de las armas, que
con solas dos horas de vela se cumplia, quanto
mas que el auia estado mas de quatro.

Todo se lo creyo don Quixote y dixo
que el estaua alli pronto para obedecerle,
y que concluyesse con la mayor breuedad que
pudiesse; porque si fuesse otra vez acometido,
y se viesse armado cauallero, no pensaua dexar
persona viua en el castillo, eceto aquellas que
el le mandasse, a quien por su respeto dexaria.

Aduertido y medroso desto el castellano,
truxo luego vn libro donde assentaua la paja
y ceuada que daua a los harrieros, y con vn
cabo de vela que le traia vn muchacho, y con
las dos ya dichas donzellas, se vino adonde
don Quixote estaua, al qual mandó hincar de
rodillas, y, leyendo en su manual, como que
dezia alguna deuota oracion, en mitad de la
leyenda alçó la mano y diole sobre el cuello
vn buen golpe, y tras el, con su mesma
espada, vn gentil espaldarazo, siempre
murmurando entre dientes, como que rezaua. Hecho
esto, mandó a vna de aquellas damas que le
ciñesse la espada, la qual lo hizo con mucha
desemboltura y discrecion, porque no fue
menester poca para no rebentar de risa a cada
punto de las ceremonias; pero las proezas que
ya auian visto del nouel cauallero les tenia la
risa a raya.

Al ceñirle la espada, dixo la buena señora:

``Dios haga a vuestra merced muy venturoso
cauallero y le de ventura en lides.''

Don Quixote le preguntó como se llamaua,
porque el supiesse de alli adelante a quien
quedaua obligado por la merced recebida,
porque pensaua darle alguna parte de la honra
que alcançasse por el valor de su braço. Ella
respondio con mucha humildad que se llamaua
la Tolosa, y que era hija de vn remendon
natural de Toledo, que viuia a las tendillas
de Sancho Bienaya, y que donde quiera
que ella estuuiesse le seruiria y le tendria por
señor. Don Quixote le replicó que, por su amor,
le hiziesse merced que de alli adelante se
pusiesse don, y se llamasse doña Tolosa. Ella se
lo prometio, y la otra le calçó la espuela, con
la qual le passó casi el mismo coloquio que
con la de la espada. Preguntole su nombre, y
dixo que se llamaua la Molinera, y que era
hija de vn honrado molinero de Antequera; a
la qual tambien rogo don Quixote que se
pusiesse don, y se llamasse doña Molinera,
ofreciendole nueuos seruicios y mercedes.

Hechas, pues, de galope y aprissa, las
hasta alli nunca vistas ceremonias, no vio la hora
don Quixote de verse a cauallo y salir
buscando las auenturas, y, ensillando luego a
Rozinante, subio en el, y abraçando a su
huesped, le dixo cosas tan estrañas, agradeciendole
la merced de auerle armado cauallero,
que no es possible acertar a referirlas. El
ventero, por verle ya fuera de la venta, con no
menos retoricas, aunque con mas breues palabras,
respondio a las suyas, y, sin pedirle
la costa de la posada, le dexó yr a la buen
hora.


## <c004>
# chapter   4 IV
# unit N chapternum
Capitulo IV
# unit T title
De lo que le sucedio a nuestro cauallero
quando salio de la venta.
# unit P text
La del alua seria quando don Quixote salio
de la venta, tan contento, tan gallardo, tan
alboroçado por verse ya armado cauallero, que
el gozo le rebentaua por las cinchas del
cauallo. Mas viniendole a la memoria los consejos
de su huesped cerca de las preuenciones tan
necessarias que auia de lleuar consigo,
especial la de los dineros y camisas, determinó
boluer a su casa y acomodarse de todo, y de
vn escudero, haziendo cuenta de recebir a vn
labrador vezino suyo, que era pobre y con
hijos, pero muy a proposito para el oficio
escuderil de la caualleria. Con este pensamiento
guió a Rozinante hazia su aldea, el qual, casi
conociendo la querencia, con tanta gana
començo a caminar, que parecia que no ponia
los pies en el suelo.

No auia andado mucho, quando le parecio
que a su diestra mano, de la espessura de vn
bosque que alli estaua, salian vnas vozes
delicadas, como de persona que se quexaua, y, a
penas las huuo oydo, quando dixo:

``Gracias doy al cielo por la merced que me
haze, pues tan presto me pone ocasiones
delante donde yo pueda cumplir con lo que deuo
a mi profession y donde pueda coger el fruto
de mis buenos desseos. Estas vozes, sin duda,
son de algun menesteroso, o menesterosa, que
ha menester mi fauor y ayuda.''

Y, boluiendo las riendas, encaminó a
Rozinante hazia donde le parecio que las vozes
salian. Y, a pocos passos que entró por el
bosque, vio atada vna yegua a vna enzina, y atado
en otra a vn muchacho, desnudo de medio
cuerpo arriba, hasta de edad de quinze años,
que era el que las vozes daua, y no sin causa,
porque le estaua dando con vna pretina muchos
açotes vn labrador de buen talle, y cada
açote le acompañaua con vna reprehension y
consejo. Porque dezia:

``La lengua queda, y los ojos listos.''

Y el muchacho respondia:

``No lo hare otra vez, señor mio; por la
passion de Dios, que no lo hare otra vez, y yo
prometo de tener de aqui adelante mas cuydado
con el hato.''

Y viendo don Quixote lo que passaua, con
voz ayrada dixo:

``Descortes cauallero, mal parece tomaros
con quien defender no se puede; subid sobre
vuestro cauallo y tomad vuestra lança -- que
tambien tenia vna lança arrimada a la enzina
adonde estaua arrimada la yegua --, que yo
os hare conocer ser de cobardes lo que estays
haziendo.''

El labrador, que vio sobre si aquella figura
llena de armas, blandiendo la lança sobre su
rostro, tuuose por muerto, y con buenas
palabras respondio:

``Señor cauallero, este muchacho que estoy
castigando, es vn mi criado que me sirue de
guardar vna manada de ouejas que tengo en
estos contornos, el qual es tan descuydado,
que cada dia me falta vna; y porque castigo su
descuydo, o vellaqueria, dize que lo hago de
miserable, por no pagalle la soldada que le
deuo, y en Dios y en mi anima que miente.''

``¿Miente delante de mi, ruyn villano?'', dixo
don Quixote. ``Por el sol que nos alumbra, que
estoy por passaros de parte a parte con esta
lança; pagadle luego sin mas replica; si no,
por el Dios que nos rige que os concluya y
aniquile en este punto. Desatadlo luego.''

El labrador baxó la cabeça, y, sin responder
palabra, desató a su criado, al qual preguntó
don Quixote que quánto le deuia su amo; el
dixo que nueue meses, a siete reales cada mes.
Hizo la cuenta don Quixote y halló que montauan
sesenta y tres reales, y dixole al labrador
que al momento los desembolsasse, si no
queria morir por ello. Respondio el medroso
villano que para el passo en que estaua y
juramento que auia hecho -- y aun no auia jurado
nada --, que no eran tantos, porque se
le auian de descontar y recebir en cuenta tres
pares de çapatos que le auia dado, y vn real
de dos sangrias que le auian hecho estando
enfermo.

``Bien está todo esso'', replicó don Quixote;
``pero quedense los çapatos y las sangrias
por los açotes que sin culpa le aueys
dado; que si el rompio el cuero de los çapatos
que vos pagastes, vos le aueys rompido el de
su cuerpo; y si le sacó el barbero sangre
estando enfermo, vos en sanidad se la aueys
sacado; ansi que, por esta parte, no os deue
nada.''

``El daño está, señor cauallero, en que no
tengo aqui dineros; vengase Andres conmigo
a mi casa, que yo se los pagaré vn real sobre
otro.''

``¿Yrme yo con el'', dixo el muchacho, ``mas?
¡Mal año, no señor, ni por pienso; porque, en
viendose solo, me dessuelle como a vn San
Bartolome!''

``No hara tal'', replicó don Quixote; ``basta
que yo se lo mande para que me tenga respeto;
y con que el me lo jure por la ley de
caualleria que ha recebido, le dexaré yr libre y
asseguraré la paga.''

``Mire vuestra merced, señor, lo que dize'',
dixo el muchacho; ``que este mi amo no es
cauallero, ni ha recebido orden de caualleria
alguna; que es Iuan Haldudo el rico, el vezino
del Quintanar.''

``Importa poco esso'', respondio don Quixote,
``que Haldudos puede auer caualleros; quanto
mas, que cada vno es hijo de sus obras.''

``Assi es verdad'', dixo Andres; ``pero este
mi amo, ¿de qué obras es hijo, pues me niega
mi soldada, y mi sudor y trabajo?''

``No niego, hermano Andres'', respondio el
labrador, ``y hazedme plazer de veniros
conmigo; que yo juro por todas las ordenes que
de cauallerias ay en el mundo de pagaros,
como tengo dicho, vn real sobre otro, y aun
sahumados.''

``Del sahumerio os hago gracia'', dixo don
Quixote; ``dadselos en reales, que con esso me
contento, y mirad que lo cumplays como lo
aueys jurado; si no, por el mismo juramento os
juro de boluer a buscaros y a castigaros, y
que os tengo de hallar, aunque os escondays
mas que vna lagartija. Y, si quereys saber
quien os manda esto, para quedar con mas
veras obligado a cumplirlo, sabed que yo soy el
valeroso don Quixote de la Mancha, el desfazedor
de agrauios y sinrazones, y a Dios quedad;
y no se os parta de las mientes lo prometido
y jurado, so pena de la pena pronunciada.''

Y, en diziendo esto, picó a su Rozinante, y
en breue espacio se apartó dellos. Siguiole el
labrador con los ojos, y quando vio que auia
traspuesto del bosque y que ya no parecia,
boluiose a su criado Andres, y dixole:

``Venid aca, hijo mio, que os quiero pagar lo
que os deuo, como aquel deshazedor de
agrauios me dexó mandado.''

``Esso juro yo'', dixo Andres; ``y ¡cómo que
andara vuestra merced acertado en cumplir el
mandamiento de aquel buen cauallero, que
mil años viua; que, segun es de valeroso y de
buen juez, viue Roque que si no me paga, que
buelua y execute lo que dixo!''

``Tambien lo juro yo'', dixo el labrador; ``pero,
por lo mucho que os quiero, quiero acrecentar
la deuda por acrecentar la paga.''

Y, asiendole del braço, le tornó a atar a la
enzina, donde le dio tantos açotes que le dexó
por muerto.

``Llamad, señor Andres, aora'', dezia el
labrador, ``al desfazedor de agrauios; vereys como
no desfaze aqueste, aunque creo que no está
acabado de hazer, porque me viene gana de
dessollaros viuo, como vos temiades.''

Pero, al fin, le desató y le dio licencia que
fuesse a buscar su juez para que executasse
la pronunciada sentencia. Andres se partio algo
mohino, jurando de yr a buscar al valeroso don
Quixote de la Mancha y contalle punto por
punto lo que auia passado, y que se lo auia de
pagar con las setenas. Pero, con todo esto,
el se partio llorando y su amo se quedó riendo.

Y desta manera deshizo el agrauio el valeroso
don Quixote, el qual, contentissimo de lo
sucedido, pareciendole que auia dado felicissimo
y alto principio a sus cauallerias, con gran
satisfacion de si mismo yua caminando hazia
su aldea, diziendo a media voz:

``Bien te puedes llamar dichosa sobre quantas
oy viuen en la tierra, ¡o sobre las bellas
bella Dulzinea del Toboso!, pues te cupo en
suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad
e talante a vn tan valiente y tan nombrado
cauallero como lo es y sera don Quixote de la
Mancha. El qual, como todo el mundo sabe,
ayer rescibio la orden de caualleria, y oy
ha desfecho el mayor tuerto y agrauio que
formó la sinrazon y cometio la crueldad. Oy
quitó el latigo de la mano a aquel despiadado
enemigo, que tan sin ocasion vapulaua
a aquel delicado infante.''

En esto, llegó a vn camino que en quatro se
diuidia, y luego se le vino a la imaginacion las
encruzexadas donde los caualleros andantes
se ponian a pensar quál camino de aquellos
tomarian, y, por imitarlos estuuo vn rato quedo,
y, al cabo de auerlo muy bien pensado, solto la
rienda a Rozinante, dexando a la voluntad del
rozin la suya, el qual siguio su primer intento,
que fue el yrse camino de su caualleriza. Y
auiendo andado como dos millas, descubrio
don Quixote vn grande tropel de gente, que,
como despues se supo, eran vnos mercaderes
toledanos que yuan a comprar seda a Murcia.
Eran seys, y venian con sus quitasoles, con
otros quatro criados a cauallo y tres moços
de mulas a pie.

Apenas los diuisó don Quixote, quando se
imaginó ser cosa de nueua auentura; y, por
imitar en todo quanto a el le parecia possible
los passos que auia leydo en sus libros, le
parecio venir alli de molde vno que pensaua
hazer. Y assi, con gentil continente y denuedo,
se afirmó bien en los estribos, apreto la lança,
llegó la adarga al pecho, y, puesto en la mitad
del camino, estuuo esperando que aquellos
caualleros andantes llegassen, que ya el por tales
los tenia y juzgaua, y, quando llegaron a trecho
que se pudieron ver y oyr, leuantó don Quixote
la voz, y, con ademan arrogante, dixo:

``Todo el mundo se tenga, si todo el mundo
no confiessa que no ay en el mundo todo
donzella mas hermosa que la Emperatriz de la
Mancha, la simpar Dulzinea del Toboso.''

Pararonse los mercaderes al son destas
razones, y a ver la estraña figura del que las
dezia, y por la figura y por las razones
luego echaron de ver la locura de su dueño;
mas quisieron ver despacio en que paraua
aquella confession que se les pedia, y vno
dellos, que era vn poco burlon y muy mucho
discreto, le dixo:

``Señor cauallero, nosotros no conocemos
quién sea essa buena señora que dezis;
mostradnosla, que si ella fuere de tanta hermosura
como significays, de buena gana y sin
apremio alguno confessaremos la verdad que por
parte vuestra nos es pedida.''

``Si os la mostrara'', replicó don Quixote,
``¿qué hizierades vosotros en confessar vna
verdad tan notoria? La importancia está en
que, sin verla, lo aueis de creer, confessar,
afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo
soys en batalla, gente descomunal y soberuia.
Que, aora vengays vno a vno, como pide la
orden de caualleria, ora todos juntos, como es
costumbre y mala vsança de los de vuestra
ralea, aqui os aguardo y espero, confiado en
la razon que de mi parte tengo.''

``Señor cauallero'', replicó el mercader,
``suplico a vuestra merced, en nombre de todos
estos principes que aqui estamos que, por que
no encarguemos nuestras conciencias,
confessando vna cosa por nosotros jamas vista ni
oyda, y mas siendo tan en perjuyzio de las
emperatrizes y reynas del Alcarria y
Estremadura, que vuestra merced sea seruido de
mostrarnos algun retrato de essa señora, aunque
sea tamaño como vn grano de trigo; que por
el hilo se sacará el ouillo, y quedaremos con
esto satisfechos y seguros, y vuestra merced
quedará contento y pagado. Y aun creo que
estamos ya tan de su parte, que, aunque su
retrato nos muestre que es tuerta de vn ojo y
que del otro le mana bermellon y piedra
açufre, con todo esso, por complazer a vuestra
merced, diremos en su fauor todo lo que
quisiere.''

``No le mana, canalla infame'', respondio don
Quixote encendido en colera; ``no le mana,
digo, esso que dezis, sino ambar y algalia entre
algodones; y no es tuerta ni corcobada, sino
mas derecha que vn huso de Guadarrama.
Pero ¡vosotros pagareys la grande blasfemia
que aueys dicho contra tamaña beldad, como
es la de mi señora!''

Y, en diziendo esto, arremetio con la lança
baxa contra el que lo auia dicho, con tanta
furia y enojo, que, si la buena suerte no
hiziera que en la mitad del camino tropeçara y
cayera Rozinante, lo passara mal el atreuido
mercader. Cayo Rozinante, y fue rodando su
amo vna buena pieça por el campo, y, queriendose
leuantar, jamas pudo: tal embaraço le
causauan la lança, adarga, espuelas y zelada,
con el peso de las antiguas armas. Y entre
tanto que pugnaua por leuantarse y no podia,
estaua diziendo:

``¡Non fuyais, gente cobarde, gente cautiua,
atended; que no por culpa mia, sino de mi
cauallo, estoy aqui tendido!''

Vn moço de mulas de los que alli venian,
que no deuia de ser muy bien intencionado,
oyendo dezir al pobre caydo tantas arrogancias,
no lo pudo sufrir sin darle la respuesta
en las costillas. Y, llegandose a el, tomó la
lança, y despues de auerla hecho pedaços, con
vno dellos començo a dar a nuestro don Quixote
tantos palos, que, a despecho y pesar de
sus armas, le molio como cibera. Dauanle vozes
sus amos que no le diesse tanto, y que le
dexasse; pero estaua ya el moço picado y no
quiso dexar el juego hasta embidar todo el
resto de su colera; y, acudiendo por los demas
troços de la lança, los acabó de deshazer sobre
el miserable caydo, que, con toda aquella
tempestad de palos que sobre el via, no cerraua
la boca, amenazando al cielo y a la tierra, y a
los malandrines, que tal le parecian.

Cansose el moço, y los mercaderes siguieron
su camino, lleuando qué contar en todo el
del pobre apaleado. El qual, despues que se
vio solo, tornó a prouar si podia leuantarse;
pero si no lo pudo hazer quando sano y
bueno, ¿cómo lo haria molido y casi deshecho?
Y aun se tenia por dichoso, pareciendole que
aquella era propia desgracia de caualleros
andantes, y toda la atribuia a la falta de su
cauallo; y no era possible leuantarse, segun tenia
brumado todo el cuerpo.


## <c005>
# chapter   5 V
# unit N chapternum
Capitulo V
# unit T title
Donde se prosigue la narracion de la desgracia
de nuestro cauallero.
# unit P text
Viendo, pues, que, en efeto, no podia menearse,
acordo de acogerse a su ordinario remedio,
que era pensar en algun passo de sus
libros, y truxole su locura a la memoria aquel de
Valdouinos y del Marques de Mantua, quando
Carloto le dexó herido en la montiña,
historia sabida de los niños, no ignorada de los
moços, celebrada y aun creyda de los viejos,
y, con todo esto, no mas verdadera que los
milagros de Mahoma. Esta, pues, le parecio a
el que le venia de molde para el passo en que
se hallaua; y assi, con muestras de grande
sentimiento, se començo a bolcar por la tierra, y a
dezir con debilitado aliento lo mesmo que
dizen dezia el herido cauallero del bosque:

# unit Q spanishverse
¿Dónde estás, señora mia, ÷
que no te duele mi mal? ÷
O no lo sabes, señora, ÷
o eres falsa y desleal.

# unit P text
Y desta manera fue prosiguiendo el
romance, hasta aquellos versos que dizen:

# unit Q spanishverse
¡O, noble Marques de Mantua, ÷
mi tio y señor carnal! ÷

# unit P text
Y quiso la suerte que, quando llegó a este
verso, acerto a passar por alli vn labrador de su
mesmo lugar y vezino suyo, que venia de
lleuar vna carga de trigo al molino, el qual,
viendo aquel hombre alli tendido, se llegó a
el y le preguntó que quién era y qué mal
sentia, que tan tristemente se quexaua.

Don Quixote creyo, sin duda, que aquel era
el Marques de Mantua, su tio, y, assi, no le
respondio otra cosa sino fue proseguir en su
romance, donde le daua cuenta de su desgracia
y de los amores del hijo del Emperante con su
esposa; todo de la mesma manera que el
romance lo canta. El labrador estaua admirado
oyendo aquellos disparates, y, quitandole la
visera, que ya estaua hecha pedaços de los
palos, le limpio el rostro, que le tenia
cubierto de poluo, y apenas le huuo limpiado,
quando le conocio, y le dixo:

``Señor Quixana'' -- que assi se deuia de
llamar quando el tenia juyzio y no auia passado
de hidalgo sossegado a cauallero andante --,
``¿quién a puesto a vuestra merced desta
suerte?''

Pero el seguia con su romance a quanto le
preguntaua.

Viendo esto el buen hombre, lo mejor que
pudo le quitó el peto y espaldar, para ver si
tenia alguna herida; pero no vio sangre ni
señal alguna. Procuró leuantarle del suelo, y no
con poco trabajo le subio sobre su jumento, por
parecer caualleria mas sossegada. Recogio
las armas, hasta las astillas de la lança, y liolas
sobre Rozinante, al qual tomó de la rienda, y
del cabestro al asno, y se encaminó hazia su
pueblo, bien pensatiuo de oyr los disparates
que don Quixote dezia. Y no menos yua don
Quixote, que, de puro molido y quebrantado,
no se podia tener sobre el borrico, y de quando
en quando daua vnos suspiros que los ponia
en el cielo; de modo, que de nueuo obligó
a que el labrador le preguntasse le dixesse qué
mal sentia. Y no parece sino que el diablo le
traia a la memoria los cuentos acomodados a
sus sucessos, porque en aquel punto, oluidandose
de Valdouinos, se acordo del moro Abindarraez,
quando el alcayde de Antequera, Rodrigo
de Naruaez, le prendio y lleuó cautiuo
a su alcaydia. De suerte que, quando el
labrador le boluio a preguntar que cómo estaua
y qué sentia, le respondio las mesmas
palabras y razones que el cautiuo Abenzerrage
respondia a Rodrigo de Naruaez, del mesmo
modo que el auia leydo la historia en la Diana,
de Iorge de Montemayor, donde se escriue,
aprouechandose della tan a proposito, que
el labrador se yua dando al diablo de oyr tanta
maquina de necedades; por donde conocio que
su vezino estaua loco y dauale priessa a
llegar al pueblo por escusar el enfado que don
Quixote le causaua con su larga arenga. Al
cabo de lo qual, dixo:

``Sepa vuestra merced, señor don Rodrigo
de Naruaez, que esta hermosa Xarifa, que he
dicho, es aora la linda Dulzinea del Toboso,
por quien yo he hecho, hago y hare los mas
famosos hechos de cauallerias que se han visto,
vean ni veran en el mundo.''

A esto respondio el labrador:

``Mire vuestra merced, señor, ¡pecador de
mi!, que yo no soy don Rodrigo de Naruaez, ni
el Marques de Mantua, sino Pedro Alonso,
su vezino; ni vuestra merced es Valdouinos,
ni Abindarraez, sino el honrado hidalgo del
señor Quixana.''

``Yo se quién soy'', respondio don Quixote,
``y se que puedo ser, no solo los que he dicho,
sino todos los doze Pares de Francia, y aun
todos los Nueue de la Fama, pues a todas
las hazañas que ellos todos juntos y cada vno
por si hizieron, se auentajarán las mias.''

En estas platicas y en otras semejantes
llegaron al lugar a la hora que anochecia; pero
el labrador aguardó a que fuesse algo mas
noche, porque no viessen al molido hidalgo
tan mal cauallero. Llegada, pues, la hora que
le parecio, entró en el pueblo y en la casa
de don Quixote, la qual halló toda alborotada
-- y estauan en ella el cura y el barbero del
lugar, que eran grandes amigos de don Quixote --:
que estaua diziendoles su ama a vozes:

``¿Qué le parece a vuestra merced, señor
licenciado Pero Perez -- que assi se llamaua el
cura --, de la desgracia de mi señor? Tres
dias ha que no parecen el, ni el rozin, ni la
adarga, ni la lança, ni las armas. ¡Desuenturada
de mi!, que me doy a entender, y assi es ello la
verdad como naci para morir, que estos malditos
libros de cauallerias que el tiene y suele
leer tan de ordinario, le han buelto el juyzio;
que aora me acuerdo auerle oydo dezir
muchas vezes, hablando entre si, que queria
hazerse cauallero andante e yrse a buscar las
auenturas por essos mundos. Encomendados
sean a Satanas y a Barrabas tales libros, que
assi han echado a perder el mas delicado
entendimiento que auia en toda la Mancha.''

La sobrina dezia lo mesmo, y aun dezia mas:

``Sepa señor maese Nicolas -- que este era
el nombre del barbero --, que muchas vezes
le acontecio a mi señor tio estarse leyendo en
estos desalmados libros de desuenturas dos
dias con sus noches, al cabo de los quales
arrojaua el libro de las manos y ponia mano
a la espada y andaua a cuchilladas con las
paredes, y, quando estaua muy cansado, dezia
que auia muerto a quatro gigantes como quatro
torres, y el sudor que sudaua del cansancio
dezia que era sangre de las feridas que
auia recebido en la batalla, y beuias(s)e luego
vn gran jarro de agua fria, y quedaua sano y
sossegado, diziendo que aquella agua era vna
preciosissima beuida que le auia traydo el
sabio Esquife, vn grande encantador y amigo
suyo. Mas yo me tengo la culpa de todo, que
no auisé a vuestras mercedes de los disparates
de mi señor tio, para que lo remediaran
antes de llegar a lo que ha llegado, y
quemaran todos estos descomulgados libros; que
tiene muchos, que bien merecen ser abrasados
como si fuessen de herejes.''

``Esto digo yo tambien'', dixo el cura, ``y
a fee que no se passe el dia de mañana sin
que dellos no se haga acto publico, y sean
condenados al fuego, porque no den ocasion a
quien los leyere de hazer lo que mi buen
amigo deue de auer hecho.''

Todo esto estauan oyendo el labrador, y don
Quixote, con que acabó de entender el
labrador la enfermedad de su vezino, y assi,
començo a dezir a vozes:

``Abran vuestras mercedes al señor Valdouinos
y al señor Marques de Mantua, que viene
mal ferido; y al señor moro Abindarraez, que
trae cautiuo el valeroso Rodrigo de Naruaez,
alcayde de Antequera.''

A estas vozes salieron todos, y como conocieron
los vnos a su amigo, las otras a su amo
y tio, que aun no se auia apeado del jumento,
porque no podia, corrieron a abraçarle. El
dixo:

``Tenganse todos; que vengo mal ferido por
la culpa de mi cauallo. Lleuenme a mi lecho,
y llamese, si fuere possible, a la sabia
Vrganda, que cure y cate de mis feridas.''

``¡Mirá en hora maça'', dixo a este punto
el ama, ``si me dezia a mi bien mi coraçon
del pie que coxeaua mi señor! Suba vuestra
merced en buen hora; que, sin que venga essa
Vrgada, le sabremos aqui curar. ¡Malditos,
digo, sean otra vez y otras ciento estos libros
de cauallerias, que tal han parado a vuestra
merced!''

Lleuaronle luego a la cama, y, catandole
las feridas, no le hallaron ninguna; y el dixo
que todo era molimiento, por auer dado vna
gran cayda con Rozinante, su cauallo,
combatiendose con diez jayanes, los mas desaforados
y atreuidos que se pudieran fallar en gran
parte de la tierra.

``Ta, ta'', dixo el cura; ``¿jayanes ay en la
dança? Para mi santiguada, que yo los queme
mañana antes que llegue la noche.''

Hizieronle a don Quixote mil preguntas, y a
ninguna quiso responder otra cosa sino que le
diessen de comer y le dexassen dormir, que
era lo que mas le importaua. Hizose assi, y el
cura se informó muy a la larga del labrador,
del modo que auia hallado a don Quixote; el
se lo conto todo, con los disparates que al
hallarle y al traerle auia dicho, que fue poner
mas desseo en el Licenciado de hazer lo que
otro dia hizo, que fue llamar a su amigo el
barbero maese Nicolas, con el qual se vino a
casa de don Quixote.


## <c006>
# chapter   6 VI
# unit N chapternum
Capitulo VI
# unit T title
Del donoso y grande escrutinio que el cura
y el barbero hizieron en la libreria de
nuestro ingenioso hidalgo.
# unit P text
El qual aun todauia dormia. Pidio las llaues,
a la sobrina, del aposento donde estauan los
libros, autores del daño, y ella se las dio de
muy buena gana; entraron dentro todos, y la
ama con ellos, y hallaron mas de cien cuerpos
de libros grandes muy bien enquadernados, y
otros pequeños; y, assi como el ama los vio,
boluiose a salir del aposento con gran priessa,
y tornó luego con vna escudilla de agua
bendita y vn hisopo, y dixo:

``Tome vuestra merced, señor Licenciado;
rozie este aposento, no esté aqui algun
encantador de los muchos que tienen estos libros,
y nos encanten, en pena de las que les
queremos dar echandolos del mundo.''

Causó risa al Licenciado la simplicidad del
ama, y mandó al barbero que le fuesse dando
de aquellos libros, vno a vno, para ver de qué
tratauan, pues podia ser hallar algunos que no
mereciessen castigo de fuego.

``No'', dixo la sobrina, ``no ay para qué
perdonar a ninguno, porque todos han sido
los dañadores; mejor sera arrojallos por las
ventanas al patio, y hazer vn rimero dellos
y pegarles fuego, y, si no, lleuarlos al corral,
y alli se hara la hoguera, y no ofendera el
humo.''

Lo mismo dixo el ama: tal era la gana que
las dos tenian de la muerte de aquellos
inocentes; mas el cura no vino en ello sin primero
leer siquiera los titulos. Y el primero que
maese Nicolas le dio en las manos, fue Los
quatro de Amadis de Gaula, y dixo el cura:

``Parece cosa de misterio esta, porque, segun
he oydo dezir, este libro fue el primero de
cauallerias que se imprimio en España, y todos
los demas han tomado principio y origen deste,
y assi me parece que, como a dogmatizador de
vna secta tan mala, le deuemos sin escusa
alguna condenar al fuego.''

``No señor'', dixo el barbero; ``que tambien
he oydo dezir que es el mejor de todos los
libros que de este genero se han compuesto,
y assi, como a vnico en su arte, se deue
perdonar.''

``Assi es verdad'', dixo el cura, ``y por essa
razon se le otorga la vida por aora. Veamos
essotro que está junto a el.''

``Es'', dixo el barbero, ``Las Sergas de Esplandian,
hijo legitimo de Amadis de Gaula.''

``Pues en verdad'', dixo el cura, ``que no le
ha de valer al hijo la bondad del padre.
Tomad, señora ama, abrid essa ventana y echadle
al corral, y de principio al monton de la
hoguera que se ha de hazer.''

Hizolo assi el ama con mucho contento, y el
bueno de Esplandian fue bolando al corral,
esperando con toda paciencia el fuego que le
amenazaua.

``Adelante'', dixo el cura.

``Este que viene'', dixo el barbero, ``es Amadis
de Grecia, y aun todos los deste lado, a
lo que creo, son del mesmo linage de Amadis.''

``Pues vayan todos al corral'', dixo el cura;
``que a trueco de quemar a la reyna Pintiquiniestra
y al pastor Darinel, y a sus eglogas, y
a las endiabladas y rebueltas razones de su
autor, quemaré con ellos al padre que me
engendró, si anduuiera en figura de cauallero
andante.''

``De esse parecer soy yo'', dixo el barbero.

``Y aun yo'', añadio la sobrina.

``Pues assi es'', dixo el ama, ``vengan, y al
corral con ellos.''

Dieronselos, que eran muchos, y ella ahorró
la escalera, y dio con ellos por la ventana
abaxo.

``¿Quién es esse tonel?'', dixo el cura.

``Este es'', respondio el barbero, ``Don
Oliuante de Laura.''

``El autor de esse libro'', dixo el cura, ``fue el
mesmo que compuso a Iardin de flores, y
en verdad que no sepa determinar quál de los
dos libros es mas verdadero, o, por dezir mejor,
menos mentiroso. Solo se dezir que este yra al
corral por disparatado y arrogante.''

``Este que se sigue es Florismarte de
Hircania'', dixo el barbero.

``¿Ay está el señor Florismarte?'', replicó
el cura. ``Pues a fe que ha de parar presto en
el corral, a pesar de su estraño nacimiento y
sonadas auenturas; que no da lugar a otra
cosa la dureza y sequedad de su estilo. Al
corral con el y con esotro, señora ama.''

``Que me plaze, señor mio'', respondia ella,
y con mucha alegria executaua lo que le era
mandado.

``Este es El cauallero Platir'', dixo el
barbero.

``Antiguo libro es esse'', dixo el cura, ``y no
hallo en el cosa que merezca venia; acompañe
a los demas sin replica.''

Y assi fue hecho.

Abriose otro libro, y vieron que tenia por
titulo El Cauallero de la Cruz.

``Por nombre tan santo como este libro tiene,
se podia perdonar su ignorancia; mas tambien
se suele dezir: tras la Cruz está el diablo; vaya
al fuego.''

Tomando el barbero otro libro, dixo:

``Este es Espejo de cauallerias''.

``Ya conozco a su merced'', dixo el cura; ``ay
anda el señor Reynaldos de Montaluan con sus
amigos y compañeros, mas ladrones que Caco,
y los doze Pares con el verdadero historiador
Turpin, y, en verdad, que estoy por
condenarlos no mas que a destierro perpetuo,
siquiera porque tienen parte de la inuencion del
famoso Mateo Boyardo, de donde tambien texio
su tela el christiano poeta Ludouico Ariosto,
al qual, si aqui le hallo, y que habla en otra
lengua que la suya, no le guardaré respeto
alguno; pero si habla en su idioma, le pondre
sobre mi cabeça.''

``Pues yo le tengo en italiano'', dixo el
barbero; ``mas no le entiendo.''

``Ni aun fuera bien que vos le entendierades'',
respondio el cura; ``y aqui le perdonaramos
al señor Capitan que no le huuiera traydo
a España y hecho castellano, que le quitó mucho
de su natural valor; y lo mesmo haran todos
aquellos que los libros de verso quisieren
boluer en otra lengua; que, por mucho cuydado
que pongan y habilidad que muestren, jamas
llegarán al punto que ellos tienen en su primer
nacimiento. Digo, en efeto, que este libro y
todos los que se hallaren que tratan destas
cosas de Francia, se echen y depositen en vn
pozo seco, hasta que con mas acuerdo se vea
lo que se ha de hazer dellos, ecetuando a
vn Bernardo del Carpio que anda por ahi, y
a otro llamado Roncesualles; que estos, en
llegando a mis manos, han de estar en las del
ama y dellas en las del fuego, sin remission
alguna.''

Todo lo confirmó el barbero, y lo tuuo por
bien y por cosa muy acertada, por entender
que era el cura tan buen christiano y tan amigo
de la verdad, que no diria otra cosa por todas
las del mundo. Y, abriendo otro libro, vio que
era Palmerin de Oliua, y junto a el estaua
otro que se llamaua Palmerin de Ingalaterra.
Lo qual, visto por el licenciado, dixo:

``Essa Oliua se haga luego raxas y se
queme, que aun no queden della las cenizas; y
essa Palma de Ingalaterra se guarde y se
conserue, como a cosa vnica, y se haga para
ello otra caxa como la que halló Alexandro
en los despojos de Dario, que la diputó para
guardar en ella las obras del poeta Homero.
Este libro, señor compadre, tiene autoridad por
dos cosas: la vna, porque el por si es muy
bueno; y la otra, porque es fama que le compuso
vn discreto rey de Portugal. Todas las auenturas
del castillo de Miraguarda son bonissimas y
de grande artificio, las razones cortesanas y
claras, que guardan y miran el decoro del que
habla con mucha propriedad y entendimiento.
Digo, pues, saluo vuestro buen parecer,
señor maese Nicolas, que este y Amadis
de Gaula queden libres del fuego, y todos los
demas, sin hazer mas cala y cata, perezcan.''

``No, señor compadre'', replicó el barbero;
``que este que aqui tengo es el afamado Don
Belianis''.

``Pues esse'', replicó el cura, ``con la segunda,
tercera y quarta parte, tienen necessidad de vn
poco de ruybarbo para purgar la demasiada colera
suya, y es menester quitarles todo aquello
del castillo de la Fama y otras impertinencias de
mas importancia, para lo qual se les da termino
vltramarino, y como se enmendaren, assi
se vsará con ellos de misericordia o de justicia;
y, en tanto, tenedlos vos, compadre, en vuestra
casa; mas no los dexeys leer a ninguno.''

``Que me plaze'', respondio el barbero.

Y sin querer cansarse mas en leer libros de
cauallerias, el cura mandó al ama que
tomasse todos los grandes y diesse con ellos en
el corral. No se dixo a tonta ni a sorda, sino a
quien tenia mas gana de quemallos que de
echar vna tela, por grande y delgada que fuera,
y, asiendo casi ocho de vna vez, los arrojó por
la ventana. Por tomar muchos juntos, se le cayo
vno a los pies del barbero, que le tomó gana
de ver de quién era, y vio que dezia: Historia
del famoso Cauallero Tirante el Blanco.

``¡Válame Dios!'', dixo el cura, dando vna
gran voz; ``¡que aqui esté Tirante el Blanco!
Dadmele aca, compadre, que hago cuenta que
he hallado en el vn tesoro de contento y vna
mina de passatiempos. Aqui está don Quirieleyson
de Montaluan, valeroso cauallero, y su
hermano Tomas de Montaluan, y el cauallero
Fonseca, con la batalla que el valiente de
Tirante hizo con el alano, y las agudezas
de la donzella Plazerdemiuida, con los
amores y embustes de la viuda Reposada, y la
señora Emperatriz, enamorada de Ipolito, su
escudero. Digoos verdad, señor compadre, que
por su estilo es este el mejor libro del mundo;
aqui comen los caualleros, y duermen y
mueren en sus camas, y hazen testamento antes
de su muerte, con otras cosas, de que
todos los demas libros deste genero carecen.
Con todo esso, os digo que merecia el que
le compuso, pues no hizo tantas necedades
de industria, que le echaran a galeras por
todos los dias de su vida. Lleuadle a casa
y leedle, y vereys que es verdad quanto del
os he dicho.''

``Assi sera'', respondio el barbero; ``pero,
¿qué haremos destos pequeños libros que
quedan?''

``Estos'', dixo el cura, ``no deuen de ser de
cauallerias, sino de poesia.''

Y abriendo vno, vio que era La Diana, de
Iorge de Montemayor, y dixo, creyendo que
todos los demas eran del mesmo genero:

``Estos no merecen ser quemados, como los
demas, porque no hazen ni haran el daño que
los de cauallerias han hecho; que son libros
de entendimiento, sin perjuyzio de tercero.''

``¡Ay, señor!'', dixo la sobrina, ``bien los
puede vuestra merced mandar quemar como a
los demas, porque no seria mucho que, auiendo
sanado mi señor tio de la enfermedad
caualleresca, leyendo estos se le antojasse de
hazerse pastor y andarse por los bosques y
prados cantando y tañendo, y, lo que seria peor,
hazerse poeta, que, segun dizen, es
enfermedad incurable y pegadiza.''

``Verdad dize esta donzella'', dixo el cura,
``y sera bien quitarle a nuestro amigo este
tropieço y ocasion delante. Y pues començamos
por La Diana, de Montemayor, soy de
parecer que no se queme, sino que se le quite
todo aquello que trata de la sabia Felicia y de
la agua encantada, y casi todos los versos
mayores, y quedesele en ora buena la prosa y la
honra de ser primero en semejantes libros.''

``Este que se sigue'', dixo el barbero, ``es
La Diana, llamada segunda, del Salmantino, y
este, otro que tiene el mesmo nombre, cuyo
autor es Gil Polo.''

``Pues la del Salmantino'', respondio el cura,
``acompañe y acreciente el numero de los
condenados al corral, y la de Gil Polo se guarde
como si fuera del mesmo Apolo; y passe
adelante, señor compadre, y demonos prissa
que se va haziendo tarde.''

``Este libro es'', dixo el barbero abriendo
otro, ``Los diez libros de Fortuna de Amor,
compuestos por Antonio de Lofraso, poeta
sardo.''

``Por las ordenes que recebi'', dixo el cura,
``que desde que Apolo fue Apolo, y las musas
musas, y los poetas poetas, tan gracioso ni tan
disparatado libro como esse no se ha compuesto,
y que, por su camino, es el mejor y el
mas vnico de quantos deste genero han salido
a la luz del mundo; y el que no le ha leydo
puede hazer cuenta que no ha leydo jamas
cosa de gusto. Dadmele aca, compadre; que
precio mas auerle hallado que si me dieran
vna sotana de raja de Florencia.''

Pusole aparte con grandissimo gusto, y el
barbero prosiguio diziendo:

``Estos que se siguen son: El Pastor de
Iberia, Ninfas de Enares y Desengaños de
zelos.''

``Pues no ay mas que hazer'', dixo el cura,
``sino entregarlos al braço seglar del ama, y
no se me pregunte el por qué, que seria nunca
acabar.''

``Este que viene es El Pastor de Filida.''

``No es esse pastor'', dixo el cura, ``sino muy
discreto cortesano; guardese como joya
preciosa.''

``Este grande que aqui viene se intitula'',
dixo el barbero, ``Tesoro de varias poesias.''

``Como ellas no fueran tantas'', dixo el cura,
``fueran mas estimadas; menester es que este
libro se escarde y limpie de algunas baxezas
que entre sus grandezas tiene; guardese,
porque su autor es amigo mio, y por respeto de
otras mas heroycas y leuantadas obras que ha
escrito.''

``Este es'', siguio el barbero, ``El Cancionero,
de Lopez Maldonado.''

``Tambien el autor de esse libro'', replicó el
cura, ``es grande amigo mio, y sus versos en
su boca admiran a quien los oye, y tal es la
suauidad de la voz con que los canta, que
encanta. Algo largo es en las eglogas, pero
nunca lo bueno fue mucho; guardese con los
escogidos. Pero, ¿qué libro es esse que está
junto a el?''

``La Galatea, de Miguel de Cerbantes, dixo
el barbero.

``Muchos años ha que es grande amigo mio
esse Cerbantes, y se que es mas versado en
desdichas que en versos. Su libro tiene algo
de buena inuencion; propone algo y no
concluye nada. Es menester esperar la segunda
parte que promete; quiça con la emienda
alcançará del todo la misericordia que aora se
le niega, y entretanto que esto se ve,
tenedle recluso en vuestra posada, señor
compadre.''

``Que me plaze'', respondio el barbero. ``Y
aqui vienen tres, todos juntos: La Araucana
de don Alonso de Ercilla; La Austriada, de
Iuan Rufo, Iurado de Cordoua, y El Monserrate,
de Christoual de Virues, poeta
Valenciano.''

``Todos essos tres libros'', dixo el cura,
``son los mejores que en verso heroyco, en
lengua Castellana, estan escritos, y pueden
competir con los mas famosos de Italia;
guardense como las mas ricas prendas de poesia
que tiene España.''

Cansose el cura de ver mas libros, y assi, a
carga cerrada, quiso que todos los demas se
quemassen; pero ya tenia abierto vno el
barbero, que se llamaua Las Lagrimas de
Angelica.

``Lloraralas yo'', dixo el cura en oyendo el
nombre, ``si tal libro huuiera mandado quemar;
porque su autor fue vno de los famosos
poetas del mundo, no solo de España, y fue
felicissimo en la traducion de algunas fabulas
de Ouidio.''


## <c007>
# chapter   7 VII
# unit N chapternum
Capitulo VII
# unit T title
De la segunda salida de nuestro buen cauallero
don Quixote de la Mancha.
# unit P text
Estando en esto, començo a dar vozes don
Quixote, diziendo:

``¡Aqui, aqui, valerosos caualleros, aqui es
menester mostrar la fuerça de vuestros valerosos
braços; que los cortesanos lleuan lo mejor
del torneo!''

Por acudir a este ruydo y estruendo, no se
passó adelante con el escrutinio de los demas
libros que quedauan; y assi, se cree que fueron
al fuego, sin ser vistos ni oydos: La Carolea y
Leon de España, con Los Hechos del Emperador,
compuestos por don Luys de Auila, que,
sin duda, deuian de estar entre los que quedauan,
y quiça, si el cura los viera, no passaran
por tan rigurosa sentencia.

Quando llegaron a don Quixote, ya el estaua
leuantado de la cama, y proseguia en sus
vozes y en sus desatinos, dando cuchilladas y
reueses a todas partes, estando tan despierto
como si nunca huuiera dormido; abraçaronse
con el y por fuerça le boluieron al lecho, y
despues que huuo sossegado vn poco,
boluiendose a hablar con el cura, le dixo:

``Por cierto, señor arçobispo Turpin, que es
gran mengua de los que nos llamamos Doze
Pares, dexar tan sin mas ni mas lleuar la
vitoria deste torneo a los caualleros cortesanos,
auiendo nosotros los auentureros ganado el
prez en los tres dias antecedentes.''

``Calle vuestra merced, señor compadre'',
dixo el cura; ``que Dios sera seruido que la
suerte se mude y que lo que oy se pierde se
gane mañana; y atienda vuestra merced a su
salud por agora, que me parece que deue
de estar demasiadamente cansado, si ya no es
que está mal ferido.''

``Ferido, no'', dixo don Quixote; ``pero molido
y quebrantado, no ay duda en ello, porque
aquel bastardo de don Roldan me ha molido a
palos con el tronco de vna enzina, y todo de
embidia, porque ve que yo solo soy el opuesto
de sus valentias. Mas no me llamaria yo
Reynaldos de Montaluan si, en leuantandome deste
lecho, no me lo pagare, a pesar de todos sus
encantamentos; y, por agora, traiganme
de yantar, que se que es lo que mas me hara
al caso, y quedese lo del vengarme a mi
cargo.''

Hizieronlo ansi, dieronle de comer, y
quedose otra vez dormido, y ellos admirados de su
locura.

Aquella noche quemó y abrasó el ama quantos
libros auia en el corral y en toda la casa, y
tales deuieron de arder que merecian guardarse
en perpetuos archiuos; mas no lo permitio
su suerte y la pereza del escrutiñador, y
assi se cumplio el refran en ellos, de que
pagan a las vezes justos por pecadores.

Vno de los remedios que el cura y el barbero
dieron por entonces, para el mal de su amigo,
fue que le murassen y tapiassen el aposento
de los libros, porque quando se leuantasse no
los hallasse -- quiça quitando la causa, cessaria
el efeto --, y que dixessen que vn encantador
se los auia lleuado, y el aposento y todo;
y assi fue hecho con mucha presteza.

De alli a dos dias se leuantó don Quixote, y
lo primero que hizo fue yr a ver sus libros,
y como no hallaua el aposento donde le auia
dexado, andaua de vna en otra parte buscandole.
Llegaua adonde solia tener la puerta y
tentauala con las manos, y boluia y reboluia
los ojos por todo, sin dezir palabra; pero al
cabo de vna buena pieça, preguntó a su ama
que hazia qué parte estaua el aposento de sus
libros.

El ama, que ya estaua bien aduertida de lo
que auia de responder, le dixo:

``¿Qué aposento o qué nada busca vuestra
merced? Ya no ay aposento ni libros en esta
casa, porque todo se lo lleuó el mesmo diablo.''

``No era diablo'', replicó la sobrina, ``sino vn
encantador que vino sobre vna nuue vna
noche, despues del dia que vuestra merced de
aqui se partio, y, apeandose de vna sierpe en
que venia cauallero, entró en el aposento, y no
se lo que se hizo dentro, que a cabo de poca
pieça salio bolando por el texado, y dexó la
casa llena de humo, y quando acordamos a
mirar lo que dexaua hecho, no vimos libro ni
aposento alguno; solo se nos acuerda muy bien a
mi y al ama que, al tiempo del partirse aquel
mal viejo, dixo en altas vozes que, por
enemistad secreta que tenia al dueño de aquellos
libros y aposento, dexaua hecho el daño en
aquella casa que despues se veria; dixo,
tambien, que se llamaua el sabio Muñaton.''

``Freston diria'', dixo don Quixote.

``No se'', respondio el ama, ``si se llamaua
Freston o Friton, solo se que acabó en ton su
nombre.''

``Assi es'', dixo don Quixote; ``que esse es
vn sabio encantador, grande enemigo mio, que
me tiene ojeriza, porque sabe por sus artes y
letras que tengo de venir, andando los tiempos,
a pelear en singular batalla con vn cauallero a
quien el fauorece, y le tengo de vencer sin que
el lo pueda estoruar, y por esto procura hazerme
todos los sinsabores que puede; y mandole
yo que mal podra el contradezir, ni euitar, lo
que por el cielo está ordenado.''

``¿Quién duda de esso?'', dixo la sobrina.
``¿Pero quién le mete a vuestra merced, señor
tio, en essas pendencias? ¿No sera mejor estarse
pacifico en su casa y no yrse por el mundo
a buscar pan de trastrigo, sin considerar que
muchos van por lana y bueluen tresquilados?''

``¡O sobrina mia'', respondio don Quixote, ``y
quán mal que estás en la cuenta! Primero que
a mi me tresquilen, tendre peladas y quitadas
las baruas a quantos imaginaren tocarme en la
punta de vn solo cabello.''

No quisieron las dos replicarle mas, porque
vieron que se le encendia la colera.

Es, pues, el caso que el estuuo quinze dias
en casa muy sossegado, sin dar muestras de
querer segundar sus primeros deuaneos, en los
quales dias passó graciosissimos cuentos con
sus dos compadres el cura y el barbero, sobre
que el dezia que la cosa de que mas necessidad
tenia el mundo era de caualleros andantes,
y de que en el se resucitasse la caualleria
andantesca. El cura algunas vezes le contradezia,
y otras concedia, porque si no guardaua este
artificio, no auia poder aueriguarse con el.

En este tiempo solicitó don Quixote a vn
labrador vezino suyo, hombre de bien, si es
que este titulo se puede dar al que es pobre,
pero de muy poca sal en la mollera. En
resolucion, tanto le dixo, tanto le persuadio y
prometio, que el pobre villano se determinó
de salirse con el y seruirle de escudero.

Deziale, entre otras cosas, don Quixote, que
se dispusiesse a yr con el de buena gana,
porque tal vez le podia suceder auentura, que
ganasse, en quitame alla essas pajas, alguna
insula, y le dexasse a el por gouernador della.
Con estas promessas y otras tales, Sancho
Pança, que assi se llamaua el labrador,
dexó su muger y hijos y asento por escudero
de su vezino. Dio luego don Quixote orden en
buscar dineros, y, vendiendo vna cosa y
empeñando otra y malbaratandolas todas, llegó
vna razonable cantidad. Acomodose, assi mesmo,
de vna rodela que pidio prestada a vn su
amigo, y, pertrechando su rota zelada lo mejor
que pudo, auisó a su escudero Sancho del dia
y la hora que pensaua ponerse en camino,
para que el se acomodasse de lo que viesse
que mas le era menester. Sobre todo le encargó
que lleuasse alforjas, e dixo que si
lleuaria, y que ansi mesmo pensaua lleuar vn
asno que tenia muy bueno, porque el no
estaua duecho a andar mucho a pie.

En lo del asno reparó vn poco don Quixote,
ymaginando si se le acordaua si algun cauallero
andante auia traydo escudero cauallero asnalmente,
pero nunca le vino alguno a la memoria;
mas con todo esto determinó que le lleuasse,
con presupuesto de acomodarle de mas honrada
caualleria en auiendo ocasion para ello,
quitandole el cauallo al primer descortes
cauallero que topasse.

Proueyose de camisas y de las demas cosas
que el pudo, conforme al consejo que el
ventero le auia dado. Todo lo qual hecho y
cumplido, sin despedirse Pança de sus hijos y
muger, ni don Quixote de su ama y sobrina, vna
noche se salieron del lugar sin que persona los
viesse; en la qual caminaron tanto, que, al
amanecer, se tuuieron por seguros de que no
los hallarian aunque los buscassen.

Yua Sancho Pança sobre su jumento como
vn patriarca, con sus alforjas y su bota, y con
mucho desseo de verse ya gouernador de la
insula que su amo le auia prometido. Acerto
don Quixote a tomar la misma derrota y
camino que el que el auia tomado en su primer
viaje, que fue por el campo de Montiel, por el
qual caminaua con menos pesadumbre que la
vez passada, porque, por ser la hora de la
mañana y herirles a soslayo los rayos del sol, no
les fatigauan.

Dixo en esto Sancho Pança a su amo:

``Mire vuestra merced, señor cauallero
andante, que no se le oluide lo que de la insula
me tiene prometido, que yo la sabre gouernar
por grande que sea.''

A lo qual le respondio don Quixote:

``Has de saber, amigo Sancho Pança, que fue
costumbre muy vsada de los caualleros andantes
antiguos, hazer gouernadores a sus escuderos
de las insulas o reynos que ganauan, y
yo tengo determinado de que por mi no falte
tan agradecida vsança, antes pienso auentajarme
en ella; porque ellos algunas vezes, y
quiça las mas, esperauan a que sus escuderos
fuessen viejos, y ya despues de hartos de seruir
y de lleuar malos dias y peores noches, les
dauan algun titulo de conde, o, por lo mucho,
de marques, de algun valle o prouincia
de poco mas a menos; pero si tu viues y yo
viuo, bien podria ser que antes de seys dias
ganasse yo tal reyno, que tuuiesse otros a el
aderentes, que viniessen de molde para coronarte
por rey de vno dellos. Y no lo tengas a
mucho, que cosas y casos acontecen a los tales
caualleros, por modos tan nunca vistos ni
pensados, que con facilidad te podria dar avn
mas de lo que te prometo.''

``De essa manera'', respondio Sancho Pança,
``si yo fuesse rey por algun milagro de los
que vuestra merced dize, por lo menos, Iuana
Gutierrez, mi oislo, vendria a ser reyna, y
mis hijos infantes.''

``Pues ¿quién lo duda?'', respondio don
Quixote.

``Yo lo dudo'', replicó Sancho Pança; ``porque
tengo para mi que, aunque llouiesse Dios
reynos sobre la tierra, ninguno assentaria bien
sobre la cabeça de Mari Gutierrez. Sepa, señor,
que no vale dos marauedis para reyna; condesa
le caera mejor, y aun Dios y ayuda.''

``Encomiendalo tu a Dios, Sancho'', respondio
don Quixote, ``que El dara lo que mas
le conuenga; pero no apoques tu animo tanto
que te vengas a contentar con menos que con
ser adelantado.''

``No hare, señor mio'', respondio Sancho, ``y
mas teniendo tan principal amo en vuestra
merced, que me sabra dar todo aquello que
me esté bien y yo pueda lleuar.''


## <c008>
# chapter   8 VIII
# unit N chapternum
Capitulo VIII
# unit T title
Del buen sucesso que el valeroso don Quixote
tuuo en la espantable y jamas imaginada
auentura de los molinos de viento, con otros
sucessos dignos de felice recordacion.
# unit P text
En esto descubrieron treinta o quarenta
molinos de viento que ay en aquel campo; y, assi
como don Quixote los vio, dixo a su escudero:

``La ventura va guiando nuestras cosas
mejor de lo que acertaramos a dessear; porque
¿ves alli, amigo Sancho Pança, donde se
descubren treynta, o pocos mas, desaforados
gigantes con quien pienso hazer batalla y
quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos
començaremos a enriquecer?; que esta es buena
guerra, y es gran seruicio de Dios quitar
tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.''

``¿Qué gigantes?'', dixo Sancho Pança.

``Aquellos que alli ves'', respondio su amo,
``de los braços largos; que los suelen tener
algunos de casi dos leguas.''

``Mire vuestra merced'', respondio Sancho,
``que aquellos que alli se parecen no son
gigantes, sino molinos de viento, y lo que en
ellos parecen braços, son las aspas, que,
bolteadas del viento, hazen andar la piedra del
molino.''

``Bien parece'', respondio don Quixote, ``que
no estás cursado en esto de las auenturas:
ellos son gigantes, y si tienes miedo, quitate
de ahi, y ponte en oracion en el espacio que
yo voy a entrar con ellos en fiera y desygual
batalla.''

Y, diziendo esto, dio de espuelas a su cauallo
Rozinante, sin atender a las vozes que su
escudero Sancho le daua, aduirtiendole que
sin duda alguna eran molinos de viento, y no
gigantes, aquellos que yua a acometer. Pero
el yua tan puesto en que eran gigantes, que
ni ohia las vozes de su escudero Sancho, ni
echaua de ver, aunque estaua ya bien cerca, lo
que eran; antes yua diziendo en vozes altas:

``¡Non fuyades, cobardes y viles criaturas;
que vn solo cauallero es el que os acomete!''

Leuantose en esto vn poco de viento, y las
grandes aspas començaron a mouerse, lo qual
visto por don Quixote, dixo:

``Pues aunque mouais mas braços que los
del gigante Briareo, me lo aueis de pagar.''

Y, en diziendo esto, y encomendandose de
todo coraçon a su señora Dulzinea, pidiendole
que en tal trance le socorriesse, bien cubierto
de su rodela, con la lança en el ristre, arremetio
a todo el galope de Rozinante, y enuistio
con el primero molino que estaua delante, y
dandole vna lançada en el aspa, la boluio el
viento con tanta furia que hizo la lança
pedaços, lleuandose tras si al cauallo y al
cauallero, que fue rodando muy mal trecho por el
campo.

Acudio Sancho Pança a socorrerle a todo el
correr de su asno, y, quando llego, hallo que
no se podia menear: tal fue el golpe que dió
con el Rozinante.

``¡Valame Dios!'', dixo Sancho; ``¿no le dixe
yo a vuestra merced que mirasse bien lo que
hazia, que no eran sino molinos de viento, y no
lo podia ignorar sino quien lleuasse otros tales
en la cabeça?''

``Calla, amigo Sancho'', respondio don
Quixote; ``que las cosas de la guerra, mas que
otras, estan sujetas a continua mudança;
quanto mas que yo pienso, y es assi verdad, que
aquel sabio Freston que me robó el aposento
y los libros ha buelto estos gigantes en molinos,
por quitarme la gloria de su vencimiento:
tal es la enemistad que me tiene; mas, al cabo
al cabo, han de poder poco sus malas artes
contra la bondad de mi espada.''

``Dios lo haga como puede'', respondio
Sancho Pança.

Y, ayudandole a leuantar, tornó a subir sobre
Rozinante, que medio despaldado estaua; y,
hablando en la passada auentura, siguieron el
camino del puerto Lapice, porque alli dezia
don Quixote que no era possible dexar de
hallarse muchas y diuersas auenturas, por ser
lugar muy passagero, sino que yua muy
pesaroso por auerle faltado la lança, y,
diziendoselo a su escudero, le dixo:

``Yo me acuerdo auer leydo que vn cauallero
español, llamado Diego Perez de Vargas,
auiendosele en vna batalla roto la espada,
desgajó de vna enzina vn pesado ramo o tronco,
y con el hizo tales cosas aquel dia, y machacó
tantos moros, que le quedó por sobrenombre
Machuca, y, assi, el como sus decendientes
se llamaron desde aquel dia en adelante
Vargas y Machuca. Hete dicho esto, porque
de la primera enzina o roble que se me depare
pienso desgajar otro tronco, tal y tan bueno
como aquel, que me imagino y pienso hazer
con el tales hazañas, que tu te tengas por bien
afortunado de auer merecido venir a vellas
y a ser testigo de cosas que apenas podran
ser creydas.''

``A la mano de Dios'', dixo Sancho; ``yo lo
creo todo assi como vuestra merced lo dize;
pero enderecese vn poco, que parece que va
de medio lado, y deue de ser del molimiento
de la cayda.''

``Assi es la verdad'', respondio don Quixote;
``y si no me quexo del dolor, es porque no es
dado a los caualleros andantes quexarse de
herida alguna, aunque se le salgan las
tripas por ella.''

``Si esso es assi, no tengo yo que replicar'',
respondio Sancho; ``pero sabe Dios si yo me
holgara que vuestra merced se quexara quando
alguna cosa le doliera. De mi se dezir que me
he de quexar del mas pequeño dolor que
tenga, si ya no se entiende tambien con los
escuderos de los caualleros andantes esso del
no quexarse.''

No se dexó de reyr don Quixote de la simplicidad
de su escudero, y, assi, le declaró que
podia muy bien quexarse como y quando quisiesse,
sin gana o con ella; que hasta entonces
no auia leydo cosa en contrario en la orden de
caualleria. Dixole Sancho que mirasse que era
hora de comer. Respondiole su amo que por
entonces no le hazia menester; que comiesse
el quando se le antojasse.

Con esta licencia, se acomodó Sancho lo
mejor que pudo sobre su jumento, y sacando
de las alforjas lo que en ellas auia puesto,
yua caminando y comiendo detras de su amo
muy de su espacio, y de quando en quando
empinaua la bota, con tanto gusto, que le
pudiera embidiar el mas regalado bodegonero
de Malaga. Y en tanto que el yua de aquella
manera menudeando tragos, no se le acordaua
de ninguna promessa que su amo le huuiesse
hecho, ni tenia por ningun trabajo, sino por
mucho descanso, andar buscando las
auenturas, por peligrosas que fuessen.

En resolucion, aquella noche la passaron
entre vnos arboles, y del vno dellos desgajó
don Quixote vn ramo seco que casi le podia
seruir de lança, y puso en el el hierro que quitó
de la que se le auia quebrado. Toda aquella
noche no durmio don Quixote, pensando en
su señora Dulzinea, por acomodarse a lo que
auia leydo en sus libros quando los caualleros
passauan sin dormir muchas noches en las
florestas y despoblados, entretenidos con las
memorias de sus señoras.

No la passó ansi Sancho Pança; que,
como tenia el estomago lleno, y no de agua
de chicoria, de vn sueño se la lleuó toda, y
no fueran parte para despertarle, si su amo no
lo llamara, los rayos del sol, que le dauan
en el rostro, ni el canto de las aues, que
muchas y muy regozijadamente la venida del
nueuo dia saludauan. Al leuantarse, dio vn
tiento a la bota, y hallola algo mas flaca que
la noche antes, y afligiosele el coraçon, por
parecerle que no lleuauan camino de remediar
tan presto su falta. No quiso desayunarse don
Quixote, porque, como está dicho, dio en
sustentarse de sabrosas memorias.

Tornaron a su començado camino del puerto
Lapice, y a obra de las tres del dia le
descubrieron.

``Aqui'', dixo en viendole don Quixote,
``podemos, hermano Sancho Pança, meter las
manos hasta los codos en esto que llaman
auenturas. Mas aduierte que, aunque me veas en
los mayores peligros del mundo, no has de
poner mano a tu espada para defenderme, si
ya no vieres que los que me ofenden es canalla
y gente baxa, que en tal caso bien puedes
ayudarme; pero si fueren caualleros, en ninguna
manera te es licito ni concedido por las leyes
de caualleria que me ayudes, hasta que seas
armado cauallero.''

``Por cierto, señor'', respondio Sancho, ``que
vuestra merced sea muy bien obedicido en
esto, y mas, que yo de mio me soy pacifico y
enemigo de meterme en ruydos ni pendencias;
bien es verdad que en lo que tocare a defender
mi persona no tendre mucha cuenta con essas
leyes, pues las diuinas y humanas permiten
que cada vno se defienda de quien quisiere
agrauiarle.''

``No digo yo menos'', respondio don Quixote;
``pero en esto de ayudarme contra caualleros,
has de tener a raya tus naturales impetus.''

``Digo que assi lo hare'', respondio Sancho,
``y que guardaré esse preceto tambien como
el dia del domingo.''

Estando en estas razones, asomaron por el
camino dos frayles de la orden de San Benito,
caualleros sobre dos dromedarios, que no eran
mas pequeñas dos mulas en que venian. Traian
sus antojos de camino y sus quitasoles. Detras
dellos venia vn coche con quatro o cinco de
a cauallo que le acompañauan, y dos moços de
mulas a pie. Venia en el coche, como despues
se supo, vna señora vizcayna que yua a Seuilla,
donde estaua su marido, que passaua a las
Indias con vn muy honroso cargo. No venian los
frayles con ella, aunque yuan el mesmo camino;
mas apenas los diuisó don Quixote, quando
dixo a su escudero:

``O yo me engaño, o esta ha de ser la mas
famosa auentura que se aya visto, porque
aquellos bultos negros que alli parecen deuen
de ser, y son, sin duda, algunos encantadores
que lleuan hurtada alguna princesa en aquel
coche, y es menester deshazer este tuerto a
todo mi poderio.''

``Peor sera esto que los molinos de viento'',
dixo Sancho. ``Mire, señor, que aquellos son
frayles de San Benito, y el coche deue de ser
de alguna gente passagera. Mire que digo que
mire bien lo que haze, no sea el diablo que le
engañe.''

``Ya te he dicho, Sancho'', respondio don
Quixote, ``que sabes poco de achaque de auenturas;
lo que yo digo es verdad, y aora lo veras.''

Y, diziendo esto, se adelantó y se puso en
la mitad del camino por donde los frayles
venian, y, en llegando tan cerca que a el le
parecio que le podrian oyr lo que dixesse, en
alta voz dixo:

``¡Gente endiablada y descomunal, dexad luego
al punto las altas princesas que en esse coche
lleuays forçadas; si no, aparejaos a recebir
presta muerte por justo castigo de vuestras
malas obras!''

Detuuieron los frayles las riendas, y
quedaron admirados, assi de la figura de don
Quixote como de sus razones, a las quales
respondieron:

``Señor cauallero, nosotros no somos endiablados
ni descomunales, sino dos religiosos de
San Benito que vamos nuestro camino, y no
sabemos si en este coche vienen o no ningunas
forçadas princesas.''

``Para conmigo no ay palabras blandas; que
ya yo os conozco, fementida canalla'', dixo
don Quixote.

Y, sin esperar mas respuesta, picó a
Rozinante y, la lança baxa, arremetio contra el
primero frayle, con tanta furia y denuedo, que
si el frayle no se dexara caer de la mula, el
le hiziera venir al suelo mal de su grado, y
aun mal ferido, si no cayera muerto.

El segundo religioso, que vio del modo que
tratauan a su compañero, puso piernas al
castillo de su buena mula, y començo a correr por
aquella campaña, mas ligero que el mesmo
viento.

Sancho Pança, que vio en el suelo al frayle,
apeandose ligeramente de su asno, arremetio
a el y le començo a quitar los habitos.
Llegaron en esto dos moços de los frayles, y
preguntaronle que por qué le desnudaua;
respondioles Sancho que aquello le tocaua a el
ligitimamente, como despojos de la batalla
que su señor don Quixote auia ganado. Los
moços, que no sabian de burlas, ni entendian
aquello de despojos ni batallas, viendo que ya
don Quixote estaua desuiado de alli, hablando
con las que en el coche venian, arremetieron
con Sancho, y dieron con el en el suelo, y sin
dexarle pelo en las barbas, le molieron a cozes,
y le dexaron tendido en el suelo, sin aliento
ni sentido; y, sin detenerse vn punto, tornó a
subir el frayle todo temeroso y acobardado y
sin color en el rostro, y quando se vio a
cauallo, picó tras su compañero, que vn buen
espacio de alli le estaua aguardando y esperando
en que paraua aquel sobresalto; y, sin querer
aguardar el fin de todo aquel començado
sucesso, siguieron su camino, haziendose mas
cruzes que si lleuaran al diablo a las
espaldas.

Don Quixote estaua, como se ha dicho,
hablando con la señora del coche, diziendole:

``La vuestra fermosura, señora mia, puede
fazer de su persona lo que mas le viniere en
talante, porque ya la soberuia de vuestros
robadores yaze por el suelo, derribada por este
mi fuerte braço; y, porque no peneys por saber
el nombre de vuestro libertador, sabed que yo
me llamo don Quixote de la Mancha, cauallero
andante y auenturero, y cautiuo de la sin
par y hermosa doña Dulzinea del Toboso; y en
pago del beneficio que de mi aueys recebido,
no quiero otra cosa sino que boluays al Toboso,
y que de mi parte os presenteys ante
esta señora y le digays lo que por vuestra
libertad he fecho.''

Todo esto que don Quixote dezia, escuchaua
vn escudero de los que el coche acompañauan,
que era vizcayno; el qual, viendo que
no queria dexar passar el coche adelante, sino
que dezia que luego auia de dar la buelta al
Toboso, se fue para don Quixote, y, asiendole
de la lança, le dixo en mala lengua castellana
y peor vizcayna, desta manera:

``Anda, cauallero, que mal andes; por el
Dios que criome, que, si no dexas coche, assi
te matas como estás ahi vizcayno.''

Entendiole muy bien don Quixote, y con
mucho sossiego le respondio:

``Si fueras cauallero, como no lo eres, ya yo
huuiera castigado tu sandez y atreuimiento,
cautiua criatura.''

A lo qual replicó el vizcayno:

``¿Yo no cauallero? Iuro a Dios tan mientes
como christiano. ¡Si lança arrojas y espada
sacas, el agua quán presto veras que al gato
lleuas!. Vizcayno por tierra, hidalgo por mar,
hidalgo por el diablo, y mientes que mira si
otra dizes cosa.''

``¡Aora lo veredes, dixo Agrages!'',
respondio don Quixote. Y arrojando la lança en
el suelo, sacó su espada y embraçó su rodela,
y arremetió al vizcayno con determinacion de
quitarle la vida.

El vizcayno, que assi le vio venir, aunque
quisiera apearse de la mula, que, por ser de
las malas de alquiler, no auia que fiar en ella,
no pudo hazer otra cosa sino sacar su espada;
pero auinole bien que se halló junto al coche,
de donde pudo tomar vna almohada que le
siruio de escudo, y luego se fueron el vno
para el otro, como si fueran dos mortales
enemigos. La demas gente quisiera ponerlos en
paz; mas no pudo, porque dezia el vizcayno
en sus mal trauadas razones, que si no le
dexauan acabar su batalla, que el mismo auia de
matar a su ama y a toda la gente que se lo
estoruasse. La señora del coche, admirada y
temerosa de lo que veia, hizo al cochero que
se desuiasse de alli algun poco, y desde lexos
se puso a mirar la rigurosa contienda, en el
discurso de la qual dio el vizcayno vna gran
cuchillada a don Quixote encima de vn ombro,
por encima de la rodela, que, a darsela sin
defensa, le abriera hasta la cintura. Don Quixote,
que sintio la pesadumbre de aquel desaforado
golpe, dio vna gran voz, diziendo:

``¡O señora de mi alma, Dulzinea, flor de la
fermosura, socorred a este vuestro cauallero,
que, por satisfazer a la vuestra mucha bondad,
en este riguroso trance se halla!''

El dezir esto, y el apretar la espada, y el
cubrirse bien de su rodela, y el arremeter al
vizcayno, todo fue en vn tiempo, lleuando
determinacion de auenturarlo todo a la de vn golpe
solo. El vizcayno, que assi le vio venir
contra el, bien entendio por su denuedo su coraje,
y determinó de hazer lo mesmo que don
Quixote; y, assi, le aguardó bien cubierto de
su almohada, sin poder rodear la mula a vna
ni a otra parte, que ya, de puro cansada y no
hecha a semejantes niñerias, no podia dar vn
passo.

Venia, pues, como se ha dicho, don Quixote
contra el cauto vizcayno, con la espada en
alto, con determinacion de abrirle por medio,
y el vizcayno le aguardaua ansi mesmo,
leuantada la espada y aforrado con su almohada,
y todos los circunstantes estauan temerosos
y colgados de lo que auia de suceder de
aquellos tamaños golpes con que se
amenazauan; y la señora del coche y las demas
criadas suyas estauan haziendo mil votos y
ofrecimientos a todas las imagenes y casas de
deuocion de España, porque Dios librasse a su
escudero, y a ellas, de aquel tan grande
peligro en que se hallauan.

Pero está el daño de todo esto que en este
punto y termino dexa pendiente el autor desta
historia esta batalla, disculpandose que no
halló mas escrito destas hazañas de don Quixote,
de las que dexa referidas. Bien es verdad que
el segundo autor desta obra no quiso creer
que tan curiosa historia estuuiesse entregada
a las leyes del oluido, ni que huuiessen sido
tan poco curiosos los ingenios de la Mancha,
que no tuuiessen en sus archiuos o en sus
escritorios algunos papeles que deste famoso
cauallero tratassen, y, assi, con esta imaginacion,
no se desesperó de hallar el fin desta apazible
historia, el qual, siendole el cielo fauorable, le
halló del modo que se contará en la segunda
parte.

# part d Volume_1_Parte_2

## <d000>
# chapter   0 parttitle
# unit T title
SEGVNDA PARTE
DEL INGENIOSO
hidalgo don Quixote de
la Mancha.


## <d009>
# chapter   9 IX
# unit N chapternum
Capitulo IX
# unit T title
Donde se concluye y da fin a la estupenda
batalla que el gallardo vizcayno y el valiente
manchego tuuieron.
# unit P text
Dexamos en la primera parte desta historia
al valeroso vizcayno y al famoso don
Quixote con las espadas altas y desnudas, en
guisa de descargar dos furibundos fendientes,
tales que, si en lleno se acertauan, por lo menos
se diuidirian y fenderian de arriba a baxo y
abririan como vna granada; y que en aquel
punto tan dudoso paró y quedó destroncada
tan sabrosa historia, sin que nos diesse noticia
su autor donde se podria hallar lo que della
faltaua. Causome esto mucha pesadumbre, porque
el gusto de auer leydo tan poco se boluia
en disgusto de pensar el mal camino que se
ofrecia para hallar lo mucho que, a mi parecer,
faltaua de tan sabroso cuento. Pareciome cosa
impossible y fuera de toda buena costumbre,
que a tan buen cauallero le huuiesse faltado
algun sabio que tomara a cargo el escreuir
sus nunca vistas hazañas, cosa que no faltó a
ninguno de los caualleros andantes, ÷
# unit Q spanishverse
``de los que dizen las gentes ÷
que van a sus auenturas'', ÷
# unit P text
porque cada vno dellos tenia vno o dos sabios,
como de molde, que no solamente escriuian
sus hechos, sino que pintauan sus mas minimos
pensamientos y niñerias, por mas escondidas
que fuessen. Y no auia de ser tan desdichado
tan buen cauallero, que le faltasse a el
lo que sobró a Platir y a otros semejantes.
Y, assi, no podia inclinarme a creer que tan
gallarda historia huuiesse quedado manca y
estropeada, y echaua la culpa a la malignidad
del tiempo, deuorador y consumidor de todas
las cosas, el qual, o la tenia oculta o
consumida.

Por otra parte, me parecia que, pues entre
sus libros se auian hallado tan modernos como
Desengaño de zelos y Ninfas y pastores de
Henares, que tambien su historia deuia de
ser moderna, y que, ya que no estuuiesse
escrita, estaria en la memoria de la gente de su
aldea y de las a ella circunuezinas. Esta
imaginacion me traia confuso y desseoso de saber
real y verdaderamente toda la vida y milagros
de nuestro famoso español don Quixote de la
Mancha, luz y espejo de la caualleria manchega,
y el primero que en nuestra edad y en estos
tan calamitosos tiempos se puso al trabajo y
exercicio de las andantes armas, y al de
desfazer agrauios, socorrer viudas, amparar
donzellas, de aquellas que andauan con sus açotes
y palafrenes, y con toda su virginidad a
cuestas, de monte en monte y de valle en valle;
que si no era que algun follon, o algun villano
de acha y capellina, o algun descomunal
gigante las forçaua, donzella huuo en los
passados tiempos que, al cabo de ochenta años,
que en todos ellos no durmio vn dia debaxo
de tejado, se fue tan entera a la sepultura
como la madre que la auia parido.

Digo, pues, que por estos y otros muchos
respetos, es digno nuestro gallardo Quixote de
continuas y memorables alabanças, y aun a mi
no se me deuen negar por el trabajo y diligencia
que puse en buscar el fin desta agradable
historia. Aunque bien se que si el cielo, el
caso y la fortuna no me ayudan, el mundo
quedara falto y sin el passatiempo y gusto que
bien casi dos horas podra tener el que con
atencion la leyere. Passó, pues, el hallarla en
esta manera.

Estando yo vn dia en el Alcana de Toledo,
llegó vn muchacho a vender vnos cartapacios
y papeles viejos a vn sedero, y como yo soy
aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos
de las calles, lleuado desta mi natural inclinacion,
tomé vn cartapacio de los que el muchacho
vendia, y vile con caracteres que conoci ser
arauigos. Y puesto que, aunque los conocia,
no los sabia leer, anduue mirando si parecia
por alli algun morisco aljamiado que los leyesse;
y no fue muy dificultoso hallar interprete
semejante, pues aunque le buscara de otra
mejor y mas antigua lengua le hallara. En fin,
la suerte me deparó vno, que, diziendole mi
desseo y poniendole el libro en las manos, le
abrio por medio, y leyendo vn poco en el, se
començo a reyr.

Preguntele yo que de qué se reya, y
respondiome que de vna cosa que tenia aquel
libro escrita en el margen por anotacion.
Dixele que me la dixesse, y el, sin dexar la
risa, dixo:

``Está, como he dicho, aqui, en el margen,
escrito esto: «Esta Dulzinea del Toboso, tantas
vezes en esta historia referida, dizen que tuuo
la mejor mano para salar puercos que otra
muger de toda la Mancha.»''

Quando yo ohi dezir ``Dulzinea del Toboso'',
quedé atonito y suspenso, porque luego se me
representó que aquellos cartapacios contenian
la historia de don Quixote. Con esta imaginacion
le di priessa que leyesse el principio, y,
haziendolo ansi, boluiendo de improuiso el
arauigo en castellano, dixo que dezia: Historia
de don Quixote de la Mancha, escrita por Cide
Hamete Benengeli, historiador arauigo.

Mucha discrecion fue menester para dissimular
el contento que recebi quando llegó a mis
oydos el titulo del libro, y, salteandosele al
sedero, compré al muchacho todos los papeles y
cartapacios por medio real; que si el tuuiera
discrecion y supiera lo que yo los desseaua,
bien se pudiera prometer y lleuar mas de seys
reales de la compra.

Aparteme luego con el morisco por el claustro
de la Iglesia Mayor, y roguele me boluiesse
aquellos cartapacios, todos los que tratauan de
don Quixote, en lengua castellana, sin quitarles
ni añadirles nada, ofreciendole la paga que el
quisiesse. Contentose con dos arrobas de passas
y dos fanegas de trigo, y prometio de traduzirlos
bien y fielmente y con mucha breuedad.
Pero yo, por facilitar mas el negocio y por
no dexar de la mano tan buen hallazgo, le
truxe a mi casa, donde en poco mas de mes y
medio la traduxo toda, del mesmo modo
que aqui se refiere.

Estaua en el primero cartapacio pintada, muy
al natural, la batalla de don Quixote con el
vizcayno, puestos en la mesma postura que
la historia cuenta: leuantadas las espadas, el
vno cubierto de su rodela, el otro de la
almohada, y la mula del vizcayno tan al viuo, que
estaua mostrando ser de alquiler a tiro de
ballesta. Tenia a los pies escrito el vizcayno vn
titulo que dezia: Don Sancho de Azpeitia,
que sin duda deuia de ser su nombre, y a los
pies de Rozinante estaua otro que dezia: Don
Quixote. Estaua Rozinante marauillosamente
pintado, tan largo y tendido, tan atenuado y
flaco, con tanto espinazo, tan etico confirmado,
que mostraua bien al descubierto con quanta
aduertencia y propriedad se le auia puesto
el nombre de Rozinante. Iunto a el estaua Sancho
Pança, que tenia del cabestro a su asno, a
los pies del qual estaua otro retulo que dezia:
Sancho Çancas, y deuia de ser que tenia, a lo
que mostraua la pintura, la barriga grande, el
talle corto y las çancas largas, y por esto se le
deuio de poner nombre de Pança, y de Çancas;
que con estos dos sobrenombres le llama
algunas vezes la historia.

Otras algunas menudencias auia que aduertir;
pero todas son de poca importancia, y
que no hazen al caso a la verdadera relacion
de la historia, que ninguna es mala como sea
verdadera. Si a esta se le puede poner alguna
obgecion cerca de su verdad, no podra ser
otra sino auer sido su autor arauigo, siendo
muy propio de los de aquella nacion ser
mentirosos, aunque, por ser tan nuestros enemigos,
antes se puede entender auer quedado falto en
ella que demasiado. Y ansi me parece a mi,
pues quando pudiera y deuiera estender la
pluma en las alabanças de tan buen cauallero,
parece que de industria las passa en silencio:
cosa mal hecha y peor pensada, auiendo y
deuiendo ser los historiadores puntuales,
verdaderos y no nada apassionados, y que ni el
interes ni el miedo, el rancor ni la aficion, no
les hagan torcer del camino de la verdad,
cuya madre es la historia, emula del tiempo,
deposito de las acciones, testigo de lo passado,
exemplo y auiso de lo presente, aduertencia
de lo por venir. En esta se que se hallará
todo lo que se acertare a dessear en la mas
apazible; y si algo bueno en ella faltare, para
mi tengo que fue por culpa del galgo de su
autor, antes que por falta del sujeto.

En fin, su segunda parte, siguiendo la
traducion, començaua desta manera:

Puestas y leuantadas en alto las cortadoras
espadas de los dos valerosos y enojados
combatientes, no parecia sino que estauan amenazando
al cielo, a la tierra y al abismo: tal era
el denuedo y continente que tenian. Y el primero
que fue a descargar el golpe fue el colerico
vizcayno, el qual fue dado con tanta fuerça
y tanta furia, que, a no boluersele la espada
en el camino, aquel solo golpe fuera bastante
para dar fin a su rigurosa contienda y a todas
las auenturas de nuestro cauallero; mas la
buena suerte, que para mayores cosas le tenia
guardado, torcio la espada de su contrario, de
modo que, aunque le acerto en el hombro
yzquierdo, no le hizo otro daño que desarmarle
todo aquel lado, lleuandole de camino gran
parte de la zelada, con la mitad de la oreja;
que todo ello con espantosa ruyna vino al
suelo, dexandole muy mal trecho.

¡Valame Dios, y quién sera aquel que
buenamente pueda contar aora la rabia que entró
en el coraçon de nuestro manchego, viendose
parar de aquella manera! No se diga mas sino
que fue de manera, que se alçó de nueuo en
los estribos, y, apretando mas la espada en las
dos manos, con tal furia descargó sobre el
vizcayno, acertandole de lleno sobre la almohada
y sobre la cabeça, que, sin ser parte tan buena
defensa, como si cayera sobre el vna montaña,
començo a echar sangre por las narizes y por
la boca y por los oydos, y a dar muestras de
caer de la mula abaxo, de donde cayera, sin
duda, si no se abraçara con el cuello; pero
con todo esso, sacó los pies de los estribos, y
luego solto los braços, y la mula, espantada
del terrible golpe, dio a correr por el campo, y,
a pocos corcobos dio con su dueño en tierra.

Estauaselo con mucho sossiego mirando don
Quixote, y, como lo vio caer, saltó de su
cauallo, y con mucha ligereza se llegó a el, y,
poniendole la punta de la espada en los ojos, le
dixo que se rindiesse; si no, que le cortaria
la cabeça. Estaua el vizcayno tan turbado que
no podia responder palabra, y el lo passara
mal, segun estaua ciego don Quixote, si las
señoras del coche, que hasta entonces con
gran desmayo auian mirado la pendencia, no
fueran a donde estaua y le pidieran con mucho
encarecimiento, les hiziesse tan gran
merced y fauor de perdonar la vida a aquel su
escudero.

A lo qual don Quixote respondio con mucho
entono y grauedad:

``Por cierto, fermosas señoras, yo soy muy
contento de hazer lo que me pedis; mas ha de
ser con vna condicion y concierto, y es que
este cauallero me ha de prometer de yr al
lugar del Toboso y presentarse de mi parte ante
la simpar doña Dulzinea, para que ella haga
del lo que mas fuere de su voluntad.''

Las temerosas y desconsoladas señoras,
sin entrar en cuenta de lo que don
Quixote pedia, y sin preguntar quien Dulzinea
fuesse, le prometieron que el escudero haria
todo aquello que de su parte le fuesse
mandado.

``Pues en fe de essa palabra, yo no le hare
mas daño, puesto que me lo tenia bien
merecido.''


## <d010>
# chapter  10 X
# unit N chapternum
Capitulo X
# unit T title
De lo que mas le auino a don Quixote con
el vizcayno y del peligro en que se vio con
vna turba de iangueses.
# unit P text
Ya en este tiempo se auia leuantado Sancho
Pança, algo maltratado de los moços de los
frayles, y auia estado atento a la batalla de su
señor don Quixote, y rogaua a Dios en su coraçon
fuesse seruido de darle vitoria, y que en
ella ganasse alguna insula de donde le
hiziesse gouernador, como se lo auia prometido.
Viendo, pues, ya acabada la pendencia, y que
su amo boluia a subir sobre Rozinante, llegó a
tenerle el estribo, y antes que subiesse se
hincó de rodillas delante del, y, asiendole de la
mano, se la besó y le dixo:

``Sea vuestra merced seruido, señor don
Quixote mio, de darme el gouierno de la
insula que en esta rigurosa pendencia se ha
ganado; que, por grande que sea, yo me siento
con fuerças de saberla gouernar, tal y tan bien
como otro que aya gouernado insulas en el
mundo.''

A lo qual respondio don Quixote:

``Aduertid, hermano Sancho, que esta auentura,
y las a esta semejantes, no son auenturas
de insulas, sino de encruzijadas, en las
quales no se gana otra cosa que sacar rota la
cabeça o vna oreja menos. Tened paciencia;
que auenturas se ofreceran donde no
solamente os pueda hazer gouernador, sino mas
adelante.''

Agradecioselo mucho Sancho, y, besandole
otra vez la mano y la falda de la loriga, le
ayudó a subir sobre Rozinante, y el subio sobre su
asno, y començo a seguir a su señor, que, a
passo tirado, sin despedirse ni hablar mas con
las del coche, se entró por vn bosque que alli
junto estaua. Seguiale Sancho a todo el trote
de su jumento, pero caminaua tanto Rozinante,
que, viendose quedar atras, le fue forçoso dar
vozes a su amo que se aguardasse. Hizolo assi
don Quixote, teniendo las riendas a Rozinante
hasta que llegasse su cansado escudero, el
qual, en llegando, le dixo:

``Pareceme, señor, que seria acertado yrnos
a retraer a alguna iglesia; que, segun quedó
maltrecho aquel con quien os combatistes, no
sera mucho que den noticia del caso a la Santa
Hermandad y nos prendan; y a fe que si lo
hazen, que primero que salgamos de la
carcel, que nos ha de sudar el hopo.''

``Calla'', dixo don Quixote. ``¿Y dónde has
visto tu, o leydo jamas, que cauallero andante
aya sido puesto ante la justicia por mas
homicidios que huuiesse cometido?''

``Yo no se nada de omecillos'', respondio
Sancho, ``ni en mi vida le caté a ninguno; solo
se que la Santa Hermandad tiene que ver con
los que pelean en el campo, y en essotro no
me entremeto.''

``Pues no tengas pena, amigo'', respondio
don Quixote; ``que yo te sacaré de las manos
de los caldeos, quanto mas de las de la
Hermandad. Pero dime, por tu vida: ¿has visto
mas valeroso cauallero que yo en todo lo
descubierto de la tierra? ¿Has leydo en historias
otro que tenga ni aya tenido mas brio en acometer,
mas aliento en el perseuerar, mas destreza
en el herir, ni mas maña en el derribar?''

``La verdad sea'', respondio Sancho, ``que yo
no he leydo ninguna historia jamas, porque ni
se leer ni escreuir; mas lo que osaré apostar
es que mas atreuido amo que vuestra merced
yo no le he seruido en todos los dias de mi
vida, y quiera Dios que estos atreuimientos
no se paguen donde tengo dicho. Lo que le
ruego a vuestra merced es que se cure, que
le va mucha sangre de essa oreja; que aqui
traygo hilas y vn poco de vnguento blanco en
las alforjas.''

``Todo esso fuera bien escusado'', respondio
don Quixote, ``si a mi se me acordara de hazer
vna redoma del balsamo de Fierabras; que con
sola vna gota se ahorraran tiempo y
medizinas.''

``¿Qué redoma y qué balsamo es esse?'' dixo
Sancho Pança.

``Es vn balsamo'', respondio don Quixote,
``de quien tengo la receta en la memoria, con
el qual no ay que tener temor a la muerte, ni
ay pensar morir de ferida alguna. Y, ansi,
quando yo le haga y te le de, no tienes mas
que hazer sino que, quando vieres que en
alguna batalla me han partido por medio del
cuerpo, como muchas vezes suele acontecer,
bonitamente la parte del cuerpo que huuiere
caydo en el suelo, y con mucha sotiliza,
antes que la sangre se yele, la pondras sobre
la otra mitad que quedare en la silla,
aduirtiendo de encaxallo ygualmente y al justo.
Luego me daras a beuer solos dos tragos del
balsamo que he dicho, y verasme quedar
mas sano que vna mançana.''

``Si esso ay'', dixo Pança, ``yo renuncio desde
aqui el gouierno de la prometida insula, y no
quiero otra cosa en pago de mis muchos y
buenos seruicios, sino que vuestra merced me
de la receta de esse estremado licor; que para
mi tengo que valdra la onça, adonde quiera,
mas de a dos reales, y no he menester yo mas
para passar esta vida honrada y descansadamente.
Pero es de saber agora si tiene mucha
costa el hazelle.''

``Con menos de tres reales se pueden hazer
tres azumbres'', respondio don Quixote.

``¡Pecador de mi!'', replicó Sancho, ``¿pues a
qué aguarda vuestra merced a hazelle y a
enseñarmele?''

``Calla, amigo'', respondio don Quixote; ``que
mayores secretos pienso enseñarte y mayores
mercedes hazerte; y por agora curemonos,
que la oreja me duele mas de lo que yo
quisiera.''

Sacó Sancho de las alforjas hilas y vnguento.
Mas quando don Quixote llegó a ver rota su
zelada, penso perder el juyzio, y, puesta la
mano en la espada y alçando los ojos al cielo,
dixo:

``Yo hago juramento al Criador de todas las
cosas, y a los santos quatro Euangelios donde
mas largamente estan escritos, de hazer la vida
que hizo el grande Marques de Mantua quando
juró de vengar la muerte de su sobrino
Valdouinos, que fue de no comer pan a
manteles, ni con su muger folgar, y otras cosas
que, aunque dellas no me acuerdo, las doy
aqui por expressadas, hasta tomar entera
vengança del que tal desaguisado me fizo.''

Oyendo esto Sancho, le dixo:

``Aduierta vuestra merced, señor don Quixote,
que si el cauallero cumplio lo que se le
dexó ordenado de yrse a presentar ante
mi señora Dulzinea del Toboso, ya aura cumplido
con lo que deuia, y no merece otra pena
si no comete nueuo delito.''

``Has hablado y apuntado muy bien'',
respondio don Quixote; ``y, assi, anulo el
juramento en quanto lo que toca a tomar del
nueua vengança; pero hagole y confirmole de
nueuo de hazer la vida que he dicho hasta
tanto que quite por fuerça otra zelada, tal y
tan buena como esta, a algun cauallero. Y
no pienses, Sancho, que assi a humo de pajas
hago esto; que bien tengo a quien imitar en
ello, que esto mesmo passó al pie de la
letra sobre el yelmo de Mambrino, que tan
caro le costo a Sacripante.''

``Que de al diablo vuestra merced tales
juramentos, señor mio'', replicó Sancho, ``que son
muy en daño de la salud y muy en perjuyzio
de la conciencia. Si no, digame aora: si acaso
en muchos dias no topamos hombre armado
con zelada, ¿qué hemos de hazer? ¿Hase de
cumplir el juramento a despecho de tantos
inconuenientes e incomodidades como sera el
dormir vestido, y el no dormir en poblado, y
otras mil penitencias que contenia el juramento
de aquel loco viejo del Marques de Mantua,
que vuestra merced quiere reualidar aora? Mire
vuestra merced bien que por todos estos caminos
no andan hombres armados, sino harrieros
y carreteros, que no solo no traen zeladas, pero
quiça no las han oydo nombrar en todos los
dias de su vida.''

``Engañaste en esso'', dixo don Quixote,
``porque no auremos estado dos horas por
estas encruzijadas, quando veamos mas armados
que los que vinieron sobre Albraca a la
conquista de Angelica la Bella.''

``Alto, pues; sea ansi'', dixo Sancho, ``y
a Dios prazga que nos suceda bien, y que se
llegue ya el tiempo de ganar esta insula que
tan cara me cuesta, y muerame yo luego.''

``Ya te he dicho, Sancho, que no te de esso
cuydado alguno; que, quando faltare insula,
ay está el reyno de Dinamarca o el de Sobradisa,
que te vendran como anillo al dedo,
y mas que, por ser en tierra firme, te deues
mas alegrar. Pero dexemos esto para su tiempo,
y mira si traes algo en essas alforjas que
comamos, porque vamos luego en busca de
algun castillo donde aloxemos esta noche y
hagamos el balsamo que te he dicho, porque
yo te boto a Dios, que me va doliendo mucho
la oreja.''

``Aqui trayo vna cebolla y vn poco de queso
y no se quantos mendrugos de pan'', dixo
Sancho; ``pero no son manjares que pertenecen
a tan valiente cauallero como vuestra
merced.''

``Qué mal lo entiendes'', respondio don
Quixote; ``hagote saber, Sancho, que es honra de
los caualleros andantes no comer en vn mes,
y ya que coman, sea de aquello que hallaren
mas a mano; y esto se te hiziera cierto si
huuieras leydo tantas historias como yo, que,
aunque han sido muchas, en todas ellas no he
hallado hecha relacion de que los caualleros
andantes comiessen, si no era acaso y en
algunos suntuosos banquetes que les hazian, y
los demas dias se los passauan en flores.
Y aunque se dexa entender que no podian
passar sin comer y sin hazer todos los otros
menesteres naturales, porque, en efeto, eran
hombres como nosotros, hase de entender
tambien que, andando lo mas del tiempo de
su vida por las florestas y despoblados, y sin
cozinero, que su mas ordinaria comida seria
de viandas rusticas, tales como las que tu aora
me ofreces. Assi que, Sancho amigo, no te
congoje lo que a mi me da gusto; ni querras
tu hazer mundo nueuo, ni sacar la caualleria
andante de sus quicios.''

``Perdoneme vuestra merced'', dixo Sancho;
``que como yo no se leer ni escreuir, como
otra vez he dicho, no se ni he caydo en las
reglas de la profession caualleresca, y de aqui
adelante yo proueere las alforjas de todo
genero de fruta seca para vuestra merced, que es
cauallero, y para mi las proueere, pues no lo
soy, de otras cosas bolatiles y de mas
sustancia.''

``No digo yo, Sancho'', replicó don Quixote,
``que sea forçoso a los caualleros andantes no
comer otra cosa sino essas frutas que dizes,
sino que su mas ordinario sustento deuia de
ser dellas, y de algunas yeruas que hallauan
por los campos, que ellos conocian y yo
tambien conozco.''

``Virtud es'', respondio Sancho, ``conocer
essas yeruas, que, segun yo me voy imaginando,
algun dia sera menester vsar de esse
conocimiento.''

Y sacando, en esto, lo que dixo que trahia,
comieron los dos en buena paz y compaña.
Pero desseosos de buscar donde alojar aquella
noche, acabaron con mucha breuedad su pobre
y seca comida. Subieron luego a cauallo,
y dieronse priessa por llegar a poblado antes
que anocheciesse; pero faltoles el sol, y la
esperança de alcançar lo que desseauan, junto a
vnas choças de vnos cabreros, y, assi,
determinaron de passarla alli; que, quanto fue de
pesadumbre para Sancho no llegar a poblado,
fue de contento para su amo dormirla al cielo
descubierto, por parecerle que cada vez que
esto le sucedia era hazer vn acto possessiuo
que facilitaua la prueua de su caualleria.


## <d011>
# chapter  11 XI
# unit N chapternum
Capitulo XI
# unit T title
De lo que le sucedio a don Quixote con vnos
cabreros.
# unit P text
Fue recogido de los cabreros con buen
animo, y auiendo Sancho, lo mejor que pudo,
acomodado a Rozinante y a su jumento, se fue
tras el olor que despedian de si ciertos tasajos
de cabra, que hiruiendo al fuego en vn caldero
estauan; y, aunque el quisiera en aquel
mesmo punto ver si estauan en sazon de
trasladarlos del caldero al estomago, lo dexó de
hazer, porque los cabreros los quitaron del
fuego, y, tendiendo por el suelo vnas pieles
de ouejas, adereçaron con mucha priessa su
rustica mesa, y combidaron a los dos, con
muestras de muy buena voluntad, con lo que
tenian. Sentaronse a la redonda de las pieles
seis dellos, que eran los que en la majada auia,
auiendo primero, con grosseras ceremonias,
rogado a don Quixote que se sentasse sobre
vn dornajo que buelto del reues le pusieron.
Sentose don Quixote, y quedauase Sancho en
pie para seruirle la copa, que era hecha de
cuerno. Viendole en pie su amo, le dixo:

``Porque veas, Sancho, el bien que en si
encierra la andante caualleria, y quán a pique
estan los que en qualquiera ministerio della se
exercitan de venir breuemente a ser honrados
y estimados del mundo, quiero que aqui, a mi
lado y en compañia desta buena gente, te
sientes, y que seas vna mesma cosa conmigo,
que soy tu amo y natural señor; que comas en
mi plato y beuas por donde yo beuiere, porque
de la caualleria andante se puede dezir lo
mesmo que del amor se dize: que todas
las cosas yguala.''

``Gran merced'', dixo Sancho; ``pero se dezir
a vuestra merced que como yo tuuiesse bien
de comer, tambien y mejor me lo comeria
en pie y a mis solas como sentado a par de
vn emperador. Y aun si va a dezir verdad,
mucho mejor me sabe lo que como en mi rincon,
sin melindres ni respetos, aunque sea pan
y cebolla, que los gallipauos de otras mesas
donde me sea forçoso mascar despacio, beuer
poco, limpiarme a menudo, no estornudar, ni
toser si me viene gana, ni hazer otras cosas
que la soledad y la libertad traen consigo.
Ansi que, señor mio, estas honras que
vuestra merced quiere darme por ser ministro
y aderente de la caualleria andante, como lo
soy siendo escudero de vuestra merced,
conuiertalas en otras cosas que me sean de mas
comodo y prouecho; que estas, aunque las doy
por bien recebidas, las renuncio para desde
aqui al fin del mundo.''

``Con todo esso, te has de sentar, porque a
quien se humilla Dios le ensalça.''

Y, asiendole por el braço, le forço a que
junto del se sentasse.

No entendian los cabreros aquella gerigonça
de escuderos y de caualleros andantes, y no
hazian otra cosa que comer y callar, y mirar
a sus huespedes, que, con mucho donayre y
gana, embaulauan tassajo como el puño. Acabado
el seruicio de carne, tendieron sobre las
zaleas gran cantidad de bellotas auellanadas,
y juntamente pusieron vn medio queso, mas
duro que si fuera hecho de argamassa. No
estaua en esto ocioso el cuerno, porque andaua
a la redonda tan a menudo, ya lleno, ya vazio,
como arcaduz de noria, que con facilidad
vazió vn zaque de dos que estauan de
manifiesto.

Despues que don Quixote huuo bien satisfecho
su estomago, tomó vn puño de bellotas
en la mano, y, mirandolas atentamente, solto
la voz a semejantes razones:

``¡Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a
quien los antiguos pusieron nombre de dorados;
y no porque en ellos el oro, que en esta
nuestra edad de hierro tanto se estima, se
alcançasse en aquella venturosa sin fatiga alguna,
sino porque entonces los que en ella viuian
ignorauan estas dos palabras de tuyo y mio!
Eran en aquella santa edad todas las cosas
comunes; a nadie le era necessario, para alcançar
su ordinario sustento, tomar otro trabajo que
alçar la mano y alcançarle de las robustas
enzinas, que liberalmente les estauan combidando
con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes
y corrientes rios, en magnifica abundancia,
sabrosas y transparentes aguas les ofrecian. En
las quiebras de las peñas y en lo hueco de los
arboles formauan su republica las solicitas y
discretas abejas, ofreciendo a qualquiera mano,
sin interes alguno, la fertil cosecha de su
dulcissimo trabajo. Los valientes alcornoques
despedian de si, sin otro artificio que el de su
cortesia, sus anchas y liuianas cortezas, con que
se començaron a cubrir las casas, sobre
rusticas estacas sustentadas, no mas que para
defensa de las inclemencias del cielo. Todo era
paz entonces, todo amistad, todo concordia;
aun no se auia atreuido la pesada reja del corbo
arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas
de nuestra primera madre, que ella, sin ser
forçada, ofrecia por todas las partes de su fertil
y espacioso seno lo que pudiesse hartar,
sustentar y deleytar a los hijos que entonces la
posseian.

''Entonces si que andauan las simples y hermosas
çagalejas de valle en valle y de otero en
otero, en trença y en cabello, sin mas vestidos
de aquellos que eran menester para cubrir
honestamente lo que la honestidad quiere y
ha querido siempre que se cubra, y no eran
sus adornos de los que aora se vsan, a quien
la purpura de Tyro y la por tantos modos
martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas
verdes de lampazos y yedra entretexidas,
con lo que quiça yuan tan pomposas y compuestas
como van agora nuestras cortesanas
con las raras y peregrinas inuenciones que la
curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces
se decorauan los concetos amorosos del alma
simple y senzillamente, del mesmo modo
y manera que ella los concebia, sin buscar
artificioso rodeo de palabras para encarecerlos.
No auia la fraude, el engaño ni la malicia,
mezcladose con la verdad y llaneza. La
justicia se estaua en sus proprios terminos,
sin que la osassen turbar ni ofender los del
fauor y los del interesse, que tanto aora la
menoscaban, turban y persiguen. La ley del
encaxe aun no se auia sentado en el
entendimiento del juez, porque entonces no auia
que juzgar, ni quien fuesse juzgado. Las
donzellas y la honestidad andauan, como tengo
dicho, por donde quiera, sola y señera, sin
temor que la agena desemboltura y lasciuo
intento le menoscabassen, y su perdicion
nacia de su gusto y propria voluntad. Y agora,
en estos nuestros detestables siglos, no
está segura ninguna, aunque la oculte y cierre
otro nueuo laberinto como el de Creta; porque
alli, por los resquicios, o por el ayre, con el zelo
de la maldita solicitud, se les entra la amorosa
pestilencia y les haze dar con todo su recogimiento
al traste. Para cuya seguridad, andando
mas los tiempos y creciendo mas la malicia, se
instituyó la orden de los caualleros andantes
para defender las donzellas, amparar las
viudas, y socorrer a los huerfanos y a los
menesterosos.

''Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a
quien agradezco el gassaje y buen
acogimiento que hazeis a mi y a mi escudero. Que,
aunque por ley natural estan todos los que
viuen obligados a fauorecer a los caualleros
andantes, todauia, por saber que sin saber
vosotros esta obligacion me acogistes y regalastes,
es razon que con la voluntad a mi possible
os agradezca la vuestra.''

Toda esta larga arenga, que se pudiera muy
bien escusar, dixo nuestro cauallero, porque
las bellotas que le dieron le truxeron a la
memoria la edad dorada. Y antojosele hazer aquel
inutil razonamiento a los cabreros, que, sin
respondelle palabra, embouados y suspensos,
le estuuieron escuchando. Sancho, assi mesmo,
callaua y comia bellotas, y visitaua
muy a menudo el segundo zaque, que, porque
se enfriasse el vino, le tenian colgado de vn
alcornoque.

Mas tardó en hablar don Quixote que en
acabarse la cena; al fin de la qual vno de los
cabreros dixo:

``Para que con mas veras pueda vuestra
merced dezir, señor cauallero andante, que le
agassajamos con prompta y buena voluntad,
queremos darle solaz y contento con hazer
que cante vn compañero nuestro, que no tardará
mucho en estar aqui. El qual es vn zagal
muy entendido y muy enamorado, y que, sobre
todo, sabe leer y escreuir, y es musico de vn
rabel que no ay mas que dessear.''

Apenas auia el cabrero acabado de dezir
esto, quando llegó a sus oydos el son del rabel,
y de alli a poco llegó el que le tañia, que era
vn moço de hasta veynte y dos años, de muy
buena gracia. Preguntaronle sus compañeros
si auia cenado, y, respondiendo que si, el que
auia hecho los ofrecimientos le dixo:

``De essa manera, Antonio, bien podras
hazernos plazer de cantar vn poco, por que vea
este señor huesped que tenemos, que tambien
por los montes y seluas ay quien sepa de
musica. Hemosle dicho tus buenas habilidades,
y desseamos que las muestres y nos saques
verdaderos; y, assi, te ruego por tu vida
que te sientes y cantes el romance de tus
amores, que te compuso el beneficiado tu tio, que
en el pueblo ha parecido muy bien.''

``Que me plaze'', respondio el moço.

Y, sin hazerse mas de rogar, se sento en el
tronco de vna desmochada enzina, y, templando
su rabel, de alli a poco, con muy buena gracia,
començo a cantar, diziendo desta manera:

# unit S subtitle
ANTONIO
# unit Q spanishverse
Yo se, Olalla, que me adoras, ÷
puesto que no me lo has dicho ÷
ni aun con los ojos siquiera, ÷
mudas lenguas de amorios.

Porque se que eres sabida, ÷
en que me quieres me afirmo; ÷
que nunca fue desdichado ÷
amor que fue conocido.

Bien es verdad, que tal vez, ÷
Olalla, me has dado indicio ÷
que tienes de bronze el alma ÷
y el blanco pecho de risco.

Mas alla, entre tus reproches ÷
y honestissimos desuios, ÷
tal vez la esperança muestra ÷
la orilla de su vestido.

Aualançase al señuelo ÷
mi fe, que nunca ha podido, ÷
ni menguar por no llamado, ÷
ni crecer por escogido.

Si el amor es cortesia, ÷
de la que tienes colijo, ÷
que el fin de mis esperanças ÷
ha de ser qual imagino.

Y si son seruicios parte ÷
de hazer vn pecho benigno, ÷
algunos de los que he hecho ÷
fortalezen mi partido.

Porque si has mirado en ello, ÷
mas de vna vez auras visto ÷
que me he vestido en los lunes ÷
lo que me honraua el domingo.

Como el amor y la gala ÷
andan vn mesmo camino, ÷
en todo tiempo a tus ojos ÷
quise mostrarme polido.

Dexo el baylar por tu causa, ÷
ni las musicas te pinto ÷
que has escuchado a deshoras ÷
y al canto del gallo primo.

No cuento las alabanças ÷
que de tu belleza he dicho; ÷
que, aunque verdaderas, hazen ÷
ser yo de algunas malquisto.

Teresa del Berrocal, ÷
yo alabandote, me dixo: ÷
``Tal piensa que adora a vn angel, ÷
y viene a adorar a vn gimio,

merced a los muchos dixes, ÷
y a los cabellos postizos, ÷
y a hipocritas hermosuras ÷
que engañan al amor mismo.''

Desmentila, y enojose; ÷
boluio por ella su primo, ÷
desafiome, y ya sabes ÷
lo que yo hize y el hizo.

No te quiero yo a monton, ÷
ni te pretendo y te siruo ÷
por lo de barragania, ÷
que mas bueno es mi designio.

Coyundas tiene la Iglesia ÷
que son lazadas de sirgo; ÷
pon tu el cuello en la gamella, ÷
veras como pongo el mio.

Donde no, desde aqui juro ÷
por el santo mas bendito ÷
de no salir destas sierras ÷
sino para capuchino.

# unit P text
Con esto dio el cabrero fin a su canto, y
aunque don Quixote le rogo que algo mas
cantasse, no lo consintio Sancho Pança, porque
estaua mas para dormir que para oyr
canciones. Y ansi, dixo a su amo:

``Bien puede vuestra merced acomodarse
desde luego a donde ha de posar esta noche;
que el trabajo que estos buenos hombres
tienen todo el dia no permite que passen las
noches cantando.''

``Ya te entiendo, Sancho'', le respondio don
Quixote; ``que bien se me trasluze que las
visitas del zaque piden mas recompensa de
sueño que de musica.''

``A todos nos sabe bien, bendito sea Dios'',
respondio Sancho.

``No lo niego'', replicó don Quixote; ``pero
acomodate tu donde quisieres, que los de mi
profession mejor parecen velando que
durmiendo. Pero, con todo esto, seria bien,
Sancho, que me bueluas a curar esta oreja,
que me va doliendo mas de lo que es
menester.''

Hizo Sancho lo que se le mandaua. Y, viendo
vno de los cabreros la herida, le dixo que
no tuuiesse pena, que el pondria remedio con
que facilmente se sanasse. Y, tomando algunas
hojas de romero, de mucho que por alli auia,
las mascó y las mezcló con vn poco de sal,
y, aplicandoselas a la oreja, se la vendó muy
bien, assegurandole que no auia menester otra
medicina, y assi fue la verdad.


## <d012>
# chapter  12 XII
# unit N chapternum
Capitulo XII
# unit T title
De lo que conto vn cabrero a los que estauan
con don Quixote.
# unit P text
Estando en esto, llegó otro moço de los que
les traian del aldea el bastimento, y dixo:

``¿Sabeis lo que passa en el lugar,
compañeros?''

``¿Cómo lo podemos saber?'', respondio vno
dellos.

``Pues sabed'', prosiguio el moço, ``que murio
esta mañana aquel famoso pastor estudiante
llamado Grisostomo, y se murmura que
ha muerto de amores de aquella endiablada
moça de Marcela, la hija de Guillermo el rico,
aquella que se anda en habito de pastora por
essos andurriales.''

``Por Marcela dirás'', dixo vno.

``Por essa digo'', respondio el cabrero. ``Y es
lo bueno que mandó en su testamento que le
enterrassen en el campo, como si fuera moro,
y que sea al pie de la peña donde está la
fuente del alcornoque; porque, segun es fama,
y el dizen que lo dixo, aquel lugar es adonde
el la vio la vez primera. Y tambien mandó
otras cosas, tales, que los abades del pueblo
dizen que no se han de cumplir, ni es bien que
se cumplan, porque parecen de gentiles. A
todo lo qual responde aquel gran su amigo
Ambrosio, el estudiante, que tambien se vistio
de pastor con el, que se ha de cumplir todo,
sin faltar nada, como lo dexó mandado Grisostomo,
y sobre esto anda el pueblo alborotado;
mas, a lo que se dize, en fin se hara lo que
Ambrosio y todos los pastores, sus amigos,
quieren; y mañana le vienen a enterrar con
gran pompa adonde tengo dicho. Y tengo para
mi que ha de ser cosa muy de ver; a lo menos,
yo no dexaré de yr a verla, si supiesse no
boluer mañana al lugar.''

``Todos haremos lo mesmo'', respondieron
los cabreros, ``y echaremos suertes a quien
ha de quedar a guardar las cabras de todos.''

``Bien dizes, Pedro'', dixo vno; ``que no
sera menester vsar de essa diligencia, que yo
me quedaré por todos; y no lo atribuyas a
virtud y a poca curiosidad mia, sino a que no
me dexa andar el garrancho que el otro dia
me passó este pie.''

``Con todo esso, te lo agradecemos'',
respondio Pedro.

Y don Quixote rogo a Pedro le dixesse qué
muerto era aquel y qué pastora aquella. A lo
qual Pedro respondio que lo que sabia era
que el muerto era vn hijodalgo rico, vezino
de vn lugar que estaua en aquellas sierras,
el qual auia sido estudiante muchos años en
Salamanca, al cabo de los quales auia buelto
a su lugar, con opinion de muy sabio y muy
leydo. ``Principalmente, dezian que sabia la
ciencia de las estrellas, y de lo que passan alla
en el cielo el sol y la luna, porque puntualmente
nos dezia el cris del sol y de la luna.''

``Eclipse se llama, amigo, que no cris, el
escurecerse essos dos luminares mayores'', dixo
don Quixote.

Mas Pedro, no reparando en niñerias,
prosiguio su cuento, diziendo:

``Assi mesmo adeuinaua quándo auia de
ser el año abundante o estil.''

``Esteril quereys dezir, amigo'', dixo don
Quixote.

``Esteril o estil'', respondio Pedro, ``todo se
sale alla. Y digo que con esto que dezia se
hizieron su padre y sus amigos, que le dauan
credito, muy ricos, porque hazian lo que el les
aconsejaua, diziendoles: «Sembrad este año
ceuada, no trigo; en este podeis sembrar
garuanços, y no ceuada; el que viene sera
de guilla de azeyte; los tres siguientes no se
cogera gota.»''

``Essa ciencia se llama astrologia'', dixo don
Quixote.

``No se yo cómo se llama'', replicó Pedro,
``mas se que todo esto sabia, y aun mas.
Finalmente, no passaron muchos meses despues
que vino de Salamanca, quando vn dia remanecio
vestido de pastor, con su cayado y
pellico, auiendose quitado los habitos largos
que como escolar traia, y juntamente se vistio
con el de pastor otro su grande amigo,
llamado Ambrosio, que auia sido su compañero
en los estudios. Oluidauaseme de dezir como
Grisostomo, el difunto, fue grande hombre
de componer coplas; tanto, que el hazia los
villancicos para la noche del Nacimiento del
Señor y los autos para el dia de Dios, que los
representauan los moços de nuestro pueblo, y
todos dezian que eran por el cabo. Quando los
del lugar vieron tan de improuiso vestidos de
pastores a los dos escolares, quedaron
admirados, y no podian adiuinar la causa que les
auia mouido a hazer aquella tan estraña
mudança. Ya en este tiempo era muerto el padre
de nuestro Grisostomo, y el quedó heredado
en mucha cantidad de hazienda, ansi en muebles
como en rayzes, y en no pequeña cantidad
de ganado mayor y menor, y en gran cantidad
de dineros; de todo lo qual quedó el moço
señor desoluto, y en verdad que todo lo merecia;
que era muy buen compañero, y caritatiuo,
y amigo de los buenos, y tenia vna cara
como vna bendicion. Despues se vino a
entender que el auerse mudado de traje no auia
sido por otra cosa que por andarse por estos
despoblados empos de aquella pastora Marcela,
que nuestro çagal nombró denantes, de la
qual se auia enamorado el pobre difunto de
Grisostomo. Y quiero os dezir agora, porque
es bien que lo sepais, quien es esta rapaza;
quiça, y aun sin quiça, no aureis oydo semejante
cosa en todos los dias de vuestra vida,
aunque viuais mas años que Sarna.''

``Dezid Sarra'', replicó don Quixote, no
pudiendo sufrir el trocar de los vocablos del
cabrero.

``Harto viue la sarna'', respondio Pedro; ``y
si es, señor, que me aueis de andar çaheriendo
a cada passo los vocablos, no acabaremos en
vn año.''

``Perdonad, amigo'', dixo don Quixote; ``que
por auer tanta diferencia de sarna a Sarra os
lo dixe. Pero vos respondistes muy bien,
porque viue mas sarna que Sarra; y proseguid
vuestra historia, que no os replicaré mas en
nada.''

``Digo, pues, señor mio de mi alma'', dixo el
cabrero, ``que en nuestra aldea huuo vn labrador,
aun mas rico que el padre de Grisostomo,
el qual se llamaua Guillermo, y al qual dio
Dios, amen de las muchas y grandes riquezas,
vna hija de cuyo parto murio su madre, que
fue la mas honrada muger que huuo en todos
estos contornos. No parece sino que aora la
veo, con aquella cara que del vn cabo tenia
el sol y del otro la luna, y, sobre todo,
hazendosa y amiga de los pobres, por lo que creo
que deue de estar su anima a la hora de
aora gozando de Dios en el otro mundo.
De pesar de la muerte de tan buena muger
murio su marido Guillermo, dexando a su hija
Marcela, muchacha y rica, en poder de vn
tio suyo, sacerdote y beneficiado en nuestro
lugar. Crecio la niña con tanta belleza, que
nos hazia acordar de la de su madre, que la
tuuo muy grande, y, con todo esto, se juzgaua
que le auia de passar la de la hija.

''Y assi fue, que, quando llegó a edad de
catorze a quinze años, nadie la miraua que
no bendezia a Dios, que tan hermosa la auia
criado, y los mas quedauan enamorados y
perdidos por ella. Guardauala su tio con mucho
recato y con mucho encerramiento; pero, con
todo esto, la fama de su mucha hermosura se
estendio de manera que, assi por ella como
por sus muchas riquezas, no solamente de los
de nuestro pueblo, sino de los de muchas leguas
a la redonda, y de los mejores dellos, era
rogado, solicitado e importunado su tio se la
diesse por muger. Mas el, que a las derechas
es buen christiano, aunque quisiera casarla
luego, assi como la via de edad, no quiso
hazerlo sin su consentimiento, sin tener ojo a la
ganancia y grangeria que le ofrecia el tener la
hazienda de la moça, dilatando su casamiento.
Y a fe que se dixo esto en mas de vn corrillo
en el pueblo, en alabança del buen sacerdote.
Que quiero que sepa, señor andante, que en
estos lugares cortos de todo se trata y de
todo se murmura. Y tened para vos, como yo
tengo para mi, que deuia de ser demasiadamente
bueno el clerigo que obliga a sus feligreses
a que digan bien del, especialmente en
las aldeas.''

``Assi es la verdad'', dixo don Quixote, ``y
proseguid adelante; que el cuento es muy
bueno, y vos, buen Pedro, le contais con muy
buena gracia.''

``La del Señor no me falte, que es la que haze
al caso. Y en lo demas, sabreis que, aunque el
tio proponia a la sobrina y le dezia las
calidades de cada vno en particular, de los muchos
que por muger la pedian, rogandole que se
casasse y escogiesse a su gusto, jamas ella
respondio otra cosa sino que por entonces no
queria casarse, y que, por ser tan muchacha,
no se sentia abil para poder lleuar la carga
del matrimonio. Con estas que daua, al parecer,
justas escusas, dexaua el tio de importunarla,
y esperaua a que entrasse algo mas en
edad, y ella supiesse escoger compañia a su
gusto. Porque dezia el, y dezia muy bien, que
no auian de dar los padres a sus hijos estado
contra su voluntad. Pero hetelo aqui, quando
no me cato, que remanece vn dia la melindrosa
Marcela hecha pastora; y, sin ser parte
su tio ni todos los del pueblo, que se lo
desaconsejauan, dio en yrse al campo con las
demas çagalas del lugar, y dio en guardar su
mesmo ganado. Y, assi como ella salio en
publico y su hermosura se vio al descubierto,
no os sabre buenamente dezir quántos ricos
mancebos, hidalgos y labradores, han tomado
el traje de Grisostomo y la andan requebrando
por essos campos. Vno de los quales, como ya
está dicho, fue nuestro difunto, del qual dezian
que la dexaua de querer, y la adoraua.

''Y no se piense que porque Marcela se puso
en aquella libertad y vida tan suelta, y de tan
poco o de ningun recogimiento, que por esso
ha dado indicio, ni por semejas, que venga en
menoscabo de su honestidad y recato; antes
es tanta y tal la vigilancia con que mira por
su honra, que de quantos la siruen y solicitan
ninguno se ha alabado, ni con verdad se podra
alabar, que le aya dado alguna pequeña
esperança de alcançar su desseo. Que, puesto que
no huye ni se esquiua de la compañia y
conuersacion de los pastores, y los trata cortes y
amigablemente, en llegando a descubrirle su
intencion qualquiera dellos, aunque sea tan
justa y santa como la del matrimonio, los arroja
de si como con vn trabuco. Y con esta manera
de condicion haze mas daño en esta tierra que
si por ella entrara la pestilencia; porque su
afabilidad y hermosura atrae los coraçones de
los que la tratan a seruirla y a amarla; pero su
desden y desengaño los conduze a terminos
de desesperarse, y, assi, no saben que dezirle,
sino llamarla a vozes cruel y desagradecida,
con otros titulos a este semejantes, que
bien la calidad de su condicion manifiestan.
Y si aqui estuuiessedes, señor, algun dia, veriades
resonar estas sierras y estos valles con los
lamentos de los desengañados que la siguen.

''No está muy lexos de aqui vn sitio donde
ay casi dos dozenas de altas hayas, y no ay
ninguna que en su lisa corteza no tenga grauado
y escrito el nombre de Marcela, y encima
de alguno, vna corona grauada en el mesmo
arbol, como si mas claramente dixera
su amante que Marcela la lleua y la merece
de toda la hermosura humana. Aqui sospira
vn pastor, alli se quexa otro, aculla se oyen
amorosas canciones, aca desesperadas
endechas. Qual ay que passa todas las horas de
la noche sentado al pie de alguna enzina o
peñasco, y alli, sin plegar los llorosos ojos,
embeuecido y transportado en sus pensamientos,
le halló el sol a la mañana; y qual ay
que, sin dar vado ni tregua a sus suspiros, en
mitad del ardor de la mas enfadosa siesta del
verano, tendido sobre la ardiente arena, embia
sus quexas al piadoso cielo; y deste y de
aquel, y de aquellos y de estos, libre y
desenfadadamente triunfa la hermosa Marcela, y
todos los que la conocemos estamos esperando
en qué ha de parar su altiuez, y quién ha de
ser el dichoso que ha de venir a domeñar
condicion tan terrible y gozar de hermosura tan
estremada. Por ser todo lo que he contado tan
aueriguada verdad, me doy a entender que
tambien lo es la que nuestro çagal dixo que
se dezia de la causa de la muerte de Grisostomo.
Y, assi, os aconsejo, señor, que no dexeis
de hallaros mañana a su entierro, que sera
muy de ver, porque Grisostomo tiene muchos
amigos, y no está de este lugar a aquel
donde manda enterrarse media legua.''

``En cuydado me lo tengo'', dixo don
Quixote, ``y agradezcoos el gusto que me aueis
dado con la narracion de tan sabroso cuento.''

``¡O!'', replicó el cabrero, ``aun no se yo la
mitad de los casos sucedidos a los amantes de
Marcela; mas podria ser que mañana topassemos
en el camino algun pastor que nos los
dixesse, y por aora, bien sera que os vais a
dormir debaxo de techado, porque el sereno
os podria dañar la herida, puesto que es tal la
medicina que se os ha puesto, que no ay que
temer de contrario acidente.''

Sancho Pança, que ya daua al diablo el tanto
hablar del cabrero, solicitó, por su parte, que
su amo se entrasse a dormir en la choça de
Pedro. Hizolo assi, y todo lo mas de la noche
se le passó en memorias de su señora Dulzinea,
a imitacion de los amantes de Marcela.
Sancho Pança se acomodó entre Rozinante y
su jumento, y durmio, no como enamorado
desfauorecido, sino como hombre molido a
cozes.


## <d013>
# chapter  13 XIII
# unit N chapternum
Capitulo XIII
# unit T title
Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela,
con otros sucessos.
# unit P text
Mas apenas començo a descubrirse el dia
por los valcones del Oriente, quando los cinco
de los seis cabreros se leuantaron y fueron a
despertar a don Quixote, y a dezille si estaua
todauia con proposito de yr a ver el famoso
entierro de Grisostomo, y que ellos le harian
compañia. Don Quixote, que otra cosa no
desseaua, se leuantó y mandó a Sancho que
ensillasse y enalbardasse al momento, lo qual
el hizo con mucha diligencia, y con la mesma
se pusieron luego todos en camino. Y no
huuieron andado vn quarto de legua, quando,
al cruzar de vna senda, vieron venir hazia
ellos hasta seis pastores, vestidos con
pellicos negros y coronadas las cabeças con
guirnaldas de cypres y de amarga adelfa. Traia
cada vno vn gruesso baston de azebo en la
mano. Venian con ellos, assi mesmo, dos
gentiles hombres de a cauallo, muy bien
adereçados de camino, con otros tres moços de
a pie que los acompañauan. En llegandose
a juntar se saludaron cortesmente, y,
preguntandose los vnos a los otros donde yuan,
supieron que todos se encaminauan al lugar del
entierro, y, assi, començaron a caminar todos
juntos.

Vno de los de a cauallo, hablando con su
compañero, le dixo:

``Pareceme, señor Viualdo, que auemos de
dar por bien empleada la tardança que
hizieremos en ver este famoso entierro, que no
podra dexar de ser famoso, segun estos pastores
nos han contado estrañezas, ansi del muerto
pastor como de la pastora omicida.''

``Assi me lo parece a mi'', respondio
Viualdo; ``y no digo yo hazer tardança de vn
dia, pero de quatro la hiziera, a trueco de
verle.''

Preguntoles don Quixote qué era lo que
auian oydo de Marcela y de Grisostomo. El
caminante dixo que aquella madrugada auian
encontrado con aquellos pastores, y que,
por auerles visto en aquel tan triste traje, les
auian preguntado la ocasion porque yuan de
aquella manera; que vno dellos se lo conto,
contando la estrañeza y hermosura de vna
pastora llamada Marcela, y los amores de muchos
que la requestauan, con la muerte de aquel
Grisostomo a cuyo entierro yuan. Finalmente,
el conto todo lo que Pedro a don Quixote auia
contado.

Cessó esta platica, y començose otra,
preguntando el que se llamaua Viualdo a don
Quixote qué era la ocasion que le mouia a
andar armado de aquella manera por tierra tan
pacifica.

A lo qual respondio don Quixote:

``La profession de mi exercicio no consiente
ni permite que yo ande de otra manera. El
buen passo, el regalo y el reposo alla se
inuentó para los blandos cortesanos; mas el
trabajo, la inquietud y las armas solo se
inuentaron e hizieron para aquellos que el mundo
llama caualleros andantes, de los quales yo,
aunque indigno, soy el menor de todos.''

Apenas le oyeron esto, quando todos le
tuuieron por loco. Y por aueriguarlo mas y ver
qué genero de locura era el suyo, le tornó a
preguntar Viualdo, que qué queria dezir
caualleros andantes.

``¿No han vuestras mercedes leydo'', respondio
don Quixote, ``los anales e historias de
Ingalaterra, donde se tratan las famosas fazañas
del rey Arturo, que continuamente en nuestro
romance castellano llamamos el rey Artus,
de quien es tradicion antigua y comun en todo
aquel reyno de la gran Bretaña, que este rey
no murio, sino que, por arte de encantamento,
se conuirtio en cueruo, y que, andando los
tiempos, ha de boluer a reynar y a cobrar su
reyno y cetro; a cuya causa no se prouará
que desde aquel tiempo a este aya ningun
ingles muerto cuerno alguno? Pues en
tiempo deste buen rey fue instituyda aquella
famosa orden de caualleria de los caualleros
de la Tabla Redonda, y passaron, sin faltar
vn punto, los amores que alli se cuentan de
don Lançarote del Lago con la reyna Ginebra,
siendo medianera dellos y sabidora aquella
tan honrada dueña Quintañona, de donde nacio
aquel tan sabido romance, y tan decantado
en nuestra España, de: ÷
# unit Q spanishverse
«Nunca fuera cauallero ÷
de damas tan bien seruido, ÷
como fuera Lançarote ÷
quando de Bretaña vino», ÷
# unit P text
con aquel progresso tan dulce y tan suaue
de sus amorosos y fuertes fechos. Pues desde
entonces, de mano en mano, fue aquella orden
de caualleria estendiendose y dilatandose
por muchas y diuersas partes del mundo. Y
en ella fueron famosos y conocidos por sus
fechos el valiente Amadis de Gaula, con todos
sus hijos y nietos, hasta la quinta generacion,
y el valeroso Felixmarte de Hircania, y el
nunca como se deue alabado Tirante el Blanco, y
casi que en nuestros dias vimos y comunicamos
y oymos al inuencible y valeroso cauallero
don Belianis de Grecia. Esto, pues, señores,
es ser cauallero andante, y la que he
dicho es la orden de su caualleria; en la qual,
como otra vez he dicho, yo, aunque pecador,
he hecho profession, y lo mesmo que
professaron los caualleros referidos professo yo.
Y, assi, me voy por estas soledades y
despoblados buscando las auenturas, con animo
deliberado de ofrecer mi braço y mi persona a
la mas peligrosa que la suerte me deparare,
en ayuda de los flacos y menesterosos.''

Por estas razones que dixo, acabaron de
enterarse los caminantes que era don Quixote
falto de juyzio, y del genero de locura que lo
señoreaua, de lo qual recibieron la mesma
admiracion que recibian todos aquellos que
de nueuo venian en conocimiento della. Y
Viualdo, que era persona muy discreta y de
alegre condicion, por passar sin pesadumbre el
poco camino que dezian que les faltaua, al
llegar a la sierra del entierro, quiso darle
ocasion a que passasse mas adelante con sus
disparates. Y assi le dixo:

``Pareceme, señor cauallero andante, que
vuestra merced ha professado vna de las mas
estrechas professiones que ay en la tierra, y
tengo para mi que aun la de los frayles
cartuxos no es tan estrecha.''

``Tan estrecha bien podia ser'', respondio
nuestro don Quixote; ``pero tan necessaria en
el mundo, no estoy en dos dedos de ponello
en duda; porque, si va a dezir verdad, no haze
menos el soldado que pone en execucion lo
que su capitan le manda, que el mesmo
capitan que se lo ordena. Quiero dezir que los
religiosos, con toda paz y sossiego, piden al
cielo el bien de la tierra; pero los soldados
y caualleros ponemos en execucion lo que
ellos piden, defendiendola con el valor de
nuestros braços y filos de nuestras espadas, no
debaxo de cubierta, sino al cielo abierto, puestos
por blanco de los insufribles rayos del sol
en el verano y de los erizados yelos del
inuierno. Assi, que somos ministros de Dios en la
tierra, y braços por quien se executa en ella su
justicia. Y como las cosas de la guerra y las a
ellas tocantes y concernientes no se pueden
poner en execucion sino sudando, afanando y
trabajando, siguese que aquellos que la
professan tienen, sin duda, mayor trabajo que
aquellos que en sossegada paz y reposo estan
rogando a Dios fauorezca a los que poco pueden.
No quiero yo dezir, ni me passa por pensamiento,
que es tan buen estado el de cauallero
andante como el del encerrado religioso;
solo quiero inferir, por lo que yo padezco, que
sin duda es mas trabajoso y mas aporreado, y
mas hambriento y sediento, miserable, roto y
piojoso; porque no ay duda sino que los
caualleros andantes passados passaron mucha
malauentura en el discurso de su vida. Y si
algunos subieron a ser emperadores por el valor
de su braço, a fe que les costo buen porque
de su sangre y de su sudor; y que si a los que
a tal grado subieron les faltaran encantadores
y sabios que los ayudaran, que ellos quedaran
bien defraudados de sus desseos, y bien
engañados de sus esperanças.''

``De esse parecer estoy yo'', replicó el
caminante; ``pero vna cosa, entre otras muchas, me
parece muy mal de los caualleros andantes, y
es que, quando se ven en ocasion de acometer
vna grande y peligrosa auentura en que se vee
manifiesto peligro de perder la vida, nunca en
aquel instante de acometella se acuerdan de
encomendarse a Dios, como cada christiano
está obligado a hazer en peligros semejantes;
antes se encomiendan a sus damas, con tanta
gana y deuocion, como si ellas fueran su Dios:
cosa que me parece que huele algo a
gentilidad.''

``Señor'', respondio don Quixote, ``esso no
puede ser menos en ninguna manera, y caeria
en mal caso el cauallero andante que otra cosa
hiziesse; que ya está en vso y costumbre en la
caualleria andantesca que el cauallero andante
que al acometer algun gran fecho de armas
tuuiesse su señora delante, buelua a ella los
ojos blanda y amorosamente, como que le pide
con ellos le fauorezca y ampare en el dudoso
trance que acomete. Y aun si nadie le oye, está
obligado a dezir algunas palabras entre dientes,
en que de todo coraçon se le encomiende;
y desto tenemos innumerables exemplos en las
historias. Y no se ha de entender por esto que
han de dexar de encomendarse a Dios; que
tiempo y lugar les queda para hazerlo en el
discurso de la obra.''

``Con todo esso'', replicó el caminante, ``me
queda vn escrupulo, y es que muchas vezes he
leydo que se trauan palabras entre dos andantes
caualleros, y, de vna en otra, se les viene a
encender la colera, y a boluer los cauallos y
tomar vna buena pieça del campo, y luego, sin
mas ni mas, a todo el correr dellos, se bueluen
a encontrar, y en mitad de la corrida se
encomiendan a sus damas; y lo que suele suceder
del encuentro es que el vno cae por las ancas
del cauallo passado con la lança del contrario
de parte a parte, y al otro le viene tambien,
que, a no tenerse a las crines del suyo, no
pudiera dexar de venir al suelo. Y no se yo como
el muerto tuuo lugar para encomendarse a Dios
en el discurso de esta tan acelerada obra.
Mejor fuera que las palabras que en la carrera
gastó encomendandose a su dama, las gastara
en lo que deuia y estaua obligado como
christiano. Quanto mas, que yo tengo para mi que
no todos los caualleros andantes tienen damas
a quien encomendarse, porque no todos son
enamorados.''

``Esso no puede ser'', respondio don Quixote;
``digo que no puede ser que aya cauallero andante
sin dama, porque tan proprio y tan natural
les es a los tales ser enamorados como al
cielo tener estrellas. Y a buen seguro que no
se aya visto historia donde se halle cauallero
andante sin amores, y, por el mesmo caso que
estuuiesse sin ellos, no seria tenido por legitimo
cauallero, sino por bastardo, y que entró en
la fortaleza de la caualleria dicha, no por la
puerta, sino por las bardas, como salteador y
ladron.''

``Con todo esso'', dixo el caminante, ``me
parece, si mal no me acuerdo, auer leydo que
don Galaor, hermano del valeroso Amadis de
Gaula, nunca tuuo dama señalada a quien
pudiesse encomendarse, y con todo esto no fue
tenido en menos, y fue vn muy valiente y
famoso cauallero.''

A lo qual respondio nuestro don Quixote:

``Señor, vna golondrina sola no haze verano;
quanto mas que yo se que de secreto estaua
esse cauallero muy bien enamorado; fuera que
aquello de querer a todas bien quantas bien
le parecian era condicion natural a quien no
podia yr a la mano. Pero, en resolucion,
aueriguado está muy bien que el tenia vna sola a
quien el auia hecho señora de su voluntad, a
la qual se encomendaua muy a menudo y
muy secretamente, porque se preció de secreto
cauallero.''

``Luego, si es de essencia que todo cauallero
andante aya de ser enamorado'', dixo el
caminante, ``bien se puede creer que vuestra
merced lo es, pues es de la profession. Y si es
que vuestra merced no se precia de ser tan
secreto como don Galaor, con las veras que
puedo le suplico, en nombre de toda esta
compañia y en el mio, nos diga el nombre,
patria, calidad y hermosura de su dama; que ella
se tendria por dichosa de que todo el mundo
sepa que es querida y seruida de vn tal
cauallero como vuestra merced parece.''

Aqui dio vn gran suspiro don Quixote, y dixo:

``Yo no podre afirmar si la dulce mi enemiga
gusta o no de que el mundo sepa que
yo la siruo; solo se dezir, respondiendo a lo
que con tanto comedimiento se me pide, que
su nombre es Dulzinea; su patria, el Toboso,
vn lugar de la Mancha; su calidad, por lo
menos, ha de ser de princesa, pues es reyna y
señora mia; su hermosura, sobrehumana, pues
en ella se vienen a hazer verdaderos todos los
impossibles y quimericos atributos de belleza
que los poetas dan a sus damas: que sus
cabellos son oro, su frente campos Eliseos, sus
cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus
mexillas rosas, sus labios corales, perlas sus
dientes, alauastro su cuello, marmol su pecho,
marfil sus manos, su blancura nieue, y las partes
que a la vista humana encubrio la honestidad
son tales, segun yo pienso y entiendo, que
solo la discreta consideracion puede
encarecerlas y no compararlas.''

``El linaje, prosapia y alcurnia querriamos
saber'', replicó Viualdo.

A lo qual respondio don Quixote:

``No es de los antiguos Curcios, Gayos y
Cipiones romanos; ni de los modernos Colonas
y Vrsinos; ni de los Moncadas y Requesenes de
Cataluña; ni menos de los Rebellas y Villanouas
de Valencia; Palafoxes, Nuças, Rocabertis,
Corellas, Lunas, Alagones, Vrreas, Fozes y
Gurreas de Aragon; Cerdas, Manriques, Mendoças
y Guzmanes de Castilla; Alencastros, Pallas y
Meneses de Portogal; pero es de los del
Toboso de la Mancha, linage, aunque moderno,
tal que puede dar generoso principio a las mas
ilustres familias de los venideros siglos. Y no
se me replique en esto, si no fuere con las
condiciones que puso Cerbino al pie del trofeo de
las armas de Orlando, que dezia: ÷
# unit Q spanishverse
Nadie las mueua, ÷
que estar no pueda con Roldan a prueua.
# unit P text
''

``Aunque el mio es de los Cachopines de
Laredo'', respondio el caminante, ``no le
osaré yo poner con el del Toboso de la Mancha,
puesto que, para dezir verdad, semejante
apellido hasta aora no ha llegado a mis oydos.''

``¡Como esso no aura llegado!'', replicó don
Quixote.

Con gran atencion yuan escuchando todos
los demas la platica de los dos, y aun hasta los
mesmos cabreros y pastores conocieron la
demasiada falta de juyzio de nuestro don
Quixote. Solo Sancho Pança pensaua que quanto
su amo dezia era verdad, sabiendo el quién
era y auiendole conocido desde su nacimiento.
Y en lo que dudaua algo era en creer aquello
de la linda Dulzinea del Toboso, porque nunca
tal nombre ni tal princesa auia llegado jamas
a su noticia, aunque viuia tan cerca del
Toboso.

En estas platicas yuan, quando vieron que,
por la quiebra que dos altas montañas hazian,
baxauan hasta veynte pastores, todos con
pellicos de negra lana vestidos, y coronados
con guirnaldas, que, a lo que despues parecio,
eran qual de texo y qual de cipres. Entre seys
dellos traian vnas andas, cubiertas de mucha
diuersidad de flores y de ramos, lo qual visto
por vno de los cabreros, dixo:

``Aquellos que alli vienen son los que traen
el cuerpo de Grisostomo, y el pie de aquella
montaña es el lugar donde el mandó que le
enterrassen.''

Por esto se dieron priessa a llegar, y fue a
tiempo que ya los que venian auian puesto
las andas en el suelo, y quatro dellos con
agudos picos estauan cauando la sepultura a vn
lado de vna dura peña. Recibieronse los vnos
y los otros cortesmente. Y luego don Quixote
y los que con el venian se pusieron a mirar
las andas, y en ellas vieron cubierto de flores
vn cuerpo muerto, vestido como pastor, de
edad, al parecer, de treinta años; y, aunque
muerto, mostraua que viuo auia sido de rostro
hermoso y de disposicion gallarda. Alrededor
del tenia en las mesmas andas algunos
libros y muchos papeles abiertos y cerrados.
Y, assi, los que esto mirauan como los que
abrian la sepultura y todos los demas que alli
auia, guardauan vn marauilloso silencio, hasta
que vno de los que al muerto truxeron, dixo
a otro:

``Mira bien, Ambrosio, si es este el lugar
que Grisostomo dixo, ya que quereis que
tan puntualmente se cumpla lo que dexó
mandado en su testamento.''

``Este es'', respondio Ambrosio; ``que muchas
vezes en el me conto mi desdichado amigo
la historia de su desuentura. Alli me dixo
el que vio la vez primera a aquella enemiga
mortal del linaje humano, y alli fue tambien
donde la primera vez le declaró su pensamiento,
tan honesto como enamorado; y alli fue la
vltima vez donde Marcela le acabó de desengañar
y desdeñar, de suerte que puso fin a la
tragedia de su miserable vida. Y aqui, en
memoria de tantas desdichas, quiso el que le
depositassen en las entrañas del eterno oluido.''

Y boluiendose a don Quixote y a los
caminantes, prosiguio diziendo:

``Esse cuerpo, señores, que con piadosos ojos
estais mirando, fue depositario de vn alma en
quien el cielo puso infinita parte de sus
riquezas. Esse es el cuerpo de Grisostomo, que fue
vnico en el ingenio, solo en la cortesia,
estremo en la gentileza, fenix en la amistad,
magnifico sin tassa, graue sin presuncion, alegre
sin baxeza, y, finalmente, primero en todo lo
que es ser bueno, y sin segundo en todo lo que
fue ser desdichado. Quiso bien, fue aborrecido;
adoró, fue desdeñado; rogo a vna fiera,
importunó a vn marmol, corrio tras el viento,
dio vozes a la soledad, siruio a la ingratitud,
de quien alcançó por premio ser despojos de
la muerte en la mitad de la carrera de su vida,
a la qual dio fin vna pastora, a quien el
procuraua eternizar para que viuiera en la memoria
de las gentes, qual lo pudieran mostrar bien
essos papeles que estais mirando, si el no me
huuiera mandado que los entregara al fuego
en auiendo entregado su cuerpo a la tierra.''

``De mayor rigor y crueldad vsareis vos con
ellos'', dixo Viualdo, ``que su mesmo dueño,
pues no es justo ni acertado que se cumpla la
voluntad de quien lo que ordena va fuera de
todo razonable discurso; y no le tuuiera bueno
Augusto Cesar si consintiera que se
pusiera en execucion lo que el diuino Mantuano
dexó en su testamento mandado. Ansi que,
señor Ambrosio, ya que deis el cuerpo de vuestro
amigo a la tierra, no querais dar sus escritos
al oluido; que si el ordenó como agrauiado, no
es bien que vos cumplais como indiscreto. Antes
hazed, dando la vida a estos papeles, que la
tenga siempre la crueldad de Marcela, para que
sirua de exemplo en los tiempos que estan por
venir, a los viuientes, para que se aparten y
huyan de caer en semejantes despeñaderos; que
ya se yo, y los que aqui venimos, la historia
deste vuestro enamorado y desesperado amigo,
y sabemos la amistad vuestra, y la ocasion
de su muerte, y lo que dexó mandado al acabar
de la vida; de la qual lamentable historia
se puede sacar quánta aya sido la crueldad
de Marcela, el amor de Grisostomo, la fe de la
amistad vuestra, con el paradero que tienen
los que a rienda suelta corren por la senda que
el desuariado amor delante de los ojos les
pone. Anoche supimos la muerte de Grisostomo,
y que en este lugar auia de ser enterrado,
y, assi, de curiosidad y de lastima, dexamos
nuestro derecho viaje, y acordamos de venir a
ver con los ojos lo que tanto nos auia lastimado
en oyllo. Y en pago desta lastima y del
desseo que en nosotros nacio de remedialla si
pudieramos, te rogamos, ¡o discreto Ambrosio!,
a lo menos, yo te lo suplico de mi parte, que,
dexando de abrasar estos papeles, me dexes
lleuar algunos dellos.''

Y, sin aguardar que el pastor respondiesse,
alargó la mano y tomó algunos de los que mas
cerca estauan; viendo lo qual Ambrosio, dixo:

``Por cortesia consentire que os quedeis,
señor, con los que ya aueis tomado; pero pensar
que dexaré de abrasar los que quedan, es
pensamiento vano.''

Viualdo, que desseaua ver lo que los papeles
dezian, abrio luego el vno dellos y vio que
tenia por titulo Cancion desesperada. Oyolo
Ambrosio, y dixo:

``Esse es el vltimo papel que escriuio el
desdichado, y porque veais, señor, en el termino
que le tenian sus desuenturas, leelde de modo
que seais oydo; que bien os dara lugar a ello
el que se tardare en abrir la sepultura.''

``Esso hare yo de muy buena gana'', dixo
Viualdo.

Y como todos los circunstantes tenian el
mesmo desseo, se le pusieron a la redonda,
y el, leyendo en voz clara, vio que assi dezia:


## <d014>
# chapter  14 XIV
# unit N chapternum
Capitulo XIV
# unit T title
Donde se ponen los versos desesperados del
difunto pastor, con otros no esperados
sucessos.
# unit S subtitle
CANCION DE GRISOSTOMO
# unit Q spanishverse
Ya que quieres, cruel, que se publique ÷
de lengua en lengua y de vna en otra gente ÷
del aspero rigor tuyo la fuerça, ÷
hare que el mesmo infierno comunique ÷
al triste pecho mio vn son doliente, ÷
con que el vso comun de mi voz tuerça. ÷
Y al par de mi desseo, que se esfuerça ÷
a dezir mi dolor y tus hazañas, ÷
de la espantable voz yra el acento, ÷
y en el mezcladas, por mayor tormento ÷
pedaços de las miseras entrañas. ÷
Escucha, pues, y presta atento oydo, ÷
no al concertado son, sino al ruydo ÷
que de lo hondo de mi amargo pecho, ÷
lleuado de vn forçoso desuario, ÷
por gusto mio sale y tu despecho.

El rugir del leon, del lobo fiero, ÷
el temeroso aullido, el siluo horrendo ÷
de escamosa serpiente, el espantable ÷
baladro de algun monstruo, el agorero ÷
graznar de la corneja, y el estruendo ÷
del viento contrastado en mar instable; ÷
del ya vencido toro el implacable ÷
bramido, y de la viuda tortolilla ÷
el sentible arrullar; el triste canto ÷
del embidiado buho, con el llanto ÷
de toda la infernal negra quadrilla, ÷
salgan con la doliente anima fuera, ÷
mezclados en vn son, de tal manera, ÷
que se confundan los sentidos todos, ÷
pues la pena cruel que en mi se halla, ÷
para contalle pide nueuos modos.

De tanta confusion, no las arenas ÷
del padre Tajo oyran los tristes ecos, ÷
ni del famoso Betis las oliuas; ÷
que alli se esparziran mis duras penas ÷
en altos riscos y en profundos huecos, ÷
con muerta lengua y con palabras viuas, ÷
o ya en escuros valles, o en esquiuas ÷
playas, desnudas de contrato humano, ÷
o adonde el sol jamas mostro su lumbre, ÷
o entre la venenosa muchedumbre ÷
de fieras que alimenta el libio llano; ÷
que, puesto que en los paramos desiertos ÷
los ecos roncos de mi mal, inciertos, ÷
suenen con tu rigor tan sin segundo, ÷
por priuilegio de mis cortos hados, ÷
seran lleuados por el ancho mundo.

Mata vn desden, atierra la paciencia, ÷
o verdadera o falsa, vna sospecha; ÷
matan los zelos con rigor mas fuerte; ÷
desconcierta la vida larga ausencia: ÷
contra vn temor de oluido no aprouecha ÷
firme esperança de dichosa suerte. ÷
En todo ay cierta, ineuitable muerte, ÷
mas yo, ¡milagro nunca visto!, viuo ÷
zeloso, ausente, desdeñado y cierto ÷
de las sospechas que me tienen muerto, ÷
y en el oluido en quien mi fuego auiuo, ÷
y, entre tantos tormentos, nunca alcança ÷
mi vista a ver en sombra a la esperança, ÷
ni yo, desesperado, la procuro; ÷
antes, por estremarme en mi querella, ÷
estar sin ella eternamente juro.

¿Puedese, por ventura, en vn instante ÷
esperar y temer, o es bien hazello, ÷
siendo las causas del temor mas ciertas? ÷
¿Tengo, si el duro zelo está delante, ÷
de cerrar estos ojos, si he de vello ÷
por mil heridas en el alma abiertas? ÷
¿Quién no abrira de par en par las puertas ÷
a la desconfiança, quando mira ÷
descubierto el desden, y las sospechas, ÷
¡o amarga conuersion!, verdades hechas, ÷
y la limpia verdad buelta en mentira? ÷
¡O en el reyno de amor fieros tyranos ÷
zelos!, ponedme vn hierro en estas manos; ÷
dame, desden, vna torcida soga; ÷
mas ¡ay de mi!, que, con cruel vitoria, ÷
vuestra memoria el sufrimiento ahoga.

Yo muero, en fin; y por que nunca espere ÷
buen sucesso en la muerte, ni en la vida, ÷
pertinaz estare en mi fantasia; ÷
dire que va acertado el que bien quiere, ÷
y que es mas libre el alma mas rendida ÷
a la de amor antigua tyrania. ÷
Dire que la enemiga siempre mia ÷
hermosa el alma como el cuerpo tiene, ÷
y que su oluido de mi culpa nace, ÷
y que en fe de los males que nos haze, ÷
amor su imperio en justa paz mantiene. ÷
Y con esta opinion, y vn duro lazo, ÷
acelerando el miserable plazo ÷
a que me han conduzido sus desdenes, ÷
ofrecere a los vientos cuerpo y alma, ÷
sin lauro o palma de futuros bienes.

Tu, que con tantas sinrazones muestras ÷
la razon que me fuerça a que la haga ÷
a la cansada vida que aborrezco, ÷
pues ya ves que te da notorias muestras ÷
esta del coraçon profunda llaga, ÷
de como alegre a tu rigor me ofrezco, ÷
si por dicha conoces que merezco ÷
que el cielo claro de tus bellos ojos ÷
en mi muerte se turbe, no lo hagas; ÷
que no quiero que en nada satisfagas ÷
al darte de mi alma los despojos. ÷
Antes con risa en la ocasion funesta ÷
descubre que el fin mio fue tu fiesta; ÷
mas gran simpleza es auisarte desto, ÷
pues se que está tu gloria conocida ÷
en que mi vida llegue al fin tan presto.

Venga, que es tiempo ya, del hondo abismo ÷
Tantalo con su sed, Sisifo venga ÷
con el peso terrible de su canto; ÷
Ticio traya su buytre, y ansi mismo ÷
con su rueda Egion no se detenga, ÷
ni las hermanas que trabajan tanto. ÷
Y todos juntos su mortal quebranto ÷
trasladen en mi pecho, y en voz baxa, ÷
si ya a vn desesperado son deuidas, ÷
canten obsequias tristes, doloridas, ÷
al cuerpo, a quien se niegue aun la mortaja. ÷
Y el portero infernal de los tres rostros, ÷
con otras mil quimeras y mil monstros, ÷
lleuen el doloroso contrapunto; ÷
que otra pompa mejor no me parece ÷
que la merece vn amador difunto.

Cancion desesperada, no te quexes ÷
quando mi triste compañia dexes; ÷
antes, pues que la causa do naciste ÷
con mi desdicha augmenta su ventura, ÷
aun en la sepultura, no estes triste.

# unit P text
Bien les parecio a los que escuchado auian
la cancion de Grisostomo, puesto que el que
la leyo dixo que no le parecia que conformaua
con la relacion que el auia oydo del recato y
bondad de Marcela, porque en ella se quexaua
Grisostomo de zelos, sospechas y de ausencia,
todo en perjuyzio del buen credito y buena
fama de Marcela. A lo qual respondio
Ambrosio, como aquel que sabia bien los mas
escondidos pensamientos de su amigo:

``Para que, señor, os satisfagais dessa
duda, es bien que sepais que quando este
desdichado escriuio esta cancion estaua ausente de
Marcela, de quien el se auia ausentado por su
voluntad, por ver si vsaua con el la ausencia de
sus ordinarios fueros. Y como al enamorado
ausente no ay cosa que no le fatigue ni temor
que no le de alcance, assi le fatigauan a
Grisostomo los zelos imaginados y las sospechas
temidas como si fueran verdaderas. Y con esto
queda en su punto la verdad que la fama pregona
de la bondad de Marcela, la qual, fuera
de ser cruel y vn poco arrogante, y vn mucho
desdeñosa, la mesma embidia ni deue ni puede
ponerle falta alguna.''

``Assi es la verdad'', respondio Viualdo.

Y, queriendo leer otro papel de los que auia
reseruado del fuego, lo estoruó vna marauillosa
vision, que tal parecia ella, que improuisamente
se les ofrecio a los ojos, y fue que por
cima de la peña donde se cauaua la sepultura,
parecio la pastora Marcela, tan hermosa, que
passaua a su fama su hermosura. Los que hasta
entonces no la auian visto la mirauan con
admiracion y silencio, y los que ya estauan
acostumbrados a verla no quedaron menos
suspensos que los que nunca la auian visto. Mas
apenas la huuo visto Ambrosio, quando con
muestras de animo indignado le dixo:

``¿Vienes a ver por ventura, ¡o fiero basilisco
destas montañas!, si con tu presencia vierten
sangre las heridas deste miserable a quien tu
crueldad quitó la vida? ¿O vienes a vfanarte
en las crueles hazañas de tu condicion, o a ver
desde essa altura, como otro despiadado
Nero, el incendio de su abrasada Roma, o a
pisar arrogante este desdichado cadauer, como
la ingrata hija al de su padre Tarquino?
Dinos presto a lo que vienes, o qué es aquello de
que mas gustas; que por saber yo que los
pensamientos de Grisostomo jamas dexaron de
obedecerte en vida, hare que, aun el muerto, te
obedezcan los de todos aquellos que se
llamaron sus amigos.''

``No vengo, ¡o Ambrosio!, a ninguna cosa de
las que has dicho'', respondio Marcela, ``sino a
boluer por mi misma y a dar a entender quán
fuera de razon van todos aquellos que de sus
penas y de la muerte de Grisostomo me culpan;
y, assi, ruego a todos los que aqui estais me
esteis atentos, que no sera menester mucho
tiempo, ni gastar muchas palabras, para persuadir
vna verdad a los discretos.

''Hizome el cielo, segun vosotros dezis,
hermosa, y de tal manera, que, sin ser poderosos
a otra cosa, a que me ameis os mueue mi
hermosura. Y por el amor que me mostrais, dezis,
y aun quereis, que esté yo obligada a amaros.
Yo conozco, con el natural entendimiento que
Dios me ha dado, que todo lo hermoso es
amable; mas no alcanço que, por razon de
ser amado, esté obligado lo que es amado por
hermoso, a amar a quien le ama. Y mas, que
podria acontecer que el amador de lo hermoso
fuesse feo, y siendo lo feo digno de ser
aborrecido, cae muy mal el dezir: «quierote por
hermosa; hasme de amar aunque sea feo». Pero,
puesto caso que corran igualmente las
hermosuras, no por esso han de correr iguales los
desseos, que no todas hermosuras enamoran;
que algunas alegran la vista y no rinden la
voluntad; que si todas las bellezas enamorassen
y rindiessen, seria vn andar las voluntades
confusas y descaminadas, sin saber en
quál auian de parar; porque, siendo infinitos
los sujetos hermosos, infinitos auian de ser los
desseos, y, segun yo he oydo dezir, el verdadero
amor no se diuide, y ha de ser voluntario
y no forçoso. Siendo esto assi, como yo creo
que lo es, ¿por qué quereis que rinda mi
voluntad por fuerça, obligada no mas de que
dezis que me quereis bien? Si no, dezidme: si
como el cielo me hizo hermosa me hiziera fea,
¿fuera justo que me quexara de vosotros
porque no me amauades? Quanto mas que aueis
de considerar que yo no escogi la hermosura
que tengo, que, tal qual es, el cielo me la dio
de gracia, sin yo pedilla ni escogella. Y, assi
como la viuora no merece ser culpada por la
ponçoña que tiene, puesto que con ella mata,
por auersela dado naturaleza, tan poco yo
merezco ser reprehendida por ser hermosa, que
la hermosura en la muger honesta es como el
fuego apartado, o como la espada aguda: que
ni el quema, ni ella corta a quien a ellos no se
acerca. La honra y las virtudes son adornos
del alma, sin las quales el cuerpo, aunque lo
sea, no deue de parecer hermoso. Pues si la
honestidad es vna de las virtudes que al cuerpo
y alma mas adornan y hermosean, ¿por qué
la ha de perder la que es amada por hermosa,
por corresponder a la intencion de aquel que
por solo su gusto, con todas sus fuerças e
industrias, procura que la pierda?

''Yo naci libre, y para poder viuir libre
escogi la soledad de los campos. Los arboles
destas montañas son mi compañia, las claras
aguas destos arroyos mis espejos; con los
arboles y con las aguas comunico mis
pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y
espada puesta lexos. A los que he enamorado
con la vista, he desengañado con las palabras.
Y si los desseos se sustentan con esperanças,
no auiendo yo dado alguna a Grisostomo
ni a otro alguno, en fin, de ninguno dellos,
bien se puede dezir que antes le mató su
porfia que mi crueldad. Y si se me haze cargo
que eran honestos sus pensamientos, y que
por esto estaua obligada a corresponder a
ellos, digo que, quando en esse mismo lugar
donde aora se caua su sepultura me descubrio
la bondad de su intencion, le dixe yo que la
mia era viuir en perpetua soledad, y de que
sola la tierra gozasse el fruto de mi recogimiento
y los despojos de mi hermosura; y si el,
con todo este desengaño, quiso porfiar contra
la esperança y nauegar contra el viento, ¿qué
mucho que se anegasse en la mitad del golfo
de su desatino? Si yo le entretuuiera, fuera
falsa; si le contentara, hiziera contra mi mejor
intencion y prosupuesto. Porfió desengañado,
desesperó sin ser aborrecido; ¡mirad aora si
sera razon que de su pena se me de a mi la
culpa! Quexese el engañado, desesperese aquel
a quien le faltaron las prometidas esperanças,
confie(s)se el que yo llamare, vfanese el que yo
admitiere; pero no me llame cruel ni omicida
aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo
ni admito.

''El cielo aun hasta aora no ha querido que
yo ame por destino; y el pensar que tengo de
amar por eleccion es escusado. Este general
desengaño sirua a cada vno de los que me
solicitan de su particular prouecho; y entiendase
de aqui adelante, que, si alguno por mi
muriere, no muere de zeloso ni desdichado,
porque quien a nadie quiere, a ninguno deue
dar zelos; que los desengaños no se han de
tomar en cuenta de desdenes. El que me llama
fiera y basilisco, dexeme como cosa perjudicial
y mala; el que me llama ingrata, no me sirua;
el que desconocida, no me conozca; quien
cruel, no me siga; que esta fiera, este basilisco,
esta ingrata, esta cruel y esta desconocida,
ni los buscará, seruira, conocera, ni seguira en
ninguna manera; que si a Grisostomo mató su
impaciencia y arrojado desseo, ¿por qué se ha
de culpar mi honesto proceder y recato? Si yo
conseruo mi limpieza con la compañia de los
arboles, ¿por qué ha de querer que la pierda
el que quiere que la tenga con los hombres?
Yo, como sabeis, tengo riquezas propias y no
codicio las agenas. Tengo libre condicion y no
gusto de sujetarme; ni quiero ni aborrezco a
nadie. No engaño a este, ni solicito aquel;
ni burlo con vno, ni me entretengo con el otro.
La conuersacion honesta de las zagalas destas
aldeas y el cuydado de mis cabras me
entretiene. Tienen mis desseos por termino estas
montañas; y si de aqui salen, es a contemplar
la hermosura del cielo, passos con que camina
el alma a su morada primera.''

Y, en diziendo esto, sin querer oyr respuesta
alguna, boluio las espaldas y se entró por lo
mas cerrado de vn monte que alli cerca estaua,
dexando admirados, tanto de su discrecion
como de su hermosura, a todos los que alli
estauan. Y algunos dieron muestras, de aquellos
que de la poderosa flecha de los rayos de
sus bellos ojos estauan heridos, de quererla
seguir, sin aprouecharse del manifiesto
desengaño que auian oydo.

Lo qual visto por don Quixote, pareciendole
que alli venia bien vsar de su caualleria
socorriendo a las donzellas menesterosas, puesta
la mano en el puño de su espada, en altas e
inteligibles vozes dixo:

``Ninguna persona, de qualquier estado y
condicion que sea, se atreua a seguir a la
hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa
indignacion mia. Ella ha mostrado, con claras y
suficientes razones, la poca o ninguna culpa
que ha tenido en la muerte de Grisostomo, y
quán agena viue de condescender con los
desseos de ninguno de sus amantes; a cuya causa
es justo que, en lugar de ser seguida y
perseguida, sea honrada y estimada de todos los
buenos del mundo, pues muestra que en el,
ella es sola la que con tan honesta intencion
viue.''

O ya que fuesse por las amenazas de don
Quixote, o porque Ambrosio les dixo que
concluyessen con lo que a su buen amigo deuian,
ninguno de los pastores se mouio ni apartó de
alli hasta que, acabada la sepultura y
abrasados los papeles de Grisostomo, pusieron su
cuerpo en ella, no sin muchas lagrimas de los
circunstantes. Cerraron la sepultura con vna
gruessa peña, en tanto que se acabaua vna
losa que, segun Ambrosio dixo, pensaua mandar
hazer, con vn epitafio que auia de dezir
desta manera:

# unit Q spanishverse
Yaze aqui de vn amador ÷
el misero cuerpo elado, ÷
que fue pastor de ganado, ÷
perdido por desamor.

Murio a manos del rigor ÷
de vna esquiua hermosa ingrata, ÷
con quien su imperio dilata ÷
la tirania de amor.

# unit P text
Luego esparzieron por cima de la sepultura
muchas flores y ramos, y, dando todos el
pesame a su amigo Ambrosio, se despidieron del.
Lo mesmo hizieron Viualdo y su compañero,
y don Quixote se despidio de sus huespedes
y de los caminantes, los quales le rogaron se
viniesse con ellos a Seuilla, por ser lugar tan
acomodado a hallar auenturas, que en cada
calle y tras cada esquina se ofrecen mas que
en otro alguno.

Don Quixote les agradecio el auiso y el
animo que mostrauan de hazerle merced, y dixo
que por entonces no queria ni deuia yr a
Seuilla, hasta que huuiesse despojado todas
aquellas sierras de ladrones malandrines, de
quien era fama que todas estauan llenas.
Viendo su buena determinacion, no quisieron los
caminantes importunarle mas, sino, tornandose
a despedir de nueuo, le dexaron y prosiguieron
su camino; en el qual no les faltó de qué tratar,
assi de la historia de Marcela y Grisostomo,
como de las locuras de don Quixote. El
qual determinó de yr a buscar a la pastora
Marcela y ofrecerle todo lo que el podia en su
seruicio. Mas no le auino como el pensaua,
segun se cuenta en el discurso desta verdadera
historia, dando aqui fin la segunda parte.

# part e Volume_1_Parte_3

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# chapter   0 partitle
# unit T title
TERCERA PARTE DEL INGENIOSO
hidalgo don Quixote de la Mancha.

## <e015>
# chapter  15 XV
# unit N chapternum
Capitulo XV
# unit T title
Donde se cuenta la desgraciada auentura que
se topó don Quixote en topar con vnos
desalmados iangueses .
# unit P text
Cuenta el sabio Cide Hamete Venengeli que,
assi como don Quixote se despidio de sus
huespedes y de todos los que se hallaron al
entierro del pastor Grisostomo, el y su
escudero se entraron por el mesmo bosque donde
vieron que se auia entrado la pastora Marcela;
y, auiendo andado mas de dos horas por el,
buscandola por todas partes sin poder hallarla,
vinieron a parar a vn prado lleno de fresca
yerua, junto del qual corria vn arroyo apazible
y fresco, tanto, que combidó, y forço, a passar
alli las horas de la siesta, que rigurosamente
començaua ya a entrar.

Apearonse don Quixote y Sancho, y, dexando
al jumento y a Rozinante a sus anchuras
pacer de la mucha yerua que alli auia, dieron
saco a las alforjas, y, sin cerimonia alguna,
en buena paz y compañia, amo y moço comieron
lo que en ellas hallaron. No se auia curado
Sancho de echar sueltas a Rozinante, seguro
de que le conocia por tan manso y tan poco
rijoso, que todas las yeguas de la dehesa de
Cordoua no le hizieran tomar mal siniestro.
Ordenó, pues, la suerte, y el diablo, que no
todas vezes duerme, que andauan por aquel
valle paciendo vna manada de hacas galicianas
de vnos harrieros gallegos, de los
quales es costumbre sestear con su requa en
lugares y sitios de yerua y agua. Y aquel,
donde acerto a hallarse don Quixote, era muy
a proposito de los gallegos. Sucedio, pues,
que a Rozinante le vino en desseo de refocilarse
con las señoras facas, y saliendo, assi
como las olio, de su natural passo y costumbre,
sin pedir licencia a su dueño, tomó vn
trotico algo picadillo y se fue a comunicar
su necessidad con ellas. Mas ellas, que, a lo que
parecio, deuian de tener mas gana de pacer
que de al, recibieronle con las herraduras y
con los dientes, de tal manera, que a poco
espacio se le rompieron las cinchas y quedó sin
silla, en pelota. Pero lo que el deuio mas de
sentir fue que, viendo los harrieros la fuerça
que a sus yeguas se les hazia, acudieron con
estacas, y tantos palos le dieron, que le
derribaron mal parado en el suelo.

Ya, en esto, don Quixote y Sancho, que la
paliza de Rozinante auian visto, llegauan
hijadeando. Y dixo don Quixote a Sancho:

``A lo que yo veo, amigo Sancho, estos no
son caualleros, sino gente soez y de baxa
ralea. Digolo porque bien me puedes ayudar a
tomar la deuida vengança del agrauio que
delante de nuestros ojos se le a hecho a
Rozinante.''

``¿Qué diablos de vengança hemos de tomar'',
respondio Sancho, ``si estos son mas de
veinte, y nosotros no mas de dos, y aun quiça
nosotros sino vno y medio?''

``Yo valgo por ciento'', replicó don Quixote.

Y, sin hazer mas discursos, echó mano a su
espada y arremetio a los gallegos, y lo
mesmo hizo Sancho Pança, incitado y mouido
del exemplo de su amo. Y, a las primeras dio
don Quixote vna cuchillada a vno que le abrio
vn sayo de cuero de que venia vestido, con
gran parte de la espalda. Los gallegos, que
se vieron maltratar de aquellos dos hombres
solos, siendo ellos tantos, acudieron a sus
estacas, y, cogiendo a los dos en medio,
començaron a menudear sobre ellos con grande
hahinco y vehemencia. Verdad es que al
segundo toque dieron con Sancho en el suelo,
y lo mesmo le auino a don Quixote, sin que
le valiesse su destreza y buen animo. Y quiso
su ventura que viniesse a caer a los pies de
Rozinante, que aun no se auia leuantado; donde
se echa de ver la furia con que machacan
estacas puestas en manos rusticas y enojadas.

Viendo, pues, los gallegos el mal recado
que auian hecho, con la mayor presteza que
pudieron cargaron su requa y siguieron su
camino, dexando a los dos auentureros de mala
traça y de peor talante. El primero que se
resintio fue Sancho Pança, y hallandose junto a
su señor, con voz enferma y lastimada, dixo:

``¡Señor don Quixote! ¡A, señor don
Quixote!''

``¡Qué quieres, Sancho hermano!'', respondio
don Quixote, con el mesmo tono afeminado
y doliente que Sancho.

``Querria, si fuesse possible'', respondio
Sancho Pança, ``que vuestra merced me diesse dos
tragos de aquella beuida del feo Blas, si es
que la tiene vuestra merced ay a mano: quiça
sera de prouecho para los quebrantamientos
de huesos como lo es para las feridas.''

``Pues a tenerla yo aqui, ¡desgraciado yo!,
¿qué nos faltaua?'', respondio don Quixote.
``Mas yo te juro, Sancho Pança, a fe de cauallero
andante, que antes que passen dos dias,
si la fortuna no ordena otra cosa, la tengo de
tener en mi poder, o mal me han de andar las
manos.''

``Pues ¿en quántos le parece a vuestra
merced que podremos mouer los pies?'', replicó
Sancho Pança.

``De mi se dezir'', dixo el molido cauallero
don Quixote, ``que no sabre poner termino a
essos dias. Mas yo me tengo la culpa de todo,
que no auia de poner mano a la espada contra
hombres que no fuessen armados caualleros
como yo. Y, assi, creo que en pena de auer
passado las leyes de la caualleria, ha permitido
el Dios de las batallas que se me diesse este
castigo. Por lo qual, Sancho Pança, conuiene
que estes aduertido en esto que aora te dire,
porque importa mucho a la salud de entrambos,
y es que quando veas que semejante canalla
nos haze algun agrauio, no aguardes a
que yo ponga mano al espada para ellos, porque
no lo hare en ninguna manera, sino pon tu
mano a tu espada y castigalos muy a tu sabor;
que, si en su ayuda y defensa acudieren
caualleros, yo te sabre defender y ofendellos con
todo mi poder, que ya auras visto por mil
señales y experiencias hasta adonde se estiende
el valor de este mi fuerte braço.''

Tal quedó de arrogante el pobre señor con
el vencimiento del valiente vizcayno.

Mas no le parecio tambien a Sancho
Pança el auiso de su amo, que dexasse de
responder, diziendo:

``Señor, yo soy hombre pacifico, manso,
sossegado, y se dissimular qualquiera injuria,
porque tengo muger y hijos que sustentar y criar.
Assi, que seale a vuestra merced tambien auiso,
pues no puede ser mandato, que en ninguna
manera pondre mano a la espada ni contra
villano ni contra cauallero. Y que, desde aqui
para delante de Dios, perdono quantos agrauios
me han hecho y han de hazer, ora me los
aya hecho o haga o aya de hazer persona alta
o baxa, rico o pobre, hidalgo o pechero, sin
eceptar estado ni condicion alguna.''

Lo qual oydo por su amo, le respondio:

``Quisiera tener aliento para poder hablar vn
poco descansado, y que el dolor que tengo en
esta costilla se aplacara tanto quanto, para
darte a entender, Pança, en el error en que estás.
Ven aca, pecador: si el viento de la fortuna,
hasta aora tan contrario, en nuestro fauor se
buelue, llenandonos las velas del desseo,
para que seguramente y sin contraste alguno
tomemos puerto en alguna de las insulas que te
tengo prometida, ¿qué seria de ti, si, ganandola
yo, te hiziesse señor della, pues lo vendras a
impossibilitar por no ser cauallero, ni quererlo
ser, ni tener valor ni intencion de vengar tus
injurias y defender tu señorio? Porque has de
saber que en los reynos y prouincias
nueuamente conquistados nunca estan tan quietos
los animos de sus naturales, ni tan de parte del
nueuo señor, que no se tengan temor de que
han de hazer alguna nouedad para alterar de
nueuo las cosas, y boluer, como dizen, a prouar
ventura. Y, assi, es menester que el nueuo
possessor tenga entendimiento para saberse
gouernar, y valor para ofender y defenderse en
qualquiera acontecimiento.''

``En este que aora nos ha acontecido'', respondio
Sancho, ``quisiera yo tener esse entendimiento
y esse valor que vuestra merzed dize.
Mas yo le juro, a fe de pobre hombre, que mas
estoy para bizmas que para platicas. Mire
vuestra merced si se puede leuantar, y ayudaremos
a Rozinante, aunque no lo merece, porque el
fue la causa principal de todo este molimiento.
Iamas tal crei de Rozinante, que le tenia por
persona casta y tan pacifica como yo. En fin,
bien dizen que es menester mucho tiempo para
venir a conocer las personas, y que no ay cosa
segura en esta vida. ¿Quién dixera que tras de
aquellas tan grandes cuchilladas como vuestra
merced dio a aquel desdichado cauallero andante,
auia de venir por la posta y en seguimiento
suyo esta tan grande tempestad de palos
que ha descargado sobre nuestras espaldas?''

``Aun las tuyas, Sancho'', replicó don Quixote,
``deuen de estar hechas a semejantes nublados;
pero las mias, criadas entre sinabafas
y olandas, claro está que sentiran mas el dolor
desta desgracia. Y si no fuesse porque imagino,
¿qué digo imagino? se muy cierto, que todas
estas incomodidades son muy anejas al exercicio
de las armas, aqui me dexaria morir de puro
enojo.''

A esto replicó el escudero:

``Señor, ya que estas desgracias son de la
cosecha de la caualleria, digame vuestra
merced si suceden muy a menudo, o si tienen sus
tiempos limitados en que acaecen; porque me
parece a mi que a dos cosechas quedaremos
inutiles para la tercera, si Dios, por su infinita
misericordia, no nos socorre.''

``Sabete, amigo Sancho'', respondio don
Quixote, ``que la vida de los caualleros andantes
está sujeta a mil peligros y desuenturas, y
ni mas ni menos está en potencia propinqua
de ser los caualleros andantes reyes y
emperadores, como lo ha mostrado la experiencia
en muchos y diuersos caualleros, de cuyas
historias yo tengo entera noticia. Y pudierate
contar agora, si el dolor me diera lugar, de
algunos que solo por el valor de su braço han
subido a los altos grados que he contado. Y
estos mesmos se vieron antes y despues en
diuersas calamidades y miserias; porque el
valeroso Amadis de Gaula se vio en poder de
su mortal enemigo Arcalaus el encantador, de
quien se tiene por aueriguado que le dio,
teniendole preso, mas de dozientos açotes con
las riendas de su cauallo, atado a vna coluna
de vn patio. Y aun ay vn autor secreto, y de
no poco credito, que dize que, auiendo cogido
al Cauallero del Febo con vna cierta trampa
que se le hundio debaxo de los pies, en vn
cierto castillo, (y) al caer, se halló en vna honda
sima debaxo de tierra, atado de pies y manos,
y alli le echaron vna destas que llaman melezinas
de agua de nieue y arena, de lo que llegó
muy al cabo, y si no fuera socorrido en aquella
gran cuyta de vn sabio grande amigo suyo, lo
passara muy mal el pobre cauallero. Ansi,
que bien puedo yo passar entre tanta buena
gente; que mayores afrentas son las que estos
passaron que no las que aora nosotros passamos.
Porque quiero hazerte sabidor, Sancho,
que no afrentan las heridas que se dan con los
instrumentos que acaso se hallan en las
manos. Y esto está, en la ley del duelo,
escrito por palabras expressas: que si el çapatero
da a otro con la horma que tiene en la mano,
puesto que verdaderamente es de palo, no por
esso se dira que queda apaleado aquel a quien
dio con ella. Digo esto porque no pienses que,
puesto que quedamos desta pendencia molidos,
quedamos afrentados, porque las armas
que aquellos hombres traian, con que nos
machacaron, no eran otras que sus estacas, y
ninguno dellos, a lo que se me acuerda, tenia
estoque, espada ni puñal.''

``No me dieron a mi lugar'', respondio
Sancho, ``a que mirasse en tanto, porque apenas
puse mano a mi tizona, quando me santiguaron
los ombros con sus pinos, de manera que
me quitaron la vista de los ojos y la fuerça de
los pies, dando conmigo a donde aora yago, y
adonde no me da pena alguna el pensar si fue
afrenta, o no, lo de los estacazos, como me
la da el dolor de los golpes, que me han de
quedar tan impressos en la memoria como en
las espaldas.''

``Con todo esso te hago saber, hermano
Pança'', replicó don Quixote, ``que no ay
memoria a quien el tiempo no acabe, ni dolor
que muerte no le consuma.''

``Pues ¿qué mayor desdicha puede ser'',
replicó Pança, ``de aquella que aguarda al
tiempo que la consuma y a la muerte que la
acabe? Si esta nuestra desgracia fuera de
aquellas que con vn par de bizmas se curan, aun
no tan malo; pero voy viendo que no han de
bastar todos los emplastos de vn hospital para
ponerlas en buen termino siquiera.''

``Dexate desso y saca fuerças de flaqueza,
Sancho'', respondio don Quixote, ``que assi
hare yo, y veamos cómo está Rozinante, que, a
lo que me parece, no le ha cabido al pobre la
menor parte desta desgracia.''

``No ay de que marauillarse desso'', respondio
Sancho, ``siendo el tan buen cauallero
andante; de lo que yo me marauillo es de que
mi jumento aya quedado libre y sin costas,
donde nosotros salimos sin costillas.''

``Siempre dexa la ventura vna puerta abierta
en las desdichas para dar remedio a ellas'',
dixo don Quixote. ``Digolo porque essa bestezuela
podra suplir aora la falta de Rozinante,
lleuandome a mi desde aqui a algun castillo
donde sea curado de mis feridas. Y mas, que
no tendre a deshonra la tal caualleria, porque
me acuerdo auer leydo que aquel buen viejo
Sileno, ayo y pedagogo del alegre Dios de la
risa, quando entró en la ciudad de las cien
puertas, yua muy a su plazer cauallero sobre
vn muy hermoso asno.''

``Verdad sera que el deuia de yr cauallero
como vuestra merced dize'', respondio Sancho;
``pero ay grande diferencia del yr cauallero al
yr atrauessado como costal de vasura.''

A lo qual respondio don Quixote:

``Las feridas que se reciben en las batallas
antes dan honra que la quitan. Assi que, Pança
amigo, no me repliques mas, sino, como ya
te he dicho, leuantate lo mejor que pudieres
y ponme de la manera que mas te agradare
encima de tu jumento, y vamos de aqui antes
que la noche venga y nos saltee en este
despoblado.''

``Pues yo he oydo dezir a vuestra merced'',
dixo Pança, ``que es muy de caualleros andantes
el dormir en los paramos y desiertos lo mas
del año, y que lo tienen a mucha ventura.''

``Esso es'', dixo don Quixote, ``quando no
pueden mas, o quando estan enamorados; y es
tan verdad esto, que ha auido cauallero que se
ha estado sobre vna peña, al sol y a la sombra
y a las inclemencias del cielo, dos años, sin
que lo supiesse su señora. Y vno destos fue
Amadis quando, llamandose Beltenebros, se
aloxó en la Peña Pobre, ni se si ocho años
o ocho meses, que no estoy muy bien en la
cuenta. Basta que el estuuo alli haziendo
penitencia por no se qué sinsabor que le hizo la
señora Oriana. Pero dexemos ya esto, Sancho,
y acaba, antes que suceda otra desgracia al
jumento como a Rozinante.''

``Aun ahi seria el diablo'', dixo Sancho.

Y despidiendo treinta ayes y sesenta sospiros
y ciento y veynte pesetes y reniegos de
quien alli le auia traido, se leuantó, quedandose
agouiado en la mitad del camino, como arco
turquesco, sin poder acabar de endereçarse; y
con todo este trabajo aparejó su asno, que
tambien auia andado algo destraydo con la
demasiada libertad de aquel dia. Leuantó luego
a Rozinante, el qual, si tuuiera lengua con
que quexarse, a buen seguro que Sancho ni
su amo no le fueran en çaga.

En resolucion, Sancho acomodó a don Quixote
sobre el asno y puso de reata a Rozinante,
y, lleuando al asno de cabestro se encaminó
poco mas a menos hazia donde le parecio
que podia estar el camino real. Y la suerte,
que sus cosas de bien en mejor yua guiando,
aun no huuo andado vna pequeña legua, quando
le deparó el camino, en el qual descubrio
vna venta que, a pesar suyo y gusto de don
Quixote, auia de ser castillo. Porfiaua Sancho
que era venta, y su amo que no, sino castillo;
y tanto duró la porfia, que tuuieron lugar, sin
acabarla, de llegar a ella, en la qual Sancho se
entró, sin mas aueriguacion, con toda su requa.


## <e016>
# chapter  16 XVI
# unit N chapternum
Capitulo XVI
# unit T title
De lo que le sucedio al ingenioso hidalgo en
la venta que el imaginaua ser castillo.
# unit P text
El ventero, que vio a don Quixote atrauesado
en el asno, preguntó a Sancho qué mal
traia. Sancho le respondio que no era nada,
sino que auia dado vna cayda de vna peña
abaxo, y que venia algo brumadas las costillas.

Tenia el ventero por muger a vna, no de la
condicion que suelen tener las de semejante
trato, porque naturalmente era caritatiua y se
dolia de las calamidades de sus proximos, y,
assi, acudio luego a curar a don Quixote, y
hizo que vna hija suya donzella, muchacha y
de muy buen parecer, la ayudasse a curar a su
huesped. Seruia en la venta, assi mesmo, vna
moça asturiana, ancha de cara, llana de cogote,
de nariz roma, del vn ojo tuerta y del otro
no muy sana. Verdad es que la gallardia del
cuerpo suplia las demas faltas: no tenia siete
palmos de los pies a la cabeça, y las espaldas,
que algun tanto le cargauan, la hazian mirar
al suelo mas de lo que ella quisiera. Esta
gentil moça, pues, ayudó a la donzella; y las dos
hizieron vna muy mala cama a don Quixote
en vn camaranchon que, en otros tiempos,
daua manifiestos indicios que auia seruido de
pajar muchos años. En la qual tambien
aloxaua vn harriero que tenia su cama hecha vn
poco mas alla de la de nuestro don Quixote,
y, aunque era de las enxalmas y mantas de
sus machos, hazia mucha ventaja a la de don
Quixote, que solo contenia quatro mal lisas
tablas sobre dos no muy yguales bancos, y vn
colchon que, en lo sutil, parecia colcha, lleno de
bodoques, que, a no mostrar que eran de lana
por algunas roturas, al tiento, en la dureza,
semejauan de guijarro, y dos sauanas hechas
de cuero de adarga, y vna fraçada, cuyos hilos,
si se quisieran contar, no se perdiera vno solo
de la cuenta.

En esta maldita cama se acosto don Quixote.
Y luego la ventera y su hija le emplastaron
de arriba abajo, alumbrandoles Maritornes,
que assi se llamaua la asturiana; y
como al bizmalle viesse la ventera tan
acardenalado a partes a don Quixote, dixo que
aquello mas parecian golpes que cayda.

``No fueron golpes'', dixo Sancho, ``sino que
la peña tenia muchos picos y tropeçones, y que
cada vno auia hecho su cardenal.'' Y tambien
le dixo: ``Haga vuestra merced, señora, de
manera que queden algunas estopas, que no
faltará quien las aya menester; que tambien me
duelen a mi vn poco los lomos.''

``Dessa manera'', respondio la ventera,
``¿tambien deuistes vos de caer?''

``No cay'', dixo Sancho Pança, ``sino que del
sobresalto que tomé de ver caer a mi amo, de
tal manera me duele a mi el cuerpo, que me
parece que me han dado mil palos.''

``Bien podra ser esso'', dixo la donzella;
``que a mi me ha acontecido muchas vezes
soñar que caya de vna torre abaxo, y que
nunca acabaua de llegar al suelo, y quando
despertaua del sueño, hallarme tan molida y
quebrantada como si verdaderamente huuiera
caydo.''

``Ay está el toque, señora'', respondio Sancho
Pança: ``que yo sin soñar nada, sino estando
mas despierto que aora estoy, me hallo con
pocos menos cardenales que mi señor don
Quixote.''

``¿Cómo se llama este cauallero?'', preguntó
la asturiana Maritornes.

``Don Quixote de la Mancha'', respondio
Sancho Pança, ``y es cauallero auenturero, y
de los mejores y mas fuertes que de luengos
tiempos aca se han visto en el mundo.''

``¿Qué es cauallero auenturero?'', replicó la
moça.

``¿Tan nueua sois en el mundo, que no lo
sabeis vos?'', respondio Sancho Pança. ``Pues
sabed, hermana mia, que cauallero auenturero
es vna cosa que en dos palabras se ve apaleado
y emperador. Oy está la mas desdichada
criatura del mundo y la mas menesterosa, y
mañana tendria dos o tres coronas de
reynos que dar a su escudero.''

``Pues ¿cómo vos, siendolo deste tan buen
señor'', dixo la ventera, ``no teneis, a lo que
parece, siquiera algun condado?''

``Aun es temprano'', respondio Sancho,
``porque no ha sino vn mes que andamos buscando
las auenturas, y hasta aora no hemos topado
con ninguna que lo sea. Y tal vez ay que se
busca vna cosa y se halla otra. Verdad es que
si mi señor don Quixote sana desta herida, o
cayda, y yo no quedo contrecho della, no
trocaria mis esperanças con el mejor titulo de
España.''

Todas estas platicas estaua escuchando muy
atento don Quixote, y sentandose en el lecho
como pudo, tomando de la mano a la ventera,
le dixo:

``Creedme, fermosa señora, que os podeis
llamar venturosa por auer alojado en este vuestro
castillo a mi persona, que es tal, que si yo
no la alabo, es por lo que suele dezirse que la
alabança propria enuilece, pero mi escudero
os dira quién soy. Solo os digo que tendre
eternamente escrito en mi memoria el seruicio que
me auedes fecho, para agradeceroslo mientras
la vida me durare. Y pluguiera a los altos
cielos que el amor no me tuuiera tan rendido y
tan sujeto a sus leyes, y los ojos de aquella
hermosa ingrata que digo entre mis dientes;
que los desta fermosa donzella fueran señores
de mi libertad.''

Confusas estauan la ventera y su hija y la
buena de Maritornes oyendo las razones del
andante cauallero, que assi las entendian como
si hablara en griego, aunque bien alcançaron
que todas se encaminauan a ofrecimiento y
requiebros; y, como no vsadas a semejante
lenguage, mirauanle y admirauanse, y pareciales
otro hombre de los que se vsauan; y, agradeciendole
con venteriles razones sus ofrecimientos,
le dexaron, y la asturiana Maritornes
curó a Sancho, que no menos lo auia menester
que su amo.

Auia el harriero concertado con ella que
aquella noche se refocilarian juntos, y ella le auia
dado su palabra de que, en estando sossegados
los huespedes y durmiendo sus amos, le yria a
buscar y satisfazerle el gusto en quanto le
mandasse. Y cuentase desta buena moça que jamas
dio semejantes palabras que no las cumpliesse,
aunque las diesse en vn monte y sin testigo
alguno, porque presumia muy de hidalga, y no
tenia por afrenta estar en aquel exercicio de
seruir en la venta; porque dezia ella que
desgracias y malos sucessos la auian traydo a
aquel estado.

El duro, estrecho, apocado y fementido lecho
de don Quixote estaua primero en mitad de
aquel estrellado establo, y luego, junto a el, hizo
el suyo Sancho, que solo contenia vna estera
de enea y vna manta, que antes mostraua ser
de angeo tundido que de lana. Sucedia a estos
dos lechos el del harriero, fabricado, como se
ha dicho, de las enxalmas y de todo el adorno
de los dos mejores mulos que trahia, aunque
eran doze, luzios, gordos y famosos, porque era
vno de los ricos harrieros de Areualo, segun lo
dize el autor desta historia, que deste harriero
haze particular mencion, porque le conocia muy
bien, y aun quieren dezir que era algo pariente
suyo. Fuera de que Cide Mahamate Benengeli
fue historiador muy curioso y muy puntual
en todas las cosas; y echase bien de ver, pues
las que quedan referidas, con ser tan minimas y
tan rateras, no las quiso passar en silencio. De
donde podran tomar exemplo los historiadores
graues, que nos cuentan las acciones tan corta
y sucintamente, que apenas nos llegan a los
labios, dexandose en el tintero, ya por descuydo,
por malicia o ygnorancia, lo mas substancial
de la obra. ¡Bien aya mil vezes el autor
de Tablante de Ricamonte, y aquel del otro
libro donde se cuenta los hechos del conde
Tomillas, y con qué puntualidad lo
descriuen todo!

Digo, pues, que despues de auer visitado
el harriero a su requa y dadole el segundo
pienso, se tendio en sus enxalmas y se dio a
esperar a su puntualissima Maritornes. Ya
estaua Sancho bizmado y acostado, y, aunque
procuraua dormir, no lo consentia el dolor de
sus costillas; y don Quixote, con el dolor de
las suyas, tenia los ojos abiertos como liebre.
Toda la venta estaua en silencio, y en toda ella
no auia otra luz que la que daua vna lampara
que colgada en medio del portal ardia. Esta
marauillosa quietud, y los pensamientos que
siempre nuestro cauallero trahia de los
sucessos que a cada passo se cuentan en los
libros autores de su desgracia, le truxo a la
ymaginacion vna de las estrañas locuras que
buenamente ymaginarse pueden. Y fue, que el se
ymaginó auer llegado a vn famoso castillo,
que, como se ha dicho, castillos eran a su
parecer todas las ventas donde aloxaua, y que la
hija del ventero lo era del señor del castillo, la
qual, vencida de su gentileza, se auia enamorado
del y prometido que aquella noche, a furto
de sus padres, vendria a yazer con el vna buena
pieça; y, teniendo toda esta quimera, que el se
auia fabricado, por firme y valedera, se
començo a acuytar y a pensar en el peligroso
trance en que su honestidad se auia de ver,
y propuso en su coraçon de no cometer
aleuosia a su señora Dulzinea del Toboso,
aunque la mesma reyna Ginebra con su dama
Quintañona se le pusiessen delante.

Pensando, pues, en estos disparates, se llegó
el tiempo y la hora, que para el fue menguada,
de la venida de la asturiana, la qual, en
camisa y descalça, cogidos los cabellos en vna
aluanega de fustan, con tacitos y atentados
passos, entró en el aposento donde los tres
aloxauan, en busca del harriero. Pero apenas
llegó a la puerta, quando don Quixote la
sintio, y sentandose en la cama, a pesar de sus
bizmas y con dolor de sus costillas, tendio los
braços para recebir a su fermosa donzella.
La asturiana, que, toda recogida y callando,
yua con las manos delante buscando a su
querido, topó con los braços de don Quixote, el
qual la asio fuertemente de vna muñeca, y,
tirandola hazia si, sin que ella osasse hablar
palabra, la hizo sentar sobre la cama. Tentole
luego la camisa, y, aunque ella era de harpillera,
a el le parecio ser de finissimo y delgado
cendal. Trahia en las muñecas vnas cuentas de
vidro, pero a el le dieron vislumbres de
preciosas perlas orientales. Los cabellos, que en
alguna manera tirauan a crines, el los marcó por
hebras de luzidissimo oro de Arabia, cuyo
resplandor al del mesmo sol escurecia. Y el
aliento, que, sin duda alguna, olia a ensalada
fiambre y trasnochada, a el le parecio que
arrojaua de su boca vn olor suaue y aromatico;
y, finalmente, el la pintó en su ymaginacion
de la misma traça y modo que lo auia
leydo en sus libros, de la otra princesa que
vino a ver el mal ferido cauallero, vencida
de sus amores, con todos los adornos que aqui
van puestos. Y era tanta la ceguedad del
pobre hidalgo, que el tacto, ni el aliento, ni
otras cosas que trahia en si la buena donzella,
no le desengañauan, las quales pudieran hazer
vomitar a otro que no fuera harriero; antes le
parecia que tenia entre sus braços a la diosa
de la hermosura. Y, teniendola bien asida, con
voz amorosa y baxa, le començo a dezir:

``Quisiera hallarme en terminos, fermosa y
alta señora, de poder pagar tamaña merced
como la que con la vista de vuestra gran
fermosura me auedes fecho; pero ha querido la
fortuna, que no se cansa de perseguir a los
buenos, ponerme en este lecho, donde yago
tan molido y quebrantado, que, aunque de mi
voluntad quisiera satisfazer a la vuestra, fuera
impossible. Y mas, que se añade a esta
impossibilidad otra mayor, que es la prometida fe
que tengo dada a la simpar Dulzinea del
Toboso, vnica señora de mis mas escondidos
pensamientos. Que si esto no vuiera de por
medio, no fuera yo tan sandio cauallero, que
dexara passar en blanco la venturosa ocasion
en que vuestra gran bondad me ha puesto.''

Maritornes estaua congoxadissima y trasudando
de verse tan asida de don Quixote, y,
sin entender ni estar atenta a las razones que
le dezia, procuraua, sin hablar palabra,
desasirse. El bueno del harriero, a quien tenian
despierto sus malos desseos, desde el punto que
entró su coyma por la puerta, la sintio; estuuo
atentamente escuchando todo lo que don Quixote
dezia, y, zeloso de que la asturiana le
vuiesse faltado a la palabra por otro, se
fue llegando mas al lecho de don Quixote, y
estuuose quedo hasta ver en qué parauan
aquellas razones que el no podia entender.
Pero como vio que la moça forcejaua por desasirse,
y don Quixote trabaxaua por tenella,
pareciendole mal la burla, enarboló el braço en
alto y descargó tan terrible puñada sobre las
estrechas quixadas del enamorado cauallero,
que le bañó toda la boca en sangre; y, no contento
con esto, se le subio encima de las costillas,
y con los pies, mas que de trote, se las
passeó todas de cabo a cabo. El lecho, que era
vn poco endeble y de no firmes fundamentos,
no pudiendo sufrir la añadidura del harriero,
dio consigo en el suelo, a cuyo gran ruydo
desperto el ventero, y luego ymaginó que deuian
de ser pendencias de Maritornes, porque,
auiendola llamado a bozes, no respondia. Con esta
sospecha se leuantó y, encendiendo vn candil,
se fue hazia donde auia sentido la pelaza. La
moça, viendo que su amo venia y que era de
condicion terrible, toda medrosica y alborotada,
se acogio a la cama de Sancho Pança, que
aun dormia, y alli se acorrucó y se hizo vn
ouillo.

El ventero entró diziendo:

``¿Adónde estás, puta? A buen seguro que
son tus cosas estas.''

En esto desperto Sancho, y, sintiendo aquel
bulto casi encima de si, penso que tenia la
pesadilla y començo a dar puñadas a vna y
otra parte, y, entre otras, alcançó con no se
quántas a Maritornes, la qual, sentida del dolor,
echando a rodar la honestidad, dio el retorno
a Sancho con tantas, que, a su despecho, le
quitó el sueño; el qual, viendose tratar de
aquella manera y sin saber de quien, alçandose
como pudo, se abraçó con Maritornes, y
començaron entre los dos la mas reñida y
graciosa escaramuça del mundo.

Viendo, pues, el harriero, a la lumbre del
candil del ventero, quál andaua su dama,
dexando a don Quixote, acudio a dalle el socorro
necessario; lo mismo hizo el ventero, pero con
intencion diferente, porque fue a castigar a la
moça, creyendo, sin duda, que ella sola era la
ocasion de toda aquella armonia. Y, assi, como
suele dezirse: el gato al rato, el rato a la
cuerda, la cuerda al palo, daua el harriero a
Sancho, Sancho a la moça, la moça a el, el
ventero a la moça, y todos menudeauan con
tanta priessa que no se dauan punto de
reposo; y fue lo bueno que al ventero se le
apagó el candil, y, como quedaron ascuras,
dauanse tan sin compassion todos a bulto, que
a doquiera que ponian la mano no dexauan
cosa sana.

Aloxaua acaso aquella noche en la venta
vn quadrillero de los que llaman de la Santa
Hermandad Vieja de Toledo, el qual, oyendo
ansi mesmo el estraño estruendo de la
pelea, asio de su media vara y de la caxa de
lata de sus titulos, y entró ascuras en el
aposento, diziendo:

``¡Tenganse a la justicia! ¡Tenganse a la Santa
Hermandad!''

Y el primero con quien topó fue con el
apuñeado de don Quixote, que estaua en su
derribado lecho, tendido boca arriba, sin sentido
alguno; y, echandole a tiento mano a las barbas,
no cessaua de dezir: ``¡Fauor a la justicia!''
Pero viendo que el que tenia asido no se
bullia ni meneaua, se dio a entender que estaua
muerto, y que los que alli dentro estauan eran
sus matadores, y, con esta sospecha, reforço la
voz, diziendo:

``¡Cierrese la puerta de la venta! ¡Miren no se
vaya nadie, que han muerto aqui a vn hombre!''

Esta voz sobresaltó a todos, y cada qual
dexó la pendencia en el grado que le tomó la
voz. Retirose el ventero a su aposento, el
harriero a sus enxalmas, la moça a su rancho;
solos los desuenturados don Quixote y Sancho
no se pudieron mouer de donde estauan. Solto
en esto el quadrillero la barba de don Quixote,
y salio a buscar luz, para buscar y prender los
delinquentes; mas no la halló, porque el
ventero, de industria, auia muerto la lampara
quando se retiró a su estancia, y fuele forçoso
acudir a la chimenea, donde, con mucho trabajo y
tiempo, encendio el quadrillero otro candil.


## <e017>
# chapter  17 XVII
# unit N chapternum
Capitulo XVII
# unit T title
Donde se prosiguen los innumerables trabajos
que el brauo don Quixote y su buen escudero
Sancho Pança passaron en la venta que, por
su mal, penso que era castillo.
# unit P text
Auia ya buelto en este tiempo de su parasismo
don Quixote, y con el mesmo tono
de voz con que el dia antes auia llamado a su
escudero, quando estaua tendido en el val de
las estacas, le començo a llamar, diziendo:

``Sancho amigo, ¿duermes? ¿Duermes, amigo
Sancho?''

``¡Qué tengo de dormir, pesia a mi!'', respondio
Sancho, lleno de pesadumbre y de despecho;
``que no parece sino que todos los diablos
han andado comigo esta noche.''

``Puedeslo creer ansi, sin duda'', respondio
don Quixote; ``porque, o yo se poco, o este
castillo es encantado. Porque has de saber...;
mas esto que aora quiero dezirte, hasme de
jurar que lo tendras secreto hasta despues de
mi muerte.''

``Si, juro'', respondio Sancho.

``Digolo'', replicó don Quixote, ``porque soy
enemigo de que se quite la honra a nadie.''

``Digo que si juro'', tornó a dezir Sancho;
``que lo callaré hasta despues de los dias de
vuestra merced, y plega a Dios que lo pueda
descubrir mañana.''

``¿Tan malas obras te hago, Sancho'',
respondio don Quixote, ``que me querrias ver
muerto con tanta breuedad?''

``No es por esso'', respondio Sancho, ``sino
porque soy enemigo de guardar mucho las
cosas, y no querria que se me pudriessen de
guardadas.''

``Sea por lo que fuere'', dixo don Quixote,
``que mas fio de tu amor y de tu cortesia; y, assi,
has de saber que esta noche me ha sucedido
vna de las mas estrañas auenturas que yo sabre
encarecer; y, por contartela en breue, sabras
que poco ha que a mi vino la hija del señor
deste castillo, que es la mas apuesta y fermosa
donzella que en gran parte de la tierra se puede
hallar. ¿Qué te podria dezir del adorno de su
persona? ¿Qué de su gallardo entendimiento?
¿Qué de otras cosas ocultas, que, por guardar
la fe que deuo a mi señora Dulzinea del Toboso,
dexaré passar intactas y en silencio? Solo
te quiero dezir que, embidioso el cielo de tanto
bien como la ventura me auia puesto en las
manos, o quiça -- y esto es lo mas cierto --, que,
como tengo dicho, es encantado este castillo,
al tiempo que yo estaua con ella en dulcissimos
y amorosissimos coloquios, sin que yo la
viesse ni supiesse por donde venia, vino vna
mano pegada a algun braço de algun descomunal
gigante y assentome vna puñada en las
quixadas, tal, que las tengo todas bañadas en
sangre, y despues me molio de tal suerte que
estoy peor que ayer quando los gallegos,
que, por demasias de Rozinante, nos hizieron el
agrauio que sabes. Por donde conjeturo que el
tesoro de la fermosura desta donzella le deue
de guardar algun encantado moro, y no deue
de ser para mi.''

``Ni para mi tampoco'', respondio Sancho,
``porque mas de quatrocientos moros me han
aporreado a mi de manera, que el molimiento
de las estacas fue tortas y pan pintado. Pero
digame, señor, ¿cómo llama a esta buena y
rara auentura, auiendo quedado della qual
quedamos? Aun vuestra merced, menos mal, pues
tuuo en sus manos aquella incomparable
fermosura que ha dicho. Pero yo ¿qué tuue, sino
los mayores porrazos que pienso recebir en
toda mi vida? ¡Desdichado de mi y de la madre
que me pario, que ni soy cauallero andante, ni
lo pienso ser jamas, y de todas las
malandanças me cabe la mayor parte!''

``Luego ¿tambien estás tu aporreado?'',
respondio don Quixote.

``¿No le he dicho que si, pesia a mi
linage?'', dixo Sancho.

``No tengas pena, amigo'', dixo don Quixote;
``que yo hare agora el balsamo precioso
con que sanaremos en vn abrir y cerrar
de ojos.''

Acabó en esto de encender el candil el
quadrillero, y entró a ver el que pensaua que era
muerto, y assi como le vio entrar Sancho,
viendole venir en camisa y con su paño de cabeça
y candil en la mano, y con vna muy mala cara,
preguntó a su amo:

``Señor, ¿si sera este a dicha el moro encantado
que nos buelue a castigar, si se dexó algo
en el tintero?''

``No puede ser el moro'', respondio don
Quixote, ``porque los encantados no se dexan ver
de nadie.''

``Si no se dexan ver, dexanse sentir'', dixo
Sancho; ``si no, diganlo mis espaldas.''

``Tambien lo podrian dezir las mias'', respondio
don Quixote; ``pero no es bastante indicio
esse para creer que este que se vee sea el
encantado moro.''

Llegó el quadrillero, y como los halló
hablando en tan sossegada conuersacion, quedó
suspenso. Bien es verdad que aun don Quixote se
estaua boca arriba, sin poderse menear de puro
molido y emplastado. Llegose a el el
quadrillero y dixole:

``Pues ¿cómo va, buen hombre?''

``Hablara yo mas bien criado'', respondio don
Quixote, ``si fuera que vos. ¿Vsase en esta
tierra hablar dessa suerte a los caualleros
andantes, majadero?''

El quadrillero, que se vio tratar tan mal de vn
hombre de tan mal parecer, no lo pudo sufrir, y,
alçando el candil con todo su azeyte, dio a don
Quixote con el en la cabeça, de suerte que le
dexó muy bien descalabrado; y como todo quedó
ascuras, saliose luego, y Sancho Pança
dixo:

``Sin duda, señor, que este es el moro
encantado, y deue de guardar el tesoro para otros,
y para nosotros solo guarda las puñadas y los
candilazos.''

``Assi es'', respondio don Quixote, ``y no ay
que hazer caso destas cosas de encantamentos,
ni ay para qué tomar colera ni enojo con ellas;
que, como son inuisibles y fantasticas, no
hallaremos de quien vengarnos, aunque mas lo
procuremos. Leuantate, Sancho, si puedes, y llama
al alcayde desta fortaleza, y procura que se me
de vn poco de azeyte, vino, sal y romero para
hazer el salutifero balsamo; que en verdad que
creo que lo he bien menester aora, porque se
me va mucha sangre de la herida que esta
fantasma me ha dado.''

Leuantose Sancho con harto dolor de sus
huessos, y fue ascuras donde estaua el ventero,
y, encontrandose con el quadrillero, que estaua
escuchando en que paraua su enemigo, le dixo:

``Señor, quien quiera que seays, hazednos
merced y beneficio de darnos vn poco de romero,
azeyte, sal y vino, que es menester para
curar vno de los mejores caualleros andantes
que ay en la tierra, el qual yaze en aquella
cama mal ferido por las manos del encantado
moro que está en esta venta.''

Quando el quadrillero tal oyo, tuuole por
hombre falto de seso. Y porque ya començaua
a amanecer, abrio la puerta de la venta, y,
llamando al ventero, le dixo lo que aquel buen
hombre queria. El ventero le proueyo de
quanto quiso, y Sancho se lo lleuó a don
Quixote, que estaua con las manos en la cabeça,
quexandose del dolor del candilazo, que no le
auia hecho mas mal que leuantarle dos chichones
algo crecidos, y lo que el pensaua que
era sangre no era sino sudor que sudaua con
la congoxa de la passada tormenta.

En resolucion, el tomó sus simples, de los
quales hizo vn compuesto, mezclandolos todos
y coziendolos vn buen espacio, hasta que le
parecio que estauan en su punto. Pidio
luego alguna redoma para echallo, y como no la
vuo en la venta, se resoluio de ponello en vna
alcuza o azeytera de hoja de lata, de quien el
ventero le hizo grata donacion. Y luego dixo
sobre la alcuza mas de ochenta paternostres
y otras tantas auemarias, salues y credos, y a
cada palabra acompañaua vna cruz a modo de
bendicion; a todo lo qual se hallaron presentes
Sancho, el ventero y quadrillero, que ya el
harriero sossegadamente andaua entendiendo en
el beneficio de sus machos.

Hecho esto, quiso el mesmo hazer luego la
esperiencia de la virtud de aquel precioso
balsamo que el se ymaginaua, y, assi, se beuio de
lo que no pudo caber en la alcuza y quedaua
en la olla donde se auia cozido, casi media
azumbre; y apenas lo acabó de beuer, quando
començo a vomitar de manera, que no le quedó
cosa en el estomago, y con las ansias y
agitacion del vomito le dio vn sudor copiosissimo,
por lo qual mandó que le arropassen y le
dexassen solo. Hizieronlo ansi, y quedose
dormido mas de tres horas, al cabo de las
quales desperto y se sintio aliuiadissimo del
cuerpo, y en tal manera mejor de su quebrantamiento,
que se tuuo por sano. Y verdaderamente
creyo que auia acertado con el balsamo
de Fierabras, y que con aquel remedio podia
acometer desde alli adelante, sin temor alguno,
qualesquiera ruynas, batallas y pendencias, por
peligrosas que fuessen.

Sancho Pança, que tambien tuuo a milagro
la mejoria de su amo, le rogo que le diesse a
el lo que quedaua en la olla, que no era poca
cantidad. Concedioselo don Quixote, y el,
tomandola a dos manos, con buena fe y mejor
talante, se la echó a pechos y enuasó bien
poco menos que su amo. Es, pues, el caso que
el estomago del pobre Sancho no deuia de ser
tan delicado como el de su amo, y, assi,
primero que vomitasse le dieron tantas ansias y
vascas, con tantos trasudores y desmayos, que el
penso bien y verdaderamente que era llegada
su vltima hora; y viendose tan afligido y
congoxado, maldezia el balsamo y al ladron que
se lo auia dado.

Viendole assi don Quixote, le dixo:

``Yo creo, Sancho, que todo este mal te viene
de no ser armado cauallero; porque tengo para
mi que este licor no deue de aprouechar a los
que no lo son.''

``Si esso sabia vuestra merced'', replicó
Sancho, ``¡mal aya yo y toda mi parentela!, ¿para
qué consintio que lo gustasse?''

En esto hizo su operacion el breuage, y
començo el pobre escudero a dessaguarse por
entrambas canales, con tanta priessa, que la
estera de enea sobre quien se auia buelto a
echar, ni la manta de angeo con que se cubria,
fueron mas de prouecho. Sudaua y trasudaua
con tales parasismos y accidentes, que no
solamente el, sino todos pensaron que se le
acabaua la vida. Durole esta borrasca y mala
andança casi dos horas, al cabo de las quales no
quedó como su amo, sino tan molido y
quebrantado, que no se podia tener.

Pero don Quixote, que, como se ha dicho,
se sintio aliuiado y sano, quiso partirse luego
a buscar auenturas, pareciendole que todo el
tiempo que alli se tardaua era quitarsele al
mundo y a los en el menesterosos de su fauor
y amparo, y mas con la seguridad y confiança
que lleuaua en su balsamo; y assi, forçado
deste desseo, el mismo ensilló a Rozinante y
enalbardó al jumento de su escudero, a quien
tambien ayudó a vestir y a subir en el asno.
Pusose luego a cauallo, y, llegandose a vn
rincon de la venta, asio de vn lançon que alli
estaua, para que le siruiesse de lança.

Estauanle mirando todos quantos auia en la
venta, que passauan de mas de veynte personas;
mirauale tambien la hija del ventero, y el
tambien no quitaua los ojos della, y de quando
en quando arrojaua vn sospiro que parecia
que le arrancaua de lo profundo de sus
entrañas, y todos pensauan que deuia de ser del
dolor que sentia en las costillas; a lo menos
pensauanlo aquellos que la noche antes le
auian visto bizmar.

Ya que estuuieron los dos a cauallo, puesto
a la puerta de la venta, llamó al ventero, y con
voz muy reposada y graue le dixo:

``Muchas y muy grandes son las mercedes,
señor alcayde, que en este vuestro castillo he
recebido, y quedo obligadissimo a agradeceroslas
todos los dias de mi vida. Si os las puedo
pagar en hazeros vengado de algun soberuio
que os aya fecho algun agrauio, sabed que
mi oficio no es otro sino valer a los que poco
pueden, y vengar a los que reciben tuertos, y
castigar aleuosias. Recorred vuestra memoria,
y, si hallays alguna cosa deste jaez que
encomendarme, no ay sino dezilla, que yo os
prometo, por la orden de cauallero que recebi, de
fazeros satisfecho y pagado a toda vuestra
voluntad.''

El ventero le respondio con el mesmo
sossiego:

``Señor cauallero, yo no tengo necessidad de
que vuestra merced me vengue ningun agrauio,
porque yo se tomar la vengança que me
parece, quando se me hazen. Solo he menester
que vuestra merced me pague el gasto que
esta noche ha hecho en la venta, assi de la
paja y ceuada de sus dos bestias, como de la
cena y camas.''

``Luego ¿venta es esta?'', replicó don
Quixote.

``Y muy honrada'', respondio el ventero.

``Engañado he viuido hasta aqui'', respondio
don Quixote; ``que en verdad que pense que
era castillo, y no malo; pero, pues es ansi
que no es castillo, sino venta, lo que se podra
hazer por agora es que perdoneys por la
paga; que yo no puedo contrauenir a la orden
de los caualleros andantes, de los quales se
cierto, sin que hasta aora aya leydo cosa en
contrario, que jamas pagaron posada ni otra
cosa en venta donde estuuiessen, porque se
les deue de fuero y de derecho qualquier buen
acogimiento que se les hiziere, en pago del
insufrible trabajo que padecen buscando las
auenturas de noche y de dia, en inuierno y en
verano, a pie y a cauallo, con sed y con hambre,
con calor y con frio, sugetos a todas las
inclemencias del cielo y a todos los incomodos
de la tierra.''

``Poco tengo yo que ver en esso'', respondio
el ventero; ``pagueseme lo que se me deue, y
dexemonos de cuentos ni de cauallerias; que
yo no tengo cuenta con otra cosa que con
cobrar mi hazienda.''

``Vos soys vn sandio y mal hostalero'',
respondio don Quixote.

Y, poniendo piernas al Rozinante y
terciando su lançon, se salio de la venta sin que
nadie le detuuiesse, y el, sin mirar si le seguia
su escudero, se alongo vn buen trecho. El ventero
que le vio yr y que no le pagaua, acudio a
cobrar de Sancho Pança, el qual dixo que pues
su señor no auia querido pagar, que tampoco
el pagaria; porque siendo el escudero de
cauallero andante, como era, la mesma regla y
razon corria por el como por su amo en no
pagar cosa alguna en los mesones y ventas.
Amohinose mucho desto el ventero, y amenazole
que si no le pagaua, que lo cobraria de modo
que le pesasse. A lo qual Sancho respondio
que, por la ley de caualleria que su amo auia
recebido, no pagaria vn solo cornado, aunque
le costasse la vida, porque no auia de perder
por el la buena y antigua vsança de los
caualleros andantes, ni se auian de quexar del los
escuderos de los tales que estauan por venir
al mundo, reprochandole el quebrantamiento
de tan justo fuero.

Quiso la mala suerte del desdichado Sancho
que, entre la gente que estaua en la venta, se
hallassen quatro perayles de Segouia, tres
agujeros del Potro de Cordoua y dos vezinos de
la Heria de Seuilla, gente alegre, bien
intencionada, maleante y juguetona; los quales, casi
como instigados y mouidos de vn mesmo
espiritu, se llegaron a Sancho, y, apeandole del
asno, vno dellos entró por la manta de la cama
del huesped, y, echandole en ella, alçaron los
ojos y vieron que el techo era algo mas baxo
de lo que auian menester para su obra, y
determinaron salirse al corral, que tenia por limite
el cielo. Y alli, puesto Sancho en mitad de la
manta, començaron a leuantarle en alto y a
holgarse con el, como con perro por
carnestolendas.

Las vozes que el misero manteado daua fueron
tantas, que llegaron a los oydos de su amo,
el qual deteniendose a escuchar
atentamente, creyo que alguna nueua auentura le
venia, hasta que claramente conocio que el que
gritaua era su escudero; y, boluiendo las
riendas, con vn penado galope llegó a la venta, y,
hallandola cerrada, la rodeó por ver si hallaua
por donde entrar. Pero no vuo llegado a las
paredes del corral, que no eran muy altas,
quando vio el mal juego que se le hazia a su
escudero. Viole baxar y subir por el ayre, con
tanta gracia y presteza, que, si la colera le
dexara, tengo para mi que se riera. Prouo a subir
desde el cauallo a las bardas, pero estaua tan
molido y quebrantado, que aun apearse no
pudo, y, assi, desde encima del cauallo, començo
a dezir tantos denuestos y baldones a los
que a Sancho manteauan, que no es possible
acertar a escriuillos; mas no por esto cessauan
ellos de su risa y de su obra, ni el bolador
Sancho dexaua sus quexas, mezcladas ya con
amenazas, ya con ruegos; mas todo aprouechaua
poco, ni aprouechó, hasta que de puro cansados
le dexaron. Truxeronle alli su asno, y,
subiendole encima, le arroparon con su gauan.
Y la compassiua de Maritornes, viendole tan
fatigado, le parecio ser bien socorrelle con vn
jarro de agua, y, assi, se le truxo del pozo, por
ser mas frio; tomole Sancho, y lleuandole a
la boca, se paró a las vozes que su amo le
daua, diziendo:

``¡Hijo Sancho, no beuas agua! ¡Hijo, no la
beuas, que te matará! Ves aqui tengo el
santissimo balsamo'' -- y enseñauale la alcuza del
breuage --, ``que con dos gotas que del beuas
sanarás sin duda.''

A estas vozes boluio Sancho los ojos como
de traues, y dixo con otras mayores:

``Por dicha ¿hasele oluidado a vuestra
merced como yo no soy cauallero, o quiere que
acabe de vomitar las entrañas que me quedaron
de anoche? ¡Guardese su licor con todos los
diablos, y dexeme a mi!''

Y el acabar de dezir esto y el començar a
beuer, todo fue vno; mas como al primer trago
vio que era agua, no quiso passar adelante, y
rogo a Maritornes que se le truxesse de vino,
y assi lo hizo ella de muy buena voluntad, y
lo pagó de su mesmo dinero, porque, en
efecto, se dize della que, aunque estaua en
aquel trato, tenia vnas sombras y lexos de
christiana.

Assi como beuio Sancho dio de los carcaños
a su asno, y, abriendole la puerta de la
venta de par en par, se salio della, muy
contento de no auer pagado nada y de auer salido
con su intencion, aunque auia sido a costa de
sus acostumbrados fiadores, que eran sus
espaldas. Verdad es que el ventero se quedó con
sus alforjas en pago de lo que se le deuia; mas
Sancho no las echó menos, segun salio turbado.
Quiso el ventero atrancar bien la puerta
assi como le vio fuera; mas no lo consintieron
los manteadores, que era gente que, aunque
don Quixote fuera verdaderamente de los
caualleros andantes de la Tabla Redonda, no le
estimaran en dos ardites.


## <e018>
# chapter  18 XVIII
# unit N chapternum
Capitulo XVIII
# unit T title
Donde se cuentan las razones que passo
Sancho Pança con su señor don Quixote, con
otras auenturas dignas de ser contadas.
# unit P text
Llegó Sancho a su amo marchito y desmayado,
tanto, que no podia harrear a su jumento.
Quando assi le vio don Quixote, le dixo:

``Aora acabo de creer, Sancho bueno, que
aquel castillo o venta, de que es encantado
sin duda, porque aquellos que tan atrozmente
tomaron passatiempo contigo, ¿qué podian ser
sino fantasmas y gente del otro mundo? Y
confirmo esto por auer visto que quando estaua
por las bardas del corral mirando los actos
de tu triste tragedia, no me fue possible subir
por ellas, ni menos pude apearme de Rozinante,
porque me deuian de tener encantado; que
te juro por la fe de quien soy que, si pudiera
subir o apearme, que yo te hiziera vengado
de manera que aquellos follones y malandrines
se acordaran de la burla para siempre,
aunque en ello supiera contrauenir a las leyes
de la caualleria, que, como ya muchas vezes
te he dicho, no consienten que cauallero ponga
mano contra quien no lo sea, si no fuere en
defensa de su propria vida y persona, en caso
de vrgente y gran necessidad.''

``Tambien me vengara yo si pudiera, fuera o
no fuera armado cauallero, pero no pude;
aunque tengo para mi que aquellos que se
holgaron conmigo no eran fantasmas ni hombres
encantados, como vuestra merced dize, sino
hombres de carne y de huesso como nosotros;
y todos, segun los oy nombrar quando me
bolteauan, tenian sus nombres: que el vno se
llamaua Pedro Martinez, y el otro Tenorio
Hernandez, y el ventero oy que se llamaua Iuan
Palomeque el Zurdo. Assi que, señor, el no poder
saltar las bardas del corral ni apearse del
cauallo, en al estuuo que en encantamentos.
Y lo que yo saco en limpio de todo esto es,
que estas auenturas que andamos buscando,
al cabo al cabo, nos han de traer a tantas
desuenturas, que no sepamos quál es nuestro
pie derecho. Y lo que seria mejor y mas
acertado, segun mi poco entendimiento, fuera el
boluernos a nuestro lugar, aora que es tiempo
de la siega y de entender en la hazienda,
dexandonos de andar de Ceca en Meca y de zoca
en colodra, como dizen.''

``¡Qué poco sabes, Sancho'', respondio don
Quixote, ``de achaque de caualleria! Calla y ten
paciencia; que dia vendra donde veas, por
vista de ojos, quán honrosa cosa es andar en
este exercicio. Si no, dime, ¿qué mayor contento
puede auer en el mundo, o qué gusto puede
ygualarse al de vencer vna batalla y al de
triunfar de su enemigo? Ninguno, sin duda
alguna.''

``Assi deue de ser'', respondio Sancho,
``puesto que yo no lo se. Solo se que despues
que somos caualleros andantes, o vuestra
merced lo es -- que yo no ay para qué me cuente
en tan honroso numero --, jamas hemos vencido
batalla alguna, si no fue la del vizcayno, y
aun de aquella salio vuestra merced con media
oreja y media zelada menos; que despues aca
todo ha sido palos y mas palos, puñadas y mas
puñadas, lleuando yo de ventaja el manteamiento,
y auerme sucedido por personas encantadas,
de quien no puedo vengarme, para saber
hasta donde llega el gusto del vencimiento del
enemigo, como vuestra merced dize.''

``Essa es la pena que yo tengo y la que tu
deues tener, Sancho'', respondio don Quixote;
``pero de aqui adelante yo procuraré auer a las
manos alguna espada hecha por tal maestria,
que al que la truxere consigo no le puedan
hazer ningun genero de encantamentos. Y aun
podria ser que me deparasse la ventura aquella
de Amadis, quando se llamaua el Cauallero
de la Ardiente Espada, que fue vna de las
mejores espadas que tuuo cauallero en el mundo,
porque, fuera que tenia la virtud dicha, cortaua
como vna nauaja, y no auia armadura, por fuerte
y encantada que fuesse, que se le parasse
delante.''

``Yo soy tan venturoso'', dixo Sancho, ``que
quando esso fuesse y vuestra merced viniesse
a hallar espada semejante, solo vendria a
seruir y aprouechar a los armados caualleros,
como el balsamo; y a los escuderos... que se
los papen duelos.''

``No temas esso, Sancho'', dixo don Quixote,
``que mejor lo hara el cielo contigo.''

En estos coloquios yuan don Quixote y su
escudero, quando vio don Quixote que por el
camino que yuan venia hazia ellos vna grande
y espessa poluareda, y, en viendola, se
boluio a Sancho y le dixo:

``Este es el dia, ¡o, Sancho!, en el qual se ha
de ver el bien que me tiene guardado mi
suerte. Este es el dia, digo, en que se ha de
mostrar, tanto como en otro alguno, el valor de
mi braço, y en el que tengo de hazer obras que
queden escritas en el libro de la fama por todos
los venideros siglos. ¿Ves aquella poluareda
que alli se leuanta, Sancho? Pues toda es
quaxada de vn copiosissimo exercito que de
diuersas e innumerables gentes por alli viene
marchando.''

``A essa cuenta, dos deuen de ser'', dixo
Sancho, ``porque desta parte contraria se leuanta
assi mesmo otra semejante poluareda.''

Boluio a mirarlo don Quixote, y vio que assi
era la verdad, y, alegrandose sobremanera,
penso sin duda alguna que eran dos exercitos
que venian a enuestirse y a encontrarse en
mitad de aquella espaciosa llanura; porque
tenia a todas horas y momentos llena la fantasia
de aquellas batallas, encantamentos, sucessos,
desatinos, amores, desafios, que en los libros
de cauallerias se cuentan, y todo quanto
hablaua, pensaua o hazia, era encaminado a
cosas semejantes; y la poluareda que auia visto
la leuantauan dos grandes manadas de ouejas
y carneros que, por aquel mesmo camino, de
dos diferentes partes venian, las quales, con el
poluo, no se echaron de ver hasta que llegaron
cerca. Y con tanto ahinco afirmaua don Quixote
que eran exercitos, que Sancho lo vino a
creer y a dezirle:

``Señor, pues ¿qué hemos de hazer
nosotros?''

``¿Qué?'', dixo don Quixote; ``fauorecer y
ayudar a los menesterosos y desualidos. Y has de
saber, Sancho, que este que viene por nuestra
frente le conduze y guia el grande emperador
Alifanfaron, señor de la grande ysla
Trapobana; este otro que a mis espaldas marcha
es el de su enemigo el rey de los garamantas,
Pentapolen del Arremangado Braço, porque
siempre entra en las batallas con el braço
derecho desnudo.''

``Pues ¿por qué se quieren tan mal estos dos
señores?'', preguntó Sancho.

``Quierense mal'', respondio don Quixote,
``porque este Alefanfaron es vn foribundo
pagano, y está enamorado de la hija de Pentapolin,
que es vna muy fermosa y ademas agraciada
señora, y es christiana, y su padre no se
la quiere entregar al rey pagano, si no dexa
primero la ley de su falso profeta Mahoma y
se buelue a la suya.''

``¡Para mis barbas'', dixo Sancho, ``si no haze
muy bien Pentapolin, y que le tengo de
ayudar en quanto pudiere!''

``En esso haras lo que deues, Sancho'', dixo
don Quixote, ``porque para entrar en batallas
semejantes no se requiere ser armado
cauallero.''

``Bien se me alcança esso'', respondio
Sancho. ``Pero, ¿dónde pondremos a este asno,
que estemos ciertos de hallarle despues de
passada la refriega?; porque el entrar en ella
en semejante caualleria no creo que está en
vso hasta agora.''

``Assi es verdad'', dixo don Quixote; ``lo que
puedes hazer del es dexarle a sus auenturas,
ora se pierda o no, porque seran tantos los
cauallos que tendremos despues que salgamos
vencedores, que aun corre peligro Rozinante
no le trueque por otro. Pero estame atento y
mira, que te quiero dar cuenta de los caualleros
mas principales que en estos dos exercitos
vienen. Y para que mejor los veas y notes,
retiremonos a aquel altillo que alli se haze, de
donde se deuen de descubrir los dos exercitos.''

Hizieronlo ansi, y pusieronse sobre vna
loma, desde la qual se vieran bien las dos
manadas que a don Quixote se le hizieron exercitos,
si las nuues del poluo que leuantauan
no les turbara y cegara la vista; pero, con todo
esto, viendo en su ymaginacion lo que no veya
ni auia, con voz leuantada començo a dezir:

``Aquel cauallero que alli ves de las armas
jaldes, que trae en el escudo vn leon coronado,
rendido a los pies de vna donzella, es el
valeroso Laurcalco, señor de la Puente de Plata;
el otro de las armas de las flores de oro,
que trae en el escudo tres coronas de plata en
campo azul, es el temido Micocolembo, gran
duque de Quirocia; el otro de los miembros
giganteos, que está a su derecha mano, es el
nunca medroso Brandabarbaran de Boliche,
señor de las tres Arabias, que viene armado
de aquel cuero de serpiente, y tiene por escudo
vna puerta, que, segun es fama, es vna de
las del templo que derribó Sanson, quando con
su muerte se vengó de sus enemigos.

''Pero buelue los ojos a estotra parte, y veras
delante y en la frente destotro exercito al
siempre vencedor y jamas vencido Timonel de
Carcajona, principe de la Nueua Vizcaya, que viene
armado con las armas partidas a quarteles,
azules, verdes, blancas y amarillas, y trae en el
escudo vn gato de oro en campo leonado, con
vna letra que dize: «Miau», que es el principio
del nombre de su dama, que, segun se dize,
es la simpar Miulina, hija del duque
Alfeñiquen del Algarue; el otro, que carga y oprime
los lomos de aquella poderosa alfana, que trae
las armas como nieue blancas, y el escudo blanco
y sin empresa alguna, es vn cauallero nouel,
de nacion frances, llamado Pierres Papin,
señor de las baronias de Vtrique; el otro, que
bate las hijadas con los herrados carcaños
a aquella pintada y ligera cebra, y trae las
armas de los veros azules, es el poderoso duque
de Nerbia, Espartafilardo del Bosque, que trae
por empresa en el escudo vna esparraguera,
con vna letra en castellano que dize assi:
«Rastrea mi suerte».''

Y desta manera fue nombrando muchos
caualleros del vno y del otro esquadron, que el
se ymaginaua, y a todos les dio sus armas,
colores, empresas y motes de improuiso, lleuado
de la ymaginacion de su nunca vista locura,
y, sin parar, prosiguio diziendo:

``A este esquadron frontero forman y hazen
gentes de diuersas naciones: aqui estan los que
beuian las dulces aguas del famoso Xanto;
los montuosos que pisan los masilicos campos;
los que descubren el finissimo y menudo
oro en la felize Arabia; los que gozan las
famosas y frescas riberas del claro Termodonte;
los que sangran por muchas y diuersas
vias al dorado Pactolo; los numidas, dudosos
en sus promessas; los persas en arcos y
flechas famosos; los partos, los medos, que
pelean huyendo; los arabes, de mudables casas;
los citas, tan crueles como blancos; los
etiopes, de horadados labios, y otras infinitas
naciones, cuyos rostros conozco y veo, aunque de los
nombres no me acuerdo. En estotro esquadron
vienen los que beuen las corrientes cristalinas
del oliuifero Betis; los que tersan y pulen sus
rostros con el licor del siempre rico y dorado
Tajo; los que gozan las prouechosas aguas del
diuino Genil; los que pisan los tartesios
campos, de pastos abundantes; los que se alegran
en los eliseos xerezanos prados; los manchegos,
ricos y coronados de rubias espigas; los de
hierro vestidos, reliquias antiguas de la sangre
goda; los que en Pisuerga se bañan, famoso
por la mansedumbre de su corriente; los que su
ganado apacientan en las estendidas dehesas
del tortuoso Guadiana, celebrado por su
escondido curso; los que tiemblan con el frio del
siluoso Pirineo y con los blancos copos del
leuantado Apenino. Finalmente, quantos toda la
Europa en si contiene y encierra.''

¡Valame Dios, y quántas prouincias dixo,
quantas naciones nombró, dandole a cada vna
con marauillosa presteza los atributos que le
pertenecian, todo absorto y empapado en lo
que auia leydo en sus libros mentirosos!

Estaua Sancho Pança colgado de sus palabras,
sin hablar ninguna, y de quando en quando
boluia la cabeça a ver si veya los caualleros
y gigantes que su amo nombraua; y como no
descubria a ninguno, le dixo:

``Señor, encomiendo al diablo hombre, ni
gigante, ni cauallero de quantos vuestra merced
dize parece por todo esto, a lo menos,
yo no los veo; quiça todo deue ser
encantamento, como las fantasmas de anoche.''

``¿Cómo dizes esso?'', respondio don Quixote.
``¿No oyes el relinchar de los cauallos, el tocar
de los clarines, el ruydo de los atambores?''

``No oygo otra cosa'', respondio Sancho, ``sino
muchos balidos de ouejas y carneros.''

Y assi era la verdad, porque ya llegauan
cerca los dos rebaños.

``El miedo que tienes'', dixo don Quixote, ``te
haze, Sancho, que ni veas ni oyas a derechas.
Porque vno de los efectos del miedo es
turbar los sentidos y hazer que las cosas no
parezcan lo que son; y, si es que tanto temes,
retirate a vna parte y dexame solo; que solo
basto a dar la victoria a la parte a quien yo
diere mi ayuda.''

Y, diziendo esto, puso las espuelas a
Rozinante, y puesta la lança en el ristre, baxó de
la costezuela como vn rayo.

Diole vozes Sancho, diziendole:

``¡Bueluase vuestra merced, señor don Quixote,
que boto a Dios que son carneros y ouejas
las que va a enuestir! ¡Bueluase, desdichado
del padre que me engendró! ¿Qué locura es
esta? ¡Mire que no ay gigante ni cauallero
alguno, ni gatos, ni armas, ni escudos partidos
ni enteros, ni veros azules ni endiablados! ¿Qué
es lo que haze?, ¡pecador soy yo a Dios!''

Ni por essas boluio don Quixote; antes, en
altas vozes, yua diziendo:

``¡Ea, caualleros, los que seguis y militays
debaxo de las vanderas del valeroso Emperador
Pentapolin del Arremangado Braço, seguidme
todos; vereys quán facilmente le doy
vengança de su enemigo Alefanfaron de
la Trapobana!''

Esto diziendo, se entró por medio del
esquadron de las ouejas, y començo de alanceallas
con tanto corage y denuedo, como si de veras
alanceara a sus mortales enemigos. Los
pastores y ganaderos que con la manada venian
dauanle vozes que no hiziesse aquello; pero,
viendo que no aprouechauan, desciñeronse las
hondas y començaron a saludalle los oydos
con piedras como el puño. Don Quixote no se
curaua de las piedras; antes, discurriendo a
todas partes, dezia:

``¿Adonde estás, soberuio Alifanfaron?
Vente a mi, ¡que vn cauallero solo soy que
dessea de solo a solo prouar tus fuerças y
quitarte la vida, en pena de la que das al valeroso
Pentapolin Garamanta!''

Llegó en esto vna peladilla de arroyo, y,
dandole en vn lado, le sepultó dos costillas en
el cuerpo. Viendose tan maltrecho, creyo, sin
duda, que estaua muerto o mal ferido, y,
acordandose de su licor, sacó su alcuza y pusosela
a la boca, y començo a echar licor en el
estomago; mas antes que acabasse de enuasar lo
que a el le parecia que era bastante, llegó otra
almendra y diole en la mano y en el alcuza, tan
de lleno, que se la hizo pedaços, lleuandole de
camino tres o quatro dientes y muelas de la
boca, y machucandole malamente dos dedos
de la mano.

Tal fue el golpe primero, y tal el segundo,
que le fue forçoso al pobre cauallero dar
consigo del cauallo abaxo. Llegaronse a el los
pastores y creyeron que le auian muerto. Y, assi,
con mucha priessa, recogieron su ganado, y
cargaron de las reses muertas, que passauan
de siete, y sin aueriguar otra cosa, se fueron.

Estauase todo este tiempo Sancho sobre la
cuesta, mirando las locuras que su amo hazia,
y arrancauase las barbas, maldiziendo la hora
y el punto en que la fortuna se le auia dado a
conocer. Viendole, pues, caydo en el suelo, y
que ya los pastores se auian ydo, baxó de la
cuesta y llegose a el, y hallole de muy mal arte,
aunque no auia perdido el sentido, y dixole:

``¿No le dezia yo, señor don Quixote, que se
boluiesse, que los que yua a acometer no eran
exercitos, sino manadas de carneros?''

``Como esso puede desparecer y
contrahazer aquel ladron del sabio mi enemigo.
Sabete, Sancho, que es muy facil cosa a los tales
hazernos parecer lo que quieren, y este maligno
que me persigue, embidioso de la gloria
que vio que yo auia de alcançar desta batalla,
ha buelto los esquadrones de enemigos en
manadas de ouejas. Si no, haz vna cosa, Sancho,
por mi vida, porque te desengañes y veas ser
verdad lo que te digo: sube en tu asno y
siguelos bonitamente, y veras como, en alexandose
de aqui algun poco, se bueluen en su ser
primero, y, dexando de ser carneros, son hombres
hechos y derechos como yo te los pinté primero...
Pero no vayas agora, que he menester
tu fabor y ayuda; llegate a mi y mira quántas
muelas y dientes me faltan, que me parece
que no me ha quedado ninguno en la boca.''

Llegose Sancho tan cerca, que casi le metia
los ojos en la boca, y fue a tiempo que ya auia
obrado el balsamo en el estomago de don
Quixote, y al tiempo que Sancho llegó a mirarle
la boca, arrojó de si, mas rezio que vna
escopeta, quanto dentro tenia, y dio con todo ello
en las barbas del compassiuo escudero.

``¡Santa Maria!'', dixo Sancho, ``y ¿qué es esto
que me ha sucedido? Sin duda este pecador
está herido de muerte, pues vomita sangre por
la boca.''

Pero reparando vn poco mas en ello, echó
de ver en la color, sabor y olor, que no era
sangre, sino el balsamo de la alcuza, que el le
auia visto beuer; y fue tanto el asco que tomó,
que, reboluiendosele el estomago, vomitó las
tripas sobre su mismo señor, y quedaron
entrambos como de perlas. Acudio Sancho a su
asno para sacar de las alforjas con que
limpiarse y con que curar a su amo, y como no
las halló, estuuo a punto de perder el juyzio.
Maldixose de nueuo y propuso en su coraçon
de dexar a su amo y boluerse a su tierra,
aunque perdiesse el salario de lo seruido y las
esperanças del gouierno de la prometida insula.

Leuantose en esto don Quixote, y, puesta la
mano yzquierda en la boca, porque no se le
acabassen de salir los dientes, asio con la otra
las riendas de Rozinante, que nunca se auia
mouido de junto a su amo, tal era de leal y
bien acondicionado, y fue(s)se a donde su
escudero estaua, de pechos sobre su asno, con la
mano en la mexilla, en guisa de hombre
pensatiuo ademas. Y, viendole don Quixote de
aquella manera, con muestras de tanta
tristeza, le dixo:

``Sabete, Sancho, que no es vn hombre mas
que otro, si no haze mas que otro. Todas estas
borrascas que nos suceden son señales de que
presto ha de serenar el tiempo y han de
sucedernos bien las cosas, porque no es possible
que el mal ni el bien sean durables, y de aqui
se sigue que, auiendo durado mucho el mal, el
bien está ya cerca. Assi que no deues congojarte
por las desgracias que a mi me suceden,
pues a ti no te cabe parte dellas.''

``¿Cómo no?'', respondio Sancho. ``Por ventura
el que ayer mantearon, ¿era otro que el
hijo de mi padre? Y las alforjas que oy me
faltan, con todas mis alhajas, ¿son de otro que
del mismo?''

``¿Que te faltan las alforjas, Sancho?'', dixo
don Quixote.

``Si que me faltan'', respondio Sancho.

``Desse modo, no tenemos qué comer oy'',
replicó don Quixote.

``Esso fuera'', respondio Sancho, ``quando
faltaran por estos prados las yeruas que
vuestra merced dize que conoce, con que suelen
suplir semejantes faltas los tan mal auenturados
andantes caualleros como vuestra merced
es.''

``Con todo esso'', respondio don Quixote,
``tomara yo aora mas ayna vn quartal de pan,
o vna hogaza, y dos cabeças de sardinas arenques,
que quantas yeruas descriue Dioscorides,
aunque fuera el ilustrado por el doctor
Laguna. Mas, con todo esto, sube en tu
jumento, Sancho el bueno, y vente tras mi; que
Dios, que es proueedor de todas las cosas,
no nos ha de faltar, y mas, andando tan en su
seruicio como andamos, pues no falta a los
mosquitos del ayre, ni a los gusanillos de la
tierra, ni a los renaquajos del agua. Y es tan
piadoso, que haze salir su sol sobre los
buenos y los malos, y llueue sobre los injustos
y justos.''

``Mas bueno era vuestra merced'', dixo
Sancho, ``para predicador que para cauallero
andante.''

``De todo sabian y han de saber los
caualleros andantes, Sancho'', dixo don Quixote,
``porque cauallero andante vuo en los passados
siglos, que assi se paraua a hazer vn sermon
o platica en mitad de vn campo real, como si
fuera graduado por la vniuersidad de Paris; de
donde se infiere que nunca la lança embotó
la pluma, ni la pluma la lança.''

``Aora bien, sea assi como vuestra merced
dize'', respondio Sancho. ``Vamos aora de
aqui, y procuremos dónde aloxar esta noche,
y quiera Dios que sea en parte donde no aya
mantas, ni manteadores, ni fantasmas, ni moros
encantados; que, si los ay, dare al diablo el
hato y el garauato.''

``Pideselo tu a Dios, hijo'', dixo don Quixote,
``y guia tu por donde quisieres; que esta vez
quiero dexar a tu elecion el alojarnos. Pero
dame aca la mano, y atientame con el dedo, y
mira bien quántos dientes y muelas me faltan
deste lado derecho, de la quixada alta, que
alli siento el dolor.''

Metio Sancho los dedos, y, estandole
tentando, le dixo:

``¿Quántas muelas solia vuestra merced
tener en esta parte?''

``Quatro'', respondio don Quixote, ``fuera de
la cordal, todas enteras y muy sanas.''

``Mire vuestra merced bien lo que dize,
señor'', respondio Sancho.

``Digo quatro, si no eran cinco'', respondio
don Quixote, ``porque en toda mi vida me han
sacado diente ni muela de la boca, ni se me
ha caydo, ni comido de neguijon ni de reuma
alguna.''

``Pues en esta parte de abaxo'', dixo Sancho,
``no tiene vuestra merced mas de dos muelas
y media, y en la de arriba, ni media ni
ninguna, que toda está rasa como la palma de la
mano.''

``¡Sin ventura yo!'', dixo don Quixote, oyendo
las tristes nueuas que su escudero le daua,
``que mas quisiera que me vuieran derribado vn
braço, como no fuera el de la espada; porque
te hago saber, Sancho, que la boca sin muelas
es como molino sin piedra, y en mucho mas
se ha de estimar vn diente que vn diamante.
Mas a todo esto estamos sugetos los que
professamos la estrecha orden de la caualleria.
Sube, amigo, y guia, que yo te seguire al passo
que quisieres.''

Hizolo assi Sancho y encaminose hazia donde
le parecio que podia hallar acogimiento, sin
salir del camino real que por alli yua muy
seguido. Yendose, pues, poco a poco, porque el
dolor de las quixadas de don Quixote no le
dexaua sossegar ni atender a darse priessa,
quiso Sancho entretenelle y diuertille
diziendole alguna cosa, y entre otras que le dixo,
fue lo que se dira en el siguiente capitulo.


## <e019>
# chapter  19 XIX
# unit N chapternum
Capitulo XIX
# unit T title
De las discretas razones que Sancho passaua
con su amo, y de la auentura que le sucedio
con vn cuerpo muerto, con otros
acontecimientos famosos.
# unit P text
``Pareceme, señor mio, que todas estas
desuenturas que estos dias nos han sucedido, sin
duda alguna, han sido pena del pecado cometido
por vuestra merced contra la orden de su
caualleria, no auiendo cumplido el juramento
que hizo de no comer pan a manteles ni con
la reyna folgar, con todo aquello que a esto se
sigue y vuestra merced juró de cumplir, hasta
quitar aquel almete de Malandrino, o como se
llama el moro, que no me acuerdo bien.''

``Tienes mucha razon, Sancho'', dixo don
Quixote. ``Mas, para dezirte verdad, ello se me
auia passado de la memoria; y tambien puedes
tener por cierto que por la culpa de no auermelo
tu acordado en tiempo, te sucedio aquello
de la manta; pero yo hare la enmienda, que
modos ay de composicion en la orden de la
caualleria para todo.''

``Pues ¿juré yo algo, por dicha?'', respondio
Sancho.

``No importa que no ayas jurado'', dixo don
Quixote; ``basta que yo entiendo que de participantes
no estás muy seguro, y, por si o por no,
no sera malo proueernos de remedio.''

``Pues si ello es assi'', dixo Sancho, ``mire
vuestra merced no se le torne a oluidar esto,
como lo del juramento; quiça les boluera la
gana a las fantasmas de solazarse otra vez
conmigo, y aun con vuestra merced, si le ven tan
pertinaz.''

En estas y otras platicas les tomó la noche en
mitad del camino, sin tener ni descubrir donde
aquella noche se recogiessen; y lo que no auia
de bueno en ello era que perecian de hambre,
que con la falta de las alforjas les faltó toda la
despensa y matalotaje. Y para acabar de confirmar
esta desgracia les sucedio vna auentura,
que, sin artificio alguno, verdaderamente lo
parecia. Y fue que la noche cerro con alguna
escuridad, pero con todo esto caminauan,
creyendo Sancho que, pues aquel camino era real,
a vna o dos leguas, de buena razon hallaria en
el alguna venta.

Yendo, pues, desta manera, la noche escura,
el escudero hambriento y el amo con gana de
comer, vieron que por el mesmo camino que
yuan, venian hazia ellos gran multitud de lumbres,
que no parecian sino estrellas que se mouian.
Pasmose Sancho en viendolas, y don Quixote
no las tuuo todas consigo; tiró el vno del
cabestro a su asno, y el otro de las riendas a su
rozino, y estuuieron quedos mirando atentamente
lo que podia ser aquello, y vieron que
las lumbres se yuan acercando a ellos, y
mientras mas se llegauan mayores parecian. A cuya
vista Sancho començo a temblar como vn azogado,
y los cabellos de la cabeça se le erizaron
a don Quixote, el qual, animandose vn poco,
dixo:

``Esta, sin duda, Sancho, deue de ser
grandissima y peligrosissima auentura, donde sera
necessario que yo muestre todo mi valor y
esfuerço.''

``¡Desdichado de mi!'', respondio Sancho. ``Si
acaso esta auentura fuesse de fantasmas, como
me lo va pareciendo, ¿adónde aura costillas que
la sufran?''

``Por mas fantasmas que sean'', dixo don
Quixote, ``no consentire yo que te toque en
el pelo de la ropa; que si la otra vez se burlaron
contigo, fue porque no pude yo saltar las
paredes del corral; pero aora estamos en campo
raso, donde podre yo como quisiere esgremir
mi espada.''

``Y si le encantan y entomecen, como la otra
vez lo hizieron'', dixo Sancho, ``¿qué
aprouechará estar en campo abierto o no?''

``Con todo esso'', replicó don Quixote, ``te
ruego, Sancho, que tengas buen animo; que la
experiencia te dara a entender el que yo tengo.''

``Si tendre, si a Dios plaze'', respondio
Sancho.

Y, apartandose los dos a vn lado del
camino, tornaron a mirar atentamente lo que
aquello de aquellas lumbres que caminauan
podia ser; y de alli a muy poco descubrieron
muchos encamisados, cuya temerosa vision de
todo punto remató el animo de Sancho Pança,
el qual començo a dar diente con diente, como
quien tiene frio de quartana; y crecio mas el
batir y dentellear quando distintamente vieron
lo que era, porque descubrieron hasta veynte
encamisados, todos a cauallo, con sus hachas
encendidas en las manos, detras de los quales
venia vna litera cubierta de luto, a la qual
seguian otros seys de a cauallo, enlutados hasta
los pies de las mulas; que bien vieron que no
eran cauallos en el sossiego con que caminauan.
Yuan los encamisados murmurando entre
si, con vna voz baxa y compassiua. Esta estraña
vision a tales horas y en tal despoblado,
bien bastaua para poner miedo en el coraçon
de Sancho, y aun en el de su amo; y assi
fuera en quanto a don Quixote, que ya Sancho
auia dado al traues con todo su esfuerço. Lo
contrario le auino a su amo, al qual en aquel
punto se le representó en su imaginacion, al
viuo, que aquella era vna de las auenturas de
sus libros. Figurosele que la litera eran andas
donde deuia de yr algun mal ferido o muerto
cauallero, cuya vengança a el solo estaua
reseruada, y, sin hazer otro discurso, enristró su
lançon, pusose bien en la silla, y, con gentil brio
y continente se puso en la mitad del camino
por donde los encamisados forçosamente auian
de passar, y quando los vio cerca, alçó la voz
y dixo:

``Deteneos, caualleros, o quien quiera que
seays, y dadme cuenta de quién soys, de dónde
venis, adónde vays, qué es lo que en aquellas
andas lleuays; que, segun las muestras, o
vosotros aueys fecho, o vos han fecho, algun
desaguisado, y conuiene y es menester que yo
lo sepa, o bien para castigaros del mal que
fezistes, o bien para vengaros del tuerto que
vos fizieron.''

``Vamos de priessa'', respondio vno de los
encamisados, ``y está la venta lexos, y no nos
podemos detener a dar tanta cuenta como
pedis.''

Y, picando la mula, passó adelante. Sintiose
desta respuesta grandemente don Quixote, y
trauando del freno dixo:

``Deteneos y sed mas bien criado, y dadme
cuenta de lo que os he preguntado; si no,
conmigo soys todos en batalla.''

Era la mula assombradiza, y al tomarla del
freno se espantó de manera, que, alçandose en
los pies, dio con su dueño por las hancas en
el suelo. Vn moço que yua a pie, viendo caer
al encamisado, començo a denostar a don
Quixote, el qual, ya encolerizado, sin esperar
mas, enristrando su lançon, arremetio a vno de
los enlutados y, mal ferido dio con el en tierra;
y reboluiendose por los demas, era cosa de ver
con la presteza que los acometia y desbarataua,
que no parecia sino que en aquel instante
le auian nacido alas a Rozinante, segun andaua
de ligero y orgulloso. Todos los encamisados
era gente medrosa y sin armas, y, assi, con
facilidad en vn momento dexaron la refriega y
començaron a correr por aquel campo con las
hachas encendidas, que no parecian sino a los
de las mascaras que en noche de regozijo y
fiesta corren. Los enlutados, assi mesmo
rebueltos y embueltos en sus faldamentos y lobas,
no se podian mouer; assi que, muy a su saluo,
don Quixote los apaleó a todos, y les hizo dexar
el sitio mal de su grado, porque todos pensaron
que aquel no era hombre, sino diablo del
infierno que les salia a quitar el cuerpo muerto
que en la litera lleuauan.

Todo lo miraua Sancho, admirado del
ardimiento de su señor, y dezia entre si:

``Sin duda este mi amo es tan valiente y
esforçado como el dize.''

Estaua vna hacha ardiendo en el suelo junto
al primero que derribó la mula, a cuya luz
le pudo ver don Quixote, y, llegandose a el, le
puso la punta del lançon en el rostro, diziendole
que se rindiesse; si no, que le mataria. A lo
qual respondio el caydo:

``Harto rendido estoy, pues no me puedo
mouer, que tengo vna pierna quebrada; suplico
a vuestra merced, si es cauallero christiano,
que no me mate, que cometera vn gran sacrilegio;
que soy licenciado y tengo las primeras
ordenes.''

``Pues ¿quién diablos os ha traydo aqui'',
dixo don Quixote, ``siendo hombre de iglesia?''

``¿Quién, señor?'', replicó el caydo: ``mi
desuentura.''

``Pues otra mayor os amenaza'', dixo don
Quixote, ``si no me satisfazeys a todo quanto
primero os pregunté.''

``Con facilidad sera vuestra merced satisfecho'',
respondio el licenciado; ``y assi, sabra
vuestra merced que, aunque denantes dixe que
yo era licenciado, no soy sino bachiller, y
llamome Alonso Lopez; soy natural de Alcouendas,
vengo de la ciudad de Baeça con otros
onze sacerdotes, que son los que huyeron con
las hachas; vamos a la ciudad de Segouia
acompañando vn cuerpo muerto, que va en
aquella litera, que es de vn cauallero que
murio en Baeça, donde fue depositado, y aora,
como digo, lleuauamos sus huessos a su
sepultura, que está en Segouia, de donde es
natural.''

``Y ¿quién le mató?'', preguntó don Quixote.

``Dios, por medio de vnas calenturas pestilentes
que le dieron'', respondio el bachiller.

``Dessa suerte'', dixo don Quixote, ``quitado
me ha nuestro Señor del trabaxo que auia de
tomar en vengar su muerte, si otro alguno le
huuiera muerto; pero auiendole muerto quien
le mató, no ay sino callar y encoger los
ombros, porque lo mesmo hiziera si a mi
mismo me matara; y quiero que sepa vuestra
reuerencia que yo soy vn cauallero de la
Mancha, llamado don Quixote, y es mi oficio y
exercicio andar por el mundo endereçando
tuertos y desfaziendo agrauios.''

``No se como pueda ser esso de endereçar
tuertos'', dixo el bachiller, ``pues a mi de
derecho me aueys buelto tuerto, dexandome vna
pierna quebrada, la qual no se vera derecha
en todos los dias de su vida; y el agrauio que
en mi aueys deshecho ha sido dexarme
agrauiado de manera, que me quedaré agrauiado
para siempre; y harta desuentura ha sido topar
con vos, que vays buscando auenturas.''

``No todas las cosas'', respondio don Quixote,
``suceden de vn mismo modo; el daño estuuo,
señor bachiller Alonso Lopez, en venir,
como veniades, de noche, vestidos con aquellas
sobrepellizes, con las hachas encendidas,
rezando, cubiertos de luto, que propiamente
semejauades cosa mala y del otro mundo, y
assi, yo no pude dexar de cumplir con mi
obligacion acometiendoos, y os acometiera aunque
verdaderamente supiera que erades los mesmos
Satanases del infierno, que por tales
os juzgué y tuue siempre.''

``Ya que assi lo ha querido mi suerte'', dixo
el bachiller, ``suplico a vuestra merced, señor
cauallero andante -- que tan mala andança me
ha dado --, me ayude a salir de debaxo desta
mula, que me tiene tomada vna pierna entre
el estribo y la silla.''

``¡Hablara yo para mañana!'', dixo don
Quixote; ``y ¿hasta quándo aguardauades a
dezirme vuestro afan?''

Dio luego vozes a Sancho Pança que viniesse;
pero el no se curó de venir, porque andaua
ocupado desbalijando vna azemila de repuesto
que trahian aquellos buenos señores, bien
bastezida de cosas de comer. Hizo Sancho
costal de su gauan, y, recogiendo todo lo que
pudo y cupo en el talego, cargó su jumento, y
luego acudio a las vozes de su amo, y ayudó a
sacar al señor bachiller de la opression de la
mula; y, poniendole encima della, le dio la
hacha, y don Quixote le dixo que siguiesse la
derrota de sus compañeros, a quien de su
parte pidiesse perdon del agrauio; que no auia
sido en su mano dexar de auerle hecho.

Dixole tambien Sancho:

``Si acaso quisieren saber essos señores quién
ha sido el valeroso que tales los puso, dirales
vuestra merced que es el famoso don Quixote
de la Mancha, que por otro nombre se llama el
Cauallero de la Triste Figura.''

Con esto se fue el bachiller, y don Quixote
preguntó a Sancho que qué le auia mouido a
llamarle el Cauallero de la Triste Figura, mas
entonces que nunca.

``Yo se lo dire'', respondio Sancho: ``porque
le he estado mirando vn rato a la luz de
aquella hacha que lleua aquel mal andante, y
verdaderamente tiene vuestra merced la mas mala
figura de poco aca que jamas he visto; y
deuelo de auer causado, o ya el cansancio deste
combate, o ya la falta de las muelas y dientes.''

``No es esso'', respondio don Quixote, ``sino
que el sabio a cuyo cargo deue de estar el
escriuir la historia de mis hazañas, le aura
parecido que sera bien que yo tome algun nombre
apelatiuo, como lo tomauan todos los caualleros
passados: qual se llamaua el de la Ardiente
Espada; qual, el del Vnicornio; aquel,
el de las Donzellas; aqueste, el del aue Fenix, el
otro, el Cauallero del Grifo; estotro, el de la
Muerte: y por estos nombres e insignias eran
conocidos por toda la redondez de la tierra. Y
assi, digo que el sabio ya dicho te aura puesto
en la lengua y en el pensamiento aora que me
llamasses el Cauallero de la Triste Figura, como
pienso llamarme desde oy en adelante; y para
que mejor me quadre tal nombre, determino
de hazer pintar, quando aya lugar, en mi
escudo vna muy triste figura.''

``No ay para qué gastar tiempo y dineros
en hazer essa figura'', dixo Sancho, ``sino lo
que se ha de hazer es que vuestra merced descubra
la suya y de rostro a los que le miraren,
que, sin mas ni mas, y sin otra imagen ni escudo,
le llamarán el de la Triste Figura; y creame
que le digo verdad, porque le prometo a vuestra
merced, señor, y esto sea dicho en burlas,
que le haze tan mala cara la hambre y la falta
de las muelas, que, como ya tengo dicho,
se podra muy bien escusar la triste pintura.''

Riose don Quixote del donayre de Sancho;
pero, con todo, propuso de llamarse de aquel
nombre en pudiendo pintar su escudo, o rodela,
como auia imaginado.

En esto boluio el bachiller, y le dixo a don
Quixote:

``Oluidauaseme de dezir que aduierta vuestra
merced que queda descomulgado, por auer
puesto las manos violentamente en cosa sagrada:
# unit L latinphrase
Iuxta illud, si quis suadente diabolo, &.''
# unit P text

``No entiendo esse latin'', respondio don
Quixote; ``mas yo se bien que no puse las
manos, sino este lançon; quanto mas que yo no
pense que ofendia a sacerdotes, ni a cosas
de la Yglesia, a quien respeto y adoro como
catolico y fiel christiano que soy, sino a
fantasmas y a vestiglos del otro mundo; y quando
esso assi fuesse, en la memoria tengo lo que le
passó al Cid Ruy Diaz, quando quebró la silla
del embaxador de aquel rey delante de su
Santidad del Papa, por lo qual lo descomulgó,
y anduuo aquel dia el buen Rodrigo de Viuar
como muy honrado y valiente cauallero.''

En oyendo esto el bachiller, se fue, como
queda dicho, sin replicarle palabra.

Quisiera don Quixote mirar si el cuerpo que
venia en la litera eran huessos o no; pero no
lo consintio Sancho, diziendole:

``Señor, vuestra merced ha acabado esta
peligrosa auentura lo mas a su saluo de todas
las que yo he visto; esta gente, aunque vencida
y desbaratada, podria ser que cayesse en la
cuenta de que los vencio sola vna persona, y,
corridos y auergonçados desto, boluiessen a
rehazerse y a buscarnos, y nos diessen en
qué entender. El jumento está como conuiene,
la montaña cerca, la hambre carga, no ay
que hazer sino retirarnos con gentil compas
de pies, y, como dizen, vaya(s)se el muerto a
la sepultura y el viuo a la hogaza.''

Y, antecogiendo su asno, rogo a su señor que
le siguiesse, el qual, pareciendole que Sancho
tenia razon, sin boluerle a replicar le siguio. Y
a poco trecho que caminauan por entre dos
montañuelas, se hallaron en vn espacioso y
escondido valle, donde se apearon, y Sancho
aliuió el jumento, y tendidos sobre la verde
yerua, con la salsa de su hambre, almorçaron,
comieron, merendaron y cenaron a vn mesmo
punto, satisfaziendo sus estomagos con mas de
vna fiambrera que los señores clerigos del
difunto, que pocas vezes se dexan mal passar, en
la azemila de su repuesto trahian.

Mas sucedioles otra desgracia, que Sancho
la tuuo por la peor de todas, y fue que no
tenian vino que beuer, ni aun agua que llegar a
la boca; y, acossados de la sed, dixo Sancho,
viendo que el prado donde estauan estaua
colmado de verde y menuda yerua, lo que se dira
en el siguiente capitulo.


## <e020>
# chapter  20 XX
# unit N chapternum
Capitulo XX
# unit T title
De la jamas vista ni oyda auentura que con
mas poco peligro fue acabada de famoso
cauallero en el mundo, como la que acabó el
valeroso don Quixote de la Mancha.
# unit P text
``No es possible, señor mio, sino que estas
yeruas dan testimonio de que por aqui cerca
deue de estar alguna fuente o arroyo que
estas yeruas humedece, y, assi, sera bien que
vamos vn poco mas adelante; que ya toparemos
donde podamos mitigar esta terrible sed que
nos fatiga, que, sin duda, causa mayor pena
que la hambre.''

Pareciole bien el consejo a don Quixote, y,
tomando de la rienda a Rozinante, y Sancho
del cabestro a su asno, despues de auer puesto
sobre el los relieues que de la cena quedaron,
començaron a caminar por el prado arriba a
tiento, porque la escuridad de la noche no les
dexaua ver cosa alguna; mas no huuieron
andado dozientos passos, quando llegó a sus
oydos vn grande ruydo de agua, como que de
algunos grandes y leuantados riscos se
despeñaua. Alegroles el ruydo en gran manera, y,
parandose a escuchar hazia que parte sonaua,
oyeron a deshora otro estruendo que les aguó
el contento del agua, especialmente a Sancho,
que naturalmente era medroso y de poco
animo. Digo que oyeron que dauan vnos golpes
a compas, con vn cierto cruxir de hierros y
cadenas, que, acompañados del furioso estruendo
del agua, que pusieran pauor a qualquier
otro coraçon que no fuera el de don Quixote.

Era la noche, como se ha dicho, escura, y
ellos acertaron a entrar entre vnos arboles
altos, cuyas hojas, mouidas del blando viento,
hazian vn temeroso y manso ruydo; de manera
que la soledad, el sitio, la escuridad, el ruydo
del agua con el susurro de las hojas, todo
causaua horror y espanto; y mas quando vieron
que ni los golpes cessauan, ni el viento dormia,
ni la mañana llegaua, añadiendose a todo esto
el ignorar el lugar donde se hallauan. Pero don
Quixote, acompañado de su intrepido coraçon,
saltó sobre Rozinante, y, embraçando su rodela,
terció su lançon, y dixo:

``Sancho amigo, has de saber que yo naci
por querer del cielo en esta nuestra edad de
hierro, para resucitar en ella la de oro, o la
dorada, como suele llamarse. Yo soy aquel
para quien estan guardados los peligros, las
grandes hazañas, los valerosos hechos. Yo soy,
digo otra vez, quien ha de resucitar los de la
Tabla Redonda, los Doze de Francia y los Nueue
de la Fama, y el que ha de poner en oluido
los Platires, los Tablantes, Oliuantes y Tirantes,
los Febos y Belianises, con toda la caterua
de los famosos caualleros andantes del passado
tiempo, haziendo en este en que me hallo
tales grandezas, estrañezas y fechos de armas,
que escurezcan las mas claras que ellos fizieron.
Bien notas, escudero fiel y legal, las tinieblas
desta noche, su estraño silencio, el sordo
y confuso estruendo destos arboles, el
temeroso ruydo de aquella agua en cuya busca
venimos, que parece que se despeña y derrumba
desde los altos montes de la Luna, y aquel
incessable golpear que nos hiere y lastima los
oydos, las quales cosas todas juntas, y cada vna
por si, son bastantes a infundir miedo, temor
y espanto en el pecho del mesmo Marte,
quanto mas en aquel que no está acostumbrado
a semejantes acontecimientos y auenturas.
Pues todo esto que yo te pinto, son incentiuos y
despertadores de mi animo, que ya haze que
el coraçon me rebiente en el pecho, con el
desseo que tiene de acometer esta auentura,
por mas dificultosa que se muestra. Assi que
aprieta vn poco las cinchas a Rozinante, y
quedate a Dios, y esperame aqui hasta tres dias
no mas, en los quales si no boluiere, puedes
tu boluerte a nuestra aldea, y desde alli, por
hazerme merced y buena obra, yras al Toboso,
donde diras a la incomparable señora mia
Dulzinea que su cautiuo cauallero murio por
acometer cosas que le hiziessen digno de
poder llamarse suyo.''

Quando Sancho oyo las palabras de su amo,
començo a llorar con la mayor ternura del
mundo y a dezille:

``Señor, yo no se porque quiere vuestra
merced acometer esta tan temerosa auentura;
aora es de noche, aqui no nos vee nadie, bien
podemos torcer el camino y desuiarnos del
peligro, aunque no beuamos en tres dias; y
pues no ay quien nos vea, menos aura quien
nos note de cobardes; quanto mas que yo he
oydo predicar al cura de nuestro lugar, que
vuestra merced bien conoce, que quien busca
el peligro, perece en el; assi que no es bien
tentar a Dios acometiendo tan desaforado hecho,
donde no se puede escapar sino por milagro,
y basta los que ha hecho el cielo con
vuestra merced en librarle de ser manteado,
como yo lo fuy, y en sacarle vencedor, libre y
saluo de entre tantos enemigos como
acompañauan al difunto. Y quando todo esto no
mueua ni ablande esse duro coraçon, mueuale
el pensar y creer que apenas se aura vuestra
merced apartado de aqui, quando yo, de miedo,
de mi anima a quien quisiere lleuarla. Yo sali
de mi tierra y dexé hijos y muger por venir a
seruir a vuestra merced, creyendo valer mas
y no menos; pero como la cudicia rompe el
saco, a mi me ha rasgado mis esperanças,
pues quando mas viuas las tenia de alcançar
aquella negra y malhadada insula que tantas
vezes vuestra merced me ha prometido, veo
que, en pago y trueco della, me quiere aora
dexar en vn lugar tan apartado del trato
humano. ¡Por vn solo Dios, señor mio, que no se
me faga tal desaguisado!; y ya que del todo no
quiera vuestra merced desistir de acometer
este fecho, dilatelo, a lo menos, hasta la
mañana, que, a lo que a mi me muestra la ciencia
que aprendi quando era pastor, no deue de
auer desde aqui al alua tres horas, porque la
boca de la bozina está encima de la cabeça, y
haze la media noche en la linea del braço
yzquierdo.''

``¿Como puedes tu, Sancho'', dixo don
Quixote, ``ver donde haze essa linea, ni donde
está essa boca o esse colodrillo que dizes, si
haze la noche tan escura, que no parece en
todo el cielo estrella alguna?''

``Assi es'', dixo Sancho; ``pero tiene el miedo
muchos ojos, y vee las cosas debaxo de tierra,
quanto mas encima en el cielo, puesto que,
por buen discurso, bien se puede entender que
ay poco de aqui al dia.''

``Falte lo que faltare'', respondio don Quixote,
``que no se ha de dezir por mi aora, ni en
ningun tiempo, que lagrimas y ruegos me
apartaron de hazer lo que deuia a estilo de
cauallero; y, assi, te ruego, Sancho, que calles,
que Dios, que me ha puesto en coraçon de
acometer aora esta tan no vista y tan temerosa
auentura, tendra cuydado de mirar por mi salud
y de consolar tu tristeza. Lo que has de hazer es
apretar bien las cinchas a Rozinante y quedarte
aqui, que yo dare la buelta presto, o viuo o
muerto.''

Viendo, pues, Sancho la vltima resolucion
de su amo, y quán poco valian con el sus
lagrimas, consejos y ruegos, determinó de
aprouecharse de su industria, y hazerle esperar
hasta el dia, si pudiesse; y assi, quando
apretaua las cinchas al cauallo, bonitamente y sin
ser sentido, ató con el cabestro de su asno
ambos pies a Rozinante, de manera que, quando
don Quixote se quiso partir, no pudo, porque
el cauallo no se podia mouer sino a saltos.

Viendo Sancho Pança el buen sucesso de su
embuste, dixo:

``Ea, señor, que el cielo, conmouido de mis
lagrimas y plegarias, ha ordenado que no se
pueda mouer Rozinante, y si vos quereys porfiar
y espolear y dalle, sera enojar a la fortuna,
y dar cozes, como dizen, contra el aguijon.''

Desesperauase con esto don Quixote, y, por
mas que ponia las piernas al cauallo, menos le
podia mouer; y, sin caer en la cuenta de la
ligadura, tuuo por bien de sossegarse y
esperar, o a que amaneciesse, o a que Rozinante
se meneasse, creyendo, sin duda, que aquello
venia de otra parte que de la industria de
Sancho; y, assi, le dixo:

``Pues assi es, Sancho, que Rozinante no
puede mouerse, yo soy contento de esperar a
que ria el alua, aunque yo llore lo que ella
tardare en venir.''

``No ay que llorar'', respondio Sancho, ``que
yo entretendre a vuestra merced contando
cuentos desde aqui al dia, si ya no es que se
quiere apear y echarse a dormir vn poco sobre
la verde yerua, a vso de caualleros andantes,
para hallarse mas descansado quando llegue
el dia y punto de acometer esta tan
desemejable auentura que le espera.''

``¿A qué llamas apear, o a qué dormir?'', dixo
don Quixote. ``¿Soy yo por ventura de aquellos
caualleros que toman reposo en los peligros?
Duerme tu, que naciste para dormir, o
haz lo que quisieres, que yo hare lo que viere
que mas viene con mi pretension.''

``No se enoje vuestra merced, señor mio'',
respondio Sancho, ``que no lo dixe por tanto.''

Y, llegandose a el, puso la vna mano en el
arzon delantero y la otra en el otro, de modo
que quedó abraçado con el muslo yzquierdo
de su amo, sin osarse apartar del vn dedo: tal
era el miedo que tenia a los golpes que
todauia alternatiuamente sonauan.

Dixole don Quixote que contasse algun
cuento para entretenerle, como se lo auia
prometido, a lo que Sancho dixo que si hiziera, si
le dexara el temor de lo que oia.

``Pero con todo esso, yo me esforçaré a dezir
vna historia, que, si la acierto a contar y no
me van a la mano, es la mejor de las historias;
y esteme vuestra merced atento, que ya
comienço: «Erase que se era, el bien que
viniere para todos sea, y el mal para quien lo
fuere a buscar...» Y aduierta vuestra
merced, señor mio, que el principio que los
antiguos dieron a sus consejas no fue assi como
quiera, que fue vna sentencia de Caton
Çonzorino, romano, que dize: «Y el mal para
quien le fuere a buscar», que viene aqui como
anillo al dedo, para que vuestra merced se esté
quedo, y no vaya a buscar el mal a ninguna
parte, sino que nos boluamos por otro camino,
pues nadie nos fuerça a que sigamos este,
donde tantos miedos nos sobresaltan.''

``Sigue tu cuento, Sancho'', dixo don
Quixote, ``y del camino que hemos de seguir
dexame a mi el cuydado.''

``Digo, pues'', prosiguio Sancho, ``que en vn
lugar de Estremadura auia vn pastor cabrerizo,
quiero dezir, que guardaua cabras, el qual pastor
o cabrerizo, como digo de mi cuento, se
llamaua Lope Ruyz, y este Lope Ruyz andaua
enamorado de vna pastora que se llamaua
Torralua, la qual pastora llamada Torralua era
hija de vn ganadero rico, y este ganadero
rico...''

``Si dessa manera cuentas tu cuento, Sancho'',
dixo don Quixote, ``repitiendo dos vezes
lo que vas diziendo, no acabarás en dos dias;
dilo seguidamente, y cuentalo como hombre
de entendimiento, y si no, no digas nada.''

``De la misma manera que yo lo cuento'',
respondio Sancho, ``se cuentan en mi tierra
todas las consejas, y yo no se contarlo de otra,
ni es bien que vuestra merced me pida que
haga vsos nueuos.''

``Di como quisieres'', respondio don Quixote;
``que pues la suerte quiere que no pueda
dexar de escucharte, prosigue.''

``Assi que, señor mio de mi anima'', prosiguio
Sancho, ``que, como ya tengo dicho, este
pastor andaua enamorado de Torralua la
pastora, que era vna moça rolliza, zahareña, y
tiraua algo a hombruna, porque tenia vnos
pocos de vigotes, que parece que aora
la veo.''

``¿Luego conocistela tu?'', dixo don Quixote.

``No la conoci yo'', respondio Sancho; ``pero
quien me conto este cuento me dixo que era
tan cierto y verdadero, que podia bien, quando
lo contasse a otro, afirmar y jurar que lo auia
visto todo. Assi que, yendo dias y viniendo
dias, el diablo, que no duerme y que todo lo
añasca, hizo de manera que el amor que el
pastor tenia a la pastora se boluiesse en
omezillo y mala voluntad, y la causa fue, segun
malas lenguas, vna cierta cantidad de zelillos
que ella le dio, tales, que passauan de la raya
y llegauan a lo vedado; y fue tanto lo que el
pastor la aborrecio de alli adelante, que, por
no verla, se quiso ausentar de aquella tierra e
yrse donde sus ojos no la viessen jamas. La
Torralua, que se vio desdeñada del Lope,
luego le quiso bien, mas que nunca le auia
querido.''

``Essa es natural condicion de mugeres'',
dixo don Quixote: ``desdeñar a quien las quiere
y amar a quien las aborrece; passa adelante,
Sancho.''

``Sucedio'', dixo Sancho, ``que el pastor puso
por obra su determinacion, y, antecogiendo sus
cabras, se encaminó por los campos de Estremadura
para passarse a los reynos de Portugal.
La Torralua, que lo supo, se fue tras el, y
seguiale a pie y descalça desde lexos, con vn
bordon en la mano y con vnas alforjas al
cuello, donde lleuaua, segun es fama, vn pedaço
de espejo y otro de vn peyne, y no se qué
botezillo de mudas para la cara; mas lleuasse lo
que lleuasse, que yo no me quiero meter aora
en aueriguallo, solo dire que dizen que el
pastor llegó con su ganado a passar el rio
Guadiana, y en aquella sazon yua crecido y
casi fuera de madre, y por la parte que llegó
no auia barca ni barco, ni quien le passasse a
el ni a su ganado de la otra parte, de lo que se
congoxó mucho, porque veia que la Torralua
venia ya muy cerca, y le auia de dar mucha
pesadumbre con sus ruegos y lagrimas; mas
tanto anduuo mirando, que vio vn pescador
que tenia junto a si vn barco tan pequeño, que
solamente podian caber en el vna persona y
vna cabra, y, con todo esto, le habló y concerto
con el que le passasse a el y a trezientas cabras
que lleuaua. Entró el pescador en el barco, y
passó vna cabra; boluio, y passó otra; tornó a
boluer, y tornó a passar otra. Tenga vuestra
merced cuenta en las cabras que el pescador
va passando, porque si se pierde vna de la
memoria, se acabará el cuento y no sera
possible contar mas palabra del. Sigo, pues, y
digo que el dessembarcadero de la otra parte
estaua lleno de cieno y resbaloso, y tardaua el
pescador mucho tiempo en yr y boluer. Con
todo esto, boluio por otra cabra, y otra, y
otra...''

``Haz cuenta que las passó todas'', dixo don
Quixote; ``no andes yendo y viniendo dessa
manera, que no acabarás de passarlas en vn
año.''

``¿Quántas han passado hasta agora?'',
dixo Sancho.

``Yo ¡qué diablos se!'', respondio don
Quixote.

``He ay lo que yo dixe, que tuuiesse buena
cuenta; pues, por Dios, que se ha acabado
el cuento, que no ay passar adelante.''

``¿Cómo puede ser esso?'', respondio don
Quixote. ``¿Tan de essencia de la historia es
saber las cabras que han passado por estenso,
que si se yerra vna del numero no puedes
seguir adelante con la historia?''

``No, señor, en ninguna manera'', respondio
Sancho; ``porque assi como yo pregunté a vuestra
merced que me dixesse quántas cabras auian
passado, y me respondio que no sabia, en aquel
mesmo instante se me fue a mi de la
memoria quanto me quedaua por dezir, y a fe que
era de mucha virtud y contento.''

``¿De modo'', dixo don Quixote, ``que ya la
historia es acabada?''

``Tan acabada es como mi madre'', dixo
Sancho.

``Digote de verdad'', respondio don Quixote,
``que tu has contado vna de las mas nueuas
consejas, cuento o historia, que nadie pudo
pensar en el mundo, y que tal modo de contarla,
ni dexarla, jamas se podra ver ni aura
visto en toda la vida, aunque no esperaua yo
otra cosa de tu buen discurso; mas no me
marauillo, pues quiça estos golpes, que no
cessan, te deuen de tener turbado el
entendimiento.''

``Todo puede ser'', respondio Sancho; ``mas
yo se que en lo de mi cuento no ay mas que
dezir, que alli se acaba do comiença el yerro
de la cuenta del passage de las cabras.''

``Acabe norabuena donde quisiere'', dixo
don Quixote, ``y veamos si se puede mouer
Rozinante.''

Tornole a poner las piernas, y el tornó a dar
saltos y a estarse quedo: tanto estaua de bien
atado.

En esto parece ser, o que el frio de la
mañana, que ya venia, o que Sancho vuiesse
cenado algunas cosas lenitiuas, o que fuesse
cosa natural, que es lo que mas se deue creer,
a el le vino en voluntad y desseo de hazer lo
que otro no pudiera hazer por el. Mas era
tanto el miedo que auia entrado en su coraçon,
que no osaua apartarse vn negro de vña de su
amo; pues pensar de no hazer lo que tenia
gana, tampoco era possible, y, assi, lo que hizo,
por bien de paz, fue soltar la mano derecha,
que tenia asida al arçon trasero, con la qual,
bonitamente y sin rumor alguno, se solto la
lazada corrediza con que los calçones se
sostenian, sin ayuda de otra alguna, y, en
quitandosela, dieron luego abaxo, y se le quedaron
como grillos. Tras esto, alçó la camisa lo mejor
que pudo, y echó al ayre entrambas posaderas,
que no eran muy pequeñas. Hecho esto, que
el penso que era lo mas que tenia que hazer
para salir de aquel terrible aprieto y angustia,
le sobreuino otra mayor, que fue que le parecio
que no podia mudarse sin hazer estrepito
y ruydo, y començo a apretar los dientes y a
encoger los hombros, recogiendo en si el
aliento todo quanto podia. Pero, con todas
estas diligencias, fue tan desdichado, que, al
cabo al cabo, vino a hazer vn poco de ruydo,
bien diferente de aquel que a el le ponia
tanto miedo. Oyolo don Quixote, y dixo:

``¿Qué rumor es esse, Sancho?''

``No se, señor'', respondio el; ``alguna cosa
nueua deue de ser, que las auenturas y
desuenturas nunca comiençan por poco.''

Tornó otra vez a prouar ventura, y sucediole
tan bien, que, sin mas ruydo ni alboroto que el
passado, se halló libre de la carga que tanta
pesadumbre le auia dado. Mas como don Quixote
tenia el sentido del holfato tan viuo como
el de los oydos, y Sancho estaua tan junto y
cosido con el, que casi por linea recta subian
los vapores hazia arriba, no se pudo escusar de
que algunos no llegassen a sus narizes, y
apenas vuieron llegado, quando el fue al socorro
apretandolas entre los dos dedos, y, con tono
algo gangoso, dixo:

``Pareceme, Sancho, que tienes mucho
miedo.''

``Si tengo'', respondio Sancho; ``mas ¿en qué
lo echa de ver vuestra merced aora mas que
nunca?''

``En que aora mas que nunca hueles, y no a
ambar'', respondio don Quixote.

``Bien podra ser'', dixo Sancho; ``mas yo no
tengo la culpa, sino vuestra merced, que me
trae a deshoras y por estos no acostumbrados
passos.''

``Retirate tres o quatro alla, amigo'', dixo don
Quixote -- todo esto sin quitarse los dedos de
las narizes --; ``y desde aqui adelante ten mas
cuenta con tu persona, y con lo que deues a la
mia, que la mucha conuersacion que tengo
contigo ha engendrado este menosprecio.''

``Apostaré'', replicó Sancho, ``que piensa
vuestra merced que yo he hecho de mi
persona alguna cosa que no deua.''

``Peor es meneallo, amigo Sancho'',
respondio don Quixote.

En estos coloquios y otros semejantes
passaron la noche amo y moço. Mas viendo Sancho
que a mas andar se venia la mañana, con
mucho tiento desligó a Rozinante y se ató los
calçones. Como Rozinante se vio libre, aunque
el de suyo no era nada brioso, parece que se
resintio, y començo a dar manotadas, porque
corbetas, con perdon suyo, no las sabia hazer.
Viendo, pues, don Quixote que ya Rozinante
se mouia, lo tuuo a buena señal, y creyo que
lo era de que acometiesse aquella temerosa
auentura. Acabó en esto de descubrirse el alua
y de parecer distintamente las cosas, y vio don
Quixote que estaua entre vnos arboles altos, que
ellos eran castaños, que hazen la sombra
muy escura; sintio tambien que el golpear no
cessaua, pero no vio quien lo podia causar. Y,
assi, sin mas detenerse, hizo sentir las espuelas
a Rozinante, y, tornando a despedirse de Sancho,
le mandó que alli le aguardasse tres dias
a lo mas largo, como ya otra vez se lo auia
dicho, y que si al cabo dellos no vuiesse buelto,
tuuiesse por cierto que Dios auia sido seruido
de que en aquella peligrosa auentura se le
acabassen sus dias. Tornole a referir el recado y
embaxada que auia de lleuar de su parte a su
señora Dulzinea, y que en lo que tocaua a la
paga de sus seruicios no tuuiesse pena, porque
el auia dexado hecho su testamento antes que
saliera de su lugar, donde se hallaria gratificado
de todo lo tocante a su salario, rata por
cantidad, del tiempo que vuiesse seruido; pero
que si Dios le sacaua de aquel peligro sano y
saluo y sin cautela, se podia tener por muy
mas que cierta la prometida insula.

De nueuo tornó a llorar Sancho, oyendo de
nueuo las lastimeras razones de su buen señor,
y determinó de no dexarle hasta el vltimo
transito y fin de aquel negocio.

Destas lagrimas y determinacion tan honrada
de Sancho Pança, saca el autor desta historia
que deuia de ser bien nacido, y, por lo menos,
christiano viejo; cuyo sentimiento enternecio
algo a su amo, pero no tanto que mostrasse
flaqueza alguna; antes, dissimulando lo mejor que
pudo, començo a caminar hazia la parte por
donde le parecio que el ruydo del agua y del
golpear venia. Seguiale Sancho a pie, lleuando,
como tenia de costumbre, del cabestro a su
jumento, perpetuo compañero de sus prosperas y
aduersas fortunas. Y, auiendo andado vna buena
pieça por entre aquellos castaños y arboles
sombrios, dieron en vn pradezillo que al pie de
vnas altas peñas se hazia, de las quales se
precipitaua vn grandissimo golpe de agua. Al pie
de las peñas estauan vnas casas mal hechas,
que mas parecian ruynas de edificios que casas,
de entre las quales aduirtieron que salia el
ruydo y estruendo de aquel golpear, que aun no
cessaua.

Alborotose Rozinante con el estruendo del
agua y de los golpes, y, sossegandole don
Quixote, se fue llegando poco a poco a las casas,
encomendandose de todo coraçon a su señora,
suplicandole que en aquella temerosa jornada
y empresa le fauoreciesse, y, de camino, se
encomendaua tambien a Dios, que no le oluidasse.
No se le quitaua Sancho del lado, el qual alargaua
quanto podia el cuello y la vista por entre
las piernas de Rozinante, por ver si veria ya lo
que tan suspenso y medroso le tenia.

Otros cien passos serian los que anduuieron,
quando, al doblar de vna punta, parecio
descubierta y patente la misma causa, sin que
pudiesse ser otra, de aquel horrisono y para
ellos espantable ruydo, que tan suspensos y
medrosos toda la noche los auia tenido. Y
eran -- si no lo has, o lector, por pesadumbre
y enojo --, seis maços de batan, que con
sus alternatiuos golpes aquel estruendo
formauan.

Quando don Quixote vio lo que era, enmudecio
y pasmose de arriba abaxo. Mirole Sancho,
y vio que tenia la cabeça inclinada sobre
el pecho, con muestras de estar corrido. Miró
tambien don Quixote a Sancho, y viole que tenia
los carrillos hinchados y la boca llena de
risa, con euidentes señales de querer rebentar
con ella, y no pudo su melanconia tanto con
el, que a la vista de Sancho pudiesse dexar de
reyrse; y como vio Sancho que su amo auia
començado, solto la presa de manera, que tuuo
necessidad de apretarse las hijadas con los
puños por no rebentar riendo. Quatro vezes
sossego, y otras tantas boluio a su risa con el
mismo impetu que primero; de lo qual ya se
daua al diablo don Quixote, y mas quando le
oyo dezir, como por modo de fisga: ``Has de
saber, ¡o, Sancho amigo!, que yo naci, por
querer del cielo, en esta nuestra edad de hierro
para resucitar en ella la dorada, o de oro. Yo
soy aquel para quien estan guardados los
peligros, las hazañas grandes, los valerosos
fechos;'' y por aqui fue repitiendo todas o las
mas razones, que don Quixote dixo la vez
primera que oyeron los temerosos golpes.

Viendo, pues, don Quixote que Sancho hazia
burla del, se corrio y enojó en tanta manera,
que alçó el lançon y le assento dos palos tales,
que si, como los recibio en las espaldas, los
recibiera en la cabeça, quedara libre de pagarle
el salario, si no fuera a sus herederos. Viendo
Sancho que sacaua tan malas veras de sus
burlas, con temor de que su amo no passasse
adelante en ellas, con mucha vmildad le dixo:

``Sossieguese vuestra merced, que por Dios
que me burlo.''

``Pues porque os burlays, no me burlo yo'',
respondio don Quixote. ``Venid aca, señor
alegre: ¿pareceos a vos que si como estos fueron
maços de batan, fueran otra peligrosa auentura,
no auia yo mostrado el animo que conuenia
para emprendella y acaballa? ¿Estoy yo
obligado, a dicha, siendo, como soy, cauallero,
a conocer y destinguir los sones, y saber
quáles son de batan o no? Y mas, que podria
ser, como es verdad, que no los he visto en mi
vida, como vos los aureys visto, como villano
ruyn que soys, criado y nacido entre ellos.
Si no, hazed vos que estos seys maços se bueluan
en seys jayanes, y echadmelos a las barbas
vno a vno, o todos juntos, y quando yo no
diere con todos patas arriba, hazed de mi la
burla que quisieredes.''

``No aya mas, señor mio'', replicó Sancho,
``que yo confiesso que he andado algo risueño
en demasia. Pero digame vuestra merced,
aora que estamos en paz -- assi Dios le saque
de todas las auenturas que le sucedieren tan
sano y saluo como le ha sacado desta --, ¿no
ha sido cosa de reyr, y lo es de contar, el
gran miedo que hemos tenido?; a lo menos
el que yo tuue, que de vuestra merced ya yo
se que no le conoce, ni sabe qué es temor ni
espanto.''

``No niego yo'', respondio don Quixote, ``que
lo que nos ha sucedido no sea cosa digna de
risa; pero no es digna de contarse, que no son
todas las personas tan discretas que sepan
poner en su punto las cosas.''

``A lo menos'', respondio Sancho, ``supo
vuestra merced poner en su punto el lançon,
apuntandome a la cabeça y dandome en las
espaldas, gracias a Dios y a la diligencia que
puse en ladearme. Pero vaya, que todo saldra
en la colada; que yo he oydo dezir: «esse te
quiere bien, que te haze llorar»; y mas, que
suelen los principales señores, tras vna mala
palabra que dizen a vn criado, darle luego vnas
calças, aunque no se lo que le suelen dar tras
auerle dado de palos, si ya no es que los
caualleros andantes dan, tras palos, insulas o
reynos en tierra firme.''

``Tal podria correr el dado'', dixo don Quixote,
``que todo lo que dizes viniesse a ser verdad;
y perdona lo passado, pues eres discreto
y sabes que los primeros mouimientos no son
en mano del hombre; y está aduertido de aqui
adelante en vna cosa, para que te abstengas y
reportes en el hablar demasiado conmigo; que
en quantos libros de cauallerias he leydo, que
son infinitos, jamas he hallado que ningun
escudero hablasse tanto con su señor como tu
con el tuyo. Y en verdad que lo tengo a gran
falta, tuya y mia: tuya, en que me estimas en
poco; mia, en que no me dexo estimar en mas.
Si, que Gandalin, escudero de Amadis de Gaula,
conde fue de la Insula Firme. Y se lee del
que siempre hablaua a su señor con la gorra
en la mano, inclinada la cabeça y doblado el
cuerpo,
# unit L latinphrase
more turquesco.
# unit P text
Pues ¿qué diremos
de Gasabal, escudero de don Galaor, que fue
tan callado, que para declararnos la excelencia
de su marauilloso silencio, sola vna vez se
nombra su nombre en toda aquella tan grande
como verdadera historia? De todo lo que he
dicho has de inferir, Sancho, que es menester
hazer diferencia de amo a moço, de señor a
criado y de cauallero a escudero. Assi que
desde oy en adelante nos hemos de tratar con
mas respeto, sin darnos cordelejo, porque de
qualquiera manera que yo me enoje con vos,
ha de ser mal para el cantaro. Las mercedes
y beneficios que yo os he prometido llegarán
a su tiempo; y si no llegaren, el salario a lo
menos no se ha de perder, como ya os he
dicho.''

``Está bien quanto vuestra merced dize'',
dixo Sancho; ``pero querria yo saber, por si
acaso no llegasse el tiempo de las mercedes y
fuesse necessario acudir al de los salarios,
quánto ganaua vn escudero de vn cauallero
andante en aquellos tiempos, y si se concertauan
por meses, o por dias, como peones de
albañir.''

``No creo yo'', respondio don Quixote, ``que
jamas los tales escuderos estuuieron a salario,
sino a merced. Y si yo aora te le he señalado
a ti en el testamento cerrado que dexé en mi
casa, fue por lo que podia suceder; que aun no
se cómo prueua en estos tan calamitosos tiempos
nuestros la caualleria, y no querria que por
pocas cosas penasse mi anima en el otro
mundo. Porque quiero que sepas, Sancho, que en
el no ay estado mas peligroso que el de los
auentureros.''

``Assi es verdad'', dixo Sancho, ``pues solo
el ruydo de los maços de vn batan pudo
alborotar y desassossegar el coraçon de vn tan
valeroso andante auenturero como es vuestra
merced. Mas bien puede estar seguro que, de
aqui adelante, no despliegue mis labios para
hazer donayre de las cosas de vuestra merced,
si no fuere para honrarle como a mi amo y
señor natural.''

``Dessa manera'', replicó don Quixote, ``viuiras
sobre la haz de la tierra, porque, despues
de a los padres, a los amos se ha de respetar
como si lo fuessen.''


## <e021>
# chapter  21 XXI
# unit N chapternum
Capitulo XXI
# unit T title
Que trata de la alta auentura y rica
ganancia del yelmo de Mambrino, con otras
cosas sucedidas a nuestro inuencible
cauallero.
# unit P text
En esto començó a llouer vn poco, y quisiera
Sancho que se entraran en el molino de los
batanes. Mas auiales cobrado tal aborrecimiento
don Quixote por la pesada burla, que en
ninguna manera quiso entrar dentro; y, assi,
torciendo el camino a la derecha mano, dieron
en otro como el que auian lleuado el dia de
antes.

De alli a poco descubrio don Quixote vn
hombre a cauallo, que trahia en la cabeça vna
cosa que relumbraua como si fuera de oro, y
aun el apenas le vuo visto, quando se boluio
a Sancho y le dixo:

``Pareceme, Sancho, que no ay refran que
no sea verdadero, porque todos son sentencias
sacadas de la mesma experiencia, madre de
las ciencias todas, especialmente aquel que
dize: «donde vna puerta se cierra, otra se abre».
Digolo porque si anoche nos cerro la ventura
la puerta de la que buscauamos, engañandonos
con los batanes, aora nos abre de par en par
otra para otra mejor y mas cierta auentura;
que, si yo no acertare a entrar por ella, mia
sera la culpa, sin que la pueda dar a la poca
noticia de batanes, ni a la escuridad de la
noche. Digo esto porque, si no me engaño, hazia
nosotros viene vno que trae en su cabeça
puesto el yelmo de Mambrino, sobre que yo
hize el juramento que sabes.''

``Mire vuestra merced bien lo que dize, y
mejor lo que haze'', dixo Sancho; ``que no
querria que fuessen otros batanes que nos
acabassen de abatanar y aporrear el
sentido.''

``¡Valate el diablo por hombre!'', replicó don
Quixote. ``¿Qué va de yelmo a batanes?''

``No se nada'', respondio Sancho; ``mas a fe
que si yo pudiera hablar tanto como solia, que
quiça diera tales razones, que vuestra merced
viera que se engañaua en lo que dize.''

``¿Cómo me puedo engañar en lo que digo,
traydor escrupuloso?'', dixo don Quixote. ``Dime,
¿no ves aquel cauallero que hazia nosotros
viene, sobre vn cauallo ruzio rodado, que trae
puesto en la cabeça vn yelmo de oro?''

``Lo que yo veo y columbro'', respondio
Sancho, ``no es sino vn hombre sobre vn asno,
pardo como el mio, que trae sobre la cabeça
vna cosa que relumbra.''

``Pues esse es el yelmo de Mambrino'', dixo
don Quixote. ``Apartate a vna parte y dexame
con el a solas; veras quán sin hablar palabra,
por ahorrar del tiempo, concluyo esta auentura
y queda por mio el yelmo que tanto he
desseado.''

``Yo me tengo en cuydado el apartarme'',
replicó Sancho; ``mas quiera Dios, torno a
dezir, que oregano sea, y no batanes.''

``Ya os he dicho, hermano, que no me menteys,
ni por pienso, mas esso de los batanes'',
dixo don Quixote, ``que voto..., y no digo mas,
que os batanee el alma.''

Calló Sancho, con temor que su amo no
cumpliesse el voto que le auia echado, redondo
como vna bola.

Es, pues, el caso que el yelmo y el cauallo
y cauallero que don Quixote vehia, era esto:
que en aquel contorno auia dos lugares, el vno
tan pequeño que ni tenia botica ni barbero, y
el otro, que estaua junto a el, si; y, assi,
el barbero del mayor seruia al menor, en el
qual tuuo necessidad vn enfermo de sangrarse
y otro de hazerse la barba, para lo qual venia
el barbero y traya vna bazia de azofar, y quiso
la suerte que, al tiempo que venia, començo
a llouer, y porque no se le manchase el sombrero,
que deuia de ser nueuo, se puso la bazia
sobre la cabeça, y, como estaua limpia, desde
media legua relumbraua. Venia sobre vn asno
pardo, como Sancho dixo, y esta fue la
ocasion que a don Quixote le parecio cauallo
ruzio rodado, y cauallero y yelmo de oro;
que todas las cosas que veya con mucha facilidad
las acomodaua a sus desuariadas cauallerias
y mal andantes pensamientos. Y quando el
vio que el pobre cauallero llegaua cerca, sin
ponerse con el en razones, a todo correr de
Rozinante le enristró con el lançon baxo, lleuando
intencion de passarle de parte a parte; mas
quando a el llegaua, sin detener la furia de su
carrera, le dixo:

``¡Defiendete, cautiua criatura, o entriegame
de tu voluntad lo que con tanta razon se me
deue!''

El barbero, que, tan sin pensarlo ni temerlo,
vio venir aquella fantasma sobre si, no tuuo
otro remedio, para poder guardarse del golpe
de la lança, sino fue el dexarse caer del asno
abaxo; y no vuo tocado al suelo, quando se
leuantó mas ligero que vn gamo, y començo a
correr por aquel llano, que no le alcançara el
viento. Dexose la bazia en el suelo, con la qual
se contentó don Quixote, y dixo que el pagano
auia andado discreto, y que auia ymitado al
castor, el qual, viendose acosado de los
caçadores, se taraça y harpa con los dientes
aquello por lo que el, por distinto natural, sabe
que es perseguido. Mandó a Sancho que alçasse
el yelmo, el qual, tomandola en las
manos, dixo:

``¡Por Dios que la bazia es buena, y que vale
vn real de a ocho como vn marauedi!''

Y dandosela a su amo, se la puso luego en
la cabeça, rodeandola a vna parte y a otra,
buscandole el encaxe, y como no se le
hallaua, dixo:

``Sin duda que el pagano a cuya medida se
forjó primero esta famosa celada, deuia de
tener grandissima cabeça, y lo peor dello es que
le falta la mitad.''

Quando Sancho oyó llamar a la bazia celada,
no pudo tener la risa; mas vinosele a las
mientes la colera de su amo, y calló en la
mitad della.

``¿De qué te ries, Sancho?'', dixo don
Quixote.

``Riome'', respondio el, ``de considerar la
gran cabeça que tenia el pagano dueño deste
almete, que no semeja sino vna bazia de
barbero pintiparada.''

``¿Sabes qué ymagino, Sancho? Que esta
famosa pieça deste encantado yelmo, por algun
estraño acidente deuio de venir a manos de
quien no supo conocer ni estimar su valor, y,
sin saber lo que hazia, viendola de oro purissimo,
deuio de fundir la otra mitad para aprouecharse
del precio, y de la otra mitad hizo esta
que parece bazia de barbero, como tu dizes;
pero sea lo que fuere, que para mi que la
conozco no haze al caso su trasmutacion; que
yo la adereçaré en el primer lugar donde aya
herrero, y de suerte que no le haga ventaja, ni
aun le llegue, la que hizo y forjó el Dios de las
herrerias para el Dios de las batallas, y en
este entretanto la traere como pudiere, que mas
vale algo que no nada, quanto mas que bien
sera bastante para defenderme de alguna
pedrada.''

``Esso sera'', dixo Sancho, ``si no se tira con
honda, como se tiraron en la pelea de los
dos exercitos, quando le santiguaron a vuestra
merced las muelas, y le rompieron el alcuza
donde venia aquel benditissimo breuaje que
me hizo vomitar las assaduras.''

``No me da mucha pena el auerle perdido,
que ya sabes tu, Sancho'', dixo don Quixote,
``que yo tengo la receta en la memoria.''

``Tambien la tengo yo'', respondio Sancho.
``Pero si yo le hiziere ni le prouare mas en mi
vida, aqui sea mi hora; quanto mas, que no
pienso ponerme en ocasion de auerle menester,
porque pienso guardarme con todos mis
cinco sentidos de ser ferido ni de ferir a nadie.
De lo del ser otra vez manteado no digo nada,
que semejantes desgracias mal se pueden
preuenir, y si vienen, no ay que hazer otra cosa
sino encoger los hombros, detener el aliento,
cerrar los ojos y dexarse yr por donde la
suerte y la manta nos lleuare.''

``Mal christiano eres, Sancho'', dixo, oyendo
esto, don Quixote, ``porque nunca oluidas la
injuria que vna vez te han hecho; pues sabete
que es de pechos nobles y generosos no hazer
caso de niñerias. ¿Qué pie sacaste coxo, qué
costilla quebrada, qué cabeça rota, para que no
se te oluide aquella burla? Que, bien apurada
la cosa, burla fue y passatiempo; que a no
entenderlo yo ansi, ya yo vuiera buelto
alla y vuiera hecho en tu vengança mas daño
que el que hizieron los griegos por la robada
Elena. La qual si fuera en este tiempo, o mi
Dulzinea fuera en aquel, pudiera estar segura
que no tuuiera tanta fama de hermosa como
tiene.''

Y aqui dio vn sospiro, y le puso en las
nuues. Y dixo Sancho:

``Passe por burlas, pues la vengança no
puede passar en veras; pero yo se de que calidad
fueron las veras y las burlas, y se tambien
que no se me caeran de la memoria, como nunca
se quitarán de las espaldas. Pero dexando
esto aparte, digame vuestra merced qué haremos
deste cauallo ruzio rodado, que parece asno
pardo, que dexó aqui desamparado aquel Martino
que vuestra merced derribó; que, segun el
puso los pies en poluorosa y cogio las de
Villadiego, no lleua pergenio de boluer por el jamas,
y ¡para mis barbas, si no es bueno el ruzio!''

``Nunca yo acostumbro'', dixo don Quixote,
``despojar a los que venço, ni es vso de caualleria
quitarles los cauallos y dexarlos a pie;
si ya no fuesse que el vencedor vuiesse perdido
en la pendencia el suyo; que, en tal caso,
licito es tomar el del vencido, como ganado en
guerra licita. Assi que, Sancho, dexa esse cauallo
o asno, o lo que tu quisieres que sea; que,
como su dueño nos vea alongados de aqui,
boluera por el.''

``Dios sabe si quisiera lleuarle'', replicó
Sancho, ``o, por lo menos, trocalle con este mio,
que no me parece tan bueno. Verdaderamente
que son estrechas las leyes de caualleria, pues
no se estienden a dexar trocar vn asno por
otro, y querria saber si podria trocar los
aparejos siquiera.''

``En esso no estoy muy cierto'', respondio
don Quixote; ``y en caso de duda, hasta estar
mejor informado, digo que los trueques, si es
que tienes dellos necessidad estrema.''

``Tan estrema es'', respondio Sancho, ``que
si fueran para mi misma persona, no los
vuiera menester mas.''

Y luego, abilitado con aquella licencia, hizo
# unit L latinphrase
mutacio caparum,
# unit P text
y puso su jumento a las
mil lindezas, dexandole mejorado en tercio y
quinto.

Hecho esto, almorçaron de las sobras del
real que del azemila despojaron, beuieron del
agua del arroyo de los batanes, sin boluer la
cara a mirallos: tal era el aborrecimiento que
les tenian, por el miedo en que les auian
puesto. Cortada, pues, la colera, y aun la
malenconia, subieron a cauallo, y sin tomar
determinado camino, por ser muy de caualleros
andantes el no tomar ninguno cierto, se pusieron
a caminar por donde la voluntad de Rozinante
quiso, que se lleuaua tras si la de su amo,
y aun la del asno, que siempre le seguia por
donde quiera que guiaua, en buen amor y
compañia. Con todo esto, boluieron al camino
real, y siguieron por el a la ventura, sin otro
disignio alguno.

Yendo, pues, assi caminando, dixo Sancho
a su amo:

``Señor, ¿quiere vuestra merced darme
licencia que departa vn poco con el? Que
despues que me puso aquel aspero mandamiento
del silencio se me han podrido mas de quatro
cosas en el estomago, y vna sola que aora
tengo en el pico de la lengua no querria que se
mal lograsse.''

``Dila'', dixo don Quixote; ``y se breue en
tus razonamientos, que ninguno ay gustoso si
es largo.''

``Digo, pues, señor'', respondio Sancho, ``que
de algunos dias a esta parte he considerado
quán poco se gana y grangea de andar
buscando estas auenturas que vuestra merced
busca por estos desiertos y encruzijadas de
caminos, donde ya que se vençan y acaben las
mas peligrosas, no ay quien las vea ni sepa, y
assi, se han de quedar en perpetuo silencio y
en perjuyzio de la intencion de vuestra
merced y de lo que ellas merecen. Y assi, me
parece que seria mejor, saluo el mejor parecer
de vuestra merced, que nos fuessemos a seruir
a algun emperador, o a otro principe grande
que tenga alguna guerra, en cuyo seruicio
vuestra merced muestre el valor de su persona,
sus grandes fuerças y mayor entendimiento;
que visto esto del señor a quien siruieremos,
por fuerça nos ha de remunerar a
cada qual segun sus meritos, y alli no faltará
quien ponga en escrito las hazañas de vuestra
merced, para perpetua memoria. De las mias
no digo nada, pues no han de salir de los limites
escuderiles; aunque se dezir que si se vsa en
la caualleria escriuir hazañas de escuderos,
que no pienso que se han de quedar las mias
entre renglones.''

``No dizes mal, Sancho'', respondio don
Quixote; ``mas antes que se llegue a esse termino
es menester andar por el mundo, como en
aprouacion, buscando las auenturas, para que,
acabando algunas, se cobre nombre y fama tal,
que quando se fuere a la corte de algun gran
monarca ya sea el cauallero conocido por sus
obras, y que apenas le ayan visto entrar los
muchachos por la puerta de la ciudad, quando
todos le sigan y rodeen, dando vozes, diziendo:
«Este es el cauallero del Sol», o de la
Sierpe, o de otra insignia alguna, debaxo de
la qual vuiere acabado grandes hazañas. «Este
es, diran, el que vencio en singular batalla al
gigantazo Brocabruno de la Gran Fuerça; el
que desencantó al gran Mameluco de Persia
del largo encantamento en que auia estado
casi nouecientos años.» Assi que, de mano en
mano, yran pregonando sus hechos, y luego,
al alboroto de los muchachos y de la demas
gente, se parará a las fenestras de su real
palacio el rey de aquel reyno; y, assi como vea
al cauallero, conociendole por las armas o por
la empresa del escudo, forçosamente ha de
dezir: «¡Ea, sus; salgan mis caualleros, quantos
en mi corte estan, a recebir a la flor de la
caualleria, que alli viene!» A cuyo mandamiento
saldran todos, y el llegará hasta la mitad de
la escalera, y le abraçará estrechissimamente,
y le dara paz, besandole en el rostro, y luego
le lleuará por la mano al aposento de la
señora reyna, adonde el cauallero la hallará
con la infanta su hija, que ha de ser vna de
las mas fermosas y acabadas donzellas que
en gran parte de lo descubierto de la tierra a
duras penas se pueda hallar. Sucedera tras
esto, luego en continente, que ella ponga los
ojos en el cauallero, y el en los della, y cada
vno parezca al otro cosa mas diuina que
humana, y, sin saber cómo ni cómo no, han
de quedar presos y enlazados en la intricable
red amorosa, y con gran cuyta en sus coraçones,
por no saber cómo se han de fablar para descubrir
sus ansias y sentimientos. Desde alli le
lleuarán, sin duda, a algun quarto del palacio,
ricamente adereçado, donde, auiendole quitado
las armas, le traeran vn rico manto de
escarlata con que se cubra, y, si bien parecio
armado, tan bien y mejor ha de parecer en
farseto.

''Venida la noche, cenará con el rey, reyna
e infanta, donde nunca quitará los ojos
della, mirandola a furto de los circunstantes, y
ella hara lo mesmo con la mesma sagacidad,
porque, como tengo dicho, es muy discreta
donzella. Leuantarse an las tablas, y entrará
a deshora por la puerta de la sala vn feo y
pequeño enano con vna fermosa dueña, que entre
dos gigantes, detras del enano viene, con
cierta auentura hecha por vn antiquissimo
sabio, que el que la acabare sera tenido por el
mejor cauallero del mundo. Mandará luego
el rey que todos los que estan presentes la
prueuen, y ninguno le dara fin y cima sino
el cauallero huesped, en mucho pro de su
fama, de lo qual quedará contentissima la
infanta, y se tendra por contenta y pagada
ademas por auer puesto y colocado sus
pensamientos en tan alta parte. Y lo bueno es que
este rey o principe, o lo que es, tiene vna muy
reñida guerra con otro tan poderoso como el,
y el cauallero huesped le pide -- al cabo de
algunos dias que ha estado en su corte --,
licencia para yr a seruirle en aquella guerra
dicha. Darasela el rey de muy buen talante, y el
cauallero le bessará cortesmente las manos por
la merced que le faze.

''Y aquella noche se despedira de su señora
la infanta por las rejas de vn jardin, que cae en
el aposento donde ella duerme, por las quales
ya otras muchas vezes la auia fablado, siendo
medianera y sabidora de todo vna donzella
de quien la infanta mucho se fiaua. Sospirará
el, desmayara(s)se ella, traera agua la
donzella, acuytara(s)se mucho porque viene
la mañana y no querria que fuessen descubiertos,
por la honra de su señora. Finalmente,
la infanta boluera en si, y dara sus blancas
manos por la reja al cauallero, el qual se las
besará mil y mil vezes, y se las bañará en
lagrimas. Quedará concertado entre los dos del
modo que se han de hazer saber sus buenos
o malos sucessos, y rogarale la princesa que
se detenga lo menos que pudiere; prometerselo
ha el con muchos juramentos; tornale a besar
las manos, y despidese con tanto sentimiento,
que estara a poco por acabar la vida; vase
desde alli a su aposento, echa(s)se sobre su
lecho, no puede dormir del dolor de la partida,
madruga muy de mañana; vase a despedir
del rey, y de la reyna, y de la infanta; dizenle,
auiendose despedido de los dos, que la
señora infanta está mal dispuesta y que no
puede recebir visita; piensa el cauallero que es
de pena de su partida, traspa(s)sassele el
coraçon, y falta poco de no dar indicio manifiesto
de su pena; está la donzella medianera delante;
halo de notar todo, vaselo a dezir a su señora,
la qual la recibe con lagrimas, y le dize que
vna de las mayores penas que tiene es no saber
quien sea su cauallero, y si es de linage de
reyes, o no; assegurala la donzella que no
puede caber tanta cortesia, gentileza y valentia
como la de su cauallero sino en subjeto real y
graue; consuelase con esto la cuytada: procura
consolarse por no dar mal indicio de si a
sus padres, y a cabo de dos dias sale en publico.
Ya se es ydo el cauallero, pelea en la guerra,
vence al enemigo del rey, gana muchas ciudades,
triunfa de muchas batallas; buelue a la
corte, ve a su señora por donde suele,
conciertase que la pida a su padre por muger en
pago de sus seruicios; no se la quiere dar el
rey, porque no sabe quién es; pero, con todo
esto, o robada o de otra qualquier suerte que
sea, la infanta viene a ser su esposa, y su padre
lo viene a tener a gran ventura, porque se vino
a aueriguar que el tal cauallero es hijo de vn
valeroso rey de no se qué reyno, porque creo
que no deue de estar en el mapa. Muerese el
padre, hereda la infanta, queda rey el cauallero,
en dos palabras. Aqui entra luego el hazer
mercedes a su escudero y a todos aquellos
que le ayudaron a subir a tan alto estado.
Casa a su escudero con vna donzella de la
infanta, que sera, sin duda, la que fue tercera
en sus amores, que es hija de vn duque muy
principal.''

``¡Esso pido, y barras derechas!'', dixo
Sancho; ``a esso me atengo, porque todo al pie de
la letra ha de suceder por vuestra merced,
llamandose el Cauallero de la Triste Figura.''

``No lo dudes, Sancho'', replicó don Quixote,
``porque del mesmo modo, y por los
mesmos passos que esto he contado, suben y
han subido los caualleros andantes a ser reyes
y emperadores. Solo falta agora mirar qué
rey de los christianos o de los paganos tenga
guerra y tenga hija hermosa; pero tiempo aura
para pensar esto, pues, como te tengo dicho,
primero se ha de cobrar fama por otras partes que
se acuda a la corte. Tambien me falta otra cosa:
que, puesto caso que se halle rey con guerra y
con hija hermosa, y que yo aya cobrado fama
increyble por todo el vniuerso, no se yo como
se podia hallar que yo sea de linage de reyes, o,
por lo menos, primo segundo de emperador;
porque no me querra el rey dar a su hija por
muger, si no está primero muy enterado en esto,
aunque mas lo merezcan mis famosos hechos.
Assi que, por esta falta, temo perder lo que mi
braço tiene bien merecido. Bien es verdad que
yo soy hijodalgo de solar conocido, de possession
y propriedad, y de devengar quinientos
sueldos, y podria ser que el sabio que
escriuiesse mi historia deslindasse de tal manera
mi parentela y decendencia, que me hallasse
quinto o sesto nieto de rey. Porque te hago
saber, Sancho, que ay dos maneras de linages
en el mundo: vnos que traen y deriban su
decendencia de principes y monarcas, a quien
poco a poco el tiempo ha deshecho, y han
acabado en punta, como piramide puesta al
reues; otros tuuieron principio de gente
baxa, y van subiendo de grado en grado, hasta
llegar a ser grandes señores. De manera que
está la diferencia en que vnos fueron, que ya
no son, y otros son, que ya no fueron; y podria
ser yo destos que, despues de aueriguado,
vuiesse sido mi principio grande y famoso, con
lo qual se deuia de contentar el rey mi suegro,
que vuiere de ser; y quando no, la infanta
me ha de querer de manera, que a pesar de
su padre, aunque claramente sepa que soy
hijo de vn açacan, me ha de admitir por señor
y por esposo; y si no, aqui entra el roballa y
lleualla donde mas gusto me diere, que el
tiempo o la muerte ha de acabar el enojo de
sus padres.''

``Ay entra bien tanbien'', dixo Sancho, ``lo
que algunos desalmados dizen: «no pidas de
grado, lo que puedes tomar por fuerça»,
aunque mejor quadra dezir: «mas vale salto de
mata, que ruego de hombres buenos». Digolo
porque, si el señor rey, suegro de vuestra
merced, no se quisiere domeñar a entregalle a
mi señora la infanta, no ay sino, como vuestra
merced dize, roballa y trasponella. Pero está el
daño que, en tanto que se hagan las pazes
y se goze pacificamente del reyno, el pobre
escudero se podra estar a diente en esto de las
mercedes; si ya no es que la donzella tercera
que ha de ser su muger, se sale con la infanta,
y el passa con ella su mala ventura, hasta
que el cielo ordene otra cosa; porque bien
podra, creo yo, desde luego darsela su señor por
ligitima esposa.''

``Esso no ay quien la quite'', dixo don
Quixote.

``Pues como esso sea'', respondio Sancho,
``no ay sino encomendarnos a Dios, y dexar
correr la suerte por donde mejor lo
encaminare.''

``Hagalo Dios'', respondio don Quixote,
``como yo desseo y tu, Sancho, has menester,
y ruyn sea quien por ruyn se tiene.''

``Sea par Dios'', dixo Sancho; ``que yo
christiano viejo soy, y para ser conde esto me
basta.''

``Y aun te sobra'', dixo don Quixote; ``y quando
no lo fueras, no hazia nada al caso, porque
siendo yo el rey, bien te puedo dar nobleza,
sin que la compres ni me siruas con nada.
Porque en haziendote conde, catate ahi
cauallero, y digan lo que dixeren, que a buena fe
que te han de llamar señoria, mal que les pese.''

``Y ¡montas que no sabria yo autorizar el
litado!'', dixo Sancho.

``Dictado has de dezir, que no litado'', dixo
su amo.

``Sea ansi'', respondio Sancho Pança. ``Digo
que le sabria bien acomodar, porque por vida
mia que vn tiempo fuy muñidor de vna
cofradia, y que me assentaua tan bien la ropa de
muñidor, que dezian todos que tenia
presencia para poder ser prioste de la mesma
cofradia. Pues ¿qué sera quando me ponga vn
ropon ducal acuestas, o me vista de oro y de
perlas, a vso de conde estrangero? Para mi
tengo que me han de venir a ver de cien
leguas.''

``Bien pareceras'', dixo don Quixote; ``pero
sera menester que te rapes las barbas a menudo;
que, segun las tienes de espessas, aborrascadas
y mal puestas, si no te las rapas a
nauaja cada dos dias, por lo menos, a tiro de
escopeta se echará de ver lo que eres.''

``¿Qué ay mas'', dixo Sancho, ``sino tomar
vn barbero y tenelle assalariado en casa.
Y aun, si fuere menester, le hare que ande tras
mi, como cauallerizo de grande.''

``Pues ¿cómo sabes tu'', preguntó don Quixote,
``que los grandes lleuan detras de si a
sus cauallerizos?''

``Yo se lo dire'', respondio Sancho. ``Los
años passados estuue vn mes en la corte, y
alli vi que, passeandose vn señor muy pequeño,
que dezian que era muy grande, vn hombre
le seguia a cauallo a todas las bueltas que
daua, que no parecia sino que era su rabo.
Pregunté que cómo aquel hombre no se juntaua
con el otro, sino que siempre andaua
tras del. Respondieronme que era su cauallerizo,
y que era vso de grandes lleuar tras si a los
tales. Desde entonces lo se tan bien, que
nunca se me ha oluidado.''

``Digo que tienes razon'', dixo don Quixote,
``y que assi puedes tu lleuar a tu barbero; que
los vsos no vinieron todos juntos ni se
inuentaron a vna, y puedes ser tu el primero conde
que lleue tras si su barbero; y aun es de mas
confiança el hazer la barba que ensillar vn
cauallo.''

``Quedese esso del barbero a mi cargo'',
dixo Sancho, ``y al de vuestra merced se quede
el procurar venir a ser rey y el hazerme
conde.''

``Assi sera'', respondio don Quixote.

Y, alçando los ojos, vio lo que se dira en
el siguiente capitulo.


## <e022>
# chapter  22 XXII
# unit N chapternum
Capitulo XXII
# unit T title
De la libertad que dio don Quixote a muchos
desdichados que, mal de su grado, los
lleuauan donde no quisieran yr.
# unit P text
Cuenta Cide Hamete Benengeli, autor arauigo
y manchego en esta grauissima, altisonante,
minima, dulçe e ymaginada historia, que
despues que entre el famoso don Quixote de la
Mancha y Sancho Pança su escudero passaron
aquellas razones, que en el fin del capitulo
veynte y vno quedan referidas, que don Quixote
alçó los ojos y vio que por el camino que
lleuaua venian hasta doze hombres a pie,
ensartados como cuentas en vna gran cadena de
hierro por los cuellos, y todos con esposas a
las manos; venian ansi mismo con ellos dos
hombres de a cauallo y dos de a pie; los de a
cauallo con escopetas de rueda, y los de a pie
con dardos y espadas, y que assi como Sancho
Pança los vido, dixo:

``Esta es cadena de galeotes: gente forçada
del rey, que va a las galeras.''

``¿Cómo gente forçada?'', preguntó don Quixote.
``¿Es possible que el rey haga fuerça a ninguna
gente?''

``No digo esso'', respondio Sancho, ``sino que
es gente que por sus delitos va condenada a
seruir al rey en las galeras, de por fuerça.''

``En resolucion'', replicó don Quixote, ``como
quiera que ello sea, esta gente, aunque los
lleuan, van de por fuerça y no de su voluntad.''

``Assi es'', dixo Sancho.

``Pues dessa manera'', dixo su amo, ``aqui
encaxa la execucion de mi oficio: desfazer
fuerças y socorrer y acudir a los miserables.''

``Aduierta vuestra merced'', dixo Sancho,
``que la justicia, que es el mesmo rey, no haze
fuerça ni agrauio a semejante gente, sino que
los castiga en pena de sus delitos.''

Llegó en esto la cadena de los galeotes, y
don Quixote, con muy corteses razones, pidio
a los que yuan en su guarda fuessen seruidos
de informalle y dezille la causa, o causas,
porque lleuauan aquella gente de aquella
manera.

Vna de las guardas de a cauallo respondio
que eran galeotes, gente de su magestad que
yua a galeras, y que no auia mas que dezir, ni
el tenia mas que saber.

``Con todo esso'', replicó don Quixote, ``querria
saber de cada vno dellos, en particular, la
causa de su desgracia.''

Añadio a estas otras tales y tan comedidas
razones para mouerlos a que le dixessen lo que
desseaua, que la otra guarda de a cauallo le
dixo:

``Aunque lleuamos aqui el registro y la fe de
las sentencias de cada vno destos malauenturados,
no es tiempo este de detenerles a sacarlas
ni a leellas; vuestra merced llegue y se lo
pregunte a ellos mesmos, que ellos lo diran
si quisieren; que si querran, porque es gente
que recibe gusto de hazer y dezir vellaquerias.''

Con esta licencia, que don Quixote se tomara
aunque no se la dieran, se llegó a la cadena y
al primero le preguntó que por qué pecados
yua de tan mala guisa; el le respondio que
por enamorado yua de aquella manera.

``¿Por esso no mas?'', replicó don Quixote.
``¡Pues si por enamorados echan a galeras, dias
ha que pudiera yo estar bogando en ellas!''

``No son los amores como los que vuestra
merced piensa'', dixo el galeote; ``que los mios
fueron que quise tanto a vna canasta de colar
atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo
tan fuertemente, que, a no quitarmela la justicia
por fuerça, aun hasta agora no la vuiera
dexado de mi voluntad. Fue en fragante, no vuo
lugar de tormento; concluyose la causa,
acomodaronme las espaldas con ciento, y por
añadidura tres precisos de gurapas, y acabose
la obra.''

``¿Qué son gurapas?'', preguntó don Quixote.

``Gurapas son galeras'', respondio el galeote.

El qual era vn moço de hasta edad de veynte
y quatro años, y dixo que era natural de
Piedrahita.

Lo mesmo preguntó don Quixote al segundo,
el qual no respondio palabra, segun yua
de triste y malenconico; mas respondio por
el el primero, y dixo:

``Este, señor, va por canario; digo, por
musico y cantor.''

``Pues ¿cómo?'', repitio don Quixote, ``¿por
musicos y cantores van tambien a galeras?''

``Si, señor'', respondio el galeote; ``que no ay
peor cosa que cantar en el ansia.''

``Antes he yo oydo dezir'', dixo don Quixote,
``que quien canta, sus males espanta.''

``Aca es al reues'', dixo el galeote; ``que
quien canta vna vez, llora toda la vida.''

``No lo entiendo'', dixo don Quixote.

Mas vna de las guardas le dixo:

``Señor cauallero: cantar en el ansia se dize,
entre esta gente
# unit L latinphrase
non santa,
# unit P text
confessar en el
tormento. A este pecador le dieron tormento y
confesso su delito, que era ser quatrero, que
es ser ladron de bestias, y por auer confessado
le condenaron por seys años a galeras, amen
de dozientos açotes que ya lleua en las
espaldas. Y va siempre pensatiuo y triste, porque
los demas ladrones que alla quedan y aqui
van, le maltratan y aniquilan, y escarnecen y
tienen en poco, porque confesso y no tuuo animo
de dezir nones; porque dizen ellos que tantas
letras tiene vn no como vn si, y que harta
ventura tiene vn delinquente que está en su
lengua su vida o su muerte, y no en la de los
testigos y prouanças; y para mi tengo que no
van muy fuera de camino.''

``Y yo lo entiendo assi'', respondio don
Quixote.

El qual, passando al tercero, preguntó lo
que a los otros; el qual, de presto y con mucho
desenfado, respondio y dixo:

``Yo voy por cinco años a las señoras
gurapas por faltarme diez ducados.''

``Yo dare veynte de muy buena gana'', dixo
don Quixote, ``por libraros dessa pesadumbre.''

``Esso me parece'', respondio el galeote,
``como quien tiene dineros en mitad del golfo
y se está muriendo de hambre, sin tener adonde
comprar lo que ha menester. Digolo porque,
si a su tiempo tuuiera yo essos veynte ducados
que vuestra merced aora me ofrece, vuiera
vntado con ellos la pendola del escriuano y
auiuado el ingenio del procurador, de manera
que oy me viera en mitad de la plaça de Çocodouer,
de Toledo, y no en este camino, atraillado
como galgo; pero Dios es grande: paciencia,
y basta.''

Passó don Quixote al quarto, que era vn
hombre de venerable rostro, con vna barba
blanca que le passaua del pecho, el qual,
oyendose preguntar la causa porque alli venia,
començo a llorar, y no respondio palabra;
mas el quinto condenado le siruio de lengua,
y dixo:

``Este hombre honrado va por quatro años a
galeras, auiendo passeado las acostumbradas
vestido en pompa y a cauallo.''

``Esso es'', dixo Sancho Pança, ``a lo que a
mi me parece, auer salido a la verguença.''

``Assi es'', replicó el galeote; ``y la culpa
porque le dieron esta pena es por auer sido
corredor de oreja, y aun de todo el cuerpo. En
efecto, quiero dezir que este cauallero va por
alcahuete, y por tener assi mesmo sus
puntas y collar de hechizero.''

``A no auerle añadido essas puntas y collar'',
dixo don Quixote, ``por solamente el alcahuete
limpio no merecia el yr a vogar en las galeras,
sino a mandallas y a ser general dellas, porque
no es assi como quiera el oficio de alcahuete;
que es oficio de discretos y necessarissimo en
la republica bien ordenada, y que no le deuia
exercer sino gente muy bien nacida, y aun auia
de auer veedor y examinador de los tales, como
le ay de los demas oficios, con numero deputado
y conocido, como corredores de lonja, y
desta manera se escusarian muchos males que
se causan por andar este oficio y exercicio
entre gente idiota y de poco entendimiento, como
son mugerzillas de poco mas a menos, pajezillos
y truhanes de pocos años y de poca
experiencia, que a la mas necessaria ocasion, y
quando es menester dar vna traça que importe,
se les yelan las migas entre la boca y la mano,
y no saben qual es su mano derecha. Quisiera
passar adelante y dar las razones porque conuenia
hazer eleccion de los que en la republica
auian de tener tan necessario oficio; pero
no es el lugar acomodado para ello: algun dia
lo dire a quien lo pueda proueer y remediar.
Solo digo aora que la pena que me ha causado
ver estas blancas canas y este rostro venerable
en tanta fatiga por alcahuete, me la ha quitado
el adjunto de ser hechizero; aunque bien se
que no ay hechizos en el mundo que puedan
mouer y forçar la voluntad, como algunos simples
piensan; que es libre nuestro aluedrio, y no
ay yerua ni encanto que le fuerce. Lo que suelen
hazer algunas mugerzillas simples y algunos
embusteros vellacos, es algunas misturas y
venenos con que bueluen locos a los hombres,
dando a entender que tienen fuerça para hazer
querer bien, siendo, como digo, cosa
impossible forçar la voluntad.''

``Assi es'', dixo el buen viejo, ``y en verdad,
señor, que en lo de hechizero que no tuue
culpa; en lo de alcahuete no lo pude negar. Pero
nunca pense que hazia mal en ello, que toda
mi intencion era que todo el mundo se holgasse
y viuiesse en paz y quietud sin pendencias
ni penas; pero no me aprouechó nada este
buen desseo para dexar de yr a donde no
espero boluer, segun me cargan los años y vn
mal de orina que lleuo, que no me dexa
reposar vn rato.''

Y aqui tornó a su llanto como de primero, y
tuuole Sancho tanta compassion, que sacó vn
real de a quatro del seno y se le dio de limosna.
Passó adelante don Quixote y preguntó a otro
su delito, el qual respondio con no menos, sino
con mucha mas gallardia que el passado:

``Yo voy aqui porque me burlé demasiadamente
con dos primas hermanas mias, y con
otras dos hermanas que no lo eran mias;
finalmente, tanto me burlé con todas, que resultó
de la burla crecer la parentela tan intricadamente,
que no ay diablo que la declare.
Prouoseme todo, faltó fauor, no tuue dineros,
viame a pique de perder los tragaderos;
sentenciaronme a galeras por seys años,
consenti: castigo es de mi culpa; moço soy, dure
la vida, que con ella todo se alcança. Si vuestra
merced, señor cauallero, lleua alguna cosa con
que socorrer a estos pobretes, Dios se lo
pagará en el cielo, y nosotros tendremos en la
tierra cuydado de rogar a Dios en nuestras
oraciones por la vida y salud de vuestra
merced, que sea tan larga y tan buena como su
buena presencia merece.''

Este yua en abito de estudiante, y dixo vna
de las guardas que era muy grande hablador y
muy gentil latino.

Tras todos estos venia vn hombre de muy
buen parecer, de edad de treynta años, sino
que al mirar metia el vn ojo en el otro vn poco.
Venia diferentemente atado que los demas,
porque traya vna cadena al pie, tan grande, que
se la liaua por todo el cuerpo, y dos argollas
a la garganta, la vna en la cadena, y la otra
de las que llaman guarda-amigo o pie-de-amigo,
de la qual decendian dos hierros que llegauan
a la cintura, en los quales se asian dos
esposas, donde lleuaua las manos, cerradas con
vn grueso candado, de manera que ni con las
manos podia llegar a la boca, ni podia baxar la
cabeça a llegar a las manos. Preguntó don
Quixote que cómo yua aquel hombre con tantas
prisiones mas que los otros. Respondiole la
guarda: porque tenia aquel solo mas delitos
que todos los otros juntos, y que era tan
atreuido y tan grande vellaco, que aunque le
lleuauan de aquella manera, no yuan seguros del,
sino que temian que se les auia de huyr.

``¿Qué delitos puede tener'', dixo don
Quixote, ``si no han merecido mas pena que
echalle a las galeras?''

``Va por diez años'', replicó la guarda, ``que
es como muerte ceuil. No se quiera saber
mas sino que este buen hombre es el famoso
Gines de Passamonte, que por otro nombre
llaman Ginesillo de Parapilla.''

``Señor comissario'', dixo entonces el galeote,
``vayase poco a poco, y no andemos aora a
deslindar nombres y sobrenombres; Gines me
llamo, y no Ginesillo, y Passamonte es mi
alcurnia, y no Parapilla, como boace dize; y cada
vno se de vna buelta a la redonda, y no hara
poco.''

``Hable con menos tono'', replicó el comissario,
``señor ladron de mas de la marca, si no
quiere que le haga callar, mal que le pese.''

``Bien parece'', respondio el galeote, ``que va
el hombre como Dios es seruido; pero algun
dia sabra alguno si me llamo Ginesillo de
Parapilla o no.''

``Pues ¿no te llaman ansi, embustero?'',
dixo la guarda.

``Si llaman'', respondio Gines; ``mas yo hare
que no me lo llamen, o me las pelaria donde
yo digo entre mis dientes. Señor cauallero, si
tiene algo que darnos, denoslo ya, y vaya con
Dios, que ya enfada con tanto querer saber
vidas agenas; y si la mia quiere saber, sepa que
yo soy Gines de Passamonte, cuya vida esta
escrita por estos pulgares.''

``Dize verdad'', dixo el comissario; ``que el
mesmo ha escrito su historia, que no ay mas,
y dexa empeñado el libro en la carcel en
dozientos reales.''

``Y le pienso quitar'', dixo Gines, ``si quedara
en dozientos ducados.''

``¿Tan bueno es?'', dixo don Quixote.

``Es tan bueno'', respondio Gines, ``que mal
año para Lazarillo de Tormes y para todos
quantos de aquel genero se han escrito o
escriuieren. Lo que le se dezir a boace es que trata
verdades, y que son verdades tan lindas y tan
donosas, que no puede auer mentiras que se
le ygualen.''

``Y ¿cómo se intitula el libro?'', preguntó don
Quixote.

``La vida de Gines de Passamonte'',
respondio el mismo.

``Y ¿está acabado?'', preguntó don Quixote.

``¿Cómo puede estar acabado'', respondio el,
``si aun no está acabada mi vida? Lo que está
escrito es desde mi nacimiento hasta el punto
que esta vltima vez me han echado en galeras.''

``Luego ¿otra vez aueys estado en ellas?'',
dixo don Quixote.

``Para seruir a Dios y al rey, otra vez he
estado quatro años, y ya se a que sabe el
vizcocho y el corbacho'', respondio Gines; ``y no me
pesa mucho de yr a ellas, porque alli tendre
lugar de acabar mi libro; que me quedan
muchas cosas que dezir, y en las galeras de
España ay mas sossiego de aquel que seria
menester, aunque no es menester mucho mas para
lo que yo tengo de escriuir, porque me lo se
de coro.''

``Abil pareces'', dixo don Quixote.

``Y desdichado'', respondio Gines, ``porque
siempre las desdichas persiguen al buen
ingenio.''

``Persiguen a los vellacos'', dixo el comissario.

``Ya le he dicho, señor comissario'',
respondio Passamonte, ``que se vaya poco a poco;
que aquellos señores no le dieron essa vara
para que maltratasse a los pobretes que aqui
vamos, sino para que nos guiasse y lleuasse
adonde su Magestad manda. Si no, ¡por vida
de..., basta!; que podria ser que saliessen algun
dia en la colada las manchas que se hizieron
en la venta; y todo el mundo calle, y viua bien,
y hable mejor, y caminemos, que ya es mucho
regodeo este.''

Alçó la vara en alto el comissario para dar
a Passamonte, en respuesta de sus amenazas,
mas don Quixote se puso en medio y le rogo
que no le maltratasse, pues no era mucho que
quien lleuaua tan atadas las manos tuuiesse
algun tanto suelta la lengua; y, boluiendose a
todos los de la cadena, dixo:

``De todo quanto me aueys dicho, hermanos
carissimos, he sacado en limpio que, aunque os
han castigado por vuestras culpas, las penas
que vays a padecer no os dan mucho gusto, y
que vays a ellas muy de mala gana y muy contra
vuestra voluntad, y que podria ser que el
poco animo que aquel tuuo en el tormento, la
falta de dineros deste, el poco fauor del otro, y,
finalmente, el torcido juyzio del juez, huuiesse
sido causa de vuestra perdicion y de no auer
salido con la justicia que de vuestra parte
teniades. Todo lo qual se me representa a mi aora
en la memoria, de manera que me está diziendo,
persuadiendo y aun forçando, que muestre
con vosotros el efeto para que el cielo me arrojó
al mundo y me hizo professar en el la orden de
caualleria que professo, y el voto que en ella
hize de fauorecer a los menesterosos y opressos
de los mayores. Pero, porque se que vna de
las partes de la prudencia es que lo que se
puede hazer por bien no se haga por mal, quiero
rogar a estos señores guardianes y comissario
sean seruidos de desataros y dexaros yr en paz;
que no faltarán otros que siruan al rey en
mejores ocasiones, porque me parece duro caso
hazer esclauos a los que Dios y naturaleza hizo
libres. Quanto mas, señores guardas'', añadio
don Quixote, ``que estos pobres no han cometido
nada contra vosotros; alla se lo aya cada
vno con su pecado. Dios ay en el cielo, que no
se descuyda de castigar al malo ni de premiar
al bueno, y no es bien que los hombres
honrados sean verdugos de los otros hombres, no
yendoles nada en ello. Pido esto con esta
mansedumbre y sossiego, porque tenga, si lo
cumplis, algo que agradeceros; y quando de grado
no lo hagays, esta lança y esta espada, con el
valor de mi braço, haran que lo hagays por
fuerça.''

``¡Donosa majaderia!'', respondio el comissario.
``¡Bueno está el donayre con que ha salido
a cabo de rato! Los forçados del rey quiere que
le dexemos, como si tuuieramos autoridad para
soltarlos, o el la tuuiera para mandarnoslo.
¡Vayase vuestra merced, señor, norabuena su
camino adelante, y enderecese esse bazin que
trae en la cabeça, y no ande buscando tres pies
al gato!''

``¡Vos soys el gato y el rato y el vellaco!'',
respondio don Quixote. Y, diziendo y haziendo,
arremetio con el tan presto, que, sin que tuuiesse
lugar de ponerse en defensa, dio con el en
el suelo, mal herido de vna lançada; y auinole
bien, que este era el de la escopeta. Las demas
guardas quedaron atonitas y suspensas del no
esperado acontecimiento; pero, boluiendo sobre
si, pusieron mano a sus espadas los de a cauallo,
y los de a pie a sus dardos, y arremetieron
a don Quixote, que con mucho sossiego los
aguardaua; y sin duda lo passara mal si los
galeotes, viendo la ocasion que se les ofrecia de
alcançar libertad, no la procuraran,
procurando romper la cadena donde venian
ensartados. Fue la rebuelta de manera que las
guardas, ya por acudir a los galeotes que se
desatauan, ya por acometer a don Quixote que
los acometia, no hizieron cosa que fuesse de
prouecho. Ayudó Sancho, por su parte, a la
soltura de Gines de Passamonte, que fue el primero
que saltó en la campaña, libre y desembaraçado,
y, arremetiendo al comissario caydo,
le quitó la espada y la escopeta, con la qual,
apuntando al vno y señalando al otro, sin
disparalla jamas, no quedó guarda en todo el
campo, porque se fueron huyendo, assi de la
escopeta de Passamonte como de las muchas
pedradas que los ya sueltos galeotes les tirauan.

Entristeciose mucho Sancho deste sucesso,
porque se le representó que los que yuan
huyendo auian de dar noticia del caso a la
Santa Hermandad, la qual, a campana herida,
saldria a buscar los delinquentes, y assi se lo
dixo a su amo, y le rogo que luego de alli se
partiessen, y se emboscassen en la sierra, que
estaua cerca.

``Bien está esso'', dixo don Quixote; ``pero yo
se lo que aora conuiene que se haga.''

Y llamando a todos los galeotes, que
andauan alborotados y auian despojado al
comissario hasta dexarle en cueros, se le pusieron
todos a la redonda para ver lo que les
mandaua; y assi les dixo:

``De gente bien nacida es agradecer los
beneficios que reciben, y vno de los pecados que
mas a Dios ofende es la ingratitud. Digolo
porque ya aueys visto, señores, con manifiesta
experiencia, el que de mi aueys recebido, en
pago del qual querria, y es mi voluntad, que,
cargados de essa cadena que quité de vuestros
cuellos, luego os pongays en camino y vays a
la ciudad del Toboso, y alli os presenteys ante
la señora Dulzinea del Toboso, y le digays que
su cauallero, el de la Triste Figura, se le embia
a encomendar, y le conteys punto por punto
todos los que ha tenido esta famosa auentura,
hasta poneros en la desseada libertad; y, hecho
esto, os podreys yr donde quisieredes, a la
buena ventura.''

Respondio por todos Gines de Passamonte,
y dixo:

``Lo que vuestra merced nos manda, señor y
libertador nuestro, es impossible de toda
impossibilidad cumplirlo, porque no podemos yr
juntos por los caminos, sino solos y diuididos,
y cada vno, por su parte, procurando meterse
en las entrañas de la tierra por no ser hallado
de la Santa Hermandad, que, sin duda alguna,
ha de salir en nuestra busca. Lo que vuestra
merced puede hazer, y es justo que haga, es
mudar esse seruicio y montazgo de la señora
Dulzinea del Toboso en alguna cantidad de
auemarias y credos, que nosotros diremos por la
intencion de vuestra merced, y esta es cosa que
se podra cumplir de noche y de dia, huyendo
o reposando, en paz o en guerra; pero pensar
que hemos de boluer aora a las ollas de Egypto,
digo, a tomar nuestra cadena, y a ponernos en
camino del Toboso, es pensar que es aora de
noche, que aun no son las diez del dia, y es
pedir a nosotros esso como pedir peras al olmo.''

``Pues, ¡voto a tal'', dixo don Quixote, ya
puesto en colera, ``don hijo de la puta, don
Ginesillo de Paropillo, o como os llamays, que
aueys de yr vos solo, rabo entre piernas, con
toda la cadena a cuestas!''

Passamonte, que no era nada bien sufrido,
estando ya enterado que don Quixote no era muy
cuerdo, pues tal disparate auia acometido
como el de querer darles libertad, viendose
tratar de aquella manera, hizo del ojo a los
compañeros, y, apartandose a parte, començaron a
llouer tantas piedras sobre don Quixote, que
no se daua manos a cubrirse con la rodela, y
el pobre de Rozinante no hazia mas caso de la
espuela que si fuera hecho de bronze. Sancho
se puso tras su asno, y con el se defendia de la
nuue y pedrisco que sobre entrambos llouia.
No se pudo escudar tan bien don Quixote que
no le acertassen no se quantos guijarros en el
cuerpo, con tanta fuerça, que dieron con el en
el suelo; y apenas huuo caydo, quando fue
sobre el el estudiante, y le quitó la vazia de la
cabeça, y diole con ella tres o quatro golpes en
las espaldas y otros tantos en la tierra, con que
la hizo pedaços. Quitaronle vna ropilla que
trahia sobre las armas, y las medias calças le
querian quitar, si las greuas no lo estoruaran.
A Sancho le quitaron el gauan, y dexandole
en pelota, repartiendo entre si los demas
despojos de la batalla, se fueron cada vno por
su parte, con mas cuydado de escaparse de la
Hermandad que temian que de cargarse de la
cadena e yr a presentarse ante la señora
Dulzinea del Toboso.

Solos quedaron jumento y Rozinante, Sancho
y don Quixote; el jumento, cabizbaxo y
pensatiuo, sacudiendo de quando en quando
las orejas, pensando que aun no auia cessado
la borrasca de las piedras que le perseguian
los oydos; Rozinante, tendido junto a su amo,
que tambien vino al suelo de otra pedrada;
Sancho en pelota y temeroso de la Santa
Hermandad; don Quixote, mohinissimo de verse
tan mal parado por los mismos a quien tanto
bien auia hecho.


## <e023>
# chapter  23 XXIII
# unit N chapternum
Capitulo XXIII
# unit T title
De lo que le acontecio al famoso don Quixote
en Sierra Morena, que fue vna de las mas
raras auenturas que en esta verdadera
historia se cuentan.
# unit P text
Viendose tan mal parado don Quixote, dixo
a su escudero:

``Siempre, Sancho, lo he oydo dezir: que el
hazer bien a villanos es echar agua en la mar.
Si yo huuiera creydo lo que me dixiste, yo
huuiera escusado esta pesadumbre; pero ya
está hecho; paciencia, y escarmentar para desde
aqui adelante.''

``Assi escarmentará vuestra merced'', respondio
Sancho, ``como yo soy turco; pero, pues
dize que si me huuiera creydo se huuiera
escusado este daño, creame aora y escusará otro
mayor, porque le hago saber que con la Santa
Hermandad no ay vsar de cauallerias; que no
se le da a ella por quantos caualleros andantes
ay dos marauedis, y sepa que ya me parece
que sus saetas me zumban por los oydos.''

``Naturalmente eres couarde, Sancho'', dixo
don Quixote; ``pero porque no digas que soy
contumaz y que jamas hago lo que me aconsejas,
por esta vez quiero tomar tu consejo y
apartarme de la furia que tanto temes; mas ha
de ser con vna condicion: que jamas, en vida
ni en muerte, has de dezir a nadie que yo me
retiré y aparté deste peligro de miedo, sino por
complazer a tus ruegos; que si otra cosa dixeres,
mentiras en ello, y desde aora para entonces,
y desde entonces para aora, te desmiento,
y digo que mientes y mentiras todas las vezes
que lo pensares o lo dixeres. Y no me repliques
mas; que en solo pensar que me aparto y retiro
de algun peligro, especialmente deste que
parece que lleua algun es, no es, de sombra de
miedo, estoy ya para quedarme, y para aguardar
aqui solo, no solamente a la Santa Hermandad
que dizes y temes, sino a los hermanos
de los doze Tribus de Israel, y a los siete
Macabeos, y a Castor y a Polux, y aun a
todos los hermanos y hermandades que ay en
el mundo.''

``Señor'', respondio Sancho, ``que el retirar
no es huyr, ni el esperar es cordura, quando el
peligro sobrepuja a la esperança; y de sabios
es guardarse hoy para mañana, y no auenturarse
todo en vn dia. Y sepa que, aunque çafio
y villano, todauia se me alcança algo desto que
llaman buen gouierno; assi que no se arrepienta
de auer tomado mi consejo, sino suba en Rozinante
si puede, o si no, yo le ayudaré, y sigame,
que el caletre me dize que hemos menester
aora mas los pies que las manos.''

Subio don Quixote sin replicarle mas palabra,
y, guiando Sancho sobre su asno, se entraron
por vna parte de Sierra Morena, que alli
junto estaua, lleuando Sancho intencion de
atrauessarla toda, e yr a salir al Viso, o a
Almodouar del Campo, y esconderse algunos dias
por aquellas asperezas, por no ser hallados si
la Hermandad los buscasse. Animole a esto
auer visto que de la refriega de los galeotes se
auia escapado libre la despensa que sobre su
asno venia, cosa que la juzgó a milagro, segun
fue lo que lleuaron y buscaron los galeotes.

Assi como don Quixote entró por aquellas
montañas, se le alegró el coraçon, pareciendole
aquellos lugares acomodados para las auenturas
que buscaua. Reduziansele a la memoria
los marauillosos acaecimientos que en semejantes
soledades y asperezas auian sucedido a
caualleros andantes. Yua pensando en estas
cosas, tan embeuecido y trasportado en ellas,
que de ninguna otra se acordaua. Ni Sancho
lleuaua otro cuydado, despues que le parecio
que caminaua por parte segura, sino de satisfazer
su estomago con los relieues que del despojo
clerical auian quedado, y assi, yua tras su
amo sentado a la mugeriega sobre su
jumento, sacando de vn costal y embaulando
en su pança, y no se le diera por hallar otra
ventura, entretanto que yua de aquella
manera, vn ardite.

En esto alçó los ojos y vio que su amo
estaua parado, procurando con la punta del lançon
alçar no se que bulto que estaua caydo en el
suelo, por lo qual se dio priessa a llegar a
ayudarle, si fuesse menester; y quando llegó
fue a tiempo que alçaua con la punta del
lançon vn coxin y vna maleta asida a el, medio
podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas
pesaua tanto, que fue necessario que Sancho
se apeasse a tomarlos, y mandole su amo
que viesse lo que en la maleta venia.

Hizolo con mucha presteza Sancho, y aunque
la maleta venia cerrada con vna cadena y su
candado, por lo roto y podrido della vio lo que
en ella auia, que eran quatro camisas de
delgada olanda, y otras cosas de lienço no menos
curiosas que limpias, y en vn pañizuelo halló
vn buen montonzillo de escudos de oro, y assi
como los vio dixo:

``¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha
deparado vna auentura que sea de prouecho!''

Y, buscando mas, halló vn librillo de memoria
ricamente guarnecido. Este le pidio don
Quixote, y mandole que guardasse el dinero y lo
tomasse para el. Besole las manos Sancho por
la merced, y, desbalijando a la balija de su
lenceria, la puso en el costal de la despensa. Todo
lo qual visto por don Quixote, dixo:

``Pareceme, Sancho, y no es possible que sea
otra cosa, que algun caminante descaminado
deuio de passar por esta sierra, y, salteandole
malandrines, le deuieron de matar y le truxeron
a enterrar en esta tan escondida parte.''

``No puede ser esso'', respondio Sancho,
``porque si fueran ladrones, no se dexaran aqui
este dinero.''

``Verdad dizes'', dixo don Quixote, ``y assi, no
adiuino ni doy en lo que esto pueda ser; mas
esperate, veremos si en este librillo de memoria
ay alguna cosa escrita por donde podamos
rastrear y venir en conocimiento de lo que
desseamos.''

Abriole, y lo primero que halló en el, escrito
como en borrador, aunque de muy buena letra,
fue vn soneto, que, leyendole alto, porque
Sancho tambien lo oyesse, vio que dezia desta
manera:

# unit Q spanishverse
O le falta al Amor conocimiento, ÷
o le sobra crueldad, o no es mi pena ÷
igual a la ocasion que me condena ÷
al genero mas duro de tormento.

Pero si Amor es dios, es argumento ÷
que nada ignora, y es razon muy buena ÷
que vn dios no sea cruel; pues ¿quién ordena ÷
el terrible dolor que adoro y siento?

Si digo que soys vos, Fili, no acierto, ÷
que tanto mal en tanto bien no cabe, ÷
ni me viene del cielo esta ruyna.

Presto aure de morir, que es lo mas cierto; ÷
que al mal de quien la causa no se sabe ÷
milagro es acertar la medicina. ÷
# unit P text

``Por essa troba'', dixo Sancho, ``no se puede
saber nada, si ya no es que por esse hilo que
está ahi se saque el ouillo de todo.''

``¿Qué hilo está aqui?'', dixo don Quixote.

``Pareceme'', dixo Sancho, ``que vuestra
merced nombró ahi Hilo.''

``No dixe sino Fili'', respondio don Quixote,
``y este, sin duda, es el nombre de la dama de
quien se quexa el autor deste soneto; y a fe
que deue de ser razonable poeta, o yo se poco
del arte.''

``Luego ¿tambien'', dixo Sancho, ``se le
entiende a vuestra merced de trobas?''

``Y mas de lo que tu piensas'', respondio don
Quixote, ``y veraslo quando lleues vna carta,
escrita en verso de arriba abaxo, a mi señora
Dulzinea del Toboso; porque quiero que sepas,
Sancho, que todos o los mas caualleros andantes
de la edad passada eran grandes trobadores
y grandes musicos; que estas dos abilidades,
o gracias, por mejor dezir, son anexas a
los enamorados andantes. Verdad es que las
coplas de los passados caualleros tienen mas
de espiritu que de primor.''

``Lea mas vuestra merced'', dixo Sancho;
``que ya hallará algo que nos satisfaga.''

Boluio la hoja don Quixote, y dixo:

``Esto es prosa, y parece carta.''

``¿Carta missiua, señor?'', preguntó Sancho.

``En el principio no parece sino de amores'',
respondio don Quixote.

``Pues lea vuestra merced alto'', dixo Sancho,
``que gusto mucho destas cosas de amores.''

``Que me plaze'', dixo don Quixote.

Y leyendola alto, como Sancho se lo auia
rogado, vio que dezia desta manera:

``Tu falsa promessa y mi cierta desuentura
me lleuan a parte donde antes bolueran a tus
oydos las nueuas de mi muerte que las razones
de mis quexas. Desechasteme, ¡o ingrata!,
por quien tiene mas, no por quien vale mas
que yo; mas si la virtud fuera riqueza que se
estimara, no embidiara yo dichas agenas, ni
llorara desdichas propias. Lo que leuantó tu
hermosura han derribado tus obras: por ella
entendi que eras angel, y por ellas conozco que
eres muger. Quedate en paz, causadora de mi
guerra, y haga el cielo que los engaños de tu
esposo esten siempre encubiertos, porque tu no
quedes arrepentida de lo que heziste y yo no
tome vengança de lo que no desseo.''

Acabando de leer la carta, dixo don
Quixote:

``Menos por esta que por los versos se puede
sacar mas de que quien la escriuio es algun
desdeñado amante.''

Y, hojeando casi todo el librillo, halló otros
versos y cartas, que algunos pudo leer y otros
no; pero lo que todos contenian eran quexas,
lamentos, desconfianças, sabores y sinsabores,
fauores y desdenes, solenizados los vnos y
llorados los otros.

En tanto que don Quixote passaua el libro,
passaua Sancho la maleta, sin dexar rincon en
toda ella, ni en el coxin, que no buscasse,
escudriñasse e inquiriesse, ni costura que no
deshiziesse, ni vedixa de lana que no escarmenasse,
porque no se quedasse nada por diligencia ni
mal recado: tal golosina auian despertado en el
los hallados escudos, que passauan de ciento.
Y aunque no halló mas de lo hallado, dio por
bien empleados los buelos de la manta, el vomitar
del breuaje, las bendiciones de las estacas,
las puñadas del harriero, la falta de las
alforjas, el robo del gauan, y toda la hambre,
sed y cansancio que auia passado en seruicio
de su buen señor, pareciendole que estaua
mas que rebien pagado con la merced
recebida de la entrega del hallazgo.

Con gran desseo quedó el Cauallero de la
Triste Figura de saber quien fuesse el dueño
de la maleta, conjeturando por el soneto y
carta, por el dinero en oro y por las tan
buenas camisas, que deuia de ser de algun
principal enamorado, a quien desdenes y malos
tratamientos de su dama deuian de auer
conduzido a algun desesperado termino. Pero como
por aquel lugar inhabitable y escabroso no
parecia persona alguna de quien poder informarse,
no se curó de mas que de passar adelante,
sin lleuar otro camino que aquel que
Rozinante queria, que era por donde el podia
caminar, siempre con imaginacion que no podia
faltar por aquellas malezas alguna estraña
auentura.

Yendo, pues, con este pensamiento, vio que
por cima de vna montañuela que delante de
los ojos se le ofrecia, yua saltando vn hombre
de risco en risco y de mata en mata con estraña
ligereza. Figurosele que yua desnudo, la barba
negra y espessa, los cabellos muchos y rabultados,
los pies descalços y las piernas sin cosa
alguna; los muslos cubrian vnos calçones, al
parecer, de terciopelo leonado, mas tan hechos
pedaços, que por muchas partes se le descubrian
las carnes. Traia la cabeça descubierta,
y, aunque passó con la ligereza que se ha dicho,
todas estas menudencias miró y notó el Cauallero
de la Triste Figura; y, aunque lo procuró,
no pudo seguille, porque no era dado a la
debilidad de Rozinante andar por aquellas
asperezas, y mas siendo el de suyo pisacorto y
flematico. Luego imaginó don Quixote que
aquel era el dueño del coxin y de la maleta,
y propuso en si de buscalle, aunque supiesse
andar vn año por aquellas montañas hasta
hallarle; y assi, mandó a Sancho que se apeasse
del asno y atajasse por la vna parte de
la montaña, que el yria por la otra, y podria
ser que topassen, con esta diligencia, con aquel
hombre que con tanta priessa se les auia
quitado de delante.

``No podre hazer esso'', respondio Sancho,
``porque en apartandome de vuestra merced,
luego es conmigo el miedo, que me assalta
con mil generos de sobresaltos y visiones. Y
siruale esto que digo de auiso, para que de
aqui adelante no me aparte vn dedo de su
presencia.''

``Assi sera'', dixo el de la triste Figura, ``y
yo estoy muy contento de que te quieras valer
de mi animo, el qual no te ha de faltar, aunque
te falte el anima del cuerpo; y vente aora tras
mi poco a poco, o como pudieres, y haz de los
ojos lanternas; rodearemos esta serrezuela,
quiça toparemos con aquel hombre que vimos, el
qual, sin duda alguna, no es otro que el dueño
de nuestro hallazgo.''

A lo que Sancho respondio:

``Harto mejor seria no buscalle, porque si
le hallamos y acaso fuesse el dueño del dinero,
claro está que lo tengo de restituyr, y assi, fuera
mejor, sin hazer esta inutil diligencia, posseerlo
yo con buena fe, hasta que por otra via menos
curiosa y diligente pareciera su verdadero
señor, y quiça fuera a tiempo que lo huuiera
gastado, y entonces el rey me hazia franco.''

``Engañaste en esso, Sancho'', respondio don
Quixote; ``que ya que hemos caydo en sospecha
de quien es el dueño, quasi delante,
estamos obligados a buscarle y boluerselos; y,
quando no le buscassemos, la vehemente
sospecha que tenemos de que el lo sea nos pone
ya en tanta culpa como si lo fuesse. Assi que,
Sancho amigo, no te de pena el buscalle, por
la que a mi se me quitará si le hallo.''

Y assi, picó a Rozinante, y siguiole Sancho
con su acostumbrado jumento. Y, auiendo
rodeado parte de la montaña, hallaron en
vn arroyo cayda, muerta y medio comida de
perros, y picada de grajos, vna mula ensillada
y enfrenada. Todo lo qual confirmó en ellos
mas la sospecha de que aquel que huia era
el dueño de la mula y del coxin. Estandola
mirando, oyeron vn siluo como de pastor que
guardaua ganado; y a deshora, a su siniestra
mano, parecieron vna buena cantidad de cabras,
y tras ellas, por cima de la montaña, parecio
el cabrero que las guardaua, que era vn
hombre anciano. Diole vozes don Quixote, y
rogole que baxasse donde estauan. El respondio
a gritos que quién les auia traydo por aquel
lugar, pocas o ningunas vezes pisado sino de
pies de cabras, o de lobos y otras fieras que
por alli andauan. Respondiole Sancho que
baxasse, que de todo le darian buena cuenta.
Baxó el cabrero, y, en llegando adonde don
Quixote estaua, dixo:

``Apostaré que está mirando la mula de alquiler
que está muerta en essa hondonada; pues a
buena fe que ha ya seys meses que está en
esse lugar. Diganme, ¿han topado por ahi a su
dueño?''

``No hemos topado a nadie'', respondio don
Quixote, ``sino a vn coxin y a vna maletilla que
no lexos deste lugar hallamos.''

``Tambien la hallé yo'', respondio el cabrero;
``mas nunca la quise alçar ni llegar a ella,
temeroso de algun desman, y de que no me la
pidiessen por de hurto; que es el diablo sotil,
y debaxo de los pies se leuanta allombre
cosa donde tropiece y caya, sin saber cómo ni
cómo no.''

``Esso mesmo es lo que yo digo'', respondio
Sancho; ``que tambien la hallé yo, y no quise
llegar a ella con vn tiro de piedra; alli la
dexé, y alli se queda como se estaua, que no
quiero perro con cencerro.''

``Dezidme, buen hombre'', dixo don Quixote,
``¿sabeys vos quién sea el dueño destas
prendas?''

``Lo que sabre yo dezir'', dixo el cabrero, ``es
que aura al pie de seys meses, poco mas a
menos, que llegó a vna majada de pastores,
que estara como tres leguas deste lugar, vn
mancebo de gentil talle y apostura, cauallero
sobre essa mesma mula que ahi está muerta,
y con el mesmo coxin y maleta que dezis
que hallastes y no tocastes. Preguntonos que
quál parte desta sierra era la mas aspera y
escondida. Diximosle que era esta donde aora
estamos, y es ansi la verdad, porque si entrays
media legua mas adentro, quiça no acertareys
a salir; y estoy marauillado de cómo aueys
podido llegar aqui, porque no ay camino ni
senda que a este lugar encamine.

''Digo, pues, que en oyendo nuestra respuesta
el mancebo, boluio las riendas y encaminó
hazia el lugar donde le señalamos, dexandonos
a todos contentos de su buen talle, y
admirados de su demanda y de la priessa con
que le viamos caminar y boluerse hazia la sierra;
y desde entonces nunca mas le vimos, hasta
que desde alli a algunos dias salio al camino
a vno de nuestros pastores, y, sin dezille nada,
se llegó a el y le dio muchas puñadas y
cozes, y luego se fue a la borrica del hato y le
quitó quanto pan y quesso en ella trahia, y con
estraña ligereza, hecho esto, se boluio a
emboscar en la sierra. Como esto supimos
algunos cabreros, le anduuimos a buscar casi
dos dias por lo mas cerrado desta sierra, al
cabo de los quales le hallamos metido en el
hueco de vn grueso y valiente alcornoque.
Salio a nosotros con mucha mansedumbre, ya roto
el vestido, y el rostro disfigurado y tostado
del sol, de tal suerte, que apenas le conociamos,
sino que los vestidos, aunque rotos, con
la noticia que dellos teniamos, nos dieron a
entender que era el que buscauamos.

''Saludonos cortesmente, y en pocas y muy
buenas razones nos dixo que no nos marauillassemos
de verle andar de aquella suerte, porque
assi le conuenia para cumplir cierta penitencia
que por sus muchos pecados le auia sido
impuesta. Rogamosle que nos dixesse quién era;
mas nunca lo pudimos acabar con el. Pedimosle
tambien que quando huuiesse menester el sustento,
sin el qual no podia passar, nos dixesse
donde le hallariamos, porque con mucho amor
y cuydado se lo lleuariamos; y que si esto tampoco
fuesse de su gusto, que, a lo menos, saliesse
a pedirlo, y no a quitarlo, a los pastores.
Agradecio nuestro ofrecimiento, pidio perdon
de los assaltos passados, y ofrecio de pedillo
de alli adelante por amor de Dios, sin dar
molestia alguna a nadie. En quanto lo que
tocaua a la estancia de su habitacion, dixo que no
tenia otra, que aquella que le ofrecia la
ocasion donde le tomaua la noche, y acabó su
platica con vn tan tierno llanto, que bien
fueramos de piedra los que escuchado le auiamos si
en el no le acompañaramos, considerandole
como le auiamos visto la vez primera, y qual
le veiamos entonces. Porque, como tengo dicho,
era vn muy gentil y agraciado mancebo, y en
sus corteses y concertadas razones mostraua ser
bien nacido y muy cortesana persona; que,
puesto que eramos rusticos los que le
escuchauamos, su gentileza era tanta, que bastaua
a darse a conocer a la mesma rusticidad.

''Y estando en lo mejor de su platica, paró y
enmudeciose; clauó los ojos en el suelo por vn
buen espacio, en el qual todos estuuimos
quedos y suspensos, esperando en qué auia de
parar aquel enuelesamiento, con no poca lastima
de verlo, porque por lo que hazia de abrir
los ojos, estar fixo mirando al suelo sin mouer
pestaña gran rato, y otras vezes cerrarlos
apretando los labios y enarcando las cejas,
facilmente conocimos que algun accidente de locura
le auia sobreuenido. Mas el nos dio a entender
presto ser verdad lo que pensauamos, porque
se leuantó con gran furia del suelo donde se
auia echado, y arremetio con el primero que
halló junto a si, con tal denuedo y rabia, que,
si no se le quitaramos, le matara a puñadas y
a bocados; y todo esto hazia diziendo: «¡A,
fementido Fernando!; ¡aqui, aqui me pagarás la
sinrazon que me heziste! Estas manos te
sacarán el coraçon donde aluergan y tienen
manida todas las maldades juntas, principalmente
la fraude y el engaño.» Y a estas añadia
otras razones, que todas se encaminauan a
dezir mal de aquel Fernando, y a tacharle de
traydor y fementido.

''Quitamossele, pues, con no poca pesadumbre,
y el, sin dezir mas palabra, se apartó
de nosotros y se emboscó corriendo por entre
estos xarales y malezas, de modo, que nos
impossibilitó el seguille. Por esto conjeturamos
que la locura le venia a tiempos, y que
alguno que se llamaua Fernando le deuia
de auer hecho alguna mala obra, tan pesada
quanto lo mostraua el termino a que le auia
conduzido. Todo lo qual se ha confirmado
despues aca con las vezes, que han sido muchas,
que el ha salido al camino, vnas a pedir a los
pastores le den de lo que lleuan para comer, y
otras a quitarselo por fuerça; porque quando
está con el accidente de la locura, aunque los
pastores se lo ofrezcan de buen grado, no lo
admite, sino que lo toma a puñadas; y quando
está en su seso, lo pide por amor de Dios,
cortes y comedidamente, y rinde por ello muchas
gracias, y no con falta de lagrimas. Y en
verdad os digo, señores -- prosiguio el
cabrero --, que ayer determinamos yo y quatro
zagales, los dos criados y los dos amigos mios,
de buscarle hasta tanto que le hallemos; y
despues de hallado, ya por fuerça, ya por grado,
le hemos de lleuar a la villa de Almodouar,
que está de aqui ocho leguas, y alli le
curaremos, si es que su mal tiene cura, o sabremos
quién es quando esté en su seso, y si tiene
parientes a quien dar noticia de su desgracia.
Esto es, señores, lo que sabre deziros de lo que
me aueys preguntado, y entended que el dueño
de las prendas que hallastes es el mesmo
que vistes passar con tanta ligereza como
desnudez'' --; que ya le auia dicho don Quixote
como auia visto passar aquel hombre saltando
por la sierra.

El qual quedó admirado de lo que al cabrero
auia oydo, y quedó con mas desseo de saber
quién era el desdichado loco, y propuso en si
lo mesmo que ya tenia pensado: de buscalle
por toda la montaña, sin dexar rincon ni cueua
en ella que no mirasse, hasta hallarle. Pero
hizolo mejor la suerte de lo que el pensaua ni
esperaua, porque en aquel mesmo instante
parecio por entre vna quebrada de vna sierra,
que salia donde ellos estauan, el mancebo que
buscaua, el qual venia hablando entre si cosas
que no podian ser entendidas de cerca, quanto
mas de lexos. Su trage era qual se ha pintado,
solo que, llegando cerca, vio don Quixote que
vn coleto hecho pedaços que sobre si trahia,
era de ambar, por donde acabó de entender
que persona que tales habitos trahia no deuia
de ser de infima calidad.

En llegando el mancebo a ellos, les saludo
con vna voz desentonada y bronca, pero
con mucha cortesia. Don Quixote le boluio las
saludes con no menos comedimiento, y, apeandose
de Rozinante, con gentil continente y donayre
le fue a abraçar, y le tuuo vn buen espacio
estrechamente entre sus braços, como si de
luengos tiempos le huuiera conocido. El otro, a
quien podemos llamar el Roto de la Mala
Figura, como a don Quixote el de la Triste,
despues de auerse dexado abraçar, le apartó vn
poco de si, y, puestas sus manos en los ombros
de don Quixote, le estuuo mirando como que
queria ver si le conocia; no menos admirado
quiça de ver la figura, talle y armas de don
Quixote, que don Quixote lo estaua de verle a
el. En resolucion, el primero que habló despues
del abraçamiento fue el Roto, y dixo lo que se
dira adelante.


## <e024>
# chapter  24 XXIV
# unit N chapternum
Capitulo XXIV
# unit T title
Donde se prosigue la auentura de la Sierra
Morena.
# unit P text
Dize la historia que era grandissima la
atencion con que don Quixote escuchaua al astroso
cauallero de la Sierra, el qual, prosiguiendo su
platica, dixo:

``Por cierto, señor, quien quiera que seays,
que yo no os conozco, yo os agradezco las
muestras y la cortesia que conmigo aueys vsado,
y quisiera yo hallarme en terminos que, con
mas que la voluntad, pudiera seruir la que
aueys mostrado tenerme en el buen acogimiento
que me aueys hecho; mas no quiere mi suerte
darme otra cosa con que corresponda a las
buenas obras que me hazen, que buenos
desseos de satisfazerlas.''

``Los que yo tengo'', respondio don Quixote,
``son de seruiros; tanto, que tenia determinado
de no salir destas sierras hasta hallaros y saber
de vos si el dolor que en la estrañeza de
vuestra vida mostrays tener, se podia hallar
algun genero de remedio, y, si fuera menester
buscarle, buscarle con la diligencia possible.
Y quando vuestra desuentura fuera de aquellas
que tienen cerradas las puertas a todo genero
de consuelo, pensaua ayudaros a llorarla y
plañirla como mejor pudiera; que todauia es
consuelo en las desgracias hallar quien se
duela dellas. Y si es que mi buen intento merece
ser agradecido con algun genero de cortesia,
yo os suplico, señor, por la mucha que veo que
en vos se encierra, y juntamente os conjuro
por la cosa que en esta vida mas aueys amado
o amays, que me digays quién soys y la causa
que os ha traydo a viuir y a morir entre estas
soledades como bruto animal, pues morays
entre ellos tan ageno de vos mismo, qual lo
muestra vuestro trage y persona. Y juro -- añadio
don Quixote --, por la orden de caualleria
que recebi, aunque indigno y pecador, y por la
profession de cauallero andante, que si en
esto, señor, me complazeys, de seruiros con las
veras a que me obliga el ser quien soy, ora
remediando vuestra desgracia, si tiene remedio,
ora ayudandoos a llorarla, como os lo he
prometido.''

El Cauallero del Bosque, que de tal manera
oyo hablar al de la Triste Figura, no hazia sino
mirarle y remirarle, y tornarle a mirar de arriba
a baxo, y despues que le huuo bien mirado,
le dixo:

``Si tienen algo que darme a comer, por amor
de Dios que me lo den; que despues de auer
comido, yo hare todo lo que se me manda, en
agradecimiento de tan buenos desseos como
aqui se me han mostrado.''

Luego sacaron, Sancho de su costal y el cabrero
de su çurron, con que satisfizo el Roto su
hambre, comiendo lo que le dieron como persona
atontada, tan apriessa, que no daua espacio
de vn bocado al otro, pues antes los engullia
que tragaua; y en tanto que comia, ni el ni
los que le mirauan hablauan palabra. Como
acabó de comer, les hizo de señas que le
siguiessen, como lo hizieron, y el los lleuó a vn
verde pradezillo que a la buelta de vna peña
poco desuiada de alli estaua. En llegando a el,
se tendio en el suelo encima de la yerua, y los
demas hizieron lo mismo; y todo esto sin que
ninguno hablasse, hasta que el Roto, despues
de auerse acomodado en su assiento, dixo:

``Si gustays, señores, que os diga en breues
razones la inmensidad de mis desuenturas,
aueysme de prometer de que con ninguna pregunta
ni otra cosa no interrompereys el hilo de
mi triste historia, porque en el punto que lo
hagays, en esse se quedará lo que fuere
contando.''

Estas razones del Roto truxeron a la memoria
a don Quixote el cuento que le auia contado
su escudero, quando no acerto el numero
de las cabras que auian passado el rio, y se
quedó la historia pendiente. Pero boluiendo al
Roto, prosiguio diziendo:

``Esta preuencion que hago es porque querria
passar breuemente por el cuento de mis
desgracias; que el traerlas a la memoria no me
sirue de otra cosa que añadir otras de nueuo,
y mientras menos me preguntaredes, mas presto
acabaré yo de dezillas, puesto que no dexaré
por contar cosa alguna que sea de importancia
para no satisfazer del todo a vuestro
desseo.''

Don Quixote se lo prometio en nombre de
los demas, y el, con este seguro, començo desta
manera:

``Mi nombre es Cardenio, mi patria vna ciudad
de las mejores desta Andaluzia, mi linage
noble, mis padres ricos, mi desuentura tanta,
que la deuen de auer llorado mis padres y sentido
mi linage, sin poderla aliuiar con su riqueza,
que, para remediar desdichas del cielo, poco
suelen valer los bienes de fortuna. Viuia en
esta mesma tierra vn cielo, donde puso el
amor toda la gloria que yo acertara a dessearme.
Tal es la hermosura de Luscinda, donzella
tan noble y tan rica como yo, pero de mas
ventura, y de menos firmeza de la que a mis
honrados pensamientos se deuia. A esta Luscinda
amé, quise y adoré desde mis tiernos y primeros
años, y ella me quiso a mi con aquella senzillez
y buen animo que su poca edad permitia.
Sabian nuestros padres nuestros intentos, y
no les pesaua dello, porque bien vehian que,
quando passaran adelante, no podian tener
otro fin que el de casarnos, cosa que casi la
concertaua la ygualdad de nuestro linage y
riquezas. Crecio la edad y con ella el amor de
entrambos, que al padre de Luscinda le
parecio que por buenos respetos estaua obligado
a negarme la entrada de su casa; casi imitando
en esto a los padres de aquella Tisbe tan
decantada de los poetas. Y fue esta negacion
añadir llama a llama y desseo a desseo, porque,
aunque pusieron silencio a las lenguas, no
le pudieron poner a las plumas, las quales, con
mas libertad que las lenguas, suelen dar a
entender a quien quieren lo que en el alma esta
encerrado: que muchas vezes la presencia de
la cosa amada turba y enmudece la intencion
mas determinada y la lengua mas atreuida. ¡Ay,
cielos, y quántos villetes le escriui! ¡Quán
regaladas y honestas respuestas tuue! ¡Quántas
canciones compuse y quántos enamorados versos,
donde el alma declaraua y trasladaua sus
sentimientos, pintaua sus encendidos desseos,
entretenia sus memorias y recreaua su voluntad!
En efeto, viendome apurado, y que mi alma
se consumia con el desseo de verla, determiné
poner por obra y acabar en vn punto lo que
me parecio que mas conuenia para salir con
mi desseado y merecido premio, y fue el
pedirsela a su padre por legitima esposa, como lo
hize. A lo que el me respondio que me agradecia
la voluntad que mostraua de honralle
y de querer honrarme con prendas suyas, pero
que siendo mi padre viuo, a el tocaua de justo
derecho hazer aquella demanda, porque, si no,
fuesse con mucha voluntad y gusto suyo, no
era Luscinda muger para tomarse ni darse
a hurto.

''Yo le agradeci su buen intento, pareciendome
que lleuaua razon en lo que dezia, y que
mi padre vendria en ello como yo se lo dixesse.
Y con este intento, luego, en aquel mismo
instante, fuy a dezirle a mi padre lo que
desseaua, y al tiempo que entré en vn aposento
donde estaua, le hallé con vna carta abierta en
la mano, la qual, antes que yo le dixesse palabra,
me la dio, y me dixo: «Por essa carta veras,
Cardenio, la voluntad que el duque Ricardo
tiene de hazerte merced.» Este duque Ricardo,
como ya vosotros, señores, deueys de saber,
es vn grande de España que tiene su estado
en lo mejor desta Andaluzia. Tomé y ley
la carta, la qual venia tan encarecida, que a mi
mesmo me parecio mal si mi padre dexaua de
cumplir lo que en ella se le pedia, que era que
me embiasse luego donde el estaua; que queria
que fuesse compañero, no criado, de su hijo
el mayor, y que el tomaua a cargo el ponerme
en estado que correspondiesse a la estimacion
en que me tenia. Ley la carta, y enmudeci
leyendola, y mas quando ohi que mi padre me
dezia: «De aqui a dos dias te partiras,
Cardenio, a hazer la voluntad del duque, y da
gracias a Dios que te va abriendo camino por
donde alcances lo que yo se que mereces.»
Añadio a estas otras razones de padre
consejero.

''Llegose el termino de mi partida, hablé vna
noche a Luscinda, dixele todo lo que passaua,
y lo mesmo hize a su padre, suplicandole
se entretuuiesse algunos dias y dilatasse el
darle estado hasta que yo viesse lo que
Ricardo me queria. El me lo prometio, y ella me
lo confirmó con mil juramentos y mil
desmayos. Vine, en fin, donde el duque Ricardo
estaua, fuy del tan bien recebido y tratado, que
desde luego començo la embidia a hazer su
oficio, teniendomela los criados antiguos,
pareciendoles que las muestras que el duque daua
de hazerme merced auian de ser en perjuyzio
suyo. Pero el que mas se holgo con mi yda
fue vn hijo segundo del duque, llamado
Fernando, moço gallardo, gentil hombre, liberal
y enamorado, el qual en poco tiempo quiso
que fuesse tan su amigo, que daua que dezir
a todos; y aunque el mayor me queria bien y
me hazia merced, no llegó al estremo con que
don Fernando me queria y trataua.

''Es, pues, el caso, que, como entre los
amigos no ay cosa secreta que no se comunique,
y la priuança que yo tenia con don Fernando
dexaua de serlo por ser amistad, todos sus
pensamientos me declaraua, especialmente
vno enamorado que le trahia con vn poco de
desassossiego. Queria bien a vna labradora,
vassalla de su padre, y ella los tenia muy
ricos, y era tan hermosa, recatada, discreta y
honesta, que nadie que la conocia se
determinaua en quál destas cosas tuuiesse mas
excelencia, ni mas se auentajasse. Estas tan
buenas partes de la hermosa labradora reduxeron
a tal termino los desseos de don Fernando,
que se determinó, para poder alcançarlo y
conquistar la entereza de la labradora, darle
palabra de ser su esposo, porque de otra
manera era procurar lo impossible. Yo, obligado
de su amistad, con las mejores razones que
supe y con los mas viuos exemplos que pude,
procuré estoruarle y apartarle de tal proposito.
Pero viendo que no aprouechaua, determiné
de dezirle el caso al duque Ricardo, su padre.
Mas don Fernando, como astuto y discreto, se
rezeló y temio desto, por parecerle que estaua
yo obligado, en vez de buen criado, a no
tener encubierta cosa que tan en perjuyzio de
la honra de mi señor el duque venia; y assi, por
diuertirme y engañarme, me dixo que no
hallaua otro mejor remedio para poder apartar
de la memoria la hermosura que tan sugeto le
tenia, que el ausentarse por algunos meses, y
que queria que el ausencia fuesse que los
dos nos viniessemos en casa de mi padre, con
ocasion que darian al duque, que venia a
ver y a feriar vnos muy buenos cauallos que en
mi ciudad auia, que es madre de los mejores
del mundo.

''Apenas le ohi yo dezir esto, quando, mouido
de mi aficion, aunque su determinacion no
fuera tan buena, la aprouara yo por vna de las
mas acertadas que se podian imaginar, por
ver quán buena ocasion y coyuntura se me
ofrecia de boluer a ver a mi Luscinda. Con
este pensamiento y desseo aproue su parecer
y esforce su proposito, diziendole que lo
pusiesse por obra con la breuedad possible,
porque, en efeto, la ausencia hazia su oficio a
pesar de los mas firmes pensamientos. Ya,
quando el me vino a dezir esto, segun despues
se supo, auia gozado a la labradora, con titulo
de esposo, y esperaua ocasion de descubrirse
a su saluo, temeroso de lo que el duque, su
padre, haria quando supiesse su disparate.

''Sucedio, pues, que, como el amor en los
moços por la mayor parte no lo es, sino
apetito, el qual, como tiene por vltimo fin el
deleyte, en llegando a alcançarle se acaba, y ha
de boluer atras aquello que parecia amor,
porque no puede passar adelante del termino que
le puso naturaleza, el qual termino no le puso a
lo que es verdadero amor...; quiero dezir, que
assi como don Fernando gozó a la labradora,
se le aplacaron sus desseos y se resfriaron sus
ahincos, y si primero fingia quererse ausentar
por remediarlos, aora de veras procuraua yrse
por no ponerlos en execucion. Diole el duque
licencia, y mandome que le acompañasse.
Venimos a mi ciudad, recibiole mi padre como
quien era. Vi yo luego a Luscinda, tornaron a
viuir, aunque no auian estado muertos ni
amortiguados, mis desseos, de los quales di
cuenta, por mi mal, a don Fernando, por
parecerme que, en la ley de la mucha amistad que
mostraua, no le deuia encubrir nada. Alabele
la hermosura, donayre y discrecion de Luscinda
de tal manera, que mis alabanças mouieron
en el los desseos de querer ver donzella
de tantas buenas partes adornada. Cumpliselos
yo, por mi corta suerte, enseñandosela
vna noche, a la luz de vna vela, por vna ventana
por donde los dos soliamos hablarnos. Viola
en sayo, tal, que todas las bellezas hasta
entonces por el vistas las puso en oluido.
Enmudecio, perdio el sentido, quedó absorto; y,
finalmente, tan enamorado, qual lo vereys en el
discurso del cuento de mi desuentura. Y, para
encenderle mas el desseo, que a mi me zelaua,
y al cielo a solas descubria, quiso la fortuna
que hallasse vn dia vn villete suyo pidiendome
que la pidiesse a su padre por esposa, tan
discreto, tan honesto y tan enamorado, que, en
leyendolo, me dixo que en sola Luscinda se
encerrauan todas las gracias de hermosura y
de entendimiento que en las demas mugeres
del mundo estauan repartidas.

''Bien es verdad que quiero confessar aora
que, puesto que yo veia con quán justas
causas don Fernando a Luscinda alabaua, me
pesaua de oyr aquellas alabanças de su boca,
y comence a temer y a rezelarme del,
porque no se passaua momento donde no quisiesse
que tratassemos de Luscinda, y el mouia la
platica aunque la truxesse por los cabellos,
cosa que despertaua en mi vn no se que de
zelos, no porque yo temiesse reues alguno de
la bondad y de la fe de Luscinda, pero, con
todo esso, me hazia temer mi suerte lo mesmo
que ella me asseguraua. Procuraua siempre
don Fernando leer los papeles que yo a
Luscinda embiaua y los que ella me respondia,
a titulo que de la discrecion de los dos gustaua
mucho. Acaecio, pues, que auiendome pedido
Luscinda vn libro de cauallerias en que leer,
de quien era ella muy aficionada, que era el
de Amadis de Gaula...''

No huuo bien oydo don Quixote nombrar
libro de cauallerias, quando dixo:

``Con que me dixera vuestra merced al
principio de su historia que su merced de la
señora Luscinda era aficionada a libros de
cauallerias, no fuera menester otra exageracion
para darme a entender la alteza de su
entendimiento, porque no le tuuiera tan bueno como
vos, señor, le aueys pintado, si careciera del
gusto de tan sabrosa leyenda; assi que para
conmigo no es menester gastar mas palabras
en declararme su hermosura, valor y entendimiento;
que, con solo auer entendido su aficion,
la confirmo por la mas hermosa y mas discreta
muger del mundo; y quisiera yo, señor, que
vuestra merced le huuiera embiado, junto con
Amadis de Gaula, al bueno de don Rugel de
Grecia, que yo se que gustara la señora
Luscinda mucho de Darayda y Geraya, y de
las discreciones del pastor Darinel, y de
aquellos admirables versos de sus Bucolicas,
cantadas y representadas por el con todo
donayre, discrecion y desemboltura; pero tiempo
podra venir en que se enmiende essa falta, y
no dura mas en hazerse la enmienda de
quanto quiera vuestra merced ser seruido de
venirse conmigo a mi aldea; que alli le podre
dar mas de trecientos libros, que son el regalo
de mi alma y el entretenimiento de mi vida,
aunque tengo para mi que ya no tengo ninguno,
merced a la malicia de malos y embidiosos
encantadores. Y perdoneme vuestra merced el
auer contrauenido a lo que prometimos de no
interromper su platica, pues en oyendo cosas
de cauallerias y de caualleros andantes, assi es
en mi mano dexar de hablar en ellos, como lo
es en la de los rayos del sol dexar de calentar,
ni humedecer en los de la luna. Assi que,
perdon, y proseguir, que es lo que aora haze mas
al caso.''

En tanto que don Quixote estaua diziendo lo
que queda dicho, se le auia caydo a Cardenio
la cabeça sobre el pecho, dando muestras de
estar profundamente pensatiuo. Y puesto que
dos vezes le dixo don Quixote que prosiguiesse
su historia, ni alçaua la cabeça, ni respondia
palabra. Pero al cabo de vn buen espacio la
leuantó, y dixo:

``No se me puede quitar del pensamiento, ni
aura quien me lo quite en el mundo, ni quien
me de a entender otra cosa, y seria vn majadero
el que lo contrario entendiesse o creyesse,
sino que aquel vellaconazo del maestro
Elisabat estaua amancebado con la reyna
Madasima.''

``Esso no, ¡voto a tal!'', respondio con mucha
colera don Quixote, y arrojole, como tenia de
costumbre; ``y essa es vna muy gran malicia,
o vellaqueria, por mejor dezir. La reyna
Madasima fue muy principal señora, y no se ha
de presumir que tan alta princessa se auia de
amancebar con vn sacapotras; y quien lo
contrario entendiere, miente como muy gran
vellaco. Y yo se lo dare a entender a pie o a
cauallo, armado o desarmado, de noche o de dia,
o como mas gusto le diere.''

Estauale mirando Cardenio muy atentamente,
al qual ya auia venido el accidente de su
locura, y no estaua para proseguir su historia,
ni tampoco don Quixote se la oyera, segun
le auia disgustado lo que de Madasima le auia
oydo. ¡Estraño caso!, que assi boluio por ella
como si verdaderamente fuera su verdadera y
natural señora: tal le tenian sus descomulgados
libros. Digo, pues, que como ya Cardenio
estaua loco, y se oyo tratar de mentis y de
vellaco, con otros denuestos semejantes, pareciole
mal la burla, y alçó vn guijarro que halló
junto a si, y dio con el en los pechos tal
golpe a don Quixote, que le hizo caer de
espaldas. Sancho Pança, que de tal modo vio
parar a su señor, arremetio al loco con el puño
cerrado, y el Roto le recibio de tal suerte, que
con vna puñada dio con el a sus pies, y luego
se subio sobre el y le brumó las costillas muy
a su sabor. El cabrero, que le quiso defender,
corrio el mesmo peligro. Y despues que los
tuuo a todos rendidos y molidos, los dexó y se
fue con gentil sossiego a emboscarse en la
montaña.

Leuantose Sancho, y con la rabia que tenia
de verse aporreado tan sin merecerlo, acudio
a tomar la vengança del cabrero, diziendole
que el tenia la culpa de no auerles auisado
que a aquel hombre le tomaua a tiempos la
locura; que si esto supieran, huuieran estado
sobre auiso para poderse guardar. Respondio
el cabrero que ya lo auia dicho, y que si el no
lo auia oydo, que no era suya la culpa. Replicó
Sancho Pança, y tornó a replicar el cabrero, y
fue el fin de las replicas asirse de las barbas y
darse tales puñadas, que si don Quixote no los
pusiera en paz, se hizieran pedaços. Dezia
Sancho, asido con el cabrero:

``Dexeme vuestra merced, señor Cauallero
de la Triste Figura, que en este que es villano
como yo y no está armado cauallero, bien
puedo a mi saluo satisfazerme del agrauio que
me ha hecho, peleando con el mano a mano,
como hombre honrado.''

``Assi es'', dixo don Quixote; ``pero yo se
que el no tiene ninguna culpa de lo sucedido.''

Con esto los apaziguo, y don Quixote boluio
a preguntar al cabrero si seria possible hallar
a Cardenio, porque quedaua con grandissimo
desseo de saber el fin de su historia. Dixole el
cabrero lo que primero le auia dicho, que
era no saber de cierto su manida, pero que si
anduuiesse mucho por aquellos contornos no
dexaria de hallarle, o cuerdo o loco.


## <e025>
# chapter  25 XXV
# unit N chapternum
Capitulo XXV
# unit T title
Que trata de las estrañas cosas que en Sierra
Morena sucedieron al valiente cauallero de
la Mancha, y de la imitacion que hizo a la
penitencia de Beltenebros.
# unit P text
Despidiose del cabrero don Quixote, y,
subiendo otra vez sobre Rozinante, mandó a
Sancho que le siguiesse, el qual lo hizo con su
jumento de muy mala gana. Yuanse poco a
poco entrando en lo mas aspero de la montaña,
y Sancho yua muerto por razonar con su amo,
y desseaua que el començasse la platica por
no contrauenir a lo que le tenia mandado; mas
no pudiendo sufrir tanto silencio, le dixo:

``Señor don Quixote, vuestra merced me
eche su bendicion y me de licencia, que desde
aqui me quiero boluer a mi casa, y a mi muger
y a mis hijos, con los quales, por lo menos,
hablaré y departire todo lo que quisiere;
porque querer vuestra merced que vaya con el
por estas soledades de dia y de noche, y que
no le hable quando me diere gusto, es enterrarme
en vida. Si ya quisiera la suerte que los
animales hablaran, como hablauan en tiempo
de Guisopete, fuera menos mal, porque
departiera yo con mi jumento lo que me
viniera en gana, y con esto passara mi mala
ventura; que es rezia cosa, y que no se puede
lleuar en paciencia, andar buscando auenturas
toda la vida, y no hallar sino cozes y
manteamientos, ladrillazos y puñadas, y, con todo
esto, nos hemos de coser la boca, sin osar
dezir lo que el hombre tiene en su coraçon, como
si fuera mudo.''

``Ya te entiendo, Sancho'', respondio don
Quixote; ``tu mueres porque te alce el entredicho
que te tengo puesto en la lengua. Dale
por alçado y di lo que quisieres, con condicion
que no ha de durar este alçamiento mas de
en quanto anduuieremos por estas sierras.''

``Sea ansi'', dixo Sancho; ``hable yo aora,
que despues Dios sabe lo que sera; y començando
a gozar de esse saluoconduto, digo que
¿qué le yua a vuestra merced en boluer tanto
por aquella reyna Magimasa, o como se
llama? O ¿qué hazia al caso que aquel abad
fuesse su amigo o no? Que si vuestra merced
passara con ello, pues no era su juez, bien
creo yo que el loco passara adelante con su
historia, y se vuieran ahorrado el golpe del
guijarro y las cozes, y aun mas de seys
torniscones.''

``A fe, Sancho'', respondio don Quixote, ``que
si tu supieras, como yo lo se, quán honrada y
quán principal señora era la reyna Madasima,
yo se que dixeras que tuue mucha paciencia,
pues no quebre la boca por donde tales
blasfemias salieron. Porque es muy gran
blasfemia dezir ni pensar que vna reyna esté
amancebada con vn cirujano. La verdad del
cuento es que aquel maestro Elisabat, que el
loco dixo, fue vn hombre muy prudente y de
muy sanos consejos, y siruio de ayo y de
medico a la reyna. Pero, pensar que ella era su
amiga es disparate, digno de muy gran
castigo. Y porque veas que Cardenio no supo lo
que dixo, has de aduertir que quando lo dixo
ya estaua sin juyzio.''

``Esso digo yo'', dixo Sancho; ``que no auia
para qué hazer cuenta de las palabras de vn
loco, porque si la buena suerte no ayudara a
vuestra merced, y encaminara el guijarro a la
cabeça como le encaminó al pecho, buenos
quedaramos por auer buelto por aquella mi
señora, que Dios cohonda. Pues ¡montas que
no se librara Cardenio por loco!''

``Contra cuerdos y contra locos'', respondio
don Quixote, ``está obligado qualquier
cauallero andante a boluer por la honra de las
mugeres, qualesquiera que sean; quanto mas por
las reynas de tan alta guisa y pro como fue
la reyna Madasima, a quien yo tengo particular
aficion por sus buenas partes; porque fuera
de auer sido fermosa, ademas fue muy prudente
y muy sufrida en sus calamidades, que
las tuuo muchas. Y los consejos y compañia
del maestro Elisabat le fue y le fueron de
mucho prouecho y aliuio para poder lleuar sus
trabajos con prudencia y paciencia. Y de aqui
tomó ocasion el vulgo, ignorante y mal
intencionado, de dezir y pensar que ella era su
manceba. ¡Y mienten, digo otra vez, y mentiran
otras dozientas, todos los que tal pensaren
y dixeren!''

``Ni yo lo digo ni lo pienso'', respondio
Sancho. ``Alla se lo ayan; con su pan se lo coman.
Si fueron amancebados o no, a Dios auran
dado la cuenta. De mis viñas vengo, no se
nada; no soy amigo de saber vidas agenas;
que el que compra y miente, en su bolsa lo
siente. Quanto mas, que desnudo naci, desnudo
me hallo: ni pierdo ni gano. Mas que lo
fuessen, ¿qué me va a mi? Y muchos piensan
que ay tozinos, y no ay estacas. Mas, ¿quién
puede poner puertas al campo? Quanto mas,
que de Dios dixeron.''

``¡Valame Dios'', dixo don Quixote, ``y qué de
necedades vas, Sancho, ensartando! ¿Qué va
de lo que tratamos a los refranes que enhilas?
Por tu vida, Sancho, que calles, y de aqui
adelante entremetete en espolear a tu asno, y
dexa de hazello en lo que no te importa. Y
entiende con todos tus cinco sentidos que todo
quanto yo he hecho, hago e hiziere, va muy
puesto en razon y muy conforme a las reglas
de caualleria, que las se mejor que quantos
caualleros las professaron en el mundo.''

``Señor'', respondio Sancho, ``y ¿es buena
regla de caualleria que andemos perdidos por
estas montañas, sin senda ni camino, buscando
a vn loco, el qual, despues de hallado,
quiça le vendra en voluntad de acabar lo que
dexó començado, no de su cuento, sino de la
cabeça de vuestra merced y de mis costillas,
acabandonoslas de romper de todo punto?''

``¡Calla, te digo otra vez, Sancho!'', dixo don
Quixote; ``porque te hago saber que no solo
me trae por estas partes el desseo de hallar al
loco, quanto el que tengo de hazer en ellas
vna hazaña con que he de ganar perpetuo
nombre y fama en todo lo descubierto de la
tierra, y sera tal, que he de echar con ella el
sello a todo aquello que puede hazer perfecto
y famoso a vn andante cauallero.''

``Y ¿es de muy gran peligro essa hazaña?'',
preguntó Sancho Pança.

``No'', respondio el de la Triste Figura,
``puesto que de tal manera podia correr el
dado, que echassemos azar en lugar de
encuentro; pero todo ha de estar en tu
diligencia.''

``¿En mi diligencia?'', dixo Sancho.

``Si'', dixo don Quixote, ``porque si buelues
presto de adonde pienso embiarte, presto se
acabará mi pena, y presto començará mi
gloria; y porque no es bien que te tenga mas
suspenso esperando en lo que han de parar
mis razones, quiero, Sancho, que sepas que el
famoso Amadis de Gaula fue vno de los mas
perfectos caualleros andantes. No he dicho
bien, fue vno: fue el solo, el primero, el vnico,
el señor de todos quantos vuo en su tiempo
en el mundo. ¡Mal año y mal mes para don
Belianis y para todos aquellos que dixeren
que se le ygualó en algo, porque se engañan,
juro cierto! Digo, assi mismo, que quando
algun pintor quiere salir famoso en su arte,
procura imitar los originales de los mas vnicos
pintores que sabe. Y esta mesma regla corre
por todos los mas oficios o exercicios de
cuenta que siruen para adorno de las republicas.
Y assi lo ha de hazer y haze el que quiere
alcançar nombre de prudente y sufrido, imitando
a Vlises, en cuya persona y trabajos nos
pinta Omero vn retrato viuo de prudencia y
de sufrimiento; como tambien nos mostro Virgilio,
en persona de Eneas, el valor de vn hijo
piadoso y la sagacidad de vn valiente y entendido
capitan, no pintandolo ni descubriendolo
como ellos fueron, sino como auian de
ser, para quedar exemplo a los venideros
hombres de sus virtudes. Desta mesma suerte,
Amadis fue el norte, el luzero, el sol de los
valientes y enamorados caualleros, a quien
deuemos de imitar todos aquellos que debaxo
de la vandera de amor y de la caualleria
militamos. Siendo, pues, esto ansi, como lo es,
hallo yo, Sancho amigo, que el cauallero
andante que mas le imitare, estara mas cerca de
alcançar la perfecion de la caualleria. Y vna
de las cosas en que mas este cauallero mostro
su prudencia, valor, valentia, sufrimiento,
firmeça y amor, fue quando se retiró, desdeñado
de la señora Oriana, a hazer penitencia
en la Peña Pobre, mudado su nombre en
el de Beltenebros, nombre por cierto significatiuo
y proprio para la vida que el de su
voluntad auia escogido. Ansi que me es a mi
mas facil imitarle en esto que no en hender
gigantes, descabeçar serpientes, matar endriagos,
desbaratar exercitos, fracasar armadas y
deshazer encantamentos. Y pues estos lugares
son tan acomodados para semejantes efectos,
no ay para que se dexe passar la ocasion,
que aora con tanta comodidad me ofrece
sus guedejas.''

``En efecto'', dixo Sancho, ``¿qué es lo que
vuestra merced quiere hazer en este tan
remoto lugar?''

``¿Ya no te he dicho'', respondio don Quixote,
``que quiero imitar a Amadis haziendo aqui del
desesperado, del sandio y del furioso, por
imitar juntamente al valiente don Roldan, quando
halló en vna fuente las señales de que Angelica
la Bella auia cometido vileza con Medoro,
de cuya pesadumbre se boluio loco, y
arrancó los arboles, enturbió las aguas de las
claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados,
abrasó choças, derribó casas, arrastró yeguas,
y hizo otras cien mil insolencias dignas
de eterno nombre y escritura? Y, puesto que yo
no pienso imitar a Roldan, o Orlando, o
Rotolando -- que todos estos tres nombres tenia --,
parte por parte en todas las locuras que hizo,
dixo y penso, hare el bosquexo como mejor
pudiere en las que me pareciere ser mas
essenciales; y podra ser que viniesse a contentarme
con sola la imitacion de Amadis, que sin hazer
locuras de daño, sino de lloros y sentimientos,
alcançó tanta fama como el que mas.''

``Pareceme a mi'', dixo Sancho, ``que los
caualleros que lo tal fizieron fueron prouocados
y tuuieron causa para hazer essas necedades
y penitencias. Pero vuestra merced, ¿qué
causa tiene para boluerse loco, qué dama le ha
desdeñado, o qué señales ha hallado que le
den a entender que la señora Dulzinea del
Toboso ha hecho alguna niñeria con moro o
christiano?''

``Ahi está el punto'', respondio don Quixote,
``y essa es la fineza de mi negocio. Que
boluerse loco vn cauallero andante con causa, ni
grado ni gracias; el toque está desatinar sin
ocasion, y dar a entender a mi dama que si en
seco hago esto, ¿qué hiziera en mojado? Quanto
mas, que harta ocasion tengo en la larga
ausencia que he hecho de la siempre señora mia
Dulzinea del Toboso, que, como ya oyste dezir
a aquel pastor de marras, Ambrosio: «quien
está ausente, todos los males tiene y teme».
Assi que, Sancho amigo, no gastes tiempo en
aconsejarme que dexe tan rara, tan felize y
tan no vista imitacion. Loco soy, loco he de
ser hasta tanto que tu bueluas con la respuesta
de vna carta que contigo pienso embiar a mi
señora Dulzinea; y si fuere tal qual a mi fe se
le deue, acabarse a mi sandez y mi penitencia;
y si fuere al contrario, sere loco de veras, y
siendolo, no sentire nada. Ansi que, de
qualquiera manera que responda, saldre del conflito
y trabajo en que me dexares: gozando el bien
que me truxeres, por cuerdo, o no sintiendo el
mal que me aportares, por loco. Pero dime,
Sancho, ¿traes bien guardado el yelmo de
Mambrino? Que ya vi que le alçaste del suelo
quando aquel desagradecido le quiso hazer
pedazos; pero no pudo, donde se puede echar de
ver la fineza de su temple.''

A lo qual respondio Sancho:

``¡Viue Dios, señor Cauallero de la Triste
Figura, que no puedo sufrir ni lleuar en paciencia
algunas cosas que vuestra merced dize!; y
que por ellas vengo a imaginar que todo quanto
me dize de cauallerias y de alcançar reynos
e imperios, de dar insulas y de hazer otras
mercedes y grandezas, como es vso de caualleros
andantes, que todo deue de ser cosa de
viento y mentira, y todo pastraña, o patraña, o
como lo llamaremos. Porque quien oyere dezir
a vuestra merced que vna bazia de barbero es
el yelmo de Mambrino, y que no salga de este
error en mas de quatro dias, ¿qué ha de pensar
sino que quien tal dize y afirma deue de tener
guero el juyzio? La bazia yo la lleuo en el
costal toda abollada, y lleuola para adereçarla en
mi casa y hazerme la barba en ella, si Dios me
diere tanta gracia que algun dia me vea con
mi muger y hijos.''

``Mira, Sancho, por el mismo que denantes
juraste, te juro'', dixo don Quixote, ``que tienes
el mas corto entendimiento que tiene ni tuuo
escudero en el mundo. ¿Que es possible que
en quanto ha que andas conmigo no has echado
de ver que todas las cosas de los caualleros
andantes parecen quimeras, necedades y
desatinos, y que son todas hechas al reues? Y no
porque sea ello ansi, sino porque andan entre
nosotros siempre vna caterua de encantadores
que todas nuestras cosas mudan y truecan,
y les bueluen segun su gusto y segun tienen
la gana de fauorecernos o destruyrnos, y assi,
esso que a ti te parece bazia de barbero me
parece a mi el yelmo de Mambrino, y a otro le
parecera otra cosa. Y fue rara prouidencia del
sabio que es de mi parte hazer que parezca
bazia a todos lo que real y verdaderamente es
yelmo de Mambrino, a causa que, siendo el de
tanta estima, todo el mundo me perseguira
por quitarmele, pero como ven que no es mas
de vn bazin de barbero, no se curan de procuralle,
como se mostro bien en el que quiso rompelle
y le dexó en el suelo sin lleuarle; que a fe
que si le conociera, que nunca el le dexara.
Guardale, amigo, que por aora no le he
menester; que antes me tengo de quitar todas
estas armas y quedar desnudo como quando
naci, si es que me da en voluntad de seguir en
mi penitencia mas a Roldan que a Amadis.''

Llegaron en estas platicas al pie de vna alta
montaña, que casi como peñon tajado estaua
sola entre otras muchas que la rodeauan. Corria
por su falda vn manso arroyuelo, y haziase
por toda su redondez vn prado tan verde y
vicioso, que daua contento a los ojos que le
mirauan. Auia por alli muchos arboles
siluestres, y algunas plantas y flores que hazian
el lugar apazible. Este sitio escogio el cauallero
de la Triste Figura para hazer su penitencia, y
assi, en viendole, començo a dezir en voz alta,
como si estuuiera sin juyzio:

``Este es el lugar, ¡o, cielos!, que diputo y
escojo para llorar la desuentura en que vosotros
mesmos me aueys puesto. Este es el sitio
donde el humor de mis ojos acrecentará las
aguas deste pequeño arroyo, y mis continos
y profundos sospiros moueran a la contina
las hojas destos montarazes arboles, en
testimonio y señal de la pena que mi assendereado
coraçon padece. ¡O vosotros, quien quiera que
seays, rusticos dioses, que en este inhabitable
lugar teneys vuestra morada: oyd las quexas
deste desdichado amante, a quien vna luenga
ausencia y vnos ymaginados zelos han traydo
a lamentarse entre estas hasperezas, y a quexarse
de la dura condicion de aquella ingrata y
bella, termino y fin de toda humana hermosura!
¡O vosotras, napeas y driadas, que teneys
por costumbre de habitar en las espessuras de
los montes, assi los ligeros y lasciuos satiros,
de quien soys, aunque en vano, amadas, no
perturben jamas vuestro dulce sossiego, que
me ayudeys a lamentar mi desuentura, o, a lo
menos, no os canseys de oylla! ¡O Dulzinea
del Toboso, dia de mi noche, gloria de mi
pena, norte de mis caminos, estrella de mi
ventura, assi el cielo te la de buena en quanto
acertares a pedirle, que consideres el lugar y
el estado a que tu ausencia me ha conduzido,
y que con buen termino correspondas al que
a mi fe se le deue! ¡O solitarios arboles, que
desde oy en adelante aueys de hazer compañia
a mi soledad: dad indicio, con el blando
mouimiento de vuestras ramas, que no os
desagrade mi presencia! ¡O tu, escudero mio,
agradable compañero en mas prosperos y
aduersos sucessos, toma bien en la memoria lo
que aqui me veras hazer, para que lo cuentes
y recites a la causa total de todo ello!''

Y diziendo esto, se apeó de Rozinante, y en
vn momento le quitó el freno y la silla, y,
dandole vna palmada en las ancas, le dixo:

``Libertad te da el que sin ella queda, ¡o
cauallo tan estremado por tus obras quan desdichado
por tu suerte! Vete por do quisieres; que
en la frente lleuas escrito que no te ygualó en
ligereza el Hipogrifo de Astolfo, ni el
nombrado Frontino, que tan caro le costo a
Bradamante.''

Viendo esto Sancho, dixo:

``Bien aya quien nos quitó aora del trabajo
de desenalbardar al ruzio; que a fe que no
faltaran palmadicas que dalle ni cosas que
dezille en su alabança; pero si el aqui estuuiera,
no consintiera yo que nadie le desalbardara,
pues no auia para qué; que a el no le
tocauan las generales de enamorado ni de
desesperado, pues no lo estaua su amo, que
era yo, quando Dios queria. Y, en verdad, señor
Cauallero de la Triste Figura, que si es que
mi partida y su locura de vuestra merced va
de veras, que sera bien tornar a ensillar a
Rozinante para que supla la falta del ruzio,
porque sera ahorrar tiempo a mi yda y buelta;
que si la hago a pie, no se quando llegaré ni
quando boluere, porque, en resolucion, soy mal
caminante.''

``Digo, Sancho'', respondio don Quixote, ``que
sea como tu quisieres, que no me parece mal
tu designio; y digo que de aqui a tres dias te
partiras, porque quiero que en este tiempo
veas lo que por ella hago y digo, para que se
lo digas.''

``Pues ¿qué mas tengo de ver'', dixo
Sancho, ``que lo que he visto?''

``Bien estás en el cuento'', respondio don
Quixote; ``ahora me falta rasgar las vestiduras,
esparzir las armas, y darme de calabaçadas
por estas peñas, con otras cosas deste jaez,
que te han de admirar.''

``¡Por amor de Dios!'', dixo Sancho, ``que
mire vuestra merced cómo se da essas calabaçadas;
que a tal peña podra llegar, y en tal
punto, que con la primera se acabasse la
maquina desta penitencia; y seria yo de parecer
que, ya que a vuestra merced le parece que
son aqui necessarias calabaçadas y que no se
puede hazer esta obra sin ellas, se contentasse,
pues todo esto es fingido y cosa contrahecha
y de burla, se contentase, digo, con
darselas en el agua, o en alguna cosa blanda,
como algodon, y dexeme a mi el cargo, que
yo dire a mi señora que vuestra merced se las
daua en vna punta de peña mas dura que la
de vn diamante.''

``Yo agradezco tu buena intencion, amigo
Sancho'', respondio don Quixote; ``mas quierote
hazer sabidor de que todas estas cosas que
hago no son de burlas, sino muy de veras;
porque de otra manera, seria contrauenir a las
ordenes de caualleria, que nos mandan que
no digamos mentira alguna, pena de relasos,
y el hazer vna cosa por otra, lo mesmo
es que mentir. Ansi que mis calabaçadas
han de ser verdaderas, firmes y valederas,
sin que lleuen nada del sofistico ni del
fantastico. Y sera necessario que me dexes
algunas hilas para curarme, pues que la
ventura quiso que nos faltasse el balsamo que
perdimos.''

``Mas fue perder el asno'', respondio Sancho,
``pues se perdieron en el las hilas y todo,
y ruegole a vuestra merced que no se acuerde
mas de aquel maldito breuage, que en solo
oyrle mentar se me rebuelue el alma, no
que el estomago. Y mas le ruego, que haga
cuenta que son ya passados los tres dias que
me ha dado de termino para ver las locuras
que haze, que ya las doy por vistas y por
passadas, en cosa juzgada, y dire marauillas a mi
señora; y escriua la carta y despacheme
luego, porque tengo gran desseo de boluer a
sacar a vuestra merced deste purgatorio donde
le dexo.''

``¿Purgatorio le llamas, Sancho?'', dixo don
Quixote; ``mejor hizieras de llamarle infierno,
y aun peor, si ay otra cosa que lo sea.''

``Quien ha infierno'', respondio Sancho,
``nula es retencio, segun he oydo dezir.''

``No entiendo qué quiere dezir retencio'', dixo
don Quixote.

``Retencio es'', respondio Sancho, ``que
quien está en el infierno nunca sale del, ni
puede. Lo qual sera al reues en vuestra merced,
o a mi me andaran mal los pies, si es que
lleuo espuelas para auiuar a Rozinante; y
pongame yo vna por vna en el Toboso y delante
de mi señora Dulzinea; que yo le dire tales
cosas de las necedades y locuras, que todo es
vno, que vuestra merced ha hecho y queda
haziendo, que la venga a poner mas blanda
que vn guante, aunque la halle mas dura que
vn alcornoque; con cuya respuesta, dulze y
melificada, boluere por los ayres como bruxo,
y sacaré a vuestra merced deste purgatorio,
que parece infierno y no lo es, pues ay esperança
de salir del, la qual, como tengo dicho,
no la tienen de salir los que estan en el infierno,
ni creo que vuestra merced dira otra cosa.''

``Assi es la verdad'', dixo el de la Triste
Figura; ``pero ¿qué haremos para escriuir la
carta?''

``Y la librança pollinezca tambien'', añadio
Sancho.

``Todo yra inserto'', dixo don Quixote; ``y
seria bueno, ya que no ay papel, que la
escriuiessemos, como hazian los antiguos, en hojas
de arboles o en vnas tablitas de cera; aunque
tan dificultoso sera hallarse esso aora como el
papel. Mas ya me ha venido a la memoria
donde sera bien, y aun mas que bien, escriuilla,
que es en el librillo de memoria que fue
de Cardenio, y tu tendras cuidado de hazerla
trasladar en papel, de buena letra, en el
primer lugar que hallares donde aya maestro de
escuela de muchachos, o si no, qualquiera
sacristan te la trasladará, y no se la des a
trasladar a ningun escriuano, que hazen letra
processada, que no la entendera Satanas.''

``Pues ¿qué se ha de hazer de la firma?'',
dixo Sancho.

``Nunca las cartas de Amadis se firman'',
respondio don Quixote.

``Está bien'', respondio Sancho; ``pero la
librança forçosamente se ha de firmar, y essa si
se traslada, diran que la firma es falsa, y
quedareme sin pollinos.''

``La librança yra en el mesmo librillo
firmada, que en viendola mi sobrina, no pondra
dificultad en cumplilla. Y en lo que toca a la
carta de amores, pondras por firma: «Vuestro
hasta la muerte, el Cauallero de la Triste
Figura.» Y hara poco al caso que vaya de mano
agena, porque, a lo que yo me se acordar, Dulzinea
no sabe escriuir ni leer, y en toda su vida
ha visto letra mia, ni carta mia, porque mis
amores y los suyos han sido siempre platonicos,
sin estenderse a mas que a vn honesto mirar.
Y aun esto tan de quando en quando, que
osaré jurar con verdad que en doze años que
ha que la quiero mas que a la lumbre destos
ojos que han de comer la tierra, no la he visto
quatro vezes, y aun podra ser que destas quatro
vezes no vuiesse ella echado de ver la vna
que la miraua: tal es el recato y encerramiento
con que su padre Lorenço Corchuelo y su
madre Aldonça Nogales la han criado.''

``¡Ta, ta!'', dixo Sancho. ``¿Que la hija de
Lorenço Corchuelo es la señora Dulzinea del
Toboso, llamada por otro nombre Aldonça
Lorenço?''

``Essa es'', dixo don Quixote, ``y es la que
merece ser señora de todo el vniuerso.''

``Bien la conozco'', dixo Sancho, ``y se dezir
que tira tan bien vna barra como el mas forçudo
çagal de todo el pueblo. ¡Viue el Dador,
que es moça de chapa, hecha y derecha, y
de pelo en pecho, y que puede sacar la barba
del lodo a qualquier cauallero andante, o por
andar, que la tuuiere por señora! ¡O, hideputa,
qué rejo que tiene y qué voz! Se dezir que se
puso vn dia encima del campanario del aldea
a llamar vnos çagales suyos que andauan en
vn baruecho de su padre, y aunque estauan
de alli mas de media legua, assi la oyeron
como si estuuieran al pie de la torre; y lo
mejor que tiene es que no es nada melindrosa,
porque tiene mucho de cortesana: con todos se
burla y de todo haze mueca y donayre. Aora
digo, señor Cauallero de la Triste Figura, que
no solamente puede y deue vuestra merced
hazer locuras por ella, sino que con justo titulo
puede desesperarse, y ahorcarse; que nadie
aura que lo sepa que no diga que hizo demasiado
de bien, puesto que le lleue el diablo.
Y querria ya verme en camino solo por vella,
que ha muchos dias que no la veo, y deue de
estar ya trocada, porque gasta mucho la faz de
las mugeres andar siempre al campo, al sol y
al ayre. Y confiesso a vuestra merced vna
verdad, señor don Quixote: que hasta aqui he
estado en vna grande ignorancia; que pensaua
bien y fielmente que la señora Dulzinea deuia
de ser alguna princesa de quien vuestra
merced estaua enamorado, o alguna persona tal,
que mereciesse los ricos presentes que vuestra
merced le ha embiado, assi el del Vizcayno
como el de los galeotes, y otros muchos que
deuen ser, segun deuen de ser muchas las
vitorias que vuestra merced ha ganado y ganó
en el tiempo que yo aun no era su escudero.
Pero bien considerado, ¿qué se le ha de dar a
la señora Aldonça Lorenço, digo, a la señora
Dulzinea del Toboso, de que se le vayan a hincar
de rodillas delante della los vencidos que
vuestra merced le embia y ha de embiar?
Porque podria ser que al tiempo que ellos
llegassen estuuiesse ella rastrillando lino, o
trillando en las heras, y ellos se corriessen de
verla, y ella se riesse y enfadasse del
presente.''

``Ya te tengo dicho antes de agora
muchas vezes, Sancho'', dixo don Quixote, ``que
eres muy grande hablador, y que, aunque de
ingenio boto, muchas vezes despuntas de
agudo; mas para que veas quán necio eres tu
y quán discreto soy yo, quiero que me oyas
vn breue cuento: Has de saber que vna viuda
hermosa, moça, libre y rica, y, sobre todo,
desenfadada, se enamoró de vn moço motilon,
rollizo y de buen tomo; alcançolo a saber su
mayor, y vn dia dixo a la buena viuda, por
via de fraternal reprehension: «Marauillado
estoy, señora, y no sin mucha causa, de que vna
muger tan principal, tan hermosa y tan rica
como vuestra merced, se aya enamorado de
vn hombre tan soez, tan baxo y tan idiota
como Fulano, auiendo en esta casa tantos
maestros, tantos presentados y tantos teologos
en quien vuestra merced pudiera escoger,
como entre peras, y dezir: este quiero, aqueste
no quiero.» Mas ella le respondio con mucho
donayre y desemboltura: «Vuestra merced,
señor mio, esta muy engañado, y piensa muy a
lo antiguo, si piensa que yo he escogido mal
en Fulano por idiota que le parece, pues para
lo que yo le quiero, tanta filosofia sabe y mas
que Aristoteles.» Assi que, Sancho, por lo
que yo quiero a Dulzinea del Toboso, tanto
vale como la mas alta princesa de la tierra. Si,
que no todos los poetas que alaban damas
debaxo de vn nombre que ellos a su aluedrio
les ponen, es verdad que las tienen. ¿Piensas
tu que las Amariles, las Filis, las
Siluias, las Dianas, las Galateas, las Filidas
y otras tales de que los libros, los
romances, las tiendas de los barberos, los
teatros de las comedias, estan llenos, fueron
verdaderamente damas de carne y huesso, y de
aquellos que las celebran y celebraron? No, por
cierto, sino que las mas se las fingen por dar
subjeto a sus versos, y porque los tengan
por enamorados y por hombres que tienen
valor para serlo. Y assi, bastame a mi pensar y
creer que la buena de Aldonça Lorenço es
hermosa y honesta; y, en lo del linage, importa
poco, que no han de yr a hazer la informacion
del para darle algun abito, y yo me hago cuenta
que es la mas alta princesa del mundo. Porque
has de saber, Sancho, si no lo sabes, que
dos cosas solas incitan a amar mas que otras,
que son la mucha hermosura y la buena fama,
y estas dos cosas se hallan consumadamente
en Dulzinea, porque en ser hermosa ninguna
le yguala, y en la buena fama pocas le llegan.
Y para concluyr con todo, yo imagino que
todo lo que digo es assi, sin que sobre ni falte
nada; y pintola en mi imaginacion como la
desseo, assi en la belleza como en la
principalidad, y ni la llega Elena, ni la alcança
Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mugeres de
las edades preteritas, griega, barbara o latina.
Y diga cada vno lo que quisiere; que si por
esto fuere reprehendido de los ignorantes, no
sere castigado de los rigurosos.''

``Digo que en todo tiene vuestra merced
razon'', respondio Sancho, ``y que yo soy vn
asno; mas no se yo para qué nombro asno en
mi boca, pues no se ha de mentar la soga en
casa del ahorcado. Pero venga la carta, y a
Dios, que me mudo.''

Sacó el libro de memoria don Quixote, y,
apartandose a vna parte, con mucho sossiego
començo a escriuir la carta, y, en acabandola,
llamó a Sancho y le dixo que se la queria
leer porque la tomasse de memoria, si acaso
se le perdiesse por el camino, porque de su
desdicha todo se podia temer. A lo qual
respondio Sancho:

``Escriuala vuestra merced dos o tres vezes
ahi en el libro, y demele, que yo le lleuaré
bien guardado; porque pensar que yo la he
de tomar en la memoria es disparate, que la
tengo tan mala, que muchas vezes se me oluida
cómo me llamo. Pero, con todo esso, digamela
vuestra merced, que me holgaré mucho
de oylla, que deue de yr como de molde.''

``Escucha, que assi dize'', dixo don Quixote:

# unit T substitle
CARTA DE DON QVIXOTE
A DVLZINEA DEL TOBOSO
# unit P text
``Soberana y alta señora:

''El ferido de punta de ausencia y el llagado
de las telas del coraçon, dulcissima Dulzinea
del Toboso, te embia la salud que el no
tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu
valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi
afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido,
mal podre sostenerme en esta cuyta, que,
ademas de ser fuerte, es muy duradera. Mi
buen escudero Sancho te dara entera relacion,
¡o bella ingrata, amada enemiga mia!, del
modo que por tu causa quedo. Si gustares de
acorrerme, tuyo soy, y si no, haz lo que te
viniere en gusto, que con acabar mi vida aure
satisfecho a tu crueldad y a mi desseo.

''Tuyo hasta la muerte, ÷
# unit S signature
El Cauallero de la Triste Figura.''

# unit P text
``¡Por vida de mi padre'', dixo Sancho en
oyendo la carta, ``que es la mas alta cosa que
jamas he oydo! ¡Pesia a mi, y cómo que le dize
vuestra merced ahi todo quanto quiere, y qué
bien que encaxa en la firma el Cauallero de la
Triste Figura! Digo de verdad que es vuestra
merced el mesmo diablo, y que no ay cosa
que no sepa.''

``Todo es menester'', respondio don
Quixote, ``para el oficio que trayo.''

``Ea, pues'', dixo Sancho, ``ponga vuestra
merced en essotra buelta la cedula de los tres
pollinos, y firmela con mucha claridad, porque
la conozcan en viendola.''

``Que me plaze'', dixo don Quixote.

Y, auiendola escrito, se la leyo, que dezia
ansi:

``Mandará vuestra merced, por esta primera
de pollinos, señora sobrina, dar a Sancho
Pança, mi escudero, tres de los cinco que dexé
en casa y estan a cargo de vuestra merced.
Los quales tres pollinos se los mando librar
y pagar por otros tantos aqui recebidos de
contado; que con esta, y con su carta de
pago seran bien dados. Fecha en las entrañas
de Sierra Morena, a veynte y dos de agosto
deste presente año.''

``Buena está'', dixo Sancho; ``firmela
vuestra merced.''

``No es menester firmarla'', dixo don
Quixote, ``sino solamente poner mi rubrica, que
es lo mesmo que firma, y para tres asnos, y
aun para trezientos, fuera bastante.''

``Yo me confio de vuestra merced'', respondio
Sancho; ``dexeme, yre a ensillar a Rozinante,
y aparejese vuestra merced a echarme su
bendicion, que luego pienso partirme, sin ver
las sandezes que vuestra merced ha de hazer,
que yo dire que le vi hazer tantas, que no
quiera mas.''

``Por lo menos quiero, Sancho, y porque es
menester ansi, quiero, digo, que me veas
en cueros y hazer vna o dos dozenas de locuras,
que las hare en menos de media hora, porque
auiendolas tu visto por tus ojos, puedas
jurar a tu saluo en las demas que quisieres
añadir; y assegurote que no diras tu tantas
quantas yo pienso hazer.''

``¡Por amor de Dios, señor mio, que no vea
yo en cueros a vuestra merced, que me dara
mucha lastima y no podre dexar de llorar!; y
tengo tal la cabeça del llanto que anoche
hize por el ruzio, que no estoy para meterme
en nueuos lloros; y si es que vuestra merced
gusta de que yo vea algunas locuras, hagalas
vestido, breues y las que le vinieren mas a
cuento. Quanto mas que para mi no era
menester nada desso, y, como ya tengo dicho,
fuera ahorrar el camino de mi buelta, que ha
de ser con las nueuas que vuestra merced
dessea y merece. Y si no, aparejese la señora
Dulzinea; que si no responde como es razon,
voto hago solene a quien puedo que le tengo
de sacar la buena respuesta del estomago a
cozes y a vofetones. Porque, ¿dónde se ha de
sufrir que vn cauallero andante, tan famoso
como vuestra merced, se buelua loco, sin qué
ni para qué, por vna...? No me lo haga dezir la
señora, porque por Dios que despotrique y lo
eche todo a doze, aunque nunca se venda.
¡Bonico soy yo para esso! ¡Mal me conoce, pues
a fe que si me conociesse, que me ayunasse!''

``A fe, Sancho'', dixo don Quixote, ``que,
a lo que parece, que no estas tu mas cuerdo
que yo.''

``No estoy tan loco'', respondio Sancho, ``mas
estoy mas colerico. Pero dexando esto aparte,
¿qué es lo que ha de comer vuestra merced en
tanto que yo bueluo? ¿Ha de salir al camino,
como Cardenio, a quitarselo a los pastores?''

``No te de pena esse cuydado'', respondio
don Quixote, ``porque, aunque tuuiera, no
comiera otra cosa que las yeruas y frutos que
este prado y estos arboles me dieren; que la
fineza de mi negocio está en no comer y en
hazer otras asperezas equiualentes.''

``A Dios, pues'', dixo Sancho. ``Pero ¿sabe
vuestra merced que temo que no tengo de
acertar a boluer a este lugar donde agora le
dexo, segun está de escondido?''

``Toma bien las señas, que yo procuraré no
apartarme destos contornos'', dixo don
Quixote, ``y aun tendre cuydado de subirme por
estos mas altos riscos, por ver si te descubro
quando bueluas. Quanto mas que lo mas acertado
sera, para que no me yerres y te pierdas,
que cortes algunas retamas de las muchas que
por aqui ay, y las vayas poniendo de trecho a
trecho hasta salir a lo raso, las quales te
seruiran de mojones y señales para que me halles
quando bueluas, a imitacion del hilo del
laberinto de Perseo.''

``Assi lo hare'', respondio Sancho Pança; y
cortando algunos pidio la bendicion a su
señor, y, no sin muchas lagrimas de entrambos,
se despidio del. Y, subiendo sobre Rozinante,
a quien don Quixote encomendo mucho, y que
mirasse por el como por su propria persona,
se puso en camino del llano, esparziendo de
trecho a trecho los ramos de la retama, como
su amo se lo auia aconsejado. Y assi se fue,
aunque todauia le importunaua don Quixote
que le viesse siquiera hazer dos locuras. Mas
no vuo andado cien passos, quando boluio
y dixo:

``Digo, señor, que vuestra merced ha dicho
muy bien: que para que pueda jurar sin cargo
de conciencia que le he visto hazer locuras,
sera bien que vea siquiera vna, aunque bien
grande la he visto en la quedada de vuestra
merced.''

``¿No te lo dezia yo?'', dixo don Quixote:
``¡Esperate, Sancho, que en vn credo las hare!''

Y, desnudandose con toda priessa los calçones,
quedó en carnes y en pañales, y luego, sin
mas ni mas, dio dos çapatetas en el ayre y dos
tumbas la cabeça abaxo y los pies en alto,
descubriendo cosas, que, por no verlas otra vez,
boluio Sancho la rienda a Rozinante, y se dio
por contento y satisfecho de que podia jurar
que su amo quedaua loco. Y assi, le dexaremos
yr su camino hasta la buelta, que fue breue.


## <e026>
# chapter  26 XXVI
# unit N chapternum
Capitulo XXVI
# unit T title
Donde se prosiguen las finezas que de enamorado
hizo don Quixote en Sierra Morena.
# unit P text
Y, boluiendo a contar lo que hizo el de la
Triste Figura despues que se vio solo, dize la
historia que assi como don Quixote acabó de
dar las tumbas o bueltas de medio abaxo desnudo,
y de medio arriba vestido, y que vio que
Sancho se auia ydo sin querer aguardar a ver
mas sandezes, se subio sobre vna punta de vna
alta peña, y alli tornó a pensar lo que otras
muchas vezes auia pensado, sin auerse jamas
resuelto en ello, y era que quál seria mejor y
le estaria mas a cuento: imitar a Roldan en las
locuras desaforadas que hizo, o Amadis en
las malenconicas; y, hablando entre si mesmo,
dezia: ``Si Roldan fue tan buen cauallero
y tan valiente como todos dizen, ¿qué marauilla?,
pues al fin era encantado, y no le podia
matar nadie si no era metiendole vn alfiler de
a blanca por la punta del pie, y el trahia
siempre los çapatos con siete suelas de hierro,
aunque no le valieron tretas contra Bernardo
del Carpio, que se las entendio y le ahogó
entre los braços en Ronzesvalles. Pero
dexando en el lo de la valentia a vna parte,
vengamos a lo de perder el juyzio, que es cierto
que le perdio por las señales que halló en la
fontana, y por las nueuas que le dio el
pastor de que Angelica auia dormido mas de dos
siestas con Medoro, vn morillo de cabellos
enrriçados y paje de Agramante. Y si el
entendio que esto era verdad y que su dama le
auia cometido desaguissado, no hizo mucho
en boluerse loco. Pero yo, ¿cómo puedo imitalle
en las locuras, si no le imito en la
ocasion dellas?, porque mi Dulzinea del Toboso
ossaré yo jurar que no ha visto en todos los
dias de su vida moro alguno, ansi como el
es, en su mismo traje, y que se está oy como la
madre que la pario; y hariale agrauio
manifiesto si, imaginando otra cosa della, me
boluiesse loco de aquel genero de locura de
Roldan el furioso.

''Por otra parte, veo que Amadis de Gaula,
sin perder el juyzio y sin hazer locuras,
alcançó tanta fama de enamorado como el que
mas, porque lo que hizo, segun su historia, no
fue mas de que, por verse desdeñado de su
señora Oriana, que le auia mandado que no
pareciesse ante su presencia hasta que fuesse
su voluntad, de que se retiró a la Peña
Pobre en compañia de vn ermitaño, y alli se
hartó de llorar y de encomendarse a Dios,
hasta que el cielo le acorrio en medio de
su mayor cuyta y necessidad. Y si esto es
verdad, como lo es, ¿para qué quiero yo tomar
trabajo agora de desnudarme del todo, ni dar
pesadumbre a estos arboles, que no me han
hecho mal alguno, ni tengo para qué enturbiar
el agua clara destos arroyos, los quales me
han de dar de beuer quando tenga gana? Viua
la memoria de Amadis, y sea imitado de don
Quixote de la Mancha en todo lo que pudiere;
del qual se dira lo que del otro se dixo, que
si no acabó grandes cosas, murio por acometellas;
y si yo no soy desechado ni desdeñado
de Dulzinea del Toboso, bastame, como ya
he dicho, estar ausente della. ¡Ea, pues, manos
a la obra! Venid a mi memoria, cosas de
Amadis, y enseñadme por dónde tengo de començar
a imitaros; mas ya se que lo mas que el
hizo fue rezar y encomendarse a Dios; pero,
¿qué hare de rosario, que no le tengo?''

En esto le vino al pensamiento cómo le haria,
y fue que rasgó vna gran tira de las faldas
de la camisa, que andauan colgando, y diole
honze ñudos, el vno mas gordo que los demas,
y esto le siruio de rosario el tiempo que alli
estuuo, donde rezó vn millon de Aue Marias.
Y lo que le fatigaua mucho era no hallar por
alli otro ermitaño que le confessasse y con
quien consolarse. Y, assi, se entretenia
passeandose por el pradezillo, escriuiendo y
grauando por las cortezas de los arboles y por la
menuda arena muchos versos, todos acomodados
a su tristeza, y algunos en alabança de
Dulzinea. Mas los que se pudieron hallar
enteros, y que se pudiessen leer despues que a
el alli le hallaron, no fueron mas que estos que
aqui se siguen:

# unit Q spanishverse
Arboles, yeruas y plantas ÷
que en aqueste sitio estays, ÷
tan altos, verdes y tantas: ÷
si de mi mal no os holgays, ÷
escuchad mis quexas santas.

Mi dolor no os alborote, ÷
aunque mas terrible sea, ÷
pues, por pagaros escote, ÷
aqui lloró don Quixote ÷
ausencias de Dulzinea ÷
del Toboso.

Es aqui el lugar adonde ÷
el amador mas leal ÷
de su señora se esconde, ÷
y ha venido a tanto mal ÷
sin saber cómo o por dónde.

Traele amor al estricote, ÷
que es de muy mala ralea, ÷
y assi, hasta henchir vn pipote, ÷
aqui lloró don Quixote ÷
ausencias de Dulzinea ÷
del Toboso.

Buscando las auenturas ÷
por entre las duras peñas, ÷
maldiziendo entrañas duras, ÷
que entre riscos y entre breñas ÷
halla el triste desuenturas,

hiriole amor con su açote, ÷
no con su blanda correa, ÷
y en tocandole el cogote, ÷
aqui lloró don Quixote ÷
ausencias de Dulzinea ÷
del Toboso.

No causó poca risa en los que hallaron los
versos referidos el añadidura del Toboso al
nombre de Dulzinea, porque imaginaron que
deuio de imaginar don Quixote que si en
nombrando a Dulzinea no dezia tambien del
Toboso, no se podria entender la copla, y assi
fue la verdad, como el despues confesso. Otros
muchos escriuio, pero, como se ha dicho, no se
pudieron sacar en limpio, ni enteros, mas
destas tres coplas. En esto, y en suspirar, y en
llamar a los faunos y siluanos de aquellos
bosques, a las ninfas de los rios, a la dolorosa y
vmida Eco, que le respondiesse, consolassen
y escuchassen, se entretenia, y en buscar
algunas yeruas con que sustentarse en tanto
que Sancho boluia; que si como tardó tres dias,
tardara tres semanas, el Cauallero de la Triste
Figura quedara tan desfigurado, que no le
conociera la madre que lo pario.

Y sera bien dexalle embuelto entre sus
suspiros y versos, por contar lo que le auino
a Sancho Pança en su mandaderia. Y fue que,
en saliendo al camino real, se puso en busca
del del Toboso, y otro dia llegó a la venta
donde le auia sucedido la desgracia de la manta;
y no la vuo bien visto, quando le parecio que
otra vez andaua en los ayres, y no quiso entrar
dentro, aunque llegó a hora que lo pudiera y
deuiera hazer, por ser la del comer y lleuar en
desseo de gustar algo caliente, que auia grandes
dias que todo era fiambre. Esta necessidad
le forço a que llegasse junto a la venta, todauia
dudoso si entraria o no. Y estando en esto,
salieron de la venta dos personas que luego
le conocieron, y dixo el vno al otro:

``Digame, señor licenciado, aquel del
cauallo, ¿no es Sancho Pança, el que dixo el
ama de nuestro auenturero que auia salido
con su señor por escudero?''

``Si es'', dixo el licenciado; ``y aquel es el
cauallo de nuestro don Quixote.''

Y conocieronle tan bien como aquellos
que eran el cura y el barbero de su mismo
lugar, y los que hizieron el escrutinio y acto
general de los libros. Los quales, assi como
acabaron de conocer a Sancho Pança y a
Rozinante, desseosos de saber de don Quixote,
se fueron a el, y el cura le llamó por
su nombre, diziendole:

``Amigo Sancho Pança, ¿adónde queda
vuestro amo?''

Conociolos luego Sancho Pança, y determinó
de encubrir el lugar y la suerte dónde y
cómo su amo quedaua; y assi, les respondio
que su amo quedaua ocupado en cierta parte
y en cierta cosa que le era de mucha importancia,
la qual el no podia descubrir, por
los ojos que en la cara tenia.

``No, no'', dixo el barbero, ``Sancho Pança,
si vos no nos dezis donde queda, imaginaremos,
como ya imaginamos, que vos le aueys
muerto y robado, pues venis encima de su
cauallo; en verdad que nos aueys de dar el
dueño del rozin, o sobre esso, morena.''

``No ay para qué conmigo amenazas, que yo
no soy hombre que robo ni mato a nadie: a
cada vno mate su ventura, o Dios, que le hizo.
Mi amo queda haziendo penitencia en la mitad
desta montaña, muy a su sabor.''

Y luego, de corrida y sin parar, les conto de
la suerte que quedaua, las auenturas que le
auian sucedido, y como lleuaua la carta a la
señora Dulzinea del Toboso, que era la hija
de Lorenço Corchuelo, de quien estaua
enamorado hasta los higados. Quedaron admirados
los dos de lo que Sancho Pança les contaua, y
aunque ya sabian la locura de don Quixote y
el genero della, siempre que la oyan se
admirauan de nueuo. Pidieron(do)le a Sancho Pança
que les enseñasse la carta que lleuaua a la
señora Dulzinea del Toboso; el dixo que yua
escrita en vn libro de memoria, y que era
orden de su señor que la hiziesse trasladar en
papel en el primer lugar que llegasse; a lo
qual dixo el cura que se la mostrasse, que el
la trasladaria de muy buena letra. Metio la
mano en el seno Sancho Pança buscando el
librillo, pero no le halló, ni le podia hallar si
le buscara hasta agora, porque se auia
quedado don Quixote con el, y no se le auia dado,
ni a el se le acordo de pedirsele.

Quando Sancho vio que no hallaua el libro,
fue(s)sele parando mortal el rostro, y, tornandose
a tentar todo el cuerpo muy apriessa, tornó
a echar de ver que no le hallaua, y, sin mas ni
mas, se hechó entrambos puños a las barbas y
se arrancó la mitad de ellas, y luego, apriessa
y sin cessar, se dio media dozena de puñadas
en el rostro y en las narizes, que se las bañó
todas en sangre. Visto lo qual por el cura y el
barbero, le dixeron que qué le auia sucedido,
que tan mal se paraua.

``¿Qué me ha de suceder?'', respondio Sancho,
``sino el auer perdido de vna mano a otra,
en vn estante, tres pollinos, que cada vno
era como vn castillo.''

``¿Cómo es esso?'', replicó el barbero.

``He perdido el libro de memoria'', respondio
Sancho, ``donde venia carta para Dulzinea
y vna cedula firmada de su señor, por
la qual mandaua que su sobrina me diesse
tres pollinos, de quatro o cinco que estauan en
casa.''

Y con esto les conto la perdida del ruzio.
Consolole el cura, y dixole que en hallando a
su señor el le haria reualidar la manda, y que
tornasse a hazer la librança en papel, como era
vso y costumbre, porque las que se hazian en
libros de memoria jamas se acetauan ni
cumplian. Con esto se consolo Sancho, y dixo que
como aquello fuesse ansi, que no le daua
mucha pena la perdida de la carta de Dulzinea,
porque el la sabia casi de memoria, de la qual
se podria trasladar donde y quando quisiessen.

``Dezildo, Sancho, pues'', dixo el barbero;
``que despues la trasladaremos.''

Parose Sancho Pança a rascar la cabeça
para traer a la memoria la carta, y ya se ponia
sobre vn pie y ya sobre otro; vnas vezes miraua
al suelo, otras al cielo, y al cabo de
auerse roydo la mitad de la yema de vn
dedo, teniendo suspensos a los que esperauan
que ya la dixesse, dixo al cabo de
grandissimo rato:

``¡Por Dios, señor licenciado, que los diablos
lleuen la cosa que de la carta se me
acuerda!; aunque en el principio dezia: «Alta y
sobajada señora».''

``No diria'', dixo el barbero, ``sobajada,
sino sobrehumana o soberana señora.''

``Assi es'', dixo Sancho; ``luego, si mal no
me acuerdo, proseguia... si mal no me acuerdo:
«el llego, y falto de sueño, y el ferido besa
a vuestra merced las manos, ingrata y muy
desconocida hermosa»; y no se qué dezia de
salud y de enfermedad, que le embiaua, y por
aqui yua escurriendo hasta que acabaua en
«Vuestro hasta la muerte, el Cauallero de la
Triste Figura».''

No poco gustaron los dos de ver la buena
memoria de Sancho Pança, y alabaronsela
mucho, y le pidieron que dixesse la carta otras
dos vezes, para que ellos ansi mesmo la
tomassen de memoria para trasladalla a su tiempo.
Tornola a dezir Sancho otras tres vezes, y
otras tantas boluio a dezir otros tres mil
disparates. Tras esto, conto assi mesmo las cosas
de su amo, pero no habló palabra acerca del
manteamiento que le auia sucedido en aquella
venta, en la qual rehusaua entrar. Dixo
tambien como su señor, en trayendo que le
truxesse buen despacho de la señora Dulzinea
del Toboso, se auia de poner en camino a
procurar como ser emperador, o por lo menos
monarca, que assi lo tenian concertado entre
los dos; y era cosa muy facil venir a serlo,
segun era el valor de su persona y la fuerça de
su braço; y que, en siendolo, le auia de casar
a el, porque ya seria viudo, que no podia ser
menos; y le auia de dar por muger a vna
donzella de la emperatriz, heredera de vn rico y
grande estado, de tierra firme, sin insulos ni
insulas, que ya no las queria.

Dezia esto Sancho con tanto reposo,
limpiandose de quando en quando las narizes, y
con tan poco juyzio, que los dos se admiraron
de nueuo, considerando quán vehemente auia
sido la locura de don Quixote, pues auia lleuado
tras si el juyzio de aquel pobre hombre. No
quisieron cansarse en sacarle del error en que
estaua, pareciendoles que, pues no le dañaua
nada la conciencia, mejor era dexarle en el, y
a ellos les seria de mas gusto oyr sus necedades.
Y assi, le dixeron que rogasse a Dios por
la salud de su señor; que cosa contingente y
muy agible era venir con el discurso del
tiempo a ser emperador, como el dezia, o por lo
menos arçobispo, o otra dignidad equiualente.
A lo qual respondio Sancho:

``Señores: si la fortuna rodeasse las cosas
de manera que a mi amo le viniesse en voluntad
de no ser emperador, sino de ser arçobispo,
querria yo saber agora qué suelen
dar los arçobispos andantes a sus escuderos.''

``Suelenles dar'', respondio el cura, ``algun
beneficio simple o curado, o alguna sacristania,
que les vale mucho de renta rentada,
amen del pie de altar, que se suele estimar en
otro tanto.''

``Para esso sera menester'', replicó Sancho,
``que el escudero no sea casado, y que sepa
ayudar a missa, por lo menos; y si esto es assi,
¡desdichado de yo, que soy casado y no se la
primera letra del A B C! ¿Qué sera de mi si a
mi amo le da antojo de ser arçobispo, y no
emperador, como es vso y costumbre de los
caualleros andantes?''

``No tengays pena, Sancho amigo'', dixo el
barbero; ``que aqui rogaremos a vuestro amo,
y se lo aconsejaremos, y aun se lo pondremos
en caso de conciencia, que sea emperador y
no arçobispo, porque le sera mas facil, a causa
de que el es mas valiente que estudiante.''

``Assi me ha parecido a mi'', respondio
Sancho; ``aunque se dezir que para todo tiene
abilidad. Lo que yo pienso hazer de mi parte
es rogarle a nuestro Señor que le eche a
aquellas partes donde el mas se sirua, y adonde a
mi mas mercedes me haga.''

``Vos lo dezis como discreto'', dixo el cura,
``y lo hareys como buen christiano. Mas lo que
aora se ha de hazer es dar orden como sacar
a vuestro amo de aquella inutil penitencia que
dezis que queda haziendo; y para pensar el
modo que hemos de tener, y para comer, que
ya es hora, sera bien nos entremos en esta
venta.''

Sancho dixo que entrassen ellos, que el
esperaria alli fuera, y que despues les diria la
causa porque no entraua, ni le conuenia entrar
en ella; mas que les rogaua que le sacassen
alli algo de comer que fuesse cosa caliente, y,
ansi mismo, ceuada para Rozinante. Ellos se
entraron y le dexaron, y de alli a poco el
barbero le sacó de comer. Despues, auiendo bien
pensado entre los dos el modo que tendrian
para conseguir lo que desseauan, vino el cura
en vn pensamiento muy acomodado al gusto
de don Quixote y para lo que ellos querian. Y
fue que dixo al barbero que lo que auia pensado
era: que el se vestiria en habito de donzella
andante, y que el procurasse ponerse lo
mejor que pudiesse como escudero, y que assi
yrian adonde don Quixote estaua, fingiendo
ser ella vna donzella afligida y menesterosa,
y le pediria vn don, el qual el no podria
dexarsele de otorgar como valeroso cauallero
andante; y que el don que le pensaua pedir
era que se viniesse con ella, donde ella le
lleuasse, a desfazelle vn agrauio que vn mal
cauallero le tenia fecho, y que le suplicaua ansi
mesmo que no la mandasse quitar su antifaz,
ni la demandasse cosa de su fazienda, fasta
que la vuiesse fecho derecho de aquel mal
cauallero, y que creyesse, sin duda, que don
Quixote vendria en todo quanto le pidiesse por
este termino, y que desta manera le sacarian
de alli y le lleuarian a su lugar, donde
procurarian ver si tenia algun remedio su estraña
locura.


## <e027>
# chapter  27 XXVII
# unit N chapternum
Capitulo XXVII
# unit T title
De como salieron con su intencion el cura y el
barbero, con otras cosas dignas de que se
cuenten en esta grande historia.
# unit P text
No le parecio mal al barbero la inuencion
del cura, sino tambien, que luego la pusieron
por obra. Pidieronle a la ventera vna saya
y vnas tocas, dexandole en prendas vna sotana
nueua del cura. El barbero hizo vna gran barba
de vna cola ruzia o roxa de buey, donde el
ventero tenia colgado el peyne. Preguntoles la
ventera que para qué le pedian aquellas cosas.
El cura le conto en breues razones la locura de
don Quixote, y como conuenia aquel disfraz
para sacarle de la montaña donde a la sazon
estaua. Cayeron luego el ventero y la ventera
en que el loco era su huesped, el del
balsamo, y el amo del manteado escudero, y
contaron al cura todo lo que con el les auia
passado, sin callar lo que tanto callaua Sancho.

En resolucion, la ventera vistio al cura de
modo que no auia mas que ver: pusole vna
saya de paño, llena de faxas de terciopelo
negro de vn palmo en ancho, todas acuchilladas,
y vnos corpiños de terciopelo verde guarnecidos
con vnos ribetes de raso blanco, que se
deuieron de hazer ellos y la saya en tiempo
del rey Bamba. No consintio el cura que le
tocassen, sino pusose en la cabeça vn birretillo
de lienço colchado que lleuaua para dormir de
noche, y ciñose por la frente vna liga de tafetan
negro, y con otra liga hizo vn antifaz con
que se cubrio muy bien las barbas y el rostro.
Encasquetose su sombrero, que era tan grande
que le podia seruir de quitasol, y, cubriendose
su herreruelo, subio en su mula a mugeriegas,
y el barbero en la suya, con su barba que
le llegaua a la cintura, entre roja y blanca, como
aquella que, como se ha dicho, era hecha de
la cola de vn buey barroso. Despidieronse de
todos y de la buena de Maritornes, que
prometio de rezar vn rosario, aunque pecadora,
porque Dios les diesse buen sucesso en tan
arduo y tan christiano negocio como era el
que auian emprendido.

Mas apenas huuo salido de la venta,
quando le vino al cura vn pensamiento: que
hazia mal en auerse puesto de aquella manera,
por ser cosa indecente que vn sacerdote
se pusiesse assi, aunque le fuesse mucho en
ello; y, diziendoselo al barbero, le rogo que
trocassen trages, pues era mas justo que el
fuesse la donzella menesterosa, y que el haria
el escudero, y que assi se profanaua menos
su dignidad; y que, si no lo queria hazer,
determinaua de no passar adelante, aunque a
don Quixote se le lleuasse el diablo.

En esto llegó Sancho, y de ver a los dos en
aquel trage, no pudo tener la risa. En efeto,
el barbero vino en todo aquello que el cura
quiso, y, trocando la inuencion, el cura le fue
informando el modo que auia de tener, y las
palabras que auia de dezir a don Quixote para
mouerle y forçarle a que con el se viniesse, y
dexasse la querencia del lugar que auia escogido
para su vana penitencia. El barbero respondio
que, sin que se le diesse licion, el lo
pondria bien en su punto. No quiso vestirse
por entonces, hasta que estuuiessen junto de
donde don Quixote estaua, y, assi, dobló sus
vestidos, y el cura acomodó su barba, y
siguieron su camino guiandolos Sancho Pança, el
qual les fue contando lo que les acontecio con
el loco que hallaron en la sierra, encubriendo,
empero, el hallazgo de la maleta y de quanto
en ella venia; que, maguer que tonto, era vn
poco codicioso el mancebo.

Otro dia llegaron al lugar donde Sancho
auia dexado puestas las señales de las ramas
para acertar el lugar donde auia dexado a su
señor, y, en reconociendole, les dixo como
aquella era la entrada, y que bien se podian
vestir, si era que aquello hazia al caso para la
libertad de su señor. Porque ellos le auian
dicho antes que el yr de aquella suerte y
vestirse de aquel modo era toda la importancia
para sacar a su amo de aquella mala vida que
auia escogido, y que le encargauan mucho
que no dixesse a su amo quién ellos eran ni
que los conocia; y que si le preguntasse, como
se lo auia de preguntar, si dio la carta a
Dulzinea, dixesse que si, y que, por no saber leer,
le auia respondido de palabra, diziendole que
le mandaua, so pena de la su desgracia, que
luego al momento se viniesse a ver con ella,
que era cosa que le importaua mucho, porque
con esto y con lo que ellos pensauan dezirle,
tenian por cosa cierta reduzirle a mejor vida,
y hazer con el que luego se pusiesse en
camino para yr a ser emperador o monarca, que
en lo de ser arçobispo no auia de que temer.

Todo lo escuchó Sancho, y lo tomó muy bien
en la memoria, y les agradecio mucho la
intencion que tenian de aconsejar a su señor
fuesse emperador, y no arçobispo, porque el
tenia para si que para hazer mercedes a sus
escuderos mas podian los emperadores que
los arçobispos andantes. Tambien les dixo que
seria bien que el fuesse delante a buscarle y
darle la respuesta de su señora; que ya
seria ella bastante a sacarle de aquel lugar, sin
que ellos se pusiessen en tanto trabajo.
Parecioles bien lo que Sancho Pança dezia, y, assi,
determinaron de aguardarle hasta que boluiesse
con las nueuas del hallazgo de su amo.

Entrose Sancho por aquellas quebradas de
la sierra, dexando a los dos en vna por donde
corria vn pequeño y manso arroyo, a quien
hazian sombra agradable y fresca otras peñas
y algunos arboles que por alli estauan. El
calor y el dia que alli llegaron, era de los del
mes de agosto, que por aquellas partes suele
ser el ardor muy grande; la hora, las tres de la
tarde: todo lo qual hazia al sitio mas agradable,
y que combidasse a que en el esperassen
la buelta de Sancho, como lo hizieron.

Estando, pues, los dos alli sossegados y a la
sombra, llegó a sus oydos vna voz, que, sin
acompañarla son de algun otro instrumento,
dulce y regaladamente sonaua, de que no poco
se admiraron, por parecerles que aquel no era
lugar donde pudiesse auer quien tan bien
cantasse, porque, aunque suele dezirse que por
las seluas y campos se hallan pastores de
vozes estremadas, mas son encarecimientos de
poetas que verdades; y mas quando aduirtieron
que lo que ohian cantar eran versos, no
de rusticos ganaderos, sino de discretos
cortesanos. Y confirmó esta verdad auer sido los
versos que oyeron, estos:

# unit Q spanishverse
¿Quién menoscaba mis bienes? ÷

Desdenes.

Y ¿quién aumenta mis duelos? ÷

Los zelos.

Y ¿quién prueua mi paciencia? ÷

Ausencia.

De esse modo, en mi dolencia ÷
ningun remedio se alcança, ÷
pues me matan la esperança ÷
desdenes, zelos y ausencia.

¿Quién me causa este dolor?

Amor.

Y ¿quién mi gloria repugna? ÷

Fortuna.

Y ¿quién consiente en mi duelo? ÷

El cielo.

De esse modo, yo rezelo ÷
morir deste mal estraño, ÷
pues se aumentan en mi daño ÷
amor, fortuna y el cielo.

¿Quién mejorará mi suerte? ÷

La muerte.

Y el bien de amor ¿quién le alcança? ÷

Mudança.

Y sus males ¿quién los cura? ÷

Locura.

De esse modo, no es cordura ÷
querer curar la passion, ÷
quando los remedios son: ÷
muerte, mudança y locura.

# unit P text
La hora, el tiempo, la soledad, la voz y la
destreza del que cantaua, causó admiracion y
contento en los dos oyentes, los quales se
estuuieron quedos, esperando si otra alguna cosa
ohian; pero viendo que duraua algun tanto el
silencio, determinaron de salir a buscar el
musico que con tan buena voz cantaua; y,
queriendolo poner en efeto, hizo la mesma voz
que no se mouiessen, la qual llegó de nueuo a
sus oydos, cantando este soneto:

# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Santa amistad, que con ligeras alas, ÷
tu apariencia quedandose en el suelo, ÷
entre benditas almas en el cielo, ÷
subiste alegre a las impireas salas,

desde alla, quando quieres, nos señalas ÷
la justa paz cubierta con vn velo, ÷
por quien a vezes se trasluze el zelo ÷
de buenas obras, que a la fin son malas.

Dexa el cielo, ¡o Amistad!, o no permitas ÷
que el engaño se vista tu librea ÷
con que destruye a la intencion sincera;

que si tus apariencias no le quitas, ÷
presto ha de verse el mundo en la pelea ÷
de la discorde confusion primera.

# unit P text
El canto se acabó con vn profundo suspiro,
y los dos con atencion boluieron a esperar si
mas se cantaua; pero viendo que la musica se
auia buelto en solloços y en lastimeros ayes,
acordaron de saber quién era el triste, tan
estremado en la voz como doloroso en los
gemidos; y no anduuieron mucho, quando, al
boluer de vna punta de vna peña, vieron a vn
hombre del mismo talle y figura que Sancho
Pança les auia pintado quando les conto el
cuento de Cardenio; el qual hombre, quando
los vio, sin sobresaltarse, estuuo quedo, con la
cabeça inclinada sobre el pecho, a guisa de
hombre pensatiuo, sin alçar los ojos a
mirarlos mas de la vez primera, quando de
improuiso llegaron.

El cura, que era hombre bien hablado, como
el que ya tenia noticia de su desgracia, pues
por las señas le auia conocido, se llegó a el, y
con breues aunque muy discretas razones, le
rogo y persuadio que aquella tan miserable
vida dexasse, porque alli no la perdiesse, que
era la desdicha mayor de las desdichas. Estaua
Cardenio entonces en su entero juyzio, libre de
aquel furioso accidente que tan a menudo le
sacaua de si mismo, y assi, viendo a los dos en
trage tan no vsado de los que por aquellas
soledades andauan, no dexó de admirarse algun
tanto, y mas quando oyo que le auian hablado
en su negocio como en cosa sabida, porque las
razones que el cura le dixo assi lo dieron a
entender, y, assi, respondio desta manera:

``Bien veo yo, señores, quien quiera que
seays, que el cielo, que tiene cuydado de
socorrer a los buenos, y aun a los malos muchas
vezes, sin yo merecerlo me embia, en estos tan
remotos y apartados lugares del trato comun
de las gentes, algunas personas que, poniendome
delante de los ojos, con viuas y varias
razones, quán sin ella ando en hazer la vida
que hago, han procurado sacarme desta a
mejor parte; pero como no saben que se yo que
en saliendo deste daño he de caer en otro
mayor, quiça me deuen de tener por hombre de
flacos discursos, y aun, lo que peor seria, por
de ningun juyzio; y no seria marauilla que assi
fuesse, porque a mi se me trasluze que la fuerça
de la imaginacion de mis desgracias es tan
intensa y puede tanto en mi perdicion, que, sin
que yo pueda ser parte a estoruarlo, vengo a
quedar como piedra, falto de todo buen
sentido y conocimiento; y vengo a caer en la
cuenta desta verdad quando algunos me
dizen y muestran señales de las cosas que he
hecho en tanto que aquel terrible accidente
me señorea, y no se mas que dolerme en vano
y maldezir sin prouecho mi ventura, y dar
por disculpa de mis locuras el dezir la causa
dellas a quantos oyrla quieren, porque viendo
los cuerdos quál es la causa, no se marauillarán
de los efetos, y, si no me dieren remedio, a lo
menos no me daran culpa, conuirtiendoseles
el enojo de mi desemboltura en lastima de mis
desgracias. Y si es que vosotros, señores, venis
con la mesma intencion que otros han
venido, antes que passeys adelante en vuestras
discretas persuasiones, os ruego que escucheys
el cuento, que no le tiene, de mis desuenturas,
porque quiça, despues de entendido, ahorrareys
del trabajo que tomareys en consolar vn
mal que de todo consuelo es incapaz.''

Los dos, que no desseauan otra cosa que
saber de su mesma boca la causa de su daño,
le rogaron se la contasse, ofreciendole de no
hazer otra cosa de la que el quisiesse en su
remedio o consuelo; y, con esto, el triste
cauallero començo su lastimera historia casi por
las mesmas palabras y passos que la auia
contado a don Quixote y al cabrero pocos dias
atras, quando por ocasion del maestro Elisabat
y puntualidad de don Quixote en guardar el
decoro a la caualleria, se quedó el cuento
imperfeto, como la historia lo dexa contado. Pero
aora quiso la buena suerte que se detuuo el
accidente de la locura, y le dio lugar de contarlo
hasta el fin; y assi, llegando al passo del
villete que auia hallado don Fernando entre
el libro de Amadis de Gaula, dixo Cardenio
que le tenia bien en la memoria y que dezia
desta manera:

# unit T subtitle
«LVSCINDA A CARDENIO
# unit R quotedtext
Cada dia descubro en vos valores que me
obligan y fuerçan a que en mas os estime; y
assi, si quisieredes sacarme desta deuda sin
executarme en la honra, lo podreys muy bien
hazer. Padre tengo, que os conoce y que me
quiere bien, el qual, sin forçar mi voluntad,
cumplira la que sera justo que vos
tengays, si es que me estimays como dezis, y
como yo creo.»

# unit P text
''Por este villete me moui a pedir a Luscinda
por esposa, como ya os he contado, y este fue
por quien quedó Luscinda en la opinion de
don Fernando por vna de las mas discretas y
auisadas mugeres de su tiempo; y este villete
fue el que le puso en desseo de destruyrme
antes que el mio se efetuasse. Dixele yo a don
Fernando en lo que reparaua el padre de
Luscinda, que era en que mi padre se la pidiesse,
lo qual yo no le osaua dezir, temeroso que no
vendria en ello, no porque no tuuiesse bien
conocida la calidad, bondad, virtud y hermosura
de Luscinda, y que tenia partes bastantes
para enoblecer qualquier otro linage de España,
sino porque yo entendia del, que desseaua
que no me casasse tan presto, hasta ver lo
que el duque Ricardo hazia conmigo. En resolucion,
le dixe que no me auenturaua a dezirselo
a mi padre, assi por aquel inconueniente
como por otros muchos que me acobardauan,
sin saber quáles eran, sino que me parecia que
lo que yo desseasse jamas auia de tener efeto.

''A todo esto me respondio don Fernando,
que el se encargaua de hablar a mi padre, y
hazer con el que hablasse al de Luscinda. ¡O
Mario ambicioso! ¡O Catilina cruel! ¡O Sila
facinoroso! ¡O Galalon embustero! ¡O Vellido
traydor! ¡O Iulian vengatiuo! ¡O Iudas codicioso!
Traydor, cruel, vengatiuo y embustero, ¿qué
deseruicios te auia hecho este triste, que con
tanta llaneza te descubrio los secretos y
contentos de su corazon? ¿Qué ofensa te hize?
¿Qué palabras te dixe, o qué consejos te di,
que no fuessen todos encaminados a acrecentar
tu honra y tu prouecho? Mas ¿de qué me
quexo, desuenturado de mi?, pues es cosa cierta
que quando traen las desgracias la corriente
de las estrellas, como vienen de alto a baxo,
despeñandose con furor y con violencia, no ay
fuerça en la tierra que las detenga, ni industria
humana que preuenirlas pueda. ¿Quién
pudiera imaginar que don Fernando, cauallero
ilustre, discreto, obligado de mis seruicios,
poderoso para alcançar lo que el desseo amoroso
le pidiesse donde quiera que le ocupasse, se
auia de enconar, como suele dezirse, en
tomarme a mi vna sola oueja que aun no
posseia? Pero, quedense estas consideraciones
aparte, como inutiles y sin prouecho, y
añudemos el roto hilo de mi desdichada historia.

''Digo, pues, que pareciendole a don
Fernando que mi presencia le era inconueniente
para poner en execucion su falso y mal
pensamiento, determinó de embiarme a su hermano
mayor con ocasion de pedirle vnos dineros
para pagar seys cauallos, que de industria
y solo para este efeto de que me ausentasse,
para poder mejor salir con su dañado intento,
el mesmo dia que se ofrecio hablar a mi
padre los compró, y quiso que yo viniesse por el
dinero. ¿Pude yo preuenir esta traycion? ¿Pude,
por ventura, caer en imaginarla? No, por cierto;
antes, con grandissimo gusto me ofreci a partir
luego, contento de la buena compra hecha.
Aquella noche hablé con Luscinda, y le dixe lo
que con don Fernando quedaua concertado, y
que tuuiesse firme esperança de que tendrian
efeto nuestros buenos y justos desseos; ella
me dixo, tan segura como yo de la traycion de
don Fernando, que procurasse boluer presto,
porque creia que no tardaria mas la conclusion
de nuestras voluntades que tardasse mi
padre de hablar al suyo. No se qué se fue
que, en acabando de dezirme esto, se le llenaron
los ojos de lagrimas, y vn nudo se le
atrauesso en la garganta, que no le dexaua
hablar palabra de otras muchas que me
parecio que procuraua dezirme.

''Quedé admirado deste nueuo accidente,
hasta alli jamas en ella visto, porque siempre
nos hablauamos, las vezes que la buena fortuna
y mi diligencia lo concedia, con todo regozijo
y contento, sin mezclar en nuestras platicas
lagrimas, suspiros, zelos, sospechas o
temores. Todo era engrandecer yo mi ventura
por auermela dado el cielo por señora; exageraua
su belleza, admirauame de su valor y
entendimiento. Boluiame ella el recambio,
alabando en mi lo que como enamorada le
parezia digno de alabança. Con esto nos
contauamos cien mil niñerias y acaecimientos de
nuestros vezinos y conocidos, y a lo que mas
se estendia mi desemboltura era a tomarle, casi
por fuerça, vna de sus bellas y blancas manos
y llegarla a mi boca, segun daua lugar la
estrecheza de vna baxa reja que nos diuidia. Pero
la noche que precedio al triste dia de mi partida,
ella lloró, gimio y suspiró, y se fue y me
dexó lleno de confusion y sobresalto, espantado
de auer visto tan nueuas y tan tristes
muestras de dolor y sentimiento en Luscinda;
pero, por no destruyr mis esperanças, todo lo
atribuy a la fuerça del amor que me tenia y al
dolor que suele causar la ausencia en los que
bien se quieren.

''En fin, yo me parti, triste y pensatiuo, llena
el alma de imaginaciones y sospechas, sin
saber lo que sospechaua ni imaginaua: claros
indicios que me mostrauan el triste sucesso
y desuentura que me estaua guardada. Llegué
al lugar donde era embiado; di las cartas al
hermano de don Fernando; fuy bien recebido,
pero no bien despachado, porque me mandó
aguardar, bien a mi disgusto, ocho dias, y en
parte donde el duque, su padre, no me viesse,
porque su hermano le escriuia que le embiasse
cierto dinero sin su sabiduria. Y todo fue
inuencion del falso don Fernando, pues no le
faltauan a su hermano dineros para despacharme
luego. Orden y mandato fue este que
me puso en condicion de no obedecerle, por
parecerme impossible sustentar tantos dias la
vida en el ausencia de Luscinda, y mas auiendola
dexado con la tristeza que os he contado;
pero, con todo esto, obedeci, como buen criado,
aunque veia que auia de ser a costa de mi
salud.

''Pero a los quatro dias que alli llegué,
llegó vn hombre en mi busca con vna carta
que me dio, que en el sobrescrito conoci ser
de Luscinda, porque la letra del era suya.
Abrila temeroso y con sobresalto, creyendo
que cosa grande deuia de ser la que la auia
mouido a escriuirme estando ausente, pues
presente pocas vezes lo hazia. Preguntele al
hombre, antes de leerla, quién se la auia dado
y el tiempo que auia tardado en el camino.
Dixome, que acaso passando por vna calle de
la ciudad, a la hora de medio dia, vna señora
muy hermosa le llamó desde vna ventana, los
ojos llenos de lagrimas, y que, con mucha
priessa, le dixo: «Hermano, si soys christiano,
como pareceys, por amor de Dios os ruego
que encamineys luego luego esta carta al
lugar y a la persona que dize el sobrescrito,
que todo es bien conocido, y en ello hareys vn
gran seruicio a nuestro Señor; y para que no
os falte comodidad de poderlo hazer, tomad
lo que va en este pañuelo.» «Y, diziendo esto,
me arrojó por la ventana vn pañuelo, donde
venian atados cien reales y esta sortija de oro
que aqui traygo, con essa carta que os he dado;
y luego, sin aguardar respuesta mia, se quitó
de la ventana, aunque primero vio como yo
tomé la carta y el pañuelo, y por señas le dixe
que haria lo que me mandaua; y assi,
viendome tan bien pagado del trabajo que podia
tomar en traerosla, y conociendo por el
sobrescrito que erades vos a quien se embiaua,
porque yo, señor, os conozco muy bien, y obligado
assi mesmo de las lagrimas de aquella
hermosa señora, determiné de no fiarme de
otra persona, sino venir yo mesmo a darosla.
Y en diez y seys horas que ha que se me
dio, he hecho el camino, que sabeys que es de
diez y ocho leguas.»

''En tanto que el agradecido y nueuo correo
esto me dezia, estaua yo colgado de sus
palabras, temblandome las piernas, de manera que
apenas podia sostenerme. En efeto, abri la
carta y vi que contenia estas razones:

«La palabra que don Fernando os dio de
hablar a vuestro padre para que hablasse al
mio, la ha cumplido mas en su gusto que
en vuestro prouecho. Sabed, señor, que el me
ha pedido por esposa, y mi padre, lleuado de
la ventaja que el piensa que don Fernando os
haze, ha venido en lo que quiere, con tantas
veras, que de aqui a dos dias se ha de hazer
el desposorio, tan secreto y tan a solas, que
solo han de ser testigos los cielos y alguna
gente de casa. Quál yo quedo, imaginaldo; si
os cumple venir, veldo; y si os quiero bien o
no, el sucesso deste negocio os lo dara a
entender. ¡A Dios plega que esta llegue a
vuestras manos antes que la mia se vea en
condicion de juntarse con la de quien tan mal sabe
guardar la fe que promete!»

''Estas, en suma, fueron las razones que la
carta contenia, y las que me hizieron poner
luego en camino, sin esperar otra respuesta ni
otros dineros; que bien claro conoci entonces
que no la compra de los cauallos, sino la de
su gusto, auia mouido a don Fernando a
embiarme a su hermano. El enojo que contra don
Fernando concebi, junto con el temor de perder
la prenda que con tantos años de seruicios
y desseos tenia grangeada, me pusieron alas,
pues, casi como en buelo, otro dia me puse en
mi lugar, al punto y hora que conuenia para
yr a hablar a Luscinda. Entré secreto, y dexé
vna mula en que venia en casa del buen
hombre que me auia lleuado la carta; y quiso
la suerte que entonces la tuuiesse tan buena,
que hallé a Luscinda puesta a la rexa, testigo
de nuestros amores. Conociome Luscinda
luego, y conocila yo, mas no como deuia ella
conocerme, y yo conocerla. Pero, ¿quién ay
en el mundo que se pueda alabar que ha
penetrado y sabido el confuso pensamiento y
condicion mudable de vna muger? Ninguno,
por cierto. Digo, pues, que assi como
Luscinda me vio, me dixo: «Cardenio, de boda
estoy vestida; ya me estan aguardando en la
sala don Fernando el traydor, y mi padre el
codicioso, con otros testigos, que antes lo
seran de mi muerte que de mi desposorio.
No te turbes, amigo, sino procura hallarte
presente a este sacrificio, el qual si no
pudiere ser estoruado de mis razones, vna daga
lleuo escondida que podra estoruar mas
determinadas fuerças, dando fin a mi vida y
principio a que conozcas la voluntad que te
he tenido y tengo.»

''Yo le respondi, turbado y apriessa,
temeroso no me faltasse lugar para responderla:
«Hagan, señora, tus obras verdaderas tus
palabras; que si tu lleuas daga para acreditarte,
aqui lleuo yo espada para defenderte con
ella, o para matarme, si la suerte nos fuere
contraria.» No creo que pudo oyr todas estas
razones, porque senti que la llamauan apriessa,
porque el desposado aguardaua. Cerrose con
esto la noche de mi tristeza, pusoseme el sol
de mi alegria, quedé sin luz en los ojos y sin
discurso en el entendimiento. No acertaua a
entrar en su casa, ni podia mouerme a parte
alguna; pero considerando quánto importaua
mi presencia para lo que suceder pudiesse en
aquel caso, me animé lo mas que pude y entré
en su casa; y como ya sabia muy bien todas
sus entradas y salidas, y mas con el alboroto
que de secreto en ella andaua, nadie me echó
de ver; assi que, sin ser visto, tuue lugar de
ponerme en el hueco que hazia vna ventana
de la mesma sala, que con las puntas y
remates de dos tapizes se cubria, por entre las
quales podia yo ver, sin ser visto, todo quanto
en la sala se hazia.

''¿Quién pudiera dezir aora los sobresaltos
que me dio el coraçon mientras alli estuue, los
pensamientos que me ocurrieron, las consideraciones
que hize, que fueron tantas y tales,
que ni se pueden dezir ni aun es bien que se
digan? Basta que sepays que el desposado entró
en la sala, sin otro adorno que los mesmos
vestidos ordinarios que solia. Trahia
por padrino a vn primo hermano de Luscinda,
y en toda la sala no auia persona de fuera,
sino los criados de casa.

''De alli a vn poco salio de vna recamara
Luscinda, acompañada de su madre y de dos
donzellas suyas, tan bien adereçada y
compuesta como su calidad y hermosura merecian,
y como quien era la perfecion de la gala
y bizarria cortesana. No me dio lugar mi
suspension y arrobamiento para que mirasse y
notasse en particular lo que trahia vestido:
solo pude aduertir a las colores, que eran
encarnado y blanco, y en las vislumbres que
las piedras y joyas del tocado y de todo el
vestido hazian, a todo lo qual se auentajaua
la belleza singular de sus hermosos y rubios
cabellos, tales, que en competencia de las
preciosas piedras y de las luzes de quatro hachas
que en la sala estauan, la suya con mas
resplandor a los ojos ofrecian. ¡O memoria,
enemiga mortal de mi descanso! ¿De qué sirue
representarme aora la incomparable belleza
de aquella adorada enemiga mia? ¿No será
mejor, cruel memoria, que me acuerdes y
representes lo que entonces hizo, para que,
mouido de tan manifiesto agrauio, procure, ya que
no la vengança, a lo menos perder la vida?

''No os canseys, señores, de oyr estas
digressiones que hago; que no es mi pena de
aquellas que puedan ni deuan contarse
sucintamente y de passo, pues cada circunstancia
suya me parece a mi que es digna de vn largo
discurso.''

A esto le respondio el cura que, no solo no
se cansauan en oyrle, sino que les daua mucho
gusto las menudencias que contaua, por ser
tales, que merecian no passarse en silencio y
la mesma atencion que lo principal del
cuento.

``Digo, pues'', prosiguio Cardenio, ``que
estando todos en la sala, entró el cura de la
perrochia, y, tomando a los dos por la mano
para hazer lo que en tal acto se requiere, al
dezir: «¿Quereys, señora Luscinda, al señor don
Fernando, que está presente, por vuestro
legitimo esposo, como lo manda la Santa Madre
Iglesia?», yo saqué toda la cabeça y cuello de
entre los tapizes, y con atentissimos oydos y
alma turbada me puse a escuchar lo que Luscinda
respondia, esperando de su respuesta la
sentencia de mi muerte o la confirmacion de
mi vida. ¡O!, quién se atreuiera a salir entonces,
diziendo a vozes: «¡A, Luscinda, Luscinda,
mira lo que hazes, considera lo que me deues,
mira que eres mia, y que no puedes ser de
otro! ¡Aduierte que el dezir tu «si» y el
acabarseme la vida, ha de ser todo a vn punto! ¡A,
traydor don Fernando, robador de mi gloria,
muerte de mi vida!, ¿qué quieres?, ¿qué
pretendes? Considera que no puedes christianamente
llegar al fin de tus desseos, porque
Luscinda es mi esposa y yo soy su marido.»
¡A, loco de mi!, aora que estoy ausente y lexos
del peligro, digo que auia de hazer lo que no
hize; aora que dexé robar mi cara prenda,
maldigo al robador, de quien pudiera vengarme
si tuuiera coraçon para ello, como le tengo
para quexarme. En fin, pues fuy entonces
couarde y necio, no es mucho que muera aora
corrido, arrepentido y loco.

''Estaua esperando el cura la respuesta de
Luscinda, que se detuuo vn buen espacio en
darla, y quando yo pense que sacaua la daga
para acreditarse, o desataua la lengua para
dezir alguna verdad o desengaño que en mi
prouecho redundasse, oygo que dixo con voz
desmayada y flaca: «Si, quiero», y lo mesmo
dixo don Fernando, y, dandole el anillo, quedaron
en indissoluble nudo ligados. Llegó
el desposado a abraçar a su esposa, y ella,
poniendose la mano sobre el coraçon, cayo
desmayada en los braços de su madre. Resta aora
dezir quál quedé yo, viendo en el «si» que auia
oydo burladas mis esperanças, falsas las
palabras y promessas de Luscinda, impossibilitado
de cobrar en algun tiempo el bien que en
aquel instante auia perdido. Quedé falto de
consejo, desamparado, a mi parecer, de todo
el cielo, hecho enemigo de la tierra que me
sustentaua, negandome el ayre aliento para
mis suspiros, y el agua humor para mis ojos;
solo el fuego se acrecento de manera que todo
ardia de rabia y de zelos.

''Alborotaronse todos con el desmayo de
Luscinda, y, desabrochandole su madre el pecho
para que le diesse el ayre, se descubrio en
el vn papel cerrado, que don Fernando tomó
luego y se le puso a leer a la luz de vna de
las hachas, y, en acabando de leerle, se sento
en vna silla y se puso la mano en la mexilla
con muestras de hombre muy pensatiuo, sin
acudir a los remedios que a su esposa se
hazian para que del desmayo boluiesse. Yo,
viendo alborotada toda la gente de casa, me
auenturé a salir, ora fuesse visto o no, con
determinacion que si me viessen, de hazer
vn desatino, tal, que todo el mundo viniera a
entender la justa indignacion de mi pecho en
el castigo del falso don Fernando, y aun en el
mudable de la desmayada traydora. Pero mi
suerte, que para mayores males, si es possible
que los aya, me deue tener guardado, ordenó
que en aquel punto me sobrasse el entendimiento,
que despues aca me ha faltado; y, assi,
sin querer tomar vengança de mis mayores
enemigos, que, por estar tan sin pensamiento
mio fuera facil tomarla, quise tomarla de mi
mano y executar en mi la pena que ellos
merecian, y aun quiça con mas rigor del que
con ellos se vsara si entonces les diera muerte,
pues la que se recibe repentina presto acaba
la pena; mas la que se dilata con tormentos,
siempre mata, sin acabar la vida.

''En fin, yo sali de aquella casa y vine a la
de aquel donde auia dexado la mula; hize que
me la ensillasse; sin despedirme del subi en
ella, y sali de la ciudad sin osar, como otro
Lot, boluer el rostro a miralla; y quando me
vi en el campo solo, y que la escuridad de la
noche me encubria, y su silencio combidaua a
quexarme, sin respeto o miedo de ser escuchado
ni conocido, solte la voz y desaté la lengua
en tantas maldiciones de Luscinda y de
don Fernando, como si con ellas satisfiziera el
agrauio que me auian hecho. Dile titulos de
cruel, de ingrata, de falsa y desagradecida;
pero, sobre todos, de codiciosa, pues la riqueza
de mi enemigo la auia cerrado los ojos de la
voluntad para quitarmela a mi y entregarla a
aquel con quien mas liberal y franca la fortuna
se auia mostrado; y en mitad de la fuga destas
maldiciones y vituperios, la desculpaua, diziendo
que no era mucho que vna donzella recogida
en casa de sus padres, hecha y acostumbrada
siempre a obedecerlos, huuiesse querido
condecender con su gusto, pues le dauan por
esposo a vn cauallero tan principal, tan rico y
tan gentil hombre, que a no querer recebirle,
se podia pensar, o que no tenia juyzio, o que
en otra parte tenia la voluntad, cosa que
redundaua tan en perjuyzio de su buena opinion
y fama.

''Luego boluia diziendo que, puesto que ella
dixera que yo era su esposo, vieran ellos que
no auia hecho en escogerme tan mala eleccion
que no la disculparan, pues antes de ofrecerseles
don Fernando, no pudieran ellos mesmos
acertar a dessear, si con razon midiessen
su desseo, otro mejor que yo para esposo
de su hija; y que bien pudiera ella, antes de
ponerse en el trance forçoso y vltimo de dar
la mano, dezir que ya yo le auia dado la mia;
que yo viniera y concediera con todo
quanto ella acertara a fingir en este caso.

''En fin, me resolui en que poco amor, poco
juyzio, mucha ambicion y desseos de grandezas
hizieron que se oluidasse de las palabras
con que me auia engañado, entretenido y
sustentado en mis firmes esperanças y
honestos desseos. Con estas vozes y con esta
inquietud caminé lo que quedaua de aquella
noche, y di al amanecer en vna entrada destas
sierras, por las quales caminé otros tres
dias, sin senda ni camino alguno, hasta que
vine a parar a vnos prados que no se a que
mano destas montañas caen, y alli pregunté
a vnos ganaderos que hazia dónde era lo mas
aspero destas sierras. Dixeronme que hazia
esta parte. Luego me encaminé a ella, con
intencion de acabar aqui la vida, y, en
entrando por estas asperezas, del cansancio y
de la hambre se cayo mi mula muerta, o, lo
que yo mas creo, por desechar de si tan inutil
carga como en mi lleuaua. Yo quedé a pie,
rendido de la naturaleza, traspassado de
hambre, sin tener ni pensar buscar quien me
socorriesse.

''De aquella manera estuue no se qué tiempo
tendido en el suelo, al cabo del qual me
leuanté sin hambre, y hallé junto a mi a vnos
cabreros, que, sin duda, deuieron ser los que mi
necessidad remediaron, porque ellos me dixeron
de la manera que me auian hallado, y como
estaua diziendo tantos disparates y desatinos,
que daua indicios claros de auer perdido el
juyzio; y yo he sentido en mi, despues aca,
que no todas vezes le tengo cabal, sino tan
desmedrado y flaco, que hago mil locuras,
rasgandome los vestidos, dando vozes por estas
soledades, maldiziendo mi ventura y repitiendo
en vano el nombre amado de mi enemiga,
sin tener otro discurso ni intento entonces que
procurar acabar la vida vozeando; y quando
en mi bueluo, me hallo tan cansado y
molido que apenas puedo mouerme. Mi mas comun
habitacion es en el hueco de vn alcornoque,
capaz de cubrir este miserable cuerpo. Los
vaqueros y cabreros que andan por estas
montañas, mouidos de caridad, me sustentan,
poniendome el manjar por los caminos y por las
peñas por donde entienden que acaso podre
passar y hallarlo; y, assi, aunque entonces me
falte el juyzio, la necessidad natural me da a
conocer el mantenimiento, y despierta en mi
el desseo de apetecerlo y la voluntad de
tomarlo. Otras vezes me dizen ellos, quando me
encuentran con juyzio, que yo salgo a los
caminos, y que se lo quito por fuerça, aunque me
lo den de grado, a los pastores que vienen
con ello del lugar a las majadas.

''Desta manera passo mi miserable y estrema
vida, hasta que el cielo sea seruido de
conduzirle a su vltimo fin, o de ponerle en
mi memoria, para que no me acuerde de la
hermosura y de la traycion de Luscinda y del
agrauio de don Fernando; que si esto el haze
sin quitarme la vida, yo boluere a mejor
discurso mis pensamientos; donde no, no ay sino
rogarle que absolutamente tenga misericordia
de mi alma, que yo no siento en mi valor ni
fuerças para sacar el cuerpo desta estrecheza
en que por mi gusto he querido ponerle.

''Esta es, ¡o, señores!, la amarga historia de
mi desgracia; dezidme si es tal que pueda
celebrarse con menos sentimientos que los que en
mi aueys visto. Y no os canseys en persuadirme,
ni aconsejarme, lo que la razon os dixere
que puede ser bueno para mi remedio, porque
ha de aprouechar conmigo lo que aprouecha
la medicina recetada de famoso medico al
enfermo que recebir no la quiere. Yo no quiero
salud sin Luscinda, y pues ella gustó de ser
agena, siendo o deuiendo ser mia, guste yo
de ser de la desuentura, pudiendo auer sido de
la buena dicha. Ella quiso, con su mudança,
hazer estable mi perdicion; yo querre, con
procurar perderme, hazer contenta su voluntad, y
sera exemplo a los por venir de que a mi solo
faltó lo que a todos los desdichados sobra, a
los quales suele ser consuelo la impossibilidad
de tenerle, y en mi es causa de mayores
sentimientos y males, porque aun pienso que
no se han de acabar con la muerte.''

Aqui dio fin Cardenio a su larga platica, y
tan desdichada como amorosa historia; y al
tiempo que el cura se preuenia para dezirle
algunas razones de consuelo, le suspendio vna
voz que llegó a sus oydos, que en lastimados
acentos oyeron que dezia lo que se dirá en la
quarta parte desta narracion; que en este punto
dio fin a la tercera el sabio y atentado
historiador Cide Hamete Benengeli.

# part f Volume_1_Parte_4

## <f000>
# chapter   0 titlepage
# unit T title
QVARTA PARTE DEL INGENIOSO
hidalgo don Quixote de la Mancha.

## <f028>
# chapter  28 XXVIII
# unit N chapternum
Capitulo XXVIII
# unit T title
Que trata de la nueua y agradable auentura
que al cura y barbero sucedio en la
mesma sierra.
# unit P text
Felicissimos y venturosos fueron los tiempos
donde se echó al mundo el audacissimo cauallero
don Quixote de la Mancha, pues por auer
tenido tan honrosa determinacion, como fue el
querer resucitar y boluer al mundo la ya
perdida y casi muerta orden de la andante
caualleria, gozamos aora, en esta nuestra edad,
necessitada de alegres entretenimientos, no solo
de la dulçura de su verdadera historia, sino de
los cuentos y episodios della, que, en parte, no
son menos agradables y artificiosos y verdaderos
que la misma historia. La qual, prosiguiendo
su rastrillado, torcido y aspado hilo,
cuenta que, assi como el cura començo a
preuenirse para consolar a Cardenio, lo impidio
vna voz que llegó a sus oydos, que, con tristes
acentos, dezia desta manera:

``¡Ay Dios! ¿Si sera possible que he ya hallado
lugar que pueda seruir de escondida sepultura
a la carga pesada deste cuerpo, que tan
contra mi voluntad sostengo? Si sera, si la
soledad que prometen estas sierras no me
miente. ¡Ay desdichada!, y quán mas agradable
compañia haran estos riscos y malezas a mi
intencion -- pues me daran lugar para que con
quexas comunique mi desgracia al cielo -- que
no la de ningun hombre humano, pues no ay
ninguno en la tierra de quien se pueda esperar
consejo en las dudas, aliuio en las quexas, ni
remedio en los males.''

Todas estas razones oyeron y percibieron el
cura y los que con el estauan; y por parecerles,
como ello era, que alli junto las dezian, se
leuantaron a buscar el dueño, y no huuieron
andado veynte passos, quando, detras de vn
peñasco, vieron sentado al pie de vn fresno a
vn moço vestido como labrador, al qual,
por tener inclinado el rostro, a causa de que se
lauaua los pies en el arroyo que por alli corria,
no se le pudieron ver por entonces; y ellos
llegaron con tanto silencio, que del no fueron
sentidos, ni el estaua a otra cosa atento que a
lauarse los pies, que eran tales, que no
parecian sino dos pedaços de blanco cristal que
entre las otras piedras del arroyo se auian
nacido. Suspendioles la blancura y belleza de los
pies, pareciendoles que no estauan hechos a
pisar terrones, ni a andar tras el arado y los
bueyes, como mostraua el habito de su dueño.

Y, assi, viendo que no auian sido sentidos,
el cura, que yua delante, hizo señas a los
otros dos que se agaçapassen o escondiessen
detras de vnos pedaços de peña que alli auia;
y assi lo hizieron todos, mirando con atencion
lo que el moço hazia, el qual trahia puesto
vn capotillo pardo de dos haldas, muy ceñido
al cuerpo con vna toalla blanca. Trahia,
ansimesmo, vnos calçones y polaynas de paño
pardo, y en la cabeça vna montera parda.
Tenia las polaynas leuantadas hasta la
mitad de la pierna, que, sin duda alguna, de
blanco alabastro parecia. Acabose de lauar los
hermosos pies, y luego, con vn paño de tocar,
que sacó debaxo de la montera, se los limpió;
y, al querer quitarsele, alçó el rostro, y
tuuieron lugar los que mirandole estauan de ver
vna hermosura incomparable, tal, que
Cardenio dixo al cura con voz baxa:

``Esta, ya que no es Luscinda, no es persona
humana, sino diuina.''

El moço se quitó la montera, y, sacudiendo
la cabeça a vna y a otra parte, se començaron
a descoger y desparzir vnos cabellos que
pudieran los del sol tenerles embidia. Con esto
conocieron que el que parecia labrador era
muger, y delicada, y aun la mas hermosa que
hasta entonces los ojos de los dos auian visto,
y aun los de Cardenio, si no huuieran mirado
y conocido a Luscinda; que despues afirmó
que sola la belleza de Luscinda podia contender
con aquella. Los luengos y ruuios cabellos,
no solo le cubrieron las espaldas, mas toda en
torno la escondieron debaxo de ellos, que, si
no eran los pies, ninguna otra cosa de su cuerpo
se parecia: tales y tantos eran. En esto, les
siruio de peyne vnas manos, que si los pies
en el agua auian parecido pedaços de cristal,
las manos en los cabellos semejauan pedaços
de apretada nieue; todo lo qual en mas
admiracion y en mas desseo de saber quién era
ponia a los tres que la mirauan.

Por esto determinaron de mostrarse, y, al
mouimiento que hizieron de ponerse en pie, la
hermosa moça alçó la cabeça, y, apartandose
los cabellos de delante de los ojos con
entrambas manos, miró los que el ruydo hazian; y
apenas los huuo visto, quando se leuantó en
pie, y sin aguardar a calçarse ni a recoger los
cabellos, asio con mucha presteza vn bulto
como de ropa que junto a si tenia, y quiso
ponerse en huyda, llena de turbacion y sobresalto.
Mas no huuo dado seys passos, quando, no
pudiendo sufrir los delicados pies la aspereza
de las piedras, dio consigo en el suelo; lo qual
visto por los tres, salieron a ella, y el cura fue
el primero que le dixo:

``Deteneos, señora, quienquiera que seays;
que los que aqui veys solo tienen intencion de
seruiros. No ay para que os pongays en tan
impertinente huyda, porque ni vuestros pies lo
podran sufrir, ni nosotros consentir.''

A todo esto, ella no respondia palabra, atonita
y confusa. Llegaron, pues, a ella, y asiendola
por la mano el cura, prosiguio diziendo:

``Lo que vuestro traje, señora, nos niega,
vuestros cabellos nos descubren: señales
claras, que no deuen de ser de poco momento las
causas que han disfraçado vuestra belleza en
habito tan indigno, y traydola a tanta soledad
como es esta, en la qual ha sido ventura el
hallaros, si no para dar remedio a vuestros
males, a lo menos, para darles consejo, pues
ningun mal puede fatigar tanto, ni llegar tan al
estremo de serlo, mientras no acaba la vida,
que rehuya de no escuchar siquiera el consejo
que con buena intencion se le da al que lo
padece. Assi que, señora mia, o señor mio, o lo
que vos quisierdes ser, perded el sobresalto
que nuestra vista os ha causado, y contadnos
vuestra buena o mala suerte; que en nosotros
juntos, o en cada vno, hallareys quien os
ayude a sentir vuestras desgracias.''

En tanto que el cura dezia estas razones,
estaua la disfraçada moça como enuelesada,
mirandolos a todos, sin mouer labio ni dezir
palabra alguna, bien assi como rustico aldeano
que, de improuiso, se le muestran cosas raras
y del jamas vistas. Mas boluiendo el cura
a dezirle otras razones, al mesmo efeto
encaminadas, dando ella vn profundo suspiro,
rompio el silencio y dixo:

``Pues que la soledad destas sierras no ha
sido parte para encubrirme, ni la soltura de mis
descompuestos cabellos no ha permitido que
sea mentirosa mi lengua, en balde seria fingir
yo de nueuo aora, lo que, si se me creyesse,
seria mas por cortesia que por otra razon
alguna. Presupuesto esto, digo, señores, que os
agradezco el ofrecimiento que me aueys hecho,
el qual me ha puesto en obligacion de satisfazeros
en todo lo que me aueys pedido, puesto
que temo que la relacion que os hiziere de mis
desdichas os ha de causar, al par de la compassion,
la pesadumbre, porque no aueys de hallar
remedio para remediarlas, ni consuelo para
entretenerlas. Pero con todo esto, porque no
ande vacilando mi honra en vuestras
intenciones, auiendome ya conocido por muger, y
viendome moça, sola y en este trage, cosas
todas juntas, y cada vna por si, que pueden
echar por tierra qualquier honesto credito, os
aure de dezir lo que quisiera callar, si pudiera.''

Todo esto dixo sin parar la que tan hermosa
muger parecia, con tan suelta lengua, con voz
tan suaue, que no menos les admiró su discrecion
que su hermosura. Y, tornandole a hazer
nueuos ofrecimientos y nueuos ruegos para
que lo prometido cumpliesse, ella, sin hazerse
mas de rogar, calçandose con toda honestidad
y recogiendo sus cabellos, se acomodó en el
assiento de vna piedra, y puestos los tres
alrededor della, haziendose fuerça por detener
algunas lagrimas que a los ojos se le venian,
con voz reposada y clara començo la historia
de su vida desta manera:

``En esta Andaluzia ay vn lugar, de quien
toma titulo vn duque, que le haze vno de
los que llaman grandes en España. Este tiene
dos hijos: el mayor, heredero de su estado, y, al
parecer, de sus buenas costumbres, y el menor,
no se yo de qué sea heredero, sino de las
trayciones de Vellido y de los embustes de
Galalon. Deste señor son vassallos mis padres,
humildes en linage, pero tan ricos, que si los
bienes de su naturaleza ygualaran a los de su
fortuna, ni ellos tuuieran mas que dessear, ni
yo temiera verme en la desdicha en que me
veo; porque quiça nace mi poca ventura de la
que no tuuieron ellos en no auer nacido
ilustres. Bien es verdad que no son tan baxos que
puedan afrentarse de su estado, ni tan altos
que a mi me quiten la imaginacion que tengo
de que de su humildad viene mi desgracia.
Ellos, en fin, son labradores, gente llana, sin
mezcla de alguna raza mal sonante, y, como
suele dezirse, christianos viejos ranciosos, pero
tan ricos, que su riqueza y magnifico trato
les va poco a poco adquiriendo nombre de
hidalgos, y aun de caualleros, puesto que de la
mayor riqueza y nobleza que ellos se preciauan
era de tenerme a mi por hija; y assi, por no
tener otra ni otro que los heredasse, como
por ser padres y aficionados, yo era vna de las
mas regaladas hijas que padres jamas regalaron.
Era el espejo en que se mirauan, el baculo
de su vejez y el sujeto a quien encaminauan,
midiendolos con el cielo, todos sus desseos; de
los quales, por ser ellos tan buenos, los mios
no salian vn punto. Y, del mismo modo que yo
era señora de sus animos, ansi lo era de su
hazienda. Por mi se recebian y despedian los
criados. La razon y cuenta de lo que se sembraua
y cogia passaua por mi mano: los molinos
de azeyte, los lagares del vino, el numero
del ganado mayor y menor, el de las
colmenas. Finalmente, de todo aquello que vn tan
rico labrador como mi padre puede tener, y
tiene, tenia yo la cuenta, y era la mayordoma
y señora, con tanta solicitud mia y con tanto
gusto suyo, que buenamente no acertaré a
encarecerlo.

''Los ratos que del dia me quedauan, despues
de auer dado lo que conuenia a los mayorales,
a capatazes y a otros jornaleros, los
entretenia en exercicios que son a las donzellas
tan licitos como necessarios, como son los que
ofrece la aguja y la almohadilla, y la rueca
muchas vezes; y, si alguna, por recrear el
animo, estos exercicios dexaua, me acogia al
entretenimiento de leer algun libro deuoto o a
tocar vna harpa, porque la experiencia me
mostraua que la musica compone los animos
descompuestos y aliuia los trabajos que nacen
del espiritu.

''Esta, pues, era la vida que yo tenia en casa
de mis padres, la qual si tan particularmente
he contado, no ha sido por ostentacion, ni por
dar a entender que soy rica, sino porque se
aduierta quán sin culpa me he venido de aquel
buen estado que he dicho, al infelice en que
aora me hallo. Es, pues, el caso que passando
mi vida en tantas ocupaciones y en vn
encerramiento tal, que al de vn monesterio pudiera
compararse, sin ser vista, a mi parecer, de
otra persona alguna que de los criados de
casa, porque los dias que yua a missa era tan
de mañana, y tan acompañada de mi madre
y de otras criadas, y yo tan cubierta y
recatada, que apenas vian mis ojos mas tierra de
aquella donde ponia los pies, y, con todo
esto, los del amor, o los de la ociosidad, por
mejor dezir, a quien los de lince no pueden
ygualarse, me vieron, puestos en la solicitud
de don Fernando, que este es el nombre del
hijo menor del duque que os he contado.''

No huuo bien nombrado a don Fernando la
que el cuento contaua, quando a Cardenio se
le mudó la color del rostro, y començo a
trasudar, con tan grande alteracion, que el cura
y el barbero, que miraron en ello, temieron
que le venia aquel accidente de locura que
auian oydo dezir que de quando en quando
le venia. Mas Cardenio no hizo otra cosa que
trasudar y estarse quedo, mirando de hito en
hito a la labradora, imaginando quién ella era.
La qual, sin aduertir en los mouimientos de
Cardenio, prosiguio su historia, diziendo:

''Y no me huuieron bien visto, quando,
segun el dixo despues, quedó tan preso de mis
amores, quanto lo dieron bien a entender sus
demostraciones. Mas por acabar presto con
el cuento, que no le tiene, de mis desdichas,
quiero passar en silencio las diligencias que
don Fernando hizo para declararme su voluntad.
Sobornó toda la gente de mi casa, dio y
ofrecio dadiuas y mercedes a mis parientes.
Los dias eran todos de fiesta y de regozijo en
mi calle; las noches no dexauan dormir a
nadie las musicas. Los villetes que, sin saber
cómo, a mis manos venian, eran infinitos,
llenos de enamoradas razones y ofrecimientos,
con menos letras que promessas y juramentos.
Todo lo qual no solo no me ablandaua, pero
me endurecia de manera, como si fuera mi
mortal enemigo, y que todas las obras que
para reduzirme a su voluntad hazia, las hiziera
para el efeto contrario; no porque a mi me
pareciesse mal la gentileza de don Fernando, ni
que tuuiesse a demasia sus solicitudes,
porque me daua vn no se qué de contento verme
tan querida y estimada de vn tan principal
cauallero; y no me pesaua ver en sus papeles
mis alabanças; que en esto, por feas que
seamos las mugeres, me parece a mi que siempre
nos da gusto el oyr que nos llaman hermosas.

''Pero a todo esto se opone mi honestidad
y los consejos continuos que mis padres me
dauan, que ya muy al descubierto sabian la
voluntad de don Fernando, porque ya a el no
se le daua nada de que todo el mundo la
supiesse. Dezianme mis padres que en sola
mi virtud y bondad dexauan y depositauan su
honra y fama, y que considerasse la desigualdad
que auia entre mi y don Fernando, y que
por aqui echaria de ver que sus pensamientos,
aunque el dixesse otra cosa, mas se encaminauan
a su gusto que a mi prouecho; y que si
yo quisiesse poner en alguna manera algun
inconueniente para que el se dexasse de su
injusta pretension, que ellos me casarian luego
con quien yo mas gustasse, assi de los mas
principales de nuestro lugar, como de todos los
circunuezinos, pues todo se podia esperar de
su mucha hazienda y de mi buena fama. Con
estos ciertos prometimientos, y con la verdad
que ellos me dezian, fortificaua yo mi entereza,
y jamas quise responder a don Fernando
palabra que le pudiesse mostrar, aunque de muy
lexos, esperança de alcançar su desseo. Todos
estos recatos mios, que el deuia de tener por
desdenes, deuieron de ser causa de auiuar
mas su lasciuo apetito, que este nombre quiero
dar a la voluntad que me mostraua; la
qual, si ella fuera como deuia, no la supierades
vosotros aora, porque vuiera faltado la
ocasion de dezirosla.

''Finalmente, don Fernando supo que mis
padres andauan por darme estado, por quitalle
a el la esperança de posseerme, o, a lo
menos, porque yo tuuiesse mas guardas para
guardarme. Y esta nueua o sospecha fue causa
para que hiziesse lo que aora oyreys. Y fue
que vna noche, estando yo en mi aposento,
con sola la compañia de vna donzella que me
seruia, teniendo bien cerradas las puertas, por
temor que, por descuydo, mi honestidad no se
viesse en peligro, sin saber ni imaginar cómo,
en medio destos recatos y preuenciones, y en
la soledad deste silencio y encierro, me le
hallé delante, cuya vista me turbó de
manera, que me quitó la de mis ojos y me
enmudecio la lengua. Y, assi, no fuy poderosa de
dar vozes, ni aun el creo que me las dexara
dar, porque luego se llegó a mi, y, tomandome
entre sus braços, porque yo, como digo, no
tuue fuerças para defenderme, segun estaua
turbada, començo a dezirme tales razones,
que no se cómo es possible que tenga tanta
abilidad la mentira, que las sepa componer
de modo que parezcan tan verdaderas. Hazia
el traydor que sus lagrimas acreditassen sus
palabras, y los suspiros su intencion. Yo,
pobrezilla, sola, entre los mios mal exercitada
en casos semejantes, comence, no se en qué
modo, a tener por verdaderas tantas falsedades;
pero no de suerte que me mouiessen a
compassion, menos que buena, sus lagrimas
y suspiros.

''Y, assi, passandoseme aquel sobresalto
primero, torné algun tanto a cobrar mis perdidos
espiritus, y con mas animo del que pense
que pudiera tener, le dixe: «Si como estoy,
señor, en tus braços, estuuiera entre los de vn
leon fiero, y el librarme dellos se me
assegurara con que hiziera o dixera cosa que fuera
en perjuyzio de mi honestidad, assi fuera
possible hazella o dezilla, como es possible dexar
de auer sido lo que fue. Assi que, si tu tienes
ceñido mi cuerpo con tus braços, yo tengo
atada mi alma con mis buenos desseos, que
son tan diferentes de los tuyos, como lo veras,
si con hazerme fuerça quisieres passar
adelante en ellos. Tu vassalla soy, pero no tu
esclaua; ni tiene ni deue tener imperio la
nobleza de tu sangre para deshonrar y tener
en poco la humildad de la mia. Y en tanto
me estimo yo, villana y labradora, como tu,
señor y cauallero. Conmigo no han de ser de
ningun efecto tus fuerças, ni han de tener
valor tus riquezas, ni tus palabras han de
poder engañarme, ni tus suspiros y
lagrimas enternecerme. Si alguna de todas estas
cosas que he dicho viera yo en el que mis
padres me dieran por esposo, a su voluntad
se ajustara la mia, y mi voluntad de la suya
no saliera. De modo que, como quedara con
honra, aunque quedara sin gusto, de grado
le entregara lo que tu, señor, aora con tanta
fuerça procuras. Todo esto he dicho, porque
no es pensar que de mi alcance cosa alguna
el que no fuere mi ligitimo esposo.» «Si no
reparas mas que en esso, bellissima Dorotea»,
que este es el nombre desta desdichada -- dixo
el desleal cauallero --, «ves, aqui te doy la
mano de serlo tuyo, y sean testigos desta
verdad los cielos, a quien ninguna cosa se
asconde, y esta imagen de nuestra señora que
aqui tienes.»''

Quando Cardenio le oyo dezir que se llamaua
Dorotea, tornó de nueuo a sus sobresaltos,
y acabó de confirmar por verdadera su primera
opinion; pero no quiso interromper el cuento
por ver en qué venia a parar lo que el ya
casi sabia; solo dixo:

``¿Que Dorotea es tu nombre, señora? Otra
he oydo yo dezir del mesmo, que quiça
corre parejas con tus desdichas. Passa
adelante; que tiempo vendra en que te diga cosas
que te espanten en el mesmo grado que te
lastimen.''

Reparó Dorotea en las razones de Cardenio,
y en su estraño y desastrado traje, y rogole
que si alguna cosa de su hazienda sabia, se la
dixesse luego; porque si algo le auia dexado
bueno la fortuna, era el animo que tenia para
sufrir qualquier desastre que le sobreuiniesse,
segura de que, a su parecer, ninguno podia
llegar que el que tenia acrecentasse vn punto.

``No le perdiera yo, señora'', respondio
Cardenio, ``en dezirte lo que pienso, si fuera
verdad lo que imagino, y hasta aora no se pierde
coyuntura, ni a ti te importa nada el saberlo.''

``Sea lo que fuere'', respondio Dorotea, ``lo
que en mi cuento passa fue que, tomando don
Fernando vna ymagen que en aquel aposento
estaua, la puso por testigo de nuestro desposorio.
Con palabras eficacissimas y juramentos
estraordinarios me dio la palabra de ser mi
marido, puesto que, antes que acabasse de
dezirlas, le dixe que mirasse bien lo que hazia,
y que considerasse el enojo que su padre auia
de recebir de verle casado con vna villana,
vasalla suya; que no le cegasse mi hermosura,
tal qual era, pues no era bastante para hallar
en ella disculpa de su yerro, y que si algun
bien me queria hazer, por el amor que me
tenia, fuesse dexar correr mi suerte a lo ygual
de lo que mi calidad pedia, porque nunca
los tan desyguales casamientos se gozan, ni
duran mucho en aquel gusto con que se
comiençan.

''Todas estas razones que aqui he dicho, le
dixe, y otras muchas de que no me acuerdo;
pero no fueron parte para que el dexasse de
seguir su intento, bien ansi como el que no
piensa pagar, que, al concertar de la barata,
no repara en inconuenientes. Yo, a esta sazon,
hize vn breue discurso conmigo, y me dixe a
mi mesma: «Si, que no sere yo la primera
que por via de matrimonio aya subido de
humilde a grande estado, ni sera don Fernando
el primero a quien hermosura o ciega aficion,
que es lo mas cierto, aya hecho tomar
compañia desygual a su grandeza. Pues si no
hago ni mundo ni vso nueuo, bien es acudir
a esta honra que la suerte me ofrece, puesto
que en este no dure mas la voluntad que me
muestra de quanto dure el cumplimiento de
su desseo, que, en fin, para con Dios sere su
esposa. Y si quiero con desdenes despedille,
en termino le veo que no vsando el
que deue, vsará el de la fuerça, y vendre a
quedar deshonrada y sin disculpa de la culpa
que me podia dar el que no supiere quán
sin ella he venido a este punto. Porque, ¿qué
razones seran bastantes para persuadir a mis
padres y a otros que este cauallero entró en
mi aposento sin consentimiento mio?»

''Todas estas demandas y respuestas rebolui
en vn instante en la imaginacion.
Y, sobre todo, me començaron a hazer fuerça,
y a inclinarme a lo que fue, sin yo pensarlo,
mi perdicion, los juramentos de don Fernando,
los testigos que ponia, las lagrimas que
derramaua, y, finalmente, su dispusicion
y gentileza, que, acompañada con tantas
muestras de verdadero amor, pudieran rendir
a otro tan libre y recatado coraçon como el
mio. Llamé a mi criada para que en la tierra
acompañasse a los testigos del cielo. Tornó
don Fernando a reyterar y confirmar sus
juramentos. Añadio a los primeros nueuos santos
por testigos; echose mil futuras maldiciones
si no cumpliesse lo que me prometia. Boluio
a humedecer sus ojos y a acrecentar sus
suspiros; apretome mas entre sus braços,
de los quales jamas me auia dexado. Y, con
esto, y con boluerse a salir del aposento mi
donzella, yo dexé de serlo y el acabó de ser
traydor y fementido.

''El dia que sucedio a la noche de mi
desgracia se venia aun no tan apriessa como yo
pienso que don Fernando desseaua, porque,
despues de cumplido aquello que el apetito
pide, el mayor gusto que puede venir es
apartarse de donde le alcançaron. Digo esto,
porque don Fernando dio priessa por partirse de
mi; y, por industria de mi donzella, que era
la misma que alli le auia traydo, antes que
amaneciesse se vio en la calle. Y, al
despedirse de mi, aunque no con tanto ahinco y
vehemencia como quando vino, me dixo que
estuuiesse segura de su fe y de ser firmes y
verdaderos sus juramentos; y para mas
confirmacion de su palabra, sacó vn rico anillo
del dedo y lo puso en el mio. En efecto, el se
fue y yo quedé, ni se si triste o alegre: esto
se bien dezir, que quedé confusa y pensatiua,
y casi fuera de mi, con el nueuo acaecimiento,
y no tuue animo, o no se me acordo, de reñir
a mi donzella por la traycion cometida de
encerrar a don Fernando en mi mismo aposento,
porque aun no me determinaua si era bien o
mal el que me auia sucedido. Dixele, al partir,
a don Fernando que por el mesmo camino
de aquella podia verme otras noches, pues
ya era suya, hasta que, quando el quisiesse,
aquel hecho se publicasse. Pero no vino otra
alguna, si no fue la siguiente, ni yo pude verle
en la calle ni en la yglesia en mas de vn mes,
que en vano me cansé en solicitallo, puesto
que supe que estaua en la villa y que los mas
dias yua a caça, exercicio de que el era muy
aficionado.

''Estos dias y estas horas bien se yo que
para mi fueron aziagos y menguadas. Y bien
se que comence a dudar en ellos, y aun a
descreer de la fe de don Fernando; y se tambien
que mi donzella oyo entonces las palabras que,
en reprehension de su atreuimiento, antes no
auia oydo; y se que me fue forçoso tener
cuenta con mis lagrimas y con la compostura de
mi rostro, por no dar ocasion a que mis padres
me preguntassen que de qué andaua descontenta
y me obligassen a buscar mentiras que
dezilles. Pero todo esto se acabó en vn punto,
llegandose vno donde se atropellaron respectos
y se acabaron los honrados discursos,
y adonde se perdio la paciencia y salieron a
plaça mis secretos pensamientos. Y esto fue
porque, de alli a pocos dias, se dixo en el lugar
como en vna ciudad alli cerca se auia casado
don Fernando con vna donzella hermosissima
en todo estremo y de muy principales padres,
aunque no tan rica, que por la dote pudiera
aspirar a tan noble casamiento. Dixose que se
llamaua Luszinda, con otras cosas que en sus
desposorios sucedieron, dignas de admiracion.''

Oyo Cardenio el nombre de Luszinda, y no
hizo otra cosa que encoger los hombros, morderse
los labios, enarcar las cejas y dexar de
alli a poco caer por sus ojos dos fuentes de
lagrimas. Mas no por esto dexó Dorotea de
seguir su cuento, diziendo:

``Llegó esta triste nueua a mis oydos, y en
lugar de elarseme el coraçon en oylla, fue tanta
la colera y rabia que se encendio en el, que
faltó poco para no salirme por las calles
dando vozes, publicando la aleuosia y traycion
que se me auia hecho. Mas templose esta furia
por entonces con pensar de poner aquella
mesma noche por obra lo que puse, que fue
ponerme en este habito que me dio vno de los
que llaman çagales en casa de los labradores,
que era criado de mi padre, al qual descubri
toda mi desuentura, y le rogue me acompañasse
hasta la ciudad, donde entendi que mi
enemigo estaua. El, despues que vuo reprehendido
mi atreuimiento y afeado mi determinacion,
viendome resuelta en mi parecer, se ofrecio
a tenerme compañia, como el dixo, hasta
el cabo del mundo. Luego, al momento encerre
en vna almohada de lienço vn vestido de muger
y algunas joyas y dineros, por lo que podia
suceder. Y en el silencio de aquella noche,
sin dar cuenta a mi traydora donzella, sali de
mi casa, acompañada de mi criado, y de
muchas imaginaciones, y me puse en camino de
la ciudad a pie, lleuada en buelo del desseo
de llegar, ya que no a estoruar lo que tenia
por hecho, a lo menos, a dezir a don Fernando
me dixesse con qué alma lo auia hecho.

''Llegué en dos dias y medio donde queria,
y, en entrando por la ciudad, pregunté por la
casa de los padres de Luszinda; y al primero
a quien hize la pregunta, me respondio mas
de lo que yo quisiera oyr. Dixome la casa y
todo lo que auia sucedido en el desposorio de
su hija; cosa tan publica en la ciudad, que se
hazen corrillos para contarla por toda ella.
Dixome que la noche que don Fernando se
desposó con Luszinda, despues de auer ella dado
el si de ser su esposa, le auia tomado vn rezio
desmayo, y que, llegando su esposo a desabrocharle
el pecho para que le diesse el ayre, le
halló vn papel escrito de la misma letra de
Luszinda, en que dezia y declaraua que ella
no podia ser esposa de don Fernando, porque
lo era de Cardenio, que, a lo que el hombre
me dixo, era vn cauallero muy principal de la
mesma ciudad; y que si auia dado el si a
don Fernando, fue por no salir de la obediencia
de sus padres. En resolucion, tales razones
dixo que contenia el papel, que daua a entender
que ella auia tenido intencion de matarse en
acabandose de desposar, y daua alli las razones
por que se auia quitado la vida; todo lo
qual dizen que confirmó vna daga que le hallaron,
no se en qué parte de sus vestidos. Todo
lo qual visto por don Fernando, pareciendole
que Luszinda le auia burlado y escarnecido y
tenido en poco, arremetio a ella antes que de
su desmayo boluiesse, y con la misma daga
que le hallaron la quiso dar de puñaladas, y lo
hiziera, si sus padres y los que se hallaron
presentes no se lo estoruaran. Dixeron mas: que
luego se ausentó don Fernando, y que Luszinda
no auia buelto de su parasismo hasta otro
dia, que conto a sus padres como ella era
verdadera esposa de aquel Cardenio que he dicho.

''Supe mas: que el Cardenio, segun dezian,
se halló presente a los desposorios, y que, en
viendola desposada, lo qual el jamas penso, se
salio de la ciudad desesperado, dexandole
primero escrita vna carta, donde daua a entender
el agrauio que Luszinda le auia hecho, y de
como el se yua adonde gentes no le viessen.
Esto todo era publico y notorio en toda la
ciudad, y todos hablauan dello; y mas hablaron
quando supieron que Luszinda auia faltado de
casa de sus padres y de la ciudad, pues no
la hallaron en toda ella; de que perdian el
juyzio sus padres y no sabian qué medio se tomar
para hallarla. Esto que supe puso en vando
mis esperanças, y tuue por mejor no auer
hallado a don Fernando, que no hallarle
casado, pareciendome que aun no estaua del todo
cerrada la puerta a mi remedio, dandome yo
a entender que podria ser que el cielo vuiesse
puesto aquel impedimento en el segundo
matrimonio, por atraerle a conocer lo que al
primero deuia, y a caer en la cuenta de que era
christiano, y que estaua mas obligado a su
alma que a los respetos humanos.

''Todas estas cosas reboluia en mi fantasia,
y me consolaua sin tener consuelo, fingiendo
vnas esperanças largas y desmayadas para
entretener la vida, que ya aborrezco. Estando,
pues, en la ciudad, sin saber qué hazerme,
pues a don Fernando no hallaua, llegó a mis
oydos vn publico pregon, donde se prometia
grande hallazgo a quien me hallasse, dando
las señas de la edad y del mesmo traje que
trahia. Y oy dezir que se dezia que me auia
sacado de casa de mis padres el moço que
conmigo vino, cosa que me llegó al alma, por ver
quán de cayda andaua mi credito, pues no
bastaua perderle con mi venida, sino añadir el
con quién, siendo subjeto tan baxo y tan
indigno de mis buenos pensamientos. Al punto
que oy el pregon, me sali de la ciudad con
mi criado, que ya començaua a dar muestras
de titubear en la fe que de fidelidad me tenia
prometida, y aquella noche nos entramos por
lo espesso desta montaña, con el miedo de
no ser hallados.

''Pero como suele dezirse que vn mal llama
a otro, y que el fin de vna desgracia suele ser
principio de otra mayor, assi me sucedio a mi;
porque mi buen criado, hasta entonces fiel y
seguro, assi como me vio en esta soledad,
incitado de su mesma vellaqueria antes que
de mi hermosura, quiso aprouecharse de la
ocasion que, a su parecer, estos yermos le
ofrecian. Y con poca verguença y menos temor de
Dios, ni respeto mio, me requirio de amores;
y viendo que yo, con feas y justas palabras,
respondia a las desuerguenças de sus
propositos, dexó aparte los ruegos, de quien
primero penso aprouecharse, y començo a vsar
de la fuerça. Pero el justo cielo, que pocas o
ningunas vezes dexa de mirar y fauorecer a
las justas intenciones, fauorecio las mias de
manera, que, con mis pocas fuerças y con poco
trabajo, di con el por vn derrumbadero, donde
le dexé, ni se si muerto o si viuo. Y luego, con
mas ligereza que mi sobresalto y cansancio
pedian, me entré por estas montañas, sin lleuar
otro pensamiento ni otro disignio que
esconderme en ellas y huyr de mi padre y de
aquellos que de su parte me andauan buscando.

''Con este desseo ha no se quantos meses
que entré en ellas, donde hallé vn ganadero
que me lleuó por su criado a vn lugar que está
en las entrañas desta sierra, al qual he seruido
de çagal todo este tiempo, procurando estar
siempre en el campo por encubrir estos cabellos
que aora, tan sin pensarlo, me han descubierto.
Pero toda mi industria y toda mi solicitud
fue, y ha sido, de ningun prouecho, pues
mi amo vino en conocimiento de que yo no
era varon, y nacio en el el mesmo mal
pensamiento que en mi criado; y como no siempre
la fortuna con los trabajos da los remedios, no
hallé derrumbadero ni barranco de donde despeñar
y despenar al amo, como le hallé para
el criado. Y, assi, tuue por menor inconueniente
dexalle y asconderme de nueuo entre estas
asperezas que prouar con el mis fuerças o mis
disculpas. Digo, pues, que me torné a
emboscar y a buscar donde, sin impedimento
alguno, pudiesse con suspiros y lagrimas
rogar al cielo se duela de mi desuentura y me
de industria y fauor para salir della, o para
dexar la vida entre estas soledades, sin que
quede memoria desta triste, que tan sin culpa
suya aura dado materia para que de ella se
hable y murmure en la suya y en las agenas
tierras.''


## <f029>
# chapter  29 XXIX
# unit N chapternum
Capitulo XXIX
# unit T title
Que trata de la discrecion de la hermosa
Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y
passatiempo.
# unit P text
``Esta es, señores, la verdadera historia de
mi tragedia: mirad y juzgad aora si los suspiros
que escuchastes, las palabras que oystes
y las lagrimas que de mis ojos salian, tenian
ocasion bastante para mostrarse en mayor
abundancia; y considerada la calidad de mi
desgracia, vereys que sera en vano el consuelo,
pues es impossible el remedio della. Solo
os ruego, lo que con facilidad podreys y
deueys hazer, que me aconsejeys dónde podre
passar la vida, sin que me acabe el temor y
sobresalto que tengo de ser hallada de los
que me buscan; que, aunque se que el mucho
amor que mis padres me tienen me assegura
que sere dellos bien recebida, es tanta la
verguença que me ocupa solo al pensar
que, no como ellos pensauan, tengo de
parecer a su presencia, que tengo por mejor
desterrarme para siempre de ser vista, que no
verles el rostro con pensamiento que ellos
miran el mio ageno de la honestidad que de
mi se deuian de tener prometida.''

Calló en diziendo esto, y el rostro se le
cubrio de vn color que mostro bien claro el
sentimiento y verguença del alma. En las suyas
sintieron los que escuchado la auian tanta
lastima como admiracion de su desgracia;
y aunque luego quisiera el cura consolarla y
aconsejarla, tomó primero la mano Cardenio,
diziendo:

``En fin, señora, que tu eres la hermosa
Dorotea, la hija vnica del rico Clenardo.''

Admirada quedó Dorotea quando oyo el
nombre de su padre, y de ver quán de poco
era el que le nombraua, porque ya se ha dicho
de la mala manera que Cardenio estaua
vestido. Y, assi, le dixo:

``¿Y quién soys vos, hermano, que assi
sabeys el nombre de mi padre? Porque yo, hasta
aora, si mal no me acuerdo, en todo el
discurso del cuento de mi desdicha no le he
nombrado.''

``Soy'', respondio Cardenio, ``aquel sin ventura
que, segun vos, señora, aueys dicho, Luszinda
dixo que era su esposo. Soy el desdichado
Cardenio, a quien el mal termino de aquel
que a vos os ha puesto en el que estays, me
ha traydo a que me veays, qual me veys, roto,
desnudo, falto de todo humano consuelo, y, lo
que es peor de todo, falto de juyzio, pues no
le tengo sino quando al cielo se le antoja
darmele por algun breue espacio. Yo Dorotea,
soy el que me hallé presente a las sinrazones
de don Fernando, y el que aguardó oyr el si
que de ser su esposa pronunció Luszinda. Yo
soy el que no tuuo animo para ver en qué paraua
su desmayo, ni lo que resultaua del papel
que le fue hallado en el pecho, porque no tuuo
el alma sufrimiento para ver tantas desuenturas
juntas; y, assi, dexé la casa y la paciencia,
y vna carta que dexé a vn huesped mio, a
quien rogue que en manos de Luszinda la
pusiesse, y vineme a estas soledades con
intencion de acabar en ellas la vida, que desde
aquel punto aborreci como mortal enemiga
mia. Mas no ha querido la suerte quitarmela,
contentandose con quitarme el juyzio, quiça
por guardarme para la buena ventura que he
tenido en hallaros, pues siendo verdad, como
creo que lo es, lo que aqui aueys contado,
aun podria ser que a entrambos nos tuuiesse
el cielo guardado mejor sucesso en nuestros
desastres que nosotros pensamos. Porque
presupuesto que Luszinda no puede casarse con
don Fernando, por ser mia, ni don Fernando
con ella, por ser vuestro, y auerlo ella tan
manifiestamente declarado, bien podemos esperar
que el cielo nos restituya lo que es nuestro,
pues está todauia en ser y no se ha enagenado
ni deshecho. Y pues este consuelo tenemos,
nacido no de muy remota esperança, ni fundado
en desuariadas imaginaciones, suplicoos,
señora, que tomeys otra resolucion en vuestros
honrados pensamientos, pues yo la pienso
tomar en los mios, acomodandoos a esperar
mejor fortuna; que yo os juro por la fe de
cauallero y de christiano de no desampararos
hasta veros en poder de don Fernando, y que,
quando con razones no le pudiere atraer a que
conozca lo que os deue, de vsar entonces la
libertad que me concede el ser cauallero y poder,
con justo titulo, desafialle en razon de la
sinrazon que os haze, sin acordarme de mis
agrauios, cuya vengança dexaré al cielo por
acudir en la tierra a los vuestros.''

Con lo que Cardenio dixo se acabó de admirar
Dorotea, y por no saber qué gracias boluer
a tan grandes ofrecimientos, quiso tomarle
los pies para besarselos, mas no lo consintio
Cardenio; y el licenciado respondio por
entrambos y aprouo el buen discurso de Cardenio,
y, sobre todo, les rogo, aconsejó y persuadio
que se fuessen con el a su aldea, donde se
podrian reparar de las cosas que les faltauan,
y que alli se daria orden cómo buscar a don
Fernando, o cómo lleuar a Dorotea a sus padres,
o hazer lo que mas les pareciesse conueniente.
Cardenio y Dorotea se lo agradecieron
y acetaron la merced que se les ofrecia. El
barbero, que a todo auia estado suspenso y
callado, hizo tambien su buena platica y se
ofrecio, con no menos voluntad que el cura, a
todo aquello que fuesse bueno para seruirles.

Conto, assimesmo, con breuedad la causa
que alli los auia traydo, con la estrañeza de la
locura de don Quixote, y como aguardauan a
su escudero, que auia ydo a buscalle. Vinosele
a la memoria a Cardenio, como por sueños, la
pendencia que con don Quixote auia tenido, y
contola a los demas; mas no supo dezir por
qué causa fue su quistion.

En esto, oyeron vozes y conocieron que el
que las daua era Sancho Pança, que, por no
auerlos hallado en el lugar donde los dexó, los
llamaua a vozes. Salieronle al encuentro, y
preguntandole por don Quixote, les dixo
como le auia hallado desnudo en camisa,
flaco, amarillo y muerto de hambre, y suspirando
por su señora Dulzinea; y que, puesto
que le auia dicho que ella le mandaua que
saliesse de aquel lugar y se fuesse al del
Toboso, donde le quedaua esperando, auia
respondido que estaua determinado de no parecer
ante su fermosura fasta que ouiesse fecho
fazañas que le fiziessen digno de su gracia. Y
que si aquello passaua adelante, corria peligro
de no venir a ser emperador, como estaua
obligado, ni aun arçobispo, que era lo menos
que podia ser. Por esso, que mirassen lo que
se auia de hazer para sacarle de alli.

El licenciado le respondio que no tuuiesse
pena; que ellos le sacarian de alli, mal que le
pesasse. Conto luego a Cardenio y a Dorotea lo
que tenian pensado para remedio de don Quixote,
a lo menos, para lleuarle a su casa. A lo
qual dixo Dorotea que ella haria la donzella
menesterosa mejor que el barbero, y mas, que
tenia alli vestidos con que hazerlo al natural, y
que la dexassen el cargo de saber representar
todo aquello que fuesse menester para lleuar
adelante su intento, porque ella auia leydo
muchos libros de cauallerias y sabia bien el
estilo que tenian las donzellas cuytadas quando
pedian sus dones a los andantes caualleros.

``Pues no es menester mas'', dixo el cura,
``sino que luego se ponga por obra; que, sin
duda, la buena suerte se muestra en fauor
mio, pues tan sin pensarlo, a vosotros,
señores, se os ha començado a abrir puerta para
vuestro remedio, y a nosotros se nos ha
facilitado la que auiamos menester.''

Sacó luego Dorotea de su almohada vna
saya entera de cierta telilla rica y vna mantellina
de otra vistosa tela verde, y de vna caxita
vn collar y otras joyas, con que en vn instante
se adornó, de manera, que vna rica y gran
señora parecia. Todo aquello y mas dixo que
auia sacado de su casa para lo que se ofreciesse,
y que hasta entonces no se le auia ofrecido
ocasion de auello menester. A todos contentó
en estremo su mucha gracia, donayre y
hermosura, y confirmaron a don Fernando por de
poco conocimiento, pues tanta belleza
desechaua.

Pero el que mas se admiró fue Sancho Pança,
por parecerle, como era assi verdad, que
en todos los dias de su vida auia visto tan
hermosa criatura; y, assi, preguntó al cura con
grande ahinco le dixesse quién era aquella
tan fermosa señora y qué era lo que buscaua
por aquellos andurriales.

``Esta hermosa señora'', respondio el cura,
``Sancho hermano, es, como quien no dize
nada, es la heredera, por linea recta de varon,
del gran reyno de Micomicon, la qual viene en
busca de vuestro amo a pedirle vn don, el qual
es que le desfaga vn tuerto o agrauio que vn
mal gigante le tiene fecho; y a la fama que de
buen cauallero vuestro amo tiene por todo
lo descubierto, de Guinea ha venido a
buscarle esta princesa.''

``¡Dichosa buscada y dichoso hallazgo!'', dixo
a esta sazon Sancho Pança; ``y mas si mi
amo es tan venturoso que desfaga esse
agrauio y enderece esse tuerto, matando a
esse hideputa desse gigante que vuestra merced
dize; que si matará, si el le encuentra, si
ya no fuesse fantasma; que contra las fantasmas
no tiene mi señor poder alguno. Pero vna
cosa quiero suplicar a vuestra merced, entre
otras, señor licenciado, y es que porque a mi
amo no le tome gana de ser arçobispo, que es
lo que yo temo, que vuestra merced le aconseje
que se case luego con esta princesa, y
assi quedará impossibilitado de recebir
ordenes arçobispales, y vendra con facilidad a
su imperio, y yo al fin de mis desseos; que yo
he mirado bien en ello y hallo por mi cuenta
que no me está bien que mi amo sea arçobispo,
porque yo soy inutil para la Yglesia, pues
soy casado, y andarme aora a traer dispensaciones
para poder tener renta por la Yglesia,
teniendo, como tengo, muger y hijos, seria
nunca acabar. Assi que, señor, todo el toque
está en que mi amo se case luego con esta
señora, que hasta aora no se su gracia, y assi
no la llamo por su nombre.''

``Llamase'', respondio el cura, ``la princesa
Micomicona, porque llamandose su reyno
Micomicon, claro está que ella se ha de llamar
assi.''

``No ay duda en esso'', respondio Sancho;
``que yo he visto a muchos tomar el apellido y
alcurnia del lugar donde nacieron, llamandose
Pedro de Alcala, Iuan de Vbeda y Diego de
Valladolid; y esto mesmo se deue de vsar alla
en Guinea: tomar las reynas los nombres de
sus reynos.''

``Assi deue de ser'', dixo el cura; ``y en lo
del casarse vuestro amo, yo hare en ello
todos mis poderios.''

Con lo que quedó tan contento Sancho,
quanto el cura admirado de su simplicidad y
de ver quán encaxados tenia en la fantasia los
mesmos disparates que su amo, pues sin
alguna duda se daua a entender que auia de
venir a ser emperador. Ya en esto se auia
puesto Dorotea sobre la mula del cura, y el
barbero se auia acomodado al rostro la barba
de la cola de buey, y dixeron a Sancho que
los guiasse adonde don Quixote estaua, al qual
aduirtieron que no dixesse que conocia al
licenciado ni al barbero, porque en no
conocerlos consistia todo el toque de venir a ser
emperador su amo; puesto que ni el cura ni
Cardenio quisieron yr con ellos, porque no se
le acordasse a don Quixote la pendencia que
con Cardenio auia tenido, y el cura porque
no era menester por entonces su presencia. Y,
assi, los dexaron yr delante y ellos los fueron
siguiendo a pie, poco a poco. No dexó de auisar
el cura lo que auia de hazer Dorotea, a lo que
ella dixo que descuydassen: que todo se haria
sin faltar punto, como lo pedian y pintauan los
libros de cauallerias.

Tres quartos de legua aurian andado,
quando descubrieron a don Quixote entre vnas
intricadas peñas, ya vestido, aunque no armado;
y assi como Dorotea le vio y fue informada de
Sancho que aquel era don Quixote, dio del
açote a su palafren, siguiendole el bien barbado
barbero. Y, en llegando junto a el, el escudero
se arrojó de la mula y fue a tomar en los
braços a Dorotea, la qual, apeandose con grande
desemboltura, se fue a hincar de rodillas
ante las de don Quixote, y, aunque el
pugnaua por leuantarla, ella, sin leuantarse, le
fabló en esta guisa:

``De aqui no me leuantaré, ¡o valeroso y
esforçado cauallero!, fasta que la vuestra bondad
y cortesia me otorgue vn don, el qual redundará
en honra y prez de vuestra persona, y en
pro de la mas desconsolada y agrauiada donzella
que el sol ha visto. Y si es que el valor
de vuestro fuerte braço corresponde a la voz
de vuestra inmortal fama, obligado estays
a fauorecer a la sin ventura que de tan lueñes
tierras viene, al olor de vuestro famoso
nombre, buscandoos para remedio de sus
desdichas.''

``No os responderé palabra, fermosa señora'',
respondio don Quixote, ``ni oyre mas cosa
de vuestra facienda, fasta que os leuanteys de
tierra.''

``No me leuantaré, señor'', respondio la
afligida donzella, ``si primero, por la vuestra
cortesia, no me es otorgado el don que pido.''

``Yo vos le otorgo y concedo'', respondio
don Quixote, ``como no se aya de cumplir en
daño o mengua de mi rey, de mi patria y de
aquella que de mi coraçon y libertad tiene la
llaue.''

``No sera en daño ni en mengua de los que
dezis, mi buen señor'', replicó la dolorosa
donzella.

Y, estando en esto, se llegó Sancho Pança
al oydo de su señor, y muy pasito le dixo:

``Bien puede vuestra merced, señor, concederle
el don que pide, que no es cosa de nada:
solo es matar a vn gigantazo; y esta que lo
pide es la alta princesa Micomicona, reyna del
gran reyno Micomicon, de Etiopia.''

``Sea quien fuere'', respondio don Quixote;
``que yo hare lo que soy obligado y lo que me
dicta mi conciencia, conforme a lo que
professado tengo.''

Y, boluiendose a la donzella, dixo:

``La vuestra gran fermosura se leuante; que
yo le otorgo el don que pedirme quisiere.''

``Pues el que pido es'', dixo la donzella, ``que
la vuestra magnanima persona se venga luego
conmigo donde yo le lleuare, y me prometa
que no se ha de entremeter en otra auentura
ni demanda alguna hasta darme vengança de
vn traydor que, contra todo derecho diuino y
humano, me tiene vsurpado mi reyno.''

``Digo que assi lo otorgo'', respondio don
Quixote, ``y assi podeys, señora, desde oy mas,
desechar la malenconia que os fatiga y
hazer que cobre nueuos brios y fuerças vuestra
desmayada esperança; que, con el ayuda de
Dios y la de mi braço, vos os vereys presto
restituyda en vuestro reyno y sentada en la
silla de vuestro antiguo y grande estado, a
pesar y a despecho de los follones que
contradezirlo quisieren; y manos a labor, que en la
tardança dizen que suele estar el peligro.''

La menesterosa donzella pugnó con mucha
porfia por besarle las manos; mas don Quixote,
que en todo era comedido y cortes cauallero,
jamas lo consintio; antes la hizo leuantar
y la abraçó con mucha cortesia y comedimiento;
y mandó a Sancho que requiriesse las cinchas
a Rozinante, y le armasse luego al punto.
Sancho descolgo las armas, que, como trofeo,
de vn arbol estauan pendientes, y, requiriendo
las cinchas, en vn punto armó a su señor, el
qual, viendose armado, dixo:

``Vamos de aqui, en el nombre de Dios, a
fauorecer esta gran señora.''

Estauase el barbero aun de rodillas, teniendo
gran cuenta de dissimular la risa y de que
no se le cayesse la barba, con cuya cayda
quiça quedaran todos sin conseguir su buena
intencion; y, viendo que ya el don estaua
concedido, y con la diligencia que don Quixote
se alistaua para yr a cumplirle, se leuantó y
tomó de la otra mano a su señora, y entre
los dos la subieron en la mula; luego subio
don Quixote sobre Rozinante y el barbero se
acomodó en su caualgadura, quedandose
Sancho a pie, donde de nueuo se le renouo la
perdida del ruzio, con la falta que entonces
le hazia; mas todo lo lleuaua con gusto, por
parecerle que ya su señor estaua puesto en
camino y muy a pique de ser emperador, porque,
sin duda alguna, pensaua que se auia de
casar con aquella princessa y ser, por lo
menos, rey de Micomicon; solo le daua pesadumbre
el pensar que aquel reyno era en tierra
de negros, y que la gente que por sus vassallos
le diessen auian de ser todos negros, a
lo qual hizo luego en su imaginacion vn buen
remedio, y dixose a si mismo:

``¿Qué se me da a mi que mis vassallos sean
negros? ¿Aura mas que cargar con ellos y
traerlos a España, donde los podre vender, y
adonde me los pagarán de contado, de cuyo
dinero podre comprar algun titulo o algun
oficio con que viuir descansado todos los dias
de mi vida? ¡No, sino dormios, y no tengays
ingenio ni habilidad para disponer de las cosas
y para vender treynta o diez mil vasallos en
dacame essas pajas! ¡Par Dios que los he de
bolar, chico con grande, o como pudiere; y que
por negros que sean los he de boluer blancos,
o amarillos; llegaos, que me mamo el dedo!''

Con esto andaua tan solicito y tan contento,
que se le oluidaua la pesadumbre de caminar
a pie.

Todo esto mirauan de entre vnas breñas
Cardenio y el cura, y no sabian qué hazerse
para juntarse con ellos; pero el cura, que era
gran tracista, imaginó luego lo que harian para
conseguir lo que desseauan, y fue que, con
vnas tixeras que trahia en vn estuche, quitó
con mucha presteza la barba a Cardenio y vistiole
vn capotillo pardo que el trahia, y diole
vn herreruelo negro, y el se quedó en calças
y en jubon; y quedó tan otro de lo que antes
parecia Cardenio, que el mesmo no se
conociera, aunque a vn espejo se mirara. Hecho
esto, puesto ya que los otros auian passado
adelante en tanto que ellos se disfraçaron, con
facilidad salieron al camino real antes que
ellos, porque las malezas y malos passos de
aquellos lugares no concedian que anduuiessen
tanto los de a cauallo como los de a pie.
En efeto, ellos se pusieron en el llano a la
salida de la sierra, y assi como salio della don
Quixote y sus camaradas, el cura se le puso a
mirar muy de espacio, dando señales de que
le yua reconociendo; y al cabo de auerle vna
buena pieça estado mirando, se fue a el
abiertos los braços y diziendo a vozes:

``¡Para bien sea hallado el espejo de la
caualleria, el mi buen compatriote don Quixote
de la Mancha, la flor y la nata de la gentileza,
el amparo y remedio de los menesterosos, la
quinta essencia de los caualleros andantes!''

Y, diziendo esto, tenia abraçado por la
rodilla de la pierna yzquierda a don Quixote, el
qual, espantado de lo que veia y oia dezir
y hazer aquel hombre, se le puso a mirar
con atencion, y, al fin, le conocio, y quedó
como espantado de verle, y hizo grande fuerça
por apearse; mas el cura no lo consintio, por
lo qual don Quixote dezia:

``Dexeme vuestra merced, señor licenciado;
que no es razon que yo esté a cauallo, y vna
tan reuerenda persona como vuestra merced
esté a pie.''

``Esso no consentire yo en ningun modo'',
dixo el cura; ``estese la vuestra grandeza a
cauallo, pues estando a cauallo acaba las
mayores fazañas y auenturas que en nuestra edad
se han visto; que a mi, aunque indigno
sacerdote, bastaráme subir en las ancas de vna
destas mulas destos señores que con vuestra
merced caminan, si no lo han por enojo. Y aun
hare cuenta que voy cauallero sobre el cauallo
Pegaso, o sobre la cebra o alfana en que
caualgaua aquel famoso moro Muzaraque, que
aun hasta aora yaze encantado en la gran
cuesta Çulema, que dista poco de la gran
Compluto.''

``Aun no caia yo en tanto, mi señor licenciado'',
respondio don Quixote, ``y yo se que mi
señora la princessa sera seruida, por mi amor,
de mandar a su escudero de a vuestra merced
la silla de su mula; que el podra acomodarse
en las ancas, si es que ella las sufre.''

``Si sufre, a lo que yo creo'', respondio la
princessa; ``y tambien se que no sera menester
mandarselo al señor mi escudero, que el es
tan cortes y tan cortesano, que no consentira
que vna persona eclesiastica vaya a pie,
pudiendo yr a cauallo.''

``Assi es'', respondio el barbero.

Y, apeandose en vn punto, combidó al cura
con la silla, y el la tomó sin hazerse mucho de
rogar. Y fue el mal que, al subir a las ancas el
barbero, la mula, que, en efeto, era de alquiler,
que para dezir que era mala esto basta, alçó
vn poco los quartos traseros y dio dos cozes
en el ayre, que a darlas en el pecho de maese
Nicolas, o en la cabeça, el diera al diablo la
venida por don Quixote. Con todo esso le
sobresaltaron de manera, que cayo en el suelo,
con tan poco cuydado de las barbas, que se
le cayeron en el suelo; y como se vio sin
ellas, no tuuo otro remedio sino acudir a
cubrirse el rostro con ambas manos y a
quexarse que le auian derribado las muelas. Don
Quixote, como vio todo aquel maço de barbas
sin quixadas y sin sangre, lexos del rostro del
escudero caydo, dixo:

``¡Viue Dios, que es gran milagro este! ¡Las
barbas le ha derribado y arrancado del rostro,
como si las quitaran a posta!''

El cura, que vio el peligro que corria su
inuencion de ser descubierta, acudio luego a las
barbas y fuesse con ellas adonde yazia maese
Nicolas, dando aun vozes todauia; y de vn
golpe, llegandole la cabeça a su pecho, se las
puso, murmurando sobre el vnas palabras, que
dixo que era cierto ensalmo apropiado para
pegar barbas, como lo verian; y, quando se las
tuuo puestas, se apartó, y quedó el escudero
tan bien barbado y tan sano como de antes;
de que se admiró don Quixote sobremanera
y rogo al cura que, quando tuuiesse lugar, le
enseñasse aquel ensalmo; que el entendia que
su virtud a mas que pegar barbas se deuia de
estender, pues estaua claro que de donde las
barbas se quitassen auia de quedar la carne
llagada y maltrecha; y que pues todo lo
sanaua, a mas que barbas aprouechaua.

``Assi es'', dixo el cura; y prometio de
enseñarsele en la primera ocasion.

Concertaronse que, por entonces, subiesse
el cura, y a trechos se fuessen los tres mudando,
hasta que llegassen a la venta, que estaria
hasta dos leguas de alli. Puestos los tres a
cauallo, es a saber, don Quixote, la princessa y
el cura, y los tres a pie, Cardenio, el barbero
y Sancho Pança, don Quixote dixo a la
donzella:

``Vuestra grandeza, señora mia, guie por
donde mas gusto le diere.''

Y antes que ella respondiesse, dixo el
licenciado:

``¿Hazia qué reyno quiere guiar la vuestra
señoria? ¿Es por ventura hazia el de
Micomicon? Que si deue de ser, o yo se poco de
reynos.''

Ella, que estaua bien en todo, entendio que
auia de responder que si; y, assi, dixo:

``Si, señor; hazia esse reyno es mi camino.''

``Si assi es'', dixo el cura, ``por la mitad de
mi pueblo hemos de passar, y de alli tomará
vuestra merced la derrota de Cartagena, donde
se podra embarcar con la buena ventura; y si
ay viento prospero, mar tranquilo y sin
borrasca, en poco menos de nueue años se podra
estar a vista de la gran laguna Meona, digo
Meotides, que está poco mas de cien jornadas
mas aca del reyno de vuestra grandeza.''

``Vuestra merced está engañado, señor mio'',
dixo ella, ``porque no ha dos años que yo parti
del, y, en verdad, que nunca tuue buen tiempo;
y, con todo esso, he llegado a ver lo que
tanto desseaua, que es al señor don Quixote
de la Mancha, cuyas nueuas llegaron a mis
oydos assi como puse los pies en España, y
ellas me mouieron a buscarle para encomendarme
en su cortesia y fiar mi justicia del valor
de su inuencible braço.''

``¡No mas; cessen mis alabanças!'', dixo a
esta sazon don Quixote, ``porque soy enemigo
de todo genero de adulacion, y, aunque esta
no lo sea, todauia ofenden mis castas orejas
semejantes platicas. Lo que yo se dezir, señora
mia, que ora tenga valor o no, el que tuuiere
o no tuuiere, se ha de emplear en vuestro
seruicio hasta perder la vida; y, assi, dexando
esto para su tiempo, ruego al señor licenciado
me diga qué es la causa que le ha traydo por
estas partes, tan solo, y tan sin criados, y
tan a la ligera, que me pone espanto.''

``A esso yo respondere con breuedad'',
respondio el cura, ``porque sabra vuestra merced,
señor don Quixote, que yo y maese Nicolas,
nuestro amigo y nuestro barbero, yuamos a Seuilla
a cobrar cierto dinero que vn pariente
mio, que ha muchos años que passó a Indias,
me auia embiado, y no tan pocos que no passan
de sesenta mil pesos ensayados, que es
otro que tal, y, passando ayer por estos
lugares, nos salieron al encuentro quatro
salteadores y nos quitaron hasta las barbas; y de
modo nos las quitaron, que le conuino al
barbero ponerselas postizas; y aun a este
mancebo que aqui va -- señalando a Cardenio -- le
pusieron como de nueuo. Y es lo bueno, que
es publica fama por todos estos contornos, que
los que nos saltearon son de vnos galeotes
que dizen que libertó, casi en este mesmo
sitio, vn hombre tan valiente, que, a pesar del
comissario y de las guardas, los solto a todos;
y, sin duda alguna, el deuia de estar fuera de
juyzio, o deue de ser tan grande vellaco como
ellos, o algun hombre sin alma y sin conciencia,
pues quiso soltar al lobo entre las ouejas,
a la raposa entre las gallinas, a la mosca entre
la miel; quiso defraudar la justicia, yr contra
su rey y señor natural, pues fue contra sus
justos mandamientos. Quiso, digo, quitar a las
galeras sus pies, poner en alboroto a la Santa
Hermandad, que auia muchos años que reposaua.
Quiso, finalmente, hazer vn hecho por
donde se pierda su alma y no se gane su
cuerpo.''

Auiales contado Sancho al cura y al barbero
la auentura de los galeotes, que acabó su
amo con tanta gloria suya, y por esto cargaua
la mano el cura refiriendola, por ver lo que
hazia o dezia don Quixote, al qual se le
mudaua la color a cada palabra, y no osaua
dezir que el auia sido el libertador de aquella
buena gente.

``Estos, pues'', dixo el cura, ``fueron los que
nos robaron; ¡que Dios por su misericordia se
lo perdone al que no los dexó lleuar al deuido
suplicio!''


## <f030>
# chapter  30 XXX
# unit N chapternum
Capitulo XXX
# unit T title
Que trata del gracioso artificio y orden que se
tuuo en sacar a nuestro enamorado cauallero
de la asperissima penitencia en que se auia
puesto.
# unit P text
No huuo bien acabado el cura, quando
Sancho dixo:

``Pues mia fe, señor licenciado, el que hizo
essa fazaña fue mi amo, y no porque yo no le
dixe antes y le auisé que mirasse lo que
hazia, y que era pecado darles libertad, porque
todos yuan alli por grandissimos vellacos.''

``¡Majadero!'', dixo a esta sazon don Quixote;
``a los caualleros andantes no les toca, ni
atañe aueriguar, si los afligidos, encadenados
y opressos que encuentran por los caminos van
de aquella manera, o estan en aquella angustia
por sus culpas o por sus gracias; solo
le toca ayudarles como a menesterosos,
poniendo los ojos en sus penas y no en sus
vellaquerias. Yo topé vn rosario y sarta de gente
mohina y desdichada, y hize con ellos lo que
mi religion me pide, y lo demas alla se auenga;
y a quien mal le ha parecido, saluo la santa
dignidad del señor licenciado y su honrada
persona, digo que sabe poco de achaque de
caualleria, y que miente como vn hideputa y
mal nacido, y esto le hare conocer con mi
espada donde mas largamente se contiene.''

Y esto dixo, afirmandose en los estribos y
calandose el morrion, porque la vazia de
barbero, que a su cuenta era el yelmo de
Mambrino, lleuaua colgado del arzon delantero,
hasta adobarla del mal tratamiento que la
hizieron los galeotes. Dorotea, que era discreta
y de gran donayre, como quien ya sabia el
menguado humor de don Quixote y que todos
hazian burla del, sino Sancho Pança, no quiso
ser para menos, y viendole tan enojado, le
dixo:

``Señor cauallero, miembresele a la vuestra
merced el don que me tiene prometido, y que
conforme a el, no puede entremeterse en otra
auentura, por vrgente que sea; sossiegue vuestra
merced el pecho; que si el señor licenciado
supiera que por esse inuicto braço auian sido
librados los galeotes, el se diera tres puntos
en la boca, y aun se mordiera tres vezes la
lengua, antes que auer dicho palabra que en
despecho de vuestra merced redundara.''

``Esso juro yo bien'', dixo el cura, ``y aun
me huuiera quitado vn vigote.''

``Yo callaré, señora mia'', dixo don Quixote,
``y reprimire la justa colera que ya en mi pecho
se auia leuantado, y yre quieto y pacifico hasta
tanto que os cumpla el don prometido; pero
en pago deste buen desseo os suplico me digays,
si no se os haze de mal, quál es la vuestra
cuyta y quántas, quiénes y quáles son las
personas de quien os tengo de dar deuida,
satisfecha y entera vengança.''

``Esso hare yo de gana'', respondio Dorotea,
``si es que no os enfada oyr lastimas
y desgracias.''

``No enfadará, señora mia'', respondio don
Quixote.

A lo que respondio Dorotea:

``Pues assi es, estenme vuestras mercedes
atentos.''

No huuo ella dicho esto, quando Cardenio y
el barbero se le pusieron al lado, desseosos de
ver como fingia su historia la discreta
Dorotea, y lo mismo hizo Sancho, que tan
engañado yua con ella como su amo. Y ella,
despues de auerse puesto bien en la silla y
preuenidose con toser y hazer otros ademanes,
con mucho donayre començo a dezir desta
manera:

``Primeramente quiero que vuestras
mercedes sepan, señores mios, que a mi me
llaman...''

Y detuuose aqui vn poco, porque se le
oluidó el nombre que el cura le auia puesto;
pero el acudio al remedio, porque entendio en
lo que reparaua, y dixo:

``No es marauilla, señora mia, que la vuestra
grandeza se turbe y empache contando sus
desuenturas; que ellas suelen ser tales, que
muchas vezes quitan la memoria a los que
maltratan, de tal manera, que aun de sus
mesmos nombres no se les acuerda, como han
hecho con vuestra gran señoria, que se ha
oluidado que se llama la princessa Micomicona,
legitima heredera del gran reyno Micomicon;
y con este apuntamiento puede la vuestra
grandeza reduzir aora facilmente a su lastimada
memoria todo aquello que contar quisiere.''

``Assi es la verdad'', respondio la donzella,
``y desde aqui adelante creo que no sera
menester apuntarme nada; que yo saldre a buen
puerto con mi verdadera historia. La qual es
que el rey mi padre, que se llamaua Tinacrio
el Sabidor, fue muy docto en esto que llaman
el arte magica, y alcançó por su ciencia que
mi madre, que se llamaua la reina Xaramilla,
auia de morir primero que el, y que de alli a
poco tiempo el tambien auia de passar desta
vida y yo auia de quedar huerfana de padre y
madre. Pero dezia el que no le fatigaua tanto
esto quanto le ponia en confusion saber por
cosa muy cierta que vn descomunal gigante,
señor de vna grande insula, que casi alinda
con nuestro reyno, llamado Pandafilando de la
Fosca Vista -- porque es cosa aueriguada que
aunque tiene los ojos en su lugar y derechos,
siempre mira al reues, como si fuese vizco, y
esto lo haze el de maligno y por poner
miedo y espanto a los que mira --, digo que
supo que este gigante, en sabiendo mi
horfandad, auia de passar con gran poderio sobre
mi reyno y me lo auia de quitar todo, sin
dexarme vna pequeña aldea donde me recogiesse;
pero que podia escusar toda esta ruyna
y desgracia si yo me quisiesse casar con el;
mas, a lo que el entendia, jamas pensaua que
me vendria a mi en voluntad de hazer tan
desygual casamiento; y dixo en esto la pura
verdad, porque jamas me ha passado por el
pensamiento casarme con aquel gigante, pero
ni con otro alguno, por grande y desaforado
que fuesse.

''Dixo tambien mi padre que despues que el
fuesse muerto y viesse yo que Pandafilando
començaua a passar sobre mi reyno, que no
aguardasse a ponerme en defensa, porque seria
destruyrme, sino que libremente le dexasse
desembaraçado el reyno, si queria escusar la
muerte y total destruycion de mis buenos y
leales vassallos, porque no auia de ser
possible defenderme de la endiablada fuerça del
gigante; sino que luego, con algunos de los
mios, me pusiesse en camino de las Españas,
donde hallaria el remedio de mis males,
hallando a vn cauallero andante, cuya fama en
este tiempo se estenderia por todo este reyno,
el qual se auia de llamar, si mal no me
acuerdo, don Açote o don Gigote.''

``Don Quixote diria, señora'', dixo a esta
sazon Sancho Pança, ``o, por otro nombre, el
Cauallero de la Triste Figura.''

``Assi es la verdad'', dixo Dorotea. ``Dixo
mas: que auia de ser alto de cuerpo, seco de
rostro, y que en el lado derecho, debaxo del
ombro yzquierdo, o por alli junto, auia de tener
vn lunar pardo, con ciertos cabellos a manera
de cerdas.''

En oyendo esto don Quixote, dixo a su
escudero:

``Ten aqui, Sancho, hijo; ayudame a desnudar;
que quiero ver si soy el cauallero que
aquel sabio rey dexó profetizado.''

``Pues ¿para qué quiere vuestra merced
desnudarse?'', dixo Dorotea.

``Para ver si tengo esse lunar que vuestro
padre dixo'', respondio don Quixote.

``No ay para qué desnudarse'', dixo Sancho;
``que yo se que tiene vuestra merced vn lunar
dessas señas en la mitad del espinazo, que es
señal de ser hombre fuerte.''

``Esso basta'', dixo Dorotea; ``porque con los
amigos no se ha de mirar en pocas cosas, y
que esté en el hombro, o que esté en el espinazo,
importa poco; basta que aya lunar, y esté
donde estuuiere, pues todo es vna mesma
carne; y, sin duda, acerto mi buen padre en
todo, y yo he acertado en encomendarme al
señor don Quixote, que el es por quien mi padre
dixo, pues las señales del rostro vienen con
las de la buena fama que este cauallero tiene,
no solo en España, pero en toda la Mancha,
pues apenas me huue desembarcado en Osuna,
quando ohi dezir tantas hazañas suyas que
luego me dio el alma que era el mesmo
que venia a buscar.''

``¿Pues cómo se desembarcó vuestra merced
en Osuna, señora mia'', preguntó don Quixote,
``si no es puerto de mar?''

Mas antes que Dorotea respondiesse, tomó
el cura la mano y dixo:

``Deue de querer dezir la señora princessa
que, despues que desembarcó en Malaga, la
primera parte donde oyo nueuas de vuestra
merced fue en Osuna.''

``Esso quise dezir'', dixo Dorotea.

``Y esto lleua camino'', dixo el cura, ``y
prosiga vuestra magestad adelante.''

``No ay que proseguir'', respondio Dorotea,
``sino que, finalmente, mi suerte ha sido tan
buena en hallar al señor don Quixote, que ya
me cuento y tengo por reyna y señora de todo
mi reyno, pues el, por su cortesia y
magnificencia, me ha prometido el don de yrse
conmigo donde quiera que yo le lleuare, que no
sera a otra parte que a ponerle delante de
Pandafilando de la Fosca Vista para que le
mate y me restituya lo que tan contra razon me
tiene vsurpado; que todo esto ha de suceder a
pedir de boca, pues assi lo dexó profetizado
Tinacrio el Sabidor, mi buen padre; el qual
tambien dexó dicho y escrito, en letras caldeas
o griegas, que yo no las se leer, que si este
cauallero de la profecia, despues de auer
degollado al gigante, quisiesse casarse conmigo,
que yo me otorgasse luego, sin replica alguna,
por su legitima esposa, y le diesse la possession
de mi reyno, junto con la de mi persona.''

``¿Qué te parece, Sancho amigo?'', dixo a
este punto don Quixote. ``¿No oyes lo que
passa? ¿No te lo dixe yo? Mira si tenemos ya
reyno que mandar y reyna con quien casar.''

``Esso juro yo'', dixo Sancho; ``¡para el puto
que no se casare en abriendo el gaznatico al
señor Pandahilado! Pues ¡monta que es mala
la reyna! Assi se me bueluan las pulgas de la
cama.''

Y, diziendo esto, dio dos çapatetas en el
ayre, con muestras de grandissimo contento, y
luego fue a tomar las riendas de la mula de
Dorotea, y, haziendola detener, se hincó de
rodillas ante ella, suplicandole le diesse las
manos para besarselas, en señal que la recibia
por su reyna y señora. ¿Quién no auia de reyr
de los circustantes, viendo la locura del amo
y la simplicidad del criado? En efecto,
Dorotea se las dio y le prometio de hazerle gran
señor en su reyno, quando el cielo le hiziesse
tanto bien que se lo dexasse cobrar y gozar.
Agradecioselo Sancho con tales palabras, que
renouo la risa en todos.

``Esta, señores'', prosiguio Dorotea, ``es mi
historia; solo resta por deziros que de quanta
gente de acompañamiento saqué de mi reyno,
no me ha quedado sino solo este buen barbado
escudero, porque todos se anegaron en vna
gran borrasca que tuuimos a vista del puerto.
Y el y yo salimos en dos tablas a tierra, como
por milagro; y assi, es todo milagro y misterio
el discurso de mi vida, como lo aureys
notado. Y si en alguna cosa he andado demasiada,
o no tan acertada como deuiera, echad la
culpa a lo que el señor licenciado dixo al
principio de mi cuento: que los trabajos continuos
y extraordinarios quitan la memoria al que los
padece.''

``Essa no me quitarán a mi, ¡o alta y valerosa
señora!'', dixo don Quixote, ``quantos yo
passare en seruiros, por grandes y no vistos
que sean. Y, assi, de nueuo confirmo el don
que os he prometido, y juro de yr con vos al
cabo del mundo hasta verme con el fiero enemigo
vuestro, a quien pienso, con el ayuda de
Dios y de mi braço, tajar la cabeça soberuia
con los filos desta, no quiero dezir buena
espada, merced a Gines de Passamonte, que me
lleuó la mia -- esto dixo entre dientes, y
prosiguio diziendo --, y despues de auersela
tajado y puestoos en pacifica possession de
vuestro estado, quedará a vuestra voluntad
hazer de vuestra persona lo que mas en talante
os viniere; porque mientras que yo tuuiere
ocupada la memoria y cautiua la voluntad,
perdido el entendimiento, a aquella... y no
digo mas, no es possible que yo arrostre, ni
por pienso, el casarme, aunque fuesse con el
aue fenix.''

Pareciole tan mal a Sancho lo que vltimamente
su amo dixo acerca de no querer casarse,
que, con grande enojo, alçando la voz, dixo:

``¡Boto a mi y juro a mi, que no tiene vuestra
merced, señor don Quixote, cabal juyzio!
Pues ¿cómo es possible que pone vuestra merced
en duda el casarse con tan alta princesa
como aquesta? ¿Piensa que le ha de ofrecer la
fortuna, tras cada cantillo, semejante ventura
como la que aora se le ofrece? ¿Es por dicha
mas hermosa mi señora Dulzinea? No, por cierto;
ni aun con la mitad, y aun estoy por dezir
que no llega a su çapato de la que está
delante. Assi, noramala alcançaré yo el condado
que espero, si vuestra merced se anda a pedir
cotufas en el golfo. Casese, casesse luego,
encomiendole yo a Satanas, y tome esse reyno
que se le viene a las manos de
# unit L latinphrase
vobis, vobis;
# unit P text
y, en siendo rey, hagame marques o adelantado,
y luego, siquiera se lo lleue el diablo todo.''

Don Quixote, que tales blasfemias oyo dezir
contra su señora Dulzinea, no lo pudo sufrir,
y, alçando el lançon, sin hablalle palabra
a Sancho, y sin dezirle esta boca es mia, le dio
tales dos palos, que dio con el en tierra; y si
no fuera porque Dorotea le dio vozes que no
le diera mas, sin duda le quitara alli la vida.

``¿Pensays'', le dixo a cabo de rato, ``villano
ruyn, que ha de auer lugar siempre para ponerme
la mano en la horcaxadura, y que todo ha
de ser errar vos y perdonaros yo? Pues ¡no lo
penseys, vellaco descomulgado, que sin duda
lo estás, pues has puesto lengua en la sin
par Dulzinea! Y ¿no sabeys vos, gañan, faquin,
belitre, que si no fuesse por el valor
que ella infunde en mi braço, que no le tendria
yo para matar vna pulga? Dezid, socarron de
lengua viperina, y ¿quién pensays que ha
ganado este reyno; y cortado la cabeça a este
gigante; y hechoos a vos marques, que todo
esto doy ya por hecho y por cosa passada en
cosa juzgada, si no es el valor de Dulzinea,
tomando a mi braço por instrumento de sus
hazañas? Ella pelea en mi y vence en mi, y yo
viuo y respiro en ella, y tengo vida y ser. ¡O
hideputa, vellaco, y cómo soys desagradecido,
que os veys leuantado del poluo de la tierra
a ser señor de titulo, y correspondeys a tan
buena obra con dezir mal de quien os la hizo!''

No estaua tan maltrecho Sancho que no
oyesse todo quanto su amo le dezia, y,
leuantandose con vn poco de presteza, se fue a
poner detras del palafren de Dorotea, y desde alli
dixo a su amo:

``Digame, señor; si vuestra merced tiene
determinado de no casarse con esta gran princesa,
claro está que no sera el reyno suyo, y, no
siendolo, ¿qué mercedes me puede hazer? Esto
es de lo que yo me quexo; casese vuestra
merced vna por vna con esta reyna, aora que la
tenemos aqui como llouida del cielo, y despues
puede boluerse con mi señora Dulzinea; que
reyes deue de auer auido en el mundo que ayan
sido amancebados. En lo de la hermosura no
me entremeto, que, en verdad, si va a dezirla,
que entrambas me parecen bien, puesto que yo
nunca he visto a la señora Dulzinea.''

``¿Cómo que no la has visto, traydor
blasfemo?'', dixo don Quixote; ``pues ¿no acabas de
traerme aora vn recado de su parte?''

``Digo que no la he visto tan despacio'',
dixo Sancho, ``que pueda auer notado
particularmente su hermosura y sus buenas partes,
punto por punto; pero assi a bulto, me parece
bien.''

``Aora te disculpo'', dixo don Quixote, ``y
perdoname el enojo que te he dado; que los
primeros mouimientos no son en manos de los
hombres.''

``Ya yo lo veo'', respondio Sancho, ``y asi
en mi la gana de hablar siempre es primero
mouimiento, y no puedo dexar de dezir por vna
vez siquiera lo que me viene a la lengua.''

``Con todo esso'', dixo don Quixote, ``mira,
Sancho, lo que hablas, porque tantas vezes va
el cantarillo a la fuente...; y no te digo mas.''

``Aora bien'', respondio Sancho, ``Dios está
en el cielo, que ve las trampas, y sera juez de
quién haze mas mal: yo en no hablar bien, o
vuestra merced en no obrallo.''

``¡No aya mas!'', dixo Dorotea; ``corred,
Sancho, y besad la mano a vuestro señor y
pedilde perdon, y de aqui adelante andad mas
atentado en vuestras alabanças y vituperios,
y no digays mal de aquesa señora Tobosa, a
quien yo no conozco, si no es para seruilla, y
tened confianza en Dios, que no os ha de faltar
vn estado donde viuays como vn principe.''

Fue Sancho cabizbajo y pidio la mano a su
señor, y el se la dio con reposado continente,
y despues que se la vuo besado, le echó la
bendicion, y dixo a Sancho que se adelantassen vn
poco: que tenia que preguntalle y que departir
con el cosas de mucha importancia. Hizolo
assi Sancho, y apartaronse los dos algo
adelante, y dixole don Quixote:

``Despues que veniste no he tenido lugar ni
espacio para preguntarte muchas cosas de
particularidad acerca de la embaxada que lleuaste
y de la respuesta que truxiste, y aora, pues
la fortuna nos ha concedido tiempo y lugar, no
me niegues tu la ventura que puedes darme
con tan buenas nueuas.''

``Pregunte vuestra merced lo que quisiere'',
respondio Sancho; ``que a todo dare tan buena
salida como tuue la entrada. Pero suplico a
vuestra merced, señor mio, que no sea de aqui
adelante tan vengatiuo.''

``¿Por qué lo dizes, Sancho?'', dixo don
Quixote.

``Digolo'', respondio, ``porque estos palos de
agora mas fueron por la pendencia que entre
los dos trauó el diablo la otra noche, que por
lo que dixe contra mi señora Dulzinea, a quien
amo y reuerencio como a vna reliquia, aunque
en ella no lo aya, solo por ser cosa de
vuestra merced.''

``No tornes a essas platicas, Sancho, por tu
vida'', dixo don Quixote; ``que me dan
pesadumbre; ya te perdoné entonces, y bien sabes
tu que suele dezirse: a pecado nueuo,
penitencia nueua.''

En tanto que los dos yuan en estas platicas,
dixo el cura a Dorotea que auia andado
muy discreta, assi en el cuento como en la
breuedad del y en la similitud que tuuo con
los de los libros de cauallerias. Ella dixo que
muchos ratos se auia entretenido en leellos;
pero que no sabia ella donde eran las prouincias
ni puertos de mar, y que assi auia dicho
a tiento que se auia desembarcado en Ossuna.

``Yo lo entendi assi'', dixo el cura, ``y por esso
acudi luego a dezir lo que dixe, con que se
acomodó todo. Pero ¿no es cosa estraña ver
con quánta facilidad cree este desuenturado
hidalgo todas estas inuenciones y mentiras, solo
porque lleuan el estilo y modo de las
necedades de sus libros?''

``Si es'', dixo Cardenio, ``y tan rara y nunca
vista, que yo no se si queriendo inuentarla y
fabricarla mentirosamente, vuiera tan agudo
ingenio que pudiera dar en ella.''

``Pues otra cosa ay en ello'', dixo el cura:
``que, fuera de las simplicidades que este buen
hidalgo dize tocantes a su locura, si le tratan de
otras cosas, discurre con bonissimas razones y
muestra tener vn entendimiento claro y apazible
en todo; de manera, que, como no le toquen
en sus cauallerias, no aura nadie que le juzgue
sino por de muy buen entendimiento.''

En tanto que ellos yuan en esta conuersacion,
prosiguio don Quixote con la suya, y dixo a
Sancho:

``Echemos, Pança amigo, pelillos a la mar
en esto de nuestras pendencias, y dime aora,
sin tener cuenta con enojo ni rencor alguno,
¿dónde, cómo y quándo hallaste a Dulzinea?
¿Qué hazia? ¿Qué le dixiste? ¿Qué te respondio?
¿Qué rostro hizo quando leya mi carta?
¿Quién te la trasladó? Y todo aquello que
vieres que en este caso es digno de saberse, de
preguntarse y satisfazerse, sin que añadas o
mientas por darme gusto, ni menos te acortes
por no quitarmele.''

``Señor'', respondio Sancho, ``si va a dezir la
verdad, la carta no me la trasladó nadie,
porque yo no lleué carta alguna.''

``Assi es, como tu dizes'', dixo don Quixote,
``porque el librillo de memoria donde yo la
escriui le hallé en mi poder a cabo de dos dias
de tu partida, lo qual me causó grandissima
pena, por no saber lo que auias tu de hazer
quando te viesses sin carta, y crey siempre que
te boluieras desde el lugar donde la
echaras menos.''

``Assi fuera'', respondio Sancho, ``si no la
vuiera yo tomado en la memoria quando vuestra
merced me la leyo, de manera que se la dixe
a vn sacristan que me la trasladó del
entendimiento, tan punto por punto, que dixo que en
todos los dias de su vida, aunque auia leydo
muchas cartas de descomunion, no auia visto ni
leydo tan linda carta como aquella.''

``Y ¿tienesla todauia en la memoria,
Sancho?'', dixo don Quixote.

``No, señor'', respondio Sancho, ``porque
despues que la di, como vi que no auia de ser de
mas prouecho, di en oluidalla. Y si algo se me
acuerda, es aquello del sobajada, digo del
soberana señora, y lo vltimo, «vuestro hasta
la muerte, el Cauallero de la Triste Figura».
Y en medio destas dos cosas le puse mas de
trezientas almas, y vidas, y ojos mios.''


## <f031>
# chapter  31 XXXI
# unit N chapternum
Capitulo XXXI
# unit T title
De los sabrosos razonamientos que passaron
entre don Quixote y Sancho Pança, su
escudero, con otros sucessos.
# unit P text
``Todo esso no me descontenta; prosigue
adelante'', dixo don Quixote. ``Llegaste, y ¿qué
hazia aquella reyna de la hermosura? A buen
seguro que la hallaste ensartando perlas, o
bordando alguna empresa con oro de cañutillo
para este su cautiuo cauallero.''

``No la hallé'', respondio Sancho, ``sino
ahechando dos anegas de trigo en vn corral
de su casa.''

``Pues haz cuenta'', dixo don Quixote, ``que
los granos de aquel trigo eran granos de perlas,
tocados de sus manos. Y si miraste, amigo,
el trigo ¿era candeal, o trechel?''

``No era sino rubion'', respondio Sancho.

``Pues yo te asseguro'', dixo don Quixote,
``que, ahechado por sus manos, hizo pan
candeal, sin duda alguna; pero passa adelante.
Quando le diste mi carta, ¿besola? ¿Pusosela
sobre la cabeça? ¿Hizo alguna ceremonia digna
de tal carta, o qué hizo?''

``Quando yo se la yua a dar'', respondio
Sancho, ``ella estaua en la fuga del meneo de
vna buena parte de trigo que tenia en la criua.
Y dixome: «Poned, amigo, essa carta sobre
aquel costal; que no la puedo leer hasta que
acabe de acriuar todo lo que aqui está.»''

``Discreta señora'', dixo don Quixote; ``esso
deuio de ser por leerla despacio y recrearse
con ella. Adelante, Sancho; y en tanto que
estaua en su menester, ¿qué coloquios passó
contigo? ¿Qué te preguntó de mi? Y tu, ¿qué le
respondiste? Acaba, cuentamelo todo, no se
te quede en el tintero vna minima.''

``Ella no me preguntó nada'', dixo Sancho;
``mas yo le dixe de la manera que vuestra merced,
por su seruicio, quedaua haziendo penitencia,
desnudo de la cintura arriba, metido entre
estas sierras, como si fuera saluaje, durmiendo
en el suelo, sin comer pan a manteles ni sin
peynarse la barba, llorando y maldiziendo su
fortuna.''

``En dezir que maldezia mi fortuna dixiste
mal'', dixo don Quixote, ``porque antes la bendigo
y bendezire todos los dias de mi vida por
auerme hecho digno de merecer amar tan alta
señora como Dulzinea del Toboso.''

``Tan alta es'', respondio Sancho, ``que a
buena fe que me lleua a mi mas de vn coto.''

``Pues ¿cómo, Sancho'', dixo don Quixote,
``haste medido tu con ella?''

``Medime en esta manera'', respondio Sancho:
``que llegandole a ayudar a poner vn
costal de trigo sobre vn jumento, llegamos tan
juntos, que eché de ver que me lleuaua mas
de vn gran palmo.''

``Pues ¡es verdad'', replicó don Quixote, ``que
no acompaña essa grandeza y la adorna con
mil millones de gracias del alma! Pero no
me negarás, Sancho, vna cosa: quando llegaste
junto a ella, ¿no sentiste vn olor sabeo, vna
fragancia aromatica y vn no se qué de
bueno, que yo no acierto a dalle nombre? Digo
¿vn tuho, o tufo, como si estuuieras en la tienda
de algun curioso guantero?''

``Lo que se dezir'', dixo Sancho, ``es que
senti vn olorzillo algo hombruno, y deuia de
ser que ella, con el mucho exercicio, estaua
sudada y algo correosa.''

``No seria esso'', respondio don Quixote,
``sino que tu deuias de estar romadizado o te
deuiste de oler a ti mismo, porque yo se bien
a lo que huele aquella rosa entre espinas,
aquel lirio del campo, aquel ambar desleydo.''

``Todo puede ser'', respondio Sancho; ``que
muchas vezes sale de mi aquel olor que
entonces me parecio que salia de su merced de
la señora Dulzinea; pero no ay de qué
marauillarse, que vn diablo parece a otro.''

``Y bien'', prosiguio don Quixote, ``he aqui
que acabó de limpiar su trigo y de embiallo al
molino. ¿Qué hizo quando leyo la carta?''

``La carta'', dixo Sancho, ``no la leyo, porque
dixo que no sabia leer ni escriuir; antes la
rasgó y la hizo menudas pieças, diziendo que no
la queria dar a leer a nadie, porque no se
supiessen en el lugar sus secretos, y que bastaua
lo que yo le auia dicho de palabra acerca del
amor que vuestra merced le tenia y de la
penitencia extraordinaria que por su causa quedaua
haziendo. Y, finalmente, me dixo que dixesse
a vuestra merced que le besaua las manos y
que alli quedaua con mas desseo de verle que
de escriuirle, y que assi le suplicaua, y mandaua,
que, vista la presente, saliesse de aquellos
matorrales y se dexasse de hazer disparates
y se pusiesse luego luego en camino del
Toboso, si otra cosa de mas importancia no le
sucediesse, porque tenia gran desseo de ver a
vuestra merçed. Riose mucho quando le dixe
como se llamaua vuestra merced el Cauallero
de la Triste Figura. Preguntele si auia ydo alla
el vizcayno de marras; dixome que si, y que
era vn hombre muy de bien. Tambien le
pregunté por los galeotes, mas dixome que no
auia visto hasta entonces alguno.''

``Todo va bien hasta agora'', dixo don Quixote.
``Pero dime: ¿qué joya fue la que te dio
al despedirte, por las nueuas que de mi le
lleuaste? Porque es vsada y antigua costumbre
entre los caualleros y damas andantes dar a
los escuderos, donzellas o enanos que les
lleuan nueuas, de sus damas a ellos, a ellas de
sus andantes, alguna rica joya, en albricias, en
agradecimiento de su recado.''

``Bien puede esso ser assi, y yo la tengo por
buena vsança. Pero esso deuio de ser en los
tiempos passados; que aora solo se deue de
acostumbrar a dar vn pedaço de pan y queso,
que esto fue lo que me dio mi señora Dulzinea,
por las bardas de vn corral, quando della me
despedi; y aun, por mas señas, era el queso
ouejuno.''

``Es liberal en estremo'', dixo don Quixote, ``y
si no te dio joya de oro, sin duda deuio de ser
porque no la tendria alli a la mano para
dartela; pero buenas son mangas despues de Pasqua;
yo la vere, y se satisfara todo. ¿Sabes
de qué estoy marauillado, Sancho? De que me
parece que fuyste y veniste por los ayres, pues
poco mas de tres dias has tardado en yr y venir
desde aqui al Toboso, auiendo de aqui alla
mas de treynta leguas. Por lo qual me doy a
entender que aquel sabio nigromante que tiene
cuenta con mis cosas y es mi amigo, porque
por fuerça le ay y le ha de auer, so pena que yo
no seria buen cauallero andante, digo que este
tal te deuio de ayudar a caminar sin que tu lo
sintiesses; que ay sabio destos que coje a vn
cauallero andante durmiendo en su cama y, sin
saber cómo o en qué manera, amanece otro dia
mas de mil leguas de donde anochecio. Y si no
fuesse por esto, no se podrian socorrer en sus
peligros los caualleros andantes vnos a otros,
como se socorren a cada passo. Que acaece
estar vno peleando en las sierras de Armenia
con algun endriago o con algun fiero vestiglo,
o con otro cauallero, donde lleua lo peor
de la batalla y está ya a punto de muerte, y
quando no os me cato assoma por aculla,
encima de vna nuue o sobre vn carro de fuego,
otro cauallero amigo suyo que poco antes se
hallaua en Ingalaterra, que le fauorece y libra
de la muerte, y a la noche se halla en su
posada cenando muy a su sabor, y suele auer de
la vna a la otra parte dos o tres mil leguas.
Y todo esto se haze por industria y sabiduria
destos sabios encantadores que tienen cuydado
destos valerosos caualleros. Assi que, amigo
Sancho, no se me haze dificultoso creer que en
tan breue tiempo ayas ydo y venido desde este
lugar al del Toboso; pues, como tengo dicho,
algun sabio amigo te deuio de lleuar en
bolandillas, sin que tu lo sintiesses.''

``Assi seria'', dixo Sancho, ``porque a buena
fe que andaua Rozinante como si fuera asno
de gitano con azogue en los oydos.''

``Y ¡cómo si lleuaua azogue!'', dixo don
Quixote, ``y aun vna legion de demonios, que es
gente que camina y haze caminar sin cansarse,
todo aquello que se les antoja. Pero, dexando
esto aparte, ¿qué te parece a ti que deuo yo
de hazer aora, cerca de lo que mi señora me
manda que la vaya a ver?; que aunque yo
veo que estoy obligado a cumplir su
mandamiento, veome tambien impossibilitado del
don que he prometido a la princesa que con
nosotros viene, y fuerçame la ley de caualleria
a cumplir mi palabra antes que mi gusto. Por
vna parte, me acossa y fatiga el desseo de ver
a mi señora; por otra, me incita y llama la
prometida fe y la gloria que he de alcançar en
esta empresa. Pero lo que pienso hazer sera
caminar a priessa y llegar presto donde está
este gigante, y, en llegando, le cortaré la
cabeça y pondre a la princesa pacificamente en su
estado, y al punto dare la buelta a ver a la luz
que mis sentidos alumbra. A la qual dare tales
disculpas, que ella venga a tener por buena
mi tardança, pues vera que todo redunda
en aumento de su gloria y fama, pues quanta
yo he alcançado, alcanço y alcançare por las
armas en esta vida, toda me viene del fauor
que ella me da y de ser yo suyo.''

``¡Ay'', dixo Sancho, ``y cómo está vuestra
merced lastimado de essos cascos! Pues
digame, señor, ¿piensa vuestra merced caminar
este camino en balde y dexar passar y perder
vn tan rico y tan principal casamiento como
este, donde le dan en dote vn reyno, que a
buena verdad que he oydo dezir que tiene mas
de veynte mil leguas de contorno, y que es
abundantissimo de todas las cosas que son
necessarias para el sustento de la vida humana,
y que es mayor que Portugal y que Castilla
juntos? Calle, por amor de Dios, y tenga
verguença de lo que ha dicho, y tome mi consejo,
y perdoneme, y casesse luego en el primer
lugar que aya cura, y si no, ahi está nuestro
licenciado, que lo hara de perlas. Y aduierta
que ya tengo edad para dar consejos, y que
este que le doy le viene de molde; y que
mas vale paxaro en mano que buytre bolando,
porque quien bien tiene y mal escoge, por bien
que se enoja, no se venga.''

``Mira, Sancho'', respondio don Quixote, ``si
el consejo que me das de que me case es
porque sea luego rey, en matando al gigante, y
tenga comodo para hazerte mercedes y darte
lo prometido, hagote saber que sin casarme
podre cumplir tu desseo muy facilmente, porque
yo sacaré de adahala, antes de entrar
en la batalla, que, saliendo vencedor della, ya
que no me case, me han de dar vna parte del
reyno para que la pueda dar a quien yo
quisiere, y, en dandomela, ¿a quién quieres tu
que la de sino a ti?''

``Esso está claro'', respondio Sancho; ``pero
mire vuestra merced que la escoja hazia la
marina, porque, si no me contentare la
viuienda, pueda embarcar mis negros vassallos y
hazer dellos lo que ya he dicho. Y vuestra
merced no se cure de yr por agora a ver
a mi señora Dulzinea, sino vayasse a matar
al gigante y concluyamos este negocio; que
por Dios que se me assienta que ha de ser de
mucha honra y de mucho prouecho.''

``Digote, Sancho'', dixo don Quixote, ``que
estás en lo cierto, y que aure de tomar tu
consejo en quanto el yr antes con la princesa que
a ver a Dulzinea. Y auisote que no digas nada
a nadie, ni a los que con nosotros vienen, de
lo que aqui hemos departido y tratado; que
pues Dulzinea es tan recatada que no quiere
que se sepan sus pensamientos, no sera bien
que yo, ni otro por mi, los descubra.''

``Pues si esso es assi'', dixo Sancho, ``¿cómo
haze vuestra merced que todos los que vence
por su braço se vayan a presentar ante mi
señora Dulzinea, siendo esto firma de su nombre,
que la quiere bien, y que es su enamorado? Y
siendo forçoso que los que fueren se han de yr
a hincar de finojos ante su presencia y dezir
que van de parte de vuestra merced a dalle la
obediencia, ¿cómo se pueden encubrir los
pensamientos de entrambos?''

``¡O, qué necio y qué simple que eres!'', dixo
don Quixote. ``¿Tu no ves, Sancho, que esso
todo redunda en su mayor ensalçamiento?
Porque has de saber que en este nuestro estilo
de caualleria es gran honra tener vna dama
muchos caualleros andantes que la siruan, sin
que se estiendan mas sus pensamientos que a
seruilla, por solo ser ella quien es, sin esperar
otro premio de sus muchos y buenos desseos
sino que ella se contente de acetarlos por sus
caualleros.''

``Con essa manera de amor'', dixo Sancho,
``he oydo yo predicar que se ha de amar a
Nuestro Señor, por si solo, sin que nos mueua
esperança de gloria o temor de pena. Aunque
yo le querria amar y seruir por lo que
pudiesse.''

``¡Valate el diablo por villano'', dixo don
Quixote, ``y qué de discreciones dizes a las
vezes!; no parece sino que has estudiado.''

``Pues a fe mia que no se leer'', respondio
Sancho.

En esto, les dio vozes maesse Nicolas que
esperassen vn poco; que querian detenerse a
beuer en vna fontezilla que alli estaua.
Detuuose don Quixote, con no poco gusto de
Sancho, que ya estaua cansado de mentir tanto, y
temia no le cogiesse su amo a palabras; porque,
puesto que el sabia que Dulzinea era vna
labradora del Toboso, no la auia visto en toda
su vida.

Auiase en este tiempo vestido Cardenio los
vestidos que Dorotea traya quando la hallaron,
que, aunque no eran muy buenos, hazian mucha
ventaja a los que dexaua. Apearonse junto
a la fuente, y con lo que el cura se acomodó
en la venta satisfizieron, aunque poco, la
mucha hambre que todos trayan.

Estando en esto, acerto a passar por alli vn
muchacho que yua de camino, el qual,
poniendose a mirar con mucha atencion a los
que en la fuente estauan, de alli a poco
arremetio a don Quixote, y abraçandole por las
piernas, començo a llorar muy de proposito,
diziendo:

``¡Ay, señor mio!, ¿no me conoce vuestra
merced? Pues mireme bien, que yo soy aquel
moço Andres que quitó vuestra merced de la
encina donde estaua atado.''

Reconociole don Quixote y, asiendole por la
mano, se boluio a los que alli estauan, y dixo:

``Porque vean vuestras mercedes quán de
importancia es auer caualleros andantes en el
mundo, que desfagan los tuertos y agrauios
que en el se hazen por los insolentes y malos
hombres que en el viuen, sepan vuestras
mercedes que los dias passados, passando yo por
vn bosque, oy vnos gritos y vnas vozes muy
lastimosas, como de persona afligida y
menesterosa; acudi luego, lleuado de mi obligacion,
hazia la parte donde me parecio que las
lamentables vozes sonauan, y hallé atado a vna
encina a este muchacho que aora está delante,
de lo que me huelgo en el alma, porque sera
testigo que no me dexará mentir en nada.
Digo que estaua atado a la encina, desnudo
del medio cuerpo arriba, y estauale abriendo
a açotes con las riendas de vna yegua vn
villano, que despues supe que era amo suyo;
y assi como yo le vi, le pregunté la causa de
tan atroz vapulamiento; respondio el zafio que
le açotaua porque era su criado, y que ciertos
descuydos que tenia nacian mas de ladron que
de simple. A lo qual este niño dixo: «Señor,
no me açota sino porque le pido mi salario.''
El amo replicó no se qué arengas y disculpas,
las quales, aunque de mi fueron oydas, no
fueron admitidas. En resolucion, yo le hize
desatar, y tomé juramento al villano de que le
lleuaria consigo y le pagaria vn real sobre
otro, y aun sahumados. ¿No es verdad todo
esto, hijo Andres? ¿No notaste con quánto
imperio se lo mandé y con quánta humildad
prometio de hazer todo quanto yo le impuse,
y notifiqué y quise? Responde, no te turbes ni
dudes en nada; di lo que passó a estos señores,
porque se vea y considere ser del prouecho
que digo auer caualleros andantes por los
caminos.''

``Todo lo que vuestra merced ha dicho es
mucha verdad'', respondio el muchacho; ``pero
el fin del negocio sucedio muy al reues de lo
que vuestra merced se imagina.''

``¿Cómo al reues?'', replicó don Quixote;
``¿luego no te pagó el villano?''

``No solo no me pagó'', respondio el muchacho,
``pero assi como vuestra merced traspuso
del bosque y quedamos solos, me boluio a atar
a la mesma encina y me dio de nueuo
tantos açotes, que quedé hecho vn Sambartolome
desollado. Y a cada açote que me daua me
dezia vn donayre y chufeta acerca de hazer
burla de vuestra merced, que, a no sentir yo
tanto dolor, me riera de lo que dezia. En
efecto, el me paró tal, que hasta aora he estado
curandome en vn hospital del mal que el mal
villano entonces me hizo. De todo lo qual tiene
vuestra merced la culpa, porque si se fuera su
camino adelante y no viniera donde no le
llamauan, ni se entremetiera en negocios agenos,
mi amo se contentara con darme vna o dos
dozenas de açotes, y luego me soltara y pagara
quanto me deuia. Mas como vuestra merced
le deshonró tan sin proposito y le dixo tantas
villanias, encendiosele la colera, y como
no la pudo vengar en vuestra merced, quando
se vio solo descargó sobre mi el nublado, de
modo, que me parece que no sere mas hombre
en toda mi vida.''

``El daño estuuo'', dixo don Quixote, ``en
yrme yo de alli, que no me auia de yr hasta
dexarte pagado; porque bien deuia yo de saber,
por luengas experiencias, que no ay villano que
guarde palabra que diere, si el vee que
no le está bien guardalla. Pero ya te acuerdas,
Andres, que yo juré que si no te pagaua, que
auia de yr a buscarle y que le auia de hallar,
aunque se escondiesse en el vientre de la
vallena.''

``Assi es la verdad'', dixo Andres, ``pero no
aprouechó nada.''

``Ahora veras si aprouecha'', dixo don
Quixote.

Y, diziendo esto, se leuantó muy apriessa y
mandó a Sancho que enfrenasse a Rozinante,
que estaua paciendo en tanto que ellos
comian. Preguntole Dorotea qué era lo que
hazer queria. El le respondio que queria yr a
buscar al villano y castigalle de tan mal
termino y hazer pagado a Andres hasta el vltimo
marauedi, a despecho y pesar de quantos
villanos huuiesse en el mundo. A lo que ella
respondio que aduirtiesse que no podia, conforme
al don prometido, entremeterse en ninguna
empresa hasta acabar la suya, y que pues
esto sabia el mejor que otro alguno, que
sossegasse el pecho hasta la buelta de su reyno.

``Assi es verdad'', respondio don Quixote,
``y es forçoso que Andres tenga paciencia hasta
la buelta, como vos, señora, dezis; que yo le
torno a jurar y a prometer de nueuo de no
parar hasta hazerle vengado y pagado.''

``No me creo dessos juramentos'', dixo Andres;
``mas quisiera tener agora con que llegar
a Seuilla, que todas las venganças del mundo;
deme, si tiene ai, algo que coma y lleue, y
quedese con Dios su merced y todos los caualleros
andantes, que tambien andantes sean
ellos para consigo, como lo han sido para
conmigo.''

Sacó de su repuesto Sancho vn pedaço de
pan y otro de queso, y, dandoselo al moço, le
dixo:

``Tomá, hermano Andres; que a todos nos
alcança parte de vuestra desgracia.''

``Pues ¿qué parte os alcança a vos?'',
preguntó Andres.

``Esta parte de queso y pan que os doy'',
respondio Sancho; ``que Dios sabe si me ha de
hazer falta o no, porque os hago saber, amigo,
que los escuderos de los caualleros andantes
estamos sujetos a mucha hambre y a mala
ventura, y aun a otras cosas que se sienten
mejor que se dizen.''

Andres asio de su pan y queso, y, viendo
que nadie le daua otra cosa, abaxó su cabeça
y tomó el camino en las manos, como suele
dezirse. Bien es verdad que, al partirse, dixo a
don Quixote:

``¡Por amor de Dios, señor cauallero andante,
que si otra vez me encontrare, aunque
vea que me hazen pedaços, no me socorra ni
ayude, sino dexeme con mi desgracia, que no
sera tanta que no sea mayor la que me vendra
de su ayuda de vuestra merced, a quien Dios
maldiga, y a todos quantos caualleros andantes
han nacido en el mundo!''

Yuase a leuantar don Quixote para
castigalle, mas el se puso a correr de modo que
ninguno se atreuio a seguille. Quedó
corridissimo don Quixote del cuento de Andres, y
fue menester que los demas tuuiessen mucha
cuenta con no reyrse, por no acaballe de correr
del todo.


## <f032>
# chapter  32 XXXII
# unit N chapternum
Capitulo XXXII
# unit T title
Que trata de lo que sucedio en la venta a toda
la quadrilla de don Quixote.
# unit P text
Acabose la buena comida, ensillaron luego,
y, sin que les sucediesse cosa digna de contar,
llegaron otro dia a la venta, espanto y asombro
de Sancho Pança; y aunque el quisiera no entrar
en ella, no lo pudo huyr. La ventera, ventero,
su hija y Maritornes, que vieron venir a
don Quixote y a Sancho, les salieron a recebir
con muestras de mucha alegria, y el las recibio
con graue continente y aplauso, y dixoles que
le adereçassen otro mejor lecho que la vez
passada; a lo qual le respondio la huespeda que
como la pagasse mejor que la otra vez, que
ella se le daria de principes. Don Quixote
dixo que si haria, y, assi, le adereçaron vno
razonable en el mismo caramanchon de
marras, y el se acosto luego, porque venia muy
quebrantado y falto de juyzio. No se huuo bien
encerrado, quando la huespeda arremetio al
barbero y, asiendole de la barba, dixo:

``Para mi santiguada, que no se ha aun de
aprouechar mas de mi rabo para su barba, y
que me ha de boluer mi cola; que anda lo de
mi marido por essos suelos, que es vergüença,
digo, el peyne que solia yo colgar de mi buena
cola.''

No se la queria dar el barbero, aunque ella
mas tiraua, hasta que el licenciado le dixo que
se la diesse; que ya no era menester mas vsar
de aquella industria, sino que se descubriesse
y mostrasse en su misma forma, y dixesse a
don Quixote que quando le despojaron los
ladrones galeotes se auia venido a aquella
venta huyendo, y que si preguntasse por el
escudero de la princesa, le dirian que ella le
auia embiado adelante a dar auiso a los de su
reyno como ella yua y lleuaua consigo al
libertador de todos. Con esto dio de buena gana la
cola a la ventera el barbero, y assimismo le
boluieron todos los aderentes que auia prestado
para la libertad de don Quixote. Espantaronse
todos los de la venta de la hermosura de
Dorotea, y aun del buen talle del zagal Cardenio.
Hizo el cura que les adereçassen de comer de
lo que en la venta huuiesse, y el huesped, con
esperança de mejor paga, con diligencia les
adereçó vna razonable comida; y a todo esto
dormia don Quixote, y fueron de parecer de no
despertalle, porque mas prouecho le haria por
entonces el dormir que el comer.

Trataron sobre comida, estando delante el
ventero, su muger, su hija, Maritornes, todos
los passageros, de la estraña locura de don
Quixote y del modo que le auian hallado. La
huespeda les conto lo que con el y con el
harriero les auia acontecido; y, mirando si
acaso estaua alli Sancho, como no le viesse,
conto todo lo de su manteamiento, de que no
poco gusto recibieron. Y como el cura dixesse
que los libros de cauallerias que don Quixote
auia leydo le auian buelto el juyzio, dixo el
ventero:

``No se yo cómo puede ser esso; que en verdad
que, a lo que yo entiendo, no ay mejor letrado
en el mundo, y que tengo ai dos o tres
dellos, con otros papeles, que verdaderamente
me han dado la vida, no solo a mi, sino a otros
muchos. Porque quando es tiempo de la siega,
se recogen aqui, las fiestas, muchos segadores,
y siempre ay algunos que saben leer, el qual
coge vno destos libros en las manos, y
rodeamonos del mas de treynta, y estamosle
escuchando con tanto gusto que nos quita mil
canas; a lo menos, de mi se dezir que quando
oyo dezir aquellos furibundos y terribles golpes
que los caualleros pegan, que me toma gana
de hazer otro tanto, y que querria estar
oyendolos noches y dias.''

``Y yo ni mas ni menos'', dixo la ventera,
``porque nunca tengo buen rato en mi casa,
sino aquel que vos estays escuchando leer;
que estays tan embobado, que no os acordays
de reñir por entonces.''

``Assi es la verdad'', dixo Maritornes; ``y a
buena fe que yo tambien gusto mucho de oyr
aquellas cosas, que son muy lindas, y mas
quando cuentan que se está la otra señora
debaxo de vnos naranjos abraçada con su
cauallero, y que les está vna dueña haziendoles
la guarda, muerta de embidia y con mucho
sobresalto. Digo que todo esto es cosa de
mieles.''

``Y a vos ¿qué os parece, señora donzella?'',
dixo el cura, hablando con la hija del ventero.

``No se, señor, en mi anima'', respondio ella;
``tambien yo lo escucho, y en verdad que, aunque
no lo entiendo, que recibo gusto en oyllo;
pero no gusto yo de los golpes de que mi
padre gusta, sino de las lamentaciones que los
caualleros hazen quando estan ausentes de sus
señoras; que en verdad que algunas vezes me
hazen llorar de compassion que les tengo.''

``Luego ¿bien las remediarades vos, señora
donzella'', dixo Dorotea, ``si por vos lloraran?''

``No se lo que me hiziera'', respondio la
moça, ``solo se que ay algunas señoras de
aquellas tan crueles, que las llaman sus caualleros
tigres, y leones, y otras mil inmundicias.
Y ¡Iesus!, yo no se qué gente es aquella tan
desalmada y tan sin conciencia, que por no
mirar a vn hombre honrado, le dexan que se
muera, o que se buelua loco. Yo no se para
qué es tanto melindre; si lo hazen de honradas,
casense con ellos, que ellos no dessean otra
cosa.''

``¡Calla, niña!'', dixo la ventera; ``que parece
que sabes mucho destas cosas, y no está bien
a las donzellas saber ni hablar tanto.''

``Como me lo pregunta este señor'', respondio
ella, ``no pude dexar de respondelle.''

``Aora bien'', dixo el cura, ``traedme, señor
huesped, aquessos libros; que los quiero ver.''

``Que me plaze'', respondio el.

Y, entrando en su aposento, sacó del vna
maletilla vieja cerrada con vna cadenilla, y,
abriendola, halló en ella tres libros grandes y
vnos papeles de muy buena letra, escritos de
mano. El primer libro que abrio vio que era
Don Cirongilio de Tracia, y el otro de Felixmarte
de Yrcania, y el otro la Historia del Gran
Capitan Gonçalo Hernandez de Cordoua, con
la vida de Diego Garcia de Paredes. Assi
como el cura leyo los dos titulos primeros,
boluio el rostro al barbero, y dixo:

``Falta nos hazen aqui aora el ama de mi
amigo y su sobrina.''

``No hazen'', respondio el barbero; ``que
tambien se yo lleuallos al corral o a la
chimenea: que en verdad que ay muy buen fuego
en ella.''

``Luego ¿quiere vuestra merced quemar
mas libros?'', dixo el ventero.

``No mas'', dixo el cura, ``que estos dos: el de
Don Cirongilio y el de Felixmarte.''

``Pues, ¿por ventura'', dixo el ventero, ``mis
libros son herejes o flematicos, que los quiere
quemar?''

``Cismaticos quereys dezir, amigo'', dixo el
barbero; ``que no flematicos.''

``Assi es'', replicó el ventero; ``mas si alguno
quiere quemar, sea esse del Gran Capitan y
desse Diego Garcia; que antes dexaré quemar
vn hijo que dexar quemar ninguno dessotros.''

``Hermano mio'', dixo el cura, ``estos dos libros
son mentirosos y estan llenos de disparates
y deuaneos. Y este del Gran Capitan es historia
verdadera y tiene los hechos de Gonçalo
Hernandez de Cordoua; el qual, por sus muchas
y grandes hazañas merecio ser llamado de todo
el mundo Gran Capitan, renombre famoso y
claro y del solo merecido. Y este Diego Garcia
de Paredes fue vn principal cauallero, natural
de la ciudad de Truxillo, en Estremadura,
valentissimo soldado, y de tantas fuerças
naturales, que detenia con vn dedo vna rueda de
molino en la mitad de su furia. Y puesto con
vn montante en la entrada de vna puente,
detuuo a todo vn innumerable exercito, que no
passasse por ella. Y hizo otras tales cosas, que
si como el las cuenta y las escriue el,
assimismo con la modestia de cauallero y de
coronista propio, las escriuiera otro libre y
desapassionado, pusieran en su oluido las de
los Hetores, Aquiles y Roldanes.''

``¡Tomaos con mi padre!'', dixo el ventero;
``mirad de qué se espanta, de detener vna
rueda de molino; por Dios, aora auia vuestra
merced de leer lo que hizo Felixmarte de
Yrcania, que de vn reues solo partio cinco
gigantes por la cintura como si fueran hechos de
hauas, como los fraylezicos que hazen los
niños. Y otra vez arremetio con vn grandissimo
y poderosissimo exercito, donde lleuó mas de
vn millon y seyscientos mil soldados, todos
armados desde el pie hasta la cabeça, y los
desbarató a todos como si fueran manadas de
ouejas. Pues ¿qué me diran del bueno de don
Cirongilio de Tracia, que fue tan valiente y
animoso como se vera en el libro, donde cuenta
que nauegando por vn rio, le salio de la
mitad del agua vna serpiente de fuego, y el,
assi como la vio, se arrojó sobre ella, y se
puso a horcaxadas encima de sus escamosas
espaldas y la apreto con ambas manos la garganta,
con tanta fuerça que, viendo la serpiente
que la yua ahogando, no tuuo otro remedio
sino dexarse yr a lo hondo del rio, lleuandose
tras si al cauallero, que nunca la quiso soltar?
Y quando llegaron alla abaxo, se halló en
vnos palacios y en vnos jardines tan lindos,
que era marauilla, y luego la sierpe se boluio
en vn viejo anciano, que le dixo tantas de
cosas que no ay mas que oyr. ¡Calle, señor, que
si oyesse esto, se bolueria loco de plazer; dos
higas para el Gran Capitan y para esse Diego
Garcia, que dize!''

Oyendo esto Dorotea, dixo callando a
Cardenio:

``Poco le falta a nuestro huesped para hazer
la segunda parte de don Quixote.''

``Assi me parece a mi'', respondio Cardenio,
``porque, segun da indicio, el tiene por cierto
que todo lo que estos libros cuentan passó ni
mas ni menos que lo escriuen, y no le haran
creer otra cosa frayles descalços.''

``Mirad, hermano'', tornó a dezir el cura, ``que
no huuo en el mundo Felixmarte de Yrcania,
ni don Cirongilio de Tracia, ni otros caualleros
semejantes que los libros de cauallerias
cuentan. Porque todo es compostura y ficcion de
ingenios ociosos que los compusieron para el
efeto que vos dezis de entretener el tiempo,
como lo entretienen leyendolos vuestros
segadores; porque, realmente, os juro que nunca
tales caualleros fueron en el mundo, ni tales
hazañas ni disparates acontecieron en el.''

``¡A otro perro con esse huesso!'',
respondio el ventero. ``¡Como si yo no supiesse
quántas son cinco y adónde me aprieta el çapato!
¡No piense vuestra merced darme papilla,
porque, por Dios que no soy nada blanco!
¡Bueno es que quiera darme vuestra merced a
entender que todo aquello que estos buenos
libros dizen sea disparates y mentiras, estando
impresso con licencia de los señores del
Consejo Real, como si ellos fueran gente que
auian de dexar imprimir tanta mentira junta,
y tantas batallas y tantos encantamentos, que
quitan el juyzio!''

``Ya os he dicho, amigo'', replicó el cura,
``que esto se haze para entretener nuestros
ociosos pensamientos; y assi como se consiente
en las republicas bien concertadas que aya
juegos de axedrez, de pelota y de trucos, para
entretener a algunos que ni tienen ni deuen
ni pueden trabajar, assi se consiente imprimir y
que aya tales libros; creyendo, como es verdad,
que no ha de auer alguno tan ignorante que
tenga por historia verdadera ninguna destos
libros. Y si me fuera licito agora y el
auditorio lo requiriera, yo dixera cosas acerca de lo
que han de tener los libros de cauallerias para
ser buenos, que quiça fueran de prouecho y aun
de gusto para algunos; pero yo espero que
vendra tiempo en que lo pueda comunicar con
quien pueda remediallo, y en este entretanto,
creed, señor ventero, lo que os he dicho, y
tomad vuestros libros, y alla os auenid con sus
verdades o mentiras, y buen prouecho os hagan,
y quiera Dios que no coxeeys del pie que
coxea vuestro huesped don Quixote.''

``Esso no'', respondio el ventero; ``que no
sere yo tan loco que me haga cauallero
andante: que bien veo que aora no se vsa lo que
se vsaua en aquel tiempo, quando se dize que
andauan por el mundo estos famosos
caualleros.''

A la mitad desta platica se halló Sancho
presente, y quedó muy confuso y pensatiuo de
lo que auia oydo dezir: que aora no se vsauan
caualleros andantes, y que todos los libros
de cauallerias eran necedades y mentiras, y
propuso en su coraçon de esperar en lo que
paraua aquel viaje de su amo, y que si no salia
con la felicidad que el pensaua, determinaua
de dexalle y boluerse con su muger y sus hijos
a su acostumbrado trabajo.

Lleuauase la maleta y los libros el ventero,
mas el cura le dixo:

``Esperad, que quiero ver qué papeles son
essos que de tan buena letra estan escritos.''

Sacolos el huesped, y, dandoselos a leer, vio
hasta obra de ocho pliegos, escritos de mano,
y al principio tenian vn titulo grande que dezia:
Nouela del Curioso impertinente. Leyo el cura
para si tres o quatro renglones, y dixo:

``Cierto que no me parece mal el titulo desta
nouela, y que me viene voluntad de leella
toda.''

A lo que respondio el ventero:

``Pues bien puede leella su reuerencia, porque
le hago saber que a algunos huespedes
que aqui la han leydo les ha contentado
mucho, y me la han pedido con muchas veras;
mas yo no se la he querido dar, pensando
boluersela a quien aqui dexó esta maleta oluidada
con estos libros y essos papeles; que bien
puede ser que buelua su dueño por aqui algun
tiempo, y aunque se que me han de hazer falta
los libros, a fe que se los he de boluer; que
aunque ventero todauia soy christiano.''

``Vos teneys mucha razon, amigo'', dixo el
cura; ``mas, con todo esso, si la nouela me
contenta, me la aueys de dexar trasladar.''

``De muy buena gana'', respondio el ventero.

Mientras los dos esto dezian, auia tomado
Cardenio la nouela y començado a leer en
ella, y, pareciendole lo mismo que al cura, le
rogo que la leyesse de modo que todos la
oyessen.

``Si leyera'', dixo el cura, ``si no fuera mejor
gastar este tiempo en dormir que en leer.''

``Harto reposo sera para mi'', dixo Dorotea,
``entretener el tiempo oyendo algun cuento,
pues aun no tengo el espiritu tan sossegado,
que me conceda dormir quando fuera razon.''

``Pues dessa manera'', dixo el cura, ``quiero
leerla por curiosidad siquiera; quiça tendra
alguna de gusto.''

Acudio maese Nicolas a rogarle lo mesmo,
y Sancho tambien; lo qual visto del
cura, y entendiendo que a todos daria gusto
y el le recibiria, dixo:

``Pues assi es, estenme todos atentos; que la
nouela comiença desta manera.''


## <f033>
# chapter  33 XXXIII
# unit N chapternum
Capitulo XXXIII
# unit T title
Donde se cuenta la nouela del Curioso
impertinente.
# unit P text
En Florencia, ciudad rica y famosa de Italia,
en la prouincia que llaman Toscana, viuian
Anselmo y Lotario, dos caualleros ricos y
principales, y tan amigos, que por excelencia
y antonomasia de todos los que los conocian
los dos amigos eran llamados. Eran solteros,
moços de vna misma edad y de vnas mismas
costumbres, todo lo qual era bastante causa a
que los dos con reciproca amistad se
correspondiessen. Bien es verdad que el Anselmo
era algo mas inclinado a los passatiempos
amorosos que el Lotario, al qual lleuauan tras
si los de la caça. Pero quando se ofrecia
dexaua Anselmo de acudir a sus gustos por seguir
los de Lotario, y Lotario dexaua los suyos
por acudir a los de Anselmo; y desta manera
andauan tan a vna sus voluntades, que no auia
concertado relox que assi lo anduuiesse.

Andaua Anselmo perdido de amores de vna
donzella principal y hermosa de la misma
ciudad, hija de tan buenos padres, y tan buena
ella por si, que se determinó, con el parecer
de su amigo Lotario, sin el qual ninguna cosa
hazia, de pedilla por esposa a sus padres; y,
assi, lo puso en execucion; y el que lleuó la
embaxada fue Lotario, y el que concluyó el
negocio tan a gusto de su amigo, que en breue
tiempo se vio puesto en la possession que
desseaua, y Camila tan contenta de auer
alcançado a Anselmo por esposo, que no cessaua de
dar gracias al cielo y a Lotario, por cuyo
medio tanto bien le auia venido.

Los primeros dias, como todos los de boda
suelen ser alegres, continuó Lotario, como
solia, la casa de su amigo Anselmo, procurando
honralle, festejalle y regozijalle con todo
aquello que a el le fue possible. Pero acabadas las
bodas, y sossegada ya la frequencia de las
visitas y parabienes, començo Lotario a
descuydarse con cuydado de las ydas en casa de
Anselmo, por parecerle a el, como es razon que
parezca a todos los que fueren discretos, que
no se han de visitar ni continuar las casas de
los amigos casados de la misma manera que
quando eran solteros; porque aunque la buena
y verdadera amistad no puede ni deue de ser
sospechosa en nada, con todo esto es tan
delicada la honra del casado, que parece que se
puede ofender aun de los mesmos
hermanos, quanto mas de los amigos.

Notó Anselmo la remission de Lotario, y
formó del quexas grandes, diziendole que si el
supiera que el casarse auia de ser parte para
no comunicalle como solia, que jamas lo huuiera
hecho; y que si por la buena correspondencia
que los dos tenian mientras el fue soltero
auian alcançado tan dulce nombre como
el de ser llamados los dos amigos, que no
permitiesse por querer hazer del circunspecto,
sin otra ocasion alguna, que tan famoso
y tan agradable nombre se perdiesse; y que,
assi, le suplicaua, si era licito que tal
termino de hablar se vsasse entre ellos, que
boluiesse a ser señor de su casa y a entrar y salir
en ella como de antes, asegurandole que su
esposa Camila no tenia otro gusto ni otra
voluntad que la que el queria que tuuiesse; y que
por auer sabido ella con quántas veras los dos
se amauan, estaua confusa de ver en el tanta
esquiueza.

A todas estas y otras muchas razones que
Anselmo dixo a Lotario para persuadille boluiesse,
como solia, a su casa, respondio Lotario
con tanta prudencia, discrecion y auiso, que
Anselmo quedó satisfecho de la buena intencion
de su amigo; y quedaron de concierto que
dos dias en la semana y las fiestas fuesse
Lotario a comer con el; y aunque esto quedó assi
concertado entre los dos, propuso Lotario de
no hazer mas de aquello que viesse que mas
conuenia a la honra de su amigo, cuyo credito
estimaua en mas que el suyo proprio.
Dezia el, y dezia bien, que el casado a quien el
cielo auia concedido muger hermosa tanto
cuydado auia de tener qué amigos lleuaua a su
casa, como en mirar con qué amigas su muger
conuersaua, porque lo que no se haze ni concierta
en las plaças, ni en los templos, ni en las
fiestas publicas, ni estaciones, cosas que no
todas vezes las han de negar los maridos a sus
mugeres, se concierta y facilita en casa de la
amiga o la parienta de quien mas satisfacion
se tiene.

Tambien dezia Lotario que tenian necessidad
los casados de tener cada vno algun amigo
que le aduirtiesse de los descuydos que en
su proceder hiziesse, porque suele acontecer
que con el mucho amor que el marido a la muger
tiene, o no le aduierte, o no le dize, por no
enojalla, que haga o dexe de hazer algunas
cosas, que el hazellas, o no, le seria de honra,
o de vituperio; de lo qual, siendo del amigo
aduertido, facilmente pondria remedio en todo.
Pero ¿dónde se hallará amigo tan discreto y
tan leal y verdadero como aqui Lotario le
pide? No lo se yo, por cierto; solo Lotario era
este, que con toda solicitud y aduertimiento
miraua por la honra de su amigo, y procuraua
dezmar, frisar y acortar los dias del concierto
del yr a su casa, porque no pareciesse mal
al vulgo ocioso, y a los ojos vagabundos y
maliciosos, la entrada de vn moço rico,
gentilhombre y bien nacido, y de las buenas partes
que el pensaua que tenia, en la casa de vna
muger tan hermosa como Camila; que, puesto
que su bondad y valor podia poner freno
a toda maldiciente lengua, todauia no queria
poner en duda su credito ni el de su amigo, y
por esto los mas de los dias del concierto los
ocupaua y entretenia en otras cosas, que el
daua a entender ser inexcusables. Assi que en
quexas del vno y disculpas del otro se
passauan muchos ratos y partes del dia.

Sucedio, pues, que vno, que los dos se
andauan passeando por vn prado fuera de la
ciudad, Anselmo dixo a Lotario las semejantes
razones:

``Pensauas, amigo Lotario, que a las
mercedes que Dios me ha hecho en hazerme hijo
de tales padres como fueron los mios, y al
darme no con mano escasa los bienes, assi los
que llaman de naturaleza como los de fortuna,
no puedo yo corresponder con agradecimiento
que llegue al bien recebido y sobre al que
me hizo en darme a ti por amigo y a Camila
por muger propria, dos prendas que las
estimo, si no en el grado que deuo, en el que
puedo. Pues con todas estas partes, que suelen
ser el todo con que los hombres suelen y pueden
viuir contentos, viuo yo el mas despechado
y el mas desabrido hombre de todo el vniuerso
mundo. Porque no se qué dias a esta
parte me fatiga y aprieta vn desseo tan estraño
y tan fuera del vso comun de otros, que yo me
marauillo de mi mismo, y me culpo, y me
riño a solas, y procuro callarlo y encubrirlo
de mis proprios pensamientos, y, assi, me
ha sido possible salir con este secreto como
si de industria procurara dezillo a todo el mundo;
y pues que, en efeto, el ha de salir a plaça,
quiero que sea en la del archiuo de tu secreto,
confiado que con el y con la diligencia que
pondras, como mi amigo verdadero, en remediarme,
yo me vere presto libre de la angustia
que me causa, y llegará mi alegria por tu
solicitud al grado que ha llegado mi descontento
por mi locura.''

Suspenso tenian a Lotario las razones de
Anselmo, y no sabia en qué auia de parar tan
larga preuencion o preambulo, y aunque yua
reboluiendo en su imaginacion qué desseo
podria ser aquel que a su amigo tanto fatigaua,
dio siempre muy lexos del blanco de la verdad;
y por salir presto de la agonia que le causaua
aquella suspension, le dixo que hazia notorio
agrauio a su mucha amistad en andar buscando
rodeos para dezirle sus mas encubiertos
pensamientos, pues tenia cierto que se podia
prometer del, o ya consejos para entretenellos,
o ya remedio para cumplillos.

``Assi es la verdad'', respondio Anselmo,
``y con essa confiança te hago saber, amigo
Lotario, que el desseo que me fatiga es pensar
si Camila, mi esposa, es tan buena y tan
perfeta como yo pienso, y no puedo enterarme
en esta verdad si no es prouandola de manera,
que la prueua manifieste los quilates de su
bondad, como el fuego muestra los del oro.
Porque yo tengo para mi, o amigo, que no es
vna muger mas buena de quanto es o no es
solicitada, y que aquella sola es fuerte que no
se dobla a las promessas, a las dadiuas, a las
lagrimas y a las continuas importunidades de
los solicitos amantes. Porque, ¿qué ay que
agradecer -- dezia él -- que vna muger sea buena,
si nadie le dize que sea mala? ¿Qué mucho que
esté recogida y temerosa la que no le dan ocasion
para que se suelte, y la que sabe que tiene
marido que, en cogiendola en la primera
desemboltura, la ha de quitar la vida? Ansi que la
que es buena por temor, o por falta de lugar,
yo no la quiero tener en aquella estima en que
tendre a la solicitada y perseguida que salio
con la corona del vencimiento. De modo que,
por estas razones y por otras muchas que te
pudiera dezir para acreditar y fortalecer la
opinion que tengo, desseo que Camila mi esposa
passe por estas dificultades y se acrisole y
quilate en el fuego de verse requerida y solicitada,
y de quien tenga valor para poner en ella sus
desseos; y si ella sale, como creo que saldra,
con la palma desta batalla, tendre yo por sin
ygual mi ventura. Podre yo dezir que está
colmo el vazio de mis desseos. Dire que me cupo
en suerte la muger fuerte de quien el Sabio
dize que ¿quién la hallará? Y quando esto
suceda al reues de lo que pienso, con el gusto
de ver que acerte en mi opinion, lleuaré sin
pena la que de razon podra causarme mi tan
costosa experiencia. Y prosupuesto que ninguna
cosa de quantas me dixeres en contra de
mi desseo ha de ser de algun prouecho para
dexar de ponerle por la obra, quiero, o amigo
Lotario, que te dispongas a ser el instrumento
que labre aquesta obra de mi gusto; que yo te
dare lugar para que lo hagas, sin faltarte todo
aquello que yo viere ser necessario para
solicitar a vna muger honesta, honrada, recogida
y desinteressada.

''Y mueueme, entre otras cosas, a fiar de ti
esta tan ardua empresa, el ver que si de ti es
vencida Camila, no ha de llegar el vencimiento
a todo trance y rigor, sino a solo a tener por
hecho lo que se ha de hazer, por buen
respeto, y, assi, no quedaré yo ofendido mas de
con el desseo, y mi injuria quedará escondida
en la virtud de tu silencio, que bien se que en
lo que me tocare ha de ser eterno como el de
la muerte. Assi que, si quieres que yo tenga
vida que pueda dezir que lo es, desde luego
has de entrar en esta amorosa batalla, no tibia
ni perezosamente, sino con el ahinco y diligencia
que mi desseo pide y con la confiança que
nuestra amistad me assegura.''

Estas fueron las razones que Anselmo dixo a
Lotario, a todas las quales estuuo tan atento,
que, si no fueron las que quedan escritas que
le dixo, no desplego sus labios hasta que huuo
acabado, y viendo que no dezia mas, despues
que le estuuo mirando vn buen espacio, como
si mirara otra cosa que jamas huuiera visto,
que le causara admiracion y espanto, le dixo:

``No me puedo persuadir, o amigo Anselmo,
a que no sean burlas las cosas que me has
dicho; que a pensar que de veras las dezias no
consintiera que tan adelante passaras, porque
con no escucharte preuiniera tu larga arenga.
Sin duda imagino, o que no me conoces, o que
yo no te conozco. Pero no: que bien se que eres
Anselmo y tu sabes que yo soy Lotario; el daño
está en que yo pienso que no eres el Anselmo
que solias, y tu deues de auer pensado que
tampoco yo soy el Lotario que deuia ser;
porque las cosas que me has dicho, ni son de
aquel Anselmo mi amigo, ni las que me pides
se han de pedir a aquel Lotario que tu conoces.
Porque los buenos amigos han de prouar a sus
amigos, y valerse dellos, como dixo vn poeta:
# unit L latinphrase
vsque ad aras;
# unit P text
que quiso dezir que no se auian
de valer de su amistad en cosas que fuessen
contra Dios. Pues si esto sintio vn gentil de la
amistad, ¿quánto mejor es que lo sienta el
christiano que sabe que por ninguna humana ha de
perder la amistad diuina? Y quando el amigo
tirasse tanto la barra, que pusiesse aparte los
respetos del cielo por acudir a los de su amigo,
no ha de ser por cosas ligeras y de poco
momento, sino por aquellas en que vaya la honra
y la vida de su amigo. Pues dime tu aora,
Anselmo, ¿quál destas dos cosas tienes en peligro,
para que yo me auenture a complacerte y a
hazer vna cosa tan detestable como me pides?
Ninguna, por cierto; antes me pides, segun yo
entiendo, que procure y solicite quitarte la
honra y la vida, y quitarmela a mi juntamente.
Porque si yo he de procurar quitarte la honra,
claro está que te quito la vida, pues el hombre
sin honra peor es que vn muerto; y, siendo yo
el instrumento, como tu quieres que lo sea, de
tanto mal tuyo, ¿no vengo a quedar
deshonrado y, por el mesmo consiguiente, sin
vida? Escucha, amigo Anselmo, y ten paciencia
de no responderme hasta que acabe de
dezirte lo que se me ofreciere acerca de lo que
te ha pedido tu desseo; que tiempo quedará
para que tu me repliques y yo te escuche.''

``Que me plaze'', dixo Anselmo; ``di lo que
quisieres.''

Y Lotario prosiguio, diziendo:

``Pareceme, o Anselmo, que tienes tu aora el
ingenio como el que siempre tienen los moros,
a los quales no se les puede dar a entender el
error de su secta con las acotaciones de la
Santa Escritura, ni con razones que consistan
en especulacion del entendimiento, ni que
vayan fundadas en articulos de fe, sino que les
han de traer exemplos palpables, faciles,
intelegibles, demonstratiuos, indubitables, con
demostraciones matematicas, que no se pueden
negar, como quando dizen: «Si de dos partes
yguales quitamos partes yguales, las que
quedan tambien son yguales.» Y quando esto no
entiendan de palabra, como en efeto no lo
entienden, haseles de mostrar con las manos y
ponerselo delante de los ojos, y aun con todo
esto no basta nadie con ellos a persuadirles
las verdades de mi sacra religion. Y este
mesmo termino y modo me conuendra vsar
contigo, porque el desseo que en ti ha nacido
va tan descaminado y tan fuera de todo aquello
que tenga sombra de razonable, que me parece
que ha de ser tiempo gastado el que
ocupare en darte a entender tu simplicidad, que
por aora no le quiero dar otro nombre, y aun
estoy por dexarte en tu desatino, en pena de
tu mal desseo; mas no me dexa vsar deste rigor
la amistad que te tengo, la qual no consiente
que te dexe puesto en tan manifiesto peligro
de perderte.

''Y porque claro lo veas, dime, Anselmo: ¿tu
no me has dicho que tengo de solicitar a vna
retirada, persuadir a vna honesta, ofrecer a
vna desinteressada, seruir a vna prudente? Si
que me lo has dicho. Pues si tu sabes que
tienes muger retirada, honesta, desinteressada y
prudente, ¿qué buscas? Y si piensas que de
todos mis assaltos ha de salir vencedora, como
saldra sin duda, ¿qué mejores titulos piensas
darle despues que los que aora tiene?; ¿o qué
sera mas despues de lo que es aora? O es que
tu no la tienes por la que dizes, o tu no sabes lo
que pides. Si no la tienes por lo que dizes,
¿para qué quieres prouarla, sino, como a mala,
hazer della lo que mas te viniere en gusto? Mas
si es tan buena como crees, impertinente cosa
sera hazer experiencia de la mesma verdad,
pues despues de hecha se ha de quedar con
la estimacion que primero tenia. Assi que es
razon concluyente que el intentar las cosas de
las quales antes nos puede suceder daño que
prouecho es de juyzios sin discurso y temerarios;
y mas quando quieren intentar aquellas
a que no son forçados ni compelidos, y que
de muy lexos traen descubierto que el
intentarlas es manifiesta locura.

''Las cosas dificultosas se intentan por Dios,
o por el mundo, o por entrambos a dos: las
que se acometen por Dios son las que acometieron
los santos, acometiendo a viuir vida de
angeles en cuerpos humanos; las que se acometen
por respeto del mundo son las de aquellos
que passan tanta infinidad de agua, tanta
diuersidad de climas, tanta estrañeza de
gentes, por adquirir estos que llaman bienes de
fortuna. Y las que se intentan por Dios y por el
mundo juntamente, son aquellas de los valerosos
soldados, que apenas veen en el contrario
muro abierto tanto espacio quanto es el que
pudo hazer vna redonda bala de artilleria,
quando, puesto aparte todo temor, sin hazer
discurso ni aduertir al manifiesto peligro que
les amenaza, lleuados en buelo de las alas del
desseo de boluer por su fe, por su nacion y por
su rey, se arrojan intrepidamente por la mitad
de mil contrapuestas muertes que los esperan.
Estas cosas son las que suelen intentarse,
y es honra, gloria y prouecho intentarlas,
aunque tan llenas de inconuenientes y peligros.

''Pero la que tu dizes que quieres intentar y
poner por obra, ni te ha de alcançar gloria de
Dios, bienes de la fortuna, ni fama con los
hombres; porque, puesto que salgas con ella como
desseas, no has de quedar ni mas vfano, ni
mas rico, ni mas honrado que estás aora; y si
no sales, te has de ver en la mayor miseria que
imaginarse pueda; porque no te ha de
aprouechar pensar entonces que no sabe nadie la
desgracia que te ha sucedido, porque bastará
para afligirte y deshazerte que la sepas tu
mesmo. Y para confirmacion desta verdad, te
quiero dezir vna estancia, que hizo el famoso
poeta Luys Tansilo, en el fin de su primera parte
de las Lagrimas de san Pedro, que dize assi:

# unit Q spanishverse
Crece el dolor y crece la verguença ÷
en Pedro, quando el dia se ha mostrado, ÷
y aunque alli no ve a nadie, se auerguença ÷
de si mesmo, por ver que auia pecado: ÷
que a vn magnanimo pecho a auer verguença ÷
no solo ha de mouerle el ser mirado; ÷
que de si se auerguença quando yerra, ÷
si bien otro no vee que cielo y tierra.

# unit P text
''Assi que no escusarás con el secreto tu
dolor; antes tendras que llorar contino, si no
lagrimas de los ojos, lagrimas de sangre del
coraçon, como las lloraua aquel simple doctor que
nuestro poeta nos cuenta, que hizo la prueua
del vaso, que con mejor discurso se escusó
de hazerla el prudente Reynaldos; que puesto
que aquello sea ficcion poetica, tiene en si
encerrados secretos morales dignos de ser
aduertidos y entendidos e imitados. Quanto mas, que
con lo que aora pienso dezirte, acabarás de
venir en conocimiento del grande error que
quieres cometer.

''Dime, Anselmo: si el cielo, o la suerte buena,
te huuiera hecho señor y legitimo possessor de
vn finissimo diamante, de cuya bondad y quilates
estuuiessen satisfechos quantos lapidarios
le viessen, y que todos a vna voz y de comun
parecer dixessen que llegaua en quilates,
bondad y fineza a quanto se podia estender la
naturaleza de tal piedra, y tu mesmo lo creyesses
assi, sin saber otra cosa en contrario, ¿seria
justo que te viniesse en desseo de tomar aquel
diamante, y ponerle entre vn ayunque y vn
martillo, y alli, a pura fuerça de golpes y
braços, prouar si es tan duro y tan fino como
dizen? Y mas, si lo pussiesses por obra; que
puesto caso que la piedra hiziesse resistencia
a tan necia prueua, no por esso se le añadiria
mas valor ni mas fama, y si se rompiesse, cosa
que podria ser, ¿no se perdia todo? Si, por
cierto, dexando a su dueño en estimacion de
que todos le tengan por simple. Pues haz
cuenta, Anselmo amigo, que Camila es finissimo
diamante, assi en tu estimacion como en la
agena, y que no es razon ponerla en contingencia
de que se quiebre, pues aunque se quede con
su entereza, no puede subir a mas valor del
que aora tiene, y si faltasse y no resistiesse,
considera desde aora quál quedarias sin
ella, y con quánta razon te podrias quexar de
ti mesmo, por auer sido causa de su
perdicion y la tuya.

''Mira que no ay joya en el mundo que tanto
valga como la muger casta y honrada, y que
todo el honor de las mugeres consiste en la
opinion buena que dellas se tiene; y pues la
de tu esposa es tal, que llega al estremo de
bondad que sabes, ¿para qué quieres poner
esta verdad en duda? Mira, amigo, que la muger
es animal imperfecto y que no se le han
de poner embaraços donde tropiece y cayga,
sino quitarselos y despejalle el camino de
qualquier inconueniente, para que sin pesadumbre
corra ligera a alcançar la perfecion que le falta,
que consiste en el ser virtuosa.

''Cuentan los naturales que el arminio es
vn animalejo que tiene vna piel blanquissima,
y que, quando quieren caçarle los caçadores,
vsan deste artificio: que, sabiendo las partes
por donde suele passar y acudir, las atajan con
lodo, y despues, ojeandole, le encaminan hazia
aquel lugar, y assi como el arminio llega al
lodo, se está quedo y se dexa prender y
cautiuar, a trueco de no passar por el cieno y
perder y ensuziar su blancura, que la estima en
mas que la libertad y la vida. La honesta y
casta muger es arminio, y es mas que nieue
blanca y limpia la virtud de la honestidad, y
el que quisiere que no la pierda, antes la
guarde y conserue, ha de vsar de otro estilo
diferente que con el arminio se tiene, porque no
le han de poner delante el cieno de los regalos
y seruicios de los importunos amantes, porque
quiça, y aun sin quiça, no tiene tanta virtud
y fuerça natural que pueda por si mesma
atropellar y passar por aquellos embaraços, y
es necessario quitarselos y ponerle delante la
limpieza de la virtud y la belleza que encierra
en si la buena fama.

''Es assimesmo la buena muger como espejo
de cristal luziente y claro, pero está
sugeto a empañarse y escurecerse con qualquiera
aliento que le toque. Hase de vsar con
la honesta muger el estilo que con las reliquias:
adorarlas y no tocarlas. Hase de guardar y
estimar la muger buena como se guarda y estima
vn hermoso jardin que está lleno de flores y
rosas, cuyo dueño no consiente que nadie le
passee ni manosee; basta que desde lexos y
por entre las verjas de hierro gozen de su
fragrancia y hermosura. Finalmente, quiero
dezirte vnos versos que se me han venido a la
memoria, que los ohi en vna comedia moderna,
que me parece que hazen al proposito de
lo que vamos tratando. Aconsejaua vn prudente
viejo a otro, padre de vna donzella, que
la recogiesse, guardasse y encerrasse, y, entre
otras razones, le dixo estas:

# unit Q spanishverse
Es de vidrio la muger; ÷
pero no se ha de prouar ÷
si se puede o no quebrar, ÷
porque todo podria ser.

Y es mas facil el quebrarse, ÷
y no es cordura ponerse ÷
a peligro de romperse ÷
lo que no puede soldarse.

Y en esta opinion esten ÷
todos, y en razon la fundo, ÷
que si ay Danaes en el mundo, ÷
ay pluuias de oro tambien.

# unit P text
''Quanto hasta aqui te he dicho, o Anselmo,
ha sido por lo que a ti te toca; y aora es bien
que se oyga algo de lo que a mi me conuiene;
y si fuere largo, perdoname; que todo lo
requiere el laberinto donde te has entrado, y de
donde quieres que yo te saque. Tu me tienes
por amigo, y quieres quitarme la honra, cosa
que es contra toda amistad, y aun no solo
pretendes esto, sino que procuras que yo te la
quite a ti. Que me la quieres quitar a mi, está
claro, pues quando Camila vea que yo la
solicito, como me pides, cierto está que me ha
de tener por hombre sin honra y mal mirado,
pues intento y hago vna cosa tan fuera de
aquello que el ser quien soy y tu amistad me
obliga. De que quieres que te la quite a ti, no
ay duda, porque viendo Camila que yo la
solicito, ha de pensar que yo he visto en ella
alguna liuiandad que me dio atreuimiento a
descubrirle mi mal desseo, y, teniendose por
deshonrada, te toca a ti, como a cosa suya, su
mesma deshonra. Y de aqui nace lo que
comunmente se platica: que el marido de la
muger adultera, puesto que el no lo sepa ni aya
dado ocasion para que su muger no sea la que
deue, ni aya sido en su mano, ni en su descuydo
y poco recato estoruar su desgracia, con
todo le llaman y le nombran con nombre de
vituperio y baxo, y en cierta manera le miran
los que la maldad de su muger saben con ojos
de menosprecio, en cambio de mirarle con los
de lastima, viendo que, no por su culpa,
sino por el gusto de su mala compañera, está
en aquella desuentura.

''Pero quierote dezir la causa, porque con
justa razon es deshonrado el marido de la
muger mala, aunque el no sepa que lo es, ni
tenga culpa, ni aya sido parte, ni dado ocasion
para que ella lo sea. Y no te canses de oyrme;
que todo ha de redundar en tu prouecho.
Quando Dios crió a nuestro primero padre en el
Parayso Terrenal, dize la Diuina Escritura que
infundio Dios sueño en Adan, y que, estando
durmiendo, le sacó vna costilla del lado
siniestro, de la qual formó a nuestra madre Eua; y
assi como Adan desperto y la miró, dixo: «Esta
es carne de mi carne y huesso de mis huessos.»
Y Dios dixo: «Por esta dexará el hombre
a su padre y madre, y seran dos en vna carne
misma.» Y, entonces fue instituydo el diuino
sacramento del matrimonio, con tales lazos,
que sola la muerte puede desatarlos. Y tiene
tanta fuerça y virtud este milagroso sacramento,
que haze que dos diferentes personas sean
vna mesma carne; y aun haze mas en los
buenos casados, que, aunque tienen dos almas,
no tienen mas de vna voluntad. Y de aqui
viene que, como la carne de la esposa sea vna
mesma con la del esposo, las manchas que
en ella caen, o los defectos que se procura,
redundan en la carne del marido, aunque el
no aya dado, como queda dicho, ocasion para
aquel daño. Porque assi como el dolor del pie,
o de qualquier miembro del cuerpo humano,
le siente todo el cuerpo, por ser todo de vna
carne mesma, y la cabeça siente el daño del
touillo, sin que ella se le aya causado, assi el
marido es participante de la deshonra de la
muger por ser vna mesma cosa con ella. Y
como las honras y deshonras del mundo sean
todas y nazcan de carne y sangre, y las de la
muger mala sean deste genero, es forçoso que
al marido le quepa parte dellas y sea tenido
por deshonrado sin que el lo sepa.

''Mira, pues, o Anselmo, al peligro que te
pones en querer turbar el sossiego en que tu
buena esposa viue. Mira por quán vana e
impertinente curiosidad quieres reboluer los
humores que aora estan sossegados en el pecho
de tu casta esposa. Aduierte que lo que
auenturas a ganar es poco, y que lo que perderas
sera tanto, que lo dexaré en su punto, porque
me faltan palabras para encarecerlo. Pero si
todo quanto he dicho no basta a mouerte de
tu mal proposito, bien puedes buscar otro
instrumento de tu deshonra y desuentura; que yo
no pienso serlo, aunque por ello pierda tu
amistad, que es la mayor perdida que imaginar
puedo.''

Calló en diziendo esto el virtuoso y
prudente Lotario, y Anselmo quedó tan confuso y
pensatiuo, que por vn buen espacio no le pudo
responder palabra; pero, en fin, le dixo:

``Con la atencion que has visto he escuchado,
Lotario amigo, quanto has querido dezirme,
y en tus razones, exemplos y comparaciones
he visto la mucha discrecion que tienes y
el estremo de la verdadera amistad que alcanças;
y ansimesmo veo y confiesso que si no
sigo tu parecer y me voy tras el mio, voy
huyendo del bien y corriendo tras el mal.
Prosupuesto esto, has de considerar que yo
padezco aora la enfermedad que suelen tener
algunas mugeres, que se les antoja comer tierra,
yesso, carbon y otras cosas peores, aun
asquerosas para mirarse, quanto mas para
comerse; assi que es menester vsar de algun
artificio para que yo sane, y esto se podia hazer
con facilidad solo con que comiences, aunque
tibia y fingidamente, a solicitar a Camila, la
qual no ha de ser tan tierna, que a los primeros
encuentros de con su honestidad por tierra; y
con solo este principio quedaré contento, y tu
auras cumplido con lo que deues a nuestra
amistad, no solamente dandome la vida, sino
persuadiendome de no verme sin honra. Y estás
obligado a hazer esto por vna razon sola, y es
que estando yo, como estoy, determinado de
poner en platica esta prueua, no has tu de
consentir que yo de cuenta de mi desatino a otra
persona, con que pondria en auentura el honor
que tu procuras que no pierda; y quando el
tuyo no esté en el punto que deue en la
intencion de Camila en tanto que la solicitares,
importa poco o nada, pues con breuedad, viendo
en ella la entereza que esperamos, le
podras dezir la pura verdad de nuestro artificio,
con que boluera tu credito al ser primero. Y
pues tan poco auenturas y tanto contento me
puedes dar auenturandote, no lo dexes de
hazer, aunque mas inconuenientes se te pongan
delante, pues, como ya he dicho, con solo que
comiences dare por concluyda la causa.''

Viendo Lotario la resoluta voluntad de
Anselmo, y no sabiendo qué mas exemplos traerle,
ni qué mas razones mostrarle para que no
la siguiesse, y viendo que le amenazaua que
daria a otro cuenta de su mal desseo, por euitar
mayor mal, determinó de contentarle y hazer
lo que le pedia, con proposito e intencion
de guiar aquel negocio de modo que, sin alterar
los pensamientos de Camila, quedasse Anselmo
satisfecho; y, assi, le respondio que no
comunicasse su pensamiento con otro alguno,
que el tomaua a su cargo aquella empresa, la
qual començaria quando a el le diesse mas
gusto. Abraçole Anselmo tierna y amorosamente,
y agradeciole su ofrecimiento, como si
alguna grande merced le huuiera hecho, y
quedaron de acuerdo entre los dos que desde
otro dia siguiente se començasse la obra; que
el le daria lugar y tiempo como a sus solas
pudiesse hablar a Camila, y assimesmo le
daria dineros y joyas que darla y que ofrecerla.
Aconsejole que le diesse musicas, que escriuiesse
versos en su alabança, y que, quando el
no quisiesse tomar trabajo de hazerlos, el mesmo
los haria. A todo se ofrecio Lotario, bien
con diferente intencion que Anselmo pensaua.

Y con este acuerdo se boluieron a casa de
Anselmo, donde hallaron a Camila con ansia y
cuydado, esperando a su esposo, porque aquel
dia tardaua en venir mas de lo acostumbrado.
Fuese Lotario a su casa, y Anselmo quedó en
la suya, tan contento como Lotario fue pensatiuo,
no sabiendo qué traça dar para salir bien
de aquel impertinente negocio. Pero aquella
noche penso el modo que tendria para engañar
a Anselmo sin ofender a Camila; y otro dia
vino a comer con su amigo, y fue bien recebido
de Camila, la qual le recebia y regalaua
con mucha voluntad, por entender la buena
que su esposo le tenia.

Acabaron de comer, leuantaron los manteles,
y Anselmo dixo a Lotario que se quedasse alli
con Camila en tanto que el yua a vn negocio
forçoso; que dentro de hora y media bolueria.
Rogole Camila que no se fuesse, y Lotario se
ofrecio a hazerle compañia; mas nada aprouechó
con Anselmo, antes importunó a Lotario
que se quedasse y le aguardasse, porque tenia
que tratar con el vna cosa de mucha importancia.
Dixo tambien a Camila que no dexasse
solo a Lotario, en tanto que el boluiesse. En
efeto, el supo tan bien fingir la necessidad o
necedad de su ausencia, que nadie pudiera
entender que era fingida. Fuese Anselmo, y
quedaron solos a la mesa Camila y Lotario,
porque la demas gente de casa toda se auia ydo a
comer. Viose Lotario puesto en la estacada
que su amigo desseaua, y con el enemigo
delante, que pudiera vencer, con sola su
hermosura, a vn esquadron de caualleros armados;
mirad si era razon que le temiera Lotario.

Pero lo que hizo fue poner el codo sobre
el braço de la silla y la mano abierta en la
mexilla, y pidiendo perdon a Camila del mal
comedimiento, dixo que queria reposar vn poco
en tanto que Anselmo boluia. Camila le
respondio que mejor reposaria en el estrado que
en la silla, y, assi, le rogo se entrasse a dormir
en el. No quiso Lotario, y alli se quedó
dormido hasta que boluio Anselmo; el qual, como
halló a Camila en su aposento y a Lotario
durmiendo, creyó que, como se auia tardado tanto,
ya aurian tenido los dos lugar para hablar y
aun para dormir, y no vio la hora en que Lotario
despertasse, para boluerse con el fuera y
preguntarle de su ventura.

Todo le sucedio como el quiso; Lotario
desperto, y luego salieron los dos de casa, y,
assi, le preguntó lo que desseaua; y le
respondio Lotario que no le auia parecido ser bien
que la primera vez se descubriesse del todo, y,
assi, no auia hecho otra cosa que alabar a Camila
de hermosa, diziendole que en toda la ciudad
no se trataua de otra cosa que de su hermosura
y discrecion; y que este le auia parecido
buen principio para entrar ganando la voluntad
y disponiendola a que otra vez le escuchasse
con gusto, vsando en esto del artificio que el
demonio vsa quando quiere engañar a alguno
que está puesto en atalaya de mirar por si; que
se transforma en angel de luz, siendolo el de
tinieblas, y, poniendole delante apariencias
buenas, al cabo descubre quien es, y sale con su
intencion, si a los principios no es descubierto
su engaño. Todo esto le contentó mucho a
Anselmo, y dixo que cada dia daria el mesmo
lugar, aunque no saliesse de casa, porque en
ella se ocuparia en cosas que Camila no
pudiesse venir en conocimiento de su artificio.

Sucedio, pues, que se passaron muchos dias
que, sin dezir Lotario palabra a Camila,
respondia a Anselmo que la hablaua, y jamas
podia sacar della vna pequeña muestra de venir
en ninguna cosa que mala fuesse, ni aun dar
vna señal de sombra de esperança; antes dezia
que le amenazaua que si de aquel mal pensamiento
no se quitaua, que lo auia de dezir a su
esposo.

``Bien está'', dixo Anselmo; ``hasta aqui ha
resistido Camila a las palabras; es menester ver
cómo resiste a las obras: yo os dare mañana
dos mil escudos de oro para que se los ofrezcays
y aun se los deys, y otros tantos para que
compreys joyas con que cebarla; que las mugeres
suelen ser aficionadas, y mas si son hermosas,
por mas castas que sean, a esto de traerse
bien y andar galanas; y si ella resiste a esta
tentacion, yo quedaré satisfecho y no os dare
mas pesadumbre.''

Lotario respondio que ya que auia començado,
que el lleuaria hasta el fin aquella empresa,
puesto que entendia salir della cansado
y vencido. Otro dia recibio los quatro mil
escudos, y con ellos quatro mil confusiones,
porque no sabia qué dezirse para mentir de nueuo;
pero, en efeto, determinó de dezirle que Camila
estaua tan entera a las dadiuas y promessas
como a las palabras, y que no auia para qué
cansarse mas, porque todo el tiempo se
gastaua en balde.

Pero la suerte, que las cosas guiaua de otra
manera, ordenó que, auiendo dexado Anselmo
solos a Lotario y a Camila, como otras vezes
solia, el se encerro en vn aposento, y por los
agujeros de la cerradura estuuo mirando y
escuchando lo que los dos tratauan, y vio que en
mas de media hora Lotario no habló palabra
a Camila, ni se la hablara si alli estuuiera vn
siglo. Y cayó en la cuenta de que quanto su
amigo le auia dicho de las respuestas de Camila
todo era ficcion y mentira. Y para ver si esto
era ansi, salio del aposento, y, llamando a
Lotario a parte, le preguntó qué nueuas auia y de
qué temple estaua Camila. Lotario le respondio
que no pensaua mas darle puntada en aquel
negocio, porque respondia tan aspera y
dessabridamente, que no tendria animo para boluer
a dezirle cosa alguna.

``¡Ha!'', dixo Anselmo, ``¡Lotario, Lotario, y
quán mal correspondes a lo que me deues y a
lo mucho que de ti confio! Aora te he estado
mirando por el lugar que concede la entrada
desta llaue, y he visto que no has dicho palabra
a Camila, por donde me doy a entender que
aun las primeras le tienes por dezir; y si esto
es assi, como sin duda lo es, ¿para qué me
engañas? O ¿por qué quieres quitarme con tu
industria los medios que yo podria hallar para
conseguir mi desseo?''

No dixo mas Anselmo, pero bastó lo que
auia dicho para dexar corrido y confuso a
Lotario. El qual, casi como tomando por punto
de honra el auer sido hallado en mentira, juró
a Anselmo que desde aquel momento tomaua
tan a su cargo el contentalle y no mentille, qual
lo veria, si con curiosidad lo espiaua; quanto
mas que no seria menester vsar de ninguna
diligencia, porque la que el pensaua poner en
satisfazelle le quitaria de toda sospecha.
Creyole Anselmo, y para dalle comodidad mas
segura y menos sobresaltada, determinó de hazer
ausencia de su casa por ocho dias, yendose
a la de vn amigo suyo que estaua en vna aldea,
no lexos de la ciudad. Con el qual amigo
concerto que le embiasse a llamar con muchas
veras, para tener ocasion con Camila de
su partida.

¡Desdichado y mal aduertido de ti, Anselmo!
¿Qué es lo que hazes?, ¿qué es lo que traças?,
¿qué es lo que ordenas? Mira que hazes
contra ti mismo, traçando tu deshonra y ordenando
tu perdicion. Buena es tu esposa Camila,
quieta y sossegadamente la possees, nadie
sobresalta tu gusto, sus pensamientos no salen
de las paredes de su casa, tu eres su cielo en
la tierra, el blanco de sus desseos, el
cumplimiento de sus gustos y la medida por donde
mide su voluntad, ajustandola en todo con la
tuya y con la del cielo. Pues si la mina de su
honor, hermosura, honestidad y recogimiento
te da sin ningun trabajo toda la riqueza que
tiene y tu puedes dessear, ¿para qué quieres
ahondar la tierra y buscar nueuas vetas de
nueuo y nunca visto tesoro, poniendote a
peligro que toda venga abaxo, pues, en fin, se
sustenta sobre los debiles arrimos de su flaca
naturaleza? Mira que el que busca lo impossible
es justo que lo possible se le niegue, como
lo dixo mejor vn poeta, diziendo:

# unit Q spanishverse
``Busco en la muerte la vida, ÷
salud en la enfermedad, ÷
en la prision libertad, ÷
en lo cerrado salida ÷
y en el traydor lealtad.

Pero mi suerte, de quien ÷
jamas espero algun bien, ÷
con el cielo ha estatuydo ÷
que, pues lo impossible pido, ÷
lo possible aun no me den.''

# unit P text
Fuese otro dia Anselmo a la aldea, dexando
dicho a Camila que el tiempo que el estuuiesse
ausente vendria Lotario a mirar por su casa y
a comer con ella; que tuuiesse cuydado de
tratalle como a su mesma persona. Afligiose
Camila, como muger discreta y honrada, de la
orden que su marido le dexaua, y dixole que
aduirtiesse que no estaua bien que nadie, el
ausente, ocupasse la silla de su mesa, y que si
lo hazia por no tener confiança que ella sabria
gouernar su casa, que prouasse por aquella
vez, y veria por experiencia como para mayores
cuydados era bastante. Anselmo le replicó
que aquel era su gusto y que no tenia mas que
hazer que baxar la cabeça y obedecelle. Camila
dixo que ansi lo haria, aunque contra su
voluntad.

Partiose Anselmo, y otro dia vino a su casa
Lotario, donde fue rescebido de Camila con
amoroso y honesto acogimiento. La qual jamas
se puso en parte donde Lotario la viesse
a solas, porque siempre andaua rodeada de
sus criados y criadas, especialmente de vna
donzella suya, llamada Leonela, a quien ella
mucho queria por auerse criado desde niñas
las dos juntas en casa de los padres de
Camila, y quando se casó con Anselmo la truxo
consigo. En los tres dias primeros nunca
Lotario le dixo nada, aunque pudiera, quando se
leuantauan los manteles y la gente se yua a
comer con mucha priessa, porque assi se lo
tenia mandado Camila. Y aun tenia orden
Leonela que comiesse primero que Camila, y
que de su lado jamas se quitasse; mas ella,
que en otras cosas de su gusto tenia puesto el
pensamiento y auia menester aquellas horas y
aquel lugar para ocuparle en sus contentos, no
cumplia todas vezes el mandamiento de su
señora; antes los dexaua solos, como si aquello
le vuieran mandado. Mas la honesta presencia
de Camila, la grauedad de su rostro, la
compostura de su persona era tanta, que ponia
freno a la lengua de Lotario. Pero el prouecho
que las muchas virtudes de Camila hizieron,
poniendo silencio en la lengua de Lotario,
redundó mas en daño de los dos, porque si la
lengua callaua, el pensamiento discurria, y
tenia lugar de contemplar parte por parte
todos los estremos de bondad y de hermosura
que Camila tenia, bastantes a enamorar vna
estatua de marmol, no que vn coraçon de
carne.

Mirauala Lotario en el lugar y espacio que
auia de hablarla, y consideraua quán digna era
de ser amada, y esta consideracion començo
poco a poco a dar assaltos a los respectos
que a Anselmo tenia, y mil vezes quiso
ausentarse de la ciudad y yrse donde jamas
Anselmo le viesse a el, ni el viesse a Camila; mas
ya le hazia impedimento y detenia el gusto que
hallaua en mirarla. Haziase fuerça y peleaua
consigo mismo por desechar y no sentir el
contento que le lleuaua a mirar a Camila.
Culpauase a solas de su desatino, llamauase mal
amigo y aun mal christiano. Hazia discursos y
comparaciones entre el y Anselmo, y todos
parauan en dezir que mas auia sido la locura
y confiança de Anselmo que su poca fidelidad.
Y que si assi tuuiera disculpa para con Dios
como para con los hombres de lo que pensaua
hazer, que no temiera pena por su culpa.

En efecto, la hermosura y la bondad de
Camila, juntamente con la ocasion que el ignorante
marido le auia puesto en las manos, dieron
con la lealtad de Lotario en tierra. Y, sin
mirar a otra cosa que aquella a que su gusto
le inclinaua, al cabo de tres dias de la ausencia
de Anselmo, en los quales estuuo en continua
batalla por resistir a sus desseos, comenzo a
requebrar a Camila con tanta turbacion y con
tan amorosas razones, que Camila quedó
suspensa, y no hizo otra cosa que leuantarse de
donde estaua y entrarse en su aposento sin
respondelle palabra alguna. Mas no por esta
sequedad se desmayó en Lotario la esperança,
que siempre nace juntamente con el amor;
antes tuuo en mas a Camila. La qual, auiendo
visto en Lotario lo que jamas pensara, no sabia
qué hazerse. Y, pareciendole no ser cosa
segura ni bien hecha darle ocasion ni lugar a
que otra vez la hablasse, determinó de embiar
aquella mesma noche, como lo hizo, a vn
criado suyo con vn villete a Anselmo, donde
le escriuio estas razones:


## <f034>
# chapter  34 XXXIV
# unit N chapternum
Capitulo XXXIV
# unit T title
Donde se prosigue la nouela del Curioso
impertinente.
# unit P text
``Assi como suele dezirse que parece mal el
exercito sin su general y el castillo sin su
castellano, digo yo que parece muy peor la
muger casada y moça sin su marido, quando
justissimas ocasiones no lo impiden. Yo me hallo
tan mal sin vos, y tan impossibilitada de no
poder sufrir esta ausencia, que si presto no
venis me aure de yr a entretener en casa de
mis padres, aunque dexe sin guarda la vuestra.
Porque la que me dexastes, si es que
quedó con tal titulo, creo que mira mas por su
gusto que por lo que a vos os toca, y pues soys
discreto, no tengo mas que deziros, ni aun es
bien que mas os diga.''

Esta carta recibio Anselmo, y entendio por
ella que Lotario auia ya començado la
empresa, y que Camila deuia de auer respondido
como el desseaua. Y, alegre sobremanera de
tales nueuas, respondio a Camila, de palabra,
que no hiziesse mudamiento de su casa en
modo alguno, porque el bolueria con mucha
breuedad. Admirada quedó Camila de la respuesta
de Anselmo, que la puso en mas confusion
que primero, porque ni se atreuia a estar
en su casa, ni menos yrse a la de sus padres,
porque en la quedada corria peligro su
honestidad, y en la yda yua contra el mandamiento
de su esposo.

En fin, se resoluio en lo que le estuuo peor,
que fue en el quedarse, con determinacion de
no huyr la presencia de Lotario, por no dar
que dezir a sus criados; y ya le pesaua de
auer escrito lo que escriuio a su esposo,
temerosa de que no pensasse que Lotario auia visto
en ella alguna desemboltura que le vuiesse
mouido a no guardalle el decoro que deuia.
Pero, fiada en su bondad, se fio en Dios y
en su buen pensamiento, con que pensaua
resistir callando a todo aquello que Lotario
dezirle quisiesse, sin dar mas cuenta a su
marido, por no ponerle en alguna pendencia y
trabajo.

Y aun andaua buscando manera como disculpar
a Lotario con Anselmo, quando le preguntasse
la ocasion que le auia mouido a escriuirle
aquel papel. Con estos pensamientos, mas
honrados que acertados ni prouechosos, estuuo
otro dia escuchando a Lotario, el qual cargó la
mano de manera, que començo a titubear la
firmeza de Camila, y su honestidad tuuo harto
que hazer en acudir a los ojos, para que no
diessen muestra de alguna amorosa
compassion que las lagrimas y las razones de
Lotario en su pecho auian despertado. Todo esto
notaua Lotario y todo le encendia.

Finalmente, a el le pareció que era menester,
en el espacio y lugar que daua la ausencia de
Anselmo, apretar el cerco a aquella fortaleza.
Y, assi, acometio a su presuncion con las
alabanças de su hermosura, porque no ay
cosa que mas presto rinda y allane las
encastilladas torres de la vanidad de las hermosas
que la mesma vanidad, puesta en las
lenguas de la adulacion. En efecto, el, con
toda diligencia, minó la roca de su entereza
con tales pertrechos, que, aunque Camila fuera
toda de bronze, viniera al suelo. Lloró, rogo,
ofrecio, aduló, porfió y fingio Lotario con
tantos sentimientos, con muestras de tantas veras,
que dio al traues con el recato de Camila y
vino a triunfar de lo que menos se pensaua
y mas desseaua. Rindiose Camila; Camila se
rindio; pero ¿qué mucho si la amistad de
Lotario no quedó en pie? Exemplo claro que nos
muestra que solo se vence la passion amorosa
con huylla, y que nadie se ha de poner a
braços con tan poderoso enemigo, porque es
menester fuerças diuinas para vencer las suyas
humanas. Solo supo Leonela la flaqueza de
su señora, porque no se la pudieron encubrir
los dos malos amigos y nueuos amantes. No
quiso Lotario dezir a Camila la pretension de
Anselmo, ni que el le auia dado lugar para
llegar a aquel punto, porque no tuuiesse en
menos su amor, y pensasse que assi, acaso
y sin pensar, y no de proposito, la auia
solicitado.

Boluio de alli a pocos dias Anselmo a su
casa, y no echó de ver lo que faltaua en ella,
que era lo que en menos tenia y mas estimaua.
Fuese luego a ver a Lotario, y hallole
en su casa; abraçaronse los dos, y el vno
preguntó por las nueuas de su vida o de su
muerte.

``Las nueuas que te podre dar, o amigo
Anselmo'', dixo Lotario, ``son de que tienes vna
muger que dignamente puede ser exemplo y
corona de todas las mugeres buenas. Las palabras
que le he dicho se las ha lleuado el ayre;
los ofrecimientos se han tenido en poco; las
dadiuas no se han admitido; de algunas lagrimas
fingidas mias se ha hecho burla notable.
En resolucion: assi como Camila es cifra de
toda belleza, es archiuo donde assiste la
honestidad y viue el comedimiento y el recato y
todas las virtudes que pueden hazer loable y bien
afortunada a vna honrada muger. Buelue a
tomar tus dineros, amigo; que aqui los tengo
sin auer tenido necessidad de tocar a ellos, que
la entereza de Camila no se rinde a cosas tan
baxas como son dadiuas ni promessas. Contentate,
Anselmo, y no quieras hazer mas prueuas
de las hechas. Y, pues a pie enxuto has passado
el mar de las dificultades y sospechas que de
las mugeres suelen y pueden tenerse, no quieras
entrar de nueuo en el profundo pielago de
nueuos inconuenientes, ni quieras hazer experiencia
con otro piloto de la bondad y fortaleza
del nauio que el cielo te dio en suerte para
que en el passasses la mar deste mundo, sino
haz cuenta que estás ya en seguro puerto, y
aferrate con las ancoras de la buena
consideracion, y dexate estar hasta que te vengan a
pedir la deuda que no ay hidalguia humana
que de pagarla se escuse.''

Contentissimo quedó Anselmo de las razones
de Lotario, y assi se las creyo como si fueran
dichas por algun oraculo. Pero, con todo esso,
le rogo que no dexasse la empresa, aunque no
fuesse mas de por curiosidad y entretenimiento,
aunque no se aprouechasse de alli adelante
de tan ahincadas diligencias como hasta
entonces. Y que solo queria que le escriuiesse
algunos versos en su alabança, debaxo del nombre
de Clori, porque el le daria a entender a
Camila que andaua enamorado de vna dama, a
quien le auia puesto aquel nombre, por poder
celebrarla con el decoro que a su honestidad
se le deuia. Y que, quando Lotario no quisiera
tomar trabajo de escriuir los versos, que el los
haria.

``No sera menester esso'', dixo Lotario, ``pues
no me son tan enemigas las musas, que algunos
ratos del año no me visiten. Dile tu a Camila
lo que has dicho del fingimiento de mis amores;
que los versos yo los hare, si no tan buenos
como el subjeto merece, seran, por lo menos,
los mejores que yo pudiere.''

Quedaron deste acuerdo el impertinente y el
traydor amigo. Y buelto Anselmo a su casa,
preguntó a Camila lo que ella ya se marauillaua
que no se lo vuiesse preguntado: que fue que
le dixesse la ocasion por que le auia escrito
el papel que le embió. Camila le respondio que
le auia parecido que Lotario la miraua vn poco
mas desembueltamente que quando el estaua
en casa; pero que ya estaua desengañada y
creya que auia sido imaginacion suya, porque
ya Lotario huya de vella y de estar con ella a
solas. Dixole Anselmo que bien podia estar
segura de aquella sospecha, porque el sabia que
Lotario andaua enamorado de vna donzella
principal de la ciudad, a quien el celebraua
debaxo del nombre de Clori, y que, aunque no lo
estuuiera, no auia que temer de la verdad de
Lotario y de la mucha amistad de entrambos.
Y, a no estar auisada Camila de Lotario de
que eran fingidos aquellos amores de Clori, y
que el se lo auia dicho a Anselmo por poder
ocuparse algunos ratos en las mismas alabanças
de Camila, ella sin duda cayera en la
desesperada red de los zelos; mas por estar
ya aduertida passó aquel sobresalto sin
pesadumbre.

Otro dia, estando los tres sobre mesa, rogo
Anselmo a Lotario dixesse alguna cosa de las
que auia compuesto a su amada Clori; que
pues Camila no la conocia, seguramente podia
dezir lo que quisiesse.

``Aunque la conociera'', respondio Lotario,
``no encubriera yo nada, porque quando algun
amante loa a su dama de hermosa y la nota
de cruel, ningun oprobrio haze a su buen credito.
Pero sea lo que fuere, lo que se dezir,
que ayer hize vn soneto a la ingratitud desta
Clori, que dize ansi:

# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
En el silencio de la noche, quando ÷
ocupa el dulce sueño a los mortales, ÷
la pobre cuenta de mis ricos males ÷
estoy al cielo y a mi Clori dando.

Y al tiempo quando el sol se va mostrando ÷
por las rosadas puertas orientales, ÷
con suspiros y acentos desiguales ÷
voy la antigua querella renouando.

Y quando el sol, de su estrellado assiento ÷
derechos rayos a la tierra embia, ÷
el llanto crece y doblo los gemidos.

Buelue la noche, y bueluo al triste cuento, ÷
y siempre hallo, en mi mortal porfia, ÷
al cielo, sordo; a Clori, sin oydos.''

# unit P text
Bien le parecio el soneto a Camila, pero
mejor a Anselmo, pues le alabó y dixo que era
demasiadamente cruel la dama que a tan claras
verdades no correspondia. A lo que dixo
Camila:

``Luego ¿todo aquello que los poetas
enamorados dizen, es verdad?''

``En quanto poetas, no la dizen'', respondio
Lotario; ``mas en quanto enamorados, siempre
quedan tan cortos como verdaderos.''

``No ay duda desso'', replicó Anselmo, todo
por apoyar y acreditar los pensamientos de
Lotario con Camila, tan descuydada del artificio
de Anselmo, como ya enamorada de Lotario.
Y, assi, con el gusto que de sus cosas tenia, y
mas, teniendo por entendido que sus desseos y
escritos a ella se encaminauan, y que ella era
la verdadera Clori, le rogo que si otro soneto
o otros versos sabia, los dixesse.

``Si se'', respondio Lotario, ``pero no creo que
es tan bueno como el primero, o, por mejor
dezir, menos malo. Y podreyslo bien juzgar, pues
es este:

# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Yo se que muero, y si no soy creydo, ÷
es mas cierto el morir, como es mas cierto ÷
verme a tus pies, ¡o bella ingrata!, muerto ÷
antes que de adorarte arrepentido.

Podre yo verme en la region de oluido, ÷
de vida y gloria y de fauor desierto, ÷
y alli verse podra en mi pecho abierto ÷
como tu hermoso rostro está esculpido.

Que esta reliquia guardo para el duro ÷
trance que me amenaza mi porfia, ÷
que en tu mismo rigor se fortaleze.

¡Ay de aquel que nauega, el cielo escuro, ÷
por mar no vsado y peligrosa via, ÷
adonde norte o puerto no se ofrece!

# unit P text
Tambien alabó este segundo soneto Anselmo,
como auia hecho el primero, y desta manera
yua añadiendo eslauon a eslauon a la
cadena con que se enlazaua y trauaua su
deshonra, pues quando mas Lotario le deshonraua,
entonces le dezia que estaua mas honrado. Y
con esto, todos los escalones que Camila baxaua
hazia el centro de su menosprecio, los
subia, en la opinion de su marido, hazia la
cumbre de la virtud y de su buena fama.

Sucedio en esto, que hallandose vna vez, entre
otras, sola Camila con su donzella, le dixo:

``Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en
quán poco he sabido estimarme, pues siquiera
no hize que, con el tiempo, comprara Lotario la
entera possession que le di tan presto de mi
voluntad. Temo que ha de estimar mi presteza
o ligereza, sin que eche de ver la fuerça
que el me hizo para no poder resistirle.''

``No te de pena esso, señora mia'', respondio
Leonela; ``que no está la monta, ni es causa
para menguar la estimacion, darse lo que se
da presto, si, en efecto, lo que se da es
bueno, y ello por si digno de estimarse. Y aun
suele dezirse que el que luego da, da dos vezes.''

``Tambien se suele dezir'', dixo Camila, ``que
lo que cuesta poco se estima en menos.''

``No corre por ti essa razon'', respondio
Leonela, ``porque el amor, segun he oydo dezir,
vnas vezes buela y otras anda, con este corre
y con aquel va despacio, a vnos entibia y a
otros abrasa, a vnos hiere y a otros mata. En
vn mesmo punto comiença la carrera de sus
desseos, y en aquel mesmo punto la acaba
y concluye. Por la mañana suele poner el cerco
a vna fortaleza, y a la noche la tiene rendida,
porque no ay fuerça que le resista. Y, siendo
assi, ¿de qué te espantas, o de qué temes, si
lo mismo deue de auer acontecido a Lotario,
auiendo tomado el amor por instrumento de
rendirnos la ausencia de mi señor? Y era
forçoso que en ella se concluyesse lo que el amor
tenia determinado, sin dar tiempo al tiempo,
para que Anselmo le tuuiesse de boluer y con
su presencia quedasse imperfecta la obra.
Porque el amor no tiene otro mejor ministro
para executar lo que dessea que es la ocasion;
de la ocasion se sirue en todos sus hechos,
principalmente en los principios. Todo esto se yo
muy bien, mas de experiencia que de oydas; y
algun dia te lo dire, señora, que yo tambien soy
de carne, y de sangre moça. Quanto mas, señora
Camila, que no te entregaste, ni diste tan
luego, que primero no vuiesses visto en los
ojos, en los suspiros, en las razones y en las
promessas y dadiuas de Lotario toda su alma,
viendo en ella y en sus virtudes quán digno
era Lotario de ser amado. Pues si esto es ansi,
no te assalten la imaginacion essos escrupulosos
y melindrosos pensamientos, sino assegurate
que Lotario te estima como tu le estimas
a el, y viue con contento y satisfacion de que
ya que cayste en el lazo amoroso, es el que te
aprieta de valor y de estima. Y que no solo
tiene las quatro SS que dizen que han de tener
los buenos enamorados, sino todo vn A B C
entero; si no, escuchame y veras como te le
digo de coro: El es, segun yo veo y a mi me
parece, agradecido, bueno, cauallero, dadiuoso,
enamorado, firme, gallardo, honrado, ilustre,
leal, moço, noble, honesto, principal, quantioso,
rico; y las SS que dizen. Y luego, tacito,
verdadero. La X no le quadra, porque es letra
aspera. La Y ya está dicha. La Z, zelador de tu
honra.''

Riose Camila del A B C de su donzella, y
tuuola por mas platica en las cosas de amor que
ella dezia. Y, assi, lo confesso ella,
descubriendo a Camila como trataua amores con vn
mancebo bien nacido, de la mesma ciudad. De lo
qual se turbó Camila, temiendo que era aquel
camino por donde su honra podia correr riesgo.
Apurola si passauan sus platicas a mas que
serlo. Ella, con poca verguença y mucha
desemboltura, le respondio que si passauan.
Porque es cosa ya cierta que los descuydos de las
señoras quitan la verguença a las criadas, las
quales, quando ven a las amas echar traspies,
no se les da nada a ellas de coxear, ni de que
lo sepan.

No pudo hazer otra cosa Camila sino rogar
a Leonela no dixesse nada de su hecho al que
dezia ser su amante, y que tratasse sus cosas
con secreto, porque no viniessen a noticia de
Anselmo ni de Lotario. Leonela respondio que
assi lo haria; mas cumpliolo de manera, que
hizo cierto el temor de Camila de que por ella
auia de perder su credito. Porque la deshonesta
y atreuida Leonela, despues que vio que el
proceder de su ama no era el que solia,
atreuiose a entrar y poner dentro de casa a su
amante, confiada que, aunque su señora le
viesse, no auia de osar descubrille.

Que este daño acarrean, entre otros, los
pecados de las señoras, que se hazen esclauas de
sus mesmas criadas, y se obligan a
encubrirles sus deshonestidades y vilezas, como
acontecio con Camila; que, aunque vio vna y
muchas vezes que su Leonela estaua con su galan
en vn aposento de su casa, no solo no la osaua
reñir, mas dauale lugar a que lo encerrasse,
y quitauale todos los estoruos para que no
fuesse visto de su marido. Pero no los pudo
quitar, que Lotario no le viesse vna vez salir, al
romper del alua, el qual, sin conocer quién era,
penso primero que deuia de ser alguna fantasma.
Mas quando le vio caminar, emboçarse y
encubrirse con cuydado y recato, cayo de su
simple pensamiento y dio en otro, que fuera la
perdicion de todos, si Camila no lo remediara.
Penso Lotario que aquel hombre que auia visto
salir tan a deshora de casa de Anselmo no
auia entrado en ella por Leonela, ni aun se
acordo si Leonela era en el mundo. Solo creyo
que Camila, de la misma manera que auia sido
facil y ligera con el, lo era para otro; que estas
añadiduras trae consigo la maldad de la muger
mala, que pierde el credito de su honra con el
mesmo a quien se entregó rogada y persuadida,
y cree que con mayor facilidad se entrega
a otros, y da infalible credito a qualquiera
sospecha que desto le venga. Y no parece
sino que le faltó a Lotario en este punto todo
su buen entendimiento, y se le fueron de la
memoria todos sus aduertidos discursos, pues
sin hazer alguno que bueno fuesse, ni aun
razonable, sin mas ni mas, antes que Anselmo
se leuantasse, impaciente y ciego de la
zelosa rabia, que las entrañas le roya,
muriendo por vengarse de Camila, que en
ninguna cosa le auia ofendido, se fue a Anselmo
y le dixo:

``Sabete, Anselmo, que ha muchos dias que
he andado peleando conmigo mesmo,
haziendome fuerça a no dezirte lo que ya no es
possible ni justo que mas te encubra. Sabete
que la fortaleza de Camila está ya rendida y
sugeta a todo aquello que yo quisiere hazer della,
y si he tardado en descubrirte esta verdad, ha
sido por ver si era algun liuiano antojo suyo, o
si lo hazia por prouarme y ver si eran con
proposito firme tratados los amores que, con tu
licencia, con ella he començado. Crey ansimismo
que ella, si fuera la que deuia y la que
entrambos pensauamos, ya te vuiera dado cuenta
de mi solicitud; pero auiendo visto que se
tarda, conozco que son verdaderas las promessas
que me ha dado de que, quando otra vez
hagas ausencia de tu casa, me hablará en la
recamara donde está el repuesto de tus alhajas
-- y era la verdad que alli le solia hablar
Camila --, y no quiero que precipitosamente corras
a hazer alguna vengança, pues no esta aun
cometido el pecado sino con pensamiento, y
podria ser que desde este hasta el tiempo de
ponerle por obra se mudasse el de Camila, y
naciesse en su lugar el arrepentimiento. Y assi,
ya que en todo o en parte has seguido siempre
mis consejos, sigue y guarda vno que aora te
dire, para que sin engaño y con medroso
aduertimento te satisfagas de aquello que mas
vieres que te conuenga. Finge que te ausentas
por dos o tres dias, como otras vezes sueles, y
haz de manera que te quedes escondido en tu
recamara, pues los tapizes que alli ay, y otras
cosas con que te puedas encubrir, te ofrecen
mucha comodidad, y entonces veras por tus
mismos ojos, y yo por los mios, lo que Camila
quiere; y si fuere la maldad, que se puede
temer antes que esperar, con silencio, sagacidad
y discrecion podras ser el verdugo de tu
agrauio.''

Absorto, suspenso y admirado quedó Anselmo
con las razones de Lotario, porque le
cogieron en tiempo donde menos las esperaua
oyr, porque ya tenia a Camila por vencedora
de los fingidos assaltos de Lotario, y començaua
a gozar la gloria del vencimiento. Callando
estuuo por vn buen espacio, mirando al suelo
sin mouer pestaña, y al cabo dixo:

``Tu lo has hecho, Lotario, como yo esperaua
de tu amistad; en todo he de seguir tu
consejo; haz lo que quisieres, y guarda aquel
secreto que ves que conuiene en caso tan no
pensado.''

Prometioselo Lotario, y, en apartandose del,
se arrepintio totalmente de quanto le auia dicho,
viendo quán neciamente auia andado, pues
pudiera el vengarse de Camila, y no por
camino tan cruel y tan deshonrado. Maldezia su
entendimiento, afeaua su ligera determinacion, y
no sabia qué medio tomarse para deshazer lo
hecho, o para dalle alguna razonable salida.
Al fin acordo de dar cuenta de todo a Camila,
y como no faltaua lugar para poderlo hazer,
aquel mismo dia la halló sola, y ella, assi
como vio que le podia hablar, le dixo:

``Sabed, amigo Lotario, que tengo vna pena
en el coraçon, que me le aprieta de suerte, que
parece que quiere rebentar en el pecho, y ha
de ser marauilla si no lo haze. Pues ha llegado
la desuerguença de Leonela a tanto, que cada
noche encierra a vn galan suyo en esta casa, y
se está con el hasta el dia, tan a costa de mi
credito, quanto le quedará campo abierto de
juzgarlo al que le viere salir a horas tan
inusitadas de mi casa; y lo que me fatiga es que no
la puedo castigar ni reñir; que el ser ella
secretario de nuestros tratos me ha puesto vn freno
en la boca para callar los suyos, y temo que de
aqui ha de nacer algun mal sucesso.''

Al principio que Camila esto dezia creyo
Lotario que era artificio para desmentille que
el hombre que auia visto salir era de Leonela,
y no suyo; pero viendola llorar y afligirse y
pedirle remedio, vino a creer la verdad, y, en
creyendola, acabó de estar confuso y arrepentido
del todo. Pero, con todo esto, respondio a
Camila que no tuuiesse pena, que el ordenaria
remedio para atajar la insolencia de Leonela.
Dixole assimismo lo que, instigado de la furiosa
rauia de los zelos, auia dicho a Anselmo,
y como estaua concertado de esconderse en la
recamara para ver desde alli a la clara la poca
lealtad que ella le guardaua. Pidiole perdon
desta locura, y consejo para poder remedialla
y salir bien de tan rebuelto laberinto como su
mal discurso le auia puesto.

Espantada quedó Camila de oyr lo que
Lotario le dezia, y con mucho enojo y muchas
y discretas razones le riñó y afeó su mal
pensamiento y la simple y mala determinacion
que auia tenido. Pero como naturalmente
tiene la muger ingenio presto para el bien y
para el mal, mas que el varon, puesto que le
va faltando quando de proposito se pone a
hazer discursos, luego al instante halló
Camila el modo de remediar tan al parecer
inremediable negocio, y dixo a Lotario que
procurasse que otro dia se escondiesse Anselmo
donde dezia, porque ella pensaua sacar de
su escondimiento comodidad para que desde
alli en adelante los dos se gozassen sin
sobresalto alguno; y sin declararle del todo su
pensamiento, le aduirtio que tuuiesse cuydado
que, en estando Anselmo escondido, el
viniesse quando Leonela le llamasse, y que a
quanto ella le dixesse le respondiesse como
respondiera aunque no supiera que Anselmo
le escuchaua. Porfió Lotario que le acabasse
de declarar su intencion, por que con mas
seguridad y auiso guardasse todo lo que viesse ser
necessario.

``Digo'', dixo Camila, ``que no ay mas que
guardar, si no fuere responderme como yo os
preguntare'' -- no queriendo Camila darle
antes cuenta de lo que pensaua hazer, temerosa
que no quisiesse seguir el parecer que a ella
tan bueno le parecia, y siguiesse o buscasse
otros que no podrian ser tan buenos.

Con esto se fue Lotario, y Anselmo, otro dia,
con la escusa de yr a aquella aldea de su
amigo, se partio y boluio a esconderse; que lo
pudo hazer con comodidad, porque de industria
se la dieron Camila y Leonela. Escondido,
pues, Anselmo, con aquel sobresalto que se
puede imaginar que tendria el que esperaua
ver por sus ojos hazer notomia de las entrañas
de su honra, yuase a pique de perder el
sumo bien que el pensaua que tenia en su
querida Camila. Seguras ya y ciertas Camila y
Leonela que Anselmo estaua escondido, entraron
en la recamara, y apenas huuo puesto los
pies en ella Camila, quando, dando vn grande
suspiro, dixo:

``¡Ay, Leonela amiga!, ¿no seria mejor que
antes que llegasse a poner en execucion lo
que no quiero que sepas, porque no procures
estoruarlo, que tomasses la daga de Anselmo
que te he pedido y passasses con ella este
infame pecho mio? Pero no hagas tal; que no
sera razon que yo lleue la pena de la agena
culpa. Primero quiero saber qué es lo que
vieron en mi los atreuidos y deshonestos ojos de
Lotario que fuesse causa de darle atreuimiento
a descubrirme vn tan mal desseo como es el
que me ha descubierto en desprecio de su
amigo y en deshonra mia. Ponte, Leonela, a
essa ventana y llamale; que sin duda alguna
el deue de estar en la calle esperando poner
en efeto su mala intencion. Pero primero se
pondra la cruel quanto honrada mia.''

``¡Ay, señora mia!'', respondio la sagaz y
aduertida Leonela, ``y ¿qué es lo que quieres
hazer con esta daga? ¿Quieres, por ventura,
quitarte la vida o quitarsela a Lotario? Que
qualquiera destas cosas que quieras ha de
redundar en perdida de tu credito y fama. Mejor
es que dissimules tu agrauio, y no des lugar a
que este mal hombre entre aora en esta casa
y nos halle solas; mira, señora, que somos
flacas mugeres, y el es hombre, y determinado,
y como viene con aquel mal proposito, ciego
y apassionado, quiça antes que tu pongas en
execucion el tuyo, hara el lo que te estaria mas
mal que quitarte la vida. ¡Mal aya mi señor
Anselmo, que tanto mal ha querido dar a este
desuellacaras en su casa! Y ya, señora, que le
mates, como yo pienso que quieres hazer, ¿qué
hemos de hazer del despues de muerto?''

``¿Qué, amiga?'', respondio Camila; ``dexaremosle
para que Anselmo le entierre, pues sera
justo que tenga por descanso el trabajo que
tomare en poner debaxo de la tierra su misma
infamia. Llamale, acaba; que todo el tiempo
que tardo en tomar la deuida vengança de mi
agrauio parece que ofendo a la lealtad que a
mi esposo deuo.''

Todo esto escuchaua Anselmo, y a cada
palabra que Camila dezia se le mudauan los
pensamientos. Mas quando entendio que estaua
resuelta en matar a Lotario, quiso salir y
descubrirse, por que tal cosa no se hiziesse; pero
detuuole el desseo de ver en qué paraua tanta
gallardia y honesta resolucion, con proposito
de salir a tiempo que la estoruasse. Tomole en
esto a Camila vn fuerte desmayo, y, arrojandose
encima de vna cama que alli estaua, començó
Leonela a llorar muy amargamente y a
dezir: ``¡Ay, desdichada de mi, si fuesse tan sin
ventura, que se me muriesse aqui entre mis
braços la flor de la honestidad del mundo, la
corona de las buenas mugeres, el exemplo de
la castidad!'', con otras cosas a estas semejantes,
que ninguno la escuchara que no la tuuiera
por la mas lastimada y leal donzella del mundo,
y a su señora por otra nueua y perseguida
Penelope. Poco tardó en boluer de su desmayo
Camila, y al boluer en si, dixo:

``¿Por qué no vas, Leonela, a llamar al mas
leal amigo de amigo que vio el sol o cubrio
la noche? ¡Acaba, corre, aguija, camina, no se
esfogue con la tardança el fuego de la colera
que tengo, y se passe en amenazas y
maldiciones la justa vengança que espero!''

``Ya voy a llamarle, señora mia'', dixo
Leonela; ``mas hasme de dar primero essa daga,
porque no hagas cosa, en tanto que falto, que
dexes con ella que llorar toda la vida a todos
los que bien te quieren.''

``Ve segura, Leonela amiga, que no hare'',
respondio Camila, ``porque ya que sea atreuida
y simple a tu parecer en boluer por mi honra,
no lo he de ser tanto como aquella Lucrecia,
de quien dizen que se mató sin auer cometido
error alguno, y sin auer muerto primero a quien
tuuo la causa de su desgracia; yo morire, si
muero, pero ha de ser vengada y satisfecha
del que me ha dado ocasion de venir a este
lugar a llorar sus atreuimientos, nacidos tan
sin culpa mia.''

Mucho se hizo de rogar Leonela antes que
saliesse a llamar a Lotario, pero en fin salio, y
entretanto que boluia, quedó Camila
diziendo, como que hablaua consigo misma:
``¡Valame Dios! ¿No fuera mas acertado auer
despedido a Lotario, como otras muchas vezes lo
he hecho, que no ponerle en condicion, como
ya le he puesto, que me tenga por deshonesta y
mala, siquiera este tiempo que he de tardar en
desengañarle? Mejor fuera, sin duda; pero no
quedara yo vengada, ni la honra de mi marido
satisfecha, si tan a manos lauadas y tan a passo
llano se boluiera a salir de donde sus malos
pensamientos le entraron. Pague el traydor con
la vida lo que intentó con tan lasciuo desseo.
Sepa el mundo, si acaso llegare a saberlo, de
que Camila no solo guardó la lealtad a su esposo,
sino que le dio vengança del que se atreuio
a ofendelle. Mas, con todo, creo que fuera
mejor dar cuenta desto a Anselmo; pero ya se
la apunté a dar en la carta que le escriui al
aldea, y creo que el no acudir el al remedio
del daño que alli le señalé, deuio de ser que,
de puro bueno y confiado, no quiso ni pudo
creer que en el pecho de su tan firme amigo
pudiesse caber genero de pensamiento que
contra su honra fuesse, ni aun yo lo crey
despues por muchos dias, ni lo creyera jamas, si
su insolencia no llegara a tanto, que las
manifiestas dadiuas y las largas promessas y las
continuas lagrimas no me lo manifestaran. Mas
¿para qué hago yo aora estos discursos? ¿Tiene,
por ventura, vna resulucion gallarda
necessidad de consejo alguno? No, por cierto.
¡Afuera, pues, traydores! ¡Aqui, venganças!
¡Entre el falso, venga, llegue, muera y acabe,
y suceda lo que sucediere! Limpia entré en
poder del que el cielo me dio por mio; limpia
he de salir del, y, quando mucho, saldre bañada
en mi casta sangre y en la impura del mas
falso amigo que vio la amistad en el mundo.''

Y, diziendo esto, se passeaua por la sala con
la daga desembaynada, dando tan desconcertados
y desaforados passos y haziendo tales
ademanes, que no parecia sino que le faltaua
el juyzio y que no era muger delicada, sino vn
rufian desesperado.

Todo lo miraua Anselmo, cubierto detras de
vnos tapizes donde se auia escondido, y de
todo se admiraua y ya le parecia que lo que
auia visto y oido era bastante satisfacion para
maiores sospechas, y ya quisiera que la
prueua de venir Lotario faltara, temeroso de
algun mal repentino sucesso; y, estando ya
para manifestarse y salir, para abraçar y
desengañar a su esposa, se detuuo porque vio que
Leonela boluia con Lotario de la mano; y assi
como Camila le vio, haziendo con la daga en
el suelo vna gran raya delante della, le dixo:

``Lotario, aduierte lo que te digo: si a dicha
te atreuieres a passar desta raya que ves, ni
aun llegar a ella, en el punto que viere que lo
intentas, en esse mismo me passaré el pecho
con esta daga que en las manos tengo, y antes
que a esto me respondas palabra, quiero que
otras algunas me escuches; que despues
responderas lo que mas te agradare. Lo primero,
quiero, Lotario, que me digas si conoces a
Anselmo, mi marido, y en qué opinion le tienes.
Y lo segundo, quiero saber tambien si me
conoces a mi. Respondeme a esto, y no te turbes,
ni pienses mucho lo que has de responder, pues
no son dificultades las que te pregunto.''

No era tan ignorante Lotario, que desde el
primer punto que Camila le dixo que hiziesse
esconder a Anselmo no huuiesse dado en la
cuenta de lo que ella pensaua hazer, y, assi,
correspondio con su intencion tan discretamente
y tan a tiempo, que hizieran los dos
passar aquella mentira por mas que cierta
verdad, y, assi, respondio a Camila desta manera:

``No pense yo, hermosa Camila, que me
llamauas para preguntarme cosas tan fuera de la
intencion con que yo aqui vengo; si lo hazes
por dilatarme la prometida merced, desde mas
lexos pudieras entretenerla, porque tanto mas
fatiga el bien desseado quanto la esperança
está mas cerca de posseello; pero porque no
digas que no respondo a tus preguntas, digo
que conozco a tu esposo Anselmo, y nos conocemos
los dos desde nuestros mas tiernos años,
y no quiero dezir lo que tu tambien sabes de
nuestra amistad, por no me hazer testigo
del agrauio que el amor haze que le haga:
poderosa disculpa de mayores yerros. A ti te
conozco y tengo en la misma possession que
el te tiene; que, a no ser assi, por menos
prendas que las tuyas no auia yo de yr contra lo
que deuo a ser quien soy, y contra las santas
leyes de la verdadera amistad, aora por tan
poderoso enemigo como el amor por mi
rompidas y violadas.''

``Si esso confiessas'', respondio Camila,
``enemigo mortal de todo aquello que justamente
merece ser amado, ¿con qué rostro osas parecer
ante quien sabes que es el espejo donde se
mira aquel en quien tu te deuieras mirar, para
que vieras con quán poca ocasion le agrauias?
Pero ya cayo, ¡ai, desdichada de mi!, en la
cuenta de quién te ha hecho tener tan poca
con lo que a ti mismo deues, que deue de auer
sido alguna desemboltura mia, que no quiero
llamarla deshonestidad, pues no aura procedido
de deliberada determinacion, sino de algun
descuydo de los que las mugeres, que piensan
que no tienen de quién recatarse, suelen hazer
inaduertidamente. Si no, dime: ¿quándo, ¡o
traydor!, respondi a tus ruegos con alguna
palabra o señal que pudiesse despertar en ti
alguna sombra de esperança de cumplir tus
infames desseos? ¿Quándo tus amorosas palabras
no fueron deshechas y reprehendidas de las
mias con rigor y con aspereza? ¿Quándo tus
muchas promessas y mayores dadiuas fueron
de mi creydas ni admitidas? Pero por parecerme
que alguno no puede perseuerar en el intento
amoroso luengo tiempo si no es sustentado de
alguna esperança, quiero atribuyrme a mi la
culpa de tu impertinencia, pues sin duda algun
descuydo mio ha sustentado tanto tiempo tu
cuydado, y, assi, quiero castigarme y darme la
pena que tu culpa merece. Y, porque viesses
que siendo conmigo tan inhumana no era possible
dexar de serlo contigo, quise traerte a
ser testigo del sacrificio que pienso hazer a
la ofendida honra de mi tan honrado marido,
agrauiado de ti con el mayor cuydado que te
ha sido possible, y de mi tambien con el poco
recato que he tenido del huyr la ocasion, si
alguna te di, para fauorecer y canonizar tus
malas intenciones. Torno a dezir que la sospecha
que tengo que algun descuydo mio engendró
en ti tan desuariados pensamientos es la que
mas me fatiga, y la que yo mas desseo castigar
con mis propias manos, porque, castigandome
otro verdugo, quiça seria mas publica mi culpa;
pero antes que esto haga, quiero matar
muriendo, y lleuar conmigo quien me acabe de
satisfazer el desseo de la vengança que espero y
tengo, viendo alla, donde quiera que fuere, la
pena que da la justicia desinteressada y que no
se dobla al que en terminos tan
desesperados me ha puesto.''

Y, diziendo estas razones, con vna increyble
fuerça y ligereza arremetio a Lotario con la
daga desembaynada, con tales muestras de
querer enclauarsela en el pecho, que casi el
estuuo en duda si aquellas demostraciones
eran falsas o verdaderas, porque le fue forçoso
valerse de su industria y de su fuerça para
estoruar que Camila no le diesse; la qual tan
viuamente fingia aquel estraño embuste y fealdad,
que por dalle color de verdad, la quiso
matizar con su misma sangre; porque viendo
que no podia auer a Lotario, o fingiendo
que no podia, dixo:

``Pues la suerte no quiere satisfazer del todo
mi tan justo desseo, a lo menos no sera tan
poderosa, que, en parte, me quite que no le
satisfaga.''

Y, haziendo fuerça para soltar la mano de
la daga que Lotario la tenia asida, la sacó, y
guiando su punta por parte que pudiesse herir
no profundamente, se la entró y escondio por
mas arriba de la islilla del lado izquierdo, junto
al ombro, y luego, se dexó caer en el suelo,
como desmayada.

Estauan Leonela y Lotario suspensos y
atonitos de tal sucesso, y todauia dudauan de la
verdad de aquel hecho, viendo a Camila tendida
en tierra y bañada en su sangre; acudio
Lotario con mucha presteza, despauorido y sin
aliento, a sacar la daga, y, en ver la pequeña
herida, salio del temor que hasta entonces
tenia, y de nueuo se admiró de la sagazidad,
prudencia y mucha discrecion de la hermosa
Camila; y por acudir con lo que a el le tocaua,
començo a hazer vna larga y triste lamentacion
sobre el cuerpo de Camila, como si estuuiera
difunta, echandose muchas maldiciones,
no solo a el, sino al que auia sido causa
de auelle puesto en aquel termino. Y como
sabia que le escuchaua su amigo Anselmo, dezia
cosas que el que le oyera le tuuiera mucha
mas lastima que a Camila, aunque por muerta
la juzgara.

Leonela la tomó en braços y la puso en el
lecho, suplicando a Lotario fuesse a buscar
quien secretamente a Camila curasse. Pediale
assimismo consejo y parecer de lo que dirian
a Anselmo de aquella herida de su señora, si
acaso viniesse antes que estuuiesse sana. El
respondio que dixessen lo que quisiessen; que
el no estaua para dar consejo que de prouecho
fuesse; solo le dixo que procurasse tomarle
la sangre, porque el se yua adonde gentes
no le viessen. Y con muestras de mucho dolor
y sentimiento se salio de casa, y quando se vio
solo y en parte donde nadie le veya, no
cessaua de hazerse cruzes, marauillandose de la
industria de Camila y de los ademanes tan
proprios de Leonela. Consideraua quán
enterado auia de quedar Anselmo de que tenia
por muger a vna segunda Porcia, y desseaua
verse con el para celebrar los dos la mentira y
la verdad mas dissimulada que jamas pudiera
imaginarse. Leonela tomó, como se ha dicho, la
sangre a su señora, que no era mas de aquello
que bastó para acreditar su embuste, y lauando
con vn poco de vino la herida, se la ató lo
mejor que supo, diziendo tales razones en tanto
que la curaua, que aunque no huuieran precedido
otras, bastaran a hazer creer a Anselmo
que tenia en Camila vn simulacro de la
honestidad.

Iuntaronse a las palabras de Leonela otras
de Camila, llamandose cobarde y de poco animo,
pues le auia faltado al tiempo que fuera
mas necessario tenerle, para quitarse la vida,
que tan aborrecida tenia. Pedia consejo a su
donzella si daria, o no, todo aquel sucesso a
su querido esposo, la qual le dixo que no se lo
dixesse, porque le pondria en obligacion de
vengarse de Lotario, lo qual no podria ser sin
mucho riesgo suyo; y que la buena muger
estaua obligada a no dar ocasion a su marido
a que riñesse, sino a quitalle todas aquellas
que le fuesse possible.

Respondio Camila que le parecia muy bien
su parecer, y que ella le seguiria; pero que en
todo caso conuenia buscar qué dezir a Anselmo
de la causa de aquella herida, que el no
podria dexar de ver; a lo que Leonela respondia
que ella, ni aun burlando, no sabia mentir.

``Pues yo, hermana'', replicó Camila, ``¿qué
tengo de saber, que no me atreuere a forjar ni
sustentar vna mentira si me fuesse en ello la
vida? Y si es que no hemos de saber dar
salida a esto, mejor sera dezirle la verdad
desnuda, que no que nos alcance en mentirosa
cuenta.''

``No tengas pena, señora; de aqui a mañana'',
respondio Leonela, ``yo pensaré qué le digamos,
y quiça que por ser la herida donde es,
se podra encubrir sin que el la vea, y el cielo
sera seruido de fauorecer a nuestros tan justos
y tan honrados pensamientos. Sossiegate, señora
mia, y procura sossegar tu alteracion, por
que mi señor no te halle sobresaltada; y lo
demas dexalo a mi cargo y al de Dios, que
siempre acude a los buenos desseos.''

Atentissimo auia estado Anselmo a escuchar
y a ver representar la tragedia de la muerte de
su honra; la qual con tan estraños y eficaces
afectos la representaron los personages
della, que parecio que se auian transformado
en la misma verdad de lo que fingian. Desseaua
mucho la noche y el tener lugar para salir de su
casa, y yr a verse con su buen amigo Lotario,
congratulandose con el de la margarita
preciosa que auia hallado en el desengaño de la
bondad de su esposa. Tuuieron cuydado las dos
de darle lugar y comodidad a que saliesse, y el,
sin perdella, salio, y luego fue a buscar a
Lotario; el qual hallado, no se puede buenamente
contar los abraços que le dio, las cosas que de
su contento le dixo, las alabanças que dio a
Camila. Todo lo qual escuchó Lotario sin poder
dar muestras de alguna alegria; porque se le
representaua a la memoria quán engañado estaua
su amigo, y quán injustamente el le agrauiaua.
Y aunque Anselmo veya que Lotario
no se alegraua, creya ser la causa por auer
dexado a Camila herida y auer el sido la causa.

Y, assi, entre otras razones, le dixo que no
tuuiesse pena del sucesso de Camila, porque,
sin duda, la herida era ligera, pues quedauan
de concierto de encubrirsela a el. Y que, segun
esto, no auia de qué temer, sino que de alli
adelante se gozasse y alegrasse con el, pues por
su industria y medio el se veya leuantado a
la mas alta felicidad que acertara dessearse, y
queria que no fuessen otros sus entretenimientos
que en hazer versos en alabança de Camila,
que la hiziessen eterna en la memoria de
los siglos venideros. Lotario alabó su buena
determinacion, y dixo que el por su parte
ayudaria a leuantar tan ilustre edificio. Con esto
quedó Anselmo el hombre mas sabrosamente
engañado que pudo auer en el mundo; el mismo
lleuaua por la mano a su casa, creyendo
que lleuaua el instrumento de su gloria, toda
la perdicion de su fama. Recebiale Camila
con rostro al parecer torcido, aunque con alma
risueña. Duró este engaño algunos dias, hasta
que al cabo de pocos meses boluio fortuna su
rueda y salio a plaça la maldad con tanto artificio
hasta alli cubierta, y a Anselmo le costo la
vida su impertinente curiosidad.


## <f035>
# chapter  35 XXXV
# unit N chapternum
Capitulo XXXV
# unit T title
Donde se da fin a la nouela del Curioso
impertinente.
# unit P text
Poco mas quedaua por leer de la nouela,
quando del caramanchon donde reposaua don
Quixote salio Sancho Pança todo alborotado,
diziendo a bozes:

``¡Acudid, señores, presto y socorred a mi
señor, que anda embuelto en la mas reñida y
trauada batalla que mis ojos han visto! ¡Viue
Dios que ha dado vna cuchillada al gigante
enemigo de la señora princesa Micomicona,
que le ha tajado la cabeça cercen a cercen,
como si fuera vn nabo!''

``¿Qué dizes, hermano?'', dixo el cura,
dexando de leer lo que de la nouela quedaua.
``¿Estays en vos, Sancho? ¿Cómo diablos puede
ser esso que dezis, estando el gigante dos mil
leguas de aqui?''

En esto oyeron vn gran ruydo en el
aposento, y que don Quixote dezia a bozes:

``¡Tente, ladron, malandrin, follon; que aqui
te tengo, y no te ha de valer tu cimitarra!''

Y parecia que daua grandes cuchilladas por
las paredes. Y dixo Sancho:

``No tienen que pararse a escuchar, sino entren
a despartir la pelea, o a ayudar a mi amo;
aunque ya no sera menester, porque sin duda
alguna el gigante está ya muerto y dando
cuenta a Dios de su passada y mala vida; que
yo vi correr la sangre por el suelo y la cabeça
cortada y cayda a vn lado, que es tamaña
como vn gran cuero de vino.''

``Que me maten'', dixo a esta sazon el ventero,
``si don Quixote, o don diablo, no ha dado
alguna cuchillada en alguno de los cueros de
vino tinto que a su cabecera estauan llenos, y
el vino derramado deue de ser lo que le parece
sangre a este buen hombre.''

Y con esto, entró en el aposento, y todos tras
el, y hallaron a don Quixote en el mas estraño
traje del mundo: estaua en camisa, la qual no
era tan cumplida que por delante le acabasse
de cubrir los muslos, y por detras tenia seys
dedos menos; las piernas eran muy largas y
flacas, llenas de vello y no nada limpias. Tenia
en la cabeça vn bonetillo colorado grassiento,
que era del ventero. En el braço yzquierdo
tenia rebuelta la manta de la cama, con quien
tenia ogeriza Sancho, y el se sabia bien el
porqué; y en la derecha desembaynada la espada,
con la qual daua cuchilladas a todas partes,
diziendo palabras como si verdaderamente
estuuiera peleando con algun gigante; y es lo
bueno que no tenia los ojos abiertos, porque
estaua durmiendo y soñando que estaua en
batalla con el gigante: que fue tan intensa la
imaginacion de la auentura que yua a fenecer,
que le hizo soñar que ya auia llegado al reyno
de Micomicon y que ya estaua en la pelea con
su enemigo. Y auia dado tantas cuchilladas en
los cueros, creyendo que las daua en el
gigante, que todo el aposento estaua lleno de
vino; lo qual visto por el ventero, tomó tanto
enojo, que arremetió con don Quixote, y, a
puño cerrado, le començo a dar tantos golpes,
que si Cardenio y el cura no se le quitaran,
el acabara la guerra del gigante; y con todo
aquello no despertaua el pobre cauallero, hasta
que el barbero truxo vn gran caldero de agua
fria del pozo, y se le echó por todo el cuerpo
de golpe, con lo qual desperto don Quixote,
mas no con tanto acuerdo, que echasse de ver
de la manera que estaua.

Dorotea, que vio quán corta y sotilmente
estaua vestido, no quiso entrar a ver la batalla
de su ayudador y de su contrario. Andaua
Sancho buscando la cabeça del gigante por
todo el suelo, y como no la hallaua, dixo:

``Ya yo se que todo lo desta casa es
encantamento; que la otra vez, en este mesmo
lugar donde aora me hallo, me dieron muchos
moxicones y porrazos, sin saber quién me los
daua, y nunca pude ver a nadie; y aora no
parece por aqui esta cabeça que vi cortar por
mis mismissimos ojos, y la sangre corria
del cuerpo como de vna fuente.''

``¿Qué sangre ni qué fuente dizes, enemigo
de Dios y de sus santos?'', dixo el ventero.
``¿No vees, ladron, que la sangre y la fuente no
es otra cosa que estos cueros que aqui estan
horadados y el vino tinto que nada en este
aposento, que nadando vea yo el alma, en los
infiernos, de quien los horadó?''

``No se nada'', respondio Sancho; ``solo se
que vendre a ser tan desdichado, que por no
hallar esta cabeça, se me ha de deshazer mi
condado como la sal en el agua.''

Y estaua peor Sancho despierto que su amo
durmiendo: tal le tenian las promessas que
su amo le auia hecho. El ventero se desesperaua
de ver la flema del escudero y el maleficio del
señor, y juraua que no auia de ser como la vez
passada, que se le fueron sin pagar; y que
aora no le auian de valer los preuilegios de
su caualleria para dexar de pagar lo vno y lo
otro, aun hasta lo que pudiessen costar las
botanas que se auian de echar a los rotos cueros.
Tenia el cura de las manos a don Quixote, el
qual, creyendo que ya auia acabado la auentura
y que se hallaua delante de la princessa
Micomicona, se hincó de rodillas delante del
cura, diziendo:

``Bien puede la vuestra grandeza, alta y famosa
señora, viuir, de oy mas, segura que
le pueda hazer mal esta mal nacida criatura, y
yo tambien de oy mas soy quito de la palabra
que os di, pues con el ayuda del alto Dios y
con el fauor de aquella por quien yo viuo y
respiro, tambien la he cumplido.''

``¿No lo dixe yo?'', dixo oyendo esto Sancho.
``Si que no estaua yo borracho; ¡mirad si
tiene puesto ya en sal mi amo al gigante!
¡Ciertos son los toros; mi condado está de
molde!''

¿Quién no auia de reyr con los disparates
de los dos, amo y moço? Todos reian, sino el
ventero, que se daua a Satanas. Pero, en fin,
tanto hizieron el barbero, Cardenio y el cura,
que con no poco trabajo dieron con don Quixote
en la cama, el qual se quedó dormido, con
muestras de grandissimo cansancio. Dexaronle
dormir y salieronse al portal de la venta a
consolar a Sancho Pança de no auer hallado la
cabeça del gigante, aunque mas tuuieron que
hazer en aplacar al ventero, que estaua
desesperado por la repentina muerte de sus
cueros, y la ventera dezia en voz y en grito:

``En mal punto y en hora menguada entró en
mi casa este cauallero andante, que nunca mis
ojos le huuieran visto, que tan caro me cuesta.
La vez passada se fue con el costo de vna
noche, de cena, cama, paja y ceuada, para
el y para su escudero, y vn rozin y vn jumento,
diziendo que era cauallero auenturero --¡que
mala ventura le de Dios a el y a quantos
auentureros ay en el mundo!--, y que por esto
no estaua obligado a pagar nada; que assi
estaua escrito en los aranzeles de la caualleria
andantesca. Y aora, por su respeto, vino estotro
señor y me lleuó mi cola, y hamela buelto con
mas de dos quartillos de daño, toda pelada, que
no puede seruir para lo que la quiere mi marido.
Y, por fin y remate de todo, romperme mis
cueros y derramarme mi vino, que derramada
le vea yo su sangre. ¡Pues no se piense; que por
los huessos de mi padre y por el siglo de mi
madre, si no me lo han de pagar vn quarto
sobre otro, o no me llamaria yo como me
llamo ni seria hija de quien soy!''

Estas y otras razones tales dezia la ventera
con grande enojo, y ayudauala su buena criada
Maritornes. La hija callaua y de quando en
quando se sonrehia. El cura lo sossego todo,
prometiendo de satisfazerles su perdida lo
mejor que pudiesse, assi de los cueros como del
vino, y principalmente del menoscabo de la
cola, de quien tanta cuenta hazian. Dorotea
consolo a Sancho Pança, diziendole que cada
y quando que pareciesse auer sido verdad que
su amo huuiesse descabeçado al gigante, le
prometia, en viendose pacifica en su reino, de
darle el mejor condado que en el huuiesse.
Consolose con esto Sancho y asseguró a la
princessa que tuuiesse por cierto que el auia
visto la cabeça del gigante, y que, por mas señas,
tenia vna barba que le llegaua a la cintura,
y que si no parecia era porque todo quanto en
aquella casa passaua era por via de encantamento,
como el lo auia prouado otra vez que
auia posado en ella. Dorotea dixo que assi lo
creia, y que no tuuiesse pena, que todo se haria
bien y sucederia a pedir de boca.

Sossegados todos, el cura quiso acabar de
leer la nouela, porque vio que faltaua poco.
Cardenio, Dorotea y todos los demas le rogaron
la acabasse; el, que a todos quiso dar gusto
y por el que el tenia de leerla, prosiguio el
cuento, que assi dezia:

Sucedio, pues, que por la satisfacion que
Anselmo tenia de la bondad de Camila, viuia
vna vida contenta y descuydada, y Camila,
de industria, hazia mal rostro a Lotario,
porque Anselmo entendiesse al reues de la
voluntad que le tenia, y para mas confirmacion
de su hecho, pidio licencia Lotario para no
venir a su casa, pues claramente se mostraua
la pesadumbre que con su vista Camila
recebia; mas el engañado Anselmo le dixo que
en ninguna manera tal hiziesse. Y desta
manera, por mil maneras era Anselmo el
fabricador de su deshonra, creyendo que lo era
de su gusto.

En esto, el que tenia Leonela de verse
qualificada, no de deshonesta con sus amores,
llegó a tanto, que, sin mirar a otra cosa, se
yua tras el a suelta rienda, fiada en que su
señora la encubria y aun la aduertia del modo que
con poco rezelo pudiesse ponerle en execucion.
En fin, vna noche sintio Anselmo passos en el
aposento de Leonela, y, queriendo entrar a ver
quién los daua, sintio que le detenian la puerta,
cosa que le puso mas voluntad de abrirla; y
tanta fuerça hizo, que la abrio, y entró dentro a
tiempo que vio que vn hombre saltaua por la
ventana a la calle, y acudiendo con presteza a
alcançarle o conocerle, no pudo conseguir lo
vno ni lo otro, porque Leonela se abraçó con
el, diziendole:

``Sossiegate, señor mio, y no te alborotes ni
sigas al que de aqui saltó: es cosa mia, y
tanto, que es mi esposo.''

No lo quiso creer Anselmo; antes, ciego de
enojo, sacó la daga y quiso herir a Leonela,
diziendole que le dixesse la verdad; si no, que
la mataria. Ella, con el miedo, sin saber lo que
se dezia, le dixo:

``No me mates, señor; que yo te diré cosas
de mas importancia de las que puedes
imaginar.''

``Dilas luego'', dixo Anselmo; ``si no, muerta
eres.''

``Por aora sera impossible'', dixo Leonela,
``segun estoy de turbada; dexame hasta
mañana, que entonces sabras de mi lo que te
ha de admirar; y está seguro que el que
saltó por esta ventana es vn mancebo desta
ciudad, que me ha dado la mano de ser mi
esposo.''

Sossegose con esto Anselmo y quiso aguardar
el termino que se le pedia, porque no pensaua
oyr cosa que contra Camila fuesse, por estar
de su bondad tan satisfecho y seguro; y, assi,
se salio del aposento y dexó encerrada en el a
Leonela, diziendole que de alli no saldria hasta
que le dixesse lo que tenia que dezirle. Fue
luego a ver a Camila y a dezirle, como le dixo,
todo aquello que con su donzella le auia
passado, y la palabra que le auia dado de dezirle
grandes cosas y de importancia. Si se turbó
Camila o no, no ay para qué dezirlo, porque fue
tanto el temor que cobró, creyendo verdaderamente
-- y era de creer -- que Leonela auia de
dezir a Anselmo todo lo que sabia de su poca
fe, que no tuuo animo para esperar si su
sospecha salia falsa o no. Y aquella mesma
noche, quando le parecio que Anselmo dormia,
juntó las mejores joyas que tenia y algunos
dineros, y, sin ser de nadie sentida, salio de
casa y se fue a la de Lotario, a quien conto lo
que passaua, y le pidio que la pusiesse en
cobro, o que se ausentassen los dos donde de
Anselmo pudiessen estar seguros. La confusion
en que Camila puso a Lotario fue tal, que no
le sabia responder palabra, ni menos sabia
resoluerse en lo que haria.

En fin, acordo de lleuar a Camila a vn
monesterio en quien era priora vna su hermana.
Consintio Camila en ello, y con la presteza
que el caso pedia, la lleuó Lotario y la dexó
en el monesterio, y el ansimesmo se
ausentó luego de la ciudad, sin dar parte a
nadie de su ausencia.

Quando amanecio, sin echar de ver Anselmo
que Camila faltaua de su lado, con el desseo
que tenia de saber lo que Leonela queria
dezirle, se leuantó y fue a donde la auia dexado
encerrada. Abrio y entró en el aposento, pero
no halló en el a Leonela; solo halló puestas
vnas sauanas añudadas a la ventana, indicio y
señal que por alli se auia descolgado e ydo.
Boluio luego muy triste a dezirselo a Camila, y,
no hallandola en la cama ni en toda la casa,
quedó assombrado. Preguntó a los criados de
casa por ella, pero nadie le supo dar razon de
lo que pedia.

Acerto acaso, andando a buscar a Camila,
que vio sus cofres abiertos, y que dellos
faltauan las mas de sus joyas, y con esto acabó de
caer en la cuenta de su desgracia, y en que no
era Leonela la causa de su desuentura. Y ansi
como estaua, sin acabarse de vestir, triste y
pensatiuo, fue a dar cuenta de su desdicha a su
amigo Lotario; mas quando no le halló, y sus
criados le dixeron que aquella noche auia
faltado de casa, y auia lleuado consigo todos los
dineros que tenia, penso perder el juyzio. Y
para acabar de concluyr con todo, boluiendose
a su casa, no halló en ella ninguno de quantos
criados ni criadas tenia, sino la casa desierta y
sola. No sabia qué pensar, qué dezir, ni qué
hazer, y poco a poco se le yua boluiendo el
juyzio. Contemplauase y mirauase en vn instante
sin muger, sin amigo y sin criados; desamparado,
a su parecer, del cielo que le cubria,
y, sobre todo, sin honra, porque en la falta de
Camila vio su perdicion.

Resoluiose, en fin, a cabo de vna gran pieça,
de yrse a la aldea de su amigo, donde auia
estado quando dio lugar a que se maquinasse
toda aquella desuentura. Cerro las puertas de
su casa, subio a cauallo, y con desmayado
aliento se puso en camino; y apenas huuo andado
la mitad, quando, acossado de sus pensamientos,
le fue forçoso apearse y arrendar su
cauallo a vn arbol, a cuyo tronco se dexó caer,
dando tiernos y dolorosos suspiros; y alli se
estuuo hasta casi que anochecia, y aquella
hora vio que venia vn hombre a cauallo de la
ciudad, y, despues de auerle saludado, le
preguntó qué nueuas auia en Florencia. El
ciudadano respondio:

``Las mas estrañas que muchos dias ha se
han oydo en ella, porque se dize publicamente
que Lotario, aquel grande amigo de Anselmo
el rico, que viuia a San Iuan, se lleuó esta
noche a Camila, muger de Anselmo, el qual
tampoco parece. Todo esto ha dicho vna criada de
Camila, que anoche la halló el gouernador
descolgandose con vna sauana por las ventanas
de la casa de Anselmo. En efeto, no se
puntualmente cómo passó el negocio; solo se
que toda la ciudad está admirada deste sucesso,
porque no se podia esperar tal hecho de
la mucha y familiar amistad de los dos, que
dizen que era tanta, que los llamauan los dos
amigos.''

``¿Sabese, por ventura'', dixo Anselmo, ``el
camino que lleuan Lotario y Camila?''

``Ni por pienso'', dixo el ciudadano, ``puesto
que el gouernador ha vsado de mucha
diligencia en buscarlos.''

``A Dios vays, señor'', dixo Anselmo.

``Con el quedeys'', respondio el ciudadano,
y fuese.

Con tan desdichadas nueuas casi casi llegó
a terminos Anselmo no solo de perder el
juyzio, sino de acabar la vida. Leuantose como
pudo, y llegó a casa de su amigo, que aun no
sabia su desgracia; mas como le vio llegar
amarillo, consumido y seco, entendio que de
algun graue mal venia fatigado. Pidio luego
Anselmo que le acostassen, y que le diessen
adereço de escriuir. Hizose assi, y dexaronle
acostado y solo, porque el assi lo quiso, y aun
que le cerrassen la puerta. Viendose, pues,
solo, començo a cargar tanto la imaginacion de
su desuentura, que claramente conocio que
se le yua acabando la vida; y, assi, ordenó de
dexar noticia de la causa de su estraña muerte;
y començando a escriuir, antes que acabasse
de poner todo lo que queria, le faltó el aliento
y dexó la vida en las manos del dolor que le
causó su curiosidad impertinente.

Viendo el señor de casa que era ya tarde, y
que Anselmo no llamaua, acordo de entrar a
saber si passaua adelante su indisposicion, y
hallole tendido boca abaxo, la mitad del cuerpo
en la cama y la otra mitad sobre el bufete,
sobre el qual estaua con el papel escrito y
abierto, y el tenia aun la pluma en la mano.
Llegose el huesped a el, auiendole llamado
primero, y trauandole por la mano, viendo que
no le respondia, y hallandole frio, vio que
estaua muerto. Admirose y congoxose en gran
manera, y llamó a la gente de casa para que
viessen la desgracia a Anselmo sucedida; y,
finalmente, leyo el papel, que conocio que de
su mesma mano estaua escrito, el qual
contenia estas razones:

``Vn necio e impertinente desseo me quitó la
vida. Si las nueuas de mi muerte llegaren a los
oydos de Camila, sepa que yo la perdono, porque
no estaua ella obligada a hazer milagros,
ni yo tenia necessidad de querer que ella los
hiziesse; y pues yo fuy el fabricador de mi
deshonra, no ay para qué...''

Hasta aqui escriuio Anselmo, por donde se
echó de ver que en aquel punto, sin poder
acabar la razon, se le acabó la vida. Otro dia
dio auiso su amigo a los parientes de Anselmo
de su muerte, los quales ya sabian su desgracia
y el monesterio donde Camila estaua, casi
en el termino de acompañar a su esposo en
aquel forçoso viage, no por las nueuas del
muerto esposo, mas por las que supo del
ausente amigo. Dizese que, aunque se vio biuda,
no quiso salir del monesterio, ni menos hazer
profession de monja, hasta que, no de alli a
muchos dias, le vinieron nueuas que Lotario
auia muerto en vna batalla que en aquel
tiempo dio Monsiur de Lautrec al Gran Capitan
Gonçalo Fernandez de Cordoua en el reyno
de Napoles, donde auia ydo a parar el tarde
arrepentido amigo, lo qual sabido por Camila,
hizo profession y acabó en breues dias la vida
a las rigurosas manos de tristezas y
melancolias.

Este fue el fin que tuuieron todos, nacido de
vn tan desatinado principio.

``Bien'', dixo el cura, ``me parece esta
nouela; pero no me puedo persuadir que esto sea
verdad, y si es fingido, fingio mal el autor,
porque no se puede imaginar que aya marido tan
necio, que quiera hazer tan costosa experiencia
como Anselmo. Si este caso se pusiera entre
vn galan y vna dama, pudierase lleuar; pero
entre marido y muger algo tiene del impossible;
y en lo que toca al modo de contarle, no
me descontenta.''


## <f036>
# chapter  36 XXXVI
# unit N chapternum
Capitulo XXXVI
# unit T title
Que trata de (la braua y descomunal batalla
que don Quixote tuuo con vnos cueros de
vino tinto, con) otros raros sucessos que en
la venta le sucedieron.
# unit P text
Estando en esto, el ventero, que estaua a la
puerta de la venta, dixo:

``Esta que viene es vna hermosa tropa de
huespedes; si ellos paran aqui,
# unit L latinphrase
gaudeamus
# unit P text
tenemos.''

``¿Qué gente es?'', dixo Cardenio.

``Quatro hombres'', respondio el ventero,
``vienen a cauallo, a la gineta, con lanças y
adargas, y todos con antifazes negros; y junto
con ellos viene vna muger vestida de blanco,
en vn sillon, ansimesmo cubierto el rostro, y
otros dos moços de a pie.''

``¿Vienen muy cerca?'', preguntó el cura.

``Tan cerca'', respondio el ventero, ``que ya
llegan.''

Oyendo esto Dorotea, se cubrio el rostro, y
Cardenio se entró en el aposento de don
Quixote; y casi no auian tenido lugar para esto,
quando entraron en la venta todos los que el
ventero auia dicho; y, apeandose los quatro de
a cauallo, que de muy gentil talle y disposicion
eran, fueron a apear a la muger que en el sillon
venia; y, tomandola vno dellos en sus braços,
la sento en vna silla que estaua a la entrada
del aposento donde Cardenio se auia escondido.
En todo este tiempo, ni ella ni ellos se
auian quitado los antifazes, ni hablado palabra
alguna; solo que, al sentarse la muger en la
silla, dio vn profundo suspiro y dexó caer
los braços, como persona enferma y desmayada.
Los moços de a pie lleuaron los cauallos a
la caualleriza.

Viendo esto el cura, desseoso de saber qué
gente era aquella que con tal trage y tal silencio
estaua, se fue donde estauan los moços, y a
vno dellos le preguntó lo que ya desseaua,
el qual le respondio:

``¡Pardiez, señor!, yo no sabre deziros qué
gente sea esta; solo se que muestra ser muy
principal, especialmente aquel que llegó a
tomar en sus braços a aquella señora que aueys
visto; y esto digolo porque todos los demas le
tienen respeto, y no se haze otra cosa mas de
la que el ordena y manda.''

``Y la señora, ¿quién es?'', preguntó el cura.

``Tampoco sabre dezir esso'', respondio el
moço, ``porque en todo el camino no la he visto
el rostro; suspirar si la he oydo muchas
vezes, y dar vnos gemidos, que parece que con
cada vno dellos quiere dar el alma; y no es
de marauillar que no sepamos mas de lo que
auemos dicho, porque mi compañero y yo no
ha mas de dos dias que los acompañamos;
porque, auiendolos encontrado en el camino, nos
rogaron y persuadieron que viniessemos con
ellos hasta el Andaluzia, ofreciendose a
pagarnoslo muy bien.''

``Y ¿aueys oydo nombrar a alguno dellos?'',
preguntó el cura.

``No, por cierto'', respondio el moço, ``porque
todos caminan con tanto silencio, que es marauilla,
porque no se oye entre ellos otra cosa que
los suspiros y solloços de la pobre señora,
que nos mueuen a lastima, y sin duda tenemos
creydo que ella va forçada donde quiera que
va; y segun se puede colegir por su habito, ella
es monja, o va a serlo, que es lo mas cierto, y
quiça porque no le deue de nacer de voluntad
el mongio, va triste, como parece.''

``Todo podria ser'', dixo el cura.

Y, dexandolos se boluio a donde estaua Dorotea,
la qual, como auia oydo suspirar a la
emboçada, mouida de natural compassion, se
llegó a ella, y le dixo:

``¿Qué mal sentis, señora mia? Mirad si es
alguno de quien las mugeres suelen tener vso
y experiencia de curarle; que de mi parte os
ofrezco vna buena voluntad de seruiros.''

A todo esto callaua la lastimada señora, y
aunque Dorotea tornó con mayores ofrecimientos,
todauia se estaua en su silencio, hasta que
llegó el cauallero emboçado, que dixo el
moço que los demas obedecian, y dixo a
Dorotea:

``No os canseys, señora, en ofrecer nada a
essa muger, porque tiene por costumbre de
no agradecer cosa que por ella se haze, ni
procureys que os responda, si no quereys oyr
alguna mentira de su boca.''

``Iamas la dixe'', dixo a esta sazon la que
hasta alli auia estado callando; ``antes, por ser
tan verdadera y tan sin traças mentirosas, me
veo aora en tanta desuentura; y desto vos mesmo
quiero que seays el testigo, pues mi pura
verdad os haze a vos ser falso y mentiroso.''

Oyo estas razones Cardenio bien clara y
distintamente, como quien estaua tan junto de
quien las dezia, que sola la puerta del aposento
de don Quixote estaua en medio, y assi como
las oyo, dando vna gran voz, dixo:

``¡Valgame Dios!, ¿qué es esto que oygo?
¿Qué voz es esta que ha llegado a mis oydos?''

Boluio la cabeça a estos gritos aquella señora,
toda sobresaltada, y, no viendo quién las
daua, se leuantó en pie y fuese a entrar en el
aposento; lo qual visto por el cauallero, la
detuuo, sin dexarla mouer vn passo. A ella, con la
turbacion y desassossiego, se le cayó el tafetan
con que trahia cubierto el rostro, y descubrio
vna hermosura incomparable y vn rostro
milagroso, aunque descolorido y assombrado,
porque con los ojos andaua rodeando todos los
lugares donde alcançaua con la vista, con tanto
ahinco, que parecia persona fuera de juyzio,
cuyas señales, sin saber por qué las hazia,
pusieron gran lastima en Dorotea y en quantos
la mirauan. Teniala el cauallero fuertemente
asida por las espaldas, y por estar tan ocupado
en tenerla, no pudo acudir a alçarse el emboço
que se le cahia, como, en efeto, se le cayo del
todo, y, alçando los ojos Dorotea, que abraçada
con la señora estaua, vio que el que abraçada
ansimesmo la tenia era su esposo don
Fernando; y apenas le huuo conocido, quando
arrojando de lo intimo de sus entrañas vn
luengo y tristissimo ¡ay!, se dexó caer de
espaldas, desmayada, y a no hallarse alli junto
el barbero, que la recogio en los braços, ella
diera consigo en el suelo.

Acudio luego el cura a quitarle el emboço
para echarle agua en el rostro, y assi como la
descubrio, la conocio don Fernando, que era el
que estaua abraçado con la otra, y quedó como
muerto en verla; pero no porque dexasse, con
todo esto, de tener a Luscinda, que era la que
procuraua soltarse de sus braços; la qual auia
conocido en el suspiro a Cardenio, y el la
auia conocido a ella. Oyo assimesmo
Cardenio el ¡ay! que dio Dorotea quando se cayo
desmayada, y creyendo que era su Luscinda,
salio del aposento despauorido, y lo primero
que vio fue a don Fernando, que tenia abraçada
a Luscinda. Tambien don Fernando conocio
luego a Cardenio, y todos tres, Luscinda,
Cardenio y Dorotea, quedaron mudos y suspensos,
casi sin saber lo que les auia acontecido.
Callauan todos y mirauanse todos: Dorotea
a don Fernando, don Fernando a Cardenio,
Cardenio a Luscinda, y Luscinda a Cardenio.
Mas quien primero rompio el silencio fue
Luscinda, hablando a don Fernando desta manera:

``Dexadme, señor don Fernando, por lo que
deueis a ser quien soys, ya que por otro
respeto no lo hagays; dexadme llegar al muro de
quien yo soy yedra, al arrimo de quien no
me han podido apartar vuestras importunaciones,
vuestras amenazas, vuestras promessas ni
vuestras dadiuas. Notad cómo el cielo, por
desusados y a nosotros encubiertos caminos, me
ha puesto a mi verdadero esposo delante. Y
bien sabeys por mil costosas experiencias que
sola la muerte fuera bastante para borrarle de
mi memoria: sean, pues, parte tan claros
desengaños para que boluays, ya que no podays
hazer otra cosa, el amor en rabia, la voluntad
en despecho, y acabadme con el la vida; que
como yo la rinda delante de mi buen esposo,
la dare por bien empleada; quiça con mi muerte
quedará satisfecho de la fe que le mantuue,
hasta el vltimo trance de la vida.''

Auia en este entretanto buelto Dorotea en
si, y auia estado escuchando todas las razones
que Luscinda dixo, por las quales vino en
conocimiento de quién ella era; que viendo que
don Fernando aun no la dexaua de los braços,
ni respondia a sus razones, esforçandose lo
mas que pudo, se leuantó y se fue a hincar de
rodillas a sus pies, y, derramando mucha cantidad
de hermosas y lastimeras lagrimas, assi le
començo a dezir:

``Si ya no es, señor mio, que los rayos deste
sol que en tus braços eclypsado tienes te quitan
y ofuscan los de tus ojos, ya auras echado
de ver que la que a tus pies está arrodillada
es la sinventura, hasta que tu quieras, y la
desdichada Dorotea. Yo soy aquella labradora
humilde a quien tu, por tu bondad o por tu
gusto, quisiste leuantar a la alteza de poder
llamarse tuya. Soy la que, encerrada en los
limites de la honestidad, viuio vida contenta
hasta que a las vozes de tus importunidades
y, al parecer, justos y amorosos sentimientos,
abrio las puertas de su recato y te entregó las
llaues de su libertad, dadiua de ti tan mal
agradecida qual lo muestra bien claro auer sido
forçoso hallarme en el lugar donde me hallas,
y verte yo a ti de la manera que te veo. Pero,
con todo esto, no querria que cayesse en tu
imaginacion pensar que he venido aqui con
passos de mi deshonra, auiendome traydo solo
los del dolor y sentimiento de verme de ti
oluidada. Tu quisiste que yo fuesse tuya, y
quisistelo de manera, que, aunque aora quieras
que no lo sea, no sera possible que tu dexes
de ser mio. Mira, señor mio, que puede ser
recompensa a la hermosura y nobleza por quien
me dexas la incomparable voluntad que te
tengo. Tu no puedes ser de la hermosa Luscinda,
porque eres mio, ni ella puede ser tuya,
porque es de Cardenio. Y mas facil te sera,
si en ello miras, reduzir tu voluntad a querer a
quien te adora, que no encaminar la que te
aborrece a que bien te quiera. Tu solicitaste
mi descuydo, tu rogaste a mi entereza, tu no
ignoraste mi calidad, tu sabes bien de la
manera que me entregué a toda tu voluntad: no te
queda lugar ni acogida de llamarte a engaño.

''Y si esto es assi, como lo es, y tu eres tan
christiano como cauallero, ¿por qué por tantos
rodeos dilatas de hazerme venturosa en los
fines, como me heziste en los principios? Y
si no me quieres por la que soy, que soy tu
verdadera y legitima esposa, quiereme, a lo
menos, y admiteme por tu esclaua; que como
yo esté en tu poder, me tendre por dichosa y
bien afortunada. No permitas, con dexarme y
desampararme, que se hagan y junten corrillos
en mi deshonra. No des tan mala vejez a mis
padres, pues no lo merecen los leales seruicios
que, como buenos vassallos, a los tuyos
siempre han hecho. Y si te parece que has de
aniquilar tu sangre por mezclarla con la mia,
considera que pocas o ninguna nobleza ay en el
mundo que no aya corrido por este camino, y
que la que se toma de las mugeres no es la que
haze al caso en las ilustres decendencias.
Quanto mas que la verdadera nobleza consiste
en la virtud, y si esta a ti te falta, negandome
lo que tan justamente me deues, yo quedaré
con mas ventajas de noble que las que tu tienes.
En fin, señor, lo que vltimamente te digo
es que, quieras o no quieras, yo soy tu esposa,
testigos son tus palabras, que no han ni deuen
ser mentirosas, si ya es que te precias
de aquello por que me desprecias. Testigo sera
la firma que hiziste, y testigo el cielo a quien tu
llamaste por testigo de lo que me prometias. Y
quando todo esto falte, tu misma conciencia no
ha de faltar de dar bozes callando en mitad de
tus alegrias, boluiendo por esta verdad que te
he dicho, y turbando tus mejores gustos y
contentos.''

Estas y otras razones dixo la lastimada
Dorotea con tanto sentimiento y lagrimas, que los
mismos que acompañauan a don Fernando, y
quantos presentes estauan la acompañaron en
ellas. Escuchola don Fernando sin replicalle
palabra, hasta que ella dio fin a las suyas y
principio a tantos sollozos y suspiros, que bien
auia de ser coraçon de bronze el que con muestras
de tanto dolor no se enterneciera. Mirandola
estaua Luscinda, no menos lastimada de su
sentimiento que admirada de su mucha discrecion
y hermosura, y, aunque quisiera llegarse
a ella y dezirle algunas palabras de consuelo,
no la dexauan los braços de don Fernando, que
apretada la tenian; el qual, lleno de confusion
y espanto, al cabo de vn buen espacio que
atentamente estuuo mirando a Dorotea, abrio los
braços, y, dexando libre a Luscinda, dixo:

``Venciste, hermosa Dorotea, venciste:
porque no es possible tener animo para negar
tantas verdades juntas.''

Con el desmayo que Luscinda auia tenido,
assi como la dexó don Fernando yua a caer en
el suelo; mas hallandose Cardenio alli junto,
que a las espaldas de don Fernando se auia
puesto porque no le conociesse, pospuesto
todo temor y auenturando a todo riesgo,
acudio a sostener a Luscinda, y, cogiendola
entre sus braços, le dixo:

``Si el piadoso cielo gusta y quiere que ya
tengas algun descanso, leal, firme y hermosa
señora mia, en ninguna parte creo yo que le
tendras mas seguro que en estos braços que
aora te reciben y otro tiempo te recibieron,
quando la fortuna quiso que pudiesse
llamarte mia.''

A estas razones puso Luscinda en Cardenio
los ojos, y, auiendo començado a conocerle,
primero por la voz, y, assegurandose que el era
con la vista, casi fuera de sentido y sin tener
cuenta a ningun honesto respeto, le echó los
braços al cuello, y, juntando su rostro con el
de Cardenio, le dixo:

``Vos, si, señor mio, sois el verdadero dueño
desta vuestra captiua, aunque mas lo
impida la contraria suerte, y aunque mas
amenazas le hagan a esta vida que en la
vuestra se sustenta.''

Estraño espectaculo fue este para don
Fernando y para todos los circunstantes,
admirandose de tan no visto sucesso. Pareciole a
Dorotea que don Fernando auia perdido la color
del rostro y que hazia ademan de querer
vengarse de Cardenio, porque le vio encaminar
la mano a ponella en la espada; y assi como
lo penso, con no vista presteza se abraço con
el por las rodillas, besandoselas y teniendole
apretado, que no le dexaua mouer, y, sin cessar
vn punto de sus lagrimas, le dezia:

``¿Qué es lo que piensas hazer, vnico refugio
mio, en este tan impensado trance? Tu tienes
a tus pies a tu esposa, y la que quieres que
lo sea está en los braços de su marido; mira
si te estara bien, o te sera possible, deshazer lo
que el cielo a hecho, o si te conuendra querer
leuantar a igualar a ti mismo a la que,
pospuesto todo inconueniente, confirmada en
su verdad y firmeza, delante de tus ojos tiene
los suyos, bañados de licor amoroso el
rostro y pecho de su verdadero esposo. Por
quien Dios es te ruego, y por quien tu eres
te suplico, que este tan notorio desengaño no
solo no acreciente tu ira, sino que la mengue
en tal manera, que con quietud y sossiego
permitas que estos dos amantes le tengan sin
impedimento tuyo todo el tiempo que el cielo
quisiere concedersele, y en esto mostrarás la
generosidad de tu ilustre y noble pecho, y
vera el mundo que tiene contigo mas fuerça
la razon que el apetito.''

En tanto que esto dezia Dorotea, aunque
Cardenio tenia abraçada a Luscinda, no quitaua
los ojos de don Fernando, con determinacion
de que si le viesse hazer algun mouimiento
en su perjuyzio, procurar defenderse y
ofender como mejor pudiesse a todos
aquellos que en su daño se mostrassen, aunque le
costasse la vida; pero a esta sazon acudieron
los amigos de don Fernando, y el cura y el
barbero, que a todo auian estado presentes,
sin que faltasse el bueno de Sancho Pança, y
todos rodeauan a don Fernando, suplicandole
tuuiesse por bien de mirar las lagrimas de
Dorotea, y que, siendo verdad, como sin duda
ellos creyan que lo era, lo que en sus razones
auia dicho, que no permitiesse quedasse
defraudada de sus tan justas esperanças. Que
considerasse que no acaso, como parecia, sino
con particular prouidencia del cielo se auian
todos juntado en lugar donde menos ninguno
pensaua. Y, que aduirtiesse, dixo el cura, que
sola la muerte podia apartar a Luscinda de
Cardenio, y aunque los diuidiessen filos de alguna
espada, ellos tendrian por felicissima su
muerte, y que en los lazos inremediables
era suma cordura, forçandose y venciendose a
si mismo, mostrar vn generoso pecho, permitiendo
que por sola su voluntad los dos gozassen
el bien que el cielo ya les auia concedido;
que pusiesse los ojos ansimesmo en la
beldad de Dorotea, y veria que pocas, o ninguna,
se le podian igualar, quanto mas hazerle
ventaja, y que juntasse a su hermosura su
humildad y el estremo del amor que le tenia, y,
sobre todo, aduirtiesse que si se preciaua de
cauallero y de christiano, que no podia hazer
otra cosa que cumplille la palabra dada;
y que, cumpliendosela, cumpliria con Dios y
satisfaria a las gentes discretas, las quales
saben y conocen que es prerrogatiua de la
hermosura, aunque esté en sujeto humilde, como
se acompañe con la honestidad, poder leuantarse
e igualarse a qualquiera alteza, sin nota
de menoscabo del que la leuanta e iguala a si
mismo; y quando se cumplen las fuertes leyes
del gusto, como en ello no interuenga pecado,
no deue de ser culpado el que las sigue.

En efeto, a estas razones añadieron todos
otras, tales y tantas, que el valeroso pecho de
don Fernando, en fin, como alimentado con
ilustre sangre, se ablandó y se dexó vencer de
la verdad que el no pudiera negar aunque
quisiera, y la señal que dio de auerse rendido y
entregado al buen parecer que se le auia
propuesto fue abaxarse y abraçar a Dorotea,
diziendole:

``Leuantaos, señora mia; que no es justo que
esté arrodillada a mis pies la que yo tengo en
mi alma, y si hasta aqui no he dado muestras
de lo que digo, quiça ha sido por orden del
cielo, para que, viendo yo en vos la fe con que
me amays, os sepa estimar en lo que mereceys.
Lo que os ruego es que no me reprehendais
mi mal termino y mi mucho descuydo, pues
la misma ocasion y fuerça que me mouio para
acetaros por mia, essa misma me impelio para
procurar no ser vuestro; y que esto sea verdad,
bolued y mirad los ojos de la ya contenta
Luscinda, y en ellos hallareys disculpa de todos
mis yerros; y pues ella halló y alcançó lo que
desseaua, y yo he hallado en vos lo que me
cumple, viua ella segura y contenta luengos
y felices años con su Cardenio, que yo rogaré
al cielo que me los dexe viuir con mi
Dorotea.''

Y, diziendo esto, la tornó a abraçar y a
juntar su rostro con el suyo, con tan tierno
sentimiento, que le fue necessario tener gran
cuenta con que las lagrimas no acabassen de
dar indubitables señas de su amor y
arrepentimiento. No lo hizieron assi las de
Luscinda y Cardenio, y aun las de casi todos los que
alli presentes estauan, porque començaron a
derramar tantas, los vnos de contento proprio,
y los otros del ageno, que no parecia
sino que algun graue y mal caso a todos auia
sucedido. Hasta Sancho Pança lloraua, aunque
despues dixo que no lloraua el sino por ver que
Dorotea no era, como el pensaua, la reyna
Micomicona, de quien el tantas mercedes esperaua.
Duró algun espacio, junto con el llanto,
la admiracion en todos, y luego Cardenio y
Luscinda se fueron a poner de rodillas ante
don Fernando, dandole gracias de la merced
que les auia hecho con tan corteses razones,
que don Fernando no sabia qué responderles,
y, assi, los leuantó y abraçó con muestras de
mucho amor y de mucha cortesia.

Preguntó luego a Dorotea le dixesse cómo
auia venido a aquel lugar tan lexos del suyo.
Ella, con breues y discretas razones, conto todo
lo que antes auia contado a Cardenio, de lo
qual gustó tanto don Fernando y los que con
el venian, que quisieran que durara el cuento
mas tiempo: tanta era la gracia con que Dorotea
contaua sus desuenturas. Y assi como huuo
acabado, dixo don Fernando lo que en la ciudad
le auia acontecido, despues que halló el
papel en el seno de Luscinda, donde declaraua
ser esposa de Cardenio y no poderlo ser suya;
dixo que la quiso matar, y lo hiziera si de sus
padres no fuera impedido, y que, assi, se salio
de su casa despechado y corrido, con
determinacion de vengarse con mas comodidad, y
que otro dia supo como Luscinda auia faltado
de casa de sus padres, sin que nadie supiesse
dezir dónde se auia ydo, y que, en resolucion,
al cabo de algunos meses vino a saber como
estaua en vn monesterio, con voluntad de
quedarse en el toda la vida, si no la pudiesse
passar con Cardenio; y que assi como lo supo,
escogiendo para su compañia aquellos tres
caualleros, vino al lugar donde estaua, a la
qual no auia querido hablar, temeroso que en
sabiendo que el estaua alli, auia de auer mas
guarda en el monesterio; y, assi,
aguardando vn dia a que la porteria estuuiesse
abierta, dexó a los dos a la guarda de la puerta,
y el con otro auian entrado en el monesterio
buscando a Luscinda, la qual hallaron
en el claustro hablando con vna monja;
y, arrebatandola, sin darle lugar a otra cosa,
se auian venido con ella a vn lugar donde
se acomodaron de aquello que huuieron menester
para traella. Todo lo qual auian podido
hazer bien a su saluo por estar el monesterio
en el campo, buen trecho fuera del
pueblo. Dixo que assi como Luscinda se vio
en su poder, perdio todos los sentidos, y que
despues de buelta en si no auia hecho otra
cosa sino llorar y suspirar, sin hablar
palabra alguna, y que, assi, acompañados de
silencio y de lagrimas auian llegado a aquella
venta, que para el era auer llegado al cielo,
donde se rematan y tienen fin todas las
desuenturas de la tierra.


## <f037>
# chapter  37 XXXVII
# unit N chapternum
Capitulo XXXVII
# unit T title
Donde se prosigue la historia de la
famosa infanta Micomicona, con otras graciosas
auenturas.
# unit P text
Todo esto escuchaua Sancho, no con poco
dolor de su anima, viendo que se le desparecian
e yuan en humo las esperanças de su ditado,
y que la linda princesa Micomicona se le
auia buelto en Dorotea, y el gigante en don
Fernando, y su amo se estaua durmiendo a
sueño suelto, bien descuydado de todo lo
sucedido. No se podia assegurar Dorotea si era
soñado el bien que posseya. Cardenio estaua
en el mismo pensamiento, y el de Luscinda
corria por la misma cuenta. Don Fernando daua
gracias al cielo por la merced recebida y
auerle sacado de aquel intricado laberinto,
donde se hallaua tan a pique de perder el credito
y el alma; y, finalmente, quantos en la venta
estauan, estauan contentos y gozosos del buen
sucesso que auian tenido tan trauados y
desesperados negocios.

Todo lo ponia en su punto el cura, como
discreto, y a cada vno daua el parabien del bien
alcançado; pero quien mas jubilaua y se
contentaua era la ventera, por la promessa que
Cardenio y el cura le auian hecho de pagalle
todos los daños e interesses que por cuenta de
don Quixote le huuiessen venido. Solo Sancho,
como ya se ha dicho, era el afligido, el
desuenturado y el triste; y, assi, con
malenconico semblante entró a su amo, el qual
acabaua de despertar, a quien dixo:

``Bien puede vuestra merced, señor Triste
Figura, dormir todo lo que quisiere, sin cuydado
de matar a ningun gigante, ni de boluer a la
princesa su reyno; que ya todo está hecho y
concluydo.''

``Esso creo yo bien'', respondio don Quixote,
``porque he tenido con el gigante la mas
descomunal y desaforada batalla que pienso tener
en todos los dias de mi vida; y de vn reues,
¡zas!, le derribé la cabeça en el suelo; y fue
tanta la sangre que le salio, que los arroyos
corrian por la tierra, como si fueran de agua.''

``Como si fueran de vino tinto, pudiera
vuestra merced dezir mejor'', respondio Sancho;
``porque quiero que sepa vuestra merced, si es
que no lo sabe, que el gigante muerto es vn
cuero horadado, y la sangre, seys arrobas de
vino tinto que encerraua en su vientre; y la
cabeça cortada es la puta que me pario, y lleuelo
todo Satanas.''

``Y ¿qué es lo que dizes, loco?'', replicó don
Quixote. ``¿Estás en tu seso?''

``Leuantese vuestra merced'', dixo Sancho,
``y vera el buen recado que a hecho, y lo que
tenemos que pagar; y vera a la reyna conuertida
en vna dama particular, llamada Dorotea,
con otros sucessos, que, si cae en ellos, le han
de admirar.''

``No me marauillaria de nada desso'', replicó
don Quixote, ``porque, si bien te acuerdas, la
otra vez que aqui estuuimos, te dixe yo que
todo quanto aqui sucedia eran cosas de
encantamento, y no seria mucho que aora fuesse lo
mesmo.''

``Todo lo creyera yo'', respondio Sancho, ``si
tambien mi manteamiento fuera cosa desse
jaez; mas no lo fue, sino real y verdaderamente,
y vi yo que el ventero, que aqui está oy dia,
tenia del vn cabo de la manta, y me empujaua
hazia el cielo con mucho donayre y brio, y con
tanta risa como fuerça; y donde interuiene
conocerse las personas, tengo para mi, aunque
simple y pecador, que no ay encantamento
alguno, sino mucho molimiento y mucha mala
ventura.''

``Aora bien, Dios lo remediará'', dixo don
Quixote; ``dame de vestir, y dexame salir alla
fuera; que quiero ver los sucessos y
transformaciones que dizes.''

Diole de vestir Sancho, y en el entretanto
que se vestia, conto el cura a don Fernando y
a los demas las locuras de don Quixote, y
del artificio que auian vsado para sacarle de la
Peña Pobre, donde el se imaginaua estar por
desdenes de su senora. Contoles assimismo
casi todas las auenturas que Sancho auia
contado, de que no poco se admiraron y rieron,
por parecerles, lo que a todos parecia, ser el
mas estraño genero de locura que podia caber
en pensamiento desparatado. Dixo mas el
cura: que pues ya el buen sucesso de la señora
Dorotea impidia passar con su disignio adelante,
que era menester inuentar y hallar otro para
poderle lleuar a su tierra. Ofreciose Cardenio
de proseguir lo començado, y que Luscinda
haria y representaria la persona de Dorotea.

``No'', dixo don Fernando; ``no ha de ser assi;
que yo quiero que Dorotea prosiga su inuencion,
que, como no sea muy lexos de aqui el
lugar deste buen cauallero, yo holgaré de que
se procure su remedio.''

``No está mas de dos jornadas de aqui.''

``Pues aunque estuuiera mas, gustara yo
de caminallas, a trueco de hazer tan buena
obra.''

Salio en esto don Quixote, armado de todos
sus pertrechos, con el yelmo, aunque abollado,
de Mambrino en la cabeça, embraçado de
su rodela y arrimado a su tronco o lançon.
Suspendio a don Fernando y a los demas la
estraña presencia de don Quixote, viendo su
rostro de media legua de andadura, seco y
amarillo, la desigualdad de sus armas y su
messurado continente, y estuuieron callando
hasta ver lo que el dezia, el qual, con mucha
grauedad y reposo, puestos los ojos en la
hermosa Dorotea, dixo:

``Estoy informado, hermosa señora, deste mi
escudero que la vuestra grandeza se ha aniquilado,
y vuestro ser se ha deshecho, porque de
reyna y gran señora que soliades ser, os aueys
buelto en vna particular donzella; si esto ha
sido por orden del rey nigromante de vuestro
padre, temeroso que yo no os diesse la
necessaria y deuida ayuda, digo que no supo, ni
sabe, de la missa la media, y que fue poco
versado en las historias cauallerescas; porque si
el las huuiera leydo y passado tan atentamente,
y con tanto espacio como yo las passé y lei,
hallara a cada passo cómo otros caualleros, de
menor fama que la mia, auian acabado cosas
mas dificultosas, no siendolo mucho matar a vn
gigantillo, por arrogante que sea; porque no ha
muchas horas que yo me vi con el; y... quiero
callar, porque no me digan que miento; pero
el tiempo, descubridor de todas las cosas,
lo dira quando menos lo pensemos.''

``Vistesos vos con dos cueros, que no con vn
gigante'', dixo a esta sazon el ventero, al qual
mandó don Fernando que callasse y no
interrumpiesse la platica de don Quixote en
ninguna manera; y don Quixote prosiguio,
diziendo:

``Digo, en fin, alta y desheredada señora, que
si por la causa que he dicho vuestro padre ha
hecho este metamorfoseos en vuestra persona,
que no le deys credito alguno; porque no
ay ningun peligro en la tierra por quien no
se abra camino mi espada, con la qual,
poniendo la cabeça de vuestro enemigo en tierra,
os pondre a vos la corona de la vuestra en la
cabeça, en breues dias.''

No dixo mas don Quixote, y esperó a que
la princesa le respondiesse, la qual, como
ya sabia la determinacion de don Fernando,
de que se prosiguiesse adelante en el engaño
hasta lleuar a su tierra a don Quixote, con
mucho donayre y grauedad le respondio:

``Quienquiera que os dixo, valeroso cauallero
de la Triste Figura, que yo me auia mudado
y trocado de mi ser, no os dixo lo cierto,
porque la misma que ayer fuy me soy oy: verdad
es que alguna mudança han hecho en mi ciertos
acaecimientos de buena ventura, que me la
han dado la mejor que yo pudiera dessearme;
pero no por esso he dexado de ser la que antes,
y de tener los mesmos pensamientos de
valerme del valor de vuestro valeroso e
inuenerable braço que siempre he tenido; assi
que, señor mio, vuestra bondad buelua la
honra al padre que me engendró, y tengale por
hombre aduertido y prudente, pues con su
ciencia halló camino tan facil y tan verdadero
para remediar mi desgracia; que yo creo que
si por vos, señor, no fuera, jamas acertara a
tener la ventura que tengo, y en esto digo tanta
verdad, como son buenos testigos della los
mas destos señores que estan presentes; lo
que resta es que mañana nos pongamos en
camino, porque ya oy se podra hazer poca
jornada, y en lo demas del buen sucesso que
espero, lo dexaré a Dios y al valor de vuestro
pecho.''

Esto dixo la discreta Dorotea, y, en oyendolo
don Quixote, se boluio a Sancho, y, con
muestras de mucho enojo, le dixo:

``Aora te digo, Sanchuelo, que eres el mayor
vellaquelo que ay en España; dime, ladron
bagamundo, ¿no me acabaste de dezir aora que
esta princesa se auia buelto en vna donzella
que se llamaua Dorotea, y que la cabeça que
entiendo que corté a vn gigante era la puta
que te pario, con otros disparates que me
pusieron en la mayor confusion que jamas he
estado en todos los dias de mi vida? ¡Voto -- y
miró al cielo y apreto los dientes --, que estoy
por hazer vn estrago en ti, que ponga sal en la
mollera a todos quantos mentirosos escuderos
huuiere de caualleros andantes, de aqui
adelante, en el mundo!''

``Vuestra merced se sossiegue, señor mio'',
respondio Sancho, ``que bien podria ser que
yo me huuiesse engañado en lo que toca a la
mutacion de la señora princesa Micomicona;
pero en lo que toca a la cabeça del gigante, o,
a lo menos, a la horadacion de los cueros, y a
lo de ser vino tinto la sangre, no me engaño,
¡viue Dios!, porque los cueros alli estan heridos
a la cabecera del lecho de vuestra merced, y el
vino tinto tiene hecho vn lago el aposento, y si
no, al freyr de los hueuos lo vera: quiero dezir,
que lo vera quando aqui su merced del señor
ventero le pida el menoscabo de todo. De lo
demas, de que la señora reyna se esté como
se estaua, me regozijo en el alma, porque me
va mi parte, como a cada hijo de vezino.''

``Aora yo te digo, Sancho'', dixo don Quixote,
``que eres vn mentecato, y perdoname, y basta.''

``Basta'', dixo don Fernando, ``y no se hable
mas en esto; y pues la señora princesa dize
que se camine mañana, porque ya oy es tarde,
hagase asi, y esta noche la podremos passar en
buena conuersacion hasta el venidero dia,
donde todos acompañaremos al señor don Quixote,
porque queremos ser testigos de las valerosas
e inauditas hazañas que ha de hazer en el
discurso desta grande empresa que a su cargo
lleua.''

``Yo soy el que tengo de seruiros y
acompañaros'', respondio don Quixote; ``y agradezco
mucho la merced que se me haze y la buena
opinion que de mi se tiene, la qual procuraré
que salga verdadera, o me costará la vida, y
aun mas, si mas costarme puede.''

Muchas palabras de comedimiento y muchos
ofrecimientos passaron entre don Quixote y don
Fernando; pero a todo puso silencio vn passagero
que en aquella sazon entró en la venta, el
qual en su traje mostraua ser christiano rezien
venido de tierra de moros, porque venia vestido
con vna casaca de paño azul, corta de faldas,
con medias mangas y sin cuello; los calçones
eran assimismo de lienço azul, con bonete
de la misma color; traya vnos borzeguies datilados
y vn alfanje morisco, puesto en vn taheli
que le atrauessaua el pecho. Entró luego
tras el, encima de vn jumento, vna muger a la
morisca vestida, cubierto el rostro, con vna toca
en la cabeça; traya vn bonetillo de brocado, y
vestida vna almalafa que desde los ombros
a los pies la cubria.

Era el hombre de robusto y agraciado talle,
de edad de poco mas de quarenta años, algo
moreno de rostro, largo de vigotes, y la barba
muy bien puesta; en resolucion, el mostraua en
su apostura, que si estuuiera bien vestido, le
juzgaran por persona de calidad y bien nacida.

Pidio en entrando vn aposento, y como le
dixeron que en la venta no le auia, mostro
recebir pesadumbre, y, llegandose a la que en
el traje parecia mora, la apeó en sus braços.
Luscinda, Dorotea, la ventera, su hija y Maritornes,
lleuados del nueuo y para ellos nunca
visto traje, rodearon a la mora, y Dorotea, que
siempre fue agraciada, comedida y discreta,
pareciendole que assi ella como el que la traya se
congoxauan por la falta del aposento, le dixo:

``No os de mucha pena, señora mia, la incomodidad
de regalo que aqui falta, pues es proprio
de ventas no hallarse en ellas; pero, con
todo esto, si gustaredes de passar con
nosotras -- señalando a Luscinda --, quiça en el
discurso de este camino aureys hallado otros
no tan buenos acogimientos.''

No respondio nada a esto la emboçada, ni
hizo otra cosa que leuantarse de donde sentado
se auia, y puestas entrambas manos cruzadas
sobre el pecho, inclinada la cabeça, dobló
el cuerpo en señal de que lo agradecia. Por
su silencio imaginaron que, sin duda alguna,
deuia de ser mora y que no sabia hablar christiano.
Llegó en esto el cautiuo, que entendiendo
en otra cosa hasta entonces auia estado,
y, viendo que todas tenian cercada a la que
con el venia, y que ella a quanto le dezian
callaua, dixo:

``Señoras mias, esta donzella apenas entiende
mi lengua, ni sabe hablar otra ninguna sino
conforme a su tierra, y por esto no deue de
auer respondido, ni responde, a lo que se le
ha preguntado.''

``No se le pregunta otra cosa ninguna'',
respondio Luscinda, ``sino ofrecelle por esta
noche nuestra compañia y parte del lugar donde
nos acomodaremos, donde se le hara el regalo
que la comodidad ofreciere con la voluntad
que obliga a seruir a todos los estrangeros que
dello tuuieren necessidad, especialmente
siendo muger a quien se sirue.''

``Por ella y por mi'', respondio el captiuo,
``os beso, señora mia, las manos, y estimo mucho
y en lo que es razon la merced ofrecida,
que en tal ocasion, y de tales personas como
vuestro parecer muestra, bien se hecha de ver
que ha de ser muy grande.''

``Dezidme, señor'', dixo Dorotea: ``esta señora
¿es christiana o mora? Porque el traje y
el silencio nos haze pensar que es lo que no
querriamos que fuesse.''

``Mora es en el traje y en el cuerpo; pero
en el alma es muy grande christiana, porque
tiene grandissimos desseos de serlo.''

``Luego ¿no es baptizada?'', replicó
Luscinda.

``No ha auido lugar para ello'', respondio el
captiuo, ``despues que salio de Argel, su
patria y tierra, y hasta agora no se ha visto en
peligro de muerte tan cercana, que obligasse a
baptizalla sin que supiesse primero todas las
ceremonias que nuestra madre la Santa Iglesia
manda; pero Dios sera seruido que presto se
bautize con la decencia que la calidad de su
persona merece, que es mas de lo que muestra
su habito y el mio.''

Con estas razones puso gana en todos
los que escuchandole estauan de saber quién
fuesse la mora y el captiuo; pero nadie se
lo quiso preguntar por entonces, por ver que
aquella sazon era mas para procurarles descanso
que para preguntarles sus vidas. Dorotea
la tomó por la mano y la lleuó a sentar
junto a si, y le rogo que se quitasse el emboço.
Ella miró al cautiuo, como si le preguntara le
dixesse lo que dezian y lo que ella haria. El, en
lengua arauiga, le dixo que le pedian se quitasse
el emboço, y que lo hiziesse, y, assi, se
lo quitó y descubrio vn rostro tan hermoso, que
Dorotea la tuuo por mas hermosa que a Luscinda,
y Luscinda por mas hermosa que a Dorotea,
y todos los circustantes conocieron
que si alguno se podria igualar al de las dos,
era el de la mora, y aun huuo algunos que le
auentajaron en alguna cosa. Y como la hermosura
tenga prerrogatiua y gracia de reconciliar
los animos y atraer las voluntades, luego
se rindieron todos al desseo de seruir y
acariciar a la hermosa mora.

Preguntó don Fernando al captiuo cómo
se llamaua la mora, el qual respondio que lela
Zorayda, y assi como esto oyo ella, entendio lo
que le auian preguntado al christiano, y dixo
con mucha priessa, llena de congoxa y
donayre:

``¡No, no Zorayda: Maria, Maria!'', dando a
entender que se llamaua Maria y no Zorayda.

Estas palabras, el grande afecto con que
la mora las dixo, hizieron derramar mas de vna
lagrima a algunos de los que la escucharon,
especialmente a las mugeres, que de su
naturaleza son tiernas y compassiuas. Abraçola
Luscinda con mucho amor, diziendole:

``¡Si, si; Maria, Maria!''

A lo qual respondio la mora:

``¡Si, si; Maria; Zorayda macange!'', que
quiere dezir, no.

Ya en esto llegaua la noche, y por orden
de los que venian con don Fernando auia el
ventero puesto diligencia y cuydado en
adereçarles de cenar lo mejor que a el le fue
possible. Llegada, pues, la hora, sentaronse
todos a vna larga mesa, como de tinelo,
porque no la auia redonda ni quadrada en la
venta, y dieron la cabecera y principal assiento,
puesto que el lo rehusaua, a don Quixote, el
qual quiso que estuuiesse a su lado la señora
Micomicona, pues el era su aguardador.
Luego se sentaron Luscinda y Zorayda, y frontero
dellas, don Fernando y Cardenio, y luego
el cautiuo y los demas caualleros, y al lado de
las señoras, el cura y el barbero. Y, assi,
cenaron con mucho contento, y acrecentoseles
mas viendo que, dexando de comer don Quixote,
mouido de otro semejante espiritu que el
que le mouio a hablar tanto como habló quando
cenó con los cabreros, començo a dezir:

``Verdaderamente, si bien se considera, señores
mios, grandes e inauditas cosas ven los que
professan la orden de la andante caualleria. Si
no, ¿quál de los viuientes aura en el mundo
que aora por la puerta deste castillo entrara,
y de la suerte que estamos nos viere, que
juzgue y crea que nosotros somos quien somos?
¿Quién podra dezir que esta señora que está a
mi lado es la gran reyna que todos sabemos, y
que yo soy aquel cauallero de la Triste Figura
que anda por ahi en boca de la fama? Aora no
ay que dudar, sino que esta arte y exercicio
excede a todas aquellas y aquellos que los
hombres inuentaron, y tanto mas se ha de tener en
estima, quanto a mas peligros está sugeto.
Quitenseme delante los que dixeren que las letras
hazen ventaja a las armas; que les dire, y sean
quien se fueren, que no saben lo que dizen.
Porque la razon que los tales suelen dezir, y a
lo que ellos mas se atienen, es que los trabajos
del espiritu exceden a los del cuerpo, y que las
armas solo con el cuerpo se exercitan, como si
fuesse su exercicio oficio de ganapanes, para
el qual no es menester mas de buenas fuerças,
o como si en esto que llamamos armas los que
las professamos no se encerrassen los actos de
la fortaleza, los quales piden para executallos
mucho entendimiento, o como si no trabajasse
el animo del guerrero que tiene a su cargo vn
exercito o la defensa de vna ciudad sitiada,
assi con el espiritu como con el cuerpo. Si no,
vease si se alcança con las fuerças corporales
a saber y congeturar el intento del enemigo,
los disignios, las estratagemas, las
dificultades, el preuenir los daños que se temen;
que todas estas cosas son acciones del
entendimiento, en quien no tiene parte alguna el
cuerpo.

''Siendo, pues, ansi, que las armas requieren
espiritu como las letras, veamos aora quál de
los dos espiritus, el del letrado o el del
guerrero, trabaja mas. Y esto se vendra a conocer
por el fin y paradero a que cada vno se
encamina, porque aquella intencion se ha de
estimar en mas que tiene por objeto mas noble
fin. Es el fin y paradero de las letras..., y no
hablo aora de las diuinas, que tienen por blanco
lleuar y encaminar las almas al cielo; que
a vn fin tan sin fin como este ninguno otro se
le puede ygualar: hablo de las letras humanas,
que es su fin poner en su punto la justicia
distributiua y dar a cada vno lo que es suyo,
entender y hazer que las buenas leyes se
guarden, fin por cierto generoso y alto y digno
de grande alabança, pero no de tanta como
merece aquel a que las armas atienden, las
quales tienen por objeto y fin la paz, que es el
mayor bien que los hombres pueden dessear
en esta vida. Y, assi, las primeras buenas
nueuas que tuuo el mundo y tuuieron los hombres
fueron las que dieron los angeles la noche que
fue nuestro dia, quando cantaron en los ayres:
«Gloria sea en las alturas y paz en la tierra a
los hombres de buena voluntad»; y a la
salutacion que el mejor maestro de la tierra y del
cielo enseñó a sus allegados y fauoridos fue
dezirles que, quando entrassen en alguna casa,
dixessen: «Paz sea en esta casa.» Y otras
muchas vezes les dixo: «Mi paz os doy, mi paz os
dexo, paz sea con vosotros», bien como joya y
prenda dada y dexada de tal mano, joya, que
sin ella, en la tierra ni en el cielo puede auer
bien alguno. Esta paz es el verdadero fin de la
guerra, que lo mesmo es dezir armas que
guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que
el fin de la guerra es la paz, y que en esto haze
ventaja al fin de las letras, vengamos aora a
los trabajos del cuerpo del letrado y a los del
professor de las armas, y vease quáles son
mayores.''

De tal manera y por tan buenos terminos
yua prosiguiendo en su platica don Quixote,
que obligó a que por entonces ninguno de los
que escuchandole estauan le tuuiesse por
loco. Antes, como todos los mas eran
caualleros, a quien son anejas las armas, le
escuchauan de muy buena gana; y el prosiguio
diziendo:

``Digo, pues, que los trabajos del estudiante
son estos: principalmente, pobreza, no porque
todos sean pobres, sino por poner este caso en
todo el estremo que pueda ser, y en auer
dicho que padece pobreza, me parece que no
auia que dezir mas de su mala ventura. Porque
quien es pobre no tiene cosa buena; esta
pobreza la padece por sus partes, ya en
hambre, ya en frio, ya en desnudez, ya en todo
junto. Pero, con todo esso, no es tanta, que
no coma, aunque sea vn poco mas tarde de
lo que se vsa, aunque sea de las sobras de
los ricos; que es la mayor miseria del
estudiante este que entre ellos llaman andar
a la sopa, y no les falta algun ageno brasero
o chimenea, que, si no callenta, a lo menos
entibie su frio, y, en fin, la noche duermen
debaxo de cubierta. No quiero llegar a
otras menudencias, conuiene a saber, de la
falta de camisas y no sobra de çapatos, la
raridad y poco pelo del vestido, ni aquel
ahitarse con tanto gusto, quando la buena suerte
les depara algun banquete.

''Por este camino que he pintado, aspero y
dificultoso, tropeçando aqui, cayendo alli,
leuantandose aculla, tornando a caer aca, llegan
al grado que dessean, el qual alcançado, a
muchos hemos visto que, auiendo passado por
estas Sirtes y por estas Scilas y Caribdis, como
lleuados en buelo de la fauorable fortuna, digo
que los hemos visto mandar y gouernar el
mundo desde vna silla, trocada su hambre en
hartura, su frio en refrigerio, su desnudez
en galas y su dormir en vna estera en reposar
en olandas y damascos, premio justamente
merecido de su virtud; pero contrapuestos y
comparados sus trabajos con los del milite
guerrero, se quedan muy atras en todo, como
aora dire.''


## <f038>
# chapter  38 XXXVIII
# unit N chapternum
Capitulo XXXVIII
# unit T title
Que trata del curioso discurso que hizo don
Quixote de las armas y las letras.
# unit P text
Prosiguiendo don Quixote, dixo:

``Pues començamos en el estudiante por la
pobreza y sus partes, veamos si es mas rico el
soldado. Y veremos que no ay ninguno mas
pobre en la misma pobreza, porque está
atenido a la miseria de su paga, que viene o
tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus
manos, con notable peligro de su vida y de su
conciencia. Y a vezes suele ser su desnudez
tanta, que vn coleto acuchillado le sirue de
gala y de camisa, y en la mitad del inuierno
se suele reparar de las inclemencias del cielo,
estando en la campaña rasa, con solo el aliento
de su boca, que, como sale de lugar vazio,
tengo por aueriguado que deue de salir frio,
contra toda naturaleza. Pues esperad que espere
que llegue la noche para restaurarse de todas
estas incomodidades en la cama que le aguarda,
la qual, si no es por su culpa, jamas pecará
de estrecha; que bien puede medir en la
tierra los pies que quisiere, y reboluerse en ella
a su sabor, sin temor que se le encojan las
sauanas.

''Lleguese, pues, a todo esto el dia y la hora
de recebir el grado de su exercicio; lleguese
vn dia de batalla, que alli le pondran la borla
en la cabeça, hecha de hilas, para curarle algun
balazo que quiça le aura passado las sienes,
o le dexará estropeado de braço o pierna. Y
quando esto no suceda, sino que el cielo
piadoso le guarde y conserue sano y viuo, podra
ser que se quede en la mesma pobreza que
antes estaua, y que sea menester que suceda
vno y otro rencuentro, vna y otra batalla, y
que de todas salga vencedor, para medrar en
algo. Pero estos milagros vense raras vezes.

''Pero dezidme, señores, si aueys mirado en
ello, quán menos son los premiados por la
guerra que los que han perecido en ella. Sin
duda aueys de responder que no tienen
comparacion, ni se pueden reduzir a cuenta los
muertos, y que se podran contar los premiados
viuos con tres letras de guarismo. Todo esto
es al reues en los letrados, porque de faldas,
que no quiero dezir de mangas, todos tienen
en qué entretenerse. Assi que, aunque es mayor
el trabajo del soldado, es mucho menor el
premio. Pero a esto se puede responder que
es mas facil premiar a dos mil letrados que a
treynta mil soldados, porque a aquellos se
premian con darles oficios que por fuerça se
han de dar a los de su profession, y a estos no
se pueden premiar, sino con la mesma
hazienda del señor a quien siruen, y esta
impossibilidad fortifica mas la razon que tengo.

''Pero dexemos esto aparte, que es laberinto
de muy dificultosa salida, sino boluamos a la
preeminencia de las armas contra las letras:
materia que hasta aora está por aueriguar,
segun son las razones que cada vna de su parte
alega; y entre las que he dicho, dizen las letras
que sin ellas no se podrian sustentar las armas,
porque la guerra tambien tiene sus leyes y está
sugeta a ellas, y que las leyes caen debaxo de
lo que son letras y letrados. A esto responden
las armas que las leyes no se podran sustentar
sin ellas, porque con las armas se defienden
las republicas, se conseruan los reynos, se
guardan las ciudades, se asseguran los caminos,
se despejan los mares de cosarios, y,
finalmente, si por ellas no fuesse, las republicas,
los reynos, las monarquias, las ciudades,
los caminos de mar y tierra estarian sugetos
al rigor y a la confusion que trae consigo la
guerra el tiempo que dura y tiene licencia de
vsar de sus priuilegios y de sus fuerças. Y es
razon aueriguada que aquello que mas cuesta
se estima y deue de estimar en mas.

''Alcançar alguno a ser eminente en letras le
cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez,
vaguidos de cabeça, indigestiones de estomago
y otras cosas a estas aderentes, que en parte
ya las tengo referidas. Mas llegar vno por sus
terminos a ser buen soldado le cuesta todo lo
que a el estudiante, en tanto mayor grado que
no tiene comparacion, porque a cada passo
está a pique de perder la vida. Y ¿qué temor
de necessidad y pobreza puede llegar, ni fatigar
al estudiante, que llegue al que tiene vn
soldado, que, hallandose cercado en alguna
fuerça, y estando de posta o guarda en algun
rebellin o cauallero, siente que los enemigos
estan minando hazia la parte donde el está, y
no puede apartarse de alli por ningun caso, ni
huyr el peligro que de tan cerca le amenaza?
Solo lo que puede hazer es dar noticia a su
capitan de lo que passa, para que lo remedie con
alguna contramina, y el estarse quedo, temiendo
y esperando quándo improuisamente ha de
subir a las nuues sin alas y baxar al profundo
sin su voluntad.

''Y si este parece pequeño peligro, veamos
si le yguala, o haze ventajas, el de
enuestirse dos galeras por las proas en mitad del
mar espacioso, las quales, enclauijadas y
trauadas, no le queda al soldado mas espacio del
que concede dos pies de tabla del espolon.
Y, con todo esto, viendo que tiene delante de
si tantos ministros de la muerte que le amenazan
quantos cañones de artilleria se assestan
de la parte contraria, que no distan de su cuerpo
vna lança, y, viendo que al primer descuydo
de los pies yria a visitar los profundos senos
de Neptuno; y, con todo esto, con intrepido
coraçon, lleuado de la honra que le incita, se
pone a ser blanco de tanta arcabuzeria y
procura passar por tan estrecho passo al baxel
contrario. Y lo que mas es de admirar, que apenas
vno ha caydo donde no se podra leuantar hasta
la fin del mundo, quando otro ocupa su mesmo
lugar, y si este tambien cae en el mar, que
como a enemigo le aguarda, otro y otro le
sucede, sin dar tiempo al tiempo de sus
muertes: valentia y atreuimiento el mayor que se
puede hallar en todos los trances de la guerra.

''Bien ayan aquellos benditos siglos que
carecieron de la espantable furia de aquestos
endemoniados instrumentos de la artilleria, a
cuyo inuentor tengo para mi que en el infierno
se le está dando el premio de su diabolica
inuencion, con la qual dio causa que vn infame
y cobarde braço quite la vida a vn valeroso
cauallero, y que, sin saber cómo o por dónde,
en la mitad del corage y brio que enciende y
anima a los valientes pechos, llega vna
desmandada bala, disparada de quien quiza huyó
y se espantó del resplandor que hizo el fuego
al disparar de la maldita maquina, y corta y
acaba en vn instante los pensamientos y vida
de quien la merecia gozar luengos siglos.

''Y, assi, considerando esto, estoy por dezir
que en el alma me pesa de auer tomado este
exercicio de cauallero andante en edad tan
detestable como es esta en que aora viuimos,
porque aunque a mi ningun peligro me pone
miedo, todauia me pone rezelo pensar si la
poluora y el estaño me han de quitar la
ocasion de hazerme famoso y conocido por el
valor de mi braço y filos de mi espada, por todo
lo descubierto de la tierra. Pero haga el cielo
lo que fuere seruido; que tanto sere mas
estimado, si salgo con lo que pretendo, quanto a
mayores peligros me he puesto que se pusieron
los caualleros andantes de los passados
siglos.''

Todo este largo preambulo dixo don Quixote
en tanto que los demas cenauan, oluidandose
de lleuar bocado a la boca, puesto que
algunas vezes le auia dicho Sancho Pança que
cenasse, que despues auria lugar para dezir
todo lo que quisiesse. En los que escuchado
le auian sobreuino nueua lastima, de ver que
hombre que, al parecer, tenia buen entendimiento
y buen discurso en todas las cosas que
trataua, le vuiesse perdido tan rematadamente
en tratandole de su negra y pizmienta
caualleria. El cura le dixo que tenia mucha
razon en todo quanto auia dicho en fauor de
las armas, y que el, aunque letrado y
graduado, estaua de su mesmo parecer.

Acabaron de cenar, leuantaron los
manteles, y en tanto que la ventera, su hija y
Maritornes adereçauan el camaranchon de don
Quixote de la Mancha, donde auian determinado
que aquella noche las mugeres solas en el se
recogiessen, don Fernando rogo al cautiuo les
contasse el discurso de su vida, porque no
podria ser sino que fuesse peregrino y gustoso,
segun las muestras que auia començado a dar,
viniendo en compañia de Zorayda. A lo qual
respondio el cautiuo que de muy buena gana
haria lo que se le mandaua, y que solo temia
que el cuento no auia de ser tal, que les diesse
el gusto que el desseaua; pero que, con todo
esso, por no faltar en obedecelle, le contaria.
El cura y todos los demas se lo agradecieron,
y de nueuo se lo rogaron. Y el, viendose rogar
de tantos, dixo que no eran menester ruegos
adonde el mandar tenia tanta fuerça.

``Y, assi, esten vuestras mercedes atentos, y
oyran vn discurso verdadero, a quien podria ser
que no llegassen los mentirosos que con
curioso y pensado artificio suelen componerse.''

Con esto que dixo, hizo que todos se
acomodassen y le prestassen vn grande silencio,
y el, viendo que ya callauan y esperauan lo
que dezir quisiesse, con voz agradable y
reposada començo a dezir desta manera:


## <f039>
# chapter  39 XXXIX
# unit N chapternum
Capitulo XXXIX
# unit T title
Donde el cautiuo cuenta su vida y sucessos.
# unit P text
``En vn lugar de las montañas de Leon tuuo
principio mi linaje, con quien fue mas agradecida
y liberal la naturaleza que la fortuna,
aunque en la estrecheza de aquellos pueblos
todauia alcançaua mi padre fama de rico, y
verdaderamente lo fuera, si assi se diera maña
a conseruar su hazienda como se la daua en
gastalla. Y la condicion que tenia de ser liberal
y gastador le procedio de auer sido soldado
los años de su jouentud; que es escuela la
soldadesca, donde el mezquino se haze franco
y el franco prodigo, y si algunos soldados se
hallan miserables, son como monstruos que
se ven raras vezes. Passaua mi padre los
terminos de la liberalidad y rayaua en los de ser
prodigo, cosa que no le es de ningun prouecho
al hombre casado y que tiene hijos que le han
de suceder en el nombre y en el ser. Los que
mi padre tenia eran tres, todos varones y todos
de edad de poder elegir estado. Viendo, pues,
mi padre que, segun el dezia, no podia yrse
a la mano contra su condicion, quiso priuarse
del instrumento y causa que le hazia gastador
y dadiuoso, que fue priuarse de la hazienda,
sin la qual el mismo Alexandro pareciera
estrecho.

''Y, assi, llamandonos vn dia a todos tres
a solas en vn aposento, nos dixo vnas razones
semejantes a las que aora dire. «Hijos, para
deziros que os quiero bien, basta saber y dezir
que soys mis hijos, y para entender que os
quiero mal, basta saber que no me voy a la
mano en lo que toca a conseruar vuestra
hazienda. Pues para que entendays desde aqui
adelante que os quiero como padre, y que no os
quiero destruyr como padrastro, quiero hazer
vna cosa con vosotros, que ha muchos dias
que la tengo pensada y con madura consideracion
dispuesta. Vosotros estays ya en edad de
tomar estado, o, a lo menos, de elegir
exercicio, tal, que, quando mayores, os honre y
aproueche. Y lo que he pensado es hazer de
mi hazienda quatro partes: las tres os dare a
vosotros, a cada vno lo que le tocare, sin
exceder en cosa alguna, y con la otra me quedaré
yo para viuir y sustentarme los dias que el
cielo fuere seruido de darme de vida. Pero
querria que despues que cada vno tuuiesse en
su poder la parte que le toca de su hazienda,
siguiesse vno de los caminos que le dire. Ay
vn refran en nuestra España, a mi parecer, muy
verdadero, como todos lo son, por ser sentencias
breues sacadas de la luenga y discreta
experiencia, y el que yo digo, dize: «Yglesia,
o mar, o casa Real», como si mas claramente
dixera: Quien quisiere valer y ser rico,
siga, o la Yglesia, o nauegue exercitando el
arte de la mercancia, o entre a seruir a los
reyes en sus casas. Porque dizen: «Mas vale
migaja de rey, que merced de señor.» Digo
esto, porque querria, y es mi voluntad, que
vno de vosotros siguiesse las letras, el otro la
mercancia, y el otro siruiesse al rey en la
guerra, pues es dificultoso entrar a seruirle en su
casa; que ya que la guerra no de muchas riquezas,
suele dar mucho valor y mucha fama. Dentro
de ocho dias os dare toda vuestra parte en
dineros, sin defraudaros en vn ardite, como lo
vereys por la obra. Dezidme aora si quereys
seguir mi parecer y consejo en lo que os he
propuesto.»

''Y, mandandome a mi, por ser el mayor, que
respondiesse, despues de auerle dicho que no
se deshiziesse de la hazienda, sino que gastasse
todo lo que fuesse su voluntad, que nosotros
eramos moços para saber ganarla, vine a
concluyr en que cumpliria su gusto, y que el mio
era seguir el exercicio de las armas, siruiendo
en el a Dios y a mi rey. El segundo hermano
hizo los mesmos ofrecimientos, y escogio el
yrse a las Indias, lleuando empleada la
hazienda que le cupiesse. El menor, y, a lo que
yo creo, el mas discreto, dixo que queria
seguir la Yglesia, o yrse a acabar sus
començados estudios a Salamanca. Assi como
acabamos de concordarnos, y escoger nuestros
exercicios, mi padre nos abraçó a todos, y con
la breuedad que dixo, puso por obra quanto
nos auia prometido; y, dando a cada vno su
parte, que, a lo que se me acuerda, fueron cada
tres mil ducados, en dineros, porque vn nuestro
tio compró toda la hazienda y la pagó de contado,
porque no saliesse del tronco de la casa,
en vn mesmo dia nos despedimos todos tres
de nuestro buen padre, y en aquel mesmo,
pareciendome a mi ser inhumanidad que mi
padre quedasse viejo y con tan poca hazienda,
hize con el que de mis tres mil tomasse los dos
mil ducados, porque a mi me bastaua el resto
para acomodarme de lo que auia menester vn
soldado.

''Mis dos hermanos, mouidos de mi exemplo,
cada vno le dio mil ducados. De modo que a
mi padre le quedaron quatro mil en dineros,
y mas tres mil, que, a lo que parece, valia
la hazienda que le cupo, que no quiso vender,
sino quedarse con ella en rayzes. Digo, en fin,
que nos despedimos del y de aquel nuestro tio
que he dicho, no sin mucho sentimiento y lagrimas
de todos, encargandonos que les hiziessemos
saber, todas las vezes que vuiesse comodidad
para ello, de nuestros sucessos, prosperos
o aduersos. Prometimosselo, y, abraçandonos
y echandonos su bendicion, el vno tomó el
viage de Salamanca, el otro de Seuilla, y yo
el de Alicante, adonde tuue nueuas que auia
vna naue ginouesa que cargaua alli lana para
Genoua.

''Este hara veynte y dos años que sali de
casa de mi padre, y en todos ellos, puesto que
he escrito algunas cartas, no he sabido del ni
de mis hermanos nueua alguna. Y lo que en
este discurso de tiempo he passado lo dire
breuemente. Embarqueme en Alicante, llegué con
prospero viage a Genoua, fuy desde alli a Milan,
donde me acomodé de armas y de algunas
galas de soldado, de donde quise yr a assentar
mi plaça al Piamonte, y, estando ya de camino
para Alexandria de la Palla, tuue nueuas que
el gran Duque de Alua passaua a Flandes.
Mudé proposito, fuyme con el, seruile en las
jornadas que hizo, halleme en la muerte de los
Condes de Eguemon y de Hornos, alcancé a
ser alferez de vn famoso capitan de Guadalajara,
llamado Diego de Vrbina. Y a cabo de
algun tiempo que llegué a Flandes, se tuuo
nueuas de la liga que la Santidad del papa
Pio Quinto, de felice recordacion, auia hecho
con Venecia y con España contra el enemigo
comun, que es el turco. El qual, en aquel
mesmo tiempo, auia ganado con su armada
la famosa Isla de Chipre, que estaua debaxo del
dominio de venecianos, y perdida
lamentable y desdichada.

''Supose cierto que venia por general desta
liga el serenissimo don Iuan de Austria,
hermano natural de nuestro buen rey don Felipe.
Diuulgose el grandissimo aparato de guerra
que se hazia. Todo lo qual me incitó y
conmouio el animo y el desseo de verme en la
jornada que se esperaua; y aunque tenia
barruntos, y casi promessas ciertas, de que en la
primera ocasion que se ofreciesse seria promouido
a capitan, lo quise dexar todo y venirme,
como me vine, a Italia. Y quiso mi buena
suerte que el señor don Iuan de Austria
acabaua de llegar a Genoua; que passaua a
Napoles a juntarse con la armada de Venecia,
como despues lo hizo en Mecina.

''Digo, en fin, que yo me hallé en aquella
felicissima jornada, ya hecho capitan de
infanteria, a cuyo honroso cargo me subio mi
buena suerte mas que mis merecimientos. Y
aquel dia, que fue para la christiandad tan
dichoso, porque en el se desengañó el mundo y
todas las naciones del error en que estauan,
creyendo que los turcos eran inuencibles por la
mar, en aquel dia, digo, donde quedó el orgullo
y soberuia otomana quebrantada, entre tantos
venturosos como alli vuo -- porque mas ventura
tuuieron los christianos que alli murieron,
que los que viuos y vencedores quedaron --, yo
solo fuy el desdichado; pues, en cambio de que
pudiera esperar, si fuera en los romanos siglos,
alguna naual corona, me vi aquella noche, que
siguio a tan famoso dia, con cadenas a los pies
y esposas a las manos.

''Y fue desta suerte, que auiendo el Vchali,
rey de Argel, atreuido y venturoso cosario,
enuestido y rendido la capitana de Malta, que
solos tres caualleros quedaron viuos en ella, y
estos mal heridos, acudio la capitana de Iuan
Andrea a socorrella, en la qual yo yua con
mi compañia, y haziendo lo que deuia en ocasion
semejante, salté en la galera contraria, la
qual, desuiandose de la que la auia enuestido,
estoruó que mis soldados me siguiessen, y, assi,
me hallé solo entre mis enemigos, a quien no
pude resistir por ser tantos; en fin, me rindieron
lleno de heridas. Y como ya aureys, señores,
oydo dezir que el Vchali se saluó con toda su
esquadra, vine yo a quedar cautiuo en su poder,
y solo fuy el triste entre tantos alegres, y
el cautiuo entre tantos libres; porque fueron
quinze mil christianos los que aquel dia alcançaron
la desseada libertad, que todos venian al
remo en la turquesca armada.

''Lleuaronme a Costantinopla, donde el Gran
Turco Selin hizo general de la mar a mi amo,
porque auia hecho su deuer en la batalla,
auiendo lleuado por muestra de su valor el
estandarte de la religion de Malta. Halleme el
segundo año, que fue el de setenta y dos, en
Nauarino, bogando en la capitana de los tres
fanales. Vi y noté la ocasion que alli se perdio
de no coger en el puerto toda el armada
turquesca. Porque todos los leuentes y
genizaros que en ella venian tuuieron por cierto
que les auian de enuestir dentro del mesmo
puerto, y tenian a punto su ropa y
passamaques, que son sus çapatos, para huyrse
luego por tierra sin esperar ser combatidos:
tanto era el miedo que auian cobrado a nuestra
armada. Pero el cielo lo ordenó de otra manera,
no por culpa ni descuydo del general que a
los nuestros regia, sino por los pecados de la
christiandad, y porque quiere y permite Dios
que tengamos siempre verdugos que nos
castiguen.

''En efeto, el Vchali se recogio a Modon,
que es vna isla que está junto a Nauarino, y,
echando la gente en tierra, fortificó la boca del
puerto y estuuose quedo hasta que el señor don
Iuan se boluio. En este viage se tomó la galera
que se llamaua La Presa, de quien era capitan
vn hijo de aquel famoso cossario Barba Roxa:
tomola la capitana de Napoles, llamada La
Loba, regida por aquel rayo de la guerra, por
el padre de los soldados, por aquel venturoso
y jamas vencido capitan don Aluaro de Baçan,
marques de Santa Cruz. Y no quiero dexar
de dezir lo que sucedio en la presa de La Presa.
Era tan cruel el hijo de Barba Roxa, y trataua
tan mal a sus cautiuos, que assi como los que
venian al remo vieron que la galera Loba les
yua entrando, y que los alcançaua, soltaron
todos a vn tiempo los remos, y asieron de su
capitan que estaua sobre el estanterol gritando
que bogassen a priessa, y passandole de banco
en banco, de popa a proa, le dieron bocados,
que a poco mas que passó del arbol
ya auia passado su anima al infierno. Tal era,
como he dicho, la crueldad con que los trataua
y el odio que ellos le tenian.

''Boluimos a Constantinopla, y el año
siguiente, que fue el de setenta y tres, se supo
en ella como el señor don Iuan auia ganado a
Tunez y quitado aquel reyno a los turcos, y
puesto en possession del a Muley Hamet, cortando
las esperanças que de boluer a reynar en
el tenia Muley Hamida, el moro mas cruel y
mas valiente que tuuo el mundo. Sintio mucho
esta perdida el gran turco, y vsando de la
sagazidad que todos los de su casa tienen, hizo paz
con venecianos, que mucho mas que el la
desseauan, y el año siguiente de setenta y quatro
acometio a la Goleta y al Fuerte que junto a
Tunez auia dexado medio leuantado el señor
don Iuan.

''En todos estos trances andaua yo al remo,
sin esperança de libertad alguna; a lo menos,
no esperaua tenerla por rescate, porque tenia
determinado de no escriuir las nueuas de
mi desgracia a mi padre. Perdiose, en fin, la
Goleta; perdiose el Fuerte, sobre las quales
plaças huuo de soldados turcos, pagados,
setenta y cinco mil, y de moros y alarabes de
toda la Africa mas de quatrocientos mil,
acompañado este tan gran numero de gente con
tantas municiones y pertrechos de guerra, y
con tantos gastadores, que con las manos y a
puñados de tierra pudieran cubrir la Goleta y
el Fuerte.

''Perdiose primero la Goleta, tenida hasta
entonces por inexpugnable, y no se perdio por
culpa de sus defensores, los quales hizieron en
su defensa todo aquello que deuian y podian,
sino porque la experiencia mostro la facilidad
con que se podian leuantar trincheas en
aquella desierta arena, porque a dos palmos se
hallaua agua, y los turcos no la hallaron a dos
varas, y, assi, con muchos sacos de arena
leuantaron las trincheas tan altas, que sobrepujauan
las murallas de la fuerça, y tirandoles a
cauallero, ninguno podia parar ni assistir a la
defensa. Fue comun opinion que no se auian
de encerrar los nuestros en la Goleta, sino
esperar en campaña al desembarcadero, y los
que esto dizen hablan de lexos y con poca
experiencia de casos semejantes; porque si en la
Goleta y en el Fuerte apenas auia siete mil
soldados, ¿cómo podia tan poco numero, aunque
mas esforçados fuessen, salir a la campaña y
quedar en las fuerças contra tanto como era el
de los enemigos? Y ¿cómo es possible dexar de
perderse fuerça que no es socorrida, y mas
quando la cercan enemigos muchos y
porfiados y en su mesma tierra?

''Pero a muchos les parecio, y assi me parecio
a mi, que fue particular gracia y merced
que el cielo hizo a España en permitir que se
assolasse aquella oficina y capa de maldades,
y aquella gomia o esponxa y polilla de la
infinidad de dineros que alli sin prouecho se
gastauan, sin seruir de otra cosa que de conseruar
la memoria de auerla ganado la felicissima del
inuictissimo Carlos Quinto, como si fuera
menester para hazerla eterna, como lo es y sera,
que aquellas piedras la sustentaran. Perdiose
tambien el Fuerte, pero fueronle ganando los
turcos palmo a palmo, porque los soldados que
lo defendian pelearon tan valerosa y fuertemente,
que passaron de veynte y cinco mil enemigos
los que mataron en veynte y dos assaltos
generales que les dieron. Ninguno cautiuaron
sano de trecientos que quedaron viuos, señal
cierta y clara de su esfuerço y valor y de
lo bien que se auian defendido y guardado sus
plaças.

''Rindiose a partido vn pequeño fuerte o torre
que estaua en mitad del estaño, a cargo de
don Iuan Zanoguera, cauallero valenciano y
famoso soldado. Cautiuaron a don Pedro
Puertorcarrero, general de la Goleta, el qual hizo
quanto fue possible por defender su fuerça, y
sintio tanto el auerla perdido, que de pesar
murio en el camino de Constantinopla, donde
le lleuauan cautiuo. Cautiuaron ansimesmo
al general del Fuerte, que se llamaua Gabrio
Cerbellon, cauallero milanes, grande ingeniero
y valentissimo soldado. Murieron en estas
dos fuerças muchas personas de cuenta, de las
quales fue vna Pagan de Oria, cauallero del
habito de San Iuan, de condicion generoso,
como lo mostro la summa liberalidad que
vsó con su hermano, el famoso Iuan Andrea
de Oria, y lo que mas hizo lastimosa su muerte
fue auer muerto a manos de vnos alarabes de
quien se fió, viendo ya perdido el Fuerte, que
le ofrecieron de lleuarle en habito de moro
a Tabarca, que es vn portezuelo o casa que en
aquellas riberas tienen los ginoueses que se
exercitan en la pesqueria del coral, los quales
alarabes le cortaron la cabeça y se la truxeron
al general de la armada turquesca, el qual
cumplio con ellos nuestro refran castellano que
«aunque la traycion aplaze, el traydor se
aborrece», y, assi, se dize que mandó el general
ahorcar a los que le truxeron el presente,
porque no se le auian traydo viuo.

''Entre los christianos que en el Fuerte se
perdieron, fue vno llamado don Pedro de Aguilar,
natural no se de qué lugar del Andaluzia,
el qual auia sido alferez en el Fuerte, soldado
de mucha cuenta y de raro entendimiento;
especialmente tenia particular gracia en lo que
llaman poesia. Digolo porque su suerte le truxo
a mi galera y a mi banco y a ser esclauo de
mi mesmo patron, y antes que nos partiessemos
de aquel puerto hizo este cauallero dos
sonetos a manera de epitafios, el vno a la
Goleta y el otro al Fuerte. Y en verdad que
los tengo de dezir, porque los se de memoria,
y creo que antes causarán gusto que
pesadumbre.''

En el punto que el cautiuo nombró a don Pedro
de Aguilar, don Fernando miró a sus camaradas,
y todos tres se sonrieron, y quando llegó
a dezir de los sonetos, dixo el vno:

``Antes que vuestra merced passe adelante,
le suplico me diga qué se hizo esse don Pedro
de Aguilar que ha dicho.''

``Lo que se es'', respondio el cautiuo, ``que al
cabo de dos años que estuuo en Constantinopla,
se huyo en trage de arnaute con vn
griego espia, y no se si vino en libertad, puesto
que creo que si, porque de alli a vn año vi
yo al griego en Constantinopla, y no le pude
preguntar el sucesso de aquel viage.''

``Pues lo fue'', respondio el cauallero,
``porque esse don Pedro es mi hermano, y está
aora en nuestro lugar, bueno y rico, casado y
con tres hijos.''

``Gracias sean dadas a Dios'', dixo el cautiuo,
``por tantas mercedes como le hizo, porque
no ay en la tierra, conforme mi parecer,
contento que se yguale a alcançar la libertad
perdida.''

``Y mas'', replicó el cauallero, ``que yo se los
sonetos que mi hermano hizo.''

``Digalos, pues, vuestra merced'', dixo el
cautiuo; ``que los sabra dezir mejor que yo.''

``Que me plaze'', respondio el cauallero; y el
de la Goleta dezia assi:


## <f040>
# chapter  40 XL
# unit N chapternum
Capitulo XL
# unit T title
Donde se prosigue la historia del cautiuo.
# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Almas dichosas que del mortal velo ÷
libres y essentas, por el bien que obrastes, ÷
desde la baxa tierra os leuantastes, ÷
a lo mas alto y lo mejor del cielo.

Y, ardiendo en ira y en honroso zelo, ÷
de los cuerpos la fuerça exercitastes, ÷
que en propia y sangre agena colorastes ÷
el mar vezino y arenoso suelo;

primero que el valor, faltó la vida ÷
en los cansados braços que, muriendo, ÷
con ser vencidos, lleuan la vitoria.

Y esta vuestra mortal, triste cayda, ÷
entre el muro y el hierro, os va adquiriendo ÷
fama que el mundo os da, y el cielo gloria.

# unit P text
``Dessa mesma manera le se yo'', dixo el
cautiuo.

``Pues el del Fuerte, si mal no me acuerdo'',
dixo el cauallero, ``dize assi'':

# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
De entre esta tierra esteril, derribada ÷
destos terrones por el suelo echados, ÷
las almas santas de tres mil soldados ÷
subieron viuas a mejor morada,

siendo primero, en vano, exercitada ÷
la fuerça de sus braços esforçados, ÷
hasta que, al fin, de pocos y cansados, ÷
dieron la vida al filo de la espada.

Y este es el suelo que continuo ha sido ÷
de mil memorias lamentables lleno ÷
en los passados siglos y pressentes.

Mas no mas justas de su duro seno ÷
auran al claro cielo almas subido, ÷
ni aun el sostuuo cuerpos tan valientes.

# unit P text
No parecieron mal los sonetos, y el cautiuo
se alegró con las nueuas que de su camarada
le dieron, y, prosiguiendo su cuento, dixo:

``Rendidos, pues, la Goleta y el Fuerte, los
turcos dieron orden en desmantelar la Goleta,
porque el Fuerte quedó tal, que no huuo qué
poner por tierra, y para hazerlo con mas
breuedad y menos trabajo, la minaron por tres
partes, pero con ninguna se pudo bolar lo que
parecia menos fuerte, que eran las murallas
viejas; y todo aquello que auia quedado en
pie de la fortificacion nueua, que auia hecho
el Fratin, con mucha facilidad vino a tierra.
En resolucion, la armada boluio a Constantinopla
triunfante y vencedora, y de alli a pocos
meses murio mi amo, el Vchali, al qual llamauan
# unit K tukishphrase
Vchali Fartax,
# unit P text
que quiere dezir en lengua
turquesca el renegado tiñoso, porque lo era,
y es costumbre entre los turcos ponerse
nombres de alguna falta que tengan, o de alguna
virtud que en ellos aya. Y esto es porque no
ay entre ellos sino quatro apellidos de linages,
que decienden de la casa Otomana, y los
demas, como tengo dicho, toman nombre y apellido
ya de las tachas del cuerpo, y ya de las
virtudes del animo. Y este Tiñoso bogó el
remo, siendo esclauo del Gran Señor, catorze
años, y a mas de los treinta y quatro de su edad
renego, de despecho de que vn turco, estando
al remo, le dio vn bofeton, y por poderse
vengar dexó su fe, y fue tanto su valor, que, sin
subir por los torpes medios y caminos que los
mas priuados del Gran Turco suben, vino a ser
rey de Argel, y despues, a ser general de la
mar, que es el tercero cargo que ay en aquel
señorio. Era calabres de nacion, y moralmente
fue hombre de bien y trataua con mucha
humanidad a sus cautiuos, que llegó a tener
tres mil, los quales, despues de su muerte, se
repartieron, como el lo dexó en su testamento,
entre el Gran Señor, que tambien es hijo
heredero de quantos mueren y entra a la parte con
los mas hijos que dexa el difunto, y entre
sus renegados; y yo cupe a vn renegado veneciano
que, siendo grumete de vna naue, le cautiuó
el Vchali, y le quiso tanto, que fue vno de
los mas regalados garzones suyos, y el vino
a ser el mas cruel renegado que jamas se ha
visto. Llamauase Azan Aga, y llegó a ser
muy rico y a ser rey de Argel, con el qual yo
vine de Constantinopla algo contento por estar
tan cerca de España, no porque pensasse escriuir
a nadie el desdichado sucesso mio, sino por
ver si me era mas fauorable la suerte en Argel
que en Constantinopla, donde ya auia prouado
mil maneras de huyrme, y ninguna tuuo sazon
ni ventura; y pensaua en Argel buscar otros
medios de alcançar lo que tanto desseaua, porque
jamas me desamparó la esperança de tener
libertad, y quando en lo que fabricaua,
pensaua y ponia por obra no correspondia el
sucesso a la intencion, luego, sin abandonarme,
fingia y buscaua otra esperança que me
sustentasse, aunque fuesse debil y flaca.

''Con esto entretenia la vida, encerrado en
vna prision o casa que los turcos llaman baño,
donde encierran los cautiuos christianos, assi
los que son del rey como de algunos particulares,
y los que llaman del almazen, que es
como dezir cautiuos del Concejo, que siruen a
la ciudad en las obras publicas que haze y en
otros oficios, y estos tales cautiuos tienen muy
dificultosa su libertad; que, como son del
comun y no tienen amo particular, no ay con
quién tratar su rescate, aunque le tengan. En
estos baños, como tengo dicho, suelen lleuar a
sus cautiuos algunos particulares del pueblo,
principalmente quando son de rescate, porque
alli los tienen holgados y seguros hasta que
venga su rescate. Tambien los cautiuos del rey
que son de rescate no salen al trabajo con la
demas chusma, si no es quando se tarda su
rescate; que entonces, por hazerles que escriuan
por el con mas ahinco, les hazen trabajar y yr
por leña con los demas, que es vn no pequeño
trabajo.

''Yo, pues, era vno de los de rescate, que
como se supo que era capitan, puesto que dixe
mi poca possibilidad y falta de hazienda, no
aprouechó nada para que no me pusiessen en
el numero de los caualleros y gente de rescate.
Pusieronme vna cadena, mas por señal de
rescate que por guardarme con ella, y, assi,
passaua la vida en aquel baño, con otros muchos
caualleros y gente principal, señalados y
tenidos por de rescate. Y aunque la hambre y
desnudez pudiera fatigarnos a vezes, y aun casi
siempre, ninguna cosa nos fatigaua tanto como
oyr y ver a cada passo las jamas vistas ni
oydas crueldades que mi amo vsaua con los
christianos. Cada dia ahorcaua el suyo,
empalaua a este, desorejaua a aquel; y esto por
tan poca ocasion, y tan sin ella, que los turcos
conocian que lo hazia no mas de por hazerlo, y
por ser natural condicion suya ser omicida de
todo el genero humano. Solo libró bien con el
vn soldado español llamado tal de Saauedra,
el qual, con auer hecho cosas que quedarán
en la memoria de aquellas gentes por muchos
años, y todas por alcançar libertad, jamas le dio
palo, ni se lo mandó dar, ni le dixo mala
palabra, y por la menor cosa de muchas que hizo
temiamos todos que auia de ser empalado; y
assi lo temio el mas de vna vez, y si no fuera
porque el tiempo no da lugar, yo dixera aora
algo de lo que este soldado hizo, que fuera
parte para entreteneros y admiraros harto mejor
que con el cuento de mi historia.

''Digo, pues, que encima del patio de nuestra
prision cahian las ventanas de la casa de
vn moro rico y principal, las quales, como de
ordinario son las de los moros, mas eran
agujeros que ventanas, y aun estas se cubrian con
celosias muy espessas y apretadas. Acaecio,
pues, que vn dia, estando en vn terrado de
nuestra prision con otros tres compañeros,
haziendo prueuas de saltar con las cadenas, por
entretener el tiempo, estando solos, porque
todos los demas christianos auian salido a
trabajar, alçé acaso los ojos, y vi que por
aquellas cerradas ventanillas que he dicho parecia
vna caña, y al remate della puesto vn lienço
atado, y la caña se estaua blandeando y
mouiendose, casi como si hiziera señas que
llegassemos a tomarla. Miramos en ello, y vno
de los que conmigo estauan fue a ponerse debaxo
de la caña, por ver si la soltauan, o lo que
hazian; pero assi como llegó, alçaron la caña y
la mouieron a los dos lados, como si dixeran
no con la cabeça. Boluiose el christiano, y
tornaronla a baxar y hazer los mesmos
mouimientos que primero. Fue otro de mis
compañeros, y sucediole lo mesmo que al primero.
Finalmente, fue el tercero, y auinole lo que al
primero y al segundo.

''Viendo yo esto, no quise dexar de prouar
mi suerte, y assi como llegué a ponerme debaxo
de la caña, la dexaron caer, y dio a mis
pies dentro del baño; acudi luego a desatar el
lienço, en el qual vi vn nudo, y dentro del
venian diez zianiys, que son vnas monedas
de oro baxo que vsan los moros, que cada vna
vale diez reales de los nuestros. Si me holgue
con el hallazgo, no ay para qué dezirlo, pues
fue tanto el contento como la admiracion de
pensar de donde podia venirnos aquel bien,
especialmente a mi, pues las muestras de no
auer querido soltar la caña sino a mi claro
dezian que a mi se hazia la merced. Tomé mi
buen dinero, quebre la caña, boluime al
terradillo, miré la ventana y vi que por ella salia
vna muy blanca mano, que la abrian y cerrauan
muy apriessa. Con esto entendimos o imaginamos
que alguna muger que en aquella casa
viuia nos deuia de auer hecho aquel beneficio,
y en señal de que lo agradeciamos hezimos
zalemas a vso de moros, inclinando la cabeça,
doblando el cuerpo y poniendo los braços
sobre el pecho. De alli a poco, sacaron por la
mesma ventana vna pequeña cruz hecha de
cañas, y luego la boluieron a entrar. Esta
señal nos confirmó en que alguna christiana
deuia de estar cautiua en aquella casa, y era
la que el bien nos hazia; pero la blancura de
la mano y las axorcas que en ella vimos nos
deshizo este pensamiento, puesto que imaginamos
que deuia de ser christiana renegada, a
quien de ordinario suelen tomar por legitimas
mugeres sus mesmos amos, y aun lo tienen
a ventura, porque las estiman en mas que las
de su nacion.

''En todos nuestros discursos dimos muy lexos
de la verdad del caso, y, assi, todo nuestro
entretenimiento desde alli adelante era mirar y
tener por norte a la ventana donde nos auia
aparecido la estrella de la caña; pero bien se
passaron quinze dias en que no la vimos, ni la
mano tampoco, ni otra señal alguna. Y aunque
en este tiempo procuramos con toda solicitud
saber quién en aquella casa viuia, y si auia en
ella alguna christiana renegada, jamas huuo
quien nos dixesse otra cosa, sino que alli viuia
vn moro principal y rico, llamado Agimorato,
alcayde que auia sido de la Pata, que es
oficio entre ellos de mucha calidad. Mas quando
mas descuydados estauamos de que por alli
auian de llouer mas zianiys, vimos a deshora
parecer la caña y otro lienço en ella con otro
nudo mas crecido, y esto fue a tiempo que
estaua el baño como la vez passada, solo y
sin gente. Hezimos la acostumbrada prueua,
yendo cada vno primero que yo, de los mismos
tres que estauamos, pero a ninguno se rindio
la caña sino a mi, porque en llegando yo, la
dexaron caer. Desaté el nudo y hallé quarenta
escudos de oro españoles, y vn papel escrito
en arauigo, y al cabo de lo escrito, hecha
vna grande cruz. Besé la cruz, tomé los
escudos, boluime al terrado, hezimos todos
nuestras zalemas, tornó a parecer la mano, hize
señas que leeria el papel, cerraron la ventana.
Quedamos todos confusos y alegres con lo
sucedido, y como ninguno de nosotros no
entendia el arauigo, era grande el desseo que
teniamos de entender lo que el papel contenia,
y mayor la dificultad de buscar quien lo
leyesse.

''En fin, yo me determiné de fiarme de vn
renegado, natural de Murcia, que se auia dado
por grande amigo mio, y puesto prendas entre
los dos que le obligauan a guardar el secreto
que le encargasse, porque suelen algunos
renegados, quando tienen intencion de boluerse a
tierra de christianos, traer consigo algunas
firmas de cautiuos principales, en que dan fe, en
la forma que pueden, como el tal renegado es
hombre de bien y que siempre ha hecho bien a
christianos, y que lleua desseo de huyrse en la
primera ocasion que se le ofrezca. Algunos ay
que procuran estas fees con buena intencion;
otros se siruen dellas acaso y de industria; que
viniendo a robar a tierra de christianos, si a
dicha se pierden o los cautiuan, sacan sus firmas
y dizen que por aquellos papeles se vera el
proposito con que venian, el qual era de quedarse
en tierra de christianos, y que por esso venian
en corso con los demas turcos. Con esto se
escapan de aquel primer impetu, y se reconcilian
con la Yglesia, sin que se les haga daño, y
quando veen la suya, se bueluen a Berberia a
ser lo que antes eran. Otros ay que vsan destos
papeles, y los procuran con buen intento, y se
quedan en tierra de christianos.

''Pues vno de los renegados que he dicho
era este mi amigo, el qual tenia firmas de
todas nuestras camaradas, donde le acreditauamos
quanto era possible, y si los moros le
hallaran estos papeles, le quemaran viuo. Supe
que sabia muy bien arauigo, y no solamente
hablarlo, sino escriuirlo. Pero antes que del
todo me declarasse con el, le dixe que me
leyesse aquel papel, que acaso me auia hallado
en vn agujero de mi rancho. Abriole y estuuo
vn buen espacio mirandole y construyendole,
murmurando entre los dientes. Preguntele si lo
entendia. Dixome que muy bien, y que si queria
que me lo declarasse palabra por palabra, que
le diesse tinta y pluma, porque mejor lo
hiziesse. Dimosle luego lo que pedia, y el, poco a
poco, lo fue traduziendo; y, en acabando, dixo:
«Todo lo que va aqui en romance, sin faltar
letra, es lo que contiene este papel morisco, y
hase de aduertir que adonde dize Lela Marien,
quiere dezir Nuestra Señora la Virgen Maria.»

''Leymos el papel, y dezia assi:

«Quando yo era niña tenia mi padre vna
esclaua, la qual en mi lengua me mostro la zala
christianesca y me dixo muchas cosas de Lela
Marien. La christiana murio, y yo se que no
fue al fuego, sino con Ala, porque despues la
vi dos vezes, y me dixo que me fuesse a tierra
de christianos a ver a Lela Marien, que me
queria mucho. No se yo cómo vaya; muchos
christianos he visto por esta ventana, y
ninguno me ha parecido cauallero, sino tu. Yo
soy muy hermosa y muchacha, y tengo muchos
dineros que lleuar conmigo. Mira tu si
puedes hazer como nos vamos, y seras alla
mi marido, si quisieres; y si no quisieres, no
se me dara nada, que Lela Marien me dara
con quien me case. Yo escriui esto; mira a
quién lo das a leer; no te fies de ningun moro,
porque son todos marfuzes. Desto tengo
mucha pena, que quisiera que no te descubrieras
a nadie, porque si mi padre lo sabe,
me echará luego en vn pozo y me cubrira de
piedras. En la caña pondre vn hilo, ata alli la
respuesta; y si no tienes quien te escriua
arauigo, dimelo por señas; que Lela Marien
hara que te entienda. Ella y Ala te
guarden, y essa cruz que yo beso muchas
vezes; que assi me lo mandó la cautiua.»

''Mirad, señores, si era razon que las razones
deste papel nos admirassen y alegrassen, y,
assi, lo vno y lo otro fue de manera que el
renegado entendio que no acaso se auia hallado
aquel papel, sino que realmente a alguno de
nosotros se auia escrito; y, assi, nos rogo que
si era verdad lo que sospechaua, que nos fiassemos
del y se lo dixessemos, que el auenturaria
su vida por nuestra libertad; y, diziendo
esto, sacó del pecho vn cruzifixo de metal, y
con muchas lagrimas juró por el Dios que
aquella imagen representaua, en quien el, aunque
pecador y malo, bien y fielmente creia, de
guardarnos lealtad y secreto en todo quanto
quisiessemos descubrirle, porque le parecia, y
casi adeuinaua, que por medio de aquella que
aquel papel auia escrito, auia el y todos
nosotros de tener libertad y verse el en lo que
tanto desseaua, que era reduzirse al gremio
de la Santa Iglesia su madre, de quien como
miembro podrido estaua diuidido y apartado,
por su ignorancia y pecado.

''Con tantas lagrimas y con muestras de tanto
arrepentimiento dixo esto el renegado, que
todos de vn mesmo parecer consentimos y
venimos en declararle la verdad del caso, y,
assi, le dimos cuenta de todo, sin encubrirle
nada. Mostramosle la ventanilla por donde
parecia la caña, y el marcó desde alli la casa y
quedó de tener especial y gran cuydado de
informarse quién en ella venia. Acordamos
ansimesmo que seria bien responder al
villete de la mora, y como teniamos quien lo
supiesse hazer, luego al momento el renegado
escriuio las razones que yo le fuy notando,
que puntualmente fueron las que dire, porque
de todos los puntos sustanciales que en este
sucesso me acontecieron, ninguno se me ha
ydo de la memoria, ni aun se me yra en tanto
que tuuiere vida. En efeto, lo que a la mora
se le respondio, fue esto:

«El verdadero Ala te guarde, señora mia, y
aquella bendita Marien, que es la verdadera
madre de Dios, y es la que te ha puesto en
coraçon que te vayas a tierra de christianos,
porque te quiere bien. Ruegale tu que se sirua
de darte a entender cómo podras poner por
obra lo que te manda; que ella es tan buena,
que si hara. De mi parte, y de la de todos estos
christianos que estan conmigo, te ofrezco de
hazer por ti todo lo que pudieremos, hasta
morir. No dexes de escriuirme y auisarme lo que
pensares hazer, que yo te respondere siempre;
que el grande Ala nos ha dado vn christiano
cautiuo que sabe hablar y escriuir tu lengua
tan bien como lo veras por este papel. Assi
que, sin tener miedo, nos puedes auisar de
todo lo que quisieres. A lo que dizes que si
fueres a tierra de christianos que has de ser mi
muger, yo te lo prometo como buen christiano,
y sabe que los christianos cumplen lo que
prometen mejor que los moros. Ala y Marien su
madre sean en tu guarda, señora mia.»

''Escrito y cerrado este papel, aguardé dos
dias a que estuuiesse el baño solo, como solia, y
luego sali al passo acostumbrado del terradillo,
por ver si la caña parecia, que no tardó mucho
en assomar. Assi como la vi, aunque no podia
ver quien la ponia, mostre el papel como dando
a entender que pusiessen el hilo; pero ya
venia puesto en la caña, al qual até el papel, y
de alli a poco tornó a parecer nuestra estrella
con la blanca vandera de paz del atadillo;
dexaronla caer, y alcé yo, y hallé en el paño,
en toda suerte de moneda de plata y de oro,
mas de cinquenta escudos, los quales cinquenta
vezes mas doblaron nuestro contento y
confirmaron la esperança de tener libertad.

''Aquella misma noche boluio nuestro
renegado, y nos dixo que auia sabido que en
aquella casa viuia el mesmo moro que
a nosotros nos auian dicho que se llamaua
Aguimorato, riquissimo por todo estremo,
el qual tenia vna sola hija, heredera de toda
su hazienda; y que era comun opinion en toda
la ciudad ser la mas hermosa muger de la
Berberia, y que muchos de los vireyes que
alli venian la auian pedido por muger, y que
ella nunca se auia querido casar; y que
tambien supo que tuuo vna christiana cautiua,
que ya se auia muerto. Todo lo qual concertaua
con lo que venia en el papel. Entramos
luego en consejo con el renegado en qué
orden se tendria para sacar a la mora y venirnos
todos a tierra de christianos; y, en fin,
se acordo por entonces que esperassemos al
auiso segundo de Zorayda, que assi se llamaua
la que aora quiere llamarse Maria. Porque
bien vimos que ella, y no otra alguna, era la
que auia de dar medio a todas aquellas
dificultades. Despues que quedamos en esto,
dixo el renegado que no tuuiessemos pena;
que el perderia la vida, o nos pondria en
libertad.

''Quatro dias estuuo el baño con gente,
que fue ocasion que quatro dias tardasse en
parecer la caña; al cabo de los quales, en la
acostumbrada soledad del baño parecio con el
lienço tan preñado, que vn felicissimo parto
prometia; inclinose a mi la caña y el lienço,
hallé en el otro papel y cien escudos de oro,
sin otra moneda alguna; estaua alli el renegado,
dimosle a leer el papel dentro de nuestro
rancho, el qual dixo que assi dezia:

«Yo no se, mi señor, cómo dar orden que
nos vamos a España, ni Lela Marien me lo ha
dicho, aunque yo se lo he preguntado; lo que
se podra hazer es que yo os dare por esta
ventana muchissimos dineros de oro: rescataos
vos con ellos, y vuestros amigos, y vaya vno
en tierra de christianos, y compre alla vna
barca, y buelua por los demas, y a mi me
hallarán en el jardin de mi padre, que está
a la puerta de Babazon, junto a la marina,
donde tengo de estar todo este verano con mi
padre y con mis criados; de alli de noche me
podreys sacar sin miedo y lleuarme a la barca;
y mira que has de ser mi marido, porque si
no, yo pedire a Marien que te castigue. Si no
te fias de nadie que vaya por la barca, rescatate
tu y ve; que yo se que bolueras mejor que
otro, pues eres cauallero y christiano. Procura
saber el jardin, y quando te passees por ay
sabre que está solo el baño y te dare mucho
dinero. Ala te guarde, señor mio.»

''Esto dezia y contenia el segundo papel, lo
qual visto por todos, cada vno se ofrecio a
querer ser el rescatado, y prometio de yr y boluer
con toda puntualidad, y tambien yo me ofreci
a lo mismo; a todo lo qual se opuso el renegado,
diziendo que en ninguna manera consentiria
que ninguno saliesse de libertad hasta que
fuessen todos juntos, porque la experiencia le
auia mostrado quán mal cumplian los libres las
palabras que dauan en el cautiuerio; porque
muchas vezes auian vsado de aquel remedio
algunos principales cautiuos, rescatando a vno
que fuesse a Valencia o Mallorca con dineros
para poder armar vna barca y boluer por los
que le auian rescatado, y nunca auian buelto.
Porque, dezia, la libertad alcançada y el
temor de no boluer a perderla les borraua de la
memoria todas las obligaciones del mundo. Y,
en confirmacion de la verdad que nos dezia, nos
conto breuemente vn caso que casi en aquella
mesma sazon auia acaecido a vnos caualleros
christianos, el mas estraño que jamas sucedio
en aquellas partes, donde a cada passo
suceden cosas de grande espanto y de
admiracion.

''En efecto, el vino a dezir que lo que se
podia y deuia hazer era que el dinero que se
auia de dar para rescatar al christiano, que
se le diesse a el, para comprar alli, en Argel,
vna barca, con achaque de hazerse mercader y
tratante en Tetuan y en aquella costa, y que
siendo el señor de la barca, facilmente se daria
traça para sacarlos del baño y embarcarlos a
todos. Quanto mas que si la mora, como ella
dezia, daua dineros para rescatarlos a todos,
que estando libres, era facilissima cosa aun
embarcarse en la mitad del dia, y que la dificultad
que se ofrecia mayor era que los moros no
consienten que renegado alguno compre ni tenga
barca, si no es baxel grande para yr en corso,
porque se temen que el que compra barca,
principalmente si es español, no la quiere sino
para yrse a tierra de christianos; pero que el
facilitaria este inconueniente con hazer que vn
moro tagarino fuesse a la parte con el en
la compañia de la barca y en la ganancia de
las mercancias, y con esta sombra el vendria a
ser señor de la barca, con que daua por acabado
todo lo demas.

''Y puesto que a mi y a mis camaradas nos
auia parecido mejor lo de embiar por la barca
a Mallorca, como la mora dezia, no osamos
contradezirle, temerosos que si no haziamos lo
que el dezia, nos auia de descubrir y poner a
peligro de perder las vidas, si descubriesse el
trato de Zorayda, por cuya vida dieramos todos
las nuestras, y, assi, determinamos de ponernos
en las manos de Dios y en las del renegado, y
en aquel mismo punto se le respondio a
Zorayda diziendole que hariamos todo quanto
nos aconsejaua, porque lo auia aduertido
tambien como si Lela Marien se lo huuiera
dicho, y que en ella sola estaua dilatar aquel
negocio o ponello luego por obra. Ofrecimele de
nueuo de ser su esposo, y con esto, otro dia
que acaecio a estar solo el baño, en diuersas
vezes, con la caña y el paño, nos dio dos mil
escudos de oro, y vn papel donde dezia que
el primer
# unit K turkishphrase
juma,
# unit P text
que es el viernes, se yua al
jardin de su padre, y que antes que se fuesse
nos daria mas dinero, y que si aquello no
bastasse, que se lo auisassemos, que nos daria
quanto le pidiessemos: que su padre tenia
tantos, que no lo echaria menos, quanto mas que
ella tenia las llaues de todo.

''Dimos luego quinientos escudos al renegado
para comprar la barca; con ochocientos me
rescaté yo, dando el dinero a vn mercader
valenciano que a la sazon se hallaua en Argel, el
qual me rescató del rey, tomandome sobre su
palabra, dandola de que con el primer baxel que
viniesse de Valencia pagaria mi rescate; porque
si luego diera el dinero, fuera dar sospechas al
rey que auia muchos dias que mi rescate estaua
en Argel, y que el mercader, por sus grangerias,
lo auia callado. Finalmente, mi amo era tan
cauiloso, que en ninguna manera me atreui a que
luego se desembolsasse el dinero. El jueues
antes del viernes que la hermosa Zorayda se
auia de yr al jardin nos dio otros mil escudos y
nos auisó de su partida, rogandome que si me
rescatasse, supiesse luego el jardin de su padre,
y que en todo caso buscasse ocasion de yr alla
y verla. Respondile en breues palabras que assi
lo haria, y que tuuiesse cuydado de
encomendarnos a Lela Marien con todas aquellas
oraciones que la cautiua le auia enseñado.

''Hecho esto, dieron orden en que los tres
compañeros nuestros se rescatassen, por facilitar
la salida del baño, y porque viendome a mi
rescatado, y a ellos no, pues auia dinero, no se
alborotassen y les persuadiesse el diablo que
hiziessen alguna cosa en perjuyzio de Zorayda;
que puesto que el ser ellos quien eran me
podia assegurar deste temor, con todo esso, no
quise poner el negocio en auentura, y, assi, los
hize rescatar por la misma orden que yo me
rescaté, entregando todo el dinero al mercader
para que con certeza y seguridad pudiesse
hazer la fiança, al qual nunca descubrimos
nuestro trato y secreto por el peligro que auia.''


## <f041>
# chapter  41 XLI
# unit N chapternum
Capitulo XLI
# unit T title
Donde todauia prosigue el cautiuo su sucesso.
# unit P text
``No se passaron quinze dias, quando ya
nuestro renegado tenia comprada vna muy
buena barca, capaz de mas de treynta personas;
y para assegurar su hecho y dalle color,
quiso hazer, como hizo, vn viaje a vn lugar que
se llamaua Sargel, que está treynta leguas
de Argel, hazia la parte de Oran, en el qual
ay mucha contratacion de higos passos. Dos
o tres vezes hizo este viaje en compañia del
tagarino que auia dicho. Tagarinos llaman
en Berueria a los moros de Aragon, y a los
de Granada mudejares, y en el reyno de Fez
llaman a los mudejares elches, los quales
son la gente de quien aquel rey mas se sirue
en la guerra.

''Digo, pues, que cada vez que passaua con
su barca daua fondo en vna caleta que estaua
no dos tiros de ballesta del jardin donde Zorayda
esperaua, y alli, muy de proposito, se ponia
el renegado con los morillos que bogauan
el remo, o ya a hazer la çala, o a como por
ensayarse de burlas a lo que pensaua hazer
de veras; y, assi, se yua al jardin de Zorayda y
le pedia fruta; y su padre se la daua sin
conocelle, y aunque el quisiera hablar a Zorayda,
como el despues me dixo, y dezille que el era
el que por orden mia le auia de lleuar a tierra
de christianos, que estuuiesse contenta y segura,
nunca le fue possible, porque las moras no
se dexan ver de ningun moro ni turco, si no
es que su marido o su padre se lo manden. De
christianos cautiuos se dexan tratar y comunicar,
aun mas de aquello que seria razonable,
y a mi me huuiera pesado que el la huuiera
hablado: que quiça la alborotara, viendo que
su negocio andaua en boca de renegados.

''Pero Dios, que lo ordenaua de otra manera,
no dio lugar al buen desseo que nuestro
renegado tenia; el qual, viendo quán seguramente
yua y venia a Sargel, y que daua fondo
quando y como y adonde queria, y que el
tagarino, su compañero, no tenia mas voluntad
de lo que la suya ordenaua, y que yo estaua ya
rescatado, y que solo faltaua buscar algunos
christianos que bogassen el remo, me dixo que
mirasse yo quáles queria traer conmigo, fuera
de los rescatados, y que los tuuiesse hablados
para el primer viernes, donde tenia determinado
que fuesse nuestra partida. Viendo esto, hablé
a doze españoles, todos valientes hombres
del remo, y de aquellos que mas libremente
podian salir de la ciudad, y no fue poco hallar
tantos en aquella coyuntura, porque estauan
veynte baxeles en corso y se auian lleuado
toda la gente de remo; y estos no se hallaran,
si no fuera que su amo se quedó aquel verano
sin yr en corso, a acabar vna galeota que tenia
en astillero. A los quales no les dixe otra
cosa sino que el primer viernes, en la tarde, se
saliessen vno a vno, dissimuladamente, y se
fuessen la buelta del jardin de Aguimorato, y
que alli me aguardassen hasta que yo fuesse.
A cada vno di este auiso de por si, con orden
que, aunque alli viessen a otros christianos,
no les dixessen sino que yo les auia mandado
esperar en aquel lugar.

''Hecha esta diligencia, me faltaua hazer
otra, que era la que mas me conuenia: y era la
de auisar a Zorayda en el punto que estauan
los negocios para que estuuiesse apercebida y
sobre auiso, que no se sobresaltasse, si de
improuiso la assaltassemos antes del tiempo que
ella podia imaginar que la barca de christianos
podia boluer. Y, assi, determiné de yr al
jardin y ver si podria hablarla, y, con
ocasion de coger algunas yeruas, vn dia antes de
mi partida, fuy alla, y la primera persona con
quien encontre fue con su padre, el qual me
dixo en lengua que en toda la Berueria y aun
en Costantinopla se halla entre cautiuos y
moros, que ni es morisca, ni castellana, ni de
otra nacion alguna, sino vna mezcla de todas
las lenguas, con la qual todos nos entendemos,
digo, pues, que en esta manera de lenguaje
me preguntó que qué buscaua en aquel su jardin
y de quién era. Respondile que era esclauo
de Arnaute Mami -- y esto porque sabia
yo por muy cierto que era vn grandissimo
amigo suyo --, y que buscaua de todas yeruas
para hazer ensalada. Preguntome, por el
consiguiente, si era hombre de rescate o no, y que
quánto pedia mi amo por mi.

''Estando en todas estas preguntas y respuestas,
salio de la casa del jardin la bella Zorayda,
la qual ya auia mucho que me auia visto, y
como las moras en ninguna manera hazen melindre
de mostrarse a los christianos, ni tampoco
se esquiuan, como ya he dicho, no se le
dio nada de venir adonde su padre conmigo
estaua; antes, luego quando su padre vio que
venia y de espacio, la llamó y mandó que
llegasse. Demasiada cosa seria dezir yo agora
la mucha hermosura, la gentileza, el gallardo y
rico adorno con que mi querida Zorayda se
mostro a mis ojos; solo dire que mas perlas
pendian de su hermosissimo cuello, orejas y
cabellos, que cabellos tenia en la cabeça. En las
gargantas de los sus pies, que descubiertas a su
vsança trahia, trahia dos carcaxes -- que assi
se llamauan las manillas o axorcas de los
pies en morisco -- de purissimo oro, con tantos
diamantes engastados, que ella me dixo
despues que su padre los estimaua en diez mil
doblas, y las que trahia en las muñecas de las
manos valian otro tanto. Las perlas eran en
gran cantidad y muy buenas, porque la mayor
gala y bizarria de las moras es adornarse de
ricas perlas y aljofar, y, assi, ay mas perlas y
aljofar entre moros que entre todas las demas
naciones, y el padre de Zorayda tenia fama de
tener muchas y de las mejores que en Argel
auia, y de tener assimismo mas de dozientos
mil escudos españoles, de todo lo qual era
señora esta que aora lo es mia.

''Si con todo este adorno podia venir entonces
hermosa, o no, por las reliquias que le han
quedado en tantos trabajos se podra conjeturar
quál deuia de ser en las prosperidades. Porque
ya se sabe que la hermosura de algunas mugeres
tiene dias y sazones, y requiere accidentes
para diminuyrse o acrecentarse, y es
natural cosa que las passiones del animo la
leuanten o abaxen, puesto que las mas vezes
la destruyen; digo, en fin, que entonces llegó
en todo estremo adereçada y en todo estremo
hermosa, o, a lo menos, a mi me parecio serlo
la mas que hasta entonces auia visto, y con
esto, viendo las obligaciones en que me auia
puesto, me parecia que tenia delante de mi
vna deidad del cielo, venida a la tierra para mi
gusto y para mi remedio.

''Assi como ella llegó, le dixo su padre en su
lengua como yo era cautiuo de su amigo Arnaute
Mami, y que venia a buscar ensalada. Ella
tomó la mano, y, en aquella mezcla de lenguas
que tengo dicho, me preguntó si era cauallero
y qué era la causa que no me rescataua. Yo le
respondi que ya estaua rescatado, y que en
el precio podia echar de ver en lo que mi amo
me estimaua, pues auia dado por mi mil y
quinientos çoltanis. A lo qual ella respondio:
«En verdad que si tu fueras de mi padre,
que yo hiziera que no te diera el por otros dos
tantos; porque vosotros, christianos, siempre
mentis en quanto dezis, y os hazeis pobres
por engañar a los moros.» «Bien podria ser
esso, señora», le respondi; «mas en verdad
que yo la he tratado con mi amo, y la trato y
la trataré con quantas personas ay en el
mundo.» «Y ¿quándo te vas?», dixo Zorayda.
«Mañana creo yo», dixe, «porque está aqui vn
baxel de Francia que se haze mañana a la
vela, y pienso yrme en el.» «¿No es mejor»,
replicó Zorayda, «esperar a que vengan baxeles
de España y yrte con ellos, que no con los
de Francia, que no son vuestros amigos?»
«No», respondi yo; «aunque si como ay nueuas
que viene ya vn baxel de España es verdad,
todauia yo le aguardaré, puesto que es mas
cierto el partirme mañana, porque el desseo
que tengo de verme en mi tierra y con las
personas que bien quiero es tanto, que no me
dexará esperar otra comodidad si se tarda,
por mejor que sea.» «Deues de ser, sin duda,
casado en tu tierra», dixo Zorayda, «y por esso
desseas yr a verte con tu muger.» «No soy»,
respondi yo, «casado, mas tengo dada la
palabra de casarme en llegando alla.» «Y ¿es
hermosa la dama a quien se la diste?», dixo
Zorayda. «Tan hermosa es», respondi yo, «que
para encarecella y dezirte la verdad, te
parece a ti mucho.»

''Desto se riyo muy de veras su padre, y dixo:
«Guala, christiano, que deue de ser muy
hermosa si se parece a mi hija, que es la mas
hermosa de todo este reyno. Si no, mirala bien
y veras como te digo verdad.» Seruianos de
interprete a la mas de estas palabras y razones
el padre de Zorayda, como mas ladino, que
aunque ella hablaua la bastarda lengua que,
como he dicho, alli se vsa, mas declaraua su
intencion por señas que por palabras.

''Estando en estas y otras muchas razones
llegó vn moro corriendo y dixo a grandes bozes
que por las bardas o paredes del jardin auian
saltado quatro turcos y andauan cogiendo la
fruta, aunque no estaua madura. Sobresaltose
el viejo, y lo mesmo hizo Zorayda; porque
es comun y casi natural el miedo que los moros
a los turcos tienen, especialmente a los soldados,
los quales son tan insolentes y tienen tanto
imperio sobre los moros que a ellos estan
sugetos, que los tratan peor que si fuessen
esclauos suyos. Digo, pues, que dixo su padre a
Zorayda: «Hija, retirate a la casa y encierrate en
tanto que yo voy a hablar a estos canes, y tu,
christiano, busca tus yeruas y vete en buen
hora, y lleuete Ala con bien a tu tierra.» Yo me
incliné y el se fue a buscar los turcos,
dexandome solo con Zorayda, que començo a dar
muestras de yrse donde su padre la auia mandado.
Pero apenas el se encubrio con los arboles del
jardin, quando ella, boluiendose a mi, llenos
los ojos de lagrimas, me dixo:
# unit K turkishphrase
«¿Amexi, christiano, amexi?».
# unit P text
Que quiere dezir: ¿Vaste,
christiano, vaste? Yo la respondi: «Señora, si, pero
no en ninguna manera sin ti; el primero
# unit K turkishphrase
juma
# unit P text
me aguarda, y no te sobresaltes quando nos
veas; que sin duda alguna yremos a tierra de
christianos.»

''Yo le dixe esto de manera que ella me
entendio muy bien a todas las razones que
entrambos passamos, y, echandome vn braço al
cuello, con desmayados passos començo a caminar
hazia la casa, y quiso la suerte, que pudiera
ser muy mala, si el cielo no lo ordenara
de otra manera, que yendo los dos de la
manera y postura que os he contado, con vn
braço al cuello, su padre, que ya boluia de
hazer yr a los turcos, nos vio de la suerte y
manera que yuamos, y nosotros vimos que el
nos auia visto; pero Zorayda, aduertida y
discreta, no quiso quitar el braço de mi cuello,
antes se llegó mas a mi y puso su cabeça
sobre mi pecho, doblando vn poco las rodillas,
dando claras señales y muestras que se
desmayaua, y yo ansimismo di a entender que la
sostenia contra mi voluntad. Su padre llegó
corriendo adonde estauamos, y, viendo a su
hija de aquella manera, le preguntó que qué
tenia; pero como ella no le respondiesse, dixo
su padre: «Sin duda alguna que con el
sobresalto de la entrada de estos canes se ha
desmayado»; y, quitandola del mio, la arrimó a
su pecho, y ella, dando vn suspiro y aun no
enxutos los ojos de lagrimas, boluio a dezir:
# unit K turkishphrase
«¡Amexi, christiano, amexi!»
# unit P text
(¡Vete, christiano, vete!) A lo que su padre respondio: «No importa,
hija, que el christiano se vaya, que ningun
mal te ha hecho, y los turcos ya son ydos;
no te sobresalte cosa alguna, pues ninguna
ay que pueda darte pesadumbre, pues, como
ya te he dicho, los turcos, a mi ruego, se
boluieron por donde entraron.» «Ellos, señor, la
sobresaltaron, como has dicho», dixe yo a su
padre; «mas pues ella dize que yo me vaya, no
la quiero dar pesadumbre; quedate en paz, y
con tu licencia boluere, si fuere menester,
por yeruas a este jardin; que, segun dize mi
amo, en ninguno las ay mejores para ensalada
que en el.» «Todas las que quisieres podras
boluer», respondio Aguimorato; «que mi hija
no dize esto porque tu ni ninguno de los
christianos la enojauan, sino que por dezir
que los turcos se fuessen, dixo que tu te
fuesses, o porque ya era hora que buscasses
tus yeruas.»

''Con esto me despedi al punto de entrambos,
y ella, arrancandosele el alma, al parecer,
se fue con su padre. Y yo, con achaque
de buscar las yeruas, rodeé muy bien y a mi
plazer todo el jardin. Miré bien las entradas y
salidas, y la fortaleza de la casa, y la
comodidad que se podia ofrecer para facilitar todo
nuestro negocio. Hecho esto, me vine y di
quenta de quanto auia passado al renegado y
a mis compañeros. Y ya no veia la hora de
verme gozar sin sobresalto del bien que en la
hermosa y bella Zorayda la suerte me ofrecia.

''En fin, el tiempo se passó y se llegó el dia
y plazo de nosotros tan desseado, y, siguiendo
todos el orden y parecer que con discreta
consideracion y largo discurso muchas vezes
auiamos dado, tuuimos el buen sucesso que
desseauamos. Porque el viernes que se siguio al
dia que yo con Zorayda hablé en el jardin,
nuestro renegado, al anochecer, dio fondo
con la barca casi frontero de donde la
hermosissima Zorayda estaua. Ya los christianos
que auian de bogar el remo estauan
preuenidos y escondidos por diuersas partes de
todos aquellos alrrededores. Todos estauan
suspensos y alboroçados aguardandome,
desseosos ya de enuestir con el baxel que a los
ojos tenian; porque ellos no sabian el
concierto del renegado, sino que pensauan que a
fuerça de braços auian de auer y ganar la
libertad, quitando la vida a los moros que
dentro de la barca estauan.

''Sucedio, pues, que assi como yo me mostre
y mis compañeros, todos los demas escondidos
que nos vieron se vinieron llegando a nosotros.
Esto era ya a tiempo que la ciudad estaua ya
cerrada, y por toda aquella campaña ninguna
persona parecia. Como estuuimos juntos,
dudamos si seria mejor yr primero por Zorayda,
o rendir primero a los moros vagarinos, que
bogauan el remo en la barca. Y, estando en
esta duda, llegó a nosotros nuestro renegado,
diziendonos que en qué nos deteniamos, que
ya era hora, y que todos sus moros estauan
descuydados, y los mas de ellos durmiendo.
Diximosle en lo que reparauamos, y el dixo
que lo que mas importaua era rendir primero
el baxel, que se podia hazer con grandissima
facilidad y sin peligro alguno, y que luego
podiamos yr por Zorayda. Parecionos bien a
todos lo que dezia, y, assi, sin detenernos mas,
haziendo el la guia, llegamos al baxel, y
saltando el dentro primero, metio mano a vn
alfanje y dixo en morisco: «¡Ninguno de vosotros
se mueua de aqui, si no quiere que le cueste la
vida!» Ya a este tiempo, auian entrado dentro
casi todos los christianos. Los moros, que eran
de poco animo, viendo hablar de aquella manera
a su arraez, quedaronse espantados, y sin
ninguno de todos ellos echar mano a las armas,
que pocas o casi ningunas tenian, se dexaron,
sin hablar alguna palabra, maniatar de
los christianos, los quales con mucha presteza
lo hizieron, amenazando a los moros que si
alçauan por alguna via o manera la voz, que
luego al punto los passarian todos a cuchillo.

''Hecho ya esto, quedandose en guardia
dellos la mitad de los nuestros, los que
quedauamos, haziendonos assimismo el renegado la
guia, fuymos al jardin de Aguimorato, y quiso
la buena suerte que, llegando a abrir la puerta,
se abrio con tanta facilidad como si cerrada no
estuuiera; y, assi, con gran quietud y silencio,
llegamos a la casa sin ser sentidos de nadie.
Estaua la bellissima Zorayda aguardandonos a
vna ventana, y assi como sintio gente, preguntó
con voz baxa si eramos
# unit L latinphrase
nizarani,
# unit P text
como
si dixera o preguntara si eramos christianos.
Yo le respondi que si, y que baxasse. Quando
ella me conocio, no se detuuo vn punto,
porque, sin responderme palabra, baxó en vn
instante, abrio la puerta y mostrose a todos tan
hermosa y ricamente vestida, que no lo acierto
a encarecer. Luego que yo la vi, le tomé
vna mano y la comence a besar, y el renegado
hizo lo mismo, y mis dos camaradas; y los
demas, que el caso no sabian, hizieron lo que
vieron que nosotros haziamos; que no parecia
sino que le dauamos las gracias y la
reconociamos por señora de nuestra libertad. El
renegado le dixo en lengua morisca si estaua
su padre en el jardin. Ella respondio que si, y
que dormia. «Pues sera menester despertalle»,
replicó el renegado, «y lleuarnosle con nosotros,
y todo aquello que tiene de valor este
hermoso jardin.» «No», dixo ella; «a mi padre no
se ha de tocar en ningun modo; y en esta casa
no ay otra cosa que lo que yo lleuo, que es
tanto, que bien aura para que todos quedeys
ricos y contentos; y esperaros vn poco y
lo vereys.»

''Y, diziendo esto, se boluio a entrar, diziendo
que muy presto bolueria; que nos estuuiessemos
quedos, sin hazer ningun ruydo. Preguntele
al renegado lo que con ella auia passado,
el qual me lo conto, a quien yo dixe que
en ninguna cosa se auia de hazer mas de lo
que Zorayda quisiesse; la qual ya que boluia
cargada con vn cofrezillo lleno de escudos de
oro, tantos, que apenas lo podia sustentar,
quiso la mala suerte que su padre despertasse
en el interin y sintiesse el ruydo que andaua
en el jardin, y, assomandose a la ventana,
luego conocio que todos los que en el estauan
eran christianos; y, dando muchas, grandes y
desaforadas bozes, començo a dezir en arabigo:
«¡Christianos, christianos! ¡Ladrones,
ladrones!» Por los quales gritos nos vimos todos
puestos en grandissima y temerosa confusion.
Pero el renegado, viendo el peligro en que
estauamos, y lo mucho que le importaua salir
con aquella empresa antes de ser sentido, con
grandissima presteza, subio donde Aguimorato
estaua, y juntamente con el fueron algunos de
nosotros; que yo no osé desamparar a la
Zorayda, que como desmayada se auia dexado
caer en mis braços.

''En resolucion, los que subieron se dieron
tan buena maña, que en vn momento baxaron
con Agimorato, trayendole atadas las manos
y puesto vn pañizuelo en la boca, que no le
dexaua hablar palabra, amenazandole que el
hablarla le auia de costar la vida. Quando
su hija le vio, se cubrio los ojos por no verle, y
su padre quedó espantado, ignorando quán de
su voluntad se auia puesto en nuestras manos.
Mas entonces siendo mas necessarios los pies,
con diligencia y presteza nos pusimos en la
barca, que ya los que en ella auian quedado
nos esperauan, temerosos de algun mal
sucesso nuestro.

''Apenas serian dos horas passadas de la
noche, quando ya estauamos todos en la barca,
en la qual se le quitó al padre de Zorayda la
atadura de las manos y el paño de la boca;
pero tornole a dezir el renegado que no
hablasse palabra; que le quitarian la vida. El,
como vio alli a su hija, començo a suspirar
ternissimamente, y mas quando vio que yo
estrechamente la tenia abraçada, y que ella, sin
defender, quexarse ni esquiuarse, se estaua
queda; pero, con todo esto, callaua, porque no
pusiessen en efeto las muchas amenazas que
el renegado le hazia.

''Viendose, pues, Zorayda ya en la barca, y
que queriamos dar los remos al agua, y viendo
alli a su padre y a los demas moros, que atados
estauan, le dixo al renegado que me dixesse
le hiziesse merced de soltar a aquellos moros
y de dar libertad a su padre, porque antes
se arrojaria en la mar que ver delante de sus
ojos, y por causa suya, lleuar cautiuo a vn
padre que tanto la auia querido. El renegado me
lo dixo, y yo respondi que era muy contento.
Pero el respondio que no convenia, a causa
que, si alli los dexauan, apellidarian luego la
tierra y alborotarian la ciudad, y serian causa
que saliessen a buscallos con algunas fragatas
ligeras, y les tomassen la tierra y la mar,
de manera, que no pudiessemos escaparnos;
que lo que se podria hazer era darles libertad
en llegando a la primera tierra de christianos.
En este parecer venimos todos, y Zorayda, a
quien se le dio cuenta, con las causas que nos
mouian a no hazer luego lo que queria, tambien
se satisfizo; y luego, con regozijado silencio
y alegre diligencia, cada vno de nuestros
valientes remeros tomó su remo, y començamos,
encomendandonos a Dios de todo coraçon,
a nauegar la buelta de las islas de Mallorca,
que es la tierra de christianos mas cerca.

''Pero a causa de soplar vn poco el viento
tramontana, y estar la mar algo picada, no
fue possible seguir la derrota de Mallorca, y
fuenos forçoso dexarnos yr tierra a tierra la
buelta de Oran, no sin mucha pesadumbre
nuestra, por no ser descubiertos del lugar de
Sargel, que en aquella costa cae sesenta
millas de Argel. Y assimismo temiamos encontrar
por aquel parage alguna galeota de las que de
ordinario vienen con mercancia de Tetuan,
aunque cada vno por si, y por todos juntos,
presumiamos de que si se encontraua galeota
de mercancia, como no fuesse de las que andan
en corso, que no solo no nos perderiamos,
mas que tomariamos baxel donde con mas
seguridad pudiessemos acabar nuestro viaje. Yua
Zorayda, en tanto que se nauegaua, puesta la
cabeça entre mis manos por no ver a su padre,
y sentia yo que yua llamando a Lela Marien,
que nos ayudasse.

''Bien auriamos nauegado treynta millas,
quando nos amanecio, como tres tiros de
arcabuz desuiados de tierra, toda la qual vimos
desierta, y sin nadie que nos descubriesse,
pero con todo esso nos fuymos, a fuerça de
braços, entrando vn poco en la mar que ya
estaua algo mas sossegada; y, auiendo entrado
casi dos leguas, diose orden que se bogasse
a quarteles en tanto que comiamos algo,
que yua bien proueyda la barca, puesto que
los que bogauan dixeron que no era aquel
tiempo de tomar reposo alguno: que les diessen
de comer los que no bogauan; que ellos no
querian soltar los remos de las manos en
manera alguna. Hizose ansi y, en esto, començo
a soplar vn viento largo que nos obligó a hazer
luego vela y a dexar el remo, y endereçar a
Oran, por no ser possible poder hazer otro
viaje. Todo se hizo con mucha presteza, y, assi,
a la vela nauegamos por mas de ocho millas
por hora, sin lleuar otro temor alguno, sino el
de encontrar con baxel que de corso fuesse.

''Dimos de comer a los moros vagarinos y
el renegado les consolo, diziendoles como no
yuan cautiuos: que en la primera ocasion les
darian libertad; lo mismo se le dixo al padre
de Zorayda, el qual respondio: «Qualquiera
otra cosa pudiera yo esperar y creer de vuestra
liberalidad y buen termino, ¡o christianos!;
mas el darme libertad, no me tengais por
tan simple que lo imagine; que nunca os
pusistes vosotros al peligro de quitarmela para
boluerla tan liberalmente, especialmente
sabiendo quién soy yo, y el interesse que se
os puede seguir de darmela, el qual
interesse si le quereys poner nombre, desde aqui
os ofrezco todo aquello que quisieredes por
mi y por essa desdichada hija mia, o si no,
por ella sola, que es la mayor y la mejor parte
de mi alma.»

''En diziendo esto, començo a llorar tan
amargamente, que a todos nos mouio a
compassion, y forço a Zorayda que le mirasse; la
qual, viendole llorar, assi se enternecio, que se
leuantó de mis pies y fue a abraçar a su padre,
y juntando su rostro con el suyo començaron
los dos tan tierno llanto, que muchos de los
que alli yuamos le acompañamos en el; pero
quando su padre la vio adornada de fiesta y
con tantas joyas sobre si, le dixo en su lengua:
«¿Qué es esto, hija, que ayer al anochecer
antes que nos sucediesse esta terrible
desgracia en que nos vemos, te vi con tus
ordinarios y caseros vestidos, y agora, sin que
ayas tenido tiempo de vestirte, y sin auerte
dado alguna nueua alegre de solenizalle
con adornarte y pulirte, te veo compuesta con
los mejores vestidos que yo supe y pude darte
quando nos fue la ventura mas fauorable?
Respondeme a esto, que me tiene mas suspenso
y admirado que la misma desgracia en que
me hallo.»

''Todo lo que el moro dezia a su hija nos lo
declaraua el renegado, y ella no le respondia
palabra; pero quando el vio a vn lado de la
barca el cofrezillo donde ella solia tener sus
joyas, el qual sabia el bien que le auia
dexado en Argel y no traydole al jardin, quedó
mas confuso, y preguntole que cómo aquel
cofre auia venido a nuestras manos, y qué era
lo que venia dentro. A lo qual el renegado, sin
aguardar que Zorayda le respondiesse, le
respondio: «No te canses, señor, en preguntar a
Zorayda tu hija tantas cosas, porque con vna
que yo te responda te satisfare a todas; y, assi,
quiero que sepas que ella es christiana, y es
la que ha sido la lima de nuestras cadenas y
la libertad de nuestro cautiuerio; ella va aqui
de su voluntad, tan contenta, a lo que yo
imagino, de verse en este estado, como el que sale
de las tinieblas a la luz, de la muerte a la
vida y de la pena a la gloria.» «¿Es verdad lo
que este dize, hija?», dixo el moro. «Assi es»,
respondio Zorayda. «¿Que en efeto», replicó el
viejo, «tu eres christiana, y la que ha puesto a
su padre en poder de sus enemigos?» A lo
qual respondio Zorayda: «La que es christiana
yo soy, pero no la que te ha puesto en este
punto, porque nunca mi desseo se estendio a
dexarte, ni a hazerte mal, sino a hazerme a
mi bien.» «Y ¿qué bien es el que te has hecho,
hija?» «Esso», respondio ella, «preguntaselo
tu a Lela Marien; que ella te lo sabra dezir
mejor que no yo.»

''Apenas huuo oydo esto el moro, quando,
con vna increyble presteza, se arrojó de cabeça
en la mar, donde sin ninguna duda se ahogara,
si el vestido largo y embaraçoso que traya no le
entretuuiera vn poco sobre el agua. Dio bozes
Zorayda que le sacassen, y, assi, acudimos
luego todos, y, asiendole de la almalafa, le
sacamos medio ahogado y sin sentido, de que
recibio tanta pena Zorayda, que, como si fuera
ya muerto, hazia sobre el vn tierno y doloroso
llanto. Boluimosle boca abaxo, boluió mucha
agua, tornó en si al cabo de dos horas, en las
quales, auiendose trocado el viento, nos conuino
boluer hazia tierra y hazer fuerça de remos
por no enuestir en ella; mas quiso nuestra
buena suerte que llegamos a vna cala que se
haze al lado de vn pequeño promontorio o
cabo, que de los moros es llamado el de la
# unit L latinphrase
Caua Rumia,
# unit P text
que en nuestra lengua quiere
dezir la mala muger christiana; y es tradicion
entre los moros que en aquel lugar está
enterrada la Caua, por quien se perdio España;
porque
# unit L latinphrase
caua
# unit P text
en su lengua quiere dezir
muger mala, y
# unit L latinphrase
rumia,
# unit P text
christiana, y aun tienen por
mal aguero llegar alli a dar fondo quando la
necessidad les fuerça a ello, porque nunca le
dan sin ella, puesto que para nosotros no fue
abrigo de mala muger, sino puerto seguro de
nuestro remedio, segun andaua alterada la mar.

''Pusimos nuestras centinelas en tierra, y no
dexamos jamas los remos de la mano; comimos
de lo que el renegado auia proueydo, y rogamos
a Dios y a Nuestra Señora, de todo nuestro
coraçon, que nos ayudasse y fauoreciesse,
para que felicemente diessemos fin a tan
dichoso principio. Diose orden, a suplicacion de
Zorayda, como echassemos en tierra a su padre
y a todos los demas moros que alli atados
venian; porque no le bastaua el animo, ni lo
podian sufrir sus blandas entrañas, ver delante
de sus ojos atado a su padre y aquellos de su
tierra presos. Prometimosle de hazerlo assi al
tiempo de la partida, pues no corria peligro
el dexallos en aquel lugar, que era despoblado.
No fueron tan vanas nuestras oraciones, que no
fuessen oydas del cielo, que en nuestro fauor
luego boluio el viento, tranquilo el mar,
combidandonos a que tornassemos alegres a
proseguir nuestro començado viaje.

''Viendo esto, desatamos a los moros y vno
a vno los pusimos en tierra, de lo que ellos se
quedaron admirados; pero llegando a
desembarcar al padre de Zorayda, que ya estaua
en todo su acuerdo, dixo: «¿Por qué pensays,
christianos, que esta mala hembra huelga de
que me deys libertad? ¿Pensays que es por
piedad que de mi tiene? No, por cierto; sino
que lo haze por el estoruo que le dará mi
presencia quando quiera poner en execucion
sus malos desseos; ni penseys que la ha
mouido a mudar religion entender ella que la
vuestra a la nuestra se auentaja, sino el saber
que en vuestra tierra se vsa la deshonestidad
mas libremente que en la nuestra.» Y,
boluiendose a Zorayda, teniendole yo y otro
christiano de entrambos braços asido porque
algun desatino no hiziesse, le dixo: «¡O infame
moça y mal aconsejada muchacha! ¿Adónde
vas, ciega y desatinada, en poder destos
perros, naturales enemigos nuestros? ¡Maldita
sea la hora en que yo te engendré y malditos
sean los regalos y deleytes en que te he
criado!». Pero viendo yo que lleuaua termino de
no acabar tan presto, di priessa a ponelle en
tierra, y desde alli, a bozes, prosiguio en sus
maldiciones y lamentos, rogando a Mahoma
rogasse a Ala que nos destruyesse,
confundiesse y acabasse; y quando, por auernos
hecho a la vela, no podimos oyr sus palabras,
vimos sus obras, que eran arrancarse las barbas,
messarse los cabellos y arrastrarse por
el suelo; mas vna vez esforço la voz de tal
manera, que podimos entender que dezia: «¡Buelue,
amada hija, buelue a tierra, que todo te lo
perdono; entrega a essos hombres esse dinero
que ya es suyo, y buelue a consolar a este
triste padre tuyo que en esta desierta arena
dexará la vida, si tu le dexas!»

''Todo lo qual escuchaua Zorayda, y todo lo
sentia y lloraua, y no supo dezirle ni respondelle
palabra, sino: «¡Plega a Ala, padre mio,
que Lela Marien, que ha sido la causa de que
yo sea christiana, ella te consuele en tu
tristeza! Ala sabe bien que no pude hazer otra
cosa de la que he hecho, y que estos
christianos no deuen nada a mi voluntad, pues
aunque quisiera no venir con ellos y quedarme
en mi casa, me fuera impossible, segun
la priessa que me daua mi alma a poner por
obra esta que a mi me parece tan buena
como tu, padre amado, la juzgas por mala.»
Esto dixo a tiempo que ni su padre la oya,
ni nosotros ya le veyamos; y, assi, consolando
yo a Zorayda, atendimos todos a nuestro
viaje, el qual nos le facilitaua el proprio
viento, de tal manera, que bien tuuimos por
cierto de vernos otro dia al amanecer en las
riberas de España.

''Mas como pocas vezes, o nunca, viene el
bien puro y senzillo, sin ser acompañado o
seguido de algun mal que le turbe o sobresalte,
quiso nuestra ventura, o quiça las maldiciones
que el moro a su hija auia echado, que
siempre se han de temer de qualquier padre que
sean, quiso, digo, que estando ya engolfados,
y siendo ya casi passadas tres horas de la
noche, yendo con la vela tendida de alto
baxa, frenillados los remos porque el
prospero viento nos quitaua del trabajo de auerlos
menester, con la luz de la luna que claramente
resplandecia, vimos cerca de nosotros vn
baxel redondo, que, con todas las velas
tendidas, lleuando vn poco a orça el timon,
delante de nosotros atrauessaua, y esto tan
cerca, que nos fue forçoso amaynar por no
enuestirle, y ellos, assimesmo, hizieron
fuerça de timon para darnos lugar que
passassemos.

''Auianse puesto a bordo del baxel a
preguntarnos quién eramos y adónde nauegauamos
y de dónde veniamos; pero por preguntarnos
esto en lengua francesa, dixo nuestro
renegado: «Ninguno responda, porque estos sin
duda son cosarios franceses que hazen a toda
ropa.» Por este aduertimiento ninguno
respondio palabra, y, auiendo passado vn poco
delante, que ya el baxel quedaua a
sotauento, de improuiso soltaron dos pieças de
artilleria, y, a lo que parecia, ambas venian con
cadenas, porque con vna cortaron nuestro arbol
por medio y dieron con el y con la vela en
la mar, y al momento disparando otra pieça,
vino a dar la vala en mitad de nuestra
barca, de modo que la abrio toda sin hazer otro
mal alguno; pero como nosotros nos vimos yr
a fondo, començamos todos a grandes bozes a
pedir socorro y a rogar a los del baxel que nos
acogiessen, porque nos anegauamos. Amaynaron
entonces, y, echando el esquife o barca a
la mar, entraron en el hasta doze franceses,
bien armados, con sus arcabuzes y cuerdas
encendidas; y assi llegaron junto al nuestro, y,
viendo quán pocos eramos, y como el baxel
se hundia, nos recogieron, diziendo que por
auer vsado de la descortesia de no respondelles
nos auia sucedido aquello.

''Nuestro renegado tomó el cofre de las
riquezas de Zorayda, y dio con el en la mar, sin
que ninguno echasse de ver en lo que hazia.
En resolucion, todos passamos con los franceses,
los quales, despues de auerse informado
de todo aquello que de nosotros saber quisieron,
como si fueran nuestros capitales enemigos,
nos despojaron de todo quanto teniamos,
y a Zorayda le quitaron hasta los carcaxes que
trahia en los pies. Pero no me daua a mi tanta
pesadumbre la que a Zorayda dauan, como me
la daua el temor que tenia de que auian de
passar del quitar de las riquissimas y preciosissimas
joyas al quitar de la joya que mas valia
y ella mas estimaua; pero los desseos de aquella
gente no se estienden a mas que al dinero,
y desto jamas se vee harta su codicia; lo
qual entonces llegó a tanto, que aun hasta los
vestidos de cautiuos nos quitaran si de algun
prouecho les fueran. Y huuo parecer entre ellos
de que a todos nos arrojassen a la mar
embueltos en vna vela, porque tenian intencion
de tratar en algunos puertos de España con
nombre de que eran bretones, y si nos
lleuauan viuos serian castigados, siendo
descubierto su hurto.

''Mas el capitan, que era el que auia
despojado a mi querida Zorayda, dixo que el se
contentaua con la presa que tenia, y que no
queria tocar en ningun puerto de España, sino
passar el estrecho de Gibraltar de noche, o
como pudiesse, y yrse a la Rochela, de
donde auia salido; y, assi, tomaron por acuerdo
de darnos el esquife de su nauio y todo lo
necessario para la corta nauegacion que nos
quedaua, como lo hizieron otro dia, ya a vista
de tierra de España, con la qual vista todas
nuestras pesadumbres y pobrezas se nos
oluidaron de todo punto, como si no huuieran
passado por nosotros: tanto es el gusto de
alcançar la libertad perdida.

''Cerca de medio dia podria ser quando nos
echaron en la barca, dandonos dos barriles de
agua y algun bizcocho; y el capitan, mouido no
se de qué misericordia, al embarcarse la
hermosissima Zorayda, le dio hasta quarenta
escudos de oro, y no consintio que le quitassen
sus soldados estos mesmos vestidos que
ahora tiene puestos. Entramos en el baxel,
dimosles las gracias por el bien que nos hazian
mostrandonos mas agradecidos que quexosos;
ellos se hizieron a lo largo siguiendo la derrota
del estrecho; nosotros, sin mirar a otro norte
que a la tierra que se nos mostraua delante,
nos dimos tanta priessa a bogar, que al poner
del sol estauamos tan cerca, que bien pudieramos,
a nuestro parecer, llegar antes que fuera
muy noche; pero por no parecer en aquella noche
la luna y el cielo mostrarse escuro, y por
ignorar el parage en que estauamos, no nos
parecio cosa segura enuestir en tierra, como a
muchos de nosotros les parecia, diziendo que
diessemos en ella, aunque fuesse en vnas peñas
y lexos de poblado, porque assi assegurariamos
el temor que de razon se deuia tener
que por alli anduuiessen baxeles de cosarios
de Tetuan, los quales anochecen en Berberia
y amanecen en las costas de España, y hazen
de ordinario presa, y se bueluen a dormir a sus
casas; pero de los contrarios pareceres el que
se tomó fue que nos llegassemos poco a poco
y que si el sossiego del mar lo concediesse,
desembarcassemos donde pudiessemos.

''Hizose assi, y poco antes de la media
noche seria quando llegamos al pie de vna
disformissima y alta montaña, no tan junto al mar
que no concediesse vn poco de espacio para
poder desembarcar comodamente; enuestimos
en la arena, salimos a tierra, besamos el
suelo, y con lagrimas de muy alegrissimo
contento dimos todos gracias a Dios, Señor
Nuestro, por el bien tan incomparable que nos
auia hecho; sacamos de la barca los
bastimentos que tenia, tiramosla en tierra, y
subimonos vn grandissimo trecho en la montaña,
porque aun alli estauamos y aun no podiamos
assegurar el pecho, ni acabauamos de creer
que era tierra de christianos la que ya nos
sostenia. Amanecio mas tarde, a mi parecer, de lo
que quisieramos; acabamos de subir toda
la montaña por ver si desde alli algun poblado
se descubria, o algunas cabañas de pastores,
pero aunque mas tendimos la vista, ni poblado,
ni persona, ni senda, ni camino descubrimos.

''Con todo esto determinamos de entrarnos
la tierra adentro, pues no podria ser menos
sino que presto descubriessemos quien nos
diesse noticia della; pero lo que a mi mas me
fatigaua era el ver yr a pie a Zorayda por
aquellas asperezas, que, puesto que alguna vez la
puse sobre mis ombros, mas le cansaua a ella
mi cansancio que la reposaua su reposo, y, assi,
nunca mas quiso que yo aquel trabajo tomasse;
y con mucha paciencia y muestras de alegria,
lleuandola yo siempre de la mano, poco menos
de vn quarto de legua deuiamos de auer andado,
quando llegó a nuestros oydos el son de
vna pequeña esquila, señal clara que por alli
cerca auia ganado, y, mirando todos con atencion
si alguno se parecia, vimos al pie de vn
alcornoque vn pastor moço, que con grande
reposo y descuydo estaua labrando vn palo con
vn cuchillo; dimos bozes, y el, alçando la
cabeça, se puso ligeramente en pie, y a lo que
despues supimos, los primeros que a la vista se
le ofrecieron fueron el renegado y Zorayda, y,
como el los vio en habito de moros, penso que
todos los de la Berberia estauan sobre el, y,
metiendose con estraña lijereza por el bosque
adelante, començo a dar los mayores gritos del
mundo, diziendo: «¡Moros, moros ay en la
tierra; moros, moros, arma, arma!»

''Con estas bozes quedamos todos confusos,
y no sabiamos qué hazernos, pero considerando
que las bozes del pastor auian de alborotar
la tierra, y que la caualleria de la costa auia de
venir luego a ver lo que era, acordamos que el
renegado se desnudasse las ropas de turco y
se vistiesse vn gilequelco o casaca de cautiuo
que vno de nosotros le dio luego, aunque se
quedó en camisa; y, assi, encomendandonos a
Dios, fuymos por el mismo camino que vimos
que el pastor lleuaua, esperando siempre quándo
auia de dar sobre nosotros la caualleria de
la costa; y no nos engañó nuestro pensamiento,
porque aun no aurian passado dos horas, quando,
auiendo ya salido de aquellas malezas a vn
llano, descubrimos hasta cincuenta caualleros
que con gran ligereza, corriendo a media rienda,
a nosotros se venian, y assi como los vimos nos
estuuimos quedos aguardandolos; pero como
ellos llegaron y vieron, en lugar de los moros
que buscauan, tanto pobre christiano, quedaron
confusos, y vno dellos nos preguntó si eramos
nosotros acaso la ocasion porque vn pastor auia
apellidado al arma. «Si», dixe yo; y queriendo
començar a dezirle mi sucesso, y de dónde
veniamos, y quién eramos, vno de los christianos
que con nosotros venian conocio al ginete
que nos auia hecho la pregunta, y dixo sin
dexarme a mi dezir mas palabra: «Gracias sean
dadas a Dios, señores, que a tan buena parte
nos ha conduzido, porque si yo no me engaño,
la tierra que pisamos es la de Velez Malaga, si
ya los años de mi cautiuerio no me han quitado
de la memoria el acordarme que vos, señor,
que nos preguntays quién somos, soys Pedro
de Bustamante, tio mio.»

''Apenas huuo dicho esto el christiano cautiuo,
quando el ginete se arrojó del cauallo y
vino a abraçar al moço, diziendole: «Sobrino
de mi alma y de mi vida; ya te conozco, y ya
te he llorado por muerto yo, y mi hermana tu
madre, y todos los tuyos, que aun viuen, y
Dios ha sido seruido de darles vida para que
gozen el plazer de verte; ya sabiamos que
estauas en Argel, y por las señales y muestras
de tus vestidos y la de todos los desta
compañia, comprehendo que aueys tenido milagrosa
libertad.» «Assi es», respondio el moço,
«y tiempo nos quedará para contaroslo todo.»
Luego que los ginetes entendieron que eramos
christianos cautiuos, se apearon de sus
cauallos, y cada vno nos combidaua con el suyo
para lleuarnos a la ciudad de Velez Malaga,
que legua y media de alli estaua. Algunos
dellos boluieron a lleuar la barca a la ciudad,
diziendoles dónde la auiamos dexado; otros
nos subieron a las ancas, y Zorayda fue en las
del cauallo del tio del christiano.

''Salionos a recebir todo el pueblo, que ya
de alguno que se auia adelantado sabian la
nueua de nuestra venida. No se admirauan de
ver cautiuos libres, ni moros cautiuos, porque
toda la gente de aquella costa está hecha a ver
a los vnos y a los otros, pero admirauanse de
la hermosura de Zorayda, la qual en aquel
instante y sazon estaua en su punto, ansi con el
cansancio del camino como con la alegria de
verse ya en tierra de christianos, sin sobresalto
de perderse, y esto le auia sacado al rostro
tales colores, que si no es que la aficion
entonces me engañaua, osaré dezir que mas
hermosa criatura no auia en el mundo; a lo
menos, que yo la huuiesse visto.

''Fuymos derechos a la iglesia a dar gracias
a Dios por la merced recebida, y assi como en
ella entró Zorayda, dixo que alli auia rostros
que se parecian a los de Lela Marien; diximosle
que eran imagines suyas, y, como mejor se
pudo, le dio el renegado a entender lo que
significauan, para que ella las adorasse como si
verdaderamente fueran cada vna dellas la
misma Lela Marien que la auia hablado; ella,
que tiene buen entendimiento y vn natural facil
y claro, entendio luego quanto acerca de las
imagenes se le dixo. Desde alli nos lleuaron y
repartieron a todos en diferentes casas del
pueblo, pero al renegado, Zorayda y a mi nos
lleuó el christiano que vino con nosotros, y
en casa de sus padres, que medianamente eran
acomodados de los bienes de fortuna, y nos
regalaron con tanto amor como a su mismo
hijo.

''Seys dias estuuimos en Velez, al cabo de
los quales el renegado, hecha su informacion
de quanto le conuenia, se fue a la ciudad de
Granada a reduzirse por medio de la Santa
Inquisicion al gremio santissimo de la Iglesia;
los demas christianos libertados se fueron cada
vno donde mejor le parecio; solos quedamos
Zorayda y yo con solos los escudos que la
cortesia del frances le dio a Zorayda, de los
quales compré este animal en que ella viene; y,
siruiendola yo hasta agora de padre y
escudero, y no de esposo, vamos con intencion de
ver si mi padre es viuo, o si alguno de mis
hermanos ha tenido mas prospera ventura que la
mia, puesto que por auerme hecho el cielo
compañero de Zorayda, me parece que ninguna
otra suerte me pudiera venir, por buena que
fuera, que mas la estimara. La paciencia con
que Zorayda lleua las incomodidades que la
pobreza trae consigo y el desseo que muestra
tener de verse ya christiana es tanto y tal,
que me admira y me mueue a seruirla todo el
tiempo de mi vida; puesto que el gusto que
tengo de verme suyo y de que ella sea mia me
le turba y deshaze no saber si hallaré en mi
tierra algun rincon donde recogella, y si auran
hecho el tiempo y la muerte tal mudança en la
hazienda y vida de mi padre y hermanos, que
apenas halle quien me conozca, si ellos faltan.

''No tengo mas, señores, que deziros de mi
historia, la qual si es agradable y peregrina,
juzguenlo vuestros buenos entendimientos; que
de mi se dezir que quisiera auerosla contado
mas breuemente, puesto que el temor de
enfadaros mas de quatro circustancias me ha
quitado de la lengua.''


## <f042>
# chapter  42 XLII
# unit N chapternum
Capitulo XLII
# unit T title
Que trata de lo que mas sucedio en la venta
y de otras muchas cosas dignas de saberse.
# unit P text
Calló en diziendo esto el cautiuo, a quien
don Fernando dixo:

``Por cierto, señor capitan, el modo con que
aueys contado este estraño sucesso ha sido
tal, que yguala a la nouedad y estrañeza del
mesmo caso. Todo es peregrino y raro y
lleno de accidentes que marauillan y suspenden
a quien los oye. Y es de tal manera el gusto
que hemos recebido en escuchalle que, aunque
nos hallara el dia de mañana entretenidos en
el mesmo cuento, holgaramos que de nueuo
se començara.''

Y, en diziendo esto, Cardenio y todos los
demas se le ofrecieron con todo lo a ellos
possible para seruirle, con palabras y razones tan
amorosas y tan verdaderas, que el capitan se
tuuo por bien satisfecho de sus voluntades.
Especialmente le ofrecio don Fernando que si
queria boluerse con el, que el haria que el
marques, su hermano, fuesse padrino del
bautismo de Zorayda, y que el, por su parte, le
acomodaria de manera, que pudiesse entrar
en su tierra con el autoridad y comodo que a
su persona se deuia. Todo lo agradecio
cortesissimamente el cautiuo, pero no quiso acetar
ninguno de sus liberales ofrecimientos.

En esto llegaua ya la noche, y al cerrar
della, llegó a la venta vn coche, con algunos
hombres de a cauallo; pidieron posada; a
quien la ventera respondio que no auia en
toda la venta vn palmo desocupado.

``Pues aunque esso sea'', dixo vno de los de
a cauallo que auian entrado, ``no ha de faltar
para el señor oydor que aqui viene.''

A este nombre se turbó la guespeda,
y dixo:

``Señor, lo que en ello ay es que no tengo
camas; si es que su merced del señor oydor la
trae, que si deue de traer, entre en buen hora;
que yo y mi marido nos saldremos de nuestro
aposento, por acomodar a su merced.''

``Sea en buen hora'', dixo el escudero.

Pero a este tiempo ya auia salido del coche
vn hombre que, en el traje, mostro luego el
oficio y cargo que tenia, porque la ropa
luenga, con las mangas arrocadas, que vestia,
mostraron ser oydor, como su criado auia dicho.
Trahia de la mano a vna donzella, al parecer
de hasta diez y seys años, vestida de camino,
tan bizarra, tan hermosa y tan gallarda, que a
todos puso en admiracion su vista, de suerte,
que a no auer visto a Dorotea y a Luscinda y
Zorayda, que en la venta estauan, creyeran
que otra tal hermosura como la desta donzella
dificilmente pudiera hallarse. Hallose don Quixote
al entrar del oydor y de la donzella, y assi
como le vio, dixo:

``Seguramente puede vuestra merced entrar
y espaciarse en este castillo; que aunque es
estrecho y mal acomodado, no ay estrecheza ni
incomodidad en el mundo que no de lugar a
las armas y a las letras, y mas si las armas y
letras traen por guia y adalid a la fermosura,
como la traen las letras de vuestra merced en
esta fermosa donzella, a quien deuen no solo
abrirse y manifestarse los castillos, sino
apartarse los riscos, y deuidirse y abaxarse las
montañas, para dalle acogida. Entre vuestra
merced, digo, en este parayso: que aqui hallará
estrellas y soles que acompañen el cielo que
vuestra merced trae consigo. Aqui hallará las
armas en su punto y la hermosura en su
estremo.''

Admirado quedó el oydor del razonamiento
de don Quixote, a quien se puso a mirar muy
de proposito. Y no menos le admiraua su talle
que sus palabras, y, sin hallar ningunas con que
respondelle, se tornó a admirar de nueuo quando
vio delante de si a Luscinda, Dorotea
y a Zorayda, que, a las nueuas de los nueuos
guespedes y a las que la ventera les auia
dado de la hermosura de la donzella, auian
venido a verla y a recebirla. Pero don Fernando,
Cardenio y el cura le hizieron mas llanos y
mas cortesanos ofrecimientos. En efecto, el señor
oydor entró confuso, assi de lo que veya
como de lo que escuchaua, y las hermosas
de la venta dieron la bienllegada a la hermosa
donzella.

En resolucion, bien echó de ver el oydor que
era gente principal toda la que alli estaua. Pero
el talle, visage y la apostura de don Quixote
le desatinaua; y, auiendo passado entre todos
corteses ofrecimientos y tanteado la comodidad
de la venta, se ordenó lo que antes estaua
ordenado: que todas las mugeres se entrassen en el
camaranchon ya referido, y que los hombres
se quedassen fuera, como en su guarda. Y,
assi, fue contento el oydor que su hija, que era
la donzella, se fuesse con aquellas señoras, lo
que ella hizo de muy buena gana. Y con parte
de la estrecha cama del ventero, y con la mitad
de la que el oydor trahia, se acomodaron
aquella noche mejor de lo que pensauan.

El cautiuo, que desde el punto que vio al
oydor, le dio saltos el coraçon y barruntos de
que aquel era su hermano, preguntó a vno de
los criados que con el venian que cómo se llamaua
y si sabia de qué tierra era. El criado le
respondio que se llamaua el licenciado Iuan
Perez de Viedma, y que auia oydo dezir que
era de vn lugar de las montañas de Leon. Con
esta relacion, y con lo que el auia visto, se
acabó de confirmar de que aquel era su hermano,
que auia seguido las letras por consejo de su
padre. Y alborotado y contento, llamando aparte
a don Fernando, a Cardenio y al cura, les
conto lo que passaua, certificandoles que aquel
oydor era su hermano. Auiale dicho tambien el
criado como yua proueydo por oydor a las
Indias, en la Audiencia de Mexico. Supo tambien
como aquella donzella era su hija, de cuyo parto
auia muerto su madre, y que el auia quedado
muy rico con el dote que con la hija se le quedó
en casa. Pidioles consejo qué modo tendria
para descubrirse, o para conocer primero si,
despues de descubierto, su hermano, por verle
pobre, se afrentaua, o le recebia con buenas
entrañas.

``Dexeseme a mi el hazer essa experiencia'',
dixo el cura, ``quanto mas que no ay pensar
sino que vos, señor capitan, sereys muy bien
recebido, porque el valor y prudencia que en
su buen parecer descubre vuestro hermano no
da indicios de ser arrogante, ni desconocido, ni
que no ha de saber poner los casos de la
fortuna en su punto.''

``Con todo esso'', dixo el capitan, ``yo querria,
no de improuiso, sino por rodeos, darmele a
conocer.''

``Ya os digo'', respondio el cura, ``que yo lo
traçaré de modo que todos quedemos
satisfechos.''

Ya, en esto, estaua adereçada la cena, y todos
se sentaron a la mesa, eceto el cautiuo y las
señoras, que cenaron de por si en su aposento.
En la mitad de la cena, dixo el cura:

``Del mesmo nombre de vuestra merced,
señor oydor, tuue yo vna camarada en
Costantinopla, donde estuue cautiuo algunos años.
La qual camarada era vno de los valientes
soldados y capitanes que auia en toda la
infanteria española. Pero tanto quanto
tenia de esforçado y valeroso tenia de
desdichado.''

``Y ¿cómo se llamaua esse capitan, señor
mio?'', preguntó el oydor.

``Llamauase'', respondio el cura, ``Ruyperez
de Viedma, y era natural de vn lugar de las
montañas de Leon. El qual me conto vn caso
que a su padre con sus hermanos le auia
sucedido, que, a no contarmelo vn hombre tan
verdadero como el, lo tuuiera por conseja, de
aquellas que las viejas cuentan el inuierno al
fuego. Porque me dixo que su padre auia diuidido
su hazienda entre tres hijos que tenia, y les
auia dado ciertos consejos, mejores que los de
Caton. Y se yo dezir que el que el escogio de
venir a la guerra le auia sucedido tan bien, que
en pocos años, por su valor y esfuerço, sin otro
braço que el de su mucha virtud, subio a ser
capitan de infanteria, y a verse en camino y
predicamento de ser presto maestre de campo.
Pero fuele la fortuna contraria, pues donde la
pudiera esperar y tener buena, alli la perdio
con perder la libertad, en la felicissima jornada
donde tantos la cobraron, que fue en la batalla
de Lepanto. Yo la perdi en la Goleta, y
despues, por diferentes sucessos, nos hallamos
camaradas en Costantinopla. Desde alli
vino a Argel, donde se que le sucedio vno de
los mas estraños casos que en el mundo han
sucedido.''

De aqui fue prosiguiendo el cura, y con
breuedad sucinta conto lo que con Zorayda a su
hermano auia sucedido. A todo lo qual estaua
tan atento el oydor, que ninguna vez auia sido
tan oydor como entonces. Solo llegó el cura al
punto de quando los franceses despojaron a
los christianos que en la barca venian, y la
pobreza y necessidad en que su camarada y la
hermosa mora auian quedado, de los quales no
auia sabido en qué auian parado, ni si auian
llegado a España, o lleuadolos los franceses a
Francia. Todo lo que el cura dezia estaua
escuchando algo de alli desuiado el capitan, y
notaua todos los mouimientos que su hermano
hazia. El qual, viendo que ya el cura auia llegado
al fin de su cuento, dando vn grande suspiro
y llenandosele los ojos de agua, dixo:

``¡O, señor, si supiessedes las nueuas que
me aueys contado, y cómo me tocan tan en
parte, que me es forçoso dar muestras dello
con estas lagrimas que, contra toda mi
discrecion y recato, me salen por los ojos! Esse
capitan tan valeroso que dezis es mi mayor
hermano, el qual, como mas fuerte y de mas altos
pensamientos que yo ni otro hermano menor
mio, escogio el honroso y digno exercicio de
la guerra, que fue vno de los tres caminos que
nuestro padre nos propuso, segun os dixo vuestra
camarada en la conseja que, a vuestro parecer,
le oystes. Yo segui el de las letras, en las
quales Dios y mi diligencia me han puesto en
el grado que me veys. Mi menor hermano está
en el Piru, tan rico, que con lo que ha embiado
a mi padre y a mi ha satisfecho bien la parte
que el se lleuó, y aun dado a las manos de mi
padre con que poder hartar su liberalidad
natural. Y yo, ansimesmo, he podido con mas
decencia y autoridad tratarme en mis estudios
y llegar al puesto en que me veo. Viue aun mi
padre, muriendo con el desseo de saber de
su hijo mayor, y pide a Dios con continuas
oraciones no cierre la muerte sus ojos hasta que
el vea con vida a los de su hijo. Del qual me
marauillo, siendo tan discreto, como en tantos
trabajos y afliciones o prosperos sucessos se
aya descuydado de dar noticia de si a su padre;
que si el lo supiera, o alguno de nosotros, no
tuuiera necessidad de aguardar al milagro de la
caña para alcançar su rescate. Pero de lo que
yo agora me temo es de pensar si aquellos
franceses le auran dado libertad, o le auran
muerto por encubrir su hurto. Esto todo sera
que yo prosiga mi viage, no con aquel contento
con que le comence, sino con toda melancolia
y tristeza. ¡O buen hermano mio, y quién
supiera agora donde estauas; que yo te fuera
a buscar y a librar de tus trabajos, aunque
fuera a costa de los mios! ¡O, quién lleuara
nueuas a nuestro viejo padre de que tenias
vida, aunque estuuieras en las mazmorras mas
escondidas de Berberia; que de alli te sacaran
sus riquezas, las de mi hermano y las mias!
¡O Zorayda hermosa y liberal, quién pudiera
pagar el bien que a vn hermano hiziste;
quién pudiera hallarse al renacer de tu alma,
y a las bodas, que tanto gusto a todos nos
dieran!''

Estas y otras semejantes palabras dezia el
oydor, lleno de tanta compassion con las
nueuas que de su hermano le auian dado, que
todos los que le oyan le acompañauan en dar
muestras del sentimiento que tenian de su
lastima. Viendo, pues, el cura, que tan bien auia
salido con su intencion, y con lo que desseaua
el capitan, no quiso tenerlos a todos mas tiempo
tristes, y, assi, se leuantó de la mesa, y
entrando donde estaua Zorayda, la tomó por la
mano, y tras ella se vinieron Luscinda, Dorotea
y la hija del oydor. Estaua esperando el capitan
a ver lo que el cura queria hazer, que fue
que, tomandole a el assimesmo de la otra
mano, con entrambos a dos, se fue donde el
oydor y los demas caualleros estauan, y dixo:

``Cessen, señor oydor, vuestras lagrimas, y
colmese vuestro desseo de todo el bien que
acertare a dessearse, pues teneys delante a
vuestro buen hermano, y a vuestra buena cuñada;
este que aqui veys es el capitan Viedma,
y esta la hermosa mora que tanto bien le hizo.
Los franceses que os dixe los pusieron en la
estrecheza que veys, para que vos mostreys la
liberalidad de vuestro buen pecho.''

Acudio el capitan a abraçar a su hermano,
y el le puso ambas manos en los pechos,
por mirarle algo mas apartado; mas quando le
acabó de conocer, le abraçó tan estrechamente,
derramando tan tiernas lagrimas de contento,
que los mas de los que presentes estauan le
vuieron de acompañar en ellas. Las palabras
que entrambos hermanos se dixeron, los
sentimientos que mostraron, apenas creo que
pueden pensarse, quanto mas escriuirse. Alli, en
breues razones, se dieron cuenta de sus
sucessos; alli mostraron, puesta en su punto, la
buena amistad de dos hermanos; alli abraçó el
oydor a Zorayda; alli la ofrecio su hazienda;
alli hizo que la abraçasse su hija; alli la
christiana hermosa y la mora hermosissima
renouaron las lagrimas de todos.

Alli don Quixote estaua atento sin hablar
palabra, considerando estos tan estraños
sucessos, atribuyendolos todos a quimeras de la
andante caualleria. Alli concertaron que el
capitan y Zorayda se boluiessen con su hermano
a Seuilla, y auisassen a su padre de su
hallazgo y libertad, para que, como pudiesse,
viniesse a hallarse en las bodas y bautismo
de Zorayda, por no le ser al oydor possible
dexar el camino que lleuaua, a causa de tener
nueuas que de alli a vn mes partia flota
de Seuilla a la Nueua España, y fuerale de
grande incomodidad perder el viage.

En resolucion, todos quedaron contentos y
alegres del buen sucesso del cautiuo, y como
ya la noche yua casi en las dos partes de su
jornada, acordaron de recogerse y reposar lo
que de ella les quedaua. Don Quixote se ofrecio
a hazer la guardia del castillo, porque de
algun gigante o otro mal andante follon no
fuessen acometidos, codiciosos del gran tesoro
de hermosura que en aquel castillo se encerraua.
Agradecieronselo los que le conocian, y
dieron al oydor cuenta del humor estraño de
don Quixote, de que no poco gusto recibio.

Solo Sancho Pança se desesperaua con la
tardança del recogimiento, y solo el se acomodó
mejor que todos, echandose sobre los aparejos
de su jumento, que le costaron tan caros
como adelante se dira.

Recogidas, pues, las damas en su estancia, y
los demas acomodadose como menos mal
pudieron, don Quixote se salio fuera de la venta
a hazer la centinela del castillo, como lo auia
prometido. Sucedio, pues, que faltando poco
por venir el alua, llegó a los oydos de las
damas vna voz tan entonada y tan buena, que
les obligó a que todas le prestassen atento
oydo, especialmente Dorotea, que despierta
estaua, a cuyo lado dormia doña Clara de
Viedma, que ansi se llamaua la hija del oydor.
Nadie podia imaginar quién era la persona que
tan bien cantaua, y era vna voz sola, sin que la
acompañasse instrumento alguno. Vnas vezes
les parecia que cantauan en el patio, otras que
en la caualleriza. Y, estando en esta confusion
muy atentas, llegó a la puerta del aposento
Cardenio, y dixo:

``Quien no duerme, escuche; que oyran vna
voz de vn moço de mulas, que de tal manera
canta, que encanta.''

``Ya lo oymos, señor'', respondio Dorotea.

Y con esto se fue Cardenio, y Dorotea,
poniendo toda la atencion possible, entendio que
lo que se cantaua era esto:


## <f043>
# chapter  43 XLIII
# unit N chapnum
Capitulo XLIII
# unit T title
Donde se quenta la agradable historia del
moço de mulas, con otros estraños acaecimientos
en la venta sucedidos.
# unit Q spanishverse
Marinero soy de amor, ÷
y en su pielago profundo ÷
nauego sin esperança ÷
de llegar a puerto alguno.

Siguiendo voy a vna estrella ÷
que desde lexos descubro, ÷
mas bella y resplandeciente ÷
que quantas vio Palinuro.

Yo no se adónde me guia, ÷
y, asi, nauego confuso, ÷
el alma a mirarla atenta, ÷
cuydadosa y con descuydo.

Recatos impertinentes, ÷
honestidad contra el vso, ÷
son nuues que me la encubren ÷
quando mas verla procuro.

¡O clara y luziente estrella, ÷
en cuya lumbre me apuro!, ÷
al punto que te me encubras, ÷
sera de mi muerte el punto.

# unit P text
Llegando el que cantaua a este punto, le
parecio a Dorotea que no seria bien que dexasse
Clara de oyr vna tan buena voz, y, assi,
mouiendola a vna y a otra parte, la desperto,
diziendole:

``Perdoname, niña, que te despierto, pues lo
hago porque gustes de oyr la mejor voz que
quiça auras oydo en toda tu vida.''

Clara desperto toda soñolienta, y de la
primera vez no entendio lo que Dorotea le dezia,
y, boluiendoselo a preguntar ella, se lo boluio
a dezir, por lo qual estuuo atenta Clara. Pero
apenas vuo oydo dos versos, que el que
cantaua yua prosiguiendo, quando le tomó vn
temblor tan estraño, como si de algun graue
accidente de quartana estuuiera enferma, y,
abraçandose estrechamente con Dorotea, le
dixo:

``¡Ay, señora de mi alma y de mi vida! ¿Para
qué me despertastes?; que el mayor bien que la
fortuna me podia hazer por aora era tenerme
cerrados los ojos y los oydos, para no ver ni
oyr a esse desdichado musico.''

``¿Qué es lo que dizes, niña? Mira que dizen
que el que canta es vn moço de mulas.''

``No es sino señor de lugares'', respondio
Clara, ``y el que le tiene en mi alma, con tanta
seguridad, que si el no quiere dexalle, no le
sera quitado eternamente.''

Admirada quedó Dorotea de las sentidas
razones de la muchacha, pareciendole que se
auentajauan en mucho a la discrecion que sus
pocos años prometian. Y, assi, le dixo:

``Hablays de modo, señora Clara, que no
puedo entenderos; declaraos mas, y dezidme
qué es lo que dezis de alma y de lugares y
deste musico, cuya voz tan inquieta os tiene.
Pero no me digays nada por ahora; que no
quiero perder, por acudir a vuestro sobresalto,
el gusto que recibo de oyr al que canta: que
me parece que con nueuos versos y nueuo
tono torna a su canto.''

``Sea en buen hora'', respondio Clara.

Y, por no oylle, se tapó con las manos
entrambos oydos, de lo que tambien se admiró
Dorotea; la qual, estando atenta a lo que se
cantaua, vio que proseguian en esta manera:

# unit Q spanishverse
Dvlce esperança mia, ÷
que, rompiendo impossibles y malezas, ÷
sigues firme la via ÷
que tu mesma te finges y adereças, ÷
no te desmaye el verte ÷
a cada passo junto al de tu muerte.

No alcançan perezosos ÷
honrados triunfos, ni vitoria alguna, ÷
ni pueden ser dichosos ÷
los que, no contrastando a la fortuna, ÷
entregan, desualidos ÷
al ocio blando todos los sentidos.

Que amor sus glorias venda ÷
caras, es gran razon y es trato justo; ÷
pues no ay mas rica prenda ÷
que la que se quilata por su gusto, ÷
y es cosa manifiesta ÷
que no es de estima lo que poco cuesta.

Amorosas porfias ÷
tal vez alcançan impossibles cosas, ÷
y ansi, aunque con las mias ÷
sigo de amor las mas dificultosas, ÷
no por esso rezelo ÷
de no alcançar desde la tierra el cielo. ÷

# unit P text
Aqui dio fin la voz, y principio a nueuos
solloços Clara. Todo lo qual encendia el desseo
de Dorotea, que desseaua saber la causa de
tan suaue canto y de tan triste lloro. Y, assi, le
boluio a preguntar qué era lo que le queria
dezir denantes. Entonces Clara, temerosa de
que Luscinda no la oyesse, abraçando
estrechamente a Dorotea, puso su boca tan junto
del oydo de Dorotea, que seguramente podia
hablar sin ser de otro sentida. Y, assi, le
dixo:

``Este que canta, señora mia, es vn hijo de
vn cauallero, natural del reyno de Aragon, señor
de dos lugares, el qual viuia frontero de la
casa de mi padre, en la corte. Y aunque mi
padre tenia las ventanas de su casa con lienços
en el inuierno y zelosias en el verano, yo
no se lo que fue, ni lo que no, que este
cauallero, que andaua al estudio, me vio, ni se si
en la yglesia o en otra parte. Finalmente, el se
enamoró de mi, y me lo dio a entender desde
las ventanas de su casa, con tantas señas y con
tantas lagrimas, que yo le huue de creer, y aun
querer, sin saber lo que me queria. Entre las
señas que me hazia, era vna de juntarse la vna
mano con la otra, dandome a entender que se
casaria conmigo, y aunque yo me holgaria
mucho de que ansi fuera, como sola y sin madre,
no sabia con quién comunicallo, y, assi, lo
dexé estar, sin dalle otro fabor, si no era,
quando estaua mi padre fuera de casa y el suyo
tambien, alçar vn poco el lienço, o la zelosia,
y dexarme ver toda, de lo que el hazia tanta
fiesta, que daua señales de boluerse loco.

''Llegose en esto el tiempo de la partida de
mi padre, la qual el supo, y no de mi, pues
nunca pude dezirselo. Cayó malo, a lo que yo
entiendo, de pesadumbre, y, assi, el dia que nos
partimos nunca pude verle para despedirme
del, siquiera con los ojos. Pero a cabo de dos
dias que caminauamos, al entrar de vna posada
en vn lugar vna jornada de aqui, le vi a la
puerta del meson, puesto en abito de moço de
mulas, tan al natural, que si yo no le truxera
tan retratado en mi alma, fuera impossible
conocelle. Conocile, admireme y alegreme; el me
miró a hurto de mi padre, de quien el siempre
se esconde quando atrauiessa por delante de
mi en los caminos y en las posadas do llegamos.
Y, como yo se quién es, y considero que
por amor de mi viene a pie y con tanto
trabajo, muerome de pesadumbre, y adonde el
pone los pies, pongo yo los ojos. No se con
qué intencion viene, ni cómo ha podido escaparse
de su padre, que le quiere extraordinariamente,
porque no tiene otro heredero y porque
el lo merece, como lo vera vuestra merced
quando le vea. Y, mas le se dezir, que todo
aquello que canta lo saca de su cabeça; que
he oydo dezir que es muy gran estudiante
y poeta. Y ay mas: que cada vez que le veo o
le oygo cantar, tiemblo toda y me sobresalto,
temerosa de que mi padre le conozca y venga
en conocimiento de nuestros desseos. En mi
vida le he hablado palabra, y con todo esso le
quiero de manera, que no he de poder viuir sin
el. Esto es, señora mia, todo lo que os puedo dezir
deste musico, cuya voz tanto os ha contentado,
que en sola ella echareys bien de ver que
no es moço de mulas, como dezis, sino señor
de almas y lugares, como yo os he dicho.''

``No digays mas, señora doña Clara'', dixo a
esta sazon Dorotea, y esto, besandola mil
vezes. ``No digays mas, digo, y esperad que
venga el nueuo dia; que yo espero en Dios de
encaminar de manera vuestros negocios, que
tengan el felize fin que tan honestos
principios merecen.''

``¡Ay, señora!'', dixo doña Clara, ``¿qué fin
se
puede esperar, si su padre es tan principal y
tan rico que le parecera que aun yo no puedo
ser criada de su hijo, quanto mas esposa? Pues
casarme yo a hurto de mi padre, no lo hare por
quanto ay en el mundo. No querria sino que
este moço se boluiesse y me dexasse; quiça
con no velle y con la gran distancia del
camino que lleuamos se me aliuiaria la pena que
aora lleuo; aunque se dezir que este remedio
que me imagino me ha de aprouechar bien
poco; no se qué diablos ha sido esto, ni por
dónde se ha entrado este amor que le tengo,
siendo yo tan muchacha y el tan muchacho,
que en verdad que creo que somos de vna
edad mesma, y que yo no tengo cumplidos
diez y seys años; que para el dia de San Miguel
que vendra dize mi padre que los cumplo.''

No pudo dexar de reyrse Dorotea oyendo
quán como niña hablaua doña Clara, a quien
dixo:

``Reposemos, señora, lo poco que creo queda
de la noche, y amanecera Dios y medraremos,
o mal me andaran las manos.''

Sossegaronse con esto, y en toda la venta
se guardaua vn grande silencio; solamente no
dormian la hija de la ventera, y Maritornes su
criada. Las quales como ya sabian el humor
de que pecaua don Quixote, y que estaua fuera
de la venta, armado y a cauallo, haziendo la
guarda, determinaron las dos de hazelle alguna
burla, o, a lo menos, de passar vn poco el
tiempo oyendole sus disparates.

Es, pues, el caso, que en toda la venta no
auia ventana que saliesse al campo, sino vn
agujero de vn pajar, por donde echauan la paja
por de fuera. A este agujero se pusieron las dos
semidonzellas, y vieron que don Quixote estaua
a cauallo, recostado sobre su lançon, dando de
quando en quando tan dolientes y profundos
suspiros, que parecia que con cada vno se le
arrancaua el alma. Y, assimesmo, oyeron
que dezia con voz blanda, regalada y amorosa:

``¡O mi señora Dulzinea del Toboso, estremo
de toda hermosura, fin y remate de la discrecion,
archiuo del mejor donayre, deposito de la
honestidad, y, vltimadamente, idea de todo lo
prouechoso, honesto y deleytable que ay en
el mundo! Y ¿qué fará agora la tu merced? ¿Si
tendras, por ventura, las mientes en tu cautiuo
cauallero, que a tantos peligros por solo
seruirte de su voluntad ha querido ponerse?
Dame tu nueuas della, ¡o luminaria de las tres
caras!; quiça con embidia de la suya la estás
aora mirando, que, o passeandose por
alguna galeria de sus suntuosos palacios, o ya
puesta de pechos sobre algun valcon, está
considerando cómo, salua su honestidad y grandeza,
ha de amansar la tormenta que por ella este
mi cuytado coraçon padece, qué gloria ha de
dar a mis penas, qué sossiego a mi cuidado, y,
finalmente, qué vida a mi muerte y qué premio
a mis seruicios. Y tu, sol, que ya deues
de estar apriessa ensillando tus cauallos por
madrugar y salir a ver a mi señora, assi como
la veas, suplicote que de mi parte la saludes;
pero guardate que al verla y saludarla no le
des paz en el rostro; que tendre mas zelos de
ti que tu los tuuiste de aquella ligera ingrata
que tanto te hizo sudar y correr por los llanos
de Tesalia, o por las riberas de Peneo; que
no me acuerdo bien por dónde corriste
entonces, zeloso y enamorado.''

A este punto llegaua entonces don Quixote
en su tan lastimero razonamiento, quando la
hija de la ventera le començo a cecear, y a
dezirle:

``Señor mio, lleguese aca la vuestra merced,
si es seruido.''

A cuyas señas y voz boluio don Quixote la
cabeça, y vio a la luz de la luna, que entonces
estaua en toda su claridad, como le llamauan
del agujero que a el le parecio ventana, y aun
con rejas doradas, como conuiene que las
tengan tan ricos castillos como el se imaginaua
que era aquella venta; y luego en el instante
se le representó en su loca imaginacion que
otra vez, como la passada, la donzella fermosa,
hija de la señora de aquel castillo, vencida de
su amor, tornaua a solicitarle; y, con este
pensamiento, por no mostrarse descortes y
desagradecido, boluio las riendas a Rozinante y
se llegó al agujero, y assi como vio a las dos
moças, dixo:

``Lastima os tengo, fermosa señora, de que
ayades puesto vuestras amorosas mientes en
parte donde no es possible corresponderos
conforme merece vuestro gran valor y gentileza;
de lo que no deueys dar culpa a este miserable
andante cauallero, a quien tiene amor
impossibilitado de poder entregar su voluntad
a otra que aquella que en el punto que sus
ojos la vieron, la hizo señora absoluta de su
alma. Perdonadme, buena señora, y recogeos
en vuestro aposento, y no querays con
significarme mas vuestros desseos que yo me
muestre mas desagradecido; y si del amor que me
teneys hallays en mi otra cosa con que
satisfazeros que el mismo amor no sea, pedidmela;
que yo os juro por aquella ausente enemiga
dulce mia, de darosla encontinente, si bien me
pidiessedes vna guedeja de los cabellos de
Medusa, que eran todos culebras, o ya los
mesmos rayos del sol, encerrados en vna
redoma.''

``No ha menester nada desso mi señora, señor
cauallero'', dixo a este punto Maritornes.

``Pues ¿qué ha menester, discreta dueña,
vuestra señora?'', respondio don Quixote.

``Sola vna de vuestras hermosas manos'',
dixo Maritornes, ``por poder deshogar con
ella el gran desseo que a este agujero la ha
traydo, tan a peligro de su honor, que si su
señor padre la huuiera sentido, la menor
tajada della fuera la oreja.''

``Ya quisiera yo ver esso'', respondio don
Quixote; ``pero el se guardará bien desso, si
ya no quiere hazer el mas desastrado fin que
padre hizo en el mundo, por auer puesto las
manos en los delicados miembros de su
enamorada hija.''

Pareciole a Maritornes que sin duda don
Quixote daria la mano que le auian pedido,
y, proponiendo en su pensamiento lo que
auia de hazer, se baxó del agujero y se fue
a la caualleriza, donde tomó el cabestro
del jumento de Sancho Pança, y con mucha
presteza se boluio a su agujero, a tiempo que
don Quixote se auia puesto de pies sobre la
silla de Rozinante, por alcançar a la ventana
enrejada donde se imaginaua estar la ferida
donzella; y al darle la mano, dixo:

``Tomad, señora, essa mano, o por mejor
dezir, esse verdugo de los malhechores del
mundo; tomad essa mano, digo, a quien no ha
tocado otra de muger alguna, ni aun la de
aquella que tiene entera possession de todo
mi cuerpo. No os la doy para que la beseys,
sino para que mireys la contestura de sus
neruios, la trauazon de sus musculos, la anchura
y espaciosidad de sus venas; de donde sacareys
qué tal deue de ser la fuerça del braço
que tal mano tiene.''

``Aora lo veremos'', dixo Maritornes.

Y, haziendo vna lazada corrediza al cabestro,
se la echó a la muñeca, y, baxandose del
agujero, ató lo que quedaua al cerrojo de la
puerta del pajar muy fuertemente. Don Quixote,
que sintio la aspereza del cordel en su
muñeca, dixo:

``Mas parece que vuestra merced me ralla
que no que me regala la mano; no la trateys
tan mal, pues ella no tiene la culpa del mal que
mi voluntad os haze, ni es bien que en tan poca
parte vengueys el todo de vuestro enojo; mirad
que quien quiere bien no se venga tan mal.''

Pero todas estas razones de don Quixote ya
no las escuchaua nadie, porque assi como Maritornes
le ató, ella y la otra se fueron, muertas
de risa, y le dexaron asido de manera, que fue
impossible soltarse. Estaua, pues, como se ha
dicho, de pies sobre Rozinante, metido todo el
braço por el agujero, y atado de la muñeca y
al cerrojo de la puerta, con grandissimo temor
y cuydado que si Rozinante se desuiaua a vn
cabo o a otro, auia de quedar colgado del braço;
y, assi, no osaua hazer mouimiento alguno,
puesto que de la paciencia y quietud de
Rozinante bien se podia esperar que estaria sin
mouerse vn siglo entero.

En resolucion, viendose don Quixote atado,
y que ya las damas se auian ydo, se dio a
imaginar que todo aquello se hazia por via de
encantamento, como la vez passada, quando en
aquel mesmo castillo le molio aquel moro
encantado del harriero, y maldezia entre si su
poca discrecion y discurso, pues auiendo salido
tan mal la vez primera de aquel castillo, se
auia auenturado a entrar en el la segunda,
siendo aduertimiento de caualleros andantes
que, quando han prouado vna auentura y no
salido bien con ella, es señal que no está
para ellos guardada, sino para otros, y, assi,
no tienen necessidad de prouarla segunda vez.
Con todo esto, tiraua de su braço por ver si
podia soltarse, mas el estaua tan bien asido,
que todas sus prueuas fueron en vano. Bien es
verdad que tiraua con tiento, porque Rozinante
no se mouiesse, y aunque el quisiera sentarse
y ponerse en la silla, no podia sino estar en
pie, o arrancarse la mano.

Alli fue el dessear de la espada de Amadis,
contra quien no tenia fuerça encantamento alguno;
alli fue el maldezir de su fortuna; alli
fue el exagerar la falta que haria en el mundo
su presencia el tiempo que alli estuuiesse
encantado, que sin duda alguna se auia creydo
que lo estaua; alli el acordarse de nueuo de
su querida Dulzinea del Toboso; alli fue el
llamar a su buen escudero Sancho Pança, que,
sepultado en sueño, y tendido sobre el albarda
de su jumento, no se acordaua en aquel instante
de la madre que lo auia parido; alli llamó
a los sabios Lirgandeo y Alquife, que le
ayudassen; alli inuocó a su buena amiga Vrganda,
que le socorriesse, y, finalmente, alli le
tomó la mañana, tan desesperado y confuso,
que bramaua como vn toro; porque no esperaua
el que con el dia se remediaria su cuyta,
porque la tenia por eterna, teniendose por
encantado. Y haziale creer esto ver que Rozinante
poco ni mucho se mouia, y creia que de aquella
suerte, sin comer, ni beuer, ni dormir, auian
de estar el y su cauallo hasta que aquel mal
influxo de las estrellas se passasse, o hasta que
otro mas sabio encantador le desencantasse.

Pero engañose mucho en su creencia, porque
apenas començo a amanecer, quando llegaron
a la venta quatro hombres de a cauallo,
muy bien puestos y adereçados, con sus escopetas
sobre los arzones. Llamaron a la puerta
de la venta, que aun estaua cerrada, con grandes
golpes, lo qual visto por don Quixote desde
donde aun no dexaua de hazer la centinela,
con voz arrogante y alta, dixo:

``Caualleros, o escuderos, o quienquiera que
seays, no teneys para qué llamar a las puertas
deste castillo; que asaz de claro está que a
tales horas, o los que estan dentro duermen, o
no tienen por costumbre de abrirse las fortalezas
hasta que el sol esté tendido por todo el
suelo; desuiaos a fuera, y esperad que aclare el
dia, y entonces veremos si sera justo o no que
os abran.''

``¿Qué diablos de fortaleza o castillo es este'',
dixo vno, ``para obligarnos a guardar estas
ceremonias? Si soys el ventero, mandad que nos
abran; que somos caminantes que no queremos
mas de dar ceuada a nuestras caualgaduras y
passar adelante, porque vamos de priessa.''

``¿Pareceos, caualleros, que tengo yo talle de
ventero?'', respondio don Quixote.

``No se de qué teneys talle'', respondio el
otro, ``pero se que dezis disparates en llamar
castillo a esta venta.''

``Castillo es'', replicó don Quixote, ``y aun de
los mejores de toda esta prouincia; y gente
tiene dentro que ha tenido cetro en la mano y
corona en la cabeça.''

``Mejor fuera al reues'', dixo el caminante:
``el cetro en la cabeça y la corona en la mano,
y sera, si a mano viene, que deue de estar
dentro alguna compañia de representantes, de
los quales es tener a menudo essas coronas y
cetros que dezis, porque en vna venta tan
pequeña, y adonde se guarda tanto silencio como
esta, no creo yo que se alojan personas dignas
de corona y cetro.''

``Sabeys poco del mundo'', replicó don
Quixote, ``pues ignorays los casos que suelen
acontecer en la caualleria andante.''

Cansauanse los compañeros que con el
preguntante venian del coloquio que con don
Quixote passaua, y, assi, tornaron a llamar con
grande furia, y fue de modo, que el ventero
desperto, y aun todos quantos en la venta estauan,
y assi, se leuantó a preguntar quién llamaua.

Sucedio en este tiempo que vna de las
caualgaduras en que venian los quatro que llamauan
se llegó a oler a Rozinante, que, melancolico
y triste, con las orejas caydas, sostenia
sin mouerse a su estirado señor; y como, en fin,
era de carne, aunque parecia de leño, no pudo
dexar de resentirse y tornar a oler a quien le
llegaua a hazer caricias, y, assi, no se huuo
mouido tanto quanto, quando se desuiaron los
juntos pies de don Quixote, y, resbalando de
la silla, dieran con el en el suelo a no quedar
colgado del braço, cosa que le causó tanto
dolor, que creyó, o que la muñeca le cortauan,
o que el braço se le arrancaua, porque el
quedó tan cerca del suelo, que con los estremos
de las puntas de los pies besaua la tierra, que
era en su perjuyzio, porque como sentia lo
poco que le faltaua para poner las plantas en
la tierra, fatigauase y estirauase quanto podia
por alcançar al suelo, bien assi como los que
estan en el tormento de la garrucha puestos a
toca, no toca, que ellos mesmos son causa
de acrecentar su dolor con el ahinco que ponen
en estirarse, engañados de la esperança que se
les representa, que con poco mas que se
estiren llegarán al suelo.


## <f044>
# chapter  44 XLIV
# unit N chapternum
Capitulo XLIV
# unit T title
Donde se prosiguen los inauditos sucessos
de la venta.
# unit P text
En efeto, fueron tantas las vozes que don
Quixote dio, que, abriendo de presto las puertas
de la venta, salio el ventero, despauorido, a
ver quién tales gritos daua, y los que estauan
fuera hizieron lo mesmo. Maritornes, que
ya auia despertado a las mismas vozes, imaginando
lo que podia ser, se fue al pajar y desató,
sin que nadie lo viesse, el cabestro que a
don Quixote sostenia, y el dio luego en el suelo,
a vista del ventero y de los caminantes, que,
llegandose a el, le preguntaron qué tenia, que
tales vozes daua. El, sin responder palabra, se
quitó el cordel de la muñeca, y, leuantandose
en pie, subio sobre Rozinante, embraçó su
adarga, enristró su lançon, y, tomando buena
parte del campo, boluio a medio galope,
diziendo:

``Qualquiera que dixere que yo he sido con
justo titulo encantado, como mi señora la
princessa Micomicona me de licencia para ello, yo
le desmiento, le rieto y desafio a singular
batalla.''

Admirados se quedaron los nueuos caminantes
de las palabras de don Quixote, pero el
ventero les quitó de aquella admiracion,
diziendoles que era don Quixote, y que no auia que
hazer caso del, porque estaua fuera de juyzio.
Preguntaronle al ventero si acaso auia llegado
a aquella venta vn muchacho de hasta edad
de quinze años, que venia vestido como moço
de mulas, de tales y tales señas, dando las
mesmas que trahia el amante de doña Clara.
El ventero respondio que auia tanta gente en
la venta, que no auia echado de ver en el que
preguntauan. Pero auiendo visto vno dellos el
coche donde auia venido el oydor, dixo:

``Aqui deue de estar, sin duda, porque este
es el coche que el dizen que sigue; quedese
vno de nosotros a la puerta, y entren los demas
a buscarle, y aun seria bien que vno de
nosotros rodeasse toda la venta, porque no se
fuesse por las bardas de los corrales.''

``Assi se hara'', respondio vno dellos.

Y, entrandose los dos dentro, vno se quedó
a la puerta y el otro se fue a rodear la venta,
todo lo qual veia el ventero, y no sabia
atinar para qué se hazian aquellas diligencias,
puesto que bien creyo que buscauan aquel
moço, cuyas señas le auian dado. Ya a esta
sazon aclaraua el dia, y assi por esto, como por
el ruydo que don Quixote auia hecho, estauan
todos despiertos y se leuantauan, especialmente
doña Clara y Dorotea, que, la vna con
sobresalto de tener tan cerca a su amante, y la otra
con el desseo de verle, auian podido dormir
bien mal aquella noche.

Don Quixote, que vio que ninguno de los
quatro caminantes hazia caso del, ni le respondian
a su demanda, moria y rabiaua de despecho
y saña, y si el hallara en las ordenanças
de su caualleria que licitamente podia el
cauallero andante tomar y emprender otra empresa,
auiendo dado su palabra y fe de no ponerse
en ninguna hasta acabar la que auia prometido,
el enuistiera con todos y les hiziera
responder, mal de su grado. Pero por parecerle no
conuenirle ni estarle bien començar nueua
empresa hasta poner a Micomicona en su reyno,
huuo de callar y estarse quedo, esperando
a ver en qué parauan las diligencias de
aquellos caminantes, vno de los quales halló al
mancebo que buscaua durmiendo al lado de
vn moço de mulas, bien descuydado de que
nadie ni le buscasse, ni menos de que le
hallasse. El hombre le trauó del braço y le dixo:

``Por cierto, señor don Luys, que responde
bien a quien vos soys el habito que teneys, y
que dize bien la cama en que os hallo al regalo
con que vuestra madre os crió.''

Limpiose el moço los soñolientos ojos, y
miró de espacio al que le tenia asido, y luego
conocio que era criado de su padre, de que
recibio tal sobresalto, que no acerto o no pudo
hablarle palabra por vn buen espacio, y el
criado prosiguio, diziendo:

``Aqui no ay que hazer otra cosa, señor don
Luys, sino prestar paciencia y dar la buelta a
casa, si ya vuestra merced no gusta que su
padre y mi señor la de al otro mundo, porque
no se puede esperar otra cosa de la pena con
que queda por vuestra ausencia.''

``Pues ¿cómo supo mi padre'', dixo don Luys,
``que yo venia este camino y en este traje?''

``Vn estudiante'', respondio el criado, ``a
quien distes cuenta de vuestros pensamientos,
fue el que lo descubrio, mouido a lastima, de
las que vio que hazia vuestro padre al punto
que os echó menos; y, assi, despachó a quatro
de sus criados en vuestra busca, y todos estamos
aqui a vuestro seruicio, mas contentos de
lo que imaginar se puede por el buen despacho
con que tornaremos, lleuandoos a los ojos que
tanto os quieren.''

``Esso sera como yo quisiere, o como el cielo
lo ordenare'', respondio don Luys.

``¿Qué aueys de querer, o qué ha de ordenar
el cielo, fuera de consentir en bolueros,
porque no ha de ser possible otra cosa?''

Todas estas razones que entre los dos
passauan oyó el moço de mulas, junto a quien
don Luys estaua, y, leuantandose de alli, fue a
dezir lo que passaua a don Fernando y a
Cardenio y a los demas, que ya vestido se auian;
a los quales dixo como aquel hombre llamaua
de don a aquel muchacho, y las razones que
passauan, y como le queria boluer a casa de su
padre, y el moço no queria; y con esto, y con
lo que del sabian, de la buena voz que el cielo
le auia dado, vinieron todos en gran desseo de
saber mas particularmente quién era, y aun de
ayudarle, si alguna fuerça le quisiessen hazer;
y, assi, se fueron hazia la parte donde aun
estaua hablando y porfiando con su criado.

Salia en esto Dorotea de su aposento, y
tras ella doña Clara toda turbada; y, llamando
Dorotea a Cardenio aparte, le conto en breues
razones la historia del musico y de doña Clara,
a quien el tambien dixo lo que passaua de la
venida a buscarle los criados de su padre, y no
se lo dixo tan callando, que lo dexasse de oyr
Clara; de lo que quedó tan fuera de si, que si
Dorotea no llegara a tenerla, diera consigo en
el suelo. Cardenio dixo a Dorotea que se
boluiessen al aposento, que el procuraria poner
remedio en todo, y ellas lo hizieron.

Ya estauan todos los quatro que venian a
buscar a don Luys dentro de la venta, y rodeados
del, persuadiendole que luego, sin detenerse
vn punto, boluiesse a consolar a su padre.
El respondio que en ninguna manera lo podia
hazer hasta dar fin a vn negocio en que le yua
la vida, la honra y el alma. Apretaronle entonces
los criados, diziendole que en ningun modo
boluerian sin el, y que le lleuarian, quisiesse o
no quisiesse.

``Esso no hareys vosotros'', replicó don
Luys, ``si no es lleuandome muerto, aunque
de qualquiera manera que me lleueys, sera
lleuarme sin vida.''

Ya a esta sazon auian acudido a la porfia
todos los mas que en la venta estauan,
especialmente Cardenio, don Fernando, sus
camaradas, el oydor, el cura, el barbero y don
Quixote, que ya le parecio que no auia necessidad
de guardar mas el castillo. Cardenio, como ya
sabia la historia del moço, preguntó a los que
lleuarle querian, que qué les mouia a querer
lleuar contra su voluntad a aquel
muchacho.

``Mueuenos'', respondio vno de los quatro,
``dar la vida a su padre, que por la ausencia
deste cauallero queda a peligro de perderla.''

A esto dixo don Luys:

``No ay para qué se de cuenta aqui de mis
cosas; yo soy libre y boluere si me diere
gusto, y si no, ninguno de vosotros me ha de
hazer fuerça.''

``Harasela a vuestra merced la razon'',
respondio el hombre, ``y quando ella no bastare
con vuestra merced, bastará con nosotros para
hazer a lo que venimos y lo que somos
obligados.''

``Sepamos que es esto de rayz'', dixo a este
tiempo el oydor.

Pero el hombre que lo conocio, como vezino
de su casa, respondio:

``¿No conoce vuestra merced, señor oydor, a
este cauallero, que es el hijo de su vezino, el
qual se ha ausentado de casa de su padre, en
el habito tan indecente a su calidad, como
vuestra merced puede ver?''

Mirole entonces el oydor mas atentamente,
y conociole, y abraçandole, dixo:

``¿Qué niñerias son estas, señor don Luys,
o qué causas tan poderosas, que os ayan
mouido a venir desta manera, y en este trage,
que dize tan mal con la calidad vuestra?''

Al moço se le vinieron las lagrimas a los
ojos, y no pudo responder palabra. El
oydor dixo a los quatro que se sossegassen,
que todo se haria bien, y, tomando por la
mano a don Luys, le apartó a vna parte, y
le preguntó qué venida auia sido aquella.

Y en tanto que le hazia esta y otras
preguntas, oyeron grandes vozes a la puerta de la
venta, y era la causa dellas que dos huespedes,
que aquella noche auian alojado en ella,
viendo a toda la gente ocupada en saber lo
que los quatro buscauan, auian intentado a yrse
sin pagar lo que deuian; mas el ventero, que
atendia mas a su negocio que a los agenos, les
asio al salir de la puerta y pidio su paga, y les
afeó su mala intencion con tales palabras, que
les mouio a que le respondiessen con los puños;
y, assi, le començaron a dar tal mano, que
el pobre ventero tuuo necessidad de dar vozes
y pedir socorro. La ventera y su hija no vieron
a otro mas desocupado para poder socorrerle
que a don Quixote, a quien la hija de la
ventera dixo:

``Socorra vuestra merced, señor cauallero,
por la virtud que Dios le dio, a mi pobre padre;
que dos malos hombres le estan moliendo como
a cibera.''

A lo qual respondio don Quixote muy de
espacio y con mucha flema:

``Fermosa donzella, no ha lugar por aora
vuestra peticion, porque estoy impedido de
entremeterme en otra auentura en tanto que no
diere cima a vna en que mi palabra me ha
puesto; mas lo que yo podre hazer por seruiros,
es lo que aora diré: corred y dezid a vuestro
padre que se entretenga en essa batalla lo
mejor que pudiere y que no se dexe vencer en
ningun modo, en tanto que yo pido licencia a
la princessa Micomicona para poder socorrerle
en su cuyta; que si ella me la da, tened por
cierto que yo le sacaré della.''

``Pecadora de mi'', dixo a esto Maritornes,
que estaua delante, ``primero que vuestra merced
alcance essa licencia que dize, estará ya mi
señor en el otro mundo.''

``Dadme vos, señora, que yo alcance la
licencia que digo'', respondio don Quixote; ``que
como yo la tenga, poco hara al caso que el esté
en el otro mundo, que de alli le sacaré, a pesar
del mismo mundo que lo contradiga; o, por lo
menos, os dare tal vengança de los que alla le
huuieren embiado, que quedeys mas que
medianamente satisfechas.''

Y, sin dezir mas, se fue a poner de hinojos
ante Dorotea, pidiendole, con palabras cauallerescas
y andantescas, que la su grandeza fuesse
seruida de darle licencia de acorrer y socorrer
al castellano de aquel castillo, que estaua
puesto en vna graue mengua. La princessa se la dio
de buen talante, y el luego, embraçando su
adarga y poniendo mano a su espada, acudio
a la puerta de la venta, adonde aun todauia
trahian los dos huespedes a mal traer al ventero;
pero assi como llegó, embraço y se estuuo
quedo, aunque Maritornes y la ventera le
dezian que en qué se detenia; que socorriesse a
su señor y marido.

``Detengome'', dixo don Quixote, ``porque no
me es licito poner mano a la espada contra
gente escuderil; pero llamadme aqui a mi
escudero Sancho; que a el toca y atañe esta
defensa y vengança.''

Esto passaua en la puerta de la venta, y en
ella andauan las puñadas y moxicones muy en
su punto, todo en daño del ventero y en rabia
de Maritornes, la ventera y su hija, que se
desesperauan de ver la cobardia de don Quixote,
y de lo mal que lo passaua su marido, señor y
padre.

Pero dexemosle aqui, que no faltará quien
le socorra; o si no, sufra y calle el que se
atreue a mas de a lo que sus fuerças le prometen,
y boluamonos atras cincuenta passos a ver
qué fue lo que don Luys respondio al oydor;
que le dexamos aparte preguntandole la causa
de su venida a pie, y de tan vil trage vestido.
A lo qual el moço, asiendole fuertemente de
las manos, como en señal de que algun gran
dolor le apretaua el coraçon, y, derramando
lagrimas en grande abundancia, le dixo:

``Señor mio, yo no se deziros otra cosa sino
que desde el punto que quiso el cielo y facilitó
nuestra vezindad que yo viesse a mi señora
doña Clara, hija vuestra y señora mia, desde
aquel instante la hize dueño de mi voluntad;
y si la vuestra, verdadero señor y padre mío,
no lo impide, en este mesmo dia ha de ser
mi esposa. Por ella dexé la casa de mi padre,
y por ella me puse en este trage para seguirla
donde quiera que fuesse, como la saeta al
blanco, o como el marinero al norte. Ella no
sabe de mis desseos mas de lo que ha podido
entender de algunas vezes que desde lexos ha
visto llorar mis ojos. Ya, señor, sabeys la
riqueza y la nobleza de mis padres, y como yo soy
su vnico heredero; si os parece que estas son
partes para que os auentureys a hazerme en
todo venturoso, recebidme luego por vuestro
hijo; que si mi padre, lleuado de otros
disignios suyos, no gustare deste bien que yo
supe buscarme, mas fuerça tiene el tiempo para
deshazer y mudar las cosas que las humanas
voluntades.''

Calló en diziendo esto el enamorado mancebo,
y el oydor quedó en oyrle suspenso, confuso
y admirado, assi de auer oydo el modo y
la discrecion con que don Luys le auia
descubierto su pensamiento, como de verse en punto
que no sabia el que poder tomar en tan
repentino y no esperado negocio; y, assi, no
respondio otra cosa sino que se sossegasse por
entonces, y entretuuiesse a sus criados, que por
aquel dia no le boluiessen, porque se tuuiesse
tiempo para considerar lo que mejor a todos
estuuiesse. Besole las manos por fuerça don
Luys, y aun se las bañó con lagrimas, cosa que
pudiera enternecer vn coraçon de marmol, no
solo el del oydor, que, como discreto, ya auia
conocido quán bien le estaua a su hija aquel
matrimonio; puesto que, si fuera possible, lo
quisiera efetuar con voluntad del padre de
don Luys, del qual sabia que pretendia hazer
de titulo a su hijo.

Ya a esta sazon estauan en paz los huespedes
con el ventero, pues por persuasion y buenas
razones de don Quixote, mas que por amenazas,
le auian pagado todo lo que el quiso, y
los criados de don Luys aguardauan el fin de
la platica del oydor y la resolucion de su amo,
quando el demonio, que no duerme, ordenó
que en aquel mesmo punto entró en la
venta el barbero a quien don Quixote quitó el
yelmo de Mambrino, y Sancho Pança los aparejos
del asno, que troco con los del suyo; el
qual barbero, lleuando su jumento a la
caualleriza, vio a Sancho Pança que estaua
adereçando no se qué de la albarda, y assi como la
vio, la conocio, y se atreuio a arremeter a
Sancho, diziendo:

``¡A, don ladron, que aqui os tengo! Venga
mi vazia y mi albarda, con todos mis aparejos
que me robastes.''

Sancho, que se vio acometer tan de improuiso
y oyo los vituperios que le dezian, con la
vna mano asio de la albarda, y con la otra dio
vn moxicon al barbero, que le bañó los dientes
en sangre; pero no por esto dexó el barbero la
presa que tenia hecha en el albarda, antes
alçó la voz de tal manera, que todos los de la
venta acudieron al ruydo y pendencia; y dezia:

``¡Aqui del rey y de la justicia; que sobre
cobrar mi hazienda me quiere matar este ladron,
salteador de caminos!''

``¡Mentis'', respondio Sancho; ``que yo no soy
salteador de caminos; que en buena guerra
ganó mi señor don Quixote estos despojos!''

Ya estaua don Quixote delante, con mucho
contento de ver quán bien se defendia y ofendia
su escudero, y tuuole desde alli adelante
por hombre de pro, y propuso en su coraçon
de armalle cauallero en la primera ocasion
que se le ofreciesse, por parecerle que seria
en el bien empleada la orden de la caualleria.
Entre otras cosas que el barbero dezia en el
discurso de la pendencia, vino a dezir:

``Señores: assi esta albarda es mia como la
muerte que deuo a Dios; y assi la conozco
como si la huuiera parido, y ahi está mi asno
en el establo, que no me dexará mentir; si no,
prueuensela, y si no le viniere pintiparada, yo
quedaré por infame; y ay mas: que el mismo
dia que ella se me quitó, me quitaron tambien
vna bazia de açofar nueua que no se auia
estrenado, que era señora de vn escudo.''

Aqui no se pudo contener don Quixote sin
responder, y, poniendose entre los dos, y
apartandoles, depositando la albarda en el suelo,
que la tuuiesse de manifiesto hasta que la
verdad se aclarasse, dixo:

``¡Porque vean vuestras mercedes clara y
manifiestamente el error en que está este buen
escudero, pues llama bazia a lo que fue, es y
sera yelmo de Mambrino, el qual se le quité
yo en buena guerra, y me hize señor del con
ligitima y licita possession! En lo del albarda
no me entremeto; que lo que en ello sabre
dezir es que mi escudero Sancho me pidio
licencia para quitar los jaezes del cauallo deste
vencido couarde, y con ellos adornar el suyo;
yo se la di y el los tomó, y de auerse conuertido
de jaez en albarda no sabre dar otra razon
si no es la ordinaria: que como essas
transformaciones se ven en los sucessos de la
caualleria; para confirmacion de lo qual, corre,
Sancho hijo, y saca aqui el yelmo que este
buen hombre dize ser bazia.''

``¡Pardiez, señor!'', dixo Sancho, ``si no
tenemos otra prueua de nuestra intencion que la
que vuestra merced dize, tan bazia es el yelmo
de Malino como el jaez deste buen hombre
albarda.''

``Haz lo que te mando'', replicó don Quixote;
``que no todas las cosas deste castillo han de
ser guiadas por encantamento.''

Sancho fue a do estaua la bazia y la truxo,
y assi como don Quixote la vio, la tomó en las
manos y dixo:

``Miren vuestras mercedes con qué cara podia
dezir este escudero que esta es bazia, y no
el yelmo que yo he dicho; y juro por la orden
de caualleria que professo, que este yelmo fue
el mismo que yo le quité, sin auer añadido en
el ni quitado cosa alguna.''

``En esso no ay duda'', dixo a esta sazon
Sancho; ``porque desde que mi señor le ganó
hasta agora no a hecho con el mas de vna batalla,
quando libró a los sin ventura encadenados,
y si no fuera por este vaziyelmo, no lo
passara entonces muy bien, porque huuo asaz
de pedradas en aquel trance.''


## <f045>
# chapter  45 XLV
# unit N chapternum
Capitulo XLV
# unit T title
Donde se acaba de aueriguar la duda del
yelmo de Mambrino y de la albarda, y otras
auenturas sucedidas, con toda verdad.
# unit P text
``¿Qvé les parece a vuestras mercedes, señores'',
dixo el barbero, ``de lo que afirman estos
gentiles hombres, pues aun porfian que esta
no es bazia, sino yelmo?''

``Y quien lo contrario dixere'', dixo don
Quixote, ``le hare yo conocer que miente, si fuere
cauallero, y si escudero, que remiente mil
vezes.''

Nuestro barbero, que a todo estaua presente,
como tenia tan bien conocido el humor de don
Quixote, quiso esforçar su desatino y lleuar
adelante la burla, para que todos riessen, y
dixo hablando con el otro barbero:

``Señor barbero, o quien soys, sabed que yo
tambien soy de vuestro oficio, y tengo mas ha
de veynte años carta de examen, y conozco
muy bien de todos los instrumentos de la
barberia, sin que le falte vno; y ni mas ni menos
fuy vn tiempo en mi mocedad soldado, y se
tambien qué es yelmo, y qué es morrion y celada
de encaxe, y otras cosas tocantes a la milicia,
digo, a los generos de armas de los soldados;
y digo, saluo mejor parecer, remitiendome
siempre al mejor entendimiento, que esta pieça
que está aqui delante, y que este buen señor
tiene en las manos, no solo no es bazia de
barbero, pero está tan lexos de serlo, como está
lexos lo blanco de lo negro y la verdad de la
mentira; tambien digo que este, aunque es
yelmo, no es yelmo entero.''

``No, por cierto'', dixo don Quixote, ``porque
le falta la mitad, que es la babera.''

``Assi es'', dixo el cura, que ya auia
entendido la intencion de su amigo el barbero.

Y lo mismo confirmó Cardenio, don Fernando
y sus camaradas; y aun el oydor, si no
estuuiera tan pensatiuo con el negocio de don
Luys, ayudara por su parte a la burla; pero las
veras de lo que pensaua le tenian tan suspenso,
que poco o nada atendia a aquellos donayres.

``¡Valame Dios!'', dixo a esta sazon el barbero
burlado. ``¿Que es possible que tanta gente
honrada diga que esta no es bazia, sino yelmo?
Cosa parece esta que puede poner en admiracion
a toda vna Vniuersidad, por discreta que
sea. Basta; si es que esta bazia es yelmo,
tambien deue de ser esta albarda jaez de cauallo,
como este señor ha dicho.''

``A mi albarda me parece'', dixo don
Quixote; ``pero ya he dicho que en esso no me
entremeto.''

``De que sea albarda o jaez'', dixo el cura,
``no está en mas de dezirlo el señor don Quixote;
que en estas cosas de la caualleria todos
estos señores y yo le damos la ventaja.''

``Por Dios, señores mios'', dixo don Quixote,
``que son tantas y tan estrañas las cosas que en
este castillo, en dos vezes que en el he alojado,
me han sucedido, que no me atreua a dezir
afirmatiuamente ninguna cosa de lo que acerca
de lo que en el se contiene se preguntare,
porque imagino que quanto en el se trata va
por via de encantamento. La primera vez me
fatigó mucho vn moro encantado que en el ay,
y a Sancho no le fue muy bien con otros sus
sequaces, y anoche estuue colgado deste braço
casi dos horas, sin saber cómo ni cómo no, vine
a caer en aquella desgracia. Assi que ponerme
yo agora en cosa de tanta confusion a dar mi
parecer, sera caer en juizio temerario. En lo
que toca a lo que dizen que esta es bazia y no
yelmo, ya yo tengo respondido; pero en lo de
declarar si essa es albarda o jaez, no me atreuo
a dar sentencia difinitiua; solo lo dexo al
buen parecer de vuestras mercedes. Quiça por
no ser armados caualleros, como yo lo soy, no
tendran que ver con vuestras mercedes los
encantamentos deste lugar, y tendran los
entendimientos libres, y podran juzgar de las cosas
deste castillo como ellas son real y
verdaderamente, y no como a mi me parecian.''

``No ay duda'', respondio a esto don Fernando,
``sino que el señor don Quixote ha dicho
muy bien oy, que a nosotros toca la
difinicion deste caso, y porque vaya con mas
fundamento, yo tomaré en secreto los votos destos
señores, y de lo que resultare, dare entera y
clara noticia.''

Para aquellos que la tenian del humor de
don Quixote, era todo esto materia de grandissima
risa; pero para los que le ignorauan les
parecia el mayor disparate del mundo,
especialmente a los quatro criados de don Luis, y
a don Luis ni mas ni menos, y a otros tres
passageros que acaso auian llegado a la venta,
que tenian parecer de ser quadrilleros, como,
en efeto, lo eran. Pero el que mas se desesperaua
era el barbero, cuya bazia alli delante de
sus ojos se le auia buelto en yelmo de
Mambrino, y cuya albarda pensaua sin duda
alguna que se le auia de boluer en jaez rico de
cauallo, y los vnos y los otros se reyan de ver
cómo andaua don Fernando tomando los votos
de vnos en otros, hablandolos al oydo, para
que en secreto declarassen si era albarda o jaez
aquella joya, sobre quien tanto se auia
peleado. Y despues que huuo tomado los votos de
aquellos que a don Quixote conocian, dixo en
alta voz:

``El caso es, buen hombre, que ya yo estoy
cansado de tomar tantos pareceres, porque veo
que a ninguno pregunto lo que desseo saber,
que no me diga que es disparate el dezir que
esta sea albarda de jumento, sino jaez de
cauallo, y aun de cauallo castizo, y, assi, aureis
de tener paciencia, porque, a vuestro pesar y al
de vuestro asno, este es jaez y no albarda, y
vos aueis alegado y prouado muy mal de
vuestra parte.''

``No la tenga yo en el cielo'', dixo el
sobrebarbero, ``si todos vuestras mercedes no se
engañan, y que assi parezca mi anima ante
Dios, como ella me parece a mi albarda y no
jaez; pero alla van leyes, etc., y no digo mas;
y en verdad que no estoy borracho: que no me
he desayunado si de pecar no.''

No menos causauan risa las necedades que
dezia el barbero que los disparates de don
Quixote, el qual a esta sazon dixo:

``Aqui no ay mas que hazer, sino que cada
vno tome lo que es suyo, y a quien Dios se la
dio, San Pedro se la bendiga.''

Vno de los quatro dixo:

``Si ya no es que esto sea burla pensada, no
me puedo persuadir que hombres de tan buen
entendimiento como son, o parecen todos los
que aqui estan, se atreuan a dezir y afirmar
que esta no es bazia, ni aquella albarda; mas
como veo que lo afirman y lo dizen, me doy
a entender que no carece de misterio el
porfiar vna cosa tan contraria de lo que nos
muestra la misma verdad y la misma
experiencia. Porque, ¡voto a tal! -- y arrojole
redondo --, que no me den a mi a entender
quantos oy viuen en el mundo al reues de
que esta no sea bazia de barbero, y esta
albarda de asno.''

``Bien podria ser de borrica'', dixo el cura.

``Tanto monta'', dixo el criado; ``que el caso
no consiste en esso, sino en si es o no es
albarda, como vuestras mercedes dizen.''

Oyendo esto vno de los quadrilleros que
auian entrado, que auia oydo la pendencia y
quistion, lleno de colera y de enfado dixo:

``Tan albarda es como mi padre, y el que
otra cosa ha dicho o dixere deue de estar
hecho vua.''

``¡Mentis como vellaco villano!'', respondio
don Quixote.

Y, alçando el lançon, que nunca le dexaua
de las manos, le yua a descargar tal golpe
sobre la cabeça, que a no desuiarse el quadrillero,
se le dexara alli tendido; el lançon se
hizo pedaços en el suelo, y los demas
quadrilleros, que vieron tratar mal a su compañero,
alçaron la voz pidiendo fauor a la Santa
Hermandad. El ventero, que era de la quadrilla,
entró al punto por su varilla y por su espada, y
se puso al lado de sus compañeros. Los criados
de don Luis rodearon a don Luis, porque
con el alboroto no se les fuesse. El barbero,
viendo la casa rebuelta, tomó a asir de su
albarda, y lo mismo hizo Sancho. Don Quixote
puso mano a su espada y arremetio a los
quadrilleros; don Luis daua vozes a sus criados
que le dexassen a el, y acorriessen a don
Quixote y a Cardenio y a don Fernando, que
todos fauorecian a don Quixote. El cura daua
vozes, la ventera gritaua, su hija se afligia,
Maritornes lloraua, Dorotea estaua confusa,
Luscinda, suspensa y doña Clara, desmayada;
el barbero aporreaua a Sancho, Sancho molia
al barbero; don Luis, a quien vn criado suyo
se atreuio a asirle del braço porque no se
fuesse, le dio vna puñada que le bañó los
dientes en sangre; el oydor le defendia; don
Fernando tenia debaxo de sus pies a vn
quadrillero, midiendole el cuerpo con ellos muy a
su sabor. El ventero tornó a reforçar la voz
pidiendo fauor a la Santa Hermandad; de
modo que toda la venta era llantos, vozes,
gritos, confusiones, temores, sobresaltos,
desgracias, cuchilladas, moxicones, palos, coces y
efusion de sangre; y en la mitad deste caos,
maquina y laberinto de cosas, se le representó
en la memoria de don Quixote que se veya
metido de hoz y de coz en la discordia del
campo de Agramante; y, assi, dixo con voz
que atronaua la venta:

``¡Tenganse todos; todos embaynen; todos se
sossieguen; oyganme todos, si todos quieren
quedar con vida!''

A cuya gran voz todos se pararon, y el
prosiguio, diziendo:

``¿No os dixe yo, señores, que este castillo
era encantado y que alguna region de
demonios deue de habitar en el? En confirmacion
de lo qual quiero que veays por vuestros ojos
cómo se ha passado aqui y trasladado entre
nosotros la discordia del campo de Agramante.
Mirad cómo alli se pelea por la espada, aqui
por el cauallo, aculla por el aguila, aca por el
yelmo, y todos peleamos y todos no nos
entendemos. Venga, pues, vuestra merced,
señor oydor, y vuestra merced, señor cura, y
el vno sirua de rey Agramante; y el otro de
rey Sobrino, y ponganos en paz, porque, por
Dios todopoderoso, que es gran vellaqueria
que tanta gente principal como aqui estamos
se mate por causas tan liuianas.''

Los quadrilleros, que no entendian el frasis
de don Quixote y se veyan malparados de
don Fernando, Cardenio y sus camaradas, no
querian sossegarse; el barbero, si, porque en la
pendencia tenia deshechas las barbas y el
albarda; Sancho, a la mas minima voz de su
amo, obedecio, como buen criado; los quatro
criados de don Luis tambien se estuuieron
quedos, viendo quán poco les yua en no estarlo.
Solo el ventero porfiaua que se auian de
castigar las insolencias de aquel loco que a cada
passo le alborotaua la venta; finalmente, el
rumor se apaziguó por entonces, la albarda se
quedó por jaez hasta el dia del juizio, y la bazia
por yelmo, y la venta por castillo en la
imaginacion de don Quixote.

Puestos, pues, ya en sossiego, y hechos
amigos todos, a persuasion del oydor y del cura,
boluieron los criados de don Luis a porfiarle
que al momento se viniesse con ellos; y en
tanto que el con ellos se auenia, el oydor
comunicó con don Fernando, Cardenio y el cura,
qué deuia hazer en aquel caso, contandoseles
con las razones que don Luis le auia
dicho. En fin, fue acordado que don Fernando
dixesse a los criados de don Luis quién el era,
y como era su gusto que don Luis se fuesse
con el al Andaluzia, donde de su hermano el
marques seria estimado como el valor de don
Luis merecia, porque, desta manera, se sabia de
la intencion de don Luis que no bolueria por
aquella vez a los ojos de su padre, si le
hiziessen pedaços. Entendida, pues, de los quatro
la calidad de don Fernando y la intencion de
don Luis, determinaron entre ellos que los tres
se boluiessen a contar lo que passaua a su
padre, y el otro se quedasse a seruir a don Luis,
y a no dexalle hasta que ellos boluiessen por
el, o viesse lo que su padre les ordenaua.

Desta manera se apaziguó aquella maquina
de pendencias por la autoridad de Agramante
y prudencia del rey Sobrino; pero viendose el
enemigo de la concordia y el emulo de la paz
menospreciado y burlado, y el poco fruto que
auia grangeado de auerlos puesto a todos
en tan confuso laberinto, acordo de prouar otra
vez la mano, resucitando nueuas pendencias y
desassossiegos.

Es, pues, el caso que los quadrilleros se
sossegaron por auer entreoydo la calidad de
los que con ellos se auian combatido, y se
retiraron de la pendencia, por parecerles que de
qualquiera manera que sucediesse, auian de
lleuar lo peor de la batalla; pero vno dellos,
que fue el que fue molido y pateado por don
Fernando, le vino a la memoria que entre
algunos mandamientos que traia para prender
a algunos deliquentes, traya vno contra don
Quixote, a quien la Santa Hermandad auia
mandado prender por la libertad que dio a los
galeotes, y como Sancho, con mucha razon,
auia temido.

Imaginando, pues, esto, quiso certificarse si
las señas que de don Quixote traya venian
bien; y, sacando del seno vn pergamino, topó
con el que buscaua, y poniendosele a leer de
espacio, porque no era buen lector, a cada
palabra que leya ponia los ojos en don Quixote
y yua cotejando las señas del mandamiento
con el rostro de don Quixote, y halló que, sin
duda alguna, era el que el mandamiento
rezaua; y apenas se huuo certificado, quando
recogiendo su pergamino, en la yzquierda
tomó el mandamiento, y con la derecha asio
a don Quixote del cuello fuertemente, que no
le dexaua alentar, y a grandes vozes dezia:

``¡Fauor a la Santa Hermandad!; y para que
se vea que lo pido de veras, lease este
mandamiento, donde se contiene que se prenda a
este salteador de caminos.''

Tomó el mandamiento el cura, y vio como
era verdad quanto el quadrillero dezia, y como
conuenia con las señas con don Quixote, el
qual, viendose tratar mal de aquel villano
malandrin, puesta la colera en su punto, y
cruxiendole los huessos de su cuerpo, como mejor
pudo, el asio al quadrillero con entrambas
manos de la garganta, que, a no ser socorrido de
sus compañeros, alli dexara la vida antes que
don Quixote la presa. El ventero, que por fuerça
auia de fauorecer a los de su oficio, acudio
luego a dalle fauor. La ventera, que vio de
nueuo a su marido en pendencias, de nueuo
alçó la voz, cuyo tenor le lleuaron luego
Maritornes y su hija, pidiendo fauor al cielo y
a los que alli estauan. Sancho dixo, viendo lo
que passaua:

``¡Viue el Señor, que es verdad quanto mi
amo dize de los encantos deste castillo, pues
no es possible viuir vna hora con quietud
en el!''

Don Fernando despartio al quadrillero y a
don Quixote, y, con gusto de entrambos, les
desenclauijó las manos que el vno en el collar
del sayo del vno, y el otro en la garganta del
otro bien asidas tenian; pero no por esto cessauan
los quadrilleros de pedir su preso y que les
ayudassen a darsele atado y entregado a toda
su voluntad, porque assi conuenia al seruicio
del rey y de la Santa Hermandad, de cuya
parte de nueuo les pedian socorro y fauor, para
hazer aquella prision de aquel robador y
salteador de sendas y de carreras.

Reyase de oyr dezir estas razones don
Quixote, y con mucho sossiego dixo:

``Venid aca, gente soez y mal nacida; ¿saltear
de caminos llamais al dar libertad a los
encadenados, soltar los presos, acorrer a los
miserables, alçar los caydos, remediar los
menesterosos? ¡A, gente infame, digna por vuestro
baxo y vil entendimiento que el cielo no os
comunique el valor que se encierra en la
caualleria andante, ni os de a entender el pecado
e ignorancia en que estais en no reuerenciar
la sombra, quanto mas la assistencia de
qualquier cauallero andante! Venid aca, ladrones
en quadrilla, que no quadrilleros, salteadores
de caminos con licencia de la Santa Hermandad;
dezidme, ¿quién fue el ignorante que firmó
mandamiento de prision contra vn tal cauallero
como yo soy? ¿Quién el que ignoró que
son essentos de todo judicial fuero los caualleros
andantes? ¿Y que su ley es su espada, sus
fueros sus brios, sus prematicas su voluntad?
¿Quién fue el mentecato, bueluo a dezir, que
no sabe que no ay secutoria de hidalgo con
tantas preeminencias ni esenciones como la
que adquiere vn cauallero andante el dia que
se arma cauallero y se entrega al duro exercicio
de la caualleria? ¿Qué cauallero andante
pagó pecho, alcauala, chapin de la reyna, moneda
forera, portazgo, ni barca? ¿Qué sastre
le lleuó hechura de vestido que le hiziesse?
¿Qué castellano le acogio en su castillo que le
hiziesse pagar el escote? ¿Qué rey no le assento
a su mesa? ¿Qué donzella no se le aficionó y
se le entregó rendida a todo su talante y
voluntad? Y, finalmente, ¿qué cauallero andante
ha auido, ay, ni aura en el mundo que no tenga
brios para dar el solo quatrocientos palos a
quatrocientos quadrilleros que se le pongan
delante?''


## <f046>
# chapter  46 XLVI
# unit N chapternum
Capitulo XLVI
# unit T title
De la notable auentura de los quadrilleros y
la gran ferocidad de nuestro buen cauallero
don Quixote.
# unit P text
En tanto que don Quixote esto dezia, estaua
persuadiendo el cura a los quadrilleros
como don Quixote era falto de juizio, como lo
veyan por sus obras y por sus palabras, y
que no tenian para qué lleuar aquel negocio
adelante; pues aunque le prendiessen y lleuassen,
luego le auian de dexar por loco; a lo que
respondio el del mandamiento que a el no
tocaua juzgar de la locura de don Quixote,
sino hazer lo que por su mayor le era
mandado, y que, vna vez preso, siquiera le
soltassen trezientas.

``Con todo esso'', dixo el cura, ``por esta vez
no le aueis de lleuar, ni aun el dexará lleuarse,
a lo que yo entiendo.''

En efeto, tanto les supo el cura dezir y tantas
locuras supo don Quixote hazer, que mas locos
fueran que no el los quadrilleros si no conocieran
la falta de don Quixote, y assi, tuuieron
por bien de apaziguarse, y aun de ser
medianeros de hazer las pazes entre el barbero y
Sancho Pança, que todauia assistian con gran
rancor a su pendencia; finalmente, ellos, como
miembros de justicia, mediaron la causa y
fueron arbitros della, de tal modo, que ambas
partes quedaron, si no del todo contentas, a lo
menos, en algo satisfechas, porque se trocaron
las albardas, y no las cinchas y xaquimas. Y, en
lo que tocaua a lo del yelmo de Mambrino, el
cura, a socapa y sin que don Quixote lo
entendiesse, le dio por la bazia ocho reales, y el
barbero le hizo vna cedula del recibo, y de no
llamarse a engaño por entonces, ni por
siempre jamas, amen.

Sossegadas, pues, estas dos pendencias, que
eran las mas principales y de mas tomo, restaua
que los criados de don Luis se contentassen
de boluer los tres, y que el vno quedasse para
acompañarle donde don Fernando le queria
lleuar; y como ya la buena suerte y mejor fortuna
auia començado a romper lanças y a facilitar
dificultades en fabor de los amantes de
la venta y de los valientes della, quiso lleuarlo
al cabo y dar a todo felice sucesso, porque los
criados se contentaron de quanto don Luis
queria, de que recibio tanto contento doña
Clara, que ninguno en aquella sazon la mirara
al rostro que no conociera el regozijo de su
alma.

Zorayda, aunque no entendia bien todos los
sucessos que auia visto, se entristecia y
alegraua a bulto, conforme veya y notaua los
semblantes a cada vno, especialmente de su
español, en quien tenia siempre puestos los ojos
y trahia colgada el alma. El ventero, a quien
no se le passó por alto la dadiua y
recompensa que el cura auia hecho al barbero, pidio
el escote de don Quixote, con el menoscabo
de sus cueros y falta de vino, jurando que no
saldria de la venta Rozinante ni el jumento
de Sancho, sin que se le pagasse primero
hasta el vltimo ardite. Todo lo apaziguó el cura
y lo pagó don Fernando, puesto que el oydor
de muy buena voluntad auia tambien ofrecido
la paga; y de tal manera quedaron todos en
paz y sossiego, que ya no parecia la venta
la discordia del campo de Agramante, como
don Quixote auia dicho, sino la misma paz y
quietud del tiempo de Otauiano; de todo lo
qual fue comun opinion que se deuian dar las
gracias a la buena intencion y mucha
eloquencia del señor cura, y a la incomparable
liberalidad de don Fernando.

Viendose, pues, don Quixote, libre y
desembaraçado de tantas pendencias, assi de su
escudero, como suyas, le parecio que seria bien
seguir su començado viaje y dar fin a aquella
grande auentura para que auia sido llamado y
escogido; y, assi, con resoluta determinacion se
fue a poner de inojos ante Dorotea, la qual no
le consintio que hablasse palabra hasta que se
leuantasse, y el, por obedecella, se puso en pie
y le dixo:

``Es comun prouerbio, fermosa señora, que la
diligencia es madre de la buena ventura, y en
muchas y graues cosas ha mostrado la experiencia
que la solicitud del negociante trae a
buen fin el pleyto dudoso; pero en ningunas
cosas se muestra mas esta verdad que en
las de la guerra, adonde la celeridad y presteza
preuiene los discursos del enemigo y alcança
la vitoria antes que el contrario se ponga
en defensa. Todo esto digo, alta y preciosa
señora, porque me parece que la estada nuestra
en este castillo ya es sin prouecho, y podria
sernos de tanto daño, que lo echassemos de
ver algun dia; porque ¿quién sabe si por ocultas
espias y diligentes aura sabido ya vuestro
enemigo el gigante de que yo voy a destruylle,
y dandole lugar el tiempo, se fortificasse en
algun inexpugnable castillo o fortaleza
contra quien valiessen poco mis diligencias y la
fuerça de mi incansable braço? Assi que,
señora mia, preuengamos, como tengo dicho, con
nuestra diligencia sus designios, y partamonos
luego a la buena ventura; que no está mas de
tenerla vuestra grandeza como dessea, de
quanto yo tarde de verme con vuestro
contrario.''

Calló y no dixo mas don Quixote, y esperó
con mucho sossiego la respuesta de la fermosa
infanta, la qual, con ademan señoril y
acomodado al estilo de don Quixote, le respondio
desta manera:

``Yo os agradezco, señor cauallero, el desseo
que mostrays tener de fauorecerme en mi gran
cuyta, bien assi como cauallero, a quien es
anejo y concerniente fauorecer los huerfanos y
menesterosos; y quiera el cielo que el vuestro
y mi desseo se cumplan para que veais que ay
agredecidas mugeres en el mundo. Y en lo de
mi partida, sea luego, que yo no tengo mas
voluntad que la vuestra: disponed vos de mi a
toda vuestra guisa y talante; que la que vna
vez os entregó la defensa de su persona y puso
en vuestras manos la restauracion de sus
señorios, no ha de querer yr contra lo que la
vuestra prudencia ordenare.''

``A la mano de Dios'', dixo don Quixote;
``pues assi es que vna señora se me humilla,
no quiero yo perder la ocasion de leuantalla y
ponella en su heredado trono; la partida sea
luego, porque me va poniendo espuelas al
desseo, y al camino, lo que suele dezirse que
en la tardança está el peligro; y pues no ha
criado el cielo ni visto el infierno ninguno que
me espante ni acobarde, ensilla, Sancho, a
Rozinante, y apareja tu jumento y el palafren
de la reyna, y despidamonos del castellano
y destos señores, y vamos de aqui luego al
punto.''

Sancho, que a todo estaua presente, dixo,
meneando la cabeça a vna parte y a otra:

``¡Ay, señor, señor, y cómo ay mas mal en
el aldeguela que se suena, con perdon sea
dicho de las tocas honradas!''

``¿Qué mal puede auer en ninguna aldea, ni
en todas las ciudades del mundo, que pueda
sonarse en menoscabo mio, villano?''

``Si vuestra merced se enoja'', respondio
Sancho, ``yo callaré y dexaré de dezir lo
que soy obligado como buen escudero, y como
deue vn buen criado dezir a su señor.''

``Di lo que quisieres'', replicó don Quixote,
``como tus palabras no se encaminen
a ponerme miedo; que si tu le tienes, hazes
como quien eres, y si yo no le tengo, hago
como quien soy.''

``No es esso, pecador fuy yo a Dios'', respondio
Sancho, ``sino que yo tengo por cierto y
por aueriguado que esta señora que se dize
ser reyna del gran reyno Micomicon no lo es
mas que mi madre, porque a ser lo que ella
dize, no se anduuiera hocicando con alguno
de los que estan en la rueda, a buelta de
cabeça y a cada traspuesta.''

Parose colorada con las razones de
Sancho Dorotea, porque era verdad que su esposo
don Fernando alguna vez, a hurto de otros
ojos, auia cogido con los labios parte del
premio que merecian sus desseos -- lo qual auia
visto Sancho, (y) pareciendole que aquella
desemboltura mas era de dama cortesana que
de reyna de tan gran reyno --, y no pudo ni
quiso responder palabra a Sancho, sino dexole
proseguir en su platica, y el fue diziendo:

``Esto digo, señor, porque si al cabo de auer
andado caminos y carreras y passado malas
noches y peores dias, ha de venir a coger el
fruto de nuestros trabajos el que se está
holgando en esta venta, no ay para qué darme
priessa a que ensille a Rozinante, albarde el
jumento y aderece al palafren, pues sera
mejor que nos estemos quedos, y cada puta
hile, y comamos.''

¡O, valame Dios, y quán grande que fue el
enojo que recibio don Quixote oyendo las
descompuestas palabras de su escudero! Digo que
fue tanto, que con voz atropellada y tartamuda
lengua, lançando viuo fuego por los ojos, dixo:

``¡O vellaco villano, mal mirado, descompuesto,
ygnorante, infacundo, deslenguado,
atreuido, murmurador y maldiziente!; ¿tales
palabras has osado dezir en mi presencia y en la
destas inclitas señoras? Y ¿tales deshonestidades
y atreuimientos osaste poner en tu confusa
imaginacion? ¡Vete de mi presencia, monstruo
de naturaleza, depositario de mentiras, almario
de embustes, silo de vellaquerias, inuentor de
maldades, publicador de sandezes, enemigo
del decoro que se deue a las reales personas!
¡Vete: no parezcas delante de mi, so pena de
mi yra!''

Y, diziendo esto, enarcó las cejas, hinchó
los carrillos, miró a todas partes, y dio con el
pie derecho vna gran patada en el suelo,
señales todas de la yra que encerraua en sus
entrañas. A cuyas palabras y furibundos ademanes
quedó Sancho tan encogido y medroso, que
se holgara que en aquel instante se abriera
debaxo de sus pies la tierra y le tragara. Y no
supo qué hazerse, sino boluer las espaldas y
quitarse de la enojada presencia de su señor.
Pero la discreta Dorotea, que tan entendido
tenia ya el humor de don Quixote, dixo para
templarle la yra:

``No os despecheys, señor Cauallero de la
Triste Figura, de las sandezes que vuestro buen
escudero ha dicho, porque quiça no las deue
de dezir sin ocasion, ni de su buen entendimiento
y cristiana conciencia se puede sospechar
que leuante testimonio a nadie; y, assi, se
ha de creer, sin poner duda en ello, que, como
en este castillo, segun vos, señor cauallero,
dezis, todas las cosas van y suceden por modo
de encantamento, podria ser, digo, que Sancho
vuiesse visto por esta diabolica via lo que
el dize que vio tan en ofensa de mi
honestidad.''

``Por el omnipotente Dios juro'', dixo a esta
sazon don Quixote, ``que la vuestra grandeza
ha dado en el punto, y que alguna mala vision
se le puso delante a este pecador de Sancho,
que le hizo ver lo que fuera impossible verse
de otro modo que por el de encantos no fuera;
que se yo bien de la bondad e inocencia deste
desdichado, que no sabe leuantar testimonios
a nadie.''

``Ansi es y ansi sera'', dixo don Fernando;
``por lo qual deue vuestra merced, señor don
Quixote, perdonalle y reduzille al gremio de su
gracia,
# unit L latinphrase
sicut erat in principio,
# unit P text
antes que las tales visiones le sacassen de juyzio.''

Don Quixote respondio que el le perdonaua,
y el cura fue por Sancho, el qual vino muy
humilde y, hincandose de rodillas, pidio la
mano a su amo, y el se la dio, y despues de
auersela dexado besar, le echó la bendicion,
diziendo:

``Agora acabarás de conocer, Sancho hijo,
ser verdad lo que yo otras muchas vezes te he
dicho, de que todas las cosas deste castillo
son hechas por via de encantamento.''

``Assi lo creo yo'', dixo Sancho, ``excepto
aquello de la manta, que realmente sucedio
por via ordinaria.''

``No lo creas'', respondio don Quixote; ``que
si assi fuera, yo te vengara entonces, y aun
agora. Pero ni entonces ni agora pude,
ni vi en quién tomar vengança de tu agrauio.''

Dessearon saber todos qué era aquello de la
manta, y el ventero les contó, punto por
punto, la bolateria de Sancho Pança, de que
no poco se rieron todos, y de que no menos
se corriera Sancho, si de nueuo no le assegurara
su amo que era encantamento; puesto que
jamas llegó la sandez de Sancho a tanto, que
creyesse no ser verdad pura y aueriguada, sin
mezcla de engaño alguno, lo de auer sido
manteado por personas de carne y huesso, y
no por fantasmas soñadas ni imaginadas, como
su señor lo creya y lo afirmaua.

Dos dias eran ya passados los que auia que
toda aquella ilustre compañia estaua en la
venta, y, pareciendoles que ya era tiempo de
partirse, dieron orden para que, sin ponerse al
trabajo de boluer Dorotea y don Fernando con
don Quixote a su aldea con la inuencion de la
libertad de la reyna Micomicona, pudiessen el
cura y el barbero lleuarsele como desseauan,
y procurar la cura de su locura en su tierra. Y
lo que ordenaron fue que se concertaron con
vn carretero de bueyes que acaso acerto a passar
por alli, para que lo lleuasse en esta forma:
hizieron vna como jaula de palos enrrejados,
capaz que pudiesse en ella caber holgadamente
don Quixote, y luego don Fernando y sus
camaradas, con los criados de don Luys y los
quadrilleros, juntamente con el ventero, todos por
orden y parecer del cura, se cubrieron los rostros
y se disfraçaron, quién de vna manera y
quién de otra, de modo que a don Quixote le
pareciesse ser otra gente de la que en aquel
castillo auia visto.

Hecho esto, con grandissimo silencio se entraron
adonde el estaua durmiendo y descansando
de las passadas refriegas. Llegaronse a
el, que libre y seguro de tal acontecimiento
dormia, y, asiendole fuertemente, le ataron muy
bien las manos y los pies; de modo que, quando
el desperto con sobresalto, no pudo menearse
ni hazer otra cosa mas que admirarse y suspenderse
de ver delante de si tan estraños visages.
Y luego dio en la cuenta de lo que su continua
y desuariada imaginacion le representaua, y
se creyo que todas aquellas figuras eran
fantasmas de aquel encantado castillo, y que, sin
duda alguna, ya estaua encantado, pues no se
podia menear ni defender: todo a punto como
auia pensado que sucederia el cura, traçador
desta maquina. Solo Sancho, de todos los
presentes, estaua en su mesmo juycio y en su
mesma figura, el qual, aunque le faltaua
bien poco para tener la mesma enfermedad
de su amo, no dexó de conocer quién eran
todas aquellas contrahechas figuras; mas no
osó descoser su boca hasta ver en qué paraua
aquel assalto y prision de su amo. El qual
tampoco hablaua palabra, atendiendo a ver el
paradero de su desgracia, que fue, que, trayendo
alli la jaula, le encerraron dentro y le
clauaron los maderos tan fuertemente, que no se
pudieran romper a dos tirones.

Tomaronle luego en hombros, y al salir del
aposento, se oyo vna voz temerosa, todo
quanto la supo formar el barbero, no el del
albarda, sino el otro, que dezia:

``¡O Cauallero de la Triste Figura, no te de
afincamiento la prision en que vas, porque assi
conuiene para acabar mas presto la auentura
en que tu gran esfuerço te puso! La qual se
acabará quando el furibundo leon manchado con
la blanca paloma tobosina yogiren en vno,
ya despues de humilladas las altas ceruizes al
blando yugo matrimoñesco; de cuyo inaudito
consorcio saldran a la luz del orbe los brauos
cachorros que imitarán las rumpantes garras
del valeroso padre. Y esto sera antes que el
seguidor de la fugitiua ninfa faga dos vegadas la
visita de las luzientes imagines, con su rapido
y natural curso. Y tu, ¡o el mas noble y obediente
escudero que tuuo espada en cinta, barbas en
rostro y olfato en las narizes!, no te desmaye ni
descontente ver lleuar ansi delante de tus
ojos mesmos a la flor de la caualleria
andante; que presto, si al plasmador del mundo
le plaze, te veras tan alto y tan sublimado, que
no te conozcas, y no saldran defraudadas las
promessas que te ha fecho tu buen señor. Y
assegurote, de parte de la sabia Mentironiana,
que tu salario te sea pagado, como lo
veras por la obra; y sigue las pisadas del
valeroso y encantado cauallero; que conuiene que
vayas donde pareys entrambos; y porque no
me es licito dezir otra cosa, a Dios quedad; que
yo me bueluo a donde yo me se.''

Y, al acabar de la profecia, alçó la voz de
punto, y diminuyola despues, con tan tierno acento,
que aun los sabidores de la burla estuuieron
por creer que era verdad lo que oyan. Quedó
don Quixote consolado con la escuchada profecia,
porque luego coligio de todo en todo la
significacion de ella, y vio que le prometian
el verse ayuntado en santo y deuido
matrimonio con su querida Dulzinea del Toboso,
de cuyo felice vientre saldrian los cachorros,
que eran sus hijos, para gloria perpetua de la
Mancha. Y, creyendo esto bien y firmemente,
alço la voz, y, dando vn gran suspiro, dixo:

``¡O tu, quien quiera que seas, que tanto bien
me has pronosticado!; ruegote que pidas de mi
parte al sabio encantador que mis cosas tiene
a cargo, que no me dexe perecer en esta
prision donde agora me lleuan, hasta ver
cumplidas tan alegres e incomparables promessas
como son las que aqui se me han hecho; que
como esto sea, tendre por gloria las penas de
mi carcel y por aliuio estas cadenas que me
ciñen, y no por duro campo de batalla este
lecho en que me acuestan, sino por cama
blanda y talamo dichoso. Y en lo que toca a la
consolacion de Sancho Pança, mi escudero, yo
confio de su bondad y buen proceder que no
me dexará, en buena ni en mala suerte. Porque
quando no suceda, por la suya o por mi corta
ventura, el poderle yo dar la insula, o otra
cosa equiualente que le tengo prometida, por
lo menos, su salario no podra perderse; que
en mi testamento, que ya está echo, dexo
declarado lo que se le ha de dar, no conforme a
sus muchos y buenos seruicios, sino a la
possibilidad mia.''

Sancho Pança se le inclinó con mucho
comedimiento, y le besó entrambas las manos,
porque la vna no pudiera, por estar atadas
entrambas. Luego tomaron la jaula en hombros
aquellas visiones, y la acomodaron en el carro
de los bueyes.


## <f047>
# chapter  47 XLVII
# unit N chapternum
Capitulo XLVII
# unit T title
Del estraño modo con que fue encantado don
Quixote de la Mancha, con otros famosos
sucessos.
# unit P text
Quando don Quixote se vio de aquella
manera enjaulado y encima del carro, dixo:

``Muchas y muy graues historias he yo leydo
de caualleros andantes, pero jamas he leydo,
ni visto, ni oydo, que a los caualleros encantados
los lleuen desta manera y con el espacio
que prometen estos perezosos y tardios
animales; porque siempre los suelen lleuar por
los ayres, con estraña ligereza, encerrados en
alguna parda y escura nuue, o en algun
carro de fuego, o ya sobre algun ipogrifo o otra
bestia semejante. Pero que me lleuen a mi
agora sobre vn carro de bueyes, ¡viue Dios
que me pone en confusion! Pero quiça la
caualleria y los encantos destos nuestros tiempos
deuen de seguir otro camino que siguieron
los antiguos. Y tambien podria ser que, como
yo soy nueuo cauallero en el mundo y el
primero que ha resucitado el ya oluidado
exercicio de la caualleria auenturera, tambien
nueuamente se ayan inuentado otros generos de
encantamentos, y otros modos de lleuar a los
encantados. ¿Qué te parece desto, Sancho
hijo?''

``No se yo lo que me parece'', respondio
Sancho, ``por no ser tan leydo como vuestra
merced en las escrituras andantes. Pero, con
todo esso, osaria afirmar y jurar que estas
visiones que por aqui andan, que no son del
todo catolicas.''

``¿Catolicas? ¡Mi padre!'', respondio don
Quixote; ``¿cómo han de ser catolicas, si son todos
demonios que han tomado cuerpos fantasticos
para venir a hazer esto, y a ponerme en este
estado? Y si quieres ver esta verdad, tocalos y
palpalos, y veras como no tienen cuerpo sino
de ayre, y como no consiste mas de en la
apariencia.''

``Par Dios, señor'', replicó Sancho, ``ya yo
los he tocado, y este diablo que aqui anda tan
solicito es rollizo de carnes, y tiene otra
propiedad muy diferente de la que yo he oydo
dezir que tienen los demonios. Porque, segun
se dize, todos huelen a piedra azufre y a otros
malos olores, pero este huele a ambar de
media legua.''

Dezia esto Sancho por don Fernando, que,
como tan señor, deuia de oler a lo que Sancho
dezia.

``No te marauilles desso, Sancho amigo'',
respondio don Quixote, ``porque te hago saber
que los diablos saben mucho, y puesto que
traygan olores consigo, ellos no huelen nada,
porque son espiritus, y si huelen, no pueden
oler cosas buenas, sino malas y hidiondas.
Y la razon es, que, como ellos dondequiera que
estan, traen el infierno consigo y no pueden
recebir genero de aliuio alguno en sus
tormentos, y el buen olor sea cosa que deleyta y
contenta, no es possible que ellos huelan cosa
buena. Y si a ti te parece que esse demonio
que dizes huele a ambar, o tu te engañas, o el
quiere engañarte con hazer que no le tengas
por demonio.''

Todos estos coloquios passaron entre amo y
criado, y, temiendo don Fernando y Cardenio
que Sancho no viniesse a caer del todo en la
cuenta de su inuencion, a quien andaua ya
muy en los alcances, determinaron de abreuiar
con la partida, y, llamando aparte al ventero,
le ordenaron que ensillasse a Rozinante y
enalbardasse el jumento de Sancho, el qual lo
hizo con mucha presteza.

Ya, en esto, el cura se auia concertado con
los quadrilleros que le acompañassen hasta su
lugar, dandoles vn tanto cada dia. Colgo
Cardenio del arzon de la silla de Rozinante, del
vn cabo la adarga y del otro la bazia, y por
señas mandó a Sancho que subiesse en su
asno y tomasse de las riendas a Rozinante, y
puso a los dos lados del carro a los dos
quadrilleros, con sus escopetas. Pero antes que se
mouiesse el carro, salio la ventera, su hija y
Maritornes a despedirse de don Quixote,
fingiendo que llorauan de dolor de su desgracia;
a quien don Quixote dixo:

``No lloreys, mis buenas señoras, que todas
estas desdichas son anexas a los que professan
lo que yo professo, y si estas calamidades no
me acontecieran, no me tuuiera por famoso
cauallero andante. Porque a los caualleros de
poco nombre y fama nunca les suceden semejantes
casos, porque no ay en el mundo quien
se acuerde dellos. A los valerosos, si: que
tienen embidiosos de su virtud y valentia a
muchos principes y a muchos otros caualleros, que
procuran por malas vias destruyr a los buenos.
Pero, con todo esso, la virtud es tan poderosa,
que por si sola, a pesar de toda la nigromancia
que supo su primer inuentor Zoroastes,
saldra vencedora de todo trance y dara de
si luz en el mundo, como la da el sol en el
cielo. Perdonadme, fermosas damas, si algun
desaguisado por descuydo mio os he fecho,
que de voluntad y a sabiendas jamas le di a
nadie; y rogad a Dios me saque destas prisiones
donde algun mal intencionado encantador me
ha puesto; que si de ellas me veo libre, no se
me caera de la memoria las mercedes que
en este castillo me auedes fecho, para gratificallas,
seruillas y recompensallas como ellas
merecen.''

En tanto que las damas del castillo esto
passauan con don Quixote, el cura y el barbero se
despidieron de don Fernando y sus camaradas,
y del capitan y de su hermano y todas aquellas
contentas señoras, especialmente de Dorotea
y Luscinda. Todos se abraçaron y quedaron
de darse noticia de sus sucessos, diziendo
don Fernando al cura dónde auia de escriuirle
para auisarle en lo que paraua don Quixote,
assegurandole que no auria cosa que mas
gusto le diesse que saberlo; y que el assimesmo
le auisaria de todo aquello que el viesse
que podria darle gusto, assi de su casamiento,
como del bautismo de Zorayda, y sucesso de
don Luys, y buelta de Luscinda a su casa. El
cura ofrecio de hazer quanto se le mandaua,
con toda puntualidad. Tornaron a abraçarse
otra vez, y otra vez tornaron a nueuos
ofrecimientos.

El ventero se llegó al cura y le dio vnos
papeles, diziendole que los auia hallado en vn
aforro de la maleta donde se halló la Nouela
del Curioso Impertinente, y que pues su dueño
no auia buelto mas por alli, que se los lleuasse
todos; que pues el no sabia leer, no los queria.
El cura se lo agradecio, y, abriendolos luego,
vio que al principio de lo escrito dezia: Nouela
de Rinconete y Cortadillo, por donde entendio
ser alguna nouela, y coligio que, pues la
del Curioso Impertinente auia sido buena, que
tambien lo seria aquella, pues podria ser fuessen
todas de vn mesmo autor; y assi, la
guardó con prosupuesto de leerla quando
tuuiesse comodidad.

Subio a cauallo, y tambien su amigo el
barbero, con sus antifazes, porque no fuessen
luego conocidos de don Quixote, y pusieronse a
caminar tras el carro, y la orden que lleuauan
era esta: yua primero el carro, guiandole su
dueño; a los dos lados yuan los quadrilleros,
como se ha dicho, con sus escopetas; seguia
luego Sancho Pança sobre su asno, lleuando
de rienda a Rozinante. Detras de todo esto
yuan el cura y el barbero sobre sus poderosas
mulas, cubiertos los rostros, como se ha dicho,
con graue y reposado continente, no caminando
mas de lo que permitia el passo tardo de los
bueyes. Don Quixote yua sentado en la jaula,
las manos atadas, tendidos los pies, y arrimado
a las verjas, con tanto silencio y tanta
paciencia, como si no fuera hombre de carne, sino
estatua de piedra.

Y, assi, con aquel espacio y silencio caminaron
hasta dos leguas, que llegaron a vn valle,
donde le parecio al boyero ser lugar acomodado
para reposar y dar pasto a los bueyes.
Y, comunicandolo con el cura, fue de parecer
el barbero que caminassen vn poco mas, porque
el sabia detras de vn recuesto que cerca
de alli se mostraua, auia vn valle de mas
yerua y mucho mejor que aquel donde parar
querian. Tomose el parecer del barbero, y, assi,
tornaron a proseguir su camino.

En esto boluio el cura el rostro y vio que a
sus espaldas venian hasta seys o siete hombres
de a cauallo, bien puestos y adereçados,
de los quales fueron presto alcançados, porque
caminauan, no con la flema y reposo de los
bueyes, sino como quien yua sobre mulas de
canonigos, y con desseo de llegar presto a
sestear a la venta, que menos de vna legua de
alli se parecia. Llegaron los diligentes a los
perezosos, y saludaronse cortesmente, y vno de
los que venian, que, en resolucion, era
canonigo de Toledo y señor de los demas que le
acompañauan, viendo la concertada procession
del carro, quadrilleros, Sancho, Rozinante, cura
y barbero, y mas a don Quixote enjaulado y
aprisionado, no pudo dexar de preguntar qué
significaua lleuar aquel hombre de aquella
manera, aunque ya se auia dado a entender,
viendo las insignias de los quadrilleros, que
deuia de ser algun facinoroso salteador o otro
delinquente, cuyo castigo tocasse a la Santa
Hermandad. Vno de los quadrilleros, a quien
fue hecha la pregunta, respondio ansi:

``Señor, lo que significa yr este cauallero
desta manera digalo el, porque nosotros no lo
sabemos.''

Oyo don Quixote la platica, y dixo:

``¿Por dicha vuestras mercedes, señores
caualleros, son versados y perictos en esto de la
caualleria andante? Porque si lo son, comunicaré
con ellos mis desgracias, y si no, no ay
para qué me canse en dezillas.''

Y a este tiempo auian ya llegado el cura
y el barbero, viendo que los caminantes
estauan en platicas con don Quixote de la
Mancha, para responder de modo, que no fuesse
descubierto su artificio. El canonigo, a lo que
don Quixote dixo, respondio:

``En verdad, hermano, que se mas de libros
de cauallerias que de las Sumulas de Villalpando.
Ansi que, si no está mas que
en esto, seguramente podeys comunicar
conmigo lo que quisieredes.''

``A la mano de Dios'', replicó don Quixote.
``Pues assi es, quiero, señor cauallero, que
sepades que yo voy encantado en esta jaula por
embidia y fraude de malos encantadores; que
la virtud mas es perseguida de los malos que
amada de los buenos. Cauallero andante soy,
y no de aquellos de cuyos nombres jamas la
fama se acordo para eternizarlos en su memoria,
sino de aquellos que a despecho y pesar
de la mesma embidia, y de quantos magos
crió Persia, bracmanes la India, ginosofistas
la Etiopia, ha de poner su nombre en el
templo de la inmortalidad, para que sirua de
exemplo y dechado en los venideros siglos,
donde los caualleros andantes vean los passos
que han de seguir, si quisieren llegar a la
cumbre y alteza honrosa de las armas.''

``Dize verdad el señor don Quixote de la
Mancha'', dixo a esta sazon el cura, ``que el va
encantado en esta carreta, no por sus culpas y
pecados, sino por la mala intencion de aquellos
a quien la virtud enfada y la valentia enoja.
Este es, señor, el Cauallero de la Triste
Figura, si ya le oystes nombrar en algun tiempo,
cuyas valerosas hazañas y grandes hechos seran
escritas en bronzes duros y en eternos
marmoles, por mas que se canse la embidia
en escurecerlos y la malicia en ocultarlos.''

Quando el canonigo oyo hablar al preso y
al libre en semejante estilo, estuuo por hazerse
la cruz de admirado, y no podia saber lo que le
auia acontecido; y en la mesma admiracion
cayeron todos los que con el venian. En esto
Sancho Pança, que se auia acercado a oyr la
platica, para adobarlo todo, dixo:

``Aora, señores, quieranme bien o quieranme
mal por lo que dixere, el caso de ello es que
assi va encantado mi señor don Quixote como
mi madre; el tiene su entero juyzio, el come y
beue y haze sus necessidades como los demas
hombres, y como las hazia ayer, antes que le
enjaulassen. Siendo esto ansi, ¿cómo
quieren hazerme a mi entender que va encantado?
Pues yo he oydo dezir a muchas personas que
los encantados ni comen, ni duermen, ni hablan,
y mi amo, si no le van a la mano, hablará
mas que treynta procuradores.''

Y, boluiendose a mirar al cura, prosiguio
diziendo:

``¡A, señor cura, señor cura!, pensaua
vuestra merced que no le conozco, y pensará
que yo no calo y adiuino adonde se encaminan
estos nueuos encantamentos; pues sepa
que le conozco, por mas que se encubra el
rostro, y sepa que le entiendo, por mas que
dissimule sus embustes. En fin, donde reyna la
embidia no puede viuir la virtud, ni adonde ay
escaseza, la liberalidad. Mal aya el diablo; que
si por su reberencia no fuera, esta fuera ya la
hora que mi señor estuuiera casado con la
infanta Micomicona, y yo fuera conde por lo
menos, pues no se podia esperar otra cosa,
assi de la bondad de mi señor, el de la Triste
Figura, como de la grandeza de mis seruicios.
Pero ya veo que es verdad lo que se dize por
ahi, que la rueda de la fortuna anda mas lista
que vna rueda de molino, y que los que ayer
estauan en pinganitos, oy estan por el
suelo. De mis hijos y de mi muger me pesa, pues
quando podian y deuian esperar ver entrar a
su padre por sus puertas hecho gouernador o
visorey de alguna insula o reyno, le veran
entrar hecho moço de cauallos. Todo esto que he
dicho, señor cura, no es mas de por encarecer
a su paternidad haga conciencia del mal
tratamiento que a mi señor se le haze, y mire
bien no le pida Dios en la otra vida esta
prision de mi amo, y se le haga cargo de todos
aquellos socorros y bienes que mi señor don
Quixote dexa de hazer en este tiempo que está
preso.''

``¡Adobame essos candiles!'', dixo a este punto
el barbero. ``¿Tambien vos, Sancho, soys de
la cofradia de vuestro amo? ¡Viue el Señor que
voy viendo que le aueys de tener compañia en
la jaula, y que aueys de quedar tan encantado
como el por lo que os toca de su humor y de
su caualleria! En mal punto os empreñastes de
sus promessas, y en mal hora se os entró en los
cascos la insula que tanto desseays.''

``Yo no estoy preñado de nadie'', respondio
Sancho, ``ni soy hombre que me dexaria empreñar
del rey que fuesse, y, aunque pobre, soy
christiano viejo y no deuo nada a nadie; y si
insulas desseo, otros dessean otras cosas
peores, y cada vno es hijo de sus obras, y debaxo
de ser hombre, puedo venir a ser papa, quanto
mas gouernador de vna insula, y mas pudiendo
ganar tantas mi señor, que le falte a quien
dallas. Vuestra merced mire cómo habla, señor
barbero, que no es todo hazer barbas, y algo
va de Pedro a Pedro. Digolo, porque todos nos
conocemos, y a mi no se me ha de echar dado
falso. Y en esto del encanto de mi amo, Dios
sabe la verdad, y quedesse aqui, porque es
peor meneallo.''

No quiso responder el barbero a Sancho,
porque no descubriesse con sus simplicidades
lo que el y el cura tanto procurauan encubrir.
Y por este mesmo temor auia el cura dicho
al canonigo que caminassen vn poco delante;
que el le diria el misterio del enjaulado,
con otras cosas que le diessen gusto. Hizolo
assi el canonigo, y adelantose con sus criados,
y con el estuuo atento a todo aquello
que dezirle quiso de la condicion, vida, locura
y costumbres de don Quixote, contandole
breuemente el principio y causa de su desuario,
y todo el progresso de sus sucessos hasta auerlo
puesto en aquella jaula, y el disignio que
lleuauan de lleuarle a su tierra, para ver si por
algun medio hallauan remedio a su locura.
Admiraronse de nueuo los criados y el canonigo
de oyr la peregrina historia de don Quixote, y,
en acabandola de oyr, dixo:

``Verdaderamente, señor cura, yo hallo por
mi cuenta que son perjudiciales en la republica
estos que llaman libros de cauallerias. Y aunque
he leydo, lleuado de vn ocioso y falso
gusto, casi el principio de todos los mas que ay
impressos, jamas me he podido acomodar a
leer ninguno del principio al cabo, porque me
parece que, quál mas, quál menos, todos ellos
son vna mesma cosa, y no tiene mas este
que aquel, ni estotro que el otro. Y, segun a mi
me parece, este genero de escritura y composicion
cae debaxo de aquel de las fabulas que
llaman milesias, que son cuentos disparatados
que atienden solamente a deleytar, y no a
enseñar, al contrario de lo que hazen las
fabulas apologas, que deleytan y enseñan
juntamente. Y puesto que el principal intento de
semejantes libros sea el deleytar, no se yo
cómo puedan conseguirle, yendo llenos de
tantos y tan desaforados disparates.

''Que el deleyte que en el alma se concibe
ha de ser de la hermosura y concordancia que
vee o contempla en las cosas que la vista o
la imaginacion le ponen delante, y toda cosa
que tiene en si fealdad y descompostura no nos
puede causar contento alguno. Pues ¿qué
hermosura puede auer, o qué proporcion de partes
con el todo y del todo con las partes en vn libro
o fabula donde vn moço de diez y seys años
da vna cuchillada a vn gigante como vna torre,
y le diuide en dos mitades, como si fuera de
alfeñique; y que quando nos quieren pintar
vna batalla, despues de auer dicho que ay de la
parte de los enemigos vn millon de competientes,
como sea contra ellos el señor del libro,
forçosamente, mal que nos pese, auemos de
entender que el tal cauallero alcançó la vitoria
por solo el valor de su fuerte braço?

''Pues ¿qué diremos de la facilidad con que
vna reyna o emperatriz heredera se conduze en
los braços de vn andante y no conocido cauallero?
¿Qué ingenio, si no es del todo barbaro
e inculto, podra contentarse leyendo que vna
gran torre, llena de caualleros, va por la mar
adelante, como naue con prospero viento, y oy
anochece en Lombardia, y mañana amanezca
en tierras del preste Iuan de las Indias, o en
otras que ni las descubrio Tolomeo ni las vio
Marco Polo? Y si a esto se me respondiesse
que los que tales libros componen los escriuen
como cosas de mentira, y que assi no estan
obligados a mirar en delicadezas ni verdades,
responderles hia yo que tanto la mentira es
mejor quanto mas parece verdadera, y tanto
mas agrada quanto tiene mas de lo dudoso y
possible. Hanse de casar las fabulas mentirosas
con el entendimiento de los que las leyeren,
escriuiendose de suerte, que, facilitando los
impossibles, allanando las grandezas,
suspendiendo los animos, admiren, suspendan,
alborocen y entretengan, de modo que anden a vn
mismo passo la admiracion y la alegria juntas;
y todas estas cosas no podrá hazer el que
huyere de la verisimilitud y de la imitacion, en
quien consiste la perfecion de lo que se escriue.

''No he visto ningun libro de cauallerias que
haga vn cuerpo de fabula entero con todos sus
miembros, de manera que el medio corresponda
al principio y el fin al principio y al medio,
sino que los componen con tantos miembros,
que mas parece que lleuan intencion a formar
vna quimera o vn monstruo que a hazer vna
figura proporcionada. Fuera desto, son en el
estilo duros; en las hazañas, increibles; en los
amores, lasciuos; en las cortesias, mal mirados;
largos en las batallas; necios en las razones;
disparatados en los viajes, y, finalmente, agenos
de todo discreto artificio, y, por esto, dignos
de ser desterrados de la republica christiana,
como a gente inutil.''

El cura le estuuo escuchando con grande
atencion, y pareciole hombre de buen
entendimiento y que tenia razon en quanto dezia; y
assi, le dixo que, por ser el de su mesma
opinion y tener ogeriza a los libros de
cauallerias, auia quemado todos los de don Quixote,
que eran muchos. Y contole el escrutinio que
dellos auia hecho, y los que auia condenado al
fuego y dexado con vida, de que no poco se
rio el canonigo; y dixo que, con todo quanto
mal auia dicho de tales libros, hallaua en ellos
vna cosa buena, que era el sujeto que ofrecian
para que vn buen entendimiento pudiesse mostrarse
en ellos, porque dauan largo y espacioso
campo por donde sin empacho alguno pudiesse
correr la pluma, descubriendo naufragios,
tormentas, rencuentros y batallas; pintando vn
capitan valeroso, con todas las partes que para
ser tal se requieren, mostrandose prudente,
preuiniendo las astucias de sus enemigos, y
eloquente orador, persuadiendo o dissuadiendo
a sus soldados, maduro en el consejo,
presto en lo determinado, tan valiente en el
esperar como en el acometer; pintando ora vn
lamentable y tragico sucesso, aora vn alegre y
no pensado acontecimiento; alli vna hermosissima
dama, honesta, discreta y recatada; aqui
vn cauallero christiano, valiente y comedido;
aculla vn desaforado barbaro fanfarron; aca
vn principe cortes, valeroso y bien mirado;
representando bondad y lealtad de vassallos,
grandezas y mercedes de señores. Ya puede
mostrarse astrologo, ya cosmografo excelente,
ya musico, ya inteligente en las materias de
estado, y tal vez le vendra ocasion de mostrarse
nigromante, si quisiere. Puede mostrar las
astucias de Vlixes, la piedad de Eneas, la
valentia de Aquiles, las desgracias de Ector, las
trayciones de Sinon, la amistad de Eurialo,
la liberalidad de Alexandro, el valor de Cesar,
la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad
de Zopiro, la prudencia de Caton, y, finalmente,
todas aquellas acciones que pueden hazer
perfecto a vn varon ilustre, aora poniendolas
en vno solo, aora diuidiendolas en muchos; y
siendo esto hecho con apazibilidad de estilo
y con ingeniosa inuencion, que tire lo mas que
fuere possible a la verdad, sin duda compondra
vna tela de varios y hermosos lazos
texida, que, despues de acabada, tal perfecion
y hermosura muestre, que consiga el fin mejor
que se pretende en los escritos, que es enseñar
y deleitar juntamente, como ya tengo dicho.
Porque la escritura desatada destos libros da
lugar a que el autor pueda mostrarse epico,
lirico, tragico, comico, con todas aquellas partes
que encierran en si las dulcissimas y agradables
ciencias de la poesia y de la oratoria;
que la epica tambien puede escreuirse en prosa
como en verso.


## <f048>
# chapter  48 XLVIII
# unit N chapternum
Capitulo XLVIII
# unit T title
Donde prosigue el canonigo la materia de los
libros de cauallerias, con otras cosas dignas
de su ingenio.
# unit P text
``Assi es como vuestra merced dize, señor
canonigo'', dixo el cura, ``y por esta causa son
mas dignos de reprehension los que hasta aqui
han compuesto semejantes libros, sin tener
aduertencia a ningun buen discurso, ni al arte y
reglas por donde pudieran guiarse y hazerse
famosos en prosa, como lo son en verso los dos
principes de la poesia griega y latina.''

``Yo, a lo menos'', replicó el canonigo, ``he
tenido cierta tentacion de hazer vn libro de
cauallerias, guardando en el todos los puntos que
he significado, y si he de confessar la verdad,
tengo escritas mas de cien hojas; y para hazer
la experiencia de si correspondian a mi estimacion,
las he comunicado con hombres apassionados
desta leyenda, dotos y discretos, y
con otros ignorantes, que solo atienden al gusto
de oyr disparates, y de todos he hallado vna
agradable aprobacion; pero, con todo esto, no
he proseguido adelante, assi por parecerme
que hago cosa agena de mi profession, como
por ver que es mas el numero de los simples
que de los prudentes; y que puesto que es
mejor ser loado de los pocos sabios que burlado
de los muchos necios, no quiero sujetarme
al confuso juyzio del desuanecido vulgo, a
quien por la mayor parte toca leer semejantes
libros.

''Pero lo que mas me le quitó de las manos,
y aun del pensamiento de acabarle, fue vn
argumento que hize conmigo mesmo, sacado
de las comedias que aora se representan,
diziendo: «Si estas que aora se vsan, assi las
imaginadas como las de historia, todas o las
mas son conocidos disparates, y cosas que no
lleuan pies ni cabeça, y, con todo esso, el
vulgo las oye con gusto, y las tiene y las
aprueua por buenas, estando tan lexos de
serlo, y los autores que las componen, y los
actores que las representan dizen que assi
han de ser, porque assi las quiere el vulgo, y
no de otra manera, y que las que lleuan traça
y siguen la fabula como el arte pide, no siruen
sino para quatro discretos que las entienden,
y todos los demas se quedan ayunos de entender
su artificio, y que a ellos les está mejor
ganar de comer con los muchos, que no
opinion con los pocos, deste modo vendra a ser
mi libro, al cabo de auerme quemado las
cejas por guardar los preceptos referidos, y
vendre a ser el sastre del cantillo».

''Y, aunque algunas vezes he procurado
persuadir a los actores, que se engañan en
tener la opinion que tienen, y que mas gente
atraeran y mas fama cobrarán representando
comedias que hagan el arte, que no con las
disparatadas, y estan tan asidos y
encorporados en su parecer, que no ay razon ni
euidencia que del los saque. Acuerdome que vn
dia dixe a vno destos pertinazes: «Decidme,
¿no os acordays que ha pocos años que se
representaron en España tres tragedias, que
compuso vn famoso poeta destos reynos, las
quales fueron tales, que admiraron, alegraron
y suspendieron a todos quantos las oyeron,
assi simples como prudentes, assi del vulgo
como de los escogidos, y dieron mas dineros
a los representantes ellas tres solas que
treynta de las mejores que despues aca se han
hecho?» «Sin duda», respondio el autor
que digo, «que deue de dezir vuestra merced
por la Isabela, la Filis y la Alexandra.» «Por
essas digo», le repliqué yo, «y mirad si
guardauan bien los preceptos del arte, y si por
guardarlos dexaron de parecer lo que eran y
de agradar a todo el mundo. Assi que no
está la falta en el vulgo que pide disparates,
sino en aquellos que no saben representar
otra cosa. Si que no fue disparate la Ingratitud
vengada, ni le tuuo la Numancia, ni se le
halló en la del Mercader amante, ni menos
en la Enemiga fauorable, ni en otras algunas
que de algunos entendidos poetas han sido
compuestas para fama y renombre suyo,
y para ganancia de los que las han representado.»
Y otras cosas añadi a estas, con que
a mi parecer le dexé algo confuso, pero no
satisfecho ni conuencido, para sacarle de su
errado pensamiento.''

``En materia ha tocado vuestra merced, señor
canonigo'', dixo a esta sazon el cura, ``que ha
despertado en mi vn antiguo rancor que tengo
con las comedias que agora se vsan, tal,
que yguala al que tengo con los libros de
cauallerias; porque auiendo de ser la comedia,
segun le parece a Tulio, espejo de la vida
humana, exemplo de las costumbres y imagen
de la verdad, las que aora se representan
son espejos de disparates, exemplos de
necedades e imagenes de lasciuia. Porque, ¿qué
mayor disparate puede ser en el sujeto que
tratamos que salir vn niño en mantillas en la
primera cena del primer acto, y en la
segunda salir ya hecho hombre barbado? Y ¿qué
mayor que pintarnos vn viejo valiente y vn
moço cobarde, vn lacayo rectorico, vn paje
consejero, vn rey ganapan y vna princesa fregona?

''¿Qué dire, pues, de la obseruancia que
guardan en los tiempos en que pueden o podian
suceder las acciones que representan, sino
que he visto comedia que la primera jornada
començo en Europa, la segunda en Asia, la
tercera se acabó en Africa, y aun si fuera
de quatro jornadas, la quarta acabaua en
America, y assi se huuiera hecho en todas
las quatro partes del mundo? Y si es que la
imitacion es lo principal que ha de tener la
comedia, ¿cómo es possible que satisfaga a
ningun mediano entendimiento que,
fingiendo vna accion que passa en tiempo del
rey Pepino y Carlomagno, el mismo que en
ella haze la persona principal le atribuian que
fue el Emperador Eraclio, que entró con la
Cruz en Ierusalen, y el que ganó la Casa Santa,
como, Godofre de Bullon, auiendo infinitos
años de lo vno a lo otro; y fundandose la
comedia sobre cosa fingida, atribuyrle verdades
de historia y mezclarle pedaços de otras
sucedidas a diferentes personas y tiempos, y
esto, no con traças verisimiles, sino con
patentes errores de todo punto inexcusables? Y
es lo malo que ay ignorantes que digan que
esto es lo perfecto, y que lo demas es
buscar gullurias.

''Pues ¿qué si venimos a las comedias
diuinas? ¡Qué de milagros falsos fingen en
ellas, qué de cosas apocrifas y mal entendidas,
atribuyendo a vn santo los milagros de otro!
Y aun en las humanas se atreuen a hazer
milagros, sin mas respeto ni consideracion que
parecerles que alli estara bien el tal milagro
y apariencia, como ellos los llaman,
para que gente ignorante se admire y venga
a la comedia; que todo esto es en perjuyzio
de la verdad y en menoscabo de las historias
y aun en oprobrio de los ingenios españoles,
porque los estrangeros, que con mucha
puntualidad guardan las leyes de la comedia,
nos tienen por baruaros e ignorantes, viendo
los absurdos y disparates de las que hazemos.

''Y no seria bastante disculpa desto dezir que
el principal intento que las republicas bien
ordenadas tienen, permitiendo que se hagan
publicas comedias, es para entretener la comunidad
con alguna onesta recreacion, y diuertirla
a vezes de los malos humores que suele
engendrar la ociosidad; y que, pues este se
consigue con qualquier comedia buena o mala, no
ay para qué poner leyes ni estrechar a los que
las componen y representan a que las hagan
como deuian hazerse; pues, como he dicho,
con qualquiera se consigue lo que con ellas se
pretende. A lo qual responderia yo que este
fin se conseguiria mucho mejor, sin comparacion
alguna, con las comedias buenas que con
las no tales. Porque de auer oydo la comedia
artificiosa y bien ordenada, saldria el oyente
alegre con las burlas, enseñado con las veras,
admirado de los sucessos, discreto con las
razones, aduertido con los embustes, sagaz con los
exemplos, ayrado contra el vicio y enamorado
de la virtud; que todos estos afectos ha de
despertar la buena comedia en el animo del
que la escuchare, por rustico y torpe que sea.
Y de toda impossibilidad, es impossible dexar
de alegrar y entretener, satisfazer y contentar
la comedia que todas estas partes tuuiere,
mucho mas que aquella que careciere dellas;
como por la mayor parte carecen estas que de
ordinario agora se representan.

''Y no tienen la culpa desto los poetas que las
componen, porque algunos ay dellos que
conocen muy bien en lo que yerran, y saben
estremadamente lo que deuen hazer. Pero como las
comedias se han hecho mercaderia vendible,
dizen, y dizen verdad, que los representantes
no se las comprarian si no fuessen de aquel
jaez; y, assi, el poeta procura acomodarse con
lo que el representante que le ha de pagar su
obra le pide. Y que esto sea verdad, vease por
muchas e infinitas comedias que ha compuesto
vn felicissimo ingenio destos reynos, con tanta
gala, con tanto donayre, con tan elegante
verso, con tan buenas razones, con tan graues
sentencias, y, finalmente, tan llenas de elocucion
y alteza de estilo, que tiene lleno el mundo
de su fama; y por querer acomodarse al gusto
de los representantes, no han llegado todas,
como han llegado algunas, al punto de la
perfeccion que requieren.

''Otros las componen tan sin mirar lo que
hazen, que despues de representadas tienen
necessidad los recitantes de huyrse y ausentarse,
temerosos de ser castigados, como lo han
sido muchas vezes, por auer representado
cosas en perjuyzio de algunos reyes y en
deshonra de algunos linages. Y todos estos
inconuenientes cessarian, y aun otros muchos mas
que no digo, con que huuiesse en la corte vna
persona inteligente y discreta que examinasse
todas las comedias antes que se representassen,
no solo aquellas que se hiziessen en
la corte, sino todas las que se quisiessen
representar en España, sin la qual aprouacion, sello
y firma, ninguna justicia en su lugar dexasse
representar comedia alguna; y desta manera los
comediantes tendrian cuydado de embiar las
comedias a la corte, y con seguridad podrian
representallas; y aquellos que las componen
mirarian con mas cuydado y estudio lo que
hazian, temorosos de auer de passar sus obras
por el riguroso examen de quien lo entiende,
y desta manera se harian buenas comedias y
se conseguiria felicissimamente lo que en ellas
se pretende, assi el entretenimiento del pueblo,
como la opinion de los ingenios de España, el
interes y seguridad de los recitantes, y el ahorro
del cuydado de castigallos.

''Y si se diesse cargo a otro, o a este mismo,
que examinasse los libros de cauallerias que de
nueuo se compusiessen, sin duda podrian salir
algunos con la perfeccion que vuestra merced
ha dicho, enriqueziendo nuestra lengua del
agradable y precioso tesoro de la eloquencia,
dando ocasion que los libros viejos se
escureciessen a la luz de los nueuos que saliessen,
para honesto passatiempo, no solamente de los
ociosos, sino de los mas ocupados. Pues no es
possible que esté continuo el arco armado, ni la
condicion y flaqueza humana se pueda
sustentar sin alguna licita recreacion.''

A este punto de su coloquio llegauan el
canonigo y el cura, quando adelantandose el
baruero, llegó a ellos, y dixo al cura:

``Aqui, señor licenciado, es el lugar que yo
dixe que era bueno para que, sesteando
nosotros, tuuiessen los bueyes fresco y abundoso
pasto.''

``Assi me lo parece a mi'', respondio el cura.

Y, diziendole al canonigo lo que pensaua
hazer, el tambien quiso quedarse con ellos,
combidado del sitio de vn hermoso valle que
a la vista se les ofrecia; y, assi, por gozar del
como de la conuersacion del cura, de quien ya
yua aficionado, y por saber mas por menudo
las hazañas de don Quixote, mandó a algunos
de sus criados que se fuessen a la venta,
que no lexos de alli estaua, y truxessen della lo
que huuiesse de comer, para todos, porque el
determinaua de sestear en aquel lugar aquella
tarde. A lo qual vno de sus criados respondio
que el azemila del repuesto, que ya deuia de
estar en la venta, traya recado bastante para
no obligar a no tomar de la venta mas que
ceuada.

``Pues assi es'', dixo el canonigo, ``lleuense
alla todas las caualgaduras, y hazed boluer la
azemila.''

En tanto que esto passaua, viendo Sancho
que podia hablar a su amo sin la continua
assistencia del cura y el baruero, que tenia por
sospechosos, se llegó a la xaula donde yua su
amo y le dixo:

``Señor, para descargo de mi conciencia le
quiero dezir lo que passa cerca de su
encantamento, y es que aquestos dos que vienen aqui
cubiertos los rostros son el cura de nuestro
lugar y el baruero, y imagino han dado esta
traça de lleualle desta manera, de pura
embidia que tienen como vuestra merced se les
adelanta en hazer famosos hechos. Presupuesta,
pues, esta verdad, siguese que no va
encantado, sino embaydo y tonto. Para prueua
de lo qual le quiero preguntar vna cosa, y si
me responde como creo que me ha de responder,
tocará con la mano este engaño, y vera
como no va encantado, sino trastornado el
juyzio.''

``Pregunta lo que quisieres, hijo Sancho'',
respondio don Quixote; ``que yo te satisfare y
respondere a toda tu voluntad. Y en lo que
dizes que aquellos que alli van y vienen con
nosotros son el cura y el baruero, nuestros
compatriotos y conocidos, bien podra ser que
parezca que son ellos mesmos; pero que lo
sean realmente y en efeto, esso no lo creas en
ninguna manera. Lo que has de creer y entender
es que si ellos se les parecen, como dizes,
deue de ser que los que me han encantado
auran tomado essa apariencia y semejança;
porque es facil a los encantadores tomar la
figura que se les antoja, y auran tomado las
destos nuestros amigos para darte a ti ocasion
de que pienses lo que piensas, y ponerte en vn
laberinto de imaginaciones que no aciertes a
salir del, aunque tuuiesses la soga de Teseo; y
tambien lo auran hecho para que yo vacile en
mi entendimiento, y no sepa atinar de dónde
me viene este daño; porque si por vna parte tu
me dizes que me acompañan el baruero y el
cura de nuestro pueblo, y por otra yo me veo
enxaulado, y se de mi que fuerças humanas,
como no fueran sobrenaturales, no fueran
bastantes para enxaularme, ¿qué quieres que diga
o piense sino que la manera de mi encantamento
excede a quantas yo he leydo en
todas las historias que tratan de caualleros
andantes que han sido encantados? Ansi que
bien puedes darte paz y sossiego en esto de
creer que son los que dizes, porque assi son
ellos como yo soy turco. Y en lo que toca a
querer preguntarme algo, di; que yo te
respondere aunque me preguntes de aqui a
mañana.''

``¡Valame nuestra señora!'', respondio Sancho,
dando vna gran voz. ``Y ¿es possible que
sea vuestra merced tan duro de celebro y tan
falto de meollo, que no eche de ver que es pura
verdad la que le digo, y que en esta su prision
y desgracia tiene mas parte la malicia que el
encanto? Pero pues assi es, yo le quiero prouar
euidentemente como no va encantado. Si no,
digame, assi Dios le saque desta tormenta, y
assi se vea en los braços de mi señora Dulcinea
quando menos se piense.''

``Acaba de conjurarme'', dixo don Quixote,
``y pregunta lo que quisieres; que ya te he
dicho que te respondere con toda puntualidad.''

``Esso pido'', replicó Sancho, ``y lo que quiero
saber es que me diga, sin añadir ni quitar cosa
ninguna, sino con toda verdad, como se espera
que la han de dezir y la dizen todos aquellos
que professan las armas, como vuestra merced
las professa, debaxo de titulo de caualleros
andantes...''

``Digo que no mentire en cosa alguna'',
respondio don Quixote. ``Acaba ya de preguntar;
que en verdad que me cansas con tantas
saluas, plegarias y preuenciones, Sancho.''

``Digo que yo estoy seguro de la bondad
y verdad de mi amo, y assi, porque haze al
caso a nuestro quento, pregunto, hablando con
acatamiento, si acaso despues que vuestra
merced va enxaulado, y a su parecer encantado,
en esta xaula, le ha venido gana y voluntad de
hazer aguas mayores o menores, como suele
dezirse.''

``No entiendo esso de hazer aguas, Sancho;
aclarate mas, si quieres que te responda
derechamente.''

``¿Es possible que no entiende vuestra
merced de hazer aguas menores o mayores? Pues
en la escuela destetan a los muchachos con
ello. Pues sepa que quiero dezir si le ha venido
gana de hazer lo que no se escusa.''

``¡Ya, ya te entiendo, Sancho! Y muchas
vezes, y aun agora la tengo. ¡Sacame deste
peligro; que no anda todo limpio!''


## <f049>
# chapter  49 XLIX
# unit N chapternum
Capitulo XLIX
# unit T title
Donde se trata del discreto coloquio que Sancho
Pança tuuo con su señor don Quixote.
# unit P text
``¡Ha!'', dixo Sancho. ``¡Cogido le tengo! ¡Esto
es lo que yo desseaua saber como al alma y
como a la vida! Venga aca, señor: ¿podria
negar lo que comunmente suele dezirse por ay
quando vna persona está de mala voluntad:
«No se qué tiene fulano, que ni come, ni beue,
ni duerme, ni responde a proposito a lo que le
preguntan, que no parece sino que está
encantado»? De donde se viene a sacar que los
que no comen, ni beuen, ni duermen, ni hazen
las obras naturales que yo digo, estos tales
estan encantados; pero no aquellos que tienen la
gana que vuestra merced tiene, y que beue
quando se lo dan, y come quando lo tiene, y
responde a todo aquello que le preguntan.''

``Verdad dizes, Sancho'', respondio don
Quixote; ``pero ya te he dicho que ay muchas
maneras de encantamentos, y podria ser que con
el tiempo se huuiessen mudado de vnos en
otros, y que agora se vse que los encantados
hagan todo lo que yo hago, aunque antes no
lo hazian. De manera, que contra el vso de los
tiempos no ay que arguyr ni de qué hazer
consequencias. Yo se y tengo para mi que voy
encantado, y esto me basta para la seguridad
de mi conciencia; que la formaria muy grande
si yo pensasse que no estaua encantado y me
dexasse estar en esta xaula, perezoso y
couarde, defraudando el socorro que podria dar a
muchos menesterosos y necessitados que de
mi ayuda y amparo deuen tener a la hora de
ahora precisa y estrema necessidad.''

``Pues con todo esso'', replicó Sancho, ``digo
que, para mayor abundancia y satisfacion, seria
bien que vuestra merced prouasse a salir desta
carcel; que yo me obligo con todo mi poder a
facilitarlo, y aun a sacarle della, y prouasse de
nueuo a subir sobre su buen Rozinante, que
tambien parece que va encantado, segun va de
malencolico y triste; y echo esto, prouassemos
otra vez la suerte de buscar mas auenturas,
y si no nos sucediesse bien, tiempo nos
queda para boluernos a la xaula, en la qual
prometo, a ley de buen y leal escudero, de
encerrarme juntamente con vuestra merced, si
acaso fuere vuestra merced tan desdichado, o
yo tan simple, que no acierte a salir con lo que
digo.''

``Yo soy contento de hazer lo que dizes,
Sancho hermano'', replicó don Quixote, ``y
quando tu veas coyuntura de poner en obra mi
libertad, yo te obedecere en todo y por todo;
pero tu, Sancho, veras cómo te engañas en el
conocimiento de mi desgracia.''

En estas platicas se entretuuieron el cauallero
andante y el mal andante escudero, hasta
que llegaron donde, ya apeados, los aguardauan
el cura, el canonigo y el baruero. Deshuncio
luego los bueyes de la carreta el boyero y
dexolos andar a sus anchuras por aquel verde
y apazible sitio, cuya frescura combidaua a
quererla gozar, no a las personas tan encantadas
como don Quixote, sino a los tan aduertidos
y discretos como su escudero; el qual rogo
al cura que permitiesse que su señor saliesse
por vn rato de la xaula, porque si no le dexauan
salir, no yria tan limpia aquella prision
como requiria la decencia de vn tal cauallero
como su amo.

Entendiole el cura, y dixo que de muy buena
gana haria lo que le pedia, si no temiera que,
en viendose su señor en libertad, auia de hazer
de las suyas, y yrse donde jamas gentes le
viessen.

``Yo le fio de la fuga'', respondio Sancho.

``Y yo y todo'', dixo el canonigo, ``y mas si
el me da la palabra como cauallero de no
apartarse de nosotros hasta que sea nuestra
voluntad.''

``Si doy'', respondio don Quixote, que todo
lo estaua escuchando; ``quanto mas que el que
está encantado, como yo, no tiene libertad para
hazer de su persona lo que quisiere, porque el
que le encantó le puede hazer que no se mueua
de vn lugar en tres siglos, y si huuiere
huydo, le hara boluer en bolandas.'' ... Y que,
pues esto era assi, bien podian soltalle, y
mas siendo tan en prouecho de todos, y del no
soltalle les protestaua que no podia dexar
de fatigalles el olfato, si de alli no se
desuiauan.

Tomole la mano el canonigo, aunque las
tenia atadas, y debaxo de su buena fe y palabra
le desenxaularon, de que el se alegró infinito
y en grande manera de uerse fuera de
la xaula. Y lo primero que hizo fue estirarse
todo el cuerpo, y luego se fue donde estaua
Rozinante, y, dandole dos palmadas en las
ancas, dixo:

``Aun espero en Dios y en su bendita Madre,
flor y espejo de los cauallos, que presto nos
hemos de ver los dos qual desseamos: tu con
tu señor a cuestas, y yo encima de ti, exercitando
el oficio para que Dios me echó al mundo.''

Y, diziendo esto don Quixote, se apartó con
Sancho en remota parte, de donde vino mas
aliuiado y con mas desseos de poner en obra
lo que su escudero ordenasse. Miraualo el
canonigo y admirauase de ver la estrañeza de su
grande locura, y de que en quanto hablaua y
respondia mostraua tener bonissimo entendimiento;
solamente venia a perder los estribos,
como otras vezes se ha dicho, en tratandole de
caualleria; y, assi, mouido de compassion,
despues de auerse sentado todos en la verde
yerua para esperar el repuesto del
canonigo, le dixo:

``¿Es possible, señor hidalgo, que aya podido
tanto con vuestra merced la amarga y ociosa
letura de los libros de cauallerias, que le ayan
buelto el juyzio de modo que venga a creer
que va encantado, con otras cosas deste jaez,
tan lexos de ser verdaderas como lo está la
mesma mentira de la verdad? Y ¿cómo es
possible que aya entendimiento humano que
se de a entender que ha auido en el mundo
aquella infinidad de Amadises, y aquella
turbamulta de tanto famoso cauallero, tanto
emperador de Trapisonda, tanto Felixmarte de
Yrcania, tanto palafren, tanta donzella andante,
tantas sierpes, tantos endriagos, tantos
gigantes, tantas inauditas auenturas, tanto genero
de encantamentos, tantas batallas, tantos
desaforados encuentros, tanta bizarria de
trajes, tantas princessas enamoradas, tantos
escuderos condes, tantos enanos graciosos, tanto
villete, tanto requiebro, tantas mugeres
valientes, y, finalmente, tantos y tan disparatados
casos como los libros de cauallerias
contienen? De mi se dezir que quando los leo, en
tanto que no pongo la imaginacion en pensar
que son todos mentira y liuiandad, me dan
algun contento; pero quando caygo en la cuenta
de lo que son, doy con el mejor dellos en la
pared, y aun diera con el en el fuego, si cerca
o presente le tuuiera, bien como a merecedores
de tal pena, por ser falsos y embusteros y fuera
del trato que pide la comun naturaleza, y como
a inuentores de nueuas sectas y de nueuo modo
de vida, y como a quien da ocasion que el
vulgo ignorante venga a creer y a tener por
verdaderas tantas necedades como contienen.

''Y aun tienen tanto atreuimiento, que se
atreuen a turbar los ingenios de los discretos y
bien nacidos hidalgos, como se echa bien de
ver por lo que con vuestra merced han hecho,
pues le han traydo a terminos que sea forçoso
encerrarle en vna xaula, y traerle sobre vn
carro de bueyes, como quien trae o lleua algun
leon, o algun tygre, de lugar en lugar, para
ganar con el dexando que le vean. Ea, señor don
Quixote, duelase de si mismo y reduzgase al
gremio de la discrecion, y sepa vsar de la mucha
que el cielo fue seruido de darle, empleando
el felicissimo talento de su ingenio en otra
letura que redunde en aprouechamiento de su
conciencia y en aumento de su honra. Y si
todauia, lleuado de su natural inclinacion,
quisiere leer libros de hazañas y de cauallerias,
lea en la Sacra Escritura el de los Iuezes; que
alli hallará verdades grandiosas y hechos tan
verdaderos como valientes. Vn Viriato tuuo
Lusitania; vn Cesar Roma; vn Anibal Cartago; vn
Alexandro Grecia; vn Conde Fernan Gonçalez
Castilla; vn Cid Valencia; vn Gonçalo
Fernandez Andaluzia; vn Diego Garcia de Paredes
Estremadura; vn Garci Perez de Vargas Xerez;
vn Garci Lasso Toledo; vn don Manuel de
Leon Seuilla, cuya lecion de sus valerosos
hechos puede entretener, enseñar, deleytar y
admirar a los mas altos ingenios que los leyeren.
Esta si sera letura digna del buen entendimiento
de vuestra merced, señor don Quixote
mio, de la qual saldra erudito en la historia,
enamorado de la virtud, enseñado en la bondad,
mejorado en las costumbres, valiente sin
temeridad, osado sin couardia, y todo esto,
para honra de Dios, prouecho suyo y fama de
la Mancha, do, segun he sabido, trae vuestra
merced su principio y origen.''

Atentissimamente estuuo don Quixote
escuchando las razones del canonigo, y quando
vio que ya auia puesto fin a ellas, despues de
auerle estado vn buen espacio mirando, le
dixo:

``Pareceme, señor hidalgo, que la platica de
vuestra merced se ha encaminado a querer
darme a entender que no ha auido caualleros
andantes en el mundo, y que todos los libros
de cauallerias son falsos, mentirosos,
dañadores e inutiles para la republica, y que yo
he hecho mal en leerlos, y peor en creerlos, y
mas mal en imitarlos, auiendome puesto a
seguir la durissima profession de la caualleria
andante que ellos enseñan; negandome que no
ha auido en el mundo Amadises, ni de Gaula,
ni de Grecia, ni todos los otros caualleros de
que las escrituras estan llenas.''

``Todo es al pie de la letra, como vuestra
merced lo va relatando'', dixo a esta sazon el
canonigo.

A lo qual respondio don Quixote:

``Añadio tambien vuestra merced, diziendo
que me auian hecho mucho daño tales libros,
pues me auian buelto el juyzio y puestome en
vna jaula, y que me seria mejor hazer la
enmienda y mudar de letura, leyendo otros mas
verdaderos y que mejor deleytan y enseñan.''

``Assi ess'', dixo el canonigo.

``Pues yo'', replicó don Quixote, ``hallo por
mi cuenta que el sin juyzio y el encantado es
vuestra merced, pues se ha puesto a dezir tantas
blasfemias contra vna cosa tan recebida en
el mundo y tenida por tan verdadera, que el
que la negasse, como vuestra merced la niega,
merecia la mesma pena que vuestra merced
dize que da a los libros quando los lee y le
enfadan. Porque querer dar a entender a nadie
que Amadis no fue en el mundo, ni todos los
otros caualleros auentureros, de que estan
colmadas las historias, sera querer persuadir que
el sol no alumbra, ni el yelo enfria, ni la tierra
sustenta; porque ¿qué ingenio puede auer en el
mundo que pueda persuadir a otro que no fue
verdad lo de la infanta Floripes y Guy de
Borgoña? ¿Y lo de Fierabras con la puente de
Mantible, que sucedio en el tiempo de Carlo Magno,
que voto a tal que es tanta verdad como es
aora de dia?

''Y si es mentira, tambien lo deue de ser que
no huuo Hector, ni Aquiles, ni la guerra de
Troya, ni los doze pares de Francia, ni el rey
Artus de Ingalaterra, que anda hasta aora
conuertido en cueruo, y le esperan en su reyno por
momentos. Y tambien se atreueran a dezir
que es mentirosa la historia de Guarino
Mezquino, y la de la demanda del Santo Grial, y
que son apocrifos los amores de don Tristan y
la reyna Yseo, como los de Ginebra y Lançarote,
auiendo personas que casi se acuerdan
de auer visto a la dueña Quintañona, que
fue la mejor escanciadora de vino que tuuo la
Gran Bretaña. Y es esto tan ansi, que me
acuerdo yo que me dezia vna mi aguela, de
partes de mi padre, quando veia alguna
dueña con tocas reuerendas: «Aquella, nieto,
se parece a la dueña Quintañona.» De donde
arguyo yo que la deuio de conocer ella, o, por
lo menos, deuio de alcançar a ver algun retrato
suyo. Pues, ¿quién podra negar no ser verdadera
la historia de Pierres y la linda Magalona,
pues aun hasta oy dia se vee en la armeria
de los reyes la clauija con que boluia al
cauallo de madera, sobre quien yua el valiente
Pierres por los ayres, que es vn poco mayor
que vn timon de carreta, y junto a la clauija
está la silla de Babieca?

''Y en Roncesualles está el cuerno de Roldan,
tamaño como vna grande viga; de donde
se infiere que huuo doze pares, que huuo
Pierres, que huuo Cides y otros caualleros
semejantes, ÷
# unit Q spanishverse
destos que dizen las gentes ÷
que a sus auenturas van.

# unit P text
''Si no, diganme tambien que no es verdad
que fue cauallero andante el valiente lusitano
Iuan de Merlo, que fue a Borgoña y se combatio
en la ciudad de Ras con el famoso señor
de Charni, llamado Mosen Pierres, y despues,
en la ciudad de Basilea, con Mosen Enrique
de Remestan, saliendo de entrambas empresas
vencedor y lleno de honrosa fama. Y las
auenturas y desafios que tambien acabaron en
Borgoña los valientes españoles Pedro Barba
y Gutierre Quixada -- de cuya alcurnia yo
deciendo, por linea recta de varon --, venciendo
a los hijos del conde de San Polo. Nieguenme,
assimesmo, que no fue a buscar las
auenturas a Alemania don Fernando de Gueuara,
donde se combatio con Micer Iorge, cauallero
de la casa del duque de Austria. Digan que
fueron burla las justas de Suero de Quiñones,
del Passo; las empresas de Mosen Luys de
Falces contra don Gonçalo de Guzman, cauallero
castellano, con otras muchas hazañas
hechas por caualleros christianos, destos y de
los reynos estrangeros, tan autenticas y
verdaderas, que torno a dezir, que el que las
negasse careceria de toda razon y buen
discurso.''

Admirado quedó el canonigo de oyr la mezcla
que don Quixote hazia de verdades y mentiras,
y de ver la noticia que tenia de todas
aquellas cosas, tocantes y concernientes a los
hechos de su andante caualleria, y, assi, le
respondio:

``No puedo yo negar'', señor don Quixote,
``que no sea verdad algo de lo que vuestra
merced ha dicho, especialmente en lo que toca
a los caualleros andantes españoles; y,
assimesmo, quiero conceder que huuo doze
Pares de Francia, pero no quiero creer que
hizieron todas aquellas cosas que el arçobispo
Turpin dellos escriue; porque la verdad dello
es, que fueron caualleros escogidos por los
reyes de Francia, a quien llamaron pares, por
ser todos yguales en valor, en calidad y en
valentia, a lo menos, si no lo eran, era razon que
lo fuessen, y era como vna religion de las que
aora se vsan de Santiago o de Calatraua, que
se presupone que los que la professan han de
ser o deuen ser caualleros valerosos, valientes
y bien nacidos; y como aora dizen cauallero
de San Iuan o de Alcantara, dezian en aquel
tiempo cauallero de los doze Pares, porque
lo fueron doze yguales los que para esta
religion militar se escogieron. En lo de que
huuo Cid, no ay duda, ni menos Bernardo del
Carpio; pero de que hizieron las hazañas que
dizen, creo que la ay muy grande. En lo otro
de la clauija, que vuestra merced dize del
conde Pierres, y que está junto a la silla de
Babieca en la armeria de los reyes, confiesso mi
pecado, que soy tan ignorante o tan corto de
vista, que, aunque he visto la silla, no he
echado de ver la clauija, y mas siendo tan grande
como vuestra merced ha dicho.''

``Pues alli está sin duda alguna'', replicó don
Quixote, ``y por mas señas, dizen que está
metida en vna funda de vaqueta, porque no se
tome de moho.''

``Todo puede ser'', respondio el canonigo,
``pero por las ordenes que recebi, que no me
acuerdo auerla visto; mas puesto que conceda
que está alli, no por esso me obligo a creer las
historias de tantos Amadises ni las de tanta
turbamulta de caualleros como por ay nos
cuentan, ni es razon que vn hombre como vuestra
merced, tan honrado y de tan buenas partes, y
dotado de tan buen entendimiento, se de a
entender que son verdaderas tantas y tan estrañas
locuras como las que estan escritas en los
disparatados libros de cauallerias.''


## <f050>
# chapter  50 L
# unit N chapternum
Capitulo L
# unit T title
De las discretas altercaciones que don Quixote
y el canonigo tuuieron, con otros sucessos.
# unit P text
``Bveno está esso'', respondio don Quixote;
``los libros que estan impressos con licencia de
los reyes, y con aprouacion de aquellos a quien
se remitieron, y que con gusto general son leydos
y celebrados de los grandes y de los chicos,
de los pobres y de los ricos, de los letrados e
ignorantes, de los plebeyos y caualleros,
finalmente, de todo genero de personas, de
qualquier estado y condicion que sean, ¿auian de
ser mentira, y mas lleuando tanta apariencia
de verdad, pues nos cuentan el padre, la madre,
la patria, los parientes, la edad, el lugar
y las hazañas, punto por punto y dia por dia,
que el tal cauallero hizo, o caualleros hizieron?
Calle vuestra merced, no diga tal blasfemia y
creame -- que le aconsejo en esto lo que deue
de hazer como discreto --; si no, lealos, y
verá el gusto que recibe de su leyenda.

''Si no, digame, ¿ay mayor contento que ver,
como si dixessemos, aqui aora se muestra delante
de nosotros vn gran lago de pez hiruiendo
a boruollones, y que andan nadando y cruzando
por el muchas serpientes, culebras y lagartos,
y otros muchos generos de animales ferozes
y espantables, y que del medio del lago sale
vna voz tristissima, que dize: «Tu, cauallero,
quien quiera que seas, que el temeroso lago
estás mirando: si quieres alcançar el bien que
debaxo destas negras aguas se encubre, muestra
el valor de tu fuerte pecho, y arrojate en
mitad de su negro y encendido licor, porque
si assi no lo hazes, no seras digno de ver las
altas marauillas que en si encierran y contienen
los siete castillos de las siete fadas, que
debaxo desta negregura yazen?» ¿Y que apenas
el cauallero no ha acabado de oyr la voz
temerosa, quando sin entrar mas en cuentas
consigo, sin ponerse a considerar el peligro a
que se pone, y aun sin despojarse de la
pesadumbre de sus fuertes armas, encomendandose
a Dios y a su señora, se arroja en mitad del
bullente lago?

''Y quando no se cata ni sabe dónde ha de
parar, se halla entre vnos floridos campos, con
quien los Eliseos no tienen que ver en ninguna
cosa. Alli le parece que el cielo es mas
transparente, y que el sol luze con claridad mas
nueua. Ofrecesele a los ojos vna apazible floresta,
de tan verdes y frondosos arboles compuesta,
que alegra a la vista su verdura, y entretiene los
oydos el dulce y no aprendido canto de los
pequeños, infinitos y pintados paxarillos que por
los intricados ramos van cruzando. Aqui
descubre vn arroyuelo, cuyas frescas aguas, que
liquidos cristales parecen, corren sobre
menudas arenas y blancas pedrezuelas, que oro
cernido y puras perlas semejan. Aculla vee vna
artificiosa fuente de jaspe variado y de liso
marmol compuesta. Aca vee otra, a lo brutesco
adornada, adonde las menudas conchas de las
almejas, con las torcidas casas, blancas y
amarillas, del caracol, puestas con orden
desordenada, mezclados entre ellas pedaços de cristal
luziente y de contrahechas esmeraldas, hazen
vna variada labor de manera, que el arte, imitando
a la naturaleza, parece que alli la vence.

''Aculla, de improuiso, se le descubre vn
fuerte castillo o vistoso alcaçar, cuyas murallas
son de mazizo oro, las almenas de diamantes,
las puertas de jazintos; finalmente, el es de tan
admirable compostura, que con ser la materia
de que está formado no menos que de diamantes,
de carbuncos, de rubies, de perlas, de
oro y de esmeraldas, es de mas estimacion su
hechura. Y, ¿ay mas que ver, despues de auer
visto esto, que ver salir por la puerta del castillo
vn buen numero de donzellas, cuyos galanos y
vistosos trajes, si yo me pusiesse aora a
dezirlos como las historias nos los cuentan, seria
nunca acabar; y tomar luego la que parecia
principal de todas por la mano al atreuido
cauallero que se arrojó en el feruiente lago, y
lleuarle, sin hablarle palabra, dentro del rico
alcaçar o castillo, y hazerle desnudar como su
madre le pario, y bañarle con templadas aguas,
y luego vntarle todo con olorosos vnguentos,
y vestirle vna camisa de cendal delgadissimo,
toda olorosa y perfumada, y acudir otra donzella
y echarle vn manton sobre los ombros, que,
por lo menos menos, dizen que suele valer vna
ciudad y aun mas?

''¿Qué es ver, pues, quando nos cuentan que
tras todo esto, le lleuan a otra sala, donde halla
puestas las mesas con tanto concierto, que
queda suspenso y admirado? ¿Qué el verle echar
agua a manos, toda de ambar y de olorosas
flores distilada? ¿Qué el hazerle sentar sobre
vna silla de marfil? ¿Qué verle seruir todas las
donzellas, guardando vn marauilloso silencio?
¿Qué el traerle tanta diferencia de manjares,
tan sabrosamente guisados, que no sabe el
apetito a quál deua de alargar la mano? ¿Quál
sera oyr la musica que en tanto que come suena,
sin saberse quién la canta ni adónde suena?
Y ¿despues de la comida acabada y las mesas
alçadas, quedarse el cauallero recostado sobre
la silla, y quiça mondandose los dientes, como
es costumbre, entrar a deshora por la puerta
de la sala otra mucho mas hermosa donzella
que ninguna de las primeras, y sentarse al lado
del cauallero, y començar a darle cuenta de qué
castillo es aquel, y de como ella está encantada
en el, con otras cosas que suspenden al cauallero
y admiran a los leyentes que van leyendo
su historia?

''No quiero alargarme mas en esto, pues
dello se puede colegir que qualquiera parte
que se lea de qualquiera historia de cauallero
andante ha de causar gusto y marauilla a
qualquiera que la leyere. Y vuestra merced
creame, y, como otra vez le he dicho, lea estos
libros, y vera como le destierran la melancolia
que tuuiere, y le mejoran la condicion, si acaso
la tiene mala. De mi se dezir que, despues que
soy cauallero andante, soy valiente, comedido,
liberal, bien criado, generoso, cortes, atreuido,
blando, paciente, sufridor de trabajos, de
prisiones, de encantos; y, aunque ha tan poco que
me vi encerrado en vna jaula como loco, pienso,
por el valor de mi braço, fauoreciendome
el cielo y no me siendo contraria la fortuna,
en pocos dias verme rey de algun reyno, adonde
pueda mostrar el agradecimiento y liberalidad
que mi pecho encierra; que mia fe, señor,
el pobre está inabilitado de poder mostrar la
virtud de liberalidad con ninguno, aunque en
sumo grado la possea. Y el agradecimiento,
que solo consiste en el desseo, es cosa muerta,
como es muerta la fe sin obras. Por esto
querria que la fortuna me ofreciesse presto
alguna ocasion, donde me hiziesse emperador,
por mostrar mi pecho, haziendo bien a mis
amigos, especialmente a este pobre de Sancho
Pança, mi escudero, que es el mejor hombre
del mundo, y querria darle vn condado que le
tengo muchos dias ha prometido, sino que
temo que no ha de tener abilidad para
gouernar su estado.''

Casi estas vltimas palabras oyo Sancho a su
amo, a quien dixo:

``Trabaje vuestra merced, señor don Quixote,
en darme esse condado, tan prometido de
vuestra merced como de mi esperado; que yo le
prometo que no me falte a mi abilidad para
gouernarle, y, quando me faltare, yo he oydo
dezir que ay hombres en el mundo que toman
en arrendamiento los estados de los señores y
les dan vn tanto cada año, y ellos se tienen
cuydado del gouierno; y el señor se está a
pierna tendida, gozando de la renta que le dan,
sin curarse de otra cosa; y assi hare yo, y no
repararé en tanto mas quanto, sino que luego
me desistire de todo, y me gozaré mi renta
como vn duque; y alla se lo ayan.''

``Esso, hermano Sancho'', dixo el canonigo,
``entiendese en quanto al gozar la renta; empero,
al administrar justicia, ha de atender
el señor del estado, y aqui entra la abilidad y
buen juyzio, y principalmente la buena intencion
de acertar, que si esta falta en los principios,
siempre yran errados los medios y los
fines; y assi suele Dios ayudar al buen desseo
del simple como desfauorecer al malo del
discreto.''

``No se essas filosofias'', respondio Sancho
Pança; ``mas solo se que tan presto tuuiesse yo
el condado como sabria regirle; que tanta alma
tengo yo como otro, y tanto cuerpo como el
que mas; y tan rey seria yo de mi estado como
cada vno del suyo; y siendolo, haria lo que
quisiesse; y haziendo lo que quisiesse, haria
mi gusto; y haziendo mi gusto, estaria contento;
y en estando vno contento, no tiene mas
que dessear; y no teniendo mas que dessear,
acabose, y el estado venga; y a Dios y
veamonos, como dixo vn ciego a otro.''

``No son malas filosofias essas, como tu
dizes, Sancho'', dixo el canonigo; ``pero, con
todo esso, ay mucho que dezir sobre esta
materia de condados.''

A lo qual replicó don Quixote:

``Yo no se qué aya mas que dezir; solo me
guio por el exemplo que me da el grande Amadis
de Gaula, que hizo a su escudero conde de
la Insula Firme; y, assi, puedo yo sin escrupulo
de conciencia hazer conde a Sancho Pança,
que es vno de los mejores escuderos que
cauallero andante ha tenido.''

Admirado quedó el canonigo de los
concertados disparates que don Quixote auia
dicho, del modo con que auia pintado la auentura
del Cauallero del Lago, de la impression
que en el auian hecho las pensadas mentiras
de los libros que auia leydo; y, finalmente, le
admiraua la necedad de Sancho, que con tanto
ahinco desseaua alcançar el condado que su
amo le auia prometido.

Ya en esto boluian los criados del canonigo,
que a la venta auian ydo por la azemila del
repuesto, y, haziendo mesa de vna alhombra y
de la verde yerua del prado, a la sombra de
vnos arboles se sentaron y comieron alli,
porque el boyero no perdiesse la comodidad de
aquel sitio, como queda dicho. Y, estando
comiendo, a deshora oyeron vn rezio estruendo
y vn son de esquila, que por entre vnas çarças
y espessas matas que alli junto estauan sonaua,
y al mesmo instante vieron salir de entre
aquellas malezas vna hermosa cabra, toda la
piel manchada de negro, blanco y pardo. Tras
ella venia vn cabrero dandole vozes, y diziendole
palabras a su vso, para que se detuuiesse,
o al rebaño boluiesse. La fugitiua cabra,
temerosa y despauorida, se vino a la gente, como
a fauorecerse della, y alli se detuuo. Llegó el
cabrero, y, asiendola de los cuernos, como si
fuera capaz de discurso y entendimiento, le
dixo:

``¡A cerrera, cerrera; manchada, manchada,
y cómo andays vos estos dias de pie coxo!
¿Qué lobos os espantan, hija?; ¿no me direys
qué es esto, hermosa? Mas ¿qué puede ser sino
que soys hembra, y no podeys estar sossegada;
que mal aya vuestra condicion y la de todas
aquellas a quien imitays? Bolued, bolued, amiga;
que si no tan contenta, a lo menos, estareys
mas segura en vuestro aprisco, o con
vuestras compañeras; que si vos, que las aueys de
guardar y encaminar, andays tan sin guia y
tan descaminada, ¿en qué podran parar ellas?''

Contento dieron las palabras del cabrero a
los que las oyeron, especialmente al canonigo,
que le dixo:

``Por vida vuestra, hermano, que os sossegueys
vn poco, y no os acucieys en boluer tan
presto essa cabra a su rebaño; que pues ella es
hembra, como vos dezis, ha de seguir su
natural distinto, por mas que vos os pongays a
estoruarlo. Tomad este bocado, y beued vna vez,
con que templareys la colera, y, en tanto,
descansará la cabra.''

Y el dezir esto y el darle con la punta del
cuchillo los lomos de vn conejo fiambre, todo
fue vno. Tomolo, y agradeciolo el cabrero;
beuio, y sossegose; y luego dixo:

``No querria que por auer yo hablado con
esta alimaña tan en seso, me tuuiessen
vuestras mercedes por hombre simple; que en
verdad que no carecen de misterio las palabras
que le dixe. Rustico soy; pero no tanto que no
entienda cómo se ha de tratar con los hombres
y con las bestias.''

``Esso creo yo muy bien'', dixo el cura, ``que
ya yo se de esperiencia que los montes crian
letrados, y las cabañas de los pastores
encierran filosofos.''

``A lo menos, señor'', replicó el cabrero,
``acogen hombres escarmentados; y para que
creays esta verdad y la toqueys con la mano,
aunque parezca que sin ser rogado me combido,
si no os enfadays dello, y quereys, señores,
vn breue espacio prestarme oydo atento, os
contaré vna verdad, que acredite lo que esse
señor -- señalando al cura -- ha dicho, y la
mia.''

A esto respondio don Quixote:

``Por ver que tiene este caso vn no se qué de
sombra de auentura de caualleria, yo, por mi
parte, os oyre, hermano, de muy buena gana,
y assi lo harán todos estos señores, por lo
mucho que tienen de discretos y de ser amigos de
curiosas nouedades que suspendan, alegren y
entretengan los sentidos, como sin duda pienso
que lo ha de hazer vuestro cuento.
Començad, pues, amigo; que todos escucharemos.''

``Saco la mia'', dixo Sancho, ``que yo a aquel
arroyo me voy con esta empanada, donde pienso
hartarme por tres dias; porque he oydo dezir
a mi señor don Quixote, que el escudero de
cauallero andante ha de comer quando se le
ofreciere, hasta no poder mas, a causa que se
les suele ofrecer entrar acaso por vna selua tan
intricada, que no aciertan a salir della en seys
dias, y si el hombre no va harto, o bien
proueydas las alforjas, alli se podra quedar, como
muchas vezes se queda, hecho carne momia.''

``Tu estás en lo cierto, Sancho'', dixo don
Quixote; ``vete adonde quisieres y come lo que
pudieres; que yo ya estoy satisfecho, y solo me
falta dar al alma su refaccion, como se la
dare escuchando el cuento deste buen hombre.''

``Assi las daremos todos a las nuestras'',
dixo el canonigo.

Y luego rogo al cabrero que diesse principio
a lo que prometido auia. El cabrero dio dos
palmadas sobre el lomo a la cabra, que por los
cuernos tenia, diziéndole:

``Recuestate junto a mi, manchada; que tiempo
nos queda para boluer a nuestro apero.''

Parece que lo entendio la cabra, porque en
sentandose su dueño, se tendio ella junto a el
con mucho sossiego, y mirandole al rostro,
daua a entender que estaua atenta a lo que el
cabrero yua diziendo, el qual començo su
historia desta manera.


## <f051>
# chapter  51 LI
# unit N chapternum
Capitulo LI
# unit T title
Que trata de lo que conto el cabrero a todos
los que lleuauan a don Quixote.
# unit P text
``Tres leguas deste valle está vna aldea que,
aunque pequeña, es de las mas ricas que ay
en todos estos contornos, en la qual auia vn
labrador muy honrado, y tanto, que aunque es
anexo al ser rico el ser honrado, mas lo era el
por la virtud que tenia, que por la riqueza que
alcançaua; mas lo que le hazia mas dichoso,
segun el dezia, era tener vna hija de tan
estremada hermosura, rara discrecion, donayre y
virtud, que el que la conocia y la miraua, se
admiraua de ver las estremadas partes con que
el cielo y la naturaleza la auian enriquezido.
Siendo niña, fue hermosa, y siempre fue
creciendo en belleza, y en la edad de diez y seys
años fue hermosissima. La fama de su belleza
se començo a estender por todas las circunuezinas
aldeas, ¿qué digo yo por las circunuezinas
no mas, si se estendio a las apartadas
ciudades, y aun se entró por las salas de los
reyes y por los oydos de todo genero de gente
que, como a cosa rara, o como a imagen de
milagros, de todas partes a verla venian?

''Guardauala su padre y guardauase ella,
que no ay candados, guardas ni cerraduras
que mejor guarden a vna donzella que las del
recato proprio. La riqueza del padre y la
belleza de la hija mouieron a muchos, assi del
pueblo como forasteros, a que por muger se la
pidiessen; mas el, como a quien tocaua disponer
de tan rica joya, andaua confuso, sin saber
determinarse a quién la entregaria de
los infinitos que le importunauan; y entre los
muchos que tan buen desseo tenian, fuy yo
vno, a quien dieron muchas y grandes
esperanças de buen sucesso conocer que el padre
conocia quien yo era, el ser natural del mismo
pueblo, limpio en sangre, en la edad floreciente,
en la hazienda muy rico y en el ingenio no
menos acabado.

''Con todas estas mismas partes la pidio
tambien otro del mismo pueblo, que fue causa
de suspender y poner en balança la voluntad
del padre, a quien parecia que con qualquiera
de nosotros estaua su hija bien empleada; y
por salir desta confusion, determinó dezirselo
a Leandra, que assi se llama la rica que en
miseria me tiene puesto, aduirtiendo que, pues
los dos eramos iguales, era bien dexar a la
voluntad de su querida hija el escoger a su
gusto, cosa digna de imitar de todos los padres
que a sus hijos quieren poner en estado. No
digo yo que los dexen escoger en cosas ruynes
y malas, sino que se las propongan buenas,
y de las buenas que escoxan a su gusto. No se
yo el que tuuo Leandra; solo se que el padre
nos entretuuo a entrambos con la poca edad
de su hija, y con palabras generales, que ni le
obligauan, ni nos desobligauan tampoco.
Llamase mi competidor Anselmo, y yo Eugenio,
porque vays con noticia de los nombres
de las personas que en esta tragedia se
contienen, cuyo fin aun está pendiente, pero bien
se dexa entender que ha de ser desastrado.

''En esta sazon vino a nuestro pueblo vn
Vicente de la Rosa, hijo de vn pobre labrador
del mismo lugar, el qual Vicente venia de las
Italias y de otras diuersas partes, de ser
soldado; lleuole de nuestro lugar, siendo muchacho
de hasta doze años, vn capitan que con su
compañia por alli acerto a passar, y boluio el
moço de alli a otros doze, vestido a la
soldadesca, pintado con mil colores, lleno de mil
dixes de cristal y sutiles cadenas de azero; oy se
ponia vna gala y mañana otra, pero todas
sutiles, pintadas, de poco peso y menos tomo. La
gente labradora, que de suyo es maliciosa, y
dandole el ocio lugar es la misma malicia, lo
notó, y conto punto por punto sus galas y preseas,
y halló que los vestidos eran tres de diferentes
colores, con sus ligas y medias, pero, el
hazia tantos guisados e inuenciones dellas, que
si no se los contaran, huuiera quien jurara que
auia hecho muestra de mas de diez pares de
vestidos y de mas de veinte plumajes. Y no
parezca impertinencia y demasia esto que de
los vestidos voy contando, porque ellos hazen
vna buena parte en esta historia.

''Sentauase en vn poyo que debaxo de vn
gran alamo está en nuestra plaça, y alli nos
tenia a todos la boca abierta, pendientes de las
hazañas que nos yua contando: no auia tierra
en todo el orbe que no huuiesse visto, ni batalla
donde no se huuiesse hallado; auia muerto mas
moros que tiene Marruecos y Tunez, y entrado
en mas singulares desafios, segun el dezia, que
Gante y Luna, Diego Garcia de Paredes y
otros mil que nombraua, y de todos auia salido
con vitoria, sin que le huuiessen derramado
vna sola gota de sangre; por otra parte, mostraua
señales de heridas que, aunque no se diuisauan,
nos hazia entender que eran arcabuzazos
dados en diferentes rencuentros y faciones;
finalmente, con vna no vista arrogancia
llamaua de vos a sus iguales y a los mismos que
le conocian, y dezia que su padre era su braço,
su linaje sus obras, y que, debaxo de ser
soldado, al mismo rey no deuia nada. Añadiosele
a estas arrogancias ser vn poco musico y tocar
vna guitarra a lo rasgado, de manera, que dezian
algunos que la hazia hablar; pero no pararon
aqui sus gracias, que tambien la tenia de
poeta, y assi, de cada niñeria que passaua en
el pueblo componia vn romance de legua y
media de escritura.

''Este soldado, pues, que aqui he pintado,
este Vicente de la Rosa, este brauo, este galan,
este musico, este poeta, fue visto y mirado
muchas vezes de Leandra desde vna ventana de
su casa que tenia la vista a la plaça; enamorola
el oropel de sus vistosos trajes; encantaronla
sus romances, que de cada vno que componia
daua veynte traslados; llegaron a sus oydos la
hazañas que el de si mismo auia referido, y,
finalmente, que assi el diablo lo deuia de tener
ordenado, ella se vino a enamorar del, antes
que en el naciesse presuncion de solicitalla,
y como en los casos de amor no ay ninguno
que con mas facilidad se cumpla que aquel que
tiene de su parte el desseo de la dama, con
facilidad se concertaron Leandra y Vicente, y
primero que alguno de sus muchos pretendientes
cayessen en la cuenta de su desseo, ya
ella le tenia cumplido, auiendo dexado la
casa de su querido y amado padre, que madre
no la tiene, y ausentadose de la aldea con el
soldado, que salio con mas triunfo desta
empresa que de todas las muchas que el se
aplicaua.

''Admiró el sucesso a toda el aldea, y aun
a todos los que del noticia tuuieron; yo quedé
suspenso, Anselmo atonito, el padre triste, sus
parientes afrentados, solicita la justicia, los
quadrilleros listos; tomaronse los caminos,
escudriñaronse los bosques y quanto auia, y al
cabo de tres dias hallaron a la antojadiza
Leandra en vna cueua de vn monte, desnuda en
camisa, sin muchos dineros y preciosissimas
joyas que de su casa auia sacado. Boluieronla
a la presencia del lastimado padre; preguntaronle
su desgracia; confesso sin apremio que
Vicente de la Rosa la auia engañado, y debaxo
de su palabra de ser su esposo la persuadio
que dexasse la casa de su padre; que el la
lleuaria a la mas rica y mas viciosa ciudad que
auia en todo el vniuerso mundo, que era Napoles,
y que ella, mal aduertida y peor engañada,
le auia creydo, y, robando a su padre, se le
entregó la misma noche que auia faltado; y
que el la lleuó a vn aspero monte y la encerro
en aquella cueua donde la auian hallado. Conto
tambien como el soldado, sin quitalle su
honor, le robó quanto tenia, y la dexó en
aquella cueua y se fue: sucesso que de nueuo puso
en admiracion a todos.

''Duro se nos hizo de creer la continencia
del moço, pero ella lo afirmó con tantas veras,
que fueron parte para que el desconsolado
padre se consolasse, no haziendo cuenta de las
riquezas que le lleuauan, pues le auian dexado
a su hija con la joya que, si vna vez se pierde,
no dexa esperança de que jamas se cobre. El
mismo dia que parecio Leandra la desparecio
su padre de nuestros ojos y la lleuó a encerrar
en vn monesterio de vna villa que está
aqui cerca, esperando que el tiempo gaste alguna
parte de la mala opinion en que su hija se
puso. Los pocos años de Leandra siruieron de
disculpa de su culpa, a lo menos con aquellos
que no les yua algun interes en que ella fuesse
mala o buena; pero los que conocian su
discrecion y mucho entendimiento no atribuyeron
a ignorancia su pecado, sino a su desemboltura
y a la natural inclinacion de las mugeres, que,
por la mayor parte, suele ser desatinada y mal
compuesta.

''Encerrada Leandra, quedaron los ojos de
Anselmo ciegos, a lo menos, sin tener cosa que
mirar que contento le diesse; los mios en
tinieblas, sin luz que a ninguna cosa de gusto les
encaminasse; con la ausencia de Leandra crecia
nuestra tristeza, apocauase nuestra paciencia,
maldeziamos las galas del soldado y abominauamos
del poco recato del padre de Leandra;
finalmente, Anselmo y yo nos concertamos
de dexar el aldea y venirnos a este valle, donde
el apacentando vna gran cantidad de ouejas
suyas proprias, y yo vn numeroso rebaño de
cabras, tambien mias, passamos la vida entre
los arboles, dando vado a nuestras passiones,
o cantando juntos alabanças o vituperios de la
hermosa Leandra, o suspirando solos y a
solas comunicando con el cielo nuestras
querellas.

''A imitacion nuestra, otros muchos de los
pretendientes de Leandra se han venido a estos
asperos montes vsando el mismo exercicio
nuestro, y son tantos, que parece que este sitio
se ha conuertido en la pastoral Arcadia, segun
está colmo de pastores y de apriscos, y no
ay parte en el donde no se oyga el nombre
de la hermosa Leandra; este la maldize y la
llama antojadiza, varia y deshonesta; aquel
la condena por facil y ligera; tal la absuelue
y perdona, y tal la justicia y vitupera; vno
celebra su hermosura, otro reniega de su
condicion, y, en fin, todos la deshonran y todos
la adoran, y de todos se estiende a tanto la
locura, que ay quien se quexe de desden sin
auerla jamas hablado, y aun quien se lamente
y sienta la rabiosa enfermedad de los zelos,
que ella jamas dio a nadie, porque, como ya
tengo dicho, antes se supo su pecado que su
desseo. No ay hueco de peña, ni margen de
arroyo, ni sombra de arbol que no esté ocupada
de algun pastor que sus desuenturas a los
ayres cuente; el eco repite el nombre de
Leandra dondequiera que pueda formarse; Leandra
resuenan los montes; Leandra murmuran los
arroyos, y Leandra nos tiene a todos suspensos
y encantados, esperando sin esperança y
temiendo sin saber de qué tememos.

''Entre estos disparatados, el que muestra
que menos y mas juyzio tiene es mi competidor
Anselmo, el qual, teniendo tantas
otras cosas de que quexarse, solo se quexa de
ausencia, y al son de vn rabel que admirablemente
toca, con versos, donde muestra su buen
entendimiento, cantando se quexa; yo sigo otro
camino mas facil, y a mi parecer el mas
acertado, que es dezir mal de la ligereza de las
mugeres, de su inconstancia, de su doble trato,
de sus promessas muertas, de su fe rompida y,
finalmente, del poco discurso que tienen en
saber colocar sus pensamientos e intenciones
que tienen. Y esta fue la ocasion, señores,
de las palabras y razones que dixe a esta cabra
quando aqui llegué: que por ser hembra la
tengo en poco, aunque es la mejor de todo mi
apero.

''Esta es la historia que prometi contaros; si
he sido en el contarla prolixo, no sere en
seruiros corto; cerca de aqui tengo mi maxada,
y en ella tengo fresca leche y muy
sabrosissimo queso, con otras varias y sazonadas
frutas, no menos a la vista que al gusto
agradables.''


## <f052>
# chapter  52 LII
# unit N chapternum
Capitulo LII
# unit T title
De la pendencia que don Quixote tuuo con
el cabrero, con la rara auentura de los
deceplinantes, a quien dio felice fin a costa de
su sudor.
# unit P text
General gusto causó el cuento del cabrero
a todos los que escuchado le auian, especialmente
le recibio el canonigo, que con estraña
curiosidad notó la manera con que le auia
contado, tan lexos de parecer rustico cabrero
quan cerca de mostrarse discreto cortesano; y,
assi, dixo que auia dicho muy bien el cura en
dezir que los montes criauan letrados. Todos
se ofrecieron a Eugenio, pero el que mas
se mostro liberal en esto fue don Quixote, que
le dixo:

``Por cierto, hermano cabrero, que si yo me
hallara possibilitado de poder començar
alguna auentura, que luego luego me pusiera en
camino, porque vos la tuuierades buena; que
yo sacara del monesterio, donde sin duda alguna
deue de estar contra su voluntad, a Leandra,
a pesar de la abadesa y de quantos quisieran
estoruarlo, y os la pusiera en vuestras
manos para que hizierades della a toda vuestra
voluntad y talante, guardando, pero, las
leyes de la caualleria, que mandan que a
ninguna donzella se le sea fecho desaguisado
alguno; aunque yo espero en Dios Nuestro
Señor que no ha de poder tanto la fuerça de
vn encantador malicioso, que no pueda mas la
de otro encantador mejor intencionado, y para
entonces os prometo mi fauor y ayuda, como
me obliga mi profession, que no es otra si no
es fauorecer a los desualidos y
menesterosos.''

Mirole el cabrero, y como vio a don Quixote
de tan mal pelage y catadura, admirose y
preguntó al barbero, que cerca de si tenia:

``Señor, ¿quién es este hombre que tal talle
tiene y de tal manera habla?''

``¿Quién ha de ser'', respondio el barbero,
``sino el famoso don Quixote de la Mancha,
desfazedor de agrauios, endereçador de tuertos,
el amparo de las donzellas, el assombro de
los gigantes y el vencedor de las batallas?''

``Esso me semeja'', respondio el cabrero, ``a
lo que se lee en los libros de caualleros
andantes, que hazian todo esso que de este
hombre vuestra merced dize; puesto que para mi
tengo, o que vuestra merced se burla, o que
este gentil hombre deue de tener vazios los
aposentos de la cabeça.''

``Soys vn grandissimo vellaco'', dixo a esta
sazon don Quixote, ``y vos soys el vazio y el
menguado; que yo estoy mas lleno que jamas
lo estuuo la muy hideputa puta que os pario.''

Y, diziendo y hablando, arrebató de vn
pan que junto a si tenia, y dio con el al cabrero
en todo el rostro, con tanta furia, que le
remachó las narizes; mas el cabrero, que no
sabia de burlas, viendo con quántas veras le
maltratauan, sin tener respeto a la alhombra,
ni a los manteles, ni a todos aquellos que
comiendo estauan, saltó sobre don Quixote, y,
asiendole del cuello con entrambas manos, no
dudara de ahogalle, si Sancho Pança no
llegara en aquel punto y le asiera por las
espaldas y diera con el encima de la mesa,
quebrando platos, rompiendo taças y derramando
y esparziendo quanto en ella estaua. Don
Quixote, que se vio libre, acudio a subirse sobre
el cabrero, el qual, lleno de sangre el rostro,
molido a cozes de Sancho, andaua buscando
a gatas algun cuchillo de la mesa para hazer
alguna sanguinolenta vengança, pero estoruauanselo
el canonigo y el cura; mas el barbero
hizo de suerte que el cabrero cogio debaxo
de si a don Quixote, sobre el qual llouio tanto
numero de moxicones, que del rostro del pobre
cauallero llouia tanta sangre como del suyo.

Rebentauan de risa el canonigo y el cura,
saltauan los quadrilleros de gozo, çuçauan
los vnos y los otros, como hazen a los perros
quando en pendencia estan trauados; solo
Sancho Pança se desesperaua, porque no se
podia desasir de vn criado del canonigo, que
le estoruaua que a su amo no ayudasse. En
resolucion, estando todos en regozijo y fiesta,
sino los dos aporreantes que se carpian, oyeron
el son de vna trompeta, tan triste, que les
hizo boluer los rostros hazia donde les parecio
que sonaua; pero el que mas se alborotó de
oyrle fue don Quixote, el qual, aunque estaua
debaxo del cabrero, harto contra su voluntad
y mas que medianamente molido, le dixo:

``Hermano demonio, que no es possible que
dexes de serlo, pues has tenido valor y fuerças
para sujetar las mias, ruegote que hagamos
treguas, no mas de por vna hora, porque el
doloroso son de aquella trompeta que a
nuestros oydos llega me parece que a alguna
nueua auentura me llama.''

El cabrero, que ya estaua cansado de moler
y ser molido, le dexó luego, y don Quixote
se puso en pie, boluiendo assimismo el rostro
adonde el son se oya, y vio a deshora que
por vn recuesto baxauan muchos hombres
vestidos de blanco a modo de diciplinantes.
Era el caso, que aquel año auian las nuues negado
su rocio a la tierra, y por todos los lugares
de aquella comarca se hazian processiones,
rogatiuas y diciplinas, pidiendo a Dios abriesse
las manos de su misericordia y les llouiesse; y
para este efecto la gente de vna aldea que
alli junto estaua venia en procession a vna
deuota ermita que en vn recuesto de aquel valle
auia.

Don Quixote, que vio los estraños trajes de
los diciplinantes, sin passarle por la memoria
las muchas vezes que los auia de auer visto,
se imaginó que era cosa de auentura y que a el
solo tocaua, como a cauallero andante, el
acometerla; y confirmole mas esta imaginacion,
pensar que vna imagen que trayan cubierta de
luto fuesse alguna principal señora que lleuauan
por fuerça aquellos follones y descomedidos
malandrines, y como esto le cayo en las
mientes, con gran ligereza arremetio a
Rozinante, que paciendo andaua, quitandole del
arzon el freno y el adarga, y en vn punto le
enfrenó, y pidiendo a Sancho su espada,
subio sobre Rozinante y embraçó su adarga, y
dixo en alta voz a todos los que presentes
estauan:

``Agora, valerosa compañia, veredes
quánto importa que aya en el mundo caualleros
que professen la orden de la andante caualleria;
agora digo que veredes, en la libertad
de aquella buena señora que alli va cautiua, si
se han de estimar los caualleros andantes.''

Y, en diziendo esto, apreto los muslos a
Rozinante, porque espuelas no las tenia, y a todo
galope, porque carrera tirada no se lee en toda
esta verdadera historia que jamas la diesse
Rozinante, se fue a encontrar con los
diciplinantes, bien que fueran el cura y el
canonigo y barbero a detenelle; mas no les fue
possible, ni menos le detuuieron las vozes
que Sancho le daua, diziendo:

``¿Adónde va, señor don Quixote?; ¿qué
demonios lleua en el pecho que le incitan a yr
contra nuestra fe catolica? Aduierta, mal aya
yo, que aquella es procession de diciplinantes,
y que aquella señora que lleuan sobre la peana
es la imagen benditissima de la Virgen sin
manzilla; mire, señor, lo que haze, que por esta
vez se puede dezir que no es lo que sabe.''

Fatigose en vano Sancho, porque su amo
yua tan puesto en llegar a los ensauanados y
en librar a la señora enlutada, que no oyo palabra,
y aunque la oyera, no boluiera, si el rey se
lo mandara. Llegó, pues, a la procession, y paró
a Rozinante, que ya lleuaua desseo de quietarse
vn poco, y con turbada y ronca voz, dixo:

``Vosotros, que quiça por no ser buenos os
encubris los rostros, atended y escuchad lo que
deziros quiero.''

Los primeros que se detuuieron fueron los
que la imagen lleuauan, y vno de los quatro
clerigos que cantauan las ledanias, viendo
la estraña catadura de don Quixote, la flaqueza
de Rozinante y otras circunstancias
de risa que notó y descubrio en don Quixote,
le respondio, diziendo:

``Señor hermano, si nos quiere dezir algo,
digalo presto, porque se van estos hermanos
abriendo las carnes, y no podemos, ni es razon
que nos detengamos a oyr cosa alguna, si ya
no es tan breue que en dos palabras se diga.''

``En vna lo dire'', replicó don Quixote, ``y es
esta: que luego al punto dexeys libre a essa
hermosa señora, cuyas lagrimas y triste semblante
dan claras muestras que la lleuays contra
su voluntad y que algun notorio desaguisado
le auedes fecho; y yo, que naci en el mundo
para desfazer semejantes agrauios, no consentire
que vn solo passo adelante passe sin darle
la desseada libertad que merece.''

En estas razones, cayeron todos los que las
oyeron que don Quixote deuia de ser algun
hombre loco, y tomaronse a reyr muy de gana,
cuya risa fue poner poluora a la colera de don
Quixote, porque sin dezir mas palabra, sacando
la espada, arremetio a las andas; vno de
aquellos que las lleuauan, dexando la carga a sus
compañeros, salio al encuentro de don Quixote,
enarbolando vna horquilla o baston con que
sustentaua las andas en tanto que descansaua,
y recibiendo en ella vna gran cuchillada que
le tiró don Quixote, con que se la hizo dos
partes, con el vltimo tercio, que le quedó en la
mano, dio tal golpe a don Quixote encima de
vn ombro, por el mismo lado de la espada,
que no pudo cubrir el adarga contra villana
fuerça, que el pobre don Quixote vino al suelo
muy mal parado.

Sancho Pança, que jadeando le yua a los
alcances, viendole caydo, dio vozes a su
moledor que no le diesse otro palo, porque
era vn pobre cauallero encantado, que no auia
hecho mal a nadie en todos los dias de su
vida; mas lo que detuuo al villano no fueron
las vozes de Sancho, sino el ver que don
Quixote no bullia pie ni mano; y, assi, creyendo
que le auia muerto, con priessa se alçó la
tunica a la cinta y dio a huyr por la campaña
como vn gamo.

Ya en esto llegaron todos los de la
compañia de don Quixote adonde el estaua;
mas los de la procession, que los vieron venir
corriendo, y con ellos los quadrilleros con sus
ballestas, temieron algun mal sucesso y
hizieronse todos vn remolino alrededor de la
imagen, y alçados los capirotes, empuñando
las diciplinas y los clerigos los ciriales,
esperauan el assalto, con determinacion de
defenderse y aun ofender, si pudiessen, a sus
acometedores; pero la fortuna lo hizo mejor que
se pensaua, porque Sancho no hizo otra cosa
que arrojarse sobre el cuerpo de su señor,
haziendo sobre el el mas doloroso y risueño
llanto del mundo, creyendo que estaua muerto.

El cura fue conocido de otro cura que en la
procession venia, cuyo conocimiento puso en
sossiego el concebido temor de los dos
esquadrones; el primer cura dio al segundo en dos
razones cuenta de quién era don Quixote, y
assi, el como toda la turba de los diciplinantes
fueron a ver si estaua muerto el pobre cauallero,
y oyeron que Sancho Pança, con lagrimas
en los ojos, dezia:

``¡O flor de la caualleria, que con solo vn
garrotazo acabaste la carrera de tus tan bien
gastados años! ¡O honra de tu linaje, honor
y gloria de toda la Mancha y aun de todo el
mundo, el qual, faltando tu en el, quedará
lleno de malhechores, sin temor de ser
castigados de sus malas fechorias! ¡O liberal sobre
todos los Alexandros, pues por solos ocho
meses de seruicio me tenias dada la mejor
insula que el mar ciñe y rodea! ¡O humilde con
los soberuios y arrogante con los humildes,
acometedor de peligros, sufridor de afrentas,
enamorado sin causa, imitador de los buenos,
açote de los malos, enemigo de los ruynes; en
fin, cauallero andante, que es todo lo que dezir
se puede!''

Con las vozes y gemidos de Sancho reuiuio
don Quixote, y la primer palabra que dixo fue:

``El que de vos viue ausente, dulcissima
Dulzinea, a mayores miserias que estas está
sujeto; ayudame, Sancho amigo, a ponerme sobre
el carro encantado; que ya no estoy para
oprimir la silla de Rozinante, porque tengo
todo este ombro hecho pedaços.''

``Esso hare yo de muy buena gana, señor
mio'', respondio Sancho, ``y boluamos a mi
aldea en compañia destos señores, que su bien
dessean, y alli daremos orden de hazer otra
salida que nos sea de mas prouecho y fama.''

``Bien dizes, Sancho'', respondio don Quixote,
``y sera gran prudencia dexar passar el mal
influxo de las estrellas que agora corre.''

El canonigo y el cura y barbero le dixeron
que haria muy bien en hazer lo que dezia; y
assi, auiendo recebido grande gusto de las
simplicidades de Sancho Pança, pusieron a don
Quixote en el carro, como antes venia. La
procession boluio a ordenarse y a proseguir su
camino. El cabrero se despidio de todos. Los
quadrilleros no quisieron passar adelante, y el cura
les pagó lo que se les deuia. El canonigo pidio
al cura le auisasse el sucesso de don Quixote,
si sanaua de su locura, o si proseguia en ella,
y con esto tomó licencia para seguir su viaje.

En fin, todos se diuidieron y apartaron,
quedando solos el cura y barbero, don Quixote
y Pança, y el bueno de Rozinante, que a todo
lo que auia visto estaua con tanta paciencia
como su amo. El boyero vnzio sus bueyes y
acomodó a don Quixote sobre vn haz de heno,
y con su acostumbrada flema siguio el camino
que el cura quiso, y a cabo de seis dias llegaron
a la aldea de don Quixote, adonde entraron en
la mitad del dia, que acerto a ser domingo, y
la gente estaua toda en la plaça, por mitad de
la qual atrauesso el carro de don Quixote.
Acudieron todos a ver lo que en el carro venia, y,
quando conocieron a su compatrioto, quedaron
marauillados, y vn muchacho acudio corriendo
a dar las nueuas a su ama y a su sobrina de
que su tio y su señor venia flaco y amarillo,
y tendido sobre vn monton de heno, y sobre
vn carro de bueyes. Cosa de lastima fue oyr los
gritos que las dos buenas señoras alçaron, las
bofetadas que se dieron, las maldiciones que
de nueuo echaron a los malditos libros de
cauallerias; todo lo qual se renouo quando vieron
entrar a don Quixote por sus puertas.

A las nueuas desta venida de don Quixote
acudio la muger de Sancho Pança, que ya auia
sabido que auia ydo con el, siruiendole de
escudero, y, assi como vio a Sancho, lo
primero que le preguntó fue que si venia bueno
el asno. Sancho respondio que venia mejor
que su amo.

``Gracias sean dadas a Dios'', replicó ella,
``que tanto bien me ha hecho; pero contadme
agora, amigo, ¿qué bien aueis sacado
de vuestras escuderias?; ¿qué saboyana me
traeis a mi?; ¿qué çapaticos a vuestros
hijos?''

``No traygo nada desso'', dixo Sancho,
``muger mia, aunque traygo otras cosas de mas
momento y consideracion.''

``Desso recibo yo mucho gusto'', respondio
la muger; ``mostradme essas cosas de mas
consideracion y mas momento, amigo mio; que
las quiero ver para que se me alegre este
coraçon, que tan triste y descontento ha estado
en todos los siglos de vuestra ausencia.''

``En casa os las mostraré, muger'', dixo
Pança, ``y por agora estad contenta, que,
siendo Dios seruido de que otra vez salgamos
en viage a buscar auenturas, vos me vereys
presto conde o gouernador de vna insula, y no
de las de por ahi, sino la mejor que pueda
hallarse.''

``Quieralo assi el cielo, marido mio; que bien
lo auemos menester. Mas dezidme, ¿qué es esso
de insulas, que no lo entiendo?''

``No es la miel para la boca del asno'',
respondio Sancho; ``a su tiempo lo veras, muger,
y aun te admirarás de oyrte llamar señoria de
todos tus vassallos.''

``¿Qué es lo que dezis, Sancho, de señorias,
insulas y vassallos?'', respondio Iuana Pança,
que assi se llamaua la muger de Sancho, aunque
no eran parientes, sino porque se vsa en
la Mancha tomar las mugeres el apellido de
sus maridos.

``No te acucies, Iuana, por saber todo esto
tan apriessa; basta que te digo verdad, y cose
la boca. Solo te sabre dezir, assi de passo, que
no ay cosa mas gustosa en el mundo que ser
vn hombre honrado escudero de vn cauallero
andante, buscador de auenturas. Bien es verdad
que las mas que se hallan no salen tan a
gusto como el hombre querria, porque de
ciento que se encuentran, las nouenta y nueue
suelen salir auiessas y torcidas. Selo yo de
expiriencia, porque de algunas he salido
manteado y de otras molido. Pero, con todo esso,
es linda cosa esperar los sucessos, atrauessando
montes, escudriñando seluas, pisando peñas,
visitando castillos, aloxando en ventas a
toda discrecion, sin pagar ofrecido sea al diablo
el marauedi.''

Todas estas platicas passaron entre Sancho
Pança y Iuana Pança, su muger, en tanto que
el ama y sobrina de don Quixote le recibieron
y le desnudaron y le tendieron en su antiguo
lecho. Miraualas el con ojos atrauessados, y no
acabaua de entender en qué parte estaua. El
cura encargó a la sobrina tuuiesse gran cuenta
con regalar a su tio, y que estuuiessen alerta
de que otra vez no se les escapasse, contando
lo que auia sido menester para traelle a su
casa. Aqui alçaron las dos de nueuo los gritos
al cielo; alli se renouaron las maldiciones de
los libros de cauallerias; alli pidieron al cielo
que confundiesse en el centro del abismo a los
autores de tantas mentiras y disparates.
Finalmente, ellas quedaron confusas y temerosas
de que se auian de ver sin su amo y tio en el
mesmo punto que tuuiesse alguna mejoria;
y assi fue, como ellas se lo imaginaron.

Pero el autor desta historia, puesto que con
curiosidad y diligencia ha buscado los hechos
que don Quixote hizo en su tercera salida, no
ha podido hallar noticia de ellas, a lo
menos por escrituras autenticas; solo la fama ha
guardado en las memorias de la Mancha, que
don Quixote, la tercera vez que salio de su
casa, fue a Çaragoça, donde se halló en vnas
famosas justas que en aquella ciudad hizieron,
y alli le passaron cosas dignas de su valor y
buen entendimiento. Ni de su fin y acabamiento
pudo alcançar cosa alguna, ni la alcançara,
ni supiera, si la buena suerte no le deparara
vn antiguo medico, que tenia en su poder vna
caxa de plomo, que, segun el dixo, se auia
hallado en los cimientos derribados de vna
antigua ermita que se renouaua. En la qual caxa
se auian hallado vnos pergaminos escritos con
letras goticas, pero en versos castellanos, que
contenian muchas de sus hazañas y dauan
noticia de la hermosura de Dulzinea del Toboso,
de la figura de Rozinante, de la fidelidad de
Sancho Pança y de la sepultura del mesmo
don Quixote, con diferentes epitafios y elogios
de su vida y costumbres.

Y los que se pudieron leer y sacar en limpio,
fueron los que aqui pone el fidedigno autor
desta nueua y jamas vista historia. El qual
autor no pide a los que la leyeren, en premio
del inmenso trabajo que le costo inquerir y
buscar todos los archiuos manchegos por sacarla
a luz, sino que le den el mesmo credito
que suelen dar los discretos a los libros de
cauallerias, que tan validos andan en el mundo;
que con esto se tendra por bien pagado y
satisfecho. Y se animará a sacar y buscar otras, si
no tan verdaderas, a lo menos, de tanta inuencion
y passatiempo. Las palabras primeras que
estauan escritas en el pergamino que se halló
en la caxa de plomo eran estas:

Los academicos de la Argamasilla, lugar de
la Mancha, en vida y muerte del valeroso don
Quixote de la Mancha, HOC SCRIPSERVNT.

El Monicongo, academico de la
Argamasilla, a la sepultura de don Quixote.

# unit T subtitle
EPITAFIO
# unit Q spanishverse
El caluatrueno, que adornó a la Mancha ÷
de mas despojos que Iason de Creta; ÷
el juyzio que tuuo la veleta ÷
aguda donde fuera mejor ancha;

el braço que su fuerça tanto ensancha, ÷
que llegó del Catay hasta Gaeta; ÷
la mussa mas horrenda y mas discreta, ÷
que grauó versos en broncinea plancha;

el que a cola dexó los Amadises, ÷
y en muy poquito a Galaores tuuo, ÷
estribando en su amor y bizarria;

el que hizo callar los Belianises; ÷
aquel que en Rozinante herrando anduuo, ÷
yaze debaxo desta losa fria. ÷

# unit P text
Del Paniaguado, academico de la Argamasilla,
# unit L latinphrase
in laudem Dulzineae del Toboso.

# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Esta que veys de rostro amondongado, ÷
alta de pechos y ademan brioso, ÷
es Dulzinea, reyna del Toboso, ÷
de quien fue el gran Quixote aficionado.

Pisó por ella el vno y otro lado ÷
de la gran Sierra Negra, y el famoso ÷
campo de Montiel, hasta el eruoso ÷
llano de Aranjuez, a pie y cansado.

Culpa de Rozinante. ¡O dura estrella, ÷
que esta manchega dama y este inuito ÷
andante cauallero, en tiernos años,

ella dexó muriendo de ser bella, ÷
y el, aunque queda en marmores escrito, ÷
no pudo huyr de amor, yras y engaños! ÷

# unit P text
Del Caprichoso, discretissimo academico de
la Argamasilla, en loor de Rozinante, cauallo
de don Quixote de la Mancha.

# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
En el soberuio trono diamantino ÷
que con sangrientas plantas huella Marte, ÷
frenetico el manchego su estandarte ÷
tremola con esfuerço peregrino.

Cuelga las armas y el azero fino ÷
con que destroça, assuela, raja y parte: ÷
¡nueuas proezas!, pero inuenta el arte ÷
vn nueuo estilo al nueuo paladino.

Y si de su Amadis se precia Gaula, ÷
por cuyos brauos descendientes Grecia ÷
triunfó mil vezes, y su fama ensancha,

oy a Quixote le corona el aula ÷
do Belona preside, y del se precia ÷
mas que Grecia, ni Gaula, la alta Mancha.

Nunca sus glorias el oluido mancha, ÷
pues hasta Rozinante en ser gallardo, ÷
excede a Brilladoro y a Bayardo.

# unit P text
Del Burlador, academico Argamasillesco, a
Sancho Pança.

# unit T subtitle
SONETO
# unit Q spanishverse
Sancho Pança es aqueste en cuerpo chico, ÷
pero grande en valor, ¡milagro estraño! ÷
escudero el mas simple y sin engaño ÷
que tuuo el mundo, os juro y certifico.

De ser conde no estuuo en vn tantico, ÷
si no se conjuraran en su daño ÷
insolencias y agrauios del tacaño ÷
siglo, que aun no perdonan a vn borrico.

Sobre el anduuo, con perdon se miente, ÷
este manso escudero, tras el manso ÷
cauallo Rozinante y tras su dueño.

¡O vanas esperanças de la gente, ÷
cómo passays con prometer descanso, ÷
y al fin parays en sombra, en humo, en sueño! ÷

# unit P text
Del Cachidiablo, academico de la
Argamasilla, en la sepultura de don Quixote:

# unit T subtitle
EPITAFIO
# unit Q spanishverse
Aqui yaze el cauallero ÷
bien molido y mal andante, ÷
a quien lleuó Rozinante ÷
por vno y otro sendero.

Sancho Pança, el majadero, ÷
yaze tambien junto a el, ÷
escudero el mas fiel ÷
que vio el trato de escudero. ÷

# unit P text
Del Tiquitoc, academico de la Argamasilla,
en la sepultura de Dulzinea del Toboso:

# unit T subtitle
EPITAFIO
# unit Q spanishverse
Reposa aqui Dulzinea, ÷
y aunque de carnes rolliza, ÷
la boluio en poluo y ceniza ÷
la muerte espantable y fea.

Fue de castiza ralea ÷
y tuuo assomos de dama; ÷
del gran Quixote fue llama, ÷
y fue gloria de su aldea. ÷

# unit P text
Estos fueron los versos que se pudieron leer;
los demas, por estar carcomida la letra, se
entregaron a vn academico para que por
congeturas los declarasse. Tienese noticia que lo
ha hecho, a costa de muchas vigilias y mucho
trabajo, y que tiene intencion de sacallos a luz
con esperança de la tercera salida de don
Quixote.

# unit I italverse
Forse altri cantera con miglior plettro.

# unit T subtitle
FINIS
# part m Volume_2_Prelim

# TOMOS III Y IV

# Advertencia preliminar

#   La impresión del texto de la primera edición de la {i}Segunda Parte
#   de Don Quijote{/i} no resultó tan descuidada y deficiente como la de
#   la {i}Primera Parte{/i} de 1605, aunque ni el papel ni el tipo
#   resulten mayormente recomendables. Desde el principio se notan
#   letras rotas o caídas; entre aquéllas figuran {i}t{/i}, {i}f{/i}, la
#   {i}s{/i} larga (??), {i}n{/i} y {i}u{/i}; hay confusión entre
#   {i}e{/i} y {i}c{/i}, {i}r{/i} y {i}t{/i}; la paginación está errada
#   en bastantes ocasiones; la puntuación en casi todas partes es
#   execrable, no obstante mostrar discreción al servirse de los signos
#   ortográficos en alguno que otro pasaje difícil. Por consiguiente, es
#   raro que se pueda apelar al original para determinar el sentido de
#   la frase por medio de la puntuación primitiva. En la {i}Primera
#   Parte{/i} se lee más {i}Vuestra Merced{/i} (además de {i}v. m.{/i}
#   sin resolver), y en la {i}Segunda{/i}, {i}Vuessa Merced{/i} (al lado
#   de {i}v. merced{/i} y {i}v. m.{/i}). Habiendo optado por {i}Vuestra
#   Merced{/i} al disolver {i}v. m.{/i} en la Parte I, he seguido este
#   mismo sistema en la Parte II. A menudo se presentaba la tentación de
#   enmendar pequeños defectos de lenguaje en el original, y muchos
#   editores lo han hecho sin indicar el cambio; pero he de insistir que
#   el resultado así conseguido no representa el texto de Cervantes.
#   Para no abultar demasiadamente estos volúmenes no me he explayado en
#   el comentario de términos, frases o nombres ya tratados por otros
#   editores. Tampoco he incluido voces y giros registrados por el
#   diccionario académico. Las abreviaturas se resuelven como en los
#   demás tomos. No hago caso de variantes, omisiones ni adiciones
#   caprichosas de las ediciones posteriores a la muerte de Cervantes, a
#   menos que tengan especial importancia para aclarar el texto.

#   La {i}Segunda Parte{/i} no ofrece ningunas dificultades que
#   desenredar de tanta monta como la {i}Primera{/i}, vbgr., la pérdida
#   del rucio y su hallazgo, ambos sin explicar, o los pasajes viciados
#   por omisiones o trastornos de frases enteras. El problema que más ha
#   dado que conjeturar a los cervantistas, y que todavía queda en pie a
#   pesar de sus esfuerzos, es la solución del misterio que nos encubre
#   el verdadero nombre de Alonso Fernández de Avellaneda, autor del
#   falso {i}Quijote{/i}, ``de aquel que dizen que se engendró en
#   Tordesillas, y nació en Tarragona''. ¿Quién era este escritor, y de
#   qué modo se relacionaba su existencia con la de Cervantes? Se cree,
#   por lo común, que Cervantes no llegó nunca a conocer al historiador
#   fingido; si supiese quién fuera, se hace difícil de interpretar su
#   silencio sobre el caso. ¿Sería posible que no quisiera mentarle para
#   no embrollarse con él, ni andar en dares y tomares con el mundo
#   malicioso de los literatos? Se ha exagerado mucho la importancia de
#   la identidad del supuesto autor, y no es probable que el saber su
#   nombre nos explique jamás las semejanzas notables entre ciertos
#   rasgos de su libro y algunos de la {i}Segunda Parte{/i} de
#   Cervantes. Todas las conjeturas sobre Avellaneda, hasta ahora
#   divulgadas, han perdido terreno poco a poco, y su verdadera persona
#   se mantiene todavía desconocida. En un artículo que acaba de
#   publicar D. Emilio Cotarelo en el {i}Boletín de la Academia
#   Española{/i} (junio de 1934), el erudito académico cree haber
#   encontrado por fin en Guillén de Castro al autor del falso
#   {i}Quijote{/i}. Si no me equivoco, tampoco ha dado con la solución,
#   la cual necesita pruebas más terminantes para convencernos y
#   dispersar definitivamente nuestras dudas. No siendo este prólogo el
#   lugar a propósito para refutar esta nueva hipótesis, trataré de ella
#   en otra ocasión.

#   En cuanto a la obra de Avellaneda, la crítica hostil ha aflojado
#   mucho su tono intolerante, y promete cambiar todavía más hasta ver
#   en el desconocido novelista un escritor de dotes muy apreciables. En
#   el siglo XIX los críticos se complacían en hallar en el
#   {i}Quijote{/i} de Avellaneda una obra pornográfica y licenciosa, y,
#   por lo general, de pocos, o ningunos méritos. Pero la única base de
#   todo criterio recto en la evaluación artística viene a ser una
#   crítica comparada, según la cual ha de señalarse el cambio del gusto
#   estético de estas materias. Es evidente que el siglo XIX, en
#   consecuencia de una sensibilidad falsa y pasajera, veía en las
#   páginas de Avellaneda aspectos censurables en los cuales ya no se
#   hace tanto hincapié ahora. Si algunos escritores de dicho siglo
#   encontraban en el novelista tordesillesco fealdades ``que levantaban
#   el estómago en cada página'' (M. y P.), ¿qué dirían de la tendencia
#   franca y sobremanera naturalista de ciertos novelistas modernos?
#   Toda crítica ha de ser relativa, y, por lo tanto, nos inclinamos hoy
#   día a reconocer que hay en Avellaneda muchas vulgaridades, una nota
#   prosaica, monotonía en los episodios, ocasionada por falta de
#   invención, lo cual tiende a fatigar al lector. El desconocido autor
#   carece, sobre todo, de esa cualidad luminosa del genio de Cervantes.
#   Pero llegamos a tal conclusión solamente después de una comparación
#   imprescindible del lenguaje, del contenido y del arte de Avellaneda
#   con las bellezas eternas de la obra del más grande de los literatos
#   españoles.

#   En cambio, juzgada por sí sola la novela de Avellaneda, sería un
#   dislate manifiesto no querer admitir que hay en ella muchos rasgos
#   admirables. Desde luego, lejos de estar toda la obra llena de
#   episodios groseros y brutales, está escrita en un castellano
#   vigoroso, con estilo claro, y sin tacha ni de culteranismo, ni de
#   retórica falsa. Si Avellaneda se deja arrastrar algunas veces por su
#   humor espontáneo -- por otro lado, casi siempre sano -- a proferir
#   una palabra o un pensamiento arriesgado, o si se deja vencer por el
#   mal gusto hasta pintarnos, una sola vez, una escena realmente
#   atrevida, y aun ofensiva ({i}cuento del Rico desesperado{/i}), hay
#   que advertir, con plena justicia, que esto sucede en contadísimas
#   páginas, y, que además, por supuesto, no causa mayor efecto en el
#   paladar del lector acostumbrado a las producciones modernas. Nos
#   preguntamos hoy si no sería la novela alguna composición de los años
#   juveniles o estudiantiles del autor desconocido. Hasta el humor
#   quevedesco, los chistes francos y la risa estrepitosa nos llevan a
#   tal conclusión. Lo que parece poco menos que milagroso es que el
#   autor no hubiese escrito más obra que ésta. Y, sin embargo, ni su
#   estilo ni su contenido, recuerdan los de ningún otro escritor
#   coetáneo.

#   Con este tomo y el que ha de seguir pronto termino el comentario a
#   las obras de Cervantes. Han de finalizar la colección un índice y
#   una breve memoria acerca de la vida del gran autor. Durante los
#   muchos años consagrados al trabajo de dilucidar sus escritos, me he
#   atrevido a abrigar una sola esperanza: la de que se haya adelantado
#   algo en el establecimiento de un texto fidedigno de sus obras
#   completas. Al terminar la faena laboriosa de comentarista (ocupación
#   por lo común despreciada), no me hago la ilusión de haber publicado
#   estos volúmenes cervantinos sin muchos defectos, que son de
#   lamentar, ni numerosas equivocaciones, que nadie querrá disculpar.
#   No me ha de valer el que todo estudio de lenguaje sea difícil, ni
#   que no hubiera bastado una vida entera dedicada a pesquisas y
#   averiguaciones para dar con la verdad en cada caso. Para tratar del
#   sentido de las voces o de los giros usados en tiempos lejanos, todo
#   investigador se ve obligado, a menudo, a discurrir sobre lo que en
#   realidad no entiende; y para llevar a cabo semejante empresa hay que
#   tener en cuenta la prisa ineludible y el desmayarse de las fuerzas:
#   condiciones de una obra que tiene afinidad, según una comparación de
#   Escalígero, con la faena de laborear las minas y el trabajo del
#   yunque. Para nada sirve alegar inadvertencias causadas por
#   rutinarios deberes del día, ni olvidos producidos por traiciones de
#   la memoria en el momento de mayor urgencia. Se nos escapa hoy lo que
#   se sabía ayer y que se recordará, sin ser llamado, mañana. ¡Felices
#   los que sean escogidos para proseguir una labor tan espiritualmente
#   grata con la seguridad de poderla dejar mejorada en tercio y quinto
#   con sus esfuerzos! Me tendré por afortunado si para el edificio que
#   ellos levanten se vieran necesitados a utilizar algunas de las
#   piedras por mí allegadas.

#                  R. S. Berkeley, otoño de 1934.

#   (*) En la segunda mitad de la Parte II, es decir en el Tomo IV, R.
#   Schevill cambió de parecer y optó por {i}vuessa merced{/i} para
#   disolver la abreviatura {i}v.m.{/i} Para que concuerden los dos
#   tomos de la Parte II, he resuelto esta abreviatura en este Tomo III
#   en {i}vuessa merced{/i}. {i}F.J.{/i}

## <m001>
# chapter   1 parttitle
# unit T title
SEGVNDA PARTE
DEL INGENIOSO CAVALLERO DON
QVIXOTE DE LA MANCHA
# unit A author
Por Miguel de Ceruantes Saauedra,
autor de su primera parte

# unit D dedication
Dirigida a don Pedro Fernandez de Castro, Conde de
Lemos, de Andrade y de Villalua, Marques de
Sarria, Gentilhombre de la Camara de Su Magestad,
Comendador de la Encomienda de Peñafiel, y la Zarça
de la Orden de Alcantara, Virrey, Gouernador
y Capitan General del Reyno de Napoles,
y Presidente del Supremo Consejo de Italia.


# Escudo del impresor: una mano, sobre la cual hay un halcón, puesto
# el capirote; debajo, un león echado; la leyenda dice:

# unit L latinphrase
Post tenebras spero lvcem.

# unit Y date
Año 1615
# unit Z printer
CON PRIVILEGIO
EN MADRID, por Iuan de la Cuesta.

# unit W bookseller
Vendese en casa de Francisco de Robles,
librero del Rey nuestro señor.


## <m002>
# chapter   2 taxes
# unit T title
TASSA
# unit P text
Yo, Hernando de Vallejo, Escriuano de Camara
del Rey nuestro señor, de los que residen
en su Consejo, doy fe: que auiendose visto
por los señores del vn libro que compuso
Miguel de Ceruantes Saauedra, intitulado don
Quixote de la Mancha, segunda parte, que con
licencia de su Magestad fue impresso, le
tassaron a quatro marauedis cada pliego en papel,
el qual tiene setenta y tres pliegos, que al
dicho respeto suma y monta docientos y
nouenta y dos marauedis, y mandaron que esta
tassa se ponga al principio de cada volumen
del dicho libro, para que se sepa y entienda,
lo que por el se ha de pedir, y lleuar, sin
que se exceda en ello en manera alguna, como
consta y parece por el auto y decreto original
sobre ello dado, y que queda en mi poder, a
que me refiero, y de mandamiento de los
dichos señores del Consejo, y de pedimiento de
la parte del dicho Miguel de Ceruantes di esta
fee en Madrid, a veynte y vno dias del mes de
otubre de mil y seis cientos y quinze años.

# unit S signature
Hernando de Vallejo.


## <m003>
# chapter   3 erratas
# unit T title
FEE DE ERRATAS
# unit P text
Vi este libro intitulado Segunda parte de don
Quixote de la Mancha, compuesto por Miguel
de Ceruantes Saauedra, y no ay en el cosa
digna de notar que no corresponda a su original.
Dada en Madrid a veynte y vno de otubre,
mil y seiscientos y quinze.

# unit S signature
El Licenciado Francisco Murcia de la Llana.


## <m004>
# chapter   4 approv1
# unit T title
APROVACION
# unit P text
Por comission y mandado de los señores del
Consejo, he hecho ver el libro contenido en
este memorial; no contiene cosa contra la fe
ni buenas costumbres, antes es libro de mucho
entretenimiento licito, mezclado de mucha
Filosofia moral; puedesele dar licencia para
imprimirle.

En Madrid, a cinco de nouiembre de mil
seyscientos y quinze.

# unit S signature
Doctor Gutierre de Cetina.


## <m005>
# chapter   5 approv2
# unit T title
APROVACION
# unit P text
Por comission y mandado de los señores del
Consejo he visto la segunda parte de don
Quixote de la Mancha, por Miguel de Ceruantes
Saauedra; no contiene cosa contra nuestra
santa fe catolica, ni buenas costumbres: antes
muchas de honesta recreacion y apazible
diuertimiento, que los antiguos juzgaron conuenientes
a sus Republicas, pues aun en la seuera de
los Lacedemonios leuantaron estatua a la risa,
y los de Tesalia la dedicaron fiestas, como lo
dize Pausanias, referido de Bosio, lib. 2
# unit L latinphrase
de signis Eccles.,
# unit P text
cap. 10, alentando animos
marchitos y espiritus melancolicos, de que se
acordo Tulio en el primero
# unit L latinphrase
de legibus,
# unit P text
y el poeta
diziendo: ``Interpone tuis interdum gaudia
curis'', lo qual haze el autor mezclando las
veras a las burlas, lo dulce a lo prouechoso y
lo moral a lo faceto, dissimulando en el cebo
del donayre el ançuelo de la reprehension, y
cumpliendo con el acertado assunto en que
pretende la expulsion de los libros de Cauallerias,
pues con su buena diligencia mañosamente
a limpiado de su contagiosa dolencia a
estos reynos. Es obra muy digna de su grande
ingenio, honra y lustre de nuestra nacion,
admiracion y inuidia de las estrañas. Este es mi
parecer, saluo, etc. En Madrid, a 17 de março
de 1615.

# unit S signature
El M. Ioseph de Valdiuielso.


## <m006>
# chapter   6 approv3
# unit T title
APROVACION
# unit P text
Por comission del señor Doctor Gutierre de
Cetina, vicario general desta villa de Madrid,
Corte de su Magestad, he visto este libro de la
segunda parte del Ingenioso Cauallero don
Quixote de la Mancha, por Miguel de Ceruantes
Saauedra, y no hallo en el cosa indigna de vn
christiano zelo ni que disuene de la decencia
deuida a buen exemplo, ni virtudes morales:
antes mucha erudicion y aprouechamiento, assi
en la continencia de su bien seguido assunto
para extirpar los vanos y mentirosos libros de
Cauallerias, cuyo contagio auia cundido mas de
lo que fuera justo, como en la lisura del
lenguage castellano, no adulterado con enfadosa y
estudiada afectacion, vicio con razon aborrecido
de hombres cuerdos, y en la correccion de
vicios que generalmente toca, ocasionado de sus
agudos discursos, guarda con tanta cordura las
leyes de reprehension christiana, que aquel que
fuere tocado de la enfermedad que pretende
curar, en lo dulce y sabroso de sus medicinas
gustosamente aura beuido, quando menos lo
imagine, sin empacho ni asco alguno, lo
prouechoso de la detestacion de su vicio, con que
se hallará, que es lo mas dificil de conseguirse,
gustoso y reprehendido.

Ha auido muchos que por no auer sabido
templar ni mezclar a proposito lo vtil con lo
dulce han dado con todo su molesto trabajo en
tierra, pues no pudiendo imitar a Diogenes en
lo filosofo y docto, atreuida, por no dezir
licenciosa y desalumbradamente, le pretenden
imitar en lo cinico, entregandose a maldicientes,
inuentando casos que no passaron para hazer
capaz al vicio que tocan de su aspera
reprehension, y por ventura descubren caminos para
seguirle hasta entonces ignorados, con que
vienen a quedar, si no reprehensores, a lo
menos maestros del. Hazense odiosos a los bien
entendidos, con el pueblo pierden el credito, si
alguno tuuieron, para admitir sus escritos y los
vicios que arrojada e imprudentemente quisieren
corregir en muy peor estado que antes,
que no todas las postemas a vn mismo tiempo
estan dispuestas para admitir las recetas o
cauterios; antes algunos mucho mejor reciben las
blandas y suaues medicinas, con cuya aplicacion
el atentado y docto medico consigue el
fin de resoluerlas, termino que muchas vezes
es mejor que no el que se alcança con el rigor
del hierro.

Bien diferente han sentido de los escritos de
Miguel de Ceruantes assi nuestra nacion como
las estrañas, pues como a milagro dessean ver
el autor de libros que con general aplauso, assi
por su decoro y decencia como por la suauidad
y blandura de sus discursos han recebido España,
Francia, Italia, Alemania y Flandes.

Certifico con verdad que en veynte y cinco
de febrero deste año de seyscientos y quinze,
auiendo ydo el illustrissimo señor don Bernardo
de Sandoual y Rojas, cardenal arçobispo
de Toledo, mi señor, a pagar la visita que a Su
Illustrissima hizo el embaxador de Francia, que
vino a tratar cosas tocantes a los casamientos
de sus principes y los de España, muchos
caualleros francesses de los que vinieron
acompañando al embaxador, tan corteses como
entendidos y amigos de buenas letras, se llegaron a
mi y a otros capellanes del cardenal mi señor,
desseosos de saber qué libros de ingenio
andauan mas validos, y tocando a caso en este
que yo estaua censurando, apenas oyeron el
nombre de Miguel de Ceruantes, quando se
començaron a hazer lenguas, encareciendo la
estimacion en que assi en Francia como en los
reynos sus confinantes, se tenian sus obras,
la Galatea, que alguno dellos tiene casi de
memoria la primera parte desta, y las Nouelas.
Fueron tantos sus encarecimientos, que me
ofreci lleuarles que viessen el autor dellas, que
estimaron con mil demostraciones de viuos
desseos. Preguntaronme muy por menor su
edad, su profession, calidad y cantidad.
Halleme obligado a dezir que era viejo, soldado,
hidalgo y pobre, a que vno respondio estas
formales palabras:

``Pues ¿a tal hombre no le tiene España muy
rico y sustentado del erario publico?''

Acudio otro de aquellos caualleros con este
pensamiento y con mucha agudeza, y dixo:

``Si necessidad le ha de obligar a escriuir,
plega a Dios que nunca tenga abundancia para
que con sus obras, siendo el pobre, haga rico
a todo el mundo.''

Bien creo que está, para censura, vn poco
larga, alguno dira que toca los limites de
lisongero elogio: mas la verdad de lo que
cortamente digo deshaze en el critico la sospecha y
en mi el cuydado; ademas que el dia de oy no
se lisongea a quien no tiene con que cebar el
pico del adulador que, aunque afectuosa y
falsamente dize de burlas, pretende ser remunerado
de veras. En Madrid, a veynte y siete de
febrero de mil y seyscientos y quinze.

# unit S signature
El Licenciado Marquez Torres.


## <m007>
# chapter   7 privilege
# unit T title
PRIVILEGIO
# unit P text
Por quanto por parte de vos, Miguel de
Ceruantes Saauedra, nos fue fecha relacion que
auiades compuesto la segunda parte de don
Quixote de la Mancha, de la qual haziades
presentacion, y por ser libro de historia
agradable y honesta, y aueros costado mucho
trabajo y estudio, nos suplicastes os
mandassemos dar licencia para le poder imprimir y
priuilegio por veynte años, o como la nuestra
merced fuesse, lo qual visto por los del
nuestro Consejo, por quanto en el dicho libro se
hizo la diligencia que la prematica, por nos
sobre ello fecha, dispone, fue acordado que
deuiamos mandar dar esta nuestra cedula en
la dicha razon, y nos tuuimoslo por bien. Por
la qual vos damos licencia y facultad para que
por tiempo y espacio de diez años cumplidos
primeros siguientes, que corran y se cuenten
desde el dia de la fecha de esta nuestra cedula
en adelante, vos, o la persona que para ello
vuestro poder ouiere, y no otra alguna,
podais imprimir y vender el dicho libro que de
suso se haze mencion, y por la presente damos
licencia y facultad a qualquier impressor de
nuestros reynos que nombraredes para que
durante el dicho tiempo le pueda imprimir por
el original, que en el nuestro Consejo se vio
que va rubricado y firmado al fin de Hernando
de Vallejo, nuestro escriuano de Camara, y
vno de los que en el residen, con que antes y
primero que se venda lo traygais ante ellos,
juntamente con el dicho original, para que se
vea si la dicha impression está conforme a el,
o traygais fe en publica forma, como por
corretor por nos nombrado se vio y corrigio la
dicha impression por el dicho original, y mas
al dicho impressor que ansi imprimiere el
dicho libro no imprima el principio y primer
pliego del, ni entregue mas de vn solo libro
con el original al autor y persona a cuya costa
lo imprimiere, ni a otra alguna, para efecto de
la dicha correcion y tassa, hasta que antes y
primero el dicho libro esté corregido y tassado
por los del nuestro Consejo, y estando hecho,
y no de otra manera, pueda imprimir el dicho
principio y primer pliego, en el qual imediatamente
ponga esta nuestra licencia y la aprouacion,
tassa y erratas, ni lo podais vender, ni
vendais vos ni otra persona alguna, hasta que
esté el dicho libro en la forma susodicha, so
pena de caer e incurrir en las penas contenidas
en la dicha prematica y leyes de nuestros
reynos que sobre ello disponen, y mas, que
durante el dicho tiempo persona alguna sin vuestra
licencia no le pueda imprimir ni vender, so
pena que el que lo imprimiere y vendiere aya
perdido y pierda qualesquiera libros, moldes
y aparejos que del tuuiere, y mas incurra en
pena de cincuenta mil marauedis por cada vez
que lo contrario hiziere, de la qual dicha pena
sea la tercia parte para nuestra Camara, y la
otra tercia parte para el juez que lo
sentenciare, y la otra tercia parte para el que lo
denunciare; y mas a los del nuestro Consejo,
Presidentes, Oydores de las nuestras Audiencias,
Alcaldes, Alguaziles de la nuestra Casa
y Corte y Chancillerias, y a otras qualesquiera
justicias de todas las ciudades, villas y lugares
de los nuestros reynos y señorios y a cada
vno en su juridicion, ansi a los que agora son
como a los que seran de aqui adelante, que
vos guarden y cumplan esta nuestra cedula y
merced, que ansi vos hazemos, y contra ella
no vayan ni passen en manera alguna, so
pena de la nuestra merced y de diez mil
marauedis para la nuestra Camara.

Dada en Madrid, a treynta dias del mes de
Março de mil y seiscientos y quinze años.

# unit S signature
YO EL REY ÷
# unit P text
Por mandado del Rey nuestro señor, ÷
# unit S signature
Pedro de Contreras

# part n Volume_2_Prologue

## <n001>
# chapter   1 authorprologue
# unit T title
PROLOGO AL LECTOR
# unit P text
Valame Dios, y con quanta gana deues de
estar esperando aora, lector illustre, o quier
plebeyo, este prologo, creyendo hallar en el
venganças, riñas y vituperios del autor del
segundo don Quixote, digo de aquel que dizen
que se engendró en Tordesillas y nacio en
Tarragona. Pues en verdad que no te he
dar este contento, que puesto que los agrauios
despiertan la colera en los mas humildes
pechos, en el mio ha de padecer excepcion esta
regla; quisieras tu que lo diera del asno, del
mentecato y del atreuido; pero no me passa
por el pensamiento: castíguele su pecado, con
su pan se lo coma y alla se lo aya.

Lo que no he podido dexar de sentir es que
me note de viejo y de manco, como si
huuiera sido en mi mano auer detenido el tiempo
que no passasse por mi, o si mi manquedad
huuiera nacido en alguna taberna, sino en la
mas alta ocasion que vieron los siglos passados,
los presentes, ni esperan ver los venideros.
Si mis heridas no resplandecen en los ojos
de quien las mira, son estimadas, a lo menos,
en la estimacion de los que saben dónde se
cobraron; que el soldado mas bien parece
muerto en la batalla que libre en la fuga, y
es esto en mi de manera, que si aora me
propusieran y facilitaran vn impossible, quisiera
antes auerme hallado en aquella faccion
prodigiosa que sano aora de mis heridas sin auerme
hallado en ella. Las que el soldado muestra
en el rostro y en los pechos, estrellas son
que guian a los demas al cielo de la honra, y
al de dessear la justa alabança, y hase de
aduertir que no se escriue con las canas, sino con
el entendimiento, el qual suele mejorarse con
los años.

He sentido tambien que me llame inuidioso,
y que, como a ignorante, me descriua qué cosa
sea la inuidia; que en realidad de verdad,
de dos que ay yo no conozco sino a la santa,
a la noble y bien intencionada; y siendo esto
assi, como lo es, no tengo yo de perseguir a
ningun sacerdote, y mas si tiene por añadidura
ser familiar del Santo Oficio, y si el lo
dixo, por quien parece que lo dixo, engañose
de todo en todo; que del tal adoro el ingenio,
admiro las obras y la ocupacion continua y
virtuosa. Pero, en efecto, le agradezco a este
señor autor el dezir que mis Nouelas son mas
satiricas que exemplares, pero que son buenas;
y no lo pudieran ser si no tuuieran de todo.

Pareceme que me dizes que ando muy limitado
y que me contengo mucho en los terminos
de mi modestia, sabiendo que no se ha
añadir aflicion al afligido, y que la que deue
de tener este señor sin duda es grande, pues
no ossa parecer a campo abierto y al cielo
claro, encubriendo su nombre, fingiendo su
patria, como si huuiera hecho alguna traycion
de lesa magestad. Si por ventura llegares a
conocerle, dile de mi parte que no me tengo
por agrauiado; que bien se lo que son
tentaciones del demonio, y que vna de las mayores
es ponerle a vn hombre en el entendimiento
que puede componer y imprimir vn libro con
que gane tanta fama como dineros, y tantos
dineros quanta fama, y para confirmacion desto
quiero que en tu buen donayre y gracia le
cuentes este cuento.

Auia en Seuilla vn loco que dio en el mas
gracioso disparate y tema que dio loco en el
mundo. Y fue que hizo vn cañuto de caña
puntiagudo en el fin, y, en cogiendo algun perro
en la calle, o en qualquiera otra parte, con el
vn pie le cogia el suyo, y el otro le alçaua con
la mano, y como mejor podia le acomodaua el
cañuto en la parte que, soplandole, le ponia
redondo como vna pelota, y, en teniendolo
desta suerte, le daua dos palmaditas en la barriga
y le soltaua, diziendo a los circunstantes,
que siempre eran muchos: ``¿Pensarán vuessas
mercedes aora que es poco trabajo inchar vn
perro?'' ``¿Pensará vuessa merced aora que es
poco trabajo hazer vn libro?'' -- Y si este cuento
no le quadrare, dirasle, lector amigo, este,
que tambien es de loco y de perro.

Auia en Cordoua otro loco que tenia por
costumbre de traer encima de la cabeça vn
pedaço de losa de marmol, o vn canto no muy
liuiano, y, en topando algun perro descuydado,
se le ponia junto, y a plomo dexaua caer
sobre el el peso. Amohinauase el perro y,
dando ladridos y aullidos, no paraua en tres
calles.

Sucedio, pues, que entre los perros que
descargó la carga, fue vno vn perro de vn
bonetero, a quien queria mucho su dueño. Baxó el
canto, diole en la cabeça, alçó el grito el molido
perro, violo y sintiolo su amo, assio de vna
vara de medir y salio al loco, y no le dexó
huesso sano; y cada palo que le daua dezia:

``Perro ladron, ¿a mi podenco? ¿No viste, cruel,
que era podenco mi perro?''

Y, repitiendole el nombre de podenco
muchas vezes, embió al loco echo vna alheña.
Escarmento el loco y retirose, y en mas de vn
mes no salio a la plaça, al cabo del qual
tiempo boluio con su inuencion y con mas carga.
Llegauase donde estaua el perro y, mirandole
muy bien de hito en hito y, sin querer ni
atreuerse a descargar la piedra, dezia: ``Este es
podenco; guarda.'' En efeto, todos quantos
perros topaua, aunque fuessen alanos o gozques,
dezia que eran podencos, y assi, no solto
mas el canto.

Quiça de esta suerte le podra acontecer a
este historiador, que no se atreuera a soltar
mas la presa de su ingenio en libros que, en
siendo malos, son mas duros que las peñas.

Dile tambien que de la amenaza que me
haze, que me ha de quitar la ganancia con su
libro, no se me da vn ardite; que acomodandome
al entremes famoso de la Perendenga,
le respondo que me viua el Veynteyquatro
mi señor, y Christo con todos. Viua el gran
Conde de Lemos, cuya christiandad y liberalidad
bien conocida contra todos los golpes de
mi corta fortuna me tiene en pie, y viuame la
suma caridad del illustrissimo de Toledo don
Bernardo de Sandoual y Rojas, y siquiera
no aya emprentas en el mundo, y siquiera se
impriman contra mi mas libros que tienen
letras las coplas de Mingo Rebulgo. Estos dos
principes, sin que los solicite adulacion mia, ni
otro genero de aplauso, por sola su bondad,
han tomado a su cargo el hazerme merced
y fauorecerme; en lo que me tengo por mas
dichoso y mas rico que si la fortuna por camino
ordinario me huuiera puesto en su cumbre.
La honra puedela tener el pobre, pero no el
vicioso: la pobreza puede anublar a la nobleza,
pero no escurecerla del todo; pero como la
virtud de alguna luz de si, aunque sea por los
inconuenientes y resquicios de la estrecheza,
viene a ser estimada de los altos y nobles
espiritus, y, por el consiguiente, fauorecida.

Y no le digas mas, ni yo quiero dezirte mas
a ti, sino aduertirte que consideres que esta
segunda parte de don Quixote que te ofrezco,
es cortada del mismo artifice y del mesmo paño
que la primera, y que en ella te doy a don
Quixote dilatado y, finalmente, muerto y
sepultado, por que ninguno se atreua a leuantarle
nueuos testimonios, pues bastan los passados,
y basta tambien que vn hombre honrado aya
dado noticia destas discretas locuras, sin querer
de nueuo entrarse en ellas; que la abundancia
de las cosas, aunque sean buenas, haze que no
se estimen, y la carestia, aun de las malas, se
estima en algo. Oluidaseme de dezirte, que
esperes el Persiles que ya estoy acabando y la
segunda parte de Galatea.


## <n002>
# chapter   2 dedication
# unit T title
DEDICATORIA AL CONDE DE LEMOS
# unit P text
Embiando a Vuestra Excelencia los dias
passados mis Comedias, antes impressas que
representadas, si bien me acuerdo, dixe que
don Quixote quedaua calçadas las espuelas
para yr a besar las manos a Vuestra Excelencia,
y aora digo que se las ha calçado y se ha
puesto en camino, y si el alla llega me parece
que aure hecho algun seruicio a Vuestra
Excelencia, porque es mucha la priessa que de
infinitas partes me dan a que le embie, para
quitar el hamago y la nausea que ha causado otro
don Quixote, que con nombre de segunda parte
se ha disfraçado y corrido por el orbe; y el que
mas ha mostrado dessearle ha sido el grande
Emperador de la China, pues en lengua
chinesca aura vn mes que me escriuio vna carta
con vn propio, pidiendome, o por mejor
dezir, suplicandome, se le embiasse porque queria
fundar vn colegio donde se leyesse la lengua
castellana, y queria que el libro que se leyesse
fuesse el de la historia de don Quixote;
juntamente con esto me dezia que fuesse yo a ser
el Rector del tal colegio.

Preguntele al portador si su magestad le
auia dado para mi alguna ayuda de costa.
Respondiome que ni por pensamiento.

``Pues, hermano'', le respondi yo, ``vos os
podeys boluer a vuestra China a las diez o a las
veynte o a las que venis despachado, porque yo
no estoy con salud para ponerme en tan largo
viage. Ademas, que, sobre estar enfermo, estoy
muy sin dineros, y, emperador por emperador
y monarca por monarca, en Napoles tengo al
grande Conde de Lemos, que, sin tantos titulillos
de colegios ni rectorias, me sustenta, me
ampara y haze mas merced que la que yo
acierto a dessear.''

Con esto le despedi, y con esto me despido,
ofreciendo a Vuestra Excelencia Los trabajos
de Persilis y Sigismunda, libro a quien dare
fin dentro de quatro meses,
# unit L latinphrase
Deo volente;
# unit P text
el qual ha de ser, o el mas malo, o el mejor que en
nuestra lengua se haya compuesto, quiero
dezir de los de entretenimiento, y digo que me
arrepiento de auer dicho el mas malo, porque
segun la opinion de mis amigos ha de llegar al
estremo de bondad possible.

Venga Vuestra Excelencia con la salud que
es desseado, que ya estara Persiles para besarle
las manos, y yo, los pies, como criado que soy
de Vuestra Excelencia.

De Madrid, vltimo de otubre de mil
seyscientos y quinze.

Criado de Vuestra Excelencia, ÷
# unit S signature
Miguel de Ceruantes Saauedra.

# part p Volume_2_Parte_1

## <p001>
# chapter   1 primero
# unit N chapternum
Capitulo primero
# unit T title
De lo que el cura y el barbero passaron con
don Quixote cerca de su enfermedad.
# unit P text
Cuenta Zide Hamete Benengeli en la segunda
parte desta historia, y tercera salida de
don Quixote, que el cura y el barbero se
estuuieron casi vn mes sin verle, por no renouarle
y traerle a la memoria las cosas passadas.
Pero no por esto dexaron de visitar a su sobrina
y a su ama, encargandolas tuuiessen cuenta
con regalarle, dandole a comer cosas confortatiuas
y apropiadas para el coraçon y el celebro,
de donde procedia, segun buen discurso, toda
su mala ventura. Las quales dixeron que assi
lo hazian, y lo harian con la voluntad y
cuydado possible, porque echauan de ver que su
señor por momentos yua dando muestras de
estar en su entero juyzio, de lo qual recibieron
los dos gran contento por parecerles que auian
acertado en auerle traydo encantado en el
carro de los bueyes, como se conto en la
primera parte desta tan grande como puntual
historia, en su vltimo capitulo. Y, assi,
determinaron de visitarle y hazer esperiencia de su
mejoria, aunque tenian casi por impossible que
la tuuiesse, y acordaron de no tocarle en
ningun punto de la andante caualleria, por no
ponerse a peligro de descosser los de la herida,
que tan tiernos estauan.

Visitaronle, en fin, y hallaronle sentado en
la cama, vestida vna almilla de vayeta verde,
con vn bonete colorado toledano, y estaua tan
seco y amoxamado, que no parecia sino hecho
de carne momia. Fueron del muy bien recebidos,
preguntaronle por su salud, y el dio cuenta
de si y de ella con mucho juyzio y con
muy elegantes palabras. Y en el discurso de
su platica vinieron a tratar en esto que llaman
razon de estado y modos de gouierno,
enmendando este abuso y condenando aquel;
reformando vna costumbre y desterrando otra,
haziendose cada vno de los tres vn nueuo
legislador, vn Licurgo moderno o vn Solon
flamante; y de tal manera renouaron la Republica,
que no parecio sino que la auian puesto
en vna fragua y sacado otra de la que pusieron;
y habló don Quixote con tanta discrecion
en todas las materias que se tocaron, que los
dos essaminadores creyeron indubitadamente
que estaua del todo bueno y en su entero
juyzio.

Hallaronse presentes a la platica la sobrina
y ama, y no se hartauan de dar gracias a Dios
de ver a su señor con tan buen entendimiento;
pero el cura, mudando el proposito primero,
que era de no tocarle en cosa de cauallerias,
quiso hazer de todo en todo esperiencia si la
sanidad de don Quixote era falsa o verdadera;
y assi, de lance en lance vino a contar algunas
nueuas que auian venido de la Corte, y, entre
otras, dixo que se tenia por cierto que el
Turco baxaua con vna poderosa armada, y que no
se sabia su designio, ni adonde auia de
descargar tan gran nublado, y con este temor, con
que casi cada año nos toca arma, estaua puesta
en ella toda la christiandad, y su magestad
auia hecho proueer las costas de Napoles y
Sicilia y la Isla de Malta.

A esto respondio don Quixote:

``Su magestad ha hecho como prudentissimo
guerrero en proueer sus estados con tiempo
porque no le halle dessapercebido el enemigo,
pero si se tomara mi consejo, aconsejarale yo
que vsara de vna preuencion, de la qual su
magestad la hora de agora deue estar muy
ageno de pensar en ella.''

Apenas oyo esto el cura, quando dixo
entre si:

``Dios te tenga en su mano, pobre don
Quixote, que me parece que te despeñas de la
alta cumbre de tu locura hasta el profundo
abismo de tu simplicidad.''

Mas el barbero, que ya auia dado en el
mesmo pensamiento que el cura, preguntó a
don Quixote quál era la aduertencia de la
preuencion que dezia era bien se hiziesse;
quiza podria ser tal, que se pusiesse en la lista
de los muchos aduertimientos impertinentes
que se suelen dar a los principes.

``El mio, señor rapador'', dixo don Quixote,
``no sera impertinente, sino perteneciente.''

``No lo digo por tanto'', replicó el barbero,
``sino porque tiene mostrado la esperiencia
que todos o los mas arbitrios, que se dan a su
magestad, o son impossibles o disparatados,
o en daño del rey o del reyno.''

``Pues el mio'', respondio don Quixote, ``ni
es impossible ni disparatado, sino el mas facil,
el mas justo y el mas mañero y breue que puede
caber en pensamiento de arbitrante alguno.''

``Ya tarda en dezirle vuessa merced, señor
don Quixote'', dixo el cura.

``No querria'', dixo don Quixote, ``que le
dixesse yo aqui agora, y amaneciesse mañana
en los oydos de los señores consejeros, y se
lleuasse otro las gracias y el premio de mi
trabajo.''

``Por mi'', dixo el barbero, ``doy la palabra,
para aqui y para delante de Dios, de no dezir
lo que vuessa merced dixere a rey ni a roque,
ni a hombre terrenal: juramento que aprendi
del romance del cura que en el prefacio auisó
al rey del ladron que le auia robado las cien
doblas y la su mula la andariega.''

``No se historias'', dixo don Quixote, ``pero
se que es bueno esse juramento, en fee de que
se que es hombre de bien el señor barbero.''

``Quando no lo fuera'', dixo el cura, ``yo le
abono y salgo por el, que en este caso no
hablará mas que vn mudo, so pena de pagar
lo juzgado y sentenciado.''

``Y a vuessa merced ¿quién le fia, señor
cura?'', dixo don Quixote.

``Mi profession'', respondio el cura, ``que es
de guardar secreto.''

``¡Cuerpo de tal!'', dixo a esta sazon don
Quixote. ``¿Ay mas sino mandar su magestad por
publico pregon que se junten en la Corte para
vn dia señalado todos los caualleros andantes
que vagan por España, que aunque no
viniessen sino media docena, tal podria venir
entre ellos que solo bastasse a destruyr toda
la potestad del Turco? Estenme vuessas
mercedes atentos y vayan conmigo. ¿Por ventura,
es cosa nueua deshazer vn solo cauallero
andante vn exercito de docientos mil hombres,
como si todos juntos tuuieran vna sola garganta,
o fueran hechos de alfeñique? Si no,
diganme, ¿quántas historias estan llenas destas
marauillas? ¡Auia, en hora mala para mi, que
no quiero dezir para otro, de viuir oy el famoso
don Belianis o alguno de los del inumerable
linage de Amadis de Gaula!; que si alguno
destos oy viuiera y con el Turco se afrontara,
a fee que no le arrendara la ganancia; pero
Dios mirará por su pueblo y deparará alguno,
que, si no tan brauo como los passados andantes
caualleros, a lo menos, no les sera inferior
en el animo; y Dios me entiende y no digo
mas.''

``¡Hai!'', dixo a este punto la sobrina, ``¡que
me maten, si no quiere mi señor boluer a ser
cauallero andante!''

A lo que dixo don Quixote:

``Cauallero andante he de morir, y baxe o
suba el Turco quando el quisiere y quan
poderosamente pudiere; que otra vez digo que Dios
me entiende.''

A esta sazon dixo el barbero:

``Suplico a vuessas mercedes que se me de
licencia para contar vn cuento breue que
sucedio en Seuilla, que, por venir aqui como de
molde, me da gana de contarle.''

Dio la licencia don Quixote, y el cura y los
demas le prestaron atencion, y el començo
desta manera:

``En la casa de los locos de Seuilla estaua vn
hombre a quien sus parientes auian puesto alli
por falto de juyzio; era graduado en Canones
por Osuna, pero aunque lo fuera por Salamanca,
segun opinion de muchos, no dexara de
ser loco. Este tal graduado, al cabo de algunos
años de recogimiento se dio a entender que
estaua cuerdo y en su entero juyzio, y con esta
imaginacion escriuio al arçobispo, suplicandole
encarecidamente, y con muy concertadas
razones, le mandasse sacar de aquella miseria
en que viuia, pues por la misericordia de Dios
auia ya cobrado el juyzio perdido, pero que
sus parientes, por gozar de la parte de su
hazienda, le tenian alli, y, a pesar de la verdad,
querian que fuesse loco hasta la muerte.

''El arçobispo, persuadido de muchos villetes
concertados y discretos, mandó a vn capellan
suyo se informasse del retor de la casa si era
verdad lo que aquel licenciado le escriuia, y
que assimesmo hablasse con el loco, y que si
le pareciesse que tenia juyzio, le sacasse y
pusiesse en libertad. Hizolo assi el capellan, y el
retor le dixo que aquel hombre aun se estaua
loco; que puesto que hablaua muchas vezes
como persona de grande entendimiento, al
cabo disparaua con tantas necedades, que en
muchas y en grandes igualauan a sus primeras
discreciones, como se podia hazer la esperiencia
hablandole. Quiso hazerla el capellan, y,
poniendole con el loco, habló con el vna hora y
mas, y en todo aquel tiempo jamas el loco dixo
razon torzida ni disparatada, antes habló tan
atentadamente que el capellan fue forçado a
creer que el loco estaua cuerdo; y entre otras
cosas que el loco le dixo fue que el retor le
tenia ojeriza, por no perder los regalos que sus
parientes le hazian por que dixesse que aun
estaua loco, y con luzidos interualos, y que el
mayor contrario que en su desgracia tenia era
su mucha hazienda, pues por gozar della sus
enemigos ponian dolo y dudauan de la merced
que nuestro Señor le auia hecho en boluerle
de bestia en hombre; finalmente, el habló de
manera, que hizo sospechoso al retor, codiciosos
y desalmados a sus parientes, y a el tan
discreto, que el capellan se determinó a
lleuarsele consigo, a que el arçobispo le viesse y
tocasse con la mano la verdad de aquel
negocio.

''Con esta buena fee, el buen capellan pidio
al retor mandasse dar los vestidos con que alli
auia entrado el licenciado; boluio a dezir el
retor que mirasse lo que hazia, porque sin duda
alguna el licenciado aun se estaua loco; no
siruieron de nada para con el capellan las
preuenciones y aduertimientos del retor para que
dexasse de lleuarle; obedecio el retor, viendo
ser orden del arçobispo; pusieron al licenciado
sus vestidos, que eran nueuos y decentes, y
como el se vio vestido de cuerdo y desnudo
de loco, suplicó al capellan que por caridad le
diesse licencia para yr a despedirse de sus
compañeros los locos; el capellan dixo que el le
queria acompañar y ver los locos que en la
casa auia; subieron, en efeto, y con ellos
algunos que se hallaron presentes, y llegado el
licenciado a vna xaula adonde estaua vn loco
furioso, aunque entonces sossegado y quieto,
le dixo:

«Hermano mio, mire si me manda algo, que
me voy a mi casa; que ya Dios ha sido seruido
por su infinita bondad y misericordia, sin yo
merecerlo, de boluerme mi juyzio; ya estoy
sano y cuerdo, que acerca del poder de Dios
ninguna cosa es impossible; tenga grande
esperança y confiança en El, que pues a mi me
ha buelto a mi primero estado, tambien le boluera
a el, si en El confia; yo tendre cuydado de
embiarle algunos regalos que coma, y comalos
en todo caso, que le hago saber que imagino,
como quien ha passado por ello, que todas
nuestras locuras proceden de tener los
estomagos vazios y los celebros llenos de ayre;
esfuercesse, esfuercese, que el descaecimiento
en los infortunios apoca la salud y acarrea la
muerte.»

''Todas estas razones del licenciado escuchó
otro loco que estaua en otra xaula, frontero de
la del furioso, y leuantandose de vna estera
vieja, donde estaua echado y desnudo en cueros,
preguntó a grandes vozes quién era el que
se yua sano y cuerdo; el licenciado respondio:

«Yo soy, hermano, el que me voy; que ya no
tengo necessidad de estar mas aqui, por lo que
doy infinitas gracias a los cielos que tan
grande merced me han hecho.»

«Mirad lo que dezis, licenciado, no os engañe
el diablo», replicó el loco; «sossegad el pie y
estaos quedito en vuestra casa y ahorrareis la
buelta.»

«Yo se que estoy bueno», replicó el
licenciado, «y no aura para que tornar a andar
estaciones.»

«¿Vos bueno?», dixo el loco; «agora bien, ello
dira; andad con Dios, pero yo os voto a Iupiter,
cuya magestad yo represento en la tierra, que
por solo este pecado que oy comete Seuilla en
sacaros desta casa y en teneros por cuerdo,
tengo de hazer vn tal castigo en ella, que quede
memoria del por todos los siglos de los siglos,
amen. ¿No sabes tu, licenciadillo menguado,
que lo podre hazer, pues, como digo, soy
Iupiter tonante, que tengo en mis manos los rayos
abrassadores con que puedo y suelo amenazar
y destruyr el mundo? Pero con sola vna cosa
quiero castigar a este ignorante pueblo, y es
con no llouer en el, ni en todo su distrito y
contorno, por tres enteros años, que se han de
contar desde el dia y punto en que ha sido
hecha esta amenaza en adelante. ¿Tu libre, tu
sano, tu cuerdo; y yo loco, y yo enfermo, y yo
atado? Assi pienso llouer como pensar
ahorcarme.»

''A las vozes y a las razones del loco
estuuieron los circustantes atentos; pero nuestro
licenciado, boluiendose a nuestro capellan y
asiendole de las manos, le dixo:

«No tenga vuessa merced pena, señor mio,
ni haga caso de lo que este loco ha dicho; que
si el es Iupiter y no quisiere llouer, yo que soy
Neptuno, el padre y el dios de las aguas,
llouere todas las vezes que se me antojare y
fuere menester.»

''A lo que respondio el capellan:

«Con todo esso, señor Neptuno, no sera bien
enojar al señor Iupiter; vuessa merced se
quede en su casa; que otro dia, quando aya mas
comodidad y mas espacio, bolueremos por
vuessa merced.»

''Riose el retor y los presentes, por cuya risa
se medio corrio el capellan; desnudaron al
licenciado, quedose en casa y acabose el
cuento.''

``Pues ¿este es el cuento, señor barbero'', dixo
don Quixote, ``que, por venir aqui como de molde,
no podia dexar de contarle? ¡A, señor rapista,
señor rapista, y quán ciego es aquel que no
vee por tela de cedazo! Y ¿es possible que
vuessa merced no sabe que las comparaciones que
se hazen de ingenio a ingenio, de valor a valor,
de hermosura a hermosura y de linage a linaje
son siempre odiosas y mal recebidas? Yo, señor
barbero, no soy Neptuno el dios de las aguas,
ni procuro que nadie me tenga por discreto, no
lo siendo; solo me fatigo por dar a entender al
mundo en el error en que está, en no renouar
en si el felicissimo tiempo donde campeaua la
orden de la andante caualleria; pero no es
merecedora la deprauada edad nuestra de gozar
tanto bien como el que gozaron las edades
donde los andantes caualleros tomaron a su
cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa
de los reynos, el amparo de las donzellas, el
socorro de los huerfanos y pupilos, el castigo
de los soberuios y el premio de los humildes.
Los mas de los caualleros que agora se vsan,
antes les cruxen los damascos, los brocados y
otras ricas telas de que se visten, que la malla
con que se arman; ya no ay cauallero que
duerma en los campos, sugeto al rigor del cielo,
armado de todas armas desde los pies a la
cabeça; y ya no ay quien, sin sacar los pies
de los estriuos, arrimado a su lança, solo
procure descabeçar, como dizen, el sueño como
lo hazian los caualleros andantes. Ya no ay
ninguno que saliendo deste bosque entre en
aquella montaña, y de alli, pise vna esteril y
desierta playa del mar, las mas vezes proceloso
y alterado; y, hallando en ella y en su orilla
vn pequeño batel sin remos, vela, mastil, ni
xarcia alguna, con intrepido coraçon se arroge
en el, entregandose a las implacables olas del
mar profundo, que ya le suben al cielo y ya le
baxan al abismo, y el, puesto el pecho a la
incontrastable borrasca, quando menos se cata,
se halla tres mil y mas leguas distante del
lugar donde se embarcó; y, saltando en tierra
remota y no conocida le suceden cosas dignas
de estar escritas, no en pergaminos, sino en
bronces.

''Mas agora ya triunfa la pereza de la diligencia,
la ociosidad del trabajo, el vicio de la
virtud, la arrogancia de la valentia y la teorica
de la practica de las armas, que solo viuieron
y resplandecieron en las edades del oro y en
los andantes caualleros. Si no, diganme, ¿quién
mas honesto y mas valiente que el famoso
Amadis de Gaula? ¿Quién mas discreto que
Palmerin de Inglaterra? ¿Quién mas acomodado
y manual que Tirante el Blanco? ¿Quién
mas galan que Lisuarte de Grecia? ¿Quién mas
acuchillado ni acuchillador que don Belianis?
¿Quién mas intrepido que Perion de Gaula?
O ¿quién mas acometedor de peligros que
Felixmarte de Yrcania? O ¿quién mas sincero
que Esplandian? ¿Quién mas arrojado que don
Ceriongilio de Tracia? ¿Quién mas brauo
que Rodamonte? ¿Quién mas prudente que el
rey Sobrino? ¿Quién mas atreuido que
Reynaldos? ¿Quién mas inuencible que Roldan? Y
¿quién mas gallardo y mas cortés que Rugero,
de quien decienden oy los duques de Ferrara,
segun Turpin en su Cosmografia?

''Todos estos caualleros, y otros muchos que
pudiera dezir, señor cura, fueron caualleros
andantes, luz y gloria de la caualleria. Destos,
o tales como estos, quisiera yo que fueran los
de mi arbitrio, que a serlo, su magestad se
hallara bien seruido, y ahorrara de mucho gasto,
y el Turco se quedara pelando las barbas; y,
con esto, no quiero quedar en mi casa, pues
no me saca el capellan della, y si Iupiter,
como ha dicho el barbero, no llouiere, aqui
estoy yo que llouere quando se me antojare;
digo esto, por que sepa el señor Vazia que le
entiendo.''

``En verdad, señor don Quixote'', dixo el
barbero, ``que no lo dixe por tanto, y assi me
ayude Dios como fue buena mi intencion, y que
no deue vuessa merced sentirse.''

``Si puedo sentirme o no'', respondio don
Quixote ``yo me lo se.''

A esto dixo el cura:

``Aun bien que yo casi no he hablado palabra
hasta aora, y no quisiera quedar con vn
escrupulo que me roe y escarua la conciencia,
nacido de lo que aqui el señor don Quixote ha
dicho.''

``Para otras cosas mas'', respondio don Quixote,
``tiene licencia el señor cura, y assi puede
dezir su escrupulo, porque no es de gusto andar
con la conciencia escrupulosa.''

``Pues con esse beneplacito'', respondio el
cura, ``digo que mi escrupulo es que no me
puedo persuadir en ninguna manera a que
toda la caterua de caualleros andantes que
vuessa merced, señor don Quixote, ha referido,
ayan sido real y verdaderamente personas de
carne y huesso en el mundo; antes imagino
que todo es ficcion, fabula y mentira, y sueños
contados por hombres despiertos o, por mejor
dezir, medio dormidos.''

``Esse es otro error'', respondio don Quixote,
``en que han caydo muchos que no creen que
aya auido tales caualleros en el mundo, y yo
muchas vezes, con diuersas gentes y ocasiones,
he procurado sacar a la luz de la verdad este
casi comun engaño; pero algunas vezes no he
salido con mi intencion y otras si, sustentandola
sobre los ombros de la verdad, la qual verdad
es tan cierta, que estoy por dezir que con
mis propios ojos vi a Amadis de Gaula, que
era vn hombre alto de cuerpo, blanco de rostro,
bien puesto de barba, aunque negra, de vista
entre blanda y rigurosa, corto de razones, tardo
en ayrarse y presto en deponer la ira; y del
modo que he delineado a Amadis, pudiera, a
mi parecer, pintar y describir todos quantos
caualleros andantes andan en las historias en
el orbe; que por la aprehension que tengo de
que fueron como sus historias cuentan, y por
las hazañas que hizieron y condiciones que
tuuieron, se pueden sacar por buena filosofia
sus faciones, sus colores y estaturas.''

``¿Qué tan grande le parece a vuessa
merced, mi señor don Quixote'', preguntó el
barbero, ``deuia de ser el gigante Morgante?''

``En esto de gigantes'', respondio don Quixote,
``ay diferentes opiniones, si los ha auido o
no en el mundo: pero la Santa Escritura, que
no puede faltar vn atomo en la verdad, nos
muestra que los huuo, contandonos la historia
de aquel filisteazo de Golias, que tenia siete
codos y medio de altura, que es vna desmesurada
grandeza. Tambien en la isla de Sicilia se
han hallado canillas y espaldas tan grandes,
que su grandeza manifiesta que fueron gigantes
sus dueños, y tan grandes, como grandes
torres, que la geometria saca esta verdad de
duda. Pero con todo esto no sabre dezir con
certidumbre qué tamaño tuuiesse Morgante,
aunque imagino que no deuio de ser muy
alto; y mueueme a ser deste parecer hallar en
la historia donde se haze mencion particular
de sus hazañas, que muchas vezes dormia
debaxo de techado, y pues hallaua casa donde
cupiesse, claro está que no era desmesurada
su grandeza.''

``Assi es'', dixo el cura.

El qual, gustando de oyrle dezir tan grandes
disparates, le preguntó que qué sentia acerca
de los rostros de Reynaldos de Montaluan y de
don Roldan, y de los demas doze Pares de
Francia, pues todos auian sido caualleros
andantes.

``De Reynaldos'', respondio don Quixote,
``me atreuo a dezir que era ancho de rostro,
de color bermejo, los ojos bayladores y algo
saltados, puntoso y colerico en demasia, amigo
de ladrones y de gente perdida; de Roldan
o Rotolando o Orlando, que con todos estos
nombres le nombran las historias, soy de parecer,
y me afirmo, que fue de mediana estatura,
ancho de espaldas, algo esteuado, moreno de
rostro y barbitaheño, velloso en el cuerpo y
de vista amenazadora, corto de razones, pero
muy comedido y bien criado.''

``Si no fue Roldan mas gentilhombre que
vuessa merced ha dicho'', replicó el cura, ``no
fue marauilla que la señora Angelica la Bella
le desdeñasse y dexasse por la gala, brio y
donayre que deuia de tener el morillo
barbiponiente a quien ella se entregó, y anduuo
discreta de adamar antes la blandura de Medoro,
que la aspereça de Roldan.''

``Essa Angelica'', respondio don Quixote,
``señor cura, fue vna donzella destrayda,
andariega y algo antojadiza, y tan lleno dexó
el mundo de sus impertinencias como de la
fama de su hermosura: despreció mil señores,
mil valientes y mil discretos, y contentose con
vn pagezillo barbiluzio, sin otra hazienda ni
nombre que el que le pudo dar de agradecido
la amistad que guardó a su amigo. El gran
cantor de su belleza, el famoso Ariosto, por no
atreuerse o por no querer cantar lo que a esta
señora le sucedio despues de su ruyn entrego,
que no deuieron ser cosas demasiadamente
honestas, la dexó, donde dixo: ÷
# unit Q spanishverse
Y como del Catay recibio el cetro, ÷
quiza otro cantará con mejor plectro.

# unit P text
''Y, sin duda, que esto fue como profecia, que
los poetas tambien se llaman
# unit L latinphrase
vates,
# unit P text
que quiere
dezir adiuinos; veese esta verdad clara: porque
despues aca vn famoso poeta andaluz lloró
y cantó sus lagrimas, y otro famoso y vnico
poeta castellano cantó su hermosura.''

``Digame, señor don Quixote'', dixo a esta
sazon el barbero, ``¿no ha auido algun poeta
que aya hecho alguna satira a essa señora
Angelica entre tantos como la han alabado?''

``Bien creo yo'', respondio don Quixote, ``que
si Sacripante o Roldan fueran poetas, que ya
me huuieran xabonado a la donzella, porque
es propio y natural de los poetas desdeñados
y no admitidos de sus damas -- fingidas, o
no fingidas -- en efeto, de aquellas a quien
ellos escogieron por señoras de sus pensamientos,
vengarse con satiras y libelos, vengança,
por cierto, indigna de pechos generosos; pero
hasta agora no ha llegado a mi noticia ningun
verso infamatorio contra la señora Angelica,
que truxo rebuelto el mundo.''

``Milagro'', dixo el cura.

Y, en esto, oyeron que la ama y la sobrina,
que ya auian dexado la conuersacion, dauan
grandes vozes en el patio, y acudieron todos
al ruydo.


## <p002>
# chapter   2 II
# unit N chapternum
Capitulo II
# unit T title
Que trata de la notable pendencia que
Sancho Pança tuuo con la sobrina y ama de
don Quixote, con otros sugetos graciosos.
# unit P text
Cuenta la Historia que las vozes que oyeron
don Quixote, el cura y el barbero eran de la
sobrina y ama, que las dauan, diziendo a
Sancho Pança, que pugnaua por entrar a ver a
don Quixote, y ellas le defendian la puerta:

``¿Qué quiere este mostrenco en esta casa?
Ydos a la vuestra, hermano; que vos soys, y
no otro, el que destrae y sonsaca a mi señor y
le lleua por essos andurriales.''

A lo que Sancho respondio:

``Ama de Satanas, el sonsacado y el destraydo
y el lleuado por essos andurriales soy
yo, que no tu amo; el me lleuó por essos
mundos, y vosotras os engañays en la mitad del
justo precio; el me sacó de mi casa con
engañifas, prometiendome vna insula, que hasta
agora la espero.''

``Malas insulas te ahoguen'', respondio la
sobrina, ``Sancho maldito, y ¿qué son insulas?
¿Es alguna cosa de comer, golosazo, comilon,
que tu eres?''

``No es de comer'', replicó Sancho, ``sino de
gouernar y regir mejor que quatro ciudades
y que quatro alcaldes de Corte.''

``Con todo esso'', dixo el ama, ``no entrareis
aca, saco de maldades y costal de malicias; id
a gouernar vuestra casa y a labrar vuestros
pegujares, y dexaos de pretender insulas ni
insulos.''

Grande gusto recebian el cura y el barbero
de oyr el coloquio de los tres; pero don
Quixote, temeroso que Sancho se descosiesse y
desbuchasse algun monton de maliciosas
necedades y tocasse en puntos que no le estarian
bien a su credito, le llamó y hizo a las dos que
callassen y le dexassen entrar; entró Sancho, y
el cura y el barbero se despidieron de don
Quixote, de cuya salud dessesperaron, viendo
quán puesto estaua en sus desuariados
pensamientos y quán embeuido en la simplicidad
de sus mal andantes cauallerias, y, assi, dixo el
cura al barbero:

``Vos vereis, compadre, como, quando menos
lo pensemos, nuestro hidalgo sale otra vez a
bolar la ribera.''

``No pongo yo duda en esso'', respondio el
barbero; ``pero no me marauillo tanto de la
locura del cauallero como de la simplicidad del
escudero, que tan creydo tiene aquello de la
insula, que creo que no se lo sacarán del casco
quantos dessengaños pueden imaginarse.''

``Dios los remedie'', dixo el cura, ``y
estemos a la mira: veremos en lo que para esta
maquina de disparates de tal cauallero y de
tal escudero; que parece que los forxaron a los
dos en vna mesma turquessa, y que las locuras
del señor sin las necedades del criado no
valian vn ardite.''

``Assi es'', dixo el barbero, ``y holgara
mucho saber qué tratarán aora los dos.''

``Yo seguro'', respondio el cura, ``que la
sobrina del ama nos lo cuenta despues, que no
son de condicion que dexarán de escucharlo.''

En tanto, don Quixote se encerro con Sancho
en su aposento, y, estando solos, le dixo:

``Mucho me pesa, Sancho, que ayas dicho y
digas que yo fuy el que te saqué de tus
casillas, sabiendo que yo no me quedé en mis
casas; juntos salimos, juntos fuymos y juntos
peregrinamos; vna misma fortuna y vna misma
suerte ha corrido por los dos; si a ti te mantearon
vna vez, a mi me han molido ciento, y esto
es lo que te lleuo de ventaja.''

``Esso estaua puesto en razon'', respondio
Sancho, ``porque, segun vuessa merced dize,
mas anexas son a los caualleros andantes las
desgracias que a sus escuderos.''

``Engañaste, Sancho'', dixo don Quixote,
``segun aquello,
# unit L latinphrase
quando caput dolet, &c.''
# unit P text

``No entiendo otra lengua que la mia'',
respondio Sancho.

``Quiero dezir'', dixo don Quixote, ``que
quando la cabeça duele, todos los miembros
duelen, y, assi, siendo yo tu amo y señor, soy
tu cabeça y tu mi parte, pues eres mi criado, y
por esta razon el mal que a mi me toca o
tocare, a ti te ha de doler y a mi el tuyo.''

``Assi auia de ser, dixo Sancho; ``pero
quando a mi me manteauan como a miembro, se
estaua mi cabeça detras de las bardas,
mirandome bolar por los ayres, sin sentir dolor
alguno, y pues los miembros estan obligados a
dolerse del mal de la cabeça, auia de estar
obligada ella a dolerse dellos.''

``¿Querras tu dezir agora, Sancho'', respondio
don Quixote, ``que no me dolia yo quando
a ti te manteauan? Y si lo dizes, no lo digas,
ni lo pienses, pues mas dolor sentia yo entonces
en mi espiritu que tu en tu cuerpo; pero
dexemos esto a parte por agora, que tiempo
aura donde lo ponderemos y pongamos en su
punto; y dime, Sancho amigo, ¿qué es lo que
dizen de mi por esse lugar, en qué opinion me
tiene el vulgo, en qué los hidalgos y en qué
los caualleros? ¿Qué dizen de mi valentia,
qué de mis hazañas y qué de mi cortesia?
¿Qué se platica del assumpto que he tomado
de resucitar y boluer al mundo la ya oluidada
orden caualleresca? Finalmente, quiero,
Sancho, me digas lo que acerca desto ha llegado
a tus oydos, y esto me has de dezir, sin añadir
al bien ni quitar al mal cosa alguna; que de
los vassallos leales es dezir la verdad a sus
señores en su ser y figura propia, sin que la
adulacion la acreciente, o otro vano respeto la
disminuya; y quiero que sepas, Sancho, que si
a los oydos de los principes llegasse la verdad
desnuda, sin los vestidos de la lisonja, otros
siglos correrian, otras edades serian tenidas
por mas de hierro que la nuestra, que entiendo
que de las que aora se vsan es la dorada;
siruate este aduertimiento, Sancho, para que
discreta y bien intencionadamente pongas en mis
oydos la verdad de las cosas que supieres de
lo que te he preguntado.''

``Esso hare yo de muy buena gana, señor
mio'', respondio Sancho, ``con condicion que
vuessa merced no se ha de enojar de lo que
dixere, pues quiere que lo diga en cueros sin
vestirlo de otras ropas de aquellas con que
llegaron a mi noticia.''

``En ninguna manera me enojaré'', respondio
don Quixote; ``bien puedes, Sancho, hablar
libremente y sin rodeo alguno.''

``Pues lo primero que digo'', dixo, ``es que
el vulgo tiene a vuessa merced por grandissimo
loco y a mi por no menos mentecato. Los
hidalgos dizen que, no conteniendose vuessa
merced en los limites de la hidalguia, se ha
puesto don y se ha arremetido a cauallero, con
quatro cepas y dos yugadas de tierra y con vn
trapo atras y otro adelante. Dizen los caualleros
que no querrian que los hidalgos se opusiessen
a ellos, especialmente aquellos hidalgos
escuderiles que dan humo a los çapatos y
tornan los puntos de las medias negras con
seda verde.''

``Esso'', dixo don Quixote, ``no tiene que ver
conmigo, pues ando siempre bien vestido y
jamas remendado; roto, bien podria ser, y el
roto mas de las armas que del tiempo.''

``En lo que toca'', prosiguio Sancho, ``a
la valentia, cortesia, hazañas y assumpto de
vuessa merced, ay diferentes opiniones: vnos
dizen «loco, pero gracioso»; otros, «valiente,
pero desgraciado»; otros, «cortés, pero
impertinente»; y por aqui van discurriendo en tantas
cosas, que ni a vuessa merced ni a mi nos
dexan huesso sano.''

``Mira, Sancho'', dixo don Quixote, ``donde
quiera que está la virtud en eminente grado,
es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos
varones que passaron dexó de ser calumniado
de la malicia. Iulio Cesar, animosissimo,
prudentissimo y valentissimo capitan, fue
notado de ambicioso y algun tanto no limpio, ni
en sus vestidos ni en sus costumbres.
Alexandro, a quien sus hazañas le alcançaron el
renombre de Magno, dizen del que tuuo sus
ciertos puntos de borracho. De Hercules, el de
los muchos trabajos, se cuenta que fue lasciuo
y muelle. De don Galaor, hermano de Amadis
de Gaula, se murmura que fue mas que
demasiadamente rixoso, y de su hermano, que fue
lloron. Assi que, o Sancho, entre las tantas
calumnias de buenos bien pueden passar las
mias, como no sean mas de las que has dicho.''

``Ai está el toque, cuerpo de mi padre'',
replicó Sancho.

``Pues ¿ay mas?'', preguntó don Quixote.

``Aun la cola falta por dessollar'', dixo
Sancho: ``lo de hasta aqui son tortas y pan
pintado; mas si vuessa merced quiere saber todo lo
que ay acerca de las caloñas que le ponen,
yo le traere aqui luego al momento quien se
las diga todas, sin que les falte vna meaja; que
anoche llegó el hijo de Bartolome Carrasco, que
viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller,
y, yendole yo a dar la bienvenida, me dixo
que andaua ya en libros la historia de vuessa
merced con nombre del ingenioso Hidalgo don
Quixote de la Mancha; y dize que me mientan
a mi en ella con mi mesmo nombre de Sancho
Pança, y a la señora Dulcinea del Toboso, con
otras cosas que passamos nosotros a solas, que
me hize cruzes de espantado, cómo las pudo
saber el historiador que las escriuio.''

``Yo te asseguro, Sancho'', dixo don Quixote,
``que deue de ser algun sabio encantador el
autor de nuestra historia; que a los tales no se
les encubre nada de lo que quieren escriuir.''

``Y ¡cómo'', dixo Sancho, ``si era sabio y
encantador, pues -- segun dize el bachiller
Sanson Carrasco, que assi se llama el que dicho
tengo -- que el autor de la historia se llama
Cide Hamete Berengena!''

``Esse nombre es de moro'', respondio don
Quixote.

``Assi sera'', respondio Sancho, ``porque por
la mayor parte he oydo dezir que los moros
son amigos de berengenas.''

``Tu deues, Sancho'', dixo don Quixote,
``errarte en el sobrenombre de esse Cide, que
en arabigo quiere dezir señor.''

``Bien podria ser'', replicó Sancho; ``mas si
vuessa merced gusta que yo le haga venir
aqui, yre por el en bolandas.''

``Harasme mucho placer, amigo'', dixo don
Quixote; ``que me tiene suspenso lo que me
has dicho, y no comere bocado que bien me
sepa hasta ser informado de todo.''

``Pues yo voy por el'', respondio Sancho.

Y, dexando a su señor, se fue a buscar al
bachiller, con el qual boluio de alli a poco
espacio, y entre los tres passaron vn graciosissimo
coloquio.


## <p003>
# chapter   3 III
# unit N chapternum
Capitulo III
# unit T title
Del ridiculo razonamiento que passó entre don
Quixote, Sancho Pança y el bachiller Sanson
Carrasco.
# unit P text
Pensatiuo a demas quedó don Quixote, esperando
al bachiller Carrasco, de quien esperaua
oir las nueuas de si mismo puestas en libro
como auia dicho Sancho, y no se podia persuadir
a que tal historia huuiesse, pues aun no
estaua enxuta en la cuchilla de su espada la
sangre de los enemigos que auia muerto, y ya
querian que anduuiessen en estampa sus altas
cauallerias. Con todo esso, imaginó que algun
sabio, o ya amigo o enemigo, por arte de
encantamento las aura dado a la estampa: si
amigo, para engrandecerlas y leuantarlas sobre
las mas señaladas de cauallero andante; si
enemigo, para aniquilarlas y ponerlas debaxo de
las mas viles que de algun vil escudero se
huuiessen escrito, puesto, dezia entre si, que
nunca hazañas de escuderos se escriuieron: y
quando fuesse verdad que la tal historia
huuiesse, siendo de cauallero andante, por fuerça
auia de ser grandiloqua, alta, insigne,
magnifica y verdadera.

Con esto se consolo algun tanto, pero
desconsolole pensar que su autor era moro, segun
aquel nombre de Cide, y de los moros no se
podia esperar verdad alguna; porque todos son
embelecadores, falsarios y quimeristas. Temiase
no huuiesse tratado sus amores con alguna
indecencia que redundasse en menoscabo y
perjuyzio de la honestidad de su señora Dulcinea
del Toboso; desseaua que huuiesse declarado
su fidelidad y el decoro que siempre la
auia guardado, menospreciando reynas, emperatrices
y donzellas de todas calidades, teniendo
a raya los impetus de los naturales mouimientos;
y, assi, embuelto y rebuelto en estas y
otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho
y Carrasco, a quien don Quixote recibio con
mucha cortesia.

Era el bachiller, aun que se llamaua Sanson,
no muy grande de cuerpo, aunque muy gran
socarron, de color macilenta, pero de muy buen
entendimiento; tendria hasta veinte y quatro
años, cariredondo, de nariz chata y de boca
grande, señales todas de ser de condicion
maliciosa y amigo de donayres y de burlas, como
lo mostro en viendo a don Quixote, poniendose
delante del de rodillas, diziendole:

``Deme vuestra grandeza las manos, señor
don Quixote de la Mancha; que por el habito de
San Pedro que visto, aunque no tengo otras
ordenes que las quatro primeras, que es vuessa
merced vno de los mas famosos caualleros
andantes que ha auido, ni aun aura en toda
la redondez de la tierra. Bien aya Cide Hamete
Benengeli que la historia de vuestras grandezas
dexó escritas, y rebien aya el curioso que
tuuo cuydado de hazerlas traduzir de arabigo
en nuestro vulgar castellano para vniuersal
entretenimiento de las gentes.''

Hizole leuantar don Quixote, y dixo:

``¿Dessa manera verdad es que ay historia
mia, y que fue moro y sabio el que la compuso?''

``Es tan verdad, señor'', dixo Sanson, ``que
tengo para mi, que el dia de oy estan impressos
mas de doze mil libros de la tal historia;
si no, digalo Portugal, Barcelona y Valencia,
donde se han impresso, y aun ay fama que se
está imprimiendo en Amberes, y a mi se me
trasluze que no ha de auer nacion ni lengua
donde no se traduzga.''

``Vna de las cosas'', dixo a esta sazon don
Quixote, ``que mas deue de dar contento a vn
hombre virtuoso y eminente es verse, viuiendo,
andar con buen nombre por las lenguas de las
gentes, impreso y en estampa; dixe con buen
nombre: porque siendo al contrario, ninguna
muerte se le ygualara.''

``Si por buena fama y si por buen nombre
va'', dixo el bachiller, ``solo vuessa merced
lleua la palma a todos los caualleros andantes;
porque el moro en su lengua y el christiano en
la suya tuuieron cuydado de pintarnos muy al
viuo la gallardia de vuessa merced, el animo
grande en acometer los peligros, la paciencia
en las aduersidades y el sufrimiento, assi en
las desgracias como en las heridas, la
honestidad y continencia en los amores tan
platonicos de vuessa merced y de mi señora doña
Dulcinea del Toboso.''

``Nunca'', dixo a este punto Sancho Pança, ``he
oido llamar con don a mi señora Dulcinea, sino
solamente la señora Dulcinea del Toboso, y ya
en esto anda errada la historia.''

``No es objecion de importancia essa'',
respondio Carrasco.

``No por cierto'', respondio don Quixote.
``Pero digame vuessa merced, señor bachiller,
¿qué hazañas mias son las que mas se
ponderan en essa historia?''

``En esso'', respondio el bachiller, ``ay
diferentes opiniones, como ay diferentes gustos:
vnos se atienen a la auentura de los molinos
de viento, que a vuessa merced le parecieron
Briareos y gigantes; otros, a la de los batanes;
este, a la descripcion de los dos exercitos, que
despues parecieron ser dos manadas de carneros;
aquel encarece la del muerto que lleuauan
a enterrar a Segouia; vno dize que a todas se
auentaja la de la libertad de los galeotes; otro,
que ninguna yguala a la de los dos gigantes
benitos, con la pendencia del valeroso
vizcaino.''

``Digame, señor bachiller'', dixo a esta sazon
Sancho, ``¿entra ay la auentura de los
yangueses, quando a nuestro buen Rozinante se le
antojó pedir cotufas en el golfo?''

``No se le quedó nada'', respondio Sanson,
``al sabio en el tintero; todo lo dize y todo lo
apunta, hasta lo de las cabriolas que el buen
Sancho hizo en la manta.''

``En la manta no hize yo cabriolas'', respondio
Sancho; ``en el aire si, y aun mas de las
que yo quisiera.''

``A lo que yo imagino'', dixo don Quixote,
``no ay historia humana en el mundo que no
tenga sus altibaxos, especialmente las que
tratan de cauallerias, las quales nunca pueden
estar llenas de prosperos sucessos.''

``Con todo esso'', respondio el bachiller,
``dizen algunos que han leydo la historia, que se
holgaran se les huuiera oluidado a los autores
della algunos de los infinitos palos que
en diferentes encuentros dieron al señor don
Quixote.''

``Ay entra la verdad de la historia'', dixo
Sancho.

``Tambien pudieran callarlos por equidad'',
dixo don Quixote, ``pues las acciones que ni
mudan, ni alteran la verdad de la historia, no
ay para qué escriuirlas, si han de redundar en
menosprecio del señor de la historia. A fee que
no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le
pinta, ni tan prudente Vlisses como le descriue
Homero.''

``Assi es'', replicó Sanson; ``pero vno es
escriuir como poeta y otro como historiador; el
poeta puede contar o cantar las cosas, no como
fueron, sino como deuian ser, y el historiador
las ha de escriuir, no como deuian ser, sino
como fueron, sin añadir ni quitar a la verdad
cosa alguna.''

``Pues si es que se anda a dezir verdades
esse señor moro'', dixo Sancho, ``a buen seguro
que entre los palos de mi señor se hallen
los mios; porque nunca a su merced le tomaron
la medida de las espaldas, que no me la
tomassen a mi de todo el cuerpo; pero no ay
de que marauillarme, pues como dize el mismo
señor mio, del dolor de la cabeça han de
participar los miembros.''

``Socarron soys, Sancho'', respondio don
Quixote; ``a fee que no os falta memoria, quando
vos quereis tenerla.''

``Quando yo quisiesse oluidarme de los
garrotazos que me han dado'', dixo Sancho, ``no
lo consentiran los cardenales, que aun se estan
frescos en las costillas.''

``Callad, Sancho'', dixo don Quixote, ``y no
interrumpais al señor bachiller, a quien suplico
passe adelante en dezirme lo que se dize de
mi en la referida historia.''

``Y de mi'', dixo Sancho; ``que tambien dizen
que soy yo vno de los principales presonages
della.''

``Personages, que no presonages, Sancho
amigo'', dixo Sanson.

``Otro reprochador de voquibles tenemos'',
dixo Sancho; ``pues andense a esso y no
acabaremos en toda la vida.''

``Mala me la de Dios, Sancho'', respondio el
bachiller, ``si no soys vos la segunda persona
de la historia, y que ay tal que precia mas
oyros hablar a vos que al mas pintado de toda
ella, puesto que tambien ay quien diga que
anduuistes demasiadamente de credulo en creer
que podia ser verdad el gouierno de aquella
insula ofrecida por el señor don Quixote, que
está presente.''

``Aun ay sol en las vardas'', dixo don
Quixote, ``y mientras mas fuere entrando en edad
Sancho, con la esperiencia que dan los años,
estara mas idoneo y mas habil para ser
gouernador, que no está agora.''

``Por Dios, señor'', dixo Sancho, ``la isla que
yo no gouernasse con los años que tengo, no
la gouernaré con los años de Matusalen; el
daño está en que la dicha insula se entretiene,
no se dónde, y no en faltarme a mi el caletre
para gouernarla.''

``Encomendadlo a Dios, Sancho'', dixo don
Quixote; ``que todo se hara bien, y quiça mejor
de lo que vos pensais; que no se mueue la
hoja en el arbol sin la voluntad de Dios.''

``Assi es verdad'', dixo Sanson, ``que si Dios
quiere, no le faltarán a Sancho mil islas que
gouernar, quanto mas vna.''

``Gouernador he visto por ay'', dixo Sancho,
``que a mi parecer no llegan a la suela de
mi çapato, y, con todo esso, los llaman señoria,
y se siruen con plata.''

``Essos no son gouernadores de insulas'',
replicó Sanson, ``sino de otros gouiernos mas
manuales; que los que gouiernan insulas, por
lo menos, han de saber gramatica.''

``Con la grama bien me auendria yo'', dixo
Sancho, ``pero con la tica ni me tiro ni me
pago, porque no la entiendo; pero dexando
esto del gouierno en las manos de Dios, que
me eche a las partes donde mas de mi se sirua,
digo, señor bachiller Sanson Carrasco, que
infinitamente me ha dado gusto que el autor de
la historia aya hablado de mi de manera, que
no enfadan las cosas que de mi se cuentan;
que a fe de buen escudero que si huuiera dicho
de mi cosas que no fueran muy de christiano
viejo, como soy, que nos auian de oyr los
sordos.''

``Esso fuera hazer milagros'', respondio
Sanson.

``Milagros o no milagros'', dixo Sancho,
``cada vno mire cómo habla o cómo escriue de
las presonas, y no ponga a troche moche lo
primero que le viene al magin.''

``Vna de las tachas que ponen a la tal historia'',
dixo el bachiller, ``es que su autor puso
en ella vna nouela intitulada: El Curioso
Impertinente, no por mala ni por mal razonada,
sino por no ser de aquel lugar, ni tiene que
ver con la historia de su merced del señor don
Quixote.''

``Yo apostaré'', replicó Sancho, ``que ha
mezclado el hideperro berzas con capachos.''

``Aora digo'', dixo don Quixote, ``que no ha
sido sabio el autor de mi historia, sino algun
ignorante hablador que, a tiento y sin algun
discurso, se puso a escriuirla, salga lo que
saliere, como hazia Orbaneja, el pintor de
Vbeda, al qual preguntandole qué pintaua,
respondio: «Lo que saliere»; tal vez pintaua vn
gallo de tal suerte y tan mal parecido, que era
menester que con letras goticas escriuiesse
junto a el: «este es gallo»; y assi deue de ser de
mi historia, que tendra necessidad de comento
para entenderla.''

``Esso no'', respondio Sanson; ``porque es tan
clara, que no ay cosa que dificultar en ella; los
niños la manosean, los moços la leen, los
hombres la entienden y los viejos la celebran,
y, finalmente, es tan trillada y tan leyda, y tan
sabida de todo genero de gentes, que apenas
han visto algun rocin flaco, quando dizen: «Alli
va Rocinante», y los que mas se han dado a su
letura son los pages. No ay antecamara de
señor, donde no se halle vn don Quixote; vnos
le toman, si otros le dexan; estos le embisten y
aquellos le piden; finalmente, la tal historia es
del mas gustoso y menos perjudicial entretenimiento
que hasta agora se aya visto; porque
en toda ella no se descubre, ni por semejas, vna
palabra deshonesta, ni vn pensamiento menos
que catolico.''

``A escriuir de otra suerte'', dixo don Quixote,
``no fuera escriuir verdades, sino mentiras, y
los historiadores que de mentiras se valen
auian de ser quemados, como los que hazen
moneda falsa, y no se yo que le mouio al autor
a valerse de nouelas y cuentos agenos, auiendo
tanto que escriuir en los mios; sin duda se
deuio de atener al refran: «De paja y de heno,
&c.». Pues en verdad que en solo manifestar
mis pensamientos, mis sospiros, mis lagrimas,
mis buenos desseos y mis acometimientos
pudiera hazer vn volumen mayor, o tan
grande, que el que pueden hazer todas las
obras del Tostado. En efeto, lo que yo
alcanço, señor bachiller, es que para componer
historias y libros de qualquier suerte que sean, es
menester vn gran juyzio y vn maduro entendimiento;
dezir gracias y escriuir donayres es de
grandes ingenios; la mas discreta figura de la
comedia es la del bobo, porque no lo ha de
ser el que quiere dar a entender que es simple.
La historia es como cosa sagrada, porque ha
de ser verdadera, y donde está la verdad está
Dios, en quanto a verdad, pero no obstante esto
ay algunos que assi componen y arrojan libros
de si, como si fuessen buñuelos.''

``No ay libro tan malo'', dixo el bachiller,
``que no tenga algo bueno.''

``No ay duda en esso'', replicó don Quixote,
``pero muchas vezes acontece, que los que
tenian meritamente grangeada y alcançada gran
fama por sus escritos, en dandolos a la estampa,
la perdieron del todo, o la menoscabaron
en algo.''

``La causa desso es'', dixo Sanson, ``que como
las obras impressas se miran despacio,
facilmente se veen sus faltas, y tanto mas se
escudriñan quanto es mayor la fama del que las
compuso. Los hombres famosos por sus ingenios,
los grandes poetas, los ilustres historiadores,
siempre, o las mas vezes, son embidiados
de aquellos que tienen por gusto y por particular
entretenimiento juzgar los escritos agenos,
sin auer dado algunos propios a la luz del
mundo.''

``Esso no es de marauillar'', dixo don
Quixote, ``porque muchos teologos ay que no son
buenos para el pulpito, y son bonissimos para
conocer las faltas o sobras de los que
predican.''

``Todo esso es assi, señor don Quixote'',
dixo Carrasco; ``pero quisiera yo que los tales
censuradores fueran mas misericordiosos y menos
escrupulosos, sin atenerse a los atomos del
sol clarissimo de la obra de que murmuran,
que si
# unit L latinphrase
aliquando bonus dormitat Homerus,
# unit P text
consideren lo mucho que estuuo despierto por
dar la luz de su obra con la menos sombra
que pudiesse, y quiça podria ser que lo que a
ellos les parece mal, fuessen lunares que a las
vezes acrecientan la hermosura del rostro que
los tiene, y, assi, digo que es grandissimo el
riesgo a que se pone el que imprime vn libro,
siendo de toda impossibilidad impossible
componerle tal, que satisfaga y contente a todos
los que le leyeren.''

``El que de mi trata'', dixo don Quixote, ``a
pocos aura contentado.''

``Antes es al reues'', replicó Sanson, ``que
como de
# unit L latinphrase
stultorum infinitus est numerus,
# unit P text
infinitos son los que han gustado de la tal
historia. Y algunos han puesto falta y dolo en la
memoria del autor, pues se le oluida de contar
quién fue el ladron que hurtó el ruzio a Sancho,
que alli no se declara, y solo se infiere de
lo escrito que se le hurtaron, y de alli a poco le
vemos a cauallo sobre el mesmo jumento, sin
auer parecido; tambien dizen que se le oluidó
poner lo que Sancho hizo de aquellos cien
escudos que halló en la maleta en Sierra Morena,
que nunca mas los nombra, y ay muchos que
desean saber qué hizo dellos, o en qué los
gastó, que es vno de los puntos sustanciales que
faltan en la obra.''

Sancho respondio:

``Yo, señor Sanson, no estoy aora para
ponerme en cuentas ni cuentos; que me ha
tomado vn desmayo de estomago, que si no le
reparo con dos tragos de lo añejo me pondra
en la espina de Santa Lucia; en casa lo
tengo, mi oislo me aguarda, en acabando de
comer dare la buelta, y satisfare a vuessa
merced y a todo el mundo de lo que preguntar
quisieren, assi de la perdida del jumento, como
del gasto de los cien escudos.''

Y, sin esperar respuesta ni dezir otra palabra,
se fue a su casa. Don Quixote pidio y rogo al
bachiller se quedasse a hazer penitencia con
el; tuuo el bachiller el embite, quedose,
añadiose al ordinario vn par de pichones, tratose
en la mesa de cauallerias, siguiole el humor
Carrasco, acabose el banquete, durmieron la
siesta, boluio Sancho y renouose la platica
passada.


## <p004>
# chapter   4 IV
# unit N chapternum
Capitulo IV
# unit T title
Donde Sancho Pança satisfaze al bachiller
Sanson Carrasco de sus dudas y preguntas,
con otros sucessos dignos de saberse y de
contarse.
# unit P text
Boluio Sancho a casa de don Quixote, y
boluiendo al passado razonamiento, dixo:

``A lo que el señor Sanson dixo que se
desseaua saber quién, o cómo, o quándo se me
hurtó el jumento, respondiendo digo, que la
noche misma que huyendo de la Santa Hermandad
nos entramos en Sierra Morena, despues
de la auentura sin ventura de los galeotes,
y de la del difunto que lleuauan a Segouia, mi
señor y yo nos metimos entre vna espesura,
adonde mi señor, arrimado a su lança, y yo
sobre mi ruzio, molidos y cansados de las
passadas refriegas, nos pusimos a dormir como si
fuera sobre quatro colchones de pluma;
especialmente yo dormi con tan pesado sueño, que
quienquiera que fue tuuo lugar de llegar y
suspenderme sobre quatro estacas que puso a
los quatro lados de la albarda, de manera, que
me dexó a cauallo sobre ella y me sacó debaxo
de mi al ruzio, sin que yo lo sintiesse.''

``Esso es cosa facil'', dixo Sanson, ``y no
acontecimiento nueuo; que lo mesmo le sucedio
a Sacripante quando, estando en el cerco
de Albraca, con essa misma inuencion le sacó
el cauallo de entre las piernas aquel famoso
ladron llamado Brunelo.''

``Amanecio'', prosiguio Sancho, ``y apenas
me huue estremecido, quando, faltando las
estacas, di conmigo en el suelo vna gran caida,
miré por el jumento y no le vi, acudieronme
lagrimas a los ojos y hize vna lamentacion,
que si no la puso el autor de nuestra historia,
puede hazer cuenta que no puso cosa buena.
Al cabo de no se quántos dias, viniendo con la
señora princesa Micomicona, conoci mi asno,
y que venia sobre el en habito de gitano aquel
Gines de Passamonte, aquel embustero y
grandissimo maleador que quitamos mi señor y
yo de la cadena.''

``No está en esso el yerro'', replicó Sanson,
``sino en que antes de auer parecido el jumento,
dize el autor que yua a cauallo Sancho en el
mesmo ruzio.''

``A esso'', dixo Sancho, ``no se qué responder,
sino que el historiador se engañó o ya
seria descuido del impressor.''

``Assi es, sin duda'', dixo Sanson, ``pero, ¿qué
se hizieron los cien escudos?; ¿deshizieronse?''

Respondio Sancho:

Yo los gasté en pro de mi persona y de la
de mi muger y de mis hijos, y ellos han sido
causa de que mi muger lleue en paciencia los
caminos y carreras que he andado siruiendo a
mi señor don Quixote; que si al cabo de tanto
tiempo boluiera sin blanca y sin el jumento
a mi casa, negra ventura me esperaua; y si ay
mas que saber de mi, aqui estoy, que respondere
al mesmo rey en presona, y nadie tiene para
qué meterse en si truxe o no truxe, si gasté o no
gasté; que si los palos que me dieron en estos
viages se huuieran de pagar a dinero, aunque
no se tassaran sino a quatro marauedis cada
vno, en otros cien escudos no auia para
pagarme la mitad; y cada vno meta la mano en
su pecho y no se ponga a juzgar lo blanco por
negro y lo negro por blanco; que cada vno es
como Dios le hizo, y aun peor muchas vezes.''

``Yo tendre cuidado'', dixo Carrasco, ``de acusar
al autor de la historia que si otra vez la
imprimiere, no se le oluide esto que el buen
Sancho ha dicho, que sera realçarla vn buen
coto mas de lo que ella se está.''

``¿Ay otra cosa que enmendar en essa leyenda,
señor bachiller?'', preguntó don Quixote.

``Si deue de auer'', respondio el; ``pero
ninguna deue de ser de la importancia de las ya
referidas.''

``Y ¿por ventura'', dixo don Quixote,
``promete el autor segunda parte?''

``Si promete'', respondio Sanson; ``pero dize
que no ha hallado ni sabe quién la tiene, y, assi,
estamos en duda si saldra o no; y, assi, por esto,
como porque algunos dizen: «Nunca segundas
partes fueron buenas», y otros: «De las cosas de
don Quixote bastan las escritas», se duda que
no ha de auer segunda parte, aunque algunos
que son mas jouiales que saturninos dizen:
«Vengan mas quixotadas, embista don Quixote,
y hable Sancho Pança, y sea lo que fuere; que
con esso nos contentamos».''

``Y ¿a qué se atiene el autor?''

``A que'', respondio Sanson, ``en hallando
que halle la historia que el va buscando con
extraordinarias diligencias, la dara luego a la
estampa, lleuado mas del interes que de darla
se le sigue, que de otra alabança alguna.''

A lo que dixo Sancho:

``¿Al dinero y al interes mira el autor?
Marauilla sera que acierte, porque no hara sino
harbar, harbar como sastre en visperas de pasquas,
y las obras que se hazen a priessa nunca se
acaban con la perfecion que requieren; atienda
esse señor moro, o lo que es, a mirar lo que
haze; que yo y mi señor le daremos tanto ripio
a la mano en materia de auenturas y de
sucessos diferentes, que pueda componer no solo
segunda parte, sino ciento; deue de pensar el
buen hombre, sin duda, que nos dormimos
aqui en las pajas; pues tenganos el pie al
herrar y vera del que cosqueamos. Lo que yo se
dezir es que si mi señor tomasse mi consejo, ya
auiamos de estar en essas campañas deshaziendo
agrauios y endereçando tuertos, como es
vso y costumbre de los buenos andantes
caualleros.''

No auia bien acabado de dezir estas razones
Sancho, quando llegaron a sus oidos relinchos
de Rozinante, los quales relinchos tomó don
Quixote por felicissimo aguero, y determinó de
hazer de alli a tres o quatro dias otra salida, y,
declarando su intento al bachiller, le pidio consejo
por qué parte començaria su jornada; el qual le
respondio que era su parecer que fuesse al
reyno de Aragon y a la ciudad de Zaragoça,
adonde de alli a pocos dias se auian de hazer
vnas solenissimas justas por la fiesta de San
Iorge, en las quales podria ganar fama sobre
todos los caualleros aragonesses, que seria
ganarla sobre todos los del mundo. Alabole ser
honradissima y valentissima su determinacion,
y aduirtiole que anduuiesse mas atentado en
acometer los peligros, a causa que su vida no
era suya, sino de todos aquellos que le auian
de menester para que los amparasse y
socorriesse en sus desuenturas.

``Desso es lo que yo reniego, señor Sanson'',
dixo a este punto Sancho; ``que assi acomete
mi señor a cien hombres armados, como vn
muchacho goloso a media dozena de badeas;
¡cuerpo del mundo, señor bachiller, si, que tiempos
ay de acometer, y tiempos de retirar; si,
no ha de ser todo «Santiago, y cierra, España!»
Y mas, que yo he oido dezir, y creo que a mi
señor mismo, si mal no me acuerdo, que en
los estremos de cobarde y de temerario está el
medio de la valentia, y si esto es assi, no quiero
que huya sin tener para qué, ni que acometa
quando la demasia pide otra cosa; pero, sobre
todo, auiso a mi señor que si me ha de lleuar
consigo, ha de ser con condicion que el se lo ha
de batallar todo, y que yo no he de estar
obligado a otra cosa que a mirar por su persona en
lo que tocare a su limpieza y a su regalo; que
en esto yo le bailaré el agua delante; pero
pensar que tengo de poner mano a la espada,
aunque sea contra villanos malandrines de acha y
capellina, es pensar en lo escusado. Yo,
señor Sanson, no pienso grangear fama de
valiente, sino del mejor y mas leal escudero que
jamas siruio a cauallero andante; y si mi señor
don Quixote, obligado de mis muchos y buenos
seruicios, quisiere darme alguna insula de
las muchas que su merced dize que se ha de
topar por ay, recibire mucha merced en ello; y
quando no me la diere, nacido soy, y no ha
de viuir el hombre en oto de otro, sino de
Dios, y mas, que tan bien, y aun quiça mejor,
me sabra el pan desgouernado que siendo
gouernador. Y ¿se yo, por ventura, si en essos
gouiernos me tiene aparejada el diablo alguna
çancadilla donde tropiece y caiga y me haga
las muelas? Sancho naci y Sancho pienso
morir; pero si con todo esto, de buenas a buenas,
sin mucha solicitud y sin mucho riesgo, me
deparasse el cielo alguna insula o otra cosa
semejante, no soy tan necio que la desechasse;
que tambien se dize: «quando te dieren la
baquilla, corre con la soguilla», y «quando viene
el bien, metelo en tu casa».''

``Vos, hermano Sancho'', dixo Carrasco, ``aueis
hablado como vn cathedratico; pero con todo
esso confiad en Dios y en el señor don Quixote,
que os ha de dar vn reyno, no que vna
insula.''

``Tanto es lo demas como lo de menos'',
respondio Sancho; ``aunque sé dezir al señor
Carrasco, que no echará mi señor el reyno que
me diera en saco roto; que yo he tomado el
pulso a mi mismo, y me hallo con salud para
regir reynos y gouernar insulas, y esto ya otras
vezes lo he dicho a mi señor.''

``Mirad, Sancho'', dixo Sanson, ``que los
oficios mudan las costumbres, y podria ser que,
viendoos gouernador, no conociessedes a la
madre que os pario.''

``Esso alla se ha de entender'', respondio
Sancho, ``con los que nacieron en las maluas,
y no con los que tienen sobre el alma quatro
dedos de enjundia de christianos viejos como
yo los tengo: ¡no, sino llegaos a mi condicion,
que sabra vsar de desagradecimiento con
alguno!''

``Dios lo haga'', dixo don Quixote, ``y ello
dira quando el gouierno venga; que ya me
parece que le trayo entre los ojos.''

Dicho esto, rogo al bachiller que, si era
poeta, le hiziesse merced de componerle vnos
versos que tratassen de la despedida que pensaua
hazer de su señora Dulcinea del Toboso, y que
aduirtiesse que en el principio de cada verso
auia de poner vna letra de su nombre, de
manera, que al fin de los versos, juntando
las primeras letras, se leyesse Dulcinea del
Toboso.

El bachiller respondio que puesto que el
no era de los famosos poetas que auia en
España, que dezian que no eran sino tres y
medio, que no dexaria de componer los tales
metros, aunque hallaua vna dificultad grande en
su composicion a causa que las letras que
contenian el nombre eran diez y siete, y que si
hazia quatro castellanas de a quatro versos,
sobrara vna letra, y si de a cinco, a quien
llaman dezimas o redondillas, faltauan tres
letras; pero con todo esso procuraria embeuer
vna letra lo mejor que pudiesse, de manera, que
en las quatro castellanas se incluyesse el
nombre de Dulcinea del Toboso.

``Ha de ser assi en todo caso'', dixo don
Quixote; ``que si alli no va el nombre patente y
de manifiesto, no ay muger que crea que para
ella se hizieron los metros.''

Quedaron en esto y en que la partida seria de
alli a ocho dias; encargó don Quixote al
bachiller la tuuiesse secreta, especialmente al
cura y a maesse Nicolas y a su sobrina y al
ama, porque no estoruassen su honrada y
valerosa determinacion; todo lo prometio
Carrasco. Con esto se despidio, encargando a don
Quixote que de todos sus buenos o malos sucessos
le auisasse, auiendo comodidad, y, assi,
se despidieron, y Sancho fue a poner en orden
lo necessario para su jornada.


## <p005>
# chapter   5 V
# unit N chapternum
Capitulo V
# unit T title
De la discreta y graciosa platica que passó
entre Sancho Pança y su muger Teresa
Pança, y otros sucessos dignos de felice
recordacion.
# unit P text
Llegando a escriuir el traductor desta historia
este quinto capitulo, dize que le tiene por
apocrifo, porque en el habla Sancho Pança con
otro estilo del que se podia prometer de su
corto ingenio, y dize cosas tan sutiles, que no
tiene por possible que el las supiesse; pero que
no quiso dexar de traduzirlo, por cumplir con
lo que a su oficio deuia, y, assi, prosiguio
diziendo:

Llegó Sancho a su casa tan regozijado y
alegre, que su muger conocio su alegria a tiro de
ballesta, tanto, que la obligó a preguntarle:

``¿Qué traeis, Sancho amigo, que tan
alegre venis?''

A lo que el respondio:

``Muger mia, si Dios quisiera, bien me holgara
yo de no estar tan contento como muestro.''

``No os entiendo, marido'', replicó ella, ``y no
se qué quereis dezir en esso de que os holgaredes,
si Dios quisiera, de no estar contento;
que maguer tonta, no se yo quién recibe
gusto de no tenerle.''

``Mirad, Teresa'', respondio Sancho: ``yo estoy
alegre porque tengo determinado de boluer a
seruir a mi amo don Quixote, el qual quiere la
vez tercera salir a buscar las auenturas, y
yo bueluo a salir con el porque lo quiere assi
mi necessidad, junto con la esperança que me
alegra de pensar si podre hallar otros cien
escudos como los ya gastados, puesto que me
entristeze el auerme de apartar de ti y de mis
hijos; y si Dios quisiera darme de comer a pie
enxuto y en mi casa, sin traerme por vericuetos
y encrucijadas, pues lo podia hazer a poca
costa y no mas de quererlo, claro está que mi
alegria fuera mas firme y valedera, pues que la
que tengo va mezclada con la tristeza del
dexarte; assi, que dixe bien que holgara, si Dios
quisiera, de no estar contento.''

``Mirad, Sancho'', replicó Teresa; ``despues
que os hizistes miembro de cauallero andante,
hablais de tan rodeada manera, que no ay
quien os entienda.''

``Basta que me entienda Dios, muger'',
respondio Sancho, ``que El es el entendedor de
todas las cosas, y quedese esto aqui; y aduertid,
hermana, que os conuiene tener cuenta estos
tres dias con el ruzio, de manera, que esté para
armas tomar; dobladle los piensos, requerid
la albarda y las demas xarcias, porque no vamos
a bodas, sino a rodear el mundo, y a tener
dares y tomares con gigantes, con endriagos y
con vestiglos, y a oyr siluos, rugidos, bramidos
y baladros, y aun todo esto fuera flores de
cantueso, si no tuuieramos que entender con
yanguesses y con moros encantados.''

``Bien creo yo, marido'', replicó Teresa, ``que,
los escuderos andantes no comen el pan de
valde, y, assi, quedaré rogando a nuestro Señor
os saque presto de tanta mala ventura.''

``Yo os digo, muger'', respondio Sancho,
``que si no pensasse antes de mucho tiempo
verme gouernador de vna insula, aqui me
caeria muerto.''

``Esso no, marido mio'', dixo Teresa; ``viua
la gallina, aunque sea con su pepita; viuid vos,
y lleuese el diablo quantos gouiernos ay en el
mundo. Sin gouierno salistes del vientre de
vuestra madre, sin gouierno aueys viuido hasta
aora, y sin gouierno os yreys o os lleuarán a la
sepultura quando Dios fuere seruido. Como
essos ay en el mundo que viuen sin gouierno,
y no por esso dexan de viuir y de ser contados
en el numero de las gentes. La mejor salsa del
mundo es la hambre, y como esta no falta a
los pobres, siempre comen con gusto. Pero
mirad, Sancho, si por ventura os vieredes con
algun gouierno, no os oluideys de mi y de
vuestros hijos. Aduertid que Sanchico tiene ya
quinze años cabales, y es razon que vaya a la
escuela, si es que su tio, el abad, le ha de
dexar hecho de la Iglesia. Mirad tambien que
Mari Sancha, vuestra hija, no se morira si la
casamos, que me va dando barruntos que
dessea tanto tener marido como vos desseays
veros con gouierno, y en fin en fin, mejor
parece la hija mal casada que bien
abarraganada.''

``A buena fe'', respondio Sancho, ``que si
Dios me llega a tener algo que de gouierno,
que tengo de casar, muger mia, a Mari Sancha
tan altamente que no la alcancen sino con
llamarla señoria.''

``Esso no, Sancho'', respondio Teresa;
``casadla con su ygual, que es lo mas acertado;
que si de los çuecos la sacays a chapines y de
saya parda de catorzeno a verdugado y saboyanas
de seda, y de vna Marica y vn tu a vna
doña tal y señoria, no se ha de hallar la
mochacha y a cada paso ha de caer en mil faltas,
descubriendo la hilaza de su tela basta y
grossera.''

``Calla, boba'', dixo Sancho, ``que todo sera
vsarlo dos o tres años; que despues le vendra
el señorio y la grauedad como de molde, y
quando no, ¿qué importa? Sease ella señoria
y venga lo que viniere.''

``Medios, Sancho, con vuestro estado'',
respondio Teresa, ``no os querays alçar a mayores
y aduertid al refran que dize: al hijo de tu
vezino limpiale las narizes y metele en tu casa.
Por cierto que seria gentil cosa casar a nuestra
Maria con vn condazo, o con vn cauallerote
que quando se le antojase la pusiesse como
nueua, llamandola de villana, hija del
destripaterrones y de la pelaruecas. ¡No en mis dias,
marido; para esso por cierto he criado yo a mi
hija! Traed vos dineros, Sancho, y el casarla
dexadlo a mi cargo; que ai está Lope Tocho, el
hijo de Iuan Tocho, moço rollizo y sano, y que
le conocemos, y se que no mira de mal ojo a
la mochacha, y con este que es nuestro ygual
estara bien casada, y le tendremos siempre a
nuestros ojos, y seremos todos vnos, padres y
hijos, nietos y yernos, y andara la paz y la
bendicion de Dios entre todos nosotros, y no
casarmela vos aora en essas cortes y en essos
palacios grandes, adonde ni a ella la
entiendan ni ella se entienda.''

``Ven aca, bestia y muger de Barrabas'',
replicó Sancho; ``¿por qué quieres tu aora, sin
qué ni para qué, estoruarme que no case a mi
hija con quien me de nietos que se llamen
señoria? Mira, Teresa, siempre he oydo dezir a
mis mayores que el que no sabe gozar de la
ventura quando le viene, que no se deue quexar
si se le passa. Y no seria bien que, aora
que está llamando a nuestra puerta, se la
cerremos; dexemonos lleuar deste viento fauorable
que nos sopla.'' (Por este modo de hablar
y por lo que mas abaxo dize Sancho, dixo el
tradutor desta historia que tenia por apocrifo
este capitulo.)

``¿No te parece, animalia'', prosiguio Sancho,
``que sera bien dar con mi cuerpo en algun
gouierno prouechoso que nos saque el pie del
lodo? Y casesse a Mari Sancha con quien yo
quisiere, y veras como te llaman a ti doña
Teresa Pança, y te sientas en la iglesia sobre
alcatifa, almohadas y arambeles, a pesar y
despecho de las hidalgas del pueblo. No, sino
estaos siempre en vn ser, sin crecer ni
menguar, como figura de paramento, y en esto no
hablemos mas, que Sanchica ha de ser
condessa, aunque tu mas me digas.''

``¿Veis quanto dezis, marido?'', respondio
Teresa. ``Pues con todo esso temo que este
condado de mi hija ha de ser su perdicion;
vos hazed lo que quisieredes, ora la hagays
duquessa o princessa; pero seos dezir que no
sera ello con voluntad ni consentimiento mio.
Siempre, hermano, fuy amiga de la ygualdad,
y no puedo ver entonos sin fundamentos. Teresa
me pusieron en el bautismo, nombre mondo
y escueto, sin añadiduras, ni cortapisas, ni
arrequiues de dones ni donas; Cascajo se llamó
mi padre, y a mi, por ser vuestra muger, me
llaman Teresa Pança, que a buena razon me
auian de llamar Teresa Cascajo. Pero alla van
reyes do quieren leyes, y con este nombre me
contento, sin que me le pongan vn don encima
que pese tanto, que no le pueda lleuar, y no
quiero dar que dezir a los que me vieren andar
vestida a lo condesil o a lo de gouernadora,
que luego diran: «¡Mirad que entonada va la
pazpuerca: ayer no se hartaua de estirar de
vn copo de estopa, y yua a missa cubierta la
cabeça con la falda de la saya en lugar de
manto, y ya oy va con verdugado, con broches y con
entono, como si no la conociessemos!» Si Dios
me guarda mis siete o mis cinco sentidos, o los
que tengo, no pienso dar ocasion de verme en
tal aprieto. Vos, hermano, ydos a ser gouierno
o insulo, y entonaos a vuestro gusto; que mi
hija ni yo por el siglo de mi madre que no nos
hemos de mudar vn paso de nuestra aldea: la
muger honrada, la pierna quebrada y en casa;
y la donzella honesta, el hazer algo es su
fiesta; ydos con vuestro don Quixote a vuestras
auenturas y dexadnos a nosotras con nuestras
malas venturas; que Dios nos las mejorará
como seamos buenas. Y yo no se por cierto
quién le puso a el don que no tuuieron sus
padres ni sus aguelos.''

``Aora digo'', replicó Sancho, ``que tienes
algun familiar en esse cuerpo. ¡Valate Dios, la
muger, y qué de cosas has ensartado vnas en
otras, sin tener pies ni cabeça! ¿Qué tiene que
ver el Cascajo, los broches, los refranes y el
entono con lo que yo digo? Ven acá, mentecata
e ignorante, que assi te puedo llamar, pues
no entiendes mis razones y vas huyendo de la
dicha. Si yo dixera que mi hija se arrojara de
vna torre abaxo, o que se fuera por essos mundos,
como se quiso yr la infanta doña Vrraca,
tenias razon de no venir con mi gusto; pero si
en dos paletas y en menos de vn abrir y cerrar
de ojos te la chanto vn don y vna señoria
acuestas, y te la saco de los rastrojos, y te la
pongo en toldo y en peana y en vn estrado de
mas almohadas de velludo, que tuuieron moros
en su linage los Almohadas de Marruecos,
¿por qué no has de consentir y querer lo que
yo quiero?''

``¿Sabeys por qué, marido?'', respondio Teresa:
``por el refran que dize: Quien te cubre te
descubre. Por el pobre todos passan los ojos
como de corrida, y en el rico los detienen, y si
el tal rico fue vn tiempo pobre, alli es el
murmurar, y el mal dezir, y el peor perseuerar de
los maldizientes, que los ay por essas calles a
montones, como enxambres de abejas.''

``Mira, Teresa'', respondio Sancho, ``y escucha
lo que agora quiero dezirte, quiça no lo
auras oydo en todos los dias de tu vida, y yo
agora no hablo de mio; que todo lo que pienso
dezir son sentencias del padre predicador que
la quaresma passada predicó en este pueblo,
el qual, si mal no me acuerdo, dixo que todas
las cosas presentes que los ojos estan mirando
se presentan, estan y assisten en nuestra
memoria mucho mejor y con mas vehemencia
que las cosas passadas.'' (Todas estas razones
que aqui va diziendo Sancho son las segundas
por quien dize el tradutor que tiene por apocrifo
este capitulo, que exceden a la capacidad
de Sancho. El qual prosiguio diziendo:) ``De
donde nace que quando vemos alguna persona
bien adereçada y con ricos vestidos compuesta
y con ponpa de criados, parece que por
fuerça nos mueue y combida a que la tengamos
respeto, puesto que la memoria en aquel
instante nos represente alguna baxeza en que
vimos a la tal persona; la qual inominia, aora
sea de pobreza, o de linage, como ya passó,
no es, y solo es lo que vemos presente. Y si
este a quien la fortuna sacó del borrador de
su baxeza -- que por estas mesmas razones lo
dixo el padre --, a la alteza de su prosperidad,
fuere bien criado, liberal y cortés con
todos, y no se pusiere en cuentos con aquellos
que por antiguedad son nobles, ten por cierto,
Teresa, que no aura quien se acuerde de lo
que fue, sino que reuerencien lo que es, si no
fueren los inuidiosos, de quien ninguna
prospera fortuna está segura.''

``Yo no os entiendo, marido'', replicó Teresa;
``hazed lo que quisieredes y no me quebreys
mas la cabeça con vuestras arengas y retoricas.
Y si estays rebuelto en hazer lo que dezys...''

``Resuelto has de dezir, muger'', dixo Sancho,
``y no rebuelto.''

``No os pongays a disputar, marido, conmigo'',
respondio Teresa; ``yo hablo como Dios es
seruido y no me meto en mas dibuxos; y digo,
que si estays porfiando en tener gouierno, que
lleueys con vos a vuestro hijo Sancho, para
que desde agora le enseñeys a tener gouierno;
que bien es que los hijos hereden y aprendan
los oficios de sus padres.''

``En teniendo gouierno'', dixo Sancho, ``embiaré
por el por la posta, y te embiaré dineros
que no me faltarán, pues nunca falta quien se
los preste a los gouernadores quando no los
tienen, y vistele de modo que dissimule lo que
es y parezca lo que ha de ser.''

``Embiad vos dinero'', dixo Teresa, ``que yo
os lo vistire como vn palmito.''

``En efecto, ¿quedamos de acuerdo'', dixo
Sancho, ``de que ha de ser condessa nuestra
hija?''

``El dia que yo la viere condessa'', respondio
Teresa, ``esse hare cuenta que la entierro; pero
otra vez os digo que hagays lo que os diere
gusto; que con esta carga nacemos las mugeres
de estar obedientes a sus maridos aunque
sean vnos porros.''

Y, en esto, començo a llorar tan de veras como
si ya viera muerta y enterrada a Sanchica.
Sancho la consolo diziendole que ya que la
huuiesse de hazer condessa, la haria todo lo
mas tarde que ser pudiesse. Con esto se acabó
su platica, y Sancho boluio a ver a don Quixote
para dar orden en su partida.


## <p006>
# chapter   6 VI
# unit N chapternum
Capitulo VI
# unit T title
De lo que le passó a don Quixote con su sobrina
y con su ama, y es vno de los importantes
capitulos de toda la historia.
# unit P text
En tanto que Sancho Pança y su muger Teresa
Cascajo passaron la impertinente referida
platica, no estauan ociosas la sobrina y el ama
de don Quixote, que por mil señales yuan
coligiendo que su tio y señor queria desgarrarse
la vez tercera y boluer al exercicio de su, para
ellas, mal andante caualleria; procurauan por
todas las vias possibles apartarle de tan mal
pensamiento, pero todo era predicar en desierto
y majar en hierro frio. Con todo esto, entre
otras muchas razones que con el passaron, le
dixo el ama:

``En verdad, señor mio, que si vuessa merced
no afirma el pie llano y se está quedo en su
casa y se dexa de andar por los montes y por
los valles como anima en pena, buscando essas
que dizen que se llaman auenturas, a quien yo
llamo desdichas, que me tengo de quexar en
voz y en grita a Dios y al rey, que pongan
remedio en ello.''

A lo que respondio don Quixote:

``Ama, lo que Dios respondera a tus quexas
yo no lo se, ni lo que ha de responder su
magestad tan poco, y solo se que si yo fuera rey,
me escusara de responder a tanta infinidad de
memoriales impertinentes como cada dia le
dan; que vno de los mayores trabajos que los
reyes tienen entre otros muchos es el estar
obligados a escuchar a todos y a responder a
todos, y, assi, no querria yo que cosas mias le
diessen pesadumbre.''

A lo que dixo el ama:

``Diganos, señor, ¿en la corte de su magestad
no ay caualleros?''

``Si'', respondio don Quixote, ``y muchos, y
es razon que los aya para adorno de la grandeza
de los principes y para ostentacion de la
magestad real.''

``Pues ¿no seria vuessa merced'', replicó
ella, ``vno de los que a pie quedo siruiessen a
su rey y señor, estandose en la corte?''

``Mira, amiga'', respondio don Quixote, ``no
todos los caualleros pueden ser cortesanos, ni
todos los cortesanos pueden ni deuen ser
caualleros andantes; de todos ha de auer en el
mundo, y aunque todos seamos caualleros, va
mucha diferencia de los vnos a los otros: porque
los cortesanos, sin salir de sus aposentos
ni de los vmbrales de la corte, se passean por
todo el mundo, mirando vn mapa, sin costarles
blanca, ni padecer calor ni frio, hambre ni sed.
Pero nosotros los caualleros andantes verdaderos,
al sol, al frio, al ayre, a las inclemencias
del cielo, de noche y de dia, a pie y a cauallo,
medimos toda la tierra con nuestros mismos
pies. Y no solamente conocemos los enemigos
pintados, sino en su mismo ser, y en todo trance
y en toda ocasion los acometemos, sin mirar
en niñerias, ni en las leyes de los desafios, si
lleua o no lleua mas corta la lança o la espada,
si trae sobre si reliquias o algun engaño encubierto,
si se ha de partir y hazer tajadas el sol,
o no, con otras ceremonias deste jaez, que se
vsan en los desafios particulares de persona
a persona, que tu no sabes y yo si.

''Y has de saber mas: que el buen cauallero
andante, aunque vea diez gigantes que con las
cabeças no solo tocan, sino passan las nubes,
y que a cada vno le siruen de piernas dos
grandissimas torres, y que los braços semejan
arboles de gruessos y poderosos nauios, y cada
ojo como vna gran rueda de molino y mas
ardiendo que vn horno de vidrio, no le han de
espantar en manera alguna, antes con gentil
continente y con intrepido coraçon los ha de
acometer y embestir, y, si fuere possible,
vencerlos y desbaratarlos en vn pequeño instante,
aunque viniessen armados de vnas conchas de
vn cierto pescado que dizen que son mas
duras que si fuessen de diamantes, y en lugar de
espadas truxessen cuchillos tajantes de
damasquino azero, o porras ferradas con puntas
assimismo de azero, como yo las he visto mas de
dos vezes. Todo esto he dicho, ama mia, porque
veas la diferencia que ay de vnos caualleros
a otros, y seria razon que no huuiesse principe
que no estimasse en mas esta segunda, o
por mejor dezir, primera especie de caualleros
andantes; que, segun leemos en sus historias,
tal ha auido entre ellos, que ha sido la salud
no solo de vn reyno, sino de muchos.''

``¡A, señor mio!'', dixo a esta sazon la sobrina,
``aduierta vuessa merced que todo esso que
dize de los caualleros andantes es fabula y
mentira, y sus historias, ya que no las quemassen,
merecian que a cada vna se le echasse vn
sanbenito, o alguna señal en que fuesse conocida
por infame y por gastadora de las buenas
costumbres.''

``Por el Dios que me sustenta'', dixo don
Quixote, ``que si no fueras mi sobrina
derechamente, como hija de mi misma hermana, que
auia de hazer vn tal castigo en ti por la
blasfemia que has dicho, que sonara por todo el
mundo. ¿Cómo que es possible que vna rapaza
que apenas sabe menear doze palillos de randas
se atreua a poner lengua y a censurar las
historias de los caualleros andantes? ¿Qué dixera
el señor Amadis si lo tal oyera? Pero a
buen seguro que el te perdonara, porque fue el
mas humilde y cortés cauallero de su tiempo, y
demas, grande amparador de las donzellas; mas
tal te pudiera auer oydo, que no te fuera bien
dello; que no todos son cortesses ni bien
mirados: algunos ay follones y descomedidos. Ni
todos los que se llaman caualleros lo son de
todo en todo, que vnos son de oro, otros de
alquimia y todos parecen caualleros, pero no
todos pueden estar al toque de la piedra de la
verdad. Hombres baxos ay que rebientan por
parecer caualleros, y, caualleros altos ay que
parece que aposta mueren por parecer hombres
baxos; aquellos se lleuantan, o con la ambicion,
o con la virtud, estos se abaxan, o con
la floxedad, o con el vicio, y es mester
aprouecharnos del conocimiento discreto para
distinguir estas dos maneras de caualleros tan
parecidos en los nombres y tan distantes en las
acciones.''

``Valame Dios'', dixo la sobrina; ``que sepa
vuessa merced tanto, señor tio, que si fuesse
menester en vna necessidad, podria subir en vn
pulpito e yrse a predicar por essas calles, y
que, con todo esto, de en vna ceguera tan
grande y en vna sandez tan conocida, que se
de a entender que es valiente, siendo viejo,
que tiene fuerças, estando enfermo, y que
endereça tuertos, estando por la edad agobiado,
y, sobre todo, que es cauallero, no lo siendo,
porque aunque lo puedan ser los hidalgos, no
lo son los pobres.''

``Tienes mucha razon, sobrina, en lo que
dizes'', respondio don Quixote, ``y cosas te
pudiera yo dezir cerca de los linages, que te
admiraran, pero por no mezclar lo diuino con lo
humano, no las digo. Mirad, amigas, a quatro
suertes de linages, y estadme atentas, se
pueden reduzir todos los que ay en el mundo, que
son estas: vnos que tuuieron principios humildes
y se fueron estendiendo y dilatando hasta
llegar a vna suma grandeza; otros, que tuuieron
principios grandes y los fueron conseruando,
y los conseruan y mantienen en el ser que
començaron; otros, que aunque tuuieron
principios grandes, acauaron en punta como
piramide, auiendo diminuido y aniquilado su
principio hasta parar en nonada, como lo es la
punta de la piramide, que respeto de su bassa
o assiento no es nada; otros ay, y estos son los
mas, que ni tuuieron principio bueno, ni razonable
medio, y assi tendran el fin, sin nombre,
como el linage de la gente plebeya y
ordinaria.

''De los primeros que tuuieron principio
humilde y subieron a la grandeza que agora
conseruan te sirua de exemplo la casa Otomana,
que de vn humilde y baxo pastor que le dio
principio, está en la cumbre que le vemos.
Del segundo linage, que tuuo principio en
grandeza y la conserua sin aumentarla, seran
exemplo muchos principes que por herencia lo son,
y se conseruan en ella sin aumentarla ni
diminuirla, conteniendose en los limites de sus
estados pacificamente. De los que començaron
grandes y acabaron en punta ay millares de
exemplos. Porque todos los Faraones y Tolomeos
de Egypto, los Cesares de Roma, con toda
la caterba, si es que se le puede dar este
nombre, de infinitos principes, monarcas, señores,
medos, asirios, persas, griegos y barbaros,
todos estos linages y señorios han acabado en
punta y en nonada, assi ellos como los que les
dieron principio, pues no sera possible hallar
agora ninguno de sus decendientes, y si le
hallassemos, seria en baxo y humilde estado.
Del linage plebeyo no tengo que dezir, sino
que sirue solo de acrecentar el numero de los
que viuen, sin que merezcan otra fama ni otro
elogio sus grandezas.

``De todo lo dicho quiero que infirays, bobas
mias, que es grande la confusion que ay entre
los linages, y que solos aquellos parecen grandes
y illustres que lo muestran en la virtud y
en la riqueza y liberalidad de sus dueños. Dixe
virtudes, riquezas y liberalidades, porque el
grande que fuere vicioso sera vicioso grande,
y el rico no liberal sera vn auaro mendigo; que
al posseedor de las riquezas no le haze dichoso
el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas
como quiera, sino el saberlas bien gastar. Al
cauallero pobre no le queda otro camino para
mostrar que es cauallero, sino el de la virtud,
siendo afable, bien criado, cortés y comedido
y oficioso; no soberuio, no arrogante, no
murmurador y, sobre todo, caritatiuo; que con dos
marauedis que con animo alegre de al pobre,
se mostrará tan liberal como el que a campana
herida da limosna, y no aura quien le vea
adornado de las referidas virtudes que, aunque no
le conozca, dexe de juzgarle y tenerle por de
buena casta, y el no serlo seria milagro; y
siempre la alabança fue premio de la virtud, y
los virtuosos no pueden dexar de ser alabados.

''Dos caminos ay, hijas, por donde pueden yr
los hombres a llegar a ser ricos y honrados: el
vno es el de las letras, otro, el de las armas.
Yo tengo mas armas que letras, y naci, segun
me inclino a las armas, debaxo de la influencia
del planeta Marte; assi, que casi me es forçoso
seguir por su camino, y por el tengo de yr
a pesar de todo el mundo, y sera en valde
cansaros en persuadirme a que no quiera yo
lo que los cielos quieren, la fortuna ordena y
la razon pide y, sobre todo, mi voluntad dessea.
Pues con saber, como se, los innumerables
trabajos que son anexos al andante caualleria,
se tambien los infinitos bienes que se alcançan
con ella. Y se que la senda de la virtud es muy
estrecha, y el camino del vicio ancho y espacioso.
Y se que sus fines y paraderos son diferentes,
porque el del vicio, dilatado y espacioso,
acaba en muerte, y el de la virtud, angosto
y trabajoso, acaba en vida, y no en vida que se
acaba, sino en la que no tendra fin. Y se, como
dize el gran poeta castellano nuestro, que:

# unit Q spanishverse
``Por estas asperezas se camina ÷
de la inmortalidad al alto asiento, ÷
do nunca arriba, quien de alli declina.''

# unit P text
``¡Ay desdichada de mi!'', dixo la sobrina,
``que tambien mi señor es poeta. Todo lo sabe,
todo lo alcança; yo apostaré que si quisiera
ser albañil, que supiera fabricar vna casa como
vna xaula.''

``Yo te prometo, sobrina'', respondio don
Quixote, ``que si estos pensamientos cauallerescos
no me lleuassen tras si todos los sentidos,
que no auria cosa que yo no hiziesse, ni
curiosidad que no saliesse de mis manos,
especialmente xaulas y palillos de dientes.''

A este tiempo llamaron a la puerta, y
preguntando quién llamaua, respondio Sancho
Pança que el era, y apenas le huuo conocido
el ama, quando corrio a esconderse por no
verle: tanto le aborrecia. Abriole la sobrina,
salio a recebirle con los braços abiertos su señor
don Quixote, y encerraronse los dos en su
aposento, donde tuuieron otro coloquio que no le
haze ventaja el passado.


## <p007>
# chapter   7 VII
# unit N chapternum
Capitulo VII
# unit T title
De lo que passó don Quixote con su escudero,
con otros sucessos famosissimos.
# unit P text
Apenas vio el ama que Sancho Pança se
encerraua con su señor, quando dio en la
cuenta de sus tratos, y, imaginando que de
aquella consulta auia de salir la resolucion de
su tercera salida, y, tomando su manto, toda
llena de congoxa y pesadumbre, se fue a buscar
al bachiller Sanson Carrasco, pareciendole
que por ser bien hablado y amigo fresco de su
señor, le podria persuadir a que dexasse tan
desuariado proposito.

Hallole passeandose por el patio de su casa, y,
viendole, se dexó caer ante sus pies, trasudando
y congoxosa. Quando la vio Carrasco con
muestras tan doloridas y sobresaltadas, le dixo:

``¿Qué es esto, señora ama? ¿Qué le ha
acontecido, que parece que se le quiere arrancar
el alma?''

``No es nada, señor Sanson mio, sino que mi
amo se sale, salese sin duda.''

``Y ¿por dónde se sale, señora?'', preguntó
Sanson. ``¿Hasele roto alguna parte de su
cuerpo?''

``No se sale'', respondio ella, ``sino por la
puerta de su locura. Quiero dezir, señor bachiller
de mi anima, que quiere salir otra vez, que
con esta sera la tercera, a buscar por esse
mundo lo que el llama venturas, que yo no
puedo entender como les da este nombre. La
vez primera nos le boluieron atrauesado sobre
vn jumento, molido a palos. La segunda vino
en vn carro de bueyes, metido y encerrado en
vna xaula, adonde el se daua a entender que
estaua encantado, y venia tal el triste, que no
le conociera la madre que le pario: flaco,
amarillo, los ojos hundidos en los vltimos
camaranchones del celebro; que para auerle de boluer
algun tanto en si, gasté mas de seiscientos
hueuos, como lo sabe Dios y todo el mundo, y
mis gallinas que no me dexarán mentir.''

``Esso creo yo muy bien'', respondio el
bachiller; ``que ellas son tan buenas, tan gordas y
tan bien criadas, que no diran vna cosa por
otra si rebentassen. En efecto, señora ama, ¿no
ay otra cosa, ni ha sucedido otro desman
alguno, sino el que se teme que quiere hazer el
señor don Quixote?''

``No, señor'', respondio ella.

``Pues no tenga pena'', respondio el bachiller,
``sino vayase en hora buena a su casa, y
tengame adereçado de almorzar alguna cosa
caliente, y, de camino, vaya rezando la oracion
de Santa Apolonia, si es que la sabe; que yo yre
luego alla y vera marauillas.''

``Cuytada de mi'', replicó el ama: ``la oracion
de Santa Apolonia dize vuessa merced que
reze; esso fuera si mi amo lo huuiera de las
muelas, pero no lo ha sino de los cascos.''

``Yo se lo que digo, señora ama; vayase y
no se ponga a disputar conmigo, pues sabe que
soy bachiller por Salamanca, que no ay mas
que bachillear'', respondio Carrasco.

Y, con esto, se fue el ama, y el bachiller fue
luego a buscar al cura, a comunicar con el lo
que se dira a su tiempo.

En el que estuuieron encerrados don Quixote
y Sancho passaron las razones que con mucha
puntualidad y verdadera relacion cuenta la
historia. Dixo Sancho a su amo:

``Señor, ya yo tengo reluzida a mi muger a
que me dexe yr con vuessa merced adonde
quisiere lleuarme.''

``Reduzida has de dezir, Sancho'', dixo don
Quixote, ``que no reluzida.''

``Vna o dos vezes'', respondio Sancho, ``si
mal no me acuerdo, he suplicado a vuessa
merced que no me emiende los vocablos, si es
que entiende lo que quiero dezir en ellos, y que
quando no los entienda, diga, «Sancho, o diablo,
no te entiendo»; y si yo no me declarare,
entonces podra emendarme; que yo soy tan focil.''

``No te entiendo, Sancho'', dixo luego don
Quixote, ``pues no se qué quiere dezir soy
tan focil.''

``Tan focil quiere dezir'', respondio Sancho,
``Soy tan assi.''

``Menos te entiendo agora'', replicó don
Quixote.

``Pues si no me puede entender'', respondio
Sancho, ``no se cómo lo diga; no se mas, y
Dios sea conmigo.''

``Ya, ya caygo'', respondio don Quixote, ``en
ello. Tu quieres dezir que eres tan docil, blando
y mañero, que tomarás lo que yo te dixere, y
passarás por lo que te enseñare.''

``Apostaré yo'', dixo Sancho, ``que desde el
emprincipio me caló y me entendio, sino que
quiso turbarme por oyrme dezir otras
docientas patochadas.''

``Podra ser'', replicó don Quixote; ``y, en
efecto, ¿qué dize Teresa?''

``Teresa dize'', dixo Sancho, ``que ate bien
mi dedo con vuessa merced, y que hablen
cartas y callen barbas, porque quien destaja no
baraja, pues mas vale vn toma que dos te dare.
Y yo digo que el consejo de la muger es poco,
y el que no le toma es loco.''

``Y yo lo digo tambien'', respondio don
Quixote. ``Dezid, Sancho amigo; passá adelante,
que hablays oy de perlas.''

``Es el caso'', replicó Sancho, ``que como
vuessa merced mejor sabe, todos estamos
sugetos a la muerte, y que oy somos y mañana
no, y que tan presto se va el cordero como el
carnero, y que nadie puede prometerse en
este mundo mas horas de vida de las que
Dios quisiere darle, porque la muerte es sorda,
y quando llega a llamar a las puertas de nuestra
vida, siempre va de priesa, y no la haran
detener ni ruegos, ni fuerças, ni ceptros, ni
mitras, segun es publica voz y fama, y segun nos
lo dizen por essos pulpitos.''

``Todo esso es verdad'', dixo don Quixote.
``Pero no se donde vas a parar.''

``Voy a parar'', dixo Sancho, ``en que vuessa
merced me señale salario conocido de lo que
me ha de dar cada mes, el tiempo que le
siruiere, y que el tal salario se me pague de su
hazienda; que no quiero estar a mercedes que
llegan tarde, o mal, o nunca; con lo mio me
ayude Dios. En fin, yo quiero saber lo que gano,
poco o mucho que sea; que sobre vn hueuo
pone la gallina, y muchos pocos hazen vn mucho,
y mientras se gana algo no se pierde nada.
Verdad sea, que si sucediesse, lo qual ni lo
creo, ni lo espero, que vuessa merced me diesse
la insula que me tiene prometida, no soy tan
ingrato, ni lleuo las cosas tan por los cabos,
que no querre que se aprecie lo que montare
la renta de la tal insula, y se descuente de mi
salario gata por cantidad.''

``Sancho amigo'', respondio don Quixote, ``a
las vezes tan buena suele ser vna gata como
vna rata.''

``Ya entiendo'', dixo Sancho: ``yo apostaré
que auia de dezir rata y no gata, pero no
importa nada, pues vuessa merced me ha
entendido.''

``Y tan entendido'', respondio don Quixote,
``que he penetrado lo vltimo de tus pensamientos,
y se al blanco que tiras con las inumerables
saetas de tus refranes. Mira, Sancho, yo bien
te señalaria salario, si huuiera hallado en alguna
de las historias de los caualleros andantes
exemplo que me descubriesse y mostrasse por algun
pequeño resquicio, qué es lo que solian ganar
cada mes o cada año; pero yo he leydo todas,
o las mas de sus historias, y no me acuerdo
auer leydo que ningun cauallero andante aya
señalado conocido salario a su escudero. Solo
se que todos seruian a merced, y que quando
menos se lo pensauan, si a sus señores les auia
corrido bien la suerte, se hallauan premiados
con vna insula o con otra cosa equiualente, y,
por lo menos, quedauan con titulo y señoria.
Si con estas esperanças y aditamentos vos,
Sancho, gustais de boluer a seruirme, sea en buena
hora; que pensar que yo he de sacar de sus
terminos y quicios la antigua vsança de la
caualleria andante, es pensar en lo escusado.
Assi que, Sancho mio, bolueos a vuestra casa y
declarad a vuestra Teresa mi intencion, y si
ella gustare y vos gustaredes de estar a merced
conmigo,
# unit L latinphrase
bene quidem,
# unit P text
y si no, tan amigos como
de antes; que si al palomar no le falta cebo, no
le faltarán palomas. Y aduertid, hijo, que vale
mas buena esperança que ruin possession, y
buena quexa que mala paga. Hablo de esta
manera, Sancho, por daros a entender que tambien
como vos se yo arrojar refranes como llouidos.
Y, finalmente, quiero dezir, y os digo, que si
no quereys venir a merced conmigo, y correr la
suerte que yo corriere, que Dios quede con vos
y os haga vn santo; que a mi no me faltarán
escuderos mas obedientes, mas solicitos y no
tan empachados, ni tan habladores como vos.''

Quando Sancho oyo la firme resolucion de
su amo, se le anubló el cielo y se le cayeron
las alas del coraçon, porque tenia creydo que
su señor no se yria sin el por todos los aueres
del mundo, y, assi, estando suspenso y pensatiuo,
entró Sanson Carrasco y la sobrina,
desseosos de oyr con qué razones persuadia a
su señor que no tornasse a buscar las auenturas.
Llegó Sanson, socarron famoso, y, abraçandole
como la vez primera, y con voz leuantada,
le dixo:

``¡O flor de la andante caualleria, o luz
resplandeciente de las armas, o honor y espejo de
la nacion española!; plega a Dios todopoderoso
donde mas largamente se contiene, que la
persona o personas que pusieren impedimento
y estoruaren tu tercera salida, que no la hallen
en el laberinto de sus desseos, ni jamas se les
cumpla lo que mas dessearen.''

Y, boluiendose al ama, le dixo:

``Bien puede la señora ama no rezar mas la
oracion de Santa Apolonia; que yo se que es
determinacion precisa de las esferas que el
señor don Quixote buelua a executar sus altos
y nueuos pensamientos, y yo encargaria mucho
mi conciencia si no intimasse y persuadiesse a
este cauallero que no tenga mas tiempo encogida
y detenida la fuerça de su valeroso braço
y la bondad de su animo valentissimo, porque
defrauda con su tardança el derecho de los
tuertos, el amparo de los huerfanos, la honra
de las donzellas, el fauor de las viudas y el
arrimo de las casadas, y otras cosas deste jaez,
que tocan, atañen, dependen y son anejas a la
orden de la caualleria andante. Ea, señor don
Quixote mio, hermoso y brauo, antes oy que
mañana se ponga vuessa merced y su grandeza
en camino, y si alguna cosa faltare para ponerle
en execucion, aqui estoy yo para suplirla
con mi persona y hazienda, y si fuere necessidad
seruir a tu magnificencia de escudero,
lo tendre a felicissima ventura.''

A esta sazon dixo don Quixote, boluiendose
a Sancho:

``¿No te dixe yo, Sancho, que me auian de
sobrar escuderos? Mira quién se ofrece a serlo
sino el inaudito bachiller Sanson Carrasco,
perpetuo trastulo y regozijador de los
patios de las escuelas salmanticenses, sano de
su persona, agil de sus miembros, callado,
sufridor assi del calor como del frio, assi de la
hambre como de la sed, con todas aquellas
partes que se requieren para ser escudero de
vn cauallero andante; pero no permita el
cielo que por seguir mi gusto desxarrete y
quiebre la coluna de las letras y el vaso de las
ciencias y tronque la palma eminente de las
buenas y liberales artes. Quedese el nueuo
Sanson en su patria, y, honrandola, honre
juntamente las canas de sus ancianos padres;
que yo con qualquier escudero estare contento,
ya que Sancho no se digna de venir conmigo.''

``Si digno'', respondio Sancho, enternecido y
llenos de lagrimas los ojos, y prosiguio: ``No
se dira por mi, señor mio, «el pan comido y la
compañia desecha»; si, que no vengo yo de
alguna alcurnia desagradecida; que ya sabe
todo el mundo, y especialmente mi pueblo,
quién fueron los Panças de quien yo deciendo,
y mas, que tengo conocido y calado por
muchas buenas obras y por mas buenas
palabras el desseo que vuessa merced tiene de
hazerme merced, y si me he puesto en cuentas
de tanto mas quanto acerca de mi salario, ha
sido por complazer a mi muger, la qual quando
toma la mano a persuadir vna cosa, no ay
maço que tanto apriete los aros de vna cuba
como ella aprieta a que se haga lo que quiere;
pero, en efeto, el hombre ha de ser hombre,
y la muger, muger, y pues yo soy hombre
dondequiera, que no lo puedo negar, tambien
lo quiero ser en mi casa, pese a quien pesare;
y, assi, no ay mas que hazer sino que vuessa
merced ordene su testamento con su codicilo,
en modo que no se pueda rebolcar, y pongamonos
luego en camino, porque no padezca el
alma del señor Sanson, que dize que su
conciencia le lita que persuada a vuessa merced
a salir vez tercera por esse mundo; y yo de
nueuo me ofrezco a seruir a vuessa merced
fiel y legalmente, tambien y mejor que quantos
escuderos han seruido a caualleros andantes
en los passados y presentes tiempos.''

Admirado quedó el bachiller de oir el
termino y modo de hablar de Sancho Pança, que,
puesto que auia leido la primera historia de su
señor, nunca creyo que era tan gracioso como
alli le pintan; pero oyendole dezir aora
testamento y codicilo que no se pueda rebolcar, en
lugar de testamento y codicilo que no se pueda
reuocar, creyo todo lo que del auia leido, y
confirmolo por vno de los mas solenes mentecatos
de nuestros siglos, y dixo entre si que
tales dos locos como amo y moço no se aurian
visto en el mundo.

Finalmente, don Quixote y Sancho se
abraçaron y quedaron amigos, y con parecer y
beneplacito del gran Carrasco, que por entonces
era su oraculo, se ordenó que de alli a tres
dias fuesse su partida, en los quales auria
lugar de adereçar lo necessario para el viage,
y de buscar vna celada de encaxe, que en
todas maneras dixo don Quixote que la auia
de lleuar. Ofreciosela Sanson, porque sabia no
se la negaria vn amigo suyo que la tenia,
puesto que estaua mas escura por el orin y el
moho que clara y limpia por el terso acero.

Las maldiciones que las dos, ama y
sobrina, echaron al bachiller no tuuieron cuento;
mesaron sus cabellos, arañaron sus rostros, y
al modo de las endechaderas que se
vsauan, lamentauan la partida como si fuera
la muerte de su señor. El designo que tuuo
Sanson para persuadirle a que otra vez saliesse
fue hazer lo que adelante cuenta la historia,
todo por consejo del cura y del barbero, con
quien el antes lo auia comunicado.

En resolucion, en aquellos tres dias don
Quixote y Sancho se acomodaron de lo que
les parecio conuenirles, y, auiendo aplacado
Sancho a su muger, y don Quixote a su sobrina
y a su ama, al anochecer, sin que nadie lo
viesse sino el bachiller, que quiso acompañarles
media legua del lugar, se pusieron en
camino del Toboso, Don Quixote sobre su buen
Rocinante y Sancho sobre su antiguo ruzio,
proueidas las alforjas de cosas tocantes a la
bucolica, y la bolsa, de dineros, que le dio don
Quixote para lo que se ofreciesse. Abraçole
Sanson y suplicole le auisasse de su buena o
mala suerte, para alegrarse con esta o
entristecerse con aquella, como las leyes de su
amistad pedian; prometioselo don Quixote, dio
Sanson la buelta a su lugar, y los dos tomaron
la de la gran ciudad del Toboso.


## <p008>
# chapter   8 VIII
# unit N chapternum
Capitulo VIII
# unit T title
Donde se cuenta lo que le sucedio a don
Quixote, yendo a ver su señora Dulcinea
del Toboso.
# unit P text
¡Bendito sea el poderoso Ala!, dize Hamete
Benengeli al comienço deste octauo capitulo;
¡bendito sea Ala!, repite tres vezes, y dize que
da estas bendiciones por ver que tiene ya en
campaña a don Quixote y a Sancho, y que los
letores de su agradable historia pueden hazer
cuenta que desde este punto comiençan las hazañas
y donaires de don Quixote y de su escudero;
persuadeles que se les oluiden las passadas
cauallerias del ingenioso hidalgo, y pongan
los ojos en las que estan por venir, que desde
agora en el camino del Toboso comiençan,
como las otras començaron en los campos de
Montiel, y no es mucho lo que pide para tanto
como el promete, y, assi, prosigue diziendo:

Solos quedaron don Quixote y Sancho, y
apenas se huuo apartado Sanson, quando
començo a relinchar Rocinante y a sospirar el
ruzio, que de entrambos, cauallero y escudero,
fue tenido a buena señal y por felicissimo
aguero, aunque, si se ha de contar la
verdad, mas fueron los sospiros y rebuznos del
ruzio que los relinchos del rocin, de donde
coligio Sancho que su ventura auia de
sobrepujar y ponerse encima de la de su señor,
fundandose no se si en astrologia judiciaria
que el se sabia, puesto que la historia no lo
declara; solo le oyeron dezir que quando
tropeçaua o caia, se holgara no auer salido de
casa, porque del tropeçar o caer no se sacaua
otra cosa sino el çapato roto o las costillas
quebradas, y aunque tonto, no andaua en esto muy
fuera de camino.

Dixole don Quixote:

``Sancho amigo, la noche se nos va entrando
a mas andar y con mas escuridad de la que
auiamos menester para alcançar a ver con el
dia al Toboso, adonde tengo determinado de
yr antes que en otra auentura me ponga, y alli
tomaré la bendicion y buena licencia de la sin
par Dulcinea, con la qual licencia pienso y
tengo por cierto de acabar y dar felice cima a
toda peligrosa auentura, porque ninguna cosa
desta vida haze mas valientes a los caualleros
andantes que verse fauorecidos de sus damas.''

``Yo assi lo creo'', respondio Sancho; ``pero
tengo por dificultoso que vuessa merced pueda
hablarla, ni verse con ella en parte, a lo menos,
que pueda recebir su bendicion, si ya no se la
echa desde las bardas del corral, por donde yo
la vi la vez primera, quando le lleué la carta
donde yuan las nueuas de las sandezes y
locuras que vuessa merced quedaua haziendo en
el coraçon de Sierra Morena.''

``¿Bardas de corral se te antojaron aquellas,
Sancho'', dixo don Quixote, ``adonde o por
donde viste aquella jamas bastantemente
alabada gentileza y hermosura? No deuian de ser
sino galerias, o corredores, o lonjas, o como
las llaman, de ricos y reales palacios.''

``Todo pudo ser'', respondio Sancho, ``pero
a mi bardas me parecieron, si no es que soy
falto de memoria.''

``Con todo esso, vamos alla, Sancho'', replicó
don Quixote; ``que como yo la vea, esso se me
da que sea por bardas que por ventanas, o por
resquicios, o verjas de jardines; que qualquier
rayo que del sol de su belleza llegue a mis
ojos alumbrará mi entendimiento y fortalezera
mi coraçon de modo, que quede vnico
y sin ygual en la discrecion y en la valentia.''

``Pues en verdad, señor'', respondio Sancho,
``que quando yo vi esse sol de la señora
Dulcinea del Toboso, que no estaua tan claro que
pudiesse echar de si rayos algunos, y deuio de
ser que como su merced estaua ahechando
aquel trigo que dixe, el mucho poluo que sacaua
se le puso como nube ante el rostro y se le
escurecio.''

``¡Que todauia das, Sancho'', dixo don Quixote,
``en dezir, en pensar, en creer y en porfiar
que mi señora Dulcinea ahechaua trigo, siendo
esso vn menester y exercicio que va desuiado
de todo lo que hazen y deuen hazer las personas
principales que estan constituidas y guardadas
para otros exercicios y entretenimientos,
que muestran a tiro de ballesta su principalidad!
Mal se te acuerdan a ti, o Sancho, aquellos
versos de nuestro poeta, donde nos pinta
las labores que hazian, alla en sus moradas de
cristal, aquellas quatro ninfas que del Tajo
amado sacaron las cabeças, y se sentaron a
labrar en el prado verde aquellas ricas telas que
alli el ingenioso poeta nos descriue, que todas
eran de oro, sirgo y perlas contestas y texidas.
Y desta manera deuia de ser el de mi
señora quando tu la viste, sino que la embidia
que algun mal encantador deue de tener a mis
cosas, todas las que me han de dar gusto trueca
y buelue en diferentes figuras que ellas tienen,
y, assi, temo que en aquella historia que
dizen que anda impressa de mis hazañas, si
por ventura ha sido su autor algun sabio mi
enemigo, aura puesto vnas cosas por otras,
mezclando con vna verdad mil mentiras,
diuertiendose a contar otras acciones fuera de lo
que requiere la continuacion de vna verdadera
historia. ¡O embidia, rayz de infinitos males y
carcoma de las virtudes! Todos los vicios,
Sancho, traen vn no se qué de deleyte consigo;
pero el de la embidia no trae sino disgustos,
rancores y rabias.''

``Esso es lo que yo digo tambien'', respondio
Sancho, ``y pienso que en essa leyenda o historia
que nos dixo el bachiller Carrasco que de
nosotros auia visto, deue de andar mi honra a
coche aca, cinchado, y, como dizen, al estricote,
aqui y alli, barriendo las calles. Pues a fe
de bueno, que no he dicho yo mal de ningun
encantador ni tengo tantos bienes que pueda ser
embidiado; bien es verdad que soy algo
malicioso y que tengo mis ciertos assomos de
vellaco; pero todo lo cubre y tapa la gran capa
de la simpleza mia, siempre natural y nunca
artificiosa, y quando otra cosa no tuuiesse sino
el creer, como siempre creo, firme y verdaderamente,
en Dios y en todo aquello que tiene y
cree la santa Iglesia Catolica Romana, y el ser
enemigo mortal, como lo soy, de los judios,
deuian los historiadores tener misericordia de
mi y tratarme bien en sus escritos; pero digan
lo que quisieren, que desnudo naci, desnudo me
hallo, ni pierdo ni gano; aunque por verme
puesto en libros y andar por esse mundo de
mano en mano, no se me da vn higo que digan
de mi todo lo que quisieren.''

``Esso me parece, Sancho'', dixo don Quixote,
``a lo que sucedio a vn famoso poeta destos
tiempos, el qual, auiendo hecho vna maliciosa
satira contra todas las damas cortesanas, no
puso ni nombró en ella a vna dama que se
podia dudar si lo era o no; la qual, viendo que
no estaua en la lista de las demas, se quexó al
poeta, diziendole que qué auia visto en ella
para no ponerla en el numero de las otras,
y que alargasse la satira y la pusiesse en el
ensanche; si no, que mirasse para lo que auia
nacido; hizolo assi el poeta, y pusola qual no
digan dueñas, y ella quedó satisfecha por verse
con fama, aunque infame; tambien viene con
esto lo que cuentan de aquel pastor que puso
fuego y abrasó el templo famoso de Diana,
contado por vna de las siete marauillas del
mundo, solo porque quedasse viuo su nombre
en los siglos venideros; y aunque se mandó
que nadie le nombrasse ni hiziesse por palabra
o por escrito mencion de su nombre, porque
no consiguiesse el fin de su desseo, todauia se
supo que se llamaua Erostrato; tambien alude
a esto lo que sucedio al grande emperador
Carlo Quinto con vn cauallero en Roma.

''Quiso ver el emperador aquel famoso templo
de la Rotunda, que en la antiguedad se
llamó el templo de todos los dioses, y aora, con
mejor vocacion, se llama de todos los santos,
y es el edificio que mas entero ha quedado de
los que alçó la gentilidad en Roma, y es el
que mas conserua la fama de la grandiosidad
y magnificencia de sus fundadores. El es de
hechura de vna media naranja, grandissimo en
estremo y está muy claro, sin entrarle otra luz
que la que le concede vna ventana o, por
mejor dezir, claraboya redonda que está en su
cima, desde la qual mirando el emperador el
edificio, estaua con el y a su lado vn cauallero
romano declarandole los primores y sutilezas
de aquella gran maquina y memorable arquitetura,
y, auiendose quitado de la claraboya,
dixo al emperador:

«Mil vezes, sacra magestad, me vino
desseo de abraçarme con vuestra magestad y
arrojarme de aquella claraboya abaxo por
dexar de mi fama eterna en el mundo.»

«Yo os agradezco», respondio el emperador,
«el no auer puesto tan mal pensamiento en
efeto, y de aqui adelante no os pondre yo
en ocasion que boluais a hazer prueua de
vuestra lealtad, y, assi, os mando que jamas
me hableis, ni esteis donde yo estuuiere»,
y tras estas palabras le hizo vna gran merced.

''Quiero dezir, Sancho, que el desseo de
alcançar fama es actiuo en gran manera: ¿quién
piensas tu que arrojó a Horacio del puente
abaxo, armado de todas armas, en la profundidad
del Tibre?; ¿quién abrasó el braço y la
mano a Mucio?; ¿quién impelio a Curcio a lançarse
en la profunda sima ardiente que aparecio
en la mitad de Roma?; ¿quién contra todos
los agueros que en contra se le auian mostrado,
hizo passar el Rubicon a Iulio Cesar?;
y, con exemplos mas modernos, ¿quién barrenó
los nauios y dexó en seco y aislados los
valerosos españoles guiados por el cortesissimo
Cortés en el nueuo mundo? Todas estas,
y otras grandes y diferentes hazañas son,
fueron y seran obras de la fama que los mortales
dessean como premios y parte de la inmortalidad
que sus famosos hechos merecen, puesto
que los christianos, catolicos y andantes
caualleros mas auemos de atender a la gloria de
los siglos venideros, que es eterna en las
regiones etereas y celestes, que a la vanidad de la
fama que en este presente y acabable siglo
se alcança; la qual fama, por mucho que dure,
en fin se ha de acabar con el mesmo mundo,
que tiene su fin señalado; assi, o Sancho, que
nuestras obras no han de salir del limite que
nos tiene puesto la religion christiana que
professamos. Hemos de matar en los gigantes
a la soberuia; a la embidia, en la generosidad
y buen pecho; a la ira, en el reposado
continente y quietud del animo; a la gula y al
sueño, en el poco comer que comemos y en el
mucho velar que velamos; a la lujuria y
lasciuia, en la lealtad que guardamos a las que
hemos hecho señoras de nuestros pensamientos;
a la pereza, con andar por todas las partes
del mundo buscando las ocasiones que nos
puedan hazer y hagan, sobre christianos,
famosos caualleros. Ves aqui, Sancho, los medios
por donde se alcançan los estremos de
alabanças que consigo trae la buena fama.''

``Todo lo que vuessa merced hasta aqui me
ha dicho'', dixo Sancho, ``lo he entendido muy
bien, pero con todo esso querria que vuessa
merced me sorbiesse vna duda que agora en
este punto me ha venido a la memoria.''

``Assoluiesse quieres dezir, Sancho'', dixo
don Quixote; ``di en buenora; que yo
respondere lo que supiere.''

``Digame, señor'', prosiguio Sancho, ``essos
Iulios o Agostos, y todos essos caualleros
hazañosos que ha dicho, que ya son muertos,
¿dónde estan agora?''

``Los gentiles'', respondio don Quixote, ``sin
duda estan en el infierno; los christianos, si
fueron buenos christianos, o estan en el
purgatorio o en el cielo.''

``Está bien'', dixo Sancho, ``pero sepamos
aora, essas sepulturas donde estan los cuerpos
dessos señorazos, ¿tienen delante de si lamparas
de plata, o estan adornadas las paredes de
sus capillas de muletas, de mortajas, de
cabelleras, de piernas y de ojos de cera? Y si desto
no, ¿de qué estan adornadas?''

A lo que respondio don Quixote:

``Los sepulcros de los gentiles fueron por la
mayor parte suntuosos templos; las cenizas del
cuerpo de Iulio Cesar se pusieron sobre vna
piramide de piedra de desmesurada grandeza,
a quien oy llaman en Roma la Aguja de San
Pedro. Al emperador Adriano le siruio de
sepultura vn castillo tan grande como vna buena
aldea, a quien llamaron
# unit L latinphrase
Moles Adriani,
# unit P text
que
agora es el castillo de Santangel en Roma; la
reyna Artemisa sepultó a su marido Mausoleo
en vn sepulcro que se tuuo por vna de las siete
marauillas del mundo; pero ninguna destas
sepulturas, ni otras muchas que tuuieron los
gentiles, se adornaron con mortajas, ni con
otras ofrendas y señales que mostrassen ser
santos los que en ellas estauan sepultados.''

``A esso voy'', replicó Sancho, ``y digame
agora, ¿quál es mas: resucitar a vn muerto, o
matar a vn gigante?''

``La respuesta está en la mano'', respondio
don Quixote: ``mas es resucitar a vn muerto.''

``Cogido le tengo'', dixo Sancho; ``luego la
fama del que resucita muertos, da vista a los
ciegos, endereza los coxos y da salud a los
enfermos, y delante de sus sepulturas arden
lamparas y estan llenas sus capillas de gentes
deuotas que de rodillas adoran sus reliquias,
mejor fama sera para este y para el otro siglo,
que la que dexaron y dexaren quantos emperadores
gentiles y caualleros andantes ha auido
en el mundo.''

``Tambien confiesso essa verdad'', respondio
don Quixote.

``Pues esta fama, estas gracias, estas
prerogatiuas, como llaman a esto'', respondio
Sancho, ``tienen los cuerpos y las reliquias de los
santos, que con aprouacion y licencia de nuestra
santa madre Iglesia tienen lamparas, velas,
mortajas, muletas, pinturas, cabelleras, ojos,
piernas, con que aumentan la deuocion y
engrandecen su christiana fama; los cuerpos de
los santos o sus reliquias lleuan los reyes sobre
sus ombros, besan los pedaços de sus huessos,
adornan y enriquezen con ellos sus oratorios y
sus mas preciados altares...''

``¿Qué quieres que infiera, Sancho, de todo
lo que has dicho?'', dixo don Quixote.

``Quiero dezir'', dixo Sancho, ``que nos demos
a ser santos y alcançaremos mas breuemente
la buena fama que pretendemos; y aduierta,
señor, que ayer o antes de ayer, que
segun ha poco se puede dezir desta manera,
canonizaron o beatificaron dos frailecitos
descalços, cuyas cadenas de hierro con que ceñian
y atormentauan sus cuerpos se tiene aora a
gran ventura el besarlas y tocarlas, y estan en
mas veneracion que está, segun dixe, la espada
de Roldan en la armeria del rey nuestro señor,
que Dios guarde; assi que, señor mio, mas
vale ser humilde frailecito de qualquier orden
que sea, que valiente y andante cauallero; mas
alcançan con Dios dos dozenas de diciplinas
que dos mil lançadas, ora las den a gigantes,
ora a vestiglos o a endriagos.''

``Todo esso es assi'', respondio don Quixote;
``pero no todos podemos ser frailes, y muchos
son los caminos por donde lleua Dios a los
suyos al cielo; religion es la caualleria,
caualleros santos ay en la gloria.''

``Si'', respondio Sancho, ``pero yo he oido
dezir que ay mas frailes en el cielo que
caualleros andantes.''

``Esso es'', respondio don Quixote, ``porque
es mayor el numero de los religiosos que el de
los caualleros.''

``Muchos son los andantes'', dixo Sancho.

``Muchos'', respondio don Quixote, ``pero
pocos los que merecen nombre de caualleros.''

En estas y otras semejantes platicas se les
passó aquella noche y el dia siguiente, sin
acontecerles cosa que de contar fuesse, de que
no poco le pesó a don Quixote; en fin, otro dia
al anochecer descubrieron la gran ciudad
del Toboso, con cuya vista se le alegraron los
espiritus a don Quixote y se le entristecieron a
Sancho, porque no sabia la casa de Dulcinea,
ni en su vida la auia visto, como no la auia
visto su señor; de modo que el vno por verla,
y el otro por no auerla visto, estauan
alborotados, y no imaginaua Sancho qué auia de
hazer quando su dueño le embiasse al Toboso;
finalmente, ordenó don Quixote entrar en la
ciudad entrada la noche, y en tanto que la hora
se llegaua, se quedaron entre vnas enzinas que
cerca del Toboso estauan; y, llegado el
determinado punto, entraron en la ciudad, donde les
sucedio cosas que a cosas llegan.


## <p009>
# chapter   9 IX
# unit N chapternum
Capitulo IX
# unit T title
Donde se cuenta lo que en el se vera.
# unit P text
Media noche era por filo,
poco mas a menos, quando don Quixote y Sancho
dexaron el monte y entraron en el Toboso;
estaua el pueblo en vn sossegado silencio,
porque todos sus vezinos dormian y reposauan a
pierna tendida, como suele dezirse. Era la noche
entreclara, puesto que quisiera Sancho que
fuera del todo escura por hallar en su escuridad
disculpa de su sandez; no se oia en todo el
lugar sino ladridos de perros, que atronauan los
oidos de don Quixote y turbauan el coraçon de
Sancho; de quando en quando rebuznaua vn
jumento, gruñian puercos, mayauan gatos, cuyas
vozes de diferentes sonidos se aumentauan
con el silencio de la noche, todo lo qual tuuo
el enamorado cauallero a mal aguero, pero,
con todo esto, dixo a Sancho:

``Sancho hijo, guia al palacio de Dulcinea;
quiça podra ser que la hallemos despierta.''

``¿A qué palacio tengo de guiar, cuerpo del
sol'', respondio Sancho, ``que en el que yo vi
a su grandeza no era sino casa muy pequeña?''

``Deuia de estar retirada entonces'', respondio
don Quixote, ``en algun pequeño apartamiento
de su alcaçar, solazandose a solas con
sus donzellas, como es vso y costumbre de las
altas señoras y princesas.''

``Señor'', dixo Sancho, ``ya que vuessa merced
quiere, a pesar mio, que sea alcaçar la casa
de mi señora Dulcinea, ¿es hora esta, por ventura,
de hallar la puerta abierta?; ¿y sera bien
que demos aldauazos para que nos oyan y nos
abran, metiendo en alboroto y rumor toda la
gente?; ¿vamos por dicha a llamar a la casa
de nuestras mancebas, como hazen los
abarraganados, que llegan y llaman y entran a
qualquier hora, por tarde que sea?''

``Hallemos primero vna por vna el alcaçar'',
replicó don Quixote; ``que entonces yo te dire,
Sancho, lo que sera bien que hagamos, y
aduierte, Sancho, que yo veo poco, o que aquel
bulto grande y sombra que desde aqui se descubre,
la deue de hazer el palacio de Dulcinea.''

``Pues guie vuessa merced'', respondio Sancho;
``quiça sera assi: aunque yo lo vere con
los ojos y lo tocaré con las manos, y assi lo
creere yo como creer que es aora de dia.''

Guio don Quixote, y auiendo andado como
docientos pasos, dio con el bulto que hazia la
sombra, y vio vna gran torre, y luego conocio
que el tal edificio no era alcaçar, sino la iglesia
principal del pueblo. Y dixo:

``Con la iglesia hemos dado, Sancho.''

``Ya lo veo'', respondio Sancho, ``y plega a
Dios que no demos con nuestra sepultura; que
no es buena señal andar por los cimenterios a
tales horas, y mas auiendo yo dicho a vuessa
merced, si mal no acuerdo, que la casa desta
señora ha de estar en vna callejuela sin salida.''

``Maldito seas de Dios, mentecato'', dixo
don Quixote; ``¿adónde has tu hallado que los
alcaçares y palacios reales esten edificados en
callejuelas sin salida?''

``Señor'', respondio Sancho, ``en cada tierra
su vso; quiça se vsa aqui en el Toboso edificar
en callejuelas los palacios y edificios grandes;
y, assi, suplico a vuessa merced me dexe
buscar por estas calles o callejuelas que se me
ofrecen; podria ser que en algun rincon topasse
con esse alcaçar, que le vea yo comido de
perros, que assi nos trae corridos y
asendereados.''

``Habla con respeto, Sancho, de las cosas de
mi señora'', dixo don Quixote, ``y tengamos la
fiesta en paz, y no arrojemos la soga tras el
caldero.''

``Yo me reportaré'', respondio Sancho, ``pero
¿con qué paciencia podre lleuar que quiera
vuessa merced que de sola vna vez que vi la casa
de nuestra ama la aya de saber siempre, y
hallarla a media noche, no hallandola vuessa
merced, que la deue de auer visto millares de
vezes?''

``Tu me haras desesperar, Sancho'', dixo don
Quixote; ``ven aca, herege, ¿no te he dicho mil
vezes que en todos los dias de mi vida no he
visto a la sin par Dulcinea, ni jamas atrauesse
los vmbrales de su palacio, y que solo estoy
enamorado de oidas, y de la gran fama que
tiene de hermosa y discreta?''

``Aora lo oygo'', respondio Sancho, ``y digo
que pues vuessa merced no la ha visto, ni yo
tampoco.''

``Esso no puede ser'', replicó don Quixote;
``que, por lo menos, ya me has dicho tu que la
viste ahechando trigo, quando me truxiste la
respuesta de la carta que le embié contigo.''

``No se atenga a esso, señor'', respondio
Sancho, ``porque le hago saber que tambien fue de
oidas la vista y la respuesta que le truxe;
porque assi se yo quien es la señora Dulcinea,
como dar vn puño en el cielo.''

``Sancho, Sancho'', respondio don Quixote,
``tiempos ay de burlar, y tiempos donde caen y
parecen mal las burlas. No porque yo diga que
ni he visto ni hablado a la señora de mi alma
has tu de dezir tambien que ni la has hablado
ni visto, siendo tan al reues como sabes.''

Estando los dos en estas platicas, vieron que
venia a passar por donde estauan vno con dos
mulas, que por el ruido que hazia el arado, que
arrastraua por el suelo, juzgaron que deuia de
ser labrador, que auria madrugado antes del
dia a yr a su labrança, y assi fue la verdad;
venia el labrador cantando aquel romance
que dizen:

# unit Q spanishverse
``Mala la huuistes, franceses, ÷
en essa de Roncesualles.''

# unit P text
``Que me maten, Sancho'', dixo en oyendole
don Quixote, ``si nos ha de suceder cosa buena
esta noche. ¿No oyes lo que viene cantando
esse villano?''

``Si oigo'', respondio Sancho, ``pero ¿qué
haze a nuestro proposito la caça de
Roncesualles? Assi pudiera cantar el romance de
Calainos, que todo fuera vno para sucedernos
bien o mal en nuestro negocio.''

Llegó en esto el labrador, a quien don
Quixote preguntó:

``¿Sabreisme dezir, buen amigo, que buena
ventura os de Dios, dónde son por aqui los
palacios de la sin par princesa doña Dulcinea
del Toboso?''

``Señor'', respondio el moço, ``yo soy forastero
y ha pocos dias que estoy en este pueblo
siruiendo a vn labrador rico en la labrança del
campo; en essa casa frontera viuen el cura y
el sacristan del lugar: entrambos o qualquier
dellos sabra dar a vuessa merced razon dessa
señora princesa, porque tienen la lista de todos
los vezinos del Toboso; aunque para mi tengo
que en todo el no viue princesa alguna, muchas
señoras si, principales, que cada vna en
su casa puede ser princesa.''

``Pues entre essas'', dixo don Quixote, ``deue
de estar, amigo, esta por quien te pregunto.''

``Podria ser'', respondio el moço; ``y a Dios,
que ya viene el alua.''

Y, dando a sus mulas, no atendio a mas
preguntas.

Sancho, que vio suspenso a su señor, y assaz
mal contento, le dixo:

``Señor, ya se viene a mas andar el dia y no
sera acertado dexar que nos halle el sol en la
calle; mejor sera que nos salgamos fuera de la
ciudad, y que vuessa merced se embosque en
alguna floresta aqui cercana, y yo boluere de
dia, y no dexaré ostugo en todo este lugar,
donde no busque la casa, alcaçar o palacio de mi
señora, y assaz seria de desdichado si no la
hallase, y hallandole, hablaré con su merced,
y le dire dónde y cómo queda vuessa merced
esperando que le de orden y traça para verla,
sin menoscabo de su honra y fama.''

``Has dicho, Sancho'', dixo don Quixote, ``mil
sentencias encerradas en el circulo de breues
palabras; el consejo que aora me has dado le
apetezco y recibo de bonissima gana; ven, hijo,
y vamos a buscar donde me embosque; que tu
bolueras, como dizes, a buscar, a ver y hablar
a mi señora, de cuya discrecion y cortesia
espero mas que milagrosos fauores.''

Rabiaua Sancho por sacar a su amo del
pueblo, porque no aueriguasse la mentira de la
respuesta que de parte de Dulcinea le auia
lleuado a Sierra Morena, y, assi, dio priessa a la
salida, que fue luego, y a dos millas del lugar
hallaron vna floresta o bosque, donde don
Quixote se emboscó, en tanto que Sancho boluia
a la ciudad a hablar a Dulcinea, en cuya
embaxada le sucedieron cosas que piden nueua
atencion y nueuo credito.


## <p010>
# chapter  10 X
# unit N chapternum
Capitulo X
# unit T title
Donde se cuenta la industria que Sancho tuuo
para encantar a la señora Dulcinea, y de
otros sucessos tan ridiculos como verdaderos.
# unit P text
Llegando el autor desta grande historia a
contar lo que en este capitulo cuenta, dize que
quisiera passarle en silencio, temeroso de que
no auia de ser creido; porque las locuras de
don Quixote llegaron aqui al termino y raya
de las mayores que pueden imaginarse, y aun
passaron dos tiros de ballesta mas alla de las
mayores; finalmente, aunque con este miedo y
rezelo, las escriuio de la misma manera que el
las hizo, sin añadir ni quitar a la historia vn
atomo de la verdad, sin darsele nada por las
objeciones que podian ponerle de mentiroso;
y tuuo razon, porque la verdad adelgaza, y no
quiebra, y siempre anda sobre la mentira, como
el azeite sobre el agua; y, assi, prosiguiendo su
historia, dize, que assi como don Quixote se emboscó
en la floresta, encinar, o selua junto al gran
Toboso, mandó a Sancho boluer a la ciudad, y
que no boluiesse a su presencia sin auer primero
hablado de su parte a su señora, pidiendola
fuesse seruida de dexarse ver de su cautiuo
cauallero, y se dignasse de echarle su bendicion,
para que pudiesse esperar por ella felicissimos
sucessos de todos sus acometimientos y
dificultosas empresas. Encargose Sancho de
hazerlo assi como se le mandaua, y de
traerla tan buena respuesta, como la truxo la vez
primera.

``Anda, hijo'', replicó don Quixote, ``y no te
turbes quando te vieres ante la luz del sol de
hermosura que vas a buscar. Dichoso tu sobre
todos los escuderos del mundo; ten memoria y
no se te passe della, cómo te recibe, si muda las
colores el tiempo que la estuuieres dando mi
embaxada, si se desasossiega y turba, oyendo
mi nombre; si no cabe en la almohada si acaso
la hallas sentada en el estrado rico de su
autoridad, y si está en pie, mirala, si se pone aora
sobre el vno, aora sobre el otro pie; si te repite
la respuesta que te diere, dos o tres vezes; si la
muda de blanda en aspera, de azeda en amorosa;
si leuanta la mano al cabello para componerle,
aunque no esté desordenado; finalmente,
hijo, mira todas sus acciones y mouimientos;
porque si tu me los relatares como ellos fueron,
sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo
secreto de su coraçon acerca de lo que al fecho
de mis amores toca; que has de saber, Sancho,
si no lo sabes, que entre los amantes las acciones
y mouimientos exteriores que muestran,
quando de sus amores se trata, son certissimos
correos que traen las nueuas de lo que alla en
lo interior del alma passa. Ve, amigo, y guiete
otra mejor ventura que la mia, y bueluate otro
mejor sucesso del que yo quedo temiendo y
esperando en esta amarga soledad en que me
dexas.''

``Yo yre y boluere presto'', dixo Sancho, ``y
ensanche vuessa merced, señor mio, esse
coraçoncillo, que le deue de tener agora no mayor
que vna abellana, y considere que se suele
dezir que buen coraçon quebranta mala ventura,
y que donde no ay tocinos no ay estacas; y
tambien se dize, donde no piensa, salta la liebre;
digolo porque si esta noche no hallamos
los palacios o alcaçares de mi señora, agora
que es de dia los pienso hallar, quando menos
lo piense, y hallados, dexenme a mi con
ella.''

``Por cierto, Sancho'', dixo don Quixote, ``que
siempre traes tus refranes tan a pelo de lo que
tratamos, quanto me de Dios mejor ventura en
lo que desseo.''

Esto dicho, boluio Sancho las espaldas y
vareó su ruzio, y don Quixote se quedó a cauallo,
descansando sobre los estriuos y sobre el
arrimo de su lança, lleno de tristes y confusas
imaginaciones, donde le dexaremos, yendonos
con Sancho Pança, que no menos confuso y
pensatiuo se apartó de su señor que el
quedaua; y tanto, que apenas huuo salido del
bosque, quando, boluiendo la cabeça y viendo
que don Quixote no parecia, se apeó del
jumento, y, sentandose al pie de vn arbol,
començo a hablar consigo mesmo y a dezirse:

``Sepamos agora, Sancho hermano, ¿adónde
va vuessa merced? ¿Va a buscar algun jumento
que se le aya perdido? No por cierto. Pues
¿qué va a buscar? Voy a buscar, como quien
no dize nada, a vna princessa, y en ella al sol
de la hermosura, y a todo el cielo junto. Y
¿adónde pensays hallar esso que dezys,
Sancho? ¿Adónde? En la gran ciudad del Toboso.
Y bien, y ¿de parte de quién la vays a buscar?
De parte del famoso Cauallero don Quixote
de la Mancha, que desfaze los tuertos y
da de comer al que ha sed y de beuer al que
ha hambre. Todo esso está muy bien; y
¿sabeys su casa, Sancho? Mi amo dize que han
de ser vnos reales palacios o vnos soberuios
alcaçares. Y ¿aueysla visto algun dia por
ventura? Ni yo ni mi amo la auemos visto
jamas. Y ¿pareceos que fuera acertado y bien
hecho que si los del Toboso supiessen que estays
vos aqui con intencion de yr a sonsacarles
sus princessas y a dessassossegarles sus
damas, viniessen y os moliessen las costillas a
puros palos y no os dexassen huesso sano? En
verdad que tendrian mucha razon, quando no
considerassen que soy mandado, y que ÷
# unit Q spanishverse
mensagero soys, amigo, ÷
no mereceys culpa, non. ÷
# unit P text
No os fieys en esso, Sancho, porque la gente
manchega es tan colerica como honrada y no
consiente cosquillas de nadie. Viue Dios, que
si os huele, que os mando mala ventura.
¡Oxte, puto!; ¡alla daras, rayo! No, sino andeme
yo buscando tres pies al gato por el gusto
ageno; y mas, que assi sera buscar a Dulcinea por
el Toboso como a Marica por Rabena o al
bachiller en Salamanca; el diablo, el diablo me
ha metido a mi en esto, que otro no.''

Este soliloquio passó consigo Sancho, y lo
que sacó del fue que boluio a dezirse: ``Aora
bien, todas las cosas tienen remedio, si no es
la muerte, debaxo de cuyo yugo hemos de
passar todos, mal que nos pese, al acabar de
la vida. Este mi amo por mil señales he visto
que es vn loco de atar, y aun tambien yo no
le quedo en zaga, pues soy mas mentecato que
el, pues le sigo y le siruo, si es verdadero el
refran que dize: «dime con quién andas, dezirte
he quién eres», y el otro de «no con quien
naces, sino con quien paces». Siendo, pues,
loco, como lo es, y de locura que las mas vezes
toma vnas cosas por otras y juzga lo blanco
por negro y lo negro por blanco, como le
parecio quando dixo que los molinos de viento
eran gigantes, y las mulas de los religiosos
dromedarios, y las manadas de carneros exercitos
de enemigos, y otras muchas cosas a este
tono, no sera muy dificil hazerle creer que vna
labradora, la primera que me topare por aqui,
es la señora Dulcinea, y quando el no lo crea,
juraré yo, y si el jurare, tornaré yo a jurar, y
si porfiare, porfiaré yo mas, y de manera, que
tengo de tener la mia siempre sobre el hito,
venga lo que viniere; quiça con esta porfia
acabaré con el que no me embie otra vez a
semejantes mensagerias, viendo quán mal
recado le traygo dellas, o quiça pensará, como
yo imagino, que algun mal encantador de
estos que el dize que le quieren mal la aura
mudado la figura por hazerle mal y daño.''

Con esto que pensó Sancho Pança quedó
sossegado su espiritu, y tuuo por bien acabado
su negocio, (y) deteniendose alli hasta la tarde,
por dar lugar a que don Quixote pensasse que
le auia tenido para yr y boluer del Toboso; y
sucediole todo tan bien, que, quando se leuantó
para subir en el ruzio, vio que del Toboso
hazia donde el estaua venian tres labradoras
sobre tres pollinos, o pollinas, que el autor no
lo declara, aunque mas se puede creer que
eran borricas, por ser ordinaria caualleria de
las aldeanas; pero como no va mucho en
esto, no ay para qué detenernos en
aueriguarlo.

En resolucion, assi como Sancho vio a las
labradoras, a paso tirado boluio a buscar a su
señor don Quixote, y hallole suspirando y
diziendo mil amorosas lamentaciones. Como don
Quixote le vio, le dixo:

``¿Qué ay, Sancho amigo? ¿Podre señalar
este dia con piedra blanca, o con negra?''

``Mejor sera'', respondio Sancho, ``que vuessa
merced le señale con almagre, como retulos
de catedras, porque le echen bien de ver
los que le vieren.''

``De esse modo'', replicó don Quixote,
``buenas nueuas traes.''

``Tan buenas'', respondio Sancho, ``que no
tiene mas que hazer vuessa merced sino picar
a Rozinante y salir a lo raso a ver a la señora
Dulcinea del Toboso, que con otras dos,
donzellas suyas, viene a ver a vuessa merced.''

``Santo Dios, ¿qué es lo que dizes, Sancho
amigo?'', dixo don Quixote. ``Mira no me
engañes, ni quieras con falsas alegrias alegrar
mis verdaderas tristezas.''

``¿Qué sacaria yo de engañar a vuessa
merced'', respondio Sancho, ``y mas estando tan
cerca de descubrir mi verdad? Pique, señor,
y venga, y vera venir a la princessa, nuestra
ama, vestida y adornada, en fin, como quien
ella es. Sus donzellas y ella todas son vna
ascua de oro. Todas maçorcas de perlas,
todas son diamantes, todas rubies, todas telas
de brocado de mas de diez altos. Los cabellos
sueltos por las espaldas, que son otros tantos
rayos del sol, que andan jugando con el viento,
y, sobre todo, vienen a cauallo sobre tres
cananeas remendadas, que no ay mas que ver.''

``Hacaneas, querras dezir, Sancho.''

``Poca diferencia ay'', respondio Sancho, ``de
cananeas a hacaneas; pero vengan sobre lo
que vinieren, ellas vienen las mas galanas
señoras que se puedan dessear, especialmente
la princessa Dulcinea, mi señora, que pasma
los sentidos.''

``Vamos, Sancho hijo'', respondio don Quixote,
``y en albricias destas no esperadas como
buenas nueuas te mando el mejor despojo que
ganare en la primera auentura que tuuiere, y
si esto no te contenta, te mando las crias que
este año me dieren las tres yeguas mias, que
tu sabes que quedan para parir en el prado
concegil de nuestro pueblo.''

``A las crias me atengo'', respondio Sancho,
``porque de ser buenos los despojos de la
primera auentura no está muy cierto.''

Ya en esto, salieron de la selua y descubrieron
cerca a las tres aldeanas. Tendio don Quixote
los ojos por todo el camino del Toboso, y
como no vio sino a las tres labradoras, turbose
todo, y preguntó a Sancho si las auia dexado
fuera de la ciudad.

``¿Cómo fuera de la ciudad?'', respondio;
``¿por ventura tiene vuessa merced los ojos en
el colodrillo, que no vee que son estas las que
aqui vienen, resplandecientes como el mismo
sol a medio dia?''

``Yo no veo, Sancho'', dixo don Quixote,
``sino a tres labradoras sobre tres borricos.''

``Agora me libre Dios del diablo'', respondio
Sancho; ``y ¿es possible que tres hacaneas, o
como se llaman, blancas como el hampo de la
nieue, le parezcan a vuessa merced borricos?
¡Viue el Señor, que me pele estas barbas si tal
fuesse verdad!''

``Pues yo te digo, Sancho amigo'', dixo don
Quixote, ``que es tan verdad que son borricos,
o borricas, como yo soy don Quixote y tu Sancho
Pança; a lo menos, a mi tales me parecen.''

``Calle, señor'', dixo Sancho, ``no diga la tal
palabra, sino despauile essos ojos y venga a
hazer reuerencia a la señora de sus
pensamientos, que ya llega cerca.''

Y, diziendo esto, se adelantó a recebir a las
tres aldeanas, y, apeandose del ruzio, tuuo del
cabestro al jumento de vna de las tres labradoras,
y, hincando ambas rodillas en el suelo,
dixo:

``Reyna y princessa y duquessa de la hermosura,
vuestra altiuez y grandeza sea seruida
de recebir en su gracia y buen talente al
cautiuo cauallero vuestro, que alli está hecho
piedra marmol, todo turbado y sin pulsos de verse
ante vuestra magnifica presencia. Yo soy Sancho
Pança su escudero, y el es el assendereado
cauallero don Quixote de la Mancha, llamado
por otro nombre el Cauallero de la Triste
Figura.''

A esta sazon ya se auia puesto don Quixote
de hinojos junto a Sancho, y miraua con ojos
desencajados y vista turbada a la que Sancho
llamaua reyna y señora, y como no descubria
en ella sino vna moça aldeana y no de muy
buen rostro, porque era cariredonda y chata,
estaua suspenso y admirado, sin osar desplegar
los labios. Las labradoras estauan assimismo
atonitas, viendo aquellos dos hombres tan
diferentes hincados de rodillas, que no dexauan
passar adelante a su compañera. Pero
rompiendo el silencio la detenida, toda
desgraciada y mohina dixo:

``Apartense nora en tal del camino, y
dexenmos passar; que vamos de priesa.''

A lo que respondio Sancho:

``¡O princessa y señora vniuersal del Toboso!
¿Cómo vuestro magnanimo coraçon no se enternece
viendo arrodillado ante vuestra sublimada
presencia a la coluna y sustento de la andante
caualleria?''

Oyendo lo qual otra de las dos, dixo:

``¡Mas jo, que te estrego, burra de mi
suegro!; mirad con qué se vienen los señoritos
aora a hazer burla de las aldeanas, como
si aqui no supiessemos echar pullas como ellos;
vayan su camino e dexenmos hazer el nueso,
y serles ha sano.''

``Leuantate, Sancho'', dixo a este punto don
Quixote; ``que ya veo que la Fortuna, de mi mal
no harta, tiene tomados los caminos todos por
donde pueda venir algun contento a esta anima
mezquina que tengo en las carnes. Y tu, ¡o
estremo del valor que puede dessearse, termino de
la humana gentileza, vnico remedio deste
afligido coraçon que te adora!, ya que el maligno
encantador me persigue y ha puesto nubes y
cataratas en mis ojos, y para solo ellos y no
para otros ha mudado y transformado tu sin
ygual hermosura y rostro en el de vna
labradora pobre, si ya tambien el mio no le ha
cambiado en el de algun vestiglo para hazerle
aborrecible a tus ojos, no dexes de mirarme
blanda y amorosamente, echando de ver en
esta sumision y arrodillamiento que a tu
contrahecha hermosura hago, la humildad con que
mi alma te adora.''

``¡Tomá qué, mi aguelo!'', respondio la
aldeana; ``amiguita soy yo de oyr resquebraxos.
Apartense y dexenmos yr y agradecerselo
hemos.''

Apartose Sancho y dexola yr, contentissimo
de auer salido bien de su enredo.

Apenas se vio libre la aldeana que auia hecho
la figura de Dulcinea, quando, picando a su
cananea con vn aguijon que en vn palo traia,
dio a correr por el prado adelante. Y como la
borrica sentia la punta del aguijon que le
fatigaua mas de lo ordinario, començo a dar
corcobos, de manera, que dio con la señora
Dulcinea en tierra; lo qual visto por don Quixote,
acudio a leuantarla, y Sancho a componer y
cinchar el albarda, que tambien vino a la
barriga de la pollina. Acomodada, pues, la
albarda, y quiriendo don Quixote leuantar a su
encantada señora en los braços sobre la
jumenta, la señora, leuantandose del suelo, le
quitó de aquel trabajo, porque haziendose algun
tanto atras, tomó vna corridica, y puestas
ambas manos sobre las ancas de la pollina, dio
con su cuerpo mas ligero que vn halcon sobre
la albarda, y quedó a horcajadas, como si fuera
hombre; y entonces dixo Sancho:

``Viue Roque, que es la señora nuestra ama
mas ligera que vn alcotan y que puede
enseñar a subir a la gineta al mas diestro
cordoues o mexicano. El arzon trasero de la silla
passó de vn salto, y sin espuelas haze correr
la hacanea como vna zebra, y no le van
en zaga sus donzellas, que todas corren como
el viento.''

Y assi era la verdad, porque en viendose
a cauallo Dulcinea, todas picaron tras ella y
dispararon a correr, sin boluer la cabeça atras
por espacio de mas de media legua. Siguiolas
don Quixote con la vista, y quando vio que no
parecian, boluiendose a Sancho, le dixo:

``¿Sancho, qué te parece quán mal quisto soy
de encantadores? Y mira hasta dónde se estiende
su malicia y la ogeriza que me tienen, pues
me han querido priuar del contento que
pudiera darme ver en su ser a mi señora. En
efecto, yo naci para exemplo de desdichados
y para ser blanco y terrero donde tomen la
mira y assiesten las flechas de la mala fortuna.
Y has tambien de aduertir, Sancho, que no se
contentaron estos traydores de auer buelto y
transformado a mi Dulcinea, sino que la
transformaron y boluieron en vna figura tan baxa y
tan fea como la de aquella aldeana, y
juntamente le quitaron lo que es tan suyo de las
principales señoras, que es el buen olor, por
andar siempre entre ambares y entre flores;
porque te hago saber, Sancho, que quando
llegué a subir a Dulcinea sobre su hacanea,
segun tu dizes, que a mi me parecio borrica,
me dio vn olor de ajos crudos, que me
encalabrinó y atosigó el alma.''

``¡O canalla!'', gritó a esta sazon Sancho, ``¡o
encantadores aziagos y mal intencionados, y
quién os viera a todos ensartados por las
agallas como sardinas en lercha! Mucho sabeys,
mucho podeys y mucho mas hazeys; bastaros
deuiera, vellacos, auer mudado las perlas
de los ojos de mi señora en agallas
alcornoqueñas y sus cabellos de oro purissimo en
cerdas de cola de buey bermejo, y, finalmente,
todas sus faciones de buenas en malas, sin que
le tocarades en el olor; que por el siquiera
sacaramos lo que estaua encubierto debaxo de
aquella fea corteza, aunque, para dezir verdad,
nunca yo vi su fealdad, sino su hermosura, a la
qual subia de punto y quilates vn lunar que
tenia sobre el labio derecho a manera de
vigote, con siete o ocho cabellos rubios como
hebras de oro y largos de mas de vn palmo.''

``A esse lunar'', dixo don Quixote, ``segun la
correspondencia que tienen entre si los del
rostro con los del cuerpo, ha de tener otro
Dulcinea en la tabla del muslo que corresponde al
lado donde tiene el del rostro; pero muy luengos
para lunares son pelos de la grandeza que
has significado.''

``Pues yo se dezir a vuessa merced'',
respondio Sancho, ``que le parecian alli como
nacidos.''

``Yo lo creo, amigo'', replicó don Quixote,
``porque ninguna cosa puso la naturaleza
en Dulcinea que no fuesse perfecta y bien
acabada, y assi, si tuuiera cien lunares como el
que dizes, en ella no fueran lunares, sino lunas
y estrellas resplandecientes. Pero dime,
Sancho, ¿aquella que a mi me parecio albarda que
tu adereçaste, era silla rasa, o sillon?''

``No era'', respondio Sancho, ``sino silla a la
gineta, con vna cubierta de campo que vale la
mitad de vn reyno, segun es de rica.''

``Y ¡que no viesse yo todo esso, Sancho!'',
dixo don Quixote; ``aora torno a dezir, y dire
mil vezes, que soy el mas desdichado de los
hombres.''

Harto tenia que hazer el socarron de Sancho
en dissimular la risa, oyendo las sandezes de su
amo, tan delicadamente engañado. Finalmente,
despues de otras muchas razones que entre los
dos passaron, boluieron a subir en sus bestias
y siguieron el camino de Zaragoça, adonde
pensauan llegar a tiempo que pudiessen
hallarse en vnas solenes fiestas que en aquella
insigne ciudad cada año suelen hazerse. Pero
antes que alla llegassen les sucedieron cosas,
que por muchas, grandes y nueuas, merecen ser
escritas y leydas, como se vera adelante.


## <p011>
# chapter  11 XI
# unit N chapternum
Capitulo XI
# unit T title
De la estraña auentura que le sucedio al valeroso
don Quixote con el carro o carreta de las
Cortes de la Muerte.
# unit P text
Pensatiuo a demas yua don Quixote por su
camino adelante, considerando la mala burla
que le auian hecho los encantadores, boluiendo
a su señora Dulcinea en la mala figura de la
aldeana, y no imaginaua qué remedio tendria
para boluerla a su ser primero, y estos
pensamientos le lleuauan tan fuera de si, que,
sin sentirlo, solto las riendas a Rocinante, el
qual, sintiendo la libertad que se le daua, a
cada paso se detenia a pacer la verde yerua,
de que aquellos campos abundauan; de su
embelesamiento le boluio Sancho Pança,
diziendole:

``Señor, las tristezas no se hizieron para las
bestias, sino para los hombres; pero si los
hombres las sienten demasiado se bueluen bestias;
vuessa merced se reporte y buelua en si y coja
las riendas a Rozinante, y auiue y despierte, y
muestre aquella gallardia que conuiene que
tengan los caualleros andantes. ¿Qué diablos
es esto? ¿Qué descaecimiento es este?
¿Estamos aqui, o en Francia? Mas que se lleue
Satanas a quantas Dulcineas ay en el mundo,
pues vale mas la salud de vn solo cauallero
andante que todos los encantos y
transformaciones de la tierra.''

``Calla, Sancho'', respondio don Quixote con
voz no muy desmayada; ``calla, digo, y no
digas blasfemias contra aquella encantada
señora; que de su desgracia y desuentura yo solo
tengo la culpa: de la inuidia que me tienen los
malos ha nacido su mala andança.''

``Assi lo digo yo'', respondio Sancho: ``quien
la vido y la vee aora, ¿quál es el coraçon que
no llora?''

``Esso puedes tu dezir bien, Sancho'', replicó
don Quixote, ``pues la viste en la entereza
caual de su hermosura; que el encanto no
se estendio a turbarte la vista ni a encubrirte
su belleza; contra mi solo y contra mis ojos
se endereza la fuerça de su veneno. Mas con
todo esto he caydo, Sancho, en vna cosa, y es
que me pintaste mal su hermosura, porque, si
mal no me acuerdo, dixiste que tenia los ojos
de perlas, y los ojos que parecen de perlas,
antes son de besugo que de dama, y a lo que
yo creo, los de Dulcinea deuen ser de verdes
esmeraldas, rasgados, con dos celestiales arcos
que les siruen de cejas. Y essas perlas quitalas
de los ojos y passalas a los dientes; que sin
duda te trocaste, Sancho, tomando los ojos por
los dientes.''

``Todo puede ser'', respondio Sancho, ``porque
tambien me turbó a mi su hermosura como a
vuessa merced su fealdad; pero encomendemoslo
todo a Dios, que El es el sabidor de las
cosas que han de suceder en este valle de
lagrimas, en este mal mundo que tenemos, donde
apenas se halla cosa que esté sin mezcla de
maldad, embuste y vellaqueria. De vna cosa
me pesa, señor mio, mas que de otras: que es
pensar qué medio se ha de tener quando vuessa
merced vença a algun gigante o otro cauallero,
y le mande que se vaya a presentar ante
la hermosura de la señora Dulcinea, ¿adónde la
ha de hallar este pobre gigante o este pobre y
misero cauallero vencido? Pareceme que los
veo andar por el Toboso hechos vnos bausanes
buscando a mi señora Dulcinea, y aunque
la encuentren en mitad de la calle, no la
conoceran mas que a mi padre.''

``Quiça, Sancho'', respondio don Quixote, ``no
se estendera el encantamento a quitar el
conocimiento de Dulcinea a los vencidos y
presentados gigantes y caualleros, y en vno o dos de
los primeros que yo vença y le embie haremos
la experiencia, si la ven o no, mandandoles
que bueluan a darme relacion de lo que acerca
desto les huuiere sucedido.''

``Digo, señor'', replicó Sancho, ``que me ha
parecido bien lo que vuessa merced ha dicho,
y que con esse artificio vendremos en conocimiento
de lo que desseamos, y si es que ella a
solo vuessa merced se encubre, la desgracia
mas sera de vuessa merced que suya; pero
como la señora Dulcinea tenga salud y
contento, nosotros por aca nos auendremos y lo
passaremos lo mejor que pudieremos, buscando
nuestras auenturas, y dexando al tiempo
que haga de las suyas; que el es el mejor
medico destas y de otras mayores
enfermedades.''

Responder queria don Quixote a Sancho
Pança; pero estoruoselo vna carreta que salio al
traues del camino, cargada de los mas diuersos
y estraños personages y figuras que pudieron
imaginarse. El que guiaua las mulas y seruia
de carretero era vn feo demonio. Venia la carreta
descubierta al cielo abierto, sin toldo ni
çarço. La primera figura que se ofrecio a los
ojos de don Quixote, fue la de la misma Muerte,
con rostro humano; junto a ella venia vn
angel con vnas grandes y pintadas alas. Al vn
lado estaua vn emperador con vna corona, al
parecer de oro, en la cabeça. A los pies de la
Muerte estaua el dios que llaman Cupido, sin
venda en los ojos, pero con su arco, carcax y
saetas. Venia tambien vn cauallero armado de
punta en blanco, excepto que no traia morrion,
ni celada, sino vn sombrero lleno de plumas de
diuersas colores; con estas venian otras personas
de diferentes trages y rostros. Todo lo qual
visto de improuiso en alguna manera alborotó
a don Quixote, y puso miedo en el coraçon de
Sancho; mas luego se alegró don Quixote,
creyendo que se le ofrecia alguna nueua y
peligrosa auentura, y con este pensamiento, y con
animo dispuesto de acometer qualquier peligro,
se puso delante de la carreta, y, con voz alta y
amenazadora, dixo:

``Carretero, cochero, o diablo, o lo que eres,
no tardes en dezirme quién eres, a do vas y
quién es la gente que lleuas en tu carricoche,
que mas parece la barca de Caron que carreta
de las que se vsan.''

A lo qual mansamente, deteniendo el diablo
la carreta, respondio:

``Señor, nosotros somos recitantes de la
compañia de Angulo el malo; hemos hecho en
vn lugar que está detras de aquella loma, esta
mañana, que es la octaua del Corpus, el auto
de Las Cortes de la Muerte, y hemosle de
hazer esta tarde en aquel lugar que desde aqui
se parece, y por estar tan cerca y escusar el
trabajo de desnudarnos y boluernos a vestir, nos
vamos vestidos con los mesmos vestidos que
representamos. Aquel mancebo va de Muerte,
el otro de Angel. Aquella muger, que es la del
autor, va de Reyna, el otro de Soldado, aquel de
Emperador, y yo de Demonio, y soy vna de las
principales figuras del auto, porque hago en
esta compañia los primeros papeles. Si otra
cosa vuessa merced dessea saber de nosotros,
preguntemelo, que yo le sabre responder con
toda puntualidad; que como soy demonio, todo
se me alcança.''

``Por la fe de cauallero andante'', respondio
don Quixote, ``que assi como vi este carro
imaginé que alguna grande auentura se me ofrecia,
y aora digo que es menester tocar las apariencias
con la mano para dar lugar al desengaño.
Andad con Dios, buena gente, y hazed vuestra
fiesta; y mirad si mandays algo en que pueda
seros de prouecho; que lo haré con buen animo
y buen talante, porque desde mochacho fuy
aficionado a la caratula, y en mi mocedad se
me yuan los ojos tras la farandula.''

Estando en estas platicas quiso la suerte que
llegasse vno de la compañia, que venia vestido
de bogiganga, con muchos cascabeles, y en la
punta de vn palo traia tres bexigas de vaca
hinchadas; el qual moarracho, llegandose a don
Quixote, començo a esgrimir el palo y a sacudir
el suelo con las bexigas y a dar grandes
saltos, sonando los cascabeles, cuya mala vision
assi alborotó a Rozinante, que, sin ser poderoso
a detenerle don Quixote, tomando el freno entre
los dientes, dio a correr por el campo con mas
ligereza que jamas prometieron los huesos de
su notomia. Sancho, que consideró el peligro
en que yua su amo de ser derribado, saltó
del ruzio, y a toda priesa fue a valerle; pero
quando a el llegó, ya estaua en tierra, y junto
a el Rozinante, que con su amo vino al suelo:
ordinario fin y paradero de las lozanias de
Rozinante y de sus atreuimientos.

Mas apenas huuo dexado su caualleria Sancho
por acudir a don Quixote, quando el demonio
baylador de las bexigas saltó sobre el
ruzio, y, sacudiendole con ellas, el miedo y
ruydo, mas que el dolor de los golpes, le hizo
volar por la campaña hazia el lugar donde
yuan a hazer la fiesta. Miraua Sancho la carrera
de su ruzio y la cayda de su amo, y no sabia
a quál de las dos necessidades acudiria primero.
Pero, en efecto, como buen escudero y como
buen criado, pudo mas con el el amor de su
señor que el cariño de su jumento, puesto que
cada vez que veia leuantar las bexigas en el
ayre y caer sobre las ancas de su ruzio, eran
para el tartagos y sustos de muerte, y antes
quisiera que aquellos golpes se los dieran a el
en las niñas de los ojos que en el mas minimo
pelo de la cola de su asno. Con esta perplexa
tribulacion llegó donde estaua don Quixote,
harto mas maltrecho de lo que el quisiera, y,
ayudandole a subir sobre Rozinante, le dixo:

``Señor, el Diablo se ha lleuado al ruzio.''

``¿Qué diablo?'', preguntó don Quixote.

``El de las bexigas'', respondio Sancho.

``Pues yo le cobraré'', replicó don Quixote,
``si bien se encerrasse con el en los mas hondos
y escuros calaboços del infierno. Sigueme,
Sancho; que la carreta va despacio, y con las
mulas della satisfare la perdida del ruzio.''

``No ay para qué hazer essa diligencia,
señor'', respondio Sancho; ``vuessa merced
temple su colera; que, segun me parece, ya el
Diablo ha dexado el ruzio, y buelue a la
querencia.''

Y assi era la verdad, porque auiendo caydo
el Diablo con el ruzio, por imitar a don Quixote
y a Rozinante, el Diablo se fue a pie al pueblo,
y el jumento se boluio a su amo.

``Con todo esso'', dixo don Quixote, ``sera
bien castigar el descomedimiento de aquel
demonio en alguno de los de la carreta, aunque
sea el mesmo Emperador.''

``Quitesele a vuessa merced esso de la
imaginacion'', replicó Sancho, ``y tome mi consejo,
que es que nunca se tome con farsantes, que
es gente fauorecida. Recitante he visto yo estar
preso por dos muertes y salir libre y sin costas.
Sepa vuessa merced que, como son gentes alegres
y de plazer, todos los fauorecen, todos los
amparan, ayudan y estiman, y mas siendo de
aquellos de las compañias reales y de titulo,
que todos, o los mas, en sus trages y
compostura parecen vnos principes.''

``Pues con todo'', respondio don Quixote,
``no se me ha de yr el demonio farsante
alabando, aunque le fauorezca todo el genero
humano.''

Y, diziendo esto, voluio a la carreta, que ya
estaua bien cerca del pueblo; y yua dando
vozes, diziendo:

``Deteneos, esperad, turba alegre y regozijada;
que os quiero dar a entender cómo se han
de tratar los jumentos y alimañas que siruen
de caualleria a los escuderos de los caualleros
andantes.''

Tan altos eran los gritos de don Quixote,
que los oyeron y entendieron los de la carreta,
y, juzgando por las palabras la intencion del
que las dezia, en vn instante saltó la Muerte de
la carreta, y tras ella, el Emperador, el Diablo
carretero y el Angel, sin quedarse la Reyna ni
el dios Cupido, y todos se cargaron de piedras
y se pusieron en ala, esperando recebir a don
Quixote en las puntas de sus guijarros. Don
Quixote que los vio puestos en tan gallardo
esquadron, los braços leuantados con ademan
de despedir poderosamente las piedras, detuuo
las riendas de Rozinante y pusose a pensar de
qué modo los acometeria con menos peligro
de su persona. En esto que se detuuo, llegó
Sancho, y viendole en talle de acometer al
bien formado esquadron, le dixo:

``Assaz de locura seria intentar tal empresa;
considere vuessa merced, señor mio, que para
sopa de arroyo y tente, bonete, no ay arma
defensiua en el mundo, sino es embutirse y
encerrarse en vna campana de bronze, y tambien
se ha de considerar que es mas temeridad
que valentia acometer vn hombre solo a vn
exercito donde está la Muerte y pelean en
persona emperadores, y a quien ayudan los buenos
y los malos angeles; y si esta consideracion
no le mueue a estarse quedo, mueuale saber de
cierto que entre todos los que alli estan,
aunque parecen reyes, principes y emperadores,
no ay ningun cauallero andante.''

``Aora si'', dixo don Quixote, ``has dado,
Sancho, en el punto que puede y debe mudarme de
mi ya determinado intento. Yo no puedo ni
deuo sacar la espada, como otras vezes muchas
te he dicho, contra quien no fuere armado
cauallero. A ti, Sancho, toca, si quieres tomar la
vengança del agrauio que a tu ruzio se le ha
hecho; que yo desde aqui te ayudaré con
vozes y aduertimientos saludables.''

``No ay para qué, señor'', respondio Sancho,
``tomar vengança de nadie, pues no es de buenos
christianos tomarla de los agrauios, quanto
mas que yo acabaré con mi asno que ponga
su ofensa en las manos de mi voluntad, la
qual es de viuir pacificamente los dias que los
cielos me dieren de vida.''

``Pues essa es tu determinacion'', replicó don
Quixote, ``Sancho bueno, Sancho discreto, Sancho
christiano y Sancho sincero, dexemos estas
fantasmas y boluamos a buscar mejores y mas
calificadas auenturas; que yo veo esta tierra
de talle que no han de faltar en ella muchas y
muy milagrosas.''

Boluio las riendas luego, Sancho fue a tomar
su ruzio, la Muerte con todo su esquadron
bolante boluieron a su carreta y prosiguieron su
viage, y este felice fin tuuo la temerosa
auentura de la carreta de la Muerte, gracias sean
dadas al saludable consejo que Sancho Pança
dio a su amo, al qual el dia siguiente le sucedio
otra con vn enamorado y andante cauallero,
de no menos suspension que la passada.


## <p012>
# chapter  12 XII
# unit N chapternum
Capitulo XII
# unit T title
De la estraña auentura que le sucedio al
valeroso don Quixote con el brauo Cauallero de
los Espejos.
# unit P text
La noche que siguio al dia del rencuentro de
la Muerte la passaron don Quixote y su escudero
debaxo de vnos altos y sombrosos arboles,
auiendo, a persuasion de Sancho, comido
don Quixote de lo que venia en el repuesto
del ruzio, y, entre la cena, dixo Sancho a su
señor:

``Señor, qué tonto huuiera andado yo, si
huuiera escogido en albricias los despojos de la
primera auentura que vuessa merced acabara,
antes que las crias de las tres yeguas. En efecto,
en efecto, mas vale paxaro en mano que buytre
volando.''

``Todauia'', respondio don Quixote, ``si tu,
Sancho, me dexaras acometer, como yo queria,
te huuieran cabido en despojos, por lo menos,
la corona de oro de la Emperatriz y las pintadas
alas de Cupido; que yo se las quitara al
redropelo y te las pusiera en las manos.''

``Nunca los cetros y coronas de los emperadores
farsantes'', respondio Sancho Pança, ``fueron
de oro puro, sino de oropel o hoja de lata.''

``Assi es verdad'', replicó don Quixote,
``porque no fuera acertado que los atauios de la
comedia fueran finos, sino fingidos y
aparentes como lo es la mesma comedia, con
la qual quiero, Sancho, que estes bien, teniendola
en tu gracia, y por el mismo consiguiente
a los que las representan y a los que las
componen, porque todos son instrumentos de hazer
vn gran bien a la Republica, poniendonos vn
espejo a cada paso delante, donde se veen
al viuo las acciones de la vida humana, y
ninguna comparacion ay que mas al viuo nos
represente lo que somos y lo que auemos de ser
como la comedia y los comediantes: si no, dime,
¿no has visto tu representar alguna comedia
adonde se introduzen reyes, emperadores y
pontifices, caualleros, damas y otros diuersos
personages? Vno haze el rufian, otro el embustero,
este el mercader, aquel el soldado, otro
el simple discreto, otro el enamorado simple.
Y, acabada la comedia, y desnudandose de
los vestidos della, quedan todos los recitantes
yguales.''

``Si he visto'', respondio Sancho.

``Pues lo mesmo'', dixo don Quixote, ``acontece
en la comedia y trato deste mundo, donde
vnos hazen los emperadores, otros los pontifices,
y, finalmente, todas quantas figuras se
pueden introduzir en vna comedia; pero, en
llegando al fin, que es quando se acaba la vida,
a todos les quita la muerte las ropas que los
diferenciauan, y quedan yguales en la
sepultura.''

``Braua comparacion'', dixo Sancho, ``aunque
no tan nueua que yo no la aya oydo muchas
y diuersas vezes, como aquella del juego
del axedrez, que mientras dura el juego, cada
pieça tiene su particular oficio, y, en
acabandose el juego, todas se mezclan, juntan y
barajan, y dan con ellas en vna bolsa, que es
como dar con la vida en la sepultura.''

``Cada dia, Sancho'', dixo don Quixote, ``te
vas haziendo menos simple y mas discreto.''

``Si, que algo se me ha de pegar de la
discrecion de vuessa merced'', respondio Sancho;
``que las tierras que de suyo son esteriles
y secas, estercolandolas y cultiuandolas,
vienen a dar buenos frutos; quiero dezir que la
conuersacion de vuessa merced ha sido el
estiercol que sobre la esteril tierra de mi seco
ingenio ha caydo; la cultiuacion, el tiempo que
ha que le siruo y comunico, y con esto espero
de dar frutos de mi que sean de bendicion,
tales, que no desdigan ni deslizen de los
senderos de la buena criança que vuessa merced
ha hecho en el agostado entendimiento mio.''

Riose don Quixote de las afectadas razones
de Sancho, y pareciole ser verdad lo que dezia
de su emienda, porque de quando en quando
hablaua de manera que le admiraua, puesto
que todas o las mas vezes que Sancho queria
hablar de oposicion, y a lo cortesano, acabaua
su razon con despeñarse del monte de su
simplicidad al profundo de su ignorancia, y en lo
que el se mostraua mas elegante y memorioso
era en traer refranes, viniessen o no viniessen
a pelo de lo que trataua, como se aura visto
y se aura notado en el discurso desta historia.

En estas y en otras platicas se les passó
gran parte de la noche, y a Sancho le vino en
voluntad de dexar caer las compuertas de los
ojos, como el dezia quando queria dormir,
y, desaliñando al ruzio, le dio pasto abundoso
y libre. No quitó la silla a Rozinante por
ser expreso mandamiento de su señor que
en el tiempo que anduuiessen en campaña, o
no durmiessen debaxo de techado, no desaliñasse
a Rozinante: antigua vsança establecida
y guardada de los andantes caualleros, quitar
el freno y colgarle del arzon de la silla; pero
¿quitar la silla al cauallo?, ¡guarda!; y assi lo hizo
Sancho, y le dio la misma libertad que al ruzio,
cuya amistad del y de Rozinante fue tan vnica
y tan trauada, que ay fama, por tradicion de
padres a hijos, que el autor desta verdadera
historia hizo particulares capitulos della; mas
que, por guardar la decencia y decoro que a
tan heroyca historia se deue, no los puso en
ella, puesto que algunas vezes se descuyda
deste su prosupuesto, y escriue que assi como
las dos bestias se juntauan, acudian a rascarse
el vno al otro, y que, despues de cansados
y satisfechos, cruzaua Rozinante el pescuezo
sobre el cuello del ruzio, que le sobraua de la
otra parte mas de media vara, y mirando los
dos atentamente al suelo, se solian estar de
aquella manera tres dias, a lo menos, todo el
tiempo que les dexauan o no les compelia la
hambre a buscar sustento.

Digo que dizen que dexó el autor escrito
que los auia comparado en la amistad a la que
tuuieron Niso y Eurialo, y Pilades y Orestes,
y si esto es assi, se podia echar de ver, para
vniuersal admiracion, quán firme deuio ser la
amistad destos dos pacificos animales, y para
confusion de los hombres, que tan mal saben
guardarse amistad los vnos a los otros. Por
esto se dixo: ÷
# unit Q spanishverse
«No ay amigo para amigo, ÷
las cañas se bueluen lanças...;» ÷
# unit P text
y el otro que cantó: ÷
# unit Q spanishverse
«De amigo a amigo la chinche, etc.» ÷
# unit P text
Y no le parezca a alguno que anduuo el
autor algo fuera de camino en auer comparado
la amistad destos animales a la de los
hombres; que de las bestias han recebido
muchos aduertimientos los hombres y aprendido
muchas cosas de importancia, como son:
de las cigueñas, el cristel; de los perros, el
vomito y el agradecimiento; de las grullas, la
vigilancia; de las hormigas, la prouidencia; de
los elefantes, la honestidad; y la lealtad del
cauallo. Finalmente, Sancho se quedó dormido
al pie de vn alcornoque, y don Quixote,
dormitando al de vna robusta enzina.

Pero poco espacio de tiempo auia passado
quando le desperto vn ruydo que sintio a sus
espaldas, y, leuantandose con sobresalto, se
puso a mirar y a escuchar de dónde el ruydo
procedia, y vio que eran dos hombres a cauallo,
y que el vno, dexandose derribar de la silla,
dixo al otro:

``Apeate, amigo, y quita los frenos a los
cauallos; que, a mi parecer, este sitio abunda de
yerua para ellos y del silencio y soledad que
han menester mis amorosos pensamientos.''

El dezir esto y el tenderse en el suelo todo
fue a vn mesmo tiempo, y al arrojarse hizieron
ruydo las armas de que venia armado,
manifiesta señal por donde conocio don Quixote
que deuia de ser cauallero andante, y, llegandose
a Sancho, que dormia, le trabó del braço,
y con no pequeño trabajo le boluio en su
acuerdo, y con voz baxa le dixo:

``Hermano Sancho, auentura tenemos.''

``Dios nos la de buena'', respondio Sancho;
``y ¿adónde está, señor mio, su merced de essa
señora auentura?''

``¿Adónde, Sancho?'', replicó don Quixote.
``Buelue los ojos y mira, y veras alli tendido vn
andante cauallero, que, a lo que a mi se me
trasluze, no deue de estar demasiadamente
alegre, porque le vi arrojar del cauallo y
tenderse en el suelo con algunas muestras de
despecho, y al caer le cruxieron las armas.''

``Pues ¿en qué halla vuessa merced'', dixo
Sancho, ``que esta sea auentura?''

``No quiero yo dezir'', respondio don
Quixote, ``que esta sea auentura del todo, sino
principio della; que por aqui se comiençan las
auenturas. Pero escucha; que, a lo que parece,
templando está vn laud o viguela, y segun
escupe y se desembaraça el pecho, deue de
prepararse para cantar algo.''

``A buena fe que es assi'', respondio Sancho,
``y que deue de ser cauallero enamorado.''

``No ay ninguno de los andantes que no lo
sea'', dixo don Quixote, ``y escuchemosle; que
por el hilo sacaremos el ouillo de sus
pensamientos, si es que canta; que de la abundancia
del coraçon habla la lengua.''

Replicar queria Sancho a su amo; pero la
voz del Cauallero del Bosque, que no era muy
mala ni muy buena, lo estoruó, y estando los
dos atonitos, oyeron que lo que cantó fue
este

# unit T subtitle
«SONETO.
# unit Q spanishverse
Dadme, señora, vn termino que siga, ÷
conforme a vuestra voluntad cortado; ÷
que sera de la mia assi estimado, ÷
que por jamas vn punto del desdiga.

Si gustays que callando mi fatiga ÷
muera, contadme ya por acabado; ÷
si quereys que os la cuente en desusado ÷
modo, hare que el mesmo Amor la diga.

A prueua de contrarios estoy hecho, ÷
de blanda cera y de diamante duro, ÷
y a las leyes de amor el alma ajusto.

Blando qual es, o fuerte, ofrezco el pecho; ÷
entallad o imprimid lo que os de gusto, ÷
que de guardarlo eternamente juro.» ÷

# unit P text
Con vn ¡ay! arrancado, al parecer, de lo intimo
de su coraçon, dio fin a su canto el Cauallero
del Bosque, y de alli a vn poco, con voz
doliente y lastimada, dixo:

``¡O la mas hermosa y la mas ingrata muger
del orbe!, ¿cómo que sera possible, serenissima
Casildea de Vandalia, que has de consentir
que se consuma y acabe en continuas peregrinaciones
y en asperos y duros trabajos este tu
cautiuo cauallero? ¿No basta ya que he hecho
que te confiessen por la mas hermosa del mundo
todos los caualleros de Nauarra, todos los
leoneses, todos los tartesios, todos los castellanos
y, finalmente, todos los caualleros de la
Mancha?''

``Esso no'', dixo a esta sazon don Quixote,
``que yo soy de la Mancha y nunca tal he
confessado, ni podia, ni deuia confessar vna cosa
tan perjudicial a la belleza de mi señora, y este
tal cauallero ya vees tu, Sancho, que desuaria;
pero escuchemos: quiça se declarará mas.''

``Si hará'', replicó Sancho; ``que termino
lleua de quexarse vn mes arreo.''

Pero no fue assi, porque auiendo entreoydo
el Cauallero del Bosque que hablauan cerca del,
sin passar adelante en su lamentacion se puso
en pie, y dixo con voz sonora y comedida:

``¿Quién va alla, qué gente?; ¿es por ventura
de la del numero de los contentos, o la del
de los afligidos?''

``De los afligidos'', respondio don Quixote.

``Pues lleguese a mi'', respondio el del
Bosque, ``y hara cuenta que se llega a la mesma
tristeza y a la aflicion mesma.''

Don Quixote, que se vio responder tan tierna
y comedidamente, se llegó a el, y Sancho ni
mas ni menos; el cauallero lamentador assio a
don Quixote del braço, diziendo:

``Sentaos aqui, señor cauallero; que para
entender que lo soys y de los que professan la
andante caualleria, bastame el aueros hallado
en este lugar, donde la soledad y el sereno os
hazen compañia, naturales lechos y propias
estancias de los caualleros andantes.''

A lo que respondio don Quixote:

``Cauallero soy y de la profession que
dezis, y aunque en mi alma tienen su propio
assiento las tristezas, las desgracias y las
desuenturas, no por esso se ha ahuyentado della
la compassion que tengo de las agenas
desdichas; de lo que contastes poco ha,
colegi que las vuestras son enamoradas, quiero
dezir, del amor que teneis a aquella hermosa
ingrata que en vuestras lamentaciones
nombrastes.''

Ya quando esto passauan, estauan sentados
juntos sobre la dura tierra en buena paz y
compañia, como si al romper del dia no se
huuieran de romper las cabeças.

``¿Por ventura, señor cauallero'', preguntó
el del Bosque a don Quixote: ``soys
enamorado?''

``Por desuentura, lo soy'', respondio don
Quixote, ``aunque los daños que nacen de los
bien colocados pensamientos, antes se deuen
tener por gracias que por desdichas.''

``Assi es la verdad'', replicó el del Bosque,
``si no nos turbassen la razon y el entendimiento
los desdenes, que siendo muchos, parecen
venganças.''

``Nunca fuy desdeñado de mi señora'',
respondio don Quixote.

``No, por cierto'', dixo Sancho, que alli
junto estaua, ``porque es mi señora como
vna borrega mansa: es mas blanda que vna
manteca.''

``¿Es vuestro escudero este?'', preguntó el
del Bosque.

``Si es'', respondio don Quixote.

``Nunca he visto yo escudero'', replicó el del
Bosque, ``que se atreua a hablar donde habla
su señor; a lo menos, ai está esse mio, que es tan
grande como su padre, y no se prouará que aya
desplegado el labio donde yo hablo.''

``Pues a fe'', dixo Sancho, ``que he hablado
yo y puedo hablar delante de otro tan..., y aun
quedese aqui; que es peor meneallo.''

El escudero del Bosque assio por el braço a
Sancho, diziendole:

``Vamonos los dos donde podamos hablar
escuderilmente todo quanto quisieremos, y
dexemos a estos señores amos nuestros que se
den de las astas contandose las historias de
sus amores; que a buen seguro que les ha de
coger el dia en ellas y no las han de auer
acabado.''

``Sea en buena hora'', dixo Sancho, ``y yo le
dire a vuessa merced quien soy, para que vea
si puedo entrar en dozena con los mas
hablantes escuderos.''

Con esto se apartaron los dos escuderos,
entre los quales passó vn tan gracioso
coloquio, como fue graue el que passó entre sus
señores.


## <p013>
# chapter  13 XIII
# unit N chapternum
Capitulo XIII
# unit T title
Donde se prosigue la auentura del Cauallero
del Bosque, con el discreto, nueuo y suaue
coloquio que passó entre los dos escuderos.
# unit P text
Diuididos estauan caualleros y escuderos,
estos contandose sus vidas, y aquellos sus
amores; pero la historia cuenta primero el
razonamiento de los moços y luego prosigue el de
los amos, y, assi, dize que, apartandose vn poco
dellos, el del Bosque dixo a Sancho:

``Trabajosa vida es la que passamos y viuimos,
señor mio, estos que somos escuderos de
caualleros andantes; en verdad que comemos
el pan en el sudor de nuestros rostros, que
es vna de las maldiciones que echó Dios a
nuestros primeros padres.''

``Tambien se puede dezir'', añadio Sancho,
``que lo comemos en el yelo de nuestros cuerpos,
porque ¿quién mas calor y mas frio que los
miserables escuderos de la andante caualleria?;
y aun menos mal si comieramos, pues los duelos
con pan son menos; pero tal vez ay que se
nos passa vn dia y dos sin desayunarnos, si no
es del viento que sopla.''

``Todo esso se puede lleuar y conlleuar'', dixo
el del Bosque, ``con la esperança que tenemos
del premio, porque si demasiadamente no es
desgraciado el cauallero andante a quien vn
escudero sirue, por lo menos, a pocos lances se
vera premiado con vn hermoso gouierno de
qualque insula, o con vn condado de buen
parecer.''

``Yo'', replicó Sancho, ``ya he dicho a mi
amo que me contento con el gouierno de alguna
insula, y el es tan noble y tan liberal que
me le ha prometido muchas y diuersas vezes.''

``Yo'', dixo el del Bosque, ``con vn canonicato
quedaré satisfecho de mis seruicios, y ya
me le tiene mandado mi amo, y ¡qué tal!''

``Deue de ser'', dixo Sancho, ``su amo de
vuessa merced cauallero a lo eclesiastico, y
podra hazer essas mercedes a sus buenos
escuderos, pero el mio es meramente lego, aunque
yo me acuerdo quando le querian aconsejar
personas discretas, aunque, a mi parecer,
mal intencionadas, que procurasse ser arçobispo;
pero el no quiso sino ser emperador, y yo
estaua entonces temblando si le venia en voluntad
de ser de la Iglesia, por no hallarme suficiente
de tener beneficios por ella, porque le
hago saber a vuessa merced que, aunque parezco
hombre, soy vna bestia para ser de la
Iglesia.''

``Pues en verdad que lo yerra vuessa merced'',
dixo el del Bosque, ``a causa que los gouiernos
insulanos no son todos de buena data;
algunos ay torcidos, algunos pobres, algunos
malenconicos y, finalmente, el mas erguido y
bien dispuesto trae consigo vna pesada carga
de pensamientos y de incomodidades, que
pone sobre sus ombros el desdichado que le
cupo en suerte. Harto mejor seria que los que
professamos esta maldita seruidumbre nos
retirassemos a nuestras casas, y alli nos
entretuuiessemos en exercicios mas suaues, como si
dixessemos, caçando o pescando; que ¿qué
escudero ay tan pobre en el mundo a quien le
falte vn rozin, y vn par de galgos, y vna caña
de pescar, con que entretenerse en su aldea?''

``A mi no me falta nada desso'', respondio
Sancho; ``verdad es que no tengo rozin, pero
tengo vn asno que vale dos vezes mas que el
cauallo de mi amo. Mala pascua me de Dios, y
sea la primera que viniere, si le trocara por el,
aunque me diessen quatro fanegas de cebada
encima; a burla tendra vuessa merced el valor
de mi ruzio; que ruzio es el color de mi
jumento. Pues galgos, no me auian de faltar,
auiendolos sobrados en mi pueblo; y mas, que
entonces es la caça mas gustosa, quando se
haze a costa agena.''

``Real y verdaderamente'', respondio el del
Bosque, ``señor escudero, que tengo propuesto
y determinado de dexar estas borracherias
destos caualleros, y retirarme a mi aldea y criar
mis hijitos, que tengo tres como tres
orientales perlas.''

``Dos tengo yo'', dixo Sancho, ``que se pueden
presentar al Papa en persona, especialmente
vna muchacha, a quien crio para condessa,
si Dios fuere seruido, aunque a pesar de
su madre.''

``Y ¿qué edad tiene essa señora que se cria
para condessa?'', preguntó el del Bosque.

``Quinze años, dos mas a menos``, respondio
Sancho; ``pero es tan grande como vna lança,
y tan fresca como vna mañana de abril, y
tiene vna fuerça de vn ganapan.''

``Partes son essas'', respondio el del Bosque,
``no solo para ser condessa, sino para ser ninfa
del verde bosque. ¡O hideputa puta, y qué
rexo deue de tener la vellaca!''

A lo que respondio Sancho, algo mohino:

``Ni ella es puta, ni lo fue su madre, ni lo sera
ninguna de las dos, Dios quiriendo, mientras
yo viuiere. Y hablese mas comedidamente; que
para auerse criado vuessa merced entre caualleros
andantes, que son la mesma cortesia, no
me parecen muy concertadas essas palabras.''

``¡O, qué mal se le entiende a vuessa merced'',
replicó el del Bosque, ``de achaque de
alabanças, señor escudero! ¿Cómo y no sabe que
quando algun cauallero da vna buena lançada
al toro en la plaça, o quando alguna persona
haze alguna cosa bien hecha, suele dezir el
vulgo: «¡o hideputa puto, y qué bien que lo ha
hecho!», y aquello que parece vituperio en
aquel termino, es alabança notable? Y renegad
vos, señor, de los hijos o hijas que no hazen
obras que merezcan se les den a sus padres
loores semejantes.''

``Si reniego'', respondio Sancho; ``y desse
modo y por essa misma razon podia echar
vuessa merced a mi, y hijos, y a mi muger
toda vna puteria encima, porque todo
quanto hazen y dizen son estremos dignos de
semejantes alabanças; y para boluerlos a ver,
ruego yo a Dios me saque de pecado mortal,
que lo mesmo sera si me saca deste peligroso
oficio de escudero, en el qual he incurrido
segunda vez, cebado y engañado de vna bolsa
con cien ducados que me hallé vn dia en el
coraçon de Sierra Morena; y el diablo me pone
ante los ojos aqui, alli, aca no, sino aculla, vn
talego lleno de doblones, que me parece que a
cada paso le toco con la mano y me abraço
con el, y lo lleuo a mi casa, y echo censos, y
fundo rentas, y viuo como vn principe, y el rato
que en esto pienso se me hazen faciles y
lleuaderos quantos trabajos padezco con este
mentecato de mi amo, de quien se que tiene mas
de loco que de cauallero.''

``Por esso'', respondio el del Bosque, ``dizen
que la codicia rompe el saco, y si va a tratar
dellos, no ay otro mayor en el mundo que mi
amo, porque es de aquellos que dizen:
«cuydados agenos matan al asno»; pues porque
cobre otro cauallero el juyzio que ha perdido,
se haze el loco, y anda buscando lo que no
se si despues de hallado le ha de salir a los
hozicos.''

``Y ¿es enamorado por dicha?''

``Si'', dixo el del Bosque, ``de vna tal Casildea
de Vandalia, la mas cruda y la mas asada
señora que en todo el orbe puede hallarse;
pero no coxea del pie de la crudeza; que otros
mayores embustes le gruñen en las entrañas, y
ello dira antes de muchas horas.''

``No ay camino tan llano'', replicó Sancho,
``que no tenga algun tropezon o barranco; en
otras casas cuezen habas, y en la mia, a
calderadas; mas acompañados y paniaguados deue
de tener la locura que la discrecion. Mas si es
verdad lo que comunmente se dize, que el tener
compañeros en los trabajos suele seruir de
aliuio en ellos, con vuessa merced podre
consolarme, pues sirue a otro amo tan tonto como
el mio.''

``Tonto, pero valiente'', respondio el del
Bosque, ``y mas vellaco que tonto y que valiente.''

``Esso no es el mio'', respondio Sancho;
``digo que no tiene nada de vellaco, antes tiene
vna alma como vn cantaro; no sabe hazer mal
a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia
alguna; vn niño le hara entender que es de noche
en la mitad del dia, y por esta senzillez le quiero
como a las telas de mi coraçon, y no me amaño
a dexarle, por mas disparates que haga.''

``Con todo esso, hermano y señor'', dixo el
del Bosque, ``si el ciego guia al ciego, ambos
van a peligro de caer en el hoyo. Mejor es
retirarnos con buen compas de pies y boluernos a
nuestras querencias; que los que buscan
auenturas no siempre las hallan buenas.''

Escupia Sancho a menudo, al parecer, vn
cierto genero de saliua pegajosa y algo seca, lo
qual visto y notado por el caritatiuo bosqueril
escudero, dixo:

``Pareceme que de lo que hemos hablado se
nos pegan al paladar las lenguas; pero yo
traygo vn despegador pendiente del arzon de mi
cauallo, que es tal como bueno.''

Y, leuantandose, boluio desde alli a vn poco
con vna gran bota de vino y vna empanada de
media vara, y no es encarecimiento, porque
era de vn conejo albar tan grande, que Sancho,
al tocarla, entendio ser de algun cabron, no que
de cabrito; lo qual visto por Sancho, dixo:

``Y ¿esto trae vuessa merced consigo, señor?''

``Pues ¿qué se pensaua'', respondio el otro;
``soy yo por ventura algun escudero de agua y
lana? Mejor repuesto traygo yo en las ancas
de mi cauallo que lleua consigo quando va de
camino vn general.''

Comio Sancho sin hazerse de rogar, y
tragaua a escuras bocados de nudos de suelta,
y dixo:

``Vuessa merced si que es escudero fiel y
legal, moliente y corriente, magnifico y grande,
como lo muestra este banquete, que si no ha
venido aqui por arte de encantamento, parecelo,
a lo menos; y no como yo, mezquino y
malauenturado, que solo traygo en mis alforjas vn
poco de queso, tan duro, que pueden descalabrar
con ello a vn gigante; a quien hazen
compañia quatro dozenas de algarrobas y otras
tantas de auellanas y nuezes, mercedes a la
estrecheza de mi dueño y a la opinion que
tiene y orden que guarda de que los caualleros
andantes no se han de mantener y sustentar
sino con frutas secas y con las yeruas del
campo.''

``Por mi fe, hermano'', replicó el del Bosque,
``que yo no tengo hecho el estomago a tagarninas,
ni a piruetanos, ni a rayzes de los montes;
alla se lo ayan con sus opiniones y leyes
cauallerescas nuestros amos, y coman lo que ellos
mandaren; fiambreras traygo y esta bota colgando
del arzon de la silla, por si o por no; y
es tan deuota mia, y quierola tanto, que
pocos ratos se passan sin que la de mil besos
y mil abraços.''

Y, diziendo esto, se la puso en las manos a
Sancho, el qual, empinandola puesta a la boca,
estuuo mirando las estrellas vn quarto de hora,
y, en acabando de beuer, dexó caer la cabeça a
vn lado, y, dando vn gran suspiro, dixo:

``¡O hideputa, vellaco, y cómo es catolico!''

``¿Veis ai'', dixo el del Bosque, en oyendo el
hideputa de Sancho, ``como aueis alabado este
vino, llamandole hideputa?''

``Digo'', respondio Sancho, ``que confiesso
que conozco que no es deshonra llamar hijo
de puta a nadie quando cae debaxo del
entendimiento de alabarle. Pero digame, señor, por
el siglo de lo que mas quiere: ¿este vino es de
Ciudad Real?''

``¡Brauo moxon!'', respondio el del Bosque;
``en verdad que no es de otra parte, y que
tiene algunos años de ancianidad.''

``¡A mi con esso!'', dixo Sancho; ``no tomeys
menos, sino que se me fuera a mi por alto dar
alcance a su conocimiento. ¿No sera bueno,
señor escudero, que tenga yo vn instinto tan
grande y tan natural en esto de conocer vinos,
que en dandome a oler qualquiera, acierto la
patria, el linage, el sabor, y la dura y las
bueltas que ha de dar, con todas las circunstancias
al vino atañederas? Pero no ay de que
marauillarse, si tuue en mi linage por parte de mi
padre los dos mas excelentes moxones que en
luengos años conocio la Mancha; para prueua
de lo qual les sucedio lo que aora dire.
Dieronles a los dos a prouar del vino de vna cuba,
pidiendoles su parecer del estado, qualidad,
bondad o malicia del vino; el vno lo prouo con
la punta de la lengua, el otro no hizo mas de
llegarlo a las narizes. El primero dixo que
aquel vino sabia a hierro, el segundo dixo
que mas sabia a cordouan. El dueño dixo que
la cuba estaua limpia y que el tal vino no tenia
adobo alguno, por donde huuiesse tomado
sabor de hierro ni de cordouan. Con todo esso,
los dos famosos moxones se afirmaron en lo
que auian dicho. Anduuo el tiempo, vendiose
el vino, y al limpiar de la cuba hallaron en ella
vna llaue pequeña pendiente de vna correa de
cordouan. Porque vea vuessa merced si
quien viene desta ralea podra dar su parecer
en semejantes causas.''

``Por esso digo'', dixo el del Bosque, ``que
nos dexemos de andar buscando auenturas,
y pues tenemos hogaças, no busquemos tortas,
y boluamonos a nuestras choças; que alli nos
hallará Dios si El quiere.''

``Hasta que mi amo llegue a Zaragoça, le
seruire; que despues todos nos
entenderemos.''

Finalmente, tanto hablaron y tanto beuieron
los dos buenos escuderos, que tuuo necessidad
el sueño de atarles las lenguas y templarles la
sed, que quitarsela fuera impossible; y, assi,
assidos entrambos de la ya casi vazia bota,
con los bocados a medio mascar en la boca,
se quedaron dormidos, donde los dexaremos
por aora, por contar lo que el Cauallero del
Bosque passó con el de la Triste Figura.


## <p014>
# chapter  14 XIV
# unit N chapternum
Capitulo XIV
# unit T title
Donde se prosigue la auentura del Cauallero
del Bosque.
# unit P text
Entre muchas razones que passaron don Quixote
y el Cauallero de la Selua, dize la historia
que el del Bosque dixo a don Quixote:

``Finalmente, señor cauallero, quiero que
sepays que mi destino, o por mejor dezir, mi
eleccion me truxo a enamorar de la sin par
Casildea de Vandalia; llamola sin par, porque
no le tiene, assi en la grandeza del cuerpo
como en el estremo del estado y de la hermosura.
Esta tal Casildea, pues, que voy contando,
pagó mis buenos pensamientos y comedidos
desseos con hazerme ocupar, como su madrina
a Hercules, en muchos y diuersos peligros,
prometiendome al fin de cada vno, que en el fin
del otro llegaria el de mi esperança; pero assi
se han ydo eslabonando mis trabajos, que no
tienen cuento, ni yo se quál ha de ser el
vltimo que de principio al cumplimiento de mis
buenos desseos. Vna vez me mandó que fuesse
a desafiar a aquella famosa giganta de Seuilla
llamada la Giralda, que es tan valiente y
fuerte como hecha de bronze, y sin mudarse de vn
lugar es la mas mouible y voltaria muger del
mundo. Llegué, vila y vencila, y hizela estar
queda y a raya, porque en mas de vna semana
no soplaron sino vientos nortes. Vez tambien
huuo, que me mandó fuesse a tomar en peso
las antiguas piedras de los valientes toros de
Guisando, empresa mas para encomendarse
a ganapanes que a caualleros; otra vez me
mandó que me precipitasse y sumiesse en la
sima de Cabra, peligro inaudito y
temeroso, y que le truxesse particular relacion
de lo que en aquella escura profundidad se
encierra. Detuue el mouimiento a la Giralda,
pesé los toros de Guisando, despeñeme en la
sima y saqué a luz lo escondido de su abismo,
y mis esperanças, muertas que muertas,
y sus mandamientos y desdenes, viuos que
viuos.

''En resolucion, vltimamente me ha mandado
que discurra por todas las prouincias de
España y haga confessar a todos los andantes
caualleros, que por ellas vagaren, que ella sola
es la mas auentajada en hermosura de quantas
oy viuen, y que yo soy el mas valiente y el
mas bien enamorado cauallero del orbe; en
cuya demanda he andado ya la mayor parte
de España, y en ella he vencido muchos
caualleros; que se han atreuido a contradezirme.
Pero de lo que yo mas me precio y vfano es
de auer vencido en singular batalla a aquel
tan famoso cauallero don Quixote de la
Mancha, y hechole confessar que es mas hermosa
mi Casildea que su Dulcinea, y en solo este
vencimiento hago cuenta que he vencido todos
los caualleros del mundo, porque el tal don
Quixote que digo los ha vencido a todos, y
auiendole yo vencido a el, su gloria, su fama
y su honra se ha transferido y passado a mi
persona: ÷
# unit Q spanishverse
Y tanto el vencedor es mas honrado, ÷
quanto mas el vencido es reputado.

# unit P text
''Assi, que ya corren por mi cuenta y son
mias las inumerables hazañas del ya referido
don Quixote.''

Admirado quedó don Quixote de oyr al
Cauallero del Bosque, y estuuo mil vezes por
dezirle que mentia, y ya tuuo el mentis en el
pico de la lengua; pero reportose lo mejor que
pudo por hazerle confessar por su propia boca
su mentira, y, assi, sossegadamente le dixo:

``De que vuessa merced, señor cauallero,
aya vencido a los mas caualleros andantes de
España, y aun de todo el mundo, no digo nada;
pero de que aya vencido a don Quixote de la
Mancha, pongolo en duda; podria ser que
fuesse otro que le pareciesse, aunque ay pocos
que le parezcan.''

``¿Cómo no?'', replicó el del Bosque; ``por el
cielo que nos cubre que peleé con don Quixote,
y le venci y rendi, y es vn hombre alto
de cuerpo, seco de rostro, estirado y abellanado
de miembros, entrecano, la nariz aguileña
y algo corba, de vigotes grandes, negros
y caydos. Campea debaxo del nombre del Cauallero
de la Triste Figura, y trae por escudero
a vn labrador llamado Sancho Pança, oprime
el lomo y rige el freno de vn famoso cauallo
llamado Rozinante, y, finalmente, tiene por
señora de su voluntad a vna tal Dulcinea del
Toboso, llamada vn tiempo Aldonça Lorenço;
como la mia, que, por llamarse Casilda y ser
de la Andaluzia, yo la llamo Casildea de
Vandalia; si todas estas señas no bastan para
acreditar mi verdad, aqui está mi espada que la
hara dar credito a la mesma incredulidad.''

``Sossegaos, señor cauallero'', dixo don
Quixote, ``y escuchad lo que deziros quiero. Aueis
de saber que esse don Quixote que dezis es
el mayor amigo que en este mundo tengo, y
tanto, que podre dezir que le tengo en lugar
de mi misma persona, y que por las señas que
del me aueis dado, tan puntuales y ciertas, no
puedo pensar sino que sea el mismo que aueis
vencido. Por otra parte, veo con los ojos y toco
con las manos no ser possible ser el mesmo,
si ya no fuesse que como el tiene muchos
enemigos encantadores, especialmente vno que de
ordinario le persigue, no aya alguno dellos
tomado su figura para dexarse vencer, por
defraudarle de la fama que sus altas cauallerias
le tienen grangeada y adquirida, por todo lo
descubierto de la tierra. Y, para confirmacion
desto, quiero tambien que sepays que los tales
encantadores, sus contrarios, no ha mas de
dos dias que transformaron la figura y persona
de la hermosa Dulcinea del Toboso en vna
aldeana soez y baxa, y desta manera auran
transformado a don Quixote; y si todo esto no
basta para enteraros en esta verdad que digo,
aqui está el mesmo don Quixote que la sustentará
con sus armas, a pie o a cauallo, o de
qualquiera suerte que os agradare.''

Y, diziendo esto, se leuantó en pie y se
empuñó en la espada, esperando qué resolucion
tomaria el Cauallero del Bosque, el qual, con
voz assimismo sossegada, respondio y dixo:

``Al buen pagador no le duelen prendas; el
que vna vez, señor don Quixote, pudo venceros
transformado, bien podra tener esperança de
rendiros en vuestro propio ser. Mas porque no
es bien que los caualleros hagan sus fechos
de armas ascuras, como los salteadores y
rufianes, esperemos el dia para que el sol vea
nuestras obras. Y ha de ser condicion de nuestra
batalla que el vencido ha de quedar a la
voluntad del vencedor, para que haga del todo lo
que quisiere, con tal que sea decente a
cauallero lo que se le ordenare.''

``Soy mas que contento dessa condicion y
conuenencia'', respondio don Quixote.

Y, en diziendo esto, se fueron donde estauan
sus escuderos, y los hallaron roncando y en la
misma forma que estauan quando les salteó el
sueño. Despertaronlos y mandaronles que tuuiessen
a punto los cauallos, porque en saliendo
el sol auian de hazer los dos vna sangrienta,
singular y desigual batalla; a cuyas nueuas
quedó Sancho atonito y pasmado, temeroso de
la salud de su amo por las valentias que auia
oydo dezir del suyo al escudero del Bosque;
pero, sin hablar palabra, se fueron los dos
escuderos a buscar su ganado; que ya todos tres
cauallos y el ruzio se auian olido y estauan
todos juntos.

En el camino dixo el del Bosque a Sancho:

``Ha de saber, hermano, que tienen por
costumbre los peleantes de la Andaluzia, quando
son padrinos de alguna pendencia, no estarse
ociosos, mano sobre mano, en tanto que sus
ahijados riñen; digolo porque esté aduertido,
que mientras nuestros dueños riñeren nosotros
tambien hemos de pelear y hazernos astillas.''

``Essa costumbre, señor escudero'', respondio
Sancho, ``alla puede correr y passar con
los rufianes y peleantes que dize; pero con los
escuderos de los caualleros andantes, ni por
pienso. A lo menos, yo no he oydo dezir a mi
amo semejante costumbre, y sabe de memoria
todas las ordenanças de la andante caualleria.
Quanto mas que yo quiero que sea verdad
y ordenança expresa el pelear los escuderos
en tanto que sus señores pelean; pero yo no
quiero cumplirla, sino pagar la pena que estuuiere
puesta a los tales pacificos escuderos, que
yo asseguro que no passe de dos libras de cera,
y mas quiero pagar las tales libras, que se que
me costarán menos que las hilas que podre
gastar en curarme la cabeça, que ya me la cuento
por partida y diuidida en dos partes; ay mas:
que me impossibilita el reñir el no tener
espada, pues en mi vida me la puse.''

``Para esso se yo vn buen remedio'', dixo el
del Bosque; ``yo traygo aqui dos talegas de
lienço de vn mesmo tamaño; tomareys vos la
vna y yo la otra, y riñiremos a talegazos con
armas yguales.''

``Dessa manera, sea en buena hora'', respondio
Sancho, ``porque antes seruira la tal pelea
de despoluorearnos que de herirnos.''

``No ha de ser assi'', replicó el otro, ``porque
se han de echar dentro de las talegas, porque
no se las lleue el ayre, media dozena de guijarros
lindos y pelados que pesen tanto los vnos
como los otros, y desta manera nos pondremos
atalegar sin hazernos mal ni daño.''

``Mirad, ¡cuerpo de mi padre'', respondio
Sancho, ``qué martas cebollinas o qué
copos de algodon cardado pone en las talegas
para no quedar molidos los cascos y hechos
alheña los huesos! Pero aunque se llenaran de
capullos de seda, sepa, señor mio, que no he
de pelear; peleen nuestros amos y alla se lo
ayan, y beuamos y viuamos nosotros; que
el tiempo tiene cuydado de quitarnos las vidas,
sin que andemos buscando apetites para que
se acaben antes de llegar su sazon y termino,
y que se cayan de maduras.''

``Con todo'', replicó el del Bosque, ``hemos
de pelear siquiera media hora.''

``Esso, no'', respondio Sancho; ``no sere yo
tan descortes ni tan desagradecido, que con
quien he comido y he beuido trabe question
alguna, por minima que sea; quanto mas que
estando sin colera y sin enojo, ¿quién diablos
se ha de amañar a reñir a secas?''

``Para esso'', dixo el del Bosque, ``yo dare vn
suficiente remedio, y es que antes que
comencemos la pelea, yo me llegaré bonitamente a
vuessa merced y le dare tres o quatro bofetadas
que de con el a mis pies, con las quales
le hare despertar la colera aunque esté con
mas sueño que vn liron.''

``Contra esse corte se yo otro'', respondio
Sancho, ``que no le va en zaga: cogere yo vn
garrote, y antes que vuessa merced llegue a
despertarme la colera hare yo dormir a garrotazos
de tal suerte la suya, que no despierte
si no fuere en el otro mundo, en el qual se
sabe que no soy yo hombre que me dexo manosear
el rostro de nadie; y cada vno mire por
el virote. Aunque lo mas acertado seria dexar
dormir su colera a cada vno; que no sabe
nadie el alma de nadie, y tal suele venir por
lana que buelue tresquilado, y Dios bendixo
la paz y maldixo las riñas; porque si vn gato
acosado, encerrado y apretado se buelue en
leon, yo, que soy hombre, Dios sabe en lo que
podre boluerme, y, assi, desde aora intimo a
vuessa merced, señor escudero, que corra por
su cuenta todo el mal y daño que de nuestra
pendencia resultare.''

``Está bien'', replicó el del Bosque;
``amanezera Dios y medraremos.''

En esto, ya començauan a gorgear en los
arboles mil suertes de pintados paxarillos, y en
sus diuersos y alegres cantos parecia que dauan
la norabuena y saludauan a la fresca aurora,
que ya por las puertas y balcones del Oriente
yua descubriendo la hermosura de su rostro,
sacudiendo de sus cabellos vn numero infinito
de liquidas perlas, en cuyo suaue licor bañandose
las yeruas, parecia assimesmo que ellas
brotauan y llouian blanco y menudo aljofar;
los sauzes destilauan maná sabroso, reianse las
fuentes, murmurauan los arroyos, alegrauanse
las seluas y enriquezianse los prados con su
venida. Mas apenas dio lugar la claridad del
dia para ver y diferenciar las cosas, quando la
primera que se ofrecio a los ojos de Sancho
Pança fue la nariz del escudero del Bosque,
que era tan grande, que casi le hazia sombra
a todo el cuerpo. Cuentase, en efecto, que era
de demasiada grandeza, corba en la mitad
y toda llena de berrugas, de color amoratado,
como de verengena; baxauale dos dedos mas
abaxo de la boca, cuya grandeza, color, berrugas
y encorbamiento assi le afeauan el rostro,
que, en viendole Sancho, començo a herir de
pie y de mano como niño con alferezia, y
propuso en su coraçon de dexarse dar dozientas
bofetadas antes que despertar la colera para
reñir con aquel vestiglo.

Don Quixote miró a su contendor y hallole
ya puesta y calada la celada, de modo que no
le pudo ver el rostro, pero notó que era
hombre membrudo, y no muy alto de cuerpo. Sobre
las armas traia vna sobreuista o casaca de vna
tela, al parecer, de oro finissimo, sembradas por
ella muchas lunas pequeñas de resplandecientes
espejos, que le hazian en grandissima manera
galan y vistoso; bolauanle sobre la celada
grande cantidad de plumas verdes, amarillas
y blancas; la lança que tenia arrimada a vn
arbol era grandissima y gruessa, y de vn hierro
azerado de mas de vn palmo.

Todo lo miró y todo lo notó don Quixote, y
juzgó de lo visto y mirado que el ya dicho
cauallero deuia de ser de grandes fuerças;
pero no por esso temio como Sancho Pança,
antes con gentil denuedo dixo al Cauallero de
los Espejos:

``Si la mucha gana de pelear, señor cauallero,
no os gasta la cortesia, por ella os pido
que alceys la visera vn poco, porque yo vea si
la gallardia de vuestro rostro responde a la de
vuestra disposicion.''

``O vencido o vencedor que salgays desta
empresa, señor cauallero'', respondio el de los
Espejos, ``os quedará tiempo y espacio
demasiado para verme, y si aora no satisfago a
vuestro desseo, es por parecerme que hago
notable agrauio a la hermosa Casildea de
Vandalia en dilatar el tiempo que tardare en
alçarme la visera, sin hazeros confessar lo que
ya sabeys que pretendo.''

``Pues en tanto que subimos a cauallo'', dixo
don Quixote, ``bien podeys dezirme si soy yo
aquel don Quixote que dixistes auer vencido.''

``A esso vos respondemos'', dixo el de los
Espejos, ``que pareceys como se parece vn
hueuo a otro al mismo cauallero que yo venci;
pero, segun vos dezis que le persiguen
encantadores, no osaré afirmar si soys el contenido
o no.''

``Esso me basta a mi'', respondio don Quixote,
``para que crea vuestro engaño; empero,
para sacaros del de todo punto, vengan nuestros
cauallos; que en menos tiempo que el que
tardarades en alçaros la visera, si Dios, si mi
señora y mi braço me valen, vere yo vuestro
rostro, y vos vereis que no soy yo el vencido
don Quixote que pensays.''

Con esto, acortando razones, subieron a
cauallo, y don Quixote boluio las riendas a
Rozinante para tomar lo que conuenia del campo
para boluer a encontrar a su contrario, y lo
mesmo hizo el de los Espejos; pero no se auia
apartado don Quixote veynte pasos, quando se
oyo llamar del de los Espejos, y partiendo los
dos el camino, el de los Espejos le dixo:

``Aduertid, señor cauallero, que la condicion
de nuestra batalla es que el vencido, como
otra vez he dicho, ha de quedar a discrecion
del vencedor.''

``Ya la se'', respondio don Quixote, ``con tal
que lo que se le impusiere y mandare al
vencido han de ser cosas que no salgan de los
limites de la caualleria.''

``Assi se entiende'', respondio el de los
Espejos.

Ofrecieronsele en esto a la vista de don
Quixote las estrañas narizes del escudero, y no se
admiró menos de verlas que Sancho, tanto, que
le juzgó por algun monstro, o por hombre nueuo
y de aquellos que no se vsan en el mundo.
Sancho, que vio partir a su amo para tomar
carrera, no quiso quedar solo con el narigudo,
temiendo que con solo vn passagonçalo
con aquellas narizes en las suyas seria
acabada la pendencia suya, quedando del golpe,
o del miedo, tendido en el suelo, y fuesse
tras su amo, assido a vna accion de
Rozinante, y quando le parecio que ya era tiempo
que boluiesse, le dixo:

``Suplico a vuessa merced, señor mio, que
antes que buelua a encontrarse me ayude a
subir sobre aquel alcornoque, de donde podre
ver mas a mi sabor, mejor que desde el suelo, el
gallardo encuentro que vuessa merced ha de
hazer con este cauallero.''

``Antes creo, Sancho'', dixo don Quixote,
``que te quieres encaramar y subir en andamio
por ver sin peligro los toros.''

``La verdad que diga'', respondio Sancho,
``las desaforadas narizes de aquel escudero me
tienen atonito y lleno de espanto, y no me
atreuo a estar junto a el.''

``Ellas son tales'', dixo don Quixote, ``que a
no ser yo quien soy, tambien me asombraran,
y, assi, ven, ayudarte he a subir donde dizes.''

En lo que se detuuo don Quixote en que
Sancho subiesse en el alcornoque, tomó el de
los Espejos del campo lo que le parecio
necessario, y creyendo que lo mismo auria hecho
don Quixote, sin esperar son de trompeta ni
otra señal que los auisasse, boluio las riendas
a su cauallo, que no era mas ligero ni de mejor
parecer que Rozinante, y a todo su correr, que
era vn mediano trote, yua a encontrar a su
enemigo; pero viendole ocupado en la subida de
Sancho, detuuo las riendas y parose en la
mitad de la carrera, de lo que el cauallo quedó
agradecidissimo, a causa que ya no podia
mouerse. Don Quixote, que le parecio que ya su
enemigo venia volando, arrimó reziamente las
espuelas a las trashijadas hijadas de Rozinante,
y le hizo aguijar de manera, que cuenta la
historia que esta sola vez se conocio auer corrido
algo, porque todas las demas siempre fueron
trotes declarados, y con esta no vista furia llegó
donde el de los Espejos estaua hincando a su
cauallo las espuelas hasta los botones, sin que
le pudiesse mouer vn solo dedo del lugar
donde auia hecho estanco de su carrera.

En esta buena sazon y coyuntura halló don
Quixote a su contrario embaraçado con su
cauallo y ocupado con su lança, que nunca, o no
acerto, o no tuuo lugar de ponerla en ristre.

Don Quixote, que no miraua en estos
inconuenientes, a saluamano y sin peligro alguno
encontro al de los Espejos con tanta fuerça, que
mal de su grado le hizo venir al suelo por las
ancas del cauallo, dando tal cayda, que sin
mouer pie ni mano, dio señales de que estaua
muerto.

Apenas le vio caydo Sancho, quando se
deslizó del alcornoque, y a toda priesa vino
donde su señor estaua, el qual, apeandose de
Rozinante, fue sobre el de los Espejos, y quitandole
las lazadas del yelmo para ver si era muerto,
y para que le diesse el ayre, si acaso estaua
viuo, y vio... ¿quién podra dezir lo que vio,
sin causar admiracion, marauilla y espanto a
los que lo oyeren? Vio, dize la historia, el rostro
mesmo, la misma figura, el mesmo aspecto, la
misma fisonomia, la mesma efigie, la pespetiua
mesma del bachiller Sanson Carrasco,
y assi como la vio, en altas vozes dixo:

``Acude, Sancho, y mira lo que has de ver y
no lo has creer; aguija, hijo, y aduierte lo
que puede la magia, lo que pueden los
hechizeros y los encantadores.''

Llegó Sancho, y como vio el rostro del
bachiller Carrasco, començo a hazerse mil cruzes
y a santiguarse otras tantas; en todo esto, no
daua muestras de estar viuo el derribado
cauallero, y Sancho dixo a don Quixote:

``Soy de parecer, señor mio, que, por si o por
no, vuessa merced hinque y meta la espada
por la boca a este que parece el bachiller
Sanson Carrasco: quiça matará en el a alguno de
sus enemigos los encantadores.''

``No dizes mal'', dixo don Quixote, ``porque
de los enemigos, los menos.''

Y, sacando la espada para poner en efecto
el auiso y consejo de Sancho, llegó el escudero
del de los Espejos, ya sin las narizes que tan
feo le auian hecho, y a grandes vozes dixo:

``Mire vuessa merced lo que haze, señor don
Quixote; que esse que tiene a los pies es el
bachiller Sanson Carrasco, su amigo, y yo soy
su escudero.''

Y, viendole Sancho sin aquella fealdad
primera, le dixo:

``Y ¿las narizes?''

A lo que el respondio:

``Aqui las tengo, en la faldriquera.''

Y, echando mano a la derecha, sacó vnas
narizes de pasta y barniz de mascara, de la
manifatura que quedan delineadas, y mirandole
mas y mas Sancho, con voz admiratiua y
grande, dixo:

``¡Santa Maria, y valme!, ¿este no es Tomé
Cecial, mi vezino y mi compadre?''

``Y ¡cómo si lo soy!'', respondio el ya
desnarigado escudero. ``Tomé Cecial soy, compadre y
amigo Sancho Pança, y luego os dire los
arcaduzes, embustes y enredos por donde soy aqui
venido, y, en tanto, pedid y suplicad al señor
vuestro amo que no toque, maltrate, hiera ni
mate al Cauallero de los Espejos que a sus pies
tiene, porque sin duda alguna es el atreuido y
mal aconsejado del bachiller Sanson
Carrasco, nuestro compatrioto.''

En esto, boluio en si el de los Espejos, lo qual
visto por don Quixote, le puso la punta desnuda
de su espada encima del rostro, y le dixo:

``Muerto soys, cauallero, si no confessays que
la sin par Dulcinea del Toboso se auentaja en
belleza a vuestra Casildea de Vandalia; y demas
de esto aueys de prometer, si de esta contienda
y cayda quedarades con vida, de yr a
la ciudad del Toboso, y presentaros en su
presencia de mi parte, para que haga de vos lo
que mas en voluntad le viniere; y si os dexare
en la vuestra, assimismo aueys de boluer a
buscarme -- que el rastro de mis hazañas os seruira
de guia que os trayga donde yo estuuiere -- y
a dezirme lo que con ella huuieredes passado;
condiciones que, conforme a las que pusimos
antes de nuestra batalla, no salen de los
terminos de la andante caualleria.''

``Confiesso'', dixo el caydo cauallero, ``que
vale mas el çapato descosido y suzio de la
señora Dulcinea del Toboso, que las barbas mal
peynadas, aunque limpias, de Casildea, y prometo
de yr y boluer de su presencia a la vuestra
y daros entera y particular cuenta de lo que
me pedis.''

``Tambien aueis de confessar y creer'',
añadio don Quixote, ``que aquel cauallero que
vencistes no fue ni pudo ser don Quixote de
la Mancha, sino otro que se le parecia, como
yo confiesso y creo que vos, aunque pareceys el
bachiller Sanson Carrasco, no lo soys, sino otro
que le parece, y que en su figura aqui me le
han puesto mis enemigos para que detenga y
temple el impetu de mi colera, y para que vse
blandamente de la gloria del vencimiento.''

``Todo lo confiesso, juzgo y siento como vos
lo creeys, juzgays y sentis'', respondio el
derrengado cauallero. ``Dexadme leuantar, os
ruego, si es que lo permite el golpe de mi cayda,
que assaz maltrecho me tiene.''

Ayudole a leuantar don Quixote y Tomé
Cecial su escudero, del qual no apartaua los
ojos Sancho, preguntandole cosas, cuyas
respuestas le dauan manifiestas señales de que
verdaderamente era el Tomé Cecial que dezia;
mas la aprehension que en Sancho auia hecho
lo que su amo dixo, de que los encantadores
auian mudado la figura del Cauallero de los
Espejos en la del bachiller Carrasco, no le dexaua
dar credito a la verdad que con los ojos estaua
mirando. Finalmente, se quedaron con este
engaño amo y moço, y el de los Espejos y su
escudero, mohinos y mal andantes, se apartaron
de don Quixote y Sancho, con intencion de
buscar algun lugar donde vizmarle y entablarle
las costillas. Don Quixote y Sancho boluieron
a proseguir su camino de Zaragoça, donde los
dexa la historia, por dar cuenta de quien era
el cauallero de los Espejos y su narigante
escudero.


## <p015>
# chapter  15 XV
# unit N chapternum
Capitulo XV
# unit T title
Donde se cuenta y da noticia de quién era el
Cauallero de los Espejos y su escudero.
# unit P text
En estremo contento, vfano y vanaglorioso
yua don Quixote por auer alcançado vitoria
de tan valiente cauallero como el se imaginaua
que era el de los Espejos, de cuya caualleresca
palabra esperaua saber si el encantamento
de su señora passaua adelante, pues era
forçoso que el tal vencido cauallero boluiesse,
so pena de no serlo, a darle razon de lo que
con ella le huuiesse sucedido. Pero vno
pensaua don Quixote y otro el de los Espejos,
puesto que por entonces no era otro su
pensamiento sino buscar donde vizmarse, como
se ha dicho.

Dize, pues, la historia que quando el
bachiller Sanson Carrasco aconsejó a don Quixote
que boluiesse a proseguir sus dexadas
cauallerias, fue por auer entrado primero en bureo
con el cura y el barbero, sobre qué medio se
podria tomar para reduzir a don Quixote a que
se estuuiesse en su casa quieto y sossegado,
sin que le alborotassen sus mal buscadas
auenturas, de cuyo consejo salio por voto comun
de todos y parecer particular de Carrasco, que
dexassen salir a don Quixote, pues el detenerle
parecia impossible, y que Sanson le saliesse
al camino como cauallero andante, y trabasse
batalla con el, pues no faltaria sobre qué, y le
venciesse, teniendolo por cosa facil, y que
fuesse pacto y concierto que el vencido
quedasse a merced del vencedor, y, assi, vencido
don Quixote, le auia de mandar el bachiller
cauallero se boluiesse a su pueblo y casa, y no
saliesse della en dos años, o hasta tanto que
por el le fuesse mandado otra cosa; lo qual era
claro que don Quixote, vencido, cumpliria
indubitablemente, por no contrauenir y faltar a las
leyes de la caualleria, y podria ser que en el
tiempo de su reclusion se le oluidassen sus
vanidades, o se diesse lugar de buscar a su
locura algun conueniente remedio.

Aceptolo Carrasco, y ofreciosele por escudero
Tomé Cecial, compadre y vezino de Sancho
Pança, hombre alegre y de luzios cascos.
Armose Sanson como queda referido y Tomé
Cecial acomodó sobre sus naturales narizes las
falsas y de mascara ya dichas, porque no fuesse
conocido de su compadre quando se viessen,
y, assi, siguieron el mismo viage que lleuaua
don Quixote, y llegaron casi a hallarse en la
auentura del carro de la Muerte. Y, finalmente,
dieron con ellos en el bosque, donde les sucedio
todo lo que el prudente ha leydo, y si no
fuera por los pensamientos extraordinarios de
don Quixote, que se dio a entender que el
bachiller no era el bachiller, el señor bachiller
quedara impossibilitado para siempre de graduarse
de licenciado, por no auer hallado nidos
donde penso hallar paxaros.

Tomé Cecial, que vio quán mal auia logrado
sus desseos y el mal paradero que auia tenido
su camino, dixo al bachiller:

``Por cierto, señor Sanson Carrasco, que
tenemos nuestro merecido; con facilidad se piensa
y se acomete vna empresa, pero con dificultad
las mas vezes se sale della; don Quixote
loco, nosotros cuerdos, el se va sano y riendo,
vuessa merced queda molido y triste. Sepamos,
pues, aora, quál es mas loco, ¿el que lo es por
no poder menos, o el que lo es por su
voluntad?''

A lo que respondio Sanson:

``La diferencia que ay entre essos dos locos
es que el que lo es por fuerça lo sera siempre,
y el que lo es de grado, lo dexará de ser
quando quisiere.''

``Pues assi es'', dixo Tomé Cecial, ``yo fuy
por mi voluntad loco quando quise hazerme
escudero de vuessa merced, y por la
misma quiero dexar de serlo y voluerme a mi
casa.''

``Esso os cumple'', respondio Sanson, ``porque
pensar que yo he de boluer a la mia hasta
auer molido a palos a don Quixote es pensar
en lo escusado, y no me lleuará aora a buscarle
el desseo de que cobre su juyzio, sino el
de la vengança; que el dolor grande de mis
costillas no me dexa hazer mas piadosos
discursos.''

En esto fueron razonando los dos, hasta
que llegaron a vn pueblo donde fue ventura
hallar vn algebrista con quien se curó el
Sanson desgraciado. Tomé Cecial se boluio y le
dexó, y el quedó imaginando su vengança, y
la historia buelue a hablar del a su
tiempo, por no dexar de regozijarse aora con don
Quixote.


## <p016>
# chapter  16 XVI
# unit N chapternum
Capitulo XVI
# unit T title
De lo que sucedio a don Quixote con vn discreto
cauallero de la Mancha.
# unit P text
Con la alegria, contento y vfanidad que se
ha dicho, seguia don Quixote su jornada,
imaginandose por la passada vitoria ser el
cauallero andante mas valiente que tenia en
aquella edad el mundo; daua por acabadas y a
felize fin conduzidas quantas auenturas
pudiessen sucederle de alli adelante; tenia en
poco a los encantos y a los encantadores, no
se acordaua de los inumerables palos que en
el discurso de sus cauallerias le auian dado, ni
de la pedrada que le derribó la mitad de los
dientes, ni del desagradecimiento de los
galeotes, ni del atreuimiento y lluuia de estacas
de los yangueses. Finalmente, dezia entre si,
que si el hallara arte, modo o manera cómo
desencantar a su señora Dulcinea, no inuidiara
a la mayor ventura que alcançó o pudo alcançar
el mas venturoso cauallero andante de los
passados siglos.

En estas imaginaciones yua todo ocupado,
quando Sancho le dixo:

``¿No es bueno, señor, que aun todauia
traygo entre los ojos las desaforadas narizes, y
mayores de marca, de mi compadre Tomé Cecial?''

``Y ¿crees tu, Sancho, por ventura, que el
Cauallero de los Espejos era el bachiller Carrasco,
y su escudero Tomé Cecial, tu compadre?''

``No se qué me diga a esso'', respondio
Sancho, ``solo se que las señas que me dio de mi
casa, muger y hijos, no me las podria dar otro
que el mesmo, y la cara, quitadas las narizes,
era la misma de Tomé Cecial, como yo se la
he visto muchas vezes en mi pueblo y pared
en medio de mi misma casa, y el tono de la
habla era todo vno.''

``Estemos a razon, Sancho'', replicó don
Quixote: ``Ven acá, ¿en qué consideracion puede
caber que el bachiller Sanson Carrasco viniesse
como cauallero andante armado de armas ofensiuas
y defensiuas, a pelear conmigo? ¿He sido
yo su enemigo, por ventura? ¿Hele dado yo
jamas ocasion para tenerme ogeriza? ¿Soy yo
su ribal, o haze el profession de las armas para
tener inuidia a la fama que yo por ellas he
ganado?''

``Pues ¿qué diremos, señor'', respondio Sancho,
``a esto de parecerse tanto aquel cauallero,
sea el que se fuere, al bachiller Carrasco, y
su escudero a Tomé Cecial, mi compadre? Y si
ello es encantamento como vuessa merced ha
dicho, ¿no auia en el mundo otros dos a quien
se parecieran?''

``Todo es artificio y traça'', respondio don
Quixote, ``de los malignos magos que me
persiguen, los quales, anteuiendo que yo auia de
quedar vencedor en la contienda, se preuinieron
de que el cauallero vencido mostrasse el
rostro de mi amigo el bachiller, porque la amistad
que le tengo se pusiesse entre los filos de
mi espada y el rigor de mi braço, y templasse la
justa ira de mi coraçon, y desta manera
quedasse con vida el que con embelecos y falsias
procuraua quitarme la mia. Para prueua
de lo qual ya sabes, ¡o Sancho!, por experiencia
que no te dexará mentir ni engañar, quán facil
sea a los encantadores mudar vnos rostros en
otros, haziendo de lo hermoso feo y de lo feo
hermoso, pues no ha dos dias que viste por
tus mismos ojos la hermosura y gallardia de
la sin par Dulcinea en toda su entereza y
natural conformidad, y yo la vi en la fealdad y
baxeza de vna zafia labradora, con cataratas
en los ojos y con mal olor en la boca; y mas,
que el peruerso encantador que se atreuio a
hazer vna transformacion tan mala, no es
mucho que aya hecho la de Sanson Carrasco y la
de tu compadre, por quitarme la gloria del
vencimiento de las manos. Pero, con todo esto, me
consuelo, porque, en fin, en qualquiera
figura que aya sido, he quedado vencedor de mi
enemigo.''

``Dios sabe la verdad de todo'', respondio
Sancho.

Y como el sabia que la transformacion de
Dulcinea auia sido traça y embeleco suyo, no
le satisfazian las quimeras de su amo; pero no
le quiso replicar, por no dezir alguna palabra
que descubriesse su embuste.

En estas razones estauan, quando los alcançó
vn hombre que detras dellos por el mismo
camino venia sobre vna muy hermosa yegua
tordilla, vestido vn gauan de paño fino verde,
gironado de terciopelo leonado, con vna
montera del mismo terciopelo; el adereço de la
yegua era de campo, y de la gineta, assimismo
de morado y verde; traia vn alfange morisco
pendiente de vn ancho tahali de verde y
oro, y los borzeguies eran de la labor del
tahali; las espuelas no eran doradas, sino dadas
con vn barniz verde, tan tersas y bruñidas,
que, por hazer labor con todo el vestido,
parecian mejor que si fueran de oro puro. Quando
llegó a ellos el caminante los saludó
cortesmente, y, picando a la yegua, se passaua de
largo; pero don Quixote le dixo:

``Señor galan, si es que vuessa merced lleua
el camino que nosotros y no importa el darse
priesa, merced recibiria en que nos fuessemos
juntos.''

``En verdad'', respondio el de la yegua, ``que
no me passara tan de largo, si no fuera por
temor que con la compañia de mi yegua no se
alborotara esse cauallo.''

``Bien puede, señor'', respondio a esta sazon
Sancho, ``bien puede tener las riendas a su
yegua, porque nuestro cauallo es el mas
honesto y bien mirado del mundo; jamas en
semejantes ocasiones ha hecho vileza alguna, y
vna vez que se desmandó (h)a hazerla, la
lastamos mi señor y yo con las setenas. Digo otra
vez, que puede vuessa merced detenerse, si
quisiere; que aunque se la den entre dos platos,
a buen seguro que el cauallo no la arrostre.''

Detuuo la rienda el caminante, admirandose
de la apostura y rostro de don Quixote, el qual
yua sin celada, que la lleuaua Sancho como
maleta en el arzon delantero de la albarda del
ruzio, y si mucho miraua el de lo verde a don
Quixote, mucho mas miraua don Quixote al de
lo verde, pareciendole hombre de chapa; la edad
mostraua ser de cincuenta años, las canas pocas
y el rostro aguileño, la vista entre alegre y
graue; finalmente, en el trage y apostura daua
a entender ser hombre de buenas prendas.

Lo que juzgó de don Quixote de la Mancha
el de lo verde fue que semejante manera ni
parecer de hombre no le auia visto jamas;
admirole la longura de su cauallo, la grandeza
de su cuerpo, la flaqueza y amarillez de su
rostro, sus armas, su ademan y compostura,
figura y retrato no visto por luengos tiempos
atras en aquella tierra. Notó bien don Quixote
la atencion con que el caminante le miraua, y
leyole en la suspenssion su desseo, y como era
tan cortés y tan amigo de dar gusto a todos,
antes que le preguntasse nada le salio al
camino, diziendole:

``Esta figura que vuessa merced en mi ha
visto, por ser tan nueua y tan fuera de las que
comunmente se vsan, no me marauillaria yo
de que le huuiesse marauillado; pero dexará
vuessa merced de estarlo, quando le diga,
como le digo, que soy cauallero ÷
# unit Q spanishverse
destos que dizen las gentes, ÷
que a sus auenturas van. ÷
# unit P text
Sali de mi patria, empeñé mi hazienda, dexé mi
regalo y entregueme en los braços de la Fortuna
que me lleuassen donde mas fuesse seruida.
Quise resucitar la ya muerta andante caualleria,
y ha muchos dias que, tropeçando aqui, cayendo
alli, despeñandome aca y leuantandome aculla,
he cumplido gran parte de mi desseo, socorriendo
viudas, amparando donzellas y fauoreciendo
casadas, huerfanos y pupilos, propio y natural
oficio de caualleros andantes, y, assi, por mis
valerosas, muchas y christianas hazañas he
merecido andar ya en estampa en casi todas o las
mas naciones del mundo; treynta mil volumenes
se han impresso de mi historia, y lleua camino
de imprimirse treynta mil vezes de millares,
si el cielo no lo remedia. Finalmente, por
encerrarlo todo en breues palabras, o en vna sola,
digo que yo soy don Quixote de la Mancha, por
otro nombre llamado el Cauallero de la Triste
Figura, y puesto que las propias alabanças
enuilezen, esme forçoso dezir yo tal vez las mias,
y esto se entiende quando no se halla presente
quien las diga; assi que, señor gentilhombre, ni
este cauallo, ni esta lança, ni este escudo ni
escudero, ni todas juntas estas armas, ni la
amarillez de mi rostro, ni mi atenuada flaqueza
os podra admirar de aqui adelante, auiendo ya
sabido quién soy y la profession que hago.''

Calló en diziendo esto don Quixote, y el de
lo verde, segun se tardaua en responderle,
parecia que no acertaua a hazerlo; pero de alli a
buen espacio le dixo:

``Acertastes, señor cauallero, a conocer por
mi suspension mi desseo; pero no aueys acertado
a quitarme la marauilla que en mi causa
el aueros visto; que puesto que como vos,
señor, dezys, que el saber ya quién soys me
la podria quitar, no ha sido assi, antes, agora
que lo se, quedo mas suspenso y marauillado.
¿Cómo y es possible que ay oy caualleros
andantes en el mundo, y que ay historias
impressas de verdaderas cauallerias? No me puedo
persuadir que aya oy en la tierra quien fauorezca
viudas, ampare donzellas, ni honre casadas,
ni socorra huerfanos, y no lo creyera si en
vuessa merced no lo huuiera visto con mis
ojos. Bendito sea el cielo, que con essa historia
que vuessa merced dize que está impressa de
sus altas y verdaderas cauallerias, se auran
puesto en oluido las innumerables de los fingidos
caualleros andantes, de que estaua lleno el mundo,
tan en daño de las buenas costumbres y tan en
perjuyzio y descredito de las buenas historias.''

``Ay mucho que dezir'', respondio don
Quixote, ``en razon de si son fingidas o no las
historias de los andantes caualleros.''

``Pues ¿ay quien dude'', respondio el Verde,
``que no son falsas las tales historias?''

``Yo lo dudo'', respondio don Quixote; ``y
quedese esto aqui; que si nuestra jornada dura,
espero en Dios de dar a entender a vuessa
merced que ha hecho mal en yrse con la corriente
de los que tienen por cierto que no son
verdaderas.''

Desta vltima razon de don Quixote tomó
barruntos el caminante de que don Quixote
deuia de ser algun mentecato, y aguardaua
que con otras lo confirmasse; pero antes que
se diuertiessen en otros razonamientos, don
Quixote le rogo le dixesse quién era, pues el
le auia dado parte de su condicion y de su
vida. A lo que respondio el del Verde Gauan:

``Yo, señor Cauallero de la Triste Figura, soy
vn hidalgo, natural de vn lugar donde yremos
a comer oy, si Dios fuere seruido; soy mas que
medianamente rico, y es mi nombre don Diego
de Miranda; passo la vida con mi muger y con
mis hijos y con mis amigos; mis exercicios son
el de la caça y pesca, pero no mantengo ni
halcon, ni galgos, sino algun perdigon manso
o algun huron atreuido; tengo hasta seys
dozenas de libros, quáles de romance y quáles
de latin, de historia algunos y de deuocion
otros; los de cauallerias aun no han entrado
por los vmbrales de mis puertas; hogeo mas
los que son profanos que los deuotos, como
sean de honesto entretenimiento, que deleyten
con el lenguage y admiren y suspendan con
la inuencion, puesto que destos ay muy pocos
en España. Alguna vez como con mis vezinos
y amigos, y muchas vezes los combido; son
mis combites limpios y asseados y no nada
escassos; ni gusto de murmurar, ni consiento que
delante de mi se murmure; no escudriño las
vidas agenas, ni soy linze de los hechos de los
otros; oygo missa cada dia, reparto de mis
bienes con los pobres, sin hazer alarde de las
buenas obras por no dar entrada en mi coraçon
a la hipocresia y vanagloria, enemigos
que blandamente se apoderan del coraçon mas
recatado; procuro poner en paz los que se que
estan desauenidos. Soy deuoto de Nuestra
Señora y confio siempre en la misericordia
infinita de Dios Nuestro Señor.''

Atentissimo estuuo Sancho a la relacion de
la vida y entretenimientos del hidalgo, y,
pareciendole buena y santa, y que quien la hazia
deuia de hazer milagros, se arrojó del ruzio y
con gran priesa le fue a assir del estriuo
derecho, y con deuoto coraçon y casi lagrimas le
besó los pies vna y muchas vezes. Visto lo
qual por el hidalgo, le preguntó:

``¿Qué hazeys, hermano? ¿Qué besos son
estos?''

``Dexenme besar'', respondio Sancho, ``porque
me parece vuessa merced el primer santo
a la gineta que he visto en todos los dias de
mi vida.''

``No soy santo'', respondio el hidalgo, ``sino
gran pecador; vos si, hermano, que deueys
de ser bueno, como vuestra simplicidad lo
muestra.''

Boluio Sancho a cobrar la albarda, auiendo
sacado a plaça la risa de la profunda
malencolia de su amo y causado nueua admiracion
a don Diego.

Preguntole don Quixote que quántos hijos
tenia, y dixole que vna de las cosas en que
ponian el sumo bien los antiguos filosofos,
que carecieron del verdadero conocimiento de
Dios, fue en los bienes de la naturaleza, en los
de la fortuna, en tener muchos amigos y en
tener muchos y buenos hijos.

``Yo, señor don Quixote'', respondio el hidalgo,
``tengo vn hijo que a no tenerle quiça me
juzgara por mas dichoso de lo que soy, y no
porque el sea malo, sino porque no es tan
bueno como yo quisiera; sera de edad de diez
y ocho años, los seis ha estado en Salamanca,
aprendiendo las lenguas latina y griega,
y quando quise que passasse a estudiar otras
ciencias, hallele tan embeuido en la de la
Poesia, si es que se puede llamar ciencia, que no
es possible hazerle arrostrar la de las Leyes,
que yo quisiera que estudiara, ni de la reina
de todas, la Theologia; quisiera yo que fuera
corona de su linage, pues viuimos en siglo
donde nuestros reyes premian altamente las
virtuosas y buenas letras, porque letras sin
virtud son perlas en el muladar. Todo el dia se le
passa en aueriguar si dixo bien o mal Homero
en tal verso de la Iliada, si Marcial anduuo
deshonesto o no en tal epigrama, si se han de
entender de vna manera o otra tales y tales
versos de Virgilio. En fin, todas sus
conuersaciones son con los libros de los referidos
poetas, y con los de Horacio, Persio, Iuuenal y
Tibulo; que de los modernos romancistas no
haze mucha cuenta, y con todo el mal cariño
que muestra tener a la poesia de romance, le
tiene agora desuanecidos los pensamientos el
hazer vna glossa a quatro versos que le han
embiado de Salamanca, y pienso que son de
justa literaria.''

A todo lo qual respondio don Quixote:

``Los hijos, señor, son pedaços de las entrañas
de sus padres, y, assi, se han de querer, o
buenos o malos que sean, como se quieren las
almas que nos dan vida; a los padres toca el
encaminarlos desde pequeños por los pasos
de la virtud, de la buena criança y de las
buenas y christianas costumbres, para que, quando
grandes, sean baculo de la vejez de sus padres
y gloria de su posteridad; y en lo de forçarles
que estudien esta o aquella ciencia no lo
tengo por acertado, aunque el persuadirles no
sera dañoso; y quando no se ha de estudiar
para
# unit L latinphrase
pane lucrando,
# unit P text
siendo tan venturoso el
estudiante, que le dio el cielo padres que se lo
dexen, seria yo de parecer que le dexen seguir
aquella ciencia a que mas le vieren inclinado,
y aunque la de la poesia es menos vtil que
deleytable, no es de aquellas que suelen
deshonrar a quien las possee.

``La poesia, señor hidalgo, a mi parecer, es
como vna donzella tierna y de poca edad y en
todo estremo hermosa, a quien tienen cuydado
de enriquezer, pulir y adornar otras muchas
donzellas, que son todas las otras ciencias, y ella se
ha de seruir de todas, y todas se han de autorizar
con ella; pero esta tal donzella no quiere ser
manoseada, ni trayda por las calles, ni publicada
por las esquinas de las plaças ni por los
rincones de los palacios. Ella es hecha de vna
alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar
la boluera en oro purissimo de inestimable
precio; hala de tener, el que la tuuiere, a raya,
no dexandola correr en torpes satyras ni en
desalmados sonetos; no ha de ser vendible en
ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroycos,
en lamentables tragedias, o en comedias
alegres y artificiosas; no se ha de dexar
tratar de los truhanes ni del ignorante vulgo,
incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en
ella se encierran. Y no penseys, señor, que yo
llamo aqui vulgo solamente a la gente plebeya
y humilde; que todo aquel que no sabe, aunque
sea señor y principe, puede y deue entrar
en numero de vulgo.

``Y, assi, el que con los requisitos que he dicho
tratare y tuuiere a la poesia, sera famoso y
estimado su nombre en todas las naciones polticas
del mundo. Y a lo que dezys, señor, que vuestro
hijo no estima mucho la poesia de romance,
doyme a entender que no anda muy acertado
en ello, y la razon es esta: el grande Homero
no escriuio en latin porque era griego, ni
Virgilio no escriuio en griego porque era latino.
En resolucion, todos los poetas antiguos
escriuieron en la lengua que mamaron en la leche,
y no fueron a buscar las estrangeras para dedarar
la alteza de sus concertos. Y, siendo esto
assi, razon seria se estendiesse esta costumbre
por todas las naciones, y que no se desestimasse
el poeta aleman porque escriue en su
lengua, ni el castellano, ni aun el vizcayno
que escriue en la suya.

''Pero vuestro hijo, a lo que yo, señor,
imagino, no deue de estar mal con la poesia de
romance, sino con los poetas que son meros
romancistas, sin saber otras lenguas ni otras
ciencias que adornen y despierten y ayuden a
su natural impulso, y aun en esto puede auer
yerro. Porque, segun es opinion verdadera, el
poeta nace...: quieren dezir que del vientre
de su madre el poeta natural sale poeta; y con
aquella inclinacion que le dio el cielo, sin mas
estudio ni artificio, compone cosas que haze
verdadero al que dixo:
# unit L latinphrase
Est Deus in nobis, etc..
# unit P text
Tambien digo que el natural poeta que se ayudare
del arte sera mucho mejor y se auentajará
al poeta que solo por saber el arte quisiere
serlo; la razon es porque el arte no se auentaja
a la naturaleza, sino perficionala; assi que,
mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con
la naturaleza, sacarán vn perfetissimo poeta.

''Sea, pues, la conclusion de mi platica,
señor hidalgo, que vuessa merced dexe caminar
a su hijo por donde su estrella le llama; que,
siendo el tan buen estudiante como deue de
ser, y, auiendo ya subido felicemente el primer
escalon de las ciencias, que es el de las
lenguas, con ellas por si mesmo subira a la
cumbre de las letras humanas, las quales tan
bien parecen en vn cauallero de capa y espada,
y assi le adornan, honran y engrandecen como
las mitras a los obispos, o como las garnachas
a los peritos jurisconsultos. Riña vuessa merced
a su hijo si hiziere satyras que perjudiquen
las honras agenas, y castiguele y rompaselas;
pero si hiziere sermones al modo de
Horacio, donde reprehenda los vicios en general,
como tan elegantemente el lo hizo, alabele,
porque licito es al poeta escriuir contra la
inuidia y dezir en sus versos mal de los
inuidiosos, y assi de los otros vicios, con que no
señale persona alguna; pero ay poetas que a trueco
de dezir vna malicia se pondran a peligro que
los destierren a las islas de Ponto. Si el poeta
fuere casto en sus costumbres, lo sera tambien
en sus versos: la pluma es lengua del alma;
quales fueren los conceptos que en ella se
engendraren, tales seran sus escritos, y quando
los reyes y principes veen la milagrosa ciencia
de la poesia en sugetos prudentes, virtuosos y
graues, los honran, los estiman y los enriquezen,
y aun los coronan con las hojas del arbol
a quien no ofende el rayo, como en señal que
no han de ser ofendidos de nadie los que con
tales coronas veen honradas y adornadas
sus sienes.''

Admirado quedó el del Verde Gauan del
razonamiento de don Quixote, y tanto, que fue
perdiendo de la opinion que con el tenia de ser
mentecato. Pero a la mitad desta platica, Sancho,
por no ser muy de su gusto, se auia desuiado
del camino a pedir vn poco de leche a vnos
pastores que alli junto estauan ordeñando
vnas ouejas, y en esto, ya boluia a renouar la
platica el hidalgo, satisfecho en estremo de la
discrecion y buen discurso de don Quixote,
quando, alçando don Quixote la cabeça, vio que
por el camino por donde ellos yuan venia vn
carro lleno de vanderas reales; y, creyendo que
deuia de ser alguna nueua auentura, a grandes
vozes llamó a Sancho que viniesse a darle la
celada, el qual Sancho, oyendose llamar, dexó
a los pastores, y a toda priesa picó al ruzio y
llegó donde su amo estaua, a quien sucedio
vna espantosa y desatinada auentura.


## <p017>
# chapter  17 XVII
# unit N chapternum
Capitulo XVII
# unit T title
De donde se declaró el vltimo punto y estremo
adonde llegó y pudo llegar el inaudito animo
de don Quixote con la felizemente acabada
auentura de los leones.
# unit P text
Cuenta la historia que quando don Quixote
daua vozes a Sancho que le truxesse el yelmo,
estaua el comprando vnos requesones que los
pastores le vendian, y acossado de la mucha
priesa de su amo, no supo que hazer dellos, ni
en qué traerlos, y por no perderlos, que ya los
tenia pagados, acordo de echarlos en la celada
de su señor, y con este buen recado boluio a
ver lo que le queria; el qual, en llegando, le
dixo:

``Dame, amigo, essa celada; que yo se poco
de auenturas, o lo que alli descubro es alguna
que me ha de necessitar, y me necessita, a
tomar mis armas.''

El del Verde Gauan, que esto oyo, tendio la
vista por todas partes, y no descubrio otra cosa
que vn carro que hazia ellos venia, con dos o
tres vanderas pequeñas, que le dieron a entender
que el tal carro deuia de traer moneda de
su magestad, y, assi, se lo dixo a don Quixote;
pero el no le dio credito, siempre creyendo y
pensando que todo lo que le sucediesse auian
de ser auenturas y mas auenturas, y, assi,
respondio al hidalgo:

``Hombre apercebido, medio combatido; no se
pierde nada en que yo me aperciba; que se por
experiencia que tengo enemigos visibles e
inuisibles, y no se quándo, ni adónde, ni en qué
tiempo, ni en qué figuras me han de acometer.''

Y, boluiendose a Sancho, le pidio la celada,
el qual, como no tuuo lugar de sacar los
requesones, le fue forçoso darsela como estaua.
Tomola don Quixote, y sin que echasse de ver lo
que dentro venia, con toda priesa se la encaxó
en la cabeça, y como los requesones se apretaron
y exprimieron, començo a correr el suero
por todo el rostro y barbas de don Quixote, de
lo que recibio tal susto, que dixo a Sancho:

``¿Qué sera esto, Sancho, que parece que se
me ablandan los cascos o se me derriten los
sesos, o que sudo de los pies a la cabeça? Y si
es que sudo, en verdad que no es de miedo; sin
duda creo que es terrible la auentura que agora
quiere sucederme. Dame, si tienes, con que me
limpie; que el copioso sudor me ciega los ojos.''

Calló Sancho y diole vn paño, y dio, con el,
gracias a Dios de que su señor no huuiesse
caydo en el caso. Limpiose don Quixote y quitose
la celada, por ver qué cosa era la que, a su
parecer, le enfriaua la cabeça, y viendo aquellas
gachas blancas dentro de la celada, las llegó a
las narizes, y, en oliendolas, dixo:

``¡Por vida de mi señora Dulcinea del Toboso
que son requesones los que aqui me has puesto,
traydor, vergante y mal mirado escudero!''

A lo que con gran flema y dissimulacion
repondio Sancho:

``Si son requesones, demelos vuessa merced,
que yo me los comere; pero comalos el diablo,
que deuio de ser el que ahi los puso. ¿Yo auia
de tener atreuimiento de ensuziar el yelmo de
vuessa merced? ¡Hallado le aueis el atreuido! A
la fe, señor, a lo que Dios me da a entender,
tambien deuo yo de tener encantadores que me
persiguen, como a hechura y miembro de vuessa
merced, y auran puesto ahi essa inmundicia
para mouer a colera su paciencia, y hazer que
me muela, como suele, las costillas. Pues en
verdad que esta vez han dado salto en vago;
que yo confio en el buen discurso de mi señor,
que aura considerado que ni yo tengo requesones,
ni leche, ni otra cosa que lo valga, y que
si la tuuiera, antes la pusiera en mi estomago
que en la celada.''

``Todo puede ser'', dixo don Quixote.

Y todo lo miraua el hidalgo, y de todo se
admiraua, especialmente quando, despues de
auerse limpiado don Quixote cabeça, rostro y
barbas y celada, se la encaxó, y afirmandose
bien en los estriuos, requiriendo la espada y
assiendo la lança, dixo:

``Aora venga lo que viniere; que aqui estoy
con animo de tomarme con el mesmo Satanas
en persona.''

Llegó, en esto, el carro de las vanderas, en el
qual no venia otra gente que el carretero en las
mulas, y vn hombre sentado en la delantera.
Pusose don Quixote delante, y dixo:

``¿Adónde vays, hermanos? ¿Qué carro es
este, qué lleuays en el y qué vanderas son
aquestas?''

A lo que respondio el carretero:

``El carro es mio; lo que va en el son dos
brauos leones enxaulados, que el General de
Oran embia a la Corte, presentados a su magestad;
las vanderas son del rey nuestro señor, en
señal que aqui va cosa suya.''

``Y ¿son grandes los leones?'', preguntó don
Quixote.

``Tan grandes'', respondio el hombre que
yua a la puerta del carro, ``que no han passado
mayores, ni tan grandes, de Africa a España
jamas, y yo soy el leonero y he passado otros,
pero como estos ninguno; son hembra y macho,
el macho va en esta xaula primera, y la
hembra en la de atras, y aora van hambrientos,
porque no han comido oy; y, assi, vuessa
merced se desuie; que es menester llegar presto
donde les demos de comer.''

A lo que dixo don Quixote, sonriendose
vn poco:

``¿Leoncitos a mi?, ¿a mi leoncitos, y a
tales horas? Pues por Dios que han de ver essos
señores que aca los embian, si soy yo hombre
que se espanta de leones. Apeaos, buen hombre,
y pues soys el leonero, abrid essas xaulas y
echadme essas bestias fuera; que en mitad desta
campaña les dare a conocer quién es don
Quixote de la Mancha, a despecho y pesar de los
encantadores que a mi los embian.''

``Ta, ta'', dixo a esta sazon entre si el
hidalgo, ``dado ha señal de quien es nuestro
buen cauallero; los requesones sin duda le
han ablandado los cascos y madurado los
sesos.''

Llegóse, en esto, a el Sancho, y dixole:

``Señor, por quien Dios es, que vuessa
merced haga de manera que mi señor don Quixote
no se tome con estos leones; que si se toma,
aqui nos han de hazer pedaços a todos.''

``Pues ¿tan loco es vuestro amo'', respondio
el hidalgo, ``que temeys y creeys que se ha de
tomar con tan fieros animales?''

``No es loco'', respondio Sancho, ``sino
atreuido.''

``Yo hare que no lo sea'', replicó el hidalgo.

Y, llegandose a don Quixote, que estaua
dando priesa al leonero que abriesse las xaulas,
le dixo:

``Señor cauallero: los caualleros andantes
han de acometer las auenturas que prometen
esperança de salir bien dellas, y no aquellas
que de todo en todo la quitan; porque la valentia
que se entra en la juridicion de la temeridad,
mas tiene de locura que de fortaleza. Quanto
mas que estos leones no vienen contra vuessa
merced, ni lo sueñan; van presentados a su
magestad, y no sera bien detenerlos ni impedirles
su viage.''

``Vayase vuessa merced, señor hidalgo'',
respondio don Quixote, ``(h)a entender con su
perdigon manso y con su huron atreuido, y
dexe a cada vno hazer su oficio; este es el mio,
y yo se si vienen a mi o no estos señores
leones.''

Y, boluiendose al leonero, le dixo:

``¡Voto a tal, don vellaco, que si no abris luego
luego las xaulas, que con esta lança os he de
coser con el carro!''

El carretero, que vio la determinacion de
aquella armada fantasma, le dixo:

``Señor mio, vuessa merced sea seruido, por
caridad, dexarme desunzir las mulas y ponerme
en saluo con ellas, antes que se desenuaynen
los leones, porque si me las matan, quedaré
rematado para toda mi vida; que no tengo otra
hazienda sino este carro y estas mulas.''

``¡O hombre de poca fe!'', respondio don Quixote;
``apeate y desunze y haz lo que quisieres,
que presto veras que trabajaste en vano, y que
pudieras ahorrar desta diligencia.''

Apeose el carretero y desunzio a gran priesa,
y el leonero dixo a grandes vozes:

``Seanme testigos quantos aqui estan, como
contra mi voluntad y forçado abro las xaulas y
suelto los leones, y de que protesto a este
señor que todo el mal y daño que estas bestias
hizieren corra y vaya por su cuenta, con mas
mis salarios y derechos; vuestras mercedes,
señores, se pongan en cobro antes que abra; que
yo seguro estoy que no me han de hazer
daño.''

Otra vez le persuadio el hidalgo que no
hiziesse locura semejante, que era tentar a
Dios acometer tal disparate. A lo que respondio
don Quixote, que el sabia lo que hazia.
Respondiole el hidalgo que lo mirasse bien,
que el entendia que se engañaua.

``Aora, señor'', replicó don Quixote, ``si
vuessa merced no quiere ser oyente desta que
a su parecer ha de ser tragedia, pique la
tordilla y pongase en saluo.''

Oydo lo qual por Sancho, con lagrimas en
los ojos le suplicó desistiesse de tal empresa,
en cuya comparacion auian sido tortas y pan
pintado la de los molinos de viento y la
temerosa de los batanes y, finalmente, todas las
hazañas que auia acometido en todo el discurso
de su vida.

``Mire, señor'', dezia Sancho, ``que aqui no
ay encanto ni cosa que lo valga; que yo he
visto por entre las verjas y resquizios de la
xaula vna vña de leon verdadero, y saco por
ella que el tal leon, cuya deue de ser la
tal vña, es mayor que vna montaña.''

``El miedo, a lo menos'', respondio don
Quixote, ``te le hara parecer mayor que la mitad
del mundo. Retirate, Sancho, y dexame, y si
aqui muriere, ya sabes nuestro antiguo concierto:
acudiras a Dulcinea, y no te digo mas.''

A estas añadio otras razones con que quitó
las esperanças de que no auia de dexar de
proseguir su desuariado intento. Quisiera el
del Verde Gauan oponersele, pero viose desigual
en las armas, y no le parecio cordura tomarse
con vn loco, que ya se lo auia parecido
de todo punto don Quixote, el qual, boluiendo
a dar priesa al leonero y a reyterar las amenazas,
dio ocasion al hidalgo a que picase la
yegua y Sancho al ruzio y el carretero a sus
mulas, procurando todos apartarse del carro lo
mas que pudiessen, antes que los leones se
desembanastassen.

Lloraua Sancho la muerte de su señor, que
aquella vez sin duda creya que llegaua en las
garras de los leones, maldezia su ventura y
llamaua menguada la hora en que le vino al
pensamiento boluer a seruirle; pero no por
llorar y lamentarse dexaua de aporrear al ruzio
para que se alexasse del carro. Viendo, pues,
el leonero que ya los que yuan huyendo estauan
bien desuiados, tornó a requerir y (h)a
intimar a don Quixote lo que ya le auia requerido
e intimado, el qual respondio que lo oia
y que no se curasse de mas intimaciones y
requirimientos; que todo seria de poco fruto, y
que se diesse priessa. En el espacio que tardó
el leonero en abrir la xaula primera, estuuo
considerando don Quixote si seria bien hazer
la batalla antes a pie que a cauallo. Y, en fin, se
determinó de hazerla a pie, temiendo que Rozinante
se espantaria con la vista de los leones;
por esto saltó del cauallo, arrojó la lança y
embraçó el escudo, y, desenuaynando la espada,
paso ante paso, con marauilloso denuedo y
coraçon valiente, se fue a poner delante del
carro, encomendandose a Dios de todo coraçon,
y luego a su señora Dulcinea.

Y es de saber que, llegando a este paso
el autor de esta verdadera historia, exclama
y dize:

``¡O fuerte y sobre todo encarecimiento
animoso don Quixote de la Mancha, espejo donde
se pueden mirar todos los valientes del mundo,
segundo y nueuo don Manuel de Leon, que
fue gloria y honra de los españoles caualleros!
¿Con qué palabras contaré esta tan espantosa
hazaña, o con qué razones la hare creyble a
los siglos venideros, o qué alabanças aura
que no te conuengan y quadren, aunque sean
hiperboles sobre todos los hiperboles? Tu a
pie, tu solo, tu intrepido, tu magnanimo, con
sola vna espada, y no de las del perrillo
cortadoras, con vn escudo no de muy luziente y
limpio azero, estás aguardando y atendiendo
los dos mas fieros leones que jamas criaron las
africanas seluas. Tus mismos hechos sean los
que te alaben, valeroso manchego; que yo los
dexo aqui en su punto, por faltarme palabras
con que encarecerlos.''

Aqui cessó la referida exclamacion del autor
y passó adelante, anudando el hilo de la
historia, diziendo:

Que visto el leonero ya puesto en postura
a don Quixote, y que no podia dexar de soltar
al leon macho, so pena de caer en la desgracia
del indignado y atreuido cauallero, abrio de
par en par la primera xaula donde estaua,
como se ha dicho, el leon, el qual parecio de
grandeza extraordinaria y de espantable y fea
catadura. Lo primero que hizo fue reboluerse
en la xaula, donde venia echado, y tender la
garra y despereçarse todo; abrio luego la boca
y bostezó muy despacio, y con casi dos palmos
de lengua que sacó fuera se despoluoreó los
ojos y se lauo el rostro; hecho esto, sacó la
cabeça fuera de la xaula y miró a todas partes
con los ojos hechos brasas, vista y ademan
para poner espanto a la misma temeridad. Solo
don Quixote lo miraua atentamente, desseando
que saltasse ya del carro, y viniesse con el a
las manos, entre las quales pensaua hazerle
pedaços.

Hasta aqui llegó el extremo de su jamas
vista locura. Pero el generoso leon, mas
comedido que arrogante, no haziendo caso de
niñerias ni de brauatas, despues de auer mirado a
vna y otra parte, como se ha dicho, boluio las
espaldas y enseñó sus traseras partes a don
Quixote, y con gran flema y remanso se boluio
a echar en la xaula. Viendo lo qual, don
Quixote mandó al leonero que le diesse de palos
y le irritasse para echarle fuera.

``Esso no hare yo'', respondio el leonero,
``porque si yo le instigo, el primero a quien hara
pedaços sera a mi mismo. Vuessa merced, señor
cauallero, se contente con lo hecho, que es
todo lo que puede dezirse en genero de valentia,
y no quiera tentar segunda fortuna. El leon
tiene abierta la puerta, en su mano está salir
o no salir, pero pues no ha salido hasta aora,
no saldra en todo el dia. La grandeza del
coraçon de vuessa merced ya está bien declarada;
ningun brauo peleante, segun a mi se me
alcança, está obligado a mas que a desafiar a
su enemigo y esperarle en campaña, y si el
contrario no acude, en el se queda la infamia, y
el esperante gana la corona del vencimiento.''

``Assi es verdad'', respondio don Quixote;
``cierra, amigo, la puerta, y dame por
testimonio en la mejor forma que pudieres lo que
aqui me has visto hazer. Conuiene a saber:
como tu abriste al leon, yo le esperé, el no
salio, boluile a esperar, boluio a no salir y
boluiose acostar. No deuo mas, y encantos
afuera; y Dios ayude a la razon, y a la verdad,
y a la verdadera caualleria; y cierra, como he
dicho, en tanto que hago señas a los huydos
y ausentes, para que sepan de tu boca esta
hazaña.''

Hizolo assi el leonero, y don Quixote,
poniendo en la punta de la lança el lienço con
que se auia limpiado el rostro de la lluuia de
los requesones, començo a llamar a los que
no dexauan de huyr ni de boluer la cabeça a
cada paso, todos en tropa y antecogidos del
hidalgo; pero alcançando Sancho a ver la
señal del blanco paño, dixo:

``Que me maten si mi señor no ha vencido
a las fieras bestias, pues nos llama.''

Detuuieronse todos y conocieron que el que
hazia las señas era don Quixote, y, perdiendo
alguna parte del miedo, poco a poco se vinieron
acercando hasta donde claramente oyeron
las vozes de don Quixote, que los llamaua.
Finalmente, boluieron al carro, y, en llegando,
dixo don Quixote al carretero:

``Bolued, hermano, a vnzir vuestras mulas y
a proseguir vuestro viage, y tu, Sancho, dale
dos escudos de oro para el y para el leonero,
en recompensa de lo que por mi se han
detenido.''

``Essos dare yo de muy buena gana'',
respondio Sancho; ``pero ¿qué se han hecho los
leones? ¿Son muertos, o viuos?''

Entonces el leonero, menudamente y por sus
pausas, conto el fin de la contienda, exagerando
como el mejor pudo y supo el valor de don
Quixote, de cuya vista el leon, acobardado,
no quiso ni osó salir de la xaula, puesto que
auia tenido vn buen espacio abierta la puerta
de la xaula; y que por auer el dicho a aquel
cauallero que era tentar a Dios irritar al leon
para que por fuerça saliesse, como el queria
que se irritasse, mal de su grado, y contra toda
su voluntad, auia permitido que la puerta se
cerrasse.

``¿Qué te parece desto, Sancho?'', dixo don
Quixote. ``¿Ay encantos que valgan contra la
verdadera valentia? Bien podran los encantadores
quitarme la ventura, pero el esfuerzo y
el animo, sera impossible.''

Dio los escudos Sancho, vnzio el carretero,
besó las manos el leonero a don Quixote por
la merced recebida, y prometiole de contar
aquella valerosa hazaña al mismo rey quando
en la corte se viesse.

``Pues si acaso su magestad preguntare
quién la hizo, direisle que el Cauallero de los
Leones, que de aqui adelante quiero que en
este se trueque, cambie, buelua y mude el
que hasta aqui he tenido del Cauallero de la
Triste Figura, y en esto sigo la antigua vsança
de los andantes caualleros, que se mudauan
los nombres quando querian, o quando les
venia a cuento.''

Siguio su camino el carro, y don Quixote,
Sancho y el del Verde Gauan prosiguieron el
suyo. En todo este tiempo no auia hablado
palabra don Diego de Miranda, todo atento a
mirar y a notar los hechos y palabras de don
Quixote, pareciendole que era vn cuerdo loco
y vn loco que tiraua a cuerdo. No auia aun
llegado a su noticia la primera parte de su
historia; que si la huuiera leydo, cessara la
admiracion en que lo ponian sus hechos y sus
palabras, pues ya supiera el genero de su locura;
pero como no la sabia, ya le tenia por cuerdo
y ya por loco, porque lo que hablaua era
concertado, elegante y bien dicho, y lo que hazia,
disparatado, temerario y tonto, y dezia entre
si, «¿Qué mas locura puede ser que ponerse la
celada llena de requesones y darse a entender
que le ablandauan los cascos los encantadores,
y qué mayor temeridad y disparate que
querer pelear por fuerza con leones?»

Destas imaginaciones y deste soliloquio le
sacó don Quixote, diziendole:

``¿Quién duda, señor don Diego de Miranda,
que vuessa merced no me tenga en su opinion
por vn hombre disparatado y loco? Y no seria
mucho que assi fuesse, porque mis obras no
pueden dar testimonio de otra cosa; pues, con
todo esto, quiero que vuessa merced aduierta
que no soy tan loco ni tan menguado como
deuo de auerle parecido. Bien parece vn
gallardo cauallero a los ojos de su rey, en la
mitad de vna gran plaça, dar vna lançada con
felize sucesso a vn brauo toro. Bien parece vn
cauallero armado de resplandecientes armas
passar la tela en alegres justas delante de las
damas, y bien parecen todos aquellos caualleros
que en exercicios militares, o que lo parezcan,
entretienen y alegran y, si se puede dezir,
honran las cortes de sus principes; pero sobre
todos estos parece mejor vn cauallero andante,
que por los desiertos, por las soledades, por
las encrucijadas, por las seluas y por los
montes anda buscando peligrosas auenturas, con
intencion de darles dichosa y bien afortunada
cima, solo por alcançar gloriosa fama y duradera.
Mejor parece, digo, vn cauallero andante
socorriendo a vna viuda en algun despoblado
que vn cortesano cauallero requebrando a vna
donzella en las ciudades. Todos los caualleros
tienen sus particulares exercicios: sirua a las
damas el cortesano, autorize la corte de su rey
con libreas, sustente los caualleros pobres con
el esplendido plato de su mesa, concierte
justas, mantenga torneos y muestrese grande,
liberal y magnifico y buen christiano sobre
todo, y desta manera cumplira con sus
precisas obligaciones.

''Pero el andante cauallero busque los rincones
del mundo, entrese en los mas intricados
laberintos, acometa a cada paso lo impossible,
resista en los paramos despoblados los ardientes
rayos del sol en la mitad del verano, y en
el inuierno la dura inclemencia de los vientos
y de los yelos; no le asombren leones, ni le
espanten vestiglos, ni atemorizen endriagos; que
buscar estos, acometer aquellos y vencerlos a
todos son sus principales y verdaderos
exercicios. Yo, pues, como me cupo en suerte ser
vno del numero de la andante caualleria, no
puedo dexar de acometer todo aquello que a
mi me pareciere que cae debaxo de la juridicion
de mis exercicios, y assi, el acometer los
leones que aora acometi derechamente me
tocaua, puesto que conoci ser temeridad
esoruitante, porque bien se lo que es valentia, que
es vna virtud que está puesta entre dos estremos
viciosos, como son la couardia y la temeridad;
pero menos mal sera que el que es valiente
toque y suba al punto de temerario, que no
que baxe y toque en el punto de couarde; que
assi como es mas facil venir el prodigo a ser
liberal que al auaro, assi es mas facil dar el
temerario en verdadero valiente que no el
couarde subir a la verdadera valentia; y en esto
de acometer auenturas, creame vuessa merced,
señor don Diego, que antes se ha de perder
por carta de mas que de menos, porque mejor
suena en las orejas de los que lo oyen, «el tal
cauallero es temerario y atreuido», que no
«el tal cauallero es timido y couarde».''

``Digo, señor don Quixote'', respondio don
Diego, ``que todo lo que vuessa merced ha
dicho y hecho va niuelado con el fiel de la
misma razon, y que entiendo que si las
ordenanças y leyes de la caualleria andante se
perdiessen, se hallarian en el pecho de vuessa
merced como en su mismo deposito y archiuo;
y demonos priesa, que se haze tarde, y
lleguemos a mi aldea y casa, donde descansará
vuessa merced del passado trabajo, que si no ha
sido del cuerpo, ha sido del espiritu, que suele
tal vez redundar en cansancio del cuerpo.''

``Tengo el ofrecimiento a gran fauor y merced,
señor don Diego'', respondio don Quixote.

Y, picando mas de lo que hasta entonces,
serian como las dos de la tarde quando
llegaron a la aldea y a la casa de don Diego, a
quien don Quixote llamaua el Cauallero del
Verde Gauan.


## <p018>
# chapter  18 XVIII
# unit N chapternum
Capitulo XVIII
# unit T title
De lo que sucedio a don Quixote en el castillo
o casa del Cauallero del Verde Gauan, con
otras cosas extrauagantes.
# unit P text
Halló don Quixote ser la casa de don Diego
de Miranda ancha como de aldea; las armas,
empero, aunque de piedra tosca, encima de la
puerta de la calle, la bodega en el patio, la
cueua en el portal, y muchas tinajas a la redonda,
que, por ser del Toboso, le renouaron las
memorias de su encantada y transformada
Dulcinea; y, sospirando y sin mirar lo que dezia,
ni delante de quien estaua, dixo:

# unit Q spanishverse
``¡O dulces prendas, por mi mal halladas; ÷
dulces y alegres quando Dios queria! ÷
# unit P text
''¡O tobosescas tinajas, que me aueys traydo
a la memoria la dulce prenda de mi mayor
amargura!''

Oyole dezir esto el estudiante poeta, hijo de
don Diego, que con su madre auia salido a
recebirle, y madre y hijo quedaron suspensos de
ver la extraña figura de don Quixote, el qual,
apeandose de Rozinante, fue con mucha cortesia
a pedirle las manos para besarselas, y don
Diego dixo:

``Recebid, señora, con vuestro solito agrado
al señor don Quixote de la Mancha, que
es el que teneis delante, andante cauallero, y
el mas valiente y el mas discreto que tiene el
mundo.''

La señora, que doña Cristina se llamaua, le
recibio con muestras de mucho amor y de mucha
cortesia, y don Quixote se le ofrecio con
assaz de discretas y comedidas razones; casi
los mismos comedimientos passó con el estudiante,
que, en oyendole hablar don Quixote, le
tuuo por discreto y agudo.

Aqui pinta el autor todas las circunstancias
de la casa de don Diego, pintandonos en ellas
lo que contiene vna casa de vn cauallero labrador
y rico; pero al traductor desta historia le
parecio passar estas y otras semejantes
menudencias en silencio, porque no venian bien con
el proposito principal de la historia, la qual
mas tiene su fuerça en la verdad que en las
frias digressiones.

Entraron a don Quixote en vna sala, desarmole
Sancho, quedó en valones y en jubon de
camuça, todo visunto con la mugre de las armas;
el cuello era valona a lo estudiantil, sin
almidon y sin randas; los borzeguies eran
datilados, y encerados los çapatos; ciñose su buena
espada, que pendia de vn tahali de lobos
marinos, que es opinion que muchos años fue
enfermo de los riñones; cubriose vn herreruelo
de buen paño pardo; pero antes de todo con
cinco calderos o seys de agua, que en la
cantidad de los calderos ay alguna diferencia, se
lauó la cabeça y rostro, y todauia se quedó el
agua de color de suero, merced a la golosina
de Sancho y a la compra de sus negros
requesones, que tan blanco pusieron a su amo.

Con los referidos atauios y con gentil donayre
y gallardia salio don Quixote a otra sala,
donde el estudiante le estaua esperando para
entretenerle en tanto que las mesas se ponian;
que por la venida de tan noble huesped queria
la señora doña Cristina mostrar que sabia y
podia regalar a los que a su casa llegassen.

En tanto que don Quixote se estuuo
desarmando, tuuo lugar don Lorenço, que assi se
llamaua el hijo de don Diego, de dezir a su
padre:

``¿Quién diremos, señor, que es este cauallero
que vuessa merced nos ha traydo a casa? Que
el nombre, la figura y el dezir que es
cauallero andante, a mi y a mi madre nos tiene
suspensos.''

``No se lo que te diga, hijo'', respondio don
Diego; ``solo te sabre dezir, que le he visto
hazer cosas del mayor loco del mundo, y dezir
razones tan discretas que borran y deshazen
sus hechos; hablale tu y toma el pulso a lo que
sabe, y, pues eres discreto, juzga de su
discrecion o tonteria lo que mas puesto en razon
estuuiere; aunque, para dezir verdad, antes le
tengo por loco que por cuerdo.''

Con esto se fue don Lorenço a entretener a
don Quixote, como queda dicho, y entre otras
platicas que los dos passaron, dixo don
Quixote a don Lorenço:

``El señor don Diego de Miranda, padre de
vuessa merced, me ha dado noticia de la rara
habilidad y sutil ingenio que vuessa merced
tiene, y, sobre todo, que es vuessa merced vn
gran poeta.''

``Poeta bien podra ser'', respondio don Lorenço,
``pero grande, ni por pensamiento; verdad
es que yo soy algun tanto aficionado a la
poesia y a leer los buenos poetas; pero no de
manera que se me pueda dar el nombre de
grande que mi padre dize.''

``No me parece mal essa humildad'', respondio
don Quixote, ``porque no ay poeta que no
sea arrogante y piense de si que es el mayor
poeta del mundo.''

``No ay regla sin excepcion'', respondio don
Lorenço, ``y alguno aura que lo sea y no lo
piense.''

``Pocos'', respondio don Quixote; ``pero
digame vuessa merced, ¿qué versos son los que
agora trae entre manos, que me ha dicho el
señor su padre que le traen algo inquieto y
pensatiuo? Y si es alguna glossa, a mi se me
entiende algo de achaque de glossas, y holgaria
saberlos; y si es que son de justa literaria,
procure vuessa merced lleuar el segundo premio,
que el primero siempre se lleua el fauor
o la gran calidad de la persona, el segundo se
le lleua la mera justicia, y el tercero viene a ser
segundo, y el primero, a esta cuenta, sera el
tercero, al modo de las licencias que se dan
en las vniuersidades; pero con todo esto,
gran personage es el nombre de primero.''

``Hasta aora'', dixo entre si don Lorenço, ``no
os podre yo juzgar por loco; vamos adelante.''

Y dixole:

``Pareceme que vuessa merced ha cursado
las escuelas: ¿qué ciencias ha oydo?''

``La de la caualleria andante'', respondio
don Quixote, ``que es tan buena como la de la
poesia, y aun dos deditos mas.''

``No se que ciencia sea essa'', replicó don
Lorenço, ``y hasta aora no ha llegado a mi
noticia.''

``Es vna ciencia'', replicó don Quixote, ``que
encierra en si todas o las mas ciencias del
mundo, a causa que el que la professa ha de
ser jurisperito y saber las leyes de la justicia
distributiua y comutatiua, para dar a cada vno
lo que es suyo y lo que le conuiene; ha de ser
theologo, para saber dar razon de la christiana
ley que professa, clara y distintamente,
adondequiera que le fuere pedido; ha de ser medico,
y principalmente heruolario, para conocer en
mitad de los despoblados y desiertos las yeruas
que tienen virtud de sanar las heridas, que
no ha de andar el cauallero andante a cada
triquete buscando quien se las cure; ha de ser
astrologo, para conocer por las estrellas
quantas horas son passadas de la noche y en qué
parte y en qué clima del mundo se halla; ha de
saber las matematicas, porque a cada paso se
le ofrecera tener necessidad dellas, y, dexando
aparte que ha de estar adornado de todas las
virtudes theologales y cardinales, decendiendo
a otras menudencias, digo que ha de saber
nadar como dizen que nadaua el pexe Nicolas
o Nicolao; ha de saber herrar vn cauallo y
aderezar la silla y el freno, y, boluiendo a lo de
arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama;
ha de ser casto en los pensamientos, honesto
en las palabras, liberal en las obras, valiente
en los hechos, sufrido en los trabajos, caritatiuo
con los menesterosos y, finalmente, mantenedor
de la verdad, aunque le cueste la vida el
defenderla. De todas estas grandes y minimas
partes se compone vn buen cauallero andante,
porque vea vuessa merced, señor don Lorenço,
si es ciencia mocosa lo que aprende el cauallero
que la estudia y la professa, y si se puede
ygualar a las mas estiradas que en los ginasios
y escuelas se enseñan.''

``Si esso es assi'', replicó don Lorenço, ``yo
digo que se auentaja essa ciencia a todas.''

``¿Cómo si es assi?'', respondio don Quixote.

``Lo que yo quiero dezir'', dixo don Lorenço,
``es que dudo que aya auido, ni que los ay
aora, caualleros andantes y adornados de
virtudes tantas.''

``Muchas vezes he dicho lo que bueluo a
dezir aora'', respondio don Quixote: ``que la
mayor parte de la gente del mundo está de
parecer de que no ha auido en el caualleros
andantes, y por parecerme a mi que si el cielo
milagrosamente no les da a entender la verdad
de que los huuo y de que los ay, qualquier
trabajo que se tome ha de ser en vano, como
muchas vezes me lo ha mostrado la experiencia,
no quiero detenerme agora en sacar a
vuessa merced del error, que con los muchos
tiene; lo que pienso hazer es el rogar al
cielo le saque del, y le de a entender quán
prouechosos y quán necessarios fueron al
mundo los caualleros andantes en los passados
siglos, y quán vtiles fueran en el presente, si
se vsaran; pero triunfan aora, por pecados de
las gentes, la pereza, la ociosidad, la gula y el
regalo.''

``Escapado se nos ha nuestro huesped'', dixo
a esta sazon entre si don Lorenço; ``pero con
todo esso, el es loco vizarro, y yo seria
mentecato floxo si assi no lo creyesse.''

Aqui dieron fin a su platica, porque los
llamaron a comer. Preguntó don Diego a su hijo
qué auia sacado en limpio del ingenio del
huesped, a lo que el respondio:

``No le sacarán del borrador de su locura
quantos medicos y buenos escriuanos tiene el
mundo; el es vn entreuerado loco, lleno de
luzidos interualos.''

Fueronse a comer, y la comida fue tal como
don Diego auia dicho en el camino que la
solia dar a sus combidados: limpia, abundante
y sabrosa; pero de lo que mas se contentó don
Quixote fue del marauilloso silencio que en
toda la casa auia, que semejaua vn monasterio
de cartuxos. Leuantados, pues, los manteles
y dadas gracias a Dios, y agua a las manos,
don Quixote pidio ahincadamente a don Lorenço,
dixesse los versos de la justa literaria.
A lo que el respondio, que por no parecer de
aquellos poetas que quando les ruegan digan
sus versos los niegan, y quando no se los
piden los vomitan, ``yo dire mi glossa, de la
qual no espero premio alguno; que solo por
exercitar el ingenio la he hecho.''

``Vn amigo y discreto'', respondio don Quixote,
``era de parecer que no se auia de cansar
nadie en glossar versos, y la razon, dezia el,
era que jamas la glossa podia llegar al texto,
y que muchas o las mas vezes yua la glossa
fuera de la intencion y proposito de lo que
pedia lo que se glossaua, y mas que las leyes
de la glossa eran demasiadamente estrechas:
que no sufrian interrogantes, ni dixo, ni dire,
ni hazer nombres de verbos, ni mudar el sentido,
con otras ataduras y estrechezas con que
van atados los que glossan, como vuessa
merced deue de saber.''

``Verdaderamente, señor don Quixote'', dixo
don Lorenço, ``que desseo coger a vuessa
merced en vn mal latin continuado, y no puedo,
porque se me desliza de entre las manos como
anguila.''

``No entiendo'', respondio don Quixote, ``lo
que vuessa merced dize ni quiere dezir en
esso del deslizarme.''

``Yo me dare a entender'', respondio don
Lorenço, ``y por aora esté vuessa merced atento
a los versos glossados y a la glossa, que
dizen desta manera:

# unit Q spanishverse
¡Si mi fue tornasse a es, ÷
sin esperar mas sera, ÷
o viniesse el tiempo ya ÷
de lo que sera despues!

# unit T subtitle
GLOSSA
# unit Q spanishverse
Al fin, como todo passa, ÷
se passó el bien que me dio ÷
fortuna, vn tiempo no escassa, ÷
y nunca me le boluio, ÷
ni abundante ni por tassa. ÷
Siglos ha ya que me vees, ÷
fortuna, puesto a tus pies; ÷
buelueme a ser venturoso; ÷
que sera mi ser dichoso ÷
si mi fue tornasse a es.

No quiero otro gusto o gloria, ÷
otra palma o vencimiento, ÷
otro triunfo, otra vitoria, ÷
sino boluer al contento ÷
que es pessar en mi memoria. ÷
Si tu me buelues allá, ÷
fortuna, templado está ÷
todo el rigor de mi fuego, ÷
y mas si este bien es luego, ÷
sin esperar mas sera.

Cosas impossibles pido, ÷
pues boluer el tiempo a ser ÷
despues que vna vez ha sido, ÷
no ay en la tierra poder ÷
que a tanto se aya estendido. ÷
Corre el tiempo, buela y va ÷
ligero y no boluera, ÷
y herraria el que pidiesse ÷
o que el tiempo ya se fuesse, ÷
o boluiesse el tiempo ya.

Viuo en perplexa vida, ÷
ya esperando, ya temiendo, ÷
es muerte muy conocida, ÷
y es mucho mejor muriendo ÷
buscar al dolor salida. ÷
A mi me fuera interes ÷
acabar, mas no lo es, ÷
pues, con discurso mejor, ÷
me da la vida el temor ÷
de lo que sera despues.''

# unit P text
En acabando de dezir su glossa don Lorenço,
se leuantó en pie don Quixote, y en voz
leuantada que parecia grito, assiendo con su mano
la derecha de don Lorenço, dixo:

``Viuen los cielos donde mas altos estan,
mancebo generoso, que soys el mejor poeta
del orbe, y que mereceys estar laureado, no
por Chipre, ni por Gaeta, como dixo vn poeta
que Dios perdone, sino por las Academias
de Atenas, si oy viuieran, y por las que oy viuen
de Paris, Bolonia y Salamanca; plega al cielo
que los juezes que os quitaren el premio
primero, Febo los assaetee y las Musas jamas
atrauiessen los vmbrales de sus casas.
Dezidme, señor, si soys seruido, algunos versos
mayores; que quiero tomar de todo en todo el
pulso a vuestro admirable ingenio.''

¿No es bueno que dizen que se holgo don
Lorenço de verse alabar de don Quixote, aunque
le tenia por loco? ¡O fuerça de la adulacion,
a quánto te estiendes y quán dilatados limites
son los de tu juridicion agradable! Esta verdad
acreditó don Lorenço, pues concedio con la
demanda y desseo de don Quixote, diziendole
este soneto a la fabula o historia de Piramo y
Tisbe:

# unit T subtitle
``SONETO
# unit Q spanishverse
El muro rompe la donzella hermosa, ÷
que de Piramo abrio el gallardo pecho; ÷
parte el Amor de Chipre y va derecho ÷
a ver la quiebra estrecha y prodigiosa.

Habla el silencio alli, porque no osa ÷
la voz entrar por tan estrecho estrecho; ÷
las almas si, que amor suele de hecho ÷
facilitar la mas dificil cosa.

Salio el desseo de compas, y el paso ÷
de la imprudente virgen solicita ÷
por su gusto su muerte. Ved que historia:

que a entrambos en vn punto ¡o estraño caso! ÷
los mata, los encubre y resucita ÷
vna espada, vn sepulcro, vna memoria.''

# unit P text
``¡Bendito sea Dios!'', dixo don Quixote,
auiendo oydo el soneto a don Lorenço, ``que
entre los infinitos poetas consumidos que ay,
he visto vn consumado poeta, como lo es
vuessa merced, señor mio; que assi me lo da a
entender el artificio deste soneto.''

Quatro dias estuuo don Quixote regaladissimo
en la casa de don Diego, al cabo de los
quales le pidio licencia para yrse, diziendole
que le agradecia la merced y buen tratamiento
que en su casa auia recebido, pero que por no
parecer bien que los caualleros andantes se
den muchas horas al ocio y al regalo se queria
yr a cumplir con su oficio, buscando las auenturas,
de quien tenia noticia que aquella tierra
abundaua, donde esperaua entretener el tiempo
hasta que llegasse el dia de las justas de
Zaragoça, que era el de su derecha derrota, y
que primero auia de entrar en la cueua de
Montesinos, de quien tantas y tan admirables
cosas en aquellos contornos se contauan,
sabiendo e inquiriendo assimismo el nacimiento
y verdaderos manantiales de las siete lagunas
llamadas comunmente de Ruydera.

Don Diego y su hijo le alabaron su honrosa
determinacion, y le dixeron que tomasse de su
casa y de su hazienda todo lo que en grado le
viniesse; que le seruirian con la voluntad
possible, que a ello les obligaua el valor de su
persona y la honrosa profession suya. Llegose,
en fin, el dia de su partida, tan alegre para don
Quixote como triste y aziago para Sancho Pança,
que se hallaua muy bien con la abundancia
de la casa de don Diego, y rehusaua de boluer
a la hambre que se vsa en las florestas y
despoblados, y a la estrecheza de sus mal proueydas
alforjas; con todo esto, las llenó y colmó de
lo mas necessario que le parecio. Y al
despedirse, dixo don Quixote a don Lorenço:

``No se si he dicho a vuessa merced otra vez,
y si lo he dicho, lo bueluo a dezir, que quando
vuessa merced quisiere ahorrar caminos y
trabajos para llegar a la inacessible cumbre del
templo de la fama, no tiene que hazer otra
cosa sino dexar a vna parte la senda de la
poesia, algo estrecha, y tomar la estrechissima
de la andante caualleria, bastante para hazerle
emperador en daca las pajas.''

Con estas razones acabó don Quixote de
cerrar el processo de su locura, y mas con las
que añadio, diziendo:

``Sabe Dios si quisiera lleuar conmigo al
señor don Lorenço para enseñarle cómo se
han de perdonar los sugetos y supeditar y
acozear los soberuios, virtudes anejas a la
profession que yo professo; pero pues no lo pide
su poca edad, ni lo querran consentir sus loables
exercicios, solo me contento con aduertirle
a vuessa merced, que siendo poeta podra
ser famoso, si se guia mas por el parecer ageno
que por el propio, porque no ay padre ni madre
a quien sus hijos les parezcan feos, y en
los que lo son del entendimiento corre mas
este engaño.''

De nueuo se admiraron padre y hijo de las
entremetidas razones de don Quixote, ya
discretas y ya disparatadas, y del tema y teson
que lleuaua de acudir de todo en todo a la
busca de sus desuenturadas auenturas, que las
tenia por fin y blanco de sus desseos; reyteraronse
los ofrecimientos y comedimientos, y con
la buena licencia de la señora del castillo, don
Quixote y Sancho, sobre Rozinante y el ruzio,
se partieron.


## <p019>
# chapter  19 XIX
# unit N chapternum
Capitulo XIX
# unit T title
Donde se cuenta la auentura del pastor
enamorado, con otros, en verdad, graciosos
sucessos.
# unit P text
Poco trecho se auia alongado don Quixote
del lugar de don Diego, quando encontro con
dos como clerigos o como estudiantes y con dos
labradores que sobre quatro bestias asnales
venian caualleros; el vno de los estudiantes traia
como en portamanteo, en vn lienço de vocazi
verde embuelto, al parecer, vn poco de grana
blanca y dos pares de medias de cordellate; el
otro no traia otra cosa que dos espadas negras
de esgrima, nueuas, y con sus çapatillas. Los
labradores traian otras cosas que dauan indicio y
señal que venian de alguna villa grande, donde
las auian comprado y las lleuauan a su aldea;
y, assi, estudiantes como labradores cayeron en
la misma admiracion en que caian todos aquellos
que la vez primera veyan a don Quixote, y
morian por saber qué hombre fuesse aquel tan
fuera del vso de los otros hombres. Saludoles
don Quixote, y despues de saber el camino que
lleuauan, que era el mesmo que el hazia, les
ofrecio su compañia, y les pidio detuuiessen el
paso, porque caminauan mas sus pollinas que
su cauallo, y para obligarlos, en breues razones
les dixo quién era, y su oficio y profession,
que era de cauallero andante, que yua a buscar
las auenturas por todas las partes del mundo.
Dixoles que se llamaua de nombre propio don
Quixote de la Mancha, y por el apelatiuo el
Cauallero de los Leones. Todo esto para los
labradores era hablarles en griego o en
gerigonça, pero no para los estudiantes, que luego
entendieron la flaqueza del celebro de don
Quixote; pero, con todo esso, le mirauan con
admiracion y con respecto, y vno dellos le
dixo:

``Si vuessa merced, señor cauallero, no lleua
camino determinado, como no le suelen lleuar
los que buscan las auenturas, vuessa merced
se venga con nosotros, vera vna de las mejores
bodas y mas ricas que hasta el dia de oy se
auran celebrado en la Mancha, ni en otras
muchas leguas a la redonda.''

Preguntole don Quixote si eran de algun
principe que assi las ponderaua.

``No son'', respondio el estudiante, ``sino de
vn labrador y vna labradora: el, el mas rico de
toda esta tierra, y ella, la mas hermosa que han
visto los hombres. El aparato con que se han de
hazer es estraordinario y nueuo, porque se han
de celebrar en vn prado que está junto al pueblo
de la nouia, a quien por excelencia llaman
Quiteria la hermosa, y el desposado se llama
Camacho el rico, ella de edad de diez y ocho
años y el de veinte y dos, ambos para en vno,
aunque algunos curiosos, que tienen de memoria
los linages de todo el mundo, quieren dezir
que el de la hermosa Quiteria se auentaja al
de Camacho; pero ya no se mira en esto, que
las riquezas son poderosas de soldar muchas
quiebras. En efecto, el tal Camacho es liberal,
y hasele antojado de enramar y cubrir todo el
prado por arriba, de tal suerte, que el sol se ha
de ver en trabajo, si quiere entrar a visitar las
yeruas verdes de que está cubierto el suelo.
Tiene assimesmo maheridas danças, assi de
espadas como de cascabel menudo, que ay en
su pueblo quien los repique y sacuda por
estremo; de çapateadores no digo nada, que es vn
juyzio los que tiene muñidos; pero ninguna de
las cosas referidas, ni otras muchas que he
dexado por referir, ha de hazer mas memorables
estas bodas, sino las que imagino que hara en
ellas el despechado Basilio.

''Es este Basilio vn zagal vezino del mesmo
lugar de Quiteria, el qual tenia su casa pared
y medio de la de los padres de Quiteria, de
donde tomó ocasion el amor de renouar al
mundo los ya oluidados amores de Piramo y
Tisbe, porque Basilio se enamoró de Quiteria
desde sus tiernos y primeros años, y ella fue
correspondiendo a su desseo con mil honestos
fauores. Tanto, que se contauan por entretenimiento
en el pueblo los amores de los dos niños
Basilio y Quiteria. Fue creciendo la edad, y acordo
el padre de Quiteria de estoruar a Basilio la
ordinaria entrada que en su casa tenia, y por
quitarse de andar rezeloso y lleno de
sospechas, ordenó de casar a su hija con el rico
Camacho, no pareciendole ser bien casarla con
Basilio, que no tenia tantos bienes de fortuna
como de naturaleza, pues si va (h)a dezir las
verdades sin inuidia, el es el mas agil mancebo
que conocemos, gran tirador de barra, luchador
estremado y gran jugador de pelota; corre
como vn gamo, salta mas que vna cabra y birla
a los bolos como por encantamento; canta
como vna calandria y toca vna guitarra que la
haze hablar, y, sobre todo, juega vna espada
como el mas pintado.''

``Por essa sola gracia'', dixo a esta sazon don
Quixote, ``merecia esse mancebo no solo casarse
con la hermosa Quiteria, sino con la mesma
reyna Ginebra, si fuera oy viua, a pesar de
Lanzarote y de todos aquellos que estoruarlo
quisieran.''

``A mi muger con esso'', dixo Sancho Pança,
que hasta entonces auia ydo callando y
escuchando, ``la qual no quiere sino que cada vno
case con su ygual, ateniendose al refran que
dizen, «cada oueja con su pareja»; lo que yo
quisiera es, que esse buen Basilio, que ya me
le voy aficionando, se casara con essa señora
Quiteria; que buen siglo ayan y buen poso, yua
a dezir al rebes, los que estoruan que se casen
los que bien se quieren.''

``Si todos los que bien se quieren se huuiessen
de casar'', dixo don Quixote, ``quitariase
la elecion y juridicion a los padres de
casar sus hijos con quien y quando deuen, y
si a la voluntad de las hijas quedasse escoger
los maridos, tal auria que escogiesse al criado
de su padre, y tal al que vio passar por la
calle, a su parecer, vizarro y entonado, aunque
fuesse vn desbaratado espadachin; que el amor
y la aficion con facilidad ciegan los ojos del
entendimiento, tan necessarios para escoger
estado, y el del matrimonio está muy a peligro
de errarse, y es menester gran tiento y
particular fauor del cielo para acertarle. Quiere
hazer vno vn viage largo, y si es prudente,
antes de ponerse en camino busca alguna
compañia segura y apazible con quien
acompañarse. Pues ¿por qué no hara lo mesmo
el que ha de caminar toda la vida hasta el
paradero de la muerte, y mas si la compañia
le ha de acompañar en la cama, en la mesa y
en todas partes, como es la de la muger con
su marido? La de la propia muger no es
mercaduria que vna vez comprada se buelue, o se
trueca o cambia, porque es accidente inseparable
que dura lo que dura la vida. Es vn lazo,
que si vna vez le echays al cuello, se buelue
en el nudo gordiano, que si no le corta la
guadaña de la muerte, no ay desatarle. Muchas
mas cosas pudiera dezir en esta materia, si no
lo estoruara el desseo que tengo de saber si le
queda mas que dezir al señor licenciado
acerca de la historia de Basilio.''

A lo que respondio el estudiante bachiller, o
licenciado, como le llamó don Quixote, (que):

``De todo no me queda mas que dezir, sino
que desde el punto que Basilio supo que la
hermosa Quiteria se casaua con Camacho el
rico, nunca mas le han visto reyr, ni hablar
razon concertada, y siempre anda pensatiuo y
triste, hablando entre si mismo, con que da
ciertas y claras señales de que se le ha buelto
el juyzio; come poco y duerme poco, y lo que
come son frutas, y en lo que duerme, si duerme,
es en el campo sobre la dura tierra como
animal bruto; mira de quando en quando al
cielo, y otras vezes claua los ojos en la tierra,
con tal embelesamiento, que no parece sino
estatua vestida que el ayre le mueue la ropa. En
fin, el da tales muestras de tener apassionado el
coraçon, que tememos todos los que le
conocemos que el dar el si mañana la hermosa
Quiteria ha de ser la sentencia de su muerte.''

``Dios lo hara mejor'', dixo Sancho, ``que
Dios que da la llaga da la medicina; nadie
sabe lo que está por venir, de aqui a mañana
muchas horas ay, y en vna, y aun en vn momento,
se cae la casa; yo he visto llouer y hazer
sol, todo a vn mesmo punto; tal se acuesta
sano la noche, que no se puede mouer otro
dia; y diganme, ¿por ventura aura quien se
alabe que tiene echado vn clauo a la rodaja
de la Fortuna? No, por cierto, y entre el si y el
no de la muger no me atreueria yo a poner
vna punta de alfiler, porque no cabria; denme
a mi que Quiteria quiera de buen coraçon y de
buena voluntad a Basilio, que yo le dare a el
vn saco de buena ventura; que el amor, segun
yo he oydo dezir, mira con vnos antojos que
hazen parecer oro al cobre, a la pobreza
riqueza y a las lagañas perlas.''

``¿Adónde vas a parar, Sancho, que seas
maldito?'', dixo don Quixote. ``Que quando comienças
a ensartar refranes y cuentos, no te puede
esperar sino el mesmo Iudas, que te lleue.
Dime, animal, ¿qué sabes tu de clauos, ni de
rodajas, ni de otra cosa ninguna?''

``O, pues si no me entienden'', respondio
Sancho, ``no es marauilla que mis sentencias sean
tenidas por disparates; pero no importa, yo me
entiendo y se que no he dicho muchas
necedades en lo que he dicho, sino que vuessa
merced, señor mio, siempre es friscal de mis
dichos y aun de mis hechos.''

``Fiscal has de dezir'', dixo don Quixote,
``que no friscal, preuaricador del buen lenguage,
que Dios te confunda.''

``No se apunte vuessa merced conmigo'',
respondio Sancho, ``pues sabe que no me he
criado en la corte, ni he estudiado en
Salamanca, para saber si añado o quito alguna
letra a mis vocablos. Si, que valgame Dios, no
ay para qué obligar al sayagues a que hable
como el toledano, y toledanos puede auer que
no las corten en el ayre en esto del hablar
polido.''

``Assi es'', dixo el licenciado, ``porque no
pueden hablar tan bien los que se crian en las
Tenerias y en Zocodouer como los que se
passean casi todo el dia por el claustro de la
Iglesia Mayor, y todos son toledanos; el
lenguage puro, el propio, el elegante y claro
está en los discretos cortesanos, aunque ayan
nacido en Majalahonda; dixe discretos, porque
ay muchos que no lo son, y la discrecion es la
gramatica del buen lenguage que se acompaña
con el vso; yo, señores, por mis pecados he
estudiado canones en Salamanca, y picome
algun tanto de dezir mi razon con palabras
claras, llanas y significantes.''

``Si no os picarades mas de saber mas menear
las negras que lleuais que la lengua'', dixo
el otro estudiante, ``vos lleuarades el primero
en licencias, como lleuastes cola.''

``Mirad, bachiller'', respondio el licenciado,
``vos estais en la mas errada opinion del
mundo acerca de la destreza de la espada,
teniedola por vana.''

``Para mi no es opinion, sino verdad assentada'',
replicó Corchuelo; ``y si quereys que os
lo muestre con la experiencia, espadas traeis,
comodidad ay, yo pulsos y fuerças tengo, que
acompañadas de mi animo, que no es poco, os
haran confessar que yo no me engaño; apeaos
y vsad de vuestro compas de pies, de vuestros
circulos y vuestros angulos y ciencia, que yo
espero de hazeros ver estrellas a medio dia
con mi destreza moderna y zafia, en quien
espero, despues de Dios, que está por nacer
hombre que me haga boluer las espaldas, y
que no le ay en el mundo a quien yo no le
haga perder tierra.''

``En esso de boluer o no las espaldas, no me
meto'', replicó el diestro, ``aunque podria ser
que en la parte donde la vez primera clauassedes
el pie, alli os abriessen la sepultura; quiero
dezir, que alli quedassedes muerto por la
despreciada destreza.''

``Aora se vera'', respondio Corchuelo.

Y, apeandose con gran presteza de su jumento,
tiró con furia de vna de las espadas que
lleuaua el licenciado en el suyo.

``No ha de ser assi'', dixo a este instante don
Quixote, ``que yo quiero ser el maestro desta
esgrima y el juez desta muchas vezes no
aueriguada question.''

Y, apeandose de Rozinante y assiendo de
su lança, se puso en la mitad del camino, a
tiempo que ya el licenciado, con gentil donayre
de cuerpo y compas de pies, se yua contra
Corchuelo, que contra el se vino lançando,
como dezirse suele, fuego por los ojos; los
otros dos labradores del acompañamiento, sin
apearse de sus pollinas, siruieron de aspetatores
en la mortal tragedia; las cuchilladas,
estocadas, altibaxos, reueses y mandobles que
tiraua Corchuelo eran sin numero, mas espesas
que higado y mas menudas que granizo.
Arremetia como vn leon irritado; pero saliale
al encuentro vn tapaboca de la çapatilla de
la espada del licenciado, que en mitad de
su furia le detenia y se la hazia besar como si
fuera reliquia, aunque no con tanta deuocion
como las reliquias deuen y suelen besarse.

Finalmente, el licenciado le contó a estocadas
todos los botones de vna media sotanilla
que traia vestida, haziendole tiras los
faldamentos como colas de pulpo, derribole el
sombrero dos vezes y cansole de manera, que de
despecho, colera y rabia assio la espada por la
empuñadura y arrojola por el ayre con tanta
fuerça, que vno de los labradores assistentes,
que era escriuano, que fue por ella, dio
despues por testimonio que la alongo de si casi
tres quartos de legua, el qual testimonio sirue
y ha seruido para que se conozca y vea con
toda verdad como la fuerça es vencida del
arte.

Sentose cansado Corchuelo y, llegandose a
el Sancho, le dixo:

``Mia fe, señor bachiller, si vuessa merced
toma mi consejo, de aqui adelante no ha de
desafiar a nadie a esgrimir, sino a luchar o a
tirar la barra, pues tiene edad y fuerças para
ello; que destos a quien llaman diestros he
oydo dezir que meten vna punta de vna espada
por el ojo de vna aguja.''

``Yo me contento'', respondio Corchuelo, ``de
auer caydo de mi burra, y de que me aya
mostrado la experiencia la verdad de quien tan
lexos estaua.''

Y, leuantandose abraçó al licenciado y
quedaron mas amigos que de antes; y no queriendo
esperar al escriuano, que auia ydo por la
espada, por parecerle que tardaria mucho, (y)
assi determinaron seguir por llegar temprano a
la aldea de Quiteria, de donde todos eran.

En lo que faltaua del camino les fue contando
el licenciado las excelencias de la espada,
con tantas razones demostratiuas, y con tantas
figuras y demostraciones matematicas, que
todos quedaron enterados de la bondad de la
ciencia, y Corchuelo reduzido de su pertinacia.

Era anochecido, pero antes que llegassen
les parecio a todos que estaua delante del
pueblo vn cielo lleno de inumerables y
resplandecientes estrellas. Oyeron assimismo
confusos y suaues sonidos de diuersos instrumentos
como de flautas, tamborinos, salterios,
albogues, panderos y sonajas, y quando
llegaron cerca vieron que los arboles de vna
enramada que a mano auian puesto a la entrada
del pueblo estauan todos llenos de luminarias,
a quien no ofendia el viento, que entonces no
soplaua sino tan manso, que no tenia fuerça
para mouer las hojas de los arboles; los musicos
eran los regozijadores de la boda, que en
diuersas quadrillas por aquel agradable sitio
andauan, vnos baylando, y otros cantando, y
otros tocando la diuersidad de los referidos
instrumentos; en efecto, no parecia sino que
por todo aquel prado andaua corriendo la
alegria y saltando el contento.

Otros muchos andauan ocupados en leuantar
andamios, de donde con comodidad pudiessen
ver otro dia las representaciones y
danças que se auian de hazer en aquel lugar,
dedicado para solenizar las bodas del rico
Camacho y las exequias de Basilio. No quiso
entrar en el lugar don Quixote, aunque se lo
pidieron assi el labrador como el bachiller;
pero el dio por disculpa, bastantissima a su
parecer, ser costumbre de los caualleros
andantes dormir por los campos y florestas antes
que en los poblados, aunque fuesse debaxo
de dorados techos, y, con esto, se desuió vn
poco del camino, bien contra la voluntad de
Sancho, viniendosele a la memoria el buen
alojamiento que auia tenido en el castillo o
casa de don Diego.


## <p020>
# chapter  20 XX
# unit N chapternum
Capitulo XX
# unit T title
Donde se cuentan las bodas de Camacho el
rico con el sucesso de Basilio el pobre.
# unit P text
Apenas la blanca aurora auia dado lugar a
que el luziente Febo, con el ardor de sus
calientes rayos las liquidas perlas de sus
cabellos de oro enxugasse, quando don Quixote,
sacudiendo la pereza de sus miembros, se
puso en pie y llamó a su escudero Sancho,
que aun todauia roncaua, lo qual visto por
don Quixote, antes que le despertasse le dixo:

``¡O tu, bienauenturado sobre quantos viuen
sobre la haz de la tierra, pues, sin tener inuidia
ni ser inuidiado, duermes con sossegado
espiritu, ni te persiguen encantadores ni
sobresaltan encantamentos! Duermes, digo otra vez,
y lo dire otras ciento, sin que te tengan en
contina vigilia zelos de tu dama, ni te
desuelen pensamientos de pagar deudas que
deuas, ni de lo que has de hazer para comer
otro dia tu y tu pequeña y angustiada familia,
ni la ambicion te inquieta, ni la pompa vana
del mundo te fatiga, pues los limites de tus
desseos no se estienden a mas que a pensar
tu jumento; que el de tu persona sobre mis
ombros le tienes puesto, contrapeso y carga
que puso la naturaleza y la costumbre a los
señores. Duerme el criado y está velando el
señor, pensando cómo le ha de sustentar,
mejorar y hazer mercedes; la congoxa de ver que
el cielo se haze de bronze sin acudir a la tierra
con el conueniente rozio no aflige al criado,
sino al señor, que ha de sustentar en la esterilidad
y hambre al que le siruio en la fertilidad
y abundancia.''

A todo esto no respondio Sancho porque
dormia, ni despertara tan presto si don Quixote
con el cuento de la lança no le hiziera
boluer en si. Desperto, en fin, soñoliento y
perezoso, y, boluiendo el rostro a todas partes,
dixo:

``De la parte desta enramada, si no me engaño,
sale vn tufo y olor harto mas de torreznos
assados que de juncos y tomillos; bodas
que por tales olores comiençan, para mi
santiguada que deuen de ser abundantes y
generosas.''

``Acaba, gloton'', dixo don Quixote; ``ven,
yremos a ver estos desposorios, por ver lo que
haze el desdeñado Basilio.''

``Mas que haga lo que quisiere'', respondio
Sancho; ``no fuera el pobre, y casarase con
Quiteria; ¿no ay mas sino no tener vn quarto
y querer casarse por las nubes? A la fe,
señor, yo soy de parecer que el pobre deue de
contentarse con lo que hallare, y no pedir
cotufas en el golfo; yo apostaré vn braço que
puede Camacho emboluer en reales a Basilio,
y si esto es assi, como deue de ser, bien boba
fuera Quiteria en desechar las galas y las
joyas que le deue de auer dado y le puede
dar Camacho, por escoger el tirar de la barra y
el jugar de la negra de Basilio. Sobre vn buen
tiro de barra o sobre vna gentil treta de espada
no dan vn quartillo de vino en la taberna;
habilidades y gracias que no son vendibles, mas
que las tenga el conde Dirlos; pero quando
las tales gracias caen sobre quien tiene buen
dinero, tal sea mi vida como ellas parecen;
sobre vn buen cimiento se puede leuantar vn
buen edificio, y el mejor cimiento y çanja del
mundo es el dinero.''

``Por quien Dios es, Sancho'', dixo a esta
sazon don Quixote, ``que concluyas con tu
arenga, que tengo para mi que si te dexassen
seguir en las que a cada paso comienças, no
te quedaria tiempo para comer ni para dormir;
que todo le gastarias en hablar.''

``Si vuessa merced tuuiera buena memoria'',
replicó Sancho, ``deuierase acordar de los
capitulos de nuestro concierto antes que esta
vltima vez saliessemos de casa; vno dellos fue
que me auia de dexar hablar todo aquello que
quisiesse, con que no fuesse contra el proximo,
ni contra la autoridad de vuessa merced, y
hasta agora me parece que no he contrauenido
contra el tal capitulo.''

``Yo no me acuerdo, Sancho'', respondio
don Quixote, ``del tal capitulo, y puesto que
sea assi, quiero que calles y vengas; que ya
los instrumentos que anoche oymos bueluen a
alegrar los valles, y sin duda los desposorios
se celebrarán en el frescor de la mañana, y no
en el calor de la tarde.''

Hizo Sancho lo que su señor le mandaua, y
poniendo la silla a Rozinante y la albarda al
ruzio, subieron los dos, y paso ante paso se
fueron entrando por la enramada. Lo primero que
se le ofrecio a la vista de Sancho fue, espetado
en vn assador de vn olmo entero, vn entero
nouillo, y en el fuego donde se auia de assar
ardia vn mediano monte de leña, y seys ollas
que alrededor de la hoguera estauan no se
auian hecho en la comun turquesa de las
demas ollas, porque eran seys medias tinajas,
que cada vna cabia vn rastro de carne, assi
embeuian y encerrauan en si carneros enteros,
sin echarse de ver como si fueran palominos;
las liebres ya sin pellejo y las gallinas sin
pluma que estauan colgadas por los arboles
para sepultarlas en las ollas no tenian numero;
los paxaros y caça de diuersos generos eran
infinitos, colgados de los arboles para que el
ayre los enfriasse. Conto Sancho mas de sesenta
zaques de mas de a dos arrobas cada vno
y todos llenos, segun despues parecio, de
generosos vinos; assi auia rimeros de pan
blanquissimo como los suele auer de montones de
trigo en las heras; los quesos puestos como
ladrillos en rejales formauan vna muralla, y
dos calderas de azeyte mayores que las de vn
tinte seruian de freir cosas de masa, que con
dos valientes palas las sacauan fritas y las
zabullian en otra caldera de preparada miel que
alli junto estaua. Los cozineros y cozineras
passauan de cincuenta, todos limpios, todos
y todos contentos. En el dilatado vientre
del nouillo estauan doze tiernos y pequeños
lechones que, cosidos por encima, seruian
de darle sabor y enternecerle; las especias
de diuersas suertes no parecia auerlas
comprado por libras, sino por arrobas, y todas
estauan de manifiesto en vna grande arca.
Finalmente, el aparato de la boda era rustico,
pero tan abundante, que podia sustentar a vn
exercito.

Todo lo miraua Sancho Pança, y todo lo
contemplaua, y de todo se aficionaua: primero le
cautiuaron y rindieron el desseo las ollas, de
quien el tomara de bonissima gana vn mediano
puchero; luego le aficionaron la voluntad
los zaques y, vltimamente, las frutas de sarten,
si es que se podian llamar sartenes las tan
orondas calderas; y, assi, sin poderlo sufrir ni
ser en su mano hazer otra cosa, se llegó a vno
de los solicitos cozineros, y con corteses y
hambrientas razones le rogo le dexasse mojar
vn mendrugo de pan en vna de aquellas ollas.
A lo que el cozinero respondio:

``Hermano, este dia no es de aquellos sobre
quien tiene juridicion la hambre, merced al
rico Camacho; apeaos y mirad si ay por ay vn
cucharon, y espumad vna gallina o dos, y buen
prouecho os hagan.''

``No veo ninguno'', respondio Sancho.

``Esperad'', dixo el cozinero; ``¡pecador de mi,
y qué melindroso y para poco deueis de ser!''

Y, diziendo esto, assio de vn caldero y,
encaxandole en vna de las medias tinajas, sacó en
el tres gallinas y dos gansos, y dixo a Sancho:

``Comed, amigo, y desayunaos con esta espuma
en tanto que se llega la hora del yantar.''

``No tengo en qué echarla'', respondio Sancho.

``Pues lleuaos'', dixo el cozinero, ``la cuchara
y todo; que la riqueza y el contento de
Camacho todo lo suple.''

En tanto, pues, que esto passaua Sancho,
estaua don Quixote mirando como por vna parte
de la enramada entrauan hasta doze labradores
sobre doze hermosissimas yeguas, con ricos y
vistosos jaezes de campo y con muchos cascaueles
en los petrales, y todos vestidos de regozijo
y fiestas, los quales, en concertado tropel,
corrieron no vna sino muchas carreras por el
prado, con regozijada algazara y grita, diziendo:

``Viuan Camacho y Quiteria, el tan rico
como ella hermosa, y ella la mas hermosa
del mundo.''

Oyendo lo qual don Quixote, dixo entre si:

``Bien parece que estos no han visto a mi
Dulcinea del Toboso; que si la huuieran visto,
ellos se fueran a la mano en las alabanças
desta su Quiteria.''

De alli a poco començaron a entrar por
diuersas partes de la enramada muchas y
diferentes danças, entre los quales venia vna de
espadas, de hasta veinte y quatro zagales de
gallardo parecer y brio, todos vestidos de
delgado y blanquissimo lienço, con sus paños de
tocar labrados de varias colores de fina seda,
y al que los guiaua, que era vn ligero mancebo,
preguntó vno de los de las yeguas si se
auia herido alguno de los dançantes.

``Por aora, bendito sea Dios, no se ha herido
nadie, todos vamos sanos.''

Y luego començo a enredarse con los demas
compañeros, con tantas bueltas y con tanta
destreza, que aunque don Quixote estaua hecho
a ver semejantes danças, ninguna le auia
parecido tan bien como aquella. Tambien le
parecio bien otra que entró de donzellas
hermosissimas, tan moças, que, al parecer,
ninguna baxaua de catorze ni llegaua a diez y ocho
años, vestidas todas de palmilla verde, los
cabellos parte trançados y parte sueltos, pero
todos tan rubios que con los del sol podian
tener competencia, sobre los quales traian
guirnaldas de jazmines, rosas, amaranto y
madreselua compuestas; guiaualas vn venerable
viejo y vna anciana matrona, pero mas ligeros
y sueltos que sus años prometian. Haziales el
son vna gayta zamorana, y ellas, lleuando
en los rostros y en los ojos a la honestidad y
en los pies a la ligereza, se mostrauan las
mejores bayladoras del mundo.

Tras esta entró otra dança de artificio y de
las que llaman habladas: era de ocho ninfas,
repartidas en dos hileras; de la vna hilera era
guia el dios Cupido, y de la otra el Interes,
aquel adornado de alas, arco, aljaua y saetas;
este, vestido de ricas y diuersas colores de oro
y seda; las ninfas que al Amor seguian traian
a las espaldas en pargamino blanco y letras
grandes escritos sus nombres: Poesia era el
titulo de la primera, el de la segunda Discrecion,
el de la tercera Buen linage, el de la quarta
Valentia; del modo mesmo venian señaladas
las que al Interes seguian: dezia Liberalidad el
titulo de la primera, Dadiua el de la segunda,
Tesoro el de la tercera y el de la quarta
Possession pacifica. Delante de todos venia vn
castillo de madera a quien tirauan quatro saluages,
todos vestidos de yedra y de cañamo teñido
de verde, tan al natural, que por poco espantaran
a Sancho. En la frontera del castillo y en
todas quatro partes de sus quadros traia escrito,
Castillo del buen recato; hazianles el son
quatro diestros tañedores de tamboril y flauta;
començaua la dança Cupido, y auiendo hecho
dos mudanças, alçaua los ojos y flechaua el
arco contra vna donzella que se ponia entre
las almenas del castillo, a la qual desta suerte
dixo:

# unit Q spanishverse
``Yo soy el dios poderoso ÷
en el ayre y en la tierra ÷
y en el ancho mar vndoso, ÷
y en quanto el abismo encierra ÷
en su baratro espantoso.

Nunca conoci qué es miedo, ÷
todo quanto quiero puedo, ÷
aunque quiera lo impossible, ÷
y en todo lo que es possible ÷
mando, quito, pongo y vedo.''

# unit P text
Acabó la copla, disparó vna flecha por lo
alto del castillo y retirose a su puesto. Salio
luego el Interes y hizo otras dos mudanças;
callaron los tamborinos, y el dixo:

# unit Q spanishverse
``Soy quien puede mas que Amor, ÷
y es Amor el que me guia, ÷
soy de la estirpe mejor ÷
que el cielo en la tierra cria, ÷
mas conocida y mayor.

Soy el Interes en quien ÷
pocos suelen obrar bien, ÷
y obrar sin mi es gran milagro, ÷
y qual soy te me consagro ÷
por siempre jamas, amen.''

# unit P text
Retirose el Interes y hizose adelante la
Poesia, la qual, despues de auer hecho sus
mudanças como los demas, puestos los ojos en la
donzella del castillo, dixo:

# unit Q spanishverse
``En dulcisissimos conceptos, ÷
la dulcissima Poesia, ÷
altos, graues y discretos, ÷
señora, el alma te embia, ÷
embuelta entre mil sonetos.

Si acaso no te importuna ÷
mi porfia, tu fortuna, ÷
de otras muchas inuidiada, ÷
sera por mi leuantada ÷
sobre el cerco de la luna.'' ÷

# unit P text
Desuiose la Poesia y de la parte del Interes
salio la Liberalidad, y despues de hechas sus
mudanças, dixo:

# unit Q spanishverse
``Llaman Liberalidad ÷
al dar, que el estremo huye ÷
de la prodigalidad, ÷
y del contrario, que arguye ÷
tibia y floxa voluntad.

Mas yo por te engrandezer, ÷
de oy mas prodiga he de ser; ÷
que aunque es vicio, es vicio honrado ÷
y de pecho enamorado, ÷
que en el dar se echa de ver.'' ÷

# unit P text
Deste modo salieron y se retiraron todas las
(dos) figuras de las dos esquadras, y cada vno
hizo sus mudanças y dixo sus versos, algunos
elegantes y algunos ridiculos, y solo tomó de
memoria don Quixote, que la tenia grande, los
ya referidos; y luego se mezclaron todos,
haziendo y deshaziendo lazos con gentil donayre
y desemboltura, y quando passaua el Amor por
delante del castillo disparaua por alto sus
flechas, pero el Interes quebraua en el alcancias
doradas.

Finalmente, despues de auer baylado vn
buen espacio, el Interes sacó vn bolson que le
formaua el pellejo de vn gran gato romano,
que parecia estar lleno de dineros, y arrojandole
al castillo, con el golpe se desencaxaron
las tablas y se cayeron, dexando a la donzella
descubierta y sin defensa alguna; llegó el
Interes con las figuras de su valia, y echandola
vna gran cadena de oro al cuello, mostraron
prenderla, rendirla y cautiuarla; lo qual visto
por el Amor y sus valedores, hizieron ademan
de quitarsela, y todas las demostraciones que
hazian eran al son de los tamborinos, baylando
y dançando concertadamente; pusieronlos
en paz los saluages, los quales con mucha
presteza boluieron a armar y a encaxar las
tablas del castillo, y la donzella se encerro en
el como de nueuo, y con esto se acabó la dança,
con gran contento de los que la mirauan.

Preguntó don Quixote a vna de las ninfas,
que quién la auia compuesto y ordenado.
Respondiole que vn beneficiado de aquel pueblo,
que tenia gentil caletre para semejantes
inuenciones.

``Yo apostaré'', dixo don Quixote, ``que deue
de ser mas amigo de Camacho que de Basilio
el tal bachiller o beneficiado, y que deue de
tener mas de satirico que de visperas; bien
ha encaxado en la dança las habilidades de
Basilio y las riquezas de Camacho.''

Sancho Pança, que lo escuchaua todo, dixo:

``El rey es mi gallo, a Camacho me atengo.''

``En fin'', dixo don Quixote, ``bien se parece,
Sancho, que eres villano y de aquellos que
dizen, viua quien vence.''

``No se de los que soy'', respondio Sancho,
``pero bien se que nunca de ollas de Basilio
sacaré yo tan elegante espuma como es esta
que he sacado de las de Camacho.''

Y enseñole el caldero lleno de gansos y de
gallinas, y, assiendo de vna, començo a comer
con mucho donayre y gana, y dixo:

``¡A la barba de las habilidades de Basilio!;
que tanto vales quanto tienes, y tanto tienes
quanto vales. Dos linages solos ay en el
mundo, como dezia vna aguela mia, que son el
tener y el no tener, aunque ella al del tener se
atenia, y el dia de oy, mi señor don Quixote,
antes se toma el pulso al auer que al saber:
vn asno cubierto de oro parece mejor que vn
cauallo enalbardado. Assi que bueluo a dezir
que a Camacho me atengo, de cuyas ollas son
abundantes espumas gansos y gallinas, liebres
y conejos, y de las de Basilio seran, si viene a
mano, y aunque no venga sino al pie,
aguachirle.''

``¿Has acabado tu arenga, Sancho?'', dixo
don Quixote.

``Aurela acabado'', respondio Sancho, ``porque
veo que vuessa merced recibe pesadumbre
con ella; que si esto no se pusiera de por
medio, obra auia cortada para tres dias.''

``Plega a Dios, Sancho'', replicó don Quixote,
``que yo te vea mudo antes que me muera.''

``Al paso que lleuamos'', respondio Sancho,
``antes que vuessa merced se muera estare yo
mascando barro, y entonces podra ser que
esté tan mudo que no hable palabra hasta la
fin del mundo, o, por lo menos, hasta el dia del
juyzio.''

``Aunque esso assi suceda, ¡o Sancho!'',
respondio don Quixote, ``nunca llegará tu silencio
a do ha llegado lo que has hablado, hablas y
tienes de hablar en tu vida, y mas, que está
muy puesto en razon natural que primero
llegue el dia de mi muerte que el de la tuya, y
assi, jamas pienso verte mudo, ni aun quando
estes beuiendo o durmiendo, que es lo que
puedo encarecer.''

``A buena fe, señor'', respondio Sancho, ``que
no ay que fiar en la descarnada, digo en la
muerte, la qual tambien come cordero como
carnero, y a nuestro cura he oydo dezir que con
ygual pie pisaua las altas torres de los reyes
como las humildes choças de los pobres;
tiene esta señora mas de poder que de melindre,
no es nada asquerosa, de todo come y a
todo haze, y de toda suerte de gentes, edades
y preeminencias hinche sus alforjas; no es
segador que duerme las siestas, que a todas horas
siega, y corta assi la seca como la verde yerua,
y no parece que masca, sino que engulle y
traga quanto se le pone delante, porque tiene
hambre canina, que nunca se harta; y aunque
no tiene barriga, da a entender que está
hidropica y sedienta de beuer solas las vidas de
quantos viuen, como quien se beue vn jarro de
agua fria.''

``No mas, Sancho'', dixo a este punto don
Quixote, ``tente en buenas y no te dexes
caer, que en verdad que lo que has dicho
de la muerte por tus rusticos terminos, es lo
que pudiera dezir vn buen predicador. Digote,
Sancho, que, asi como tienes buen natural
y discrecion, pudieras tomar vn pulpito en
la mano y yrte por esse mundo predicando
lindezas.''

``Bien predica quien bien viue'', respondio
Sancho, ``y yo no se otras thologias.''

``Ni las has menester'', dixo don Quixote;
``pero yo no acabo de entender, ni alcançar,
cómo siendo el principio de la sabiduria el
temor de Dios, tu, que temes mas a vn lagarto
que a El, sabes tanto.''

``Iuzgue vuessa merced, señor, de sus
cauallerias'', respondio Sancho, ``y no se meta en
juzgar de los temores o valentias agenas; que
tan gentil temeroso soy yo de Dios como cada
hijo de vezino, y dexeme vuessa merced
despabilar esta espuma, que lo demas todas son
palabras ociosas de que nos han de pedir
cuenta en la otra vida.''

Y, diziendo esto, començo de nueuo a dar
assalto a su caldero con tan buenos alientos,
que desperto los de don Quixote, y sin duda
le ayudara, si no lo impidiera lo que es fuerça
se diga adelante.


## <p021>
# chapter  21 XXI
# unit N chapternum
Capitulo XXI
# unit T title
Donde se prosiguen las bodas de Camacho,
con otros gustosos sucessos.
# unit P text
Quando estauan don Quixote y Sancho en las
razones referidas en el capitulo antecedente, se
oyeron grandes vozes y gran ruydo, y dauanlas
y causauanle los de las yeguas, que con
larga carrera y grita yuan a recebir a los nouios,
que, rodeados de mil generos de instrumentos y
de inuenciones, venian acompañados del cura
y de la parentela de entrambos y de toda la
gente mas luzida de los lugares circunuezinos,
todos vestidos de fiesta. Y como Sancho vio a
la nouia, dixo:

``A buena fe que no viene vestida de labradora,
sino de garrida palaciega. ¡Pardiez que
segun diuiso, que las patenas que auia de traer
son ricos corales, y la palmilla verde de Cuenca
es terciopelo de treynta pelos, y montas que la
guarnicion es de tiras de lienço blanco! ¡Voto
a mi que es de raso; pues, tomadme las manos
adornadas con sortijas de azauache! No medre
yo si no son anillos de oro, y muy de oro, y
empedrados con pelrras blancas como vna
quajada, que cada vna deue de valer vn ojo de la
cara. ¡O hideputa y qué cabellos, que si no son
postizos, no los he visto mas luengos ni mas
rubios en toda mi vida! ¡No sino ponedla tacha
en el brio y en el talle, y no la compareys a
vna palma que se mueue cargada de razimos
de datiles, que lo mesmo parecen los dixes que
trae pendientes de los cabellos y de la garganta!
Iuro en mi anima que ella es vna chapada
moça y que puede passar por los bancos de
Flandes.''

Riose don Quixote de las rusticas alabanças
de Sancho Pança; pareciole que, fuera de su
señora Dulcinea del Toboso, no auia visto
muger mas hermosa jamas; venia la hermosa
Quiteria algo descolorida, y deuia de ser de la
mala noche que siempre passan las nouias en
componerse para el dia venidero de sus bodas.
Yuanse acercando a vn teatro que a vn lado del
prado estaua adornado de alfombras y ramos,
adonde se auian de hazer los desposorios y de
donde auian de mirar las danças y las
inuenciones. Y a la sazon que llegauan al puesto,
oyeron a sus espaldas grandes vozes, y vna
que dezia:

``¡Esperaos vn poco, gente tan inconsiderada
como presurosa!''

A cuyas vozes y palabras todos voluieron la
cabeça, y vieron que las daua vn hombre vestido,
al parecer, de vn sayo negro gironado de
carmesi a llamas; venia coronado, como se vio
luego, con vna corona de funesto cipres, en
las manos traia vn baston grande; en llegando
mas cerca fue conocido de todos por el
gallardo Basilio, y todos estuuieron suspensos,
esperando en qué auian de parar sus vozes y sus
palabras, temiendo algun mal sucesso de su
venida en sazon semejante.

Llegó, en fin, cansado y sin aliento, y puesto
delante de los desposados, hincando el baston
en el suelo, que tenia el cuento de vna punta
de azero, mudada la color, puestos los ojos en
Quiteria, con voz tremente y ronca estas
razones dixo:

``Bien sabes, desconocida Quiteria, que
conforme a la santa ley que professamos, que,
viuiendo yo, tu no puedes tomar esposo; y
juntamente no ignoras, que por esperar yo que el
tiempo y mi diligencia mejorassen los bienes
de mi fortuna, no he querido dexar de guardar
el decoro que a tu honra conuenia; pero tu,
echando a las espaldas todas las obligaciones
que deues a mi buen desseo, quieres hazer
señor de lo que es mio a otro, cuyas riquezas
le siruen no solo de buena fortuna, sino de
bonissima ventura. Y para que la tenga colmada,
y no como yo pienso que la merece, sino
como se la quieren dar los cielos, yo, por mis
manos, deshare el impossible o el inconueniente
que puede estoruarsela, quitandome a mi de
por medio. ¡Viua, viua el rico Camacho con la
ingrata Quiteria largos y felices siglos, y muera,
muera el pobre Basilio, cuya pobreza cortó las
alas de su dicha y le puso en la sepultura!''

Y, diziendo esto, assio del baston que tenia
hincado en el suelo, y, quedandose la mitad del
en la tierra, mostro que seruia de vayna a vn
mediano estoque que en el se ocultaua, y
puesta la que se podia llamar empuñadura en
el suelo, con ligero desenfado y determinado
proposito se arrojó sobre el, y en vn punto
mostro la punta sangrienta a las espaldas, con la
mitad del azerada cuchilla, quedando el triste
bañado en su sangre y tendido en el suelo, de
sus mismas armas traspassado.

Acudieron luego sus amigos a fauorecerle,
condolidos de su miseria y lastimosa desgracia,
y, dexando don Quixote a Rozinante, acudio
a fauorecerle y le tomó en sus braços, y halló
que aun no auia espirado. Quisieronle sacar el
estoque, pero el cura, que estaua presente, fue
de parecer que no se le sacassen antes de
confessarle, porque el sacarsele y el espirar seria
todo a vn tiempo; pero boluiendo vn poco en
si Basilio, con voz doliente y desmayada dixo:

``Si quisiesses, cruel Quiteria, darme en este
vltimo y forçoso trance la mano de esposa, aun
pensaria que mi temeridad tendria desculpa,
pues en ella alcancé el bien de ser tuyo.''

El cura, oyendo lo qual, le dixo que atendiesse
a la salud del alma antes que a los gustos
del cuerpo, y que pidiesse muy de veras a Dios
perdon de sus pecados y de su desesperada
determinacion.

A lo qual replicó Basilio que en ninguna
manera se confessaria si primero Quiteria no le
daua la mano de ser su esposa; que aquel contento
le adobaria la voluntad y le daria aliento
para confessarse.

En oyendo don Quixote la peticion del herido,
en altas vozes dixo que Basilio pedia vna
cosa muy justa y puesta en razon y, ademas,
muy hazedera, y que el señor Camacho quedaria
tan honrado recibiendo a la señora Quiteria
viuda del valeroso Basilio, como si la
recibiera del lado de su padre: ``Aqui no ha de
auer mas de vn si, que no tenga otro efecto
que el pronunciarle, pues el talamo de estas
bodas ha de ser la sepultura.''

Todo lo oia Camacho y todo le tenia suspenso
y confuso, sin saber qué hazer ni qué dezir;
pero las vozes de los amigos de Basilio fueron
tantas, pidiendole que consintiesse que
Quiteria le diesse la mano de esposa, porque su
alma no se perdiesse, partiendo desesperado
desta vida, que le mouieron, y aun forçaron, a
dezir que si Quiteria queria darsela, que el se
contentaua, pues todo era dilatar por vn
momento el cumplimiento de sus desseos.

Luego acudieron todos a Quiteria, y vnos
con ruegos y otros con lagrimas y otros con
eficaces razones la persuadian que diesse la
mano al pobre Basilio, y ella, mas dura que vn
marmol y mas sesga que vna estatua, mostraua
que ni sabia, ni podia, ni queria responder
palabra; ni la respondiera, si el cura no la dixera
que se determinasse presto en lo que auia de
hazer, porque tenia Basilio ya el alma en los
dientes, y no daua lugar a esperar inresolutas
determinaciones.

Entonces la hermosa Quiteria, sin responder
palabra alguna, turbada, al parecer, triste y
pesarosa, llegó donde Basilio estaua, ya los
ojos bueltos, el aliento corto y apresurado,
murmurando entre los dientes el nombre de
Quiteria, dando muestras de morir como gentil y
no como christiano. Llegó, en fin, Quiteria, y
puesta de rodillas le pidio la mano por señas,
y no por palabras. Desencaxó los ojos Basilio,
y mirandola atentamente, le dixo:

``¡O Quiteria, que has venido a ser piadosa a
tiempo, quando tu piedad ha de seruir de
cuchillo que me acabe de quitar la vida, pues ya
no tengo fuerças para lleuar la gloria que me
das en escogerme por tuyo, ni para suspender
el dolor que tan apriesa me va cubriendo los
ojos con la espantosa sombra de la muerte! Lo
que te suplico es, ¡o fatal estrella mia!, que la
mano que me pides y quieres darme no sea por
cumplimiento, ni para engañarme de nueuo,
sino que confiesses y digas que, sin hazer
fuerça a tu voluntad, me la entregas y me la das
como a tu legitimo esposo, pues no es razon
que en vn trance como este me engañes ni
vses de fingimientos con quien tantas verdades
ha tratado contigo.''

Entre estas razones se desmayaua; de modo
que todos los presentes pensauan que cada
desmayo se auia de lleuar el alma consigo.

Quiteria, toda honesta y toda vergonçosa,
assiendo con su derecha mano la de Basilio,
le dixo:

``Ninguna fuerça fuera bastante a torcer mi
voluntad, y, assi, con la mas libre que tengo te
doy la mano de legitima esposa, y recibo la
tuya, si es que me la das de tu libre aluedrio,
sin que la turbe ni contraste la calamidad en
que tu discurso acelerado te ha puesto.''

``Si doy'', respondio Basilio, ``no turbado ni
confuso, sino con el claro entendimiento que
el cielo quiso darme, y assi me doy y me
entrego por tu esposo.''

``Y yo por tu esposa'', respondio Quiteria,
``aora viuas largos años, aora te lleuen de mis
braços a la sepultura.''

``Para estar tan herido este mancebo'', dixo
a este punto Sancho Pança, ``mucho habla;
haganle que se dexe de requiebros, y que atienda
a su alma; que, a mi parecer, mas la tiene en
la lengua que en los dientes.''

Estando, pues, assidos de las manos Basilio
y Quiteria, el cura, tierno y lloroso, los echó
la bendicion y pidio al cielo diesse buen poso al
alma del nueuo desposado, el qual assi como
recibio la bendicion, con presta ligereza se
leuantó en pie, y con no vista desemboltura
se sacó el estoque a quien seruia de vayna su
cuerpo.

Quedaron todos los circunstantes admirados,
y algunos dellos, mas simples que curiosos, en
altas vozes començaron a dezir:

``¡Milagro, milagro!''

Pero Basilio replicó:

``No milagro, milagro, sino industria,
industria.''

El cura, desatentado y atonito, acudio con
ambas manos a tentar la herida, y halló que la
cuchilla auia passado, no por la carne y
costillas de Basilio, sino por vn cañon hueco de
hierro que, lleno de sangre, en aquel lugar bien
acomodado tenia, preparada la sangre, segun
despues se supo, de modo que no se elasse.

Finalmente, el cura y Camacho, con todos los
mas circunstantes, se tuuieron por burlados y
escarnidos. La esposa no dio muestras de pesarle
de la burla, antes oyendo dezir que aquel
casamiento, por auer sido engañoso, no auia
de ser valedero, dixo que ella le confirmaua
de nueuo, de lo qual coligieron todos que de
consentimiento y sabiduria de los dos se auia
trazado aquel caso; de lo que quedó Camacho
y sus valedores tan corridos, que remitieron su
vengança a las manos, y, desenuaynando muchas
espadas, arremetieron a Basilio, en cuyo
fauor en vn instante se desenuaynaron casi
otras tantas. Y tomando la delantera a cauallo
don Quixote, con la lança sobre el braço, y
bien cubierto de su escudo, se hazia dar lugar
de todos. Sancho, a quien jamas pluguieron ni
solazaron semejantes fechurias, se acogio a las
tinajas donde auia sacado su agradable
espuma, pareciendole aquel lugar como sagrado,
que auia de ser tenido en respeto. Don Quixote
a grandes vozes dezia:

``Teneos, señores, teneos, que no es razon
tomeys vengança de los agrauios que el amor
nos haze; y aduertid que el amor y la guerra
son vna misma cosa, y assi como en la guerra
es cosa licita y acostumbrada vsar de ardides y
estratagemas para vencer al enemigo, assi en
las contiendas y competencias amorosas se
tienen por buenos los embustes y marañas que
se hazen para conseguir el fin que se dessea,
como no sean en menoscabo y deshonra de la
cosa amada. Quiteria era de Basilio y Basilio
de Quiteria por justa y fauorable disposicion
de los cielos. Camacho es rico y podra comprar
su gusto, quando, donde y como quisiere;
Basilio no tiene mas desta oueja, y no se la ha
de quitar alguno, por poderoso que sea; que a
los dos que Dios junta no podra separar el
hombre, y el que lo intentare, primero ha de
passar por la punta desta lança.''

Y, en esto, la blandió tan fuerte y tan
diestramente, que puso pauor en todos los que no le
conocian; y tan intensamente se fixó en la
imaginacion de Camacho el desden de Quiteria,
que se la borró de la memoria en vn instante,
y, assi, tuuieron lugar con el las persuasiones
del cura, que era varon prudente y bien
intencionado, con las quales quedó Camacho y los
de su parcialidad pacificos y sossegados; en
señal de lo qual boluieron las espadas a sus
lugares, culpando mas a la facilidad de
Quiteria que a la industria de Basilio; haziendo
discurso Camacho, que si Quiteria queria bien a
Basilio donzella, tambien le quisiera casada,
y que deuia de dar gracias al cielo, mas
por auersela quitado, que por auersela dado.

Consolado, pues, y pacifico Camacho y los
de su mesnada, todos los de la de Basilio se
sossegaron, y el rico Camacho, por mostrar
que no sentia la burla ni la estimaua en nada,
quiso que las fiestas passassen adelante como
si realmente se desposara; pero no quisieron
assistir a ellas Basilio ni su esposa ni sequazes,
y, assi, se fueron a la aldea de Basilio,
que tambien los pobres virtuosos y discretos
tienen quien los siga, honre y ampare, como
los ricos tienen quien los lisongee y acompañe.
Lleuaronse consigo a don Quixote, estimandole
por hombre de valor y de pelo en pecho.
A solo Sancho se le escurecio el alma por
verse impossibilitado de aguardar la esplendida
comida y fiestas de Camacho, que duraron
hasta la noche; y, assi, assendereado y
triste, siguio a su señor, que con la quadrilla de
Basilio yua, y assi se dexó atras las ollas de
Egypto, aunque las lleuaua en el alma; cuya ya
casi consumida y acabada espuma que en el
caldero lleuaua, le representaua la gloria y la
abundancia del bien que perdia, y, assi,
congoxado y pensatiuo, aunque sin hambre, sin
apearse del ruzio, siguio las huellas de
Rozinante.


## <p022>
# chapter  22 XXII
# unit N chapternum
Capitulo XXII
# unit T title
Donde se da cuenta de la grande auentura
de la cueua de Montesinos, que está en el
coraçon de la Mancha, a quien dio felice
cima el valeroso don Quixote de la Mancha.
# unit P text
Grandes fueron y muchos los regalos que
los desposados hizieron a don Quixote, obligados
de las muestras que auia dado, defendiendo
su causa, y al par de la valentia le graduaron
la discrecion, teniendole por vn Cid en las
armas y por vn Ciceron en la elocuencia. El
buen Sancho se refociló tres dias a costa de
los nouios, de los quales se supo que no fue
traça comunicada con la hermosa Quiteria el
herirse fingidamente, sino industria de Basilio,
esperando della el mesmo sucesso que se auia
visto; bien es verdad que confesso que auia
dado parte de su pensamiento a algunos de
sus amigos, para que al tiempo necessario
fauoreciessen su intencion y abonassen su engaño.

``No se pueden ni deuen llamar engaños'',
dixo don Quixote, ``los que ponen la mira en
virtuosos fines.''

Y que el de casarse los enamorados era el
fin de mas excelencia, aduirtiendo que el
mayor contrario que el amor tiene es la hambre
y la continua necessidad, porque el amor es
todo alegria, regozijo y contento, y mas
quando el amante está en possession de la cosa
amada, contra quien son enemigos opuestos
y declarados la necessidad y la pobreza; y que
todo esto dezia con intencion de que se
dexasse el señor Basilio de exercitar las
habilidades que sabe, que aunque le dauan fama,
no le dauan dineros, y que atendiesse a grangear
hazienda por medios licitos e
industriosos, que nunca faltan a los prudentes y
aplicados.

``El pobre honrado, si es que puede ser
honrado el pobre, tiene prenda en tener muger
hermosa, que quando se la quitan, le quitan la
honra y se la matan. La muger hermosa y
honrada, cuyo marido es pobre, merece ser
coronada con laureles y palmas de vencimiento
y triunfo; la hermosura por si sola atrae las
voluntades de quantos la miran y conocen,
y como a señuelo gustoso se le abaten las
aguilas reales y los paxaros altaneros; pero si
a la tal hermosura se le junta la necessidad
y estrecheza, tambien la embisten los cueruos,
los milanos y las otras aues de rapiña, y la
que está a tantos encuentros firme, bien
merece llamarse corona de su marido.

''Mirad, discreto Basilio'', añadio don
Quixote, ``opinion fue de no se qué sabio que no
auia en todo el mundo sino vna sola muger
buena, y daua por consejo, que cada vno pensasse
y creyesse que aquella sola buena era la
suya, y assi viuiria contento. Yo no soy casado
ni hasta agora me ha venido en pensamiento
serlo, y con todo esto me atreueria a dar consejo
al que me lo pidiesse del modo que auia de
buscar la muger con quien se quisiesse casar.
Lo primero, le aconsejaria que mirasse mas a
la fama que a la hazienda, porque la buena
muger no alcança la buena fama solamente con
ser buena, sino con parecerlo; que mucho mas
dañan a las honras de las mugeres las desembolturas
y libertades publicas que las maldades
secretas. Si traes buena muger a tu casa, facil
cosa seria conseruarla y aun mejorarla en aquella
bondad; pero si la traes mala, en trabajo te
pondra el enmendarla; que no es muy hazedero
passar de vn estremo a otro. Yo no digo que
sea impossible, pero tengolo por dificultoso.''

Oia todo esto Sancho, y dixo entre si:

``Este mi amo, quando yo hablo cosas de
meollo y de sustancia, suele dezir que podria
yo tomar vn pulpito en las manos y yrme por
esse mundo adelante predicando lindezas, y
yo digo del, que quando comiença a enhilar
sentencias y a dar consejos, no solo puede tomar
vn pulpito en las manos, sino dos en cada
dedo y andarse por essas plaças a qué quieres,
boca. ¡Valate el diablo por cauallero andante
que tantas cosas sabes! Yo pensaua en mi anima
que solo podia saber aquello que tocaua a
sus cauallerias, pero no ay cosa donde no
pique y dexe de meter su cucharada.''

Murmuraua esto algo Sancho, y
entreoyole su señor y preguntole:

``¿Qué murmuras, Sancho?''

``No digo nada ni murmuro de nada'', respondio
Sancho, ``solo estaua diziendo entre mi,
que quisiera auer oydo lo que vuessa merced
aqui ha dicho antes que me casara, que quiça
dixera yo agora: el buey suelto bien se lame.''

``¿Tan mala es tu Teresa, Sancho?'', dixo don
Quixote.

``No es muy mala'', respondio Sancho, ``pero
no es muy buena, a lo menos, no es tan buena
como yo quisiera.''

``Mal hazes, Sancho'', dixo don Quixote, ``en
dezir mal de tu muger, que en efecto es madre
de tus hijos.''

``No nos deuemos nada'', respondio Sancho;
``que tambien ella dize mal de mi quando se le
antoja, especialmente quando está zelosa; que
entonces sufrala el mesmo Satanas.''

Finalmente, tres dias estuuieron con los
nouios, donde fueron regalados y seruidos como
cuerpos de rey. Pidio don Quixote al diestro
licenciado le diesse vna guia que le encaminasse
a la cueua de Montesinos, porque tenia
gran desseo de entrar en ella y ver a ojos
vistas si eran verdaderas las marauillas que de
ella se dezian por todos aquellos contornos.
El licenciado le dixo que le daria a vn primo
suyo, famoso estudiante y muy aficionado a
leer libros de cauallerias, el qual con mucha
voluntad le pondria a la boca de la mesma
cueua y le enseñaria las lagunas de Ruydera,
famosas ansimismo en toda la Mancha y
aun en toda España, y dixole que lleuaria
con el gustoso entretenimiento, a causa que
era moço que sabia hazer libros para imprimir,
y para dirigirlos a principes. Finalmente, el
primo vino con vna pollina preñada, cuya
albarda cubria vn gayado tapete o arpillera.
Ensilló Sancho a Rozinante y adereçó al ruzio,
proueyó sus alforjas, a las quales acompañaron
las del primo, assimismo bien proueydas,
y, encomendandose a Dios y despediendose de
todos, se pusieron en camino, tomando la
derrota de la famosa cueua de Montesinos.

En el camino preguntó don Quixote al primo
de qué genero y calidad eran sus exercicios, su
profession y estudios. A lo que el respondio:
que su profession era ser humanista, sus
exercicios y estudios componer libros para dar a la
estampa, todos de gran prouecho y no menos
entretenimiento para la republica; que el vno se
intitulaua El de las libreas, donde pinta
setecientas y tres libreas con sus colores, motes y
cifras, de donde podian sacar y tomar las que
quisiessen en tiempo de fiestas y regozijos los
caualleros cortesanos, sin andarlas mendigando
de nadie, ni lambicando, como dizen, el
cerbelo por sacarlas conformes a sus desseos e
intenciones.

``Porque doy al zeloso, al desdeñado, al
oluidado y al ausente las que les conuienen, que
les vendran mas justas que pecadoras. Otro
libro tengo tambien, a quien he de llamar
Metamorfoseos, o Ouidio español, de inuencion
nueua y rara, porque en el, imitando a Ouidio
a lo burlesco, pinto quién fue la Giralda de
Seuilla y el Angel de la Madalena, quién el
Caño de Vecinguerra de Cordoua, quiénes los
toros de Guisando, la Sierra Morena, las fuentes
de Leganitos y Lauapies en Madrid, no oluidandome
de la del Piojo, de la del Caño Dorado y
de la Priora, y esto, con sus alegorias,
metaforas y translaciones, de modo, que alegran,
suspenden y enseñan a vn mismo punto.

''Otro libro tengo que le llamo Suplemento a
Virgilio Polidoro, que trata de la inuencion
de las cosas, que es de grande erudicion y
estudio, a causa que las cosas que se dexó de
dezir Polidoro de gran sustancia, las aueriguo
yo y las declaro por gentil estilo. Oluidosele a
Virgilio de declararnos quién fue el primero
que tuuo catarro en el mundo, y el primero que
tomó las vnciones para curarse del morbo galico,
y yo lo declaro al pie de la letra y lo autorizo
con mas de veynte y cinco autores: porque
vea vuessa merced si he trabajado bien y si
ha de ser vtil el tal libro a todo el mundo.''

Sancho, que auia estado muy atento a la
narracion del primo, le dixo:

``Digame, señor, assi Dios le de buena
manderecha en la impression de sus libros,
¿sabriame dezir, que si sabra, pues todo lo sabe,
quién fue el primero que se rascó en la cabeça?;
que yo para mi tengo que deuio de ser nuestro
padre Adan.''

``Si seria'', respondio el primo, ``porque
Adan no ay duda sino que tuuo cabeça y
cabellos, y siendo esto assi, y siendo el primer
hombre del mundo, alguna vez se rascaria.''

``Assi lo creo yo'', respondio Sancho; ``pero
digame aora: ¿quién fue el primer bolteador
del mundo?''

``En verdad, hermano'', respondio el primo,
``que no me sabre determinar por aora, hasta
que lo estudie; yo lo estudiaré en boluiendo
adonde tengo mis libros, y yo os satisfare
quando otra vez nos veamos; que no ha de
ser esta la postrera.''

``Pues mire, señor'', replicó Sancho, ``no tome
trabajo en esto, que aora he caydo en la
cuenta de lo que le he preguntado; sepa que el
primer bolteador del mundo fue Lucifer, quando
le echaron o arrojaron del cielo, que vino
bolteando hasta los abismos.''

``Tienes razon, amigo'', dixo el primo.

Y dixo don Quixote:

``Essa pregunta y respuesta no es tuya,
Sancho; a alguno las has oydo dezir.''

``Calle, señor'', replicó Sancho, ``que a buena
fe que si me doy a preguntar y a responder,
que no acabe de aqui a mañana. Si, que para
preguntar necedades y responder disparates
no he menester yo andar buscando ayuda de
vezinos.''

``Mas has dicho, Sancho, de lo que sabes'',
dixo don Quixote; ``que ay algunos que se
cansan en saber y aueriguar cosas que despues
de sabidas y aueriguadas no importan vn
ardite al entendimiento ni a la memoria.''

En estas y otras gustosas platicas se les
passó aquel dia, y a la noche se aluergaron en
vna pequeña aldea, adonde el primo dixo a
don Quixote que desde alli a la cueua de
Montesinos no auia mas de dos leguas, y
que si lleuaua determinado de entrar en ella,
era menester proueerse de sogas para atarse
y descolgarse en su profundidad.

Don Quixote dixo que aunque llegasse al
abismo, auia de ver donde paraua, y, assi,
compraron casi cien braças de soga, y otro dia, a
las dos de la tarde, llegaron a la cueua, cuya
boca es espaciosa y ancha, pero llena de
cambroneras y cabrahigos, de çarças y malezas,
tan espesas y intricadas, que de todo en todo
la ciegan y encubren. En viendola, se apearon
el primo, Sancho y don Quixote, al qual los
dos le ataron luego fortissimamente con las
sogas; y en tanto que le faxauan y ceñian, le
dixo Sancho:

``Mire vuessa merced, señor mio, lo que
haze, no se quiera sepultar en vida, ni se
ponga adonde parezca frasco que le ponen a
enfriar en algun pozo. Si que a vuessa merced
no le toca ni atañe ser el escudriñador desta
que deue de ser peor que mazmorra.''

``Ata y calla'', respondio don Quixote; ``que
tal empresa como aquesta, Sancho amigo, para
mi estaua guardada.''

Y entonces dixo la guia:

``Suplico a vuessa merced, señor don Quixote,
que mire bien y especule con cien ojos lo
que ay alla dentro: quiça aura cosas que las
ponga yo en el libro de mis Transformaciones.''

``En manos está el pandero que le sabra
bien tañer'', respondio Sancho Pança.

Dicho esto, y acabada la ligadura de don
Quixote, que no fue sobre el arnes, sino sobre
el jubon de armar, dixo don Quixote:

``Inaduertidos hemos andado en no auernos
proueydo de algun esquilon pequeño, que fuera
atado junto a mi en esta mesma soga, con
cuyo sonido se entendiera que todauia baxaua
y estaua viuo; pero pues ya no es possible, a
la mano de Dios, que me guie.''

Y luego se hincó de rodillas y hizo vna
oracion en voz baxa al cielo, pidiendo a Dios le
ayudasse y le diesse buen sucesso en aquella,
al parecer, peligrosa y nueua auentura, y en
voz alta dixo luego:

``¡O señora de mis acciones y mouimientos,
clarissima y sin par Dulcinea del Toboso! Si es
possible que lleguen a tus oydos las plegarias
y rogaciones deste tu venturoso amante, por
tu inaudita belleza te ruego las escuches; que
no son otras que rogarte no me niegues tu
fauor y amparo aora que tanto le he menester.
Yo voy a despeñarme, a empozarme y a hundirme
en el abismo que aqui se me representa,
solo porque conozca el mundo que si tu me
fauoreces, no aura impossible a quien yo no
acometa y acabe.''

Y, en diziendo esto, se acercó a la sima, vio
no ser possible descolgarse ni hazer lugar a la
entrada, si no era a fuerça de braços o a
cuchilladas, y assi, poniendo mano a la espada,
començo a derribar y a cortar de aquellas
malezas que a la boca de la cueua estauan, por
cuyo ruydo y estruendo salieron por ella vna
infinidad de grandissimos cueruos y grajos, tan
espesos y con tanta priesa, que dieron con
don Quixote en el suelo; y si el fuera tan
agorero como catolico christiano, lo tuuiera a
mala señal y escusara de encerrarse en lugar
semejante. Finalmente, se leuantó, y viendo
que no salian mas cueruos ni otras aues
noturnas, como fueron murcielagos, que assimismo
entre los cueruos salieron, dandole soga el
primo y Sancho (y) se dexó calar al fondo
de la caberna espantosa, y al entrar, echandole
Sancho su bendicion y haziendo sobre el
mil cruces, dixo:

``¡Dios te guie y la Peña de Francia, junto con
la Trinidad de Gaeta, flor, nata y espuma de
los caualleros andantes! ¡Alla vas, valenton del
mundo, coraçon de azero, braços de bronze!
¡Dios te guie, otra vez, y te buelua libre, sano y
sin cautela a la luz desta vida que dexas por
enterrarte en esta escuridad que buscas!''

Casi las mismas plegarias y deprecaciones
hizo el primo.

Yua don Quixote dando vozes que le diessen
soga y mas soga, y ellos se la dauan poco a
poco, y quando las vozes, que acanaladas por
la cueua salian, dexaron de oyrse, ya ellos
tenian descolgadas las cien braças de soga, y
fueron de parecer de boluer a subir a don
Quixote, pues no le podian dar mas cuerda; con
todo esso, se detuuieron como media hora, al
cabo del qual espacio boluieron a recoger la
soga con mucha facilidad y sin peso alguno,
señal que les hizo imaginar que don Quixote
se quedaua dentro, y, creyendolo assi Sancho,
lloraua amargamente y tiraua con mucha priesa
por desengañarse; pero llegando, a su parecer,
a poco mas de las ochenta braças, sintieron
peso, de que en estremo se alegraron. Finalmente,
a las diez, vieron distintamente a don
Quixote, a quien dio vozes Sancho, diziendole:

``Sea vuessa merced muy bien buelto, señor
mio, que ya pensauamos que se quedaua alla
para casta.''

Pero no respondia palabra don Quixote, y,
sacandole del todo, vieron que traia cerrados
los ojos, con muestras de estar dormido.
Tendieronle en el suelo y desliaronle, y con todo
esto, no despertaua. Pero tanto le boluieron y
reboluieron, sacudieron y menearon, que al
cabo de vn buen espacio boluio en si,
desperezandose, bien como si de algun graue y
profundo sueño despertara, y, mirando a vna y otra
parte como espantado, dixo:

``Dios os lo perdone, amigos, que me aueis
quitado de la mas sabrosa y agradable vida y
vista que ningun humano ha visto ni passado.
En efecto: aora acabo de conocer que todos los
contentos desta vida passan como sombra y
sueño, o se marchitan como la flor del campo.
¡O desdichado Montesinos; o mal ferido
Durandarte; o sin ventura Belerma; o lloroso
Guadiana, y vosotras sin dicha hijas de Ruidera,
que mostrays en vuestras aguas las que lloraron
vuestros hermosos ojos!''

Con atencion escuchauan el primo y
Sancho las palabras de don Quixote, que las dezia
como si con dolor inmenso las sacara de las
entrañas. Suplicaronle les diesse a entender lo
que dezia, y les dixesse lo que en aquel infierno
auia visto.

``¿Infierno le llamais?'', dixo don Quixote;
``pues no le llameis ansi, porque no lo merece,
como luego vereis.''

Pidio que le diessen algo de comer, que traia
grandissima hambre; tendieron la harpillera
del primo sobre la verde yerua, acudieron a la
despensa de sus alforjas, y, sentados todos tres
en buen amor y compaña, merendaron y cenaron
todo junto. Leuantada la harpillera, dixo
don Quixote de la Mancha:

``No se leuante nadie y estadme, hijos, todos
atentos.''


## <p023>
# chapter  23 XXIII
# unit N chapternum
Capitulo XXIII
# unit T title
De las admirables cosas que el estremado don
Quixote conto que auia visto en la profunda
cueua de Montesinos, cuya impossibilidad
y grandeza haze que se tenga esta auentura
por apocrifa.
# unit P text
Las quatro de la tarde serian, quando el sol
entre nubes cubierto, con luz escasa y templados
rayos, dio lugar a don Quixote para que
sin calor y pesadumbre contasse a sus dos
clarissimos oyentes lo que en la cueua de
Montesinos auia visto, y començo en el modo
siguiente:

``A obra de doze o catorze estados de la
profundidad desta mazmorra, a la derecha mano,
se haze vna concauidad y espacio capaz de
poder caber en ella vn gran carro con sus
mulas; entrale vna pequeña luz por vnos
resquizios o agujeros, que lexos le responden,
abiertos en la superficie de la tierra; esta
concauidad y espacio vi yo a tiempo, quando
ya yua cansado y mohino de verme, pendiente
y colgado de la soga, caminar por aquella escura
region abaxo, sin lleuar cierto ni determinado
camino, y, assi, determiné entrarme en
ella y descansar vn poco; di vozes pidiendoos
que no descolgassedes mas soga hasta que yo
os lo dixesse, pero no deuistes de oyrme; fuy
recogiendo la soga que embiauades, y, haziendo
della vna rosca o rimero, me sente sobre el,
pensatiuo a demas, considerando lo que hazer
deuia para calar al fondo, no teniendo quien
me sustentasse; y estando en este pensamiento
y confusion, de repente, y sin procurarlo, me
salteó vn sueño profundissimo, y quando
menos lo pensaua, sin saber cómo ni cómo no,
desperte del y me hallé en la mitad del mas
bello, ameno y deleytoso prado que puede criar
la naturaleza, ni imaginar la mas discreta
imaginacion humana. Despauilé los ojos,
limpiemelos y vi que no dormia, sino que realmente
estaua despierto; con todo esto me tente la
cabeça y los pechos, por certificarme si era yo
mismo el que alli estaua, o alguna fantasma
vana y contrahecha; pero el tacto, el sentimiento,
los discursos concertados, que entre mi
hazia, me certificaron que yo era alli entonces
el que soy aqui aora.

''Ofrecioseme luego a la vista vn real y
suntuoso palacio o alcaçar, cuyos muros y paredes
parecian de transparente y claro cristal
fabricados, del qual abriendose dos grandes
puertas, vi que por ellas salia y hazia mi se venia
vn venerable anciano, vestido con vn capuz de
bayeta morada, que por el suelo le arrastraua;
ceñiale los ombros y los pechos vna beca de
colegial de raso verde, cubriale la cabeça vna
gorra milanesa negra, y la barba, canissima,
le passaua de la cintura; no traia arma ninguna,
sino vn rosario de cuentas en la mano,
mayores que medianas nuezes, y los diezes
assimismo como hueuos medianos de auestruz; el
continente, el paso, la grauedad y la anchissima
presencia, cada cosa de por si y todas juntas,
me suspendieron y admiraron. Llegose a mi,
y lo primero que hizo fue abraçarme estrechamente
y luego dezirme: «Luengos tiempos ha,
valeroso cauallero don Quixote de la Mancha,
que los que estamos en estas soledades
encantados esperamos verte, para que des
noticia al mundo de lo que encierra y cubre
la profunda cueua por donde has entrado,
llamada la cueua de Montesinos; hazaña solo
guardada para ser acometida de tu inuencible
coraçon y de tu animo stupendo. Ven conmigo,
señor clarissimo, que te quiero mostrar
las marauillas que este transparente alcaçar
solapa, de quien yo soy alcayde y guarda
mayor perpetua, porque soy el mismo
Montesinos, de quien la cueua toma nombre.»

''Apenas me dixo que era Montesinos, quando
le pregunté si fue verdad lo que en el mundo
de acarriba se contaua, que el auia sacado
de la mitad del pecho, con vna pequeña daga,
el coraçon de su grande amigo Durandarte y
lleuadole a la señora Belerma, como el se
lo mandó al punto de su muerte.

''Respondiome que en todo dezian verdad,
sino en la daga; porque no fue daga, ni
pequeña, sino vn puñal buydo, mas agudo que
vna lezna.''

``Deuia de ser'', dixo a este punto Sancho, ``el
tal puñal de Ramon de Hozes el seuillano.''

``No se'', prosiguio don Quixote, ``pero no
seria desse puñalero, porque Ramon de Hozes
fue ayer, y lo de Roncesualles, donde acontecio
esta desgracia, ha muchos años, y esta
aueriguacion no es de importancia, ni turba ni
altera la verdad y contesto de la historia.''

``Assi es'', respondio el primo; ``prosiga
vuessa merced, señor don Quixote, que le escucho
con el mayor gusto del mundo.''

``No con menor lo cuento yo'', respondio don
Quixote; ``y assi digo, que el venerable Montesinos
me metio en el cristalino palacio, donde
en vna sala baxa fresquissima sobremodo y
toda de alabastro, estaua vn sepulcro de marmol
con gran maestria fabricado, sobre el qual
vi a vn cauallero tendido de largo a largo, no
de bronze, ni de marmol, ni de jaspe hecho,
como los suele auer en otros sepulcros, sino de
pura carne y de puros huesos. Tenia la mano
derecha, que, a mi parecer, es algo peluda y
neruosa, señal de tener muchas fuerças su
dueño, puesta sobre el lado del coraçon; y antes
que preguntasse nada a Montesinos, viendome
suspenso mirando al del sepulcro, me dixo:

«Este es mi amigo Durandarte, flor y espejo
de los caualleros enamorados y valientes de su
tiempo; tienele aqui encantado, como me tiene
a mi y a otros muchos y muchas, Merlin, aquel
frances encantador, que dizen que fue hijo del
diablo; y lo que yo creo es que no fue hijo del
diablo, sino que supo, como dizen, vn punto
mas que el diablo. El cómo o para qué nos
encantó nadie lo sabe, y ello dira andando los
tiempos, que no estan muy lexos, segun imagino;
lo que a mi me admira es que se, tan cierto
como aora es de dia, que Durandarte acabó
los de su vida en mis braços, y que despues
de muerto le saqué el coraçon con mis propias
manos, y en verdad que deuia de pesar
dos libras, porque segun los naturales, el que
tiene mayor coraçon es dotado de mayor valentia
del que le tiene pequeño; pues siendo
esto assi, y que realmente murio este cauallero,
¿cómo aora se quexa y sospira de quando en
quando, como si estuuiesse viuo?»

''Esto dicho, el misero Durandarte, dando
vna gran voz, dixo:

# unit Q spanishverse
«¡O mi primo Montesinos!, ÷
lo postrero que os rogaua, ÷
que quando yo fuere muerto ÷
y mi anima arrancada, ÷
que lleueis mi coraçon ÷
adonde Belerma estaua, ÷
sacandomele del pecho, ÷
ya con puñal, ya con daga.»

# unit P text
''Oyendo lo qual el venerable Montesinos, se
puso de rodillas ante el lastimado cauallero, y
con lagrimas en los ojos le dixo:

«Ya señor Durandarte, carissimo primo mio,
ya hize lo que me mandastes en el azyago dia
de nuestra perdida; yo os saqué el coraçon lo
mejor que pude, sin que os dexasse vna
minima parte en el pecho; yo le limpié con vn
pañizuelo de puntas, yo parti con el de carrera
para Francia, auiendoos primero puesto en el
seno de la tierra, con tantas lagrimas, que
fueron bastantes a lauarme las manos y limpiarme
con ellas la sangre que tenian de aueros andado
en las entrañas; y por mas señas, primo de
mi alma, en el primero lugar que topé saliendo
de Roncesualles, eché vn poco de sal en vuestro
coraçon, porque no oliesse mal y fuesse, si
no fresco, a lo menos, amojamado a la presencia
de la señora Belerma, la qual, con vos
y conmigo y con Guadiana, vuestro escudero,
y con la dueña Ruydera y sus siete hijas y dos
sobrinas, y con otros muchos de vuestros
conocidos y amigos, nos tiene aqui encantados
el sabio Merlin ha muchos años; y aunque
passan de quinientos, no se ha muerto ninguno
de nosotros; solamente faltan Ruydera y sus
hijas y sobrinas, las quales llorando, por
compassion que deuio de tener Merlin dellas, las
conuirtio en otras tantas lagunas, que aora en
el mundo de los viuos y en la prouincia de la
Mancha las llaman las lagunas de Ruydera;
las siete son de los reyes de España, y las dos
sobrinas, de los caualleros de vna Orden
santissima que llaman de San Iuan. Guadiana,
vuestro escudero, plañendo assimesmo vuestra
desgracia, fue conuertido en vn rio llamado
de su mesmo nombre, el qual quando llegó a la
superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo,
fue tanto el pesar que sintio de ver que os
dexaua, que se sumergio en las entrañas de la
tierra; pero como no es possible dexar de acudir
a su natural corriente, de quando en quando
sale y se muestra donde el sol y las gentes le
vean; vanle administrando de sus aguas las
referidas lagunas, con las quales y con otras
muchas que se llegan, entra pomposo y grande
en Portugal. Pero con todo esto, por donde
quiera que va, muestra su tristeza y melancolia
y no se precia de criar en sus aguas pezes
regalados y de estima, sino burdos y dessabridos,
bien diferentes de los del Tajo dorado;
y esto que agora os digo, ¡o primo mio!,
os lo he dicho muchas vezes, y como no me
respondeis, imagino que no me days credito,
o no me oys, de lo que yo recibo tanta pena
qual Dios lo sabe.

Vnas nueuas os quiero dar aora, las quales,
ya que no siruan de aliuio a vuestro dolor, no
os le aumentarán en ninguna manera. Sabed
que teneis aqui en vuestra presencia, y abrid
los ojos y vereislo, aquel gran cauallero de
quien tantas cosas tiene profetizadas el sabio
Merlin, aquel don Quixote de la Mancha, digo,
que de nueuo y con mayores ventajas que en
los passados siglos ha resucitado en los
presentes la ya oluidada andante caualleria, por
cuyo medio y fauor podria ser que nosotros
fuessemos desencantados: que las grandes
hazañas para los grandes hombres estan
guardadas.»

«Y quando assi no sea», respondio el
lastimado Durandarte con voz desmayada y baxa,
«quando assi no sea, ¡o primo!, digo, paciencia
y barajar.» Y, boluiendose de lado, tornó a
su acostumbrado silencio, sin hablar mas
palabra.

''Oyeronse en esto grandes alaridos y llantos,
acompañados de profundos gemidos y angustiados
sollozos; bolui la cabeça y vi por las
paredes de cristal que por otra sala passaua
vna procession de dos hileras de hermosissimas
donzellas, todas vestidas de luto, con turbantes
blancos sobre las cabeças, al modo turquesco;
al cabo y fin de las hileras venia vna
señora, que en la grauedad lo parecia, assimismo
vestida de negro, con tocas blancas tan
tendidas y largas, que besauan la tierra. Su
turbante era mayor dos vezes que el mayor de
alguna de las otras; era cexijunta y la nariz
algo chata, la boca grande, pero colorados los
labios; los dientes, que tal vez los descubria,
mostrauan ser ralos y no bien puestos, aunque
eran blancos como vnas peladas almendras;
traia en las manos vn lienço delgado, y entre
el, a lo que pude diuisar, vn coraçon de carne
momia, segun venia seco y amojamado; dixome
Montesinos como toda aquella gente de la
procession eran siruientes de Durandarte y de
Belerma, que alli con sus dos señores estauan
encantados, y que la vltima que traia el coraçon
entre el lienço y en las manos era la señora
Belerma, la qual, con sus donzellas, quatro
dias en la semana hazian aquella procession
y cantauan, o, por mejor dezir, llorauan
endechas sobre el cuerpo y sobre el lastimado
coraçon de su primo; y que si me auia parecido
algo fea, o no tan hermosa como tenia la fama,
era la causa las malas noches y peores dias
que en aquel encantamento passaua, como lo
podia ver en sus grandes ojeras y en su color
quebradiza.

«Y no toma ocasion su amarillez y sus
ojeras de estar con el mal mensil, ordinario en
las mugeres, porque ha muchos meses, y aun
años, que no le tiene, ni assoma por sus
puertas, sino del dolor que siente su coraçon por
el que de contino tiene en las manos, que le
renueua y trae a la memoria la desgracia de
su mal logrado amante; que si esto no fuera,
apenas la ygualara en hermosura, donayre
y brio la gran Dulcinea del Toboso, tan
celebrada en todos estos contornos y aun en todo
el mundo.»

«Cepos quedos», dixe yo entonces, «señor don
Montesinos: cuente vuessa merced su historia
como deue, que ya sabe que toda comparacion
es odiosa, y, assi, no ay para qué comparar
a nadie con nadie; la sin par Dulcinea
del Toboso es quien es, y la señora doña
Belerma es quien es y quien ha sido, y quedese
aqui.»

''A lo que el me respondio:

«Señor don Quixote, perdoneme vuessa
merced, que yo confiesso que anduue mal y
no dixe bien en dezir que apenas ygualara la
señora Dulcinea a la señora Belerma, pues me
bastaua a mi auer entendido por no se qué
barruntos que vuessa merced es su cauallero,
para que me mordiera la lengua antes de
compararla sino con el mismo cielo.»

''Con esta satisfacion que me dio el gran
Montesinos, se quietó mi coraçon del
sobresalto que recebi en oyr que a mi señora la
comparauan con Belerma.''

``Y aun me marauillo yo'', dixo Sancho, ``de
como vuessa merced no se subio sobre el vejote,
y le molio a cozes todos los huessos y le
peló las barbas, sin dexarle pelo en ellas.''

``No, Sancho amigo'', respondio don Quixote;
``no me estaua a mi bien hazer esso, porque
estamos todos obligados a tener respeto a los
ancianos, aunque no sean caualleros, y
principalmente a los que lo son y estan encantados;
yo se bien que no nos quedamos a deuer nada
en otras muchas demandas y respuestas que
entre los dos passamos.''

A esta sazon dixo el primo:

``Yo no se, señor don Quixote, cómo vuessa
merced en tan poco espacio de tiempo como
ha que está alla baxo, aya visto tantas cosas
y hablado y respondido tanto.''

``¿Quánto ha que baxé?'', preguntó don
Quixote.

``Poco mas de vna hora'', respondio Sancho.

``Esso no puede ser'', replicó don Quixote,
``porque alla me anochecio y amanecio, y tornó
a anochecer y amanecer tres vezes; de modo
que, a mi cuenta, tres dias he estado en
aquellas partes remotas y escondidas a la vista
nuestra.''

``Verdad deue de dezir mi señor'', dixo
Sancho; ``que como todas las cosas que le han
sucedido son por encantamento, quiça lo que a
nosotros nos parece vn hora, deue de parecer
alla tres dias con sus noches.''

``Assi sera'', respondio don Quixote.

``Y ¿ha comido vuessa merced en todo este
tiempo, señor mio?'', preguntó el primo.

``No me he desayunado de bocado'', respondio
don Quixote, ``ni aun he tenido hambre, ni
por pensamiento.''

``Y ¿los encantados comen?'', dixo el primo.

``No comen'', respondio don Quixote, ``ni
tienen escrementos mayores, aunque es opinion
que les crecen las vñas, las barbas y los
cabellos.''

``¿Y duermen por ventura los encantados,
señor?'', preguntó Sancho.

``No, por cierto'', respondio don Quixote; ``a
lo menos, en estos tres dias que yo he estado
con ellos, ninguno ha pegado el ojo, ni yo
tampoco.''

``Aqui encaxa bien el refran'', dixo Sancho,
``de dime con quién andas, dezirte he quién
eres; andase vuessa merced con encantados,
ayunos y vigilantes, mirad si es mucho que ni
coma ni duerma mientras con ellos anduuiere;
pero perdoneme vuessa merced, señor mio,
si le digo que de todo quanto aqui ha dicho,
lleueme Dios, que yua a dezir el diablo, si le
creo cosa alguna.''

``¿Cómo no?'', dixo el primo, ``Pues ¿auia de
mentir el señor don Quixote, que, aunque
quisiera, no ha tenido lugar para componer e
imaginar tanto millon de mentiras?''

``Yo no creo que mi señor miente'',
respondio Sancho.

``Si no ¿qué crees?'', le preguntó don Quixote.

``Creo'', respondio Sancho, ``que aquel Merlin
o aquellos encantadores que encantaron a
toda la chusma que vuessa merced dize que
ha visto y comunicado alla baxo, le encaxaron
en el magin o la memoria toda essa maquina
que nos ha contado, y todo aquello que por
contar le queda.''

``Todo esso pudiera ser, Sancho'', replicó
don Quixote; ``pero no es assi, porque lo que he
contado lo vi por mis propios ojos y lo toqué
con mis mismas manos; pero ¿qué diras quando
te diga yo aora como entre otras infinitas
cosas y marauillas que me mostro Montesinos,
las quales despacio y a sus tiempos te las yre
contando en el discurso de nuestro viage, por
no ser todas deste lugar, me mostro tres
labradoras que por aquellos amenissimos campos
yuan saltando y brincando como cabras, y
apenas las huue visto, quando conoci ser la
vna la sin par Dulcinea del Toboso, y las otras
dos aquellas mismas labradoras que venian
con ella, que hablamos a la salida del Toboso?
Pregunté a Montesinos si las conocia;
respondiome que no, pero que el imaginaua que
deuian de ser algunas señoras principales
encantadas, que pocos dias auia que en aquellos
prados auian parecido, y que no me marauillasse
desto, porque alli estauan otras muchas
señoras de los passados y presentes siglos,
encantadas en diferentes y estrañas figuras, entre
las quales conocia el a la reina Ginebra y su
dueña Quintañona, escanciando el vino a
Lançarote quando de Bretaña vino.''

Quando Sancho Pança oyo dezir esto a su
amo, penso perder el juyzio o morirse de risa;
que como el sabia la verdad del fingido
encanto de Dulcinea, de quien el auia sido el
encantador y el leuantador de tal testimonio,
acabó de conocer indubitablemente que su
señor estaua fuera de juyzio y loco de todo
punto, y, assi, le dixo:

``En mala coyuntura y en peor sazon y en
aziago dia baxó vuessa merced, caro patron
mio, al otro mundo, y en mal punto se encontro
con el señor Montesinos, que tal nos le ha
buelto. Bien se estaua vuessa merced acarriba
con su entero juyzio, tal qual Dios se le auia
dado, hablando sentencias y dando consejos a
cada paso, y no agora, contando los mayores
disparates que pueden imaginarse.''

``Como te conozco, Sancho'', respondio don
Quixote, ``no hago caso de tus palabras.''

``Ni yo tampoco de las de vuessa merced'',
replicó Sancho, ``siquiera me hiera, siquiera
me mate por las que le he dicho o por las que
le pienso dezir si en las suyas no se corrige y
enmienda. Pero digame vuessa merced, aora
que estamos en paz: ¿cómo o en qué conocio
a la señora nuestra ama? Y si la habló, ¿qué
dixo y qué le respondio?''

``Conocila'', respondio don Quixote, ``en que
trae los mesmos vestidos que traia quando tu
me la mostraste; hablela, pero no me respondio
palabra, antes me boluio las espaldas, y se
fue huyendo con tanta priessa, que no la alcançara
vna xara; quise seguirla, y lo hiziera si no
me aconsejara Montesinos que no me cansasse
en ello, porque seria en balde, y mas, porque
se llegaua la hora donde me conuenia boluer
a salir de la sima. Dixome assimesmo que
andando el tiempo se me daria auiso cómo
auian de ser desencantados el y Belerma y
Durandarte, con todos los que alli estauan;
pero lo que mas pena me dio de las que alli
vi y noté, fue que estandome diziendo Montesinos
estas razones, se llegó a mi por vn lado,
sin que yo la viesse venir, vna de las dos
compañeras de la sin ventura Dulcinea, y llenos
los ojos de lagrimas, con turbada y baxa voz
me dixo: «Mi señora Dulcinea del Toboso besa
a vuessa merced las manos, y suplica a
vuessa merced se la haga de hazerla saber cómo
está; y que, por estar en vna gran necessidad
assimismo suplica a vuessa merced, quan
encarecidamente puede, sea seruido de prestarle
sobre este faldellin que aqui traygo, de
cotonia, nueuo, media dozena de reales, o los
que vuessa merced tuuiere; que ella da su
palabra de boluerselos con mucha breuedad.»

''Suspendiome y admirome el tal recado, y,
boluiendome al señor Montesinos, le pregunté:
¿Es possible, señor Montesinos, que los
encantados principales padecen necessidad?» A lo
que el me respondio: «Creame vuessa merced,
señor don Quixote de la Mancha, que esta
que llaman necessidad adonde quiera se vsa,
y por todo se estiende y a todos alcança, y aun
hasta los encantados no perdona; y pues
la señora Dulcinea del Toboso embia a pedir
essos seis reales y la prenda es buena, segun
parece, no ay sino darselos; que sin duda
deue de estar puesta en algun grande aprieto.»
«Prenda, no la tomaré yo», le respondi,
«ni menos le dare lo que pide, porque no tengo
sino solos quatro reales.» Los quales le di,
que fueron los que tu, Sancho, me diste el otro
dia para dar limosna a los pobres que topasse
por los caminos, y le dixe: «Dezid, amiga mia,
a vuessa señora, que a mi me pesa en el alma
de sus trabajos, y que quisiera ser vn Fucar
para remediarlos; y que le hago saber que yo
no puedo ni deuo tener salud, careciendo de
su agradable vista y discreta conuersacion, y
que le suplico quan encarecidamente puedo,
sea seruida su merced de dexarse ver y tratar
deste su cautiuo seruidor y assendereado
cauallero. Direisle tambien que quando menos
se lo piense oyra dezir como yo he hecho vn
juramento y voto, a modo de aquel que hizo
el marques de Mantua, de vengar a su sobrino
Baldouinos quando le halló para espirar en
mitad de la montiña, que fue de no comer
pan a manteles, con las otras zarandajas que
alli añadio, hasta vengarle; y assi le hare yo
de no sossegar y de andar las siete partidas
del mundo, con mas puntualidad que las
anduuo el infante don Pedro de Portugal,
hasta desencantarla.» «Todo esso y mas deue
vuessa merced a mi señora», me respondio
la donzella; y tomando los quatro reales, en
lugar de hazerme vna reuerencia, hizo vna
cabriola, que se leuantó dos varas de medir
en el ayre.''

``¡O santo Dios!'', dixo a este tiempo dando
vna gran voz Sancho, ``¿es possible que tal
ay en el mundo y que tengan en el tanta
fuerça los encantadores y encantamentos, que
ayan trocado el buen juyzio de mi señor en
vna tan disparatada locura? ¡O señor, señor!;
por quien Dios es, que vuessa merced mire
por si y buelua por su honra, y no de credito
a essas vaciedades que le tienen menguado y
descabalado el sentido.''

``Como me quieres bien, Sancho, hablas
dessa manera'', dixo don Quixote, ``y como no
estás experimentado en las cosas del mundo,
todas las cosas que tienen algo de dificultad
te parecen impossibles; pero andara el tiempo,
como otra vez he dicho, y yo te contaré algunas
de las que alla abaxo he visto, que te haran
creer las que aqui he contado, cuya verdad
ni admite replica ni disputa.''


## <p024>
# chapter  24 XXIV
# unit N chapternum
Capitulo XXIV
# unit T title
Donde se cuentan mil çarandajas tan
impertinentes como necessarias al verdadero
entendimiento desta grande historia.
# unit P text
Dize el que traduxo esta grande historia del
original, de la que escriuio su primer autor
Cide Hamete Benengeli, que llegando al capitulo
de la auentura de la cueua de Montesinos,
en el margen del estauan escritas de mano del
mesmo Hamete estas mismas razones:

``No me puedo dar a entender, ni me puedo
persuadir, que al valeroso don Quixote le
passasse puntualmente todo lo que en el
antecedente capitulo queda escrito; la razon es
que todas las auenturas hasta aqui sucedidas
han sido contingibles y verisimiles; pero esta
desta cueua no le hallo entrada alguna para
tenerla por verdadera, por yr tan fuera de los
terminos razonables; pues pensar yo que don
Quixote mintiesse, siendo el mas verdadero
hidalgo y el mas noble cauallero de sus tiempos,
no es possible; que no dixera el vna mentira
si le assaetearan. Por otra parte, considero
que el la conto y la dixo con todas las
circunstancias dichas, y que no pudo fabricar en tan
breue espacio tan gran maquina de disparates,
y si esta auentura parece apocrifa, yo no tengo
la culpa, y assi, sin afirmarla por falsa o
verdadera la escriuo. Tu, letor, pues eres prudente,
juzga lo que te pareciere, que yo no deuo ni
puedo mas, puesto que se tiene por cierto que
al tiempo de su fin y muerte dizen que se retrató
della y dixo que el la auia inuentado, por
parecerle que conuenia y quadraua bien con
las auenturas que auia leydo en sus
historias.''

Y luego prosigue diziendo:

Espantose el primo, assi del atreuimiento de
Sancho Pança como de la paciencia de su amo,
y juzgó que del contento que tenia de auer
visto a su señora Dulcinea del Toboso, aunque
encantada, le nacia aquella condicion blanda
que entonces mostraua, porque si assi no
fuera, palabras y razones le dixo Sancho, que
merecian molerle a palos; porque realmente le
parecio que auia andado atreuidillo con su
señor, a quien le dixo:

``Yo, señor don Quixote de la Mancha, doy
por bien empleadissima la jornada que con
vuessa merced he hecho, porque en ella he
grangeado quatro cosas. La primera, auer
conocido a vuessa merced, que lo tengo a gran
felicidad. La segunda, auer sabido lo que se
encierra en esta cueua de Montesinos, con las
mutaciones de Guadiana y de las lagunas de
Ruidera, que me seruiran para el Ouidio español
que traygo entre manos. La tercera, entender
la antiguedad de los naypes, que, por lo
menos, ya se vsauan en tiempo del emperador
Carlo Magno, segun puede colegirse de las
palabras que vuessa merced dize que dixo
Durandarte, quando al cabo de aquel grande
espacio que estuuo hablando con el Montesinos,
el desperto, diziendo: «Paciencia y barajar»,
y esta razon y modo de hablar no la pudo
aprender encantado, sino quando no lo estaua,
en Francia y en tiempo del referido emperador
Carlo Magno, y esta aueriguacion me viene
pintiparada para el otro libro que voy componiendo,
que es Suplemento de Virgilio Polidoro,
en la inuencion de las antiguedades, y creo
que en el suyo no se acordo de poner la de los
naypes, como la pondre yo aora; que sera de
mucha importancia, y mas, alegando autor tan
graue y tan verdadero como es el señor
Durandarte. La quarta es auer sabido con
certidumbre el nacimiento del rio Guadiana, hasta
aora ignorado de las gentes.''

``Vuessa merced tiene razon'', dixo don
Quixote; ``pero querria yo saber, ya que Dios
le haga merced de que se le de licencia para
imprimir essos sus libros, que lo dudo, ¿a quién
piensa dirigirlos?''

``Señores y grandes ay en España a quien
puedan dirigirse'', dixo el primo.

``No muchos'', respondio don Quixote, ``y no
porque no lo merezcan, sino que no quieren
admitirlos por no obligarse a la satisfacion que
parece se deue al trabajo y cortesia de sus
autores. Vn principe conozco yo que puede
suplir la falta de los demas con tantas ventajas,
que si me atreuiere a dezirlas, quiça
despertará la inuidia en mas de quatro generosos
pechos; pero quedese esto aqui para otro
tiempo mas comodo, y vamos a buscar adonde
recogernos esta noche.''

``No lexos de aqui'', respondio el primo,
``está vna hermita donde haze su habitacion
vn hermitaño, que dizen ha sido soldado, y
está en opinion de ser vn buen christiano,
y muy discreto y caritatiuo ademas. Iunto con
la hermita tiene vna pequeña casa que el ha
labrado a su costa, pero, con todo, aunque
chica, es capaz de recibir huespedes.''

``¿Tiene, por ventura, gallinas el tal
hermitaño?'', preguntó Sancho.

``Pocos hermitaños estan sin ellas'', respondio
don Quixote, ``porque no son los que agora
se vsan como aquellos de los desiertos de
Egypto, que se vestian de hojas de palma y
comian rayzes de la tierra. Y no se entienda
que por dezir bien de aquellos, no lo digo de
aquestos, sino que quiero dezir que al rigor y
estrecheza de entonces no llegan las penitencias
de los de agora; pero no por esto dexan
de ser todos buenos, a lo menos, yo por buenos
los juzgo, y quando todo corra turbio, menos
mal haze el hipocrita que se finge bueno que
el publico pecador.''

Estando en esto, vieron que hazia donde
ellos estauan venia vn hombre a pie,
caminando a priesa y dando varazos a vn macho
que venia cargado de lanças y de alabardas;
quando llegó a ellos, los saludó y passó de
largo; don Quixote le dixo:

``Buen hombre; deteneos, que parece que
vays con mas diligencia que esse macho ha
menester.''

``No me puedo detener, señor'', respondio el
hombre, ``porque las armas que veys que aqui
lleuo han de seruir mañana, y, assi, me es forçoso
el no detenerme, y a Dios; pero si quisieredes
saber para qué las lleuo, en la venta que
está mas arriba de la hermita pienso alojar
esta noche, y si es que hazeis este mesmo
camino, alli me hallareys, donde os contaré
marauillas, y a Dios otra vez.''

Y de tal manera aguijó el macho, que no
tuuo lugar don Quixote de preguntarle qué
marauillas eran las que pensaua dezirles, y
como el era algo curioso y siempre le
fatigauan desseos de saber cosas nueuas, ordenó
que al momento se partiessen y fuessen a
passar la noche en la venta, sin tocar en la
hermita, donde quisiera el primo que se
quedaran.

Hizose assi, subieron a cauallo y siguieron
todos tres el derecho camino de la venta -- a la
qual llegaron vn poco antes de anochezer --.
Dixo el primo a don Quixote que llegassen a
ella a beuer vn trago. Apenas oyo esto
Sancho Pança, quando encaminó el ruzio a la
hermita, y lo mismo hizieron don Quixote y el
primo; pero la mala suerte de Sancho parece que
ordenó que el hermitaño no estuuiesse en casa,
que assi se lo dixo vna sotahermitaño que en
la hermita hallaron; pidieronle de lo caro,
respondio que su señor no lo tenia, pero que si
querian agua barata, que se la daria de muy
buena gana.

``Si yo la tuuiera de agua'', respondio Sancho,
``pozos ay en el camino, donde la huuiera
satisfecho. ¡A, bodas de Camacho y abundancia
de la casa de don Diego, y quántas vezes os
tengo de echar menos!''

Con esto dexaron la hermita y picaron hazia
la venta, y a poco trecho toparon vn mancebito
que delante dellos yua caminando no con
mucha priesa, y assi le alcançaron; lleuaua la
espada sobre el ombro y en ella puesto vn bulto
o emboltorio, al parecer, de sus vestidos, que,
al parecer, deuian de ser los calçones o greguescos,
y herreruelo, y alguna camisa, porque traia
puesta vna ropilla de terciopelo, con algunas
vislumbres de raso, y la camisa, de fuera; las
medias eran de seda y los çapatos quadrados,
a vso de Corte; la edad llegaria a diez y ocho
o diez y nueue años, alegre de rostro y, al
parecer, agil de su persona; yua cantando
seguidillas para entretener el trabajo del camino;
quando llegaron a el, acabaua de cantar vna,
que el primo tomó de memoria, que dizen que
dezia:

# unit Q spanishverse
``A la guerra me lleua mi necessidad. ÷
Si tuuiera dineros, no fuera, en verdad.''

# unit P text
El primero que le habló fue don Quixote,
diziendole:

``Muy a la ligera camina vuessa merced,
señor galan, y ¿adónde bueno?; sepamos, si es
que gusta dezirlo.''

A lo que el moço respondio:

``El caminar tan a la ligera lo causa el calor
y la pobreza, y el adónde voy es a la guerra.''

``¿Cómo la pobreza?'', preguntó don Quixote;
``que por el calor bien puede ser.''

``Señor'', replicó el mancebo, ``yo lleuo en
este emboltorio vnos greguescos de terciopelo,
compañeros desta ropilla; si los gasto en
el camino, no me podre honrar con ellos en la
ciudad, y no tengo con qué comprar otros; y,
assi, por esto, como por orearme, voy desta manera
hasta alcançar vnas compañias de infanteria,
que no estan doze leguas de aqui, donde
assentaré mi plaça, y no faltarán bagajes en
que caminar de alli adelante, hasta el
embarcadero, que dizen ha de ser en Cartagena; y
mas quiero tener por amo y por señor al rey y
seruirle en la guerra, que no a vn pelon en la
corte.''

``Y ¿lleua vuessa merced alguna ventaja por
ventura?'', preguntó el primo.

``Si yo huuiera seruido a algun grande de
España o algun principal personage'', respondio
el moço, ``a buen seguro que yo la lleuara,
que esso tiene el seruir a los buenos; que del
tinelo suelen salir a ser alferez o capitanes, o
con algun buen entretenimiento; pero yo,
desuenturado, serui siempre a catariberas y a
gente aduenediza, de racion y quitacion tan misera
y atenuada, que en pagar el almidonar vn cuello
se consumia la mitad della, y seria tenido a
milagro que vn page auenturero alcançasse
alguna siquiera razonable ventura.''

``Y digame por su vida, amigo'', preguntó
don Quixote, ``¿es possible que en los años que
siruio no ha podido alcançar alguna librea?''

``Dos me han dado'', respondio el page,
``pero assi como el que se sale de alguna
religion antes de professar le quitan el habito y le
bueluen sus vestidos, assi me boluian a mi los
mios mis amos, que, acabados los negocios a
que venian a la corte, se boluian a sus casas y
recogian las libreas que por sola ostentacion
auian dado.''

``Notable espilorcheria, como dize el
italiano'', dixo don Quixote; ``pero con todo esso,
tenga a felice ventura el auer salido de la corte
con tan buena intencion como lleua, porque no
ay otra cosa en la tierra mas honrada ni de
mas prouecho que seruir a Dios, primeramente,
y luego a su rey y señor natural, especialmente
en el exercicio de las armas, por las quales se
alcançan, si no mas riquezas, a lo menos, mas
honra que por las letras, como yo tengo dicho
muchas vezes; que puesto que han fundado
mas mayorazgos las letras que las armas, todauia
lleuan vn no se qué los de las armas a los
de las letras, con vn si se qué de esplendor, que
se halla en ellos, que los auentaja a todos. Y
esto que aora le quiero dezir, lleuelo en la
memoria, que le sera de mucho prouecho y aliuio
en su trabajos, y es que aparte la imaginacion
de los sucessos aduersos que le podran venir;
que el peor de todos es la muerte, y como esta
sea buena, el mejor de todos es el morir.
Preguntaronle a Iulio Cesar, aquel valeroso
emperador romano, quál era la mejor muerte;
respondio que la impensada, la de repente y no
preuista, y aunque respondio como gentil y
ageno del conocimiento del verdadero Dios,
con todo esso, dixo bien, para ahorrarse del
sentimiento humano; que puesto caso que os maten
en la primera faccion y refriega, o ya de vn tiro
de artilleria, o bolado de vna mina, ¿qué
importa?, todo es morir y acabose la obra; y segun
Terencio, mas bien parece el soldado muerto
en la batalla que viuo y saluo en la huyda, y
tanto alcança de fama el buen soldado, quanto
tiene de obediencia a sus capitanes y a los que
mandarle pueden. Y aduertid, hijo, que al soldado
mejor le está el oler a poluora que algalia,
y que si la vejez os coge en este honroso exercicio,
aunque sea lleno de heridas y estropeado o
coxo, a lo menos, no os podra coger sin honra,
y tal, que no os la podra menoscabar la pobreza;
quanto mas que ya se va dando orden como
se entretengan y remedien los soldados viejos
y estropeados, porque no es bien que se haga
con ellos lo que suelen hazer los que ahorran
y dan libertad a sus negros quando ya son
viejos y no pueden seruir, y, echandolos de casa
con titulo de libres, los hazen esclauos de la
hambre, de quien no piensan ahorrarse sino
con la muerte. Y por aora no os quiero dezir
mas, sino que subays a las ancas deste mi
cauallo hasta la venta, y alli cenareys conmigo,
y por la mañana seguireis el camino, que os le
de Dios tan bueno como vuestros desseos
merecen.''

El page no aceptó el convite de las ancas,
aunque si el de cenar con el en la venta, y a
esta sazon dizen que dixo Sancho entre si:

``¡Valate Dios por señor! Y ¿es possible que
hombre que sabe dezir tales, tantas y tan
buenas cosas como aqui ha dicho, diga que ha
visto los disparates impossibles que cuenta de
la cueua de Montesinos? Aora bien, ello dira.''

Y en esto llegaron a la venta a tiempo que
anochezia, y no sin gusto de Sancho, por ver
que su señor la juzgó por verdadera venta y no
por castillo, como solia. No huuieron bien
entrado, quando don Quixote preguntó al ventero
por el hombre de las lanças y alabardas, el
qual le respondio que en la caualleriza estaua
acomodando el macho; lo mismo hizieron de
sus jumentos el sobrino y Sancho, dando a
Rozinante el mejor pesebre y el mejor lugar de
la caualleriza.


## <p025>
# chapter  25 XXV
# unit N chapternum
Capitulo XXV
# unit T title
Donde se apunta la auentura del rebuzno y la
graciosa del titerero, con las memorables
adiuinanças del mono adiuino.
# unit P text
No se le cozia el pan a don Quixote, como
suele dezirse, hasta oyr y saber las marauillas
prometidas del hombre condutor de las armas;
fuele a buscar donde el ventero le auia dicho
que estaua, y hallole, y dixole que en todo
caso le dixesse luego lo que le auia de dezir
despues, acerca de lo que le auia preguntado en
el camino. El hombre le respondio:

``Mas despacio, y no en pie, se ha de tomar
el cuento de mis marauillas: dexeme vuessa
merced, señor bueno, acabar de dar recado a
mi bestia, que yo le dire cosas que le admiren.''

``No quede por esso'', respondio don
Quixote; ``que yo os ayudaré a todo.''

Y assi lo hizo, aechandole la ceuada y
limpiando el pesebre, humildad que obligó al
hombre a contarle con buena voluntad lo que
le pedia, y, sentandose en vn poyo y don
Quixote junto a el, teniendo por senado y
auditorio al primo, al page, a Sancho Pança y al
ventero, començo a dezir desta manera:

``Sabran vuessas mercedes que en vn lugar
que está quatro leguas y media desta venta,
sucedio que a vn regidor del, por industria y
engaño de vna muchacha criada suya, y esto
es largo de contar, le faltó vn asno, y aunque
el tal regidor hizo las diligencias possibles por
hallarle, no fue possible. Quinze dias serian
passados, segun es publica voz y fama, que el
asno faltaua, quando, estando en la plaça el
regidor perdidoso, otro regidor del mismo pueblo
le dixo: «Dadme albricias, compadre, que
vuestro jumento ha parecido.» «Yo os las mando
y buenas, compadre», respondio el otro; «pero
sepamos dónde ha parecido.» «En el monte»,
respondio el hallador, «le vi esta mañana,
sin albarda y sin aparejo alguno, y tan flaco
que era vna compassion miralle; quisele
antecoger delante de mi y traerosle, pero está
ya tan montaraz y tan vraño, que quando
llegué a el, se fue huyendo y se entró en
lo mas escondido del monte; si quereis que
boluamos los dos a buscarle, dexadme poner
esta borrica en mi casa, que luego bueluo.»
«Mucho plazer me hareis», dixo el del
jumento, «e yo procuraré pagaroslo en la
mesma moneda.»

''Con estas circunstancias todas y de la
mesma manera que yo lo voy contando lo cuentan
todos aquellos que estan enterados en la
verdad deste caso; en resolucion, los dos
regidores, a pie y mano a mano, se fueron al
monte, y llegando al lugar y sitio donde pensaron
hallar el asno, no le hallaron, ni parecio por
todos aquellos contornos, aunque mas le
buscaron; viendo, pues, que no parecia, dixo el
regidor que le auia visto al otro:

«Mirad, compadre, vna traça me ha venido
al pensamiento, con la qual, sin duda alguna,
podremos descubrir este animal aunque esté
metido en las entrañas de la tierra, no que del
monte, y es que yo se rebuznar marauillosamente,
y si vos sabeis algun tanto, dad el
hecho por concluydo.» «¿Algun tanto dezis,
compadre?», dixo el otro; «por Dios que no
de la ventaja a nadie, ni aun a los mesmos
asnos.» «Aora lo veremos,» respondio el
regidor segundo, «porque tengo determinado que
os vais vos por vna parte del monte y yo por
otra, de modo que le rodeemos y andemos
todo, y de trecho en trecho rebuznaréis vos
y rebuznaré yo, y no podra ser menos sino
que el asno nos oya y nos responda, si es
que está en el monte.» A lo que respondio el
dueño del jumento: «Digo, compadre, que la
traça es excelente y digna de vuestro gran
ingenio.»

''Y, diuidiendose los dos, segun el acuerdo,
sucedio que casi a vn mesmo tiempo rebuznaron,
y cada vno, engañado del rebuzno del otro,
acudieron a buscarse, pensando que ya el jumento
auia parecido; y en viendose, dixo el perdidoso:
«¿Es possible, compadre, que no fue mi
asno el que rebuznó?» «No fue sino yo»,
respondio el otro. «Aora digo», dixo el dueño,
«que de vos a vn asno, compadre, no ay alguna
diferencia, en quanto toca al rebuznar,
porque en mi vida he visto ni oido cosa mas
propia.» «Essas alabanças y encarecimiento»,
respondio el de la traça, «mejor os atañen
y tocan a vos que a mi, compadre; que por
el Dios que me crio que podeis dar dos
rebuznos de ventaja al mayor y mas perito
rebuznador del mundo; porque el sonido que
teneis es alto, lo sostenido de la voz, a su
tiempo y compas, los dexos, muchos y
apresurados, y, en resolucion, yo me doy por
vencido y os rindo la palma y doy la vandera
desta rara habilidad.» «Aora digo», respondio
el dueño, «que me tendre y estimaré en
mas de aqui adelante y pensaré que se
alguna cosa, pues tengo alguna gracia; que
puesto que pensara que rebuznaua bien, nunca
entendi que llegaua al estremo que dezis.»
«Tambien dire yo aora», respondio el segundo,
que ay raras habilidades perdidas en el
mundo y que son mal empleadas en aquellos que
no saben aprouecharse dellas.» «Las nuestras»,
respondio el dueño, «si no es en casos
semejantes como el que traemos entre manos,
no nos pueden seruir en otros, y aun en este
plega a Dios que nos sean de prouecho.»

''Esto dicho, se tornaron a diuidir y a boluer
a sus rebuznos, y a cada paso se engañauan y
boluian a juntarse, hasta que se dieron por
contraseño que para entender que eran ellos
y no el asno, rebuznassen dos vezes, vna tras
otra; con esto, doblando a cada paso los rebuznos,
rodearon todo el monte sin que el perdido
jumento respondiesse, ni aun por señas. Mas
¿cómo auia de responder el pobre y mal
logrado, si le hallaron en lo mas escondido del
bosque comido de lobos? Y, en viendole, dixo
su dueño: «Ya me marauillaua yo de que el
no respondia, pues a no estar muerto, el
rebuznara si nos oyera, o no fuera asno; pero a
trueco de aueros oydo rebuznar con tanta
gracia, compadre, doy por bien empleado el
trabajo que he tenido en buscarle, aunque le he
hallado muerto.» «En buena mano está,
compadre», respondio el otro, «pues si bien canta
el abad, no le va en zaga el monazillo.»

''Con esto, desconsolados y roncos, se
boluieron a su aldea, adonde contaron a sus
amigos, vezinos y conocidos quanto les auia
acontecido en la busca del asno, exagerando
el vno la gracia del otro en el rebuznar, todo
lo qual se supo y se estendio por los lugares
circunuezinos. Y el diablo, que no duerme,
como es amigo de sembrar y derramar renzillas
y discordia por doquiera, leuantando caramillos
en el viento y grandes quimeras de nonada,
ordenó e hizo que las gentes de los otros
pueblos, en viendo a alguno de nuestra aldea,
rebuznassen, como dandoles en rostro con el
rebuzno de nuestros regidores. Dieron en ello
los muchachos, que fue dar en manos y en
bocas de todos los demonios del infierno, y fue
cundiendo el rebuzno de en vno en otro pueblo,
de manera, que son conocidos los naturales
del pueblo del rebuzno, como son conocidos
y diferenciados los negros de los blancos, y
ha llegado a tanto la desgracia desta burla, que
muchas vezes con mano armada y formado
esquadron han salido contra los burladores los
burlados a darse la batalla, sin poderlo
remediar rey ni roque, ni temor, ni verguença.
Yo creo que mañana o essotro dia han de salir
en campaña los de mi pueblo, que son los del
rebuzno, contra otro lugar que está a dos
leguas del nuestro, que es vno de los que mas
nos persiguen, y por salir bien apercebidos,
lleuo compradas estas lanças y alabardas que
aueis visto. Y estas son las marauillas que
dixe que os auia de contar, y si no os lo han
parecido, no se otras.''

Y, con esto, dio fin a su platica el buen
hombre, y, en esto, entró por la puerta de la
venta vn hombre todo vestido de camuça,
medias, greguescos y jubon, y con voz leuantada
dixo:

``Señor huesped, ¿ay posada? Que viene aqui
el mono adiuino y el retablo de la libertad de
Melisendra.''

``¡Cuerpo de tal'', dixo el ventero, ``que aqui
está el señor masse Pedro!; buena noche se
nos apareja.''

Oluidauaseme de dezir como el tal masse
Pedro traia cubierto el ojo yzquierdo y casi
medio carrillo con vn parche de tafetan verde,
señal que todo aquel lado deuia de estar
enfermo; y el ventero prosiguio diziendo:

``Sea bien venido vuessa merced, señor
masse Pedro; ¿adónde está el mono y el
retablo, que no los veo?''

``Ya llegan cerca'', respondio el todo camuça,
``sino que yo me he adelantado a saber si
ay posada.''

``Al mismo duque de Alua se la quitara para
darsela al señor masse Pedro'', respondio el
ventero; ``llegue el mono y el retablo, que
gente ay esta noche en la venta que pagará el
verle y las habilidades del mono.''

``Sea en buenora'', respondio el del parche,
``que yo moderaré el precio, y con sola la costa
me daré por bien pagado; y yo bueluo a hazer
que camine la carreta, donde viene el mono y
el retablo.''

Y luego se boluio a salir de la venta.

Preguntó luego don Quixote al ventero qué
masse Pedro era aquel, y qué retablo y qué
mono traia.

A lo que respondio el ventero:

``Este es vn famoso titerero que ha muchos
dias que anda por esta Mancha de Aragon enseñando
vn retablo de Melisendra libertada
por el famoso don Gayferos, que es vna de las
mejores y mas bien representadas historias
que de muchos años a esta parte en este reyno
se han visto; trae assimismo consigo vn mono
de la mas rara habilidad que se vio entre
monos, ni se imaginó entre hombres, porque si le
preguntan algo, está atento a lo que le preguntan,
y luego salta sobre los ombros de su
amo, y llegandosele al oydo le dize la respuesta
de lo que le preguntan, y maesse Pedro la
declara luego; y de las cosas passadas dize
mucho mas que de las que estan por venir, y
aunque no todas vezes acierta en todas, en las
mas no yerra, de modo, que nos haze creer que
tiene el diablo en el cuerpo; dos reales lleua
por cada pregunta, si es que el mono responde,
quiero dezir, si responde el amo por el, despues
de auerle hablado al oydo; y, assi, se cree
que el tal maesse Pedro está riquissimo; y es
hombre galante, como dizen en Italia, y bon
compaño, y dase la mejor vida del mundo;
habla mas que seys y beue mas que doze, todo
a costa de su lengua y de su mono y de su
retablo.''

En esto, boluio maesse Pedro, y en vna carreta
venia el retablo, y el mono, grande y sin
cola, con las posaderas de fieltro, pero no de
mala cara, y apenas le vio don Quixote,
quando le preguntó:

``Digame vuessa merced, señor adiuino, ¿qué
pexe pillamo?, ¿qué ha de ser de nosotros?;
y vea aqui mis dos reales.''

Y mandó a Sancho que se los diesse a
maesse Pedro, el qual respondio por el mono
y dixo:

``Señor, este animal no responde, ni da
noticia de las cosas que estan por venir; de las
passadas sabe algo, y de las presentes, algun
tanto.''

``¡Voto a rrus!'', dixo Sancho, ``no de yo vn
ardite porque me digan lo que por mi ha
passado, porque ¿quién lo puede saber mejor
que yo mesmo?; y pagar yo porque me digan
lo que se, seria vna gran necedad; pero pues
sabe las cosas presentes, e aqui mis dos reales
y digame el señor monissimo qué haze aora
mi muger Teresa Pança y en qué se
entretiene.''

No quiso tomar maesse Pedro el dinero,
diziendo:

``No quiero recebir adelantados los premios
sin que ayan precedido los seruicios.''

Y, dando con la mano derecha dos golpes
sobre el ombro yzquierdo, en vn brinco se le
puso el mono en el, y, llegando la boca al oydo,
daua diente con diente muy a priesa; y, auiendo
hecho este ademan por espacio de vn credo,
de otro brinco se puso en el suelo; y al punto
con grandissima priessa se fue maesse Pedro a
poner de rodillas ante don Quixote, y
abraçandole las piernas dixo:

``Estas piernas abraço, bien assi como si
abraçara las dos colunas de Hercules, ¡o
resucitador insigne de la ya puesta en oluido
andante caualleria, o no jamas como se deue
alabado cauallero don Quixote de la Mancha,
animo de los desmayados, arrimo de los que
van a caer, braço de los caydos, baculo y
consuelo de todos los desdichados!''

Quedó pasmado don Quixote, absorto Sancho,
suspenso el primo, atonito el page, abobado
el del rebuzno, confuso el ventero y,
finalmente, espantados todos los que oyeron
las razones del titerero, el qual prosiguio,
diziendo:

``Y tu, ¡o buen Sancho Pança!, el mejor escudero
y del mejor cauallero del mundo: alegrate,
que tu buena muger Teresa está buena, y esta
es la hora en que ella está rastrillando vna libra
de lino, y por mas señas, tiene a su lado
yzquierdo vn jarro desbocado que cabe vn buen
porqué de vino, con que se entretiene en su
trabajo.''

``Esso creo yo muy bien'', respondio Sancho,
``porque es ella vna bienauenturada, y a no
ser zelosa, no la trocara yo por la giganta
Andandona, que, segun mi señor, fue vna
muger muy cabal y muy de pro, y es mi Teresa de
aquellas que no se dexan mal passar, aunque
sea a costa de sus herederos.''

``Aora digo'', dixo a esta sazon don Quixote,
``que el que lee mucho y anda mucho, vee
mucho y sabe mucho. Digo esto, porque ¿qué
persuasion fuera bastante para persuadirme
que ay monos en el mundo que adiuinen, como
lo he visto aora por mis propios ojos?: porque
yo soy el mesmo don Quixote de la Mancha,
que este buen animal ha dicho, puesto que se
ha estendido algun tanto en mis alabanças;
pero como quiera que yo me sea, doy gracias
al cielo, que me dotó de vn animo blando y
compassiuo, inclinado siempre a hazer bien a
todos y mal a ninguno.''

``Si yo tuuiera dineros'', dixo el page,
``preguntara al señor mono que me ha de suceder
en la peregrinacion que lleuo.''

A lo que respondio maesse Pedro, que ya se
auia leuantado de los pies de don Quixote:

``Ya he dicho que esta bestezuela no responde
a lo por venir, que si respondiera no importara
no auer dineros; que por seruicio del señor
don Quixote, que está presente, dexara yo
todos los interesses del mundo, y agora porque
se lo deuo y por darle gusto, quiero armar mi
retablo y dar plazer a quantos estan en la venta,
sin paga alguna.''

Oyendo lo qual el ventero, alegre sobremanera,
señaló el lugar donde se podia poner el
retablo, que en vn punto fue hecho. Don Quixote
no estaua muy contento con las adiuinanças
del mono, por parecerle no ser a proposito
que vn mono adiuinasse, ni las de por venir, ni
las passadas cosas, y, assi, en tanto que maesse
Pedro acomodaua el retablo, se retiró don
Quixote con Sancho a vn rincon de la caualleriza,
donde, sin ser oydos de nadie, le dixo:

``Mira, Sancho, yo he considerado bien la
estraña habilidad deste mono, y hallo por mi
cuenta que sin duda este maesse Pedro, su
amo, deue de tener hecho pacto, tacito o
espreso, con el demonio.''

``Si el patio es espeso y del demonio'', dixo
Sancho, ``sin duda deue de ser muy suzio patio;
pero ¿de qué prouecho le es al tal maesse
Pedro tener essos patios?''

``No me entiendes, Sancho; no quiero dezir
sino que deue de tener hecho algun concierto
con el demonio, de que infunda essa habilidad
en el mono, con que gane de comer, y despues
que esté rico le dara su alma, que es lo que
este vniuersal enemigo pretende; y hazeme
creer esto el ver que el mono no responde
sino a las cosas passadas o presentes, y la
sabiduria del diablo no se puede estender a mas,
que las por venir no las sabe, si no es por
conjeturas, y no todas vezes; que a solo Dios está
reseruado conocer los tiempos y los momentos,
y para El no ay passado ni porvenir, que todo
es presente; y siendo esto assi, como lo es, está
claro que este mono habla con el estilo del
diablo, y estoy marauillado como no le han
acusado al Santo Oficio, y examinadole, y sacado
de quajo en virtud de quién adiuina; porque
cierto está que este mono no es astrologo, ni su
amo ni el alçan, ni saben alçar estas figuras que
llaman judiciarias, que tanto aora se vsan
en España, que no hay mugercilla, ni page, ni
çapatero de viejo que no presuma de alçar vna
figura, como si fuera vna sota de naypes del
suelo, echando a perder con sus mentiras e
ignorancias la verdad marauillosa de la
ciencia. De vna señora se yo, que preguntó a vno
destos figureros que si vna perrilla de falda,
pequeña, que tenia, si se empreñaria y pariria,
y quántos y de qué color serian los perros que
pariesse; a lo que el señor judiciario, despues
de auer alçado la figura, respondio que la
perrica se empreñaria y pariria tres perricos,
el vno verde, el otro encarnado y el otro de
mezcla, con tal condicion, que la tal perra se
cubriesse entre las onze y doze del dia o de la
noche, y que fuesse en lunes o en sabado; y lo
que sucedio fue que de alli a dos dias se murio
la perra de ahita, y el señor leuantador quedó
acreditado en el lugar por acertadissimo
judiciario, como lo quedan todos o los mas
leuantadores.''

``Con todo esso querria'', dixo Sancho, ``que
vuessa merced dixesse a maesse Pedro
preguntasse a su mono si es verdad lo que a
vuessa merced le passó en la cueua de
Montesinos; que yo para mi tengo, con perdon de
vuessa merced, que todo fue embeleco y
mentira, o, por lo menos, cosas soñadas.''

``Todo podria ser'', respondio don Quixote;
``pero yo hare lo que me aconsejas, puesto que
me ha de quedar vn no se qué de escrupulo.''

Estando en esto, llegó maesse Pedro a buscar
a don Quixote y dezirle que ya estaua en orden
el retablo, que su merced viniesse a verle
porque lo merecia; don Quixote le comunicó su
pensamiento y le rogo preguntasse luego a su
mono le dixesse si ciertas cosas que auia
passado en la cueua de Montesinos auian sido
soñadas o verdaderas, porque a el le parecia
que tenian de todo. A lo que maesse Pedro, sin
responder palabra, boluio a traer el mono, y
puesto delante de don Quixote y de Sancho,
dixo:

``Mirad, señor mono, que este cauallero quiere
saber si ciertas cosas que le passaron en vna
cueua llamada de Montesinos, si fueron falsas,
o verdaderas.''

Y, haziendole la acostumbrada señal, el
mono se le subio en el ombro yzquierdo, y
hablandole al parecer en el oydo, dixo luego
maesse Pedro:

``El mono dize que parte de las cosas que
vuessa merced vio o passó en la dicha cueua
son falsas, y parte verissimiles, y que esto es lo
que sabe, y no otra cosa, en quanto a esta
pregunta; y que si vuessa merced quiere saber
mas, que el viernes venidero respondera a todo
lo que se le preguntare; que por aora se le ha
acabado la virtud, que no le vendra hasta el
viernes, como dicho tiene.''

``¿No lo dezia yo'', dixo Sancho, ``que no se
me podia assentar que todo lo que vuessa merced,
señor mio, ha dicho de los acontecimientos
de la cueua era verdad, ni aun la mitad?''

``Los sucessos lo diran, Sancho'', respondio
don Quixote; ``que el tiempo, descubridor de
todas las cosas, no se dexa ninguna que no las
saque a la luz del sol, aunque esté escondida
en los senos de la tierra; y por aora baste esto,
y vamonos a ver el retablo del buen maesse
Pedro, que para mi tengo que deue de tener
alguna nouedad.''

``¿Cómo alguna?'', respondio maesse Pedro;
``sesenta mil encierra en si este mi retablo:
digole a vuessa merced, mi señor don Quixote,
que es vna de las cosas mas de ver que oy
tiene el mundo, y
# unit L latinphrase
operibus credite & non verbis;
# unit P text
y manos a labor, que se haze
tarde, y tenemos mucho que hazer y que dezir
y que mostrar.''

Obedecieronle don Quixote y Sancho, y
vinieron donde ya estaua el retablo puesto y
descubierto, lleno por todas partes de candelillas
de cera encendidas, que le hazian vistoso
y resplandeciente. En llegando, se metio maesse
Pedro dentro del, que era el que auia de manejar
las figuras del artificio, y fuera se puso vn
muchacho, criado del maesse Pedro, para seruir
de interprete y declarador de los misterios del
tal retablo; tenia vna varilla en la mano con
que señalaua las figuras que salian. Puestos,
pues, todos quantos auia en la venta, y algunos
en pie, frontero del retablo, y acomodados don
Quixote, Sancho, el page y el primo en los
mejores lugares, el truxaman començo a dezir
lo que oyra y vera el que le oyere, o viere el
capitulo siguiente.


## <p026>
# chapter  26 XXVI
# unit N chapternum
Capitulo XXVI
# unit T title
Donde se prosigue la graciosa auentura del
titerero, con otras cosas de verdad harto
buenas.
# unit Q spanishverse
``Callaron todos, tirios y troyanos,'' ÷
# unit P text
quiero dezir, pendientes estauan todos los que
el retablo mirauan de la boca del declarador
de sus marauillas, quando se oyeron sonar en
el retablo cantidad de atabales, y trompetas, y
dispararse mucha artilleria, cuyo rumor passó
en tiempo breue, y luego alçó la voz el
muchacho, y dixo:

``Esta verdadera historia que aqui a vuessas
mercedes se representa, es sacada al pie de la
letra de las coronicas francessas y de los
romances españoles que andan en boca de las
gentes y de los muchachos por essas calles; trata
de la libertad que dio el señor don Gayferos a
su esposa Melisendra, que estaua cautiua en
España, en poder de moros, en la ciudad de
Sansueña, que assi se llamaua entonces la que
oy se llama Zaragoça; y vean vuessas mercedes
alli como está jugando a las tablas don
Gayferos, segun aquello que se canta: ÷
# unit Q spanishverse
Iugando está a las tablas don Gayferos ÷
que ya de Melisendra está oluidado; ÷
# unit P text
y aquel personage, que alli asoma con corona
en la cabeça y ceptro en las manos, es el
emperador Carlo Magno, padre putatiuo de la
tal Melisendra, el qual, mohino de ver el ocio y
descuydo de su yerno, le sale a reñir; y
aduiertan con la vehemencia y ahinco que le riñe,
que no parece sino que le quiere dar con el
ceptro media dozena de coscorrones, y aun ay
autores que dizen que se los dio, y muy bien
dados, y despues de auerle dicho muchas cosas
acerca del peligro que corria su honra en no
procurar la libertad de su esposa, dizen que
le dixo: ÷
# unit Q spanishverse
«harto os he dicho, miradlo». ÷
# unit P text
Miren vuessas mercedes tambien como el
emperador buelue las espaldas y dexa despechado
a don Gayferos, el qual ya ven como arroja
impaciente de la colera lexos de si el tablero
y las tablas, y pide a priesa las armas, y a don
Roldan, su primo, pide prestada su espada
Durindana, y como don Roldan no se la quiere
prestar, ofreciendole su compañia en la dificil
empresa en que se pone; pero el valeroso
enojado no lo quiere aceptar, antes dize que el
solo es bastante para sacar a su esposa, si bien
estuuiesse metida en el mas hondo centro de
la tierra; y, con esto, se entra a armar para
ponerse luego en camino.

''Bueluan vuessas mercedes los ojos a aquella
torre que alli parece, que se presupone que
es vna de las torres del alcaçar de Zaragoça,
que aora llaman la Aljaferia, y aquella dama
que en aquel valcon parece, vestida a lo moro,
es la sin par Melisendra, que desde alli muchas
vezes se ponia a mirar el camino de Francia, y
puesta la imaginacion en Paris y en su esposo,
se consolaua en su cautiuerio. Miren tambien
vn nueuo caso que aora sucede, quiça no visto
jamas. ¿No veen aquel moro que callandico y
pasito a paso, puesto el dedo en la boca, se
llega por las espaldas de Melisendra? Pues
miren como la da vn beso en mitad de los
labios, y la priesa que ella se da a escupir y a
limpiarselos con la blanca manga de su camisa,
y como se lamenta y se arranca de pesar sus
hermosos cabellos, como si ellos tuuieran la
culpa del maleficio. Miren tambien como aquel
graue moro que está en aquellos corredores es
el rey Marsilio de Sansueña, el qual, por auer
visto la insolencia del moro, puesto que era vn
pariente y gran priuado suyo, le mandó luego
prender y que le den dozientos açotes,
lleuandole por las calles acostumbradas de la
ciudad, ÷
# unit Q spanishverse
con chilladores delante, ÷
y enuaramiento detras; ÷
# unit P text
y veys aqui donde salen a executar la sentencia,
aun bien apenas no auiendo sido puesta
en execucion la culpa, porque entre moros no
ay traslado a la parte, ni a prueua y estese como
entre nosotros.''

``Niño, niño'', dixo con voz alta a esta sazon
don Quixote: ``Seguid vuestra historia linea
recta y no os metais en las curuas o
transuersales; que para sacar vna verdad en limpio
menester son muchas prueuas y reprueuas.''

Tambien dixo maesse Pedro desde dentro:

``Muchacho, no te metas en dibuxos, sino
haz lo que esse señor te manda, que sera lo
mas acertado; sigue tu canto llano y no te
metas en contrapuntos, que se suelen quebrar de
sotiles.''

``Yo lo hare assi'', respondio el muchacho, y
prosiguio, diziendo:

``Esta figura que aqui parece a cauallo
cubierta con vna capa gascona, es la mesma de
don Gayferos; aqui su esposa, ya vengada
del atreuimiento del enamorado moro, con
mejor y mas sossegado semblante se ha puesto a
los miradores de la torre, y habla con su esposo
creyendo que es algun passagero, con quien
passó todas aquellas razones y coloquios de
aquel romance que dizen: ÷
# unit Q spanishverse
«Cauallero, si a Francia ydes, ÷
por Gayferos preguntad.» ÷
# unit P text
Las quales no digo yo aora, porque de la prolixidad
se suele engendrar el fastidio; basta ver
como don Gayferos se descubre, y que por los
ademanes alegres que Melisendra haze, se nos
da a entender que ella le ha conocido, y mas
aora que veemos se descuelga del valcon, para
ponerse en las ancas del cauallo de su buen
esposo; mas ¡ay, sin ventura!, que se le ha assido
vna punta del faldellin de vno de los hierros
del valcon, y está pendiente en el ayre, sin
poder llegar al suelo. Pero veys como el piadoso
cielo socorre en las mayores necessidades, pues
llega don Gayferos, y sin mirar si se rasgará o
no el rico faldellin, asse della, y mal su grado
la haze baxar al suelo, y luego de vn brinco
la pone sobre las ancas de su cauallo, a
horcajadas como hombre, y la manda que se tenga
fuertemente y le eche los braços por las
espaldas, de modo que los cruze en el pecho,
porque no se cayga, a causa que no estaua la
señora Melisendra acostumbrada a semejantes
cauallerias. Veys tambien como los relinchos
del cauallo dan señales que va contento con la
valiente y hermosa carga que lleua en su señor
y en su señora. Veys como bueluen las espaldas
y salen de la ciudad, y alegres y regozijados
toman de Paris la via. ¡Vays en paz, o par
sin par de verdaderos amantes; llegueis a
saluamento a vuestra desseada patria, sin que la
fortuna ponga estoruo en vuestro felice viage;
los ojos de vuestros amigos y parientes os vean
gozar en paz tranquila los dias -- que los de
Nestor sean --, que os quedan de la vida!''

Aqui alçó otra vez la voz maesse Pedro, y
dixo:

``Llaneza, muchacho, no te encumbres; que
toda afectacion es mala.''

No respondio nada el interprete, antes
prosiguio, diziendo:

``No faltaron algunos ociosos ojos, que lo
suelen ver todo, que no viessen la baxada y
la subida de Melisendra, de quien dieron noticia
al rey Marsilio, el qual mandó luego tocar al
arma, y miren con qué priesa: que ya la ciudad
se hunde con el son de las campanas, que en
todas las torres de las mezquitas suenan.''

``Esso no'', dixo a esta sazon don Quixote;
``en esto de las campanas anda muy impropio
maesse Pedro, porque entre moros no se vsan
campanas, sino atabales y vn genero de
dulzaynas que parecen nuestras chirimias, y esto
de sonar campanas en Sansueña sin duda que
es vn gran disparate.''

Lo qual oydo por maesse Pedro, cessó el
tocar, y dixo:

``No mire vuessa merced en niñerias, señor
don Quixote, ni quiera lleuar las cosas tan por
el cabo, que no se le halle. ¿No se representan
por ay casi de ordinario mil comedias llenas de
mil impropiedades y disparates, y, con todo
esso, corren felicissimamente su carrera y se
escuchan, no solo con aplauso, sino con
admiracion y todo? Prosigue, muchacho, y dexa
dezir, que como yo llene mi talego, siquiera
represente mas impropiedades que tiene
atomos el sol.''

``Assi es la verdad'', replicó don Quixote.

Y el muchacho dixo:

``Miren quánta y quán luzida caualleria sale
de la ciudad en siguimiento de los dos
catolicos amantes, quántas trompetas que suenan,
quántas dulzaynas que tocan y quántos
atabales y atambores que retumban; temome que
los han de alcançar y los han de boluer atados
a la cola de su mismo cauallo, que seria vn
horrendo espetaculo.''

Viendo y oyendo, pues, tanta morisma y
tanto estruendo don Quixote, pareciole ser
bien dar ayuda a los que huian, y,
leuantandose en pie, en voz alta dixo:

``No consentire yo que en mis dias y en mi
presencia se le haga supercheria a tan
famoso cauallero y a tan atreuido enamorado como
don Gayferos. ¡Deteneos, mal nacida canalla,
no le siguays ni persigays; si no, conmigo
sois en la batalla!''

Y, diziendo y haziendo, desenuaynó la espada,
y de vn brinco se puso junto al retablo y
con acelerada y nunca vista furia començo a
llouer cuchilladas sobre la titerera morisma,
derribando a vnos, descabeçando a otros,
estropeando a este, destroçando a aquel, y entre
otros muchos, tiró vn altibaxo tal, que si maesse
Pedro no se abaxa, se encoge y agazapa, le
cercenara la cabeça con mas facilidad que si
fuera hecha de masa de maçapan. Daua vozes
maesse Pedro, diziendo:

``Detengase vuessa merced, señor don Quixote,
y aduierta que estos que derriba, destroza
y mata no son verdaderos moros, sino vnas
figurillas de pasta; ¡mire, pecador de mi, que me
destruye y echa a perder toda mi hazienda!''

Mas no por esto dexaua de menudear don
Quixote cuchilladas, mandobles, tajos y
rebeses como llouidos. Finalmente, en menos de
dos credos dio con todo el retablo en el suelo,
hechas pedaços y desmenuzadas todas sus jarcias
y figuras, el rey Marsilio mal herido y el
emperador Carlo Magno, partida la corona y la
cabeça en dos partes. Alborotose el senado
de los oyentes, huyose el mono por los tejados
de la venta, temio el primo, acobardose el
page, y hasta el mesmo Sancho Pança tuuo
pauor grandissimo, porque como el juró despues
de passada la borrasca, jamas auia visto
a su señor con tan desatinada colera. Hecho,
pues, el general destroço del retablo,
sossegose vn poco don Quixote y dixo:

``Quisiera yo tener aqui delante en este punto
todos aquellos que no creen ni quieren creer de
quánto prouecho sean en el mundo los caualleros
andantes; miren si no me hallara yo aqui
presente qué fuera del buen don Gayferos y de
la hermosa Melisendra; a buen seguro que esta
fuera ya la hora que los huuieran alcançado
estos canes y les huuieran hecho algun desaguisado.
En resolucion, ¡viua la andante caualleria
sobre quantas cosas oy viuen en la tierra!''

``Viua en hora buena'', dixo a esta sazon
con voz enfermiza maesse Pedro, ``y muera
yo, pues soy tan desdichado que puedo dezir
con el rey don Rodrigo: ÷
# unit Q spanishverse
Ayer fuy señor de España, ÷
y oy no tengo vna almena ÷
que pueda dezir que es mia. ÷
# unit P text
No ha media hora, ni aun vn mediano momento,
que me vi señor de reyes y de emperadores,
llenas mis cauallerizas y mis cofres y
sacos de infinitos cauallos y de innumerables
galas, y agora me veo desolado y abatido,
pobre y mendigo, y, sobre todo, sin mi mono,
que a fe que primero que le buelua a mi poder
me han de sudar los dientes, y todo por la
furia mal considerada deste señor cauallero,
de quien se dize que ampara pupilos y endereza
tuertos, y haze otras obras caritatiuas,
y en mi solo ha venido a faltar su intencion
generosa, que sean benditos y alabados los
cielos alla donde tienen mas leuantados sus
assientos. En fin, el Cauallero de la Triste
Figura auia de ser aquel que auia de desfigurar
las mias.''

Enterneciose Sancho Pança con las razones
de maesse Pedro, y dixole:

``No llores, maesse Pedro, ni te lamentes,
que me quiebras el coraçon; porque te hago
saber que es mi señor don Quixote tan catolico
y escrupuloso christiano, que si el cae en la
cuenta de que te ha hecho algun agrauio, te lo
sabra y te lo querra pagar y satisfazer con
muchas ventajas.''

``Con que me pagasse el señor don Quixote
alguna parte de las hechuras que me ha deshecho,
quedaria contento, y su merced asseguraria
su conciencia, porque no se puede saluar
quien tiene lo ageno contra la voluntad de su
dueño y no lo restituye.''

``Assi es'', dixo don Quixote; ``pero hasta
aora yo no se que tenga nada vuestro, maesse
Pedro.''

``¿Cómo no?'', respondio maesse Pedro. ``Y
estas reliquias que estan por este duro y esteril
suelo, ¿quién las esparcio y aniquiló sino la
fuerça inuencible desse poderoso braço? Y
¿cuyos eran sus cuerpos sino mios? Y ¿con
quién me sustentaua yo sino con ellos?''

``Aora acabo de creer'', dixo a este punto
don Quixote, ``lo que otras muchas vezes he
creydo: que estos encantadores que me
persiguen no hazen sino ponerme las figuras
como ellas son delante de los ojos, y luego me
las mudan y truecan en las que ellos quieren.
Real y verdaderamente os digo, señores que
me ois, que a mi me parecio todo lo que aqui
ha passado que passaua al pie de la letra: que
Melisendra era Melisendra; don Gayferos, don
Gayferos; Marsilio, Marsilio, y Carlo Magno,
Carlo Magno. Por esso se me alteró la colera, y,
por cumplir con mi profession de cauallero
andante, quise dar ayuda y fauor a los que huian,
y con este buen proposito hize lo que aueys
visto; si me ha salido al rebes no es culpa mia,
sino de los malos que me persiguen; y, con
todo esto, deste mi hierro, aunque no ha
procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme
en costas; vea maesse Pedro lo que quiere
por las figuras deshechas; que yo me ofrezco
a pagarselo luego en buena y corriente moneda
castellana.''

Inclinosele maesse Pedro, diziendole:

``No esperaua yo menos de la inaudita
christiandad del valeroso don Quixote de la
Mancha, verdadero socorredor y amparo de todos
los necessitados y menesterosos vagamundos;
y aqui el señor ventero y el gran Sancho seran
medianeros y apreciadores entre vuessa merced
y mi de lo que valen o podian valer las ya
deshechas figuras.''

El ventero y Sancho dixeron que assi lo
harian, y luego maesse Pedro alçó del suelo,
con la cabeça menos, al rey Marsilio de
Zaragoça, y dixo:

``Ya se vee quán impossible es boluer a este
rey a su ser primero, y, assi, me parece, saluo
mejor juyzio, que se me de por su muerte, fin
y acabamiento quatro reales y medio.''

``Adelante'', dixo don Quixote.

``Pues por esta abertura de arriba abaxo'',
prosiguio maesse Pedro, tomando en las
manos al partido emperador Carlo Magno, ``no
seria mucho que pidiesse yo cinco reales y vn
quartillo.''

``No es poco'', dixo Sancho.

``Ni mucho'', replicó el ventero; ``mediese la
partida y señalensele cinco reales.''

``Densele todos cinco y quartillo'', dixo don
Quixote; ``que no está en vn quartillo mas a
menos la monta desta notable desgracia, y acabe
presto maesse Pedro, que se haze hora de cenar
y yo tengo ciertos barruntos de hambre.''

``Por esta figura'', dixo maesse Pedro, ``que
está sin narizes y vn ojo menos, que es de la
hermosa Melisendra, quiero, y me pongo en lo
justo, dos reales y doze marauedis.''

``Aun ai seria el diablo'', dixo don Quixote,
``si ya no estuuiesse Melisendra con su esposo,
por lo menos, en la raya de Francia, porque el
cauallo en que yuan a mi me parecio que antes
bolaua que corria, y, assi, no ay para qué
venderme a mi el gato por liebre, presentandome
aqui a Melisendra desnarigada, estando
la otra, si viene a mano, aora holgandose en
Francia con su esposo a pierna tendida. Ayude
Dios con lo suyo a cada vno, señor maesse
Pedro, y caminemos todos con pie llano y con
intencion sana, y prosiga.''

Maesse Pedro, que vio que don Quixote
yzquierdeaua y que boluia a su primer tema,
no quiso que se le escapasse, y, assi, le dixo:

``Esta no deue de ser Melisendra, sino alguna
de las donzellas que la seruian, y, assi, con
sesenta marauedis que me den por ella,
quedaré contento y bien pagado.''

Desta manera fue poniendo precio a otras
muchas destroçadas figuras, que despues los
moderaron los dos juezes arbitros, con
satisfacion de las partes, que llegaron a quarenta
reales y tres quartillos, y ademas desto, que
luego lo desembolsó Sancho, pidio maesse Pedro
dos reales por el trabajo de tomar el mono.

``Daselos, Sancho'', dixo don Quixote, ``no
para tomar el mono, sino la mona, y dozientos
diera yo aora en albricias a quien me dixera
con certidumbre que la señora doña Melisendra
y el señor don Gayferos estauan ya en
Francia y entre los suyos.''

``Ninguno nos lo podra dezir mejor que mi
mono'', dixo maesse Pedro, ``pero no aura diablo
que aora le tome; aunque imagino que el cariño
y la hambre le han de forçar (h)a que me busque
esta noche, y amanecera Dios, y veremonos.''

En resolucion, la borrasca del retablo se
acabó y todos cenaron en paz y en buena
compañia, a costa de don Quixote, que era
liberal en todo estremo. Antes que amaneciesse
se fue el que lleuaua las lanças y las alabardas,
y ya despues de amanecido se vinieron a
despedir de don Quixote el primo y el page, el
vno para boluerse a su tierra, y el otro, a
proseguir su camino, para ayuda del qual le dio
don Quixote vna dozena de reales. Maesse
Pedro no quiso boluer a entrar en mas dimes
ni diretes con don Quixote, a quien el conocia
muy bien, y, assi, madrugó antes que el sol, y,
cogiendo las reliquias de su retablo y a su
mono, se fue tambien a buscar sus auenturas.
El ventero, que no conocia a don Quixote,
tan admirado le tenian sus locuras como su
liberalidad. Finalmente, Sancho le pagó muy bien
por orden de su señor, y, despidiendose del,
casi a las ocho del dia dexaron la venta y se
pusieron en camino, donde los dexaremos yr,
que assi conuiene, para dar lugar a contar
otras cosas pertenecientes a la declaracion
desta famosa historia.


## <p027>
# chapter  27 XXVII
# unit N chapternum
Capitulo XXVII
# unit T title
Donde se da cuenta quiénes eran maesse
Pedro y su mono, con el mal sucesso que don
Quixote tuuo en la auentura del rebuzno,
que no la acabó como el quisiera y como lo
tenia pensado.
# unit P text
Entra Cide Hamete, coronista desta grande
historia, con estas palabras en este capitulo:

``Iuro como catolico christiano''; a lo que su
traductor dize que el jurar Cide Hamete como
catolico christiano, siendo el moro, como sin
duda lo era, no quiso dezir otra cosa, sino que
assi como el catolico christiano, quando jura,
jura o deue jurar verdad y dezirla en lo que
dixere, assi el la dezia como si jurara como
christiano catolico en lo que queria escriuir de
don Quixote, especialmente en dezir quién era
maesse Pedro y quién el mono adiuino que
traia admirados todos aquellos pueblos con
sus adiuinanças.

Dize, pues, que bien se acordará el que
huuiere leydo la primera parte desta historia de
aquel Gines de Passamonte a quien, entre otros
galeotes, dio libertad don Quixote en Sierra
Morena, beneficio que despues le fue mal
agradecido y peor pagado de aquella gente maligna
y mal acostumbrada. Este Gines de Passamonte,
a quien don Quixote llamaua Ginessillo de
Parapilla, fue el que hurtó a Sancho Pança el
ruzio, que por no auerse puesto el cómo ni
el quándo en la primera parte, por culpa de los
impressores, ha dado en qué entender a
muchos, que atribuian a poca memoria del autor
la falta de emprenta. Pero, en resolucion,
Gines le hurtó estando sobre el durmiendo
Sancho Pança, vsando de la traça y modo que
vsó Brunelo quando, estando Sacripante sobre
Albraca, le sacó el cauallo de entre las piernas,
y despues le cobró Sancho, como se ha
contado. Este Gines, pues, temeroso de no ser
hallado de la justicia que le buscaua para
castigarle de sus infinitas vellaquerias y delitos,
que fueron tantos y tales, que el mismo
compuso vn gran volumen contandolos, determinó
passarsse al reyno de Aragon y cubrirse el ojo
yzquierdo, acomodandose al oficio de titerero;
que esto y el jugar de manos lo sabia hazer
por estremo.

Sucedio, pues, que de vnos christianos ya
libres que venian de Berberia compró aquel
mono, a quien enseñó que en haziendole
cierta señal, se le subiesse en el ombro y le
murmurasse, o lo pareciesse, al oydo. Hecho esto,
antes que entrasse en el lugar donde entraua
con su retablo y mono, se informaua en el
lugar más cercano, o de quien el mejor podia,
qué cosas particulares huuiessen sucedido en el
tal lugar y a qué personas, y lleuandolas bien
en la memoria, lo primero que hazia era mostrar
su retablo, el qual vnas vezes era de vna
historia y otras de otra, pero todas alegres y
regozijadas y conocidas. Acabada la muestra
proponia las habilidades de su mono, diziendo
al pueblo que adiuinaua todo lo passado
y lo presente, pero que en lo de por venir
no se daua maña; por la respuesta de cada
pregunta pedia dos reales y de algunas hazia
varato, segun tomaua el pulso a los preguntantes,
y como tal vez llegaua a las casas de
quien el sabia los sucessos de los que en ella
morauan, aunque no le preguntassen nada,
por no pagarle, el hazia la seña al mono y
luego dezia que le auia dicho tal y tal cosa,
que venia de molde con lo sucedido; con esto
cobraua credito inefable y andauanse todos
tras el; otras vezes, como era tan discreto,
respondia de manera, que las respuestas venian
bien con las preguntas, y como nadie le apuraua
ni apretaua a que dixesse como adeuinaua
su mono, a todos hazia monas y llenaua
sus esqueros.

Assi como entró en la venta conocio a don
Quixote y a Sancho, por cuyo conocimiento
le fue facil poner en admiracion a don Quixote
y a Sancho Pança y a todos los que en ella
estauan; pero huuierale de costar caro, si don
Quixote baxara vn poco mas la mano, quando
cortó la cabeça al rey Marsilio y destruyó toda
su caualleria, como queda dicho en el
antecedente capitulo.

Esto es lo que ay que dezir de maesse Pedro
y de su mono. Y, boluiendo a don Quixote de
la Mancha, digo que despues de auer salido
de la venta, determinó de ver primero las
riberas del rio Hebro y todos aquellos contornos,
antes de entrar en la ciudad de Zaragoça,
pues le daua tiempo para todo el mucho que
faltaua desde alli a las justas. Con esta
intencion siguio su camino, por el qual anduuo dos
dias sin acontecerle cosa digna de ponerse en
escritura, hasta que al tercero, al subir de vna
loma, oyo vn gran rumor de atambores, de
trompetas y arcabuzes; al principio penso que
algun tercio de soldados passaua por aquella
parte, y por verlos picó a Rozinante y subio la
loma arriba, y quando estuuo en la cumbre vio
al pie della, a su parecer, mas de dozientos
hombres armados de diferentes suertes de
armas, como si dixessemos lanzones, ballestas,
partesanas, alabardas y picas, y algunos
arcabuzes y muchas rodelas. Baxó del recuesto y
acercose al esquadron, tanto, que distintamente
vio las vanderas, juzgó de las colores y notó
las empressas que en ellas traian, especialmente
vna que en vn estandarte o giron de raso
blanco venia, en el qual estaua pintado muy al
viuo vn asno como vn pequeño sardesco, la
cabeça leuantada, la boca abierta y la lengua
de fuera, en acto y postura como si estuuiera
rebuznando; alrededor del estauan escritos de
letras grandes estos dos versos:

# unit Q spanishverse
``No rebuznaron en valde ÷
el vno y el otro alcalde.''

# unit P text
Por esta insignia sacó don Quixote que aquella
gente deuia de ser del pueblo del rebuzno,
y assi se lo dixo a Sancho, declarandole lo que
en el estandarte venia escrito; dixole tambien
que el que les auia dado noticia de aquel caso
se auia errado en dezir que dos regidores auian
sido los que rebuznaron; pero, que segun los
versos del estandarte, no auian sido sino
alcaldes. A lo que respondio Sancho Pança:

``Señor, en esso no ay que reparar, que bien
puede ser que los regidores que entonces
rebuznaron viniessen con el tiempo a ser alcaldes
de su pueblo, y, assi, se pueden llamar con
entrambos titulos, quanto mas que no haze al
caso a la verdad de la historia ser los rebuznadores
alcaldes o regidores, como ellos vna por
vna ayan rebuznado, porque tan a pique está
de rebuznar vn alcalde como vn regidor.''

Finalmente, conocieron y supieron como el
pueblo corrido salia a pelear con otro que le
corria mas de lo justo y de lo que se deuia a
la buena vezindad. Fuesse llegando a ellos don
Quixote, no con poca pesadumbre de Sancho,
que nunca fue amigo de hallarse en semejantes
jornadas. Los del esquadron le recogieron
en medio, creyendo que era alguno de los de
su parcialidad. Don Quixote, alçando la visera,
con gentil brio y continente llegó hasta el
estandarte del asno, y alli se le pusieron alrededor
todos los mas principales del exercito, por
verle, admirados con la admiracion acostumbrada,
en que caian todos aquellos que la vez
primera le mirauan. Don Quixote, que los
vio tan atentos a mirarle, sin que ninguno le
hablasse ni le preguntasse nada, quiso aprouecharse
de aquel silencio y, rompiendo el suyo,
alçó la voz y dixo:

``Buenos señores, quan encarecidamente
puedo os suplico que no interrumpays vn
razonamiento que quiero hazeros, hasta que
veays que os disgusta y enfada; que si esto
sucede, con la mas minima señal que me hagays,
pondre vn sello en mi boca y echaré vna
mordaza a mi lengua.''

Todos le dixeron que dixesse lo que
quisiesse, que de buena gana le escucharian. Don
Quixote, con esta licencia, prosiguio, diziendo:

``Yo, señores mios, soy cauallero andante,
cuyo exercicio es el de las armas, y cuya
profession la de fauorecer a los necessitados de
fauor y acudir a los menesterosos. Dias ha que
he sabido vuestra desgracia y la causa que os
mueue a tomar las armas a cada paso, para
vengaros de vuestros enemigos. Y, auiendo
discurrido vna y muchas vezes en mi entendimiento
sobre vuestro negocio, hallo, segun las
leyes del duelo, que estays engañados en
teneros por afrentados, porque ningun particular
puede afrentar a vn pueblo entero, si no es
retandole de traydor por junto, porque no sabe
en particular quién cometio la traycion porque
le reta. Exemplo desto tenemos en don Diego
Ordoñez de Lara, que retó a todo el pueblo
zamorano, porque ignoraua que solo Vellido
Dolfos auia cometido la traycion de matar a
su rey, y, assi, retó a todos y a todos tocaua la
vengança y la respuesta; aunque bien es verdad
que el señor don Diego anduuo algo demasiado
y aun pasó muy adelante de los limites
del reto, porque no tenia para qué retar a
los muertos, a las aguas, ni a los panes, ni a
los que estauan por nacer, ni a las otras menudencias
que alli se declaran; pero ¡vaya!, pues
quando la colera sale de madre, no tiene la
lengua padre, ayo ni freno que la corrija.
Siendo, pues, esto assi, que vno solo no puede
afrentar a reyno, prouincia, ciudad, republica ni
pueblo entero, queda en limpio que no ay para
qué salir a la vengança del reto de la tal
afrenta, pues no lo es; porque ¡bueno seria que se
matassen a cada paso los del pueblo de la Reloxa
con quien se lo llama, ni los cazoleros,
verengeneros, vallenatos, xauoneros, ni los de
otros nombres y apellidos que andan por ahi
en boca de los muchachos y de gente de poco
mas a menos! ¡Bueno seria, por cierto, que
todos estos insignes pueblos se corriessen y
vengassen y anduuiessen contino hechas las
espadas sacabuches a qualquier pendencia, por
pequeña que fuesse! No, no, ni Dios lo permita
o quiera; los varones prudentes, las republicas
bien concertadas, por quatro cosas han de
tomar las armas y desenuaynar las espadas y
poner a riesgo sus personas, vidas y haziendas:
la primera, por defender la fe catolica;
la segunda, por defender su vida, que es de
ley natural y diuina; la tercera, en defensa de
su honra, de su familia y hazienda; la quarta,
en seruicio de su rey en la guerra justa, y si le
quisieremos añadir la quinta, que se puede
contar por segunda, es en defensa de su patria.
A estas cinco causas, como capitales, se
pueden agregar algunas otras que sean justas
y razonables y que obliguen a tomar las
armas; pero tomarlas por niñerias y por cosas
que antes son de risa y passatiempo que de
afrenta, parece que quien las toma carece de
todo razonable discurso, quanto mas que el
tomar vengança injusta, que justa no puede
auer alguna que lo sea, va derechamente contra
la santa ley que professamos, en la qual se
nos manda que hagamos bien a nuestros
enemigos y que amemos a los que nos aborrecen,
mandamiento que aunque parece algo dificultoso
de cumplir, no lo es sino para aquellos
que tienen menos de Dios que del mundo, y
mas de carne que de espiritu; porque Iesu
Christo, Dios y hombre verdadero, que nunca
mintio, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador
nuestro, dixo que su yugo era suaue y su carga
liuiana, y, assi, no nos auia de mandar cosa
que fuesse impossible el cumplirla. Assi que,
mis señores, vuessas mercedes estan obligados
por leyes diuinas y humanas a sossegarse.''

``El diablo me lleue'', dixo a esta sazon Sancho
entre si, ``si este mi amo no es tologo, y si
no lo es, que lo parece como vn gueuo a otro.''

Tomó vn poco de aliento don Quixote, y,
viendo que todauia le prestauan silencio, quiso
passar adelante en su platica, como passara si
no se pusiera en medio la agudeza de
Sancho, el qual, viendo que su amo se detenia,
tomó la mano por el, diziendo:

``Mi señor don Quixote de la Mancha, que
vn tiempo se llamó el Cauallero de la Triste
Figura y aora se llama el Cauallero de los
Leones, es vn hidalgo muy atentado que sabe
latin y romance como vn bachiller, y en todo
quanto trata y aconseja procede como muy
buen soldado, y tiene todas las leyes y
ordenanças de lo que llaman el duelo en la vña, y
assi no ay mas que hazer sino dexarse lleuar
por lo que el dixere, y sobre mi si lo erraren;
quanto mas que ello se está dicho que es
necedad correrse por solo oyr vn rebuzno; que
yo me acuerdo, quando muchacho, que rebuznaua
cada y quando que se me antojaua, sin
que nadie me fuesse a la mano, y con tanta
gracia y propiedad, que en rebuznando yo,
rebuznauan todos los asnos del pueblo, y no por
esso dexaua de ser hijo de mis padres, que
eran honradissimos; y aunque por esta habilidad
era inuidiado de mas de quatro de los estirados
de mi pueblo, no se me daua dos ardites.
Y porque se vea que digo verdad, esperen
y escuchen; que esta ciencia es como la del
nadar que, vna vez aprendida, nunca se oluida.''

Y luego, puesta la mano en las narizes,
començo a rebuznar tan reziamente, que todos
los cercanos valles retumbaron. Pero vno de
los que estauan junto a el, creyendo que hazia
burla dellos, alçó vn varapalo que en la mano
tenia y diole tal golpe con el, que sin ser
poderoso a otra cosa, dio con Sancho Pança en el
suelo. Don Quixote, que vio tan mal parado a
Sancho, arremetio al que le auia dado, con la
lança sobre mano; pero fueron tantos los que
se pusieron en medio, que no fue possible
vengarle; antes, viendo que llouia sobre el vn
nublado de piedras y que le amenazauan mil
encaradas ballestas y no menos cantidad de
arcabuzes, boluio las riendas a Rozinante, y a
todo lo que su galope pudo se salio de entre
ellos, encomendandose de todo coraçon a Dios,
que de aquel peligro le librasse, temiendo a
cada paso no le entrasse alguna vala por las
espaldas y le saliesse al pecho, y a cada punto
recogia el aliento, por ver si le faltaua.

Pero los del esquadron se contentaron con verle
huyr, sin tirarle. A Sancho le pusieron sobre
su jumento, apenas buelto en si y le dexaron yr
tras su amo, no porque el tuuiesse sentido para
regirle; pero el ruzio siguio las huellas de
Rozinante, sin el qual no se hallaua vn punto.

Alongado, pues, don Quixote buen trecho,
boluio la cabeça y vio que Sancho venia, y
atendiole, viendo que ninguno le seguia. Los
del esquadron se estuuieron alli hasta la noche,
y por no auer salido a la batalla sus contrarios
se boluieron a su pueblo regocijados
y alegres, y si ellos supieran la costumbre
antigua de los griegos, leuantaran en aquel lugar
y sitio vn trofeo.


## <p028>
# chapter  28 XXVIII
# unit N chapternum
Capitulo XXVIII
# unit T title
De cosas que dize Benengeli que las sabra
quien le leyere, si las lee con atencion.
# unit P text
Quando el valiente huye la supercheria está
descubierta, y es de varones prudentes guardarse
para mejor ocasion. Esta verdad se verificó
en don Quixote, el qual, dando lugar a la
furia del pueblo y a las malas intenciones de
aquel indignado escuadron, puso pies en
poluorosa, y sin acordarse de Sancho ni del
peligro en que le dexaua, se apartó tanto quanto
le parecio que bastaua, para estar seguro.
Seguiale Sancho atrauessado en su jumento,
como queda referido. Llegó, en fin, ya buelto
en su acuerdo, y al llegar se dexó caer del
ruzio a los pies de Rozinante, todo ansioso,
todo molido y todo apaleado. Apeose don
Quixote para catarle las feridas, pero como le
hallase sano de los pies a la cabeça, con assaz
colera le dixo:

``¡Tan en hora mala supistes vos rebuznar,
Sancho! Y ¿dónde hallastes vos ser bueno el
nombrar la soga en casa del ahorcado? A
musica de rebuznos ¿qué contrapunto se auia
de lleuar sino de varapalos? Y dad gracias a
Dios, Sancho, que ya que os santiguaron con
vn palo, no os hizieron el
# unit L latinphrase
per signum cruzis
# unit P text
con vn alfange.''

``No estoy para responder'', respondio
Sancho, ``porque me parece que hablo por las
espaldas; subamos y apartemonos de aqui, que
yo pondre silencio en mis rebuznos; pero no
puedo dexar de dezir que los caualleros
andantes huyen, y dexan a sus buenos
escuderos molidos como alheña o como cibera en
poder de sus enemigos.''

``No huye el que se retira'', respondio don
Quixote, ``porque has de saber, Sancho, que
la valentia que no se funda sobre la basa de
la prudencia se llama temeridad, y las hazañas
del temerario mas se atribuyen a la buena
fortuna que a su animo. Y, assi, yo confiesso que
me he retirado, pero no huydo, y en esto e
imitado a muchos valientes, que se han guardado
para tiempos mejores, y desto estan las
historias llenas, las quales, por no serte a ti de
prouecho ni a mi de gusto, no te las refiero
aora.''

En esto, ya estaua a cauallo Sancho, ayudado
de don Quixote, el qual assimismo subio
en Rozinante, y poco a poco se fueron a
emboscar en vna alameda que hasta vn quarto de
legua de alli se parecia. De quando en quando
daua Sancho vnos ayes profundissimos y vnos
gemidos dolorosos. Y, preguntandole don
Quixote la causa de tan amargo sentimiento,
respondio que desde la punta del espinazo hasta
la nuca del celebro le dolia de manera, que le
sacaua de sentido.

``La causa desse dolor deue de ser, sin duda'',
dixo don Quixote, ``que como era el palo con
que te dieron largo y tendido, te cogio todas
las espaldas, donde entran todas essas partes
que te duelen; y si mas te cogiera, mas te
doliera.''

``Por Dios'', dixo Sancho, ``que vuessa merced
me ha sacado de vna gran duda, y que me
la ha declarado por lindos terminos. ¡Cuerpo
de mi!, ¿tan encubierta estaua la causa de mi
dolor, que ha sido menester dezirme que me
duele todo todo aquello que alcançó el palo?
Si me dolieran los touillos, aun pudiera ser que
se anduuiera adiuinando el por qué me dolian;
pero dolerme lo que me molieron no es mucho
adiuinar. A la fe, señor nuestro amo, el mal
ageno de pelo cuelga, y cada dia voy
descubriendo tierra de lo poco que puedo esperar
de la compañia que con vuessa merced tengo,
porque si esta vez me ha dexado apalear, otra
y otras ciento bolueremos a los manteamientos
de marras y a otras muchacherias, que si
aora me han salido a las espaldas, despues
me saldran a los ojos. Harto mejor haria yo,
sino que soy vn barbaro y no hare nada que
bueno sea en toda mi vida, harto mejor haria
yo, bueluo a dezir, en boluerme a mi casa y a
mi muger y a mis hijos, y sustentarla y criarlos
con lo que Dios fuesse seruido de darme, y no
andarme tras vuessa merced por caminos sin
camino, y por sendas y carreras que no las
tienen, beuiendo mal y comiendo peor. Pues
¡tomadme el dormir! Contad, hermano escudero,
siete pies de tierra, y si quisieredes mas, tomad
otros tantos, que en vuestra mano está escudillar,
y tendeos a todo vuestro buen talante, que
quemado vea yo y hecho poluos al primero
que dio puntada en la andante caualleria, o, a
lo menos, al primero que quiso ser escudero
de tales tontos como deuieron ser todos los
caualleros andantes passados; de los presentes
no digo nada, que por ser vuessa merced vno
dellos los tengo respeto, y porque se que sabe
vuessa merced vn punto mas que el diablo en
quanto habla y en quanto piensa.''

``Haria yo vna buena apuesta con vos,
Sancho'', dixo don Quixote, ``que aora que vays
hablando, sin que nadie os vaya a la mano,
que no os duele nada en todo vuestro cuerpo.
Hablad, hijo mio, todo aquello que os viniere
al pensamiento y a la boca; que a trueco de
que a vos no os duela nada, tendre yo por gusto
el enfado que me dan vuestras impertinencias,
y si tanto desseays bolueros a vuestra
casa con vuestra muger y hijos, no permita
Dios que yo os lo impida; dineros teneys mios,
mirad quánto ha que esta tercera vez salimos
de nuestro pueblo, y mirad lo que podeys y
deueys ganar cada mes, y pagaos de vuestra
mano.''

``Quando yo seruia'', respondio Sancho, ``a
Tomé Carrasco, el padre del bachiller Sanson
Carrasco, que vuessa merced bien conoce, dos
ducados ganaua cada mes, amen de la comida;
con vuessa merced no se lo que puedo ganar,
puesto que se que tiene mas trabajo el escudero
del cauallero andante que el que sirue a
vn labrador; que, en resolucion, los que
seruimos a labradores, por mucho que trabajemos
de dia, por mal que suceda, a la noche
cenamos olla y dormimos en cama, en la qual no
he dormido despues que ha que siruo a vuessa
merced, si no ha sido el tiempo breue que
estuuimos en casa de don Diego de Miranda,
y la gira que tuue con la espuma que saqué de
las ollas de Camacho, y lo que comi y beui y
dormi en casa de Basilio; todo el otro tiempo
he dormido en la dura tierra al cielo abierto,
sugeto a lo que dizen inclemencias del cielo,
sustentandome con rajas de queso y mendrugos
de pan, y beuiendo aguas, ya de arroyos,
ya de fuentes, de las que encontramos por
essos andurriales donde andamos.''

``Confiesso'', dixo don Quixote, ``que todo lo
que dizes, Sancho, sea verdad; ¿quánto parece
que os deuo dar mas de lo que os daua Tomé
Carrasco?''

``A mi parecer'', dixo Sancho, ``con dos
reales mas que vuessa merced añadiesse cada
mes me tendria por bien pagado. Esto es quanto
al salario de mi trabajo; pero en quanto a
satisfazerme a la palabra y promessa que
vuessa merced me tiene hecha de darme el
gouierno de vna insula, seria justo que se me
añadiessen otros seys reales, que por todos
serian treynta.''

``Está muy bien'', replicó don Quixote ``y
conforme al salario que vos os aueis señalado,
25 dias ha que salimos de nuestro pueblo:
contad, Sancho, rata por cantidad y mirad lo
que os deuo, y pagaos, como os tengo dicho,
de vuestra mano.''

``¡O cuerpo de mi!'', dixo Sancho, ``que va
vuessa merced muy errado en esta cuenta,
porque en lo de la promessa de la insula se ha
de contar desde el dia que vuessa merced me
la prometio, hasta la presente hora en que
estamos.''

``Pues ¿qué tanto ha, Sancho, que os la
prometi?'', dixo don Quixote.

``Si yo mal no me acuerdo'', respondio Sancho,
``deue de auer mas de 20 años, tres dias
mas a menos.''

Diose don Quixote vna gran palmada en la
frente, y començo a reyr muy de gana, y
dixo:

``Pues no anduue yo en Sierra Morena, ni en
todo el discurso de nuestras salidas, sino dos
meses apenas, y ¿dizes, Sancho, que ha 20
años que te prometi la insula? Aora digo que
quieres que se consuma en tus salarios el
dinero que tienes mio, y si esto es assi y tu
gustas dello, desde aqui te lo doy y buen
prouecho te haga; que a trueco de verme sin tan
mal escudero, holgareme de quedarme pobre y
sin blanca. Pero dime, preuaricador de las
ordenanças escuderiles de la andante caualleria,
¿dónde has visto tu, o leydo, que ningun
escudero de cauallero andante se aya puesto con
su señor, en tanto mas quanto me aueis
de dar cada mes porque os sirua? Entrate,
entrate, malandrin, follon y vestiglo, que todo
lo pareces, entrate, digo, por el
# unit L latinphrase
mare magnum
# unit P text
de sus historias, y si hallares que algun
escudero aya dicho, ni pensado, lo que aqui has
dicho, quiero que me le claues en la frente, y,
por añadidura, me hagas quatro mamonas
selladas en mi rostro. Buelue las riendas, o el
cabestro, al ruzio, y bueluete a tu casa, porque
vn solo paso desde aqui no has de passar mas
adelante conmigo. ¡O pan mal conocido!;
¡o promessas mal colocadas!; ¡o hombre que
tiene mas de bestia que de persona! ¿Aora
quando yo pensaua ponerte en estado, y tal, que
a pesar de tu muger te llamaran señoria, te
despides? ¿Aora te vas, quando yo venia con
intencion firme y valedera de hazerte señor de la
mejor insula del mundo? En fin, como tu has
dicho otras vezes, no es la miel, etc.; asno eres,
y asno has de ser y en asno has de parar quando
se te acabe el curso de la vida, que para
mi tengo que antes llegará ella a su vltimo
termino que tu caygas y des en la cuenta de
que eres bestia.''

Miraua Sancho a don Quixote de en hito en
hito, en tanto que los tales vituperios le dezia;
y compungiose de manera, que le vinieron las
lagrimas a los ojos, y con voz dolorida y
enferma le dixo:

``Señor mio, yo confiesso que, para ser del
todo asno, no me falta mas de la cola; si
vuessa merced quiere ponermela, yo la dare por
bien puesta y le seruire como jumento todos
los dias que me quedan de mi vida. Vuessa
merced me perdone y se duela de mi mocedad,
y aduierta que se poco, y que si hablo
mucho, mas procede de enfermedad que de
malicia; mas quien yerra y se enmienda, a Dios
se encomienda.''

``Marauillarame yo, Sancho, si no mezclaras
algun refrancico en tu coloquio. Aora bien, yo
te perdono con que te emiendes y con que
no te muestres de aqui adelante tan amigo de
tu interes, sino que procures ensanchar el
coraçon y te alientes y animes a esperar el
cumplimiento de mis promessas, que, aunque se
tarda, no se impossibilita.''

Sancho respondio que si haria, aunque sacasse
fuerças de flaqueza. Con esto, se metieron
en la alameda, y don Quixote se acomodó al
pie de vn olmo y Sancho al de vna haya, que
estos tales arboles y otros sus semejantes
siempre tienen pies, y no manos. Sancho passó la
noche penosamente, porque el varapalo se
hazia mas sentir con el sereno. Don Quixote la
passó en sus continuas memorias, pero con
todo esso dieron los ojos al sueño, y al salir
del alua siguieron su camino buscando las
riberas del famoso Ebro, donde les sucedio lo
que se contará en el capitulo venidero.


## <p029>
# chapter  29 XXIX
# unit N chapternum
Capitulo XXIX
# unit T title
De la famosa auentura del barco encantado.
# unit P text
Por sus pasos contados y por contar, dos
dias despues que salieron de la alameda,
llegaron don Quixote y Sancho al rio Hebro, y el
verle fue de gran gusto a don Quixote, porque
contempló y miró en el la amenidad de sus
riberas, la claridad de sus aguas, el sossiego
de su curso y la abundancia de sus liquidos
cristales, cuya alegre vista renouo en su
memoria mil amorosos pensamientos; especialmente,
fue y vino en lo que auia visto en la
cueua de Montesinos, que, puesto que el mono
de maesse Pedro le auia dicho que parte de
aquellas cosas eran verdad y parte mentira, el
se atenia mas a las verdaderas que a las
mentirosas, bien al rebes de Sancho, que todas las
tenia por la mesma mentira.

Yendo, pues, desta manera, se le ofrecio a la
vista vn pequeño barco sin remos, ni otras
jarcias algunas, que estaua atado en la orilla a
vn tronco de vn arbol que en la ribera estaua.
Miró don Quixote a todas partes y no vio
persona alguna, y luego, sin mas ni mas se apeó
de Rozinante y mandó a Sancho que lo mesmo
hiziesse del ruzio, y que a entrambas bestias
las atasse muy bien, juntas, al tronco de vn
alamo o sauze que alli estaua. Preguntole
Sancho la causa de aquel subito apeamiento y
de aquel ligamiento. Respondio don Quixote:

``Has de saber, Sancho, que este barco que
aqui está, derechamente y sin poder ser otra
cosa en contrario, me está llamando y
combidando a que entre en el, y vaya en el a dar
socorro a algun cauallero o a otra necessitada
y principal persona, que deue de estar puesta
en alguna grande cuyta, porque este es estilo
de los libros de las historias cauallerescas y de
los encantadores que en ellas se entremeten
y platican: quando algun cauallero está puesto
en algun trabajo, que no puede ser librado del
sino por la mano de otro cauallero, puesto que
esten distantes el vno del otro dos o tres mil
leguas y aun mas, o le arrebatan en vna nube,
o le deparan vn barco donde se entre, y, en
menos de vn abrir y cerrar de ojos, le lleuan,
o por los ayres o por la mar, donde quieren
y adonde es menester su ayuda. Assi que, ¡o
Sancho!, este barco está puesto aqui para el
mesmo efecto, y esto es tan verdad como es
aora de dia, y antes que este se passe, ata
juntos al ruzio y a Rozinante, y a la mano de
Dios que nos guie; que no dexaré de embarcarme
si me lo pidiessen frayles descalços.''

``Pues assi es'', respondio Sancho, ``y vuessa
merced quiere dar a cada paso en estos que
no se si los llame disparates, no ay sino
obedecer y baxar la cabeça, atendiendo al refran:
haz lo que tu amo te manda y sientate con el
a la mesa. Pero con todo esto, por lo que toca
al descargo de mi conciencia, quiero aduertir
a vuessa merced que a mi me parece que
este tal barco no es de los encantados, sino
de algunos pescadores deste rio, porque en el
se pescan las mejores sabogas del mundo.''

Esto dezia mientras ataua las bestias
Sancho, dexandolas a la protecion y amparo de
los encantadores, con harto dolor de su anima.
Don Quixote le dixo que no tuuiesse pena del
desamparo de aquellos animales; que el que
los lleuaria a ellos por tan longinquos caminos
y regiones tendria cuenta de sustentarlos.

``No entiendo esso de logicuos'', dixo Sancho,
``ni he oydo tal vocablo en todos los dias
de mi vida.''

``Longinquos'', respondio don Quixote, ``quiere
dezir apartados, y no es marauilla que no lo
entiendas, que no estás tu obligado a saber
latin, como algunos que presumen que lo
saben, y lo ignoran.''

``Ya estan atados'', replicó Sancho; ``¿qué
hemos de hazer aora?''

``¿Qué?'', respondio don Quixote; ``santiguarnos
y leuar ferro, quiero dezir, embarcarnos
y cortar la amarra con que este barco está
atado.''

Y, dando vn salto en el, siguiendole Sancho,
cortó el cordel, y el barco se fue apartando
poco a poco de la ribera, y quando Sancho se
vio obra de dos varas dentro del rio, començo
a temblar, temiendo su perdicion; pero ninguna
cosa le dio mas pena que el oyr roznar al
ruzio y el ver que Rozinante pugnaua por
desatarse, y dixole a su señor:

``El ruzio rebuzna, condolido de nuestra
ausencia, y Rozinante procura ponerse en libertad
para arrojarse tras nosotros. ¡O carissimos
amigos, quedaos en paz, y la locura que nos
aparta de vosotros, conuertida en desengaño, nos
buelua a vuestra presencia!''

Y en esto, començo a llorar tan amargamente,
que don Quixote, mohino y colerico, le dixo:

``¿De qué temes, couarde criatura? ¿De qué
lloras, coraçon de mantequillas? ¿Quién te
persigue o quién te acosa, animo de raton casero,
o qué te falta, menesteroso en la mitad de
las entrañas de la abundancia? ¿Por dicha vas
caminando a pie y descalço por las montañas
rifeas, sino sentado en vna tabla como vn
archiduque, por el sesgo curso deste agradable
rio, de donde en breue espacio saldremos al
mar dilatado? Pero ya auemos de auer salido,
y caminado, por lo menos, setecientas o
ochocientas leguas, y si yo tuuiera aqui vn
astrolabio con que tomar la altura del polo,
yo te dixera las que hemos caminado, aunque,
o yo se poco, o ya hemos passado o passaremos
presto por la linea equinocial que diuide
y corta los dos contrapuestos polos en ygual
distancia.''

``Y quando lleguemos a essa leña que vuessa
merced dize'', preguntó Sancho, ``¿quánto
auremos caminado?''

``Mucho'', replicó don Quixote, ``porque de
trecientos y sesenta grados que contiene el
globo del agua y de la tierra, segun el
computo de Ptolomeo, que fue el mayor
cosmografo que se sabe, la mitad auremos
caminado, llegando a la linea que he dicho.''

``Por Dios'', dixo Sancho, ``que vuessa merced
me trae por testigo de lo que dize a vna gentil
persona, puto y gafo, con la añadidura de meon
o meo, o no se cómo.''

Riose don Quixote de la interpretacion que
Sancho auia dado al nombre y al computo y
cuenta del cosmografo Ptolomeo, y dixole:

``Sabras, Sancho, que los españoles y los
que se embarcan en Cadiz para yr a las Indias
Orientales, vna de las señales que tienen
para entender que han passado la linea equinocial
que te he dicho, es que a todos los que
van en el nauio se les mueren los piojos, sin
que les quede ninguno, ni en todo el vagel le
hallarán si le pesan a oro, y, assi, puedes,
Sancho, passear vna mano por vn muslo, y si
topares cosa viua, saldremos desta duda, y si no,
passado auemos.''

``Yo no creo nada desso'', respondio Sancho,
``pero con todo hare lo que vuessa merced me
manda, aunque no se para qué ay necessidad
de hazer essas experiencias, pues yo veo con
mis mismos ojos que no nos auemos apartado
de la ribera cinco varas, ni hemos decantado
de donde estan las alemañas dos varas, porque
alli estan Rozinante y el ruzio en el propio
lugar do los dexamos, y tomada la mira como
yo la tomo aora, voto a tal que no nos
mouemos ni andamos al paso de vna hormiga.''

``Haz, Sancho, la aueriguacion que te he dicho
y no te cures de otra, que tu no sabes qué cosa
sean coluros, lineas, paralelos, zodiacos, cliticas,
polos, solsticios, equinocios, planetas,
signos, puntos, medidas de que se compone la
esfera celeste y terrestre; que si todas estas
cosas supieras, o parte dellas, vieras
claramente qué de paralelos hemos cortado, qué de
signos visto y qué de imagines hemos dexado
atras y vamos dexando aora. Y tornote a dezir
que te tientes y pesques; que yo para mi tengo
que estás mas limpio que vn pliego de papel
liso y blanco.''

Tentose Sancho, y, llegando con la mano
bonitamente y con tiento hazia la corba
yzquierda, alçó la cabeça y miró a su amo, y dixo:

``O la experiencia es falsa, o no hemos
llegado adonde vuessa merced dize, ni con muchas
leguas.''

``Pues ¿qué?'', preguntó don Quixote; ``¿has
topado algo?''

``Y aun algos'', respondio Sancho.

Y, sacudiendose los dedos, se lauó toda la
mano en el rio, por el qual sossegadamente
se deslizaua el barco por mitad de la corriente,
sin que le mouiesse alguna inteligencia secreta
ni algun encantador escondido, sino el mismo
curso del agua, blando entonces y suaue.

En esto, descubrieron vnas grandes hazeñas
que en la mitad del rio estauan, y apenas las
huuo visto don Quixote, quando con voz alta
dixo a Sancho:

``¿Vees? Alli, ¡o amigo!, se descubre la ciudad,
castillo o fortaleza donde deue de estar algun
cauallero oprimido, o alguna reyna, infanta
o princessa malparada, para cuyo socorro soy
aqui traydo.''

``¿Qué diablos de ciudad, fortaleza o castillo,
dize vuessa merced, señor?'', dixo Sancho; ``¿no
echa de ver que aquellas son hazeñas que
estan en el rio, donde se muele el trigo?''

``Calla, Sancho'', dixo don Quixote, ``que
aunque parecen hazeñas, no lo son, y ya te he
dicho que todas las cosas trastruecan y mudan
de su ser natural los encantos; no quiero
dezir que las mudan de en vno en otro ser
realmente, sino que lo parece, como lo mostro
la experiencia en la transformacion de
Dulcinea, vnico refugio de mis esperanças.''

En esto, el barco, entrado en la mitad de la
corriente del rio, començo a caminar no tan
lentamente como hasta alli. Los molineros de
las hazeñas, que vieron venir aquel barco por
el rio y que se yua a embocar por el raudal de
las ruedas, salieron con presteza muchos dellos
con varas largas a detenerle, y como salian
enharinados y cubiertos los rostros y los
vestidos del poluo de la harina, representauan vna
mala vista; dauan vozes grandes, diziendo:

``¡Demonios de hombres! ¿Dónde vays?
¿Venis desesperados, que quereys ahogaros
y hazeros pedaços en estas ruedas?''

``¿No te dixe yo, Sancho'', dixo a esta sazon
don Quixote, ``que auiamos llegado donde he
de mostrar a do llega el valor de mi braço?
Mira qué de malandrines y follones me salen al
encuentro; mira quántos vestiglos se me
oponen; mira quántas feas cataduras nos hazen
cocos; pues ¡aora lo vereis, bellacos!''

Y, puesto en pie en el barco, con grandes
vozes començo a amenazar a los molineros,
diziendoles:

``¡Canalla maluada y peor aconsejada, dexad
en su libertad y libre aluedrio a la persona que
en essa vuestra fortaleza o prision teneis
oprimida, alta o baxa, de qualquiera suerte o
calidad que sea; que yo soy don Quixote de la
Mancha, llamado el Cauallero de los Leones
por otro nombre, a quien está reseruada por
orden de los altos cielos el dar fin felice a esta
auentura!''

Y, diziendo esto, echó mano a su espada y
començo a esgrimirla en el ayre contra los
molineros, los quales, oyendo y no entendiendo
aquellas sandezes, se pusieron con sus varas
a detener el barco que ya yua entrando en el
raudal y canal de las ruedas. Pusose Sancho
de rodillas, pidiendo deuotamente al cielo le
librasse de tan manifiesto peligro, como lo hizo
por la industria y presteza de los molineros,
que, oponiendose con sus palos al barco, le
detuuieron, pero no de manera, que dexassen de
trastornar el barco y dar con don Quixote y con
Sancho al traues en el agua; pero vinole bien a
don Quixote, que sabia nadar como vn ganso,
aunque el peso de las armas le lleuó al fondo
dos vezes, y si no fuera por los molineros,
que se arrojaron al agua y los sacaron como
en peso a entrambos, alli auia sido Troya para
los dos.

Puestos, pues, en tierra, mas mojados que
muertos de sed, Sancho, puesto de rodillas, las
manos juntas y los ojos clauados al cielo,
pidio a Dios con vna larga y deuota plegaria le
librasse de alli adelante de los atreuidos
desseos y acometimientos de su señor. Llegaron,
en esto, los pescadores dueños del barco, a
quien auian hecho pedaços las ruedas de las
hazeñas, y viendole roto, acometieron a
desnudar a Sancho y a pedir a don Quixote se lo
pagasse, el qual, con gran sossiego, como si no
huuiera passado nada por el, dixo a los
molineros y pescadores que el pagaria el barco de
bonissima gana, con condicion que le diessen
libre y sin cautela a la persona o personas que
en aquel castillo estauan oprimidas.

``¿Qué personas o qué castillo dize'',
respondio vno de los molineros, ``hombre sin
juyzio?; ¿quiereste lleuar, por ventura, las que
vienen a moler trigo a estas hazeñas?''

``Basta'', dixo entre si don Quixote, ``aqui sera
predicar en desierto querer reduzir a esta
canalla a que por ruegos haga virtud alguna. Y
en esta auentura se deuen de auer encontrado
dos valientes encantadores, y el vno estorua
lo que el otro intenta; el vno me deparó el
barco y el otro dio conmigo al traues. Dios lo
remedie; que todo este mundo es maquinas
y traças, contrarias vnas de otras. Yo no
puedo mas.''

Y, alçando la voz, prosiguio diziendo y
mirando a las hazeñas:

``Amigos, qualesquiera que seays, que en
essa prision quedays encerrados, perdonadme,
que por mi desgracia y por la vuestra yo no os
puedo sacar de vuestra cuyta; para otro
cauallero deue de estar guardada y reseruada esta
auentura.''

En diziendo esto, se concerto con los pescadores
y pagó por el barco 50 reales, que los dio
Sancho de muy mala gana, diziendo:

``A dos barcadas como esta(s), daremos con
todo el caudal al fondo.''

Los pescadores y molineros estauan admirados,
mirando aquellas dos figuras tan fuera
del vso, al parecer, de los otros hombres, y no
acabauan de entender a do se encaminauan las
razones y preguntas que don Quixote les dezia,
y, teniendolos por locos, les dexaron y se
recogieron a sus hazeñas, y los pescadores a sus
ranchos. Boluieron a sus bestias y a ser bestias,
don Quixote y Sancho; y este fin tuuo la
auentura del encantado barco.


## <p030>
# chapter  30 XXX
# unit N chapternum
Capitulo XXX
# unit T title
De lo que le auino a don Quixote con vna bella
caçadora.
# unit P text
Assaz melancolicos y de mal talante llegaron
a sus animales cauallero y escudero, especialmente
Sancho, a quien llegaua al alma llegar
al caudal del dinero, pareciendole que todo lo
que del se quitaua era quitarselo a el de las
niñas de sus ojos. Finalmente, sin hablarse
palabra, se pusieron a cauallo y se apartaron del
famoso rio, Don Quixote, sepultado en los
pensamientos de sus amores, y Sancho, en los de
su acrecentamiento, que por entonces le parecia
que estaua bien lexos de tenerle, porque
maguer era tonto, bien se le alcançaua que
las acciones de su amo, todas o las mas, eran
disparates, y buscaua ocasion de que, sin entrar
en cuentas ni en despedimientos con su señor,
vn dia se desgarrasse y se fuesse a su casa;
pero la fortuna ordenó las cosas muy al reues
de lo que el temia.

Sucedio, pues, que otro dia, al poner del sol,
y al salir de vna selua, tendio don Quixote la
vista por vn verde prado, y en lo vltimo del vio
gente, y, llegandose cerca, conocio que eran
caçadores de altaneria; llegose mas, y entre ellos
vio vna gallarda señora sobre vn palafren o
hacanea blanquissima, adornada de guarniciones
verdes y con vn sillon de plata. Venia la
señora assimismo vestida de verde, tan bizarra
y ricamente, que la misma bizarria venia
transformada en ella. En la mano yzquierda traia vn
azor, señal que dio a entender a don Quixote
ser aquella alguna gran señora, que deuia serlo
de todos aquellos caçadores, como era la
verdad, y, assi, dixo a Sancho:

``Corre, hijo Sancho, y di a aquella señora
del palafren y del azor, que yo, el Cauallero de
los Leones, besa las manos a su gran fermosura,
y que si su grandeza me da licencia, se las
yre a besar y a seruirla en quanto mis fuerças
pudieren y su alteza me mandare; y mira,
Sancho, cómo hablas, y ten cuenta de no encaxar
algun refran de los tuyos en tu embaxada.''

``Hallado os le aueis el encaxador'', respondio
Sancho. ``¡A mi con esso!; ¡si, que no es esta
la vez primera que he lleuado embaxadas a
altas y crecidas señoras en esta vida!''

``Si no fue la que lleuaste a la señora
Dulcinea'', replicó don Quixote, ``yo no se que ayas
lleuado otra, a lo menos, en mi poder.''

``Assi es verdad'', respondio Sancho, ``pero
al buen pagador no le duelen prendas, y en
casa llena presto se guisa la cena; quiero dezir
que a mi no ay que dezirme ni aduertirme de
nada; que para todo tengo y de todo se me
alcança vn poco.''

``Yo lo creo, Sancho'', dixo don Quixote; ``ve
en buena hora y Dios te guie.''

Partio Sancho de carrera, sacando de su paso
al ruzio, y llegó donde la bella caçadora estaua,
y apeandose, puesto ante ella de hinojos, le dixo:

``Hermosa señora: aquel cauallero que alli se
parece, llamado el Cauallero de los Leones, es
mi amo, y yo soy vn escudero suyo, a quien
llaman en su casa Sancho Pança; este tal
Cauallero de los Leones, que no ha mucho que se
llamaua el de la Triste Figura, embia por mi a
dezir a vuestra grandeza sea seruida de darle
licencia para que, con su proposito y
beneplacito y consentimiento, el venga a poner en
obra su desseo, que no es otro, segun el dize
y yo pienso, que de seruir a vuestra encumbrada
altaneria y fermosura; que en darsela
vuestra señoria hara cosa que redunde en su
pro, y el recibira señaladissima merced y
contento.''

``Por cierto, buen escudero'', respondio la
señora, ``vos aueys dado la embaxada vuestra
con todas aquellas circunstancias que las tales
embaxadas piden: leuantaos del suelo, que
escudero de tan gran cauallero como es el de la
Triste Figura, de quien ya tenemos aca mucha
noticia, no es justo que esté de hinojos;
leuantaos, amigo, y dezid a vuestro señor que venga
mucho en hora buena a seruirse de mi y del
duque, mi marido, en vna casa de plazer que
aqui tenemos.''

Leuantose Sancho, admirado assi de la
hermosura de la buena señora como de su mucha
criança y cortesia, y mas de lo que auia dicho
que tenia noticia de su señor el Cauallero de
la Triste Figura, y que si no le auia llamado
el de los Leones, deuia de ser por auersele
puesto tan nueuamente. Preguntole la
duquessa -- cuyo titulo aun no se sabe:

``Dezidme, hermano escudero, este vuestro
señor, ¿no es vno de quien anda impressa vna
historia que se llama del Ingenioso Hidalgo
don Quixote de la Mancha, que tiene por señora
de su alma a vna tal Dulcinea del Toboso?''

``El mesmo es, señora'', respondio Sancho,
``y aquel escudero suyo que anda, o deue de
andar, en la tal historia, a quien llaman Sancho
Pança, soy yo, si no es que me trocaron en la
cuna, quiero dezir, que me trocaron en la
estampa.''

``De todo esso me huelgo yo mucho'', dixo
la duquessa; ``yd, hermano Pança, y dezid a
vuestro señor que el sea el bien llegado y el
bien venido a mis estados, y que ninguna cosa
me pudiera venir que mas contento me diera.''

Sancho, con esta tan agradable respuesta,
con grandissimo gusto boluio a su amo, a
quien conto todo lo que la gran señora le auia
dicho, leuantando con sus rusticos terminos a
los cielos su mucha fermosura, su gran donayre
y cortesia. Don Quixote se gallardeó en
la silla; pusose bien en los estriuos, acomodose
la visera, arremetio a Rozinante y con gentil
denuedo fue a besar las manos a la duquessa;
la qual, haziendo llamar al duque, su marido,
le conto, en tanto que don Quixote llegaua,
toda la embaxada suya, y los dos, por auer
leydo la primera parte desta historia y auer
entendido por ella el disparatado humor de
don Quixote, con grandissimo gusto y con
desseo de conocerle, le atendian, con prosupuesto
de seguirle el humor y conceder con el
en quanto les dixesse, tratandole como a
cauallero andante los dias que con ellos se
detuuiesse, con todas las ceremonias acostumbradas
en los libros de cauallerias, que ellos auian
leydo, y aun les eran muy aficionados.

En esto, llegó don Quixote, alçada la visera,
y dando muestras de apearse, acudio Sancho
a tenerle el estriuo; pero fue tan desgraciado,
que al apearse del ruzio, se le assio vn pie en
vna soga del albarda, de tal modo, que no fue
possible desenredarle, antes quedó colgado
del, con la boca y los pechos en el suelo. Don
Quixote, que no tenia en costumbre apearse
sin que le tuuiessen el estriuo, pensando que
ya Sancho auia llegado a tenersele, descargó
de golpe el cuerpo y lleuose tras si la silla de
Rozinante, que deuia de estar mal cinchado, y
la silla y el vinieron al suelo, no sin verguença
suya y de muchas maldiciones que entre
dientes echó al desdichado de Sancho, que aun
todauia tenia el pie en la corma.

El duque mandó a sus caçadores que acudiessen
al cauallero y al escudero, los quales
leuantaron a don Quixote maltrecho de la
cayda, y, renqueando y como pudo, fue a hincar
las rodillas ante los dos señores; pero el
duque no lo consintio en ninguna manera;
antes, apeandose de su cauallo, fue a abraçar a
don Quixote, diziendole:

``A mi me pesa, señor Cauallero de la Triste
Figura, que la primera que vuessa merced ha
hecho en mi tierra aya sido tan mala como se
ha visto; pero descuydos de escuderos suelen
ser causa de otros peores sucessos.''

``El que yo he tenido en veros, valeroso
principe'', respondio don Quixote, ``es
impossible ser malo, aunque mi cayda no parara
hasta el profundo de los abismos, pues de alli
me leuantara y me sacara la gloria de aueros
visto. Mi escudero, que Dios maldiga, mejor
desata la lengua para dezir malicias que ata y
cincha vna silla para que esté firme; pero
como quiera que yo me halle, caydo o leuantado,
a pie o a cauallo, siempre estare al seruicio
vuestro y al de mi señora la duquessa,
digna consorte vuestra y digna señora de la
hermosura y vniuersal princessa de la
cortesia.''

``Pasito, mi señor don Quixote de la
Mancha'', dixo el duque; ``que adonde está mi
señora doña Dulcinea del Toboso, no es razon
que se alaben otras fermosuras.''

Ya estaua a esta sazon libre Sancho Pança
del lazo, y, hallandose alli cerca, antes que su
amo respondiesse, dixo:

``No se puede negar, sino afirmar, que es
muy hermosa mi señora Dulcinea del Toboso;
pero donde menos se piensa se leuanta la
liebre, que yo he oydo dezir que esto que llaman
naturaleza es como vn alcaller que haze vasos
de barro, y el que haze vn vaso hermoso tambien
puede hazer dos, y tres, y ciento; digolo,
porque mi señora la duquessa a fee que no
va en zaga a mi ama la señora Dulcinea del
Toboso.''

Boluiose don Quixote a la duquessa y dixo:

``Vuestra grandeza imagine que no tuuo
cauallero andante en el mundo escudero mas
hablador ni mas gracioso del que yo tengo, y
el me sacará verdadero si algunos dias quisiere
vuestra gran celsitud seruirse de mi.''

A lo que respondio la duquessa:

``De que Sancho el bueno sea gracioso lo
estimo yo en mucho, porque es señal que es
discreto; que las gracias y los donayres, señor
don Quixote, como vuessa merced bien sabe,
no assientan sobre ingenios torpes; y pues el
buen Sancho es gracioso y donayroso, desde
aqui le confirmo por discreto.''

``Y hablador'', añadio don Quixote.

``Tanto que mejor'', dixo el duque,
``porque muchas gracias no se pueden dezir con
pocas palabras; y porque no se nos vaya el
tiempo en ellas, venga el gran Cauallero de la
Triste Figura.''

``De los Leones ha de dezir vuestra alteza'',
dixo Sancho; ``que ya no ay Triste Figura ni
Figuro.''

``Sea el de los Leones'', prosiguio el duque:
``digo que venga el señor Cauallero de los
Leones a vn castillo mio que está aqui cerca,
donde se le hara el acogimiento que a tan alta
persona se deue justamente, y el que yo y la
duquessa solemos hazer a todos los
caualleros andantes que a el llegan.''

Ya en esto Sancho auia adereçado y cinchado
bien la silla a Rozinante, y, subiendo en
el don Quixote, y el duque en vn hermoso
cauallo, pusieron a la duquessa en medio y
encaminaron al castillo. Mandó la duquessa a
Sancho que fuesse junto a ella, porque gustaua
infinito de oyr sus discreciones. No se
hizo de rogar Sancho, y entretexiose entre los
tres y hizo quarto en la conuersacion, con gran
gusto de la duquessa y del duque, que tuuieron
a gran ventura acoger en su castillo tal
cauallero andante y tal escudero andado.


## <p031>
# chapter  31 XXXI
# unit N chapternum
Capitulo XXXI
# unit T title
Que trata de muchas y grandes cosas.
# unit P text
Suma era la alegria que lleuaua consigo
Sancho viendose, a su parecer, en priuança con
la duquessa, porque se le figuraua que auia
de hallar en su castillo lo que en la casa de
don Diego y en la de Basilio, siempre aficionado
a la buena vida, y, assi, tomaua la ocasion
por la melena en esto del regalarse cada y
quando que se le ofrecia.

Cuenta, pues, la historia, que antes que a la
casa de plazer o castillo llegassen, se
adelantó el duque y dio orden a todos sus criados
del modo que auian de tratar a don Quixote, el
qual como llegó con la duquessa a las puertas
del castillo, al instante salieron del dos lacayos
o palafreneros, vestidos hasta en pies de vnas
ropas que llaman de leuantar, de finissimo
raso carmesi, y, cogiendo a don Quixote en
braços, sin ser oydo ni visto, le dixeron:

``Vaya la vuestra grandeza a apear a mi
señora la duquessa.''

Don Quixote lo hizo, y huuo grandes
comedimientos entre los dos sobre el caso; pero, en
efecto, vencio la porfia de la duquessa y no
quiso decender o baxar del palafren sino en
los braços del duque, diziendo que no se
hallaua digna de dar a tan gran cauallero tan
inutil carga. En fin, salio el duque a apearla,
y al entrar en vn gran patio, llegaron dos
hermosas donzellas y echaron sobre los ombros a
don Quixote vn gran manto de finissima escarlata,
y en vn instante se coronaron todos los
corredores del patio de criados y criadas de
aquellos señores, diziendo a grandes vozes:

``Bien sea venido la flor y la nata de los
caualleros andantes.''

Y todos, o los mas, derramauan pomos de
aguas olorosas sobre don Quixote y sobre los
duques, de todo lo qual se admiraua don Quixote,
y aquel fue el primer dia que de todo en
todo conocio y creyo ser cauallero andante
verdadero, y no fantastico, viendose tratar del
mesmo modo que el auia leydo se tratauan los
tales caualleros en los passados siglos.

Sancho, desamparando al ruzio, se cosio con
la duquessa y se entró en el castillo, y,
remordiendole la conciencia de que dexaua al
jumento solo, se llegó a vna reuerenda dueña,
que con otras a recebir a la duquessa auia
salido, y con voz baxa le dixo:

``Señora Gonçalez, o como es su gracia de
vuessa merced ...''

``Doña Rodriguez de Grijalua me llamo'',
respondio la dueña; ``¿qué es lo que mandays,
hermano?''

A lo que respondio Sancho:

``Querria que vuessa merced me la hiziesse
de salir a la puerta del castillo, donde hallará
vn asno ruzio mio; vuessa merced sea seruida
de mandarle poner, o ponerle, en la caualleriza,
porque el pobrezito es vn poco medroso, y no
se hallará a estar solo, en ninguna de las
maneras.''

``Si tan discreto es el amo como el moço'',
respondio la dueña, ``medradas estamos.
Andad, hermano, mucho de enhoramala para vos
y para quien aca os truxo, y tened cuenta con
vuestro jumento, que las dueñas desta casa
no estamos acostumbradas a semejantes
haziendas.''

``Pues en verdad'', respondio Sancho, ``que
he oydo yo dezir a mi señor, que es zahori de
las historias, contando aquella de Lanzarote: ÷
# unit Q spanishverse
Quando de Bretaña vino, ÷
que damas curauan del, ÷
y dueñas del su rozino; ÷
# unit P text
y que en el particular de mi asno, que no le
trocara yo con el rozin del señor Lanzarote.''

``Hermano, si soys juglar'', replicó la dueña,
``guardad vuestras gracias para donde lo
parezcan y se os paguen; que de mi no podreys
lleuar sino vna higa.''

``Aun bien'', respondio Sancho, ``que sera
bien madura, pues no perdera vuessa merced
la quinola de sus años por punto menos.''

``Hijo de puta'', dixo la dueña, toda ya encendida
en colera, ``si soy vieja o no, a Dios
dare la cuenta, que no a vos, vellaco harto de
ajos.''

Y esto dixo en voz tan alta, que lo oyo la
duquessa, y, boluiendo y viendo a la dueña tan
alborotada y tan encarnizados los ojos, le
preguntó con quién las auia.

``Aqui las he'', respondio la dueña, ``con este
buen hombre que me ha pedido encarecidamente
que vaya a poner en la caualleriza a vn
asno suyo que está a la puerta del castillo,
trayendome por exemplo que assi lo hizieron
no se dónde, que vnas damas curaron a vn tal
Lanzarote, y vnas dueñas a su rozino, y, sobre
todo, por buen termino me ha llamado vieja.''

``Esso tuuiera yo por afrenta'', respondio
la duquessa, ``mas que quantas pudieran
dezirme.''

Y, hablando con Sancho, le dixo:

``Aduertid, Sancho amigo, que doña Rodriguez
es muy moça, y que aquellas tocas mas
las trae por autoridad y por la vsança, que por
los años.''

``Malos sean los que me quedan por viuir'',
respondio Sancho, ``si lo dixe por tanto; solo
lo dixe porque es tan grande el cariño que
tengo a mi jumento, que me parecio que no
podia encomendarle a persona mas caritatiua
que a la señora doña Rodriguez.''

Don Quixote, que todo lo oia, le dixo:

``¿Platicas son estas, Sancho, para este lugar?''

``Señor'', respondio Sancho, ``cada vno ha
de hablar de su menester donde quiera que
estuuiere. Aqui se me acordo del ruzio y aqui
hablé del, y si en la caualleriza se me acordara,
alli hablara.''

A lo que dixo el duque:

``Sancho está muy en lo cierto y no ay que
culparle en nada; al ruzio se le dara recado
a pedir de boca, y descuyde Sancho; que se le
tratará como a su mesma persona.''

Con estos razonamientos, gustosos a todos,
sino a don Quixote, llegaron a lo alto, y
entraron a don Quixote en vna sala adornada de
telas riquissimas de oro y de brocado; seys
donzellas le desarmaron y siruieron de pages,
todas industriadas y aduertidas del duque y de
la duquessa de lo que auian de hazer, y de
cómo auian de tratar a don Quixote para que
imaginasse y viesse que le tratauan como
cauallero andante. Quedó don Quixote, despues
de desarmado, en sus estrechos greguescos
y en su jubon de camuza, seco, alto, tendido,
con las quixadas, que por de dentro se besaua
la vna con la otra: figura que, a no tener cuenta
las donzellas que le seruian con dissimular
la risa, que fue vna de las precisas ordenes que
sus señores les auian dado, rebentaran riendo.

Pidieronle que se dexasse desnudar para
vna camisa; pero nunca lo consintio, diziendo
que la honestidad parecia tan bien en los
caualleros andantes como la valentia. Con todo,
dixo que diessen la camisa a Sancho, y,
encerrandose con el en vna quadra donde estaua
vn rico lecho, se desnudó y vistio la camisa, y
viendose solo con Sancho, le dixo:

``Dime, truhan moderno y majadero antiguo,
¿parecete bien deshonrar y afrentar a vna
dueña tan veneranda y tan digna de respeto como
aquella? ¿Tiempos eran aquellos para acordarte
del ruzio? ¿O señores son estos para dexar
mal passar a las bestias, tratando tan
elegantemente a sus dueños? Por quien Dios es,
Sancho, que te reportes y que no descubras la
hilaza de manera, que caygan en la cuenta de
que eres de villana y grossera tela texido. Mira,
pecador de ti, que en tanto mas es tenido el
señor, quanto tiene mas honrados y bien nacidos
criados, y que vna de las ventajas mayores
que lleuan los principes a los demas hombres
es que se siruen de criados tan buenos como
ellos. ¿No aduiertes, angustiado de ti y mal
auenturado de mi, que si veen que tu eres vn
grossero villano o vn mentecato gracioso,
pensarán que yo soy algun echacueruos o algun
cauallero de mohatra? No, no, Sancho amigo;
huye, huye destos inconuinientes; que quien
tropieça en hablador y en gracioso, al primer
puntapie cae y da en truhan desgraciado; enfrena
la lengua, considera y rumia las palabras
antes que te salgan de la boca, y aduierte
que hemos llegado a parte donde, con el fauor
de Dios y valor de mi braço, hemos de salir
mejorados en tercio y quinto, en fama y en
hazienda.''

Sancho le prometio, con muchas veras, de
coserse la boca o morderse la lengua antes de
hablar palabra que no fuesse muy a proposito
y bien considerada, como el se lo mandaua,
y que descuydasse acerca de lo tal; que nunca
por el se descubriria quién ellos eran. Vistiose
don Quixote, pusose su tahali con su espada,
echose el manton de escarlata a cuestas, pusose
vna montera de raso verde que las donzellas
le dieron, y con este adorno salio a la gran
sala, adonde halló a las donzellas puestas en
ala, tantas a vna parte como a otra, y todas
con adereço de darle aguamanos, la qual
le dieron con muchas reuerencias y ceremonias.

Luego llegaron doze pages con el maestresala
para lleuarle a comer, que ya los señores
le aguardauan. Cogieronle en medio, y lleno
de pompa y magestad, le lleuaron a otra sala
donde estaua puesta vna rica mesa con solos
quatro seruicios; la duquessa y el duque salieron
a la puerta de la sala a recebirle, y con ellos
vn graue eclesiastico destos que gouiernan las
casas de los principes; destos que, como no
nacen principes, no aciertan a enseñar cómo
lo han de ser los que lo son; destos que
quieren que la grandeza de los grandes se mida
con la estrecheza de sus animos; destos que
queriendo mostrar a los que ellos gouiernan a
ser limitados, les hazen ser miserables; destos
tales, digo, que deuia de ser el graue religioso
que con los duques salio a recebir a don
Quixote. Hizieronse mil corteses comedimientos,
y, finalmente, cogiendo a don Quixote en
medio, se fueron assentar a la mesa.

Combidó el duque a don Quixote con la
cabecera de la mesa, y aunque el lo reusó, las
importunaciones del duque fueron tantas, que
la huuo de tomar. El eclesiastico se sento
frontero, y el duque y la duquessa a los dos lados.
A todo estaua presente Sancho, embobado y
atonito de ver la honra que a su señor aquellos
principes le hazian, y, viendo las muchas
ceremonias y ruegos que passaron entre el duque y
don Quixote para hazerle sentar a la cabecera
de la mesa, dixo:

``Si sus mercedes me dan licencia, les contaré
vn cuento que passó en mi pueblo, acerca
desto de los assientos.''

Apenas huuo dicho esto Sancho, quando don
Quixote temblo, creyendo, sin duda alguna, que
auia de dezir alguna necedad. Mirole Sancho
y entendiole, y dixo:

``No tema vuessa merced, señor mio, que yo
me desmande ni que diga cosa que no venga
muy a pelo; que no se me han oluidado los
consejos que poco ha vuessa merced me dio
sobre el hablar mucho o poco, o bien o mal.''

``Yo no me acuerdo de nada, Sancho'', respondio
don Quixote; ``di lo que quisieres, como
lo digas presto.''

``Pues lo que quiero dezir'', dixo Sancho, ``es
tan verdad, que mi señor don Quixote, que está
presente, no me dexará mentir.''

``Por mi'', replicó don Quixote, ``miente tu,
Sancho, quanto quisieres, que yo no te yre a la
mano; pero mira lo que vas a dezir.''

``Tan mirado y remirado lo tengo, que a buen
saluo está el que repica, como se vera por la
obra.''

``Bien sera'', dixo don Quixote, ``que
vuestras grandezas manden echar de aqui a este
tonto, que dira mil patochadas.''

``Por vida del duque'', dixo la duquessa, ``que
no se ha de apartar de mi Sancho vn punto;
quierole yo mucho, porque se que es muy
discreto.''

``Discretos dias'', dixo Sancho, ``viua vuestra
santidad por el buen credito que de mi tiene,
aunque en mi no lo aya. Y el cuento que quiero
dezir es este. Combidó (a) vn hidalgo de mi
pueblo, muy rico y principal, porque venia de
los Alamos de Medina del Campo, que casó con
doña Mencia de Quiñones, que fue hija de don
Alonso de Marañon, cauallero del habito de
Santiago, que se ahogó en la Herradura, por
quien huuo aquella pendencia años ha en nuestro
lugar, que a lo que entiendo, mi señor don
Quixote se halló en ella, de donde salio herido
Tomasillo el Trabieso, el hijo de Baluastro el
herrero. ¿No es verdad todo esto, señor nuestro
amo? Digalo por su vida, porque estos señores
no me tengan por algun hablador mentiroso.''

``Hasta aora'', dixo el eclesiastico, ``mas os
tengo por hablador que por mentiroso; pero de
aqui adelante no se por lo que os tendre.''

``Tu das tantos testigos, Sancho, y tantas
señas, que no puedo dexar de dezir que deues
de dezir verdad; passa adelante y acorta el
cuento, porque lleuas camino de no acabar en
dos dias.''

``No ha de acortar tal'', dixo la duquessa,
``por hazerme a mi plazer; antes le ha de
contar de la manera que le sabe, aunque no le
acabe en seys dias; que si tantos fuessen, serian
para mi los mejores que huuiesse lleuado en
mi vida.''

``Digo, pues, señores mios'', prosiguio Sancho,
``que este tal hidalgo, que yo conozco como
a mis manos, porque no ay de mi casa a la suya
vn tiro de ballesta, combidó vn labrador
pobre, pero honrado.''

``Adelante, hermano'', dixo a esta sazon el
religioso; ``que camino lleuays de no parar con
vuestro cuento hasta el otro mundo.''

``A menos de la mitad pararé, si Dios fuere
seruido'', respondio Sancho; ``y, assi, digo, que
llegando el tal labrador a casa del dicho
hidalgo combidador, que buen poso aya su
anima, que ya es muerto, y por mas señas
dizen que hizo vna muerte de vn angel, que yo
no me hallé presente, que auia ydo por aquel
tiempo a segar a Tembleque...''

``Por vida vuestra, hijo, que boluays presto
de Tembleque, y que sin enterrar al hidalgo,
si no quereis hazer mas exequias, acabeis
vuestro cuento.''

``Es pues, el caso'', replicó Sancho, ``que
estando los dos para assentarse a la mesa, que
parece que aora los veo mas que nunca...''

Gran gusto recebian los duques del disgusto
que mostraua tomar el buen religioso de la
dilacion y pausas con que Sancho contaua su
cuento, y don Quixote se estaua consumiendo
en colera y en rabia.

``Digo, assi'', dixo Sancho, ``que estando
como he dicho los dos para sentarse a la mesa,
el labrador porfiaua con el hidalgo que tomasse
la cabecera de la mesa, y el hidalgo porfiaua
tambien que el labrador la tomasse, porque en
su casa se auia de hazer lo que el mandasse;
pero el labrador, que presumia de cortés y bien
criado, jamas quiso, hasta que el hidalgo,
mohino, poniendole ambas manos sobre los ombros,
le hizo sentar por fuerça, diziendole: «Sentaos,
majagranzas; que adonde quiera que yo me
siente sera vuestra cabecera.» Y este es el
cuento, y en verdad que creo que no ha sido
aqui traydo fuera de proposito.''

Pusose don Quixote de mil colores, que sobre
lo moreno le jaspeauan y se le parecian; los
señores dissimularon la risa, porque don
Quixote no acabase de correrse, auiendo
entendido la malicia de Sancho, y por mudar de
platica y hazer que Sancho no prosiguiesse con
otros disparates, preguntó la duquessa a don
Quixote que qué nueuas tenia de la señora
Dulcinea, y que si le auia embiado aquellos dias
algunos presentes de gigantes o malandrines,
pues no podia dexar de auer vencido muchos.

A lo que don Quixote respondio:

``Señora mia, mis desgracias, aunque
tuuieron principio, nunca tendran fin; gigantes he
vencido, y follones y malandrines le he embiado;
pero ¿adónde la auian de hallar, si está
encantada y buelta en la mas fea labradora que
imaginar se puede?''

``No se'', dixo Sancho Pança; ``a mi me parece
la mas hermosa criatura del mundo; a lo
menos, en la ligereza y en el brincar, bien se yo
que no dara ella la ventaja a vn bolteador; a
buena fe, señora duquessa, assi salta desde el
suelo sobre vna borrica como si fuera vn gato.''

``¿Aueisla visto vos encantada, Sancho?'',
preguntó el duque.

``Y ¡cómo si la he visto!'', respondio Sancho.
``Pues ¿quién diablos, sino yo, fue el primero
que cayo en el achaque del encantorio? Tan
encantada está como mi padre.''

El eclesiastico, que oyo dezir de gigantes, de
follones y de encantos, cayo en la cuenta de
que aquel deuia de ser don Quixote de la Mancha,
cuya historia leya el duque de ordinario, y
el se lo auia reprehendido muchas vezes,
diziendole que era disparate leer tales
disparates, y enterandose ser verdad lo que el
sospechaua, con mucha colera, hablando con el
duque, le dixo:

``Vuestra excelencia, señor mio, tiene que
dar cuenta a nuestro Señor de lo que haze este
buen hombre. Este don Quixote, o don Tonto, o
como se llama, imagino yo que no deue de ser
tan mentecato como vuestra excelencia quiere
que sea, dandole ocasiones a la mano para que
lleue adelante sus sandezes y vaziedades.''

Y, boluiendo la platica a don Quixote, le dixo:

``Y a vos, alma de cantaro, ¿quién os ha
encaxado en el celebro que soys cauallero
andante y que venceys gigantes y prendeys
malandrines? Andad en hora buena, y en tal se os
diga: bolueos a vuestra casa y criad vuestros
hijos si los teneys, y curad de vuestra hazienda,
y dexad de andar vagando por el mundo,
papando viento y dando que reyr a quantos os
conocen y no conocen. ¿En dónde, ¡nora tal!,
aueys vos hallado que huuo ni ay aora caualleros
andantes? ¿Dónde ay gigantes en España o
malandrines en la Mancha, ni Dulcineas encantadas,
ni toda la caterua de las simplicidades
que de vos se cuentan?''

Atento estuuo don Quixote a las razones de
aquel venerable varon, y, viendo que ya
callaua, sin guardar respeto a los duques, con
semblante ayrado y alborotado rostro, se puso en
pie y dixo... Pero esta respuesta capitulo por si
merece.


## <p032>
# chapter  32 XXXII
# unit N chapternum
Capitulo XXXII
# unit T title
De la respuesta que dio don Quixote a su
reprehensor, con otros graues y graciosos
sucessos.
# unit P text
Leuantado, pues, en pie don Quixote,
temblando de los pies a la cabeça como azogado,
con presurosa y turbada lengua dixo:

``El lugar donde estoy y la presencia ante
quien me hallo, y el respeto que siempre tuue
y tengo al estado que vuessa merced professa,
tienen y atan las manos de mi justo enojo; y
assi por lo que he dicho como por saber que
saben todos que las armas de los togados son
las mesmas que las de la muger, que son la
lengua, entraré con la mia en ygual batalla
con vuessa merced, de quien se deuia esperar
antes buenos consejos que infames vituperios;
las reprehensiones santas y bien intencionadas
otras circunstancias requieren y otros puntos
piden. A lo menos, el auerme reprehendido en
publico, y tan asperamente, ha passado todos
los limites de la buena reprehension, pues las
primeras mejor assientan sobre la blandura que
sobre la aspereza, y no es bien, que sin tener
conocimiento del pecado que se reprehende,
llamar al pecador sin mas ni mas mentecato
y tonto. Si no, digame vuessa merced, ¿por
quál de las mentecaterias que en mi ha visto
me condena y vitupera, y me manda que me
vaya a mi casa a tener cuenta en el gouierno
della y de mi muger y de mis hijos, sin saber
si la tengo o los tengo? ¿No ay mas sino a
troche moche entrarse por las casas agenas a
gouernar sus dueños, y, auiendose criado algunos
en la estrecheza de algun pupilage, sin auer
visto mas mundo que el que puede contenerse
en veynte o treynta leguas de distrito, meterse
de rondon a dar leyes a la caualleria y a juzgar
de los caualleros andantes? ¿Por ventura es
asumpto vano, o es tiempo mal gastado el que
se gasta en vagar por el mundo, no buscando
los regalos del, sino las asperezas por donde
los buenos suben al assiento de la inmortalidad?
Si me tuuieran por tonto los caualleros,
los magnificos, los generosos, los altamente
nacidos, tuuieralo por afrenta inreparable; pero
de que me tengan por sandio los estudiantes,
que nunca entraron ni pisaron las sendas de la
caualleria, no se me da vn ardite: cauallero soy
y cauallero he de morir si plaze al Altissimo.

''Vnos van por el ancho campo de la ambicion
soberuia, otros por el de la adulacion seruil y
baxa, otros por el de la hipocresia engañosa y
algunos por el de la verdadera religion; pero
yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta
senda de la caualleria andante, por cuyo
exercicio desprecio la hazienda, pero no la honra;
yo he satisfecho agrauios, enderezado tuertos,
castigado insolencias, vencido gigantes y
atropellado vestiglos; yo soy enamorado, no mas
de porque es forçoso que los caualleros andantes
lo sean, y siendolo, no soy de los enamorados
viciosos, sino de los platonicos continentes.
Mis intenciones siempre las enderezo a buenos
fines, que son de hazer bien a todos y mal a
ninguno; si el que esto entiende, si el que esto
obra, si el que desto trata merece ser llamado
bobo, diganlo vuestras grandezas, duque y
duquessa excelentes.''

``Bien, por Dios'', dixo Sancho; ``no diga mas
vuessa merced, señor y amo mio, en su abono,
porque no ay mas que dezir, ni mas que pensar,
ni mas que perseuerar en el mundo; y mas,
que negando este señor, como ha negado, que
no ha auido en el mundo ni los ay, caualleros
andantes, ¿qué mucho que no sepa ninguna de
las cosas que ha dicho?''

``Por ventura'', dixo el eclesiastico, ``¿soys
vos, hermano, aquel Sancho Pança que dizen,
a quien vuestro amo tiene prometida vna
insula?''

``Si soy'', respondio Sancho, ``y soy quien
la merece tambien como otro qualquiera; soy
quien juntate a los buenos y seras vno dellos,
y soy yo de aquellos no con quien naces sino
con quien paces, y de los quien a buen arbol
se arrima buena sombra le cobija; yo me he
arrimado a buen señor, y ha muchos meses
que ando en su compañia y he de ser otro
como el, Dios queriendo; y viua el y viua yo,
que ni a el le faltarán imperios que mandar,
ni a mi insulas que gouernar.''

``No, por cierto, Sancho amigo'', dixo a esta
sazon el duque; ``que yo, en nombre del señor
don Quixote, os mando el gouierno de vna que
tengo de nones, de no pequeña calidad.''

``Hincate de rrodillas, Sancho'', dixo don
Quixote, ``y besa los pies a su excelencia, por
la merced que te ha hecho.''

Hizolo assi Sancho. Lo qual visto por el
eclesiastico, se leuantó de la mesa mohino
a demas, diziendo:

``Por el habito que tengo, que estoy por
dezir que es tan sandio vuestra excelencia como
estos pecadores; mirad si no han de ser ellos
locos, pues los cuerdos canonizan sus locuras;
quedese vuestra excelencia con ellos; que en
tanto que estuuieren en casa, me estare yo en
la mia, y me escusaré de reprehender lo que
no puedo remediar.''

Y, sin dezir mas, ni comer mas, se fue, sin
que fuessen parte a detenerle los ruegos de
los duques, aunque el duque no le dixo mucho,
impedido de la risa que su impertinente colera
le auia causado. Acabó de reyr, y dixo a don
Quixote:

``Vuessa merced, señor Cauallero de los
Leones, ha respondido por si tan altamente, que
no le queda cosa por satisfazer deste, que
aunque parece agrauio, no lo es en ninguna
manera, porque assi como no agrauian las mugeres,
no agrauian los eclesiasticos, como vuessa
merced mejor sabe.''

``Assi es'', respondio don Quixote, ``y la
causa es que el que no puede ser agrauiado, no
puede agrauiar a nadie. Las mugeres, los niños
y los eclesiasticos, como no pueden defenderse,
aunque sean ofendidos, no pueden ser afrentados,
porque entre el agrauio y la afrenta ay
esta diferencia, como mejor vuestra excelencia
sabe. La afrenta viene de parte de quien la
puede hazer y la haze y la sustenta; el agrauio
puede venir de qualquier parte sin que afrente.
Sea exemplo: está vno en la calle descuydado,
llegan diez con mano armada, y, dandole de
palos, pone mano a la espada y haze su deuer;
pero la muchedumbre de los contrarios se le
opone y no le dexa salir con su intencion,
que es de vengarse; este tal queda agrauiado,
pero no afrentado, y lo mesmo confirmará otro
exemplo: está vno buelto de espaldas, llega
otro y dale de palos, y en dandoselos huye y
no espera, y el otro le sigue y no alcança; este
que recibio los palos, recibio agrauio, mas no
afrenta, porque la afrenta ha de ser sustentada.
Si el que le dio los palos, aunque se los
dio a hurta cordel, pusiera mano a su espada
y se estuuiera quedo haziendo rostro a su
enemigo, quedara el apaleado agrauiado y
afrentado juntamente; agrauiado, porque le dieron
a traycion; afrentado, porque el que le dio
sustentó lo que auia hecho, sin boluer las
espaldas y a pie quedo. Y, assi, segun las leyes
del maldito duelo, yo puedo estar agrauiado,
mas no afrentado, porque los niños no sienten,
ni las mugeres, ni pueden huyr, ni tienen para
que esperar, y lo mesmo los constituydos en
la sacra religion, porque estos tres generos de
gente carecen de armas ofensiuas y defensiuas,
y, assi, aunque naturalmente esten obligados a
defenderse, no lo estan para ofender a nadie,
y aunque poco ha dixe que yo podia estar
agrauiado, agora digo que no, en ninguna
manera, porque quien no puede recebir afrenta,
menos la puede dar; por las quales razones yo
no deuo sentir, ni siento, las que aquel buen
hombre me ha dicho; solo quisiera que esperara
algun poco para darle a entender en el
error en que está en pensar y dezir que no
ha auido, ni los ay, caualleros andantes en el
mundo; que si lo tal oyera Amadis, o vno de
los infinitos de su linage, yo se que no le fuera
bien a su merced.''

``Esso juro yo bien'', dixo Sancho; ``cuchillada
le huuieran dado, que le abrieran de arriba
abaxo como vna granada o como a vn melon
muy maduro. ¡Bonitos eran ellos para sufrir
semejantes cosquillas! Para mi santiguada que
tengo por cierto que si Reynaldos de Montaluan
huuiera oydo estas razones al hombrecito,
tapaboca le huuiera dado que no hablara mas
en tres años; ¡no sino tomarase con ellos, y
viera cómo escapaua de sus manos!''

Perecia de risa la duquessa en oyendo
hablar a Sancho, y en su opinion le tenia por
mas gracioso y por mas loco que a su amo,
y muchos huuo en aquel tiempo que fueron
deste mismo parecer. Finalmente, don Quixote
se sossego y la comida se acabó, y, en
leuantando los manteles, llegaron quatro
donzellas: la vna, con vna fuente de plata, y la
otra, con vn aguamanil assimismo de plata, y
la otra, con dos blanquissimas y riquissimas
toallas al ombro, y la quarta, descubiertos los
braços hasta la mitad, y en sus blancas manos,
que sin duda eran blancas, vna redonda pella
de xauon napolitano. Llegó la de la fuente, y
con gentil donayre y desemboltura encaxó la
fuente debaxo de la barba de don Quixote; el
qual, sin hablar palabra, admirado de semejante
ceremonia, creyendo que deuia ser vsança
de aquella tierra en lugar de las manos
lauar las barbas, (y) assi tendio la suya todo
quanto pudo, y al mismo punto començo a llouer
el aguamanil, y la donzella del xauon le
manoseó las barbas con mucha priessa,
leuantando copos de nieue, que no eran menos
blancas las xauonaduras, no solo por las barbas,
mas por todo el rostro y por los ojos del
obediente cauallero, tanto que se los hizieron
cerrar por fuerça.

El duque y la duquessa, que de nada desto
eran sabidores, estauan esperando en que
auia de parar tan extraordinario lauatorio.
La donzella barbera, quando le tuuo con vn
palmo de xauonadura, fingio que se le auia
acabado el agua, y mandó a la del aguamanil
fuesse por ella; que el señor don Quixote
esperaria. Hizolo assi, y quedó don Quixote con
la mas estraña figura y mas para hazer reyr
que se pudiera imaginar. Mirauanle todos los
que presentes estauan, que eran muchos, y
como le veian con media vara de cuello, mas
que medianamente moreno, los ojos cerrados
y las barbas llenas de xauon, fue gran
marauilla y mucha discrecion poder dissimular la
risa; las donzellas de la burla tenian los ojos
baxos, sin osar mirar a sus señores; a ellos les
retozaua la colera y la risa en el cuerpo, y no
sabian a qué acudir: o a castigar el atreuimiento
de las muchachas, o darles premio por el gusto
que recibian de ver a don Quixote de aquella
suerte.

Finalmente, la donzella del aguamanil vino
y acabaron de lauar a don Quixote, y luego la
que traia las toallas le limpió y le enxugó muy
reposadamente, y, haziendole todas quatro a
la par vna grande y profunda inclinacion y
reuerencia, se querian yr, pero el duque, porque
don Quixote no cayesse en la burla, llamó a la
donzella de la fuente, diziendole:

``Venid y lauadme a mi, y mirad que no se
os acabe el agua.''

La muchacha, aguda y diligente, llegó y
puso la fuente al duque como a don Quixote,
y, dandose prisa, le lauaron y xauonaron muy
bien, y, dexandole enxuto y limpio, haziendo
reuerencias se fueron; despues se supo que
auia jurado el duque que si a el no le lauaran
como a don Quixote auia de castigar su
desemboltura, lo qual auian enmendado
discretamente con auerle a el xauonado.

Estaua atento Sancho a las ceremonias de
aquel lauatorio y dixo entre si:

``¡Valame Dios! ¿Si sera tambien vsança en
esta tierra lauar las barbas a los escuderos
como a los caualleros? Porque en Dios y en mi
anima que lo he bien menester, y aun que
si me las rapassen a nauaja, lo tendria a
mas beneficio.''

``¿Qué dezis entre vos, Sancho?'', preguntó
la duquessa.

``Digo, señora'', respondio el, ``que en las
cortes de los otros principes siempre he oydo
dezir que en leuantando los manteles dan
agua a las manos, pero no lexia a las barbas;
y que por esso es bueno viuir mucho por ver
mucho, aunque tambien dizen que el que larga
vida viue mucho mal ha de passar, puesto que
passar por vn lauatorio de estos antes es gusto
que trabajo.''

``No tengais pena, amigo Sancho'', dixo la
duquessa, ``que yo haré que mis donzellas os
lauen, y aun os metan en colada, si fuere
menester.''

``Con las barbas me contento'', respondio
Sancho, ``por aora, a lo menos; que andando
el tiempo, Dios dixo lo que sera.''

``Mirad, maestresala'', dixo la duquessa, ``lo
que el buen Sancho pide, y cumplidle su
voluntad al pie de la letra.''

El maestresala respondio que en todo seria
seruido el señor Sancho, y, con esto, se fue a
comer y lleuó consigo a Sancho, quedandose
a la mesa los duques y don Quixote, hablando
en muchas y diuersas cosas, pero todas tocantes
al exercicio de las armas y de la andante
caualleria. La duquessa rogo a don Quixote
que le delineasse y descriuiesse, pues parecia
tener felice memoria, la hermosura y facciones
de la señora Dulcinea del Toboso, que,
segun lo que la fama pregonaua de su belleza,
tenia por entendido que deuia de ser la mas
bella criatura del orbe, y aun de toda la
Mancha. Sospiró don Quixote oyendo lo que la
duquessa le mandaua, y dixo:

``Si yo pudiera sacar mi coraçon y ponerle
ante los ojos de vuestra grandeza, aqui sobre
esta mesa y en vn plato, quitara el trabajo a mi
lengua de dezir lo que apenas se puede pensar,
porque vuestra excelencia la viera en el toda
retratada; pero ¿para qué es ponerme yo aora a
delinear y descriuir punto por punto y parte
por parte la hermosura de la sin par Dulcinea,
siendo carga digna de otros ombros que de los
mios, empresa en quien se deuian ocupar los
pinzeles de Parrasio, de Timantes y de Apeles,
y los buriles de Lisipo, para pintarla y grauarla
en tablas, en marmoles y en bronzes, y la
retorica ciceroniana y demostina para alabarla?''

``¿Qué quiere dezir demostina, señor don
Quixote?'', preguntó la duquessa; ``que es
vocablo que no le he oydo en todos los dias de
mi vida.''

``Retorica demostina'', respondio don
Quixote, ``es lo mismo que dezir retorica de
Demostenes, como ciceroniana de Ciceron, que
fueron los dos mayores retoricos del mundo.''

``Assi es'', dixo el duque, ``y aueis andado
deslumbrada en la tal pregunta; pero, con todo
esso, nos daria gran gusto el señor don Quixote
si nos la pintasse; que a buen seguro que
aunque sea en rasguño y bosquexo, que ella salga
tal, que la tengan inuidia las mas hermosas.''

``Si hiziera, por cierto'', respondio don
Quixote, ``si no me la huuiera borrado de la idea
la desgracia que poco ha que le sucedio, que
es tal, que mas estoy para llorarla que para
describirla, porque auran de saber vuestras
grandezas, que yendo los dias passados a
besarle las manos y a recebir su bendicion,
beneplacito y licencia para esta tercera salida,
hallé otra de la que buscaua: hallela encantada
y conuertida de princessa en labradora, de
hermosa en fea, de angel en diablo, de olorosa
en pestifera, de bien hablada en rustica, de
reposada en brincadora, de luz en tinieblas,
y, finalmente, de Dulcinea del Toboso en vna
villana de Sayago.''

``¡Valame Dios!'', dando vna gran voz dixo
a este instante el duque: ``¿Quién ha sido el
que tanto mal ha hecho al mundo? ¿Quién ha
quitado del la belleza que le alegraua, el
donayre que le entretenia y la honestidad que le
acreditaua?''

``¿Quién?'', respondio don Quixote. ``¿Quién
puede ser sino algun maligno encantador de
los muchos inuidiosos que me persiguen? Esta
raza maldita, nacida en el mundo para
escurecer y aniquilar las hazañas de los buenos
y para dar luz y leuantar los fechos de los
malos. Perseguido me han encantadores,
encantadores me persiguen y encantadores me
persiguiran hasta dar conmigo y con mis altas
cauallerias en el profundo abismo del oluido;
y en aquella parte me dañan y hieren donde
veen que mas lo siento, porque quitarle a vn
cauallero andante su dama es quitarle los ojos
con que mira, y el sol con que se alumbra, y el
sustento con que se mantiene. Otras muchas
vezes lo he dicho, y aora lo bueluo a dezir,
que el cauallero andante sin dama es como
el arbol sin hojas, el edificio sin cimiento, y
la sombra sin cuerpo de quien se cause.''

``No ay mas que dezir'', dixo la duquessa;
``pero si con todo esso hemos de dar credito a
la historia que del señor don Quixote de pocos
dias a esta parte ha salido a la luz del mundo,
con general aplauso de las gentes, della se
colige, si mal no me acuerdo, que nunca vuessa
merced ha visto a la señora Dulcinea, y que
esta tal señora no es en el mundo, sino que es
dama fantastica, que vuessa merced la engendró
y pario en su entendimiento, y la pintó con
todas aquellas gracias y perfeciones que quiso.''

``En esso ay mucho que dezir'', respondio
don Quixote; ``Dios sabe si ay Dulcinea o no
en el mundo, o si es fantastica o no es
fantastica; y estas no son de las cosas cuya
aueriguacion se ha de lleuar hasta el cabo. Ni yo
engendré ni pari a mi señora, puesto que la
contemplo como conuiene que sea vna dama
que contenga en si las partes que puedan
hazerla famosa en todas las del mundo, como
son: hermosa sin tacha, graue sin soberuia,
amorosa con honestidad, agradecida por cortés,
cortés por bien criada y, finalmente, alta por
linage, a causa que sobre la buena sangre
resplandece y campea la hermosura con mas
grados de perfecion que en las hermosas
humildemente nacidas.''

``Assi es'', dixo el duque, ``pero hame de
dar licencia el señor don Quixote para que
diga lo que me fuerça a dezir la historia que
de sus hazañas he leydo, de donde se infiere,
que, puesto que se conceda que ay Dulcinea
en el Toboso o fuera del, y que sea hermosa
en el sumo grado que vuessa merced nos la
pinta, en lo de la alteza del linage no corre
parejas con las Orianas, con las Alastrajareas,
con las Madasimas, ni con otras deste jaez,
de quien estan llenas las historias que vuessa
merced bien sabe.''

``A esso puedo dezir'', respondio don Quixote,
``que Dulcinea es hija de sus obras y que
las virtudes adoban la sangre, y que en mas se
ha de estimar y tener vn humilde virtuoso, que
vn vicioso leuantado. Quanto mas que
Dulcinea tiene vn giron que la puede lleuar a ser
reyna de corona y ceptro: que el merecimiento
de vna muger hermosa y virtuosa a hazer mayores
milagros se estiende, y aunque no formalmente,
virtualmente tiene en si encerradas
mayores venturas.''

``Digo, señor don Quixote'', dixo la duquessa,
``que en todo quanto vuessa merced dize va
con pie de plomo y, como suele dezirse, con
la sonda en la mano, y que yo, desde aqui
adelante, creere y hare creer a todos los de mi
casa, y aun al duque mi señor si fuere menester,
que ay Dulcinea en el Toboso y que viue oy
dia, y es hermosa, y principalmente nacida y
merecedora que vn tal cauallero como es el
señor don Quixote la sirua, que es lo mas que
puedo ni se encarecer. Pero no puedo dexar
de formar vn escrupulo y tener algun no se
que de ogeriza contra Sancho Pança; el escrupulo
es que dize la historia referida que el tal
Sancho Pança halló a la tal señora Dulcinea,
quando de parte de vuessa merced le lleuó
vna epistola, ahechando vn costal de trigo,
y, por mas señas, dize que era rubion, cosa
que me haze dudar en la alteza de su linage.''

A lo que respondio don Quixote:

``Señora mia, sabra la vuestra grandeza que
todas o las mas cosas que a mi me suceden
van fuera de los terminos ordinarios de las que
a los otros caualleros andantes acontecen, o ya
sean encaminadas por el querer inescrutable
de los hados, o ya vengan encaminadas por la
malicia de algun encantador inuidioso, y como
es cosa ya aueriguada que todos o los mas
caualleros andantes y famosos, vno tenga gracia
de no poder ser encantado, otro, de ser de
tan impenetrables carnes que no pueda ser
herido, como lo fue el famoso Roldan, vno de
los Doze Pares de Francia, de quien se cuenta
que no podia ser ferido sino por la planta del
pie yzquierdo, y que esto auia de ser con la
punta de vn alfiler gordo y no con otra suerte
de arma alguna; y, assi, quando Bernardo del
Carpio le mató en Roncesualles, viendo,
que no le podia llagar con fierro, le leuantó
del suelo entre los braços y le ahogó,
acordandose entonces de la muerte que dio Hercules
a Anteon, aquel feroz gigante que dezian ser
hijo de la tierra. Quiero inferir de lo dicho,
que podria ser que yo tuuiesse alguna gracia
destas, no del no poder ser ferido, porque
muchas vezes la experiencia me ha mostrado que
soy de carnes blandas y no nada impenetrables,
ni la de no poder ser encantado, que ya
me he visto metido en vna xaula, donde todo
el mundo no fuera poderoso a encerrarme,
si no fuera a fuerças de encantamentos; pero
pues de aquel me libré, quiero creer que no
ha de auer otro alguno que me empezca, y,
assi, viendo estos encantadores que con mi
persona no pueden vsar de sus malas mañas,
venganse en las cosas que mas quiero, y quieren
quitarme la vida maltratando la de Dulcinea,
por quien yo viuo; y, assi, creo que quando
mi escudero le lleuó mi embaxada, se la
conuirtieron en villana y ocupada en tan baxo
exercicio como es el de ahechar trigo; pero ya
tengo yo dicho que aquel trigo ni era rubion
ni trigo, sino granos de perlas orientales; y
para prueua desta verdad quiero dezir a
vuestras magnitudes, como viniendo poco ha por
el Toboso, jamas pude hallar los palacios de
Dulcinea; y que otro dia, auiendola visto
Sancho, mi escudero, en su mesma figura, que es
la mas bella del orbe, a mi me parecio vna
labradora tosca y fea y no nada bien razonada,
siendo la discrecion del mundo. Y pues yo no
estoy encantado ni lo puedo estar, segun buen
discurso, ella es la encantada, la ofendida y la
mudada, trocada y trastrocada, y en ella se han
vengado de mi mis enemigos, y por ella viuire
yo en perpetuas lagrimas hasta verla en su
pristino estado.

''Todo esto he dicho para que nadie repare
en lo que Sancho dixo del cernido ni del ahecho
de Dulcinea; que pues a mi me la mudaron,
no es marauilla que a el se la cambiassen.
Dulcinea es principal y bien nacida, y de los
hidalgos linages que ay en el Toboso, que son
muchos, antiguos y muy buenos, a buen seguro
que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea,
por quien su lugar sera famoso y nombrado
en los venideros siglos, como lo ha sido
Troya por Elena, y España por la Caba, aunque
con mejor titulo y fama; por otra parte, quiero
que entiendan vuestras señorias que Sancho
Pança es vno de los mas graciosos escuderos
que jamas siruio a cauallero andante: tiene a
vezes vnas simplicidades tan agudas, que el
pensar si es simple o agudo causa no pequeño
contento; tiene malicias que le condenan por
vellaco, y descuydos que le confirman por bobo;
duda de todo y creelo todo; quando pienso que
se va a despeñar de tonto, sale con vnas
discreciones que le leuantan al cielo. Finalmente,
yo no le trocaria con otro escudero, aunque me
diessen de añadidura vna ciudad; y, assi, estoy
en duda si sera bien embiarle al gouierno de
quien vuestra grandeza le ha hecho merced,
aunque veo en el vna cierta aptitud para esto
de gouernar, que atusandole tantico el
entendimiento, se saldria con qualquiera gouierno
como el rey con sus alcabalas. Y mas que ya
por muchas experiencias sabemos que no es
menester ni mucha habilidad ni muchas letras
para ser vno gouernador, pues ay por ai ciento
que apenas saben leer y gouiernan como vnos
girifaltes; el toque está en que tengan buena
intencion y desseen acertar en todo, que nunca
les faltará quien les aconseje y encamine
en lo que han de hazer, como los gouernadores
caualleros y no letrados, que sentencian con
assessor. Aconsejariale yo que ni tome coecho,
ni pierda derecho, y otras cosillas que me
quedan en el estomago, que saldran a su tiempo
para vtilidad de Sancho, y prouecho de la
insula que gouernare.''

A este punto llegauan de su coloquio el
duque, la duquessa y don Quixote, quando
oyeron muchas vozes y gran rumor de gente en
el palacio, y a deshora entró Sancho en la sala,
todo assustado, con vn cernadero por bauador,
y tras el muchos moços, o, por mejor dezir,
picaros de cozina, y otra gente menuda, y vno venia
con vn artesoncillo de agua que, en la color
y poca limpieza, mostraua ser de fregar; seguiale
y perseguiale el de la artesa, y procuraua
con toda solicitud ponersela y encaxarsela
debaxo de las barbas, y otro picaro mostraua
quererselas lauar.

``¿Qué es esto, hermanos?'', preguntó la
duquessa. ``¿Qué es esto? ¿Qué quereis a esse
buen hombre? ¿Cómo y no considerays que
está electo gouernador?''

A lo que respondio el picaro barbero:

``No quiere este señor dexarse lauar como
es vsança y como se la lauó el duque mi señor
y el señor su amo.''

``Si quiero'', respondio Sancho con mucha
colera; ``pero querria que fuesse con toallas
mas limpias, con lexia mas clara y con manos
no tan suzias; que no ay tanta diferencia de mi
a mi amo, que a el le lauen con agua de angeles
y a mi con lexia de diablos; las vsanças
de las tierras y de los palacios de los principes
tanto son buenas quanto no dan pesadumbre;
pero la costumbre del lauatorio que aqui se vsa
peor es que de diciplinantes; yo estoy limpio
de barbas, y no tengo necessidad de semejantes
refrigerios, y el que se llegare a lauarme
ni a tocarme a vn pelo de la cabeça, digo, de mi
barba, hablando con el deuido acatamiento, le
dare tal puñada, que le dexe el puño engastado
en los cascos; que estas tales ceremonias y
xauonaduras mas parecen burlas que gasajos
de huespedes.''

Perecida de risa estaua la duquessa, viendo
la colera y oyendo las razones de Sancho; pero
no dio mucho gusto a don Quixote verle tan
mal adeliñado con la jaspeada toalla, y tan
rodeado de tantos entretenidos de cozina, y, assi,
haziendo vna profunda reuerencia a los duques,
como que les pedia licencia para hablar, con
voz reposada dixo a la canalla:

``¡Ola, señores caualleros!, vuessas mercedes
dexen al mancebo y bueluanse por donde vinieron,
o por otra parte si se les antojare; que
mi escudero es limpio tanto como otro, y essas
artesillas son para el estrechas, y penantes
bucaros; tomen mi consejo y dexenle, porque
ni el ni yo sabemos de achaque de burlas.''

Cogiole la razon de la boca Sancho, y
prosiguio diziendo:

``No sino lleguense a hazer burla del mostrenco,
que assi lo sufrire como aora es de noche;
traygan aqui vn peyne, o lo que quisieren,
y almoazenme estas barbas, y si sacaren dellas
cosa que ofenda a la limpieza, que me
trasquilen a cruzes.''

A esta sazon, sin dexar la risa, dixo la
duquessa:

``Sancho Pança tiene razon en todo quanto
ha dicho, y la tendra en todo quanto dixere; el
es limpio, y, como el dize, no tiene necessidad
de lauarse, y si nuestra vsança no le contenta,
su alma en su palma; quanto mas que vosotros,
ministros de la limpieza, aueis andado
demasiadamente de remisos y descuydados, y no se si
diga atreuidos, a traer a tal personage y a
tales barbas en lugar de fuentes y aguamaniles
de oro puro y de alemanas toallas, artesillas y
dornajos de palo y rodillas de aparadores; pero,
en fin, soys malos y mal nacidos, y no podeis
dexar, como malandrines que soys, de mostrar
la ogeriza que teneis con los escuderos de los
andantes caualleros.''

Creyeron los apicarados ministros, y aun el
maestresala que venia con ellos, que la duquessa
hablaua de veras, y, assi, quitaron el cernadero
del pecho de Sancho, y todos confusos y
casi corridos se fueron y le dexaron; el qual,
viendose fuera de aquel a su parecer sumo
peligro, se fue a hincar de rodillas ante la
duquessa, y dixo:

``De grandes señoras grandes mercedes se
esperan; esta que la vuestra merced oy me ha
fecho, no puede pagarse con menos sino es con
dessear verme armado cauallero andante para
ocuparme todos los dias de mi vida en seruir a
tan alta señora. Labrador soy, Sancho Pança
me llamo, casado soy, hijos tengo y de escudero
siruo; si con alguna destas cosas puedo
seruir a vuestra grandeza, menos tardaré yo en
obedecer que vuestra señoria en mandar.''

``Bien parece, Sancho'', respondio la duquessa,
``que aueis aprendido a ser cortés en la
escuela de la misma cortesia; bien parece, quiero
dezir, que os aueis criado a los pechos del
señor don Quixote, que deue de ser la nata de
los comedimientos y la flor de las ceremonias
o cirimonias, como vos dezis; bien aya tal señor
y tal criado, el vno, por norte de la andante
caualleria, y el otro, por estrella de la escuderil
fidelidad; leuantaos, Sancho amigo, que yo
satisfare vuestras cortesias con hazer que el
duque, mi señor, lo mas presto que pudiere, os
cumpla la merced prometida del gouierno.''

Con esto cessó la platica, y don Quixote se
fue a reposar la siesta, y la duquessa pidio a
Sancho que, si no tenia mucha gana de dormir,
viniesse a passar la tarde con ella y con sus
donzellas en vna muy fresca sala. Sancho
respondio, que aunque era verdad que tenia por
costumbre dormir quatro o cinco horas las siestas
del verano, que por seruir a su bondad, el
procuraria con todas sus fuerças no dormir
aquel dia ninguna, y vendria obediente a su
mandado, y fuesse; el duque dio nueuas
ordenes como se tratasse a don Quixote como a
cauallero andante, sin salir vn punto del estilo,
como cuentan que se tratauan los antiguos
caualleros.


## <p033>
# chapter  33 XXXIII
# unit N chapternum
Capitulo XXXIII
# unit T title
De la sabrosa platica que la duquessa y sus
donzellas passaron con Sancho Pança, digna
de que se lea y de que se note.
# unit P text
Cuenta, pues, la historia, que Sancho no
durmio aquella siesta, sino que por cumplir su
palabra, vino en comiendo a ver a la duquessa; la
qual, con el gusto que tenia de oyrle, le hizo
sentar junto a si en vna silla baxa, aunque Sancho,
de puro bien criado, no queria sentarse;
pero la duquessa le dixo que se sentasse como
gouernador y hablasse como escudero, puesto
que por entrambas cosas merecia el mismo
escaño del Cid Ruy Diaz Campeador.

Encogio Sancho los ombros, obedecio y
sentose, y todas las donzellas y dueñas de la
duquessa la rodearon atentas, con grandissimo
silencio, a escuchar lo que diria; pero la
duquessa fue la que habló primero, diziendo:

``Aora que estamos solos, y que aqui no nos
oye nadie, querria yo que el señor gouernador
me asoluiesse ciertas dudas que tengo, nacidas
de la historia que del gran don Quixote anda
ya impressa, vna de las quales dudas es que
pues el buen Sancho nunca vio a Dulcinea,
digo, a la señora Dulcinea del Toboso, ni le
lleuó la carta del señor don Quixote, porque
se quedó en el libro de memoria en Sierra
Morena, cómo se atreuio a fingir la respuesta y
aquello de que la halló aechando trigo, siendo
todo burla y mentira, y tan en daño de la buena
opinion de la sin par Dulcinea, y todas que
no vienen bien con la calidad y fidelidad de los
buenos escuderos.''

A estas razones, sin responder con alguna,
se leuantó Sancho de la silla, y con pasos
quedos, el cuerpo agouiado y el dedo puesto
sobre los labios, anduuo por toda la sala leuantando
los doseles, y luego, esto hecho, se boluio
assentar y dixo:

``Aora, señora mia, que he visto que no nos
escucha nadie de solapa, fuera de los circunstantes,
sin temor ni sobresalto, respondere a lo
que se me ha preguntado y a todo aquello que
se me preguntare; y lo primero que digo es
que yo tengo a mi señor don Quixote por loco
rematado, puesto que algunas vezes dize
cosas que, a mi parecer y aun de todos aquellos
que le escuchan, son tan discretas y por tan
buen carril encaminadas, que el mesmo Satanas
no las podria dezir mejores; pero, con todo
esto, verdaderamente y sin escrupulo, a mi se
me ha assentado que es vn mentecato. Pues
como yo tengo esto en el magin, me atreuo a
hazerle creer lo que no lleua pies ni cabeça,
como fue aquello de la respuesta de la carta, y
lo de aura seys o ocho dias, que aun no está en
historia, conuiene a saber: lo del encanto de mi
señora doña Dulcinea, que le he dado a entender
que está encantada, no siendo mas verdad
que por los cerros de Vbeda.''

Rogole la duquessa que le contasse aquel
encantamento o burla, y Sancho se lo conto
todo del mesmo modo que auia passado, de
que no poco gusto recibieron los oyentes; y,
prosiguiendo en su platica, dixo la duquessa:

``De lo que el buen Sancho me ha contado
me anda brincando vn escrupulo en el alma, y
vn cierto susurro llega a mis oydos, que me
dize: pues don Quixote de la Mancha es loco,
menguado y mentecato, y Sancho Pança su
escudero lo conoce, y, con todo esso, le sirue y
le sigue y va atenido a las vanas promessas
suyas, sin duda alguna deue de ser el mas loco
y tonto que su amo; y, siendo esto assi, como
lo es, mal contado te sera, señora duquessa, si
al tal Sancho Pança le das insula que gouierne,
porque el que no sabe gouernarse a si,
¿cómo sabra gouernar a otros?''

``Par Dios, señora'', dixo Sancho, ``que esse
escrupulo viene con parto derecho; pero digale
vuessa merced que hable claro, o como quisiere,
que yo conozco que dize verdad; que si yo
fuera discreto, dias ha que auia de auer dexado
a mi amo. Pero esta fue mi suerte y esta mi
mal andança; no puedo mas, seguirle tengo,
somos de vn mismo lugar, he comido su pan,
quierole bien, es agradecido, diome sus pollinos,
y, sobre todo, yo soy fiel, y, assi es impossible
que nos pueda apartar otro sucesso que el
de la pala y açadon. Y si vuestra altaneria no
quisiere que se me de el prometido gouierno,
de menos me hizo Dios, y podria ser que el no
darmele redundasse en pro de mi conciencia;
que maguera tonto se me entiende aquel
refran de por su mal le nacieron alas a la
hormiga; y aun podria ser que se fuesse mas ayna
Sancho escudero al cielo que no Sancho
gouernador. Tan buen pan hazen aqui como en
Francia, y de noche todos los gatos son pardos,
y assaz de desdichada es la persona que a las
dos de la tarde no se ha desayunado; y no ay
estomago que sea vn palmo mayor que otro,
el qual se puede llenar, como suele dezirse, de
paja y de heno, y las auezitas del campo
tienen a Dios por su proueedor y despensero;
y mas calientan quatro varas de paño de Cuenca
que otras quatro de limiste de Segouia;
y al dexar este mundo y meternos la tierra
adentro, por tan estrecha senda va el principe
como el jornalero, y no ocupa mas pies de
tierra el cuerpo del papa que el del sacristan,
aunque sea mas alto el vno que el otro; que al
entrar en el hoyo todos nos ajustamos y
encogemos, o nos hazen ajustar y encoger, mal que
nos pese, y a buenas noches; y torno a dezir
que si vuestra señoria no me quisiere dar la
insula por tonto, yo sabre no darseme nada por
discreto; y yo he oydo dezir que detras de la
cruz está el diablo, y que no es oro todo lo
que reluze; y que de entre los bueyes, arados
y coyundas sacaron al labrador Bamba para
ser rey de España, y de entre los brocados,
passatiempos y riquezas sacaron a Rodrigo
para ser comido de culebras, si es que las
trobas de los romances antiguos no mienten.''

``Y ¡cómo que no mienten!'', dixo a esta
sazon doña Rodriguez, la dueña, que era vna de
las escuchantes, ``que vn romance ay que dize,
que metieron al rey Rodrigo viuo viuo en vna
tumba llena de sapos, culebras y lagartos, y que
de alli a dos dias dixo el rey desde dentro de
la tumba, con voz doliente y baxa: ÷
# unit Q spanishverse
«Ya me comen, ya me comen ÷
por do mas pecado auia.» ÷
# unit P text
Y, segun esto, mucha razon tiene este señor
en dezir que quiere mas ser mas labrador
que rey, si le han de comer sabandijas.''

No pudo la duquessa tener la risa oyendo
la simplicidad de su dueña, ni dexó de admirarse
en oyr las razones y refranes de Sancho,
a quien dixo:

``Ya sabe el buen Sancho que lo que vna
vez promete vn cauallero, procura cumplirlo,
aunque le cueste la vida. El duque, mi señor y
marido, aunque no es de los andantes, no por
esso dexa de ser cauallero, y, assi, cumplira la
palabra de la prometida insula, a pesar de la
inuidia y de la malicia del mundo. Esté Sancho
de buen animo; que quando menos lo piense
se vera sentado en la silla de su insula, y en la
de su estado, y empuñará su gouierno, que con
otro de brocado de tres altos lo deseche.
Lo que yo le encargo es que mire cómo gouierna
sus vassallos, aduirtiendo que todos son
leales y bien nacidos.''

``Esso de gouernarlos bien'', respondio
Sancho, ``no ay para qué encargarmelo, porque yo
soy caritatiuo de mio y tengo compassion de
los pobres, y a quien cueze y amasa no le
hurtes hogaza; y para mi santiguada que no
me han de echar dado falso; soy perro viejo y
entiendo todo tus, tus, y se despauilarme a sus
tiempos, y no consiento que me anden musarañas
ante los ojos, porque se dónde me aprieta
el çapato; digolo, porque los buenos tendran
conmigo mano y concauidad y los malos, ni pie
ni entrada. Y pareceme a mi que en esto de
los gouiernos todo es començar, y podria ser
que a quinze dias de gouernador me comiesse
las manos tras el oficio y supiesse mas del
que de la labor del campo en que me he
criado.''

``Vos teneis razon, Sancho'', dixo la
duquessa; ``que nadie nace enseñado, y de los
hombres se hazen los obispos, que no de las
piedras; pero boluiendo a la platica que poco
ha tratauamos del encanto de la señora
Dulcinea, tengo por cosa cierta y mas que
aueriguada que aquella imaginacion que Sancho
tuuo de burlar a su señor, y darle a entender
que la labradora era Dulcinea, y que si su
señor no la conocia deuia de ser por estar
encantada, toda fue inuencion de alguno de los
encantadores que al señor don Quixote
persiguen; porque real y verdaderamente yo se de
buena parte que la villana que dio el brinco
sobre la pollina era y es Dulcinea del Toboso,
y que el buen Sancho, pensando ser el
engañador, es el engañado, y no ay poner mas
duda en esta verdad que en las cosas que
nunca vimos; y sepa el señor Sancho Pança,
que tambien tenemos aca encantadores que
nos quieren bien y nos dizen lo que passa por
el mundo, pura y senzillamente, sin enredos
ni maquinas; y creame Sancho que la villana
brincadora era y es Dulcinea del Toboso, que
está encantada como la madre que la pario; y
quando menos nos pensemos, la auemos de
ver en su propia figura, y entonces saldra
Sancho del engaño en que viue.''

``Bien puede ser todo esso'', dixo Sancho
Pança, ``y agora quiero creer lo que mi amo
cuenta de lo que vio en la cueua de Montesinos,
donde dize que vio a la señora Dulcinea
del Toboso en el mesmo trage y habito que yo
dixe que la auia visto quando la encanté por
solo mi gusto; y todo deuio de ser al reues,
como vuessa merced, señora mia, dize, porque
de mi ruin ingenio no se puede ni deue presumir
que fabricasse en vn instante tan agudo
embuste, ni creo yo que mi amo es tan loco
que con tan flaca y magra persuasion como la
mia creyesse vna cosa tan fuera de todo
termino; pero, señora, no por esto sera bien que
vuestra bondad me tenga por maleuolo, pues
no esta obligado vn porro como yo a taladrar
los pensamientos y malicias de los pessimos
encantadores; yo fingi aquello por escaparme
de las riñas de mi señor don Quixote, y no
con intencion de ofenderle; y si ha salido al
reues, Dios está en el cielo, que juzga los
coraçones.''

``Assi es la verdad'', dixo la duquessa; ``pero
digame agora Sancho qué es esto que dize de
la cueua de Montesinos; que gustaria saberlo.''

Entonces Sancho Pança le conto punto por
punto lo que queda dicho acerca de la tal
auentura. Oyendo lo qual, la duquessa dixo:

``Deste sucesso se puede inferir que pues el
gran don Quixote dize que vio alli a la mesma
labradora que Sancho vio a la salida del
Toboso, sin duda es Dulcinea, y que andan por
aqui los encantadores muy listos y
demasiadamente curiosos.''

``Esso digo yo'', dixo Sancho Pança; ``que si
mi señora Dulcinea del Toboso está encantada,
su daño; que yo no me tengo de tomar
con los enemigos de mi amo, que deuen de
ser muchos y malos; verdad sea que la que yo
vi fue vna labradora, y por labradora la tuue y
por tal labradora la juzgué; y si aquella era
Dulcinea, no ha de estar a mi cuenta, ni ha de
correr por mi, o sobre ello, morena. No sino
andense a cada triquete conmigo a dime y
direte, Sancho lo dixo, Sancho lo hizo, Sancho
tornó y Sancho boluio, como si Sancho fuesse
algun quienquiera, y no fuesse el mismo Sancho
Pança, el que anda ya en libros por esse
mundo adelante, segun me dixo Sanson Carrasco,
que, por lo menos, es persona bachillerada
por Salamanca; y los tales no pueden
mentir, si no es quando se les antoja o les viene
muy a cuento; assi que no ay para qué nadie
se tome conmigo, y pues que tengo buena
fama y, segun oi dezir a mi señor, que mas vale
el buen nombre que las muchas riquezas,
encaxenme esse gouierno y veran marauillas;
que quien ha sido buen escudero sera buen
gouernador.''

``Todo quanto aqui ha dicho el buen Sancho'',
dixo la duquessa, ``son sentencias catonianas,
o, por lo menos, sacadas de las mesmas
entrañas del mismo Micael Verino,
# unit L latinphrase
florentibus occidit annis.
# unit P text
En fin, en fin, hablando a su
modo, debaxo de mala capa suele auer buen
beuedor.''

``En verdad, señora'', respondio Sancho,
``que en mi vida he beuido de malicia; con
sed, bien podria ser, porque no tengo nada de
hipocrita; beuo quando tengo gana, y quando
no la tengo, y quando me lo dan, por no parecer
o melindroso o mal criado; que a vn brindis
de vn amigo, ¿qué coraçon ha de auer tan
de marmol que no haga la razon?; pero, aunque
las calço, no las ensuzio; quanto mas que los
escuderos de los caualleros andantes casi de
ordinario beuen agua, porque siempre andan
por florestas, seluas y prados, montañas y riscos,
sin hallar vna misericordia de vino, si dan
por ella vn ojo.''

``Yo lo creo assi'', respondio la duquessa,
``y por aora vayase Sancho a reposar, que
despues hablaremos mas largo y daremos
orden como vaya presto a encaxarse, como
el dize, aquel gouierno.''

De nueuo le besó las manos Sancho a la
duquessa, y le suplicó le hiziesse merced de
que se tuuiesse buena cuenta con su ruzio,
porque era la lumbre de sus ojos.

``¿Qué ruzio es este?'', preguntó la
duquessa.

``Mi asno'', respondio Sancho, ``que por no
nombrarle con este nombre, le suelo llamar el
ruzio, y a esta señora dueña le rogue, quando
entré en este castillo, tuuiesse cuenta con el, y
azorose de manera, como si la huuiera dicho
que era fea o vieja, deuiendo ser mas propio y
natural de las dueñas pensar jumentos que
autorizar las salas. ¡O, valame Dios, y quán mal
estaua con estas señoras vn hidalgo de mi
lugar!''

``Seria algun villano'', dixo doña Rodriguez,
la dueña; ``que si el fuera hidalgo y bien nacido,
el las pusiera sobre el cuerno de la luna.''

``Agora bien'', dixo la duquessa, ``no aya
mas; calle doña Rodriguez y sossieguese el
señor Pança, y quedesse a mi cargo el regalo
del ruzio, que por ser alhaja de Sancho, le
pondre yo sobre las niñas de mis ojos.''

``En la caualleriza basta que esté'', respondio
Sancho, ``que sobre las niñas de los ojos de
vuestra grandeza, ni el ni yo somos dignos de
estar solo vn momento; y assi lo consintiria yo
como darme de puñaladas, que aunque dize
mi señor que en las cortesias antes se ha de
perder por carta de mas que de menos, en las
jumentiles y assininas se ha de yr con el
compas en la mano y con medido termino.''

``Lleuele'', dixo la duquessa, ``Sancho al
gouierno, y allá le podra regalar como
quisiere, y aun jubilarle del trabajo.''

``No piense vuessa merced, señora duquessa,
que ha dicho mucho'', dixo Sancho; ``que
yo he visto yr mas de dos asnos a los gouiernos,
y que lleuasse yo el mio no seria cosa
nueua.''

Las razones de Sancho renouaron en la
duquessa la risa y el contento, y, embiandole a
reposar, ella fue a dar cuenta al duque de lo
que con el auia passado; y entre los dos dieron
traça y orden de hazer vna burla a don Quixote
que fuesse famosa y viniesse bien con el
estilo caualleresco; en el qual le hizieron
muchas, tan propias y discretas, que son las
mejores auenturas que en esta grande historia se
contienen.


## <p034>
# chapter  34 XXXIV
# unit N chapternum
Capitulo XXXIV
# unit T title
Que cuenta de la noticia que se tuuo de cómo
se auia de desencantar la sin par Dulcinea
del Toboso, que es vna de las auenturas mas
famosas deste libro.
# unit P text
Grande era el gusto que recebian el duque
y la duquessa de la conuersacion de don Quixote
y de la de Sancho Pança, y, confirmandose
en la intencion que tenian de hazerles algunas
burlas que lleuassen vislumbres y apariencias
de auenturas, tomaron motiuo de la que don
Quixote ya les auia contado de la cueua de
Montesinos, para hazerle vna que fuesse famosa
-- pero de lo que mas la duquessa se admiraua
era que la simplicidad de Sancho fuesse
tanta, que huuiesse venido a creer ser verdad
infalible que Dulcinea del Toboso estuuiesse
encantada, auiendo sido el mesmo el encantador
y el embustero de aquel negocio --; y, assi,
auiendo dado orden a sus criados de todo lo
que auian de hazer, de alli a seys dias le
lleuaron a caça de monteria, con tanto aparato
de monteros y caçadores como pudiera lleuar
vn rey coronado. Dieronle a don Quixote vn
vestido de monte y a Sancho otro verde, de
finissimo paño; pero don Quixote no se le
quiso poner, diziendo que otro dia auia de
boluer al duro exercicio de las armas, y que no
podia lleuar consigo guardarropas ni reposterias.
Sancho si tomó el que le dieron, con intencion
de venderle en la primera ocasion que
pudiesse.

Llegado, pues, el esperado dia, armose don
Quixote, vistiose Sancho, y encima de su ruzio,
que no le quiso dexar, aunque le dauan vn
cauallo, se metio entre la tropa de los monteros;
la duquessa salio bizarramente aderezada,
y don Quixote, de puro cortes y comedido,
tomó la rienda de su palafren, aunque el
duque no queria consentirlo, y, finalmente,
llegaron a vn bosque que entre dos altissimas
montañas estaua, donde, tomados los puestos,
paranzas y veredas, y repartida la gente por
diferentes puestos, se començo la caça con
grande estruendo, grita y vozeria, de manera,
que vnos a otros no podian oyrse, assi por el
ladrido de los perros, como por el son de las
bozinas. Apeose la duquessa, y con vn agudo
venablo en las manos, se puso en vn puesto
por donde ella sabia que solian venir algunos
jaualies. Apeose assimismo el duque y don
Quixote y pusieronse a sus lados; Sancho se
puso detras de todos, sin apearse del ruzio, a
quien no osara desamparar, porque no le
sucediesse algun desman.

Y apenas auian sentado el pie y puestose
en ala con otros muchos criados suyos, quando
acosado de los perros y seguido de los caçadores
vieron que hazia ellos venia vn desmesurado
jauali, cruxiendo dientes y colmillos y
arrojando espuma por la boca, y, en viendole,
embraçando su escudo y puesta mano a su
espada, se adelantó a recebirle don Quixote;
lo mesmo hizo el duque con su venablo; pero
a todos se adelantara la duquessa si el duque
no se lo estoruara. Solo Sancho, en viendo al
valiente animal, desamparó al ruzio y dio a
correr quanto pudo; y, procurando subirse
sobre vna alta encina, no fue possible; antes,
estando ya a la mitad del, asido de vna
rama, pugnando subir a la cima, fue tan
corto de ventura y tan desgraciado, que se
desgajó la rama, y al venir al suelo, se quedó
en el ayre, assido de vn gancho de la encina,
sin poder llegar al suelo, y, viendose assi, y que
el sayo verde se le rasgaua, y pareciendole
que si aquel fiero animal alli allegaua le podia
alcançar, començo a dar tantos gritos y a pedir
socorro con tanto ahinco, que todos los que le
oian y no le veian creyeron que estaua entre
los dientes de alguna fiera.

Finalmente, el colmilludo jauali quedó
atrauessado de las cuchillas de muchos venablos
que se le pusieron delante, y, boluiendo la
cabeça don Quixote a los gritos de Sancho, que
ya por ellos le auia conocido, viole pendiente
de la encina, y la cabeça abaxo, y al ruzio junto
a el, que no le desamparó en su calamidad; y
dize Cide Hamete que pocas vezes vio a Sancho
Pança sin ver al ruzio, ni al ruzio sin ver a
Sancho: tal era la amistad y buena fe que entre
los dos se guardauan. Llegó don Quixote y
descolgo a Sancho, el qual, viendose libre y en el
suelo, miró lo desgarrado del sayo de monte,
y pesole en el alma; que penso que tenia en el
vestido vn mayorazgo.

En esto, atrauessaron al jauali poderoso sobre
vna azemila, y, cubriendole con matas de
romero y con ramas de mirto, le lleuaron, como
en señal de victoriosos despojos, a vnas grandes
tiendas de campaña que en la mitad del bosque
estauan puestas, donde hallaron las mesas en
orden y la comida aderezada, tan sumptuosa y
grande, que se echaua bien de ver en ella la
grandeza y magnificencia de quien la daua.

Sancho, mostrando las llagas a la duquessa
de su roto vestido, dixo:

``Si esta caça fuera de liebres o de paxarillos,
seguro estuuiera mi sayo de verse en este
estremo; yo no se qué gusto se recibe de esperar
a vn animal que si os alcança con vn colmillo,
os puede quitar la vida; yo me acuerdo auer
oydo cantar vn romance antiguo, que dize:

# unit Q spanishverse
 De los osos seas comido ÷
 como Fabila el nombrado.''

# unit P text
``Esse fue vn rey godo'', dixo don Quixote,
``que yendo a caça de monteria, le comio
vn oso.''

``Esso es lo que yo digo'', respondio Sancho,
``que no querria yo que los principes y los reyes
se pusiessen en semejantes peligros, a trueco
de vn gusto que parece que no le auia de ser,
pues consiste en matar a vn animal que no ha
cometido delito alguno.''

``Antes os engañais, Sancho'', respondio el
duque, ``porque el exercicio de la caça de monte
es el mas conueniente y necessario para los
reyes y principes que otro alguno. La caça es
vna imagen de la guerra: ay en ella estratagemas,
astucias, insidias para vencer a su saluo al
enemigo; padecense en ella frios grandissimos
y calores intolerables, menoscabase el ocio y el
sueño, corroboranse las fuerças, agilitanse los
miembros del que la vsa, y, en resolucion, es
exercicio que se puede hazer sin perjuyzio de
nadie y con gusto de muchos; y lo mejor que el
tiene es que no es para todos, como lo es el de
los otros generos de caça, excepto el de la
bolateria, que tambien es solo para reyes y grandes
señores. Assi que, ¡o Sancho!, mudad de opinion,
y, quando seays gouernador, ocupaos en la
caça y vereys como os vale vn pan por ciento.''

``Esso no'', respondio Sancho; ``el buen
gouernador la pierna quebrada, y en casa; bueno
seria que viniessen los negociantes a buscarle
fatigados, y el estuuiesse en el monte
holgandose; assi enhoramala andaria el gouierno.
Mia fe, señor, la caça y los passatiempos mas
han de ser para los holgaçanes que para los
gouernadores; en lo que yo pienso entretenerme,
es en jugar al triunfo embidado las pascuas,
y a los bolos los domingos y fiestas; que essas
caças ni caços no dizen con mi condicion ni
hazen con mi conciencia.''

``Plega a Dios, Sancho, que assi sea, porque
del dicho al hecho ay gran trecho.''

``Aya lo que huuiere'', replicó Sancho, ``que
al buen pagador no le duelen prendas, y mas
vale al que Dios ayuda, que al que mucho
madruga; y tripas lleuan pies, que no pies a
tripas; quiero dezir que si Dios me ayuda, y
yo hago lo que deuo con buena intencion, sin
duda que gouernaré mejor que vn gerifalte;
no sino ponganme el dedo en la boca, y veran
si aprieto o no.''

``¡Maldito seas de Dios y de todos sus
santos, Sancho maldito'', dixo don Quixote, ``y
quándo sera el dia, como otras muchas vezes
he dicho, donde yo te vea hablar sin refranes
vna razon corriente y concertada! Vuestras
grandezas dexen a este tonto, señores mios,
que les molera las almas, no solo puestas entre
dos, sino entre dos mil refranes traydos tan a
sazon y tan a tiempo quanto le de Dios a el la
salud, o a mi si los querria escuchar.''

``Los refranes de Sancho Pança'', dixo la
duquessa, ``puesto que son mas que los del
Comendador Griego, no por esso son en
menos de estimar por la breuedad de las
sentencias. De mi se dezir que me dan mas gusto
que otros, aunque sean mejor traydos y con
mas sazon acomodados.''

Con estos y otros entretenidos razonamientos
salieron de la tienda al bosque, y en requerir
algunas paranzas (y) presto se les pasó el dia
y se les vino la noche, y no tan clara ni tan
sesga como la sazon del tiempo pedia, que era en
la mitad del verano; pero vn cierto claro escuro
que truxo consigo, ayudó mucho a la intencion
de los duques; y, assi, como començo a anochezer,
vn poco mas adelante del crepusculo, a deshora
parecio que todo el bosque por todas quatro
partes se ardia; y luego se oyeron por aqui
y por alli, y por aca y por aculla, infinitas
cornetas y otros instrumentos de guerra, como de
muchas tropas de caualleria que por el bosque
passaua; la luz del fuego, el son de los belicos
instrumentos, casi cegaron y atronaron los ojos
y los oydos de los circunstantes y aun de todos
los que en el bosque estauan.

Luego se oyeron infinitos lelilies al vso de
moros quando entran en las batallas; sonaron
trompetas y clarines, retumbaron tambores,
resonaron pifaros, casi todos a vn tiempo, tan
contino y tan apriesa, que no tuuiera sentido el
que no quedara sin el al son confuso de tantos
instrumentos. Pasmose el duque, suspendiose
la duquessa, admirose don Quixote, temblo
Sancho Pança, y, finalmente, aun hasta los
mesmos sabidores de la causa se espantaron;
con el temor les cogio el silencio, y vn postillon
(que) en trage de demonio les passó por
delante, tocando en vez de corneta vn hueco
y desmesurado cuerno, que vn ronco y
espantoso son despedia.

``Ola, hermano correo'', dixo el duque, ``¿quién
soys, adónde vays y qué gente de guerra es la
que por este bosque parece que atrauiessa?''

A lo que respondio el correo con voz
horrisona y desenfadada:

``Yo soy el diablo; voy a buscar a don Quixote
de la Mancha; la gente que por aqui viene
son seys tropas de encantadores, que sobre vn
carro triunfante traen a la sin par Dulcinea del
Toboso; encantada viene con el gallardo
frances Montesinos a dar orden a don Quixote de
cómo ha de ser desencantada la tal señora.''

``Si vos fuerades diablo, como dezis y como
vuestra figura muestra, ya huuierades conocido
al tal cauallero don Quixote de la Mancha,
pues le teneys delante.''

``En Dios y en mi conciencia'', respondio el
diablo, ``que no miraua en ello, porque traygo
en tantas cosas diuertidos los pensamientos,
que de la principal, a que venia, se me
oluidaua.''

``Sin duda``, dixo Sancho, ``que este demonio
deue de ser hombre de bien y buen christiano,
porque a no serlo, no jurara en Dios y en mi
conciencia. Aora, yo tengo para mi que aun en
el mesmo infierno deue de auer buena gente.''

Luego el demonio, sin apearse, encaminando
la vista a don Quixote, dixo:

``A ti, el Cauallero de los Leones -- que entre
las garras dellos te vea yo --, me embia el
desgraciado pero valiente cauallero Montesinos,
mandandome que de su parte te diga que le esperes
en el mismo lugar que te topare, a causa que
trae consigo a la que llaman Dulcinea del
Toboso, con orden de darte la que es menester
para desencantarla; y por no ser para mas mi
venida, no ha de ser mas mi estada; los
demonios como yo queden contigo y los angeles
buenos con estos señores.''

Y, en diziendo esto, tocó el desaforado cuerno
y boluio las espaldas y fuesse sin esperar
respuesta de ninguno.

Renouose la admiracion en todos, especialmente
en Sancho y don Quixote; en Sancho, en
ver que, a despecho de la verdad, querian que
estuuiesse encantada Dulcinea; en don Quixote,
por no poder assegurarse si era verdad o no
lo que le auia passado en la cueua de
Montesinos; y, estando eleuado en estos
pensamientos, el duque le dixo:

``¿Piensa vuessa merced esperar, señor don
Quixote?''

``¿Pues no?'' respondio el. ``Aqui esperaré
intrepido y fuerte, si me viniesse a embestir
todo el infierno.''

``Pues si yo veo otro diablo y oygo otro
cuerno como el passado, assi esperaré yo aqui
como en Flandes'', dixo Sancho.

En esto, se cerro mas la noche, y començaron
a discurrir muchas luzes por el bosque,
bien assi como discurren por el cielo las
exhalaciones secas de la tierra, que parecen a
nuestra vista estrellas que corren; oyose, assimismo,
vn espantoso ruydo, al modo de aquel que se
causa de las ruedas macizas que suelen traer
los carros de bueyes, de cuyo chirrio aspero
y continuado se dize que huyen los lobos y los
osos, si los ay por donde passan. Añadiose
a toda esta tempestad otra que las aumentó
todas, que fue que parecia verdaderamente
que a las quatro partes del bosque se estauan
dando a vn mismo tiempo quatro rencuentros
o batallas, porque alli sonaua el duro estruendo
de espantosa artilleria; aculla se disparauan
infinitas escopetas; cerca casi sonauan las
vozes de los combatientes; lexos se reyterauan
los lililies agarenos.

Finalmente, las cornetas, los cuernos, las
bozinas, los clarines, las trompetas, los tambores,
la artilleria, los arcabuzes y, sobre todo, el
temeroso ruydo de los carros, formauan todos
juntos vn son tan confuso y tan horrendo, que
fue menester que don Quixote se valiesse de
todo su coraçon para sufrirle; pero el de
Sancho vino a tierra y dio con el desmayado en
las faldas de la duquessa, la qual le recibio en
ellas y a gran priessa mandó que le echassen
agua en el rostro. Hizose assi, y el boluio en su
acuerdo a tiempo que ya vn carro de las rechinantes
ruedas llegaua a aquel puesto; tirauanle
quatro perezosos bueyes, todos cubiertos de
paramentos negros; en cada cuerno traian
atada y encendida vna grande acha de cera, y
encima del carro venia hecho vn assiento alto,
sobre el qual venia sentado vn venerable viejo
con vna barba mas blanca que la mesma nieue,
y tan luenga que le passaua de la cintura; su
vestidura era vna ropa larga de negro vocazi;
que por venir el carro lleno de infinitas luzes
se podia bien diuisar y discernir todo lo que en
el venia. Guiauanle dos feos demonios vestidos
del mesmo vocazi, con tan feos rostros, que
Sancho, auiendolos visto vna vez, cerro los ojos
por no verlos otra. Llegando, pues, el carro
a ygualar al puesto, se leuantó de su alto
assiento el viejo venerable, y puesto en pie, dando
vna gran voz, dixo:

``Yo soy el sabio Lirgandeo.''

Y passó el carro adelante, sin hablar mas
palabra.

Tras este passó otro carro de la misma
manera, con otro viejo entronizado, el qual,
haziendo que el carro se detuuiesse, con voz
no menos graue que el otro, dixo:

``Yo soy el sabio Alquife, el grande amigo
de Vrganda la Desconocida.''

Y passó adelante.

Luego, por el mismo continente llegó otro
carro; pero el que venia sentado en el trono no
era viejo como los demas, sino hombron robusto
y de mala catadura, el qual, al llegar,
leuantandose en pie como los otros, dixo con voz
mas ronca y mas endiablada:

``Yo soy Arcalaus, el encantador, enemigo mortal
de Amadis de Gaula y de toda su parentela.''

Y passó adelante.

Poco desuiados de alli hizieron alto estos
tres carros y cessó el enfadoso ruydo de sus
ruedas; y luego se oyo otro, no ruydo, sino vn
son de vna suaue y concertada musica
formado, con que Sancho se alegró y lo tuuo a
buena señal; y, assi, dixo a la duquessa, de
quien vn punto ni vn paso se apartaua:

``Señora, donde ay musica no puede auer
cosa mala.''

``Tampoco donde ay luzes y claridad'',
respondio la duquessa.

A lo que replicó Sancho:

``Luz da el fuego, y claridad las hogueras,
como lo vemos en las que nos cercan, y bien
podria ser que nos abrasassen; pero la musica
siempre es indicio de regozijos y de fiestas.''

``Ello dira'', dixo don Quixote, que todo lo
escuchaua, y dixo bien, como se muestra en el
capitulo siguiente.


## <p035>
# chapter  35 XXXV
# unit N chapternum
Capitulo XXXV
# unit T title
Donde se prosigue la noticia que tuuo don
Quixote del desencanto de Dulcinea con
otros admirables sucessos.
# unit P text
Al compas de la agradable musica vieron
que hazia ellos venia vn carro de los que
llaman triunfales, tirado de seys mulas
pardas encubertadas, empero, de lienço blanco,
y sobre cada vna venia vn diciplinante de
luz, assimesmo vestido de blanco, con vna
acha de cera grande, encendida, en la mano;
era el carro dos vezes, y aun tres, mayor que
los passados, y los lados y encima del,
ocupauan doze otros diciplinantes albos como la
nieue, todos con sus achas encendidas, vista
que admiraua y espantaua juntamente; y en
vn leuantado trono venia sentada vna ninfa
vestida de mil velos de tela de plata, brillando
por todos ellos infinitas hojas de argenteria de
oro, que la hazian, si no rica, a lo menos,
vistosamente vestida; traia el rostro cubierto con vn
transparente y delicado cendal, de modo, que,
sin impedirlo sus lizos, por entre ellos se
descubria vn hermosissimo rostro de donzella; y
las muchas luzes dauan lugar para distinguir
la belleza y los años, que, al parecer, no
llegauan a veynte ni baxauan de diez y siete; junto
a ella venia vna figura vestida de vna ropa de
las que llaman rozagantes, hasta los pies,
cubierta la cabeça con vn velo negro; pero al
punto que llegó el carro a estar frente a frente
de los duques y de don Quixote, cessó la musica
de las chirimias, y luego la de las harpas
y laudes que en el carro sonauan; y, leuantandose
en pie la figura de la ropa, la apartó a
entrambos lados, y, quitandose el velo del
rostro, descubrio patentemente ser la mesma
figura de la Muerte descarnada y fea, de que don
Quixote recibio pesadumbre, y Sancho miedo,
y los duques hizieron algun sentimiento temeroso.
Alçada y puesta en pie esta Muerte viua,
con voz algo dormida y con lengua no muy
despierta, començo a dezir desta manera:

# unit Q spanishverse
``Yo soy Merlin, aquel que las historias ÷
dizen que tuue por mi padre al diablo, ÷
(mentira autorizada de los tiempos), ÷
principe de la magica y monarca ÷
y archiuo de la ciencia zoroastrica, ÷
emulo a las edades y a los siglos, ÷
que solapar pretenden las hazañas ÷
de los andantes brauos caualleros, ÷
a quien yo tuue y tengo gran cariño.

Y puesto que es de los encantadores, ÷
de los magos o magicos contino ÷
dura la condicion, aspera y fuerte, ÷
la mia es tierna, blanda y amorosa, ÷
y amiga de hazer bien a todas gentes.

En las cauernas lobregas de Dite, ÷
donde estaua mi alma entretenida ÷
en formar ciertos rombos y caráteres, ÷
llegó la voz doliente de la bella ÷
y sin par Dulcinea del Toboso.

Supe su encantamento y su desgracia, ÷
y su trasformacion de gentil dama ÷
ea rustica aldeana: condolime, ÷
y encerrando mi espiritu en el hueco ÷
desta espantosa y fiera notomia, ÷
despues de auer rebuelto cien mil libros ÷
desta mi ciencia endemoniada y torpe, ÷
vengo a dar el remedio que conuiene ÷
a tamaño dolor, a mal tamaño.

¡O tu, gloria y honor de quantos visten ÷
las tunicas de azero y de diamante, ÷
luz y farol, sendero, norte y guia ÷
de aquellos que, dexando el torpe sueño ÷
y las ociosas plumas, se acomodan ÷
a vsar el exercicio intolerable ÷
de las sangrientas y pesadas armas!; ÷
a ti digo, ¡o varon, como se deue, ÷
por jamas alabado!, a ti, valiente ÷
juntamente y discreto don Quixote, ÷
de la Mancha esplendor, de España estrella, ÷
que para recobrar su estado primo ÷
la sin par Dulcinea del Toboso, ÷
es menester que Sancho, tu escudero, ÷
se de tres mil açotes y trecientos ÷
en ambas sus valientes posaderas, ÷
al ayre descubiertas, y de modo, ÷
que le escuezan, le amarguen y le enfaden; ÷
y en esto se resueluen todos quantos ÷
de su desgracia han sido los autores, ÷
y a esto es mi venida, mis señores.''

# unit P text
``¡Voto a tal!'', dixo a esta sazon Sancho; ``no
digo yo tres mil açotes, pero assi me dare yo
tres, como tres puñaladas; ¡valate el diablo por
modo de desencantar; yo no se qué tienen que
ver mis posas con los encantos! Par Dios que
si el señor Merlin no ha hallado otra manera
como desencantar a la señora Dulcinea del
Toboso, encantada se podra yr a la sepultura.''

``Tomaros he yo'', dixo don Quixote, ``don
villano, harto de ajos, y amarraros he a vn
arbol, desnudo como vuestra madre os pario, y
no digo yo tres mil y trecientos, sino seys mil
y seys cientos açotes os dare, tan bien pegados,
que no se os caygan a tres mil y trecientos
tirones; y no me repliqueys palabra, que os
arrancaré el alma.''

Oyendo lo qual Merlin, dixo:

``No ha de ser assi, porque los açotes que ha
de recebir el buen Sancho, han de ser por su
voluntad y no por fuerça, y en el tiempo que
el quisiere; que no se le pone termino señalado;
pero permitesele que si el quisiere redemir
su vexacion por la mitad de este vapulamiento,
puede dexar que se los de agena mano,
aunque sea algo pesada.''

``Ni agena, ni propia, ni pesada, ni por
pesar'', replicó Sancho: ``a mi no me ha de
tocar alguna mano. ¿Pari yo, por ventura, a la
señora Dulcinea del Toboso, para que paguen
mis posas lo que pecaron sus ojos? El señor
mi amo si, que es parte suya, pues la llama
a cada paso mi vida, mi alma, sustento y arrimo
suyo, se puede y deue açotar por ella y hazer
todas las diligencias necessarias para su
desencanto. Pero ¿açotarme yo?; abernuncio.''

Apenas acabó de dezir esto Sancho, quando
leuantandose en pie la argentada ninfa que
junto al espiritu de Merlin venia, quitandose el
sutil velo del rostro, le descubrio tal, que a
todos parecio mas que demasiadamente
hermoso, y con vn desenfado varonil y con vna
voz no muy adamada, hablando derechamente
con Sancho Pança, dixo:

``¡O malauenturado escudero, alma de cantaro,
coraçon de alcornoque, de entrañas guigeñas
y apedernaladas!; si te mandaran, ladron,
desuellacaras, que te arrojaras de vna
alta torre al suelo, si te pidieran, enemigo del
genero humano, que te comieras vna dozena
de sapos, dos de lagartos y tres de culebras, si
te persuadieran a que mataras a tu muger y a
tus hijos con algun truculento y agudo alfange,
no fuera marauilla que te mostraras melindroso
y esquiuo. Pero hazer caso de tres mil y
trecientos açotes, que no ay niño de la Doctrina,
por ruyn que sea, que no se los lleue cada mes,
admira, adarua, espanta a todas las entrañas
piadosas de los que lo escuchan y aun las
de todos aquellos que lo vinieren a saber con
el discurso del tiempo. Pon ¡o miserable y
endurecido animal!, pon, digo, essos tus ojos de
mochuelo espantadizo en las niñas destos
mios, comparados a rutilantes estrellas, y
veraslos llorar hilo a hilo y madexa a madexa,
haziendo surcos, carreras y sendas por los
hermosos campos de mis mexillas. Mueuate,
socarron y mal intencionado monstro, que la
edad tan florida mia, que aun se está todauia
en el diez y ... de los años, pues tengo diez y
nueue y no llego a veynte, se consume y
marchita debaxo de la corteza de vna rustica
labradora; y si aora no lo parezco es merced
particular que me ha hecho el señor Merlin,
que está presente, solo porque te enternezca
mi belleza; que las lagrimas de vna afligida
hermosura bueluen en algodon los riscos y los
tigres en ouejas. Date, date en essas carnazas,
bestion indomito, y saca de haron esse brio
que a solo comer y mas comer te inclina; y
pon en libertad la lisura de mis carnes, la
mansedumbre de mi condicion y la belleza de mi
faz; y si por mi no quieres ablandarte ni
reduzirte a algun razonable termino, hazlo por esse
pobre cauallero que a tu lado tienes, por tu
amo, digo, de quien estoy viendo el alma, que
la tiene atrauessada en la garganta, no diez
dedos de los labios, que no espera sino tu
rigida o blanda repuesta, o para salirse por la
boca, o para boluerse al estomago.''

Tentose oyendo esto la garganta don
Quixote, y dixo, boluiendose al duque:

``Por Dios, señor, que Dulcinea ha dicho
la verdad, que aqui tengo el alma
atrauessada en la garganta, como vna nuez de
ballesta.''

``¿Qué dezis vos a esto, Sancho?'', preguntó
la duquessa.

``Digo, señora'', respondio Sancho, ``lo que
tengo dicho: que de los açotes auernuncio.''

``Abrrenuncio aueis de dezir, Sancho, y no
como dezis'', dixo el duque.

``Dexeme vuestra grandeza'', respondio
Sancho; ``que no estoy agora para mirar en
sotilezas, ni en letras mas a menos, porque me
tienen tan turbado estos açotes que me han de
dar o me tengo de dar, que no se lo que me
digo ni lo que me hago; pero querria yo saber
de la señora, mi señora doña Dulcinea del
Toboso, adonde aprendio el modo de rogar
que tiene; viene a pedirme que me abra las
carnes a açotes, y llamame alma de cantaro y
bestion indomito, con vna tiramira de malos
nombres, que el diablo los sufra. ¿Por ventura
son mis carnes de bronze?, ¿o vame a mi algo
en que se desencante o no? ¿Qué canasta de
ropa blanca, de camisas, de tocadores y de
escarpines, anque no los gasto, trae delante
de si para ablandarme, sino vn vituperio y otro,
sabiendo aquel refran que dizen por ay, que
vn asno cargado de oro sube ligero por vna
montaña, y que dadiuas quebrantan peñas, y
a Dios rogando y con el maço dando, y que
mas vale vn toma que dos te dare? Pues el
señor, mi amo, que auia de traerme la mano
por el cerro y halagarme para que yo me
hiziesse de lana y de algodon cardado, dize que
si me coge me amarrará desnudo a vn arbol,
y me doblará la parada de los açotes; y auian
de considerar estos lastimados señores que no
solamente piden que se açote vn escudero,
sino vn gouernador; como quien dize: beue con
guindas. Aprendan, aprendan mucho de enhoramala
a saber rogar, y a saber pedir, y a tener
criança; que no son todos los tiempos vnos, ni
estan los hombres siempre de vn buen humor;
estoy yo aora rebentando de pena por ver mi
sayo verde roto, y vienen a pedirme que me
açote de mi voluntad, estando ella tan agena
dello, como de boluerme cazique.''

``Pues en verdad, amigo Sancho'', dixo el
duque, ``que si no os ablandais mas que vna
breua madura, que no aueis de empuñar el
gouierno. Bueno seria que yo embiasse a mis
insulanos vn gouernador cruel, de entrañas
pedernalinas, que no se doblega a las lagrimas
de las afligidas donzellas ni a los ruegos
de discretos, imperiosos y antiguos encantadores
y sabios. En resolucion, Sancho: o vos
aueis de ser açotado, o os han de açotar, o no
aueis de ser gouernador.''

``Señor'', respondio Sancho, ``¿no se me darian
dos dias de termino para pensar lo que
me está mejor?''

``No, en ninguna manera'', dixo Merlin;
``aqui, en este instante y en este lugar ha de
quedar assentado lo que ha de ser deste negocio:
o Dulcinea boluera a la cueua de Montesinos
y a su pristino estado de labradora, o ya,
en el ser que está sera lleuada a los Eliseos
campos, donde estara esperando se cumpla el
numero del vapulo.''

``Ea, buen Sancho'', dixo la duquessa, ``buen
animo y buena correspondencia al pan que aueis
comido del señor don Quixote, a quien todos
deuemos seruir y agradar por su buena condicion
y por sus altas cauallerias. Dad el si, hijo,
desta açotayna, y vayase el diablo para diablo y
el temor para mezquino; que vn buen coraçon
quebranta mala ventura, como vos bien sabeis.''

A estas razones respondio con estas
disparatadas Sancho, que, hablando con Merlin, le
preguntó:

``Digame vuessa merced, señor Merlin:
quando llegó aqui el diablo correo, (y) dio a
mi amo vn recado del señor Montesinos, mandandole
de su parte que le esperasse aqui, porque
venia a dar orden de que la señora doña Dulcinea
del Toboso se desencantasse, y hasta agora
no hemos visto a Montesinos ni a sus
semejas.''

A lo qual respondio Merlin:

``El diablo, amigo Sancho, es vn ignorante y
vn grandissimo bellaco; yo le embié en busca
de vuestro amo, pero no con recado de Montesinos,
sino mio, porque Montesinos se está en
su cueua, entendiendo, o por mejor dezir,
esperando su desencanto, que aun le falta la cola
por desollar; si os deue algo o teneys alguna
cosa que negociar con el, yo os lo traere y
pondre donde vos mas quisieredes; y por agora
acabad de dar el si desta diciplina, y creedme
que os sera de mucho prouecho, assi para
el alma como para el cuerpo: para el alma,
por la caridad con que la hareys; para el
cuerpo, porque yo se que soys de complexion
sanguinea, y no os podra hazer daño sacaros vn
poco de sangre.''

``Muchos medicos ay en el mundo, hasta los
encantadores son medicos'', replicó Sancho;
``pero, pues todos me lo dizen, aunque yo no me
lo veo, digo que soy contento de darme los tres
mil y trecientos açotes, con condicion que me
los tengo de dar cada y quando que yo quisiere,
sin que se me ponga tassa en los dias ni
en el tiempo; y yo procuraré salir de la deuda
lo mas presto que sea possible, porque goze
el mundo de la hermosura de la señora doña
Dulcinea del Toboso, pues, segun parece, al
rebes de lo que yo pensaua, en efecto es
hermosa. Ha de ser tambien condicion, que no he
de estar obligado a sacarme sangre con la
diciplina, y que si algunos açotes fueren de
mosqueo, se me han de tomar en cuenta. Y ten, que
si me errare en el numero, el señor Merlin,
pues lo sabe todo, ha de tener cuydado de
contarlos y de auisarme los que me faltan o
los que me sobran.''

``De las sobras no aura que auisar'',
respondio Merlin, ``porque llegando al cabal
numero, luego quedará de improuiso desencantada
la señora Dulcinea, y vendra a buscar,
como agradecida, al buen Sancho y a darle las
gracias y aun premios por la buena obra. Assi
que no ay de qué tener escrupulo de las sobras
ni de las faltas, ni el cielo permita que
yo engañe a nadie, aunque sea en vn pelo de
la cabeça.''

``Ea, pues, a la mano de Dios'', dixo Sancho;
``yo consiento en mi mala ventura, digo, que
yo acepto la penitencia con las condiciones
apuntadas.''

Apenas dixo estas vltimas palabras Sancho,
quando boluio a sonar la musica de las
chirimias y se boluieron a disparar infinitos
arcabuzes, y don Quixote se colgo del cuello de
Sancho, dandole mil besos en la frente y en las
mexillas. La duquessa y el duque y todos los
circunstantes dieron muestras de auer recebido
grandissimo contento, y el carro començo a
caminar, y al passar la hermosa Dulcinea
inclinó la cabeça a los duques y hizo vna gran
reuerencia a Sancho.

Y ya, en esto, se venia a mas andar el alua
alegre y risueña; las florezillas de los campos
se descollauan y erguian, y los liquidos
cristales de los arroyuelos, murmurando por entre
blancas y pardas guijas, yuan a dar tributo a
los rios que los esperauan; la tierra alegre,
el cielo claro, el ayre limpio, la luz serena,
cada vno por si y todos juntos dauan manifiestas
señales que el dia que al aurora venia pisando
las faldas auia de ser sereno y claro. Y
satisfechos los duques de la caça y de auer
conseguido su intencion tan discreta y
felizemente, se boluieron a su castillo con
prosupuesto de segundar en sus burlas; que para
ellos no auia veras que mas gusto les diessen.


## <p036>
# chapter  36 XXXVI
# unit N chapternum
Capitulo XXXVI
# unit T title
Donde se cuenta la estraña y jamas imaginada
auentura de la dueña Dolorida, alias
de la condessa Trifaldi, con vna carta que
Sancho Pança escriuio a su muger, Teresa
Pança.
# unit P text
Tenia vn mayordomo el duque de muy burlesco
y desenfadado ingenio, el qual hizo la
figura de Merlin y acomodó todo el aparato
de la auentura passada, compuso los versos y
hizo que vn page hiziesse a Dulcinea. Finalmente,
con interuencion de sus señores ordenó
otra del mas gracioso y estraño artificio que
puede imaginarse. Preguntó la duquessa a
Sancho otro dia si auia començado la tarea
de la penitencia que auia de hazer por el
desencanto de Dulcinea; dixo que si, y que aquella
noche se auia dado cinco açotes. Preguntole
la duquessa que con qué se los auia dado;
respondio que con la mano.

``Esso'', replicó la duquessa, ``mas es darse
de palmadas que de açotes; yo tengo para mi
que el sabio Merlin no estara contento con
tanta blandura; menester sera que el buen
Sancho haga alguna diciplina de abroxos, o de
las de canelones, que se dexen sentir, porque
la letra con sangre entra, y no se ha de dar tan
barata la libertad de vna tan gran señora como
lo es Dulcinea por tan poco precio; y aduierta
Sancho que las obras de caridad que se hazen
tibia y floxamente no tienen merito ni valen
nada.''

A lo que respondio Sancho:

``Deme vuestra señoria alguna diciplina o
ramal conueniente, que yo me dare con el, como
no me duela demasiado; porque hago saber a
vuessa merced que, aunque soy rustico, mis
carnes tienen mas de algodon que de esparto,
y no sera bien que yo me descrie por el
prouecho ageno.''

``Sea en buena hora'', respondio la duquessa;
``yo os dare mañana vna diciplina que os
venga muy al justo y se acomode con la
ternura de vuestras carnes, como si fueran sus
hermanas propias.''

A lo que dixo Sancho:

``Sepa vuestra alteza, señora mia de mi anima,
que yo tengo escrita vna carta a mi muger
Teresa Pança, dandole cuenta de todo lo que me
ha sucedido despues que me aparté della; aqui
la tengo en el seno, que no le falta mas de
ponerle el sobreescrito; querria que vuestra
discrecion la leyesse, porque me parece que va
conforme a lo de gouernador, digo, al modo
que deuen de escriuir los gouernadores.''

``Y ¿quién la notó?'', preguntó la duquessa.

``¿Quién la auia de notar sino yo, pecador de
mi?'', respondio Sancho.

``Y ¿escriuistesla vos?'', dixo la duquessa.

``Ni por pienso'', respondio Sancho, ``porque
yo no se leer ni escriuir, puesto que se firmar.''

``Veamosla'', dixo la duquessa; ``que a buen
seguro que vos mostreis en ella la calidad y
suficiencia de vuestro ingenio.''

Sacó Sancho vna carta abierta del seno, y,
tomandola la duquessa, vio que dezia desta
manera:

# unit T subtitle
CARTA DE SANCHO PANÇA A TERESA
PANÇA, SV MVGER
# unit P text
``Si buenos açotes me dauan, bien cauallero
me yua; si buen gouierno me tengo, buenos
açotes me cuesta. Esto no lo entenderas tu,
Teresa mia, por aora; otra vez lo sabras. Has
de saber, Teresa, que tengo determinado que
andes en coche, que es lo que haze al caso,
porque todo otro andar es andar a gatas. Muger
de vn gouernador eres, ¡mira si te roera nadie los
çancajos! Ai te embio vn vestido verde de
caçador que me dio mi señora la duquessa;
acomodale en modo que sirua de saya y cuerpos a
nuestra hija. Don Quixote, mi amo, segun he
oydo dezir en esta tierra, es vn loco cuerdo y
vn mentecato gracioso, y que yo no le voy en
zaga. Hemos estado en la cueua de Montesinos,
y el sabio Merlin ha echado mano de mi para
el desencanto de Dulcinea del Toboso, que por
alla se llama Aldonça Lorenço; con tres mil y
trecientos açotes menos cinco, que me he de
dar, quedará desencantada como la madre que
la pario. No diras desto nada a nadie, porque
pon lo tuyo en concejo, y vnos diran que es
blanco y otros que es negro.

''De aqui a pocos dias me partire al gouierno,
adonde voy con grandissimo desseo de hazer
dineros, porque me han dicho que todos los
gouernadores nueuos van con este mesmo desseo;
tomarele el pulso y auisarete si has de venir a
estar conmigo o no. El ruzio está bueno, y se
te encomienda mucho, y no lo pienso dexar
aunque me lleuaran a ser Gran Turco. La
duquessa, mi señora, te besa mil vezes las manos;
bueluele el retorno con dos mil, que no ay cosa
que menos cueste ni valga mas barata, segun
dize mi amo, que los buenos comedimientos.
No ha sido Dios seruido de depararme otra
maleta con otros cien escudos como la de marras;
pero no te de pena, Teresa mia, que en saluo está
el que repica, y todo saldra en la colada del
gouierno; sino que me ha dado gran pena que
me dizen que si vna vez le prueuo, que me
tengo de comer las manos tras el, y si assi
fuesse, no me costaria muy barato, aunque los
estropeados y mancos ya tienen su calongia
en la limosna que piden; assi que, por vna
via o por otra, tu has de ser rica, de buena
ventura. Dios te la de, como puede, y a mi me
guarde para seruirte. Deste castillo, a veynte
de julio 1614.

Tu marido el gouernador, ÷
# unit S signature
Sancho Pança.''

# unit P text
En acabando la duquessa de leer la carta,
dixo a Sancho:

``En dos cosas anda vn poco descaminado el
buen gouernador: la vna, en dezir o dar a
entender que este gouierno se le han dado por los
açotes que se ha de dar, sabiendo el, que no lo
puede negar, que quando el duque, mi señor,
se le prometio, no se soñaua auer açotes en el
mundo; la otra es, que se muestra en ella muy
codicioso, y no querria que oregano fuesse,
porque la codicia rompe el saco, y el gouernador
codicioso haze la justicia desgouernada.''

``Yo no lo digo por tanto, señora'', respondio
Sancho, ``y si a vuessa merced le parece que
la tal carta no va como ha de yr, no ay sino
rasgarla y hazer otra nueua, y podria ser que
fuesse peor si me lo dexan a mi caletre.''

``No, no'', replicó la duquessa; ``buena está
esta, y quiero que el duque la vea.''

Con esto se fueron a vn jardin donde auian
de comer aquel dia; mostro la duquessa la carta
de Sancho al duque, de que recibio grandissimo
contento. Comieron, y despues de alçado
los manteles, y despues de auerse entretenido
vn buen espacio con la sabrosa conuersacion
de Sancho, a deshora se oyo el son tristissimo
de vn pifaro y el de vn ronco y destemplado
tambor; todos mostraron alborotarse con la
confusa, marcial y triste armonia, especialmente
don Quixote, que no cabia en su assiento de
puro alborotado; de Sancho no ay que dezir,
sino que el miedo le lleuó a su acostumbrado
refugio, que era el lado o faldas de la
duquessa, porque real y verdaderamente el son que
se escuchaua era tristissimo y malencolico.
Y, estando todos assi suspensos, vieron entrar
por el jardin adelante dos hombres vestidos de
luto, tan luengo y tendido que les arrastraua
por el suelo; estos venian tocando dos grandes
tambores, assimismo cubiertos de negro. A su
lado venia el pifaro, negro y pizmiento como los
demas; seguia a los tres vn personage de cuerpo
agigantado, amantado, no que vestido, con
vna negrissima loba, cuya falda era assimismo
desaforada de grande; por encima de la loba le
ceñia y atrauessaua vn ancho taheli, tambien
negro, de quien pendia vn desmesurado alfange
de guarniciones y vayna negra. Venia cubierto
el rostro con vn trasparente velo negro, por
quien se entreparecia vna longissima barba,
blanca como la nieue. Mouia el paso al son de
los tambores con mucha grauedad y reposo.
En fin, su grandeza, su contoneo, su negrura y
su acompañamiento pudiera y pudo suspender
a todos aquellos que, sin conocerle, le miraron.

Llegó, pues, con el espacio y prosopopeya
referida a hincarse de rodillas ante el duque,
que en pie, con los demas que alli estauan, le
atendia. Pero el duque en ninguna manera le
consintio hablar hasta que se leuantasse. Hizolo
assi el espantajo prodigioso, y, puesto en pie,
alçó el antifaz del rostro y hizo patente la mas
horrenda, la mas larga, la mas blanca y mas
poblada barba que hasta entonces humanos ojos
auian visto, y luego desencaxó y arrancó del
ancho y dilatado pecho vna voz graue y sonora,
y poniendo los ojos en el duque, dixo:

``Altissimo y poderoso señor: a mi me llaman
Trifaldin el de la Barba Blanca, soy escudero de
la condessa Trifaldi, por otro nombre llamada
la dueña Dolorida, de parte de la qual traygo
a vuestra grandeza vna embaxada, y es que la
vuestra magnificencia sea seruida de darla
facultad y licencia para entrar a dezirle su cuyta,
que es vna de las mas nueuas y mas admirables
que el mas cuytado pensamiento del orbe
pueda auer pensado; y primero quiere saber si
está en este vuestro castillo el valeroso
y jamas vencido cauallero don Quixote de la
Mancha, en cuya busca viene a pie, y sin
desayunarse, desde el reyno de Candaya hasta este
vuestro estado, cosa que se puede y deue tener
a milagro, o a fuerça de encantamento; ella
queda a la puerta desta fortaleza o casa de
campo, y no aguarda para entrar sino vuestro
beneplacito; dixe.''

Y tosio luego, y manoseose la barba de arriba
abaxo con entrambas manos, y con mucho
sossiego estuuo atendiendo la respuesta del
duque, que fue:

``Ya, buen escudero Trifaldin de la Blanca
Barba, ha muchos dias que tenemos noticia de
la desgracia de mi señora la condessa Trifaldi,
a quien los encantadores la hazen llamar la
dueña Dolorida; bien podeys, estupendo
escudero, dezirle que entre y que aqui está el
valiente cauallero don Quixote de la Mancha, de
cuya condicion generosa puede prometerse con
seguridad todo amparo y toda ayuda, y assimismo
le podreys dezir de mi parte que si mi
fauor le fuere necessario, no le ha de faltar,
pues ya me tiene obligado a darsele el ser
cauallero, a quien es anejo y concerniente
fauorecer a toda suerte de mugeres, en especial a
las dueñas viudas, menoscabadas y
doloridas, qual lo deue estar su señoria.''

Oyendo lo qual Trifaldin, inclinó la rodilla
hasta el suelo, y, haziendo al pifaro y tambores
señal que tocassen, al mismo son y al mismo
paso que auia entrado, se boluio a salir del
jardin, dexando a todos admirados de su
presencia y compostura. Y, boluiendose el duque
a don Quixote, le dixo:

``En fin, famoso cauallero, no pueden las
tinieblas de la malicia ni de la ignorancia
encubrir y escurecer la luz del valor y de la
virtud. Digo esto, porque apenas ha seys dias
que la vuestra bondad está en este castillo,
quando ya os vienen a buscar de lueñas y
apartadas tierras; y no en carroças ni en
dromedarios, sino a pie y en ayunas, los tristes,
los afligidos, confiados que han de hallar en
esse fortissimo braço el remedio de sus cuytas
y trabajos, merced a vuestras grandes hazañas,
que corren y rodean todo lo descubierto de la
tierra.''

``Quisiera yo, señor duque'', respondio don
Quixote, ``que estuuiera aqui presente aquel
bendito religioso, que a la mesa el otro dia
mostro tener tan mal talante y tan mala ogeriza
contra los caualleros andantes, para que viera
por vista de ojos si los tales caualleros son
necessarios en el mundo; tocara, por lo menos, con
la mano que los extraordinariamente afligidos
y desconsolados, en casos grandes y en desdichas
inormes, no van a buscar su remedio a las
casas de los letrados, ni a la de los sacristanes
de las aldeas, ni al cauallero que nunca ha
acertado a salir de los terminos de su lugar, ni
al perezoso cortesano, que antes busca nueuas
para referirlas y contarlas que procura hazer
obras y hazañas para que otros las cuenten y
las escriuan; el remedio de las cuytas, el
socorro de las necessidades, el amparo de las
donzellas, el consuelo de las viudas, en ninguna
suerte de personas se halla mejor que en los
caualleros andantes, y de serlo yo doy infinitas
gracias al cielo, y doy por muy bien empleado
qualquier desman y trabajo que en este tan
honroso exercicio pueda sucederme. Venga
esta dueña y pida lo que quisiere; que yo le
libraré su remedio en la fuerça de mi braço y
en la intrepida resolucion de mi animoso
espiritu.''


## <p037>
# chapter  37 XXXVII
# unit N chapternum
Capitulo XXXVII
# unit T title
Donde se prosigue la famosa auentura de la
dueña Dolorida.
# unit P text
En estremo se holgaron el duque y la
duquessa de ver quán bien yua respondiendo a
su intencion don Quixote, y a esta sazon dixo
Sancho:

``No querria yo que esta señora dueña pusiesse
algun tropiezo a la promessa de mi gouierno,
porque yo he oydo dezir a vn boticario
toledano, que hablaua como vn silguero, que
donde interuiniessen dueñas no podia suceder
cosa buena. ¡Valame Dios y qué mal estaua con
ellas el tal boticario!; de lo que yo saco que,
pues todas las dueñas son enfadosas e
impertinentes, de qualquiera calidad y condicion que
sean, ¿qué seran las que son doloridas, como
han dicho que es esta condessa Tres Faldas o
Tres Colas?; que en mi tierra faldas y colas,
colas y faldas, todo es vno.''

``Calla, Sancho amigo'', dixo don Quixote,
``que pues esta señora dueña de tan lueñes
tierras viene a buscarme, no deue ser de aquellas
que el boticario tenia en su numero; quanto
mas que esta es condessa, y quando las
condessas siruen de dueñas, sera siruiendo a
reynas y a emperatrizes, que en sus casas son
señorissimas que se siruen de otras dueñas.''

A esto respondio doña Rodriguez, que se
halló presente:

``Dueñas tiene mi señora la duquessa en su
seruicio, que pudieran ser condessas, si la
fortuna quisiera; pero alla van leyes do quieren
reyes, y nadie diga mal de las dueñas, y mas
de las antiguas y donzellas, que aunque yo no
lo soy, bien se me alcança y se me trasluze la
ventaja que haze vna dueña donzella a vna
dueña viuda, y quien a nosotras trasquiló, las
tixeras le quedaron en la mano.''

``Con todo esso'', replicó Sancho, ``ay tanto
que trasquilar en las dueñas, segun mi barbero,
quanto sera mejor no menear el arroz,
aunque se pegue.''

``Siempre los escuderos'', respondio doña
Rodriguez, ``son enemigos nuestros; que como
son duendes de las antesalas y nos veen a cada
paso, los ratos que no rezan, que son muchos,
los gastan en murmurar de nosotras,
desenterrandonos los huesos y enterrandonos la fama.
Pues mandoles yo a los leños mouibles, que,
mal que les pese, hemos de viuir en el mundo
y en las casas principales, aunque muramos de
hambre y cubramos con vn negro mongil
nuestras delicadas o no delicadas carnes, como
quien cubre o tapa vn muladar con vn tapiz en
dia de procession. A fe que si me fuera dado y
el tiempo lo pidiera, que yo diera a entender,
no solo a los presentes, sino a todo el mundo,
como no ay virtud que no se encierre en vna
dueña.''

``Yo creo'', dixo la duquessa, ``que mi buena
doña Rodriguez tiene razon, y muy grande;
pero conuiene que aguarde tiempo para boluer
por si y por las demas dueñas, para confundir
la mala opinion de aquel mal boticario y
desarraygar la que tiene en su pecho el gran
Sancho Pança.''

A lo que Sancho respondio:

``Despues que tengo humos de gouernador
se me han quitado los vaguidos de escudero
y no se me da por quantas dueñas ay vn
cabrahigo.''

Adelante passaran con el coloquio dueñesco,
si no oyeran que el pifaro y los tambores
boluian a sonar, por donde entendieron que la
dueña Dolorida entraua; preguntó la duquessa
al duque si seria bien yr a recebirla, pues era
condessa y persona principal.

``Por lo que tiene de condessa'', respondio
Sancho, antes que el duque respondiesse, ``bien
estoy en que vuestras grandezas salgan a
recebirla; pero por lo de dueña, soy de parecer que
no se mueuan vn paso.''

``¿Quién te mete a ti en esto, Sancho?'', dixo
don Quixote.

``¿Quién, señor?'', respondio Sancho. ``Yo me
meto, que puedo meterme, como escudero que
ha aprendido los terminos de la cortesia en la
escuela de vuessa merced, que es el mas cortés
y bien criado cauallero que ay en toda la
cortesania, y en estas cosas, segun he oydo
dezir a vuessa merced, tanto se pierde por carta
de mas como por carta de menos, y al buen
entendedor, pocas palabras.''

``Assi es como Sancho dize'', dixo el duque;
``veremos el talle de la condessa, y por el
tantearemos la cortesia que se le deue.''

En esto, entraron los tambores y el pifaro,
como la vez primera.

Y aqui, con este breue capitulo dio fin el
autor, y començo el otro, siguiendo la mesma
auentura, que es vna de las mas notables de la
historia.


## <p038>
# chapter  38 XXXVIII
# unit N chapternum
Capitulo XXXVIII
# unit T title
Donde se cuenta la que dio de su mala andança
la dueña Dolorida.
# unit P text
Detras de los tristes musicos començaron a
entrar por el jardin adelante hasta cantidad de
doze dueñas, repartidas en dos hileras, todas
vestidas de vnos mongiles anchos, al parecer,
de anascote batanado, con vnas tocas blancas
de delgado canequi, tan luengas, que solo el
ribete del mongil descubrian. Tras ellas venia
la condessa Trifaldi, a quien traia de la mano
el escudero Trifaldin de la Blanca Barba, vestida
de finissima y negra vayeta por frisar, que, a
venir frisada, descubriera cada grano del
grandor de vn garuanzo de los buenos de
Martos. La cola o falda, o como llamarla
quisieren, era de tres puntas, las quales se
sustentauan en las manos de tres pages assimesmo
vestidos de luto, haziendo vna vistosa y
matematica figura con aquellos tres angulos acutos,
que las tres puntas formauan, por lo qual cayeron
todos los que la falda puntiaguda miraron,
que por ella se deuia llamar la Condessa
Trifaldi, como si dixessemos la Condessa de las
tres faldas; y, assi, dize Benengeli que fue
verdad, y que de su propio apellido se llamó
la Condessa Lobuna, a causa que se criauan
en su condado muchos lobos, y que, si como
eran lobos fueran zorras, la llamaran la
Condessa Zorruna, por ser costumbre en aquellas
partes tomar los señores la denominacion de
sus nombres de la cosa, o cosas, en que mas
sus estados abundan; empero esta condessa,
por fauorecer la nouedad de su falda, dexó el
Lobuna, y tomó el Trifaldi.

Venian las doze dueñas y la señora a paso
de procession, cubiertos los rostros con vnos
velos negros, y no trasparentes como el de
Trifaldin, sino tan apretados que ninguna cosa
se trasluzian.

Assi como acabó de parecer el dueñesco
esquadron, el duque, la duquessa y don Quixote
se pusieron en pie, y todos aquellos que la
espaciosa procession mirauan. Pararon las
doze dueñas y hizieron calle, por medio de la
qual la Dolorida se adelantó, sin dexarla de la
mano Trifaldin; viendo lo qual el duque, la
duquessa y don Quixote, se adelantaron obra
de doze pasos a recebirla. Ella puestas las
rodillas en el suelo, con voz antes basta y ronca
que sutil y dilicada, dixo:

``Vuestras grandezas sean seruidas de no
hazer tanta cortesia a este su criado, digo a
esta su criada, porque segun soy de dolorida,
no acertaré a responder a lo que deuo, a causa
que mi estraña y jamas vista desdicha me ha
lleuado el entendimiento, no se adónde, y deue
de ser muy lexos, pues quanto mas le busco,
menos le hallo.''

``Sin el estaria'', respondio el duque, ``señora
condessa, el que no descubriese por vuestra
persona vuestro valor, el qual, sin mas ver, es
merecedor de toda la nata de la cortesia,
y de toda la flor de las bien criadas
ceremonias.''

Y, leuantandola de la mano, la lleuó a assentar
en vna silla junto a la duquessa, la qual la
recibio assimismo con mucho comedimiento.

Don Quixote callaua, y Sancho andaua
muerto por ver el rostro de la Trifaldi y de
alguna de sus muchas dueñas; pero no fue
possible, hasta que ellas de su grado y
voluntad se descubrieron. Sossegados todos y
puestos en silencio, estauan esperando quién le
auia de romper, y fue la dueña Dolorida con
estas palabras:

``Confiada estoy, señor poderosissimo,
hermosissima señora y discretissimos circunstantes,
que ha de hallar mi cuytissima en vuestros
valerosissimos pechos acogimiento, no menos
placido que generoso y doloroso; porque ella
es tal, que es bastante a enternecer los
marmoles, y a ablandar los diamantes, y a
molificar los azeros de los mas endurecidos
coraçones del mundo; pero antes que salga a la
plaza de vuestros oydos, por no dezir orejas,
quisiera que me hizieran sabidora si está en
este gremio, corro y compañia, el acendradissimo
cauallero don Quixote de la Manchissima,
y su escuderissimo Pança.''

``El Pança'', antes que otro respondiesse,
dixo Sancho, ``aqui está, y el don Quixotissimo
assimismo; y, assi, podreys, dolorosissima
dueñissima, dezir lo que quisieridissimis; que todos
estamos prontos y aparejadissimos a ser
vuestros seruidorissimos.''

En esto, se leuantó don Quixote, y, encaminando
sus razones a la Dolorida dueña, dixo:

``Si vuestras cuytas, angustiada señora, se
pueden prometer alguna esperança de
remedio por algun valor o fuerças de algun
andante cauallero, aqui estan las mias, que,
aunque flacas y breues, todas se emplearán en
vuestro seruicio. Yo soy don Quixote de la
Mancha, cuyo asumpto es acudir a toda suerte
de menesterosos, y siendo esto assi, como lo
es, no aueis menester, señora, captar
beneuolencias, ni buscar preambulos, sino a la llana
y sin rodeos dezir vuestros males; que oydos
os escuchan, que sabran, si no remediarlos,
dolerse dellos.''

Oyendo lo qual la Dolorida dueña, hizo
señal de querer arrojarse a los pies de don
Quixote, y aun se arrojó, y pugnando por
abraçarselos, dezia:

``Ante estos pies y piernas me arrojo, o
cauallero inuicto, por ser los que son basas y
colunas de la andante caualleria; estos pies
quiero besar, de cuyos pasos pende y cuelga
todo el remedio de mi desgracia, ¡o valeroso
andante, cuyas verdaderas fazañas dexan atras
y escurecen las fabulosas de los Amadisses,
Esplandianes y Belianisses!''

Y, dexando a don Quixote, se boluio a Sancho
Pança y, assiendole de las manos, le dixo:

``¡O tu el mas leal escudero que jamas siruio
a cauallero andante en los presentes, ni en los
passados siglos, mas luengo en bondad que la
barba de Trifaldin, mi acompañador que está
presente!, bien puedes preciarte que en seruir
al gran don Quixote sirues en cifra a toda la
caterua de caualleros que han tratado las
armas en el mundo. Conjurote, por lo que
deues a tu bondad fidelissima, me seas buen
intercessor con tu dueño, para que luego
fauorezca a esta humilissima y desdichadissima
condessa.''

A lo que respondio Sancho:

``De que sea mi bondad, señoria mia, tan
larga y grande, como la barba de vuestro
escudero, a mi me haze muy poco al caso;
barbada y con vigotes tenga yo mi alma quando
desta vida vaya, que es lo que importa; que
de las barbas de aca poco o nada me curo;
pero, sin essas socaliñas ni plegarias, yo
rogaré a mi amo, que se que me quiere bien,
y mas agora que me ha menester para cierto
negocio, que fauorezca y ayude a vuessa merced
en todo lo que pudiere; vuessa merced
desembaule su cuyta, y cuentenosla, y dexe
hazer; que todos nos entenderemos.''

Rebentauan de risa con estas cosas los
duques, como aquellos que auian tomado el
pulso a la tal auentura, y alabauan entre si la
agudeza y dissimulacion de la Trifaldi, la qual,
boluiendose assentar, dixo:

``Del famoso reyno de Candaya, que cae entre
la gran Trapobana y el mar del Sur, dos
leguas mas alla del cabo Comorin, fue
señora la reyna doña Maguncia, viuda del rey
Archipiela, su señor y marido, de cuyo matrimonio
tuuieron y procrearon a la infanta Antonomasia,
heredera del reyno, la qual dicha infanta
Antonomasia se crio; y crecio debaxo de mi
tutela y doctrina, por ser yo la mas antigua y
la mas principal dueña de su madre. Sucedio,
pues, que yendo dias y viniendo dias, la niña
Antonomasia llegó a edad de catorze años,
con tan gran perfecion de hermosura, que no
la pudo subir mas de punto la naturaleza.
Pues ¡digamos agora que la discrecion era
mocosa! Assi era discreta como bella, y era la
mas bella del mundo, y lo es, si ya los hados
inuidiosos y las parcas endurecidas no la han
cortado la estambre de la vida; pero no auran,
que no han de permitir los cielos que se haga
tanto mal a la tierra, como seria lleuarse en
agraz el razimo del mas hermoso veduño del
suelo.

''De esta hermosura, y no como se deue
encarecida de mi torpe lengua, se enamoró vn
numero infinito de principes, assi naturales
como estrangeros, entre los quales osó leuantar
los pensamientos al cielo de tanta belleza
vn cauallero particular, que en la corte estaua,
confiado en su mocedad y en su bizarria y en
sus muchas habilidades y gracias, y facilidad y
felicidad de ingenio; porque hago saber a
vuestras grandezas, si no lo tienen por enojo,
que tocaua vna guitarra que la hazia hablar, y
mas que era poeta y gran baylarin, y sabia
hazer vna xaula de paxaros, que solamente
a hazerlas pudiera ganar la vida, quando se
viera en estrema necessidad; que todas estas
partes y gracias son bastantes a derribar vna
montaña, no que vna delicada donzella. Pero
toda su gentileza y buen donayre, y todas sus
gracias y habilidades fueran poca o ninguna
parte para rendir la fortaleza de mi niña, si el
ladron desuellacaras no vsara del remedio de
rendirme a mi primero. Primero quiso el
malandrin y desalmado vagamundo grangearme
la voluntad, y coecharme el gusto, para que
yo, mal alcayde, le entregasse las llaues de la
fortaleza que guardaua.

''En resolucion, el me aduló el entendimiento,
y me rindio la voluntad con no se qué
dixes y brincos que me dio; pero lo que mas
me hizo postrar y dar conmigo por el suelo
fueron vnas coplas que le oi cantar vna noche,
desde vna reja que caia a vna callejuela donde
el estaua, que si mal no me acuerdo dezian:

# unit Q spanishverse
De la dulce mi enemiga ÷
nace vn mal que al alma hiere, ÷
y por mas tormento, quiere ÷
que se sienta y no se diga.

# unit P text
''Pareciome la troba de perlas, y su voz, de
almibar, y despues aca, digo, desde entonces,
viendo el mal en que cai por estos y otros
semejantes versos, he considerado que de las
buenas y concertadas republicas se auian de
desterrar los poetas, como aconsejaua Platon,
a lo menos los lasciuos, porque escriuen
vnas coplas, no como las del marques de
Mantua, que entretienen y hazen llorar los
niños y a las mugeres, sino vnas agudezas
que a modo de blandas espinas os atrauiessan
el alma, y como rayos os hieren en ella,
dexando sano el vestido, y otra vez cantó:

# unit Q spanishverse
Ven, muerte, tan escondida, ÷
que no te sienta venir; ÷
porque el placer del morir ÷
no me torne a dar la vida.

# unit P text
''Y deste jaez otras coplitas y estrambotes
que, cantados encantan, y escritos suspenden;
pues ¿qué quando se humillan a componer vn
genero de verso que en Candaya se vsaua
entonces, a quien ellos llamauan seguidillas?
Alli era el brincar de las almas, el retozar de
la risa, el dessassossiego de los cuerpos, y,
finalmente, el azogue de todos los sentidos. Y
assi, digo, señores mios, que los tales trobadores
con justo titulo los deuian desterrar a las
Islas de los Lagartos. Pero no tienen ellos
la culpa, sino los simples que los alaban, y
las bobas que los creen. Y si yo fuera la buena
dueña que deuia, no me auian de mouer sus
trasnochados conceptos, ni auia de creer ser
verdad aquel dezir: «Viuo muriendo, ardo en
el yelo, tiemblo en el fuego, espero sin
esperança, partome y quedome», con otros
impossibles desta ralea, de que estan sus
escritos llenos. Pues ¿qué quando prometen el
fenix de Arabia, la corona de Aridiana, los
cauallos del Sol, del Sur las perlas, de Tibar
el oro, y de Pancaya el balsamo? Aqui es
donde ellos alargan mas la pluma, como les
cuesta poco prometer lo que jamas piensan,
ni pueden cumplir. Pero ¿dónde me diuierto?
¡Ay de mi desdichada! ¿Qué locura, o qué
desatino me lleua a contar las agenas faltas,
teniendo tanto que dezir de las mias? ¡Ay de mi,
otra vez, sin ventura!, que no me rindieron los
versos, sino mi simplicidad; no me ablandaron
las musicas, sino mi liuiandad; mi mucha
ignorancia y mi poco aduertimiento abrieron el
camino y desembaraçaron la senda a los pasos
de don Clauijo, que este es el nombre del referido
cauallero; y assi, siendo yo la medianera,
el se halló vna y muy muchas vezes en la
estancia de la por mi y no por el engañada
Antonomasia, debaxo del titulo de verdadero
esposo; que aunque pecadora, no consintiera
que, sin ser su marido, la llegara a la vira de
la suela de sus çapatillas. ¡No, no, esso no; el
matrimonio ha de yr adelante en qualquier
negocio destos, que por mi se tratare!
Solamente huuo vn daño en este negocio, que fue
el de la desigualdad, por ser don Clauijo vn
cauallero particular, y la infanta Antonomasia
heredera, como ya he dicho, del reyno.

''Algunos dias estuuo encubierta y solapada
en la sagazidad de mi recato esta maraña,
hasta que me parecio que la yua descubriendo a
mas andar no se qué hinchazon del vientre de
Antonomasia, cuyo temor nos hizo entrar en
bureo a los tres, y salio del, que antes que se
saliesse a luz el mal recado, don Clauijo
pidiesse ante el vicario por su muger a
Antonomasia, en fe de vna cedula, que de ser su
esposa la infanta le auia hecho, notada por mi
ingenio con tanta fuerça, que las de Sanson no
pudieran romperla. Hizieronse las diligencias,
vio el vicario la cedula, tomó el tal vicario la
confession a la señora, confessó de plano,
mandola depositar en casa de vn alguazil de corte
muy honrado.''

A esta sazon dixo Sancho:

``Tambien en Candaya ay alguaziles de corte,
poetas y seguidillas: por lo que puedo jurar
que imagino que todo el mundo es vno; pero
dese vuessa merced priesa, señora Trifaldi, que
es tarde, y ya me muero por saber el fin desta
tan larga historia.''

``Si hare'', respondio la condessa.


## <p039>
# chapter  39 XXXIX
# unit N chapternum
Capitulo XXXIX
# unit T title
Donde la Trifaldi prosigue su estupenda y memorable
historia.
# unit P text
De qualquiera palabra que Sancho dezia la
duquessa gustaua tanto, como se desesperaua
don Quixote, y, mandandole que callasse, la
Dolorida prosiguio, diziendo:

``En fin, al cabo de muchas demandas y
respuestas, como la infanta se estaua siempre en
sus treze, sin salir ni variar de la primera
declaracion, el vicario sentenció en fauor de don
Clauijo, y se la entregó por su legitima esposa,
de lo que recibio tanto enojo la reyna doña
Maguncia, madre de la infanta Antonomasia,
que dentro de tres dias la enterramos.''

``Deuio de morir, sin duda'', dixo Sancho.

``Claro está'', respondio Trifaldin; ``que en
Candaya no se entierran las personas viuas,
sino las muertas.''

``Ya se ha visto, señor escudero'', replicó
Sancho, ``enterrar vn desmayado, creyendo ser
muerto, y pareciame a mi que estaua la reyna
Maguncia obligada a desmayarse antes que a
morirse; que con la vida muchas cosas se
remedian, y no fue tan grande el disparate de
la infanta, que obligasse a sentirle tanto;
quando se huuiera casado essa señora con algun
page suyo, o con otro criado de su casa, como
han hecho otras muchas, segun he oydo dezir,
fuera el daño sin remedio; pero el auerse
casado con vn cauallero tan gentilhombre, y tan
entendido como aqui nos le han pintado, en
verdad en verdad, que aunque fue necedad,
no fue tan grande como se piensa. Porque segun
las reglas de mi señor, que está presente
y no me dexará mentir, assi como se hazen de
los hombres letrados los obispos, se pueden
hazer de los caualleros, y mas si son andantes,
los reyes y los emperadores.''

``Razon tienes, Sancho'', dixo don Quixote,
``porque vn cauallero andante, como tenga dos
dedos de ventura, está en potencia propinqua
de ser el mayor señor del mundo. Pero passe
adelante la señora Dolorida; que a mi se me
trasluze que le falta por contar lo amargo
desta hasta aqui dulce historia.''

``Y ¡cómo si queda lo amargo!'', respondio la
condessa; ``y tan amargo, que en su comparacion
son dulces las tueras, y sabrosas las adelfas.
Muerta, pues, la reyna, y no desmayada,
la enterramos, y apenas la cubrimos con la
tierra, y apenas le dimos el vltimo vale, quando,
# unit L latinphrase
quis talia fando temperet a lachrymis?,
# unit P text
puesto sobre vn cauallo de madera, parecio
encima de la sepultura de la reyna el gigante
Malambruno, primo cormano de Maguncia,
que junto con ser cruel era encantador, el qual
con sus artes, en vengança de la muerte de su
cormana, y por castigo del atreuimiento de don
Clauijo, y por despecho de la demasia de
Antonomasia, los dexó encantados sobre la mesma
sepultura, a ella, conuertida en vna ximia de
bronze, y a el, en vn espantoso cocodrilo de vn
metal no conocido, y entre los dos está vn
padron assimismo de metal, y en el escritas en
lengua siriaca vnas letras, que, auiendose
declarado en la candayesca, y aora en la
castellana, encierran esta sentencia:
# unit P quotedtext
«No cobrarán
su primera forma estos dos atreuidos amantes,
hasta que el valeroso Manchego venga conmigo
a las manos en singular batalla; que para solo
su gran valor guardan los hados esta nunca
vista auentura.»
# unit P text

''Hecho esto, sacó de la vayna vn ancho y
desmesurado alfange, y, assiendome a mi por
los cabellos, hizo finta de querer segarme la
gola, y cortarme cercen la cabeça. Turbeme,
pegoseme la voz a la garganta, quedé mohina
en todo estremo; pero con todo me esforce lo
mas que pude, y, con voz tembladora y doliente,
le dixe tantas y tales cosas, que le hizieron
suspender la execucion de tan riguroso
castigo. Finalmente, hizo traer ante si todas
las dueñas de palacio, que fueron estas que
estan presentes, y despues de auer exagerado
nuestra culpa, y vituperado las condiciones de
las dueñas, sus malas mañas y peores traças,
y, cargando a todas la culpa que yo sola tenia,
dixo que no queria con pena capital castigarnos,
sino con otras penas dilatadas, que nos
diessen vna muerte ciuil y continua, y en aquel
mismo momento y punto que acabó de dezir
esto, sentimos todas que se nos abrian los
poros de la cara, y que por toda ella nos
punçauan como con puntas de agujas; acudimos
luego con las manos a los rostros, y hallamonos
de la manera que aora vereis.''

Y luego la Dolorida y las demas dueñas
alçaron los antifazes con que cubiertas venian,
y descubrieron los rostros todos poblados de
barbas, quales rubias, quales negras, quales
blancas, y quales albarraçadas, de cuya vista
mostraron quedar admirados el duque y la
duquessa, pasmados don Quixote y Sancho, y
atonitos todos los presentes, y la Trifaldi
prosiguio:

``Desta manera nos castigó aquel follon y
mal intencionado de Malambruno, cubriendo la
blandura y moruidez de nuestros rostros con
la aspereza destas cerdas; que pluguiera al
cielo que antes con su desmesurado alfange
nos huuiera derribado las testas, que no que
nos assombrara la luz de nuestras caras con
esta borra que nos cubre, porque si entramos
en cuenta, señores mios -- y esto que voy a
dezir agora, lo quisiera dezir hechos mis ojos
fuentes, pero la consideracion de nuestra
desgracia y los mares que hasta aqui han llouido,
los tienen sin humor y secos como aristas, y,
assi, lo dire sin lagrimas --, digo, pues, que
¿adónde podra yr vna dueña con barbas? ¿Qué
padre, o qué madre se dolera della? ¿Quién la
dara ayuda? Pues aun quando tiene la tez lisa,
y el rostro martyrizado con mil suertes de
menjurges y mudas, apenas halla quien bien la
quiera, ¿qué hara quando descubra hecho vn
bosque su rostro? ¡O dueñas y compañeras
mias, en desdichado punto nacimos, en hora
menguada nuestros padres nos engendraron!''

Y, diziendo esto, dio muestras de desmayarse.


## <p040>
# chapter  40 XL
# unit N chapternum
Capitulo XL
# unit T title
De cosas que atañen y tocan a esta auentura
y a esta memorable historia.
# unit P text
Real y verdaderamente todos los que gustan
de semejantes historias como esta deuen de
mostrarse agradecidos a Cide Hamete, su autor
primero, por la curiosidad que tuuo en contarnos
las seminimas della, sin dexar cosa, por
menuda que fuesse, que no la sacasse a luz
distintamente. Pinta los pensamientos, descubre
las imaginaciones, responde a las tacitas,
aclara las dudas, resuelue los argumentos;
finalmente, los atomos del mas curioso desseo
manifiesta: ¡O autor celeberrimo! ¡O don
Quixote dichoso! ¡O Dulcinea famosa! ¡O Sancho
Pança gracioso! Todos juntos y cada vno de
por si viuais siglos infinitos, para gusto y
general passatiempo de los viuientes.

Dize, pues, la historia que assi como Sancho
vio desmayada a la Dolorida, dixo:

``Por la fe de hombre de bien juro, y por el
siglo de todos mis passados los Panças, que
jamas he oydo ni visto, ni mi amo me ha
contado, ni en su pensamiento ha cabido
semejante auentura como esta. Valgate mil
Satanases, por no maldezirte, por encantador y
gigante, Malambruno, y ¿no hallaste otro genero
de castigo que dar a estas pecadoras, sino
el de barbarlas? ¿Cómo y no fuera mejor, y a
ellas les estuuiera mas a cuento, quitarles la
mitad de las narizes de medio arriba, aunque
hablaran gangoso, que no ponerles barbas?
Apostaré yo que no tienen hazienda para
pagar a quien las rape.''

``Assi es la verdad, señor'', respondio vna
de las doze; ``que no tenemos hazienda para
mondarnos, y, assi, hemos tomado algunas de
nosotras por remedio ahorratiuo de vsar de
vnos pegotes o parches pegajosos, y,
aplicandolos a los rostros y tirando de golpe,
quedamos rasas y lisas como fondo de mortero de
piedra; que puesto que ay en Candaya mugeres
que andan de casa en casa a quitar el bello y
a pulir las cejas y hazer otros menjurges
tocantes a mugeres, nosotras las dueñas de mi
señora por jamas quisimos admitirlas, porque
las mas oliscan a terceras, auiendo dexado de
ser primas; y si por el señor don Quixote no
somos remediadas, con barbas nos lleuarán a
la sepultura.''

``Yo me pelaria las mias'', dixo don Quixote,
``en tierra de moros, si no remediasse las
vuestras.''

A este punto boluio de su desmayo la Trifaldi, y dixo:

``El retintin dessa promessa, valeroso
cauallero, en medio de mi desmayo llegó a mis
oydos, y ha sido parte para que yo del buelua
y cobre todos mis sentidos, y assi, de nueuo os
suplico, andante inclito y señor indomable,
vuestra graciosa promessa se conuierta en
obra.''

``Por mi no quedará'', respondio don Quixote;
``ved, señora, qué es lo que tengo de hazer;
que el animo está muy pronto para seruiros.''

``Es el caso'', respondio la Dolorida, ``que
desde aqui al reyno de Candaya, si se va por
tierra, ay cinco mil leguas, dos mas a menos;
pero si se va por el ayre, y por la linea recta,
ay tres mil y dozientas y veynte y siete. Es
tambien de saber que Malambruno me dixo
que quando la suerte me deparasse al cauallero
nuestro libertador, que el le embiaria vna
caualgadura harto mejor y con menos malicias
que las que son de retorno, porque ha de ser
aquel mesmo cauallo de madera sobre quien
lleuó el valeroso Pierres robada a la linda
Magalona, el qual cauallo se rige por vna
clauija que tiene en la frente, que le sirue de
freno, y buela por el ayre con tanta ligereza,
que parece que los mesmos diablos le lleuan.
Este tal cauallo, segun es tradicion antigua, fue
compuesto por aquel sabio Merlin; prestosele
a Pierres que era su amigo, con el qual hizo
grandes viages y robó, como se ha dicho, a la
linda Magalona, lleuandola a las ancas por el
ayre, dexando embobados a quantos desde la
tierra los mirauan; y no le prestaua sino a
quien el queria o mejor se lo pagaua, y desde
el gran Pierres hasta aora no sabemos que
aya subido alguno en el. De alli le ha sacado
Malambruno con sus artes y le tiene en su poder,
y se sirue del en sus viages, que los haze
por momentos, por diuersas partes del mundo,
y oy está aqui y mañana en Francia, y otro dia
en Potosi, y es lo bueno que el tal cauallo ni
come, ni duerme, ni gasta herraduras, y lleua
vn portante por los ayres, sin tener alas, que
el que lleua encima puede lleuar vna taça
llena de agua en la mano, sin que se le derrame
gota, segun camina llano y reposado; por
lo qual la linda Magalona se holgaua mucho
de andar cauallera en el.''

A esto dixo Sancho:

``Para andar reposado y llano, mi ruzio,
puesto que no anda por los ayres; pero, por
la tierra, yo le cutire con quantos portantes
ay en el mundo.''

Rieronse todos y la Dolorida prosiguio:

``Y este tal cauallo, si es que Malambruno
quiere dar fin a nuestra desgracia, antes que
sea media hora entrada la noche estara en
nuestra presencia; porque el me significó que
la señal que me daria por donde yo entendiesse
que auia hallado el cauallero que buscaua,
seria embiarme el cauallo, donde fuesse,
con comodidad y presteza.''

``Y ¿quántos caben en esse cauallo?''
preguntó Sancho.

La Dolorida respondio:

``Dos personas, la vna en la silla y la otra
en las ancas, y por la mayor parte estas tales
dos personas son cauallero y escudero, quando
falta alguna robada donzella.''

``Querria yo saber, señora Dolorida'', dixo
Sancho, ``qué nombre tiene esse cauallo.''

``El nombre'', respondio la Dolorida, ``no es
como el cauallo de Belorofonte, que se llamaua
Pegaso, ni como el del Magno Alexandro, llamado
Buzefalo, ni como el del furioso Orlando,
cuyo nombre fue Brilladoro, ni menos Bayarte,
que fue el de Reynaldos de Montaluan, ni
Frontino como el de Rugero, ni Bootes ni Peritoa,
como dizen que se llaman los del Sol, ni
tampoco se llama Orelia, como el cauallo en que
el desdichado Rodrigo, vltimo rey de los godos,
entró en la batalla donde perdio la vida y
el reyno.''

``Yo apostaré'', dixo Sancho, ``que pues no
le han dado ninguno dessos famosos nombres
de cauallos tan conocidos, que tampoco le
auran dado el de mi amo, Rozinante, que en
ser propio excede a todos los que se han
nombrado.''

``Assi es'', respondio la barbada condessa;
``pero todauia le quadra mucho, porque se
llama Clauileño el Aligero, cuyo nombre
conuiene con el ser de leño y con la clauija que
trae en la frente, y con la ligereza con que
camina, y assi, en quanto al nombre, bien
puede competir con el famoso Rozinante.''

``No me descontenta el nombre'', replicó
Sancho; ``pero ¿con qué freno o con qué
xaquima se gouierna?''

``Ya he dicho'', respondio la Trifaldi, ``que
con la clauija, que boluiendola a vna parte o a
otra el cauallero que va encima, le haze
caminar como quiere, o ya por los ayres, o ya
rastreando y casi barriendo la tierra, o por el
medio, que es el que se busca y se ha de tener
en todas las acciones bien ordenadas.''

``Ya lo querria ver'', respondio Sancho; ``pero
pensar que tengo de subir en el, ni en la silla
ni en las ancas, es pedir peras al olmo. ¡Bueno
es que apenas puedo tenerme en mi ruzio, y
sobre vn albarda mas blanda que la mesma
seda, y querrian aora que me tuuiesse en vnas
ancas de tabla sin coxin ni almohada alguna!
Pardiez, yo no me pienso moler por quitar las
barbas a nadie; cada qual se rape como mas
le viniere a cuento; que yo no pienso acompañar
a mi señor en tan largo viage, quanto mas
que yo no deuo de hazer al caso para el
rapamiento destas barbas como lo soy para el
desencanto de mi señora Dulcinea.''

``Si soys, amigo'', respondio la Trifaldi; ``y
tanto que sin vuestra presencia entiendo que
no haremos nada.''

``¡Aqui del rey!'', dixo Sancho. ``¿Qué tienen
que ver los escuderos con las auenturas de
sus señores? ¿Hanse de lleuar ellos la fama
de las que acaban, y hemos de lleuar nosotros
el trabajo? ¡Cuerpo de mi! Aun si dixessen los
historiadores: «El tal cauallero acabó la tal y
tal auentura; pero con ayuda de fulano su
escudero, sin el qual fuera impossible el acabarla»;
pero, ¡que escriuan a secas: «Don Paralipomenon
de las Tres Estrellas acabó la auentura
de los seys vestiglos», sin nombrar la persona
de su escudero que halló presente a todo,
como si no fuera en el mundo! Aora, señores,
bueluo a dezir que mi señor se puede yr solo,
y buen prouecho le haga; que yo me quedaré
aqui en compañia de la duquessa mi señora,
y podria ser que quando boluiesse hallasse
mejorada la causa de la señora Dulcinea en
tercio y quinto; porque pienso, en los ratos
ociosos y desocupados, darme vna tanda de
açotes, que no me la cubra pelo.''

``Con todo esso, le aueis de acompañar si
fuere necessario, buen Sancho, porque os lo
rogarán buenos; que no han de quedar por
vuestro inutil temor tan poblados los rostros
destas señoras, que cierto seria mal caso.''

``¡Aqui del rey otra vez!'', replicó Sancho.
``Quando esta caridad se hiziera por algunas
donzellas recogidas, o por algunas niñas de la
doctrina, pudiera el hombre auenturarse a
qualquier trabajo; pero que lo sufra por quitar
las barbas a dueñas, ¡mal año! Mas que las
viesse yo a todas con barbas desde la mayor
hasta la menor, y de la mas melindrosa hasta
la mas repulgada.''

``Mal estais con las dueñas, Sancho amigo'',
dixo la duquessa; ``mucho os vais tras la opinion
del boticario toledano; pues a fe que
no teneis razon: que dueñas ay en mi casa que
pueden ser exemplo de dueñas; que aqui está
mi doña Rodriguez que no me dexará dezir
otra cosa.''

``Mas que la diga vuestra excelencia'', dixo
Rodriguez; ``que Dios sabe la verdad de todo,
y buenas o malas, barbadas o lampiñas que
seamos las dueñas, tambien nos pario nuestra
madre como a las otras mugeres, y pues
Dios nos echó en el mundo, El sabe para qué,
y a su misericordia me atengo, y no a las
barbas de nadie.''

``Aora bien, señora Rodriguez'', dixo don
Quixote, ``y señora Trifaldi y compañia, yo
espero en el cielo que mirará con buenos ojos
vuestras cuytas; que Sancho hara lo que yo le
mandare, ya viniesse Clauileño, y ya me viesse
con Malambruno; que yo se que no auria nauaja
que con mas facilidad rapase a vuestras
mercedes como mi espada raparia de los ombros
la cabeça de Malambruno; que Dios sufre
a los malos, pero no para siempre.''

``¡Ay!'', dixo a esta sazon la Dolorida. ``Con
benignos ojos miren a vuestra grandeza,
valeroso cauallero, todas las estrellas de las
regiones celestes e infundan en vuestro animo
toda prosperidad y valentia para ser escudo y
amparo del vituperoso y abatido genero
dueñesco, abominado de boticarios, murmurado
de escuderos y socaliñado de pages; que mal
aya la vellaca que en la flor de su edad no se
metio primero a ser monja, que a dueña.
¡Desdichadas de nosotras las dueñas; que aunque
vengamos por linea recta de varon en varon
del mismo Hector el troyano, no dexaran de
echaros vn vos nuestras señoras si pensassen
por ello ser reynas! ¡O gigante Malambruno,
que aunque eres encantador, eres certissimo
en tus promessas! Embianos ya al sin par
Clauileño, para que nuestra desdicha se acabe;
que si entra el calor y estas nuestras barbas
duran, ¡guay de nuestra ventura!''

Dixo esto con tanto sentimiento la Trifaldi,
que sacó las lagrimas de los ojos de todos los
circunstantes, y aun arrasó los de Sancho, y
propuso en su coraçon de acompañar a su señor
hasta las vltimas partes del mundo, si es
que en ello consistiesse quitar la lana de
aquellos venerables rostros.


## <p041>
# chapter  41 XLI
# unit N chapternum
Capitulo XLI
# unit T title
De la venida de Clauileño, con el fin
desta dilatada auentura.
# unit P text
Llegó en esto la noche, y con ella el punto
determinado en que el famoso cauallo Clauileño
viniesse, cuya tardança fatigaua ya a don
Quixote, pareciendole que, pues Malambruno
se detenia en embiarle, o que el no era el
cauallero para quien estaua guardada aquella
auentura, o que Malambruno no osaua venir con el
a singular batalla. Pero veis aqui, quando a
deshora entraron por el jardin quatro saluages
vestidos todos de verde yedra, que sobre sus
ombros traian vn gran cauallo de madera;
pusieronle de pies en el suelo, y vno de los
saluages dixo:

``Suba sobre esta maquina el que tuuiere
animo para ello...''

``Aqui'', dixo Sancho, ``yo no subo, porque
ni tengo animo, ni soy cauallero.''

Y el saluage prosiguio, diziendo:

``Y ocupe las ancas el escudero, si es que lo
tiene, y fiese del valeroso Malambruno, que si
no fuere de su espada, de ninguna otra ni de
otra malicia sera ofendido; y no ay mas que
torcer esta clauija que sobre el cuello trae
puesta, que el los lleuará por los ayres adonde
los atiende Malambruno; pero porque la alteza
y sublimidad del camino no les cause vaguidos,
se han de cubrir los ojos hasta que el cauallo
relinche, que sera señal de auer dado fin
a su viage.''

Esto dicho, dexando a Clauileño, con gentil
continente se boluieron por donde auian venido.
La Dolorida, assi como vio al cauallo, casi
con lagrimas dixo a don Quixote:

``Valeroso cauallero, las promessas de
Malambruno han sido ciertas, el cauallo esta en
casa, nuestras barbas crecen, y cada vna de
nosotras y con cada pelo dellas te suplicamos
nos rapes y tundas, pues no está en mas sino
en que subas en el con tu escudero y des felice
principio a vuestro nueuo viage.''

``Esso hare yo, señora condessa Trifaldi, de
muy buen grado y de mejor talante, sin ponerme
a tomar coxin, ni calçarme espuelas, por no
detenerme; tanta es la gana que tengo de veros
a vos, señora, y a todas estas dueñas rasas y
mondas.''

``Esso no hare yo'', dixo Sancho, ``ni de malo
ni de buen talante, en ninguna manera; y si es
que este rapamiento no se puede hazer sin que
yo suba a las ancas, bien puede buscar mi
señor otro escudero que le acompañe, y estas
señoras otro modo de alisarse los rostros; que
yo no soy bruxo, para gustar de andar por los
ayres. Y ¿qué diran mis insulanos quando
sepan que su gouernador se anda passeando por
los vientos? Y otra cosa mas: que auiendo tres
mil y tantas leguas de aqui a Candaya, si el
cauallo se cansa, o el gigante se enoja,
tardaremos en dar la buelta media dozena de años,
y ya ni aura insula, ni insulos en el mundo que
me conozcan; y pues se dize comunmente que
en la tardança va el peligro y que quando te
dieren la vaquilla, acudas con la soguilla,
perdonenme las barbas destas señoras, que bien
se está San Pedro en Roma; quiero dezir que
bien me estoy en esta casa, donde tanta merced
se me haze, y de cuyo dueño tan gran bien
espero, como es verme gouernador.''

A lo que el duque dixo:

``Sancho amigo, la insula que yo os he
prometido no es mouible ni fugitiua; rayzes tiene
tan hondas echadas en los abismos de la tierra,
que no la arrancarán ni mudarán de donde
está a tres tirones; y pues vos sabeis que se yo
que no ay ningun genero de oficio destos de
mayor cantia que no se grangee con alguna
suerte de cohecho, qual mas, qual menos, el
que yo quiero lleuar por este gouierno es que
vais con vuestro señor don Quixote a dar cima
y cabo a esta memorable auentura; que aora
boluais sobre Clauileño con la breuedad que
su ligereza promete, ora la contraria fortuna os
trayga y buelua a pie, hecho romero, de meson
en meson, y de venta en venta, siempre que
boluieredes hallaréis vuestra insula donde la
dexais, y a vuestros insulanos con el mesmo
desseo de recebiros por su gouernador que
siempre han tenido, y mi voluntad sera la
mesma, y no pongais duda en esta verdad, señor
Sancho; que seria hazer notorio agrauio al
desseo que de seruiros tengo.''

``No mas, señor'', dixo Sancho; ``yo soy vn
pobre escudero y no puedo lleuar a cuestas
tantas cortesias; suba mi amo, tapenme estos
ojos, y encomiendenme a Dios, y auisenme si
quando vamos por essas altanerias podre
encomendarme a nuestro Señor, o inuocar los
angeles que me fauorezcan.''

A lo que respondio Trifaldi:

``Sancho, bien podeis encomendaros a Dios,
o a quien quisieredes; que Malambruno, aunque
es encantador, es christiano y haze sus
encantamentos con mucha sagazidad y con
mucho tiento, sin meterse con nadie.''

``Ea, pues'', dixo Sancho; ``Dios me ayude y
la Santissima Trinidad de Gaeta.''

``Desde la memorable auentura de los batanes'',
dixo don Quixote, ``nunca e visto a Sancho
con tanto temor como aora, y si yo fuera
tan agorero como otros, su pusilanimidad me
hiziera algunas cosquillas en el animo; pero
llegaos aqui, Sancho; que con licencia destos
señores os quiero hablar aparte dos palabras.''

Y, apartando a Sancho entre vnos arboles del
jardin, y, assiendole ambas las manos, le dixo:

``Ya vees, Sancho hermano, el largo viage
que nos espera, y que sabe Dios quándo
bolueremos del, ni la comodidad y espacio que
nos daran los negocios; y, assi, querria que
aora te retirasses en tu aposento, como que
vas a buscar alguna cosa necessaria para el
camino, y en vn daca las pajas te diesses a
buena cuenta de los tres mil y trecientos açotes
a que estás obligado, siquiera quinientos,
que dados te los tendras; que el començar
las cosas es tenerlas medio acabadas.''

``¡Par Dios'', dixo Sancho, ``que vuessa
merced deue de ser menguado! Esto es como
aquello que dizen: «¿En priesa me vees y
donzellez me demandas?» ¿Aora que tengo de yr
sentado en vna tabla rasa, quiere vuessa
merced que me lastime las posas? En verdad en
verdad que no tiene vuessa merced razon. Vamos
aora a rapar estas dueñas; que a la buelta
yo le prometo a vuessa merced, como quien
soy, de darme tanta priessa a salir de mi
obligacion que vuessa merced se contente, y no le
digo mas.''

Y don Quixote respondio:

``Pues con essa promessa, buen Sancho, voy
consolado, y creo que la cumpliras, porque, en
efecto, aunque tonto, eres hombre veridico.''

``No soy verde, sino moreno'', dixo Sancho,
``pero aunque fuera de mezcla, cumpliera mi
palabra.''

Y, con esto, se boluieron a subir en
Clauileño, y al subir dixo don Quixote:

``Tapaos, Sancho, y subid, Sancho; que quien
de tan lueñes tierras embia por nosotros no
sera para engañarnos, por la poca gloria que
le puede redundar de engañar a quien del se
fia, y puesto que todo sucediesse al rebes de lo
que imagino, la gloria de auer emprendido
esta hazaña no la podra escurecer malicia
alguna.''

``Vamos, señor'', dixo Sancho, ``que las
barbas y lagrimas destas señoras las tengo
clauadas en el coraçon, y no comere bocado que
bien me sepa hasta verlas en su primera lisura.
Suba vuessa merced, y tapese primero; que
si yo tengo de yr a las ancas, claro está que
primero sube el de la silla.''

``Assi es la verdad'', replicó don Quixote.

Y, sacando vn pañuelo de la faldriquera,
pidio a la Dolorida que le cubriesse muy bien
los ojos, y, auiendoselos cubierto, se boluio a
descubrir y dixo:

``Si mal no me acuerdo, yo he leydo en Virgilio
aquello del Paladion de Troya, que
fue vn cauallo de madera que los griegos
presentaron a la diosa Palas, el qual yua preñado
de caualleros armados, que despues fueron la
total ruyna de Troya; y, assi, sera bien ver
primero lo que Clauileño trae en su estomago.''

``No ay para qué'', dixo la Dolorida; ``que yo
le fio, y se que Malambruno no tiene nada de
malicioso ni de traydor; vuessa merced, señor
don Quixote, suba sin pauor alguno, y a mi
daño si alguno le sucediere.''

Pareciole a don Quixote que qualquiera cosa
que replicasse acerca de su seguridad seria
poner en detrimento su valentia, y, assi, sin
mas altercar, subio sobre Clauileño, y le tento
la clauija, que facilmente se rodeaua, y como
no tenia estriuos y le colgauan las piernas, no
parecia sino figura de tapiz flamenco, pintada o
texida, en algun romano triunfo. De mal
talante, y poco a poco, llegó a subir Sancho, y
acomodandose lo mejor que pudo en las ancas,
las halló algo duras y no nada blandas, y pidio
al duque que, si fuesse possible, le acomodassen
de algun coxin, o de alguna almohada,
aunque fuesse del estrado de su señora la
duquessa o del lecho de algun page, porque las
ancas de aquel cauallo mas parecian de
marmol que de leño.

A esto dixo la Trifaldi que ningun jaez ni
ningun genero de adorno sufria sobre si
Clauileño; que lo que podia hazer era ponerse a
mugeriegas, y que assi no sentiria tanto la
dureza. Hizolo assi Sancho, y diziendo: ``A Dios'',
se dexó vendar los ojos, y ya despues de vendados,
se boluio a descubrir, y, mirando a todos
los del jardin tiernamente y con lagrimas, dixo
que le ayudassen en aquel trance con sendos
paternostres y sendas auemarias, por que Dios
deparasse quien por ellos los dixesse quando
en semejantes trances se viessen. A lo que dixo
don Quixote:

``Ladron, ¿estás puesto en la horca por ventura,
o en el vltimo termino de la vida, para vsar
de semejantes plegarias? ¿No estás, desalmada
y couarde criatura, en el mismo lugar que ocupó
la linda Magalona, del qual decendio, no a la
sepultura, sino a ser reyna de Francia, si no
mienten las historias? Y yo, que voy a tu lado,
¿no puedo ponerme al del valeroso Pierres,
que oprimio este mismo lugar que yo aora
oprimo? Cubrete, cubrete, animal descoraçonado,
y no te salga a la boca el temor que tienes,
a lo menos, en presencia mia.''

``Tapenme'', respondio Sancho, ``y pues no
quieren que me encomiende a Dios ni que sea
encomendado, ¿qué mucho que tema no ande
por aqui alguna region de diablos que den
con nosotros en Peraluillo?''

Cubrieronse, y, sintiendo don Quixote que
estaua como auia de estar, tento la clauija, y
apenas huuo puesto los dedos en ella, quando
todas las dueñas y quantos estauan presentes
leuantaron las vozes, diziendo:

``¡Dios te guie, valeroso cauallero! ¡Dios sea
contigo, escudero intrepido! ¡Ya, ya vais por
essos ayres, rompiendolos con mas velozidad
que vna saeta! ¡Ya començays a suspender y
admirar a quantos desde la tierra os estan
mirando! ¡Tente, valeroso Sancho, que te
bamboleas, mira no cayas; que sera peor tu cayda
que la del atreuido moço que quiso regir el
carro del Sol, su padre!''

Oyo Sancho las vozes, y, apretandose con
su amo, y ciñiendole con los braços, le dixo:

``Señor, ¿cómo dizen estos que vamos tan
altos, si alcançan aca sus vozes y no parece
sino que estan aqui hablando, junto a
nosotros?''

``No repares en esso, Sancho; que como estas
cosas y estas bolaterias van fuera de los
cursos ordinarios, de mil leguas veras y oyras
lo que quisieres. Y no me aprietes tanto, que
me derribas; y en verdad, que no se de que te
turbas ni te espantas; que osaré jurar que en
todos los dias de mi vida he subido en
caualgadura de paso mas llano. No parece sino que
no nos mouemos de vn lugar. Destierra, amigo,
el miedo; que, en efecto, la cosa va como
ha de yr, y el viento lleuamos en popa.''

``Assi es la verdad'', respondio Sancho; ``que
por este lado me da vn viento tan rezio, que
parece que con mil fuelles me estan soplando.''

Y assi era ello; que vnos grandes fuelles le
estauan haziendo ayre: tambien traçada estaua
la tal auentura por el duque, y la duquessa, y su
mayordomo, que no le faltó requisito que la
dexasse de hazer perfecta. Sintiendose pues
soplar don Quixote, dixo:

``Sin duda alguna, Sancho, que ya deuemos
de llegar a la segunda region del ayre, adonde
se engendra el granizo, las nieues; los
truenos, los relampagos, y los rayos se engendran
en la tercera region, y si es que desta manera
vamos subiendo, presto daremos en la region
del fuego, y no se yo cómo templar esta
clauija para que no subamos donde nos abrasemos.''

En esto, con vnas estopas ligeras de
encenderse y apagarse, desde lexos, pendientes de
vna caña, les calentauan los rostros. Sancho,
que sintio el calor, dixo:

``Que me maten si no estamos ya en el lugar
del fuego, o bien cerca, porque vna gran parte
de mi barba se me ha chamuscado, y estoy,
señor, por descubrirme y ver en que parte
estamos.''

``No hagas tal'', respondio don Quixote,``y
acuerdate del verdadero cuento del licenciado
Torralua, a quien lleuaron los diablos en
bolandas por el ayre, cauallero en vna caña,
cerrados los ojos, y en doze horas llegó a Roma,
y se apeó en Torre de Nona, que es vna
calle de la ciudad, y vio todo el fracaso y
assalto y muerte de Borbon, y por la
mañana ya estaua de buelta en Madrid, donde dio
cuenta de todo lo que auia visto; el qual
assimismo dixo que quando yua por el ayre le
mandó el diablo que abriesse los ojos, y los
abrio, y se vio tan cerca, a su parecer, del
cuerpo de la luna, que la pudiera assir con
la mano, y que no osó mirar a la tierra por no
desuanecerse. Assi que, Sancho, no ay para
qué descubrirnos; que el que nos lleua a cargo,
el dara cuenta de nosotros. Y quiça vamos
tomando puntas y subiendo en alto, para
dexarnos caer de vna sobre el reyno de Candaya,
como haze el sacre o nebli sobre la
garça para cogerla, por mas que se remonte; y
aunque nos parece que no ha media hora que
nos partimos del jardin, creeme que deuemos
de auer hecho gran camino.''

``No se lo que es'', respondio Sancho Pança;
``solo se dezir que si la señora Magallanes, o
Magalona, se contentó destas ancas, que
no deuia de ser muy tierna de carnes.''

Todas estas platicas de los dos valientes
oian el duque y la duquessa y los del jardin, de
que recibian estraordinario contento; y,
queriendo dar remate a la estraña y bien fabricada
auentura, por la cola de Clauileño le pegaron
fuego con vnas estopas, y al punto, por estar
el cauallo lleno de cohetes tronadores, bolo
por los ayres con estraño ruydo, y dio con don
Quixote y con Sancho Pança en el suelo, medio
chamuscados.

En este tiempo ya se auian desparecido
del jardin todo el barbado esquadron de las
dueñas, y la Trifaldi y todo, y los del jardin
quedaron como desmayados, tendidos por el
suelo. Don Quixote y Sancho se leuantaron
maltrechos, y, mirando a todas partes, quedaron
atonitos de verse en el mesmo jardin de donde
auian partido, y de ver tendido por tierra tanto
numero de gente. Y crecio mas su admiracion
quando a vn lado del jardin vieron hincada
vna gran lança en el suelo, y pendiente della
y de dos cordones de seda verde vn pergamino
liso y blanco, en el qual con grandes letras de
oro estaua escrito lo siguiente:

``El inclito cauallero don Quixote de la Mancha
fenecio y acabó la auentura de la condessa
Trifaldi, por otro nombre llamada la dueña
Dolorida, y compañia, con solo intentarla.

''Malambruno se da por contento y satisfecho
a toda su voluntad, y las barbas de las dueñas
ya quedan lisas y mondas, y los reyes don
Clauijo y Antonomasia, en su pristino estado;
y quando se cumpliere el escuderil vapulo, la
blanca paloma se vera libre de los pestiferos
girifaltes que la persiguen y en braços de su
querido arrullador; que assi está ordenado por
el sabio Merlin, protoencantador de los
encantadores.''

Auiendo, pues, don Quixote leydo las letras
del pergamino, claro entendio que del
desencanto de Dulcinea hablauan, y, dando muchas
gracias al cielo de que con tan poco peligro
huuiesse acabado tan gran fecho, reduziendo a
su passada tez los rostros de las venerables
dueñas, que ya no parecian, se fue adonde el
duque y la duquessa aun no auian buelto en
si, y, trauando de la mano al duque, le dixo:

``¡Ea, buen señor, buen animo, buen animo;
que todo es nada! La auentura es ya acabada
sin daño de barras, como lo muestra claro el
escrito que en aquel padron está puesto.''

El duque, poco a poco y como quien de vn
pesado sueño recuerda, fue boluiendo en si, y
por el mismo tenor la duquessa y todos los que
por el jardin estauan caydos, con tales muestras
de marauilla y espanto, que casi se podian
dar a entender auerles acontecido de veras lo
que tan bien sabian fingir de burlas. Leyo el
duque el cartel con los ojos medio cerrados, y
luego, con los braços abiertos, fue a abraçar a
don Quixote, diziendole ser el mas buen
cauallero que en ningun siglo se huuiesse visto.

Sancho andaua mirando por la Dolorida,
por ver qué rostro tenia sin las barbas, y si era
tan hermosa sin ellas como su gallarda
disposicion prometia; pero dixeronle que assi como
Clauileño baxó ardiendo por las ayres y dio en
el suelo, todo el esquadron de las dueñas con
la Trifaldi auia desaparecido, y que ya yuan
rapadas y sin cañones. Preguntó la duquessa
a Sancho que cómo le auia ydo en aquel largo
viage. A lo qual Sancho respondio:

``Yo, señora, senti que yuamos, segun mi
señor me dixo, bolando por la region del fuego,
y quise descubrirme vn poco los ojos; pero
mi amo, a quien pedi licencia para descubrirme,
no la consintio; mas yo, que tengo no se qué
briznas de curioso y de dessear saber lo que
se me estorua y impide, bonitamente, y sin que
nadie lo viesse, por junto a las narizes aparté
tanto quanto el pañizuelo que me tapaua los
ojos, y por alli miré hazia la tierra, y
pareciome que toda ella no era mayor que vn grano
de mostaza, y los hombres que andauan sobre
ella poco mayores que auellanas, por que se
vea quán altos deuiamos de yr entonces.''

A esto dixo la duquessa:

``Sancho amigo, mirad lo que dezis; que a lo
que parece vos no vistes la tierra, sino los
hombres que andauan sobre ella; y está claro que
si la tierra os parecio como vn grano de
mostaza, y cada hombre como vna auellana, vn
hombre solo auia de cubrir toda la tierra.''

``Assi es verdad'', respondio Sancho, ``pero
con todo esso la descubri por vn ladito, y la vi
toda.''

``Mirad, Sancho'', dixo la duquessa, ``que por
vn ladito no se vee el todo de lo que se mira.''

``Yo no se essas miradas'', replicó Sancho;
``solo se que sera bien que vuestra señoria
entienda que, pues bolauamos por encantamento,
por encantamento podia yo ver toda la
tierra y todos los hombres por do quiera que
los mirara. Y si esto no se me cree, tampoco
creera vuessa merced como, descubriendome
por junto a las cejas, me vi tan junto al cielo,
que no auia de mi a el palmo y medio, y por
lo que puedo jurar, señora mia, que es muy
grande a demas; y sucedio que yuamos por
parte donde estan las siete cabrillas, y, en Dios
y en mi anima, que como yo en mi niñez fuy
en mi tierra cabrerizo, que assi como las vi, me
dio vna gana de entretenerme con ellas vn
rato. Y si no le cumpliera, me parece que
rebentara. Vengo, pues, y tomo, y ¿qué hago?
Sin dezir nada a nadie, ni a mi señor tampoco,
bonita y pasitamente me apeé de Clauileño y
me entretuue con las cabrillas, que son como
vnos alhelies y como vnas flores, casi tres
quartos de hora, y Clauileño no se mouio de vn
lugar, ni passó adelante.''

``Y ¿en tanto que el buen Sancho se entretenia
con las cabras'', preguntó el duque, ``en qué
se entretenia el señor don Quixote?''

A lo que don Quixote respondio:

``Como todas estas cosas y estos tales sucessos
van fuera del orden natural, no es mucho
que Sancho diga lo que dize; de mi se dezir
que ni me descubri por alto, ni por baxo, ni vi
el cielo, ni la tierra, ni la mar, ni las arenas.
Bien es verdad que senti que passaua por la
region del ayre, y aun que tocaua a la del
fuego; pero que passassemos de alli, no lo puedo
creer, pues, estando la region del fuego entre
el cielo de la luna y la vltima region del ayre,
no podiamos llegar al cielo donde estan las
siete cabrillas, que Sancho dize, sin abrasarnos;
y pues no nos asuramos, o Sancho miente, o
Sancho sueña.''

``Ni miento, ni sueño'', respondio Sancho;
``si no, preguntenme las señas de las tales
cabras, y por ellas veran si digo verdad o no.''

``Digalas, pues, Sancho'', dixo la duquessa.

``Son'', respondio Sancho, ``las dos verdes,
las dos encarnadas, las dos azules, y la vna de
mezcla.''

``Nueua manera de cabras es essa'', dixo el
duque, ``y por esta nuestra region del suelo no
se vsan tales colores, digo, cabras de tales
colores.''

``Bien claro está esso'', dixo Sancho; ``si, que
diferencia ha de auer de las cabras del cielo a
las del suelo.''

``Dezidme, Sancho'', preguntó el duque, ``¿vistes
alla entre essas cabras algun cabron?''

``No señor'', respondio Sancho, ``pero oi dezir
que ninguno passaua de los cuernos de la luna.''

No quisieron preguntarle mas de su viage,
porque les parecio que lleuaua Sancho hilo de
passearse por todos los cielos, y dar nueuas
de quanto alla passaua, sin auerse mouido del
jardin. En resolucion, este fue el fin de la
auentura de la dueña Dolorida, que dio que reyr a
los duques, no solo aquel tiempo, sino el de
toda su vida, y que contar a Sancho siglos, si
los viuiera; y, llegándose don Quixote a Sancho
al oydo, le dixo:

``Sancho, pues vos quereis que se os crea lo
que aueis visto en el cielo, yo quiero que
vos me creais a mi lo que vi en la cueua de
Montesinos; y no os digo mas.''


## <p042>
# chapter  42 XLII
# unit N chapternum
Capitulo XLII
# unit T title
De los consejos que dio don Quixote a Sancho
Pança antes que fuesse a gouernar la insula,
con otras cosas bien consideradas.
# unit P text
Con el felice y gracioso sucesso de la auentura
de la Dolorida quedaron tan contentos los
duques, que determinaron passar con las burlas
adelante, viendo el acomodado sugeto que
tenian para que se tuuiessen por veras; y assi,
auiendo dado la traça y ordenes que sus
criados y sus vassallos auian de guardar con
Sancho en el gouierno de la insula prometida,
otro dia, que fue el que sucedio al buelo de
Clauileño, dixo el duque a Sancho que se
adeliñasse y compusiesse para yr a ser
gouernador; que ya sus insulanos le estauan
esperando como el agua de mayo. Sancho se le
humilló, y le dixo:

``Despues que baxé del cielo, y despues que
desde su alta cumbre miré la tierra y la vi tan
pequeña, se templó en parte en mi la gana
que tenia tan grande de ser gouernador, porque
¿qué grandeza es mandar en vn grano de
mostaza, o qué dignidad o imperio el gouernar
a media dozena de hombres tamaños como
auellanas, que, a mi parecer, no auia mas en toda
la tierra? Si vuestra señoria fuesse seruido
de darme vna tantica parte del cielo, aunque
no fuesse mas de media legua, la tomaria de
mejor gana que la mayor insula del mundo.''

``Mirad, amigo Sancho'', respondio el duque,
``yo no puedo dar parte del cielo a nadie,
aunque no sea mayor que vna vña; que a solo
Dios estan reseruadas essas mercedes y
gracias. Lo que puedo dar, os doy, que es vna
insula hecha y derecha, redonda y bien
proporcionada, y sobremanera fertil y abundosa,
donde, si vos os sabeis dar maña, podeis con
las riquezas de la tierra grangear las del cielo.''

``Aora bien'', respondio Sancho, ``venga essa
insula; que yo pugnaré por ser tal gouernador,
que, a pesar de vellacos, me vaya al cielo. Y
esto no es por codicia que yo tenga de salir de
mis casillas, ni de leuantarme a mayores, sino
por el desseo que tengo de prouar a qué sabe
el ser gouernador.''

``Si vna vez lo prouays, Sancho'', dixo el
duque, ``comeros heis las manos tras el
gouierno, por ser dulcissima cosa el mandar y
ser obedecido. A buen seguro que quando
vuestro dueño llegue a ser emperador, que lo
sera sin duda, segun van encaminadas sus
cosas, que no se lo arranquen comoquiera, y
que le duela y le pese en la mitad del alma del
tiempo que huuiere dexado de serlo.''

``Señor'', replicó Sancho, ``yo imagino que
es bueno mandar, aunque sea a vn hato de
ganado.''

``Con vos me entierren, Sancho, que sabeis
de todo'', respondio el duque; ``y yo espero que
sereis tal gouernador como vuestro juyzio
promete. Y quedese esto aqui, y aduertid que
mañana en esse mesmo dia aueis de yr al gouierno
de la insula, y esta tarde os acomodarán
del trage conueniente que aueis de lleuar,
y de todas las cosas necessarias a vuestra
partida.''

``Vistanme'', dixo Sancho, ``como quisieren;
que de qualquier manera que vaya vestido,
sere Sancho Pança.''

``Assi es verdad'', dixo el duque; ``pero los
trages se han de acomodar con el oficio, o
dignidad, que se professa; que no seria bien
que vn jurisperito se vistiesse como soldado, ni
vn soldado como vn sacerdote. Vos, Sancho,
yreis vestido parte de letrado, y parte de
capitan, porque en la insula que os doy tanto son
menester las armas como las letras y las letras
como las armas.''

``Letras'', respondio Sancho, ``pocas tengo,
porque aun no se el A, B, C; pero bastame
tener el Christus en la memoria para ser buen
gouernador. De las armas manejaré las que
me dieren, hasta caer, y Dios delante.''

``Con tan buena memoria'', dixo el duque,
``no podra Sancho errar en nada.''

En esto, llegó don Quixote, y, sabiendo lo
que passaua, y la celeridad con que Sancho se
auia de partir a su gouierno, con licencia del
duque, le tomó por la mano, y se fue con el a
su estancia, con intencion de aconsejarle cómo
se auia de auer en su oficio.

Entrados, pues, en su aposento, cerro tras si
la puerta, y hizo casi por fuerça que Sancho
se sentase junto a el, y con reposada voz le
dixo:

``Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo,
de que antes y primero que yo aya encontrado
con alguna buena dicha, te aya salido a ti a
recebir y a encontrar la buena ventura. Yo, que
en mi buena suerte te tenia librada la paga de
tus seruicios, me veo en los principios de
auentajarme, y tu, antes de tiempo, contra la ley
del razonable discurso, te vees premiado de
tus desseos. Otros cohechan, importunan,
solicitan, madrugan, ruegan, porfian, y no alcançan
lo que pretenden; y llega otro, y sin saber
cómo ni cómo no, se halla con el cargo y
oficio que otros muchos pretendieron. Y aqui
entra y encaxa bien el dezir que ay buena y
mala fortuna en las pretensiones. Tu, que para
mi, sin duda alguna, eres vn porro, sin madrugar
ni trasnochar, y sin hazer diligencia alguna,
con solo el aliento que te ha tocado de la
andante caualleria, sin mas ni mas te vees
gouernador de vna insula, como quien no dize
nada. Todo esto digo, o Sancho, para que no
atribuyas a tus merecimientos la merced recebida,
sino que des gracias al cielo, que dispone
suauemente las cosas, y despues las daras a la
grandeza que en si encierra la profession de
la caualleria andante. Dispuesto, pues, el
coraçon a creer lo que te he dicho, está, o hijo,
atento a este tu Caton, que quiere aconsejarte
y ser norte y guia que te encamine y saque a
seguro puerto deste mar proceloso, donde vas
a engolfarte; que los oficios y grandes cargos
no son otra cosa sino vn golfo profundo de
confusiones.

''Primeramente, o hijo, has de temer a Dios,
porque en el temerle está la sabiduria, y siendo
sabio, no podras errar en nada.

''Lo segundo, has de poner los ojos en quien
eres, procurando conocerte a ti mismo, que es
el mas dificil conocimiento que puede
imaginarse; del conocerte saldra el no hincharte
como la rana que quiso ygualarse con el buey;
que si esto hazes, vendra a ser feos pies
de la rueda de tu locura la consideracion de
auer guardado puercos en tu tierra.''

``Assi es la verdad'', respondio Sancho,``pero
fue quando muchacho; pero despues, algo
hombrecillo, gansos fueron los que guardé,
que no puercos. Pero esto pareceme a mi que
no haze al caso; que no todos los que
gouiernan vienen de casta de reyes.''

``Assi es verdad'', replicó don Quixote; ``por
lo qual los no de principios nobles deuen
acompañar la grauedad del cargo que exercitan
con vna blanda suauidad que, guiada por
la prudencia, los libre de la murmuracion
maliciosa, de quien no ay estado que se escape.

''Haz gala, Sancho, de la humildad de tu
linage, y no te desprecies de dezir que vienes
de labradores; porque viendo que no te corres,
ninguno se pondra a correrte, y preciate mas
de ser humilde virtuoso que pecador soberuio.
Inumerables son aquellos que de baxa estirpe
nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia
e imperatoria, y desta verdad te pudiera
traer tantos exemplos que te cansaran.

''Mira, Sancho, si tomas por medio a la virtud,
y te precias de hazer hechos virtuosos, no
ay para qué tener embidia a los que los
tienen, principes y señores; porque la sangre se
hereda, y la virtud se aquista, y la virtud vale
por si sola lo que la sangre no vale.

''Siendo esto assi, como lo es, que si acaso
viniere a verte quando estes en tu insula
alguno de tus parientes, no le desheches, ni le
afrentes; antes le has de acoger, agasajar y
regalar; que con esto satisfaras al cielo, que
gusta que nadie se desprecie de lo que el hizo,
y corresponderas a lo que deues a la
naturaleza bien concertada.

''Si truxeres a tu muger contigo -- porque no
es bien que los que assisten a gouiernos de
mucho tiempo esten sin las propias --, enseñala,
doctrinala y desbastala de su natural rudeza,
porque todo lo que suele adquirir vn gouernador
discreto, suele perder y derramar vna
muger rustica y tonta.

''Si acaso enuiudares -- cosa que puede
suceder -- y con el cargo mejorares de consorte,
no la tomes tal, que te sirua de anzuelo y
de caña de pescar, y del no quiero de tu
capilla; porque en verdad te digo que de todo
aquello que la muger del juez recibiere, ha de
dar cuenta el marido en la residencia vniuersal,
donde pagará con el quatro tanto en la
muerte las partidas de que no se huuiere hecho
cargo en la vida.

''Nunca te guies por la ley del encaxe, que
suele tener mucha cabida con los ignorantes
que presumen de agudos.

''Hallen en ti mas compassion las lagrimas
del pobre, pero no mas justicia, que las
informaciones del rico.

''Procura descubrir la verdad por entre las
promessas y dadiuas del rico, como por entre
los sollozos e importunidades del pobre.

''Quando pudiere y deuiere tener lugar la
equidad, no cargues todo el rigor de la ley al
delinquente; que no es mejor la fama del juez
riguroso que la del compassiuo.

''Si acaso doblares la vara de la justicia, no
sea con el peso de la dadiua, sino con el de la
misericordia.

''Quando te sucediere juzgar algun pleyto
de algun tu enemigo, aparta las mientes de tu
injuria, y ponlos en la verdad del caso.

''No te ciegue la passion propia en la causa
agena; que los yerros que en ella hizieres las
mas vezes seran sin remedio, y si le tuuieren,
sera a costa de tu credito y aun de tu hazienda.

''Si alguna muger hermosa veniere a pedirte
justicia, quita los ojos de sus lagrimas, y tus
oydos de sus gemidos, y considera de espacio
la sustancia de lo que pide, si no quieres que se
anegue tu razon en su llanto y tu bondad en
sus suspiros.

''Al que has de castigar con obras no trates
mal con palabras, pues le basta al desdichado
la pena del suplicio, sin la añadidura de las
malas razones.

''Al culpado que cayere debaxo de tu juridicion,
considerale hombre miserable, sugeto
a las condiciones de la deprauada naturaleza
nuestra, y en todo quanto fuere de tu parte, sin
hazer agrauio a la contraria, muestratele
piadoso y clemente; porque aunque los atributos
de Dios todos son yguales, mas resplandece y
campea, a nuestro ver, el de la misericordia que
el de la justicia.

''Si estos preceptos y estas reglas sigues,
Sancho, seran luengos tus dias, tu fama sera
eterna, tus premios colmados, tu felizidad
indezible, casarás tus hijos como quisieres, titulos
tendran ellos y tus nietos, viuiras en paz, y
beneplacito de las gentes, y en los vltimos pasos
de la vida te alcançará el de la muerte en vejez
suaue y madura, y cerrarán tus ojos las
tiernas y delicadas manos de tus terceros
neteçuelos. Esto que hasta aqui te he dicho son
documentos que han de adornar tu alma; escucha
aora los que han de seruir para adorno del
cuerpo.''


## <p043>
# chapter  43 XLIII
# unit N chapternum
Capitulo XLIII
# unit T title
De los consejos segundos que dio don Quixote
a Sancho Pança.
# unit P text
¿Quién oyera el passado razonamiento de
don Quixote que no le tuuiera por persona muy
cuerda y mejor intencionada? Pero como muchas
vezes en el progresso desta grande historia
queda dicho, solamente disparaua en tocandole
en la caualleria, y en los demas discursos
mostraua tener claro y desenfadado entendimiento,
de manera, que a cada paso desacreditauan
sus obras su juyzio, y su juyzio sus obras;
pero en esta destos segundos documentos que
dio a Sancho mostro tener gran donayre, y puso
su discrecion y su locura en vn leuantado punto.

Atentissimamente le escuchaua Sancho y
procuraua conseruar en la memoria sus consejos,
como quien pensaua guardarlos y salir por
ellos a buen parto de la preñez de su gouierno.
Prosiguio, pues, don Quixote, y dixo:

``En lo que toca a cómo has de gouernar tu
persona y casa, Sancho, lo primero que te
encargo es que seas limpio, y que te cortes las
vñas, sin dexarlas crecer, como algunos hazen, a
quien su ignorancia les ha dado a entender que
las vñas largas les hermosean las manos, como
si aquel escremento y añadidura que se dexan
de cortar fuesse vña, siendo antes garras de
cernicalo lagartigero: puerco y extraordinario
abuso.

''No andes, Sancho, desceñido y floxo; que el
vestido descompuesto da indicios de animo
desmaçalado, si ya la descompostura y floxedad
no cae debaxo de socarroneria, como se
juzgó en la de Iulio Cesar.

''Toma con discrecion el pulso a lo que pudiere
valer tu oficio, y si sufriere que des librea
a tus criados, dasela honesta y prouechosa mas
que vistosa y bizarra, y repartela entre tus
criados y los pobres: quiero dezir, que si has de
vestir seys pages, viste tres y otros tres pobres,
y, assi, tendras pages para el cielo y para el
suelo; y este nueuo modo de dar librea no la
alcançan los vanagloriosos.

''No comas ajos ni cebollas, porque no saquen
por el olor tu villaneria. Anda despacio;
habla con reposo, pero no de manera que
parezca que te escuchas a ti mismo; que toda
afectacion es mala.

''Come poco y cena mas poco; que la salud
de todo el cuerpo se fragua en la oficina del
estomago.

''Se templado en el beuer, considerando que
el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple
palabra.

''Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos
carrillos, ni de erutar delante de nadie.''

``Esso de erutar no entiendo'', dixo Sancho.

Y don Quixote le dixo:

``Erutar, Sancho, quiere dezir regoldar; y
este es vno de los mas torpes vocablos que
tiene la lengua castellana, aunque es muy
sinificatiuo; y, assi, la gente curiosa se ha acogido
al latin, y al regoldar dize erutar, y a los
regueldos, erutaciones; y quando algunos no
entienden estos terminos, importa poco, que el
vso los yra introduziendo con el tiempo, que
con facilidad se entiendan, y esto es enriquezer
la lengua sobre quien tiene poder el vulgo y
el vso.''

``En verdad, señor'', dixo Sancho, ``que vno
de los consejos y auisos que pienso lleuar en
la memoria ha de ser el de no regoldar, porque
lo suelo hazer muy a menudo.''

``Erutar, Sancho, que no regoldar'', dixo don
Quixote.

``Erutar dire de aqui adelante'', respondio
Sancho, ``y a fee que no se me oluide.''

``Tambien, Sancho, no has de mezclar en tus
platicas la muchedumbre de refranes que sueles;
que puesto que los refranes son sentencias
breues, muchas vezes los traes tan por los
cabellos, que mas parecen disparates que
sentencias.''

``Esso Dios lo puede remediar'', respondio
Sancho, ``porque se mas refranes que vn libro,
y vienenseme tantos juntos a la boca quando
hablo, que riñen por salir vnos con otros; pero
la lengua va arrojando los primeros que
encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo
tendre cuenta de aqui adelante de dezir los
que conuengan a la grauedad de mi cargo;
que en casa llena presto se guisa la cena; y
quien destaja no baraja; y a buen saluo está
el que repica; y el dar y el tener seso ha
menester.''

``¡Esso si, Sancho!'', dixo don Quixote. ``¡Encaxa,
ensarta, enhila refranes; que nadie te va
a la mano! Castigame mi madre, y yo
trompogelas. Estoyte diziendo que escuses
refranes, y en vn instante has echado aqui vna
letania dellos, que assi quadran con lo que
vamos tratando como por los cerros de Vbeda.
Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal
vn refran traydo a proposito; pero cargar y
ensartar refranes a troche moche haze la
platica desmayada y baxa.

''Quando subieres a cauallo, no vayas echando
el cuerpo sobre el arzon postrero, ni lleues
las piernas tiessas y tiradas y desuiadas de la
barriga del cauallo, ni tampoco vayas tan
floxo, que parezca que vas sobre el ruzio; que
el andar a cauallo a vnos haze caualleros, a
otros cauallerizos.

''Sea moderado tu sueño; que el que no
madruga con el sol no goza del dia; y aduierte,
o Sancho, que la diligencia es madre de la
buena ventura, y la pereza, su contraria, jamas
llegó al termino que pide vn buen desseo.

''Este vltimo consejo que aora darte quiero
-- puesto que no sirua para adorno del cuerpo --,
quiero que le lleues muy en la memoria,
que creo que no te sera de menos prouecho
que los que hasta aqui te he dado; y es que
jamas te pongas a disputar de linages, a lo
menos comparandolos entre si, pues, por fuerça,
en los que se comparan vno ha de ser el mejor,
y del que abatieres seras aborrecido, y del que
leuantares, en ninguna manera premiado.

''Tu vestido sera calça entera, ropilla larga,
herreruelo vn poco mas largo; greguescos, ni
por pienso; que no les estan bien ni a los
caualleros, ni a los gouernadores.

''Por aora, esto se me ha ofrecido, Sancho,
que aconsejarte; andara el tiempo, y segun las
ocasiones, assi seran mis documentos, como
tu tengas cuydado de auisarme el estado en
que te hallares.''

``Señor'', respondio Sancho, ``bien veo que
todo quanto vuessa merced me ha dicho son
cosas buenas, santas y prouechosas; pero ¿de
qué han de seruir, si de ninguna me acuerdo?
Verdad sea que aquello de no dexarme crecer
las vñas, y de casarme otra vez, si se ofreciere,
no se me passará del magin; pero essotros
badulaques y enredos y reboltillos, no se me
acuerda ni acordará mas dellos que de las
nubes de antaño, y, assi, sera menester que
se me den por escrito; que puesto que no se
leer ni escriuir, yo se los dare a mi confessor
para que me los encaxe y recapacite quando
fuere menester.''

``¡Ha, pecador de mi'', respondio don Quixote,
``y qué mal parece en los gouernadores el
no saber leer ni escriuir! Porque has de saber,
o Sancho, que no saber vn hombre leer o ser
çurdo arguye vna de dos cosas: o que fue hijo
de padres demasiado de humildes y baxos, o
el tan trauiesso y malo, que no pudo entrar en
el el buen vso, ni la buena doctrina. Gran
falta es la que lleuas contigo, y, assi, querria
que aprendiesses a firmar siquiera.''

``Bien se firmar mi nombre'', respondio
Sancho; ``que quando fuy prioste en mi lugar
aprendi a hazer vnas letras como de marca de
fardo, que dezian que dezia mi nombre; quanto
mas que fingire que tengo tullida la mano
derecha, y hare que firme otro por mi; que para
todo ay remedio, si no es para la muerte; y
teniendo yo el mando y el palo, hare lo que
quisiere; quanto mas que el que tiene el padre
alcalde.... Y siendo yo gouernador, que es
mas que ser alcalde, ¡llegaos, que la dexan ver!
No sino popen y caloñenme; que vendran por
lana y bolueran trasquilados; y a quien Dios
quiere bien, la casa le sabe; y las necedades
del rico por sentencias passan en el mundo; y
siendolo yo, siendo gouernador y juntamente
liberal, como lo pienso ser, no aura falta que
se me parezca. No sino hazeos miel, y paparos
han moscas; tanto vales quanto tienes, dezia
vna mi aguela; y del hombre arraygado no te
veras vengado.''

``¡O, maldito seas de Dios, Sancho!'', dixo a
esta sazon don Quixote. ``¡Sesenta mil satanases
te lleuen a ti y a tus refranes! Vna hora ha
que los estás ensartando y dandome con cada
vno tragos de tormento. Yo te asseguro que
estos refranes te han de lleuar vn dia a la
horca; por ellos te han de quitar el gouierno
tus vassallos, o ha de auer entre ellos
comunidades. Dime: ¿dónde los hallas, ignorante, o
cómo los aplicas, mentecato?; que para dezir
yo vno, y aplicarle bien, sudo y trabajo como
si cauasse.''

``Por Dios, señor nuestro amo'', replicó
Sancho, ``que vuessa merced se quexa de bien
pocas cosas. ¿A qué diablos se pudre de que
yo me sirua de mi hazienda, que ninguna otra
tengo, ni otro caudal alguno sino refranes y
mas refranes? Y aora se me ofrecen quatro,
que venian aqui pintiparados, o como peras
en tabaque; pero no los dire, porque al buen
callar llaman Sancho.''

``Esse Sancho no eres tu'', dixo don Quixote;
``porque no solo no eres buen callar, sino mal
hablar y mal porfiar; y, con todo esso, querria
saber qué quatro refranes te ocurrian aora a la
memoria, que venian aqui a proposito; que yo
ando recorriendo la mia, que la tengo buena,
y ninguno se me ofrece.''

``¿Qué mejores'', dixo Sancho, ``que «entre
dos muelas cordales nunca pongas tus
pulgares», y «a ydos de mi casa y ¿qué quereis
con mi muger?, no ay responder», y «si da el
cantaro en la piedra, o la piedra en el cantaro,
mal para el cantaro», todos los quales vienen
a pelo? Que nadie se tome con su gouernador,
ni con el que le manda, porque saldra
lastimado, como el que pone el dedo entre dos
muelas cordales, y aunque no sean cordales,
como sean muelas no importa; y a lo que
dixere el gouernador no ay que replicar, como
al «salios de mi casa, y ¿qué quereis con mi
muger?» Pues lo de la piedra en el cantaro,
vn ciego lo vera. Assi, que es menester que el
que vee la mota en el ojo ageno, vea la viga
en el suyo, porque no se diga por el
«espantose la muerta de la degollada»; y vuessa
merced sabe bien que mas sabe el necio en su
casa que el cuerdo en la agena.''

``Esso no, Sancho'', respondio don Quixote;
``que el necio en su casa ni en la agena sabe
nada, a causa que sobre el cimiento de la
necedad no assienta ningun discreto edificio. Y
dexemos esto aqui, Sancho; que si mal gouernares,
tuya sera la culpa, y mia la verguença;
mas consuelome que he hecho lo que deuia
en aconsejarte con las veras, y con la
discrecion a mi possible; con esto salgo de mi
obligacion, y de mi promessa. Dios te guie,
Sancho, y te gouierne en tu gouierno, y a mi me
saque del escrupulo que me queda que has de
dar con toda la insula patas arriba, cosa que
pudiera yo escusar con descubrir al duque
quien eres, diziendole que toda essa gordura,
y essa personilla que tienes, no es otra cosa
que vn costal lleno de refranes y de malicias.''

``Señor'', replicó Sancho, ``si a vuessa merced
le parece que no soy de pro para este gouierno,
desde aqui le suelto; que mas quiero vn
solo negro de la vña de mi alma que a todo
mi cuerpo, y assi me sustentaré Sancho a
secas con pan y cebolla como gouernador con
perdizes y capones; y mas, que mientras se
duerme, todos son yguales, los grandes y los
menores, los pobres y los ricos, y si vuessa
merced mira en ello, vera que solo vuessa
merced me ha puesto en esto de gouernar;
que yo no se mas de gouiernos de insulas que
vn buytre, y si se imagina que por ser gouernador
me ha de lleuar el diablo, mas me quiero
yr Sancho al cielo que gouernador al infierno.''

``Por Dios, Sancho'', dixo don Quixote, ``que
por solas estas vltimas razones que has dicho
juzgo que mereces ser gouernador de mil
insulas; buen natural tienes, sin el qual no ay
ciencia que valga; encomiendate a Dios, y
procura no errar en la primera intencion; quiero
dezir que siempre tengas intento y firme
proposito de acertar en quantos negocios te
ocurrieren, porque siempre fauorece el cielo los
buenos desseos. Y vamonos a comer; que creo
que ya estos señores nos aguardan.''


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# chapter  44 XLIV
# unit N chapternum
Capitulo XLIV
# unit T title
Cómo Sancho Pança fue lleuado al gouierno,
y de la estraña auentura que en el castillo
sucedio a don Quixote.
# unit P text
Dizen que en el propio original desta historia
se lee que llegando Cide Hamete a escriuir este
capitulo, no le traduxo su interprete como el le
auia escrito, que fue vn modo de quexa que
tuuo el moro de si mismo por auer tomado
entre manos vna historia tan seca y tan
limitada como esta de don Quixote, por parecerle
que siempre auia de hablar del y de Sancho,
sin osar estenderse a otras digresiones y
episodios mas graues y mas entretenidos, y dezia
que el yr siempre atenido el entendimiento, la
mano y la pluma a escriuir de vn solo sugeto,
y hablar por las bocas de pocas personas era
vn trabajo incomportable, cuyo fruto no redundaua
en el de su autor, y que, por huyr deste
inconueniente, auia vsado en la primera parte
del artificio de algunas nouelas, como fueron
la del Curioso Impertinente, y la del Capitan
cautiuo, que estan como separadas de la historia,
puesto que las demas que alli se cuentan
son casos sucedidos al mismo don Quixote, que
no podian dexar de escriuirse. Tambien penso,
como el dize, que muchos, lleuados de la
atencion que piden las hazañas de don Quixote, no
la darian a las nouelas, y passarian por ellas, o
con priessa, o con enfado, sin aduertir la gala
y artificio que en si contienen, el qual se
mostrara bien al descubierto, quando por si solas,
sin arrimarse a las locuras de don Quixote, ni
a las sandezes de Sancho, salieran a luz. Y,
assi, en esta segunda parte no quiso ingerir
nouelas sueltas, ni pegadizas, sino algunos
episodios que lo pareciessen, nacidos de los
mesmos sucessos que la verdad ofrece, y aun
estos, limitadamente y con solas las palabras
que bastan a declararlos; y pues se contiene
y cierra en los estrechos limites de la
narracion, teniendo habilidad, suficiencia y
entendimiento para tratar del vniuerso todo, pide
no se desprecie su trabajo, y se le den alabanças
no por lo que escriue, sino por lo que ha
dexado de escriuir.

Y luego prosigue la historia diziendo que
en acabando de comer don Quixote el dia que
dio los consejos a Sancho, aquella tarde
se los dio escritos para que el buscasse quien
se los leyesse; pero apenas se los huuo dado,
quando se le cayeron y vinieron a manos del
duque, que los comunicó con la duquessa, y
los dos se admiraron de nueuo de la locura
y del ingenio de don Quixote. Y, assi, lleuando
adelante sus burlas, aquella tarde embiaron a
Sancho con mucho acompañamiento al lugar
que para el auia de ser insula.

Acaecio, pues, que el que le lleuaua a cargo
era vn majordomo del duque, muy discreto y
muy gracioso, que no puede auer gracia donde
no ay discrecion, el qual auia hecho la persona
de la condessa Trifaldi, con el donayre que
queda referido, y, con esto, y con yr industriado
de sus señores de cómo se auia de auer con
Sancho, salio con su intento marauillosamente.
Digo, pues, que acaecio que assi como Sancho
vio al tal mayordomo, se le figuró en su rostro
el mesmo de la Trifaldi, y, boluiendose a su
señor, le dixo:

``Señor, o a mi me ha de lleuar el diablo de
aqui de donde estoy en justo y en creyente,
o vuessa merced me ha de confessar que el
rostro deste mayordomo del duque, que aqui
está, es el mesmo de la Dolorida.''

Miró don Quixote atentamente al mayordomo,
y, auiendole mirado, dixo a Sancho:

``No ay para que te lleue el diablo, Sancho,
ni en justo ni en creyente -- que no se lo que
quieres dezir --; que el rostro de la Dolorida es
el del mayordomo, pero no por esso el mayordomo
es la Dolorida; que a serlo, implicaria
contradicion muy grande, y no es tiempo aora
de hazer estas aueriguaciones; que seria
entrarnos en intricados laberintos. Creeme,
amigo, que es menester rogar a nuestro Señor
muy de veras que nos libre a los dos de malos
hechizeros y de malos encantadores.''

``No es burla, señor'', replicó Sancho, ``sino
que denantes le oi hablar, y no parecio sino que
la voz de la Trifaldi me sonaua en los oydos.
Aora bien, yo callaré; pero no dexaré de andar
aduertido de aqui adelante, a ver si descubre
otra señal que confirme o desfaga mi sospecha.''

``Assi lo has de hazer, Sancho'', dixo don
Quixote, ``y darasme auiso de todo lo que en
este caso descubrieres, y de todo aquello que
en el gouierno te sucediere.''

Salio, en fin, Sancho, acompañado de mucha
gente, vestido a lo letrado, y encima vn gauan
muy ancho de chamelote de aguas, leonado,
con vna montera de lo mesmo, sobre vn macho
a la gineta, y, detras del, por orden del duque,
yua el ruzio con jaezes y ornamentos jumentiles
de seda, y flamantes. Boluia Sancho la cabeça
de quando en quando a mirar a su asno, con
cuya compañia yua tan contento, que no se
trocara con el emperador de Alemaña.

Al despedirse de los duques les besó las
manos, y tomó la bendicion de su señor, que se
la dio con lagrimas, y Sancho la recibio con
pucheritos.

Dexa, lector amable, yr en paz y en hora
buena al buen Sancho, y espera dos fanegas
de risa, que te ha de causar el saber cómo se
portó en su cargo, y en tanto atiende a saber
lo que le passó a su amo aquella noche; que
si con ello no rieres, por lo menos desplegarás
los labios con risa de ximia, porque los
sucessos de don Quixote, o se han de celebrar
con admiracion o con risa.

Cuentase, pues, que apenas se huuo partido
Sancho, quando don Quixote sintio su soledad,
y si le fuera possible reuocarle la comission y
quitarle el gouierno, lo hiziera. Conocio la
duquessa su melancolia, y preguntole que de qué
estaua triste; que si era por la ausencia de
Sancho, que escuderos, dueñas y donzellas
auia en su casa que le seruirian muy a
satisfacion de su desseo.

``Verdad es, señora mia'', respondio don
Quixote, ``que siento la ausencia de Sancho;
pero no es essa la causa principal que me haze
parecer que estoy triste, y de los muchos
ofrecimientos que vuestra excelencia me haze
solamente acepto y escojo el de la voluntad con
que se me hazen; y en lo demas suplico a
vuestra excelencia que dentro de mi aposento
consienta y permita que yo solo sea el que me
sirua.''

``En verdad'', dixo la duquessa, ``señor don
Quixote, que no ha de ser assi: que le han de
seruir quatro donzellas de las mias, hermosas
como vnas flores.''

``Para mi'', respondio don Quixote, ``no seran
ellas como flores, sino como espinas que me
punzen el alma. Assi entrarán ellas en mi
aposento, ni cosa que lo parezca, como bolar. Si es
que vuestra grandeza quiere lleuar adelante el
hazerme merced, sin yo merecerla, dexeme que
yo me las aya conmigo y que yo me sirua de
mis puertas adentro; que yo ponga vna muralla
en medio de mis desseos y de mi honestidad, y
no quiero perder esta costumbre por la
liberalidad que vuestra alteza quiere mostrar
conmigo. Y, en resolucion, antes dormire vestido
que consentir que nadie me desnude.''

``¡No mas, no mas, señor don Quixote!'',
replicó la duquessa; ``por mi digo que dare orden
que ni aun vna mosca entre en su estancia, no
que vna donzella; no soy yo persona que
por mi se ha de descaualar la decencia del señor
don Quixote; que, segun se me ha trasluzido,
la que mas campea entre sus muchas virtudes
es la de la honestidad. Desnudese vuessa
merced y vistase a sus solas y a su modo, como
y quando quisiere; que no aura quien lo
impida, pues dentro de su aposento hallará los
vasos necessarios al menester del que duerme a
puerta cerrada, porque ninguna natural necessidad
le obligue a que la abra. Viua mil siglos
la gran Dulcinea del Toboso, y sea su nombre
estendido por toda la redondez de la tierra,
pues merecio ser amada de tan valiente y tan
honesto cauallero, y los benignos cielos
infundan en el coraçon de Sancho Pança, nuestro
gouernador, vn desseo de acabar presto sus
diciplinas, para que buelua a gozar el mundo
de la belleza de tan gran señora.''

A lo qual dixo don Quixote:

``Vuestra altitud ha hablado como quien es;
que en la boca de las buenas señoras no ha
de auer ninguna que sea mala, y mas venturosa
y mas conocida sera en el mundo Dulcinea
por auerla alabado vuestra grandeza, que
por todas las alabanças que puedan darle los
mas eloquentes de la tierra.''

``Agora bien, señor don Quixote'', replicó la
duquessa, ``la hora de cenar se llega y el
duque deue de esperar; venga vuessa merced y
cenemos, y acostarase temprano; que el viage
que ayer hizo de Candaya no fue tan corto,
que no aya causado algun molimiento.''

``No siento ninguno, señora'', respondio don
Quixote, ``porque osaré jurar a vuestra
excelencia que en mi vida he subido sobre bestia
mas reposada, ni de mejor paso que Clauileño,
y no se yo qué le pudo mouer a Malambruno
para deshazerse de tan ligera y tan gentil
caualgadura, y abrasarla assi, sin mas ni mas.''

``A esso se puede imaginar'', respondio la
duquessa, ``que, arrepentido del mal que auia
hecho a la Trifaldi y compañia, y a otras
personas, y de las maldades que, como hechizero
y encantador, deuia de auer cometido, quiso
concluyr con todos los instrumentos de su
oficio, y como a principal y que mas le traia
dessassossegado, vagando de tierra en tierra,
abrasó a Clauileño; que con sus abrasadas
cenizas, y con el trofeo del cartel queda eterno
el valor del gran don Quixote de la Mancha.''

De nueuo nueuas gracias dio don Quixote a
la duquessa, y, en cenando don Quixote, se
retiró en su aposento solo, sin consentir que
nadie entrasse con el a seruirle: tanto se temia
de encontrar ocasiones que le mouiessen o
forçassen a perder el honesto decoro que a su
señora Dulcinea guardaua, siempre puesta en la
imaginacion la bondad de Amadis, flor y espejo
de los andantes caualleros. Cerro tras si
la puerta, y a la luz de dos velas de cera se
desnudó, y al descalçarse --¡o desgracia indigna
de tal persona!-- se le soltaron, no suspiros,
ni otra cosa que desacreditassen la limpieza
de su policia, sino hasta dos dozenas de
puntos de vna media, que quedó hecha zelosia.
Afligiose en estremo el buen señor, y diera
el por tener alli vn adarme de seda verde vna
onça de plata; digo seda verde, porque las
medias eran verdes.

Aqui exclamó Benengeli, y escriuiendo, dixo:

``¡O pobreza, pobreza, no se yo con qué
razon se mouio aquel gran poeta cordoues, a
llamarte dadiua santa desagradecida! Yo,
aunque moro, bien se, por la comunicacion que
he tenido con christianos, que la santidad
consiste en la caridad, humildad, fee, obediencia y
pobreza; pero, con todo esso, digo que ha de
tener mucho de Dios el que se viniere a
contentar con ser pobre, si no es de aquel modo
de pobreza de quien dize vno de sus mayores
santos: «Tened todas las cosas como si no las
tuuiessedes», y a esto llaman pobreza de
espiritu; pero tu, segunda pobreza, que eres de la
que yo hablo, ¿por qué quieres estrellarte con
los hidalgos y bien nacidos mas que con la
otra gente? ¿Por qué los obligas a dar pantalia
a los çapatos, y a que los botones de sus
ropillas vnos sean de seda, otros de cerdas y
otros de vidro? ¿Por qué sus cuellos, por la
mayor parte, han de ser siempre escarolados, y
no abiertos con molde?'' Y en esto se echará
de ver que es antiguo el vso del almidon y de
los cuellos abiertos. Y prosiguió: ``Miserable
del bien nacido que va dando pistos a su honra,
comiendo mal, y a puerta cerrada, haziendo
hipocrita al palillo de dientes con que sale a
la calle despues de no auer comido cosa que le
obligue a limpiarselos; miserable de aquel,
digo, que tiene la honra espantadiza, y piensa
que desde vna legua se le descubre el remiendo
del çapato, el trassudor del sombrero, la hilaza
del herreruelo y la hambre de su estomago!''

Todo esto se le renouo a don Quixote en la
soltura de sus puntos; pero consolose con ver
que Sancho le auia dexado vnas botas de
camino, que penso ponerse otro dia.

Finalmente, el se recosto pensatiuo y pesaroso,
assi de la falta que Sancho le hazia,
como de la inreparable desgracia de sus
medias, a quien tomara los puntos aunque fuera
con seda de otra color, que es vna de las
mayores señales de miseria que vn hidalgo puede
dar en el discurso de su prolixa estrecheza.
Mató las velas, hazia calor y no podia dormir;
leuantose del lecho y abrio vn poco la ventana
de vna rexa que daua sobre vn hermoso jardin,
y al abrirla, sintio y oyo que andaua y
hablaua gente en el jardin. Pusose a escuchar
atentamente; leuantaron la voz los de abaxo,
tanto, que pudo oyr estas razones:

``No me porfies, o Emerencia, que cante, pues
sabes que desde el punto que este forastero
entró en este castillo, y mis ojos le miraron, yo
no se cantar, sino llorar; quanto mas que el
sueño de mi señora tiene mas de ligero que de
pessado, y no querria que nos hallasse aqui por
todo el tesoro del mundo; y, puesto caso que
durmiesse y no despertasse, en vano seria mi
canto si duerme y no despierta para oyrle este
nueuo Eneas, que ha llegado a mis regiones
para dexarme escarnida.''

``No des en esso, Altisidora amiga'',
respondieron; ``que sin duda la duquessa y quantos
ay en essa casa duermen, si no es el señor de
tu coraçon y el despertador de tu alma; porque
aora senti que abria la ventana de la reja de su
estancia, y sin duda deue de estar despierto.
Canta, lastimada mia, en tono baxo y suaue, al
son de tu arpa, y quando la duquessa nos sienta,
le echaremos la culpa al calor que haze.''

``No está en esso el punto, o Emerencia'',
respondio la Altisidora, ``sino en que no querria
que mi canto descubriesse mi coraçon y fuesse
juzgada de los que no tienen noticia de las
fuerças poderosas de amor por donzella antojadiza
y liuiana. Pero venga lo que viniere; que
mas vale verguença en cara que manzilla en
coraçon.''

Y, en esto, sintio tocar vna harpa
suauissimamente; oyendo lo qual quedó don Quixote
pasmado, porque en aquel instante se le vinieron
a la memoria las infinitas auenturas semejantes
a aquella de ventanas, rejas y jardines,
musicas, requiebros y desuanecimientos que en los
sus desuanecidos libros de cauallerias auia
leydo. Luego imaginó que alguna donzella de
la duquessa estaua del enamorada, y que la
honestidad la forçaua a tener secreta su voluntad,
temio no le rindiesse, y propuso en su
pensamiento el no dexarse vencer; y,
encomendandose de todo buen animo y buen talante a
su señora Dulcinea del Toboso, determinó de
escuchar la musica, y para dar a entender que
alli estaua, dio vn fingido estornudo, de que no
poco se alegraron las donzellas, que otra cosa
no desseauan sino que don Quixote las oyesse.
Recorrida, pues, y afinada la harpa, Altisidora
dio principio a este romance:

# unit Q spanishverse
¡O tu, que estás en tu lecho, ÷
entre sabanas de olanda, ÷
durmiendo a pierna tendida ÷
de la noche a la mañana,

cauallero el mas valiente ÷
que ha produzido la Mancha, ÷
mas honesto y mas bendito ÷
que el oro fino de Arabia!

Oye a vna triste donzella, ÷
bien crecida y mal lograda, ÷
que en la luz de tus dos soles ÷
se siente abrasar el alma.

Tu buscas tus auenturas, ÷
y agenas desdichas hallas; ÷
das las feridas, y niegas ÷
el remedio de sanarlas.

Dime, valeroso jouen, ÷
que Dios prospere tus ansias, ÷
si te criaste en la Libia, ÷
o en las montañas de Iaca;

si sierpes te dieron leche; ÷
si a dicha fueron tus amas ÷
la aspereza de las seluas ÷
y el horror de las montañas.

Muy bien puede Dulcinea, ÷
donzella rolliza y sana, ÷
preciarse de que ha rendido ÷
a vna tigre y fiera braua.

Por esto sera famosa, ÷
desde Henares a Xarama, ÷
desde el Tajo a Mançanares, ÷
desde Pisuerga hasta Arlanza.

Trocárame yo por ella, ÷
y diera encima vna saya ÷
de las mas gayadas mias, ÷
que de oro le adornan franjas.

¡O, quién se viera en tus braços, ÷
o si no, junto a tu cama, ÷
rascandote la cabeça, ÷
y matandote la caspa!

Mucho pido, y no soy digna ÷
de merced tan señalada: ÷
los pies quisiera traerte; ÷
que a vna humilde esto le basta.

¡O, qué de cofias te diera, ÷
qué de escarpines de plata, ÷
qué de calças de damasco, ÷
qué de herreruelos de olanda!

¡Qué de finissimas perlas, ÷
cada qual como vna agalla, ÷
que, a no tener compañeras, ÷
las solas fueran llamadas!

No mires de tu Tarpeya ÷
este incendio que me abrasa, ÷
Neron manchego del mundo, ÷
ni le auiues con tu saña.

Niña soy, pulzela tierna; ÷
mi edad de quinze no passa; ÷
catorze tengo y tres meses ÷
te juro en Dios y en mi anima.

No soy renca, ni soy coxa, ÷
ni tengo nada de manca; ÷
los cabellos, como lirios, ÷
que, en pie, por el suelo arrastran.

Y, aunque es mi boca aguileña, ÷
y la nariz algo chata, ÷
ser mis dientes de topacios ÷
mi belleza al cielo ensalça.

Mi voz, ya ves, si me escuchas, ÷
que a la que es mas dulce yguala, ÷
y soy de disposicion ÷
algo menos que mediana.

Estas y otras gracias miras: ÷
son despojos de tu aljaua; ÷
desta casa soy donzella, ÷
y Altisidora me llaman.

# unit P text
Aqui dio fin el canto de la malferida
Altisidora, y començo el asombro del requirido don
Quixote, el qual, dando vn gran suspiro, dixo
entre si:

``¡Que tengo de ser tan desdichado andante,
que no ha de auer donzella que me mire que
de mi no se enamore! ¡Que tenga de ser tan
corta de ventura la sin par Dulcinea del Toboso,
que no la han de dexar a solas gozar de la
incomparable firmeza mia! ¿Qué la quereis,
reynas? ¿A qué la perseguis, emperatrizes?
¿Para qué la acosays, donzellas de a catorze a
quinze años? Dexad, dexad a la miserable que
triunfe, se goze y vfane con la suerte que amor
quiso darle en rendirle mi coraçon y entregarle
mi alma. Mirad, caterba enamorada, que para
sola Dulcinea soy de masa y de alfenique,
y para todas las demas soy de pedernal; para
ella soy miel, y para vosotras azibar; para mi
sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la
honesta, la gallarda y la bien nacida, y las demas,
las feas, las necias, las liuianas y las de peor
linage; para ser yo suyo, y no de otra alguna,
me arrojó la naturaleza al mundo. Llore o
cante Altisidora, desesperese madama por quien
me aporrearon en el castillo del moro encantado;
que yo tengo de ser de Dulcinea, cozido o
asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar
de todas las potestades hechizeras de la tierra.''

Y, con esto, cerro de golpe la ventana, y,
despechado y pesaroso, como si le huuiera
acontecido alguna gran desgracia, se acosto en
su lecho, donde le dexaremos por aora, porque
nos está llamando el gran Sancho Pança, que
quiere dar principio a su famoso gouierno.


## <p045>
# chapter  45 XLV
# unit N chapternum
Capitulo XLV
# unit T title
De cómo el gran Sancho Pança tomó la possession
de su insula, y del modo que començo
a gouernar.
# unit P text
¡O perpetuo descubridor de los antipodas,
hacha del mundo, ojo del cielo, meneo dulce de
las cantimploras, Timbrio aqui, Febo alli,
tirador aca, medico aculla, padre de la poesia,
inuentor de la musica, tu que siempre sales y
aunque lo parece, nunca te pones! ¡A ti digo,
o sol, con cuya ayuda el hombre engendra al
hombre!: a ti digo que me fauorezcas y
alumbres la escuridad de mi ingenio, para
que pueda discurrir por sus puntos en la
narracion del gouierno del gran Sancho Pança;
que, sin ti, yo me siento tibio, desmaçalado y
confuso.

Digo, pues, que con todo su acompañamiento
llegó Sancho a vn lugar de hasta mil vezinos,
que era de los mejores que el duque tenia;
dieronle a entender que se llamaua la insula
Barataria, o ya porque el lugar se llamaua
Baratario, o ya por el barato con que se le auia
dado el gouierno. Al llegar a las puertas de la
villa, que era cercada, salio el regimiento del
pueblo a recebirle; tocaron las campanas, y
todos los vezinos dieron muestras de general
alegria, y con mucha pompa le lleuaron a la
iglesia mayor a dar gracias a Dios, y luego, con
algunas ridiculas ceremonias, le entregaron las
llaues del pueblo, y le admitieron por perpetuo
gouernador de la insula Barataria.

El trage, las barbas, la gordura y pequeñez
del nueuo gouernador tenia admirada a toda
la gente que el busilis del cuento no sabia, y
aun a todos los que lo sabian, que eran
muchos. Finalmente, en sacandole de la iglesia, le
lleuaron a la silla del juzgado y le sentaron en
ella, y el mayordomo del duque le dixo:

``Es costumbre antigua en esta insula, señor
gouernador, que el que viene a tomar possession
desta famosa insula está obligado a responder
a vna pregunta que se le hiziere, que
sea algo intricada y dificultosa, de cuya
respuesta el pueblo toma y toca el pulso del
ingenio de su nueuo gouernador; y, assi, o se
alegra, o se entristeze con su venida.''

En tanto que el mayordomo dezia esto a
Sancho, estaua el mirando vnas grandes y muchas
letras que en la pared frontera de su silla
estauan escritas, y como el no sabia leer, preguntó
que qué eran aquellas pinturas que en aquella
pared estauan; fuele respondido:

``Señor, alli está escrito y notado el dia en
que vuessa señoria tomó possession desta insula,
y dize el epitafio: «Oy dia, a tantos de tal
mes y de tal año, tomó la possession desta
insula el señor don Sancho Pança, que muchos
años la goze.»''

``Y ¿a quién llaman don Sancho Pança?'',
preguntó Sancho.

``A vuessa señoria'', respondio el mayordomo;
``que en esta insula no ha entrado otro Pança,
sino el que está sentado en essa silla.''

``Pues aduertid, hermano'', dixo Sancho, ``que
yo no tengo don, ni en todo mi linage le ha
auido: Sancho Pança me llaman a secas, y
Sancho se llamó mi padre, y Sancho mi aguelo, y
todos fueron Panças sin añadiduras de dones
ni donas; y yo imagino que en esta insula deue
de auer mas dones que piedras; pero basta,
Dios me entiende, y podra ser que si el
gouierno me dura quatro dias, yo escardaré estos
dones, que por la muchedumbre deuen de enfadar
como los mosquitos. Passe adelante con su
pregunta el señor mayordomo; que yo respondere
lo mejor que supiere, ora se entristezca, o
no se entristezca el pueblo.''

A este instante entraron en el juzgado dos
hombres, el vno vestido de labrador, y el otro
de sastre, porque traia vnas tijeras en la mano;
y el sastre dixo:

``Señor gouernador, yo y este hombre labrador
venimos ante vuessa merced en razon que
este buen hombre llegó a mi tienda ayer -- que
yo, con perdon de los presentes, soy sastre
examinado, que Dios sea bendito --, y,
poniendome vn pedaço de paño en las manos, me
preguntó: «Señor, ¿auria en este paño harto
para hazerme vna caperuza?» Yo, tanteando
el paño, le respondi que si; el deuiose de
imaginar, a lo que yo imagino, e imaginé bien,
que, sin duda, yo le queria hurtar alguna parte
del paño, fundandose en su malicia y en la
mala opinion de los sastres; y replicome que
mirasse si auria para dos. Adiuinele el
pensamiento, y dixele que si; y el, cauallero en su
dañada y primera intencion, fue añadiendo
caperuzas, y yo añadiendo sies, hasta que
llegamos a cinco caperuzas, y aora en este punto
acaba de venir por ellas; yo se las doy, y no
me quiere pagar la hechura; antes me pide que
le pague o buelua su paño.''

``Es todo esto assi, hermano?'', preguntó
Sancho.

``Si señor'', respondio el hombre; ``pero hagale
vuessa merced que muestre las cinco
caperuzas que me ha hecho.''

``De buena gana'', respondio el sastre.

Y, sacando encontinente la mano debaxo
del herreruelo, mostro en ella cinco caperuzas
puestas en las cinco cabeças de los dedos de
la mano, y dixo:

``E aqui las cinco caperuzas que este buen
hombre me pide, y en Dios y en mi conciencia
que no me ha quedado nada del paño, y yo
daré la obra a vista de veedores del oficio.''

Todos los presentes se rieron de la multitud
de las caperuzas, y del nueuo pleyto. Sancho
se puso a considerar vn poco, y dixo:

``Pareceme que en este pleyto no ha de auer
largas dilaciones, sino juzgar luego a juyzio
de buen varon, y, assi, yo doy por sentencia
que el sastre pierda las hechuras, y el labrador
el paño, y las caperuzas se lleuen a los presos
de la carcel, y no aya mas.''

Si la sentencia passada de la bolsa del
ganadero mouio a admiracion a los circunstantes,
esta les prouocó a risa; pero, en fin, se
hizo lo que mandó el gouernador; ante el
qual se presentaron dos hombres ancianos, el
vno traia vna cañaheja por baculo, y el sin
baculo dixo:

``Señor, a este buen hombre le presté dias
ha 10 escudos de oro en oro, por hazerle
plazer y buena obra, con condicion que me los
boluiesse quando se los pidiesse. Passaronse
muchos dias sin pedirselos, por no ponerle en
mayor necessidad, de boluermelos, que la que
el tenia quando yo se los presté: pero por
parecerme que se descuydaua en la paga, se
los he pedido vna y muchas vezes, y no
solamente no me los buelue, pero me los niega, y
dize que nunca tales 10 escudos le presté,
y que si se los presté, que ya me los ha buelto.
Yo no tengo testigos ni del prestado, ni de la
buelta, porque no me los ha buelto. Querria
que vuessa merced le tomasse juramento y, si
jurare que me los ha buelto, yo se los perdono
para aqui y para delante de Dios.''

``¿Qué dezys vos a esto, buen viejo del
baculo?'', dixo Sancho.

A lo que dixo el viejo:

``Yo, señor, confiesso que me los prestó,
y baxe vuessa merced essa vara, y, pues el
lo dexa en mi juramento, yo juraré como
se los he buelto y pagado real y
verdaderamente.''

Baxó el gouernador la vara, y, en tanto, el
viejo del baculo dio el baculo al otro viejo,
que se le tuuiesse en tanto que juraua, como
si le embaraçara mucho, y luego puso la mano
en la cruz de la vara, diziendo que era verdad,
que se le auian prestado aquellos diez escudos
que se le pedian; pero que el se los auia buelto
de su mano a la suya, y que por no caer en
ello se los boluia a pedir por momentos.
Viendo lo qual el gran gouernador, preguntó al
acreedor qué respondia a lo que dezia su
contrario; y dixo que sin duda alguna su deudor
deuia de dezir verdad, porque le tenia por
hombre de bien y buen christiano, y que a el
se le deuia de auer oluidado el cómo y quándo
se los auia buelto, y que desde alli en adelante
jamas le pidiria nada. Tornó a tomar su baculo
el deudor, y, baxando la cabeça, se salio del
juzgado. Visto lo qual Sancho, y que sin mas
ni mas se yua, y viendo tambien la paciencia
del demandante, inclinó la cabeça sobre el
pecho, y, poniendose el indice de la mano
derecha sobre las cejas y las narizes, estuuo
como pensatiuo vn pequeño espacio, y luego
alçó la cabeça y mandó que le llamassen al
viejo del baculo, que ya se auia ydo.
Truxeronsele, y, en viendole Sancho, le dixo:

``Dadme, buen hombre, esse baculo; que le
he menester.''

``De muy buena gana'', respondio el viejo:
``ele aqui, señor.''

Y pusosele en la mano.

Tomole Sancho, y, dandosele al otro viejo, le dixo:

``Andad con Dios, que ya vais pagado.''

``¿Yo, señor?'', respondio el viejo. ``Pues, ¿vale
esta cañaheja 10 escudos de oro?''

``Si'', dixo el gouernador, ``o si no, yo soy el
mayor porro del mundo, y aora se vera si
tengo yo caletre para gouernar todo vn reyno.''

Y mandó que alli delante de todos se rompiesse
y abriesse la caña. Hizose assi, y en el
coraçon della hallaron 10 escudos en oro.
Quedaron todos admirados, y tuuieron a su
gouernador por vn nueuo Salomon. Preguntaronle
de dónde auia colegido que en aquella
cañaheja estauan aquellos 10 escudos, y
respondio que de auerle visto dar el viejo que
juraua, a su contrario, aquel baculo en tanto
que hazia el juramento, y jurar que se los auia
dado real y verdaderamente, y que, en acabando
de jurar, le tornó a pedir el baculo, le
vino a la imaginacion que dentro del estaua
la paga de lo que pedian. De donde se podia
colegir que los que gouiernan, aunque sean
vnos tontos, tal vez los encamina Dios en sus
juyzios; y mas, que el auia oydo contar otro
caso como aquel al cura de su lugar, y que el
tenia tan gran memoria, que a no oluidarsele
todo aquello de que queria acordarse, no huuiera
tal memoria en toda la insula. Finalmente,
el vn viejo corrido, y el otro pagado, se
fueron, y los presentes quedaron admirados.
Y el que escriuia las palabras, hechos y
mouimientos de Sancho, no acabaua de determinarse
si le tendria y pondria por tonto, o por
discreto.

Luego, acabado este pleyto, entró en el
juzgado vna muger, assida fuertemente de vn
hombre vestido de ganadero rico, la qual venia
dando grandes vozes, diziendo:

``¡Iusticia, señor gouernador, justicia, y si no
la hallo en la tierra, la yre a buscar al cielo!
Señor gouernador de mi anima, este mal hombre
me ha cogido en la mitad desse campo, y
se ha aprouechado de mi cuerpo como si fuera
trapo mal lauado, y, desdichada de mi, me ha
lleuado lo que yo tenia guardado mas de
veynte y tres años ha, defendiendolo de moros
y christianos, de naturales y estrangeros,
y yo, siempre dura como vn alcornoque,
conseruandome entera como la salamanquesa en
el fuego, o como la lana entre las çarças, para
que este buen hombre llegasse aora con sus
manos limpias a manosearme.''

``Aun esso está por aueriguar, si tiene limpias
o no las manos este galan'', dixo Sancho.

Y, boluiendose al hombre, le dixo qué
dezia y respondia a la querella de aquella
muger; el qual, todo turbado, respondio:

``Señores, yo soy vn pobre ganadero de
ganado de cerda, y esta mañana salia deste
lugar, de vender, con perdon sea dicho,
quatro puercos, que me lleuaron de alcaualas y
socaliñas poco menos de lo que ellos valian;
boluiame a mi aldea, topé en el camino a esta
buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca
y todo lo cueze, hizo que yogassemos juntos;
paguele lo soficiente, y ella, mal contenta,
assio de mi, y no me ha dexado hasta traerme
a este puesto. Dize que la forçe, y miente,
para el juramento que hago o pienso hazer;
y esta es toda la verdad, sin faltar meaja.''

Entonces el gouernador le preguntó si traia
consigo algun dinero en plata. El dixo que
hasta veynte ducados tenia en el seno en vna
bolsa de cuero; mandó que la sacasse y se la
entregasse assi como estaua a la querellante;
el lo hizo temblando, tomola la muger, y,
haziendo mil zalemas a todos, y, rogando a
Dios por la vida y salud del señor gouernador,
que assi miraua por las huerfanas menesterosas
y donzellas; y, con esto, se salio del
juzgado, lleuando la bolsa assida con entrambas
manos, aunque primero miró si era de plata la
moneda que lleuaua dentro.

Apenas salio, quando Sancho dixo al ganadero,
que ya se le saltauan las lagrimas, y los
ojos y el coraçon se yuan tras su bolsa:

``Buen hombre, yd tras aquella muger, y
quitadle la bolsa, aunque no quiera, y bolued
aqui con ella.''

Y no lo dixo a tonto ni a sordo, porque
luego partio como vn rayo y fue a lo que se le
mandaua. Todos los presentes estauan suspensos,
esperando el fin de aquel pleyto, y de
alli a poco boluieron el hombre y la muger,
mas assidos y aferrados que la vez primera,
ella la saya leuantada, y en el regazo puesta
la bolsa, y el hombre pugnando por quitarsela,
mas no era possible, segun la muger la
defendia, la qual daua vozes, diziendo:

``¡Iusticia de Dios, y del mundo! ¡Mire vuessa
merced, señor gouernador, la poca verguença
y el poco temor deste desalmado, que en mitad
de poblado y en mitad de la calle me ha
querido quitar la bolsa que vuessa merced mandó
darme!''

``Y ¿haosla quitado?'', preguntó el
gouernador.

``¿Cómo quitar?'', respondio la muger; ``antes
me dexara yo quitar la vida que me quiten la
bolsa. ¡Bonita es la niña; otros gatos me han
de echar a las barbas, que no este desuenturado
y asqueroso! ¡Tenazas y martillos, maços
y escoplos no seran bastantes a sacarmela de
las vñas, ni aun garras de leones; antes el
anima de en mitad en mitad de las carnes!''

``Ella tiene razon'', dixo el hombre, ``y yo me
doy por rendido y sin fuerças, y confiesso que
las mias no son bastantes para quitarsela, y
déxola.''

Entonces el gouernador dixo a la muger:

``Mostrad, honrada y valiente, essa bolsa.''

Ella se la dio luego, y el gouernador se la
boluio al hombre y dixo a la esforçada, y no
forçada:

``Hermana mia, si el mismo aliento y valor
que aueis mostrado para defender esta bolsa le
mostrarades, y aun la mitad menos, para
defender vuestro cuerpo, las fuerças de Hercules
no os hizieran fuerça; andad con Dios y mucho
de en hora mala, y no pareis en toda esta
insula ni en seys leguas a la redonda, so pena
de docientos açotes. ¡Andad luego, digo,
churrillera, desuergonçada y embaydora!''

Espantose la muger y fuesse cabizbaxa y
mal contenta, y el gouernador dixo al hombre:

``Buen hombre, andad con Dios a vuestro
lugar con vuestro dinero, y de aqui adelante,
si no le quereis perder, procurad que no os
venga en voluntad de yogar con nadie.''

El hombre le dio las gracias lo peor que supo
y fuesse, y los circunstantes quedaron admirados
de nueuo de los juyzios y sentencias de su
nueuo gouernador. Todo lo qual notado de
su coronista fue luego escrito al duque, que
con gran desseo lo estaua esperando.

Y quedese aqui el buen Sancho; que es mucha
la priessa que nos da su amo, alboroçado
con la musica de Altisidora.


## <p046>
# chapter  46 XLVI
# unit N chapternum
Capitulo XLVI
# unit T title
Del temeroso espanto cencerril y gatuno que
recibio don Quixote en el discurso de los
amores de la enamorada Altisidora.
# unit P text
Dexamos al gran don Quixote embuelto en
los pensamientos que le auia causado la
musica de la enamorada donzella Altisidora.
Acostose con ellos, y como si fueran pulgas, no
le dexaron dormir ni sossegar vn punto, y
juntauansele los que le faltauan de sus medias; pero
como es ligero el tiempo y no ay barranco que
le detenga, corrio cauallero en las horas, y con
mucha presteza llegó la de la mañana. Lo qual
visto por don Quixote, dexó las blandas plumas,
y no nada perezoso, se vistio su acamuçado
vestido y se calçó sus botas de camino,
por encubrir la desgracia de sus medias;
arrojose encima su manton de escarlata y pusose
en la cabeça vna montera de terciopelo verde,
guarnecida de pasamanos de plata, colgo el
taheli de sus ombros con su buena y tajadora
espada, assio vn gran rosario que consigo
contino traia, y, con gran prosopopeya y contoneo
salio a la antesala, donde el duque y la
duquessa estauan ya vestidos y como esperandole,
y al passar por vna galeria, estauan aposta
esperandole Altisidora y la otra donzella su
amiga; y assi como Altisidora vio a don Quixote,
fingio desmayarse, y su amiga la recogio
en sus faldas, y con gran presteza la yua a
desabrochar el pecho. Don Quixote que lo vio,
llegandose a ellas, dixo:

``Ya se yo de qué proceden estos
accidentes.''

``No se yo de qué'', respondio la amiga,
``porque Altisidora es la donzella mas sana de
toda esta casa, y yo nunca la he sentido vn ¡ay!
en quanto ha que la conozco; que mal ayan
quantos caualleros andantes ay en el mundo,
si es que todos son desagradecidos. Vayase
vuessa merced, señor don Quixote; que no boluera
en si esta pobre niña en tanto que vuessa
merced aqui estuuiere.''

A lo que respondio don Quixote:

``Haga vuessa merced, señora, que se me
ponga vn laud esta noche en mi aposento; que
yo consolaré lo mejor que pudiere a esta
lastimada donzella; que en los principios amorosos
los desengaños prestos suelen ser remedios
calificados.''

Y, con esto, se fue, por que no fuesse notado
de los que alli le viessen. No se huuo bien
apartado, quando, boluiendo en si la
desmayada Altisidora, dixo a su compañera:

``Menester sera que se le ponga el laud; que
sin duda don Quixote quiere darnos musica, y
no sera mala, siendo suya.''

Fueron luego a dar cuenta a la duquessa de
lo que passaua, y del laud que pedia don Quixote,
y ella, alegre sobremodo, concerto con
el duque y con sus donzellas de hazerle vna
burla que fuesse mas risueña que dañosa, y
con mucho contento esperauan la noche, que
se vino tan apriessa como se auia venido el
dia, el qual passaron los duques en sabrossas
platicas con don Quixote. Y la duquessa
aquel dia real y verdaderamente despachó a
vn page suyo, que auia hecho en la selua la
figura encantada de Dulcinea, a Teresa Pança,
con la carta de su marido Sancho Pança,
y con el lio de ropa que auia dexado para
que se le embiasse, encargandole le truxesse
buena relacion de todo lo que con ella
passasse.

Hecho esto, y llegadas las onze horas de la
noche, halló don Quixote vna vihuela en su
aposento; templola, abrio la rexa, y sintio que
andaua gente en el jardin, y, auiendo recorrido
los trastes de la vihuela, y afinandola lo mejor
que supo, escupio y remondose el pecho, y
luego, con vna voz ronquilla aunque entonada,
cantó el siguiente romance, que el mismo
aquel dia auia compuesto:

# unit Q spanishverse
 «Suelen las fuerças de amor ÷
sacar de quicio a las almas, ÷
tomando por instrumento ÷
la ociosidad descuydada.

 Suele el coser y el labrar ÷
y el estar siempre ocupada ÷
ser antidoto al veneno ÷
de las amorosas ansias.

 Las donzellas recogidas ÷
que aspiran a ser casadas... ÷
la honestidad es la dote ÷
y voz de sus alabanças.

 Los andantes caualleros ÷
y los que en la Corte andan ÷
requiebranse con las libres; ÷
con las honestas se casan.

 Ay amores de Leuante, ÷
que entre huespedes se tratan, ÷
que llegan presto al Poniente, ÷
porque en el partirse acaban.

 El amor recien venido ÷
que oy llegó, y se va mañana, ÷
las imagines no dexa ÷
bien impressas en el alma.

 Pintura sobre pintura, ÷
ni se muestra ni señala; ÷
y do ay primera belleza, ÷
la segunda no haze baça.

 Dulcinea del Toboso ÷
del alma en la tabla rasa ÷
tengo pintada, de modo ÷
que es impossible borrarla.

 La firmeza en los amantes ÷
es la parte mas preciada, ÷
por quien haze Amor milagros, ÷
y assi mesmo los leuanta.»

# unit P text
Aqui llegaua don Quixote de su canto, a
quien estauan escuchando el duque y la duquessa,
Altisidora y casi toda la gente del castillo,
quando de improuiso, desde encima de vn
corredor que sobre la rexa de don Quixote a
plomo caia, descolgaron vn cordel donde venian
mas de cien cencerros assidos, y luego
tras ellos derramaron vn gran saco de gatos,
que assimismo traian cencerros menores atados
a las colas. Fue tan grande el ruydo de los
cencerros y el mayar de los gatos, que aunque
los duques auian sido inuentores de la burla,
todauia les sobresaltó, y, temeroso don Quixote,
quedó pasmado; y quiso la suerte que dos o
tres gatos se entraron por la rexa de su estancia,
y, dando de vna parte a otra, parecia que
vna region de diablos andaua en ella.
Apagaron las velas que en el aposento ardian, y
andauan buscando por do escaparse; el descolgar
y subir del cordel de los grandes cencerros
no cessaua; la mayor parte de la gente del
castillo, que no sabia la verdad del caso, estaua
suspensa y admirada.

Leuantose don Quixote en pie, y, poniendo
mano a la espada, començo a tirar estocadas
por la rexa y a dezir a grandes vozes:

``¡Afuera malignos encantadores, afuera
canalla hechizeresca; que yo soy don Quixote de
la Mancha, contra quien no valen ni tienen
fuerça vuestras malas intenciones!''

Y, boluiendose a los gatos que andauan por
el aposento, les tiró muchas cuchilladas; ellos
acudieron a la rexa, y por alli se salieron, aunque
vno, viendose tan acosado de las cuchilladas
de don Quixote, le saltó al rostro y le assio de
las narizes con las vñas y los dientes, por
cuyo dolor don Quixote començo a dar los
mayores gritos que pudo. Oyendo lo qual el duque
y la duquessa, y considerando lo que podia ser,
con mucha presteza acudieron a su estancia, y,
abriendo con llaue maestra, vieron al pobre
cauallero pugnando con todas sus fuerças por
arrancar el gato de su rostro. Entraron con
luzes, y vieron la desigual pelea; acudio el
duque a despartirla, y don Quixote dixo a vozes:

``¡No me le quite nadie, dexenme mano a
mano con este demonio, con este hechizero,
con este encantador; que yo le dare a entender
de mi a el, quién es don Quixote de la
Mancha!''

Pero el gato, no curandose destas amenazas,
gruñia y apretaua; mas, en fin, el duque
se le desarraygó y le echó por la rexa.

Quedó don Quixote acriuado el rostro y no
muy sanas las narizes, aunque muy despechado
porque no le auian dexado fenecer la batalla
que tan trabada tenia con aquel malandrin
encantador. Hizieron traer azeyte de Aparicio,
y la misma Altisidora, con sus blanquissimas
manos, le puso vnas vendas por todo lo herido,
y, al ponerselas, con voz baxa le dixo:

``Todas estas malandanças te suceden,
empedernido cauallero, por el pecado de tu dureza
y pertinacia; y plega a Dios que se le oluide
a Sancho tu escudero el açotarse, porque
nunca salga de su encanto esta tan amada tuya
Dulcinea, ni tu la gozes, ni llegues a
talamo con ella, a lo menos viuiendo yo, que te
adoro.''

A todo esto no respondio don Quixote otra
palabra, si no fue dar vn profundo suspiro, y
luego se tendio en su lecho, agradeciendo a
los duques la merced, no porque el tenia temor
de aquella canalla gatesca, encantadora y
cencerruna, sino porque auia conocido la buena
intencion con que auian venido a socorrerle.
Los duques le dexaron sossegar y se fueron
pesarosos del mal sucesso de la burla; que no
creyeron que tan pesada y costosa le saliera a
don Quixote aquella auentura: que le costo
cinco dias de encerramiento y de cama, donde
le sucedio otra auentura mas gustosa que la
pasada, la qual no quiere su historiador contar
aora, por acudir a Sancho Pança, que andaua
muy solicito y muy gracioso en su gouierno.


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# chapter  47 XLVII
# unit N chapternum
Capitulo XLVII
# unit T title
Donde se prosigue cómo se portaua Sancho
Pança en su gouierno.
# unit P text
Cuenta la historia que desde el juzgado
lleuaron a Sancho Pança a vn suntuoso palacio,
adonde en vna gran sala estaua puesta vna
real y limpissima mesa; y assi como Sancho
entró en la sala, sonaron chirimias y salieron
quatro pages a darle aguamanos, que Sancho
recibio con mucha grauedad.

Cessó la musica, sentose Sancho a la cabecera
de la mesa, porque no auia mas de aquel
assiento, y no otro seruicio en toda ella. Pusose
a su lado en pie vn personage, que despues
mostro ser medico, con vna varilla de vallena
en la mano. Leuantaron vna riquissima y blanca
toalla con que estauan cubiertas las frutas y
mucha diuersidad de platos de diuersos
manjares; vno que parecia estudiante echó la
bendicion, y vn page puso vn babador randado a
Sancho, otro que hazia el oficio de maestresala
llegó vn plato de fruta delante, pero
apenas huuo comido vn bocado, quando el de la
varilla tocando con ella en el plato, se le
quitaron de delante con grandissima celeridad; pero
el maestresala le llegó otro, de otro manjar;
yua a prouarle Sancho, pero antes que llegasse
a el ni le gustasse, ya la varilla auia tocado en
el, y vn page alçadole con tanta presteza como
el de la fruta. Visto lo qual por Sancho, quedó
suspenso, y, mirando a todos, preguntó si se auia
de comer aquella comida como juego de maessecoral.
A lo qual respondio el de la vara:

``No se ha de comer, señor gouernador, sino
como es vso y costumbre en las otras insulas
donde ay gouernadores. Yo, señor, soy medico,
y estoy asalariado en esta insula para serlo
de los gouernadores della, y miro por su salud
mucho mas que por la mia, estudiando de
noche y de dia y tanteando la complexion del
gouernador, para acertar a curarle quando cayere
enfermo; y lo principal que hago es assistir
a sus comidas y cenas, y a dexarle comer
de lo que me parece que le conuiene, y a
quitarle lo que imagino que le ha de hazer daño
y ser nociuo al estomago; y, assi, mandé
quitar el plato de la fruta, por ser
demasiadamente humeda, y el plato del otro manjar
tambien le mandé quitar, por ser demasiadamente
caliente y tener muchas especies, que
acrecientan la sed; y el que mucho beue, mata y
consume el humedo radical, donde consiste
la vida.''

``Dessa manera, aquel plato de perdizes que
estan alli asadas, y, a mi parecer, bien
sazonadas, no me haran algun daño.''

A lo que el medico respondio:

``Essas no comera el señor gouernador en
tanto que yo tuuiere vida.''

``Pues ¿por qué?'', dixo Sancho.

Y el medico respondio:

``Porque nuestro maestro Hipocrates, norte
y luz de la medicina, en vn aforismo suyo dize:
# unit L latinphrase
Omnis saturatio mala, perdizes autem pesssima.
# unit P text
Quiere dezir: «toda hartazga es mala;
pero la de las perdizes, malissima.»''

``Si esso es assi'', dixo Sancho, ``vea el señor
doctor de quantos manjares ay en esta mesa,
quál me hara mas prouecho y quál menos
daño, y dexeme comer del sin que me le apalee;
porque por vida del gouernador, y assi Dios
me le dexe gozar, que me muero de hambre, y
el negarme la comida, aunque le pese al señor
doctor y el mas me diga, antes sera quitarme la
vida que aumentarmela.''

``Vuessa merced tiene razon, señor
gouernador'', respondio el medico, ``y assi es mi
parecer que vuessa merced no coma de aquellos
conejos guisados que alli estan, porque es
manjar peliagudo; de aquella ternera, si no
fuera asada y en adobo, aun se pudiera prouar;
pero no ay para qué.''

Y Sancho dixo:

``Aquel platonazo que está mas adelante
vahando me parece que es olla podrida, que,
por la diuersidad de cosas que en las tales ollas
podridas ay, no podre dexar de topar con
alguna que me sea de gusto y de prouecho.''

# unit L latinphrase
``Absit'',
# unit P text
dixo el medico; ``vaya lexos de
nosotros tan mal pensamiento; no ay cosa en el
mundo de peor mantenimiento que vna olla
podrida. Alla las ollas podridas para los canonigos,
o para los retores de colegios, o para las
bodas labradorescas, y dexennos libres las
mesas de los gouernadores, donde ha de assistir
todo primor y toda atildadura. Y la razon es
porque siempre y a doquiera y de quienquiera
son mas estimadas las medicinas simples que
las compuestas, porque en las simples no se
puede errar, y en las compuestas si, alterando
la cantidad de las cosas de que son compuestas;
mas lo que yo se que ha de comer el señor
gouernador aora, para conseruar su salud y
corroborarla es vn ciento de cañutillos de
suplicaciones, y vnas tajadicas subtiles de
carne de membrillo, que le assienten el estomago,
y le ayuden a la digestion.''

Oyendo esto Sancho, se arrimó sobre el espaldar
de la silla, y miró de hito en hito al tal
medico, y con voz graue le preguntó cómo se
llamaua, y dónde auia estudiado.

A lo que el respondio:

``Yo, señor gouernador, me llamo el doctor
Pedro Rezio de Aguero, y soy natural de vn
lugar llamado Tirteafuera, que está entre
Caraquel y Almodobar del Campo, a la mano
derecha, y tengo el grado de doctor por la
Vniuersidad de Osuna.''

A lo que respondio Sancho, todo encendido
en colera:

``Pues, señor doctor Pedro Rezio de mal
Aguero, natural de Tirteafuera, lugar que está
a la derecha mano, como vamos de Caraquel a
Almodobar del Campo, graduado en Osuna,
quiteseme luego delante; si no, voto al sol que
tome vn garrote y que a garrotazos, començando
por el, no me ha de quedar medico en toda
la insula, a lo menos, de aquellos que yo
entienda que son ignorantes; que a los medicos
sabios, prudentes y discretos los pondre sobre
mi cabeça y los honraré como a personas
diuinas. Y bueluo a dezir que se me vaya Pedro
Rezio de aqui; si no, tomaré esta silla donde
estoy sentado, y se la estrellaré en la cabeça,
y pidanmelo en residencia; que yo me descargaré
con dezir que hize seruicio a Dios en
matar a vn mal medico, verdugo de la republica.
Y denme de comer, o si no, tomense su
gouierno; que oficio que no da de comer a su
dueño no vale dos habas.''

Alborotose el doctor viendo tan colerico al
gouernador, y quiso hazer tirteafuera de la sala,
sino que en aquel instante sono vna corneta de
posta en la calle, y, assomandose el
maestresala a la ventana, boluio, diziendo:

``Correo viene del duque mi señor; algun
despacho deue de traer de importancia.''

Entró el correo sudando y asustado, y,
sacando vn pliego del seno, le puso en las manos
del gouernador, y Sancho le puso en las del
mayordomo, a quien mandó leyesse el sobreescrito
que dezia assi: «A don Sancho Pança,
gouernador de la insula Barataria, en su
propia mano, o en las de su secretario.» Oyendo
lo qual Sancho, dixo:

``¿Quién es aqui mi secretario?''

Y vno de los que presentes estauan
respondio:

``Yo, señor, porque se leer y escriuir, y soy
vizcayno.''

``Con essa añadidura'', dixo Sancho, ``bien
podeis ser secretario del mismo emperador;
abrid esse pliego, y mirad lo que dize.''

Hizolo assi el rezien nacido secretario, y,
auiendo leydo lo que dezia, dixo que era negocio
para tratarle a solas. Mandó Sancho despejar
la sala, y que no quedassen en ella sino
el mayordomo y el maestresala, y los demas y
el medico se fueron, y luego el secretario leyo
la carta que assi dezia:

``A mi noticia ha llegado, señor don Sancho
Pança, que vnos enemigos mios y dessa insula
la han de dar vn asalto furioso no se qué
noche; conuiene velar y estar alerta, porque no
le tomen desapercebido. Se tambien por espias
verdaderas que han entrado en esse lugar
quatro personas disfraçadas para quitaros la
vida porque se temen de vuestro ingenio; abrid
el ojo y mirad quién llega a hablaros, y no
comais de cosa que os presentaren. Yo tendre
cuydado de socorreros si os vieredes en trabajo,
y en todo hareis como se espera de vuestro
entendimiento. Deste lugar a 16 de agosto
a las quatro de la mañana. Vuestro amigo, El
duque.''

Quedó atonito Sancho, y mostraron quedarlo
assimismo los circunstantes, y, boluiendose al
mayordomo, le dixo:

``Lo que agora se ha de hazer, y ha de ser
luego, es meter en vn calaboço al doctor Recio,
porque si alguno me ha de matar, ha de ser
el, y de muerte adminicula y pessima, como
es la de la hambre.''

``Tambien'', dixo el maestresala, ``me parece
a mi que vuessa merced no coma de todo
lo que está en esta mesa, porque lo han
presentado vnas monjas, y, como suele dezirse,
detras de la cruz está el diablo.''

``No lo niego'', respondio Sancho, ``y, por
aora, denme vn pedaço de pan, y obra de
quatro libras de vuas; que en ellas no podra
venir veneno, porque, en efecto, no puedo
passar sin comer, y si es que hemos de estar
prontos para estas batallas que nos amenazan,
menester sera estar bien mantenidos, porque
tripas lleuan coraçon, que no coraçon tripas, y
vos, secretario, responded al duque mi señor,
y dezidle que se cumplira lo que manda como
lo manda, sin faltar punto, y dareys de mi
parte vn besamanos a mi señora la duquessa, y
que le suplico no se le oluide de embiar con
vn propio mi carta y mi lio a mi muger Teresa
Pança; que en ello recibire mucha merced, y
tendre cuydado de seruirla con todo lo que
mis fuerças alcançaren, y de camino podeys
encaxar vn besamanos a mi señor don Quixote
de la Mancha, porque vea que soy pan
agradecido; y vos, como buen secretario y como
buen vizcayno, podeys añadir todo lo que
quisieredes y mas viniere a cuento. Y alcense
estos manteles y denme a mi de comer; que yo
me auendre con quantas espias y matadores y
encantadores vinieren sobre mi y sobre mi
insula.''

En esto, entró vn page y dixo:

``Aqui está vn labrador negociante que quiere
hablar a vuessa señoria en vn negocio, segun
el dize, de mucha importancia.''

``Estraño caso es este'', dixo Sancho, ``destos
negociantes. ¿Es possible que sean tan necios,
que no echen de ver que semejantes horas
como estas no son en las que han de venir a
negociar? ¿Por ventura los que gouernamos,
los que somos juezes, no somos hombres de
carne y de hueso, y que es menester que nos
dexen descansar el tiempo que la necessidad
pide, sino que quieren que seamos hechos de
piedra marmol? Por Dios y en mi conciencia
que si me dura el gouierno -- que no durará
segun se me trasluze --, que yo ponga en
pretina a mas de vn negociante. Agora dezid a
esse buen hombre que entre; pero aduiertase
primero no sea alguno de los espias, o
matador mio.''

``No, señor'', respondio el page, ``porque
parece vna alma de cantaro, y yo se poco, o el
es tan bueno como el buen pan.''

``No ay que temer'', dixo el mayordomo;
``que aqui estamos todos.''

``¿Seria possible'', dixo Sancho, ``maestresala,
que agora que no está aqui el doctor Pedro
Rezio, que comiesse yo alguna cosa de peso y
de sustancia, aunque fuesse vn pedaço de pan
y vna cebolla?''

``Esta noche, a la cena, se satisfara la falta
de la comida, y quedará vuessa señoria
satisfecho y pagado'', dixo el maestresala.

``Dios lo haga'', respondio Sancho.

Y, en esto, entró el labrador, que era de muy
buena presencia, y de mil leguas se le echaua
de ver que era bueno y buena alma.

Lo primero que dixo fue:

``¿Quién es aqui el señor gouernador?''

``¿Quién ha de ser'', respondio el secretario,
``sino el que está sentado en la silla?''

``Humillome, pues, a su presencia'', dixo el
labrador.

Y, poniendose de rodillas, le pidio la mano
para besarsela. Negosela Sancho y mandó que
se leuantase y dixesse lo que quisiesse. Hizolo
assi el labrador, y luego dixo:

``Yo, señor, soy labrador, natural de Miguel
Turra, vn lugar que está dos leguas de
Ciudareal.''

``Otro Tirteafuera tenemos'', dixo Sancho;
``dezid, hermano; que lo que yo os se dezir es
que se muy bien a Miguel Turra, y que no está
muy lexos de mi pueblo.''

``Es, pues, el caso, señor'', prosiguio el
labrador, ``que yo por la misericordia de Dios
soy casado en paz y en haz de la santa Yglesia
catolica romana; tengo dos hijos estudiantes,
que el menor estudia para bachiller y el
mayor para licenciado; soy viudo porque se
murio mi muger, o, por mejor dezir, me la mató
vn mal medico, que la purgó estando preñada,
y si Dios fuera seruido que saliera a luz el
parto, y fuera hijo, yo le pusiera a estudiar
para doctor, porque no tuuiera inuidia a sus
hermanos el bachiller y el licenciado.''

``De modo'', dixo Sancho, ``que si vuestra
muger no se huuiera muerto, o la huuieran
muerto, ¿vos no fuerades agora viudo?''

``No, señor, en ninguna manera'', respondio
el labrador.

``Medrados estamos'', replicó Sancho; ``adelante
hermano; que es hora de dormir mas que
de negociar.''

``Digo, pues'', dixo el labrador, ``que este mi
hijo que ha de ser bachiller se enamoró en el
mesmo pueblo de vna donzella llamada Clara
Perlerina, hija de Andres Perlerino, labrador
riquissimo; y este nombre de Perlerines no les
viene de abolengo ni otra alcurnia, sino porque
todos los deste linage son perlaticos, y, por
mejorar el nombre, los llaman Perlerines,
aunque si va dezir la verdad, la donzella es
como vna perla oriental, y mirada por el lado
derecho parece vna flor del campo, por el
yzquierdo no tanto, porque le falta aquel ojo que
se le saltó de viruelas; y aunque los hoyos del
rostro son muchos y grandes, dizen los que la
quieren bien que aquellos no son hoyos, sino
sepulturas donde se sepultan las almas de sus
amantes. Es tan limpia, que por no ensuziar la
cara, trae las narizes, como dizen, arremangadas,
que no parece sino que van huyendo de
la boca, y con todo esto parece bien por estremo,
porque tiene la boca grande, y a no faltarle
diez o doze dientes y muelas, pudiera passar
y echar raya entre las mas bien formadas. De
los labios no tengo que dezir, porque son tan
sutiles y delicados, que si se vsaran aspar
labios, pudieran hazer dellos vna madexa; pero
como tienen diferente color de la que en los
labios se vsa comunmente, parecen milagrosos,
porque son jaspeados de azul y verde, y
auerengenado; y perdoneme el señor gouernador,
si por tan menudo voy pintando las partes de
la que al fin al fin ha de ser mi hija; que la
quiero bien, y no me parece mal.''

``Pintad lo que quisieredes'', dixo Sancho;
``que yo me voy recreando en la pintura, y si
huuiera comido, no huuiera mejor postre para
mi que vuestro retrato.''

``Esso tengo yo por seruir'', respondio el
labrador; ``pero tiempo vendra en que seamos,
si aora no somos. Y digo, señor, que si pudiera
pintar su gentileza y la altura de su cuerpo,
fuera cosa de admiracion; pero no puede ser a
causa de que ella está agouiada y encogida, y
tiene las rodillas con la boca, y con todo esso,
se echa bien de ver que si se pudiera leuantar
diera con la cabeça en el techo, y ya ella
huuiera dado la mano de esposa a mi bachiller,
sino que no la puede estender, que está
añudada; y con todo, en las vñas largas y
acanaladas se muestra su bondad y buena
hechura.''

``Está bien'', dixo Sancho, ``y hazed cuenta,
hermano, que ya la aueis pintado de los pies
a la cabeça. ¿Qué es lo que quereis aora? Y
venid al punto sin rodeos ni callejuelas, ni
retazos ni añadiduras.''

``Querria, señor'', respondio el labrador,
``que vuessa merced me hiziesse merced de
darme vna carta de fauor para mi consuegro,
suplicandole sea seruido de que este
casamiento se haga, pues no somos desiguales en
los bienes de fortuna, ni en los de la
naturaleza; porque, para dezir la verdad, señor
gouernador, mi hijo es endemoniado, y no ay dia
que tres o quatro vezes no le atormenten los
malignos espiritus; y de auer caydo vna vez
en el fuego tiene el rostro arrugado como
pergamino, y los ojos algo llorosos y manantiales;
pero tiene vna condicion de vn angel, y
si no es que se aporrea y se da de puñadas el
mesmo a si mesmo, fuera vn bendito.''

``¿Quereis otra cosa, buen hombre?'', replicó
Sancho.

``Otra cosa querria'', dixo el labrador, ``sino
que no me atreuo a dezirlo; pero, vaya, que,
en fin, no se me ha de podrir en el pecho,
pegue o no pegue. Digo, señor, que querria
que vuessa merced me diesse trecientos o
seyscientos ducados para ayuda a la dote
de mi bachiller, digo, para ayuda de poner
su casa, porque, en fin, han de viuir por si,
sin estar sugetos a las impertinencias de los
suegros.''

``Mirad si quereys otra cosa'', dixo Sancho,
``y no la dexeis de dezir por empacho ni por
verguença.''

``No por cierto'', respondio el labrador.

Y apenas dixo esto, quando, leuantandose
en pie el gouernador, assio de la silla en que
estaua sentado, y dixo:

``¡Voto a tal, don patan rustico y mal mirado,
que si no os apartays y ascondeis luego de mi
presencia, que con esta silla os rompa y abra
la cabeça! Hideputa, vellaco, pintor del mesmo
demonio, ¿y a estas horas te vienes a pedirme
seyscientos ducados? Y ¿dónde los tengo yo,
hediondo? Y ¿por qué te los auia de dar, aunque
los tuuiera, socarron y mentecato? Y ¿qué
se me da a mi de Miguel Turra, ni de todo el
linage de los Perlerines? ¡Va de mi, digo; si no,
por vida del duque mi señor que haga lo que
tengo dicho! ¡Tu no deues de ser de Miguel
Turra, sino algun socarron que para tentarme
te ha embiado aqui el infierno! Dime,
desalmado, aun no ha dia y medio que tengo el
gouierno, y ¿ya quieres que tenga seyscientos
ducados?''

Hizo de señas el maestresala al labrador
que se saliesse de la sala, el qual lo hizo
cabizbaxo, y, al parecer, temeroso de que
el gouernador no executasse su colera; que
el vellacon supo hazer muy bien su oficio.
Pero dexemos con su colera a Sancho, y
andese la paz en el corro, y boluamos a don
Quixote, que le dexamos vendado el rostro
y curado de las gatescas heridas, de las
quales no sanó en ocho dias; en vno de los
quales le sucedio lo que Cide Hamete promete
de contar con la puntualidad y verdad que
suele contar las cosas desta historia, por
minimas que sean.


## <p048>
# chapter  48 XLVIII
# unit N chapternum
Capitulo XLVIII
# unit T title
De lo que le sucedio a don Quixote con doña
Rodriguez, la dueña de la duquessa, con
otros acontecimientos dignos de escritura y
de memoria eterna.
# unit P text
A demas estaua mohino y malencolico el
malferido don Quixote, vendado el rostro y
señalado, no por la mano de Dios, sino por las
vñas de vn gato, desdichas anejas a la andante
caualleria. Seys dias estuuo sin salir en
publico, en vna noche de los quales, estando
despierto y desuelado, pensando en sus desgracias
y en el perseguimiento de Altisidora, sintio
que con vna llaue abrian la puerta de su
aposento, y luego imaginó que la enamorada
donzella venia para sobresaltar su honestidad y
ponerle en condicion de faltar a la fee que
guardar deuia a su señora Dulcinea del Toboso.

``No'', dixo, creyendo a su imaginacion, y
esto, con voz que pudiera ser oyda, ``no ha
de ser parte la mayor hermosura de la tierra
para que yo dexe de adorar la que tengo grauada
y estampada en la mitad de mi coraçon, y
en lo mas escondido de mis entrañas, ora estes,
señora mia, transformada en cebolluda labradora,
ora en ninfa del dorado Tajo, texiendo
telas de oro y sirgo compuestas, ora te tenga
Merlin o Montesinos donde ellos quisieren; que
adondequiera eres mia y adoquiera he sido yo,
y he de ser, tuyo.''

El acabar estas razones y el abrir de la
puerta fue todo vno. Pusose en pie sobre la
cama, embuelto de arriba abaxo en vna colcha
de raso amarillo, vna galocha en la cabeça, y
el rostro y los vigotes vendados; el rostro, por
los aruños, los vigotes, porque no se le
desmayassen y cayessen, en el qual trage parecia
la mas extraordinaria fantasma que se pudiera
pensar. Clauó los ojos en la puerta, y quando
esperaua ver entrar por ella a la rendida y
lastimada Altisidora, vio entrar a vna reuerendissima
dueña con vnas tocas blancas repulgadas
y luengas, tanto, que la cubrian y enmantauan
desde los pies a la cabeça. Entre los dedos de
la mano yzquierda traia vna media vela
encendida, y con la derecha se hazia sombra,
porque no le diesse la luz en los ojos, a quien
cubrian vnos muy grandes antojos; venia
pisando quedito, y mouia los pies blandamente.
Mirola don Quixote desde su atalaya, y quando
vio su adeliño y notó su silencio, penso que
alguna bruja o maga venia en aquel trage a
hazer en el alguna mala fechuria, y començó
a santiguarse con mucha priesa. Fuesse llegando
la vision, y quando llegó a la mitad del
aposento, alçó los ojos y vio la priessa con que
se estaua haziendo cruces don Quixote, y si el
quedó medroso en ver tal figura, ella quedó
espantada en ver la suya, porque assi como le
vio tan alto y tan amarillo, con la colcha y con
las vendas que le desfigurauan, dio vna gran
voz diziendo:

``Iesus, ¿qué es lo que veo?''

Y con el sobresalto se le cayo la vela de las
manos, y, viendose a escuras, boluio las
espaldas para yrse, y con el miedo tropeço en
sus faldas y dio consigo vna gran cayda.

Don Quixote, temeroso, començo a dezir:

``Conjurote, fantasma, o lo que eres, que me
digas quién eres, y que me digas qué es lo que
de mi quieres. Si eres alma en pena, dimelo;
que yo hare por ti todo quanto mis fuerças
alcançaren, porque soy catolico christiano, y
amigo de hazer bien a todo el mundo; que
para esto tomé la orden de la caualleria
andante que professo, cuyo exercicio aun hasta
hazer bien a las animas de purgatorio se
estiende.''

La brumada dueña, que oyo conjurarse, por
su temor coligio el de don Quixote, y con voz
afligida y baxa le respondio:

``Señor don Quixote, si es que acaso vuessa
merced es don Quixote, yo no soy fantasma,
ni vision, ni alma de purgatorio, como vuessa
merced deue de auer pensado, sino doña
Rodriguez, la dueña de honor de mi señora la
duquessa, que con vna necessidad, de aquellas
que vuessa merced suele remediar, a vuessa
merced vengo.''

``Digame, señora doña Rodriguez'', dixo don
Quixote; ``¿por ventura viene vuessa merced
a hazer alguna terceria? Porque le hago
saber que no soy de prouecho para nadie,
merced a la sin par belleza de mi señora
Dulcinea del Toboso. Digo, en fin, señora doña
Rodriguez, que como vuessa merced salue y
dexe a vna parte todo recado amoroso, puede
boluer a encender su vela, y buelua, y
departiremos de todo lo que mas mandare y mas en
gusto le viniere, saluando, como digo, todo
incitatiuo melindre.''

``¿Yo recado de nadie, señor mio?'', respondio
la dueña. ``Mal me conoce vuessa merced;
si, que aun no estoy en edad tan prolongada,
que me acoja a semejantes niñerias, pues, Dios
loado, mi alma me tengo en las carnes, y
todos mis dientes y muelas en la boca, amen de
vnos pocos que me han vsurpado vnos catarros,
que en esta tierra de Aragon son tan
ordinarios; pero espereme vuessa merced vn
poco; saldre a encender mi vela, y boluere en
vn instante a contar mis cuytas, como a
remediador de todas las del mundo.''

Y, sin esperar respuesta, se salio del
aposento, donde quedó don Quixote sossegado y
pensatiuo esperandola; pero luego le
sobreuinieron mil pensamientos acerca de aquella
nueua auentura, y pareciale ser mal hecho y
peor pensado ponerse en peligro de romper
a su señora la fee prometida, y deziase a si
mismo:

``¿Quién sabe si el diablo, que es sutil y
mañoso, querra engañarme agora con vna dueña,
lo que no ha podido con emperatrizes, reynas,
duquessas, marquessas ni condessas? Que yo
he oydo dezir muchas vezes y a muchos discretos
que, si el puede, antes os la dara roma que
aguileña; y ¿quién sabe, si esta soledad,
esta ocasion y este silencio despertará mis
desseos que duermen, y haran que al cabo de mis
años venga a caer donde nunca he tropeçado?
Y en casos semejantes, mejor es huyr que
esperar la batalla. Pero yo no deuo de estar en
mi juyzio, pues tales disparates digo y pienso;
que no es possible que vna dueña toquiblanca,
larga y antojuna pueda mouer ni leuantar
pensamiento lasciuo en el mas desalmado pecho
del mundo. ¿Por ventura ay dueña en la tierra
que tenga buenas carnes? ¿Por ventura ay
dueña en el orbe que dexe de ser impertinente,
frunzida y melindrosa? ¡Afuera, pues, caterba
dueñesca, inutil para ningun humano regalo!
¡O, quán bien hazia aquella señora de quien
se dize que tenia dos dueñas de bulto con sus
antojos y almohadillas al cabo de su estrado,
como que estauan labrando, y tanto le seruian
para la autoridad de la sala aquellas estatuas,
como las dueñas verdaderas!''

Y, diziendo esto, se arrojó del lecho con
intencion de cerrar la puerta y no dexar entrar
a la señora Rodriguez; mas quando la llegó a
cerrar, ya la señora Rodriguez boluia, encendida
vna vela de cera blanca, y quando ella vio
a don Quixote de mas cerca, embuelto en la
colcha, con las vendas, galocha o becoquin,
temio de nueuo, y, retirandose atras como dos
pasos, dixo:

``¿Estamos seguras, señor cauallero? Porque
no tengo a muy honesta señal auerse vuessa
merced leuantado de su lecho.''

``Esso mesmo es bien que yo pregunte,
señora'', respondio don Quixote, ``y, assi,
pregunto si estare yo seguro de ser acometido y
forçado.''

``¿De quién o a quién pedis, señor cauallero,
essa seguridad?'', respondio la dueña.

``A vos, y de vos la pido'', replicó don
Quixote; ``porque ni yo soy de marmol, ni vos de
bronze, ni aora son las diez del dia, sino media
noche, y aun vn poco mas, segun imagino, y
en vna estancia mas cerrada y secreta que lo
deuio de ser la cueua donde el traydor y
atreuido Eneas gozó a la hermosa y piadosa Dido.
Pero dadme, señora, la mano; que yo no quiero
otra seguridad mayor que la de mi continencia
y recato, y la que ofrecen essas
reuerendissimas tocas.''

Y, diziendo esto, besó su derecha mano y le
assio de la suya, que ella le dio con las
mesmas ceremonias.

Aqui haze Cide Hamete vn parentesis, y dize
que por Mahoma que diera por ver yr a los
dos assi assidos y trauados desde la puerta al
lecho la mejor almalafa de dos que tenia.

Entrose, en fin, don Quixote en su lecho, y
quedose doña Rodriguez sentada en vna silla,
algo desuiada de la cama, no quitandose los
antojos ni la vela. Don Quixote se acorrucó y
se cubrio todo, no dexando mas de el rostro
descubierto y, auiendose los dos sossegado, el
primero que rompio el silencio fue don Quixote,
diziendo:

``Puede vuessa merced aora, mi señora doña
Rodriguez, descoserse y desbuchar todo aquello
que tiene dentro de su cuytado coraçon y
lastimadas entrañas; que sera de mi escuchada
con castos oydos y socorrida con piadosas
obras.''

``Assi lo creo yo'', respondio la dueña; ``que
de la gentil y agradable presencia de vuessa
merced no se podia esperar sino tan christiana
respuesta. Es, pues, el caso, señor don Quixote,
que aunque vuessa merced me vee sentada en
esta silla y en la mitad del reyno de Aragon, y
en habito de dueña aniquilada y assendereada,
soy natural de las Asturias de Ouiedo y de
linage, que atrauiessan por el muchos de los
mejores de aquella prouincia. Pero mi corta
suerte y el descuydo de mis padres, que
empobrecieron antes de tiempo sin saber cómo ni
cómo no, me truxeron a la corte, a Madrid,
donde, por bien de paz, y por escusar mayores
desuenturas, mis padres me acomodaron a seruir
de donzella de labor a vna principal señora;
y quiero hazer sabidor a vuessa merced que en
hazer vaynillas y labor blanca, ninguna me ha
echado el pie adelante en toda la vida. Mis
padres me dexaron siruiendo y se boluieron a
su tierra, y de alli a pocos años se deuieron de
yr al cielo, porque eran a demas buenos y
catolicos christianos; quedé huerfana y atenida
al miserable salario y a las angustiadas
mercedes que a las tales criadas se suele dar en
palacio; y, en este tiempo, sin que diesse yo
ocasion a ello, se enamoró de mi vn escudero
de casa, hombre ya en dias, barbudo y
apersonado, y, sobre todo, hidalgo como el rey,
porque era montañes. No tratamos tan
secretamente nuestros amores, que no viniessen
a noticia de mi señora, la qual, por escusar
dimes y diretes, nos casó en paz y en haz de la
santa madre Iglesia catolica romana, de cuyo
matrimonio nacio vna hija para rematar con
mi ventura, si alguna tenia, no porque yo
muriesse del parto, que le tuue derecho y en
sazon, sino porque desde alli a poco murio mi
esposo de vn cierto espanto que tuuo, que a
tener aora lugar para contarle, yo se que vuessa
merced se admirara.''

Y, en esto, començo a llorar tiernamente,
y dixo:

``Perdoneme vuessa merced, señor don Quixote;
que no va mas en mi mano, porque todas
las vezes que me acuerdo de mi mal logrado
se me arrasan los ojos de lagrimas. ¡Valame
Dios, y con qué autoridad lleuaua a mi señora
a las ancas de vna poderosa mula, negra como
el mismo azauache!; que entonces no se vsauan
coches ni sillas, como agora dizen que se vsan,
y las señoras yuan a las ancas de sus escuderos.
Esto, a lo menos, no puedo dexar de contarlo,
porque se note la criança y puntualidad
de mi buen marido. Al entrar de la calle de
Santiago, en Madrid, que es algo estrecha,
venia a salir por ella vn alcalde de Corte, con
dos alguaziles delante, y, assi como mi buen
escudero le vio, boluio las riendas a la mula,
dando señal de boluer a acompañarle. Mi
señora, que yua a las ancas, con voz baxa le
dezia: «¿Qué hazeys, desuenturado, no veys
que voy aqui?» El alcalde, de comedido,
detuuo la rienda al cauallo, y dixole: «Seguid,
señor, vuestro camino; que yo soy el que
deuo acompañar a mi señora doña Casilda»,
que assi era el nombre de mi ama. Todauia
porfiaua mi marido con la gorra en la mano,
a querer yr acompañando al alcalde; viendo
lo qual mi señora, llena de colera y enojo, sacó
vn alfiler gordo, o creo que vn punzon del
estuche, y clauosele por los lomos, de manera,
que mi marido dio vna gran voz, y torcio el
cuerpo de suerte, que dio con su señora en
el suelo.

''Acudieron dos lacayos suyos a leuantarla,
y lo mismo hizo el alcalde y los alguaziles;
alborotose la puerta de Guadalajara, digo, la
gente valdia que en ella estaua. Vinose a pie
mi ama, y mi marido acudio en casa de vn
barbero, diziendo que lleuaua passadas de
parte a parte las entrañas. Diuulgose la cortesia
de mi esposo, tanto, que los muchachos le corrian
por las calles, y por esto, y porque el era
algun tanto corto de vista, mi señora (la
duquessa) le despidio, de cuyo pesar, sin duda
alguna, tengo para mi que se le causó el mal
de la muerte; quedé yo viuda y desamparada y
con hija acuestas, que yua creciendo en
hermosura como la espuma de la mar. Finalmente,
como yo tuuiesse fama de gran labrandera, mi
señora la duquessa, que estaua rezien casada
con el duque mi señor, quiso traerme consigo
a este reyno de Aragon, y a mi hija ni mas ni
menos, adonde, yendo dias y viniendo dias,
crecio mi hija, y con ella todo el donayre del
mundo; canta como vna calandria, dança como
el pensamiento, bayla como vna perdida, lee y
escriue como vn maestro de escuela, y cuenta
como vn auariento. De su limpieza no digo
nada; que el agua que corre no es mas limpia,
y deue de tener agora, si mal no me acuerdo,
diez y seys años, cinco meses y tres dias, vno
mas a menos.

''En resolucion, desta mi muchacha se
enamoró vn hijo de vn labrador riquissimo que
está en vna aldea del duque mi señor, no muy
lexos de aqui; en efecto, no se cómo ni cómo
no, ellos se juntaron, y debaxo de la palabra
de ser su esposo burló a mi hija y no se la
quiere cumplir, y aunque el duque mi señor lo
sabe, porque yo me he quexado a el, no vna,
sino muchas vezes, y pedidole mande que el
tal labrador se case con mi hija, haze orejas de
mercader, y apenas quiere oyrme, y es la causa
que como el padre del burlador es tan rico, y
le presta dineros y le sale por fiador de sus
trampas por momentos, no le quiere
descontentar, ni dar pesadumbre en ningun modo.
Querria, pues, señor mio, que vuessa merced
tomasse a cargo el deshazer este agrauio, o ya
por ruegos, o ya por armas, pues segun todo
el mundo dize, vuessa merced nacio en el para
deshazerlos y para endereçar los tuertos y
amparar los miserables; y pongasele a vuessa
merced por delante la horfandad de mi hija, su
gentileza, su mocedad con todas las buenas
partes que he dicho que tiene; que en Dios y
en mi conciencia que de quantas donzellas
tiene mi señora, que no ay ninguna que llegue
a la suela de su çapato, y que vna que llaman
Altisidora, que es la que tienen por mas
desembuelta y gallarda, puesta en comparacion de mi
hija no la llega con dos leguas. Porque quiero
que sepa vuessa merced, señor mio, que no es
todo oro lo que reluze, porque esta Altisidorilla
tiene mas de presuncion que de hermosura, y
mas de desembuelta que de recogida, ademas
que no está muy sana; que tiene vn cierto
aliento cansado, que no ay sufrir el estar junto
a ella vn momento, y aun mi señora la
duquessa... quiero callar, que se suele dezir que
las paredes tienen oydos.''

``¿Qué tiene mi señora la duquessa, por vida
mia, señora doña Rodriguez?'', preguntó don
Quixote.

``Con esse conjuro'', respondio la dueña, ``no
puedo dexar de responder a lo que se me
pregunta, con toda verdad. ¿Vee vuessa merced,
señor don Quixote, la hermosura de mi señora
la duquessa, aquella tez de rostro que no
parece sino de vna espada acicalada y tersa,
aquellas dos mexillas de leche y de carmin, que
en la vna tiene el sol y en la otra la luna,
y aquella gallardia con que va pisando y aun
despreciando el suelo, que no parece sino
que va derramando salud donde passa? Pues
sepa vuessa merced que lo puede agradecer
primero a Dios, y luego a dos fuentes que
tiene en las dos piernas, por donde se desagua
todo el mal humor de quien dizen los medicos
que está llena.''

``¡Santa Maria!'', dixo don Quixote; ``y ¿es
possible que mi señora la duquessa tenga tales
desaguaderos? No lo creyera si me lo dixeran
frayles descalços; pero pues la señora doña
Rodriguez lo dize, deue de ser assi. Pero tales
fuentes y en tales lugares no deuen de manar
humor, sino ambar liquido. Verdaderamente
que aora acabo de creer que esto de hazerse
fuentes deue de ser cosa importante para
salud.''

Apenas acabó don Quixote de dezir esta
razon, quando con vn gran golpe abrieron las
puertas del aposento, y del sobresalto del
golpe se le cayó a doña Rodriguez la vela de la
mano y quedó la estancia como boca de lobo,
como suele dezirse. Luego sintio la pobre dueña
que la assian de la garganta con dos manos
tan fuertemente, que no la dexauan gañir,
y que otra persona con mucha presteza sin
hablar palabra le alçaua las faldas, y con vna
al parecer chinela le començo a dar tantos
açotes, que era vna compassion; y aunque don
Quixote se la tenia, no se meneaua del lecho,
y no sabia qué podia ser aquello, y estauase
quedo y callando, y aun temiendo no viniesse
por el la tanda y tunda açotesca. Y no fue vano
su temor, porque, en dexando molida a la
dueña los callados verdugos -- la qual no osaua
quexarse --, acudieron a don Quixote, y,
desemboluiendole de la sabana y de la colcha, le
pellizcaron tan amenudo y tan reziamente, que
no pudo dexar de defenderse a puñadas, y todo
esto en silencio admirable.

Duró la batalla casi media hora, salieronse
las fantasmas, recogio doña Rodriguez sus
faldas, y, gimiendo su desgracia, se salio por la
puerta afuera, sin dezir palabra a don Quixote,
el qual doloroso y pellizcado, confuso y
pensatiuo, se quedó solo, donde le dexaremos
desseoso de saber quién auia sido el peruerso
encantador que tal le auia puesto. Pero ello se
dira a su tiempo; que Sancho Pança nos llama,
y el buen concierto de la historia lo pide.


## <p049>
# chapter  49 XLIX
# unit N chapternum
Capitulo XLIX
# unit T title
De lo que le sucedio a Sancho Pança rondando
su insula.
# unit P text
Dexamos al gran gouernador enojado y
mohino con el labrador pintor y socarron, el
qual industriado del mayordomo, y el mayordomo
del duque, se burlauan de Sancho; pero
el se las tenia tiesas a todos, maguera tonto,
bronco y rollizo, y dixo a los que con el
estauan, y al doctor Pedro Rezio, que como se
acabó el secreto de la carta del duque auia
buelto a entrar en la sala:

``Aora verdaderamente que entiendo que los
juezes y gouernadores deuen de ser, o han de
ser, de bronze para no sentir las importunidades
de los negociantes, que a todas horas y a
todos tiempos quieren que los escuchen y
despachen, atendiendo solo a su negocio, venga
lo que viniere. Y si el pobre del juez no los
escucha y despacha, o porque no puede, o porque
no es aquel el tiempo diputado para darles
audiencia, luego les maldizen y murmuran,
y les roen los huesos y aun les deslindan los
linages. Negociante necio, negociante mentecato,
no te apresures, espera sazon y coyuntura
para negociar, no vengas a la hora del
comer, ni a la del dormir; que los juezes son
de carne y de hueso, y han de dar a la
naturaleza lo que naturalmente les pide, si no es
yo, que no le doy de comer a la mia, merced
al señor doctor Pedro Rezio Tirteafuera, que
está delante, que quiere que muera de hambre,
y afirma que esta muerte es vida, que assi se
la de Dios a el y a todos los de su ralea, digo,
a la de los malos medicos; que la de los buenos
palmas y lauros merecen.''

Todos los que conocian a Sancho Pança se
admirauan, oyendole hablar tan elegantemente,
y no sabian a qué atribuirlo sino a que los
oficios y cargos graues, o adouan, o entorpecen
los entendimentos. Finalmente, el doctor
Pedro Rezio Aguero de Tirteafuera prometio de
darle de cenar aquella noche, aunque excediesse
de todos los aforismos de Hipocrates.
Con esto quedó contento el gouernador, y
esperaua con grande ansia llegasse la noche y la
hora de cenar, y aunque el tiempo, al parecer
suyo, se estaua quedo sin mouerse de vn lugar,
todauia se llegó por el el tanto desseado,
donde le dieron de cenar vn salpicon de vaca con
cebolla, y vnas manos cozidas de ternera, algo
entrada en dias. Entregose en todo con mas
gusto que si le huuieran dado francolines de
Milan, faysanes de Roma, ternera de Sorrento,
perdizes de Moron, o gansos de Lauajos, y
entre la cena, boluiendose al doctor, le dixo:

``Mirad, señor doctor, de aqui adelante no
os cureys de darme a comer cosas regaladas
ni manjares esquisitos, porque sera sacar a mi
estomago de sus quizios, el qual está acostumbrado
a cabra, a vaca, a tozino, a cezina, a
nabos y a cebollas, y si acaso le dan otros
manjares de palacio los recibe con melindre,
y algunas vezes con asco. Lo que el maestresala
puede hazer es traerme estas que llaman
ollas podridas, que mientras mas podridas son,
mejor huelen, y en ellas puede embaular y
encerrar todo lo que el quisiere, como sea de
comer, que yo se lo agradecere y se lo pagaré
algun dia; y no se burle nadie conmigo, porque
o somos, o no somos: viuamos todos y comamos
en buena paz compaña, pues quando
Dios amanece, para todos amanece. Yo
gouernaré esta insula sin perdonar derecho ni
lleuar cohecho, y todo el mundo trayga el ojo
alerta y mire por el virote, porque les hago
saber que el diablo está en Cantillana, y que
si me dan ocasion, han de ver marauillas. ¡No
sino hazeos miel, y comeros han moscas!''

``Por cierto, señor gouernador'', dixo el
maestresala, ``que vuessa merced tiene mucha razon
en quanto ha dicho, y que yo ofrezco, en
nombre de todos los insulanos desta insula, que
han de seruir a vuessa merced con toda
puntualidad, amor y beneuolencia, porque el
suaue modo de gouernar, que en estos principios
vuessa merced ha dado, no les da lugar
de hazer ni de pensar cosa que en deseruicio
de vuessa merced redunde.''

``Yo lo creo'', respondio Sancho, ``y serian
ellos vnos necios si otra cosa hiziessen o
pensasen; y bueluo a dezir que se tenga cuenta
con mi sustento y con el de mi ruzio, que es
lo que en este negocio importa y haze mas al
caso, y, en siendo hora, vamos a rondar; que
es mi intencion limpiar esta insula de todo
genero de inmundicia, y de gente vagabunda,
holgazana y mal entretenida; porque quiero
que sepais, amigos, que la gente valdia y
perezosa es en la republica lo mesmo que los
zanganos en las colmenas, que se comen la
miel que las trabajadoras abejas hazen. Pienso
fauorecer a los labradores, guardar sus
preeminencias a los hidalgos, premiar los virtuosos,
y, sobre todo, tener respeto a la religion y a la
honra de los religiosos. ¿Qué os parece desto,
amigos?; ¿digo algo, o quiebrome la cabeça?''

``Dize tanto vuessa merced, señor gouernador'',
dixo el mayordomo, ``que estoy admirado
de ver que vn hombre tan sin letras como
vuessa merced, que a lo que creo no tiene
ninguna, diga tales y tantas cosas llenas de
sentencias y de auisos, tan fuera de todo
aquello que del ingenio de vuessa merced
esperauan los que nos embiaron y los que aqui
venimos. Cada dia se veen cosas nueuas en el
mundo, las burlas se bueluen en veras, y los
burladores se hallan burlados.''

Llegó la noche y cenó el gouernador con
licencia del señor doctor Rezio. Adereçaronse
de ronda, salio con el mayordomo, secretario
y maestresala, y el coronista que tenia
cuydado de poner en memoria sus hechos, y
alguaziles y escriuanos: tantos, que podian
formar vn mediano escuadron. Yua Sancho en
medio, con su vara, que no auia mas que ver,
y pocas calles andadas del lugar, sintieron
ruydo de cuchilladas; acudieron alla y hallaron
que eran dos solos hombres los que reñian,
los quales, viendo venir a la justicia, se
estuuieron quedos, y el vno dellos dixo:

``Aqui de Dios y del rey. ¿Cómo y que se
ha de sufrir que roben en poblado en este
pueblo, y que salga a saltear en el en la
mitad de las calles?''

``Sossegaos, hombre de bien'', dixo Sancho,
``y contadme qué es la causa desta pendencia;
que yo soy el gouernador.''

El otro contrario dixo:

``Señor gouernador, yo la dire con toda
breuedad. Vuessa merced sabra que este
gentilhombre acaba de ganar aora en esta casa de
juego que está aqui frontero mas de mil reales,
y sabe Dios cómo, y, hallandome yo presente,
juzgué mas de vna suerte dudosa en su fauor,
contra todo aquello que me dictaua la conciencia;
alçose con la ganancia, y quando esperaua
que me auia de dar algun escudo, por lo
menos, de barato, como es vso y costumbre
darle a los hombres principales como yo, que
estamos assistentes para bien y mal passar,
y para apoyar sinrazones y euitar pendencias,
el embolsó su dinero y se salio de la casa; yo
vine despechado tras el, y con buenas y
cortesses palabras le he pedido que me diesse
siquiera ocho reales, pues sabe que yo soy
hombre honrado y que no tengo oficio ni
beneficio, porque mis padres no me le enseñaron,
ni me le dexaron; y el socarron, que no es
mas ladron Caco, ni mas fullero
Andradilla, no queria darme mas de quatro
reales, porque vea vuessa merced, señor
gouernador, ¡qué poca verguença y qué poca
conciencia! Pero a fee que si vuessa merced
no llegara, que yo le hiziera vomitar la
ganancia, y que auia de saber con quántas entraua
la romana.''

``¿Qué dezis vos a esto?'', preguntó Sancho.

Y el otro respondio que era verdad quanto
su contrario dezia, y no auia querido darle
mas de quatro reales, porque se los daua
muchas vezes; y los que esperan barato han de
ser comedidos y tomar con rostro alegre lo que
les dieren, sin ponerse en cuentas con los
gananciosos, si ya no supiessen de cierto que
son fulleros y que lo que ganan es mal
ganado; y que para señal que el era hombre de
bien, y no ladron, como dezia, ninguna auia
mayor que el no auerle querido dar nada; que
siempre los fulleros son tributarios de los
mirones, que los conocen.

``Assi es'', dixo el mayordomo; ``vea vuessa
merced, señor gouernador, qué es lo que se ha
de hazer destos hombres.''

``Lo que se ha de hazer es esto'', respondio
Sancho: ``vos, ganancioso, bueno o malo, o
indiferente, dad luego a este vuestro acuchillador
cien reales, y mas aueis de desembolsar
treynta para los pobres de la carcel; y vos, que
no teneis oficio ni beneficio, y andais de nones
en esta insula, tomad luego essos cien reales,
y mañana en todo el dia salid desta insula
desterrado por diez años, so pena, si lo
quebrantaredes, los cumplais en la otra vida,
colgandoos yo de vna picota, o, a lo menos, el
verdugo por mi mandado. Y ninguno me
replique, que le assentaré la mano.''

Desembolsó el vno, recibio el otro, este se
salio de la insula, y aquel se fue a su casa,
y el gouernador quedó diziendo:

``Aora, yo podre poco, o quitaré estas casas
de juego; que a mi se me trasluze que son
muy perjudiciales.''

``Esta, a lo menos'', dixo vn escriuano, ``no la
podra vuessa merced quitar, porque la tiene
vn gran personage, y mas es, sin comparacion,
lo que el pierde al año que lo que saca de los
naypes. Contra otros garitos de menor cantia
podra vuessa merced mostrar su poder, que
son los que mas daño hazen y mas insolencias
encubren; que en las casas de los caualleros
principales y de los señores no se atreuen los
famosos fulleros a vsar de sus tretas, y pues
el vicio del juego se ha buelto en exercicio
comun, mejor es que se juegue en casas
principales que no en la de algun oficial, donde
cogen a vn desdichado de media noche abaxo
y le desuellan viuo.''

``Agora, escriuano'', dixo Sancho, ``yo se que
ay mucho que dezir en esso.''

Y, en esto, llego vn corchete que traia assido
a vn moço, y dixo:

``Señor gouernador, este mancebo venia hazia
nosotros, y assi como columbró la justicia,
boluio las espaldas y començo a correr como
vn gamo, señal que deue de ser algun delinquente.
Yo parti tras el, y si no fuera porque
tropeço, y cayo, no le alcançara jamas.''

``¿Porqué huias, hombre?'', preguntó Sancho.

A lo que el moço respondio:

``Señor, por escusar de responder a las
muchas preguntas que las justicias hazen.''

``¿Que oficio tienes?''

``Texedor.''

``¿Y qué texes?''

``Hierros de lanças, con licencia buena de
vuessa merced.''

``¿Graciosico me soys? ¿De chocarrero os
picais? Está bien. Y ¿adónde yuades aora?''

``Señor, a tomar el ayre.''

``Y ¿adónde se toma el ayre en esta insula?''

``Adonde sopla.''

``Bueno: respondeis muy a proposito, discreto
soys, mancebo; pero hazed cuenta que yo
soy el ayre, y que os soplo en popa, y os encamino
a la carcel. Assilde, ola, y lleuadle; que
yo hare que duerma alli sin ayre esta noche.''

``¡Par Dios'', dixo el moço, ``assi me haga
vuessa merced dormir en la carcel como
hazerme rey!''

``Pues ¿por qué no te hare yo dormir en la
carcel?'', respondio Sancho. ``¿No tengo yo
poder para prenderte y soltarte cada y quando
que quisiere?''

``Por mas poder que vuessa merced tenga'',
dixo el moço, ``no sera bastante para hazerme
dormir en la carcel.''

``¿Cómo que no?'', replicó Sancho; ``lleualde
luego donde vera por sus ojos el desengaño,
aunque mas el alcayde quiera vsar con el de su
interesal liberalidad; que yo le pondre pena
de dos mil ducados si te dexa salir vn paso de
la carcel.''

``Todo esso es cosa de risa'', respondio el
moço; ``el caso es que no me haran dormir en
la carcel quantos oy viuen.''

``Dime, demonio'', dixo Sancho, ``¿tienes
algun angel que te saque y que te quite los
grillos que te pienso mandar echar?''

``Aora, señor gouernador'', respondio el
moço con muy buen donayre, ``estemos a razon
y vengamos al punto. Prosuponga vuessa
merced que me manda lleuar a la carcel y que
en ella me echan grillos y cadenas, y que me
meten en vn calaboço, y se le ponen al alcayde
graues penas si me dexa salir, y que el lo
cumple como se le manda; con todo esto, si yo no
quiero dormir, y estarme despierto toda la
noche sin pegar pestaña, ¿será vuessa merced
bastante con todo su poder para hazerme
dormir, si yo no quiero?''

``No por cierto'', dixo el secretario, ``y el
hombre ha salido con su intencion.''

``De modo'', dixo Sancho, ``que no dexareis
de dormir por otra cosa que por vuestra
voluntad, y no por contrauenir a la mia.''

``No, señor'', dixo el moço, ``ni por pienso.''

``Pues, andad con Dios'', dixo Sancho, ``ydos
a dormir a vuestra casa, y Dios os de buen
sueño; que yo no quiero quitarosle; pero
aconsejoos que de aqui adelante no os burleis con
la justicia, porque topareis con alguna que os
de con la burla en los cascos.''

Fuesse el moço, y el gouernador prosiguio
con su ronda. Y de alli a poco vinieron dos
corchetes que traian a vn hombre assido, y
dixeron:

``Señor gouernador, este que parece hombre
no lo es, sino muger, y no fea, que viene
vestida en habito de hombre.''

Llegaronle a los ojos dos o tres lanternas, a
cuyas luzes descubrieron vn rostro de vna muger,
al parecer, de 16 o pocos mas años; recogidos
los cabellos con vna redezilla de oro y
seda verde, hermosa como mil perlas.
Miraronla de arriba abaxo, y vieron que venia
con vnas medias de seda encarnada, con ligas
de tafetan blanco, y rapacejos de oro y aljofar;
los greguescos eran verdes, de tela de oro, y
vna saltaembarca o rropilla de lo mesmo,
suelta, debaxo de la qual traia vn jubon de
tela finissima de oro y blanco, y los çapatos
eran blancos y de hombre. No traia espada
ceñida, sino vna riquissima daga, y en los dedos
muchos y muy buenos anillos. Finalmente, la
moça parecia bien a todos, y ninguno la conocio
de quantos la vieron, y los naturales del
lugar dixeron que no podian pensar quién
fuesse, y los consabidores de las burlas que se
auian de hazer a Sancho fueron los que mas
se admiraron, porque aquel sucesso y hallazgo
no venia ordenado por ellos, y, assi, estauan
dudosos, esperando en qué pararia el caso.

Sancho quedó pasmado de la hermosura de
la moça y preguntole quién era, adónde yua, y
qué ocasion le auia mouido para vestirse en
aquel habito. Ella, puestos los ojos en tierra,
con honestissima verguença, respondio:

``No puedo, señor, dezir tan en publico lo
que tanto me importaua fuera secreto; vna cosa
quiero que se entienda: que no soy ladron ni
persona facinorosa, sino vna donzella desdichada
a quien la fuerça de vnos zelos a hecho
romper el decoro que a la honestidad se deue.''

Oyendo esto el mayordomo, dixo a Sancho:

``Haga, señor gouernador, apartar la gente,
porque esta señora con menos empacho pueda
dezir lo que quisiere.''

Mandolo assi el gouernador, apartaronse
todos, si no fueron el mayordomo, maestresala
y el secretario. Viendose, pues, solos, la
donzella prosiguio diziendo:

``Yo, señores, soy hija de Pedro Perez
Mazorca, arrendador de las lanas deste lugar, el
qual suele muchas vezes yr en casa de mi
padre.''

``Esso no lleua camino'', dixo el mayordomo,
``señora, porque yo conozco muy bien a Pedro
Perez, y se que no tiene hijo ninguno, ni varon
ni hembra, y mas, que dezis que es vuestro
padre, y luego añadis que suele yr muchas
vezes en casa de vuestro padre.''

``Ya yo auia dado en ello'', dixo Sancho.

``Aora, señores, yo estoy turbada, y no se lo
que me digo'', respondio la donzella; ``pero la
verdad es que yo soy hija de Diego de la Llana,
que todos vuessas mercedes deuen de
conocer.''

``Aun esso lleua camino'', respondio el
mayordomo; ``que yo conozco a Diego de la Llana,
y se que es vn hidalgo principal y rico, y que
tiene vn hijo y vna hija, y que despues que
enuiudó no ha auido nadie en todo este
lugar, que pueda dezir que ha visto el rostro de
su hija; que la tiene tan encerrada que no da
lugar al sol que la vea, y, con todo esto, la
fama dize que es en estremo hermosa.''

``Assi es la verdad'', respondio la donzella,
``y essa hija soy yo; si la fama miente o no en
mi hermosura, ya os aureys, señores,
desengañado, pues me aueis visto.''

Y, en esto, començo a llorar tiernamente.
Viendo lo qual el secretario, se llegó al oydo
del maestresala, y le dixo muy paso:

``Sin duda alguna que a esta pobre donzella
le deue de auer sucedido algo de importancia,
pues en tal trage y a tales horas, y siendo tan
principal, anda fuera de su casa.''

``No ay dudar en esso'', respondio el maestresala,
``y mas, que essa sospecha la confirman
sus lagrimas.''

Sancho la consolo con las mejores razones
que el supo, y le pidio que sin temor alguno
les dixesse lo que le auia sucedido; que todos
procurarian remediarlo con muchas veras, y
por todas las vias possibles.

``Es el caso, señores'', respondio ella, ``que
mi padre me ha tenido encerrada diez años ha,
que son los mismos que a mi madre come la
tierra. En casa dizen missa en vn rico oratorio,
y yo en todo este tiempo no he visto que el
sol del cielo de dia, y la luna y las estrellas de
noche; ni se qué son calles, plaças ni templos,
ni aun hombres, fuera de mi padre y de vn
hermano mio, y de Pedro Perez el arrendador,
que por entrar de ordinario en mi casa, se me
antojó dezir que era mi padre, por no declarar
el mio. Este encerramiento y este negarme el
salir de casa, siquiera a la iglesia, ha muchos
dias y meses que me trae muy desconsolada;
quisiera yo ver el mundo, o, a lo menos, el
pueblo donde naci, pareciendome que este desseo
no yua contra el buen decoro que las donzellas
principales deuen guardar a si mesmas. Quando
oia dezir que corrian toros y jugauan cañas,
y se representauan comedias, preguntaua a mi
hermano, que es vn año menor que yo, que me
dixesse que cosas eran aquellas, y otras
muchas que yo no he visto; el me lo declaraua
por los mejores modos que sabia, pero todo
era encenderme mas el desseo de verlo. Finalmente,
por abreuiar el cuento de mi perdicion,
digo que yo rogue y pedi a mi hermano, que
nunca tal pidiera ni tal rogara...''

Y tornó a renouar el llanto. El mayordomo
le dixo:

``Prosiga vuessa merced, señora, y acabe de
dezirnos lo que le ha sucedido; que nos tienen a
todos suspensos sus palabras y sus lagrimas.''

``Pocas me quedan por dezir'', respondio la
donzella, ``aunque muchas lagrimas si que
llorar, porque los mal colocados desseos no
pueden traer consigo otros descuentos que los
semejantes.''

Auiase sentado en el alma del maestresala
la belleza de la donzella, y llegó otra vez su
lanterna para verla de nueuo, y pareciole que
no eran lagrimas las que lloraua, sino aljofar o
rozio de los prados, y aun las subia de punto,
y las llegaua a perlas orientales, y estaua
desseando que su desgracia no fuesse tanta como
dauan a entender los indicios de su llanto y de
sus suspiros. Desesperauase el gouernador de
la tardança que tenia la moça en dilatar su
historia, y dixole que acabasse de tenerlos mas
suspensos; que era tarde y faltaua mucho que
andar del pueblo. Ella entre interrotos sollozos
y mal formados suspiros, dixo:

``No es otra mi desgracia ni mi infortunio es
otro sino que yo rogue a mi hermano que me
vistiesse en habitos de hombre con vno de sus
vestidos, y que me sacasse vna noche a ver
todo el pueblo quando nuestro padre durmiesse.
El, importanado de mis ruegos, condecendio
con mi desseo, y, poniendome este vestido,
y el, vestiendose de otro mio, que le está como
nacido, porque el no tiene pelo de barba
y no parece sino vna donzella hermosissima,
esta noche, deue de auer vna hora, poco mas
o menos, nos salimos de casa, y, guiados de
nuestro moço y desbaratado discurso, hemos
rodeado todo el pueblo, y quando queriamos
boluer a casa, vimos venir vn gran tropel
de gente, y mi hermano me dixo: «Hermana,
esta deue de ser la ronda; aligera los pies y
pon alas en ellos, y vente tras mi corriendo,
porque no nos conozcan; que nos sera mal
contado.» Y, diziendo esto, boluio las espaldas
y començo, no digo a correr, sino a bolar;
yo, a menos de seys pasos, cai con el sobresalto,
y entonces llegó el ministro de la justicia
que me truxo ante vuessas mercedes, adonde
por mala y antojadiza me veo auergonçada
ante tanta gente.''

``En efecto, señora'', dixo Sancho, ``¿no os ha
sucedido otro desman alguno, ni zelos, como
vos al principio de vuestro cuento dixistes, no
os sacaron de vuestra casa?''

``No me ha sucedido nada, ni me sacaron
zelos, sino solo el desseo de ver mundo, que no
se estendia a mas que a ver las calles de este
lugar.''

Y acabó de confirmar ser verdad lo que la
donzella dezia llegar los corchetes con su
hermano preso, a quien alcançó vno dellos,
quando se huyó de su hermana; no traia sino vn
faldellin rico y vna mantellina de damasco azul
con pasamanos de oro fino, la cabeça sin toca
ni con otra cosa adornada que sus mesmos
cabellos, que eran sortijas de oro, segun eran
rubios y enrizados. Apartaronse con el el
gouernador, mayordomo y maestresala, y sin que
lo oyesse su hermana, le preguntaron cómo
venia en aquel trage, y el, con no menos
verguença y empacho conto lo mesmo que su
hermana auia contado, de que recibio gran gusto
el enamorado maestresala; pero el gouernador
les dixo:

``Por cierto, señores, que esta ha sido vna
gran rapazeria, y para contar esta necedad y
atreuimiento no eran menester tantas largas ni
tantas lagrimas y suspiros; que con dezir:
«Somos fulano y fulana, que nos salimos a
espaciar de casa de nuestros padres con esta
inuencion, solo por curiosidad, sin otro designio
alguno», se acabara el cuento, y no
gemidicos, y lloramicos, y darle.''

``Assi es la verdad'', respondio la donzella;
``pero sepan vuessas mercedes que la turbacion
que he tenido ha sido tanta, que no me ha
dexado guardar el termino que deuia.''

``No se ha perdido nada'', respondio Sancho:
``vamos, y dexaremos a vuessas mercedes
en casa de su padre; quiça no los aura echado
menos. Y de aqui adelante no se muestren
tan niños, ni tan desseosos de ver mundo; que
la donzella honrada, la pierna quebrada, y en
casa; y la muger y la gallina, por andar se
pierden ayna; y la que es desseosa de ver, tambien
tiene desseo de ser vista. No digo mas.''

El mancebo agradecio al gouernador la merced
que queria hazerles de boluerlos a su casa,
y, assi, se encaminaron hazia ella, que no estaua
muy lexos de alli. Llegaron, pues, y, tirando
el hermano vna china a vna rexa, al momento
baxó vna criada que los estaua esperando
y les abrio la puerta, y ellos se entraron,
dexando a todos admirados, assi de su gentileza
y hermosura, como del desseo que tenian
de ver mundo de noche, y sin salir del lugar;
pero todo lo atribuyeron a su poca edad.

Quedó el maestresala traspassado su coraçon,
y propuso de luego otro dia pedirsela por
muger a su padre, teniendo por cierto que no se
la negaria, por ser el criado del duque, y aun
a Sancho le vinieron desseos y barruntos de
casar al moço con Sanchica su hija, y determinó
de ponerlo en platica a su tiempo, dandose a
entender que a vna hija de vn gouernador ningun
marido se le podia negar. Con esto se acabó
la ronda de aquella noche, y de alli a dos
dias el gouierno, con que se destroncaron y
borraron todos sus designios, como se vera
adelante.


## <p050>
# chapter  50 L
# unit N chapternum
Capitulo L
# unit T title
Donde se declara quien fueron los encantadores
y verdugos que açotaron a la dueña y
pellizcaron y arañaron a don Quixote, con el
sucesso que tuuo el page que lleuó la carta
a Teresa Sancha, muger de Sancho Pança.
# unit P text
Dize Cide Hamete, puntualissimo escudriñador
de los atomos desta verdadera historia,
que el tiempo que doña Rodriguez salio de su
aposento para yr a la estancia de don Quixote,
otra dueña que con ella dormia lo sintio, y que
como todas las dueñas son amigas de saber,
entender y oler, se fue tras ella con tanto
silencio, que la buena Rodriguez no lo echó de ver,
y, assi como la dueña la vio entrar en la estancia
de don Quixote, por que no faltasse en ella
la general costumbre que todas las dueñas
tienen de ser chismosas, al momento lo fue a
poner en pico a su señora la duquessa, de
como doña Rodriguez quedaua en el aposento
de don Quixote; la duquessa se lo dixo al duque
y le pidio licencia para que ella y Altisidora
viniessen a ver lo que aquella dueña queria
con don Quixote. El duque se la dio, y las dos,
con gran tiento y sossiego, paso ante paso,
llegaron a ponerse junto a la puerta del aposento,
y tan cerca, que oian todo lo que dentro
hablauan, y quando oyo la duquessa que
Rodriguez auia echado en la calle el aranxuez de
sus fuentes, no lo pudo sufrir, ni menos Altisidora,
y, assi, llenas de colera, y desseosas de
vengança, entraron de golpe en el aposento, y
acreuillaron a don Quixote, y vapularon a la
dueña del modo que queda contado; porque
las afrentas que van derechas contra la hermosura
y presuncion de las mugeres, despierta en
ellas en gran manera la ira, y enciende el
desseo de vengarse. Conto la duquessa al duque
lo que le auia passado, de lo que se holgo
mucho; y la duquessa, prosiguiendo con su
intencion de burlarse y recibir passatiempo con
don Quixote, despachó al page que auia hecho
la figura de Dulcinea en el concierto de su
desencanto -- que tenia bien oluidado Sancho
Pança con la ocupacion de su gouierno --, a
Teresa Pança su muger, con la carta de su
marido, y con otra suya, y con vna gran sarta de
corales ricos presentados.

Dize, pues, la historia, que el page era muy
discreto y agudo, y, con desseo de seruir a sus
señores, partio de muy buena gana al lugar de
Sancho, y, antes de entrar en el, vio en vn
arroyo estar lauando cantidad de mugeres, a quien
preguntó si le sabrian dezir si en aquel lugar
viuia vna muger llamada Teresa Pança, muger
de vn cierto Sancho Pança, escudero de vn
cauallero llamado don Quixote de la Mancha, a
cuya pregunta se leuantó en pie vna moçuela
que estaua lauando, y dixo:

``Essa Teresa Pança es mi madre, y esse tal
Sancho mi señor padre, y el tal cauallero
nuestro amo.''

``Pues venid, donzella'', dixo el page, ``y
mostradme a vuestra madre, porque le traygo
vna carta y vn presente del tal vuestro padre.''

``Esso hare yo de muy buena gana, señor
mio'', respondio la moça, que mostraua ser de
edad de catorze años, poco mas a menos; y,
dexando la ropa que lauaua a otra compañera,
sin tocarse ni calçarse, que estaua en piernas y
desgreñada, saltó delante de la caualgadura
del page, y dixo:

``Venga vuessa merced; que a la entrada del
pueblo está nuestra casa, y mi madre en ella,
con harta pena por no auer sabido muchos dias
ha de mi señor padre.''

``Pues yo se las lleuo tan buenas'', dixo el
page, ``que tiene que dar bien gracias a Dios
por ellas.''

Finalmente, saltando, corriendo y brincando
llegó al pueblo la muchacha, y, antes de entrar
en su casa, dixo a vozes desde la puerta:

``Salga, madre Teresa, salga, salga; que viene
aqui vn señor que trae cartas y otras cosas de
mi buen padre.''

A cuyas vozes salio Teresa Pança su madre,
hilando vn copo de estopa, con vna saya parda.
Parecia, segun era de corta, que se la auian
cortado por vergonçoso lugar; con vn corpezuelo
assimismo pardo, y vna camisa de pechos.
No era muy vieja, aunque mostraua passar
de los quarenta; pero fuerte, tiessa, nerbuda
y auellanada, la qual, viendo a su hija, y al
page a cauallo, le dixo:

``¿Qué es esto, niña, qué señor es este?''

``Es vn seruidor de mi señora doña Teresa
Pança'', respondio el page; y, diziendo y
haziendo, se arrojó del cauallo, y se fue con
mucha humildad a poner de hinojos ante la
señora Teresa, diziendo:

``Deme vuessa merced sus manos, mi señora
doña Teresa, bien assi como muger legitima y
particular del señor don Sancho Pança,
gouernador propio de la insula Barataria.''

``Ay, señor mio, quitese de ai, no haga esso'',
respondio Teresa; ``que yo no soy nada
palaciega, sino vna pobre labradora, hija de vn
estripaterrones y muger de vn escudero
andante, y no de gouernador alguno.''

``Vuessa merced'', respondio el page, ``es
muger dignissima de vn gouernador
archidignissimo, y para prueua desta verdad reciba
vuessa merced esta carta y este presente.''

Y sacó al instante de la faldriquera vna sarta
de corales con estremos de oro, y se la echó
al cuello, y dixo:

``Esta carta es del señor gouernador, y otra
que traygo y estos corales son de mi señora la
duquessa que a vuessa merced me embia.''

Quedó pasmada Teresa, y su hija ni mas
ni menos, y la muchacha dixo:

``Que me maten si no anda por aqui nuestro
señor amo don Quixote, que deue de auer
dado a padre el gouierno o condado que
tantas vezes le auia prometido.''

``Assi es la verdad'', respondio el page; ``que
por respeto del señor don Quixote es aora el
señor Sancho gouernador de la insula
Barataria, como se vera por esta carta.''

``Leamela vuessa merced, señor gentilhombre'',
dixo Teresa, ``porque aunque yo se hilar,
no se leer migaja.''

``Ni yo tampoco'', añadio Sanchica; ``pero
esperenme aqui; que yo yre a llamar quien la
lea, ora sea el cura mesmo, o el bachiller
Sanson Carrasco, que vendran de muy buena gana
por saber nueuas de mi padre.''

``No ay para que se llame a nadie; que yo no
se hilar, pero se leer y la leere.''

Y, assi, se la leyo toda, que por quedar ya
referida no se pone aqui, y luego sacó otra de
la duquessa, que dezia desta manera:

``Amiga Teresa: las buenas partes de la
bondad y del ingenio de vuestro marido Sancho
me mouieron y obligaron a pedir a mi marido
el duque le diesse vn gouierno de vna insula,
de muchas que tiene. Tengo noticia que
gouierna como vn girifalte, de lo que yo estoy
muy contenta y el duque mi señor por el
consiguiente, por lo que doy muchas gracias al
cielo de no auerme engañado en auerle escogido
para el tal gouierno; porque quiero que sepa
la señora Teresa que con dificultad se halla vn
buen gouernador en el mundo, y tal me haga
a mi Dios como Sancho gouierna. Ai le embio,
querida mia, vna sarta de corales con estremos
de oro; yo me holgara que fuera de perlas
orientales; pero quien te da el hueso, no
te querria ver muerta; tiempo vendra en que nos
conozcamos y nos comuniquemos, y Dios sabe
lo que sera. Encomiendeme a Sanchica, su hija,
y digale de mi parte que se apareje; que la
tengo de casar altamente quando menos lo
piense. Dizenme que en esse lugar ay bellotas
gordas; embieme hasta dos dozenas, que las
estimaré en mucho por ser de su mano, y
escriuame largo, auisandome de su salud y de su
bienestar, y si huuiere menester alguna cosa,
no tiene que hazer mas que boquear; que su
boca sera medida. Y Dios me la guarde. Deste
lugar. Su amiga que bien la quiere, ÷
# unit S signed
La Duquessa.''

# unit P text
``¡Ay!'', dixo Teresa, en oyendo la carta, ``y
¡qué buena y qué llana y qué humilde señora!
Con estas tales señoras me entierren a
mi, y no las hidalgas que en este pueblo se
vsan, que piensan que por ser hidalgas no las
ha de tocar el viento, y van a la iglesia con
tanta fantasia, como si fuessen las mesmas
reynas, que no parece sino que tienen a deshonra
el mirar a vna labradora. Y veis aqui donde
esta buena señora, con ser duquessa, me llama
amiga, y me trata como si fuera su ygual; que
ygual la vea yo con el mas alto campanario
que ay en la Mancha. Y en lo que toca a las
bellotas, señor mio, yo le embiaré a su señoria
vn celemin, que por gordas las pueden venir a
ver a la mira y a la marauilla. Y por aora,
Sanchica, atiende a que se regale este señor; pon
en orden este cauallo, y saca de la caualleriza
gueuos, y corta tozino adunia, y demosle de
comer como a vn principe; que las buenas
nueuas que nos ha traydo y la buena cara que el
tiene lo merece todo, y, en tanto, saldre yo a
dar a mis vezinas las nueuas de nuestro contento,
y al padre cura, y a maesse Nicolas el barbero,
que tan amigos son y han sido de tu padre.''

``Si hare, madre'', respondio Sanchica; ``pero
mire que me ha de dar la mitad dessa sarta;
que no tengo yo por tan boba a mi señora la
duquessa, que se la auia de embiar a ella toda.''

``Todo es para ti, hija'', respondio Teresa;
``pero dexamela traer algunos dias al cuello,
que verdaderamente parece que me alegra el
coraçon.''

``Tambien se alegrarán'', dixo el page, ``quando
vean el lio que viene en este portamanteo,
que es vn vestido de paño finissimo que el
gouernador solo vn dia lleuó a caça, el qual todo
le embia para la señora Sanchica.''

``Que me viua el mil años'', respondio
Sanchica, ``y el que lo trae, ni mas ni menos, y
aun dos mil, si fuere necessidad.''

Saliose en esto Teresa fuera de casa, con
las cartas, y con la sarta al cuello, y yua
tañendo en las cartas como si fuera en vn pandero,
y, encontrandose acaso con el cura y Sanson
Carrasco, començo a baylar, y a dezir:

``¡A fee que agora que no ay pariente pobre!
¡Gouiernito tenemos! ¡No sino tomese
conmigo la mas pintada hidalga; que yo la pondre
como nueua!''

``¿Qué es esto, Teresa Pança, que locuras son
estas y qué papeles son essos?''

``No es otra la locura, sino que estas son
cartas de duquessas y de gouernadores, y estos
que traygo al cuello son corales finos, las
auemarias y los padres nuestros son de oro de
martillo, y yo soy gouernadora.''

``De Dios en ayusso no os entendemos,
Teresa, ni sabemos lo que os dezis.''

``Ai lo podran ver ellos'', respondio Teresa.

Y dioles las cartas. Leyolas el cura de modo
que las oyo Sanson Carrasco, y Sanson y el
cura se miraron el vno al otro como admirados
de lo que auian leydo. Y preguntó el bachiller
quién auia traydo aquellas cartas; respondio
Teresa que se viniessen con ella a su casa y
verian el mensagero, que era vn mancebo
como vn pino de oro, y que le traia otro
presente que valia mas de tanto. Quitole el
cura los corales del cuello y mirolos, y remirolos,
y, certificandose que eran finos, tornó a
admirarse de nueuo, y dixo:

``Por el habito que tengo, que no se qué me
diga ni qué me piense de estas cartas y destos
presentes; por vna parte veo y toco la fineza
de estos corales, y por otra leo que vna
duquessa embia a pedir dos dozenas de
bellotas.''

``Adereçame essas medidas'', dixo entonces
Carrasco. ``Agora bien, vamos a ver al portador
deste pliego; que del nos informaremos de
las dificultades que se nos ofrecen.''

Hizieronlo assi, y boluiose Teresa con ellos;
hallaron al page criuando vn poco de ceuada
para su caualgadura, y a Sanchica cortando vn
torrezno para empedrarle con gueuos y dar
de comer al page, cuya presencia y buen adorno
contentó mucho a los dos, y despues de auerle
saludado cortesmente, y el a ellos, le preguntó
Sanson les dixesse nueuas assi de don Quixote,
como de Sancho Pança; que puesto que auian
leydo las cartas de Sancho y de la señora
duquessa, todauia estauan confusos y no acabauan
de atinar qué seria aquello del gouierno
de Sancho, y mas de vna insula, siendo todas
o las mas que ay en el mar Mediterraneo de su
magestad.

A lo que el page respondio:

``De que el señor Sancho Pança sea
gouernador no ay que dudar en ello; de que sea
insula, o no, la que gouierna, en esso no me
entremeto; pero basta que sea vn lugar de mas
de mil vezinos, y en quanto a lo de las
bellotas, digo que mi señora la duquessa es tan
llana y tan humilde -- que no dezia él embiar
a pedir bellotas a vna labradora; pero que le
acontecia embiar a pedir vn peyne prestado a
vna vezina suya --. Porque quiero que sepan
vuessas mercedes que las señoras de Aragon,
aunque son tan principales, no son tan puntuosas
y leuantadas como las señoras castellanas;
con mas llaneza tratan con las gentes.''

Estando en la mitad destas platicas saltó
Sanchica con vn halda de gueuos, y preguntó
al page:

``Digame, señor, ¿mi señor padre trae por
ventura calças atacadas despues que es
gouernador?''

``No he mirado en ello'', respondio el page,
``pero si deue de traer.''

``¡Ay Dios mio'', replicó Sanchica, ``y que
sera de ver a mi padre con pedorreras! ¿No es
bueno sino que desde que naci tengo desseo
de ver a mi padre con calças atacadas?''

``Como con essas cosas le vera vuessa
merced si viue'', respondio el page. ``Par Dios,
terminos lleua de caminar con papahigo,
con solos dos meses que le dure el
gouierno.''

Bien echaron de ver el cura y el bachiller
que el page hablaua socarronamente; pero la
fineza de los corales y el vestido de caça que
Sancho embiaua lo deshazia todo; que ya Teresa
les auia mostrado el vestido, y no dexaron
de reyrse del desseo de Sanchica, y mas,
quando Teresa dixo:

``Señor cura, eche cata por ai si ay alguien
que vaya a Madrid o a Toledo, para que me
compre vn verdugado redondo, hecho y derecho,
y sea al vso y de los mejores que huuiere;
que en verdad en verdad que tengo de honrar
el gouierno de mi marido en quanto yo pudiere,
y aun que si me enojo, me tengo de yr a
essa corte, y echar vn coche como todas; que
la que tiene marido gouernador muy bien le
puede traer y sustentar.''

``Y ¡cómo, madre!'', dixo Sanchica. ``Pluguiesse
a Dios que fuesse antes oy que mañana, aunque
dixessen los que me viessen yr sentada con
mi señora madre en aquel coche: «¡Mirad la tal
por qual, hija del harto de ajos, y cómo va
sentada y tendida en el coche, como si fuera vna
papesa!» Pero pisen ellos los lodos y andeme
yo en mi coche, leuantados los pies del
suelo. ¡Mal año y mal mes para quantos
murmuradores ay en el mundo; y andeme yo caliente,
y riase la gente! ¿Digo bien, madre mia?''

``Y ¡cómo que dizes bien, hija!'', respondio
Teresa; ``y todas estas venturas, y aun mayores,
me las tiene profetizadas mi buen Sancho,
y verás tu, hija, como no para hasta hazerme
condessa; que todo es començar a ser
venturosas, y como yo he oydo dezir muchas vezes
a tu buen padre, que assi como lo es tuyo, lo
es de los refranes, quando te dieren la vaquilla,
corre con soguilla; quando te dieren vn
gouierno, cogele; quando te dieren vn condado,
agarrale, y quando te hizieren tus, tus, con
alguna buena dadiua, embasala. ¡No sino
dormios, y no respondais a las venturas y
buenas dichas que estan llamando a la puerta de
vuestra casa!''

``Y ¿qué se me da a mi'', añadio Sanchica,
``que diga el que quisiere quando me vea
entonada y fantasiosa: «Viose el perro en bragas
de cerro...», y lo demas?''

Oyendo lo qual el cura, dixo:

``Yo no puedo creer sino que todos los deste
linage de los Panças nacieron cada vno con
vn costal de refranes en el cuerpo; ninguno
dellos he visto, que no los derrame a todas
horas y en todas las platicas que tienen.''

``Assi es la verdad'', dixo el page; ``que el
señor gouernador Sancho a cada paso los dize;
y aunque muchos no vienen a proposito, todauia
dan gusto, y mi señora la duquessa y el
duque los celebran mucho.''

``¿Que todauia se afirma vuessa merced, señor
mio'', dixo el bachiller, ``ser verdad esto
del gouierno de Sancho, y de que ay duquessa
en el mundo que le embie presentes y le
escriua? Porque nosotros, aunque tocamos los
presentes y hemos leydo las cartas no lo
creemos, y pensamos que esta es vna de las cosas
de don Quixote nuestro compatrioto, que todas
piensa que son hechas por encantamento; y,
assi, estoy por dezir que quiero tocar y palpar
a vuessa merced, por ver si es embaxador
fantastico, o hombre de carne y huesso.''

``Señores, yo no se mas de mi'', respondio
el page, ``sino que soy embaxador verdadero,
y que el señor Sancho Pança es gouernador
efectiuo; y que mis señores duque y duquessa
pueden dar, y han dado, el tal gouierno; y que
he oydo dezir que en el se porta valentissimamente
el tal Sancho Pança. Si en esto ay
encantamento o no, vuessas mercedes lo disputen
alla entre ellos; que yo no se otra cosa para
el juramento que hago, que es por vida de mis
padres; que los tengo viuos y los amo y los
quiero mucho.''

``Bien podra ello ser assi'', replicó el
bachiller; pero,
# unit L latinphrase
dubitat Augustinus.''
# unit P text

``Dude quien dudare'', respondio el page; ``la
verdad es la que he dicho, y esta que ha de
andar siempre sobre la mentira como el azeyte
sobre el agua; y si no,
# unit L latinphrase
operibus credite, & non verbis:
# unit P text
vengase alguno de vuessas mercedes
conmigo, y veran con los ojos lo que no creen
por los oydos.''

``Essa yda a mi toca'', dixo Sanchica; ``lleueme
vuessa merced, señor, a las hancas de su
rozin; que yo yre de muy buena gana a ver a
mi señor padre.''

``Las hijas de los gouernadores no han de yr
solas por los caminos, sino acompañadas de
carroças y literas, y de gran numero de
siruientes.''

``Par Dios'', respondio Sancha, ``tambien
me vaya yo sobre vna pollina como sobre vn
coche. ¡Hallado la aueis la melindrosa!''

``Calla, mochacha'', dixo Teressa, ``que no
sabes lo que te dizes, y este señor está en lo
cierto; que tal el tiempo, tal el tiento: quando
Sancho, Sancha, y quando gouernador, señora,
y no se si diga algo.''

``Mas dize la señora Teressa de lo que
piensa'', dixo el page; ``y denme de comer y
despachenme luego, porque pienso boluerme esta
tarde.''

A lo que dixo el cura:

``Vuessa merced se vendra a hazer penitencia
conmigo; que la señora Teressa mas tiene
voluntad que alhajas para seruir a tan buen
huesped.''

Reusolo el page; pero, en efecto, lo huuo de
conceder por su mejora; y el cura le lleuó consigo
de buena gana por tener lugar de preguntarle
de espacio por don Quixote y sus hazañas.
El bachiller se ofrecio de escriuir las cartas
a Teressa, de la respuesta; pero ella no quiso
que el bachiller se metiesse en sus cosas; que
le tenia por algo burlon. Y, assi, dio vn bollo y
dos hueuos a vn monazillo, que sabia escriuir,
el qual le escriuio dos cartas, vna para su
marido, y otra para la duquessa, notadas de su
mismo caletre, que no son las peores que en
esta grande historia se ponen, como se vera
adelante.


## <p051>
# chapter  51 LI
# unit N chapternum
Capitulo LI
# unit T title
Del progresso del gouierno de Sancho Pança,
con otros sucessos tales como buenos.
# unit P text
Amanecio el dia que se siguio a la noche
de la ronda del gouernador, la qual el maestresala
passó sin dormir, ocupado el pensamiento
en el rostro, brio y belleza de la disfraçada
donzella; y el mayordomo ocupó lo que della
faltaua en escriuir a sus señores lo que
Sancho Pança hazia y dezia, tan admirado de sus
hechos como de sus dichos: porque andauan
mezcladas sus palabras y sus acciones con
assomos discretos, y tontos. Leuantose, en fin,
el señor gouernador, y por orden del doctor
Pedro Rezio le hizieron dessayunar con vn poco
de conserua y quatro tragos de agua fria, cosa
que la trocara Sancho con vn pedaço de pan y
vn razimo de vuas. Pero viendo que aquello
era mas fuerça que voluntad, passó por ello
con harto dolor de su alma y fatiga de su
estomago, haziendole creer Pedro Rezio que los
manjares pocos y delicados auiuauan el
ingenio, que era lo que mas conuenia a las
personas constituydas en mandos y en oficios
graues, donde se han de aprouechar no tanto de
las fuerças corporales, como de las del
entendimiento. Con esta sofisteria padecia hambre
Sancho, y tal, que en su secreto maldezia el
gouierno, y aun a quien se le auia dado; pero
con su hambre y con su conserua se puso a
juzgar aquel dia, y lo primero que se le ofrecio
fue vna pregunta que vn forastero le hizo,
estando presentes a todo el mayordomo y los
demas acolitos, que fue:

``Señor: vn caudaloso rio diuidia dos terminos
de vn mismo señorio -- y esté vuessa merced
atento, porque el caso es de importancia y
algo dificultoso --. Digo, pues, que sobre este
rio estaua vna puente, y al cabo della vna
horca y vna como casa de audiencia, en la
qual de ordinario auia quatro juezes que
juzgauan la ley que puso el dueño del rio, de la
puente y del señorio, que era en esta forma:
«Si alguno passare por esta puente de vna
parte a otra, ha de jurar primero adónde y a
qué va; y si jurare verdad, dexenle passar, y
si dixere mentira, muera por ello ahorcado en
la horca que alli se muestra, sin remission
alguna.» Sabida esta ley y la rigurosa
condicion della, passauan muchos, y luego en lo
que jurauan se echaua de ver que dezian verdad,
y los juezes los dexauan passar libremente.
Sucedio, pues, que tomando juramento
a vn hombre, juró y dixo que para el juramento
que hazia, que yua a morir en aquella
horca que alli estaua, y no a otra cosa.
Repararon los juezes en el juramento y dixeron:
«Si a este hombre le dexamos passar libremente,
mintio en su juramento, y conforme a
la ley deue morir; y si le ahorcamos, el juró
que yua a morir en aquella horca, y, auiendo
jurado verdad, por la misma ley deue ser
libre.» Pidese a vuessa merced, señor
gouernador, qué haran los juezes de tal hombre;
que aun hasta agora estan dudosos y suspensos,
y, auiendo tenido noticia del agudo y eleuado
entendimiento de vuessa merced, me embiaron
a mi, a que suplicasse a vuessa merced
de su parte diesse su parecer en tan intricado
y dudoso caso.''

A lo que respondio Sancho:

``Por cierto que essos señores juezes que a
mi os embian lo pudieran auer escusado,
porque yo soy vn hombre que tengo mas de
mostrenco que de agudo; pero, con todo esso,
repetidme otra vez el negocio de modo que yo
le entienda; quiza podria ser que diesse en
el hito.''

Boluio otra y otra vez el preguntante a referir
lo que primero auia dicho, y Sancho dixo:

``A mi parecer, este negocio en dos paletas
le declararé yo, y es assi: el tal hombre jura
que va a morir en la horca, y si muere en ella
juró verdad, y por la ley puesta merece ser
libre, y que passe la puente; y si no le ahorcan,
juró mentira, y por la misma ley merece que
le ahorquen.''

``Assi es como el señor gouernador dize'',
dixo el mensagero; ``y quanto a la entereza y
entendimiento del caso, no ay mas que pedir
ni que dudar.''

``Digo yo, pues, agora'', replicó Sancho,
``que deste hombre aquella parte que juró verdad
la dexen passar, y la que dixo mentira la
ahorquen, y desta manera se cumplira al pie
de la letra la condicion del passage.''

``Pues, señor gouernador'', replicó el
preguntador, ``sera necessario que el tal hombre
se diuida en dos partes, en mentirosa y verdadera,
y si se diuide, por fuerça ha de morir; y,
assi, no se consigue cosa alguna de lo que la
ley pide, y es de necessidad espresa que se
cumpla con ella.''

``Venid aca, señor buen hombre'', respondio
Sancho; ``este passagero que dezis, o yo soy
vn porro, o el tiene la misma razon para morir
que para viuir y passar la puente; porque si la
verdad le salua, la mentira le condena
igualmente; y siendo esto assi, como lo es, soy de
parecer que digais a essos señores que a mi
os embiaron que, pues estan en vn fil las
razones de condenarle o assoluerle, que le dexen
passar libremente, pues siempre es alabado
mas el hazer bien que mal; y esto lo diera
firmado de mi nombre si supiera firmar, y yo en
este caso no he hablado de mio, sino que se
me vino a la memoria vn precepto, entre otros
muchos, que me dio mi amo don Quixote la
noche antes que viniesse a ser gouernador
desta insula, que fue que quando la justicia
estuuiesse en duda, me decantasse y acogiesse
a la misericordia; y ha querido Dios que
agora se me acordasse, por venir en este caso
como de molde.''

``Assi es'', respondio el mayordomo, ``y
tengo para mi que el mismo Licurgo, que dio
leyes a los lacedemonios, no pudiera dar mejor
sentencia que la que el gran Pança ha dado; y
acabese con esto la audiencia desta mañana,
y yo dare orden como el señor gouernador
coma muy a su gusto.''

``Esso pido, y barras derechas'', dixo Sancho;
``denme de comer y llueuan casos y dudas
sobre mi; que yo las despauilaré en el ayre.''

Cumplio su palabra el mayordomo,
pareciendole ser cargo de conciencia matar de
hambre a tan discreto gouernador; y mas, que
pensaua concluyr con el aquella misma noche,
haziendole la burla vltima, que traia en
comission de hazerle.

Sucedio, pues, que auiendo comido aquel dia
contra las reglas y aforismos del doctor
Tirteafuera, al leuantar de los manteles entró vn
correo con vna carta de don Quixote para el
gouernador; mandó Sancho al secretario que la
leyesse para si, y que si no viniesse en ella
alguna cosa digna de secreto, la leyesse en voz
alta. Hizolo assi el secretario, y, repasandola
primero, dixo:

``Bien se puede leer en voz alta; que lo que
el señor don Quixote escriue a vuessa merced
merece estar estampado y escrito con letras
de oro, y dize assi:

# unit T subtitle
CARTA DE DON QVIXOTE DE LA MANCHA A
SANCHO PANÇA, GOVERNADOR DE LA INSVLA
BARATARIA.

# unit P text
«Quando esperaua oyr nueuas de tus
descuydos e impertinencias, Sancho amigo, las
ohi de tus discreciones, de que di por ello
gracias particulares al cielo, el qual del
estiercol sabe leuantar los pobres y de los
tontos hazer discretos. Dizenme que gouiernas
como si fuesses hombre, y que eres hombre
como si fuesses bestia, segun es la humildad
con que te tratas; y quiero que aduiertas,
Sancho, que muchas vezes conuiene, y es necessario,
por la autoridad del oficio, yr contra la
humildad del coraçon; porque el buen adorno
de la persona que está puesta en graues
cargos ha de ser conforme a lo que ellos piden,
y no a la medida de lo que su humilde
condicion le inclina. Vistete bien, que vn palo
compuesto no parece palo. No digo que traygas
dixes ni galas, ni que siendo juez te vistas
como soldado, sino que te adornes con el
habito que tu oficio requiere, con tal que sea
limpio y bien compuesto.

Para ganar la voluntad del pueblo que
gouiernas, entre otras, has de hazer dos cosas:
la vna, ser bien criado con todos, aunque esto
ya otra vez te lo he dicho; y la otra, procurar
la abundancia de los mantenimientos; que no
ay cosa que mas fatigue el coraçon de los
pobres que la hambre y la carestia.

No hagas muchas pragmaticas, y si las
hizieres, procura que sean buenas y, sobre todo,
que se guarden y cumplan; que las pragmaticas
que no se guardan lo mismo es que si no
lo fuessen; antes dan a entender que el
principe que tuuo discrecion y autoridad para
hazerlas, no tuuo valor para hazer que se
guardassen, y las leyes que atemorizan y no
se executan vienen a ser como la viga, rey
de las ranas, que al principio las espantó, y
con el tiempo la menospreciaron y se
subieron sobre ella.

Se padre de las virtudes y padrastro de los
vicios. No seas siempre riguroso, ni siempre
blando, y escoge el medio entre estos dos
estremos; que en esto está el punto de la
discrecion. Visita las carceles, las carnicerias y
las plaças; que la presencia del gouernador
en lugares tales es de mucha importancia:
consuela a los presos que esperan la breuedad
de su despacho, es coco a los carniceros
que por entonces igualan los pesos, y es
espantajo a las placeras por la misma razon.
No te muestres, aunque por ventura lo seas
-- lo qual yo no creo --, codicioso, mugeriego
ni gloton; porque en sabiendo el pueblo y los
que te tratan tu inclinacion determinada, por
alli te daran bateria, hasta derribarte en el
profundo de la perdicion.

Mira y remira, passa y repassa los consejos
y documentos que te di por escrito antes que
de aqui partiesses a tu gouierno, y verás como
hallas en ellos, si los guardas, vna ayuda de
costa que te sobrelleue los trabajos y dificultades
que a cada paso a los gouernadores se les
ofrecen. Escriue a tus señores y muestrateles
agradecido; que la ingratitud es hija de la
soberuia, y vno de los mayores pecados que
se sabe, y la persona que es agradecida a los
que bien le han hecho da indicio que tambien
lo sera a Dios, que tantos bienes le hizo y de
contino le haze.

La señora duquessa despachó vn propio con
tu vestido y otro presente a tu muger Teressa
Pança; por momentos esperamos respuesta.

Yo he estado vn poco mal dispuesto de vn
cierto gateamiento que me sucedio no muy a
cuento de mis narizes, pero no fue nada; que
si ay encantadores que me maltraten, tambien
los ay que me defiendan. Auisame si el
mayordomo que está contigo tuuo que ver en las
acciones de la Trifaldi, como tu sospechaste;
y de todo lo que te sucediere me yras dando
auiso, pues es tan corto el camino, quanto mas
que yo pienso dexar presto esta vida ociosa
en que estoy, pues no naci para ella. Vn
negocio se me ha ofrecido, que creo que me
ha de poner en desgracia destos señores. Pero
aunque se me da mucho, no se me da nada,
pues en fin, en fin, tengo de cumplir antes con
mi profession que con su gusto, conforme a lo
que suele dezirse:
# unit L latinphrase
Amicus Plato, sed magis amica veritas:
# unit P text
Digote este latin porque me
doy a entender que despues que eres gouernador
lo auras aprendido. Y a Dios, el qual te
guarde de que ninguno te tenga lastima.

# unit S signature
Tu amigo, don Quixote de la Mancha.»

# unit P text
Oyó Sancho la carta con mucha atencion,
y fue celebrada y tenida por discreta de los
que la oyeron, y luego Sancho se leuantó de
la messa, y, llamando al secretario, se encerro
con el en su estancia, y sin dilatarlo mas quiso
responder luego a su señor don Quixote, y
dixo al secretario que sin añadir ni quitar cosa
alguna fuesse escriuiendo lo que el le dixesse;
y assi lo hizo, y la carta de la respuesta fue
del tenor siguiente:

# unit T subtitle
CARTA DE SANCHO PANÇA
A DON QVIXOTE DE LA MANCHA.
# unit P text
``La ocupacion de mis negocios es tan grande,
que no tengo lugar para rascarme la cabeça,
ni aun para cortarme las vñas, y, assi,
las traygo tan crecidas qual Dios lo remedie.
Digo esto, señor mio de mi alma, porque
vuessa merced no se espante, si hasta agora
no he dado auiso de mi bien o mal estar en
este gouierno, en el qual tengo mas hambre
que quando andauamos los dos por las seluas
y por los despoblados.

''Escriuiome el duque mi señor el otro dia,
dandome auiso que auian entrado en esta
insula ciertas espias para matarme, hasta
agora yo no he descubierto otra que vn cierto
doctor que está en este lugar assalariado para
matar a quantos gouernadores aqui vinieren;
llamase el doctor Pedro Rezio, y es natural de
Tirteafuera; porque vea vuessa merced qué
nombre para no temer que he de morir a sus
manos. Este tal doctor dize el mismo de si
mismo que el no cura las enfermedades quando
las ay, sino que las preuiene para que no
vengan, y las medecinas que vsa son dieta y
mas dieta, hasta poner la persona en los
huessos mondos, como si no fuesse mayor
mal la flaqueza que la calentura. Finalmente,
el me va matando de hambre, y yo me voy
muriendo de despecho, pues quando pense
venir a este gouierno a comer caliente y a
beuer frio, y a recrear el cuerpo entre sabanas
de olanda, sobre colchones de pluma, he venido
a hazer penitencia como si fuera hermitaño,
y como no la hago de mi voluntad, pienso
que al cabo al cabo me ha de lleuar el diablo.

''Hasta agora no he tocado derecho ni lleuado
cohecho, y no puedo pensar en qué va esto;
porque aqui me han dicho que los gouernadores
que a esta insula suelen venir, antes de
entrar en ella, o les han dado o les han prestado
los del pueblo muchos dineros, y que esta
es ordinaria vsança en los demas que van a
gouiernos, no solamente en este.

''Anoche, andando de ronda, topé vna muy
hermosa donzella en trage de varon y vn
hermano suyo en habito de muger; de la moça se
enamoró mi maestresala, y la escogio en su
imaginacion para su muger, segun el ha dicho, y
yo escogi al moço para mi yerno; oy los dos
pondremos en platica nuestros pensamientos
con el padre de entrambos, que es vn tal
Diego de la Llana, hidalgo y christiano viejo
quanto se quiere.

''Yo visito las plaças como vuessa merced
me lo aconseja, y ayer hallé vna tendera que
vendia auellanas nueuas, y aueriguele que
auia mezclado con vna hanega de auellanas
nueuas otra de viejas, vanas y podridas;
apliquelas todas para los niños de la Doctrina,
que las sabrian bien distinguir, y sentenciela
que por quinze dias no entrasse en la plaça.
Hanme dicho que lo hize valerosamente; lo
que se dezir a vuessa merced es que es fama en
este pueblo que no ay gente mas mala que
las placeras, porque todas son desuergonçadas,
dessalmadas y atreuidas, y yo assi lo creo por
las que he visto en otros pueblos.

''De que mi señora la duquessa aya escrito
a mi muger Teressa Pança y embiadole el
presente que vuessa merced dize, estoy muy
satisfecho, y procuraré de mostrarme agradecido
a su tiempo: bessele vuessa merced las
manos de mi parte, diziendo que digo yo que
no lo ha echado en saco roto, como lo vera
por la obra. No querria que vuessa merced
tuuiesse trauacuentas de disgusto con essos
mis señores, porque si vuessa merced se enoja
con ellos, claro está que ha de redundar en mi
daño, y no sera bien que pues se me da a mi
por consejo que sea agradecido, que vuessa
merced no lo sea con quien tantas mercedes le
tiene hechas, y con tanto regalo ha sido
tratado en su castillo.

''Aquello del gateado no entiendo, pero
imagino que deue de ser alguna de las malas
fechorias que con vuessa merced suelen vsar
los malos encantadores; yo lo sabre quando
nos veamos. Quisiera embiarle a vuessa merced
alguna cosa, pero no se qué embie, si no
es algunos cañutos de geringas, que para con
begigas los hazen en esta insula muy curiosos,
aunque si me dura el oficio, yo buscaré qué
embiar, de haldas o de mangas. Si me
escriuiere mi muger Teressa Pança, pague vuessa
merced el porte y embieme la carta; que tengo
grandissimo desseo de saber del estado de mi
casa, de mi muger y de mis hijos. Y, con esto,
Dios libre a vuessa merced de mal intencionados
encantadores y a mi me saque con bien y
en paz deste gouierno, que lo dudo, porque le
pienso dexar con la vida, segun me trata el
doctor Pedro Rezio.

Criado de vuessa merced, ÷
# unit S signature
Sancho Pança ÷
el gouernador.''

# unit P text
Cerro la carta el secretario y despachó luego
al correo, y juntandose los burladores de
Sancho, dieron orden entre si cómo despacharle
del gouierno; y aquella tarde la passó Sancho
en hazer algunas ordenanças tocantes al buen
gouierno de la que el imaginaua ser insula; y
ordenó que no huuiesse regatones de los
bastimentos en la republica; y que pudiessen
meter en ella vino de las partes que quisiessen,
con aditamento que declarassen el lugar de
donde era, para ponerle el precio segun su
estimacion, bondad y fama; y el que lo aguasse
o le mudasse el nombre, perdiesse la vida por
ello. Moderó el precio de todo calçado,
principalmente el de los çapatos, por parecerle que
corria con exoruitancia. Puso tassa en los
salarios de los criados que caminauan a rienda
suelta por el camino del interesse. Puso
grauissimas penas a los que cantassen cantares
lasciuos y descompuestos, ni de noche ni de
dia. Ordenó que ningun ciego cantasse milagro
en coplas si no truxesse testimonio autentico
de ser verdadero, por parecerle que los
mas que los ciegos cantan son fingidos, en
perjuyzio de los verdaderos.

Hizo y creó vn alguazil de pobres, no para
que los persiguiesse, sino para que los
examinasse si lo eran; porque a la sombra de la
manquedad fingida y de la llaga falsa andan los
braços ladrones y la salud borracha. En
resolucion, el ordenó cosas tan buenas, que hasta
oy se guardan en aquel lugar y se nombran:
Las constituciones del gran gouernador Sancho
Pança.


## <p052>
# chapter  52 LII
# unit N chapternum
Capitulo LII
# unit T title
Donde se cuenta la auentura de la segunda
dueña Dolorida, o Angustiada, llamada por
otro nombre doña Rodriguez.
# unit P text
Cuenta Cide Hamete que estando ya don
Quixote sano de sus aruños, le parecio que la
vida que en aquel castillo tenia era contra
toda la orden de caualleria que professaua, y,
assi, determinó de pedir licencia a los duques
para partirse a Zaragoça, cuyas fiestas llegauan
cerca, adonde pensaua ganar el arnes que en
las tales fiestas se conquista. Y, estando vn dia
a la messa con los duques, y començando a
poner en obra su intencion, y pedir la licencia,
veis aqui a deshora entrar por la puerta de la
gran sala dos mugeres, como despues parecio,
cubiertas de luto de los pies a la cabeça, y la
vna dellas, llegandose a don Quixote, se le
echó a los pies, tendida de largo a largo, la boca
cosida con los pies de don Quixote, y daua vnos
gemidos tan tristes, tan profundos y tan
dolorosos, que puso en confusion a todos los que
la oian y mirauan; y, aunque los duques
pensaron que seria alguna burla que sus criados
querian hazer a don Quixote, todauia, viendo
con el ahinco que la muger suspiraua, gemia y
lloraua, los tuuo dudosos y suspensos, hasta que
don Quixote, compasiuo, la leuantó del suelo,
y hizo que se descubriesse y quitasse el manto
de sobre la faz llorosa. Ella lo hizo assi, y
mostro ser -- lo que jamas se pudiera pensar --,
porque descubrio el rostro de doña Rodriguez, la
dueña de casa, y la otra enlutada era su hija,
la burlada del hijo del labrador rico.
Admiraronse todos aquellos que la conocian, y mas
los duques que ninguno; que puesto que la
tenian por boba y de buena pasta, no por tanto,
que viniesse a hazer locuras. Finalmente,
doña Rodriguez, boluiendose a los señores,
les dixo:

``Vuessas excelencias sean seruidos de darme
licencia que yo departa vn poco con este
cauallero, porque assi conuiene para salir con
bien del negocio en que me ha puesto el
atreuimiento de vn mal intencionado villano.''

El duque dixo que el se la daua y que
departiesse con el señor don Quixote quanto le
viniesse en desseo. Ella, endereçando la voz y
el rostro a don Quixote, dixo:

``Dias ha, valeroso cauallero, que os tengo
dada cuenta de la sinrazon y alebosia que vn
mal labrador tiene fecha a mi muy querida y
amada fija, que es esta desdichada que aqui está
presente, y vos me auedes prometido de boluer
por ella, endereçandole el tuerto que le tienen
fecho, y agora ha llegado a mi noticia que os
queredes partir deste castillo, en busca de las
buenas venturas que Dios os depare; y, assi,
querria que antes que os escurriessedes por
essos caminos, dessafiassedes a este rustico
indomito y le hiziessedes que se casasse con
mi hija, en cumplimiento de la palabra que le
dio de ser su esposo, antes y primero que
yogasse con ella; porque pensar que el duque
mi señor me ha de hazer justicia es pedir peras
al olmo, por la ocasion que ya a vuessa merced
en puridad tengo declarada. Y, con esto,
nuestro Señor de a vuessa merced mucha
salud, y a nosotras no nos dessampare.''

A cuyas razones respondio don Quixote, con
mucha grauedad y prosopopeya:

``Buena dueña, templad vuestras lagrimas, o
por mejor dezir, enjugadlas y ahorrad de
vuestros suspiros; que yo tomo a mi cargo el
remedio de vuestra hija, a la qual le huuiera
estado mejor no auer sido tan facil en creer
promessas de enamorados, las quales, por la
mayor parte, son ligeras de prometer y muy
pessadas de cumplir; y, assi, con licencia del
duque mi señor, yo me partire luego en busca
desse dessalmado mancebo, y le hallaré y le
dessafiaré y le mataré cada y quando que se
escusare de cumplir la prometida palabra; que
el principal assumpto de mi profession es perdonar
a los humildes y castigar a los soberuios;
quiero dezir, acorrer a los miserables y
destruyr a los rigurosos.''

``No es menester'', respondio el duque, ``que
vuessa merced se ponga en trabajo de buscar al
rustico de quien esta buena dueña se quexa,
ni es menester tampoco que vuessa merced
me pida a mi licencia para dessafiarle; que yo
le doy por dessafiado, y tomo a mi cargo de
hazerle saber este dessafio, y que le acete, y
venga a responder por si a este mi castillo,
donde a entrambos dare campo seguro, guardando
todas las condiciones que en tales actos
suelen y deuen guardarse, guardando igualmente
su justicia a cada vno, como estan obligados
a guardarla todos aquellos principes que
dan campo franco a los que se combaten en los
terminos de sus señorios.''

``Pues con esse seguro y con buena licencia
de vuestra grandeza'', replicó don Quixote,
``desde aqui digo que por esta vez renuncio mi
hidalguia y me allano y ajusto con la llaneza
del dañador, y me hago igual con el, habilitandole
para poder combatir conmigo; y, assi,
aunque ausente, le dessafio y repto en razon
de que hizo mal en defraudar a esta pobre, que
fue donzella y ya por su culpa no lo es; y que
le ha de cumplir la palabra que le dio de ser su
legitimo esposo, o morir en la demanda.''

Y luego, descalçandose vn guante, le arrojó
en mitad de la sala, y el duque le alçó, diziendo
que como ya auia dicho, el acetaua el tal
dessafio en nombre de su vassallo, y señalaua
el plaço de alli a seis dias, y el campo en la
plaça de aquel castillo, y las armas las
acostumbradas de los caualleros: lança y escudo y
arnes trançado, con todas las demas pieças, sin
engaño, supercheria o supersticion alguna,
examinadas y vistas por los juezes del campo.

``Pero ante todas cosas es menester que esta
buena dueña y esta mala donzella pongan el
derecho de su justicia en manos del señor don
Quixote; que de otra manera no se hara nada
ni llegará a deuida execucion el tal dessafio.''

``Yo si pongo'', respondio la dueña.

``Y yo tambien'', añadio la hija, toda llorosa
y toda vergonçosa y de mal talante.

Tomado, pues, este apuntamiento, y auiendo
imaginado el duque lo que auia de hazer en
el caso, las enlutadas se fueron, y ordenó la
duquessa que de alli adelante no las tratassen
como a sus criadas, sino como a señoras auentureras
que venian a pedir justicia a su casa; y,
assi, les dieron quarto aparte y las siruieron
como a forasteras, no sin espanto de las demas
criadas que no sabian en que auia de parar la
sandez y dessemboltura de doña Rodriguez, y
de su mal andante hija.

Estando en esto, para acabar de regozijar
la fiesta y dar buen fin a la comida, veis aqui
donde entró por la sala el page que lleuó las
cartas y presentes a Teressa Pança, muger del
gouernador Sancho Pança, de cuya llegada
recibieron gran contento los duques, desseosos
de saber lo que le auia sucedido en su viage,
y, preguntandoselo, respondio el page que no
lo podia dezir tan en publico, ni con breues
palabras; que sus excelencias fuessen seruidos
de dexarlo para a solas, y que entretanto se
entretuuiessen con aquellas cartas. Y, sacando
dos cartas, las puso en manos de la duquessa.
La vna dezia en el sobreescrito: Carta para mi
señora la duquessa tal, de no se donde y la
otra: A mi marido Sancho Pança, gouernador
de la Insula Barataria, que Dios prospere mas
años que a mi.

No se le cozia el pan, como suele dezirse, a
la duquessa hasta leer su carta, y, abriendola
y leydo para si, y viendo que la podia leer en
voz alta para que el duque y los circunstantes
la oyessen, leyo desta manera:

# unit T subtitle
CARTA DE TERESSA PANÇA A LA DVQVESSA
# unit P text
``Mucho contento me dio, señora mia, la
carta que vuessa grandeza me escriuio, que en
verdad que la tenia bien desseada. La sarta de
corales es muy buena, y el vestido de caça de
mi marido no le va en zaga. De que vuessa
señoria aya hecho gouernador a Sancho mi
consorte ha recebido mucho gusto todo este
lugar, puesto que no ay quien lo crea,
principalmente el cura, y masse Nicolas el barbero,
y Sanson Carrasco el bachiller; pero a mi no
se me da nada; que como ello sea assi, como
lo es, diga cada vno lo que quisiere, aunque,
si va a dezir verdad, a no venir los corales y
el vestido, tampoco yo lo creyera; porque en
este pueblo todos tienen a mi marido por vn
porro, y que sacado de gouernar vn hato de
cabras, no pueden imaginar para qué gouierno
pueda ser bueno. Dios lo haga, y lo encamine
como vee que lo han menester sus hijos.

''Yo, señora de mi alma, estoy determinada,
con licencia de vuessa merced, de meter este
buen dia en mi casa, yendome a la corte a
tenderme en vn coche, para quebrar los ojos a
mil embidiosos que ya tengo. Y, assi, suplico
a vuessa excelencia mande a mi marido, me
embie algun dinerillo, y que sea algo qué,
porque en la corte son los gastos grandes; que
el pan vale a real, y la carne la libra a treynta
marauedis, que es vn juyzio; y si quisiere que
no vaya, que me lo auise con tiempo, porque
me estan bullendo los pies por ponerme en
camino; que me dizen mis amigas y mis
vezinas que si yo y mi hija andamos orondas y
pomposas en la corte, vendra a ser conocido
mi marido por mi mas que yo por el, siendo
forçoso que pregunten muchos: «¿Quién son
estas señoras deste coche?» Y vn criado mio
responder: «La muger y la hija de Sancho
Pança, gouernador de la Insula Barataria», y
desta manera sera conocido Sancho, y yo sere
estimada, y a Roma por todo.

''Pesame, quanto pesarme puede, que este
año no se han cogido vellotas en este pueblo;
con todo esso, embio a vuessa alteza hasta
medio celemin, que vna a vna las fuy yo a coger
y a escoger al monte, y no las hallé mas
mayores; yo quisiera que fueran como hueuos de
abestruz.

''No se le oluide a vuestra pomposidad de
escriuirme; que yo tendre cuydado de la
respuesta, auisando de mi salud y de todo lo que
huuiere que auisar deste lugar, donde quedo
rogando a nuestro Señor guarde a vuestra
grandeza, y a mi no oluide. Sancha mi hija
y mi hijo bessan a vuessa merced las
manos.

''La que tiene mas desseo de ver a vuessa señoria
que de escriuirla. Su criada,
# unit S signature
Teressa Pança.''

# unit P text
Grande fue el gusto que todos recibieron de
oyr la carta de Teressa Pança, principalmente
los duques, y la duquessa pidio parecer a don
Quixote si seria bien abrir la carta que venia
para el gouernador, que imaginaua deuia de
ser bonissima. Don Quixote dixo que el la
abriria por darles gusto, y assi lo hizo, y vio
que dezia desta manera:

# unit T subtitle
CARTA DE TERESSA PANÇA A SANCHO PANÇA
SV MARIDO
# unit P text
``Tu carta recibi, Sancho mio de mi alma, y
yo te prometo y juro como catolica christiana
que no faltaron dos dedos para boluerme loca
de contento. Mira, hermano, quando yo llegué
a oyr que eres gouernador, me pense alli caer
muerta de puro gozo; que ya sabes tu que
dizen que assi mata la alegria subita como el
dolor grande. A Sanchica tu hija se le fueron
las aguas sin sentirlo de puro contento; el
vestido que me embiaste tenia delante, y los
corales que me embió mi señora la duquessa al
cuello, y las cartas en las manos, y el portador
dellas alli presente, y, con todo esso, creia y
pensaua que era todo sueño lo que veia y lo
que tocaua; porque ¿quién podia pensar que
vn pastor de cabras auia de venir a ser
gouernador de insulas? Ya sabes tu, amigo, que
dezia mi madre que era menester viuir mucho
para ver mucho; digolo porque pienso ver mas,
si viuo mas, porque no pienso parar hasta
verte arrendador o alcaualero, que son oficios
que aunque lleua el diablo a quien mal los vsa,
en fin en fin siempre tienen y manejan dineros.
Mi señora la duquessa te dira el desseo que
tengo de yr a la corte; mirate en ello, y
auisame de tu gusto; que yo procuraré honrarte en
ella andando en coche.

''El cura, el barbero, el bachiller y aun el
sacristan no pueden creer que eres gouernador y
dizen que todo es embeleco, o cosas de
encantamento, como son todas las de don Quixote
tu amo, y dize Sanson que ha de yr a buscarte
y a sacarte el gouierno de la cabeça, y a don
Quixote la locura de los cascos; yo no hago
sino reyrme, y mirar mi sarta, y dar traça del
vestido que tengo de hazer del tuyo a nuestra
hija. Vnas bellotas embié a mi señora la
duquessa; yo quisiera que fueran de oro. Embiame
tu algunas sartas de perlas, si se vsan en
essa insula.

''Las nueuas deste lugar son que la Berrueca
casó a su hija con vn pintor de mala mano,
que llegó a este pueblo a pintar lo que saliesse;
mandole el concejo pintar las armas de su
magestad sobre las puertas del Ayuntamiento,
pidio dos ducados, dieronselos adelantados,
trabajó ocho dias, al cabo de los quales no
pintó nada y dixo que no acertaua a pintar
tantas baratijas; boluio el dinero, y, con todo
esso, se casó a titulo de buen oficial; verdad
es que ya ha dexado el pinzel y tomado el
açada, y va al campo como gentilhombre. El
hijo de Pedro de Lobo se ha ordenado de grados
y corona, con intencion de hazerse clerigo;
supolo Minguilla, la nieta de Mingo Siluato,
y hale puesto demanda de que la tiene dada
palabra de casamiento; malas lenguas quieren
dezir que ha estado encinta del, pero el lo
niega a pies juntillas.

''Ogaño no ay azeytunas, ni se halla vna
gota de vinagre en todo este pueblo. Por aqui
passó vna compañia de soldados; lleuaronse de
camino tres moças deste pueblo, no te quiero
dezir quién son; quiça bolueran y no faltará
quien las tome por mugeres, con sus tachas
buenas o malas. Sanchica haze puntas de randas,
gana cada dia ocho marauedis horros, que
los va echando en vna alcanzia para ayuda a
su axuar; pero aora que es hija de vn gouernador
tu le daras la dote sin que ella lo trabaje.
La fuente de la plaça se secó, vn rayo cayo
en la picota, y alli me las den todas. Espero
respuesta desta, y la resolucion de mi yda a la
corte; y, con esto, Dios te me guarde mas años
que a mi, o tantos; porque no querria dexarte
sin mi en este mundo.

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''Tu muger, Teresa Pança.''

# unit P text
Las cartas fueron solenizadas, reydas,
estimadas y admiradas, y para acabar de echar el
sello llegó el correo, el que traia la que Sancho
embiaua a don Quixote, que assimesmo se leyo
publicamente, la qual puso en duda la sandez
del gouernador.

Retirose la duquessa para saber del page lo
que le auia sucedido en el lugar de Sancho, el
qual se lo conto muy por estenso sin dexar
circunstancia que no refiriesse; diole las bellotas,
y mas vn queso que Teresa le dio por ser muy
bueno, que se auentajaua a los de Tronchon.
Recibiolo la duquessa con grandissimo gusto,
con el qual la dexaremos, por contar el fin que
tuuo el gouierno del gran Sancho Pança, flor y
espejo de todos los insulanos gouernadores.


## <p053>
# chapter  53 LIII
# unit N chapternum
Capitulo LIII
# unit T title
Del fatigado fin y remate que tuuo el gouierno
de Sancho Pança.
# unit P text
Pensar que en esta vida las cosas della han
de durar siempre en vn estado es pensar en lo
escusado. Antes parece que ella anda todo en
redondo, digo, a la redonda: la primauera sigue
al verano, el verano al estio, el estio al
otoño, y el otoño al inuierno, y el inuierno a la
primauera, y assi torna a andarse el tiempo
con esta rueda continua. Sola la vida humana
corre a su fin, ligera mas que el tiempo,
sin esperar renouarse, sino es en la otra que no
tiene terminos que la limiten. Esto dize Cide
Hamete, filosofo mahometico; porque esto de
entender la ligereza e instabilidad de la vida
presente y la duracion de la eterna que se
espera, muchos sin lumbre de fe, sino con la
luz natural, lo han entendido; pero aqui
nuestro autor lo dize por la presteza con que se
acabó, se consumio, se deshizo, se fue como
en sombra y humo el gouierno de Sancho.

El qual, estando la septima noche de los dias
de su gouierno en su cama, no harto de pan ni
de vino, sino de juzgar y dar pareceres y de
hazer estatutos y pragmaticas, quando el sueño
a despecho y pesar de la hambre le començaua
a cerrar los parpados, oyo tan gran ruydo
de campanas y de vozes, que no parecia sino
que toda la insula se hundia. Sentose en la
cama y estuuo atento y escuchando, por ver
si daua en la cuenta de lo que podia ser la
causa de tan grande alboroto; pero no solo no
lo supo, pero añadiendose al ruydo de vozes y
campanas el de infinitas trompetas y
atambores, quedó mas confuso y lleno de temor y
espanto, y, leuantandose en pie, se puso vnas
chinelas por la humedad del suelo, y sin
ponerse sobreropa de leuantar, ni cosa que se
pareciesse, salio a la puerta de su aposento, a
tiempo quando vio venir por vnos corredores
mas de veynte personas con hachas encendidas
en las manos, y con las espadas desenuaynadas,
gritando todos a grandes vozes:

``¡Arma, arma, señor gouernador, arma!; que
han entrado infinitos enemigos en la insula, y
somos perdidos si vuestra industria y valor no
nos socorre.''

Con este ruydo, furia y alboroto llegaron
donde Sancho estaua, atonito y embelesado
de lo que oia y veia, y quando llegaron a el,
vno le dixo:

``Armese luego vuessa señoria, si no quiere
perderse y que toda esta insula se pierda.''

``¿Qué me tengo de armar'', respondio Sancho,
``ni qué se yo de armas ni de socorros?
Estas cosas mejor sera dexarlas para mi amo
don Quixote, que en dos paletas las despachará,
y pondra en cobro; que yo, pecador fui a
Dios, no se me entiende nada destas priessas.''

``¡Ha, señor gouernador!'', dixo otro. ``¿Qué
relente es esse? Armese vuessa merced; que
aqui le traemos armas ofensiuas y defensiuas,
y salga a essa plaça y sea nuestra guia y
nuestro capitan, pues de derecho le toca el
serlo, siendo nuestro gouernador.''

``Armenme nora buena'', replicó Sancho.

Y al momento le truxeron dos paueses, que
venian proueydos dellos, y le pusieron encima
de la camisa, sin dexarle tomar otro vestido, vn
paues delante y otro detras, y por vnas concauidades
que traian hechas, le sacaron los braços
y le liaron muy bien con vnos cordeles, de
modo, que quedó emparedado y entablado, derecho
como vn huso, sin poder doblar las rodillas,
ni menearse vn solo paso. Pusieronle en
las manos vna lança, a la qual se arrimó para
poder tenerse en pie. Quando assi le tuuieron,
le dixeron que caminasse y los guiasse y animasse
a todos; que siendo el su norte, su lanterna
y su luzero, tendrian buen fin sus negocios.

``¿Cómo tengo de caminar, desuenturado
yo'', respondio Sancho, ``que no puedo jugar
las choquezuelas de las rodillas, porque me lo
impiden estas tablas que tan cosidas tengo
con mis carnes? Lo que han de hazer es
lleuarme en braços y ponerme atrauessado, o en
pie, en algun postigo; que yo le guardaré, o
con esta lança o con mi cuerpo.''

``Ande, señor gouernador'', dixo otro, ``que
mas el miedo que las tablas le impiden el paso;
acabe y meneese; que es tarde y los enemigos
crecen, y las vozes se aumentan, y el peligro
carga.''

Por cuyas persuasiones y vituperios prouo el
pobre gouernador a mouerse, y fue dar consigo
en el suelo tan gran golpe que penso que
se auia hecho pedaços. Quedó como galapago
encerrado y cubierto con sus conchas, o como
medio tozino metido entre dos artesas, o bien
assi como varca que da al traues en la arena,
y no por verle caydo aquella gente burladora
le tuuieron compassion alguna; antes, apagando
las antorchas tornaron a reforçar las vozes
y a reyterar el ¡arma! con tan gran priessa,
passando por encima del pobre Sancho, dandole
infinitas cuchilladas sobre los paueses,
que si el no se recogiera y encogiera metiendo
la cabeça entre los paueses, lo passara muy
mal el pobre gouernador; el qual, en aquella
estrecheza recogido, sudaua y trassudaua, y de
todo coraçon se encomendaua a Dios que de
aquel peligro le sacasse. Vnos tropeçauan en
el, otros caian, y tal huuo que se puso encima
vn buen espacio, y, desde alli, como desde
atalaya, gouernaua los exercitos, y a grandes
vozes dezia:

``¡Aqui de los nuestros: que por esta parte
cargan mas los enemigos! ¡Aquel portillo se
guarde, aquella puerta se cierre, aquellas
escalas se tranquen! ¡Vengan alcanzias, pez y
resina en calderas de azeyte ardiendo!
¡Trincheense las calles con colchones!''

En fin, el nombraua con todo ahinco todas
las varatijas e instrumentos y pertrechos de
guerra, con que suele defenderse el assalto de
vna ciudad, y el molido Sancho, que lo
escuchaua y sufria todo, dezia entre si:

``¡O, si mi Señor fuesse seruido que se acabasse
ya de perder esta insula, y me viesse yo,
o muerto, o fuera desta grande angustia!''

Oyo el cielo su peticion, y quando menos lo
esperaua, oyo vozes que dezian:

``¡Vitoria, vitoria, los enemigos van de
vencida! ¡Ea, señor gouernador, leuantese vuessa
merced!; y venga a gozar del vencimiento, y a
repartir los despojos que se han tomado a los
enemigos, por el valor desse inuencible braço.''

``Leuantenme'', dixo con voz doliente el
dolorido Sancho.

Ayudaronle a leuantar, y, puesto en pie, dixo:

``El enemigo que yo huuiere vencido quiero
que me le clauen en la frente. Yo no quiero
repartir despojos de enemigos, sino pedir y
suplicar a algun amigo, si es que le tengo, que
me de vn trago de vino, que me seco; y me
enxugue este sudor, que me hago agua.''

Limpiaronle, truxeronle el vino, desliaronle
los paueses, sentose sobre su lecho, y desmayose
del temor del sobresalto y del trabajo. Ya
les pesaua a los de la burla, de auersela hecho
tan pesada; pero el auer buelto en si Sancho
les templó la pena que les auia dado su
desmayo. Preguntó qué hora era; respondieronle
que ya amanezia. Calló, y, sin dezir otra cosa,
començo a vestirse, todo sepultado en silencio,
y todos le mirauan y esperauan en qué auia de
parar la priessa con que se vestia. Vistiose, en
fin, y poco a poco, porque estaua molido y no
podia yr mucho a mucho, se fue a la caualleriza,
siguiendole todos los que alli se hallauan,
y, llegandose al ruzio, le abraçó y le dio vn
beso de paz en la frente y, no sin lagrimas en
los ojos, le dixo:

``Venid vos aca, compañero mio y amigo mio,
y conlleuador de mis trabajos y miserias;
quando yo me auenia con vos, y no tenia otros
pensamientos que los que me dauan los cuydados
de remendar vuestros aparejos y de sustentar
vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas,
mis dias y mis años; pero despues que os dexé,
y me subi sobre las torres de la ambicion y de
la soberuia, se me han entrado por el alma
adentro mil miserias, mil trabajos y quatro mil
dessassossiegos.''

Y, en tanto que estas razones yua diziendo,
yua assimesmo enalbardando el asno, sin que
nadie nada le dixesse. Enalbardado, pues, el
ruzio, con gran pena y pesar subio sobre el, y,
encaminando sus palabras y razones al mayordomo,
al secretario, al maestresala y a Pedro
Rezio el doctor, y a otros muchos que alli
presentes estauan, dixo:

``Abrid camino, señores mios, y dexadme
boluer a mi antigua libertad; dexadme que
vaya a buscar la vida passada, para que me
resucite de esta muerte presente. Yo no naci
para ser gouernador, ni para defender insulas
ni ciudades de los enemigos que quisieren
acometerlas; mejor se me entiende a mi de
arar y cabar, podar y ensarmentar las viñas
que de dar leyes ni de defender prouincias ni
reynos; bien se está San Pedro en Roma; quiero
dezir que bien se está cada vno vsando el
oficio para que fue nacido: mejor me está a mi
vna hoz en la mano que vn cetro de gouernador;
mas quiero hartarme de gazpachos que
estar sugeto a la miseria de vn medico
impertinente que me mate de hambre, y mas quiero
recostarme a la sombra de vna encina en el
verano, y arroparme con vn zamarro de dos
pelos en el inuierno, en mi libertad, que
acostarme con la sugecion del gouierno entre
sauanas de olanda, y vestirme de martas
cebollinas. Vuessas mercedes se queden con Dios y
digan al duque mi señor que desnudo naci,
desnudo me hallo, ni pierdo ni gano; quiero
dezir que sin blanca entré en este gouierno, y
sin ella salgo, bien al reues de como suelen
salir los gouernadores de otras insulas. Y
apartense, dexenme yr; que me voy a bizmar, que
creo que tengo brumadas todas las costillas,
merced a los enemigos que esta noche se han
passeado sobre mi.''

``No ha de ser assi, señor gouernador'', dixo
el doctor Rezio; ``que yo le dare a vuessa
merced vna beuida contra caydas y molimientos,
que luego le buelua en su pristina entereza y
vigor, y en lo de la comida yo prometo a
vuessa merced de enmendarme, dexandole
comer abundantemente de todo aquello que
quisiere.''

``Tarde piache'', respondio Sancho; ``assi
dexaré de yrme como boluerme turco. No son
estas burlas para dos vezes. Por Dios que assi
me quede en este ni admita otro gouierno,
aunque me le diessen entre dos platos, como
bolar al cielo sin alas. Yo soy del linage de
los Panças, que todos son testarudos, y si vna
vez dizen nones, nones han de ser, aunque
sean pares, a pesar de todo el mundo.
Quedense en esta caualleriza las alas de la
hormiga, que me leuantaron en el ayre para que
me comiessen venzejos y otros paxaros, y
boluamonos a andar por el suelo con pie llano;
que si no le adornaren çapatos picados de
cordouan, no le faltarán alpargatas toscas de
cuerda. Cada oueja con su pareja, y nadie
tienda mas la pierna de quanto fuere larga la
sabana; y dexenme passar, que se me haze
tarde.''

A lo que el mayordomo dixo:

``Señor gouernador, de muy buena gana
dexaramos yr a vuessa merced, puesto que
nos pesara mucho de perderle; que su ingenio
y su christiano proceder obligan a dessearle.
Pero ya se sabe que todo gouernador está
obligado, antes que se ausente de la parte
donde ha gouernado, dar primero residencia;
dela vuessa merced de los diez dias que
ha que tiene el gouierno, y vayase a la paz de
Dios.''

``Nadie me la puede pedir'', respondio
Sancho, ``si no es quien ordenare el duque mi
señor. Yo voy a verme con el y a el se la dare
de molde; quanto mas que saliendo yo desnudo
como salgo, no es menester otra señal
para dar a entender que he gouernado como
vn angel.''

``Par Dios que tiene razon el gran Sancho'',
dixo el doctor Rezio, ``y que soy de parecer
que le dexemos yr, porque el duque ha de
gustar infinito de verle.''

Todos vinieron en ello, y le dexaron yr,
ofreciendole primero compañia y todo aquello
que quisiesse para el regalo de su persona y
para la comodidad de su viage. Sancho dixo
que no queria mas de vn poco de ceuada para
el ruzio, y medio queso y medio pan para el;
que pues el camino era tan corto, no auia
menester mayor ni mejor reposteria. Abraçaronle
todos, y el, llorando, abraçó a todos, y los dexó
admirados assi de sus razones como de su
determinacion tan resoluta y tan discreta.


## <p054>
# chapter  54 LIV
# unit N chapternum
Capitulo LIV
# unit T title
Que trata de cosas tocantes a esta historia
y no a otra alguna.
# unit P text
Resoluieronse el duque y la duquessa de
que el desafio que don Quixote hizo a su vassallo
por la causa ya referida passasse adelante;
y puesto que el moço estaua en Flandes, a
donde se auia ydo huyendo por no tener por
suegra a doña Rodriguez, ordenaron de poner
en su lugar a vn lacayo gascon que se llamaua
Tosilos, industriandole primero muy bien de
todo lo que auia de hazer.

De alli a dos dias dixo el duque a don
Quixote como desde alli a quatro vendria su
contrario, y se presentaria en el campo armado
como cauallero, y sustentaria como la donzella
mentia por mitad de la barba, y aun por toda
la barba entera, si se afirmaua que el le
huuiesse dado palabra de casamiento. Don Quixote
recibio mucho gusto con las tales nueuas,
y se prometio a si mismo de hazer marauillas
en el caso, y tuuo a gran ventura auersele
ofrecido ocasion donde aquellos señores
pudiessen ver hasta dónde se estendia el valor
de su poderoso braço. Y, assi, con alboroço y
contento esperaua los quatro dias que se le
yuan haziendo, a la cuenta de su desseo,
quatrocientos siglos.

Dexemoslos passar nosotros, como dexamos
passar otras cosas, y vamos a acompañar a
Sancho, que entre alegre y triste venia
caminando sobre el ruzio a buscar a su amo, cuya
compañia le agradaua mas que ser
gouernador de todas las insulas del mundo.

Sucedio, pues, que no auiendose alongado
mucho de la insula de su gouierno -- que el
nunca se puso a aueriguar si era insula, ciudad,
villa o lugar la que gouernaua --, vio que
por el camino por donde el yua venian seys
peregrinos con sus bordones, de estos
estrangeros que piden la limosna cantando, los
quales, en llegando a el, se pusieron en ala, y,
leuantando las vozes todos juntos, començaron
a cantar en su lengua lo que Sancho no pudo
entender, si no fue vna palabra que claramente
pronunciaua limosna, por donde entendio,
que era limosna la que en su canto pedian; y
como el, segun dize Cide Hamete, era caritatiuo
a demas, sacó de sus alforjas medio pan y
medio queso, de que venia proueydo, y dioselo,
diziendoles por señas que no tenia otra
cosa que darles. Ellos lo recibieron de muy
buena gana y dixeron: guelte, guelte.

``No entiendo'', respondio Sancho, ``qué es
lo que me pedis, buena gente.''

Entonces vno de ellos sacó vna bolsa del
seno, y mostrosela a Sancho, por donde entendio
que le pedian dineros, y el, poniendose el
dedo pulgar en la garganta, y estendiendo la
mano arriba, les dio a entender que no tenia
ostugo de moneda, y, picando al ruzio,
rompio por ellos; y al passar, auiendole estado
mirando vno dellos con mucha atencion, arremetio
a el, echandole los braços por la cintura, en
voz alta y muy castellana dixo:

``¡Valame Dios! ¿Qué es lo que veo? ¿Es
possible que tengo en mis braços al mi caro
amigo, al mi buen vezino Sancho Pança? Si
tengo, sin duda, porque yo ni duermo, ni estoy
aora borracho.''

Admirose Sancho de verse nombrar por su
nombre, y de verse abraçar del estrangero
peregrino, y despues de auerle estado mirando,
sin hablar palabra, con mucha atencion, nunca
pudo conocerle; pero viendo su suspension
el peregrino, le dixo:

``¿Cómo y es possible, Sancho Pança hermano,
que no conoces a tu vezino Ricote el morisco,
tendero de tu lugar?''

Entonces Sancho le miró con mas atencion,
y començo a rafigurarle, y, finalmente, le
vino a conocer de todo punto, y, sin apearse
del jumento, le echó los braços al cuello, y le
dixo:

``¿Quién diablos te auia de conocer, Ricote,
en esse trage de moharracho que traes? Dime:
¿quién te ha hecho franchote, y cómo tienes
atreuimiento de boluer a España, donde si te
cogen y conocen, tendras harta mala ventura?''

``Si tu no me descubres, Sancho'', respondio
el peregrino, ``seguro estoy; que en este trage
no aura nadie que me conozca; y apartemonos
del camino a aquella alameda que alli parece,
donde quieren comer y reposar mis compañeros,
y alli comeras con ellos, que son muy apazible
gente. Yo tendre lugar de contarte lo que
me ha sucedido despues que me parti de nuestro
lugar, por obedecer el vando de su magestad,
que con tanto rigor a los desdichados
de mi nacion amenazaua, segun oyste.''

Hizolo assi Sancho, y, hablando Ricote a los
demas peregrinos, se apartaron a la alameda,
que se parecia, bien desuiados del camino real.
Arrojaron los bordones, quitaronse las muzetas
o esclauinas y quedaron en pelota, y todos ellos
eran moços, y muy gentiles hombres, excepto
Ricote, que ya era hombre entrado en años.
Todos traian alforjas, y todas, segun parecio,
venian bien proueydas, a lo menos, de cosas
incitatiuas y que llaman a la sed de dos leguas.

Tendieronse en el suelo, y, haziendo manteles
de las yeruas, pusieron sobre ellas pan,
sal, cuchillos, nuezes, rajas de queso, huessos
mondos de xamon, que si no se dexauan mascar,
no defendian el ser chupados. Pusieron
assimismo vn manjar negro que dizen que se
llama cabial, y es hecho de hueuos de
pescados, gran despertador de la colambre. No
faltaron azeytunas, aunque secas y sin adouo
alguno, pero sabrosas y entretenidas. Pero lo
que mas campeó en el campo de aquel banquete
fueron seys botas de vino, que cada vno
sacó la suya de su alforja; hasta el buen Ricote,
que se auia transformado de morisco en aleman,
o en tudesco, sacó la suya, que en grandeza
podia competir con las cinco. Començaron
a comer con grandissimo gusto y muy de
espacio, saboreandose con cada bocado, que
le tomauan con la punta del cuchillo, y muy
poquito de cada cosa, y luego al punto todos
a vna leuantaron los braços y las botas en el
ayre; puestas las bocas en su boca, clauados
los ojos en el cielo, no parecia sino que ponian
en el la punteria, y desta manera meneando
las cabeças a vn lado y a otro, señales que
acreditauan el gusto que recebian, se
estuuieron vn buen espacio trassegando en sus
estomagos las entrañas de las vasijas.

Todo lo miraua Sancho, y de ninguna cosa
se dolia, antes por cumplir con el refran que
el muy bien sabia, de «quando a Roma fueres
haz como vieres», pidio a Ricote la bota, y tomó
su punteria como los demas, y no con menos
gusto que ellos. Quatro vezes dieron lugar las
botas para ser empinadas, pero la quinta no
fue possible, porque ya estauan mas enxutas
y secas que vn esparto, cosa que puso mustia
la alegria que hasta alli auian mostrado. De
quando en quando juntaua alguno su mano
derecha con la de Sancho, y dezia:

``Español y tudesqui tuto vno: bon
compaño.''

Y Sancho respondia:

``Bon compaño, jura Di'', y disparaua con
vna risa que duraua vn hora, sin acordarse
entonces de nada de lo que le auia sucedido
en su gouierno; porque sobre el rato y tiempo
quando se come y beue, poca jurisdicion suelen
tener los cuydados. Finalmente, el acabarsele
el vino fue principio de vn sueño que dio a
todos, quedandose dormidos sobre las mismas
mesas y manteles. Solos Ricote y Sancho
quedaron alerta, porque auian comido mas y
beuido menos, y, apartando Ricote a Sancho, se
sentaron al pie de vna haya, dexando a los
peregrinos sepultados en dulce sueño, y Ricote,
sin tropeçar nada en su lengua morisca, en la
pura castellana le dixo las siguientes razones:

``Bien sabes, o Sancho Pança, vezino y amigo
mio, como el pregon y vando que su magestad
mandó publicar contra los de mi nacion,
puso terror y espanto en todos nosotros, a lo
menos, en mi le puso de suerte que me parece
que antes del tiempo que se nos concedia para
que hiziessemos ausencia de España, ya tenia
el rigor de la pena executado en mi persona y
en la de mis hijos. Ordené, pues, a mi parecer,
como prudente, bien assi como el que sabe
que para tal tiempo le han de quitar la casa
donde viue, y se prouee de otra donde mudarse,
ordené, digo, de salir yo solo sin mi familia
de mi pueblo, y yr a buscar donde lleuarla con
comodidad, y sin la priessa con que los demas
salieron. Porque bien vi y vieron todos
nuestros ancianos que aquellos pregones no eran
solo amenazas, como algunos dezian, sino
verdaderas leyes que se auian de poner en
execucion a su determinado tiempo. Y forçauame a
creer esta verdad saber yo los ruynes y
disparatados intentos que los nuestros tenian, y
tales, que me parece que fue inspiracion diuina
la que mouio a su magestad a poner en efecto
tan gallarda resolucion, no porque todos
fuessemos culpados; que algunos auia christianos
firmes y verdaderos. Pero eran tan pocos que no
se podian oponer a los que no lo eran, y no era
bien criar la sierpe en el seno, teniendo los
enemigos dentro de casa. Finalmente, con justa
razon fuymos castigados con la pena del
destierro, blanda y suaue al parecer de algunos;
pero al nuestro la mas terrible que se nos podia
dar. Doquiera que estamos lloramos por España;
que, en fin, nacimos en ella y es nuestra
patria natural. En ninguna parte hallamos el
acogimiento que nuestra desuentura dessea, y
en Berberia y en todas las partes de Africa
donde esperauamos ser recebidos, acogidos y
regalados, alli es donde mas nos ofenden y
maltratan. No hemos conocido el bien hasta
que le hemos perdido, y es el desseo tan grande
que casi todos tenemos de boluer a España,
que los mas de aquellos, y son muchos, que
saben la lengua como yo, se bueluen a ella, y
dexan alla sus mugeres y sus hijos desamparados:
tanto es el amor que la tienen; y agora
conozco y experimento lo que suele dezirse:
que es dulce el amor de la patria.

''Sali, como digo, de nuestro pueblo, entré en
Francia, y aunque alli nos hazian buen
acogimiento, quise verlo todo, passé a Italia, y
llegué a Alemania, y alli me parecio que se podia
viuir con mas libertad, porque sus habitadores
no miran en muchas delicadezas: cada vno
viue como quiere, porque en la mayor parte
della se viue con libertad de conciencia. Dexé
tomada casa en vn pueblo junto a Augusta;
junteme con estos peregrinos que tienen por
costumbre de venir a España, muchos dellos
cada año, a visitar los santuarios della; que los
tienen por sus Indias, y por certissima grangeria
y conocida ganancia. Andanla casi toda, y
no ay pueblo ninguno de donde no salgan
comidos y beuidos, como suele dezirse, y con vn
real, por lo menos, en dineros, y al cabo de su
viage salen con mas de cien escudos de sobra,
que trocados en oro, o ya en el hueco de los
bordones, o entre los remiendos de las esclauinas,
o con la industria que ellos pueden los
sacan del reyno, y los passan a sus tierras, a
pesar de las guardas de los puestos y puertos
donde se registran.

''Aora es mi intencion, Sancho, sacar el
tesoro que dexé enterrado, que por estar fuera
del pueblo lo podre hazer sin peligro, y
escriuir o passar desde Valencia a mi hija y a mi
muger, que se que está en Argel, y dar traça
como traerlas a algun puerto de Francia, y desde
alli lleuarlas a Alemania, donde esperaremos
lo que Dios quisiere hazer de nosotros.
Que, en resolucion, Sancho, yo se cierto que la
Ricota mi hija y Francisca Ricota mi muger son
catolicas christianas, y aunque yo no lo soy
tanto, todauia tengo mas de christiano que de
moro, y ruego siempre a Dios me abra los ojos
del entendimiento y me de a conocer cómo le
tengo de seruir. Y lo que me tiene admirado
es no saber por qué se fue mi muger y mi hija
antes a Berberia que a Francia, adonde podia
viuir como christiana.''

A lo que respondio Sancho:

``Mira, Ricote, esso no deuio estar en su
mano, porque las lleuó Iuan Tiopieyo, el hermano
de tu muger, y como deue de ser fino moro,
fuesse a lo mas bien parado; y sete dezir otra
cosa que creo: que vas en valde a buscar lo
que dexaste encerrado, porque tuuimos
nueuas que auian quitado a tu cuñado y tu
muger muchas perlas y mucho dinero en oro,
que lleuauan por registrar.''

``Bien puede ser esso'', replicó Ricote; ``pero
yo se, Sancho, que no tocaron a mi encierro,
porque yo no les descubri donde estaua,
temeroso de algun desman, y assi, si tu, Sancho,
quieres venir conmigo y ayudarme a sacarlo y
a encubrirlo, yo te dare docientos escudos,
con que podras remediar tus necesidades,
que ya sabes que se yo que las tienes, muchas.''

``Yo lo hiziera'', respondio Sancho; ``pero no
soy nada codicioso, que a serlo vn oficio dexé
yo esta mañana de las manos, donde pudiera
hazer las paredes de mi casa de oro, y comer
antes de seys meses en platos de plata; y assi,
por esto, como por parecerme haria traycion a
mi rey en dar fauor a sus enemigos, no fuera
contigo, si como me prometes docientos escudos
me dieras aqui de contado quatrocientos.''

``Y ¿qué oficio es el que has dexado,
Sancho?'', preguntó Ricote.

``He dexado de ser gouernador de vna
insula'', respondio Sancho, ``y tal, que a buena
fee que no hallen otra como ella a tres tirones.''

``Y ¿dónde está essa insula?'', preguntó
Ricote.

``¿Adónde?'', respondio Sancho. ``Dos leguas
de aqui, y se llama la insula Barataria.''

``Calla, Sancho'', dixo Ricote; ``que las
insulas estan alla dentro de la mar; que no ay
insulas en la tierra firme.''

``¿Cómo no?'', replicó Sancho. ``Digote, Ricote
amigo, que esta mañana me parti della, y
ayer estuue en ella gouernando a mi plazer,
como vn sagitario; pero, con todo esso, la he
dexado, por parecerme oficio peligroso el de
los gouernadores.''

``Y ¿qué has ganado en el gouierno?'',
preguntó Ricote.

``He ganado'', respondio Sancho, ``el auer
conocido que no soy bueno para gouernar, si
no es vn hato de ganado, y que las riquezas
que se ganan en los tales gouiernos son a
costa de perder el descanso y el sueño y aun el
sustento; porque en las insulas deuen de
comer poco los gouernadores, especialmente si
tienen medicos que miren por su salud.''

``Yo no te entiendo, Sancho'', dixo Ricote;
``pero pareceme que todo lo que dizes es disparate;
que ¿quién te auia de dar a ti insulas que
gouernasses? ¿Faltauan hombres en el mundo
mas habiles para gouernadores que tu eres?
Calla, Sancho, y buelue en ti y mira si quieres
venir conmigo, como te he dicho, a ayudarme
a sacar el tesoro que dexé escondido; que en
verdad que es tanto que se puede llamar tesoro,
y te dare con que viuas, como te he dicho.''

``Ya te he dicho, Ricote'', replicó Sancho,
``que no quiero; contentate que por mi no seras
descubierto, y prosigue en buena hora tu
camino y dexame seguir el mio; que yo se que
lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello y su
dueño.''

``No quiero porfiar, Sancho'', dixo Ricote;
``pero dime: ¿hallastete en nuestro lugar quando
se partio del mi muger, mi hija y mi cuñado?''

``Si hallé'', respondio Sancho, ``y sete dezir
que salio tu hija tan hermosa, que salieron a
verla quantos auia en el pueblo, y todos dezian
que era la mas bella criatura del mundo. Yua
llorando y abraçaua a todas sus amigas y
conocidas y a quantos llegauan a verla, y a todos
pedia la encomendassen a Dios y a Nuestra
Señora su madre; y esto, con tanto sentimiento,
que a mi me hizo llorar, que no suelo ser muy
lloron. Y a fee que muchos tuuieron desseo de
esconderla y salir a quitarsela en el camino;
pero el miedo de yr contra el mandado del rey
los detuuo. Principalmente se mostro mas
apassionado don Pedro Gregorio, aquel mancebo
mayorazgo rico que tu conoces, que dizen que
la queria mucho, y despues que ella se partio,
nunca mas el ha parecido en nuestro lugar, y
todos pensamos que yua tras ella para robarla;
pero hasta aora no se ha sabido nada.''

``Siempre tuue yo mala sospecha'', dixo
Ricote, ``de que esse cauallero adamaua a mi
hija; pero fiado en el valor de mi Ricota, nunca
me dio pesadumbre el saber que la queria bien;
que ya auras oydo dezir, Sancho, que las
moriscas pocas o ninguna vez se mezclaron por
amores con christianos viejos, y mi hija, que,
a lo que yo creo, atendia a ser mas christiana
que enamorada, no se curaria de las solicitudes
de esse señor mayorazgo.''

``Dios lo haga'', replicó Sancho; ``que a
entrambos les estaria mal, y dexame partir de
aqui, Ricote amigo; que quiero llegar esta
noche adonde está mi señor don Quixote.''

``Dios vaya contigo, Sancho hermano; que
ya mis compañeros se rebullen, y tambien es
hora que prosigamos nuestro camino.''

Y luego se abraçaron los dos, y Sancho subio
en su ruzio y Ricote se arrimó a su bordon,
y se apartaron.


## <p055>
# chapter  55 LV
# unit N chapternum
Capitulo LV
# unit T title
De cosas sucedidas a Sancho en el camino, y
otras, que no ay mas que ver.
# unit P text
El auerse detenido Sancho con Ricote no le
dio lugar a que aquel dia llegasse al castillo
del duque, puesto que llegó media legua del,
donde le tomó la noche algo escura y cerrada.
Pero como era verano, no le dio mucha
pesadumbre, y, assi, se apartó del camino, con
intencion de esperar la mañana, y quiso su corta
y desuenturada suerte, que, buscando lugar
donde mejor acomodarse, cayeron el y el ruzio
en vna honda y escurissima sima que entre
vnos edificios muy antiguos estaua, y al
tiempo del caer, se encomendo a Dios de todo
coraçon, pensando que no auia de parar hasta el
profundo de los abismos, y no fue assi, porque
a poco mas de tres estados dio fondo el ruzio,
y el se halló encima del, sin auer recebido
lision ni daño alguno. Tentose todo el cuerpo y
recogio el aliento por ver si estaua sano, o
agujereado, por alguna parte, y, viendose
bueno, entero y catolico de salud, no se hartaua
de dar gracias a Dios nuestro Señor de la
merced que le auia hecho; porque sin duda penso
que estaua hecho mil pedaços. Tento assimismo
con las manos por las paredes de la sima,
por ver si seria possible salir della sin ayuda de
nadie; pero todas las halló rasas y sin assidero
alguno, de lo que Sancho se congojó mucho,
especialmente quando oyo que el ruzio se
quexaua tierna y dolorosamente, y no era mucho,
ni se lamentaua de vicio, que a la verdad no
estaua muy bien parado.

``¡Ay'', dixo entonces Sancho Pança, ``y quán
no pensados sucessos suelen suceder a cada
paso a los que viuen en este miserable mundo!
¿Quién dixera que el que ayer se vio
entronizado gouernador de vna insula, mandando a
sus siruientes y a sus vassallos, oy se auia de
ver sepultado en vna sima, sin auer persona
alguna que le remedie, ni criado, ni vassallo
que acuda a su socorro? Aqui auremos de
perecer de hambre yo y mi jumento, si ya no nos
morimos antes, el de molido y quebrantado, y
yo de pesaroso. A lo menos, no sere yo tan
venturoso como lo fue mi señor don Quixote de
la Mancha, quando decendio y baxó a la cueua
de aquel encantado Montesinos, donde halló
quien le regalasse mejor que en su casa; que
no parece sino que se fue a mesa puesta y a
cama hecha; alli vio el visiones hermosas y
apazibles, y yo vere aqui, a lo que creo, sapos
y culebras. ¡Desdichado de mi!, y en qué han
parado mis locuras y fantasias? De aqui sacarán
mis huessos, quando el cielo sea seruido
que me descubran, mondos, blancos y raydos,
y los de mi buen ruzio con ellos, por donde
quiça se echará de ver quien somos, a lo
menos, de los que tuuieren noticia de que nunca
Sancho Pança se apartó de su asno, ni su asno
de Sancho Pança; otra vez digo: ¡miserables
de nosotros, que no ha querido nuestra corta
suerte que muriessemos en nuestra patria, y
entre los nuestros, donde ya que no hallara
remedio nuestra desgracia, no faltara quien dello
se doliera, y en la hora vltima de nuestro
passamiento nos cerrara los ojos!

''¡O compañero y amigo mio, qué mal pago
te he dado de tus buenos seruicios! Perdoname,
y pide a la fortuna, en el mejor modo que
supieres, que nos saque deste miserable trabajo
en que estamos puestos los dos; que yo
prometo de ponerte vna corona de laurel en la
cabeça, que no parezcas sino vn laureado
poeta, y de darte los piensos doblados.''

Desta manera se lamentaua Sancho Pança,
y su jumento le escuchaua sin responderle
palabra alguna, tal era el aprieto y angustia en
que el pobre se hallaua. Finalmente, auiendo
passado toda aquella noche en miserables
quexas y lamentaciones, vino el dia, con cuya
claridad y resplandor vio Sancho que era
impossible de toda impossibilidad salir de aquel
pozo, sin ser ayudado, y començo a lamentarse
y dar vozes, por ver si alguno le oia; pero
todas sus vozes eran dadas en desierto, pues
por todos aquellos contornos no auia persona
que pudiesse escucharle, y entonces se acabó
de dar por muerto. Estaua el ruzio boca arriba
y Sancho Pança le acomodó de modo, que le
puso en pie, que apenas se podia tener; y,
sacando de las alforjas, que tambien auian
corrido la mesma fortuna de la cayda, vn pedaço
de pan, lo dio a su jumento, que no le supo
mal, y dixole Sancho, como si lo entendiera:

``Todos los duelos con pan son buenos.''

En esto, descubrio a vn lado de la sima vn
agujero, capaz de caber por el vna persona,
si se agouiaua y encogia; acudio a el Sancho
Pança, y, agazapandose, se entró por el y vio
que por de dentro era espacioso y largo; y
pudolo ver porque por lo que se podia llamar
techo entraua vn rayo de sol que lo descubria
todo. Vio tambien que se dilataua y alargaua
por otra concauidad espaciosa; viendo lo qual
boluio a salir adonde estaua el jumento, y con
vna piedra començo a desmoronar la tierra del
agujero de modo, que en poco espacio hizo
lugar donde con facilidad pudiesse entrar el
asno, como lo hizo, y, cogiendole del cabestro,
començo a caminar por aquella gruta adelante,
por ver si hallaua alguna salida por otra parte.
A vezes yua a escuras, y a vezes sin luz, pero
ninguna vez sin miedo.

``¡Valame Dios todo poderoso!'', dezia entre
si. ``Esta, que para mi es desuentura, mejor
fuera para auentura de mi amo don Quixote; el
si que tuuiera estas profundidades y mazmorras
por jardines floridos, y por palacios de
Galiana, y esperara salir de esta escuridad
y estrecheza a algun florido prado. Pero yo
sin ventura, falto de consejo y menoscabado
de animo, a cada paso pienso que debaxo de
los pies de improuiso se ha de abrir otra
sima mas profunda que la otra, que acabe
de tragarme. Bien vengas, mal, si vienes
solo.''

Desta manera, y con estos pensamientos le
parecio que auria caminado poco mas de media
legua, al cabo de la qual descubrio vna confusa
claridad que parecio ser ya de dia, y que
por alguna parte entraua, que daua indicio de
tener fin abierto aquel, para el, camino de la
otra vida.

Aqui le dexa Cide Hamete Benengeli, y buelue
a tratar de don Quixote, que alboroçado y
contento esperaua el plaço de la batalla que
auia de hazer con el robador de la honra de
la hija de doña Rodriguez, a quien pensaua
endereçar el tuerto y desaguisado que
malamente le tenian fecho.

Sucedio, pues, que saliendose vna mañana
a imponerse y ensayarse en lo que auia de
hazer en el trance en que otro dia pensaua
verse, dando vn repelon o arremetida a
Rozinante, llegó a poner los pies tan junto a vna
cueua, que a no tirarle fuertemente las riendas,
fuera impossible no caer en ella. En fin, le
detuuo, y no cayo; y, llegandose algo mas cerca
sin apearse, miró aquella hondura, y, estandola
mirando, oyo grandes vozes dentro, y,
escuchando atentamente, pudo percebir y entender
que el que las daua dezia:

``¡Ha de arriba! ¿Ay algun christiano que me
escuche, o algun cauallero caritatiuo que se
duela de vn pecador enterrado en vida, o
vn desdichado desgouernado gouernador?''

Pareciole a don Quixote que oia la voz
de Sancho Pança, de que quedó suspenso y
assombrado, y, leuantando la voz todo lo que
pudo, dixo:

``¿Quién está alla baxo, quién se quexa?''

``¿Quién puede estar aqui, o quién se ha de
quexar'', respondieron, ``sino el assendereado
de Sancho Pança, gouernador, por sus pecados
y por su mala andança, de la insula Barataria,
escudero que fue del famoso cauallero don
Quixote de la Mancha?''

Oyendo lo qual don Quixote, se le dobló la
admiracion, y se le acrecento el pasmo,
viniendosele al pensamiento que Sancho
Pança deuia de ser muerto, y que estaua alli
penando su alma; y, lleuado desta imaginacion
dixo:

``Conjurote por todo aquello que puedo
conjurarte, como catolico christiano, que me digas
quién eres, y si eres alma en pena, dime qué
quieres que haga por ti; que pues es mi
profession fauorecer y acorrer a los necessitados
deste mundo, tambien lo sere para acorrer y
ayudar a los menesterosos del otro mundo,
que no pueden ayudarse por si propios.''

``Dessa manera'', respondieron, ``vuessa
merced que me habla deue de ser mi señor don
Quixote de la Mancha, y aun en el organo de
la voz no es otro, sin duda.''

``Don Quixote soy'', replicó don Quixote; ``el
que professo socorrer y ayudar en sus necessidades
a los viuos y a los muertos. Por esso,
dime quién eres; que me tienes atonito. Porque
si eres mi escudero Sancho Pança, y te has
muerto, como no te ayan lleuado los diablos,
y por la misericordia de Dios estes en el
purgatorio, sufragios tiene nuestra santa madre la
Iglesia Catolica Romana bastantes a sacarte de
las penas en que estás, y yo, que lo solicitaré
con ella, por mi parte, con quanto mi hazienda
alcançare; por esso acaba de declararte, y dime
quién eres.''

``¡Voto a tal!'', respondieron, ``y por el
nacimiento de quien vuessa merced quisiere juro,
señor don Quixote de la Mancha, que yo soy
su escudero Sancho Pança, y que nunca me he
muerto en todos los dias de mi vida, sino que
auiendo dexado mi gouierno por cosas y causas
que es menester mas espacio para dezirlas,
anoche cai en esta sima donde yago, el ruzio
conmigo, que no me dexará mentir, pues, por
mas señas, está aqui conmigo.''

Y ay mas; que no parece sino que el jumento
entendio lo que Sancho dixo, porque al momento
començo a rebuznar, tan rezio, que toda
la cueua retumbaua.

``Famoso testigo'', dixo don Quixote; ``el
rebuzno conozco como si le pariera, y tu voz
oygo, Sancho mio. Esperame, yre al castillo del
duque que está aqui cerca, y traere quien te
saque desta sima, donde tus pecados te deuen
de auer puesto.''

``Vaya vuessa merced'', dixo Sancho, ``y
buelua presto, por vn solo Dios; que ya no lo
puedo lleuar el estar aqui sepultado en vida, y
me estoy muriendo de miedo.''

Dexole don Quixote y fue al castillo a
contar a los duques el suceso de Sancho Pança,
de que no poco se marauillaron, aunque bien
entendieron que deuia de auer caydo por la
correspondencia de aquella gruta, que de
tiempos inmemoriales estaua alli hecha; pero no
podian pensar cómo auia dexado el gouierno,
sin tener ellos auiso de su venida. Finalmente,
como dizen, lleuaron sogas y maromas, y a
costa de mucha gente y de mucho trabajo
sacaron al ruzio y a Sancho Pança de aquellas
tinieblas a la luz del sol.

Viole vn estudiante, y dixo:

``Desta manera auian de salir de sus gouiernos
todos los malos gouernadores, como sale
este pecador del profundo del abismo: muerto
de hambre, descolorido y sin blanca, a lo que
yo creo.''

Oyolo Sancho, y dixo:

``Ocho dias o diez ha, hermano murmurador,
que entré a gouernar la insula que me dieron,
en los quales no me vi harto de pan siquiera
vn hora; en ellos me han perseguido medicos
y enemigos me han brumado los güesos, ni
he tenido lugar de hazer cohechos ni de cobrar
derechos, y, siendo esto assi, como lo es, no
merecia yo, a mi parecer, salir de esta manera.
Pero el hombre pone y Dios dispone, y Dios
sabe lo mejor y lo que le está bien a cada vno,
y qual el tiempo tal el tiento, y nadie diga
desta agua no beuere; que adonde se piensa
que ay tozinos no ay estacas, y Dios me
entiende y basta y no digo mas, aunque pudiera.''

``No te enojes, Sancho, ni recibas pesadumbre
de lo que oyeres; que sera nunca acabar.
Ven tu con segura conciencia, y digan lo que
dixeren, y es querer atar las lenguas de los
maldizientes lo mesmo que querer poner puertas
al campo. Si el gouernador sale rico de su
gouierno dizen del que ha sido vn ladron, y si
sale pobre, que ha sido vn para poco y vn
mentecato.''

``A buen seguro'', respondio Sancho, ``que
por esta vez antes me han de tener por tonto
que por ladron.''

En estas platicas llegaron, rodeados de
muchachos y de otra mucha gente, al castillo,
adonde en vnos corredores estauan ya el duque
y la duquessa, esperando a don Quixote y
a Sancho, el qual no quiso subir a ver al duque
sin que primero no huuiesse acomodado al ruzio
en la caualleriza, porque dezia que auia passado
muy mala noche en la posada, y luego subio
a ver a sus señores, ante los quales puesto
de rodillas, dixo:

``Yo, señores, porque lo quiso assi vuestra
grandeza, sin ningun merecimiento mio, fuy a
gouernar vuestra insula Barataria, en la qual
entré desnudo, y desnudo me hallo, ni pierdo,
ni gano; si he gouernado bien o mal, testigos
he tenido delante, que diran lo que quisieren.
He declarado dudas, sentenciado pleytos, y
siempre muerto de hambre, por auerlo querido
assi el doctor Pedro Rezio, natural de
Tirteafuera, medico insulano, y gouernadoresco.
Acometieronnos enemigos de noche, y, auiendonos
puesto en grande aprieto, dizen los de la
insula que salieron libres y con vitoria por el
valor de mi braço; que tal salud les de Dios
como ellos dizen verdad.

''En resolucion, en este tiempo yo he tanteado
las cargas que trae consigo y las obligaciones
el gouernar, y he hallado por mi cuenta que
no las podran lleuar mis ombros, ni son peso
de mis costillas, ni flechas de mi aljaua; y, assi,
antes que diesse conmigo al traues el gouierno,
he querido yo dar con el gouierno al traues,
y ayer de mañana dexé la insula como la hallé,
con las mismas calles, casas y texados que
tenia quando entré en ella. No he pedido
prestado a nadie ni metidome en grangerias, y
aunque pensaua hazer algunas ordenanças
prouechosas, no hize ninguna, temeroso que no se
auian de guardar; que es lo mesmo hazerlas
que no hazerlas. Sali, como digo, de la insula,
sin otro acompañamiento que el de mi ruzio;
cai en vna sima, vineme por ella adelante,
hasta que esta mañana, con la luz del sol, vi la
salida; pero no tan facil, que a no depararme
el cielo a mi señor don Quixote, alli me
quedara hasta la fin del mundo. Assi que, mis
señores duque y duquessa, aqui está vuestro
gouernador Sancho Pança, que ha grangeado en
solos diez dias que ha tenido el gouierno a
conocer que no se le ha de dar nada por ser
gouernador, no que de vna insula, sino de todo
el mundo. Y con este presupuesto, besando a
vuessas mercedes los pies, imitando al juego
de los muchachos que dizen: «salta tu, y
damela tu», doy vn salto del gouierno y me
passo al seruicio de mi señor don Quixote; que,
en fin, en el, aunque como el pan con sobresalto,
hartome, a lo menos, y para mi, como yo
esté harto, esso me haze que sea de çanahorias
que de perdizes.''

Con esto dio fin a su larga platica Sancho,
temiendo siempre don Quixote que auia de
dezir en ella millares de disparates, y quando
le vio acabar con tan pocos, dio en su coraçon
gracias al cielo, y el duque abraçó a Sancho y
le dixo que le pesaua en el alma de que
huuiesse dexado tan presto el gouierno; pero que
el haria de suerte que se le diesse en su estado
otro oficio de menos carga y de mas prouecho.
Abraçole la duquessa assimismo, y mandó que
le regalassen, porque daua señales de venir
mal molido y peor parado.


## <p056>
# chapter  56 LVI
# unit N chapternum
Capitulo LVI
# unit T title
De la descomunal y nunca vista batalla que
passó entre don Quixote de la Mancha y el
lacayo Tosilos, en la defensa de la hija de la
dueña doña Rodriguez.
# unit P text
No quedaron arrepentidos los duques de la
burla hecha a Sancho Pança del gouierno que
le dieron, y mas que aquel mismo dia vino su
mayordomo y les conto punto por punto todas
casi las palabras y acciones que Sancho auia
dicho y hecho en aquellos dias, y, finalmente,
les encarecio el assalto de la insula y el miedo
de Sancho, y su salida, de que no pequeño
gusto recibieron.

Despues desto, cuenta la historia que se llegó
el dia de la batalla aplaçada, y, auiendo el
duque vna y muy muchas vezes aduertido a su
lacayo Tosilos cómo se auia de auenir con don
Quixote para vencerle sin matarle ni herirle,
ordenó que se quitassen los hierros a las lanças,
diziendo a don Quixote que no permitia la
christiandad de que el se preciaua que aquella
batalla fuesse con tanto riesgo y peligro de las
vidas, y que se contentasse con que le daua
campo franco en su tierra, puesto que yua contra
el decreto del santo Concilio, que prohiue
los tales desafios, y no quisiesse lleuar por todo
rigor aquel trance tan fuerte.

Don Quixote dixo que su excelencia
dispusiesse las cosas de aquel negocio como mas
fuesse seruido; que el le obedeceria en todo.
Llegado, pues, el temeroso dia, y, auiendo
mandado el duque que delante de la plaça del
castillo se hiziesse vn espacioso cadahalso,
donde estuuiessen los juezes del campo, y las
dueñas, madre y hija, demandantes, auia acudido
de todos los lugares y aldeas circunuecinas
infinita gente a ver la nouedad de aquella
batalla; que nunca otra tal no auian visto ni
oydo dezir en aquella tierra los que viuian, ni
los que auian muerto.

El primero que entró en el campo y estacada
fue el maestro de las ceremonias, que tanteó el
campo, y le passeó todo, porque en el no
huuiesse algun engaño ni cosa encubierta donde
se tropeçasse y cayesse. Luego entraron las
dueñas y se sentaron en sus assientos, cubiertas
con los mantos hasta los ojos, y aun hasta los
pechos, con muestras de no pequeño sentimiento.
Presente don Quixote en la estacada,
de alli a poco, acompañado de muchas trompetas,
assomó por vna parte de la plaça, sobre
vn poderoso cauallo, hundiendola toda, el
grande lacayo Tosilos, calada la visera y todo
encambronado con vnas fuertes y luzientes armas.
El cauallo mostraua ser frison, ancho y de color
tordillo; de cada mano y pie le pendia vna
arroba de lana.

Venia el valeroso combatiente bien informado
del duque su señor de cómo se auia de
portar con el valeroso don Quixote de la
Mancha, aduertido que en ninguna manera le
matasse, sino que procurasse huyr el primer
encuentro, por escusar el peligro de su muerte,
que estaua cierto si de lleno en lleno le
encontrasse. Passeó la plaça, y, llegando donde las
dueñas estauan, se puso algun tanto a mirar a
la que por esposo le pedia; llamó el maesse de
campo a don Quixote, que ya se auia presentado
en la plaça, y junto con Tosilos habló a las
dueñas, preguntandoles si consentian que
boluiesse por su derecho don Quixote de la
Mancha. Ellas dixeron que si, y que todo lo que en
aquel caso hiziesse lo dauan por bien hecho,
por firme y por valedero.

Ya en este tiempo estauan el duque y la
duquessa puestos en vna galeria que caia sobre
la estacada, toda la qual estaua coronada de
infinita gente que esperaua ver el riguroso
trance nunca visto. Fue condicion de los
combatientes que si don Quixote vencia, su
contrario se auia de casar con la hija de doña
Rodriguez; y si el fuesse vencido, quedaua
libre su contendor de la palabra que se le
pedia, sin dar otra satisfacion alguna.

Partioles el maestro de las ceremonias el
sol y puso a los dos cada vno en el puesto
donde auian de estar. Sonaron los atambores,
llenó el ayre el son de las trompetas, temblaua
debaxo de los pies la tierra, estauan suspensos
los coraçones de la mirante turba, temiendo
vnos y esperando otros el bueno o el mal
sucesso de aquel caso. Finalmente, don Quixote,
encomendandose de todo su coraçon a Dios
nuestro Señor, y a la señora Dulcinea del
Toboso, estaua aguardando que se le diesse
señal precisa de la arremetida.

Empero nuestro lacayo tenia diferentes
pensamientos; no pensaua el sino en lo que agora
dire: Parece ser que quando estuuo mirando a
su enemiga le parecio la mas hermosa muger
que auia visto en toda su vida, y el niño
cegueçuelo a quien suelen llamar de ordinario
Amor por essas calles, no quiso perder la
ocasion que se le ofrecio de triunfar de vna alma
lacayuna y ponerla en la lista de sus trofeos,
y, assi, llegandose a el bonitamente, sin que
nadie le viesse, le embasó al pobre lacayo vna
flecha de dos varas por el lado yzquierdo y le
passó el coraçon de parte a parte, y pudolo
hazer bien al seguro, porque el amor es
inuissible y entra y sale por do quiere, sin que
nadie le pida cuenta de sus hechos.

Digo, pues, que quando dieron la señal de
la arremetida, estaua nuestro lacayo transportado,
pensando en la hermosura de la que ya
auia hecho señora de su libertad, y, assi, no
atendio al son de la trompeta, como hizo don
Quixote, que apenas la huuo oydo, quando
arremetio; y, a todo el correr que permitia
Rocinante, partio contra su enemigo, y, viendole
partir su buen escudero Sancho, dixo a
grandes vozes:

``¡Dios te guie, nata y flor de los andantes
caualleros; Dios te de la vitoria, pues lleuas la
razon de tu parte!''

Y aunque Tosilos vio venir contra si a don
Quixote, no se mouio vn paso de su puesto;
antes, con grandes vozes, llamó al maesse de
campo, el qual, venido a ver lo que queria,
le dixo:

``Señor, ¿esta batalla no se haze porque yo
me case, o no me case, con aquella señora?''

``Assi es'', le fue respondido.

``Pues yo'', dixo el lacayo, ``soy temeroso de
mi conciencia y pondriala en gran cargo si
passasse adelante en esta batalla, y assi digo
que yo me doy por vencido y que quiero
casarme luego con aquella señora.''

Quedó admirado el maesse de campo de las
razones de Tosilos, y como era vno de los
sabidores de la maquina de aquel caso, no le
supo responder palabra. Detuuose don Quixote
en la mitad de su carrera, viendo que su
enemigo no le acometia. El duque no sabia la
ocasion porque no se passaua adelante en la
batalla; pero el maesse de campo le fue a
declarar lo que Tosilos dezia, de lo que quedó
suspenso y colerico en estremo.

En tanto que esto passaua, Tosilos se llegó
adonde doña Rodriguez estaua, y dixo a
grandes vozes:

``Yo, señora, quiero casarme con vuestra
hija, y no quiero alcançar por pleytos ni
contiendas lo que puedo alcançar por paz, y sin
peligro de la muerte.''

Oyo esto el valeroso don Quixote, y dixo:

``Pues esto assi es, yo quedo libre y suelto de
mi promessa; casense en hora buena, y pues
Dios nuestro Señor se la dio, San Pedro se la
bendiga.''

El duque auia baxado a la plaça del castillo,
y llegandose a Tosilos, le dixo:

``¿Es verdad, cauallero, que os days por
vencido, y que, instigado de vuestra temerosa
conciencia, os quereys casar con esta
donzella?''

``Si, señor'', respondio Tosilos.

``El haze muy bien'', dixo a esta sazon
Sancho Pança; ``porque lo que has de dar al
mur, dalo al gato, y sacarte ha de cuydado.''

Yuase Tosilos desenlaçando la celada, y
rogaua que a priessa le ayudassen, porque le
yuan faltando los espiritus del aliento, y no
podia verse encerrado tanto tiempo en la
estrecheza de aquel aposento. Quitaronsela
a priessa, y quedó descubierto y patente su
rostro de lacayo. Viendo lo qual doña Rodriguez
y su hija, dando grandes vozes, dixeron:

``¡Este es engaño, engaño es este! ¡A Tosilos,
el lacayo del duque mi señor, nos han puesto
en lugar de mi verdadero esposo! ¡Iusticia de
Dios y del rey, de tanta malicia, por no dezir
bellaqueria!''

``No vos acuyteys, señoras'', dixo don Quixote;
``que ni esta es malicia, ni es bellaqueria,
y si la es, y no ha sido la causa el duque,
sino los malos encantadores que me persiguen,
los quales inuidiosos de que yo alcançasse la
gloria deste vencimiento, han conuertido el
rostro de vuestro esposo en el de este que dezis
que es lacayo del duque. Tomad mi consejo, y,
a pesar de la malicia de mis enemigos, casaos
con el; que, sin duda, es el mismo que vos
desseais alcançar por esposo.''

El duque, que esto oyó, estuuo por romper
en risa toda su colera, y dixo:

``Son tan extraordinarias las cosas que suceden
al señor don Quixote, que estoy por creer
que este mi lacayo no lo es; pero vsemos deste
ardid y maña; dilatemos el casamiento quinze
dias, si quieren, y tengamos encerrado a este
personage que nos tiene dudosos, en los quales
podria ser que boluiesse a su pristina figura;
que no ha de durar tanto el rancor que los
encantadores tienen al señor don Quixote, y
mas, yendoles tan poco en vsar estos
embelecos y transformaciones.''

``O, señor'', dixo Sancho, ``que ya tienen
estos malandrines por vso y costumbre de
mudar las cosas de vnas en otras, que tocan a
mi amo. Vn cauallero que vencio los dias
passados, llamado el de los Espejos, le boluieron
en la figura del bachiller Sanson Carrasco,
natural de nuestro pueblo y grande amigo
nuestro, y a mi señora Dulcinea del Toboso la
han buelto en vna rustica labradora, y, assi,
imagino que este lacayo ha de morir y viuir
lacayo todos los dias de su vida.''

A lo que dixo la hija de Rodriguez:

``Sease quien fuere este que me pide por
esposa -- que yo se lo agradezco --; que mas
quiero ser muger legitima de vn lacayo, que
no amiga y burlada de vn cauallero, puesto
que el que a mi me burló no lo es.''

En resolucion, todos estos quentos y
sucessos pararon en que Tosilos se recogiesse
hasta ver en que paraua su transformacion;
aclamaron todos la vitoria por don Quixote, y
los mas quedaron tristes y melancolicos de ver
que no se auian hecho pedaços los tan esperados
combatientes, bien assi como los mochachos
quedan tristes, quando no sale el ahorcado
que esperan, porque le ha perdonado, o
la parte, o la justicia. Fuesse la gente,
boluieronse el duque y don Quixote al castillo,
encerraron a Tosilos, quedaron doña Rodriguez y
su hija contentissimas de ver que por vna via o
por otra aquel caso auia de parar en
casamiento, y Tosilos no esperaua menos.


## <p057>
# chapter  57 LVII
# unit N chapternum
Capitulo LVII
# unit T title
Que trata de cómo don Quixote se despidio del
duque, y de lo que le sucedio con la discreta
y desembuelta Altisidora, donzella de la
duquessa.
# unit P text
Ya le parecio a don Quixote que era bien
salir de tanta ociosidad como la que en aquel
castillo tenia; que se imaginaua ser grande la
falta que su persona hazia en dexarse estar
encerrado y pereçoso entre los infinitos regalos
y deleytes que como a cauallero andante aquellos
señores le hazian, y pareciale que auia de
dar cuenta estrecha al cielo de aquella ociosidad
y encerramiento; y, assi, pidio vn dia licencia
a los duques para partirse. Dieronsela con
muestras de que en gran manera les pesaua
de que los dexasse. Dio la duquessa las cartas
de su muger a Sancho Pança, el qual lloró con
ellas, y dixo:

``¿Quién pensara que esperanças tan grandes
como las que en el pecho de mi muger Teresa
Pança engendraron las nueuas de mi gouierno
auian de parar en boluerme yo agora a las
arrastradas auenturas de mi amo don Quixote
de la Mancha? Con todo esto, me contento de
ver que mi Teresa correspondio a ser quien es,
embiando las bellotas a la duquessa; que a no
auerselas embiado, quedando yo pesaroso, se
mostrara ella desagradecida. Lo que me
consuela es que esta dadiua no se le puede dar
nombre de cohecho, porque ya tenia yo el
gouierno quando ella las embió, y está puesto en
razon que los que reciben algun beneficio,
aunque sea con niñerias, se muestren agradecidos.
En efecto, yo entré desnudo en el gouierno y
salgo desnudo del; y, assi, podre dezir con
segura conciencia, que no es poco: «desnudo naci,
desnudo me hallo, ni pierdo ni gano».''

Esto passaua entre si Sancho el dia de la
partida; y saliendo don Quixote, auiendose
despedido la noche antes de los duques, vna
mañana se presentó armado en la plaça del
castillo. Mirauanle de los corredores toda la
gente del castillo, y assimismo los duques
salieron a verle. Estaua Sancho sobre su ruzio,
con sus alforjas, maleta y repuesto, contentissimo,
porque el mayordomo del duque, el que
fue la Trifaldi, le auia dado vn bolsico con
docientos escudos de oro, para suplir los
menesteres del camino, y esto aun no lo sabia
don Quixote.

Estando como queda dicho, mirandole todos,
a deshora entre las otras dueñas y donzellas de
la duquessa, que le mirauan, alço la voz la
desembuelta y discreta Altisidora, y en son
lastimero dixo:

# unit Q spanishverse
Escucha, mal cauallero, ÷
deten vn poco las riendas; ÷
no fatigues las hijadas ÷
de tu mal regida bestia.

Mira, falso, que no huyes ÷
de alguna serpiente fiera, ÷
sino de vna corderilla ÷
que está muy lexos de oueja.

Tu has burlado, monstruo horrendo, ÷
la mas hermosa donzella ÷
que Diana vio en sus montes, ÷
que Venus miró en sus seluas.

Cruel Vireno, fugitiuo Eneas, ÷
Barrabas te acompañe; alla te auengas.

Tu lleuas ¡lleuar impio! ÷
en las garras de tus cerras ÷
las entrañas de vna humilde, ÷
como enamorada, tierna.

Lleuaste tres tocadores, ÷
y vnas ligas, de vnas piernas ÷
que al marmol puro se igualan ÷
en lisas, blancas y negras.

Lleuaste dos mil suspiros, ÷
que, a ser de fuego, pudieran ÷
abrassar a dos mil Troyas, ÷
si dos mil Troyas huuiera.

Cruel Vireno, fugitiuo Eneas, ÷
Barrabas te acompañe; alla te auengas.

De esse Sancho tu escudero ÷
las entrañas sean tan tercas ÷
y tan duras, que no salga ÷
de su encanto Dulcinea.

De la culpa que tu tienes ÷
lleue la triste la pena; ÷
que justos por pecadores ÷
tal vez pagan en mi tierra.

Tus mas finas auenturas ÷
en desuenturas se bueluan, ÷
en sueños tus passatiempos, ÷
en oluidos tus firmeças.

Cruel Vireno, fugitiuo Eneas, ÷
Barrabas te acompañe; alla te auengas.

Seas tenido por falso ÷
desde Seuilla a Marchena, ÷
desde Granada hasta Loja, ÷
de Londres a Ingalaterra.

Si jugares al reynado, ÷
los cientos, o la primera, ÷
los reyes huyan de ti; ÷
ases, ni sietes no veas.

Si te cortares los callos, ÷
sangre las heridas viertan; ÷
y quedente los raygones ÷
si te sacares las muelas.

Cruel Vireno, fugitiuo Eneas, ÷
Barrabas te acompañe; halla te auengas.

# unit P text
En tanto que de la suerte que se ha dicho se
quexaua la lastimada Altisidora, la estuuo
mirando don Quixote, y, sin responderla palabra,
boluiendo el rostro a Sancho, le dixo:

``Por el siglo de tus passados, Sancho mio,
te conjuro que me digas vna verdad; dime,
¿lleuas por ventura, los tres tocadores, y las
ligas que esta enamorada donzella dize?''

A lo que Sancho respondio:

``Los tres tocadores si lleuo; pero las ligas,
como por los cerros de Vueda.''

Quedó la duquessa admirada de la dessemboltura
de Altisidora, que aunque la tenia por
atreuida, graciosa y dessembuelta, no en grado
que se atreuiera a semejantes dessembolturas;
y como no estaua aduertida desta burla, crecio
mas su admiracion. El duque quiso reforçar el
donayre, y dixo:

``No me parece bien, señor cauallero, que
auiendo recebido en este mi castillo el buen
acogimiento que en el se os ha hecho, os ayais
atreuido a lleuaros tres tocadores, por lo
menos, si por lo mas las ligas de mi donzella;
indicios son de mal pecho y muestras que no
corresponden a vuestra fama. Boluedle las
ligas; si no, yo os dessafio a mortal batalla,
sin tener temor que malandrines encantadores
me bueluan ni muden el rostro, como han hecho
en el de Tosilos mi lacayo, el que entró
con vos en batalla.''

``No quiera Dios'', respondio don Quixote,
``que yo dessembayne mi espada contra vuestra
ilustrissima persona, de quien tantas mercedes
he recebido. Los tocadores boluere, porque
dize Sancho que los tiene; las ligas es
impossible, porque ni yo las he recebido ni el
tampoco, y si esta vuestra donzella quisiere
mirar sus escondrijos, a buen seguro que las
halle. Yo, señor duque, jamas he sido ladron,
ni lo pienso ser en toda mi vida, como Dios no
me dexe de su mano. Esta donzella habla, como
ella dize, como enamorada, de lo que yo no le
tengo culpa, y, assi, no tengo de qué pedirle
perdon, ni a ella, ni a vuestra excelencia, a
quien suplico me tenga en mejor opinion, y me
de de nueuo licencia para seguir mi camino.''

``Deosle Dios tan bueno'', dixo la duquessa,
``señor don Quixote, que siempre oygamos buenas
nueuas de vuestras fechurias; y andad con
Dios, que mientras mas os deteneis, mas
aumentais el fuego de los pechos de las donzellas
que os miran. Y a la mia yo la castigaré
de modo, que de aqui adelante no se
desmande con la vista ni con las palabras.''

``Vna no mas quiero que me escuches, ¡o
valeroso don Quixote!'', dixo entonces Altissidora,
``y es que te pido perdon del latrocinio
de las ligas, porque en Dios y en mi anima,
que las tengo puestas, y he caydo en el descuydo
del que yendo sobre el asno, le buscaua.''

``¿No lo dixe yo?'', dixo Sancho. ``¡Bonico
soy yo para encubrir hurtos! Pues a quererlos
hazer, de paleta me auia venido la ocasion en
mi gouierno.''

Abaxó la cabeça don Quixote y hizo reuerencia
a los duques y a todos los circunstantes,
y, boluiendo las riendas a Rocinante, siguiendole
Sancho sobre el ruzio, se salio del castillo,
endereçando su camino a Zaragoça.


## <p058>
# chapter  58 LVIII
# unit N chapternum
Capitulo LVIII
# unit T title
Que trata de cómo menudearon sobre don
Quixote auenturas tantas, que no se dauan
vagar vnas a otras.
# unit P text
Quando don Quixote se vio en la campaña
rasa, libre y dessembaraçado de los requiebros
de Altissidora, le parecio que estaua en su
centro y que los espiritus se le renouauan para
prosseguir de nueuo el assumpto de sus
cauallerias, y, boluiendose a Sancho, le dixo:

``La libertad, Sancho, es vno de los mas
preciosos dones que a los hombres dieron los
cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros
que encierra la tierra ni el mar encubre; por la
libertad, assi como por la honra, se puede y
deue auenturar la vida; y, por el contrario, el
cautiuerio es el mayor mal que puede venir a
los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien
has visto el regalo, la abundancia que en este
castillo, que dexamos, hemos tenido; pues en
metad de aquellos banquetes sazonados y de
aquellas beuidas de nieue me parecia a mi que
estaua metido entre las estrecheças de la
hambre; porque no lo gozaua con la libertad que
lo gozara si fueran mios; que las obligaciones
de las recompensas de los beneficios y mercedes
recebidas son ataduras que no dexan campear
al animo libre. ¡Venturoso aquel a quien
el cielo dio vn pedaço de pan, sin que le quede
obligacion de agradecerlo a otro que al mismo
cielo!''

``Con todo esso'', dixo Sancho, ``que vuessa
merced me ha dicho, no es bien que se queden
sin agradecimiento de nuestra parte docientos
escudos de oro, que en vna bolsilla me dio el
mayordomo del duque, que como pictima y
confortatiuo la lleuo puesta sobre el coraçon,
para lo que se ofreciere; que no siempre hemos
de hallar castillos donde nos regalen, que tal
vez toparemos con algunas ventas donde nos
apaleen.''

En estos y otros razonamientos yuan los
andantes cauallero y escudero, quando vieron,
auiendo andado poco mas de vna legua, que
encima de la yerua de vn pradillo verde,
encima de sus capas, estauan comiendo hasta vna
dozena de hombres, vestidos de labradores;
junto a si tenian vnas como sabanas blancas,
con que cubrian alguna cosa que debaxo estaua;
estauan empinadas y tendidas y de trecho
a trecho puestas. Llegó don Quixote a los
que comian, y, saludandolos primero cortesmente,
les preguntó que qué era lo que aquellos
lienços cubrian. Vno de ellos le respondio:

``Señor, debaxo destos lienços estan vnas
imagines de reliebe y entabladura, que han
de seruir en vn retablo que hazemos en nuestra
aldea; lleuamoslas cubiertas porque no se
desfloren, y en ombros porque no se quiebren.''

``Si sois seruidos'', respondio don Quixote,
``holgaria de verlas, pues imagines que con
tanto recato se lleuan, sin duda deuen de ser
buenas.''

``Y, ¡cómo si lo son!'', dixo otro; ``si no,
digalo lo que cuesta; que en verdad que no ay
ninguna que no esté en mas de cincuenta
ducados, y porque vea vuessa merced esta verdad,
espere vuessa merced, y verla ha por vista
de ojos.''

Y, leuantandose, dexó de comer, y fue a
quitar la cubierta de la primera imagen, que
mostro ser la de San Iorge puesto a cauallo, con
vna serpiente enroscada a los pies, y la lança
atrauessada por la boca, con la fiereça que
suele pintarse. Toda la imagen parecia vna
asqua de oro, como suele dezirse; viendola don
Quixote, dixo:

``Este cauallero fue vno de los mejores
andantes que tuuo la milicia diuina; llamose don
San Iorge, y fue, ademas, defendedor de
donzellas. Veamos esta otra.''

Descubriola el hombre, y parecio ser la de
San Martin, puesto a cauallo, que partia la
capa con el pobre, y apenas la huuo visto don
Quixote, quando dixo:

``Este cauallero tambien fue de los auentureros
christianos, y creo que fue mas liberal
que valiente, como lo puedes echar de ver,
Sancho, en que está partiendo la capa con el
pobre, y le da la mitad, y sin duda deuia de ser
entonces inuierno, que si no, el se la diera
toda, segun era de caritatiuo.''

``No deuio de ser esso'', dixo Sancho, ``sino
que se deuio de atener al refran que dizen:
«que para dar y tener, sesso es menester».''

Riose don Quixote, y pidio que quitassen
otro lienço, debaxo del qual se descubrio la
imagen del patron de las Españas a cauallo, la
espada ensangrentada, atropellando moros y
pisando cabeças, y, en viendola, dixo don
Quixote:

``Este si que es cauallero y de las esquadras
de Christo; este se llama don San Diego
Matamoros, vno de los mas valientes santos y
caualleros que tuuo el mundo y tiene agora el
cielo.''

Luego descubrieron otro lienço y parecio
que encubria la cayda de San Pablo del cauallo
abaxo, con todas las circunstancias que en
el retablo de su conuersion suelen pintarse;
quando le vido tan al viuo, que dixeran que
Christo le hablaua y Pablo respondia.

``Este'', dixo don Quixote, ``fue el mayor
enemigo que tuuo la iglesia de Dios nuestro
Señor en su tiempo, y el mayor defensor suyo
que tendra jamas, cauallero andante por la
vida, y santo a pie quedo por la muerte;
trabajador incansable en la viña del Señor,
doctor de las gentes, a quien siruieron de
escuelas los cielos, y de cathedratico y maestro
que le enseñasse, el mismo Iesu Christo.''

No auia mas imagines, y, assi, mandó don
Quixote que las boluiessen a cubrir, y dixo a
los que las lleuauan:

``Por buen aguero he tenido, hermanos, auer
visto lo que he visto, porque estos santos y
caualleros professaron lo que yo professo, que
es el exercicio de las armas; sino que la
diferencia que ay entre mi y ellos es que ellos
fueron santos y pelearon a lo diuino, y yo soy
pecador y peleo a lo humano. Ellos conquistaron
el cielo a fuerça de braços, porque el cielo
padece fuerça, y yo hasta agora no se lo que
conquisto a fuerça de mis trabajos; pero si mi
Dulcinea del Toboso saliesse de los que
padece, mejorandose mi ventura y adobandoseme
el juyzio, podria ser que encaminasse mis
pasos por mejor camino del que lleuo.''

``Dios lo oyga y el pecado sea sordo'', dixo
Sancho a esta ocasion.

Admiraronse los hombres assi de la figura
como de las razones de don Quixote, sin entender
la mitad de lo que en ellas dezir queria.
Acabaron de comer, cargaron con sus imagines
y, despidiendose de don Quixote, siguieron
su viage.

Quedó Sancho de nueuo como si jamas huuiera
conocido a su señor, admirado de lo que
sabia, pareciendole que no deuia de auer
historia en el mundo, ni sucesso que no lo
tuuiesse cifrado en la vña y clauado en la
memoria, y dixole:

``En verdad, señor nuestramo, que si esto
que nos ha sucedido oy si puede llamar auentura,
ella ha sido de las mas suaues y dulces
que en todo el discurso de nuestra peregrinacion
nos ha sucedido; della auemos salido sin
palos y sobressalto alguno, ni hemos echado
mano a las espadas, ni hemos batido la tierra
con los cuerpos, ni quedamos hambrientos.
¡Bendito sea Dios, que tal me ha dexado ver
con mis propios ojos!''

``Tu dizes bien, Sancho'', dixo don Quixote;
``pero has de aduertir que no todos los tiempos
son vnos ni corren de vna misma suerte, y esto
que el vulgo suele llamar comunmente agueros,
que no se fundan sobre natural razon alguna,
del que es discreto han de ser tenidos y juzgados
por buenos acontecimientos. Leuantase
vno destos agoreros por la mañana, sale de
su casa, encuentrase con vn frayle de la orden
del bienauenturado San Francisco, y como si
huuiera encontrado con vn grifo, buelue las
espaldas, y bueluese a su casa. Derramasele al
otro Mendoça la sal encima de la mesa, y
derramasele a el la melancolia por el coraçon;
como si estuuiesse obligada la naturaleza a
dar señales de las venideras desgracias con
cosas tan de poco momento como las referidas.
El discreto y christiano no ha de andar en
puntillos con lo que quiere hazer el cielo. Llega
Cipion a Africa, tropieça en saltando en tierra,
tienenlo por mal aguero sus soldados, pero el,
abraçandose con el suelo, dixo: «No te me podras
huyr, Africa, porque te tengo assida y entre
mis braços.» Assi que, Sancho, el auer
encontrado con estas imagines ha sido para mi
felicissimo acontecimiento.''

``Yo assi lo creo'', respondio Sancho, ``y
querria que vuessa merced me dixesse qué es
la causa porque dizen los españoles quando
quieren dar alguna batalla, inuocando aquel
San Diego Matamoros: «¡Santiago, y cierra
España!» ¿Está por ventura España abierta, y de
modo, que es menester cerrarla, o qué
ceremonia es esta?''

``Simplicissimo eres, Sancho'', respondio don
Quixote, ``y mira que este gran cauallero de la
cruz bermeja haselo dado Dios a España por
patron y amparo suyo, especialmente en los
rigurosos trances que con los moros los españoles
han tenido, y, assi, le inuocan y llaman
como a defensor suyo en todas las batallas
que acometen, y muchas vezes le han visto
visiblemente en ellas, derribando, atropellando,
destruyendo y matando los agarenos esquadrones;
y desta verdad se pudiera traer muchos
exemplos que en las verdaderas historias
españolas se cuentan.''

Mudó Sancho platica y dixo a su amo:

``Marauillado estoy, señor, de la dessemboltura
de Altissidora, la donzella de la duquessa;
brauamente la deue de tener herida y
traspassada aquel que llaman Amor, que dizen que
es vn rapaz cegueçuelo que, con estar lagañoso,
o por mejor dezir, sin vista, si toma por
blanco vn coraçon, por pequeño que sea, le
acierta y traspassa de parte a parte con sus
flechas. He oydo dezir tambien que en la
verguença y recato de las donzellas se despuntan
y embotan las amorosas saetas; pero en esta
Altissidora mas parece que se aguzan que
despuntan.''

``Aduierte, Sancho'', dixo don Quixote, ``que
el amor ni mira respetos ni guarda terminos
de razon en sus discursos, y tiene la misma
condicion que la muerte, que assi acomete los
altos alcaçares de los reyes como las humildes
choças de los pastores, y quando toma entera
possession de vna alma, lo primero que haze
es quitarle el temor y la verguença; y, assi,
sin ella declaró Altissidora sus desseos, que
engendraron en mi pecho antes confussion
que lastima.''

``Crueldad notoria'', dixo Sancho;
``dessagradecimiento inaudito. Yo de mi se dezir que
me rindiera y auassallara la mas minima razon
amorosa suya. ¡Hideputa, y qué coraçon de
marmol, qué entrañas de bronce y qué alma
de argamassa! Pero no puedo pensar qué es lo
que vio esta donzella en vuessa merced que
assi la rindiesse y auassallasse; qué gala, qué
brio, qué donayre, qué rostro, qué cada cosa
por si destas, o todas juntas, le enamoraron;
que en verdad, en verdad, que muchas vezes
me paro a mirar a vuessa merced desde la punta
del pie hasta el vltimo cabello de la cabeça,
y que veo mas cosas para espantar que para
enamorar; y, auiendo yo tambien oydo dezir
que la hermosura es la primera y principal
parte que enamora, no teniendo vuessa merced
ninguna, no se yo de qué se enamoró la
pobre.''

``Aduierte, Sancho'', respondio don Quixote,
``que ay dos maneras de hermosura: vna del
alma, y otra del cuerpo; la del alma campea y
se muestra en el entendimiento, en la honestidad,
en el buen proceder, en la liberalidad y
en la buena criança, y todas estas partes caben
y pueden estar en vn hombre feo, y quando se
pone la mira en esta hermosura y no en la del
cuerpo, suele nazer el amor con impetu y
con ventajas. Yo, Sancho, bien veo que no soy
hermoso, pero tambien conozco que no soy
disforme, y bastale a vn hombre de bien no ser
monstruo para ser bien querido, como tenga
los dotes del alma que te he dicho.''

En estas razones y platicas se yuan entrando
por vna selua que fuera del camino estaua, y a
deshora, sin pensar en ello, se halló don
Quixote enredado entre vnas redes de hilo verde,
que desde vnos arboles a otros estauan
tendidas; y, sin poder imaginar qué pudiesse ser
aquello, dixo a Sancho:

``Pareceme, Sancho, que esto destas redes
deue de ser vna de las mas nueuas auenturas
que pueda imaginar. Que me maten si los
encantadores que me persiguen no quieren
enredarme en ellas, y detener mi camino, como en
vengança de la riguridad que con Altissidora
he tenido. Pues mandoles yo que aunque estas
redes, si como son hechas de hilo verde fueran
de durissimos diamantes, o mas fuertes que
aquella con que el zeloso dios de los herreros
enredó a Venus y a Marte, assi la rompiera
como si fuera de juncos marinos o de hilachas
de algodon.''

Y, queriendo passar adelante y romperlo
todo, al improuisso se le ofrecieron delante,
saliendo de entre vnos arboles, dos hermosissimas
pastoras, a lo menos, vestidas como pastoras,
sino que los pellicos y sayas eran de fino
brocado, digo, que las sayas eran riquissimos
faldellines de tabi de oro. Traian los cabellos
sueltos por las espaldas, que en rubios podian
competir con los rayos del mismo sol; los
quales se coronauan con dos guirnaldas, de verde
laurel y de rojo amaranto texidas. La edad, al
parecer, ni baxaua de los quinze, ni passaua de
los diez y ocho. Vista fue esta que admiró a
Sancho, suspendio a don Quixote, hizo parar al
sol en su carrera para verlas, y tuuo en
marauilloso silencio a todos quatro; en fin, quien
primero habló fue vna de las dos zagalas, que
dixo a don Quixote:

``Detened, señor cauallero, el paso, y no
rompais las redes; que no para daño vuestro,
sino para nuestro passatiempo ay estan
tendidas; y porque se que nos aueis de preguntar
para qué se han puesto, y quién somos, os lo
quiero dezir en breues palabras. En vna aldea
que está hasta dos leguas de aqui, donde ay
mucha gente principal y muchos hidalgos y
ricos, entre muchos amigos y parientes se
concerto que con sus hijos, mugeres y hijas,
vezinos, amigos y parientes nos viniessemos a
holgar a este sitio, que es vno de los mas
agradables de todos estos contornos, formando
entre todos vna nueua y pastoril Arcadia,
vistiendonos las donzellas de zagalas, y los
mancebos de pastores; traemos estudiadas dos
eglogas, vna del famoso poeta Garcilasso, y
otra del excelentissimo Camoes, en su misma
lengua portuguessa, las quales hasta agora
no hemos representado. Ayer fue el primero
dia que aqui llegamos; tenemos entre estos
ramos plantadas algunas tiendas que dizen se
llaman de campaña, en el margen de vn abundoso
arroyo que todos estos prados fertiliza;
tendimos la noche passada estas redes de estos
arboles, para engañar los simples paxarillos
que, oxeados con nuestro ruydo, vinieren a dar
en ellas. Si gustais, señor, de ser nuestro
huesped, sereis agasajado liberal y cortesmente;
porque por agora en este sitio no ha de entrar
la pessadumbre ni la melancolia.''

Calló y no dixo mas. A lo que respondio don
Quixote:

``Por cierto, hermosissima señora, que no
deuio de quedar mas suspenso ni admirado
Anteon, quando vio al improuiso bañarse en
las aguas a Diana, como yo he quedado atonito
en ver vuestra belleza. Alabo el assumpto
de vuestros entretenimientos, y el de vuestros
ofrecimientos agradezco, y si os puedo seruir,
con seguridad de ser obedecidas, me lo podeis
mandar; porque no es otra la profession
mia, sino de mostrarme agradecido y bienhechor
con todo genero de gente, en especial,
con la principal que vuestras personas
representan, y si como estas redes, que deuen de
ocupar algun pequeño espacio, ocuparan toda
la redondez de la tierra, buscara yo nueuos
mundos por do passar, sin romperlas; y porque
deis algun credito a esta mi exageracion, ved
que os lo promete, por lo menos, don Quixote
de la Mancha, si es que ha llegado a vuestros
oydos este nombre.''

``¡Ay, amiga de mi alma'', dixo entonces la
otra zagala, ``y qué ventura tan grande nos ha
sucedido! ¿Ves este señor que tenemos
delante? Pues hagote saber que es el mas
valiente y el mas enamorado y el mas
comedido que tiene el mundo, si no es que nos
miente y nos engaña vna historia que de sus
hazañas anda impressa y yo he leydo. Yo
apostaré que este buen hombre que viene consigo
es vn tal Sancho Pança, su escudero, a
cuyas gracias no ay ningunas que se le igualen.''

``Assi es la verdad'', dixo Sancho; ``que yo
soy esse gracioso y esse escudero que vuessa
merced dize, y este señor es mi amo, el
mismo don Quixote de la Mancha historiado y
referido.''

``¡Ai!'', dixo la otra, ``supliquemosle, amiga,
que se quede; que nuestros padres y nuestros
hermanos gustarán infinito dello; que tambien
he oido yo dezir de su valor y de sus gracias
lo mismo que tu me has dicho, y, sobre todo,
dizen del que es el mas firme y mas leal
enamorado que se sabe, y que su dama es vna
tal Dulcinea del Toboso, a quien en toda
España la dan la palma de la hermosura.''

``Con razon se la dan'', dixo don Quixote,
``si ya no lo pone en duda vuestra sin igual
belleza; no os canseis, señoras, en detenerme,
porque las precissas obligaciones de mi
profession no me dexan repossar en ningun cabo.''

Llegó en esto adonde los quatro estauan vn
hermano de vna de las dos pastoras, vestido
assimismo de pastor, con la riqueza y galas
que a las de las zagalas correspondia. Contaronle
ellas que el que con ellas estaua era el
valeroso don Quixote de la Mancha, y el otro
su escudero Sancho, de quien tenia el ya
noticia por auer leydo su historia. Ofreciosele
el gallardo pastor, pidiole que se viniesse con el
a sus tiendas; huuolo de conceder don Quixote,
y assi lo hizo.

Llegó, en esto, el oxeo, llenaronse las redes
de paxarillos diferentes, que, engañados de la
color de las redes caian en el peligro de que
yuan huyendo; juntaronse en aquel sitio mas
de treynta personas, todas biçarramente de
pastores y pastoras vestidas, y en vn instante
quedaron enteradas de quienes eran don
Quixote y su escudero, de que no poco contento
recibieron, porque ya tenian del noticia
por su historia. Acudieron a las tiendas,
hallaron las mesas puestas, ricas, abundantes y
limpias; honraron a don Quixote, dandole el
primer lugar en ellas; mirauanle todos y
admirauanse de verle.

Finalmente, alçados los manteles, con gran
reposo alçó don Quixote la voz, y dixo:

``Entre los pecados mayores que los hombres
cometen, aunque algunos dizen que es la
soberuia, yo digo que es el dessagradecimiento,
ateniendome a lo que suele dezirse: que de los
dessagradecidos está lleno el infierno. Este
pecado, en quanto me ha sido possible, he
procurado yo huyr desde el instante que tuue vso
de razon, y si no puedo pagar las buenas
obras que me hazen con otras obras, pongo
en su lugar los desseos de hazerlas, y quando
estos no bastan, las publico, porque quien dize
y publica las buenas obras que recibe, tambien
las recompensara con otras si pudiera; porque,
por la mayor parte los que reciben son inferiores
a los que dan, y, assi, es Dios sobre todos,
porque es dador sobre todos, y no pueden
corresponder las dadiuas del hombre a las de
Dios con igualdad, por infinita distancia; y esta
estrecheça y cortedad, en cierto modo, la suple
el agradecimiento. Yo, pues, agradecido a la
merced que aqui se me ha hecho, no pudiendo
corresponder a la misma medida, conteniendome
en los estrechos limites de mi poderio,
ofrezco lo que puedo y lo que tengo de mi
cosecha, y, assi, digo, que sustentaré dos dias
naturales, en metad de esse camino real que
va a Zaragoça, que estas señoras zagalas
contrahechas que aqui estan son las mas hermosas
donzellas, y mas cortesses, que ay en el mundo,
excetando solo a la sin par Dulcinea del
Toboso, vnica señora de mis pensamientos, con
paz sea dicho de quantos y quantas me
escuchan.''

Oyendo lo qual Sancho, que con grande
atencion le auia estado escuchando, dando
vna gran voz, dixo:

``¿Es possible que aya en el mundo personas
que se atreuan a dezir y a jurar que este mi
señor es loco? Digan vuessas mercedes señores
pastores, ¿ay cura de aldea, por discreto y por
estudiante que sea, que pueda dezir lo que mi
amo ha dicho, ni ay cauallero andante, por mas
fama que tenga de valiente, que pueda ofrecer
lo que mi amo aqui ha ofrecido?''

Boluiose don Quixote a Sancho, y,
encendido el rostro, y colerico, le dixo:

``¿Es possible, o Sancho, que aya en todo el
orbe alguna persona que diga que no eres
tonto, aforrado de lo mismo, con no se qué
ribetes de malicioso y de bellaco? ¿Quién te
mete a ti en mis cosas, y en aueriguar si soy
discreto o maxadero? Calla y no me repliques,
sino ensilla, si está dessensillado Rocinante;
vamos a poner en efecto mi ofrecimiento; que
con la razon que va de mi parte, puedes dar
por vencidos a todos quantos quisieren
contradezirla.''

Y con gran furia y muestras de enojo se
leuantó de la silla, dexando admirados a los
circunstantes, haziendoles dudar si le podian
tener por loco, o por cuerdo. Finalmente,
auiendole persuadido que no se pusiesse en tal
demanda, que ellos dauan por bien conocida su
agradecida voluntad, y que no eran menester
nueuas demostraciones para conocer su animo
valeroso, pues bastauan las que en la historia
de los hechos se referian, con todo esto, salio
don Quixote con su intencion, y, puesto sobre
Rocinante, embraçando su escudo y tomando
su lança, se puso en la mitad de vn real camino
que no lexos del verde prado estaua. Siguiole
Sancho sobre su ruzio, con toda la gente del
pastoral rebaño, desseosos de ver en qué
paraua su arrogante y nunca visto ofrecimiento.

Puesto, pues, don Quixote en mitad del
camino, como os he dicho, hirio el ayre con
semejantes palabras:

``¡O vosotros, passageros y viandantes,
caualleros, escuderos, gente de a pie y de a cauallo
que por este camino passais o aueis de passar
en estos dos dias siguientes, sabed que don
Quixote de la Mancha, cauallero andante, está
aqui puesto para defender que a todas las
hermosuras y cortesias del mundo exceden las que
se encierran en las ninfas habitadoras destos
prados y bosques, dexando a vn lado a la
señora de mi alma, Dulcinea del Toboso. Por
esso, el que fuere de parecer contrario, acuda;
que aqui le espero!''

Dos vezes repitio estas mismas razones, y
dos vezes no fueron oydas de ningun
auenturero. Pero la suerte, que sus cosas yua
encaminando de mejor en mejor, ordenó, que de
alli a poco se descubresse por el camino
muchedumbre de hombres de a cauallo, y muchos
dellos con lanças en las manos, caminando
todos apiñados de tropel y a gran priessa.
No los huuieron bien visto los que con don
Quixote estauan, quando boluiendo las
espaldas se apartaron bien lexos del camino;
porque conocieron que si esperauan les podia
suceder algun peligro. Solo don Quixote, con
intrepido coraçon, se estuuo quedo, y Sancho
Pança se escudó con las hancas de Rocinante.

Llegó el tropel de los lanceros, y vno dellos
que venia mas delante, a grandes vozes
començo a dezir a don Quixote:

``¡Apartate, hombre del diablo, del camino;
que te haran pedaços estos toros!''

``¡Ea, canalla'', respondio don Quixote, ``para
mi no ay toros que valgan, aunque sean de los
mas brauos que cria Xarama en sus riberas!
Confessad, malandrines, assi, a carga cerrada,
que es verdad lo que yo aqui he publicado; si
no, conmigo sois en batalla.''

No tuuo lugar de responder el baquero, ni
don Quixote le tuuo de desuiarse, aunque quisiera;
y, assi, el tropel de los toros brauos y el
de los mansos cabestros, con la multitud de
los baqueros y otras gentes que a encerrar los
lleuauan a vn lugar donde otro dia auian de
correrse, passaron sobre don Quixote y sobre
Sancho, Rocinante y el ruzio, dando con todos
ellos en tierra, echandole a rodar por el
suelo. Quedó molido Sancho, espantado don
Quixote, aporreado el ruzio y no muy catolico
Rocinante; pero, en fin, se leuantaron todos,
y don Quixote a gran priessa, tropeçando aqui
y cayendo alli, començo a correr tras la vacada,
diziendo a vozes:

``¡Deteneos y esperad, canalla malandrina;
que vn solo cauallero os espera, el qual no
tiene condicion, ni es de parecer de los que
dizen que al enemigo que huye, hazerle la
puente de plata!''

Pero no por esso se detuuieron los apressurados
corredores, ni hizieron mas caso de sus
amenazas que de las nubes de antaño.
Detuuole el cansancio a don Quixote, y mas
enojado que vengado se sento en el camino,
esperando a que Sancho, Rocinante y el ruzio
llegassen. Llegaron, boluieron a subir amo y
moço, y sin boluer a despedirse de la Arcadia
fingida o contrahecha y, con mas verguença
que gusto, siguieron su camino.


## <p059>
# chapter  59 LIX
# unit N chapternum
Capitulo LIX
# unit T title
Donde se cuenta del extraordinario sucesso,
que se puede tener por auentura, que le
sucedio a don Quixote.
# unit P text
Al poluo y al cansancio que don Quixote y
Sancho sacaron del descomedimiento de los
toros socorrio vna fuente clara y limpia que
entre vna fresca arboleda hallaron, en el
margen de la qual, dexando libres sin xaquima y
freno al ruzio y a Rocinante, los dos
assendereados amo y moço se sentaron; acudio Sancho
a la reposteria de sus alforjas, y dellas sacó de
lo que el solia llamar condumio; enxuagose la
boca, lauose don Quixote el rostro, con cuyo
refrigerio cobraron aliento los espiritus
desalentados. No comia don Quixote de puro
pessaroso, ni Sancho no ossaua tocar a los
manjares que delante tenia, de puro comedido, y
esperaua a que su señor hiziesse la salua;
pero viendo que, lleuado de sus imaginaciones,
no se acordaua de lleuar el pan a la boca, no
abrio la suya, y, atropellando por todo
genero de criança, començo a embaular en el
estomago el pan y queso que se le ofrecia.

``Come, Sancho amigo'', dixo don Quixote;
``sustenta la vida, que mas que a mi te importa,
y dexame morir a mi a manos de mis
pensamientos y a fuerças de mis desgracias. Yo,
Sancho, naci para viuir muriendo, y tu para
morir comiendo, y porque veas que te digo
verdad en esto, considerame impresso en
historias, famoso en las armas, comedido en mis
acciones, respetado de principes, solicitado de
donzellas; al cabo al cabo quando esperaua
palmas, triunfos y coronas grangeadas y
merecidas por mis valerosas hazañas, me he visto
esta mañana pisado y acoceado y molido de
los pies de animales inmundos y soeces. Esta
consideracion me embota los dientes, entorpece
las muelas, y entomece las manos y quita
de todo en todo la gana del comer, de manera,
que pienso dexarme morir de hambre: muerte
la mas cruel de las muertes.''

``Dessa manera'', dixo Sancho, sin dexar de
mascar apriessa, ``no aprouará vuessa merced
aquel refran que dizen: «muera Marta, y muera
harta»; yo, a lo menos, no pienso matarme
a mi mismo. Antes pienso hazer como el çapatero,
que tira el cuero con los dientes hasta que
le haze llegar donde el quiere; yo tiraré mi
vida comiendo hasta que llegue al fin que le
tiene determinado el cielo, y sepa, señor, que
no ay mayor locura que la que toca en querer
desesperarse como vuessa merced, y creame y
despues de comido, echese a dormir vn poco
sobre los colchones verdes destas yeruas, y
vera como quando despierte se halla algo mas
aliuiado.''

Hizolo assi son Quixote, pareciendole que
las razones de Sancho mas eran de filosofo
que de mentecato, y dixole:

``Si tu, o Sancho, quisiesses hazer por mi lo
que yo aora te dire, serian mis aliuios mas
ciertos y mis pesadumbres no tan grandes, y
es que mientras yo duermo, obedeciendo tus
consejos, tu te desuiasses vn poco lexos de
aqui, y con las riendas de Rozinante, echando
al ayre tus carnes, te diesses trecientos o
quatrocientos açotes a buena cuenta de los tres
mil y tantos que te has de dar por el desencanto
de Dulcinea; que es lastima no pequeña que
aquella pobre señora esté encantada por tu
descuydo y negligencia.''

``Ay mucho que dezir en esso'', dixo Sancho;
``durmamos por aora entrambos, y despues,
Dios dixo lo que sera. Sepa vuessa merced
que esto de açotarse vn hombre a sangre fria
es cosa rezia, y mas si caen los açotes sobre
vn cuerpo mal sustentado y peor comido; tenga
paciencia mi señora Dulcinea; que quando
menos se cate, me vera hecho vna criua, de
açotes; y hasta la muerte todo es vida, quiero
dezir que aun yo la tengo, junto con el desseo
de cumplir con lo que he prometido.''

Agradeciendoselo don Quixote, comio algo,
y Sancho mucho, y echaronse a dormir
entrambos, dexando a su aluedrio y sin orden
alguna pacer del abundosa yerua de que
aquel prado estaua lleno a los dos continuos
compañeros y amigos Rozinante y el ruzio.
Despertaron algo tarde, boluieron a subir y a
seguir su camino, dandose priessa para llegar
a vna venta, que, al parecer, vna legua de alli
se descubria: digo que era venta, porque don
Quixote la llamó assi, fuera del vso que tenia
de llamar a todas las ventas castillos.

Llegaron, pues, a ella, preguntaron al huesped
si auia posada. Fueles respondido que si,
con toda la comodidad y regalo que pudiera
hallar en Zaragoça. Apearonse, y recogio Sancho
su reposteria en vn aposento, de quien el
huesped le dio la llaue; lleuó las bestias a la
caualleriza, echoles sus piensos, salio a ver lo
que don Quixote, que estaua sentado sobre vn
poyo, le mandaua, dando particulares gracias
al cielo de que a su amo no le huuiesse
parecido castillo aquella venta.

Llegose la hora del cenar, recogieronse a su
estancia. Preguntó Sancho al huesped que qué
tenia para darles de cenar. A lo que el
huesped respondio que su boca seria medida, y,
assi, que pidiesse lo que quisiesse; que de las
paxaricas del ayre, de las aues de la tierra y
de los pescados del mar estaua proueyda
aquella venta.

``No es menester tanto'', respondio Sancho;
``que con vn par de pollos que nos assen,
tendremos lo suficiente, porque mi señor es
delicado y come poco, y yo no soy traganton en
demasia.''

Respondiole el huesped que no tenia pollos,
porque los milanos los tenian asolados.

``Pues mande el señor huesped'', dixo
Sancho, ``assar vna polla que sea tierna.''

``¿Polla? ¡Mi padre!'', respondio el huesped;
en verdad en verdad que enbie ayer a la
ciudad a vender mas de cincuenta; pero fuera
de pollas pida vuessa merced lo que quisiere.''

``Dessa manera'', dixo Sancho, ``no faltará
ternera o cabrito.''

``En casa, por aora'', respondio el huesped,
``no lo ay, porque se ha acabado; pero la
semana que viene lo aura de sobra.''

``¡Medrados estamos con esso!'', repondio
Sancho; ``yo pondre que se vienen a resumirse
todas estas faltas en las sobras que deue
de auer de tocino y hueuos.''

``Por Dios'', respondio el huesped, ``que es
gentil relente el que mi huesped tiene, pues
hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, y
quiere que tenga hueuos; discurra, si quisiere,
por otras delicadezas, y dexese de pedir
gallinas.''

``Resoluamonos, cuerpo de mi'', dixo Sancho,
``y digame finalmente lo que tiene, y dexese
de discurrimientos, señor huesped.''

Dixo el ventero:

``Lo que real y verdaderamente tengo son
dos vñas de vaca que parecen manos de ternera,
o dos manos de ternera que parecen vñas
de vaca; estan cozidas, con sus garuanços,
cebollas y tozino, y la hora de aora estan
diziendo: «¡Coméme, coméme!».''

``Por mias las marco desde aqui'', dixo Sancho,
``y nadie las toque; que yo las pagaré mejor
que otro, porque para mi ninguna otra cosa
pudiera esperar de mas gusto, y no se me daria
nada que fuessen manos como fuessen vñas.''

``Nadie las tocará'', dixo el ventero, ``porque
otros huespedes que tengo, de puro principales,
traen consigo cozinero, despensero y
reposteria.''

``Si por principales va'', dixo Sancho,
``ninguno mas que mi amo; pero el oficio que el
trae no permite despensas ni botillerias; ai nos
tendemos en mitad de vn prado, y nos
hartamos de bellotas o de nisperos.''

Esta fue la platica que Sancho tuuo con el
ventero, sin querer Sancho passar adelante en
responderle; que ya le auia preguntado qué
oficio o qué exercicio era el de su amo.

Llegose, pues, la hora de cenar, recogiose
a su estancia don Quixote, truxo el huesped la
olla assi como estaua, y sentose a cenar muy
de proposito. Parece ser que en otro aposento
que junto al de don Quixote estaua, que no le
diuidia mas que vn sutil tabique, oyo dezir don
Quixote:

``Por vida de vuessa merced, señor don
Geronimo, que en tanto que trae la cena
leamos otro capitulo de la Segunda parte de don
Quixote de la Mancha.''

Apenas oyo su nombre don Quixote, quando
se puso en pie, y con oydo alerto escuchó
lo que del tratauan, y oyo que el tal don
Geronimo referido respondio:

``¿Para qué quiere vuessa merced, señor don
Iuan, que leamos estos disparates si el
que huuiere leydo la primera parte de la
historia de don Quixote de la Mancha no es
possible que pueda tener gusto en leer esta
segunda?''

``Con todo esso'', dixo el don Iuan, ``sera
bien leerla, pues no ay libro tan malo que no
tenga alguna cosa buena. Lo que a mi en este
mas desplaze es que pinta a don Quixote ya
desenamorado de Dulcinea del Toboso.''

Oyendo lo qual don Quixote, lleno de ira y
de despecho, alçó la voz, y dixo:

``Quienquiera que dixere que don Quixote
de la Mancha ha oluidado, ni puede oluidar, a
Dulcinea del Toboso, yo le hare entender con
armas yguales que va muy lexos de la verdad,
porque la sin par Dulcinea del Toboso ni puede
ser oluidada, ni en don Quixote puede caber
oluido. Su blason es la firmeza, y su profession
el guardarla con suauidad y sin hazerse
fuerça alguna.''

``¿Quién es el que nos responde?'',
respondieron del otro aposento.

``¿Quién ha de ser'', respondio Sancho, ``sino
el mismo don Quixote de la Mancha, que hara
bueno quanto ha dicho, y aun quanto dixere?;
que al buen pagador no le duelen prendas.''

Apenas huuo dicho esto Sancho, quando entraron
por la puerta de su aposento dos caualleros,
que tales lo parecian, y vno dellos, echando
los braços al cuello de don Quixote, le dixo:

``Ni vuestra presencia puede desmentir vuestro
nombre, ni vuestro nombre puede no acreditar
vuestra presencia; sin duda vos, señor,
soys el verdadero don Quixote de la Mancha,
norte y luzero de la andante caualleria, a
despecho y pesar del que ha querido vsurpar
vuestro nombre y aniquilar vuestras hazañas,
como lo ha hecho el autor deste libro que aqui
os entrego.''

Y, poniendole vn libro en las manos, que
traia su compañero, le tomó don Quixote, y,
sin responder palabra, començo a hojearle, y
de alli a vn poco se le boluio, diziendo:

``En esto poco que he visto he hallado tres
cosas en este autor, dignas de reprehension.
La primera es algunas palabras que he leydo
en el prologo. La otra, que el lenguage es aragones,
porque tal vez escriue sin articulos; y
la tercera, que mas le confirma por ignorante,
es que yerra y se desuia de la verdad en lo
mas principal de la historia, porque aqui dize
que la muger de Sancho Pança mi escudero se
llama Mari Gutierrez, y no llama tal, sino
Teresa Pança; y quien en esta parte tan
principal yerra, bien se podra temer que yerra en
todas las demas de la historia.''

A esto dixo Sancho:

``¡Donosa cosa de historiador! ¡Por cierto,
bien deue de estar en el cuento de nuestros
sucessos, pues llama a Teresa Pança, mi
muger, Mari Gutierrez! Torne a tomar el libro,
señor, y mire si ando yo por ay, y si me ha
mudado el nombre.''

``Por lo que he oydo hablar, amigo'', dixo
don Geronimo, ``sin duda deueis de ser Sancho
Pança, el escudero del señor don Quixote.''

``Si soy'', respondio Sancho, ``y me precio
dello.''

``Pues a fe'', dixo el cauallero, ``que no os
trata este autor moderno con la limpieça que
en vuestra persona se muestra: pintaos comedor
y simple, y no nada gracioso, y muy otro
del Sancho que en la primera parte de la
historia de vuestro amo se descriue.''

``Dios se lo perdone'', dixo Sancho; ``dexarame
en mi rincon, sin acordarse de mi, porque
quien las sabe las tañe, y bien se está San
Pedro en Roma.''

Los dos caualleros pidieron a don Quixote
se passasse a su estancia a cenar con ellos;
que bien sabian que en aquella venta no auia
cosas pertenecientes para su persona. Don
Quixote, que siempre fue comedido, condecendio
con su demanda, y cenó con ellos; quedose
Sancho con la olla con mero mixto imperio;
sentose en cabecera de mesa, y con el el
ventero, que no menos que Sancho estaua de sus
manos y de sus vñas aficionado.

En el discurso de la cena preguntó don Iuan
a don Quixote qué nueuas tenia de la señora
Dulcinea del Toboso, si se auia casado, si
estaua parida o preñada, o si estando en su
entereza se acordaua -- guardando su honestidad
y buen decoro --, de los amorosos pensamientos
del señor don Quixote. A lo que el
respondio:

``Dulcinea se está entera, y mis pensamientos
mas firmes que nunca; las correspondencias,
en su sequedad antigua; su hermosura,
en la de vna soez labradora transformada.''

Y luego les fue contando punto por punto
el encanto de la señora Dulcinea, y lo que le
auia sucedido en la cueua de Montesinos, con
la orden que el sabio Merlin le auia dado, para
desencantarla, que fue la de los açotes de
Sancho.

Sumo fue el contento que los dos caualleros
recibieron de oyr contar a don Quixote los
estraños sucessos de su historia, y, assi,
quedaron admirados de sus disparates, como del
elegante modo con que los contaua. Aqui le tenian
por discreto, y alli se les deslizaua por
mentecato, sin saber determinarse qué grado le
darian entre la discrecion y la locura.

Acabó de cenar Sancho, y, dexando hecho
equis al ventero, se passó a la estancia de
su amo, y, en entrando, dixo:

``Que me maten, señores, si el autor deste
libro que vuessas mercedes tienen no quiere
que no comamos buenas migas juntos; yo
querria que ya que me llama comilon, como
vuessas mercedes dizen, no me llamasse
tambien borracho.''

``Si llama'', dixo don Geronimo; ``pero no
me acuerdo en qué manera, aunque se que son
malsonantes las razones, y ademas, mentirosas,
segun yo echo de ver en la fisonomia del
buen Sancho, que está presente.''

``Creanme vuessas mercedes'', dixo Sancho,
``que el Sancho y el don Quixote dessa historia
deuen de ser otros que los que andan en
aquella que compuso Cide Hamete Benengeli, que
somos nosotros: mi amo, valiente, discreto y
enamorado, y yo, simple, gracioso, y no
comedor ni borracho.''

``Yo assi lo creo'', dixo don Iuan, ``y si fuera
possible, se auia de mandar que ninguno fuera
osado a tratar de las cosas del gran don Quixote,
si no fuesse Cide Hamete su primer autor;
bien assi como mandó Alexandro que ninguno
fuesse osado a retratarle sino Apeles.''

``Retrateme el que quisiere'', dixo don
Quixote, ``pero no me maltrate; que muchas vezes
suele caerse la paciencia quando la cargan de
injurias.''

``Ninguna'', dixo don Iuan, ``se le puede
hazer al señor don Quixote, de quien el no se
pueda vengar, si no la repara en el escudo de
su paciencia, que, a mi parecer, es fuerte y
grande.''

En estas y otras platicas se passó gran parte
de la noche, y aunque don Iuan quisiera que
don Quixote leyera mas del libro, por ver lo
que discantaua, no lo pudieron acabar con el,
diziendo que el lo daua por leydo y lo
confirmaua por todo necio, y que no queria, si
acaso llegasse a noticia de su autor que le auia
tenido en sus manos, se alegrasse con pensar
que le auia leydo, pues de las cosas obscenas
y torpes los pensamientos se han de apartar,
quanto mas los ojos. Preguntaronle que adónde
lleuaua determinado su viage. Respondio que
a Zaragoça a hallarse en las justas del arnes
que en aquella ciudad suelen hazerse todos
los años. Dixole don Iuan que aquella nueua
historia contaua como don Quixote, sea
quien se quisiere, se auia hallado en ella en
vna sortija falta de inuencion, pobre de letras,
pobrissima de libreas, aunque rica de
simplicidades.

``Por el mismo caso'', respondio don Quixote,
``no pondre los pies en Zaragoça, y, assi,
sacaré a la plaça del mundo la mentira desse
historiador moderno, y echarán de ver las
gentes como yo no soy el don Quixote que el
dize.''

``Hara muy bien'', dixo don Geronimo; ``y
otras justas ay en Barcelona, donde podra el
señor don Quixote mostrar su valor.''

``Assi lo pienso hazer'', dixo don Quixote,
``y vuessas mercedes me den licencia, pues ya
es hora, para yrme al lecho, y me tengan y
pongan en el numero de sus mayores amigos
y seruidores.''

``Y a mi tambien'', dixo Sancho; ``quiça sere
bueno para algo.''

Con esto, se despidieron, y don Quixote y
Sancho se retiraron a su aposento, dexando a
don Iuan y a don Geronimo admirados de ver
la mezcla que auia hecho de su discrecion y
de su locura, y verdaderamente creyeron que
estos eran los verdaderos don Quixote y Sancho,
y no los que descriuia su autor aragones.
Madrugó don Quixote, y, dando golpes al
tabique del otro aposento, se despidio de sus
huespedes; pagó Sancho al ventero
magnificamente, y aconsejole que alabasse menos
la prouision de su venta, o la tuuiesse mas
proueyda.


## <p060>
# chapter  60 LX
# unit N chapternum
Capitulo LX
# unit T title
De lo que sucedio a don Quixote yendo
a Barcelona.
# unit P text
Era fresca la mañana, y daua muestras de
serlo assimesmo el dia en que don Quixote
salio de la venta, informandose primero quál
era el mas derecho camino para yr a Barcelona,
sin tocar en Zaragoça; tal era el desseo que
tenia de sacar mentiroso aquel nueuo
historiador que tanto dezian que le vituperaua.

Sucedio, pues, que en mas de seys dias no
le sucedio cosa digna de ponerse en escritura,
al cabo de los quales, yendo fuera de camino,
le tomó la noche entre vnas espessas encinas, o
alcornoques; que en esto no guarda la
puntualidad Cide Hamete que en otras cosas suele.
Apearonse de sus bestias amo y moço, y
acomodandose a los troncos de los arboles,
Sancho, que auia merendado aquel dia, se dexó
entrar de rondon por las puertas del sueño,
pero don Quixote, a quien desuelauan sus
imaginaciones mucho mas que la hambre, no podia
pegar sus ojos, antes yua y venia con el
pensamiento por mil generos de lugares. Ya le
parecia hallarse en la cueua de Montesinos; ya
ver brincar y subir sobre su pollina a la
conuertida en labradora Dulcinea; ya que le sonauan
en los oydos las palabras del sabio Merlin, que
le referian las condiciones y diligencias que se
auian de hazer y tener en el desencanto de
Dulcinea. Desesperauase de ver la floxedad y
caridad poca de Sancho su escudero, pues, a lo
que creia, solos cinco açotes se auia dado,
numero desigual y pequeño para los infinitos que
le faltauan, y desto recibio tanta pesadumbre
y enojo, que hizo este discurso:

``Si nudo gordiano cortó el Magno Alexandro,
diziendo: «Tanto monta cortar como desatar»,
y no por esso dexó de ser vniuersal
señor de toda la Asia, ni mas ni menos podria
suceder aora en el desencanto de Dulcinea, si
yo açotasse a Sancho a pesar suyo; que si la
condicion deste remedio está en que Sancho
reciba los tres mil y tantos açotes, ¿qué se me
da a mi que se los de el, o que se los de otro,
pues la sustancia está en que el los reciba,
lleguen por do llegaren?''

Con esta imaginacion se llegó a Sancho,
auiendo primero tomado las riendas de
Rozinante, y, acomodadolas en modo que pudiesse
açotarle con ellas, començole a quitar las
cintas, que es opinion que no tenia mas que la
delantera, en que se sustentauan los
greguescos; pero apenas huuo llegado, quando
Sancho desperto en todo su acuerdo, y dixo:

``¿Qué es esto? ¿Quién me toca y desencinta?''

``Yo soy'', respondio don Quixote, ``que vengo
a suplir tus faltas y a remediar mis trabajos;
vengote a açotar, Sancho, y a descargar en
parte la deuda a que te obligaste. Dulcinea
perece, tu viues en descuydo, yo muero desseando,
y, assi, desatacate por tu voluntad; que
la mia es de darte en esta soledad por lo
menos dos mil açotes.''

``Esso no'', dixo Sancho; ``vuessa merced se
esté quedo: si no, por Dios verdadero que nos
han de oyr los sordos. Los açotes a que yo me
obligué han de ser voluntarios, y no por fuerça,
y aora no tengo gana de açotarme. Basta que
doy a vuessa merced mi palabra de vapularme
y mosquearme quando en voluntad me
viniere.''

``No ay dexarlo a tu cortesia, Sancho'', dixo
don Quixote, ``porque eres duro de coraçon, y
aunque villano, blando de carnes.''

Y, assi, procuraua, y pugnaua por desenlazarle.
Viendo lo qual Sancho Pança, se puso en
pie, y, arremetiendo a su amo, se abraçó con
el a braço partido, y, echandole vna çancadilla,
dio con el en el suelo boca arriba; pusole la
rodilla derecha sobre el pecho, y con las manos
le tenia las manos, de modo que ni le dexaua
rodear ni alentar. Don Quixote le dezia:

``¿Cómo, traydor? ¿Contra tu amo y señor
natural te desmandas? ¿Con quien te da su pan
te atreues?''

``Ni quito rey, ni pongo rey'', respondio
Sancho, ``sino ayudome a mi, que soy mi señor.
Vuessa merced me prometa que se estara quedo
y no tratará de açotarme por agora; que yo
le dexaré libre y desembaraçado; donde no, ÷
# unit Q spanishverse
 aqui moriras, traydor, ÷
 enemigo de doña Sancha.''

# unit P text
Prometioselo don Quixote, y juró por vida de
sus pensamientos no tocarle en el pelo de la
ropa, y que dexaria en toda su voluntad y
aluedrio el açotarse quando quisiesse. Leuantose
Sancho, y desuiose de aquel lugar vn buen
espacio, y, yendo a arrimarse a otro arbol,
sintio que le tocauan en la cabeça, y, alçando las
manos, topó con dos pies de persona, con
çapatos y calças. Temblo de miedo, acudio a otro
arbol y sucediole lo mesmo; dio vozes, llamando
a don Quixote que le fauoreciesse. Hizolo
assi don Quixote, y, preguntandole qué le auia
sucedido y de qué tenia miedo, le respondio
Sancho que todos aquellos arboles estauan
llenos de pies y de piernas humanas. Tentolos
don Quixote, y cayo luego en la cuenta de lo
que podia ser, y dixole a Sancho:

``No tienes de qué tener miedo, porque estos
pies y piernas que tientas y no vees, sin duda
son de algunos foragidos y vandoleros que en
estos arboles estan ahorcados; que por aqui los
suele ahorcar la justicia, quando los coge, de
veynte en veynte, y de treynta en treynta, por
donde me doy a entender que deuo de estar
cerca de Barcelona.''

Y assi era la verdad, como el lo auia
imaginado.

Al parecer, alçaron los ojos y vieron los
razimos de aquellos arboles, que eran cuerpos
de vandoleros. Ya, en esto, amanecia, y si los
muertos los auian espantado, no menos los
atribularon mas de quarenta vandoleros viuos
que de improuiso les rodearon, diziendoles en
lengua catalana que estuuiessen quedos y se
detuuiessen, hasta que llegasse su capitan.

Hallose don Quixote a pie, su cauallo sin
freno, su lança arrimada a vn arbol, y,
finalmente, sin defensa alguna, y, assi, tuuo por
bien de cruzar las manos e inclinar la cabeça,
guardandose para mejor sazon y coyuntura.
Acudieron los vandoleros a espulgar al ruzio,
y a no dexarle ninguna cosa de quantas en las
alforjas y la maleta traia, y auinole bien a
Sancho, que en vna ventrera que tenia ceñida
venian los escudos del duque y los que auian
sacado de su tierra; y con todo esso, aquella
buena gente le escardara y le mirara hasta lo
que entre el cuero y la carne tuuiera escondido,
si no llegara en aquella sazon su capitan, el
qual mostro ser de hasta edad de treynta y
quatro años, robusto, mas que de mediana
proporcion, de mirar graue y color morena.
Venia sobre vn poderoso cauallo, vestida la
acerada cota, y con quatro pistoletes, que en
aquella tierra se llaman pedreñales, a los lados.
Vio que sus escuderos, que assi llaman a los
que andan en aquel exercicio, yuan a despojar
a Sancho Pança; mandoles que no lo hiziessen,
y fue luego obedecido, y, assi, se escapó la
ventrera. Admirole ver lança arrimada al
arbol, escudo en el suelo, y a don Quixote
armado y pensatiuo, con la mas triste y
melancolica figura que pudiera formar la misma
tristeza. Llegose a el, diziendole:

``No esteis tan triste, buen hombre, porque no
aueis caydo en las manos de algun cruel Osiris,
sino en las de Roque Guinart, que
tienen mas de compassiuas que de rigurosas.''

``No es mi tristeza'', respondio don Quixote,
``auer caydo en tu poder, o valeroso Roque,
cuya fama no ay limites en la tierra que la
encierren, sino por auer sido tal mi descuydo,
que me ayan cogido tus soldados sin el freno,
estando yo obligado, segun la orden de la
andante caualleria, que professo, a viuir contino
alerta, siendo a todas horas centinela de mi
mismo; porque te hago saber, o gran Roque,
que si me hallaran sobre mi cauallo, con mi
lança y con mi escudo, no les fuera muy facil
rendirme: porque yo soy don Quixote de la
Mancha, aquel que de sus hazañas tiene lleno
todo el orbe.''

Luego Roque Guinart conocio que la
enfermedad de don Quixote tocaua mas en locura
que en valentia, y aunque algunas vezes le
auia oydo nombrar, nunca tuuo por verdad sus
hechos, ni se pudo persuadir a que semejante
humor reynase en coraçon de hombre, y
holgose en estremo de auerle encontrado, para
tocar de cerca lo que de lexos del auia oydo,
y, assi, le dixo:

``Valeroso cauallero, no os despecheis, ni
tengais a siniestra fortuna esta en que os
hallais; que podia ser que en estos tropieços
vuestra torcida suerte se endereçasse; que el
cielo, por estraños y nunca vistos rodeos, de
los hombres no imaginados, suele leuantar los
caydos y enriquezer los pobres.''

Ya le yua a dar las gracias don Quixote,
quando sintieron a sus espaldas vn ruydo
como de tropel de cauallos, y no era sino vno
solo, sobre el qual venia a toda furia vn
mancebo, al parecer, de hasta veynte años, vestido
de damasco verde, con passamanos de oro,
greguescos y saltaembarca, con sombrero
terciado a la balona, botas enceradas y justas,
espuelas, daga y espada doradas, vna escopeta
pequeña en las manos y dos pistolas a los
lados. Al ruydo, boluio Roque la cabeça y vio
esta hermosa figura, la qual, en llegando a
el, dixo:

``En tu busca venia, o valeroso Roque, para
hallar en ti, si no remedio, a lo menos aliuio en
mi desdicha, y por no tenerte suspenso, porque
se que no me has conocido, quiero dezirte
quién soy; y soy Claudia Geronima, hija de
Simon Forte, tu singular amigo, y enemigo
particular de Clauquel Torrellas, que assimismo lo
es tuyo por ser vno de los de tu contrario vando;
y ya sabes que este Torrellas tiene vn hijo
que don Vicente Torrellas se llama, o, a lo
menos, se llamaua no ha dos horas. Este, pues
-- por abreuiar el cuento de mi desuentura, te
dire en breues palabras la que me ha causado --,
viome, requebrome, escuchele, enamoreme
a hurto de mi padre, porque no ay muger,
por retirada que esté y recatada que sea, a quien
no le sobre tiempo para poner en execucion y
efecto sus atropellados desseos. Finalmente, el
me prometio de ser mi esposo, y yo le di la
palabra de ser suya, sin que en obras passassemos
adelante. Supe ayer que, oluidado de lo que
me deuia, se casaua con otra, y que esta
mañana yua a desposarse, nueua que me turbó el
sentido y acabó la paciencia; y, por no estar mi
padre en el lugar, le tuue yo de ponerme en el
trage que vees, y, apresurando el paso a este
cauallo, alcançé a don Vicente obra de vna
legua de aqui, y, sin ponerme a dar quexas ni a
oyr disculpas, le disparé esta escopeta, y,
por añadidura estas dos pistolas, y a lo que creo
le deui de encerrar mas de dos balas en el
cuerpo, abriendole puertas por donde embuelta
en su sangre saliesse mi honra. Alli le dexo
entre sus criados, que no osaron ni pudieron
ponerse en su defensa. Vengo a buscarte para
que me passes a Francia, donde tengo parientes
con quien viua, y, assimesmo, a rogarte
defiendas a mi padre, porque los muchos de
don Vicente no se atreuan a tomar en el
desaforada vengança.''

Roque, admirado de la gallardia, bizarria,
buen talle y sucesso de la hermosa Claudia,
le dixo:

``Ven, señora, y vamos a ver si es muerto tu
enemigo; que despues veremos lo que mas te
importare.''

Don Quixote que estaua escuchando
atentamente lo que Claudia auia dicho y lo que
Roque Guinart respondio, dixo:

``No tiene nadie para qué tomar trabajo en
defender a esta señora; que lo tomo yo a mi
cargo. Denme mi cauallo y mis armas, y
esperrenme aqui; que yo yre a buscar a esse
cauallero y, muerto o viuo, le hare cumplir la
palabra prometida a tanta belleza.''

``Nadie dude de esto'', dixo Sancho, ``porque
mi señor tiene muy buena mano para
casamentero, pues no ha muchos dias que hizo
casar a otro que tambien negaua a otra donzella
su palabra, y si no fuera porque los encantadores
que le persiguen le mudaron su verdadera
figura en la de vn lacayo, esta fuera la
hora que ya la tal donzella no lo fuera.''

Roque, que atendia mas a pensar en el sucesso
de la hermosa Claudia que en las razones
de amo y moço, no las entendio; y, mandando
a sus escuderos que boluiessen a Sancho
todo quanto le auian quitado del ruzio,
mandandoles assimesmo que se retirassen a la
parte donde aquella noche auian estado aloxados,
y luego se partio con Claudia a toda priessa
a buscar al herido o muerto don Vicente.
Llegaron al lugar donde le encontro Claudia, y no
hallaron en el sino rezien derramada sangre;
pero tendiendo la vista por todas partes,
descubrieron por vn recuesto arriba alguna gente, y
dieronse a entender, como era la verdad, que deuia
ser don Vicente, a quien sus criados, o muerto
o viuo, lleuauan, o para curarle o para enterrarle;
dieronse priessa a alcançarlos, que, como
yuan de espacio, con facilidad lo hizieron.

Hallaron a don Vicente en los braços de sus
criados, a quien con cansada y debilitada voz
rogaua que le dexassen alli morir, porque el
dolor de las heridas no consentia que mas
adelante passasse. Arrojaronse de los cauallos
Claudia y Roque, llegaronse a el; temieron los
criados la presencia de Roque, y Claudia se
turbó en ver la de don Vicente, y, assi, entre
enternecida y rigurosa se llegó a el, y,
assiendole de las manos, le dixo:

``Si tu me dieras estas conforme a nuestro
concierto, nunca tu te vieras en este paso.''

Abrio los casi cerrados ojos el herido
cauallero, y, conociendo a Claudia, le dixo:

``Bien veo, hermosa y engañada señora, que
tu has sido la que me has muerto, pena no
merecida ni deuida a mis desseos, con los
quales, ni con mis obras, jamas quise ni supe
ofenderte.''

``Luego, ¿no es verdad'', dixo Claudia, ``que
yuas esta mañana a desposarte con Leonora,
la hija del rico Baluastro?''

``No, por cierto'', respondio don Vicente; ``mi
mala fortuna le deuio de lleuar estas nueuas,
para que, zelosa, me quitasses la vida, la qual
pues la dexo en tus manos y en tus braços,
tengo mi suerte por venturosa. Y para assegurarte
desta verdad, aprieta la mano y recibeme
por esposo, si quisieres; que no tengo otra
mayor satisfacion que darte del agrauio que
piensas que de mi has recebido.''

Apretole la mano Claudia, y apretosele a
ella el coraçon de manera, que sobre la sangre
y pecho de don Vicente se quedó desmayada,
y a el le tomó vn mortal parasismo. Confuso
estaua Roque y no sabia qué hazerse. Acudieron
los criados a buscar agua que echarles en
los rostros, y truxeronla, con que se los
bañaron. Boluio de su desmayo Claudia, pero no
de su parasismo don Vicente, porque se le acabó
la vida. Visto lo qual de Claudia, auiendose
enterado que ya su dulce esposo no viuia,
rompio los ayres con suspiros, hirio los cielos
con quexas, maltrató sus cabellos entregandolos
al viento, afeó su rostro con sus propias
manos, con todas las muestras de dolor y
sentimiento que de vn lastimado pecho pudieran
imaginarse.

``¡O cruel e inconsiderada muger'', dezia, ``con
qué facilidad te mouiste a poner en execucion
tan mal pensamiento! ¡O fuerça rabiosa de los
zelos, a qué desesperado fin conduzis a quien
os da acogida en su pecho! ¡O esposo mio,
cuya desdichada suerte, por ser prenda mia, te
ha lleuado del talamo a la sepultura!''

Tales y tan tristes eran las quexas de
Claudia, que sacaron las lagrimas de los ojos de
Roque, no acostumbrados a verterlas en ninguna
ocasion. Llorauan los criados, desmayauase
a cada paso Claudia, y todo aquel circuito
parecia campo de tristeza y lugar de desgracia.
Finalmente, Roque Guinart ordenó a los criados
de don Vicente que lleuassen su cuerpo al
lugar de su padre, que estaua alli cerca, para
que le diessen sepultura. Claudia dixo a Roque
que querria yrse a vn monasterio donde era
abadessa vna tia suya, en el qual pensaua
acabar la vida, de otro mejor esposo y mas
eterno acompañada. Alabole Roque su buen
proposito, ofreciosele de acompañarla hasta
donde quisiesse, y de defender a su padre de
los parientes y de todo el mundo, si ofenderle
quisiesse. No quiso su compañia Claudia en
ninguna manera, y, agradeciendo sus ofrecimientos
con las mejores razones que supo, se
despedio del llorando; los criados de don
Vicente lleuaron su cuerpo, y Roque se boluio
a los suyos, y este fin tuuieron los amores
de Claudia Geronima. Pero, ¿qué mucho, si
texieron la trama de su lamentable historia
las fuerças inuencibles y rigurosas de los
zelos?

Halló Roque Guinart a sus escuderos en la
parte donde les auia ordenado, y a don Quixote
entre ellos sobre Rozinante, haziendoles vna
platica en que les persuadia dexassen aquel
modo de viuir tan peligroso assi para el alma
como para el cuerpo; pero como los mas eran
gascones, gente rustica y desbaratada, no les
entraua bien la platica de don Quixote. Llegado
que fue Roque, preguntó a Sancho Pança si le
auian buelto y restituydo las alhajas y presseas
que los suyos del ruzio le auian quitado. Sancho
respondio que si, sino que le faltauan tres
tocadores que valian tres ciudades.

``¿Qué es lo que dizes, hombre?'', dixo vno
de los presentes; ``que yo los tengo y no valen
tres reales.''

``Assi es'', dixo don Quixote, ``pero estimalos
mi escudero en lo que ha dicho, por auermelos
dado quien me los dio.''

Mandoselos boluer al punto Roque Guinart,
y, mandando poner los suyos en ala, mandó
traer alli delante todos los vestidos, joyas y
dineros, y todo aquello que desde la vltima
reparticion auian robado, y, haziendo breuemente
el tanteo, boluiendo lo no repartible, y
reduziendolo a dineros, lo repartio por toda su
compañia con tanta legalidad y prudencia, que
no pasó vn punto ni defraudó nada de la justicia
distributiua. Hecho esto, con lo qual todos
quedaron contentos, satisfechos y pagados,
dixo Roque a don Quixote:

``Si no se guardasse esta puntualidad con
estos, no se podria viuir con ellos.''

A lo que dixo Sancho:

``Segun lo que aqui he visto es tan buena la
justicia, que es necessaria se vse aun entre los
mesmos ladrones.''

Oyolo vn escudero, y enarboló el mocho de
vn arcabuz, con el qual sin duda le abriera la
cabeça a Sancho, si Roque Guinart no le diera
vozes que se detuuiesse. Pasmose Sancho y
propuso de no descosser los labios en tanto que
entre aquella gente estuuiesse. Llegó, en esto,
vno o algunos de aquellos escuderos que
estauan puestos por centinelas por los caminos,
para ver la gente que por ellos venia y dar
auiso a su mayor de lo que passaua, y este
dixo:

``Señor, no lexos de aqui, por el camino que
va a Barcelona, viene vn gran tropel de gente.''

A lo que respondio Roque:

``¿Has echado de ver si son de los que nos
buscan, o de los que nosotros buscamos?''

``No sino de los que buscamos'', respondio el
escudero.

``Pues salid todos'', replicó Roque, ``y
trahedmelos aqui luego, sin que se os escape
ninguno.''

Hizieronlo assi, y, quedandose solos don
Quixote, Sancho y Roque, aguardaron a ver lo
que los escuderos traian, y en este entretanto
dixo Roque a don Quixote:

``Nueua manera de vida le deue de parecer
al señor don Quixote la nuestra, nueuas auenturas,
nueuos sucessos, y todos peligrosos; y no
me marauillo que assi le parezca, porque
realmente le confiesso que no ay modo de viuir
mas inquieto ni mas sobresaltado que el nuestro.
A mi me han puesto en el no se qué desseos
de vengança, que tienen fuerça de turbar los
mas sossegados coraçones; yo de mi natural
soy compassiuo y bien intencionado; pero,
como tengo dicho, el querer vengarme de vn
agrauio que se me hizo, assi da con todas mis
buenas inclinaciones en tierra, que perseuero
en este estado a despecho y pessar de lo que
entiendo. Y como vn abismo llama a otro y vn
pecado a otro pecado, hanse eslabonado las
venganças de manera, que no solo las mias,
pero las agenas tomo a mi cargo. Pero Dios
es seruido de que, aunque me veo en la mitad
del laberinto de mis confussiones, no pierdo la
esperança de salir del a puerto seguro.''

Admirado quedó don Quixote de oyr hablar
a Roque tan buenas y concertadas razones,
porque el se pensaua que entre los de oficios
semejantes de robar, matar y saltear, no podia
auer alguno que tuuiesse buen discurso, y
respondiole:

``Señor Roque, el principio de la salud está en
conocer la enfermedad, y en querer tomar el
enfermo las medicinas que el medico le ordena;
vuessa merced está enfermo, conoce su dolencia,
y el cielo, o Dios, por mejor dezir, que es
nuestro medico, le aplicará medicinas que le
sanen, las quales suelen sanar poco a poco, y
no de repente y por milagro; y mas, que los
pecadores discretos estan mas cerca de
enmendarse que los simples, y pues vuessa merced
ha mostrado en sus razones su prudencia, no
ay sino tener buen animo y esperar mejoria de
la enfermedad de su conciencia. Y si vuessa
merced quiere ahorrar camino y ponerse con
facilidad en el de su saluacion, vengase
conmigo; que yo le enseñaré a ser cauallero
andante, donde se passan tantos trabajos y
desuenturas, que, tomandolas por penitencia, en
dos paletas le pondran en el cielo.''

Riose Roque del consejo de don Quixote, a
quien, mudando platica, conto el tragico
sucesso de Claudia Geronyma, de que le pessó
en estremo a Sancho; que no le auia parecido
mal la belleza, dessemboltura y brio de la moça.
Llegaron, en esto, los escuderos de la pressa,
trayendo consigo dos caualleros a cauallo
y dos peregrinos a pie, y vn coche de mugeres
con hasta seis criados, que a pie y a cauallo
las acompañauan, con otros dos moços de mulas
que los caualleros traian. Cogieronlos los
escuderos en medio, guardando vencidos y
vencedores gran silencio, esperando a que el gran
Roque Guinart hablasse. El qual preguntó a los
caualleros que quién eran y adónde yuan, y qué
dinero lleuauan. Vno dellos le respondio:

``Señor, nosotros somos dos capitanes de
infanteria española; tenemos nuestras
compañias en Napoles y vamos a embarcarnos en
quatro galeras que dizen estan en Barcelona,
con orden de passar a Sicilia. Lleuamos hasta
docientos o trecientos escudos, con que, a
nuestro parecer, vamos ricos y contentos, pues
la estrecheça ordinaria de los soldados no
permite mayores tesoros.''

Preguntó Roque a los peregrinos lo mesmo
que a los capitanes; fuele respondido que yuan
a embarcarse para passar a Roma, y que entre
entrambos podian lleuar hasta sesenta reales.
Quiso saber tambien quién yua en el coche y
adónde, y el dinero que lleuauan; y vno de los
de a cauallo dixo:

``Mi señora doña Guiomar de Quiñones, muger
del regente de la Vicaria de Napoles, con
vna hija pequeña, vna donzella y vna dueña, son
las que van en el coche; acompañamosla seis
criados, y los dineros son seiscientos escudos.''

``De modo'', dixo Roque Guinart, ``que ya
tenemos aqui nouecientos escudos y sesenta
reales; mis soldados deuen de ser hasta sesenta;
mirese a cómo le cabe a cada vno, porque
yo soy mal contador.''

Oyendo dezir esto los salteadores, leuantaron
la voz, diziendo: ``¡Viua Roque Guinart
muchos años, a pessar de los lladres que su
perdicion procuran!''

Mostraron afligirse los capitanes, entristeziose
la señora regenta y no se holgaron nada
los peregrinos, viendo la confiscacion de sus
bienes. Tuuolos assi vn rato suspensos Roque;
pero no quiso que passasse adelante su tristeza,
que ya se podia conocer a tiro de arcabuz, y,
boluiendose a los capitanes, dixo:

``Vuessas mercedes, señores capitanes, por
cortesia sean seruidos de prestarme sesenta
escudos, y la señora regenta ochenta para
contentar esta esquadra que me acompaña; porque
el abad de lo que canta yanta. Y luego puedense
yr su camino libre y dessembaraçadamente,
con vn saluoconduto que yo les dare,
para que si toparen otras de algunas esquadras
mias, que tengo diuididas por estos contornos,
no les hagan daño; que no es mi intencion de
agrauiar a soldados, ni a muger alguna,
especialmente, a las que son principales.''

Infinitas y bien dichas fueron las razones con
que los capitanes agradecieron a Roque su
cortesia y liberalidad; que por tal la tuuieron
en dexarles su mismo dinero. La señora doña
Guiomar de Quiñones se quiso arrojar del
coche para besar los pies y las manos del gran
Roque; pero el no lo consintio en ninguna
manera; antes le pidio perdon del agrauio, que le
hazia, forçado de cumplir con las obligaciones
precissas de su mal oficio. Mandó la señora
regenta a vn criado suyo diesse luego los
ochenta escudos que le auian repartido, y ya los
capitanes auian dessembolsado los sesenta. Yuan
los peregrinos a dar toda su miseria; pero
Roque les dixo que se estuuiessen quedos, y,
boluiendose a los suyos, les dixo:

``Destos escudos dos tocan a cada vno, y
sobran veynte; los diez se den a estos peregrinos,
y los otros diez a este buen escudero, porque
pueda dezir bien de esta auentura.''

Y, trayendole adereço de escriuir, de que
siempre andaua proueydo Roque, les dio por
escrito vn saluoconduto para los mayorales de
sus esquadras, y, despidiendose dellos, los
dexó yr libres y admirados de su nobleza, de
su gallarda disposicion y estraño proceder,
teniendole mas por vn Alexandro Magno, que
por ladron conocido. Vno de los escuderos dixo
en su lengua gascona y catalana:

``Este nuestro capitan mas es para frade, que
para bandolero; si de aqui adelante quisiere
mostrarse liberal, sealo con su hazienda, y no
con la nuestra.''

No lo dixo tan paso el desuenturado, que
dexasse de oyrlo Roque, el qual, echando mano
a la espada, le abrio la cabeça casi en dos
partes, diziendole:

``Desta manera castigo yo a los
deslenguados y atreuidos.''

Pasmaronse todos y ninguno le osó dezir
palabra; tanta era la obediencia que le tenian.
Apartose Roque a vna parte y escriuio vna
carta a vn su amigo, a Barcelona, dandole
auiso como estaua consigo el famoso don Quixote
de la Mancha, aquel cauallero andante de
quien tantas cosas se dezian, y que le hazia
saber que era el mas gracioso y el mas entendido
hombre del mundo, y que de alli a quatro
dias, que era el de San Iuan Bautista, se le
pondria en mitad de la playa de la ciudad,
armado de todas sus armas, sobre Rocinante su
cauallo, y a su escudero Sancho sobre vn asno,
y que diesse noticia desto a sus amigos los
Niarros, para que con el se solazassen; que el
quisiera que carecieran deste gusto los
Cadells, sus contrarios; pero que esto era
impossible, a causa que las locuras y discreciones
de don Quixote, y los donayres de su escudero
Sancho Pança no podian dexar de dar gusto
general a todo el mundo. Despachó esta carta
con vno de sus escuderos que, mudando
el trage de bandolero en el de vn labrador,
entró en Barcelona y la dio a quien yua.


## <p061>
# chapter  61 LXI
# unit N chapternum
Capitulo LXI
# unit T title
De lo que le sucedio a don Quixote en la
entrada de Barcelona, con otras cosas
que tienen mas de lo verdadero que de lo
discreto.
# unit P text
Tres dias y tres noches estuuo don Quixote
con Roque, y si estuuiera trecientos años, no le
faltara qué mirar y admirar en el modo de su
vida; aqui amanezian, aculla comian, vnas vezes
huian sin saber de quién, y otras eperauan
sin saber a quién. Dormian en pie,
interrompiendo el sueño, mudandose de vn lugar a
otro. Todo era poner espias, escuchar
centinelas, soplar las cuerdas de los arcabuzes,
aunque traian pocos, porque todos se seruian
de pedreñales. Roque passaua las noches
apartado de los suyos en partes y lugares donde
ellos no pudiessen saber donde estaua,
porque los muchos bandos que el visorrey de
Barcelona auia echado sobre su vida, le traian
inquieto y temeroso, y no se osaua fiar de
ninguno, temiendo que los mismos suyos, o le
auian de matar, o entregar a la justicia: vida,
por cierto, miserable y enfadosa.

En fin, por caminos desusados, por atajos y
sendas encubiertas partieron Roque, don Quixote
y Sancho con otros seis escuderos a Barcelona.
Llegaron a su playa la vispera de San
Iuan, en la noche, y abraçando Roque a don
Quixote y a Sancho, a quien dio los diez
escudos prometidos, que hasta entonces no se los
auia dado, los dexó, con mil ofrecimientos que
de la vna a la otra parte se hizieron. Boluiose
Roque; quedose don Quixote esperando el dia,
assi, a cauallo como estaua, y no tardó mucho
quando començo a descubrirse por los balcones
del Oriente la faz de la blanca Aurora,
alegrando las yeruas y las flores, en lugar de
alegrar el oydo, aunque al mesmo instante
alegraron tambien el oydo el son de muchas
chirimias y atabales, ruydo de cascaueles, «trapa,
trapa, aparta, aparta», de corredores que,
al parecer, de la ciudad salian. Dio lugar la
Aurora al sol, que, vn rostro mayor que el
de vna rodela, por el mas baxo orizonte poco a
poco se yua leuantando. Tendieron don Quixote
y Sancho la vista por todas partes, vieron
el mar hasta entonces dellos no visto; parecioles
espaciosissimo y largo, harto mas que las
lagunas de Ruydera que en la Mancha auian
visto; vieron las galeras que estauan en la
playa, las quales, abatiendo las tiendas, se
descubrieron llenas de flamulas y gallardetes, que
tremolauan al viento y bessauan y barrian el
agua. Dentro sonauan clarines, trompetas y
chirimias, que cerca y lexos llenauan el ayre
de suaues y belicosos acentos. Començaron a
mouerse y a hazer modo de escaramuça
por las sossegadas aguas, correspondiendoles
casi al mismo modo infinitos caualleros que
de la ciudad, sobre hermosos cauallos y con
vistosas libreas, salian. Los soldados de las
galeras disparauan infinita artilleria, a quien
respondian los que estauan en las murallas y
fuertes de la ciudad; y la artilleria gruessa con
espantoso estruendo rompia los vientos, a quien
respondian los cañones de cruxia de las galeras.
El mar alegre, la tierra jocunda, el ayre claro,
solo tal vez turbio del humo de la artilleria,
parece que yua infundiendo y engendrando
gusto subito en todas las gentes.

No podia imaginar Sancho cómo pudiessen
tener tantos pies aquellos bultos que por el mar
se mouian. En esto, llegaron corriendo con grita,
lililies y algazara los de las libreas, adonde
don Quixote suspenso y atonito estaua, y vno
dellos, que era el auisado de Roque, dixo en
alta voz a don Quixote:

``Bien sea venido a nuestra ciudad el espejo,
el farol, la estrella y el norte de toda la
caualleria andante, donde mas largamente se
contiene. Bien sea venido, digo, el valeroso don
Quixote de la Mancha, no el falso, no el
ficticio, no el apocrifo, que en falsas historias
estos dias nos han mostrado, sino el verdadero,
el legal y el fiel que nos descriuio Cide Amete
Benengeli, flor de los historiadores.''

No respondio don Quixote palabra, ni los
caualleros esperaron a que la respondiesse, sino,
boluiendose y reboluiendose con los demas
que los seguian, començaron a hazer vn rebuelto
caracol al derredor de don Quixote, el qual,
boluiendose a Sancho, dixo:

``Estos bien nos han conocido; yo apostaré
que han leydo nuestra historia, y aun la del
aragones recien impressa.''

Boluio otra vez el cauallero que habló a don
Quixote, y dixole:

``Vuessa merced, señor don Quixote, se venga
con nosotros; que todos somos sus seruidores,
y grandes amigos de Roque Guinart.''

A lo que don Quixote respondio:

``Si cortesias engendran cortesias, la vuestra,
señor cauallero, es hija o parienta muy cercana
de las del gran Roque. Lleuadme do quisieredes,
que yo no tendre otra voluntad que la
vuestra, y mas, si la quereis ocupar en
vuestro seruicio.''

Con palabras no menos comedidas que estas
le respondio el cauallero, y, encerrandole todos
en medio, al son de las chirimias y de los
atabales, se encaminaron con el a la ciudad; al
entrar de la qual, el malo, que todo lo malo
ordena, y los muchachos que son mas malos
que el malo, dos dellos, trauiessos y atreuidos,
se entraron por toda la gente, y, alçando
el vno de la cola del ruzio, y el otro la de
Rocinante, les pusieron y encaxaron sendos manojos
de aliagas. Sintieron los pobres animales
las nueuas espuelas, y, apretando las colas,
aumentaron su disgusto de manera, que, dando
mil corcobos, dieron con sus dueños en tierra.
Don Quixote, corrido y afrentado, acudio a quitar
el plumage de la cola de su matalote, y Sancho
el de su ruzio. Quisieran los que guiauan a
don Quixote castigar el atreuimiento de los
muchachos, y no fue possible, porque se
encerraron entre mas de otros mil que los seguian.
Boluieron a subir don Quixote y Sancho; con
el mismo aplauso y musica llegaron a la casa
de su guia, que era grande y principal, en fin,
como de cauallero rico, donde le dexaremos
por agora, porque assi lo quiere Cide Hamete.


## <p062>
# chapter  62 LXII
# unit N chapternum
Capitulo LXII
# unit T title
Que trata de la auentura de la cabeça encantada,
con otras niñerias que no pueden dexar
de contarse.
# unit P text
Don Antonio Moreno se llamaua el huesped
de don Quixote, cauallero rico y discreto, y
amigo de holgarse a lo honesto y afable. El
qual, viendo en su casa a don Quixote, andaua
buscando modos como, sin su perjuyzio,
sacasse a plaça sus locuras. Porque no son
burlas las que duelen, ni ay passatiempos que
valgan si son con daño de tercero. Lo primero
que hizo fue hazer dessarmar a don Quixote y
sacarle a vistas con aquel su estrecho y
acamuzado vestido -- como ya otras vezes le
hemos descrito y pintado -- a vn valcon que salia
a vna calle de las mas principales de la ciudad,
a vista de las gentes y de los muchachos que
como a mona le mirauan. Corrieron de nueuo
delante del los de las libreas, como si para el
solo, no para alegrar aquel festiuo dia, se
las huuieran puesto. Y Sancho estaua contentissimo,
por parecerle que se auia hallado, sin
saber cómo ni cómo no, otras bodas de
Camacho, otra casa como la de don Diego de
Miranda y otro castillo como el del duque.

Comieron aquel dia con don Antonio algunos
de sus amigos, honrando todos y tratando
a don Quixote como a cauallero andante, de lo
qual, hueco y pomposo, no cabia en si de
contento. Los donayres de Sancho fueron tantos,
que de su boca andauan como colgados todos
los criados de casa y todos quantos le oian.
Estando a la messa, dixo don Antonio a Sancho:

``Aca tenemos noticia, buen Sancho, que
sois tan amigo de manjar blanco y de albondiguillas,
que si os sobran, las guardais en el
seno para el otro dia.''

``No, señor, no es assi'', respondio Sancho,
``porque tengo mas de limpio que de goloso, y
mi señor don Quixote, que está delante, sabe
bien que con vn puño de bellotas o de nueces
nos solemos passar entrambos ocho dias. Verdad
es que si tal vez me sucede que me den la
vaquilla, corro con la soguilla; quiero dezir,
que como lo que me dan, y vso de los tiempos
como los hallo; y quienquiera que huuiere dicho
que yo soy comedor auentajado y no limpio,
tengase por dicho que no acierta; y de otra
manera dixera esto, si no mirara a las barbas
honradas que estan a la mesa.''

``Por cierto'', dixo don Quixote, ``que la
parsimonia y limpieça con que Sancho come se
puede escriuir y grauar en laminas de bronce,
para que quede en memoria eterna en los siglos
venideros; verdad es que quando el tiene
hambre parece algo tragon, porque come
apriessa y masca a dos carrillos. Pero la
limpieça siempre la tiene en su punto, y en el
tiempo que fue gouernador aprendio a comer
a lo melindroso, tanto, que comia con tenedor
las vuas, y aun los granos de la granada.''

``¿Cómo?'', dixo don Antonio; ``¿gouernador
ha sido Sancho?''

``Si'', respondio Sancho, ``y de vna insula
llamada la Barataria; diez dias la gouerne a
pedir de boca; en ellos perdi el sossiego y
aprendi a despreciar todos los gouiernos del
mundo; sali huyendo della, cai en vna cueua
donde me tuue por muerto, de la qual sali viuo
por milagro.''

Conto don Quixote por menudo todo el
sucesso del gouierno de Sancho, con que dio
gran gusto a los oyentes. Leuantados los
manteles, y tomando don Antonio por la mano a
don Quixote, se entró con el en vn apartado
aposento, en el qual no auia otra cosa de
adorno que vna mesa, al parecer, de jaspe,
que sobre vn pie de lo mesmo se sostenia, sobre
la qual estaua puesta al modo de las cabeças
de los emperadores romanos, de los pechos
arriba, vna que semejaua ser de bronce.
Passeose don Antonio con don Quixote por todo
el aposento, rodeando muchas vezes la mesa,
despues de lo qual dixo:

``Agora, señor don Quixote, que estoy enterado
que no nos oye y escucha alguno, y está
cerrada la puerta, quiero contar a vuessa
merced vna de las mas raras auenturas, o, por
mejor dezir, nouedades que imaginarse pueden,
con condicion que lo que a vuessa merced
dixere lo ha de depositar en los vltimos
retretes del secreto.''

``Assi lo juro'', respondio don Quixote, ``y
aun le echaré vna losa encima para mas
seguridad; porque quiero que sepa vuessa merced,
señor don Antonio -- que ya sabia su
nombre --, que está hablando con quien, aunque
tiene oydos para oyr, no tiene lengua para
hablar; assi que con seguridad puede vuessa
merced trasladar lo que tiene en su pecho en
el mio y hazer cuenta que lo ha arrojado en
los abismos del silencio.''

``En fee de essa promessa'', respondio don
Antonio, ``quiero poner a vuessa merced en
admiracion con lo que viere y oyere, y darme
a mi algun aliuio de la pena que me causa no
tener con quien comunicar mis secretos, que
no son para fiarse de todos.''

Suspenso estaua don Quixote, esperando en
qué auian de parar tantas preuenciones. En
esto, tomandole la mano don Antonio, se la
passeó por la cabeça de bronce, y por toda la
mesa, y por el pie de jaspe sobre que se
sostenia, y luego dixo:

``Esta cabeça, señor don Quixote, ha sido
hecha y fabricada por vno de los mayores
encantadores y hechizeros que ha tenido
el mundo, que creo era polaco de nacion y
dicipulo del famoso Escotillo, de quien
tantas marauillas se quentan, el qual estuuo
aqui en mi casa, y por precio de mil escudos
que le di labró esta cabeça que tiene propiedad
y virtud de responder a quantas cosas al
oydo le preguntaren. Guardó rumbos, pintó
caracteres, obseruó astros, miró puntos, y,
finalmente, la sacó con la perfecion que
veremos mañana; porque los viernes está muda, y
oy, que lo es, nos ha de hazer esperar hasta
mañana. En este tiempo podra vuessa merced
preuenirse de lo que querra preguntar; que
por esperiencia se que dize verdad en quanto
responde.''

Admirado quedó don Quixote de la virtud y
propiedad de la cabeça, y estuuo por no creer
a don Antonio. Pero por ver quán poco tiempo
auia para hazer la experiencia, no quiso dezirle
otra cosa sino que le agradecia el auerle
descubierto tan gran secreto. Salieron del
aposento, cerro la puerta don Antonio con llaue y
fueronse a la sala donde los demas caualleros
estauan.

En este tiempo les auia contado Sancho
muchas de las auenturas y sucessos que a su
amo auian acontecido. Aquella tarde sacaron
a passear a don Quixote, no armado, sino de
rua, vestido vn balandran de paño leonado,
que pudiera hazer sudar en aquel tiempo al
mismo yelo. Ordenaron con sus criados que
entretuuiessen a Sancho, de modo, que no le
dexassen salir de casa. Yua don Quixote, no
sobre Rocinante, sino sobre vn gran macho de
paso llano y muy bien adereçado. Pusieronle
el balandran, y en las espaldas, sin que lo
viesse, le cosieron vn pargamino donde le
escriuieron con letras grandes: Este es don
Quixote de la Mancha. En començando el passeo,
lleuaua el retulo los ojos de quantos venian a
verle, y como leian: Este es don Quixote de la
Mancha, admirauase don Quixote de ver que
quantos le mirauan le nombrauan y conocian;
y, boluiendose a don Antonio, que yua a su
lado, le dixo:

``Grande es la prerrogatiua que encierra en
si la andante caualleria, pues haze conocido y
famoso al que la professa por todos los terminos
de la tierra. Si no, mire vuessa merced,
señor don Antonio, que hasta los muchachos
desta ciudad, sin nunca auerme visto, me
conocen.''

``Assi es, señor don Quixote'', respondio don
Antonio; ``que assi como el fuego no puede
estar escondido y encerrado, la virtud no
puede dexar de ser conocida, y la que se
alcança por la profession de las armas
resplandece y campea sobre todas las otras.''

Acaecio, pues, que yendo don Quixote con
el aplauso que se ha dicho, vn castellano que
leio el retulo de las espaldas, alçó la voz,
diziendo:

``¡Valgate el diablo por don Quixote de la
Mancha! ¿Cómo que hasta aqui has llegado
sin auerte muerto los infinitos palos que tienes
acuestas? Tu eres loco, y si lo fueras a solas y
dentro de las puertas de tu locura, fuera menos
mal; pero tienes propiedad de boluer locos y
mentecatos a quantos te tratan y comunican;
si no, mirenlo por estos señores que te
acompañan. Bueluete, mentecato, a tu casa, y mira
por tu hazienda, por tu muger y tus hijos, y
dexate destas vaziedades que te carcomen el
sesso y te desnatan el entendimiento.''

``Hermano'', dixo don Antonio, ``seguid vuestro
camino y no deis consejos a quien no os
los pide; el señor don Quixote de la
Mancha es muy cuerdo y nosotros, que le
acompañamos, no somos necios; la virtud se ha
de honrar dondequiera que se hallare, y
andad enhoramala, y no os metais donde no os
llaman.''

``Pardiez, vuessa merced tiene razon'',
respondio el castellano; ``que aconsejar a este
buen hombre es dar coces contra el aguijon;
pero, con todo esso, me da muy gran lastima
que el buen ingenio que dizen que tiene en
todas las cosas este mentecato, se le dessague
por la canal de su andante caualleria; y la
enhoramala que vuessa merced dixo sea para mi
y para todos mis descendientes si de oy mas,
aunque viuiesse mas años que Matusalen,
diere consejo a nadie, aunque me lo pida.''

Apartose el consejero, siguio adelante el
passeo; pero fue tanta la priessa que los
muchachos y toda la gente tenia leyendo el
retulo, que se le huuo de quitar don Antonio,
como que le quitaua otra cosa. Llegó la noche,
boluieronse a casa, huuo sarao de damas,
porque la muger de don Antonio, que era vna
señora principal y alegre, hermosa y discreta,
combidó a otras sus amigas a que viniessen a
honrar a su huesped y a gustar de sus nunca
vistas locuras. Vinieron algunas, cenose
esplendidamente y començose el sarao casi a las
diez de la noche. Entre las damas auia dos
de gusto picaro, y burlonas, y con ser muy
honestas, eran algo descompuestas, por dar lugar
que las burlas alegrassen sin enfado. Estas
dieron tanta priessa en sacar a dançar a don
Quixote, que le molieron, no solo el cuerpo,
pero el anima; era cosa de ver la figura de don
Quixote, largo, tendido, flaco, amarillo,
estrecho en el vestido, dessayrado, y, sobre todo,
no nada ligero. Requebrauanle como a hurto
las damiselas, y el, tambien como a hurto, las
desdeñaua; pero viendose apretar de
requiebros, alçó la voz, y dixo:

# unit L latinphrase
``Fugite, partes aduersae.
# unit P text
¡Dexadme en
mi sossiego, pensamientos mal venidos! Alla
os auenid, señoras, con vuestros desseos; que
la que es reyna de los mios, la sin par
Dulcinea del Toboso, no consiente que ningunos
otros que los suyos me auassallen y rindan.''

Y, diziendo esto, se sento en mitad de la
sala en el suelo, molido y quebrantado de tan
baylador exercicio. Hizo don Antonio que le
lleuassen en pesso a su lecho, y el primero
que assio del fue Sancho, diziendole:

``¡Nora en tal, señor nuestro amo, lo aueis
baylado! ¿Pensais que todos los valientes son
dançadores, y todos los andantes caualleros
baylarines? Digo que si lo pensais, que estays
engañado: hombre ay que se atreuera a matar
a vn gigante antes que hazer vna cabriola; si
huuierades de çapatear, yo supliera vuestra
falta, que çapateo como vn girifalte; pero en
lo del dançar no doy puntada.''

Con estas y otras razones dio que reyr
Sancho a los del sarao, y dio con su amo en la
cama, arropandole para que sudasse la
frialdad de su bayle.

Otro dia le parecio a don Antonio ser bien
hazer la experiencia de la cabeça encantada, y
con don Quixote, Sancho y otros dos amigos,
con las dos señoras que auian molido a don
Quixote en el bayle, que aquella propia noche
se auian quedado con la muger de don Antonio,
se encerro en la estancia donde estaua la
cabeça. Contoles la propiedad que tenia,
encargoles el secreto y dixoles que aquel era el
primero dia donde se auia de prouar la virtud
de la tal cabeça encantada. Y si no eran los
dos amigos de don Antonio, ninguna otra persona
sabia el busilis del encanto, y aun si don
Antonio no se le huuiera descubierto primero
a sus amigos, tambien ellos cayeran en la
admiracion en que los demas cayeron, sin ser
possible otra cosa; con tal traça y tal orden
estaua fabricada.

El primero que se llegó al oydo de la cabeça
fue el mismo don Antonio, y dixole en voz
sumissa, pero no tanto que de todos no fuesse
entendida:

``Dime, cabeça, por la virtud que en ti
se encierra, ¿qué pensamientos tengo yo
agora?''

Y la cabeça le respondio, sin mouer los
labios, con voz clara y distinta, de modo, que
fue de todos entendida, esta razon:

``Yo no juzgo de pensamientos.''

Oyendo lo qual todos quedaron atonitos, y
mas, viendo que en todo el aposento ni al
derredor de la mesa no auia persona humana
que responder pudiesse.

``¿Quántos estamos aqui?'', tornó a preguntar
don Antonio, y fuele respondido por el propio
tenor, paso:

``Estais tu y tu muger, con dos amigos
tuyos, y dos amigas della, y vn cauallero
famoso llamado don Quixote de la Mancha, y
vn su escudero que Sancho Pança tiene por
nombre.''

¡Aqui si que fue el admirarse de nueuo; aqui
si que fue el erizarse los cabellos a todos, de
puro espanto! Y, apartandose don Antonio
de la cabeça, dixo:

``¡Esto me basta para darme a entender que
no fui engañado del que te me vendio, cabeça
sabia, cabeça habladora, cabeça respondona,
y admirable cabeça! Llegue otro, y preguntele
lo que quisiere.''

Y como las mugeres de ordinario son
presurossas y amigas de saber, la primera que se
llegó fue vna de las dos amigas de la muger
de don Antonio, y lo que le preguntó fue:

``Dime, cabeça, ¿qué hare yo para ser muy
hermosa?''

Y fuele respondido:

``Se muy honesta.''

``No te pregunto mas'', dixo la preguntanta.

Llegó luego la compañera, y dixo:

``Querria saber, cabeça, si mi marido me
quiere bien o no.''

Y respondieronle:

``Mira las obras que te haze, y hecharlo has
de ver.''

Apartose la casada, diziendo:

``Esta respuesta no tenia necessidad de
pregunta, porque, en efecto, las obras que se
hazen declaran la voluntad que tiene el que
las haze.''

Luego llegó vno de los dos amigos de don
Antonio, y preguntole:

``¿Quién soy yo?''

Y fuele respondido:

``Tu lo sabes.''

``No te pregunto esso'', respondio el cauallero,
``sino que me digas si me conoces tu.''

``Si conozco'', le respondieron; ``que eres don
Pedro Noriz.''

``No quiero saber mas, pues esto basta para
entender, o cabeça, que lo sabes todo.''

Y, apartandose, llegó el otro amigo, y
preguntole:

``Dime, cabeça, ¿qué desseos tiene mi hijo
el mayorazgo?''

``Ya yo he dicho'', le respondieron, ``que yo
no juzgo de desseos; pero con todo esso te se
dezir que los que tu hijo tiene son de
enterrarte.''

``Esso es'', dixo el cauallero: ``lo que veo por
los ojos con el dedo lo señalo; y no
pregunto mas.''

Llegose la muger de don Antonio, y dixo:

``Yo no se, cabeça, qué preguntarte; solo
querria saber de ti, si gozaré muchos años de
buen marido.''

Y respondieronle:

``Si gozarás, porque su salud y su templança
en el viuir prometen muchos años de vida, la
qual muchos suelen acortar por su
destemplança.''

Llegose luego don Quixote, y dixo:

``Dime tu, el que respondes: ¿fue verdad, o
fue sueño lo que yo cuento que me passó en
la cueua de Montesinos? ¿Seran ciertos los
açotes de Sancho mi escudero? ¿Tendra efeto el
dessencanto de Dulcinea?''

``A lo de la cueua'', repondieron, ``ay mucho
que dezir: de todo tiene; los açotes de Sancho
yran de espacio; el dessencanto de Dulcinea
llegará a deuida execucion.''

``No quiero saber mas'', dixo don Quixote;
``que como yo vea a Dulcinea desencantada,
hare cuenta que vienen de golpe todas las
venturas que acertare a dessear.''

El vltimo preguntante fue Sancho, y lo que
preguntó fue:

``Por ventura, cabeça, ¿tendre otro gouierno?
¿Saldre de la estrecheza de escudero? ¿Boluere
a ver a mi muger y a mis hijos?''

A lo que le respondieron:

``Gouernarás en tu casa, y si buelues a ella,
veras a tu muger y a tus hijos, y, dexando de
seruir, dexarás de ser escudero.''

``¡Bueno, par Dios!'', dixo Sancho Pança.
``Esto yo me lo dixera. No dixera mas el
profeta Perogrullo.''

``Bestia'', dixo don Quixote, ``¿qué quieres
que te respondan? ¿No basta que las respuestas
que esta cabeça ha dado correspondan a
lo que se le pregunta?''

``Si basta'', respondio Sancho; ``pero quisiera
yo que se declarara mas y me dixera mas.''

Con esto se acabaron las preguntas y las
respuestas. Pero no se acabó la admiracion en
que todos quedaron, excepto los dos amigos de
don Antonio, que el caso sabian. El qual quiso
Cide Hamete Benengeli declarar luego, por no
tener suspenso al mundo, creyendo que algun
hechizero y extraordinario misterio en la tal
cabeça se encerraua, y, assi, dize que don
Antonio Moreno, a imitacion de otra cabeça que
vio en Madrid, fabricada por vn estampero,
hizo esta en su casa para entretenerse y
suspender a los ignorantes, y la fabrica era de
esta suerte: la tabla de la mesa era de palo,
pintada y barniçada como jaspe, y el pie sobre
que se sostenia era de lo mesmo, con quatro
garras de aguila que del salian para mayor
firmeza del peso. La cabeça, que parecia
medalla y figura de emperador romano y de color
de bronze, estaua toda hueca, y ni mas ni
menos la tabla de la mesa, en que se encaxaua
tan justamente, que ninguna señal de juntura
se parecia. El pie de la tabla era ansimesmo
hueco, que respondia a la garganta y pechos
de la cabeça, y todo esto venia a responder a
otro aposento que debaxo de la estancia de la
cabeça estaua. Por todo este hueco de pie,
mesa, garganta y pechos de la medalla y
figura referida se encaminaua vn cañon de hoja
de lata muy justo, que de nadie podia ser visto;
en el aposento de abaxo correspondiente al de
arriba se ponia el que auia de responder,
pegada la boca con el mesmo cañon, de modo,
que a modo de ceruatana yua la voz de arriba
abaxo y de abaxo arriba, en palabras articuladas
y claras, y de esta manera no era possible
conocer el embuste. Vn sobrino de don Antonio,
estudiante agudo y discreto, fue el respondiente,
el qual estando auisado de su señor tio
de los que auian de entrar con el en aquel dia
en el aposento de la cabeça, le fue facil
responder con presteza y puntualidad a la
primera pregunta; a las demas respondio por
congeturas, y, como discreto, discretamente.
Y dize mas Cide Hamete: que hasta diez o
doze dias duró esta marauillosa maquina; pero
que diuulgandose por la ciudad que don Antonio
tenia en su casa vna cabeça encantada, que
a quantos le preguntauan respondia, temiendo
no llegasse a los oydos de las despiertas
centinelas de nuestra Fe, auiendo declarado el caso
a los señores inquisidores, le mandaron que lo
deshiziesse y no passasse mas adelante, porque
el vulgo ignorante no se escandalizasse;
pero en la opinion de don Quixote y de Sancho
Pança la cabeça quedó por encantada y por
respondona, mas a satisfacion de don Quixote,
que de Sancho.

Los caualleros de la ciudad por complazer a
don Antonio y por agassajar a don Quixote y
dar lugar a que descubriesse sus sandezes,
ordenaron de correr sortija de alli a seys dias,
que no tuuo efecto por la ocasion que se dira
adelante. Diole gana a don Quixote de passear
la ciudad a la llana y a pie, temiendo que si yua
a cauallo le auian de perseguir los mochachos,
y, assi, el y Sancho con otros dos criados que
don Antonio le dio salieron a passearse.

Sucedio, pues, que yendo por vna calle, alçó
los ojos don Quixote y vio escrito sobre vna
puerta, con letras muy grandes: Aqui se
imprimen libros, de lo que se contentó mucho,
porque hasta entonces no auia visto emprenta
alguna, y desseaua saber cómo fuesse. Entró
dentro con todo su acompañamiento, y vio
tirar en vna parte, corregir en otra, componer
en esta, enmendar en aquella, y, finalmente,
toda aquella maquina que en las emprentas
grandes se muestra. Llegauase don Quixote a
vn cajon y preguntaua qué era aquello que alli
se hazia; dauanle cuenta los oficiales, admirauase
y passaua adelante. Llegó en otras a
vno, y preguntole qué era lo que hazia. El
oficial le respondio:

``Señor, este cauallero que aqui está -- y
enseñole a vn hombre de muy buen talle y
parecer y de alguna grauedad --, ha traduzido
vn libro toscano en nuestra lengua castellana,
y estoyle yo componiendo, para darle a la
estampa.''

``¿Qué titulo tiene el libro?'', preguntó don
Quixote.

A lo que el autor respondio:

``Señor, el libro en toscano se llama Le
Bagatele.''

``Y ¿qué responde Le Bagatele en nuestro
castellano?'', preguntó don Quixote.

``Le Bagatele'', dixo el autor, ``es como si en
castellano dixessemos los juguetes; y aunque
este libro es en el nombre humilde, contiene y
encierra en si cosas muy buenas y
sustanciales.''

``Yo'', dixo don Quixote, ``se algun tanto de
el toscano, y me precio de cantar algunas
estancias del Ariosto; pero digame vuessa
merced, señor mio, y no digo esto porque quiero
examinar el ingenio de vuessa merced, sino
por curiosidad no mas: ¿ha hallado en su
escritura alguna vez nombrar piñata?''

``Si, muchas vezes'', respondio el autor.

``Y ¿cómo la traduze vuessa merced en
castellano?'', preguntó don Quixote.

``¿Cómo la auia de traduzir?'', replicó el
autor, ``sino diziendo olla.''

``¡Cuerpo de tal'', dixo don Quixote, ``y qué
adelante está vuessa merced en el toscano
ydioma! Yo apostaré vna buena apuesta que
adonde diga en el toscano piache, dize vuessa
merced en el castellano plaze, y adonde diga
piu, dize mas, y el su declara con arriba, y el
giu con abaxo.''

``Si declaro, por cierto'', dixo el autor,
``porque essas son sus propias correspondencias.''

``Ossaré yo jurar'', dixo don Quixote, ``que
no es vuessa merced conocido en el mundo,
enemigo siempre de premiar los floridos
ingenios ni los loables trabajos. ¡Qué de
habilidades ay perdidas por ay, qué de ingenios
arrinconados, qué de virtudes menospreciadas!
Pero, con todo esto, me parece que el traduzir
de vna lengua en otra, como no sea de las
reynas de las lenguas, griega y latina, es como
quien mira los tapices flamencos por el rebes;
que aunque se veen las figuras, son llenas de
hilos que las escurecen, y no se veen con la
lisura y tez de la haz; y el traduzir de lenguas
faciles ni arguye ingenio ni elocucion, como no
le arguye el que traslada ni el que copia vn
papel de otro papel. Y no por esto quiero inferir
que no sea loable este exercicio del traduzir,
porque en otras cosas peores se podria ocupar
el hombre y que menos prouecho le truxessen.
Fuera desta cuenta van los dos famosos traductores,
el vno, el doctor Christoual de Figueroa,
en su Pastor Fido, y el otro, don Iuan de
Xaurigui, en su Aminta, donde felizmente
ponen en duda quál es la traduzion o quál el
original. Pero digame vuessa merced, este libro
¿imprimese por su cuenta, o tiene ya vendido
el priuilegio a algun librero?''

``Por mi cuenta lo imprimo'', respondio el
autor, ``y pienso ganar mil ducados, por lo
menos, con esta primera impression, que ha de ser
de dos mil cuerpos, y se han de despachar a
seys reales cada vno, en daca las pajas.''

``Bien está vuessa merced en la cuenta'',
respondio don Quixote; ``bien parece que no
sabe las entradas y salidas de los impressores,
y las correspondencias que ay de vnos a otros;
yo le prometo que quando se vea cargado de
dos mil cuerpos de libros, vea tan molido su
cuerpo, que se espante, y mas si el libro es vn
poco abieso, y no nada picante.''

``Pues ¿qué?'', dixo el autor; ``¿quiere vuessa
merced que se lo de a vn librero que me de
por el priuilegio tres marauedis, y aun piensa
que me haze merced en darmelos? Yo no
imprimo mis libros para alcançar fama en el
mundo, que ya en el soy conocido por mis
obras; prouecho quiero, que sin el no vale vn
quatrin la buena fama.''

``Dios le de a vuessa merced buena
manderecha'', respondio don Quixote.

Y passó adelante a otro cajon, donde vio
que estauan corrigiendo vn pliego de vn libro
que se intitulaua Luz del alma, y, en
viendole, dixo:

``Estos tales libros, aunque ay muchos deste
genero, son los que se deuen imprimir, porque
son muchos los pecadores que se vsan, y son
menester infinitas luzes para tantos
desalumbrados.''

Passó adelante y vio que assimesmo estauan
corrigiendo otro libro, y, preguntando su titulo,
le respondieron que se llamaua la Segunda
parte del ingenioso Hidalgo don Quixote de la
Mancha, compuesta por vn tal vezino de
Tordesillas.

``Ya yo tengo noticia deste libro'', dixo don
Quixote, ``y en verdad y en mi conciencia que
pense que ya estaua quemado y echo poluos
por impertinente; pero su San Martin se le
llegará como a cada puerco; que las historias
fingidas tanto tienen de buenas y de deleytables
quanto se llegan a la verdad o la semejança
della, y las verdaderas tanto son mejores
quanto son mas verdaderas.''

Y diziendo esto, con muestras de algun
despecho, se salio de la emprenta. Y aquel mesmo
dia ordenó don Antonio de lleuarle a ver las
galeras que en la playa estauan, de que Sancho
se regozijó mucho, a causa que en su vida las
auia visto. Auisó don Antonio al quatraluo de
las galeras como aquella tarde auia de lleuar
a verlas a su huesped el famoso don Quixote
de la Mancha, de quien ya el quatraluo y
todos los vezinos de la ciudad tenian noticia,
y lo que le sucedio en ellas se dira en el
siguiente capitulo.


## <p063>
# chapter  63 LXIII
# unit N chapternum
Capitulo LXIII
# unit T title
De lo mal que le auino a Sancho Pança con la
visita de las galeras, y la nueua auentura de
la hermosa morisca.
# unit P text
Grandes eran los discursos que don Quixote
hazia sobre la respuesta de la encantada
cabeça, sin que ninguno dellos diesse en el
embuste, y todos parauan con la promessa, que el
tuuo por cierto, del desencanto de Dulcinea.
Alli yua y venia, y se alegraua entre si mismo,
creyendo que auia de ver presto su
cumplimiento, y Sancho, aunque aborrecia el ser
gouernador, como queda dicho, todauia desseaua
boluer a mandar y a ser obedecido; que esta
mala ventura trae consigo el mando, aunque
sea de burlas.

En resolucion, aquella tarde don Antonio
Moreno su huesped, y sus dos amigos, con don
Quixote y Sancho fueron a las galeras. El
quatraluo, que estaua auisado de su buena venida,
por ver a los dos tan famosos Quixote y
Sancho; apenas llegaron a la marina, quando
todas las galeras abatieron tienda, y sonaron las
chirimias; arrojaron luego el esquife al agua,
cubierto de ricos tapetes y de almohadas de
terciopelo carmesi, y, en poniendo que puso los
pies en el don Quixote, disparó la capitana el
cañon de cruxia, y las otras galeras hizieron lo
mesmo, y al subir don Quixote por la escala
derecha, toda la chusma le saludó, como es
vsança quando vna persona principal entra en
la galera, diziendo: «Hu, hu, hu», tres
vezes. Diole la mano el general, que con este
nombre le llamaremos, que era vn principal
cauallero valenciano; abraçó a don Quixote,
diziendole:

``Este dia señalaré yo con piedra blanca, por
ser vno de los mejores que pienso lleuar en
mi vida, auiendo visto al señor don Quixote de
la Mancha: tiempo y señal que nos muestra
que en el se encierra y cifra todo el valor del
andante caualleria.''

Con otras no menos corteses razones le
respondio don Quixote, alegre sobremanera de
verse tratar tan a lo señor. Entraron todos en
la popa, que estaua muy bien adereçada, y
sentaronse por los bandines; passose el comitre
en cruxia, y dio señal con el pito que la
chusma hiziesse fueraropa, que se hizo en vn
instante. Sancho, que vio tanta gente en
cueros, quedó pasmado, y mas quando vio hazer
tienda con tanta priessa, que a el le parecio
que todos los diablos andauan alli trabajando;
pero esto todo fueron tortas y pan pintado,
para lo que aora dire. Estaua Sancho sentado
sobre el estanterol, junto al espaldar de la
mano derecha, el qual, ya auisado de lo que
auia de hazer, assio de Sancho, y, leuantandole
en los braços, toda la chusma puesta en pie y
alerta, començando de la derecha vanda, le
fue dando y bolteando sobre los braços de la
chusma de banco en banco, con tanta priessa,
que el pobre Sancho perdio la vista de los ojos,
y sin duda penso que los mismos demonios le
lleuauan, y no pararon con el hasta boluerle
por la siniestra vanda y ponerle en la popa.
Quedó el pobre molido y jadeando y
trassudando, sin poder imaginar qué fue lo que
sucedido le auia.

Don Quixote, que vio el buelo sin alas de
Sancho, preguntó al general si eran ceremonias
aquellas que se vsauan con los primeros
que entrauan en las galeras; porque si acaso lo
fuesse, el, que no tenia intencion de professar
en ellas, no queria hazer semejantes exercicios,
y que votaua a Dios que si alguno llegaua
a assirle para boltearle, que le auia de sacar
el alma a puntillazos; y, diziendo esto, se
leuantó en pie y empuñó la espada.

A este instante abatieron tienda, y con
grandissimo ruydo dexaron caer la entena de alto
abaxo. Penso Sancho que el cielo se desencaxaua
de sus quizios y venia a dar sobre su cabeça;
y, agouiandola lleno de miedo, la puso
entre las piernas. No las tuuo todas consigo
don Quixote, que tambien se estremecio y
encogio de ombros y perdio la color del rostro.
La chusma hizo la entena con la misma priessa
y ruydo que la auian amaynado, y todo esto,
callando, como si no tuuieran voz ni aliento.
Hizo señal el comitre que zarpassen el ferro, y,
saltando en mitad de la cruxia con el coruacho
o rebenque, començo a mosquear las espaldas
de la chusma, y a largarse poco a poco
a la mar. Quando Sancho vio a vna mouerse
tantos pies colorados, que tales penso el que
eran los remos, dixo entre si:

``Estas si son verdaderamente cosas
encantadas, y no las que mi amo dize. ¿Qué han
hecho estos desdichados, que ansi los açotan,
y cómo este hombre solo que anda por aqui
siluando tiene atreuimiento para açotar a tanta
gente? Aora yo digo que este es infierno, o,
por lo menos, el purgatorio.''

Don Quixote, que vio la atencion con que
Sancho miraua lo que passaua, le dixo:

``¡A, Sancho amigo, y con qué breuedad y
quán a poca costa os podiades vos, si
quisiessedes, desnudar de medio cuerpo arriba, y
poneros entre estos señores, y acabar con el
desencanto de Dulcinea! Pues con la miseria y
pena de tantos, no sentiriades vos mucho la
vuestra; y mas que podria ser que el sabio
Merlin tomasse en cuenta cada açote destos,
por ser dados de buena mano, por diez de los
que vos finalmente os aueis de dar.''

Preguntar queria el general, qué açotes eran
aquellos, o qué desencanto de Dulcinea,
quando dixo el marinero:

``Señal haze Monjui de que ay baxel de remos
en la costa, por la vanda del poniente.''

Esto oydo, saltó el general en la cruxia y
dixo:

``¡Ea, hijos, no se nos vaya! Algun vergantin
de cossarios de Argel deue de ser este que la
atalaya nos señala.''

Llegaronse luego las otras tres galeras a la
capitana, a saber lo que se les ordenaua. Mandó
el general que las dos saliessen a la mar, y
el con la otra yria tierra a tierra, porque ansi
el baxel no se les escaparia. Apretó la chusma
los remos, impeliendo las galeras con tanta
furia que parecia que bolauan. Las que salieron
a la mar, a obra de dos millas, descubrieron
vn baxel, que con la vista le marcaron por
de hasta catorze o quinze bancos, y, assi era la
verdad; el qual baxel, quando descubrio las
galeras, se puso en caça, con intencion y
esperança de escaparse por su ligereza; pero
auinole mal, porque la galera capitana era de los
mas ligeros baxeles que en la mar nauegauan,
y, assi, le fue entrando, que claramente los del
vergantin conocieron que no podian escaparse,
y, assi, el arraez quisiera que dexaran los
remos y se entregaran, por no irritar a enojo al
capitan que nuestras galeras regia. Pero la
suerte, que de otra manera lo guiaua, ordenó
que ya que la capitana llegaua tan cerca, que
podian los del baxel oyr las vozes que desde
ella les dezian que se rindiessen, dos
toraquis, que es como dezir dos turcos,
borrachos, que en el vargantin venian con estos
doze, dispararon dos escopetas, con que dieron
muerte a dos soldados que sobre nuestras
arrumbadas venian. Viendo lo qual, juró el
general de no dexar con vida a todos quantos
en el baxel tomasse, y, llegando a enuestir con
toda furia, se le escapó por debaxo de la
palamenta. Passo la galera adelante vn buen
trecho; los del baxel se vieron perdidos, hizieron
vela en tanto que la galera boluia, y de nueuo,
a vela y a remo se pusieron en caça; pero no
les aprouechó su diligencia tanto como les
dañó su atreuimiento, porque, alcançandoles
la capitana a poco mas de media milla, les
echó la palamenta encima y los cogio viuos a
todos.

Llegaron, en esto, las otras dos galeras, y
todas quatro con la presa boluieron a la playa,
donde infinita gente los estaua esperando,
desseosos de ver lo que traian. Dio fondo el
general cerca de tierra, y conocio que estaua
en la marina el virrey de la ciudad. Mandó
echar el esquife para traerle, y mandó
amaynar la entena para ahorcar luego luego al
arraez, y a los demas turcos que en el baxel
auia cogido, que serian hasta treynta y seys
personas, todos gallardos, y los mas, escopeteros
turcos. Preguntó el general quién era el
arraez del vergantin, y fuele respondido por
vno de los cautiuos, en lengua castellana, que
despues parecio ser renegado español:

``Este mancebo, señor, que aqui vees, es
nuestro arraez.''

Y mostrole vno de los mas bellos y
gallardos moços que pudiera pintar la humana
imaginacion. La edad, al parecer, no llegaua a
veynte años. Preguntole el general:

``Dime, mal aconsejado perro, ¿quién te
mouio a matarme mis soldados, pues veias ser
impossible el escaparte? ¿Esse respeto se
guarda a las capitanas? ¿No sabes tu que no es
valentia la temeridad? Las esperanças dudosas
han de hazer a los hombres atreuidos, pero no
temerarios.''

Responder queria el arraez, pero no pudo el
general por entonces oir la respuesta, por
acudir a recebir al virrey, que ya entraua en la
galera, con el qual entraron algunos de sus
criados y algunas personas del pueblo.

``¡Buena ha estado la caça, señor general!''
dixo el virrey.

``Y tan buena'', respondio el general, ``qual
la verá vuestra excelencia agora colgada de
esta entena.''

``Cómo ansi?'', replicó el virrey.

``Porque me han muerto'', respondio el
general, ``contra toda ley y contra toda razon y
vsança de guerra, dos soldados de los mejores
que en estas galeras venian, y yo he jurado de
ahorcar a quantos he cautiuado, principalmente
a este moço, que es el arraez del vergantin.''

Y enseñole al que ya tenia atadas las manos,
y echado el cordel a la garganta, esperando la
muerte.

Mirole el virrey, y, viendole tan hermoso y
tan gallardo y tan humilde, dandole en aquel
instante vna carta de recomendacion su
hermosura, le vino desseo de escusar su muerte,
y, assi, le preguntó:

``Dime, arraez, ¿eres turco de nacion, o moro,
o renegado?''

A lo qual el moço respondio en lengua
assimesmo castellana:

``Ni soy turco de nacion, ni moro, ni
renegado.''

``Pues ¿qué eres?'', replicó el virrey.

``Muger christiana'', respondio el mancebo.

``¿Muger, y christiana, y en tal trage y en
tales pasos? Mas es cosa para admirarla que
para creerla.''

``Suspended'', dixo el moço, ``o señores, la
execucion de mi muerte; que no se perdera
mucho en que se dilate vuestra vengança en
tanto que yo os cuente mi vida.''

¿Quién fuera el de coraçon tan duro, que
con estas razones no se ablandara, o, a lo
menos, hasta oyr las que el triste y lastimado
mancebo dezir queria? El general le dixo que
dixesse lo que quisiesse; pero que no esperasse
alcançar perdon de su conocida culpa. Con
esta licencia el moço començo a dezir desta
manera:

``De aquella nacion mas desdichada que
prudente, sobre quien ha llouido estos dias vn
mar de desgracias, naci yo de moriscos padres
engendrada. En la corriente de su desuentura
fuy yo por dos tios mios lleuada a Berberia,
sin que me aprouechasse dezir que era christiana,
como, en efecto, lo soy, y no de las fingidas
ni aparentes, sino de las verdaderas y
catolicas. No me valio con los que tenian a cargo
nuestro miserable destierro dezir esta verdad,
ni mis tios quisieron creerla; antes la tuuieron
por mentira y por inuencion, para quedarme en
la tierra donde auia nacido, y, assi, por fuerça
mas que por grado me truxeron consigo. Tuue
vna madre christiana y vn padre discreto y
christiano ni mas ni menos; mamé la Fe catolica
en la leche, crieme con buenas costumbres; ni
en la lengua, ni en ellas jamas, a mi parecer, di
señales de ser morisca. Al par y al paso destas
virtudes, que yo creo que lo son, crecio mi
hermosura, si es que tengo alguna; y aunque mi
recato y mi encerramiento fue mucho, no
deuio de ser tanto que no tuuiesse lugar de
verme vn mancebo cauallero llamado don Gaspar
Gregorio, hijo mayorazgo de vn cauallero
que junto a nuestro lugar otro suyo tiene. Cómo
me vio, cómo nos hablamos, cómo se vio
perdido por mi y cómo yo no muy ganada por el,
seria largo de contar, y mas en tiempo que
estoy temiendo que entre la lengua y la
garganta se ha de atrauessar el riguroso cordel
que me amenaza; y, assi, solo dire como en
nuestro destierro quiso acompañarme don
Gregorio. Mezclose con los moriscos que de otros
lugares salieron, porque sabia muy bien la
lengua, y en el viage se hizo amigo de dos tios
mios, que consigo me traian; porque mi padre,
prudente y preuenido, assi como oyo el primer
vando de nuestro destierro, se salio del lugar
y se fue a buscar alguno en los reynos
extraños, que nos acogiesse. Dexó encerradas y
enterradas en vna parte, de quien yo sola tengo
noticia, muchas perlas y piedras de gran valor,
con algunos dineros en cruzados y doblones
de oro. Mandome que no tocasse al tesoro que
dexaua, en ninguna manera, si acaso antes
que el boluiesse nos desterrauan. Hizelo assi,
y con mis tios, como tengo dicho, y otros
parientes y allegados passamos a Berberia y el
lugar donde hizimos assiento fue en Argel, como
si le hizieramos en el mismo infierno.

''Tuuo noticia el rey de mi hermosura, y la
fama se la dio de mis riquezas, que en parte
fue ventura mia. Llamome ante si, preguntome
de qué parte de España era, y qué dineros y
qué joyas traia; dixele el lugar, y que las joyas
y dineros quedauan en el enterrados; pero que
con facilidad se podrian cobrar si yo misma
boluiesse por ellos. Todo esto le dixe,
temerosa de que no le cegasse mi hermosura, sino
su codicia. Estando conmigo en estas platicas,
le llegaron a dezir como venia conmigo vno de
los mas gallardos y hermosos mancebos que
se podia imaginar. Luego entendi que lo dezian
por don Gaspar Gregorio, cuya belleza se dexa
atras las mayores que encarecer se pueden.
Turbeme, considerando el peligro que don
Gregorio corria, porque entre aquellos barbaros
turcos en mas se tiene y estima vn mochacho
o mancebo hermoso que vna muger, por bellissima
que sea. Mandó luego el rey que se le
truxessen alli delante para verle, y preguntome
si era verdad lo que de aquel moço le dezian;
entonces yo, casi como preuenida del cielo, le
dixe que si era; pero que le hazia saber que no
era varon, sino muger como yo, y que le suplicaua
me la dexasse yr a vestir en su natural trage,
para que de todo en todo mostrasse su belleza
y con menos empacho pareciesse ante su
presencia. Dixome que fuesse en buena hora, y
que otro dia hablariamos en el modo que se
podia tener para que yo boluiesse a España a
sacar el escondido tesoro. Hablé con don Gaspar,
contele el peligro que corria el mostrar ser
hombre, vestile de mora, y aquella mesma
tarde le truxe a la presencia del rey, el qual,
en viendole, quedó admirado y hizo disignio
de guardarla para hazer presente della al Gran
Señor; y por huir del peligro que en el serrallo
de sus mugeres podia tener, y temer de si mismo,
la mandó poner en casa de vnas principales
moras que la guardassen, y la siruiessen,
adonde le lleuaron luego. Lo que los dos
sentimos, que no puedo negar que no le quiero,
se dexe a la consideracion de los que se apartan
si bien se quieren.

''Dio luego traça el rey de que yo boluiesse
a España en este vergantin, y que me acompañassen
dos turcos de nacion que fueron los que
mataron vuestros soldados. Vino tambien conmigo
este renegado español -- señalando al que
auia hablado primero --, del qual se yo bien que
es christiano encubierto y que viene con mas
desseo de quedarse en España que de boluer a
Berberia; la demas chusma del vergantin son
moros y turcos, que no siruen de mas que de
vogar al remo. Los dos turcos codiciosos e
insolentes, sin guardar el orden que traiamos
de que a mi y a este renegado en la primer
parte de España, en habito de christianos, de
que venimos proueydos, nos echassen en tierra,
primero quisieron barrer esta costa y hazer
alguna presa, si pudiessen, temiendo que si
primero nos echauan en tierra, por algun
acidente que a los dos nos sucediesse, podriamos
descubrir que quedaua el vergantin en la mar,
y si acaso huuiesse galeras por esta costa, los
tomassen. Anoche descubrimos esta playa, y
sin tener noticia destas quatro galeras, fuimos
descubiertos, y nos ha sucedido lo que aueis
visto. En resolucion, don Gregorio queda en
habito de muger entre mugeres, con manifiesto
peligro de perderse, y yo me veo atadas las
manos esperando, o, por mejor dezir, temiendo
perder la vida que ya me cansa.

''Este es, señores, el fin de mi lamentable
historia, tan verdadera como desdichada; lo que
os ruego es que me dexeis morir como christiana,
pues como ya he dicho, en ninguna cosa
he sido culpante de la culpa en que los de mi
nacion han caydo.''

Y luego calló, preñados los ojos de tiernas
lagrimas, a quien acompañaron muchas de los
que presentes estauan. El virrey, tierno y
compassiuo, sin hablarle palabra, se llegó a ella y le
quitó con sus manos el cordel que las hermosas
de la mora ligaua. En tanto, pues, que la
morisca christiana su peregrina historia trataua,
tuuo clauados los ojos en ella vn anciano
peregrino, que entró en la galera quando entró
el virrey, y apenas dio fin a su platica la
morisca, quando el se arrojó a sus pies, y,
abraçado dellos, con interrumpidas palabras de mil
sollozos y suspiros, le dixo:

``¡O Ana Felix, desdichada hija mia! Yo soy
tu padre Ricote, que boluia a buscarte, por no
poder viuir sin ti, que eres mi alma.''

A cuyas palabras abrio los ojos Sancho, y
alçó la cabeça, que inclinada tenia pensando
en la desgracia de su passeo, y mirando al
peregrino, conocio ser el mismo Ricote que topó
el dia que salio de su gouierno; y confirmose
que aquella era su hija, la qual, ya desatada,
abraçó a su padre, mezclando sus lagrimas con
las suyas; el qual dixo al general y al virrey:

``Esta, señores, es mi hija, mas desdichada
en sus sucessos que en su nombre. Ana Felix
se llama, con el sobrenombre de Ricote, famosa
tanto por su hermosura como por mi riqueza.
Yo sali de mi patria a buscar en reynos
estraños quien nos albergasse y recogiesse, y,
auiendole hallado en Alemania, bolui en este
habito de peregrino, en compañia de otros
alemanes a buscar mi hija y a desenterrar
muchas riquezas que dexé escondidas. No hallé a
mi hija, hallé el tesoro que conmigo traygo, y
agora, por el estraño rodeo que aueys visto, he
hallado el tesoro que mas me enriqueze, que
es a mi querida hija. Si nuestra poca culpa y sus
lagrimas y las mias por la integridad de vuestra
justicia pueden abrir puertas a la misericordia,
vsadla con nosotros, que jamas tuuimos
pensamiento de ofenderos, ni conuenimos en
ningun modo con la intencion de los nuestros,
que justamente han sido desterrados.''

Entonces dixo Sancho:

``Bien conozco a Ricote, y se que es verdad
lo que dize en quanto a ser Ana Felix su hija;
que en essotras çarandajas de yr y venir, tener
buena o mala intencion, no me entremeto.''

Admirados del estraño caso todos los
presentes, el general dixo:

``Vna por vna, vuestras lagrimas no me
dexarán cumplir mi juramento; viuid, hermosa
Ana Felix, los años de vida que os tiene
determinados el cielo, y lleuen la pena de su culpa
los insolentes y atreuidos que la cometieron.''

Y mandó luego ahorcar de la entena a los
dos turcos, que a sus dos soldados auian muerto;
pero el virrey le pidio encarecidamente no
los ahorcasse, pues mas locura que valentia
auia sido la suya. Hizo el general lo que el
virrey le pedia, porque no se executan bien las
venganças a sangre elada. Procuraron luego
dar traça de sacar a don Gaspar Gregorio del
peligro en que quedaua. Ofrecio Ricote para
ello mas de dos mil ducados que en perlas y
en joyas tenia. Dieronse muchos medios; pero
ninguno fue tal como el que dio el renegado
español que se ha dicho, el qual se ofrecio de
boluer a Argel en algun barco pequeño, de
hasta seys bancos, armado de remeros
christianos, porque el sabia dónde, cómo y quándo
podia y deuia desembarcar; y, assimismo, no
ignoraua la casa donde don Gaspar quedaua.

Dudaron el general y el virrey el fiarse del
renegado, ni confiar de los christianos que
auian de vogar el remo. Fiole Ana Felix, y
Ricote, su padre, dixo que salia a dar el rescate
de los christianos, si acaso se perdiessen.
Firmados, pues, en este parecer, se desembarcó
el virrey, y don Antonio Moreno se lleuó consigo
a la morisca y a su padre, encargandole el
virrey que los regalasse y acariciasse quanto le
fuesse possible; que de su parte le ofrecia lo
que en su casa huuiesse para su regalo. Tanta
fue la beneuolencia y caridad que la hermosura
de Ana Felix infundio en su pecho.


## <p064>
# chapter  64 LXIV
# unit N chapternum
Capitulo LXIV
# unit T title
Que trata de la auentura que mas pesadumbre
dio a don Quixote de quantas hasta
entonces le auian sucedido.
# unit P text
La muger de don Antonio Moreno cuenta la
historia que recibio grandissimo contento de
ver a Ana Felix en su casa; recibiola con
mucho agrado, assi enamorada de su belleza
como de su discrecion, porque en lo vno y en lo
otro era estremada la morisca, y toda la gente
de la ciudad, como a campana tañida, venian
a verla. Dixo don Quixote a don Antonio que
el parecer que auian tomado en la libertad de
don Gregorio no era bueno, porque tenia mas
de peligroso que de conueniente, y que seria
mejor que le pusiessen a el en Berberia con
sus armas y cauallo, que el le sacaria a pesar
de toda la morisma, como auia hecho don
Gayferos a su esposa Melisendra.

``Aduierta vuessa merced'', dixo Sancho
oyendo esto, ``que el señor don Gaiferos sacó
a su esposa de tierra firme y la lleuó a Francia
por tierra firme; pero aqui, si acaso sacamos
a don Gregorio, no tenemos por dónde traerle
a España, pues está la mar en medio.''

``Para todo ay remedio, si no es para la
muerte'', respondio don Quixote; ``pues llegando el
barco a la marina, nos podremos embarcar en
el, aunque todo el mundo lo impida.''

``Muy bien lo pinta y facilita vuessa merced'',
dixo Sancho; ``pero del dicho al hecho ay gran
trecho, y yo me atengo al renegado que me
parece muy hombre de bien y de muy buenas
entrañas.''

Don Antonio dixo que si el renegado saliesse
bien del caso, se tomaria el espediente
de que el gran don Quixote passasse en Berberia.
De alli a dos dias partio el renegado en
vn ligero barco de seys remos por vanda, armado
de valentissima chusma, y de alli a otros
dos se partieron las galeras a Leuante, auiendo
pedido el general al visorrey fuesse seruido de
auisarle de lo que sucediesse en la libertad de
don Gregorio y en el caso de Ana Felix. Quedó
el visorrey de hazerlo assi, como se lo pedia.

Y vna mañana, saliendo don Quixote a
passearse por la playa, armado de todas sus
armas, porque, como muchas vezes dezia, ellas
eran sus arreos, y su descanso el pelear, y
no se hallaua sin ellas vn punto, vio venir
hazia el vn cauallero armado assimismo de
punta en blanco, que en el escudo traia pintada
vna luna resplandeciente; el qual, llegandose
a trecho que podia ser oydo, en altas vozes,
encaminando sus razones a don Quixote, dixo:

``Insigne cauallero y jamas como se deue
alabado don Quixote de la Mancha, yo soy el
Cauallero de la Blanca Luna, cuyas inauditas
hazañas quiça te le auran traydo a la memoria.
Vengo a contender contigo y a prouar la fuerça
de tus braços, en razon de hazerte conocer y
confessar que mi dama, sea quien fuere, es sin
comparacion mas hermosa que tu Dulcinea del
Toboso; la qual verdad si tu la confiessas de
llano en llano, escusarás tu muerte y el trabajo
que yo he de tomar en dartela, y si tu peleares
y yo te venciere no quiero otra satisfacion sino
que, dexando las armas y absteniendote de
buscar auenturas, te recojas y retires a tu lugar
por tiempo de vn año, donde has de viuir sin
echar mano a la espada, en paz tranquila y en
prouechoso sossiego, porque assi conuiene al
aumento de tu hazienda y a la saluacion de tu
alma. Y si tu me vencieres, quedará a tu
discrecion mi cabeça, y seran tuyos los despojos
de mis armas y cauallo, y passará a la tuya la
fama de mis hazañas. Mira lo que está mejor,
y respondeme luego; porque oy todo el dia
traygo de termino para despachar este
negocio.''

Don Quixote quedó suspenso y atonito, assi
de la arrogancia del Cauallero de la Blanca
Luna, como de la causa porque le dessafiaua; y
con reposo y ademan seuero le respondio:

``Cauallero de la Blanca Luna, cuyas hazañas
hasta agora no han llegado a mi noticia,
yo osaré jurar que jamas aueis visto a la
illustre Dulcinea; que si visto la huuierades
yo se que procurarades no poneros en esta
demanda, porque su vista os dessengañara de que
no ha auido ni puede auer belleza que con la
suya comparar se pueda. Y, assi, no diziendoos
que mentis, sino que no acertais en lo
propuesto, con las condiciones que aueis referido
aceto vuestro dessafio, y luego, porque no se
passe el dia que traeis determinado; y solo
exceto de las condiciones la de que se passe a
mi la fama de vuestras hazañas, porque no se
quáles ni qué tales sean; con las mias me
contento, tales quales ellas son. Tomad, pues, la
parte del campo que quisieredes; que yo haré
lo mesmo, y a quien Dios se la diere, San
Pedro se la bendiga.''

Auian descubierto de la ciudad al Cauallero
de la Blanca Luna, y dichoselo al visorrey
que estaua hablando con don Quixote de
la Mancha. El visorrey, creyendo seria alguna
nueua auentura fabricada por don Antonio
Moreno o por otro algun cauallero de la ciudad,
salio luego a la playa con don Antonio y con
otros muchos caualleros que le acompañauan,
a tiempo quando don Quixote boluia las
riendas a Rozinante para tomar del campo lo
necessario. Viendo, pues, el visorrey que dauan
los dos señales de boluerse a encontrar, se
puso en medio, preguntandoles qué era la
causa que les mouia a hazer tan de improuiso
batalla.

El Cauallero de la Blanca Luna respondio
que era precedencia de hermosura, y, en breues
razones, le dixo las mismas que auia dicho a
don Quixote, con la acetacion de las condiciones
del dessafio hechas por entrambas partes.
Llegose el visorrey a don Antonio y preguntole
paso si sabia quién era el tal Cauallero
de la Blanca Luna, o si era alguna burla que
querian hazer a don Quixote. Don Antonio le
respondio que ni sabia quién era, ni si era de
burlas ni de veras el tal dessafio. Esta respuesta
tuuo perplexo al visorrey en si les dexaria o
no passar adelante en la batalla; pero no
pudiendose persuadir a que fuesse sino burla, se
apartó, diziendo:

``Señores caualleros, si aqui no ay otro
remedio sino confessar o morir, y el señor don
Quixote está en sus treze, y vuessa merced, el
de la Blanca Luna en sus catorze, a la mano
de Dios, y dense.''

Agradecio el de la Blanca Luna con cortesses
y discretas razones al visorrey la licencia
que se les daua, y don Quixote hizo lo
mesmo; el qual, encomendandose al cielo de
todo coraçon y a su Dulcinea, como tenia de
costumbre al començar de las batallas que se
le ofrecian, tornó a tomar otro poco mas del
campo, porque vio que su contrario hazia lo
mesmo, y, sin tocar trompeta ni otro instrumento
belico que les diesse señal de arremeter,
boluieron entrambos a vn mesmo punto las
riendas a sus cauallos, y como era mas ligero
el de la Blanca Luna, llegó a don Quixote a
dos tercios andados de la carrera, y alli le
encontro con tan poderosa fuerça, sin tocarle con
la lança -- que la leuantó, al parecer, de
proposito --, que dio con Rozinante y con don
Quixote por el suelo vna peligrosa cayda. Fue
luego sobre el, y, poniendole la lança sobre la
vissera, le dixo:

``Vencido sois, cauallero, y aun muerto, si no
confessais las condiciones de nuestro dessafio.''

Don Quixote, molido y aturdido, sin alçarse
la vissera, como si hablara dentro de vna
tumba, con voz debilitada y enferma, dixo:

``Dulcinea del Toboso es la mas hermosa
muger del mundo, y yo el mas desdichado cauallero
de la tierra, y no es bien que mi flaqueza
defraude esta verdad; aprieta, cauallero,
la lança, y quitame la vida, pues me has
quitado la honra.''

``Esso no hare yo, por cierto'', dixo el de la
Blanca Luna; ``viua, viua en su entereza la fama
de la hermosura de la señora Dulcinea del
Toboso; que solo me contento con que el gran
don Quixote se retire a su lugar vn año, o hasta
el tiempo que por mi le fuere mandado, como
concertamos antes de entrar en esta batalla.''

Todo esto oyeron el visorrey y don Antonio,
con otros muchos que alli estauan, y oyeron
assimismo que don Quixote respondio que
como no le pidiesse cosa que fuesse en
perjuyzio de Dulcinea, todo lo demas cumpliria
como cauallero puntual y verdadero.

Hecha esta confession, boluio las riendas el
de la Blanca Luna, y, haziendo messura con la
cabeça al visorrey, a medio galope se entró en
la ciudad. Mandó el visorrey a don Antonio
que fuesse tras el, y que en todas maneras
supiesse quién era. Leuantaron a don Quixote,
descubrieronle el rostro y hallaronle sin color
y trassudando. Rozinante, de puro malparado,
no se pudo mouer por entonces. Sancho, todo
triste, todo apessarado, no sabia qué dezirse
ni qué hazerse; pareciale que todo aquel
sucesso passaua en sueños, y que toda aquella
maquina era cosa de encantamento. Veia a su
señor rendido y obligado a no tomar armas en
vn año; imaginaua la luz de la gloria de sus
hazañas escurecida, las esperanças de sus
nueuas promessas dessechas, como se deshaze
el humo con el viento. Temia si quedaria, o
no, contrecho Rozinante, o deslocado su amo;
que no fuera poca ventura si deslocado quedara.
Finalmente, con vna silla de manos, que
mandó traer el visorrey, le lleuaron a la ciudad,
y el visorrey se boluio tambien a ella con
desseo de saber quién fuesse el Cauallero de la
Blanca Luna, que de tan mal talante auia
dexado a don Quixote.


## <p065>
# chapter  65 LXV
# unit N chapternum
Capitulo LXV
# unit T title
Donde se da noticia quién era el de la Blanca
Luna, con la libertad de don Gregorio y de
otros sucessos.
# unit P text
Siguio don Antonio Moreno al Cauallero de
la Blanca Luna, y siguieronle tambien, y aun
persiguieronle, muchos muchachos hasta que
le cerraron en vn meson dentro de la ciudad.
Entró en el don Antonio con desseo de
conocerle; salio vn escudero a recebirle y a
dessarmarle, encerrose en vna sala baxa, y con el
don Antonio, que no se le cozia el pan hasta
saber quién fuesse. Viendo, pues, el de la
Blanca Luna, que aquel cauallero no le dexaua,
le dixo:

``Bien se, señor, a lo que venis, que es a saber
quien soy; y porque no ay para qué negaroslo,
en tanto que este mi criado me dessarma,
os lo dire sin faltar vn punto a la verdad
del caso. Sabed, señor, que a mi me llaman el
bachiller Sanson Carrasco, soy del mesmo lugar
de don Quixote de la Mancha, cuya locura y
sandez mueue a que le tengamos lastima todos
quantos le conocemos, y entre los que mas se
la han tenido he sido yo, y, creyendo que está
su salud en su reposo y en que se esté en su
tierra y en su casa, di traça para hazerle estar
en ella, y, assi, aura tres meses que le sali
al camino como cauallero andante, llamandome
el Cauallero de los Espejos, con intencion
de pelear con el y vencerle sin hazerle daño,
poniendo por condicion de nuestra pelea que
el vencido quedasse a discrecion del vencedor,
y lo que yo pensaua pedirle, porque ya le
juzgaua por vencido, era que se boluiesse a su
lugar y que no saliesse del en todo vn año, en
el qual tiempo podria ser curado. Pero la
suerte lo ordenó de otra manera, porque el me
vencio a mi y me derribó del cauallo, y, assi,
no tuuo efecto mi pensamiento. El prosiguio
su camino, y yo me bolui vencido, corrido y
molido de la cayda, que fue a demas peligrosa;
pero no por esto se me quitó el desseo de
boluer a buscarle y a vencerle, como oy se ha
visto. Y como el es tan puntual en guardar las
ordenes de la andante caualleria, sin duda
alguna, guardará la que le he dado en cumplimiento
de su palabra. Esto es, señor, lo que
passa, sin que tenga que deziros otra cosa
alguna: suplicoos no me descubrais, ni le digais
a don Quixote quién soy, por que tengan efecto
los buenos pensamientos mios, y buelua a
cobrar su juyzio vn hombre que le tiene
bonissimo, como le dexen las sandezes de la
caualleria.''

``O, señor'', dixo don Antonio, ``Dios os
perdone el agrauio que aueis hecho a todo el
mundo en querer boluer cuerdo al mas gracioso
loco que hay en el. No veis, señor, que no
podra llegar el prouecho que cause la cordura
de don Quixote a lo que llega el gusto que
da con sus desuarios; pero yo imagino que
toda la industria del señor bachiller no ha de
ser parte para boluer cuerdo a vn hombre tan
rematadamente loco, y si no fuesse contra
caridad diria que nunca sane don Quixote, porque,
con su salud, no solamente perdemos sus
gracias, sino las de Sancho Pança su escudero;
que qualquiera dellas puede boluer a alegrar a
la misma melancolia. Con todo esto, callaré, y
no le dire nada, por ver si salgo verdadero en
sospechar que no ha de tener efecto la
diligencia hecha por el señor Carrasco.''

El qual respondio que ya vna por vna estaua
en buen punto aquel negocio, de quien esperaua
feliz sucesso. Y, auiendole ofrecido don
Antonio de hazer lo que mas le mandasse, se
despidio del, y hecho liar sus armas sobre vn
macho, luego al mismo punto, sobre el cauallo
con que entró en la batalla, se salio de la
ciudad aquel mismo dia, y se boluio a su patria,
sin sucederle cosa que obligue a contarla en
esta verdadera historia.

Conto don Antonio al visorrey todo lo que
Carrasco le auia contado, de lo que el visorrey
no recibio mucho gusto, porque en el recogimiento
de don Quixote se perdia el que podian
tener todos aquellos que de sus locuras
tuuiessen noticia.

Seis dias estuuo don Quixote en el lecho,
marrido, triste, pensatiuo y mal acondicionado,
yendo y viniendo con la imaginacion en el
desdichado sucesso de su vencimiento. Consolauale
Sancho, y, entre otras razones, le dixo:

``Señor mio, alce vuessa merced la cabeça y
alegrese si puede, y de gracias al cielo, que,
ya que le derribó en la tierra, no salio con
alguna costilla quebrada, y pues sabe que donde
las dan las toman, y que no siempre ay tocinos
donde ay estacas, de vna higa al medico,
pues no le ha menester para que le cure en
esta enfermedad; boluamonos a nuestra casa,
y dexemonos de andar buscando auenturas
por tierras y lugares que no sabemos; y si bien
se considera, yo soy aqui el mas perdidoso,
aunque es vuessa merced el mas mal parado.
Yo, que dexé con el gouierno los desseos de
ser mas gouernador, no dexé la gana de ser
conde, que jamas tendra efecto si vuessa
merced dexa de ser rey, dexando el exercicio de
su caualleria, y, assi, vienen a boluerse en
humo mis esperanças.''

``Calla, Sancho, pues ves que mi reclusion y
retirada no ha de passar de vn año; que luego
boluere a mis honrados exercicios, y no me
ha de faltar reyno que gane y algun condado
que darte.''

``Dios lo oyga'', dixo Sancho, ``y el
pecado sea sordo; que siempre he oydo dezir
que mas vale buena esperança que ruyn
possession.''

En esto estauan, quando entró don Antonio,
diziendo, con muestras de grandissimo
contento:

``¡Albricias, señor don Quixote, que don
Gregorio y el renegado que fue por el está en la
playa! ¿Qué digo en la playa? Ya está en casa
del visorrey, y sera aqui al momento.''

Alegrose algun tanto don Quixote, y dixo:

``En verdad que estoy por dezir que me
holgara que huuiera sucedido todo al rebes,
porque me obligara a passar en Berberia, donde
con la fuerça de mi braço diera libertad no
solo a don Gregorio sino a quantos christianos
cautiuos ay en Berberia. Pero ¿qué digo,
miserable? ¿No soy yo el vencido? ¿No soy yo el
derribado? ¿No soy yo el que no puede tomar
arma en vn año? Pues ¿qué prometo? ¿De qué
me alabo, si antes me conuiene vsar de la
rueca que de la espada?''

``Dexese desso, señor'', dixo Sancho; ``viua
la gallina aunque con su pepita; que oy por ti
y mañana por mi; y en estas cosas de encuentros
y porraços no ay tomarles tiento alguno,
pues el que oy cae puede leuantarse mañana,
si no es que se quiere estar en la cama, quiero
dezir, que se dexe desmayar, sin cobrar nueuos
brios para nueuas pendencias. Y leuantese
vuessa merced agora para recebir a don
Gregorio; que me parece que anda la gente
alborotada y ya deue de estar en casa.''

Y assi era la verdad; porque auiendo ya
dado cuenta don Gregorio y el renegado al
visorrey de su yda y buelta, desseosso don
Gregorio de ver a Ana Felix, vino con el
renegado a casa de don Antonio, y aunque don
Gregorio quando le sacaron de Argel fue con
habitos de muger, en el barco los trocó por los
de vn cautiuo que salio consigo; pero en
qualquiera que viniera mostrara ser persona para
ser codiciada, seruida y estimada, porque era
hermoso sobremanera, y la edad, al parecer,
de diez y siete o diez y ocho años. Ricote y
su hija salieron a recebirle, el padre con
lagrimas, y la hija con honestidad. No se abraçaron
vnos a otros, porque donde ay mucho amor
no suele auer demasiada dessemboltura. Las
dos bellezas juntas de don Gregorio y Ana
Felix admiraron en particular a todos juntos
los que presentes estauan. El silencio fue alli
el que habló por los dos amantes, y los ojos
fueron las lenguas que descubrieron sus
alegres y honestos pensamientos.

Conto el renegado la industria y medio que
tuuo para sacar a don Gregorio; conto don
Gregorio los peligros y aprietos en que se auia
visto con las mugeres con quien auia quedado,
no con largo razonamiento, sino con breues
palabras, donde mostro que su discrecion se
adelantaua a sus años. Finalmente, Ricote
pagó y satisfizo liberalmente assi al renegado
como a los que auian bogado al remo.
Reyncorporose y reduxose el renegado con la
Iglesia, y de miembro podrido, boluio limpio y
sano con la penitencia y el arrepentimiento.

De alli a dos dias trató el visorrey con don
Antonio qué modo tendrian para que Ana
Felix y su padre quedassen en España,
pareciendoles no ser de inconueniente alguno que
quedassen en ella hija tan christiana, y padre,
al parecer, tan bien intencionado. Don Antonio
se ofrecio venir a la Corte a negociarlo,
donde auia de venir forçosamente a otros
negocios, dando a entender que en ella, por
medio del fauor y de las dadiuas, muchas
cosas dificultosas se acaban.

``No'', dixo Ricote, que se halló presente a
esta platica, ``ay que esperar en fauores ni en
dadiuas; porque con el gran don Bernardino
de Velasco, conde de Salazar, a quien dio
su majestad cargo de nuestra expulsion, no
valen ruegos, no promessas, no dadiuas, no
lastimas; porque aunque es verdad que el
mezcla la misericordia con la justicia, como el
vee que todo el cuerpo de nuestra nacion está
contaminado y podrido, vsa con el antes del
cauterio que abrassa que del vnguento que
molifica; y, assi, con prudencia, con sagacidad,
con diligencia y con miedos que pone, ha
lleuado sobre sus fuertes ombros a deuida
execucion el peso desta gran maquina, sin que
nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y
fraudes ayan podido deslumbrar sus ojos de
Argos, que contino tiene alerta, porque no se le
quede ni encubra ninguno de los nuestros, que,
como rayz escondida, que con el tiempo
venga despues a brotar y a echar frutos
venenosos en España, ya limpia, ya dessembaraçada
de los temores en que nuestra muchedumbre
la tenia. Heroica resolucion del gran Filipo
Tercero, y inaudita prudencia en auerla
encargado al tal don Bernardino de Velasco.''

``Vna por vna, yo hare, puesto alla, las
diligencias possibles, y haga el cielo lo que mas
fuere seruido'', dixo don Antonio; ``don Gregorio
se yra conmigo a consolar la pena que sus
padres deuen tener por su ausencia. Ana Felix
se quedará con mi muger en mi casa, o en vn
monasterio, y yo se que el señor visorrey
gustará se quede en la suya el buen Ricote, hasta
ver cómo yo negocio.''

El visorrey consintio en todo lo propuesto;
pero don Gregorio, sabiendo lo que passaua,
dixo que en ninguna manera podia ni queria
dexar a doña Ana Felix; pero teniendo intencion
de ver a sus padres y de dar traça de boluer
por ella, vino en el decretado concierto.
Quedose Ana Felix con la muger de don
Antonio y Ricote en casa del visorrey.

Llegose el dia de la partida de don Antonio,
y el de don Quixote y Sancho, que fue de alli
a otros dos; que la cayda no le concedio que
mas presto se pusiesse en camino. Huuo
lagrimas, huuo suspiros, desmayos y sollozos al
despedirse don Gregorio de Ana Felix. Ofreciole
Ricote a don Gregorio mil escudos, si los
queria; pero el no tomó ninguno, sino solos
cinco que le prestó don Antonio, prometiendo
la paga dellos en la Corte. Con esto se partieron
los dos, y don Quixote y Sancho despues,
como se ha dicho, don Quixote, dessarmado
y de camino; Sancho, a pie, por yr el ruzio
cargado con las armas.


## <p066>
# chapter  66 LXVI
# unit N chapternum
Capitulo LXVI
# unit T title
Que trata de lo que vera el que lo leyere,
o lo oyra el que lo escuchare leer.
# unit P text
Al salir de Barcelona boluio don Quixote a
mirar el sitio donde auia caydo, y dixo:

``Aqui fue Troya; aqui mi desdicha, y no mi
cobardia, se lleuó mis alcançadas glorias; aqui
vsó la fortuna conmigo de sus bueltas y
rebueltas; aqui se escurecieron mis hazañas; aqui,
finalmente, cayo mi ventura para jamas
leuantarse.''

Oyendo lo qual Sancho, dixo:

``Tan de valientes coraçones es, señor mio,
tener sufrimiento en las desgracias, como
alegria en las prosperidades, y esto lo juzgo por
mi mismo; que si quando era gouernador estaua
alegre, agora que soy escudero de a pie,
no estoy triste. Porque he oydo dezir que esta
que llaman por ai Fortuna es vna muger borracha
y antojadiza, y, sobre todo, ciega, y, assi,
no vee lo que haze ni sabe a quien derriba ni
a quien ensalza.''

``Muy filosofo estas, Sancho'', respondio
don Quixote; ``muy a lo discreto hablas; no se
quién te lo enseña. Lo que te se dezir es que
no ay fortuna en el mundo, ni las cosas que en
el suceden, buenas o malas que sean, vienen
acaso, sino por particular prouidencia de los
cielos, y de aqui viene lo que suele dezirse que
cada vno es artifice de su ventura. Yo lo he sido
de la mia, pero no con la prudencia necessaria,
y, assi, me han salido al gallarin mis
presunciones; pues deuiera pensar que al poderoso
grandor del cauallo del de la Blanca Luna no
podia resistir la flaqueza de Rozinante. Atreuime,
en fin; hize lo que pude, derribaronme, y
aunque perdi la honra, no perdi ni puedo perder
la virtud de cumplir mi palabra. Quando era
cauallero andante, atreuido y valiente, con mis
obras y con mis manos acreditaua mis hechos,
y agora, quando soy escudero pedestre,
acreditaré mis palabras, cumpliendo la que di de
mi promessa. Camina, pues, amigo Sancho, y
vamos a tener en nuestra tierra el año del
nouiciado, con cuyo encerramiento cobraremos
virtud nueua para boluer al nunca de mi
oluidado exercicio de las armas.''

``Señor'', respondio Sancho, ``no es cosa tan
gustossa el caminar a pie, que me mueua e
incite a hazer grandes jornadas; dexemos estas
armas colgadas de algun arbol, en lugar de
vn ahorcado, y, ocupando yo las espaldas del
ruzio, leuantados los pies del suelo, haremos
las jornadas como vuessa merced las pidiere
y midiere; que pensar que tengo de caminar
a pie y hazerlas grandes es pensar en lo
escusado.''

``Bien has dicho, Sancho'', respondio don
Quixote, ``cuelguense mis armas por trofeo, y
al pie dellas, o alrededor dellas grauaremos en
los arboles lo que en el trofeo de las armas
de Roldan estaua escrito: ÷
# unit Q spanishverse
Nadie las mueua ÷
que estar no pueda con Roldan a prueua.''

# unit P text
``Todo esso me parece de perlas'', respondio
Sancho, ``y si no fuera por la falta que para el
camino nos auia de hazer Rozinante, tambien
fuera bien dexarle colgado.''

``Pues ni el ni las armas'', replicó don Quixote,
``quiero que se ahorquen, porque no se diga
que a buen seruicio mal galardon.''

``Muy bien dize vuessa merced'', respondio
Sancho, ``porque, segun opinion de discretos,
la culpa del asno no se ha de echar a la
albarda; y pues deste sucesso vuessa merced tiene
la culpa, castiguese a si mesmo, y no rebienten
sus iras por las ya rotas y sangrientas armas,
ni por las mansedumbres de Rozinante, ni por
la blandura de mis pies, queriendo que
caminen mas de lo justo.''

En estas razones y platicas se les passó todo
aquel dia, y aun otros quatro, sin sucederles
cosa que estoruasse su camino, y al quinto dia,
a la entrada de vn lugar, hallaron a la puerta
de vn meson mucha gente que por ser fiesta se
estaua alli solaçando. Quando llegaua a ellos
don Quixote, vn labrador alçó la voz, diziendo:

``Alguno destos dos señores que aqui vienen,
que no conocen las partes, dira lo que se
ha de hazer en nuestra apuesta.''

``Si dire, por cierto'', respondio don Quixote,
``con toda rectitud, si es que alcanço a
entenderla.''

``Es, pues, el caso'', dixo el labrador, ``señor
bueno, que vn vezino deste lugar, tan gordo
que pesa onze arrobas, dessafió a correr a otro
su vezino, que no pesa mas que cinco. Fue la
condicion que auian de correr vna carrera de
cien pasos con pesos iguales, y, auiendole
preguntado al dessafiador cómo se auia de igualar
el peso, dixo que el dessafiado, que pesa cinco
arrobas, se pusiesse seis de hierro a cuestas, y,
assi, se igualarian las onze arrobas del flaco
con las onze del gordo.''

``Esso no'', dixo a esta sazon Sancho, antes
que don Quixote respondiesse. ``Y a mi, que
ha pocos dias que sali de ser gouernador y
juez, como todo el mundo sabe, toca aueriguar
estas dudas y dar parecer en todo pleyto.''

``Responde, en buen hora'', dixo don Quixote,
``Sancho amigo; que yo no estoy para dar
migas a vn gato, segun traygo alborotado y
trastornado el juyzio.''

Con esta licencia, dixo Sancho a los
labradores, que estauan muchos alrededor del, la
boca abierta, esperando la sentencia de la suya:

``Hermanos, lo que el gordo pide no lleua
camino, ni tiene sombra de justicia alguna; porque
si es verdad lo que se dize que el dessafiado
puede escoger las armas, no es bien que este
las escoja tales, que le impidan ni estoruen
el salir vencedor; y, assi, es mi parecer que el
gordo dessafiador se escamonde, monde,
entresaque, pula y atilde, y saque seis arrobas de
sus carnes, de aqui o de alli de su cuerpo,
como mejor le pareciere y estuuiere, y desta
manera, quedando en cinco arrobas de peso, se
igualará y ajustará con las cinco de su
contrario, y assi podran correr igualmente.''

``Boto a tal'', dixo vn labrador que escuchó
la sentencia de Sancho, ``que este señor ha
hablado como vn bendito y sentenciado como
vn canonigo. Pero a buen seguro que no ha de
querer quitarse el gordo vna onza de sus
carnes, quanto mas seis arrobas.''

``Lo mejor es que no corran'', respondio otro,
``porque el flaco no se muela con el peso, ni el
gordo se descarne; y echese la mitad de la
apuesta en vino, y lleuemos a estos señores
a la taberna de lo caro, y sobre mi..., la
capa quando llueua.''

``Yo, señores'', respondio don Quixote, ``os
lo agradezco; pero no puedo detenerme vn
punto, porque pensamientos y sucessos tristes
me hazen parecer descortes y caminar mas que
de paso.''

Y, assi, dando de las espuelas a Rozinante,
passó adelante, dexandolos admirados de auer
visto y notado assi su estraña figura como la
discrecion de su criado; que por tal juzgaron
a Sancho. Y otro de los labradores dixo:

``Si el criado es tan discreto, ¡quál deue de
ser el amo! Yo apostaré que si van a estudiar a
Salamanca, que a vn tris han de venir a ser
alcaldes de Corte; que todo es burla sino
estudiar y mas estudiar, y tener fauor y ventura,
y quando menos se piensa el hombre se halla
con vna vara en la mano o con vna mitra en
la cabeça.''

Aquella noche la passaron amo y moço en
mitad del campo al cielo raso y descubierto, y
otro dia, siguiendo su camino, vieron que hazia
ellos venia vn hombre de a pie, con vnas alforjas
al cuello y vna azcona o chuzo en la mano,
propio talle de correo de a pie; el qual como
llegó junto a don Quixote adelantó el paso, y
medio corriendo llegó a el, y, abraçandole por
el muslo derecho, que no alcançaua a mas, le
dixo, con muestras de mucha alegria:

``¡O, mi señor don Quixote de la Mancha, y
que gran contento ha de llegar al coraçon de
mi señor el duque quando sepa que vuessa
merced buelue a su castillo!; que todauia se
está en el con mi señora la duquessa.''

``No os conozco, amigo'', respondio don Quixote,
``ni se quién sois, si vos no me lo dezis.''

``Yo, señor don Quixote'', respondio el
correo, ``soy Tosilos, el lacayo del duque mi
señor, que no quise pelear con vuessa merced
sobre el casamiento de la hija de doña
Rodriguez.''

``¡Valame Dios!'', dixo don Quixote; ``¿es possible
que sois vos el que los encantadores mis
enemigos transformaron en esse lacayo que
dezis, por defraudarme de la honra de aquella
batalla?''

``Calle, señor bueno'', replicó el cartero, ``que
no huuo encanto alguno, ni mudança de rostro
ninguna; tan lacayo Tosilos entré en la estacada
como Tosilos lacayo sali della; yo pense
casarme sin pelear, por auerme parecido bien
la moça; pero sucediome al rebes mi pensamiento,
pues assi como vuessa merced se partio
de nuestro castillo, el duque mi señor me
hizo dar cien palos por auer contrauenido a las
ordenanças que me tenia dadas antes de entrar
en la batalla, y todo a parado en que la
muchacha es ya monja, y doña Rodriguez se ha
buelto a Castilla, y yo voy aora a Barcelona a
lleuar vn pliego de cartas al virrey, que le
embia mi amo. Si vuessa merced quiere vn
traguito, aunque caliente, puro, aqui lleuo vna
calabaça llena de lo caro, con no se quantas
raxitas de quesso de Tronchon, que seruiran de
llamatiuo y despertador de la sed, si acaso está
durmiendo.''

``Quiero el embite'', dixo Sancho, ``y echese
el resto de la cortesia, y escancie el buen
Tosilos a despecho y pesar de quantos
encantadores ay en las Indias.''

``En fin'', dixo don Quixote, ``tu eres, Sancho,
el mayor gloton del mundo, y el mayor ignorante
de la tierra, pues no te persuades que
este correo es encantado, y este Tosilos,
contrahecho; quedate con el y hartate; que yo me
yre adelante poco a poco, esperandote a que
vengas.''

Riose el lacayo, dessembaynó su calabaça,
dessalforjó sus raxas, y, sacando vn panecillo,
el y Sancho se sentaron sobre la yerua verde,
y en buena paz compaña despauilaron y
dieron fondo con todo el repuesto de las
alforjas, con tan buenos alientos, que lamieron el
pliego de las cartas, solo porque olia a quesso.

Dixo Tosilos a Sancho:

``Sin duda este tu amo, Sancho amigo, deue
de ser vn loco.''

``¿Cómo deue?'', respondio Sancho; ``no deue
nada a nadie; que todo lo paga, y mas, quando
la moneda es locura. Bien lo veo yo, y bien se
lo digo a el; pero ¿qué aprouecha? Y mas
agora que va rematado, porque va vencido del
Cauallero de la Blanca Luna.''

Rogole Tosilos le contasse lo que le auia
sucedido; pero Sancho le respondio que era
descortesia dexar que su amo le esperasse;
que otro dia, si se encontrassen, auria lugar
para ello. Y, leuantandose, despues de auerse
sacudido el sayo y las migajas de las barbas,
antecogio al ruzio, y diziendo «a Dios», dexó
a Tosilos, y alcançó a su amo que a la sombra
de vn arbol le estaua esperando.


## <p067>
# chapter  67 LXVII
# unit N chapternum
Capitulo LXVII
# unit T title
De la resolucion que tomó don Quixote de
hazerse pastor y seguir la vida del campo en
tanto que se passaua el año de su promessa,
con otros sucessos en verdad gustosos y
buenos.
# unit P text
Si muchos pensamientos fatigauan a don
Quixote antes de ser derribado, muchos mas
le fatigaron despues de caydo. A la sombra del
arbol estaua, como se ha dicho, y alli, como
moscas a la miel le acudian y picauan
pensamientos; vnos yuan al dessencanto de
Dulcinea, y otros a la vida que auia de hazer en su
forçosa retirada. Llegó Sancho, y alabole la
liberal condicion del lacayo Tosilos.

``¿Es possible'', le dixo don Quixote, ``que
todauia, o Sancho, pienses que aquel sea
verdadero lacayo? Parece que se te ha ydo de las
mientes auer visto a Dulcinea conuertida y
transformada en labradora, y al Cauallero de
los Espejos en el bachiller Carrasco, obras
todas de los encantadores que me persiguen;
pero dime agora, ¿preguntaste a esse Tosilos
que dizes qué ha hecho Dios de Altissidora; si
ha llorado mi ausencia, o si ha dexado ya en
las manos del oluido los enamorados
pensamientos que en mi presencia la fatigauan?''

``No eran'', respondio Sancho, ``los que yo
tenia tales, que me diessen lugar a preguntar
boberias. ¡Cuerpo de mi!, señor, ¿está vuessa
merced aora en terminos de inquirir
pensamientos agenos, especialmente amorosos?''

``Mira, Sancho'', dixo don Quixote; ``mucha
diferencia ay de las obras que se hazen por
amor a las que se hazen por agradecimiento.
Bien puede ser que vn cauallero sea
desamorado; pero no puede ser, hablando en todo
rigor, que sea desagradecido. Quisome bien,
al parecer, Altisidora, diome los tres tocadores
que sabes, lloró en mi partida, maldixome,
vituperome, quexose a despecho de la verguença,
publicamente, señales todas de que me
adoraua; que las iras de los amantes suelen
parar en maldiciones. Yo no tuue esperanças
que darle, ni tesoros que ofrecerle, porque las
mias las tengo entregadas a Dulcinea, y los
tesoros de los caualleros andantes son como
los de los duendes, aparentes y falsos, y solo
puedo darle estos acuerdos que della tengo, sin
perjuyzio, pero, de los que tengo de Dulcinea,
a quien tu agrauias con la remission que tienes
en açotarte y en castigar essas carnes -- que
vea yo comidas de lobos -- que quieren
guardarse antes para los gusanos que para el
remedio de aquella pobre señora.''

``Señor'', respondio Sancho, ``si va a dezir la
verdad, yo no me puedo persuadir que los
açotes de mis posaderas tengan que ver con
los desencantos de los encantados, que es
como si dixessemos: «si os duele la cabeça,
vntaos las rodillas»; a lo menos, yo ossaré
jurar que en quantas historias vuessa merced
ha leydo que tratan de la andante caualleria
no ha visto algun desencantado por açotes;
pero, por si o por no, yo me los dare, quando
tenga gana y el tiempo me de comodidad para
castigarme.''

``Dios lo haga'', respondio don Quixote, ``y
los cielos te den gracia para que caygas en la
cuenta y en la obligacion que te corre de
ayudar a mi señora, que lo es tuya, pues tu eres
mio.''

En estas platicas yuan siguiendo su camino,
quando llegaron al mesmo sitio y lugar donde
fueron atropellados de los toros; reconociole
don Quixote; dixo a Sancho:

``Este es el prado donde topamos a las
bizarras pastoras y gallardos pastores que en el
querian renouar e imitar a la pastoral arcadia,
pensamiento tan nueuo como discreto, a cuya
imitacion, si es que a ti te parece bien, querria,
o Sancho, que nos conuirtiessemos en pastores,
siquiera el tiempo que tengo de estar recogido.
Yo compraré algunas ouejas y todas las
demas cosas que al pastoral exercicio son
necessarias, y, llamandome yo el pastor Quixotiz,
y tu el pastor Pancino, nos andaremos por los
montes, por las seluas y por los prados,
cantando aqui, endechando alli, beuiendo de los
liquidos cristales de las fuentes, o ya de los
limpios arroyuelos, o de los caudalosos rios.
Darannos con abundantissima mano de su
dulcissimo fruto las encinas, assiento los
troncos de los durissimos alcornoques, sombra los
sauces, olor las rosas, alfombras de mil colores
matizadas los estendidos prados, aliento el
ayre claro y puro, luz la luna y las estrellas, a
pesar de la escuridad de la noche, gusto el
canto, alegria el lloro, Apolo versos, el amor
conceptos, con que podremos hazernos eternos
y famosos, no solo en los presentes, sino en los
venideros siglos.''

``Pardiez'', dixo Sancho, ``que me ha quadrado,
y aun esquinado tal genero de vida; y
mas, que no la ha de auer aun bien visto el
bachiller Sanson Carrasco y maesse Nicolas el
barbero, quando la han de querer seguir, y
hazerse pastores con nosotros; y aun quiera Dios
no le venga en voluntad al cura de entrar
tambien en el aprisco, segun es de alegre y amigo
de holgarse.''

``Tu has dicho muy bien'', dixo don Quixote,
``y podra llamarse el bachiller Sanson Carrasco,
si entra en el pastoral gremio, como entrará,
sin duda, el pastor Sansonino, o ya el pastor
Carrascon; el barbero Nicolas se podra llamar
Miculoso, como ya el antiguo Boscan se
llamó Nemoroso; al cura no se que nombre le
pongamos, si no es algun deriuatiuo de su
nombre, llamandole el pastor Curiambro. Las
pastoras de quien hemos de ser amantes, como
entre peras podremos escoger sus nombres; y
pues el de mi señora quadra assi al de pastora
como al de princessa, no ay para qué cansarme
en buscar otro que mejor le venga; tu, Sancho,
pondras a la tuya el que quisieres.''

``No pienso'', respondio Sancho, ``ponerle
otro alguno sino el de Teresona, que le vendra
bien con su gordura y con el propio que tiene,
pues se llama Teresa; y mas, que celebrandola
yo en mis versos, vengo a descubrir mis castos
desseos, pues no ando a buscar pan de
trastrigo por las casas agenas. El cura no sera
bien que tenga pastora, por dar buen exemplo;
y si quisiere el bachiller tenerla, su alma en su
palma.''

``¡Valame Dios'', dixo don Quixote, ``y qué
vida nos hemos de dar, Sancho amigo! ¡Qué de
churumbelas han de llegar a nuestros oydos,
qué de gaytas zamoranas, qué tamborines,
y qué de sonajas, y qué de rabeles! Pues ¡qué
si destas diferencias de musicas resuena la de
los albogues! Alli se veran casi todos los
instrumentos pastorales.''

``¿Qué son albogues?'', preguntó Sancho;
``que ni los he oydo nombrar, ni los he visto
en toda mi vida.''

``Albogues son'', respondio don Quixote,
``vnas chapas a modo de candeleros de açofar,
que dando vna con otra por lo vacio y
hueco, haze vn son, si no muy agradable,
ni armonico, no descontenta, y viene bien con
la rusticidad de la gayta y del tamborin; y este
nombre albogues es morisco, como lo son todos
aquellos que en nuestra lengua castellana
comiençan en al, conuiene a saber: almoaça,
almorçar, alhombra, alguazil, alucema, almacen,
alcanzia, y otros semejantes, que deuen
ser pocos mas; y solos tres tiene nuestra
lengua que son moriscos y acaban en i, y son
borcegui, zaquiçami, y marauedi; alheli y
alfaqui, tanto por el al primero como por el i
en que acaban, son conocidos por arabigos.
Esto te he dicho de paso por auermelo reduzido
a la memoria la ocasion de auer nombrado
albogues; y anos de ayudar mucho al parecer
en perfecion este exercicio el ser yo algun
tanto poeta, como tu sabes, y el serlo tambien
en estremo el bachiller Sanson Carrasco; del
cura no digo nada, pero yo apostaré que deue
de tener sus puntas y collares de poeta; y que
las tenga tambien maesse Nicolas, no dudo en
ello, porque todos o los mas son guitarristas y
copleros. Yo me quexaré de ausencia; tu te
alabarás de firme enamorado; el pastor Carrascon
de desdeñado, y el cura Curiambro de lo
que el mas puede seruirse, y, assi, andara la
cosa que no aya mas que dessear.''

A lo que respondio Sancho:

``Yo soy, señor, tan desgraciado que temo no
ha de llegar el dia en que en tal exercicio me
vea. ¡O, qué polidas cuchares tengo de
hazer quando pastor me vea! ¡Qué de migas, qué
de natas, qué de guirnaldas y qué de çarandajas
pastoriles, que, puesto que no me grangeen
fama de discreto, no dexarán de grangearme
la de ingenioso! Sanchica mi hija nos lleuará la
comida al hato; pero ¡guarda! que es de buen
parecer, y ay pastores mas maliciosos que
simples, y no querria que fuesse por lana y
boluiesse trasquilada; y tambien suelen andar los
amores y los no buenos desseos por los campos
como por las ciudades, y por las pastorales
choças como por los reales palacios, y quitada
la causa, se quita el pecado, y ojos que no
veen, coraçon que no quiebra, y mas vale salto
de mata que ruego de hombres buenos.''

``No mas refranes, Sancho'', dixo don Quixote,
``pues qualquiera de los que has dicho basta
para dar a entender tu pensamiento, y muchas
vezes te he aconsejado que no seas tan prodigo
de refranes, y que te vayas a la mano en dezirlos;
pero pareceme que es predicar en desierto,
y «castigame mi madre, y yo trómpogelas».''

``Pareceme'', respondio Sancho, ``que vuessa
merced es como lo que dizen: «dixo la sarten
a la caldera: quitate alla, ojinegra». Estame
reprehendiendo que no diga yo refranes, y
ensartalos vuessa merced de dos en dos.''

``Mira, Sancho'', respondio don Quixote; ``yo
traygo los refranes a proposito, y vienen quando
los digo como anillo en el dedo; pero traeslos
tan por los cabellos, que los arrastras, y no
los guias; y si no me acuerdo mal, otra vez te
he dicho que los refranes son sentencias breues,
sacadas de la experiencia y especulacion de
nuestros antiguos sabios, y el refran que no
viene a proposito antes es disparate que
sentencia; pero dexemonos desto, y pues ya viene
la noche, retiremonos del camino real algun
trecho, donde passaremos esta noche, y Dios
sabe lo que sera mañana.''

Retiraronse, cenaron tarde y mal, bien contra
la voluntad de Sancho, a quien se le representauan
las estrechezas de la andante caualleria
vsadas en las seluas y en los montes, si
bien tal vez la abundancia se mostraua en los
castillos y casas, assi de don Diego de Miranda,
como en las bodas del rico Camacho, y de
don Antonio Moreno; pero consideraua no ser
possible ser siempre de dia ni siempre de
noche, y, assi, passó aquella durmiendo y su amo
velando.


## <p068>
# chapter  68 LXVIII
# unit N chapternum
Capitulo LXVIII
# unit T title
De la cerdosa auentura que le acontecio
a don Quixote.
# unit P text
Era la noche algo escura, puesto que la luna
estaua en el cielo, pero no en parte que pudiesse
ser vista; que tal vez la señora Diana se
va a passear a los antipodas, y dexa los
montes negros y los valles escuros. Cumplio don
Quixote con la naturaleza, durmiendo el primer
sueño, sin dar lugar al segundo, bien al rebes
de Sancho, que nunca tuuo segundo, porque
le duraua el sueño desde la noche hasta la
mañana, en que se mostraua su buena complexion
y pocos cuydados. Los de don Quixote
le desuelaron de manera, que desperto a
Sancho y le dixo:

``Marauillado estoy, Sancho, de la libertad
de tu condicion. Yo imagino que eres hecho de
marmol o de duro bronze, en quien no cabe
mouimiento ni sentimiento alguno. Yo velo
quando tu duermes, yo lloro quando cantas,
yo me desmayo de ayuno quando tu estás
pereçoso y desalentado de puro harto. De buenos
criados es conlleuar las penas de sus señores
y sentir sus sentimientos, por el bien parecer
siquiera. Mira la serenidad desta noche, la
soledad en que estamos, que nos combida a
entremeter alguna vigilia entre nuestro sueño.
Leuantate, por tu vida, y desuiate algun trecho
de aqui, y con buen animo y denuedo agradecido,
date trecientos o quatrocientos açotes a
buena cuenta de los del desencanto de
Dulcinea, y esto rogando te lo suplico; que no
quiero venir contigo a los braços, como la otra
vez, porque se que los tienes pesados.
Despues que te ayas dado, passaremos lo que
resta de la noche cantando, yo mi ausencia, y
tu tu firmeza, dando desde agora principio al
exercicio pastoral que hemos de tener en
nuestra aldea.''

``Señor'', respondio Sancho, ``no soy yo
religioso para que desde la mitad de mi sueño me
leuante y me dicipline, ni menos me parece
que del estremo del dolor de los açotes se
pueda passar al de la musica; vuessa merced
me dexe dormir y no me apriete en lo del
açotarme; que me hara hazer juramento de no
tocarme jamas al pelo del sayo, no que al de
mis carnes.''

``¡O alma endurecida! ¡O escudero sin piedad!
¡O pan mal empleado, y mercedes mal consideradas
las que te he hecho y pienso de hazerte!
Por mi te has visto gouernador, y por mi te
vees con esperanças propinquas de ser conde
o tener otro titulo equiualente, y no tardará el
cumplimiento de ellas mas de quanto tarde en
passar este año; que yo,
# unit L latinphrase
post tenebras spero lucem.''
# unit P text

``No entiendo esso'', replicó Sancho; ``solo
entiendo que en tanto que duermo, ni tengo
temor, ni esperança, ni trabajo, ni gloria; y
bien aya el que inuentó el sueño, capa que
cubre todos los humanos pensamientos, manjar
que quita la hambre, agua que ahuyenta la
sed, fuego que calienta el frio, frio que templa
el ardor, y, finalmente, moneda general con
que todas las cosas se compran, balança y peso
que yguala al pastor con el rey, y al simple con
el discreto. Sola vna cosa tiene mala el sueño,
segun he oydo dezir, y es que se parece a la
muerte, pues de vn dormido a vn muerto ay
muy poca diferencia.''

``Nunca te he oydo hablar, Sancho'', dixo
don Quixote, ``tan elegantemente como aora;
por donde vengo a conocer ser verdad el refran
que tu algunas vezes sueles dezir: «no con
quien naces, sino con quien paces».''

``A, pesi a tal'', replicó Sancho, ``señor
nuestro amo. ¡No soy yo aora el que ensarta
refranes!; que tambien a vuessa merced se le caen
de la boca de dos en dos mejor que a mi, sino
que deue de auer entre los mios y los suyos
esta diferencia, que los de vuessa merced
vendran a tiempo, y los mios a desora; pero, en
efecto, todos son refranes.''

En esto estauan, quando sintieron vn sordo
estruendo y vn aspero ruydo, que por todos
aquellos valles se estendia. Leuantose en pie
don Quixote y puso mano a la espada, y Sancho
se agazapó debaxo del ruzio, poniendose
a los lados el lio de las armas y la albarda de
su jumento, tan temblando de miedo, como
alborotado don Quixote. De punto en punto yua
creciendo el ruydo, y, llegandose cerca a los
dos temerosos, a lo menos, al vno, que al otro
ya se sabe su valentia.

Es, pues, el caso que lleuauan vnos hombres
a vender a vna feria mas de seyscientos
puercos, con los quales caminauan a aquellas
horas, y era tanto el ruydo que lleuauan, y el
gruñir y el bufar, que ensordecieron los oydos
de don Quixote y de Sancho, que no aduirtieron
lo que ser podia. Llegó de tropel la estendida
y gruñidora piara, y sin tener respeto a la
autoridad de don Quixote ni a la de Sancho,
passaron por cima de los dos, deshaziendo las
trincheas de Sancho y derribando no solo a don
Quixote, sino lleuando por añadidura a Rozinante.
El tropel, el gruñir, la presteza con que
llegaron los animales inmundos puso en confusion
y por el suelo a la albarda, a las armas,
al ruzio, a Rozinante, a Sancho y a don Quixote.
Leuantose Sancho como mejor pudo y pidio
a su amo la espada, diziendole que queria matar
media dozena de aquellos señores y descomedidos
puercos; que ya auia conocido que lo
eran. Don Quixote le dixo:

``Dexalos estar, amigo; que esta afrenta es
pena de mi pecado, y justo castigo del cielo es
que a vn cauallero andante vencido le coman
adiuas, y le piquen abispas, y le hollen puercos.''

``Tambien deue de ser castigo del cielo'',
respondio Sancho, ``que a los escuderos de los
caualleros vencidos los punzen moscas, los
coman piojos, y les enuista la hambre. Si los
escuderos fueramos hijos de los caualleros a
quien seruimos, o parientes suyos muy
cercanos, no fuera mucho que nos alcançara la
pena de sus culpas, hasta la quarta generacion;
pero ¿qué tienen que ver los Panças con los
Quixotes? Aora bien, tornemonos a acomodar,
y durmamos lo poco que queda de la noche,
y amanecera Dios y medraremos.''

``Duerme tu, Sancho'', respondio don Quixote,
``que naciste para dormir; que yo, que naci
para velar, en el tiempo que falta de aqui al
dia dare rienda a mis pensamientos, y los
desfogaré en vn madrigalete que, sin que tu lo
sepas, anoche compuse en la memoria.''

``A mi me parece'', respondio Sancho, ``que
los pensamientos que dan lugar a hazer
coplas no deuen de ser muchos. Vuessa merced
coplee quanto quisiere; que yo dormire quanto
pudiere.''

Y luego, tomando en el suelo quanto quiso, se
acurrucó, y durmio a sueño suelto, sin que fianças,
ni deudas, ni dolor alguno se lo estoruasse.
Don Quixote, arrimado a vn tronco de vna haya
o de vn alcornoque -- que Cide Hamete Benengeli
no distingue el arbol que era --, al son
de sus mesmos suspiros cantó de esta suerte:

# unit Q spanishverse
Amor, quando yo pienso ÷
en el mal que me das, terrible y fuerte, ÷
voy corriendo a la muerte, ÷
pensando assi acabar mi mal inmenso;

mas en llegando al paso ÷
que es puerto en este mar de mi tormento, ÷
tanta alegria siento, ÷
que la vida se esfuerça, y no le passo.

Assi el viuir me mata, ÷
que la muerte me torna a dar la vida. ÷
¡O condicion no oyda ÷
la que conmigo muerte y vida trata!

# unit P text
Cada verso destos acompañaua con muchos
suspiros y no pocas lagrimas, bien como aquel
cuyo coraçon tenia traspassado con el dolor
del vencimiento, y con la ausencia de Dulcinea.
Llegose en esto el dia, dio el sol con sus
rayos en los ojos a Sancho, desperto y espereçose,
sacudiendose y estirandose los pereçosos
miembros; miró el destroço que auian hecho los
puercos en su reposteria, y maldixo la piara, y
aun mas adelante. Finalmente, boluieron los
dos a su començado camino, y al declinar de
la tarde vieron que hazia ellos venian hasta
diez hombres de a cauallo y quatro o cinco de
a pie. Sobresaltose el coraçon de don Quixote
y azorose el de Sancho, porque la gente que
se les llegaua traia lanças y adargas y venia
muy a punto de guerra. Boluiose don Quixote
a Sancho, y dixole:

``Si yo pudiera, Sancho, exercitar mis armas,
y mi promesa no me huuiera atado los braços,
esta maquina que sobre nosotros viene la
tuuiera yo por tortas y pan pintado; pero podria
ser fuesse otra cosa de la que tememos.''

Llegaron en esto los de a cauallo, y,
arbolando las lanças, sin hablar palabra alguna,
rodearon a don Quixote y se las pusieron a las
espaldas y pechos, amenazandole de muerte.
Vno de los de a pie, puesto vn dedo en la boca
en señal de que callasse, assio del freno de
Rozinante y le sacó del camino, y los demas de
a pie, antecogiendo a Sancho y al ruzio, guardando
todos marauilloso silencio, siguieron los
pasos del que lleuaua a don Quixote, el qual
dos o tres vezes quiso preguntar adónde le
lleuauan, o qué querian; pero apenas començaua
a mouer los labios, quando se los yuan a
cerrar con los hierros de las lanças; y a
Sancho le acontecia lo mismo, porque apenas daua
muestras de hablar, quando vno de los de a
pie con vn aguijon le punzaua, y al ruzio ni
mas ni menos, como si hablar quisiera.

Cerro la noche, apresuraron el paso, crecio
en los dos presos el miedo, y mas, quando
oyeron que de quando en quando les dezian:

``¡Caminad, trogloditas! ¡Callad, barbaros!
¡Pagad, antropofagos! ¡No os quexeis, scitas, ni
abrais los ojos, Polifemos matadores, leones
carniceros!''

Y otros nombres semejantes a estos, con que
atormentauan los oydos de los miserables amo
y moço. Sancho yua diziendo entre si:

``¿Nosotros tortolitas, nosotros barberos
ni estropajos? ¿Nosotros perritas, a quien dizen
cita, cita? No me contentan nada estos nombres,
a mal viento va esta parua; todo el mal
nos viene junto, como al perro los palos, y
¡oxala parasse en ellos lo que amenaza esta
auentura tan desuenturada!''

Yua don Quixote embelesado, sin poder
atinar con quantos discursos hazia qué serian
aquellos nombres llenos de vituperios que les
ponian, de los quales sacaua en limpio no
esperar ningun bien y temer mucho mal. Llegaron,
en esto, vn hora casi de la noche, a vn
castillo, que bien conocio don Quixote que era
el del duque, donde auia poco que auia estado.

``¡Valame Dios!'', dixo assi como conocio
la estancia; ``y ¿qué sera esto? Si que en esta
casa todo es cortesia y buen comedimiento;
pero para los vencidos el bien se buelue en mal
y el mal en peor.''

Entraron al patio principal del castillo, y
vieronle adereçado y puesto de manera, que les
acrecento la admiracion y les dobló el miedo,
como se vera en el siguiente capitulo.


## <p069>
# chapter  69 LXIX
# unit N chapternum
Capitulo LXIX
# unit T title
Del mas raro y mas nueuo sucesso que en
todo el discurso desta grande historia auino
a don Quixote.
# unit P text
Apearonse los de a cauallo, y junto con los
de a pie, tomando en peso y arrebatadamente
a Sancho y a don Quixote, los entraron en el
patio, alrededor del qual ardian casi cien
hachas, puestas en sus blandones, y por los
corredores del patio mas de quinientas luminarias,
de modo, que a pesar de la noche, que se
mostraua algo escura, no se echaua de ver la
falta del dia. En medio del patio se leuantaua
vn tumulo como dos varas del suelo, cubierto
todo con vn grandissimo dosel de terciopelo
negro, alrededor del qual, por sus gradas,
ardian velas de cera blanca sobre mas de cien
candeleros de plata; encima del qual tumulo se
mostraua vn cuerpo muerto de vna tan hermosa
donzella, que hazia parecer con su hermosura
hermosa a la misma muerte. Tenia la cabeça
sobre vna almohada de brocado, coronada con
vna guirnalda de diuersas y odoriferas flores
texida, las manos cruzadas sobre el pecho, y entre
ellas vn ramo de amarilla y vencedora palma.

A vn lado del patio estaua puesto vn teatro
y dos sillas, sentados dos personages, que,
por tener coronas en la cabeça y ceptros en las
manos dauan señales de ser algunos reyes, ya
verdaderos o ya fingidos; al lado deste teatro,
adonde se subia por algunas gradas, estauan
otras dos sillas, sobre las quales los que
truxeron los presos sentaron a don Quixote y a
Sancho, todo esto callando, y dandoles a entender
con señales a los dos que assimismo callassen.
Pero sin que se lo señalaran, callaron ellos,
porque la admiracion de lo que estauan
mirando les tenia atadas las lenguas.

Subieron, en esto, al teatro con mucho
acompañamiento dos principales personages, que
luego fueron conocidos de don Quixote ser el
duque y la duquessa, sus huespedes; los quales
se sentaron en dos riquissimas sillas junto a
los dos que parecian reyes. ¿Quién no se auia
de admirar con esto, añadiendose a ello auer
conocido don Quixote que el cuerpo muerto
que estaua sobre el tumulo era el de la
hermosa Altisidora?

Al subir el duque y la duquessa en el teatro,
se leuantaron don Quixote y Sancho, y les
hizieron vna profunda humillacion, y los duques
hizieron lo mesmo, inclinando algun tanto
las cabeças. Salio, en esto, de traues vn
ministro, y, llegandose a Sancho, le echó vna ropa
de bocaci negro encima, toda pintada con llamas
de fuego, y, quitandole la caperuça, le puso
en la cabeça vna coroça, al modo de las que
sacan los penitenciados por el Santo Oficio, y
dixole al oydo que no descosiesse los labios,
porque le echarian vna mordaça o le quitarian
la vida. Mirauase Sancho de arriba abaxo, veiase
ardiendo en llamas, pero como no le quemauan,
no las estimaua en dos ardites. Quitose
la coraça, viola pintada de diablos, boluiosela
a poner, diziendo entre si:

``Aun bien que ni ellas me abrasan ni ellos
me lleuan.''

Mirauale tambien don Quixote, y aunque el
temor le tenia suspensos los sentidos, no dexó
de reirse de ver la figura de Sancho. Començo,
en esto, a salir, al parecer, debaxo del
tumulo vn son sumiso y agradable de flautas, que
por no ser impedido de alguna humana voz,
porque en aquel sitio el mesmo silencio guardaua
silencio a si mismo, se mostraua blando y
amoroso. Luego hizo de si improuisa muestra,
junto a la almohada del al parecer cadauer, vn
hermoso mancebo vestido a lo romano, que al
son de vna arpa, que el mismo tocaua, cantó
con suauissima y clara voz estas dos estancias:

# unit Q spanishverse
En tanto que en si buelue Altisidora, ÷
muerta por la crueldad de don Quixote, ÷
y en tanto que en la corte encantadora ÷
se vistieren las damas de picote, ÷
y en tanto que a sus dueñas mi señora ÷
vistiere de vayeta y de anascote, ÷
cantaré su belleza y su desgracia, ÷
con mejor plectro que el cantor de Tracia.

Y aun no se me figura que me toca ÷
aqueste oficio solamente en vida; ÷
mas con la lengua muerta y fria en la boca ÷
pienso mouer la voz a ti deuida. ÷
Libre mi alma de su estrecha roca, ÷
por el estigio lago conduzida, ÷
celebrandote yra, y aquel sonido ÷
hara parar las aguas del oluido.

# unit P text
``No mas'', dixo a esta sazon vno de los dos
que parecian reyes; ``no mas, cantor diuino; que
seria proceder en infinito representarnos aora
la muerte y las gracias de la sin par Altisidora,
no muerta como el mundo ignorante piensa,
sino viua, en las lenguas de la fama, y en la
pena que para boluerla a la perdida luz ha de
passar Sancho Pança, que está presente. Y,
assi, o tu, Radamanto, que conmigo juzgas en
las cabernas lobregas de Lite, pues sabes
todo aquello que en los inescrutables hados
está determinado acerca de boluer en si esta
donzella, dilo y declaralo luego, por que no se
nos dilate el bien que con su nueua buelta
esperamos.''

Apenas huuo dicho esto Minos, juez, y
compañero de Radamanto, quando, leuantandose
en pie Radamanto, dixo:

``Ea, ministros desta casa, altos y baxos,
grandes y chicos, acudid vnos tras otros y
sellad el rostro de Sancho con veynte y quatro
mamonas y doze pellizcos y seys alfilerazos
en braços y lomos; que en esta ceremonia
consiste la salud de Altisidora.''

Oyendo lo qual Sancho Pança, rompio el
silencio, y dixo:

``¡Voto a tal, assi me dexe yo sellar el rostro
ni manosearme la cara como boluerme moro!
¡Cuerpo de mi! ¿Qué tiene que ver manosearme
el rostro con la resurrecion desta donzella?
Regostose la vieja a los bledos...; encantan a
Dulcinea, y açotanme para que se desencante.
Muerese Altisidora de males que Dios quiso
darle, y hanla de resucitar a hazerme a mi
veynte y quatro mamonas, y a cribarme el cuerpo
a alfileraços, y a acardenalarme los braços
a pellizcos. Essas burlas a vn cuñado; que yo
soy perro viejo, y no ay conmigo tus, tus.''

``¡Moriras!'', dixo en alta voz Radamanto.
``¡Ablandate, tigre; humillate, Nembrot soberuio,
y sufre y calla, pues no te piden impossibles!
Y no te metas en aueriguar las dificultades
deste negocio: mamonado has de ser, acrebillado
te has de ver, pellizcado has de gemir.
Ea, digo, ministros, cumplid mi mandamiento;
si no, por la fe de hombre de bien que aueis de
ver para lo que nacistes.''

Parecieron, en esto, que por el patio venian
hasta seys dueñas en procession, vna tras otra,
las quatro con antojos, y todas leuantadas las
manos derechas en alto, con quatro dedos de
muñecas de fuera, para hazer las manos mas
largas, como aora se vsa.

No las huuo visto Sancho, quando,
bramando como vn toro, dixo:

``Bien podre yo dexarme manosear de todo el
mundo; pero consentir que me toquen dueñas,
¡esso no! Gateenme el rostro, como hizieron
a mi amo en este mesmo castillo; traspassenme
el cuerpo con puntas de dagas buydas;
atenazenme los braços con tenaças de fuego,
que yo lo lleuaré en paciencia, o seruire a estos
señores; pero que me toquen dueñas no lo
consentire, si me lleuasse el diablo.''

Rompio tambien el silencio don Quixote,
diziendo a Sancho:

``Ten paciencia, hijo, y da gusto a estos
señores, y muchas gracias al cielo por auer puesto
tal virtud en tu persona, que con el martirio
della desencantes los encantados, y resucites
los muertos.''

Ya estauan las dueñas cerca de Sancho,
quando el, mas blando y mas persuadido,
poniendose bien en la silla, dio rostro y
barba a la primera, la qual la hizo vna
mamona muy bien sellada y luego vna gran
reuerencia.

``Menos cortesia, menos mudas, señora
dueña'', dixo Sancho; ``que por Dios que traeis
las manos oliendo a vinagrillo.''

Finalmente, todas las dueñas le sellaron, y
otra mucha gente de casa le pellizcaron; pero
lo que el no pudo sufrir fue el punçamiento de
los alfileres. Y, assi, se leuantó de la silla, al
parecer, mohino, y, assiendo de vna hacha
encendida que junto a el estaua, dio tras las
dueñas, y tras todos sus verdugos, diziendo:

``¡Afuera, ministros infernales; que no soy
yo de bronze para no sentir tan
extraordinarios martirios!''

En esto, Altisidora, que deuia de estar
cansada por auer estado tanto tiempo supina, se
boluio de vn lado. Visto lo qual por los
circunstantes, casi todos a vna voz dixeron:

``¡Viua es Altisidora! ¡Altisidora viue!''

Mandó Radamanto a Sancho que depusiesse
la ira, pues ya se auia alcançado el intento
que se procuraua.

Assi como don Quixote vio rebullir a
Altisidora, se fue a poner de rodillas delante de
Sancho, diziendole:

``Agora es tiempo, hijo de mis entrañas, no
que escudero mio, que te des algunos de
los açotes que estás obligado a dar por el
desencanto de Dulcinea. Aora, digo, que es el
tiempo donde tienes sazonada la virtud, y con
eficacia de obrar el bien que de ti se espera.''

A lo que respondio Sancho:

``Esto me parece argado sobre argado, y no
miel sobre hojuelas. ¡Bueno seria que tras
pellizcos, mamonas y alfilerazos viniessen aora
los açotes! No tienen mas que hazer sino tomar
vna gran piedra y atarmela al cuello, y dar
conmigo en vn poço, de lo que a mi no pesaria
mucho, si es que para curar los males agenos
tengo yo de ser la baca de la boda.
Dexenme; si no, por Dios que lo arroje y lo eche
todo a treze, aunque no se venda.''

Ya, en esto, se auia sentado en el tumulo
Altisidora, y al mismo instante sonaron las
chirimias, a quien acompañaron las flautas,
y las vozes de todos que aclamauan:

``¡Viua Altisidora, Altisidora viua!''

Leuantaronse los duques y los reyes Minos
y Radamanto, y todos juntos con don Quixote
y Sancho fueron a recebir a Altisidora,
y a baxarla del tumulo; la qual, haziendo de
la desmayada, se inclinó a los duques y a los
reyes, y, mirando de traues a don Quixote, le
dixo:

``Dios te lo perdone, desamorado cauallero,
pues por tu crueldad he estado en el otro
mundo, a mi parecer, mas de mil años; y a ti,
¡o el mas compassiuo escudero que contiene el
orbe!, te agradezco la vida que posseo. Dispon
desde oy mas, amigo Sancho, de seys camisas
mias que te mando, para que hagas otras seys
para ti, y si no son todas sanas, a lo menos,
son todas limpias.''

Besole por ello las manos Sancho, con la
coroça en la mano y las rodillas en el suelo.
Mandó el Duque que se la quitassen, y le
boluiessen su caperuça y le pusiessen el sayo y
le quitassen la ropa de las llamas. Suplicó
Sancho al duque que le dexassen la ropa y
mitra, que las queria lleuar a su tierra por
señal y memoria de aquel nunca visto sucesso.
La duquessa respondio que si dexarian: que ya
sabia el quan grande amiga suya era. Mandó
el duque despejar el patio, y que todos se
recogiessen a sus estancias, y que a don Quixote
y a Sancho los lleuassen a las que ellos ya se
sabian.


## <p070>
# chapter  70 LXX
# unit N chapternum
Capitulo LXX
# unit T title
Que sigue al sesenta y nueue, y trata de
cosas no escusadas para la claridad desta
historia.
# unit P text
Durmio Sancho aquella noche en vna
carriola, en el mesmo aposento de don Quixote,
cosa que el quisiera escusarla si pudiera,
porque bien sabia que su amo no le auia de dexar
dormir a preguntas y a respuestas, y no se
hallaua en disposicion de hablar mucho, porque
los dolores de los martirios passados los
tenia presentes, y no le dexauan libre la
lengua, y vinierale mas a cuento dormir en vna
choça, solo, que no en aquella rica estancia
acompañado. Saliole su temor tan verdadero
y su sospecha tan cierta, que apenas huuo
entrado su señor en el lecho, quando dixo:

``¿Qué te parece, Sancho, del sucesso desta
noche? Grande y poderosa es la fuerça del
desden dessamorado, como por tus mismos
ojos has visto muerta a Altissidora, no con
otras saetas, ni con otra espada, ni con otro
instrumento belico, ni con venenos mortiferos,
sino con la consideracion del rigor y el desden
con que yo siempre la he tratado.''

``Murierase ella en hora buena quando
quisiera y como quisiera'', respondio Sancho,
``y dexarame a mi en mi casa, pues ni yo la
enamoré, ni la desdeñé en mi vida. Yo no se ni
puedo pensar cómo sea que la salud de
Altisidora, donzella mas antojadiça que discreta,
tenga que ver, como otra vez he dicho, con
los martirios de Sancho Pança. Agora si que
vengo a conocer clara y distintamente que ay
encantadores y encantos en el mundo, de
quien Dios me libre, pues yo no me se librar.
Con todo esto, suplico a vuessa merced me
dexe dormir y no me pregunte mas si no
quiere que me arroje por vna ventana abaxo.''

``Duerme, Sancho amigo'', respondio don
Quixote, ``si es que te dan lugar los alfileraços
y pellizcos recebidos, y las mamonas hechas.''

``Ningun dolor'', replicó Sancho, ``llegó a la
afrenta de las mamonas, no por otra cosa que
por auermelas hecho dueña, que confundidas
sean. Y torno a suplicar a vuessa merced me
dexe dormir; porque el sueño es aliuio de las
miserias de los que las tienen despiertos.''

``Sea assi'', dixo don Quixote, ``y Dios te
acompañe.''

Durmieronse los dos, y en este tiempo quiso
escriuir y dar cuenta Cide Hamete, autor desta
grande historia, qué les mouio a los duques a
leuantar el edificio de la maquina referida; y
dize que no auiendosele oluidado al bachiller
Sanson Carrasco quando el Cauallero de los
Espejos fue vencido y derribado por don Quixote,
cuyo vencimiento y cayda borró y deshizo
todos sus designios, quiso boluer a prouar
la mano, esperando mejor sucesso que el passado.
Y, assi, informandose del page que lleuó
la carta y presente a Teresa Pança, muger de
Sancho, adónde don Quixote quedaua, buscó
nueuas armas y cauallo, y puso en el escudo
la blanca luna, lleuandolo todo sobre vn macho
a quien guiaua vn labrador, y no Tomé Cecial,
su antiguo escudero, porque no fuesse
conocido de Sancho ni de don Quixote. Llegó,
pues, al castillo del duque, que le informó el
camino y derrota que don Quixote lleuaua,
con intento de hallarse en las justas de
Zaragoça. Dixole assimismo las burlas que le auia
hecho con la traça del dessencanto de Dulcinea,
que auia de ser a costa de las possaderas
de Sancho. En fin, dio cuenta de la burla que
Sancho auia hecho a su amo, dandole a entender
que Dulcinea estaua encantada y transformada
en labradora, y como la duquessa su
muger auia dado a entender a Sancho que el
era el que se engañaua; porque verdaderamente
estaua encantada Dulcinea; de que no
poco se rio y admiró el bachiller, considerando
la agudeza y simplicidad de Sancho, como del
estremo de la locura de don Quixote.

Pidiole el duque que si le hallasse, y le
venciesse, o no, se boluiesse por alli a darle cuenta
del sucesso. Hizolo assi el bachiller; partiose
en su busca, no le halló en Zaragoça, passó
adelante, y sucediole lo que queda referido.
Boluiose por el castillo del duque, y contoselo
todo, con las condiciones de la batalla, y que
ya don Quixote boluia a cumplir, como buen
cauallero andante, la palabra de retirarse vn
año en su aldea, en el qual tiempo podia ser
-- dixo el bachiller --, que sanasse de su
locura; que esta era la intencion que le auia
mouido a hazer aquellas transformaciones, por
ser cosa de lastima que vn hidalgo tan bien
entendido como don Quixote fuesse loco. Con
esto se despidio del duque, y se boluio a su
lugar, esperando en el a don Quixote, que tras
el venia.

De aqui tomó ocasion el duque de hazerle
aquella burla, tanto era lo que gustaua de las
cosas de Sancho y de don Quixote, y,
haziendo tomar los caminos cerca y lexos del
castillo, por todas las partes que imaginó que
podria boluer don Quixote, con muchos criados
suyos de a pie y de a cauallo, para que por
fuerça o de grado le truxessen al castillo, si le
hallassen.

Hallaronle, dieron auiso al duque, el qual
ya preuenido de todo lo que auia de hazer,
assi como tuuo noticia de su llegada, mandó
encender las hachas y las luminarias del patio,
y poner a Altisidora sobre el tumulo, con todos
los aparatos que se han contado, tan al viuo y
tan bien hechos, que de la verdad a ellos auia
bien poca diferencia. Y dize mas Cide Hamete,
que tiene para si ser tan locos los burladores
como los burlados, y que no estauan los duques
dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahinco
ponian en burlarse de dos tontos; los quales,
el vno durmiendo a sueño suelto, y el otro
velando a pensamientos dessatados, les tomó el
dia y la gana de leuantarse; que las ociosas
plumas, ni vencido ni vencedor, jamas dieron
gusto a don Quixote.

Altisidora, en la opinion de don Quixote,
buelta de muerte a vida, siguiendo el humor
de sus señores, coronada con la misma
guirnalda que en el tumulo tenia, y vestida vna
tunicela de tafetan blanco, sembrada de flores
de oro, y sueltos los cabellos por las espaldas,
arrimada a vn baculo de negro y finissimo
euano, entró en el aposento de don Quixote,
con cuya presencia turbado y confuso, se
encogio y cubrio casi todo con las sabanas y
colchas de la cama, muda la lengua, sin que
acertasse a hazerle cortesia ninguna. Sentose
Altisidora en vna silla, junto a su cabecera, y
despues de auer dado vn gran suspiro, con voz
tierna y debilitada, le dixo:

``Quando las mugeres principales y las recatadas
donzellas atropellan por la honra, y dan
licencia a la lengua que rompa por todo
inconueniente, dando noticia en publico de los
secretos que su coraçon encierra, en estrecho
termino se hallan. Yo, señor don Quixote de la
Mancha, soy vna destas, apretada, vencida y
enamorada; pero, con todo esto, sufrida y
honesta, tanto, que por serlo tanto, rebento mi
alma por mi silencio, y perdi la vida. Dos dias
ha que con la consideracion del rigor con
que me has tratado, ÷
# unit Q spanishverse
¡O mas duro que marmol a mis quexas, ÷
# unit P text
empedernido cauallero!, he estado muerta, o, a
lo menos, juzgada por tal de los que me han
visto. Y si no fuera porque el amor,
condoliendose de mi, depositó mi remedio en los
martirios deste buen escudero, alla me quedara en
el otro mundo.''

``Bien pudiera el amor'', dixo Sancho,
``depositarlos en los de mi asno, que yo se lo
agradeciera. Pero digame, señora, assi el cielo la
acomode con otro mas blando amante que mi
amo, ¿qué es lo que vio en el otro mundo? ¿Qué
ay en el infierno? ¿Por qué quien muere
dessesperado, por fuerça ha de tener aquel paradero?''

``La verdad que os diga'', respondio Altisidora,
``yo no deui de morir del todo, pues no entré
en el infierno; que si alla entrara, vna por vna
no pudiera salir del, aunque quisiera. La verdad
es que llegué a la puerta, adonde estauan
jugando hasta vna dozena de diablos a la
pelota, todos en calças y en jubon, con balonas
guarnecidas con puntas de randas flamencas, y
con vnas bueltas de lo mismo que les seruian
de puños, con quatro dedos de braço de fuera,
porque pareciessen las manos mas largas,
en las quales tenian vnas palas de fuego; y lo
que mas me admiró fue que les seruian, en
lugar de pelotas, libros, al parecer, llenos de
viento y de borra, cosa marauillosa y nueua.
Pero esto no me admiró tanto como el ver que,
siendo natural de los jugadores el alegrarse los
gananciosos y entristecerse los que pierden,
alli en aquel juego todos gruñian, todos
regañauan y todos se maldezian.''

``Esso no es marauilla'', respondio Sancho;
``porque los diablos, jueguen o no jueguen,
nunca pueden estar contentos, ganen o no
ganen.''

``Assi deue de ser'', respondio Altissidora.
``Mas ay otra cosa que tambien me admira,
quiero dezir me admiró entonces, y fue que al
primer boleo no quedaua pelota en pie, ni de
prouecho para seruir otra vez, y assi,
menudeauan libros nueuos y viejos, que era vna
marauilla. A vno dellos, nueuo, flamante y bien
enquadernado, le dieron vn papirotaço, que
le sacaron las tripas y le esparcieron las hojas.
Dixo vn diablo a otro: «Mirad qué libro es
esse.» Y el diablo le respondio: «Esta es la
Segunda parte de la historia de don
Quixote de la Mancha, no compuesta por Cide
Hamete, su primer autor, sino por vn aragones,
que el dize ser natural de Tordesillas.»
«Quitadmele de ay», respondio el otro
diablo, «y metedle en los abismos del
infierno, no le vean mas mis ojos.» «¿Tan malo
es?», respondio el otro. «Tan malo», replicó el
primero, «que si de proposito yo mismo me
pusiera a hazerle peor, no acertara.» Prosiguieron
su juego, peloteando otros libros, y yo por
auer oydo nombrar a don Quixote a quien
tanto adamo y quiero, procuré que se me
quedasse en la memoria esta vision.''

``Vision deuio de ser, sin duda'', dixo don
Quixote; ``porque no ay otro yo en el mundo,
y ya essa historia anda por aca de mano en
mano, pero no para en ninguna, porque todos
la dan del pie. Yo no me he alterado en oyr
que ando como cuerpo fantastico por las tinieblas
del abismo, ni por la claridad de la tierra,
porque no soy aquel de quien essa historia
trata. Si ella fuere buena, fiel y verdadera,
tendra siglos de vida, pero si fuere mala, de su
parto a la sepultura no sera muy largo el
camino.''

Yua Altissidora a proseguir en quexarse de
don Quixote, quando le dixo don Quixote:

``Muchas vezes os he dicho, señora, que a
mi me pesa de que ayais colocado en mi
vuestros pensamientos, pues de los mios antes
pueden ser agradecidos que remediados: yo
naci para ser de Dulcinea del Toboso, y los
hados, si los huuiera, me dedicaron para ella;
y pensar que otra alguna hermosura ha de
ocupar el lugar que en mi alma tiene, es
pensar lo impossible. Suficiente dessengaño es
este para que os retireis en los limites de
vuestra honestidad, pues nadie se puede
obligar a lo impossible.''

Oyendo lo qual Altissidora, mostrando
enojarse y alterarse, le dixo:

``¡Viue el Señor, don vacallao, alma de
almirez, cuesco de datil, mas terco y duro que
villano rogado quando tiene la suya sobre el
hito, que si arremeto a vos, que os tengo de
sacar los ojos! ¿Pensais, por ventura, don
vencido y don molido a palos, que yo me he
muerto por vos? Todo lo que aueis visto esta
noche ha sido fingido; que no soy yo muger
que por semejantes camellos auia de dexar
que me doliesse vn negro de la vña, quanto
mas morirme.''

``Esso creo yo muy bien'', dixo Sancho; ``que
esto del morirse los enamorados es cosa de risa;
bien lo pueden ellos dezir, pero hazer, crealo
Iudas.''

Estando en estas platicas, entró el musico,
cantor y poeta, que auia cantado las dos ya
referidas estancias, el qual, haziendo vna gran
reuerencia a don Quixote, dixo:

``Vuessa merced, señor cauallero, me cuente
y tenga en el numero de sus mayores
seruidores, porque ha muchos dias que le soy
muy aficionado, assi por su fama como por sus
hazañas.''

Don Quixote le respondio:

``Vuessa merced me diga quien es, porque
mi cortesia responda a sus merecimientos.''

El moço respondio que era el musico y
panegirico de la noche antes.

``Por cierto'', replicó don Quixote, ``que
vuessa merced tiene estremada voz; pero lo que
cantó no me parece que fue muy a proposito;
porque ¿qué tienen que ver las estancias de
Garcilasso con la muerte desta señora?''

``No se marauille vuessa merced desso'',
respondio el musico; ``que ya entre los intonsos
poetas de nuestra edad se vsa que cada vno
escriua como quisiere, y hurte de quien quisiere,
venga o no venga a pelo de su intento, y ya
no ay necedad que canten o escriuan que no
se atribuya a licencia poetica.''

Responder quisiera don Quixote, pero
estoruaronlo el duque y la duquessa, que entraron
a verle, entre los quales passaron vna larga y
dulce platica, en la qual dixo Sancho tantos
donayres y tantas malicias, que dexaron de
nueuo admirados a los duques, assi con su
simplicidad, como con su agudeza. Don
Quixote les suplicó le diessen licencia para
partirse aquel mismo dia, pues a los vencidos
caualleros, como el, mas le conuenia abitar vna
çaurda que no reales palacios. Dieronsela de
muy buena gana, y la duquessa le preguntó
si quedaua en su gracia Altissidora. El le
respondio:

``Señora mia, sepa vuestra señoria que todo
el mal desta donzella nace de ociosidad, cuyo
remedio es la ocupacion honesta y continua.
Ella me ha dicho aqui que se vsan randas en
el infierno, y pues ella las deue de saber hazer,
no las dexe de la mano; que ocupada en menear
los palillos, no se menearán en su imaginacion
la imagen o imagines de lo que bien
quiere; y esta es la verdad, este mi parecer y
este es mi consejo.''

``Y el mio'', añadio Sancho, ``pues no he visto
en toda mi vida randera que por amor se aya
muerto; que las donzellas ocupadas mas ponen
sus pensamientos en acabar sus tareas que en
pensar en sus amores. Por mi lo digo, pues
mientras estoy cauando, no me acuerdo de mi
oyslo, digo, de mi Teressa Pança, a quien
quiero mas que a las pestañas de mis ojos.''

``Vos dezis muy bien, Sancho'', dixo la
duquessa, ``y yo hare que mi Altissidora se ocupe
de aqui adelante en hazer alguna labor blanca,
que la sabe hazer por estremo.''

``No ay para qué, señora'', respondio Altissidora,
``vsar desse remedio, pues la consideracion
de las crueldades que conmigo ha vsado
este malandrin mostrenco, me le borrarán de
la memoria sin otro artificio alguno. Y, con
licencia de vuestra grandeza, me quiero quitar
de aqui, por no ver delante de mis ojos ya no
su triste figura, sino su fea y abominable
catadura.''

``Esso me parece'', dixo el duque, ``a lo que
suele dezirse: ÷
# unit Q spanishverse
Porque aquel que dize injurias, ÷
cerca está de perdonar.'' ÷

# unit P text
Hizo Altissidora muestra de limpiarse las
lagrimas con vn pañuelo, y, haziendo reuerencia
a sus señores, se salio del aposento.

``Mandote yo'', dixo Sancho, ``pobre donzella,
mandote, digo, mala ventura, pues las
has auido con vna alma de esparto y con vn
coraçon de encina. A fee que si las huuieras
conmigo, que otro gallo te cantara.''

Acabose la platica, vistiose don Quixote,
comio con los duques y partiose aquella tarde.


## <p071>
# chapter  71 LXXI
# unit N chapternum
Capitulo LXXI
# unit T title
De lo que a don Quixote le sucedio con su escudero
Sancho yendo a su aldea.
# unit P text
Yua el vencido y assendereado don Quixote
pensatiuo a demas por vna parte y muy alegre
por otra. Causaua su tristeza el vencimiento,
y la alegria el considerar en la virtud de
Sancho, como lo auia mostrado en la resurecion
de Altissidora, aunque con algun escrupulo
se persuadia a que la enamorada donzella
fuesse muerta de veras.

No yua nada Sancho alegre, porque le entristecia
ver que Altissidora no le auia cumplido
la palabra de darle las camisas, y, yendo y
viniendo en esto, dixo a su amo:

``En verdad, señor, que soy el mas
desgraciado medico que se deue de hallar en el
mundo, en el qual ay fisicos que, con matar al
enfermo que curan, quieren ser pagados de su
trabajo, que no es otro sino firmar vna cedulilla
de algunas medicinas, que no las haze el,
sino el boticario, y catalo cantusado; y a
mi, que la salud agena me cuesta gotas de
sangre, mamonas, pellizcos, alfileraços y açotes,
no me dan vn ardite. Pues yo les voto a tal
que si me traen a las manos otro algun enfermo,
que antes que le cure me han de vntar las
mias; que el abad de donde canta yanta, y no
quiero creer que me aya dado el cielo la virtud
que tengo para que yo la comunique con otros
de bobilis, bobilis.''

``Tu tienes razon, Sancho amigo'', respondio
don Quixote, ``y halo hecho muy mal Altissidora
en no auerte dado las prometidas camisas,
y puesto que tu virtud es
# unit L latinphrase
gratis data,
# unit P text
que
no te ha costado estudio alguno, mas que estudio
es recebir martirios en tu persona. De mi
te se dezir que si quisieras paga por los açotes
del dessencanto de Dulcinea, ya te la huuiera
dado tal como buena; pero no se si vendra
bien con la cura la paga, y no querria que
impidiesse el premio a la medicina. Con todo
esso, me parece que no se perdera nada en
prouarlo: mira, Sancho, el que quieres, y
açotate luego, y pagate de contado y de tu propia
mano, pues tienes dineros mios.''

A cuyos ofrecimientos abrio Sancho los ojos
y las orejas de vn palmo, y dio consentimiento
en su coraçon a açotarse de buena gana, y dixo
a su amo:

``Agora bien, señor, yo quiero disponerme a
dar gusto a vuessa merced en lo que dessea,
con prouecho mio; que el amor de mis hijos y
de mi muger me haze que me muestre interessado.
Digame vuessa merced quánto me dara
por cada açote que me diere.''

``Si yo te huuiera de pagar, Sancho'', respondio
don Quixote, ``conforme lo que merece la
grandeza y calidad deste remedio, el tesoro de
Venecia, las minas del Potosi fueran poco para
pagarte; toma tu el tiento a lo que lleuas mio,
y pon el precio a cada açote.''

``Ellos'', respondio Sancho, ``son tres mil y
trecientos y tantos; de ellos me he dado hasta
cinco: quedan los demas; entren entre los
tantos estos cinco, y vengamos a los tres mil y
trecientos, que a quartillo cada vno -- que no
lleuaré menos si todo el mundo me lo mandasse --,
montan tres mil y trecientos quartillos,
que son los tres mil, mil y quinientos medios
reales, que hazen setecientos y cincuenta
reales; y los trecientos hazen ciento y cinquenta
medios reales, que vienen a hazer setenta y
cinco reales, que, juntandose a los setecientos
y cinquenta, son por todos ochocientos y veynte
y cinco reales. Estos desfalcaré yo de los
que tengo de vuessa merced y entraré en mi
casa, rico y contento, aunque bien açotado;
porque no se toman truchas... y no digo mas.''

``¡O Sancho bendito! ¡O Sancho amable'',
respondio don Quixote, ``y quán obligados
hemos de quedar Dulcinea y yo a seruirte todos
los dias que el cielo nos diere de vida! Si ella
buelue al ser perdido -- que no es possible
sino que buelua --, su desdicha aura sido dicha,
y mi vencimiento, felicissimo triunfo. Y mira,
Sancho, quándo quieres començar la diciplina;
que porque la abreuies te añado cien reales.''

``¿Quándo?'', replicó Sancho; ``esta noche sin
falta. Procure vuessa merced que la tengamos
en el campo al cielo abierto; que yo me abrire
mis carnes.''

Llegó la noche esperada de don Quixote con
la mayor ansia del mundo, pareciendole que
las ruedas del carro de Apolo se auian
quebrado, y que el dia se alargaua mas de lo
acostumbrado, bien assi como acontece a los
enamorados, que jamas ajustan la cuenta de
sus desseos. Finalmente, se entraron entre vnos
amenos arboles que poco desuiados del camino
estauan, donde, dexando vazias la silla y
albarda de Rozinante y el ruzio, se tendieron
sobre la verde yerua, y cenaron del repuesto
de Sancho; el qual, haziendo del cabestro y de
la xaquima del ruzio vn poderoso y flexible
açote, se retiró hasta veinte pasos de su amo,
entre vnas ayas. Don Quixote, que le vio yr
con denuedo y con brio, le dixo:

``Mira, amigo, que no te hagas pedaços; da
lugar que vnos açotes aguarden a otros; no
quieras apresurarte tanto en la carrera, que en
la mitad della te falte el aliento; quiero dezir
que no te des tan rezio que te falte la vida
antes de llegar al numero desseado; y, porque no
pierdas por carta de mas ni de menos, yo estare
desde a parte contando por este mi rossario
los açotes que te dieres; fauorezcate el cielo
conforme tu buena intencion merece.''

``Al buen pagador no le duelen prendas'',
respondio Sancho: ``yo pienso darme de manera,
que sin matarme, me duela; que en esto
deue de consistir la sustancia deste milagro.''

Desnudose luego de medio cuerpo arriba,
y arrebatando el cordel, començo a
darse, y començo don Quixote a contar los
açotes.

Hasta seis o ocho se auria dado Sancho,
quando le parecio ser pesada la burla, y muy
varato el precio della, y, deteniendose vn poco,
dixo a su amo que se llamaua a engaño, porque
merecia cada açote de aquellos ser pagado
a medio real, no que a quartillo.

``Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes'',
le dixo don Quixote; ``que yo doblo la parada
del precio.''

``Desse modo'', dixo Sancho, ``¡a la mano de
Dios, y llueuan açotes!''

Pero el socarron dexó de darselos en las
espaldas, y daua en los arboles, con vnos
suspiros de quando en quando, que parecia que con
cada vno dellos se le arrancaua el alma. Tierna
la de don Quixote, temeroso de que no se le
acabasse la vida y no consiguiesse su desseo
por la imprudencia de Sancho, le dixo:

``Por tu vida, amigo, que se quede en este
punto este negocio; que me parece muy aspera
esta medicina, y sera bien dar tiempo al
tiempo; que no se ganó Zamora en vn hora. Mas
de mil açotes, si yo no he contado mal, te has
dado; bastan por agora: que el asno -- hablando
a lo grossero -- sufre la carga, mas no la
sobrecarga.''

``No, no, señor'', respondio Sancho; ``no se
ha de dezir por mi: «a dineros pagados, braços
quebrados». Apartese vuessa merced otro
poco y dexeme dar otros mil açotes siquiera;
que a dos leuadas destas auremos cumplido
con esta partida, y aun nos sobrará ropa.''

``Pues tu te hallas con tan buena disposicion'',
dixo don Quixote, ``el cielo te ayude, y
pegate; que yo me aparto.''

Boluio Sancho a su tarea con tanto
denuedo, y ya auia quitado las corteças a muchos
arboles: tal era la riguridad con que se
açotaua. Y, alçando vna vez la voz, y, dando vn
dessaforado açote en vna aya, dixo:

``Aqui moriras, Sanson, y quantos con el
son.''

Acudio don Quixote luego al son de la
lastimada voz y del golpe del riguroso açote, y,
assiendo del torzido cabestro que le seruia de
corbacho a Sancho, le dixo:

``No permita la suerte, Sancho amigo, que
por el gusto mio pierdas tu la vida, que ha de
seruir para sustentar a tu muger, y a tus hijos:
espere Dulcinea mejor coyuntura; que yo me
contendre en los limites de la esperança
propinqua, y esperaré que cobres fuerças nueuas,
para que se concluya este negocio a gusto de
todos.''

``Pues vuessa merced, señor mio, lo quiere
assi'', respondio Sancho, ``sea en buena hora,
y echeme su ferreruelo sobre estas espaldas;
que estoy sudando y no querria resfriarme: que
los nueuos diciplinantes corren este peligro.''

Hizolo assi don Quixote, y, quedandose en
pelota abrigó a Sancho, el qual se durmio
hasta que le desperto el sol. Y luego boluieron
a prosseguir su camino, a quien dieron fin, por
entonces, en vn lugar que tres leguas de alli
estaua. Apearonse en vn meson, que por tal
le reconocio don Quixote, y no por castillo de
caua honda, torres, rastrillos y puente
leuadiça; que despues que le vencieron, con mas
juyzio en todas las cosas discurria, como agora
se dira. Alojaronle en vna sala baxa, a quien
seruian de guadameciles vnas sargas viejas
pintadas, como se vsan en las aldeas. En vna
dellas estaua pintada de malissima mano el
robo de Elena, quando el atreuido huesped
se la lleuó a Menalao, y en otra estaua la
historia de Dido y de Eneas, ella sobre vna alta
torre, como que hazia de señas con vna media
sabana al fugitiuo huesped, que por el mar,
sobre vna fragata o vergantin, se yua
huyendo.

Notó en las dos historias que Elena no yua
de muy mala gana, porque se reya a socapa, y
a lo socarron; pero la hermosa Dido mostraua
verter lagrimas del tamaño de nueces por los
ojos. Viendo lo qual don Quixote, dixo:

``Estas dos señoras fueron desdichadissimas
por no auer nacido en esta edad, y yo sobre
todos desdichado, en no auer nacido en la
suya: encontrara a aquestos señores, ni
fuera abrassada Troya, ni Cartago destruyda, pues
con solo que yo matara a Paris, se escusaran
tantas desgracias.''

``Yo apostaré'', dixo Sancho, ``que antes de
mucho tiempo no ha de auer bodegon, venta
ni meson, o tienda de barbero, donde no ande
pintada la historia de nuestras hazañas; pero
querria yo que la pintassen manos de otro
mejor pintor que el que ha pintado a estas.''

``Tienes razon, Sancho'', dixo don Quixote,
porque este pintor es como Orbaneja, vn
pintor que estaua en Vueda, que quando le
preguntauan qué pintaua, respondia: «Lo que
saliere»; y si por ventura pintaua vn gallo,
escriuia debaxo: «Este es gallo», porque no
pensassen que era zorra. Desta manera me parece
a mi, Sancho, que deue de ser el pintor o escritor,
que todo es vno, que sacó a luz la historia
deste nueuo don Quixote que ha salido; que
pintó o escriuio lo que saliere; o aura sido como
vn poeta que andaua los años passados en la
corte, llamado Mauleon, el qual respondia de
repente a quanto le preguntauan, y preguntandole
vno que qué queria dezir
# unit L latinphrase
Deum de Deo,
# unit P text
respondio: «De donde diere». Pero dexando
esto aparte, dime si piensas, Sancho, darte otra
tanda esta noche, y si quieres que sea debaxo
de techado, o al cielo abierto.''

``Par diez, señor'', respondio Sancho, ``que
para lo que yo pienso darme, esso se me da en
casa que en el campo; pero con todo esso
querria que fuesse entre arboles, que parece que
me acompañan y me ayudan a lleuar mi trabajo
marauillosamente.''

``Pues no ha de ser assi, Sancho amigo'',
respondio don Quixote, ``sino que, para que tomes
fuerças, lo hemos de guardar para nuestra
aldea, que, a lo mas tarde, llegaremos alla
despues de mañana.''

Sancho respondio que hiziesse su gusto;
pero que el quisiera concluyr con breuedad
aquel negocio a sangre caliente y quando
estaua picado el molino, porque en la tardança
suele estar muchas vezes el peligro; y a Dios
rogando, y con el maço dando, y que mas valia
vn toma que dos te dare, y el paxaro en la
mano que el buitre bolando.

``No mas refranes, Sancho, por vn solo Dios'',
dixo don Quixote; ``que parece que te buelues
al
# unit L latinphrase
sicut erat;
# unit P text
habla a lo llano, a lo lisso, a lo
no intricado, como muchas vezes te he dicho,
y veras como te vale vn pan por ciento.''

``No se que mala ventura es esta mia'',
respondio Sancho, ``que no se dezir razon sin
refran, ni refran que no me parezca razon; pero
yo me emendaré, si pudiere.''

Y con esto cessó por entonces su platica.


## <p072>
# chapter  72 LXXII
# unit N chapternum
Capitulo LXXII
# unit T title
De cómo don Quixote y Sancho llegaron
a su aldea.
# unit P text
Todo aquel dia esperando la noche estuuieron
en aquel lugar y meson don Quixote y
Sancho, el vno para acabar en la campaña
rasa la tanda de su diciplina, y el otro para ver
el fin della, en el qual consistia el de su desseo.
Llegó, en esto, al meson vn caminante a cauallo,
con tres o quatro criados, vno de los quales
dixo al que el señor dellos parecia:

``Aqui puede vuessa merced, señor don Aluaro
Tarfe, passar oy la fiesta: la posada parece
limpia y fresca.''

Oyendo esto don Quixote, le dixo a
Sancho:

``Mira, Sancho, quando yo hojeé aquel libro
de la segunda parte de mi historia, me
parece que de passada topé alli este nombre de
don Aluaro Tarfe.''

``Bien podra ser'', respondio Sancho;
``dexemosle apear; que despues se lo
preguntaremos.''

El cauallero se apeó, y frontero del aposento
de don Quixote la huespeda le dio vna sala
baxa, enjaeçada con otras pintadas sargas,
como las que tenia la estancia de don Quixote.
Pusose el recien venido cauallero a lo de
verano, y, saliendose al portal del meson, que
era espacioso y fresco, por el qual se passeaua
don Quixote, le preguntó:

``¿Adónde bueno camina vuessa merced,
señor gentil hombre?''

Y don Quixote le respondio:

``A vna aldea que está aqui cerca, de donde
soy natural; y vuessa merced, ¿dónde camina?''

``Yo, señor'', respondio el cauallero, ``voy a
Granada, que es mi patria.''

``Y buena patria'', replicó don Quixote; ``pero
digame vuessa merced, por cortesia, su
nombre; porque me parece que me ha de importar
saberlo mas de lo que buenamente podre
dezir.''

``Mi nombre es don Aluaro Tarfe'', respondio
el huesped.

A lo que replicó don Quixote:

``Sin duda alguna pienso que vuessa merced
deue de ser aquel don Aluaro Tarfe que anda
impresso en la Segunda parte de la Historia de
don Quixote de la Mancha, recien impressa, y
dada a la luz del mundo por vn autor
moderno.''

``El mismo soy'', respondio el cauallero, ``y
el tal don Quixote, sugeto principal de la tal
historia, fue grandissimo amigo mio, y yo fui
el que le sacó de su tierra, o, a lo menos, le
moui a que viniesse a vnas justas que se hazian
en Zaragoça, adonde yo yua, y en verdad en
verdad que le hize muchas amistades, y que le
quité de que no le palmeasse las espaldas el
verdugo, por ser demasiadamente atreuido.''

``Y digame vuessa merced, señor don Aluaro;
¿parezco yo en algo a esse tal don Quixote,
que vuessa merced dize?''

``No, por cierto'', respondio el huesped, ``en
ninguna manera.''

``Y esse don Quixote'', dixo el nuestro,
``¿traia consigo a vn escudero llamado Sancho
Pança?''

``Si traia'', respondio don Aluaro, ``y aunque
tenia fama de muy gracioso, nunca le oi dezir
gracia que la tuuiesse.''

``Esso creo yo muy bien'', dixo a esta sazon
Sancho, ``porque el dezir gracias no es para
todos, y esse Sancho que vuessa merced dize,
señor gentilhombre, deue de ser algun grandissimo
bellaco, frion y ladron juntamente; que
el verdadero Sancho Pança soy yo, que tengo
mas gracias que llouidas, y si no, haga vuessa
merced la experiencia, y andese tras de mi, por
lo menos, vn año, y vera que se me caen a
cada paso, y tales y tantas, que sin saber yo las
mas vezes lo que me digo, hago reyr a quantos
me escuchan; y el verdadero don Quixote
de la Mancha, el famoso, el valiente y el
discreto, el enamorado, el desfazedor de agrauios,
el tutor de pupilos y huerfanos, el amparo de
las viudas, el matador de las donzellas, el que
tiene por vnica señora a la sin par Dulcinea del
Toboso, es este señor que está presente, que
es mi amo. Todo qualquier otro don Quixote y
qualquier otro Sancho Pança es burleria y cosa
de sueño.''

``Por Dios que lo creo'', respondio don Aluaro;
``porque mas gracias aueis dicho vos, amigo,
en quatro razones que aueis hablado, que el
otro Sancho Pança en quantas yo le ohi hablar,
que fueron muchas. Mas tenia de comilon que
de bien hablado, y mas de tonto que de gracioso;
y tengo por sin duda que los encantadores
que persiguen a don Quixote el bueno, han
querido perseguirme a mi con don Quixote el
malo. Pero no se qué me diga; que ossaré yo
jurar que le dexo metido en la casa del Nuncio
en Toledo para que le curen, y agora
remanece aqui otro don Quixote, aunque bien
diferente del mio.''

``Yo'', dixo don Quixote, ``no se si soy bueno,
pero se dezir que no soy el malo, para prueua
de lo qual quiero que sepa vuessa merced, mi
señor don Aluaro Tarfe, que en todos los dias
de mi vida no he estado en Zaragoça; antes
por auerme dicho que esse don Quixote
fantastico se auia hallado en las justas dessa
ciudad, no quise yo entrar en ella, por sacar a
las barbas del mundo su mentira, y, assi, me
passé de claro a Barcelona, archiuo de la
cortesia, albergue de los estrangeros, hospital de
los pobres, patria de los valientes, vengança
de los ofendidos, y correspondencia grata de
firmes amistades, y, en sitio y en belleza, vnica.
Y aunque los sucessos que en ella me han
sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha
pessadumbre, los lleuo sin ella, solo por auerla
visto. Finalmente, señor don Aluaro Tarfe, yo
soy don Quixote de la Mancha, el mismo que
dize la fama, y no esse desuenturado que ha
querido vsurpar mi nombre y honrarse con mis
pensamientos. A vuessa merced suplico por lo
que deue a ser cauallero, sea seruido de hazer
vna declaracion ante el alcalde deste lugar, de
que vuessa merced no me ha visto en todos los
dias de su vida hasta agora, y de que yo no
soy el don Quixote impresso en la segunda
parte, ni este Sancho Pança mi escudero es
aquel que vuessa merced conocio.''

``Esso hare yo de muy buena gana'', respondio
don Aluaro, ``puesto que cause admiracion
ver dos don Quixotes y dos Sanchos a vn mismo
tiempo, tan conformes en los nombres como
diferentes en las acciones, y bueluo a dezir y
me afirmo que no he visto lo que he visto, ni
a passado por mi lo que a passado.''

``Sin duda'', dixo Sancho, ``que vuessa merced
deue de estar encantado, como mi señora
Dulcinea del Toboso; y pluguiera al cielo que
estuuiera su desencanto de vuessa merced en
darme otros tres mil y tantos açotes como me
doy por ella; que yo me los diera sin interes
alguno.''

``No entiendo esso de açotes'', dixo don
Aluaro.

Y Sancho le respondio que era largo de contar;
pero que el se lo contaria si acaso yuan vn
mesmo camino.

Llegose, en esto, la hora de comer; comieron
juntos don Quixote y don Aluaro, entró acaso
el alcalde del pueblo en el meson, con vn
escriuano, ante el qual alcalde pidio don
Quixote, por vna peticion, de que a su derecho
conuenia de que don Aluaro Tarfe, aquel cauallero
que alli estaua presente, declarasse ante su
merced como no conocia a don Quixote de la
Mancha, que assimismo estaua alli presente, y
que no era aquel que andaua impresso en vna
historia intitulada Segunda parte de don
Quixote de la Mancha, compuesta por vn tal de
Abellaneda, natural de Tordesillas. Finalmente,
el alcalde proueyo juridicamente; la declaracion
se hizo con todas las fuerças que en tales
casos deuian hazerse, con lo que quedaron
don Quixote y Sancho muy alegres, como si les
importara mucho semejante declaracion, y no
mostrara claro la diferencia de los dos don
Quixotes y la de los dos Sanchos sus obras y
sus palabras. Muchas de cortesias y ofrecimientos
passaron entre don Aluaro y don Quixote,
en las quales mostro el gran manchego su
discrecion, de modo, que desengañó a don
Aluaro Tarfe del error en que estaua; el qual
se dio a entender que deuia de estar encantado,
pues tocaua con la mano dos tan contrarios
don Quixotes.

Llegó la tarde, partieronse de aquel lugar, y
a obra de media legua se apartauan dos caminos
diferentes, el vno que guiaua a la aldea
de don Quixote, y el otro, el que auia de lleuar
don Aluaro. En este poco espacio le conto don
Quixote la desgracia de su vencimiento, y el
encanto y el remedio de Dulcinea, que todo
puso en nueua admiracion a don Aluaro, el
qual, abraçando a don Quixote y a Sancho,
siguio su camino, y don Quixote el suyo, que
aquella noche la passó entre otros arboles, por
dar lugar a Sancho de cumplir su penitencia,
que la cumplio del mismo modo que la passada
noche, a costa de las cortezas de las hayas,
harto mas que de sus espaldas; que las guardó
tanto, que no pudieran quitar los açotes vna
mosca, aunque la tuuiera encima.

No perdio el engañado don Quixote vn solo
golpe de la cuenta, y halló que con los de la
noche passada eran tres mil y veynte y nueue.
Parece que auia madrugado el sol a ver el
sacrificio, con cuya luz boluieron a proseguir su
camino, tratando entre los dos del engaño de
don Aluaro, y de quán bien acordado auia sido
tomar su declaracion ante la justicia, y tan
autenticamente.

Aquel dia y aquella noche caminaron sin
sucederles cosa digna de contarse, si no fue
que en ella acabó Sancho su tarea, de que
quedó don Quixote contento sobremodo, y
esperaua el dia, por ver si en el camino topaua
ya desencantada a Dulcinea su señora; y,
siguiendo su camino, no topaua muger ninguna
que no yua a reconocer si era Dulcinea del
Toboso, teniendo por infalible no poder mentir
las promessas de Merlin.

Con estos pensamientos y desseos, subieron
vna cuesta arriba, desde la qual descubrieron
su aldea, la qual vista de Sancho, se hincó de
rodillas, y dixo:

``Abre los ojos, desseada patria, y mira que
buelue a ti Sancho Pança tu hijo, si no muy
rico, muy bien açotado; abre los braços, y
recibe tambien tu hijo don Quixote, que si viene
vencido de los braços agenos, viene vencedor
de si mismo; que, segun el me ha dicho, es el
mayor vencimiento que dessearse puede. Dineros
lleuo, porque si buenos açotes me dauan,
bien cauallero me yua.''

``Dexate dessas sandezes'', dixo don
Quixote, ``y vamos con pie derecho a entrar en
nuestro lugar, donde daremos vado a nuestras
imaginaciones, y la traça que en la pastoral vida
pensamos exercitar.''

Con esto, baxaron de la cuesta y se fueron
a su pueblo.


## <p073>
# chapter  73 LXXIII
# unit N chapternum
Capitulo LXXIII
# unit T title
De los agueros que tuuo don Quixote al entrar
de su aldea, con otros sucessos que adornan
y acreditan esta grande historia.
# unit P text
A la entrada del qual, segun dize Cide
Hamete, vio don Quixote que en las heras del
lugar estauan riñendo dos mochachos, y el vno
dixo al otro:

``No te canses, Periquillo; que no la has de
ver en todos los dias de tu vida.''

Oyolo don Quixote, y dixo a Sancho:

``¿No aduiertes, amigo, lo que aquel mochacho
ha dicho: «no la has de ver en todos los
dias de tu vida»?''

``Pues bien; ¿qué importa'', respondio
Sancho, ``que aya dicho esso el mochacho?''

``¿Qué?'', replicó don Quixote. ``¿No vees tu
que aplicando aquella palabra a mi intencion,
quiere significar que no tengo de ver mas a
Dulcinea?''

Queriale responder Sancho, quando se lo
estoruó ver que por aquella campaña venia
huyendo vna liebre seguida de muchos galgos y
caçadores, la qual, temerosa, se vino a recoger
y a agaçapar debaxo de los pies del ruzio.
Cogiola Sancho a mano salua, y presentosela a
don Quixote, el qual estaua diziendo:

# unit L latinphrase
``Malum signum, malum signum:
# unit P text
liebre huye,
galgos la siguen, Dulcinea no parece.''

``Estraño es vuessa merced'', dixo Sancho;
``presupongamos que esta liebre es Dulcinea
del Toboso y estos galgos que la persiguen son
los malandrines encantadores que la transformaron
en labradora; ella huye, yo la cojo y la
pongo en poder de vuessa merced, que la tiene
en sus braços y la regala; ¿qué mala señal es
esta ni qué mal aguero se puede tomar de
aqui?''

Los dos mochachos de la pendencia se
llegaron a ver la liebre, y al vno dellos
preguntó Sancho que por qué reñian. Y fuele
respondido por el que auia dicho «no la veras
mas en toda tu vida» que el auia tomado al otro
mochacho vna jaula de grillos, la qual no
pensaua boluersela en toda su vida. Sacó Sancho
quatro quartos de la faltriquera, y dioselos al
mochacho por la jaula, y pusosela en las manos
a don Quixote, diziendo:

``E aqui, señor, rompidos y desbaratados
estos agueros, que no tienen que ver mas con
nuestros sucessos, segun que yo imagino,
aunque tonto, que con las nubes de antaño. Y si
no me acuerdo mal, he oydo dezir al cura de
nuestro pueblo que no es de personas christianas
ni discretas mirar en estas niñerias, y aun
vuessa merced mismo me lo dixo los dias
passados, dandome a entender que eran tontos
todos aquellos christianos que mirauan en
agueros; y no es menester hazer hincapie en
esto, sino passemos adelante, y entremos en
nuestra aldea.''

Llegaron los caçadores, pidieron su liebre y
diosela don Quixote; passaron adelante, y a la
entrada del pueblo toparon en vn pradecillo
rezando al cura y al bachiller Carrasco. Y es de
saber que Sancho Pança auia echado sobre el
ruzio y sobre el lio de las armas, para que
siruiesse de repostero, la tunica de bocazi pintada
de llamas de fuego, que le vistieron en el
castillo del duque la noche que boluio en si
Altisidora. Acomodole tambien la coroça en la
cabeça, que fue la mas nueua transformacion
y adorno con que se vio jamas jumento en el
mundo.

Fueron luego conocidos los dos del cura y
del bachiller, que se vinieron a ellos con los
braços abiertos. Apeose don Quixote y abraçolos
estrechamente, y los mochachos, que son
linzes no escusados, diuisaron la coroça del
jumento, y acudieron a verle, y dezian vnos
a otros:

``Venid, mochachos, y vereis el asno de
Sancho Pança mas galan que Mingo, y la bestia
de don Quixote mas flaca oy que el primer dia.''

Finalmente, rodeados de mochachos, y
acompañados del cura y del bachiller, entraron
en el pueblo, y se fueron a casa de don
Quixote, y hallaron a la puerta della al ama y
a su sobrina, a quien ya auian llegado las
nueuas de su venida. Ni mas ni menos se las auian
dado a Teresa Pança, muger de Sancho, la
qual, desgreñada y medio desnuda, trayendo
de la mano a Sanchica su hija, acudio a ver a
su marido; y viendole no tan bien adeliñado
como ella se pensaua que auia de estar vn
gouernador, le dixo:

``¿Cómo venis assi, marido mio, que me parece
que venis a pie y despeado, y mas traeis
semejança de desgouernado que de
gouernador?''

``Calla, Teresa'', respondio Sancho; ``que
muchas vezes donde ay estacas no ay tozinos, y
vamonos a nuestra casa; que alla oyras
marauillas. Dineros traygo, que es lo que
importa, ganados por mi industria y sin daño de
nadie.''

``Traed vos dinero, mi buen marido'', dixo
Teresa, ``y sean ganados por aqui o por alli,
que como quiera que los ayais ganado, no
aureis hecho vsança nueua en el mundo.''

Abraçó Sanchica a su padre, y preguntole si
traia algo; que le estaua esperando como el
agua de mayo, y, assiendole de vn lado del
cinto, y su muger de la mano, tirando su hija
al ruzio, se fueron a su casa, dexando a don
Quixote en la suya, en poder de su sobrina y
de su ama, y en compañia del cura y del
bachiller.

Don Quixote, sin guardar terminos ni horas,
en aquel mismo punto se apartó a solas con el
bachiller y el cura, y en breues razones les
conto su vencimiento y la obligacion en que
auia quedado de no salir de su aldea en vn
año, la qual pensaua guardar al pie de la letra,
sin traspassarla en vn atomo, bien assi como
cauallero andante obligado por la puntualidad
y orden de la andante caualleria, y que tenia
pensado de hazerse aquel año pastor y
entretenerse en la soledad de los campos, donde a
rrienda suelta podia dar vado a sus amorosos
pensamientos, exercitandose en el pastoral y
virtuoso exercicio, y que les suplicaua, si no
tenian mucho que hazer y no estauan impedidos
en negocios mas importantes, quisiessen
ser sus compañeros; que el compraria ouejas y
ganado suficiente que les diesse nombre de
pastores, y que les hazia saber que lo mas
principal de aquel negocio estaua hecho,
porque les tenia puestos los nombres que les
vendrian como de molde. Dixole el cura que los
dixesse. Respondio don Quixote que el se auia
de llamar el pastor Quixotiz, y el bachiller, el
pastor Carrascon; y el cura, el pastor Curambro,
y Sancho Pança, el pastor Pancino.

Pasmaronse todos de ver la nueua locura de
don Quixote; pero porque no se les fuesse otra
vez del pueblo a sus cauallerias, esperando que
en aquel año podria ser curado, concedieron
con su nueua intencion, y aprouaron por discreta
su locura, ofreciendosele por compañeros
en su exercicio.

``Y, mas'', dixo Sanson Carrasco, ``que,
como ya todo el mundo sabe, yo soy celeberrimo
poeta, y a cada paso compondre versos
pastoriles, o cortesanos, o como mas me viniere
a cuento, para que nos entretengamos por
essos andurriales donde auemos de andar; y
lo que mas es menester, señores mios, es que
cada vno escoja el nombre de la pastora que
piensa celebrar en sus versos, y que no
dexemos arbol, por duro que sea, donde no la
retule y graue su nombre como es vso y
costumbre de los enamorados pastores.''

``Esso está de molde'', respondio don Quixote,
``puesto que yo estoy libre de buscar nombre
de pastora fingida, pues está ay la sin par
Dulcinea del Toboso, gloria de estas riberas,
adorno de estos prados, sustento de la
hermosura, nata de los donayres, y, finalmente,
sugeto sobre quien puede assentar bien toda
alabança, por yperbole que sea.''

``Assi es verdad'', dixo el cura; ``pero nosotros
buscaremos por ay pastoras mañeruelas, que
si no nos quadraren, nos esquinen.''

A lo que añadio Sanson Carrasco:

``Y quando faltaren, daremosles los nombres
de las estampadas e impressas, de quien
está lleno el mundo: Filidas, Amarilis, Dianas,
Fleridas, Galateas y Belisardas; que pues las
venden en las plaças, bien las podemos comprar
nosotros, y tenerlas por nuestras; si mi
dama, o por mejor dezir mi pastora, por
ventura se llamare Ana, la celebraré debaxo del
nombre de Anarda; y si Francisca, la llamaré yo
Francenia; y si Lucia, Lucinda; que todo se
sale alla. Y Sancho Pança, si es que ha de
entrar en esta cofadria, podra celebrar a su
muger Teresa Pança con nombre de Teresaina.''

Riose don Quixote de la aplicacion del
nombre, y el cura le alabó infinito su honesta y
honrada resolucion, y se ofrecio de nueuo a
hazerle compañia todo el tiempo que le vacasse
de atender a sus forçosas obligaciones. Con
esto, se despidieron del, y le rogaron y
aconsejaron tuuiesse cuenta con su salud, con
regalarse lo que fuesse bueno.

Quiso la suerte que su sobrina y el ama
oyeron la platica de los tres, y assi como se
fueron, se entraron entrambas con don Quixote,
y la sobrina le dixo:

``¿Qué es esto, señor tio? Aora que pensauamos
nosotras que vuessa merced boluia a reduzirse
en su casa, y passar en ella vna vida
quieta y honrada, ¿se quiere meter en nueuos
laberintos, haziendose ÷
# unit Q spanishverse
Pastorcillo, tu que vienes, ÷
pastorcico, tu que vas? ÷
# unit P text
Pues en verdad que está ya duro el alcacel
para çampoñas.''

A la que añadio el ama:

``Y ¿podra vuessa merced passar en el campo
las siestas del verano, los serenos del inuierno,
el aullido de los lobos? No por cierto; que este
es exercicio y oficio de hombres robustos,
curtidos, y criados para tal ministerio casi desde
las fajas y mantillas. Aun mal por mal, mejor
es ser cauallero andante que pastor. Mire,
señor, tome mi consejo, que no se le doy sobre
estar harta de pan y vino, sino en ayunas, y
sobre cincuenta años que tengo de edad: estese
en su casa, atienda a su hazienda, confiesse
a menudo, fauorezca a los pobres, y sobre mi
anima si mal le fuere.''

``Callad, hijas'', les respondio don Quixote;
``que yo se bien lo que me cumple. Lleuadme al
lecho; que me parece que no estoy muy bueno,
y tened por cierto que, aora sea cauallero
andante, o pastor por andar, no dexaré siempre
de acudir a lo que huuieredes menester, como
lo vereis por la obra.''

Y las buenas hijas, que lo eran sin duda
ama y sobrina, le lleuaron a la cama, donde le
dieron de comer y regalaron lo possible.


## <p074>
# chapter  74 LXXIV
# unit N chapternum
Capitulo LXXIV
# unit T title
De como don Quixote cayo malo, y del testamento
que hizo, y su muerte.
# unit P text
Como las cosas humanas no sean eternas,
yendo siempre en declinacion de sus principios
hasta llegar a su vltimo fin, especialmente las
vidas de los hombres, y como la de don Quixote
no tuuiesse priuilegio del cielo para detener
el curso de la suya, llegó su fin y acabamiento
quando el menos lo pensaua; porque, o
ya fuesse de la melancolia que le causaua el
verse vencido, o ya por la disposicion del
cielo, que assi lo ordenaua, se le arraygó vna
calentura, que le tuuo seys dias en la cama, en
los quales fue visitado muchas vezes del cura,
del bachiller, y del barbero, sus amigos, sin
quitarsele de la cabecera Sancho Pança, su
buen escudero.

Estos, creyendo que la pesadumbre de verse
vencido y de no ver cumplido su desseo en
la libertad y desencanto de Dulcinea le tenia
de aquella suerte, por todas las vias possibles
procurauan alegrarle, diziendole el bachiller
que se animasse y leuantasse para començar
su pastoral exercicio, para el qual tenia ya
compuesta vna ecloga, que mal año para
quantas Sanazaro auia compuesto, y que
ya tenia comprados de su propio dinero dos
famosos perros, para guardar el ganado, el vno
llamado Barcino y el otro Butron, que se
los auia vendido vn ganadero del Quintanar.
Pero no por esto dexaua don Quixote sus
tristezas. Llamaron sus amigos al medico, tomole
el pulso y no le contentó mucho, y dixo que,
por si o por no, atendiesse a la salud de su
alma, porque la del cuerpo corria peligro.

Oyolo don Quixote con animo sossegado,
pero no lo oyeron assi su ama, su sobrina y
su escudero, los quales començaron a llorar
tiernamente, como si ya le tuuieran muerto
delante. Fue el parecer del medico que
melancolias y desabrimientos le acabauan. Rogo
don Quixote que le dexassen solo, porque queria
dormir vn poco. Hizieronlo assi, y durmio
de vn tiron, como dizen, mas de seys horas,
tanto que pensaron el ama y la sobrina que se
auia de quedar en el sueño. Desperto al cabo
del tiempo dicho, y, dando vna gran voz, dixo:

``¡Bendito sea el poderoso Dios que tanto
bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no
tienen limite, ni las abreuian ni impiden los
pecados de los hombres.''

Estuuo atenta la sobrina a las razones del
tio, y parecieronle mas concertadas que el
solia dezirlas, a lo menos, en aquella
enfermedad, y preguntole:

``¿Qué es lo que vuessa merced dize, señor?
¿Tenemos algo de nueuo? ¿Qué misericordias
son estas, o qué pecados de los hombres?''

``Las misericordias'', respondio don Quixote,
``sobrina, son las que en este instante ha vsado
Dios conmigo, a quien, como dixe, no las
impiden mis pecados. Yo tengo juyzio ya, libre
y claro, sin las sombras caliginosas de la
ignorancia, que sobre el me pusieron mi amarga y
continua leyenda de los detestables libros de
las cauallerias. Ya conozco sus disparates y
sus embelecos, y no me pesa sino que este
desengaño ha llegado tan tarde, que no me
dexa tiempo para hazer alguna recompensa,
leyendo otros que sean luz del alma. Yo me
siento, sobrina, a punto de muerte; querria
hazerla de tal modo, que diesse a entender
que no auia sido mi vida tan mala que dexasse
renombre de loco; que puesto que lo he sido,
no querria confirmar esta verdad en mi muerte.
Llamame, amiga, a mis buenos amigos: al
cura, al bachiller Sanson Carrasco y a maesse
Nicolas el barbero; que quiero confessarme y
hazer mi testamento.''

Pero de este trabajo se escusó la sobrina con
la entrada de los tres. Apenas los vio don
Quixote, quando dixo:

``Dadme albricias, buenos señores, de que
ya yo no soy don Quixote de la Mancha, sino
Alonso Quixano, a quien mis costumbres me
dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo
de Amadis de Gaula y de toda la infinita
caterua de su linage, ya me son odiosas todas
las historias profanas del andante caualleria;
ya conozco mi necedad y el peligro en que
me pusieron auerlas leydo; ya, por misericordia
de Dios, escarmentando en cabeça propia,
las abomino.''

Quando esto le oyeron dezir los tres, creyeron
sin duda que alguna nueua locura le auia
tomado. Y Sanson le dixo:

``¿Aora, señor don Quixote, que tenemos
nueua, que está desencantada la señora
Dulcinea, sale vuessa merced con esso? Y ¿agora
que estamos tan a pique de ser pastores, para
passar cantando la vida como vnos principes,
quiere vuessa merced hazerse ermitaño? Calle
por su vida, buelua en si y dexese de cuentos.''

``Los de hasta aqui'', replicó don Quixote,
``que han sido verdaderos en mi daño, los ha de
boluer mi muerte con ayuda del cielo en mi
prouecho. Yo, señores, siento que me voy
muriendo a toda priessa; dexense burlas aparte,
y trayganme vn confessor que me confiesse, y
vn escriuano que haga mi testamento; que en
tales trances como este no se ha de burlar el
hombre con el alma. Y, assi, suplico, que en
tanto que el señor cura me confiessa, vayan
por el escriuano.''

Miraronse vnos a otros, admirados de las
razones de don Quixote, y, aunque en duda,
le quisieron creer, y vna de las señales por
donde conjeturaron se moria fue el auer buelto
con tanta facilidad de loco a cuerdo; porque a
las ya dichas razones añadio otras muchas tan
bien dichas, tan christianas y con tanto
concierto, que del todo les vino a quitar la duda,
y a creer que estaua cuerdo.

Hizo salir la gente el cura, y quedose solo
con el, y confessole. El bachiller fue por el
escriuano, y de alli a poco boluio con el y con
Sancho Pança; el qual Sancho, que ya sabia
por nueuas del bachiller en qué estado estaua
su señor, hallando a la ama y a la sobrina
llorosas, començo a hazer pucheros y a derramar
lagrimas. Acabose la confession, y salio el
cura, diziendo:

``Verdaderamente se muere, y verdaderamente
está cuerdo Alonso Quixano el Bueno;
bien podemos entrar para que haga su
testamento.''

Estas nueuas dieron vn terrible empujon a
los ojos preñados de ama, sobrina, y de
Sancho Pança su buen escudero, de tal manera,
que los hizo rebentar las lagrimas de los ojos
y mil profundos suspiros del pecho, porque
verdaderamente, como alguna vez se ha dicho,
en tanto que don Quixote fue Alonso Quixano
el Bueno a secas, y en tanto que fue don
Quixote de la Mancha, fue siempre de apazible
condicion y de agradable trato, y por esto no
solo era bien querido de los de su casa, sino
de todos quantos le conocian.

Entró el escriuano con los demas, y despues
de auer hecho la cabeça del testamento y
ordenado su alma don Quixote, con todas aquellas
circunstancias christianas que se requieren,
llegando a las mandas, dixo:

``Iten, es mi voluntad que de ciertos dineros
que Sancho Pança, a quien en mi locura hize
mi escudero, tiene, que porque ha auido entre
el y mi ciertas cuentas y dares y tomares, quiero
que no se le haga cargo dellos ni se le pida
cuenta alguna; sino que si sobrare alguno,
despues de auerse pagado de lo que le deuo,
el restante sea suyo, que sera bien poco, y
buen prouecho le haga; y si como estando
yo loco fuy parte para darle el gouierno de
la insula, pudiera agora, estando cuerdo, darle
el de vn reyno, se le diera, porque la senzillez
de su condicion y fidelidad de su trato lo
merece.''

Y, boluiendose a Sancho, le dixo:

``Perdoname, amigo, de la ocasion que te he
dado de parecer loco como yo, haziendote caer
en el error en que yo he caydo, de que huuo
y ay caualleros andantes en el mundo.''

``¡Hay!'', respondio Sancho llorando; ``no se
muera vuessa merced, señor mio, sino tome
mi consejo, y viua muchos años; porque la
mayor locura que puede hazer vn hombre en
esta vida es dexarse morir, sin mas ni mas, sin
que nadie le mate, ni otras manos le acaben
que las de la melancolia. Mire no sea pereçoso,
sino leuantese dessa cama, y vamonos al campo,
vestidos de pastores, como tenemos concertado;
quiça tras de alguna mata hallaremos
a la señora doña Dulcinea dessencantada, que
no aya mas que ver. Si es que se muere de
pesar de verse vencido, echeme a mi la culpa,
diziendo que por auer yo cinchado mal a
Rozinante le derribaron; quanto mas que vuessa
merced aura visto en sus libros de cauallerias
ser cosa ordinaria derribarse vnos caualleros a
otros, y el que es vencido oy, ser vencedor
mañana.''

``Assi es'', dixo Sanson, ``y el buen Sancho
Pança está muy en la verdad destos casos.''

``Señores'', dixo don Quixote, ``vamonos
poco a poco, pues ya en los nidos de antaño
no ay paxaros ogaño. Yo fuy loco, y ya
soy cuerdo; fuy don Quixote de la Mancha,
y soy agora, como he dicho, Alonso Quixano
el Bueno. Pueda con vuessas mercedes mi
arrepentimiento y mi verdad boluerme a la
estimacion que de mi se tenia, y prosiga
adelante el señor escriuano.''

``Iten, mando toda mi hazienda a puerta
cerrada a Antonia Quixana, mi sobrina, que
está presente, auiendo sacado primero de lo
mas bien parado della lo que fuere menester
para cumplir las mandas que dexo hechas; y
la primera satisfacion que se haga quiero que
sea pagar el salario que deuo del tiempo que
mi ama me ha seruido, y mas veynte ducados
para vn vestido. Dexo por mis albaceas al señor
cura y al señor bachiller Sanson Carrasco,
que estan presentes. -- Iten, es mi voluntad
que si Antonia Quixana, mi sobrina, quisiere
casarse, se case con hombre de quien primero
se aya hecho informacion, que no sabe qué
cosas sean libros de cauallerias, y en caso
que se aueriguare que lo sabe, y, con todo
esso, mi sobrina quisiere casarse con el, y se
casare, pierda todo lo que le he mandado, lo
qual puedan mis albaceas distribuir en obras
pias, a su voluntad. -- Iten, suplico a los dichos
señores mis albaceas que si la buena suerte
les truxere a conocer al autor que dizen que
compuso vna historia que anda por ay con el
titulo de Segunda parte de las hazañas de don
Quixote de la Mancha, de mi parte le pidan,
quan encarecidamente ser pueda, perdone la
ocasion que sin yo pensarlo le di de auer
escrito tantos y tan grandes disparates como
en ella escriue; porque parto desta vida con
escrupulo de auerle dado motiuo para
escriuirlos.''

Cerro con esto el testamento, y, tomandole
vn desmayo, se tendio de largo a largo en la
cama. Alborotaronse todos, y acudieron a su
remedio, y en tres dias que viuio despues deste
donde hizo el testamento, se desmayaua muy
a menudo. Andaua la casa alborotada, pero,
con todo, comia la sobrina, brindaua el ama
y se regozijaua Sancho Pança; que esto del
heredar algo borra o templa en el heredero
la memoria de la pena que es razon que dexe
el muerto.

En fin, llegó el vltimo de don Quixote,
despues de recebidos todos los sacramentos, y
despues de auer abominado con muchas y eficaces
razones de los libros de cauallerias; hallose
el escriuano presente, y dixo que nunca
auia leydo en ningun libro de cauallerias que
algun cauallero andante huuiesse muerto en
su lecho tan sossegadamente y tan christiano
como don Quixote; el qual, entre compassiones
y lagrimas de los que alli se hallaron dio su
espiritu, quiero dezir, que se murio.

Viendo lo qual el cura, pidio al escriuano le
diesse por testimonio como Alonso Quixano el
Bueno, llamado comunmente don Quixote de
la Mancha, auia passado desta presente vida
y muerto naturalmente. Y que el tal testimonio
pedia para quitar la ocasion de que algun otro
autor que Cide Hamete Benengeli le resucitasse
falsamente, y hiziesse inacauables historias
de sus hazañas.

Este fin tuuo el ingenioso hidalgo de la
Mancha, cuyo lugar no quiso poner Cide Hamete
puntualmente, por dexar que todas las villas
y lugares de la Mancha contendiessen entre si
por ahijarsele y tenersele por suyo, como
contendieron las siete ciudades de Grecia por
Homero.

Dexanse de poner aqui los llantos de Sancho,
sobrina y ama de don Quixote, los nueuos
epitafios de su sepultura, aunque Sanson
Carrasco le puso este:

# unit Q spanishverse
Yace aqui el Hidalgo fuerte ÷
que a tanto estremo llegó ÷
de valiente, que se aduierte ÷
que la muerte no triunfó ÷
de su vida con su muerte.

Tuuo a todo el mundo en poco; ÷
fue el espantajo y el coco ÷
del mundo, en tal coyuntura, ÷
que acreditó su ventura ÷
morir cuerdo, y viuir loco.

# unit P text
Y el prudentissimo Cide Hamete dixo a su
pluma:

# unit P quotedtext
``Aqui quedarás, colgada desta espetera y
deste hilo de alambre, ni se si bien cortada o
mal tajada peñola mia, adonde viuiras luengos
siglos, si presuntuosos y malandrines historiadores
no te descuelgan para profanarte. Pero
antes que a ti lleguen, les puedes aduertir y
dezirles en el mejor modo que pudieres: ÷
# unit Q spanishverse
«¡Tate, tate, follonzicos! ÷
De ninguno sea tocada; ÷
porque esta empressa, buen rey, ÷
para mi estaua guardada. ÷
# unit P quotedtext
Para mi sola nacio don Quixote, y yo para
el; el supo obrar, y yo escriuir; solos los dos
somos para en vno a despecho y pesar del
escritor fingido y tordesillesco que se atreuio,
o se ha de atreuer, a escriuir con pluma de
auestruz grossera y mal adeliñada las
hazañas de mi valeroso cauallero, porque no es
carga de sus ombros ni assunto de su resfriado
ingenio, a quien aduertiras, si acaso llegas a
conocerle, que dexe reposar en la sepultura
los cansados y ya podridos huessos de don
Quixote, y no le quiera lleuar, contra todos
los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja,
haziendole salir de la fuessa, donde real y
verdaderamente yaze, tendido de largo a largo,
impossibilitado de hazer tercera jornada y
salida nueua; que para hazer burla de tantas
como hizieron tantos andantes caualleros, bastan
las dos que el hizo, tan a gusto y beneplacito
de las gentes a cuya noticia llegaron,
assi en estos como en los estraños reynos.»
# unit P quotedtext
Y con esto cumpliras con tu christiana profession,
aconsejando bien a quien mal te quiere,
y yo quedaré satisfecho y vfano de auer sido
el primero que gozó el fruto de sus escritos
enteramente, como desseaua, pues no ha sido
otro mi desseo que poner en aborrecimiento
de los hombres las fingidas y disparatadas
historias de los libros de cauallerias, que por
las de mi verdadero don Quixote van ya
tropeçando, y han de caer del todo, sin duda
alguna.'' --
# unit L latinphrase
Vale.

# unit T subtitle
FIN
#######################################################################
# END OF FILE